Tema La Obediencia
Tema La Obediencia
ÍNDICE
1. La obediencia
1.1 La obediencia en el laico
1.2 Misión del laico en la Iglesia
2. Dios Autoridad Suprema
2.1 Cada ser creado atiende el mandato de Dios
2.2 La libertad del hombre es regalo de Dios
3. La Voluntad de Dios vs la voluntad del hombre
3.1 La creación como Voluntad de Dios, el pecado voluntad del hombre
4. Sometimiento del hombre a la Voluntad de Dios
4.1 ¿La obediencia a Dios es libertad o esclavitud?
4.2 Obediencia de la fe
5. Toda autoridad viene de Dios
6. La obediencia: perfecta o imperfecta
6.1 Imperfecta
6.2 Perfecta: por inspiración del Espíritu Santo
7. Ejemplos de obediencia
7.1 Cristo obediencia perfecta: Pasión, Muerte y Resurrección
7.1.1 Jesús reemplaza nuestra desobediencia por su obediencia
7.2 La Santísima Virgen María
7.3 Abraham
7.4 Los santos
8. La voluntad de Dios en mi vida
8.6 Los mandatos de Dios para su pueblo
9. La obediencia y santidad: mi camino de perfección
LA OBEDIENCIA Y LA SANTIDAD
TEMA 1: LA OBEDIENCIA
OBJETIVO PARTICULAR:
Que el participante identifique el concepto de obediencia y su importancia en el camino
de salvación.
Que el participante reflexione sobre la disposición con la que realiza su ministerio.
SUBTEMAS: 1.1 La obediencia en el laico.
1.2 Misión del laico en el ministerio del Proclamador de la Palabra.
ACTIVIDAD DIDÁCTICA:
Exposición plenaria.
Cuestionario de autoevaluación de la obediencia en el ministerio del lector.
Evaluación grupal del cuestionario a través de la actividad “Yo qué decido” .
DURACIÓN: 70 min
CONTENIDO DEL TEMA:
La obediencia ha sido una de esas virtudes que no han resistido el paso del tiempo ni la revisión
crítica y secularizadora. Vista como una actitud generadora de servilismos y prolongadora de un
infantilismo inmaduro, se la ha guardado en el baúl de los recuerdos, como algo que ya no sirve para
una época en la que el hombre ha descubierto su propia autonomía y el gozo de trabajar su propia
autorrealización sin depender de nadie.
La obediencia es el camino que enseñó Jesús para llegar a la Casa del Padre.
Como seres humanos muchas veces se hace mal uso de la voluntad o se pierde su fuerza de dominio,
donde hay fuerzas contrarias a ella. Se deduce que la voluntad tiene enemigos... Uno de ellos es la
ignorancia. San Agustín declara “que la búsqueda de la verdad, permite sobrepasar tal ignorancia
aplicándose a tal búsqueda, donde, por encima de su inteligencia mudable está la inmutable y
verdadera eternidad de la verdad”.
“La desobediencia impulsada por la soberbia nos llevó a todos a la muerte. Pero gra cias a la
obediencia impulsada por el amor nos fue regresada la vida”.
Voluntad de Dios: Vida, Libertad, Obediencia, Humildad, Misericordia, Amor, Alegría, Paz, Paciencia,
Afabilidad, Bondad, Fidelidad, Mansedumbre Y Domino De Sí.
Voluntad del hombre: Muerte, Esclavitud, Desobediencia, Soberbia, Odio, Sufrimiento, Guerra,
Intranquilidad, Maldad, Perversidad, Infidelidad, Violencia, Desorden de Pasiones.
TEMA 4: SOMETIMIENTO DEL HOMBRE A LA VOLUNTAD DE DIOS
OBJETIVO PARTICULAR: Que el participante valore la importancia de la fe en la práctica de la
obediencia.
ACTIVIDAD DIDÁCTICA:
La tabla, la venda y la decisión.
DURACIÓN: 40 minutos
CONTENIDO DEL TEMA:
4.1 ¿LA OBEDIENCIA A DIOS ES LIBERTAD O ESCLAVITUD?
En la medida en que el hombre hace más el bien, se va haciendo también más libre. No hay
verdadera libertad sino en el servicio del bien y de la justicia. La elección de la desobediencia y del
mal es un abuso de la libertad y conduce a “la esclavitud del pecado” (Cf. Rm 6, 17).
“En lo más profundo de su conciencia el hombre descubre una ley que él no se da a sí mismo, sino
a la que debe obedecer y cuya voz resuena, cuando es necesario, en los oídos de su corazón,
llamándole siempre a amar y a hacer el bien y a evitar el mal... El hombre tiene una ley inscrita por
Dios en su corazón... La conciencia es el núcleo más secreto y el sagrario del hombre, en el que está
solo con Dios, cuya voz resuena en lo más íntimo de ella” (GS 16).
4.2 OBEDIENCIA DE LA FE
Por su revelación, "Dios invisible habla a los hombres como amigo, movido por su gran amor y mora
con ellos para invitarlos a la comunicación consigo y recibirlos en su compañía" (DV 2). La respuesta
adecuada a esta invitación es la fe.
Por la fe, el hombre somete completamente su inteligencia y su voluntad a Dios. Con todo su ser, el
hombre da su asentimiento a Dios que revela (Cf. DV 5). La Sagrada Escritura llama "obediencia de
la fe" a esta respuesta del hombre a Dios que revela (Cf. Rom 1,5; 16,26).
Obedecer en la fe, es someterse libremente a la palabra escuchada, porque su verdad está
garantizada por Dios, la Verdad misma. De esta obediencia, Abraham es el modelo que nos propone
la Sagrada Escritura. La Virgen María es la realización más perfecta de la misma.
