Organizacion y Desarrollo de La Comunidad

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ORGANIZACION Y DESARROLLO DE LA COMUNIDAD

La intervención comunitaria en las nuevas condiciones sociales


- Introducción
- Fundamentos teóricos y principios básicos de la intervención comunitaria
- El contexto actual de la intervención comunitaria: cambios y desafíos
- ¿Qué es la comunidad?
- El equipo comunitario: definición, funciones e instrumentos
- El diagnóstico y la monografía comunitaria
- Fundamentación de la metodología comunitaria: participación y organización
- Los elementos permanentes de la metodología comunitaria:
o Información y documentación
o Coordinación
o Audición y conocimiento
o Programación y evaluación
- Bibliografía

Marco Marchioni, italiano, 1937.


Trabajador e investigador social. Desde hace veinte años vive y trabaja en España
dedicado totalmente a los temas comunitarios, asesoramiento y seguimiento de
programas y procesos (Galicia, Andalucía, Cataluña, Canarias, País Vasco, Navarra,
Valencia, Madrid, Extremadura) y a la formación de profesionales. Es Presidente de Honor
del “InstitutoMM. Comunidad, Participación y Desarrollo”.
Autor de numerosas publicaciones sobre la materia.

Introducción
Hace ya muchos años (1.960) la ONU aprobó un documento en que se exponía las bases para
el Desarrollo Comunitario. En síntesis, el documento planteaba la necesidad - relacionada
fundamentalmente con los países subdesarrollados- de promover procesos de mejora de las
condiciones de vida de una comunidad, contando con la colaboración de los poderes públicos,
la ayuda técnica de expertos profesionales y, sobre todo, con la participación de la población
interesada. Estos procesos tendrían que llevarse a efecto con la aportación económica de los
llamados países ricos.

A distancia de tantos años estos planteamientos nos parecen todavía válidos tanto para los
países desfavorecidos como para los mismos países “ricos” que, a pesar de conocer en
general elevados estándares de vida (renta per cápita, producto interior bruto, niveles contenidos
de desempleo, etc.), tampoco aseguran para todo el mundo condiciones de vida dignas, al
mismo tiempo que se enfrentan con nuevas exigencias y nuevas demandas a las que,
demasiado a menudo, no saben responder adecuadamente. Y así, incluso en estos países, se está
creando una dicotomización social y económica entre sus habitantes, con consecuencias
sociales y políticas que se pueden imaginar.
Por estos motivos quien escribe considera que hoy en día, aquí, en nuestras realidades, sigue
siendo necesario poner en marcha procesos de mejora de las condiciones de vida de la
población que podemos definir como procesos de intervención comunitaria en los que la
comunidad (su territorio, su población, sus recursos, sus líderes, etc.) sea el centro.
Hoy contamos, por los innegables avances que se han dado en todos los terrenos, con muchos
más recursos, no sólo económicos sino también técnicos, humanos y profesionales.
Por ello hablo al mismo tiempo de organización y de desarrollo de la comunidad,
incluyendo en la intervención un trabajo de coordinación de los recursos ya existentes, que muy
a menudo están mal utilizados y sufren situaciones personales y profesionales de frustración.
El proceso comunitario (sea de organización, sea de desarrollo, sea de los dos juntos e
integrados) no es algo espontáneo, alguien (tres protagonistas) tiene que tomar la
iniciativa y siempre es trabajo profesional, aunque cuente, como es natural, con el
voluntariado. Por ello lo correcto es hablar de Intervención Comunitaria. Este trabajo será
posible si hay voluntad política (por parte de administradores y población) y voluntad
técnico-científica (por parte de los recursos), ya que la realidad actual es compleja y en
el futuro –que ha comenzado ya- va a ser cada vez más compleja y diversa por lo que
necesitamos conocimientos y ciencias aplicadas para la mejora de las condiciones de vida de
todos y no sólo de unos cuantos.

