Quien Es Abogado
Quien Es Abogado
Quien Es Abogado
LA FUERZA INTERIOR
Da una recomendación para las agresiones y criticas de la gente: fiar en sí. Vivir la
propia vida. Seguir los dictados que uno mismo se imponga y desatender lo
demás.
LA SENSACION DE LA JUSTICIA
Ángel cita al ilustre novelista Henry Bordeaux. Henry refiere que cuando visito al
escritor Daudet y le manifestó que era estudiante de Derecho, éste le dijo: "las
leyes, los códigos no deben ofrecer ningún interés. Se aprende a leer
con imágenes y se aprende la vida con hechos. Procure ver y observar. Estudie la
importancia de los intereses en la vida humana.
En resumen lo que quiere decir con las palabras "la sensación de la justicia" es
que procuremos no actuar tan apegados a las leyes, que usemos lo que nosotros
tenemos conceptualizado como bueno, equitativo, prudente, cordial y sobre todo
justo.
En la moral del abogado de lo que Ossorio nos habla es del criterio que debe tener
un abogado. Y comienza: La abogacía no se cimienta en la lucidez del ingenio,
sino en la rectitud de la conciencia. Malo será que erremos y defendamos como
moral lo que no es; pero si nos hemos equivocado de buena fe, podemos estar
tranquilos. Cita las palabras del novelista Collete Iver. "Nuestro oficio ¿es hacer
triunfar a la justicia o a nuestro cliente? ¿Iluminamos al Tribunal o procuramos
cegarle?
También da unos consejos a los abogados. Hay que ser refractario al alboroto.
Soportar la amargura de una censura caprichosa e injusta, es carga añeja a los
honores profesionales. Debajo de la toga hay que llevar la coraza.
Abogado que sucumba al que dirán debe tener su hoja de servicios manchada con
la nota de cobardía. No digo que el juicio público no sea digno de atención. Lo que
quiero decir es que después de adoptada una resolución, vacilar ni retroceder por
miedo a la critica, que es un monstruo de cien cabezas irresponsables y faltas de
sindéresis.
Cuando se ha marcado la línea del deber hay que cumplirla a todo trance. El
transeúnte que se detenga a escuchar los ladridos de los perros, difícilmente
llegará al término de su jornada.
LA SENSIBILIDAD
El abogado actúa sobre las pasiones, las ansias, los apetitos en que se consume
la humanidad. Si su corazón es ajeno a todo ello ¿cómo lo entenderá su cerebro?
Quien no sepa del dolor, ni comprenda el entusiasmo, ni ambicione la felicidad,
¿cómo acompañará a los combatientes?
Y sin embargo, ¿es lícito siquiera que tomemos los bienes y males ajenos como si
fueran propios, y obremos como comanditarios del interés que defendemos? De
ningún modo. La sabiduría popular ha dicho acertadamente que "pasión
quita conocimiento" y "que nadie es juez en causa propia".
EL DESDOBLAMIENTO PSIQUICO
En esta disposición del ánimo está la esencia misma de la abogacía, que sin tales
prendas perdería su razón de existir.
LA INDEPENDENCIA
EL TRABAJO
En cuanto a la manera de trabajar sería osado querer dar consejos, pues sobre
tal materia es tan aventurado escribir como la del gusto. Sin embargo doy una
opinión personal. Parece lógico que antes de coger la pluma se haya agotado el
estudio en los papeles y en los libros. Seriamente, así debe hacerse y no es
recomendable ningún otro sistema.
A mi entender, todas las horas son buenas para trabajar pero más especialmente
las primeras de la mañana. Desde las 6 hasta las 10 y ahí va la razón. A partir de
las 10 de la mañana nadie dispone de sí mismo. La consulta, las conferencias con
otros colegas, las diligencias y vistas, las atenciones familiares la vida de relación
y las necesarias expansiones del espíritu consumen todo nuestro tiempo.
En fin, todas las reglas del trabajo pueden reducirse a ésta: hay que trabajar con
gusto. Logrando acertar con la vocación y viendo en el trabajo no sólo un modo de
ganarse la vida, sino la válvula para la expansión de los anhelos espirituales, el
trabajo es liberación, exaltación, engrandecimiento. De otro modo es
insoportable esclavitud.