TEMA 5. TODA AUTORIDAD VIENE DE DIOS
OBJETIVO PARTICULAR: Que el participante sepa la importancia de reconocer, aceptar, respetar y
ayudar a toda autoridad bajo la cual vive diariamente.
ACTIVIDAD DIDÁCTICA:
Exposición plenaria
DURACIÓN: 20 minutos.
CONTENIDO DEL TEMA:
Se llama “autoridad” la cualidad en virtud de la cual personas o instituciones dan leyes y órdenes a
los hombres y esperan la correspondiente obediencia.
“Toda comunidad humana necesita una autoridad que la rija (Cf. León XIII, enc. "Inmortale Dei";
enc. "Diuturnum illud"). Es necesaria para la unidad de la sociedad. Su misión consiste en asegurar
en cuanto sea posible el bien común de la sociedad.
La autoridad exigida por el orden moral emana de Dios “Sométanse todos a las autoridades
constituidas, pues no hay autoridad que no provenga de Dios, y las que existen, por Dios han sido
constituidas. De modo que, quien se opone a la autoridad, se rebela contra el orden divino, y los
rebeldes se atraerán sobre sí mismos la condenación” (Rm 13, 1-2; Cf. 1 P 2, 13-17).
El deber de obediencia impone a todos, la obligación de dar a la autoridad los honores que le son
debidos, y de rodear de respeto y, según su mérito, de gratitud y de benevolencia a las personas
que la ejercen.
El respeto de la persona humana implica el de los derechos que se derivan de su dignidad de
criatura. Estos derechos son anteriores a la sociedad y se imponen a ella. Fundan la legitimidad
moral de toda autoridad: menospreciándolos o negándose a reconocerlos en su legislación positiva,
una sociedad mina su propia legitimidad moral (Cf. PT 65). Sin este respeto, una autoridad sólo
puede apoyarse en la fuerza o en la violencia para obtener la obediencia de sus súbditos.
Corresponde a la Iglesia recordar estos derechos a los hombres de buena voluntad y distinguirlos
de reivindicaciones abusivas o falsas.
El cuarto mandamiento indica el orden de la caridad. Dios quiso que, después de Él, honrásemos a
nuestros padres, a los que debemos la vida y que nos han transmitido el conocimiento de D ios.
Estamos obligados a honrar y respetar a todos los que Dios, para nuestro bien, ha investido de su
autoridad.
El cuarto mandamiento se dirige expresamente a los hijos en sus relaciones con sus padres, porque
esta relación es la más universal. Se refiere también a las relaciones de parentesco con los miembros
del grupo familiar. Exige que se dé honor, afecto y reconocimiento a los abuelos y antepasados.
Finalmente se extiende a los deberes de los alumnos respecto a los maestros, de los empleados
respecto a los patronos, de los subordinados respecto a sus jefes, de los ciudadanos respecto a su
patria, a los que la administran o la gobiernan. Este mandamiento implica y sobrentiende los
deberes de los padres, tutores, maestros, jefes, magistrados, gobernantes, de todos los que ejercen
una autoridad sobre otros o sobre una comunidad de personas .
La sumisión a la autoridad y la corresponsabilidad en el bien común exigen moralmente el pago de
los impuestos, el ejercicio del derecho al voto, la defensa del país:
«Dad a cada cual lo que se le debe: a quien impuestos, impuestos; a quien tributo, tributo; a quien
respeto, respeto; a quien honor, honor» (Rm 13, 7).
El apóstol nos exhorta a ofrecer oraciones y acciones de gracias por todos los que ejercen la
autoridad, “para que podamos vivir una vida tranquila y apacible con toda piedad y dignidad” (1 Tm
2, 2).
En la Iglesia, los ministros reciben de Cristo Resucitado el carisma del Espíritu Santo, mediante el
sacramento del Orden; reciben así la autoridad y el poder sacro para servir a la Iglesia y para
congregarla en el Espíritu Santo por medio del Evangelio y de los Sacramentos. Los ministerios
ordenados son una gracia para la Iglesia entera. Expresan y llevan a cabo una participación en el
sacerdocio de Jesucristo que es distinta, no sólo por grado sino por esencia, de la participación
otorgada con el Bautismo y con la Confirmación a todos los fieles. Por otra parte, el sacerdocio
ministerial, como ha recordado el Concilio Vaticano II, está esencialmente finalizado al sacerdocio
real de todos los fieles y a éste ordenado.(67) Por esto, para asegurar y acrecentar la comunión en
la Iglesia, y concretamente en el ámbito de los distintos y complementarios ministerios, los pastores
deben reconocer que su ministerio está radicalmente ordenado al servicio de todo el Pueblo de Dios
(Cf. Hb 5, 1); y los fieles laicos han de reconocer, a su vez, que el sacerdocio ministerial es
enteramente necesario para su vida y para su participación en la misión de la Iglesia (Christifideles
laici-22)
¿Están obligados los súbditos a obedecer en todo a sus superiores?
Santo Tomás de Aquino en su Suma Teológica enseña que el obediente se mueve a cumplir las
órdenes de quien le manda por cierta necesidad de justicia, como las cosas naturales son movidas
con necesidad natural por la fuerte acción sobre ellas de su motor. Y el que una cosa natural no se
mueva por la fuerza de su motor puede acontecer por dos razones: Una, por un impedimento
proveniente de la fuerza mayor de otro motor, y así un leño no es quemado por el fuego si la fuerza
superior del agua se lo impide. Otra, por cierta falta de subordinación del móvil al motor, porque,
aunque aquél depende de la acción de éste en parte, su dependencia no es total. De esta forma, el
agua depende de la acción del fuego en cuanto al calentarse, mas no en cuanto a secarse o
consumirse.