FUNDAMENTOS TEÓRICOS Y PR I NC I PI OS BÁSICOS


DE LA I N T E R V E N C I Ó N C O M U N I TA R I A
Cualquier acción humana necesita fundamentos teóricos y principios básicos en los que
inspirarse. No se trata de objetivos a conseguir, sino finalidades y referencias para la acción.
Las unas y las otras en cierta medida “utópicas”, si consideramos la utopía no como un
sueño irrealizable, sino como un camino a seguir.
Por ello se intentará señalar y explicar sintéticamente en este capítulo cuáles son estos
principios básicos y fundamentales de la intervención comunitaria, ya que en ellos se inspira
la praxis y la metodología de nuestro trabajo y de nuestra acción.
Sin un orden de prioridad, ya que todos ellos constituyen un conjunto indisoluble, pueden ser
considerados principios básicos de la intervención social comunitaria, los siguientes:
a) hablamos de procesos a medio/largo plazo, no de proyectos con objetivos inmediatos a
conseguir en 8 ó 10 meses. Hablamos de procesos de tipo global en los que se dan y se
interrelacionan, como en la vida, aspectos / temas / problemas / necesidades/ aspiraciones...
sociales, económicos, culturales, educativos, psicológicos, antropológicos, etc.
etc. Intentar dividir la realidad y la vida (las comunidades están integradas por personas y por las
relaciones entre ellas) en apartados, sectores, temas/problemas puntuales, etc. es un artificio.
Esto no quita que en el proceso habrá que realizar actividades que podemos definir
sectoriales, pero todas ellas tendrán siempre un punto de referencia en la globalidad de la
realidad comunitaria. Lo mismo ocurre con los proyectos específicos que también tendrán su
referencia en el proceso global y general de la comunidad y no sólo en sus particulares
objetivos.

b) El proceso tiene su centro en una comunidad concreta. No hay dos comunidades iguales así
como no hay dos personas iguales, cada comunidad tendrá que realizar su propio e inimitable
proceso particular. Por ello no sirven en esta tarea “modelos” rígidos y únicos, sino
experiencias de otras situaciones que pueden ser útiles.

c) Se entiende por comunidad “un territorio concreto, con una población determinada, que
dispone de determinados recursos y que tienen determinadas demandas”. Una comunidad
siempre es el conjunto de estos cuatro factores (territorio, población, recursos y demandas) y
sus mutuas, constantes y mutantes interrelaciones. Aislar el proceso en uno sólo de estos
factores lleva al fracaso.