LA PALABRA
Abominen de la palabra los tiranos porque les condena, los malvados porque les
descubre y los necios porque no la entienden. Pero nosotros, que buscamos la
convicción con las armas del razonamiento, ¿cómo hemos de desconfiar de
su eficacia?
ELOGIO DE LA CORDIALIDAD
Nos hallamos tan habituados a pensar mal y a mal decir, que hemos dado por
secas las fuentes puras de los actos humanos. Gran torpeza es esta.
Las acciones todas y más especialmente las que implican un hábito y un sistema,
como las profesionales- han de cimentarse en la fe, en la estimación de nuestros
semejantes, en la estimación de nuestros semejantes, en la ilusión de la virtud, en
los móviles levantados y generosos. Quien juzgue irremediablemente perversos a
los demás, ¿cómo ha de fiar en sí mismo, ni en su labor, ni en su éxito? Hay que
poner el corazón en todas las empresas de la vida.
CONCEPTOS ARCAICOS
Para los jueces cumplir la regla al pie de la letra es, en muchas ocasiones,
criminal; y si los jueces no han de hacerse cómplices de corrupciones o
abandonos, deben usar su criterio para obtener resultados satisfactorios en un
juicio, ya que en muchas ocasiones los reglamentos son oscuros y faltos de
verdad y humanismo. Así que el juez debe resolver los casos como lo juzgue
mejor y no tal y como lo dicen Códigos y autos.
EL ARTE Y LA ABOGACIA
Una mitad - según las aficiones - de todos cuantos libros jurídicos se publiquen
en su país.
Las novelas y los versos los recomendé porque son la gimnástica del sentimiento
y del lenguaje. Son para que el abogado amplíe el horizonte ideal y mantenga viva
la renovada flexibilidad del lenguaje.
Un abogado debe ubicar los libros como articulo de primera necesidad y dedicar a
su adquisición un cinco, un cuatro o un tres por ciento de lo que se gane, aunque
para ello sea preciso privarse de otras cosas. Y si el abogado no puede alcanzar
ni aún ese límite mínimo, que no ejerza. La abogacía es profesión de señores y, a
la manera que el derecho dé sufragio, debe estar vedada a los mendigos. No se
eche esto a cuenta de un orgullo mortificante, sino a la de una rudimentaria
dignidad. Que diríamos de un médico que no tiene estetoscopio para auscultar.
Pues apliquemos la alusión al abogado y tratémosle de igual manera.
LA CLASE
Los abogados, por lo mismo que nuestra misión es contener, cuando cesamos en
ella buscamos la paz y el olvido. No hay campañas de grupo contra grupo, ni
ataques en la prensa, ni siquiera pandillas profesionales como en otras
profesiones. Al terminar la vista o poner punto a la conferencia, nos despedimos
cortésmente y no nos volvemos a ocupar el uno del otro. Apenas y de vez en
cuando nos dedicamos un comentario mordaz o irónico. Nuestro estado de alma
es la indiferencia; nuestra conducta, un desdén elegante.
Hablar de los compañeros que se han dado a conocer como letrados después de
haber sido Ministros. Estos son casos aislados y no constituyen sistema.
ESPECIALISTAS.
Para el abogado no debe haber más que dos clases de asuntos: unos en que hay
razón y otros en que no la hay
LA HIPERBOLE.
La exageración de la verdad, tan común entre los abogados, debe ser evitada. El
buen gusto suele correr parejas con la dignidad y el pudor. Quien sepa guardar su
recato y ocupar su puesto, de fijo no fraternizará con sus clientes en lo criminal ni
los divinizará en lo civil.
Antes de abrir los registros estruendosos, mire bien si el caso lo merece o no; y en
caso de duda, haya de la hipérbole y aténgase al consejo cervantino:
LIBERTAD DE DEFENSA.
El particular debe ser libre para defenderse por sí mismo. Salvo en los casos en
que esa libertad puede dañar al derecho de las otras partes o al interés público.