Del mismo modo hay dos razones por las que puede acontecer que el súbdito no esté obligado a
obedecer en todo a su superior. Primero, por un precepto de una autoridad mayor. Así, comentando
aquel texto de Rm 13, 2: Quienes resisten a la autoridad atraen sobre sí la condenación, dice la Glosa
: Si algo te manda el procurador, ¿deberás cumplirlo si va en contra del procónsul? Más aún: si el
procónsul manda una cosa y el emperador otra, ¿puede haber alguna duda en no hacer caso de
aquél y servir a éste? Luego si el emperador manda una cosa y Dios otra, se debe obedecer a éste y
no hacer caso de aquél.
Segundo, el inferior no está obligado a obedecer al superior si le manda algo en lo que el súbdito no
depende de él. Y, en efecto, dice Séneca en el III De Benef. : Se equivoca el que cree que la
servidumbre afecta al hombre entero. Su parte más noble está exenta. Los cuerpos están sometidos
y entregados como esclavos a sus dueños; pero el alma es dueña de sí misma. Por consiguiente, en
lo que se refiere a los actos interiores de la voluntad, el hombre no está obligado a obedecer a los
hombres, sino sólo a Dios.
Está obligado, sin embargo, un hombre a obedecer a otro en las obras externas corporales. Lo que
no quita para que aun en éstas se excluyan los actos que interesan a su naturaleza corporal, en los
que no debe obedecer a los hombres, sino únicamente a Dios, porque todos los hombres por
naturaleza son iguales; por ejemplo, en lo que se refiere al sustento del cuerpo y a la generación de
la prole. De ahí que no estén obligados ni los siervos a obedecer a sus señores ni los hijos a sus
padres en lo tocante a contraer matrimonio o guardar virginidad y en otros asuntos semejantes.
Pero en lo que se refiere a la disposición de los actos y asuntos humanos, el súbdito está obligado a
obedecer a su superior según los distintos géneros de superioridad: y así, el soldado debe obedecer
a su jefe en lo referente a la guerra; el siervo, a su señor en la ejecución de los trabajos serviles; el
hijo, a su padre en lo que tiene que ver con su conducta y el gobierno de la casa; y lo mismo en otros
casos.
TEMA 6. LA OBEDIENCIA: PERFECTA O IMPERFECTA
OBJETIVO PARTICULAR: Que el lector diferencie entre la obediencia perfecta, inspirada por el
Espíritu Santo, y la obediencia imperfecta inspirada por una conciencia moral desviada.
ACTIVIDAD DIDÁCTICA:
Exposición temática
DURACIÓN: 30 minutos
CONTENIDO DEL TEMA:
6.1 Imperfecta
La persona humana debe obedecer siempre el juicio cierto de su conciencia. Si obrase
deliberadamente contra este último, se condenaría a sí mismo. Pero sucede que la conciencia moral
puede estar afectada por la ignorancia y puede formar juicios erróneos sobre actos proyectados o
ya cometidos.
Esta ignorancia puede con frecuencia ser imputada a la responsabilidad personal. Así sucede
“cuando el hombre no se preocupa de buscar la verdad y el bien y, poco a poco, por el hábito del
pecado, la conciencia se queda casi ciega” (GS 16). En estos casos, la persona es culpable del mal
que comete.
El rechazo de la autoridad de la Iglesia y de su enseñanza, el desconocimiento de Cristo y de su
Evangelio, los malos ejemplos recibidos de otros, la servidumbre de las pasiones, la pretensión de
una mal entendida autonomía de la conciencia, la falta de conversión y de caridad pueden c onducir
a desviaciones del juicio en la conducta moral.
El ser humano debe obedecer siempre el juicio cierto de su conciencia.
La conciencia moral puede permanecer en la ignorancia o formar juicios erróneos. Estas ignorancias
y estos errores no están siempre exentos de culpabilidad.
La Palabra de Dios es una luz para nuestros pasos. Es preciso que la asimilemos en la fe y en la
oración, y la pongamos en práctica. Así se forma la conciencia moral.
Testimonio de Santa Teresa de Jesús ¡Oh, virtud de la obediencia, que todo lo puedes! (V 18, 7; CN
8).
Siempre que el Señor me mandaba una cosa en la oración, si el confesor me mandaba otra, el Señor
volvía a hablarme diciéndome que obedeciera al confesor; después Su Majestad le cambiaba el
corazón para que me mandara la voluntad del Señor (V 26, 5).
Aunque no sea persona que tenga voto de obediencia si quiere o pretende llegar a contemplación,
debe someter su voluntad con toda determinación a un confesor competente.
Pocas cosas que me ha mandado la obediencia se me han hecho tan difíciles como escribir ahora
sobre la oración...Mas como sé que la fuerza de la obediencia suele facilitar cosas que parecen
imposibles, la voluntad se decide a escribir de buena gana, aunque la naturaleza parece que se aflige
mucho.
Y aunque no sean religiosos sería muy importante tener a quien acudir para no hacer en nada su
voluntad (que es lo que más nos perjudica) y no buscar a otro de su talante que vaya con tanto
tiento en todo, sino buscar a uno que esté muy desengañado del mundo, que es muy provechos o
tratar con quien ya conoce el mundo para conocernos (III M 2, 12).
