El Helenismo
El Helenismo
El Helenismo
TARAPOTO –PERÚ
2019
INTRODUCCIÓN
RASGOS
Platonismo
Platón.
Peripateticismo
Antístenes.
Los cínicos fueron famosos por sus excentricidades, de las cuales cuenta
muchas Diógenes Laercio, y por la composición de
numerosas sátiras o diatribas contra la corrupción de las costumbres y los vicios
de la sociedad griega de su tiempo, practicando una actitud muchas veces
irreverente, la llamada anaideia. Ciertos aspectos de la moral cínica influyeron
en el estoicismo, pero, si bien la actitud de los cínicos es crítica respecto a los
males de la sociedad, la de los estoicos es de mera indiferencia:
Antístenes (445-365 a. C.)
Diógenes de Sinope (412-323 a. C.)
Crates de Tebas (365-285 a. C.)
Hiparquía (346–300 a. C.)
Menipo de Gadara (c. 275 a. C.)
Demetrio el cínico (10-80 d. C.)
Escuela cirenaica
Aristipo.
Epicureísmo
Epicuro.
Estoicismo
Zenón de Citio.
Sexto Empírico.
Judaísmo helenístico
Neopitagorismo
Busto de Pitágoras.
Sin embargo, a mediados del siglo primero antes de Cristo hubo un movimiento
que pretendió restaurar la filosofía, la ética y el misticismo pitagóricos. El primero
de estos neopitagóricos fue el filósofo romano Publio Nigidio Fígulo, que vivió
en Alejandría a mediados de dicho siglo y fue amigo de Cicerón. Otros romanos
siguieron estas ideas, que acaudillaron figuras como Vatinio y los Sextianos;
también fue un importante neopitagórico Moderato de Cádiz, pero fue
en Alejandría donde se concentraron los filósofos neopitagóricos más activos,
prolongándose esta corriente durante el segundo y tercer siglo de la era cristiana
y expandiéndose desde allí a todo el Imperio. En Alejandría, además, apareció
un conjunto de escritos que se atribuyó a los antiguos pitagóricos, los Versos
áureos, así como unas Cartas que se creían escritas por mismo maestro
Pitágoras, aunque al parecer éste nunca dejó nada escrito.
Los neoplatónicos y los pitagóricos hicieron causa común para oponer su propio
sistema de regeneración espiritual al Cristianismo y como consecuencia de esto
llegaron a una cierta mixtura ecléctica, de forma que ambas doctrinas se
interpenetraron, asimilando además otros elementos platónicos, aristotélicos,
estoicos y orientales. Tal vez por ello las doctrinas pitagóricas degeneraron con
frecuencia en astrología, charlatanismo, superstición, magia y hechicería, y
acabaron por atribuirse a las figuras de Pitágoras y Apolonio de Tiana todo tipo
de historias fabulosas y leyendas que pretendían hacer de ambas figuras
personajes santos, milagreros, prodigiosos y casi fantásticos, como se deja ver
en las Vidas que de estos personajes se conservan, por ejemplo la Vida de
Apolonio de Filóstrato de Atenas, escrita con el afán de rivalizar con
los Evangelios. El Neopitagorismo, pues, se desfigura y termina por
desvanecerse en el Corpus hermeticum de Hermes Trimegisto.
Cristianismo helenístico
Neoplatonismo
Plotino, en el siglo III d. C., transformó la teoría de las formas de Platón para dar
lugar a un neoplatonismo. Su concepción de la gradación del Ser (del «Uno» a
la materia) ofreció al cristianismo una variedad de enlaces y fue la filosofía
dominante de finales de la Antigüedad.
Hemos analizado cómo, cada una de las escuelas, aplica para la obtención de
la felicidad cada uno de ellos y traza, así, un camino propio a seguir.
Para los helénicos, la filosofía es el único lenguaje para ser sabio. Y, a diferencia
de sus predecesores, la filosofía no está destinada para ciudadanos atenienses
u hombres libres, sino para todos: esclavos, mujeres, prostitutas, comerciantes,
políticos o extranjeros. Todos pueden ser filósofos, si se lo proponen. Pues el
filósofo no distingue clase o frontera geográfica: la patria del hombre es toda la
tierra y la sabiduría está al alcance de quienes la buscan.