d) En un sistema formalmente democrático y fuertemente estructurado a nivel


institucional y legal, una comunidad coincide con la dimensión del municipio y, por lo tanto, con
el gobierno de este municipio que es el ayuntamiento. En este sentido sólo se puede hablar
de tres tipos de comunidad:
- que coincide plenamente con un municipio entero y, por ende, con toda su
población;
- que se identifica como una parte administrativa del municipio: un barrio o un distrito,
es decir una parte de la ciudad o de un pueblo grande;
- que reúne varios pequeños municipios ya que cada uno por su cuenta no
- podría dar vida a un proceso real de mejora (por ejemplo una
mancomunidad).
e) El proceso tiene siempre tres protagonistas (que son los protagonistas de la vida
organizada de un sistema democrático) que tienen que ver directamente con los temas
de la intervención comunitaria: las administraciones y, en primer lugar la administración local;
los recursos técnicos y profesionales que operan en/con esa comunidad (públicos, privados no
lucrativos y voluntarios) y la población. Los tres protagonistas deben implicarse correctamente
en el proceso, jugando cada uno su papel y respetando y asumiendo el papel de los demás.
Naturalmente esto es difícil porque en general no se suele tener experiencia en este sentido
y normalmente asistimos a una implicación muy a menudo incorrecta. Sólo a título de
ejemplo ya que el tema es muy complejo, se puede decir que: los administradores saben
gobernar para la comunidad pero no con ella. Los técnicos están muy metidos en sus despachos
y atienden a muchos casos individuales y/o familiares, pero no saben trabajar
colectivamente y enfrentarse a demandas y situaciones comunitarias, sino en
momentos puntuales, casi siempre negativos. Y la población ha sido acostumbrada a delegar en
los anteriores, pero no a participar colectivamente. Cuando lo hace esta participación tiene
la mayoría de las veces un carácter negativo y reaccionario (la caza al “moro” o al “gitano”, la
exclusión de alguien “apestado”, etc.)
f) Todo ello significa que la correcta implicación de los tres protagonistas es un punto de
llegada del proceso (que cuesta su trabajo) y no un punto de partida. También en este sentido
se puede decir que el proceso comunitario es en el fondo un proceso educativo de todos sus
protagonistas. No hay un maestro que enseña, sino todos vamos aprendiendo del proceso,
siempre que haya una metodología correcta del mismo.
g) La participación es por lo tanto “la estrella” del proceso. Es evidente que si no hay
participación (de los tres, cada uno en su papel), no hay proceso. Hay cosas, hay
actividades, hay proyectos, pero todo será provisional, puntual, inmediato; sin un proceso de
construcción de la comunidad, de su futuro y de su capacidad de enfrentarse a las
situaciones que van surgiendo y que le afectan directa o indirectamente. Serán
comunidades dependientes: del alcalde, de las administraciones, de los técnicos o de
alguien de fuera y serán incapaces de enfrentarse a los cambios endógenos, ni sabrán
desarrollar sus propios recursos potenciales, así como no sabrán hacer frente a los
procesos externos que la condicionarán.
En este sentido la intervención comunitaria tienen mucho que ver con el Desarrollo
Local, sobre todo en la parte de promoción económica, de sostenibilidad (que
pensamos que no debe limitarse a los aspectos ecológicos sino extenderse a lo social, cultural,
etc.), de pensar globalmente y actuar localmente.
h) La Intervención Comunitaria no tiene nada que ver con el “localismo”, es decir una
tendencia a identificar mi comunidad de vida con el centro exclusivo del mundo. No existen
islas, al contrario, vivimos y viviremos cada vez más en la “aldea global” y la cuestión es ver
como mi comunidad es capaz de relacionarse con ella, para no ser totalmente dependiente de
ella.
i) Por último, la Intervención Comunitaria no tiene que identificarse (como demasiado a
menudo se ha hecho) con población marginal y con comunidades territoriales
particulares. Intervención Comunitaria puede haber en cualquier lugar. Cada
comunidad verá cual es su camino para “mejorar las condiciones de vida”, ya que todo es
mejorable. Habrán comunidades que partirán desde más abajo y con cargas mayores y más
pesados hándicaps; habrán otras que partirán de una situación más avanzada. Cada una hará
su propio camino. Por ello es tan importante intentar comprender desde dónde arranca el
proceso, lo que yo llamo punto de partida que va a ser muy diferente en cada caso. Pero esto
ya forma parte de la metodología y lo trataremos más adelante a la hora de hablar del
Diagnóstico Comunitario.