Por experiencia he visto, aparte de lo que en muchos lugares he leído, el gran bien que es para un
alma no salir de la obediencia. En esto entiendo está el ir adelantando en la virtud y el ir g anando la
de la humildad; en esto está la seguridad de la duda de errar el camino del cielo. Aquí se halla la
quietud que tan preciada es en las almas que desean contentar a Dios. Porque si de veras se han
resignado en esta santa obediencia y han rendido el entendimiento a ella, no queriendo tener otro
parecer más que el de su confesor o el de su superior, el demonio cesa de acometer con sus
continuas inquietudes; y también nuestros bulliciosos movimientos amigos de hacer su voluntad
cesan, acordándose de que determinadamente pusieron su voluntad en la de Dios, tomando por
medio someterse a quien toman en su lugar. Habiéndome Su Majestad dado luz para conocer el
gran tesoro que está encerrado en esta preciosa virtud, he procurado tenerla, aunque muchas veces
protesta la poca virtud que veo en mí, porque para algunas cosas que me mandan entiendo que no
llega (F prl 15).
Muchas veces me parecía que no se podía soportar el trabajo conforme a mi instinto natural, me
dijo el Señor: "Hija, la obediencia da fuerzas" (F prl 2).
De la virtud de la obediencia (de la que soy muy devota, aunque no sabía tenerla hasta que estas
siervas de Dios me enseñaron), pudiera decir muchas cosas que allí vi. Una recuerdo ahora y es que,
estando un día en refectorio, nos dieron raciones de cohombro, a mí me tocó una muy delgada y
podrida por dentro. Llamé con disimulo a una hermana de las de mejor entendimiento y talento que
allí había, para probar su obediencia, y le dije que sembrara aquel cohombro en un huertecillo que
teníamos. Ella me preguntó si lo había de poner alto o tendido; yo le dije que tendido. Ella fue y lo
puso, sin pensar que era imposible que no secara, sino que al hacerlo por obediencia se le cegó la
razón natural, y creyó que era muy acertado (F 1, 3).
Y en lo que toca a la obediencia, no querrá que quien bien lo quisiere, vaya por otro camino que él,
"obediente hasta la muerte" (F 5, 3).
Yo creo que como el demonio ve que no hay camino que más pronto lleve a la suma perfección que
la obediencia, pone tanto disgusto y dificultades debajo de color de bien, para guardarla; y esto se
observe bien y verán claro que digo verdad (F 5, 10)
Pues créanme que para adquirir este tesoro no hay mejor camino que cavar y trabajar para sacarlo
de esta mina de la obediencia; que mientras más cavemos hallaremos más, y mientras más nos
sometamos a los hombres no teniendo otra voluntad que la de los superiores, más señores seremos
de ella para conformarla con la de Dios. Esta es la unión que yo deseo y querría en todas, que no
unos embebecimientos muy regalados que hay, a los que tienen puesto el nombre de unión. Mas ,
si después de esa suspensión queda poca obediencia y poca sumisión de la voluntad, unida con su
amor propio me parece a mí que estará, que no con la voluntad de Dios (F 5, 13).
TEMA 7: EJEMPLOS DE OBEDIENCIA
OBJETIVO PARTICULAR: Que el participante se sensibilice, a través de los santos ejemplos, en la
importancia trascendente de la práctica de la obediencia y de la habitualidad con la cual puede
practicarse.
ACTIVIDAD DIDÁCTICA:
“El Pasillo de la Santidad”
DURACIÓN: 40 minutos
CONTENIDO DEL TEMA:
7.1 CRISTO OBEDIENCIA PERFECTA: PASIÓN, MUERTE Y RESURRECCIÓN
La tradición cristiana ve en este pasaje un anuncio del "nuevo Adán" (Cf. 1 Co 15,21- 22.45) que, por
su "obediencia hasta la muerte en la Cruz" (Flp 2,8) repara con sobreabundancia la descendencia de
Adán (Cf. Rm 5,19-20).
Con la sumisión a su madre, y a su padre legal, Jesús cumple con perfección el cuarto mandamiento.
Es la imagen temporal de su obediencia filial a su Padre celestial. La sumisión cotidiana de Jesús a
José y a María anunciaba y anticipaba la sumisión del Jueves Santo: "No se haga mi voluntad..."(Lc
22, 42). La obediencia de Cristo en lo cotidiano de la vida oculta inaugurada ya la obra de
restauración de lo que la desobediencia de Adán había destruido (Cf. Rm 5, 19).
Jesús cumplió perfectamente la vocación de Israel: al contrario de los que anteriormente
provocaron a Dios durante cuarenta años por el desierto (Cf. Sal 95, 10), Cristo se revel a como el
Siervo de Dios totalmente obediente a la voluntad divina. En esto Jesús es vencedor del diablo; él
ha "atado al hombre fuerte" para despojarle de lo que se había apropiado (Mc 3, 27). La victoria de
Jesús en el desierto sobre el Tentador es un anticipo de la victoria de la Pasión, suprema obediencia
de su amor filial al Padre.
El cáliz de la Nueva Alianza que Jesús anticipó en la Cena al ofrecerse a sí mismo (Cf. Lc 22, 20), lo
acepta a continuación de manos del Padre en su agonía de Getsemaní (Cf. Mt 26, 42) haciéndose
"obediente hasta la muerte" (Flp 2, 8; Cf. Hb 5, 7-8). Jesús ora: "Padre mío, si es posible, que pase
de mí este cáliz..." (Mt 26, 39). Expresa así el horror que representa la muerte para su naturaleza
humana. Esta, en efecto, como la nuestra, está destinada a la vida eterna; además, a diferencia de
la nuestra, está perfectamente exenta de pecado (Cf. Hb 4, 15) que es la causa de la muerte (Cf. Rm
5, 12); pero sobre todo está asumida por la persona divina del "Príncipe de la Vida" (Hch 3, 15), de
"el que vive" (Ap 1, 18; Cf. Jn 1, 4; 5, 26). Al aceptar en su voluntad humana que se haga la voluntad
del Padre (Cf. Mt 26, 42), acepta su muerte como redentora para "llevar nuestras faltas en su cuerpo
sobre el madero" (1 P 2, 24).
