Razones para Predicar La Palabra de Dios
Razones para Predicar La Palabra de Dios
Razones para Predicar La Palabra de Dios
Todos a lo largo de nuestra vida nos encontramos ante situaciones donde creemos que es
mejor ocultar que somos cristianos o seguidores de Jesucristo.
Hasta Pedro en una situación de peligro tuvo el mismo problema “Entonces Pedro se
acordó de las palabras de Jesús, que le había dicho: Antes que cante el gallo, me
negarás tres veces. Y saliendo fuera, lloró amargamente.” Mateo 26:75
Éxodo 4:10-12 “Entonces dijo Moisés a Jehová !Ay, Señor! nunca he sido hombre de
fácil palabra, ni antes, ni desde que tú hablas a tu siervo; porque soy tardo en el habla y
torpe de lengua. Y Jehová le respondió: ¿Quién dio la boca al hombre? ¿o quién hizo al
mudo y al sordo, al que ve y al ciego? ¿No soy yo Jehová? Ahora pues, ve, y yo estaré
con tu boca, y te enseñaré lo que hayas de hablar.”
Efectivamente, Dios ha creado la boca, la lengua, al mudo y al sordo. Así que llénate de
valentía porque Dios es quien hará por ti.
“Entonces dirá también a los de la izquierda: Apartaos de mí, malditos, al fuego eterno
preparado para el diablo y sus ángeles. Porque tuve hambre, y no me disteis de comer;
tuve sed, y no me disteis de beber; fui forastero, y no me recogisteis; estuve desnudo, y no
me cubristeis; enfermo, y en la cárcel, y no me visitasteis.”
Por ello, debemos poner primero a Dios y después a nosotros con nuestros temores,
debilidades y todas las cosas.
mano de los madianitas. ¿No te envío yo? Jue 6:16 Jehová le dijo: Ciertamente
En el momento que hagamos eso estamos negándonos a nosotros para dejar que el
Creador sea quien tome las riendas de nuestra vida.
El enemigo desea que no prediquemos la Palabra de Dios. Por eso es algo normal que
alguna persona a la que tratemos de predicar nos niegue y que hasta haya burlas. Sin
embargo, la promesa la tenemos siempre en la Biblia.
Yendo al caso bíblico de Jeremías, el pueblo fue deportado a Babilonia con cadenas y él
fue respetado por los soldados y puesto en libertad y dejándole elegir si quedarse en
Jerusalén o ir a Babilonia, mientras que todo el pueblo que se burló de él fue deportado a
Babilonia. (Jeremías 40)
Cuando en los tiempos de Daniel sacaron una ley en la que no podía adorarse a ningún
Dios, Daniel siguió poniendo a Dios por encima de todas las cosas. Fue apresado y
puesto en un foso con leones. Pero Dios siempre le protegió:
“Mi Dios envió su ángel, el cual cerró la boca de los leones, para que no me
hiciesen daño, porque ante él fui hallado inocente; y aun delante de ti, oh rey, yo no he
hecho nada malo. Entonces se alegró el rey en gran manera a causa de él, y mandó
sacar a Daniel del foso; y fue Daniel sacado del foso, y ninguna lesión se halló en él,
porque había confiado en su Dios. Y dio orden el rey, y fueron traídos aquellos hombres
que habían acusado a Daniel, y fueron echados en el foso de los leones ellos, sus hijos y
sus mujeres; y aún no habían llegado al fondo del foso, cuando los leones se apoderaron
de ellos y quebraron todos sus huesos.” Daniel 6:22-24
“Así que, no los temáis; porque nada hay encubierto, que no haya de ser manifestado; ni
oculto, que no haya de saberse. Lo que os digo en tinieblas, decidlo en la luz; y lo que oís
al oído, proclamadlo desde las azoteas. Y no temáis a los que matan el cuerpo, mas el
alma no pueden matar; temed más bien a aquel que puede destruir el alma y el cuerpo en
el infierno.” Mateo 10: 26-28
A veces predicamos la Palabra a una persona, y sentimos que no nos escucha o que no le
interesa o que no termina de convencerle. No te preocupes, la semilla (la Palabra) ha sido
sembrada en esa persona y Dios es el que hará la obra.
“Yo planté, Apolos regó; pero el crecimiento lo ha dado Dios. Así que ni el que planta es
algo, ni el que riega, sino Dios, que da el crecimiento.” I Corintios 3:6-7
Muchas veces le pedimos a Dios por trabajo, dinero, salud, etc. pero ¿hacemos la obra de
Dios? ¿Salimos a predicar con nuestra iglesia? ¿hablamos de Jesús a toda persona que
podemos?. Es importante que respondamos a estas preguntas porque si son negativas las
respuestas, no somos merecedores de la promesa de Jesús: «pedid lo que queráis y os
será hecho» Juan 15:7.