Para el ciudadano es vejatorio que le obliguen a decir por boca ajena lo que podría
expresar con la propia, y que una cosa tan natural como el pedir justicia haya de
confinarla precisamente a un técnico. El pretorio debería tener sus puertas
abiertas a todo el mundo, sin atender a otro ritualismo que al clamor de quien
solicita lo que ha de menester.
EL AMIANTO
Poder y riqueza, fuerza y hermosura, todas las incitaciones, todos los fuegos de la
pasión han de andar entre nuestras manos de abogados sin que nos quememos.
El mundo nos utiliza y respeta en tanto en cuanto tengamos la condición del
amianto.
LOS PASANTES
2ª. Liar cigarrillos y fumarlos en abundancia cuidando mucho de tirar las cerillas, la
ceniza y las colillas fuera de los ceniceros.
4ª. Disputar - siempre a gritos - sobre política, sobre deportes y sobre el crimen de
actualidad.
LA TOGA
La toga no representa por sí sola ninguna calidad, cuando no hay cualidades
verdaderas debajo de ella se reduce a un disfraz irrisorio. Pero después de hecha
esta salvedad, en honor al concepto fundamental de las cosas, conviene
reconocer que la toga, como todos los atributos profesionales, tiene para el que la
lleva, dos significados: freno e ilusión; y para el que la contempla, otros dos:
diferenciación y respeto.
El abogado que asiste a una diligencia en el local infecto de una escribanía, usa
un léxico, guarda una compostura y mantiene unas formulas de relación
totalmente distinta de las que le caracterizan cuando sube a un estrado con la toga
puesta.
LA MUJER EN EL BUFETE
Como el libro va dedicado a compañeros principales, les diré que importa mucho
para vestir la toga (cuya bolsa, por cierto, debe ser bordada por la novia o la
esposa) casarse pronto y casarse bien.
¿Receta para encontrar esto último? ¡Ah! Eso radica en los arcanos
sentimentales. El secreto se descubrirá cuando algún sabio atine a reducir el
amor a una definición.
Nada más de la mujer. Vamos con las mujeres. Voy a hacer una dramática
declaración. El Abogado no tiene sexo. Así como suena.
Es decir, tenerle sí que le tiene... y, naturalmente, no le está vedado usar de él.
Pero en su estudio y en relación con las mujeres que en él entran, ha de poner tan
alta su personalidad, de considerarla tan superior a las llamaradas de la pasión y
al espoleo de la carne, que su exaltación le conduzca a esta paradoja: el abogado
es un hombre superior al hombre. Esto lo digo en el caso de que a un Abogado le
toque alguna mujer muy atractiva como cliente. El abogado debe ver el atractivo
del caso y no el de la dama.
En pocas palabras, la mujer, con el sexto sentido que tiene, se convertirá, aparte
de nuestra pareja, en nuestra mejor consejera en nuestros casos. Por eso
recomiendo que exista entera comunicación del Abogado hacia su mujer. Claro,
esto solamente cuando la mujer está interesada.
La justicia debe ser sustanciada por medio de la palabra. Esto por las siguientes
razones:
Primera. Por ley natural. Al hombre le fue dada la palabra para que, mediante ella
se entendiera con sus semejantes. La escritura es un sucedáneo hijo del progreso.
Cuarta. Por seguridad de que los jueces se enteran de las cuestiones. Claro que el
Juez o Magistrado que recibe unos autos los debe estudiar hemos de suponer que
lo hace. Pero los puede leer bien o leerlos mal o no leerlos. Puede entender todas
las razones o dejar de entender algunas y en este último caso no tiene a quien
pedir mejor explicación.
4º. Piensa siempre que tú eres para el cliente y no el cliente para ti.
5º. No procures nunca en los tribunales ser más que los magistrados, pero no
consientas ser menos.
10º. Busca siempre la justicia por el cambio de la sinceridad y sin otras armas que
las de tu saber.
CONCLUSIONES
Ya que creo que es uno de los mensajes que nos quiere dar Ángel Ossorio con
este libro, porque se ve que es una persona muy comprometida con su carrera y
con su vida profesional, que hagamos conciencia y limpiemos todos los errores
que muchos otros que se dicen abogados han manchado.