7.3 ABRAHAM
Abraham, "el padre de todos los creyentes"
La carta a los Hebreos, en el gran elogio de la fe de los antepasados insiste particularmente en la fe
de Abraham: "Por la fe, Abraham obedeció y salió para el lugar que había de recibir en herencia, y
salió sin saber a dónde iba" (Hb 11,8; Cf. Gn 12,1-4). Por la fe, vivió como extranjero y peregrino en
la Tierra prometida (Cf. Gn 23,4). Por la fe, a Sara se otorgó el concebir al hijo de la promesa. Por la
fe, finalmente, Abraham ofreció a su hijo único en sacrificio (Cf. Hb 11,17). 146 Abraham realiza así
la definición de la fe dada por la carta a los Hebreos: "La fe es garantía de lo que se espera; la prueba
de las realidades que no se ven" (Hb 11,1). "Creyó Abraham en Dios y le fue reputado como justicia"
(Rom 4,3; Cf. Gn 15,6). Gracias a esta "fe poderosa" (Rom 4,20), Abraham vino a ser "el padre de
todos los creyentes" (Rom 4,11.18; Cf. Gn 15,15).
SAN IRINEO
“Lo que Eva perdió por desobediencia, María lo salvó con la obediencia” (San Ireneo)
BERNARDITA
“Bernardita subió y, cuando estuvo cerca de la roca, buscó con la vista la fuente no encontrándola,
y queriendo obedecer, miró a la Virgen. A una nueva señal Bernardita se inclinó y escarbando la
tierra con la mano, pudo hacer en ella un hueco. De repente se humedeció el fondo de aquella
pequeña cavidad y viniendo de profundidades desconocidas a través de las rocas, apareció un agua
que pronto llenó el hueco que podía contener un vaso de agua. Mezclada con la tierra cenagosa,
Bernardita la acerco tres veces a sus labios, no resolviéndose a beberla. Pero venciendo su natural
repugnancia al agua sucia, bebió de la misma y se mojó también la cara. Todos empezaron a burlarse
de ella y a decir que ahora si se había vuelto loca. Pero, ¡...misteriosos designios de Dios!, con su
débil mano acababa Bernardita de abrir, sin saberlo, el manantial de las curaciones y de los milagros
más grandes que han conmovido la humanidad.” (Sobre la aparición de Lourdes)
SAN BENITO
El muchacho que no sabía nadar. El joven Plácido cayó en un profundo lago y se estaba
ahogando. San Benito mandó a su discípulo preferido Mauro: "Láncese al agua y sálvelo". Mauro
se lanzó enseguida y logró sacarlo sano y salvo hasta la orilla. Y al salir del profundo lago se
acordó de que había logrado atravesar esas aguas sin saber nadar. La obediencia al santo le había
permitido hacer aquel salvamento milagroso
Biografia de San Benito escrita por San Gregorio: Renunciando a su propia voluntad, tomen sobre
sí "la fuerte y brillante armadura de la obediencia para luchar bajo las banderas de Cristo, nuestro
verdadero Rey"
TOMÁS DE AQUINO
La necesidad de obedecer es parte esencial del misterio de la Cruz. Y el que pretendiera poner
límites a la obediencia querida por Dios, limitaría su unión con Cristo y difícilmente podría
identificarse con Él, fin de toda vida cristiana. Por lo tanto, el deseo de imitar a Cristo nos ha de
llevar a preguntarnos con frecuencia: ¿hago en este momento lo que Dios quiere, o me dejo llevar
por el capricho, la vanidad, el estado de ánimo? ¿Sé oír la voz del Señor en los consejos de quien
lleva mi alma? ¿Es mi obediencia sobrenatural, interna, pronta, alegre, humilde y discreta?
El mandato misionero. "La Iglesia, enviada por Dios a las gentes para ser “sacramento universal de
salvación”, por exigencia íntima de su misma catolicidad, obedeciendo al mandato de su Fundador
se esfuerza por anunciar el Evangelio a todos los hombres" (AG 1): "Id, pues, y haced discípulos a
todas las gentes bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y enseñándoles
a guardar todo lo que yo os he mandado. Y sabed que yo estoy con vosotros todos los días hasta el
fin del mundo" (Mt 28, 19-20)
La salvación se encuentra en la verdad. Los que obedecen a la moción del Espíritu de verdad están
ya en el camino de la salvación; pero la Iglesia a quien esta verdad ha sido confiada, debe ir al
encuentro de los que la buscan para ofrecérsela. Porque cree en el designio universal de salvación,
la Iglesia debe ser misionera.
TEMA 9: LA OBEDIENCIA Y SANTIDAD: MI CAMINO DE PERFECCIÓN
OBJETIVO PARTICULAR: Que el lector valore su vocación a la santidad y su compromiso como
bautizado y conozca las prácticas que ha de realizar para vivir como verdadero discípulo de Cristo.
ACTIVIDAD DIDÁCTICA:
Resumen de mi vida.
DURACIÓN: 40 minutos.
CONTENIDO DEL TEMA:
La dignidad de los fieles laicos se nos revela en plenitud cuando consideramos esa primera y
fundamental vocación, que el Padre dirige a todos ellos en Jesucristo por medio del Espíritu: la
vocación a la santidad, o sea a la perfección de la caridad. El santo es el testimonio más espléndido
de la dignidad conferida al discípulo de Cristo. (San Juan Pablo ll, Christifideles-laici)
El Concilio Vaticano II ha pronunciado palabras altamente luminosas sobre la vocación universal a
la santidad. Esta consigna no es una simple exhortación moral, sino una insuprimible exigencia del
misterio de la Iglesia. Ella es la Viña elegida, por medio de la cual los sarmientos viven y crecen con
la misma linfa santa y santificante de Cristo; es el Cuerpo místico, cuyos miembros participan de la
misma vida de santidad de su Cabeza, que es Cristo; es la Esposa amada del Señor Jesús, por quien
Él se ha entregado para santificarla (cf. Ef 5, 25 ss.). El Espíritu que santificó la naturaleza humana
de Jesús en el seno virginal de María (cf. Lc 1, 35), es el mismo Espíritu que vive y obra en la Iglesia,
con el fin de comunicarle la santidad del Hijo de Dios hecho hombre.
La vocación a la santidad hunde sus raíces en el Bautismo y se pone de nuevo ante nuestros ojos en
los demás sacramentos, principalmente en la Eucaristía. Revestidos de Jesucristo y saciados por su
Espíritu, los cristianos son «santos», y por eso quedan capacitados y comprometidos a manifestar
la santidad de su ser en la santidad de todo su obrar. El apóstol Pablo no se cansa de amonestar a
todos los cristianos para que vivan «como conviene a los santos» (Ef 5, 3).
La vocación de los fieles laicos a la santidad implica que la vida según el Espíritu se exprese
particularmente en su inserción en las realidades temporales y en su participación en las actividades
terrenas. De nuevo el apóstol nos amonesta diciendo: “Todo cuanto hagáis, de palabra o de obra,
hacedlo todo en el nombre del Señor Jesús, dando gracias por su medio a Dios Padre” (Col 3, 17).
Refiriendo estas palabras del apóstol a los fieles laicos, el Concilio afirma categóricamente: “Ni la
atención de la familia, ni los otros deberes seculares deben ser algo ajeno a la orientación espiritual
de la vida”.(45) A su vez los Padres sinodales han dicho: “La unidad de vida de los fieles laicos tiene
una gran importancia. Ellos, en efecto, deben santificarse en la vida profesional y social ordinaria.
Por tanto, para que puedan responder a su vocación, los fieles laicos deben considerar las
actividades de la vida cotidiana como ocasión de unión con Dios y de cumplimiento de su voluntad,
así como también de servicio a los demás hombres, llevándoles a la comunión con Dios en
Cristo”.(46)
La vida según el Espíritu, cuyo fruto es la santificación (cf. Rm 6, 22; Ga 5, 22), suscita y exige de
todos y de cada uno de los bautizados el seguimiento y la imitación de Jesucristo, en la recepción
de sus Bienaventuranzas, en el escuchar y meditar la Palabra de Dios, en la participación consciente
y activa en la vida litúrgica y sacramental de la Iglesia, en la oración individual, familiar y comunitaria,
en el hambre y sed de justicia, en el llevar a la práctica el mandamiento del amor en todas las
circunstancias de la vida y en el servicio a los hermanos, especialmente si se trata de los más
pequeños, de los pobres y de los que sufren.
Es urgente, hoy más que nunca, que todos los cristianos vuelvan a emprender el camino de la
renovación evangélica, acogiendo generosamente la invitación del apóstol a ser «santos en toda la
conducta» (1 P 1, 15). El Sínodo Extraordinario de 1985, a los veinte años de la conclusión del
Concilio, ha insistido muy oportunamente en esta urgencia: «Puesto que la Iglesia es en Cristo un
misterio, debe ser considerada como signo e instrumento de santidad (...).
Los santos y las santas han sido siempre fuente y origen de renovación en las circunstancias más
difíciles de toda la historia de la Iglesia. Hoy tenemos una gran necesidad de santos, que hemos de
implorar asiduamente a Dios”.(42)
El que quiere permanecer fiel a las promesas de su bautismo y resistir las tentaciones debe poner
los medios para ello: el conocimiento de sí, la práctica de una ascesis (penitencia) adaptada a las
situaciones encontradas, la obediencia a los mandamientos divinos, la práctica de las virtudes
morales y la fidelidad a la oración.
Ascesis (penitencia): negación de sí mismo, alejamiento del mal, ayuno.
La Ascesis en el fiel cristiano, es animada y dirigida por el mismo Espíritu Santo, que no busca
destruir sino construir. Por ello el P. Cantalamessa, dice que la Penitencia es el arte de quitar todo
lo que estorba en el hombre a fin de hacer visible esa santidad ya contenida en el hombre desde el
bautismo.
La penitencia cristiana, correctamente entendida, es la " fuerza que ayuda a que los criterios y la
vida evangélica, pasen de la mente al corazón y del corazón a la vida diaria". Debemos, s in embargo,
reconocer que la penitencia y la cruz, producto de ésta, pesan sobre nuestras espaldas, de lo
contrario ya no sería cruz (cf. Mt 5,29-30); la mortificación lastima, mas en el fondo del alma se
enciende un fuego nuevo, desconocido y de orden superior que basta para fortificarlo y hacerle
abrazar voluntaria y animosamente los dolores y la renuncia que lo llevarán a gozar de la más
profunda y jamás imaginada paz. Este fuego era el que incendiaba a los santos, quienes ante la
perspectiva de haber encontrado la perla preciosa (Mt 13,46) y el tesoro escondido (Mt 13,44),
consideraban en poco lo que tuvieran que hacer para permitir a la gracia desarrollarse en plenitud
y que a los ojos del mundo puede parecer una locura y una exageración. Pero sobre este juicio ya
san Pablo decía que, " la cruz es locura para el mundo pero para los que están en Cristo es poder de
salvación" (cf. 1Cor 1,23-24).
De aquí nace, como lo comenta el Nuevo Diccionario de Espiritualidad, la urgencia de reasumir la
vivencia y lo cotidiano de la penitencia, de quitarle toda esa carga negativa que por años ha tenido,
para redescubrirla como un momento privilegiado de encuentro con la misericordia de Dios que
conoce nuestras miserias y que a pesar de ellas nos ama y nos ha llamado a la santidad más elevada.
Esto nos llevará sin lugar a dudas a experimentar el poder que sana el interior del hombre y que le
impulsa a reemprender el camino de la felicidad, la alegría, el gozo y la paz, ya que como bien decía
Clímaco: "es mediante la penitencia como nos libramos de la tiranía de las pasiones".
Por todo esto, la penitencia es la cruz benéfica que nos ayuda a renunciar a nosotros mismos, a los
excesos y exageraciones, y que prepara el camino para que Dios desarrolle en nosotros la vida
divina, la "Vida según el Espíritu”.
No obstante todo lo que hemos dicho, debemos ser conscientes que la falta de prudencia, puede
también desordenar la misma penitencia, con lo cual se causan graves daños, sobre todo al alma,
ya que la práctica de la mortificación debe ser siempre un acto de templanza.
Frecuencia en los sacramentos
Los sacramentos son signos eficaces de la gracia, instituidos por Cristo y confiados a la Iglesia por
los cuales nos es dispensada la vida divina. Los ritos visibles bajo los cuales los sacramentos son
celebrados significan y realizan las gracias propias de cada sacramento. Dan fruto en quienes los
reciben con las disposiciones requeridas.
El fruto de la vida sacramental es a la vez personal y eclesial. Por una parte, este fruto es para todo
fiel la vida para Dios en Cristo Jesús: por otra parte, es para la Iglesia crecimiento en la caridad y en
su misión de testimonio.
1. Bautismo
2. Confirmación
3. Eucaristía
4. Penitencia (Reconciliación)
5. Unción de los enfermos
6. Orden sacerdotal
7. Matrimonio
Oración incesante
La oración es una condición indispensable para poder obedecer los mandamientos de Dios. “Es
preciso orar siempre sin desfallecer” (Lc 18, 1).
«Para mí, la oración es un impulso del corazón, una sencilla mirada lanzada hacia el cielo, un grito
de reconocimiento y de amor tanto desde dentro de la prueba como en la alegría (Santa Teresa del
Niño Jesús, Manuscrit C, 25r: Manuscrists autohiographiques [Paris 1992] p. 389-390).
“La oración es la elevación del alma a Dios o la petición a Dios de bienes convenientes” (San Juan
Damasceno, Expositio fidei, 68 [De fide orthodoxa 3, 24]). ¿Desde dónde hablamos cuando oramos ?
¿Desde la altura de nuestro orgullo y de nuestra propia voluntad, o desde “lo más profundo” (Sal
130, 1) de un corazón humilde y contrito? El que se humilla es ensalzado (cf Lc 18, 9-14). La humildad
es la base de la oración. “Nosotros no sabemos pedir como conviene” (Rm 8, 26). La humildad es
una disposición necesaria para recibir gratuitamente el don de la oración: el hombre es un mendigo
de Dios (San Agustín, Sermo 56, 6, 9).
“Si conocieras el don de Dios”(Jn 4, 10). La oración, sepámoslo o no, es el encuentro de la sed de
Dios y de la sed del hombre. Dios tiene sed de que el hombre tenga sed de Él (San Agustín, De
diversis quaestionibus octoginta tribus 64, 4).
ACTIVIDADES
TEMA SUBTEMA OBJETIVO DURACIÓN HORARIO ENCARGADO
Recepción 30 min. 11:30
Introducción Justificación 20 min. 12:00
Objetivo
1. La obediencia 1.1 La obediencia en el - Que el participante identifique el 70 min. 12:20
laico. concepto de obediencia y su
1.2 Misión del laico en la importancia en el camino de
Iglesia. salvación.
- Que el laico reflexione sobre la
disposición con la que realiza su
ministerio.
2. Dios Autoridad 2.1 Cada ser creado - Que el lector reconozca a Dios 40 min. 13:30
Suprema atiende el mandato de como la autoridad suprema, quien
Dios. por su Divina Voluntad dio origen a
2.2 La libertad del hombre todo lo creado.
es regalo de Dios. - Que conozca la importancia de la
libertad que Dios dio como regalo al
hombre y la responsabilidad que
trae consigo.
3. La Voluntad de Dios 3.1 La creación como - Que el participante identifique la 30 min. 14:10
vs la voluntad del Voluntad de Dios, el Voluntad de Dios en su creación y la
hombre pecado voluntad del voluntad del hombre. Y reflexione
hombre sobre su propia voluntad hacia
dónde está inclinada.
4. Sometimiento del 4.1 ¿La obediencia a Di os - Que el lector valore la importancia 40 min. 14:40
hombre a la Voluntad es libertad o esclavitud? de la fe en la práctica de la
de Dios 4.2 Obediencia de la fe obediencia.
RECESO-COMIDA 40 min. 15:20
5. Toda autoridad viene - Que el participante sepa la 20 min. 16:00
de Dios importancia de reconocer, aceptar,
respetar y ayudar a toda autoridad
bajo la cual vive diariamente.
6. La obediencia: 6.1 Imperfecta - Que el lector diferencie entre la 30 min. 16:20
perfecta o imperfecta 6.2 Perfecta: por obediencia perfecta, inspirada por el
inspiración del Espíritu Espíritu Santo, y la obediencia
Santo imperfecta inspirada por una
conciencia moral desviada.
7. Ejemplos de 7.1 Cristo obediencia - Que el participante se sensibilice, a 40 min. 16:50
obediencia perfecta través de los santos ejemplos, en la
7.2 La Santísima Virgen importancia trascendente de la
María práctica de la obediencia y de la
7.3 Abraham habitualidad con la cual puede
7.4 Los santos practicarse.
8. La voluntad de Dios 8.1 Los mandatos de Dios - Que el participante medite sobre su 50 min. 17:30
en mi vida para su pueblo vida en relación al plan que Dios
tiene para él.
- Que el participante haga conciencia
sobre su nivel de conocimiento en
relación a los mandatos de Dios y de
la Iglesia para todos los fieles
cristianos.
9. La obediencia y - Que el lector valore su vocación a la 40 min. 18:20
santidad: mi camino de santidad y su compromiso como
perfección bautizado y conozca las prácticas
que ha de realizar para vivir como
verdadero discípulo de Cristo.
Santa Misa 19:30
Contesta el siguiente cuestionario lo más sinceramente posible. No dejes ninguna respuesta en
blanco
Preguntas
1.- Si consideras que la asignación de actividades en tu ministerio está mal estructurado ¿lo acatas?
a) Si.
b) No.
Otro) __________________________________________________
2.- ¿Te gustaría ser el mejor en el servicio en tu comunidad?
a) Si.
b) No.
Otro) ___________________________________________________
3. Si el coordinador da una orden y el Sacerdote da otra orden contraria al que dio tu coordinador, y las dos
son apropiadas para tu servicio. ¿A quién le haces caso?
a) Al coordinador.
b) Al Sacerdote.
Otro) ___________________________________________________
4.- Si a tu grupo le toca ir a vender tacos de canasta a otra comunidad y nadie puede ir, excepto tú ¿Qué
haces?
a) No voy y me desentiendo.
b) Voy solo.
c) Solicito ayudad a otro grupo para no ir.
Otro) ____________________________________________________
5.- Si el Sacerdote me solicita ir a un retiro en sábado y un ser querido me pide estar con él ese día porque es
su cumpleaños. ¿Qué hago?
a) Me disculpo con mi ser querido para cumplir con mi ministeri o.
b) Me disculpo con el Sacerdote para cumplir con mi ser querido.
Otro) ____________________________________________________
6.- Te piden que participes en la fiesta patronal de San Antonio y al llegar te enteras que ya hay otra persona
asignada por el Coordinador Parroquial para la misma actividad. ¿Qué acción tomas ante tal situación?
a) Cuestiono el motivo del cambio
b) Pregunto, ¿qué va a pasar?
e) Exijo mi derecho a participar.
d) Me da lo mismo participar o no
Otro) ____________________________________________________
7.- Te piden que seas el nuevo coordinador de tu ministerio. ¿Qué haces?
a) Acepto confiado en la inspiración del Espíritu Santo.
b) Me niego porque no me siento totalmente preparado.
c) Propongo a alguien que vea más apto.
Otro) ____________________________________________________
8.- ¿Qué haces cuando te dicen que no participes en alguna actividad para la cual tú consideras que estás
más preparado que los demás?
a) Hago lo que sea necesario para participar.
b) Acato la indicación recibida, y expreso mi desacuerdo
c) No participo.
Otro) ____________________________________________________
9.- ¿Te consideras muy bueno en tu servicio?
a) Si.
b) No.
Otro) ___________________________________________________
10.- ¿Consideras que eres importante para el grupo?
a) Si.
b) No.
Otro) ____________________________________________________
11.- Si te solicitan que hagas algo en tu ministerio que nunca has hecho ¿Qué dices?
a) ¿Cómo lo hago?
b) No lo hago
d) Si quieres que lo haga…dime cómo?
c) No lo puedo hacer.
Otro) ____________________________________________________
12.- Cuándo ves que algo falta para que puedas realizar bien tu ministerio. ¿Qué haces?
a) Busco cómo hacerlo.
b) Le digo al coordinador
d) Le digo al Sacerdote
c) A ver cómo me sale.
Otro) ____________________________________________________
13.- Doy mi servicio porque…
a) Me invitaron.
b) Soy bueno para ello.
c) El domingo no tengo muchas cosas que hacer.
d) No conozco otro grupo.
e) El Sacerdote me dijo que tenía que hacerlo.
f) Me gusta.
g) Siento que es lo que Dios quiere.
ACTIVIDAD: ORDENANDO VOLUNTADES
Lista de emociones
Agresión Desprecio Optimismo
Ansiedad Diversión Rechazo social
Insulto Empatía Risa
Miedo Entusiasmo Resentimiento
Motivado Envidia Satisfacción
Nostalgia Gratitud Serenidad
Alarmismo Frustración Simpatía
Angustia Histeria Soberbia
Autocompasión Humillación Soledad
Celos Indiferencia Sorpresa
Compasión Inquietud Tranquilidad
Coraje Ira Sorpresa
Culpa Llanto Tranquilidad
Decepción Molestia Tristeza
Odio Vergüenza