EL CONTEXTO ACTUAL DE LA INTERVENCIÓN COM


U N ITAR IA: CAM B I O SY D E SAF Í O S
Si hay una cosa que se puede afirmar -sin entrar en un debate ideológico- sobre las políticas
sociales que se han ido desarrollando en España (y no sólo en ella) en los últimos veinte
años, es que han tenido, más allá de las leyes y de las intenciones, un carácter prevalentemente
asistencial y terapéutico: es decir, que han ido detrás de las demandas, que no han sabido o
podido atajar las causas de los problemas y demandas sociales y que han manifestado una
impotencia total a la hora de prever y prevenir las posibles y potenciales necesidades que se iban
a producir.
Por ello nos parece importante que las políticas sociales (las consecuentes iniciativas y acciones
sociales) adquieran, lo más rápidamente posible, capacidad de intervenir frente a las causas
de los problemas sociales, de previsión para poder jugar un papel no meramente
asistencialista. Esto no significa echar a perder todo lo que se ha hecho hasta hoy sino
proyectarlo en esta nueva dimensión. Al contrario, no podríamos plantear lo nuevo sin
valorizar, potenciar o integrar lo existente.
Pero no podríamos avanzar en este camino sin intentar un mínimo y sintético análisis de los
cambios que se han producido y los cambios que se están prefigurando o que ya de hecho
están actuando, aunque muchos sigamos pensando y analizando la realidad con esquemas y
soluciones que parecen en gran medida insuficientes cuando ya no del todo obsoletas.
Aunque aquí no se pretenda dar un orden de importancia a los temas que trataremos, sin
embargo nos parece que, dentro de un sistema de producción capitalista, el cambio que se ha
producido en el mundo del trabajo y de las relaciones laborales, constituye un tema de
extraordinaria importancia: no creo superfluo recordar que el trabajo constituye una parte
importante de la vida de una persona (probablemente la más relevante) y que del trabajo de
una persona depende su poder adquisitivo; todo ello en una sociedad en la que el factor
“consumo” ha adquirido una importancia enorme, incluso como status symbol.
Respecto a un pasado todavía muy reciente, en el trabajo han adquirido preponderancias dos
elementos resumibles en “flexibilidad y precariedad”. Con el término flexibilidad no nos
referimos a lo que reivindican las organizaciones empresariales, sino a que el concepto de
trabajo continuativo en una misma empresa, que fue el dominante en la época pasada, se está
fragmentando y por lo tanto los trabajadores ven su futuro mucho más flexible en términos de
ocupación y de capacidad de pasar de una empresa a otra, de un lugar a otro, como una
condición prácticamente obligada. De esta flexibilidad sólo quedan por el momento excluidas
las personas que trabajan en grandes empresas, o en los aparatos administrativos. Pero
tampoco ellos se sienten hoy a salvo de este potencial peligro o cambio debido al fenómeno de
la “deslocalización”. Por precariedad entendemos la ruptura de contratos laborales estables y
el sometimiento de los trabajadores a relaciones laborales cada vez más precarias en el
sentido de ser substituibles fácilmente por otros (principalmente porque no se exige
profesionalidad). Los dos elementos juntos determinan, en general, una condición humana
caracterizada por la inestabilidad y la inseguridad cara al futuro, es decir, dos condiciones
sobre las que resulta muy difícil la construcción de perspectivas de organización, de
reivindicación y de lucha por una parte. Y, por otra, de inseguridad social: “para qué construir
algo aquí y ahora, si no estoy seguro de que esta vaya a ser mi empresa, el lugar donde vivo
o mi comunidad”.
Hoy en día se puede volver a hablar en términos reales –y lo hace el mismo gobierno- de
“sociedad del pleno empleo”, pero se hace en el contexto que acabamos de describir, por lo
tanto en condiciones de precariedad y de gran flexibilidad. La coyuntura actual y la que
presumiblemente seguirá en los próximos años hace creíble esta perspectiva pero,
insistimos, en este nuevo marco. Un marco en que, al mismo tiempo, el sindicato aparece
cada vez más débil e incapaz de conectar con los sectores de trabajadores que viven más
directamente estas condiciones precarias y flexibles. El modelo sindical actual sigue siendo
determinado por el modelo productivo anterior centrado en la fábrica, la gran empresa y en
la organización sindical en ella. Sin embargo el modelo productivo hoy dominante es la
descentralización productiva y la subcontratación, es decir, la fragmentación productiva
(no la financiera que sigue estando centralizada), incluso a nivel mundial y global.
Todo ello tiene relación con otras cuestiones actuales: el envejecimiento de la población,
la escasa natalidad y la progresiva y creciente incorporación al mundo del trabajo, (y a
la sociedad en general) de trabajadores procedentes de países extracomunitarios en
general y del llamado Tercer Mundo en particular. Todo ello plantea la llamada “integración” en
términos que, en nuestra opinión, tienen que ser renovados profundamente.
El pluralismo de la sociedad española ya hace bastante tiempo que es un hecho. La
estratificación social característica de la gran parte del Estado español hace solo pocas
décadas, es ya un recuerdo: las clases sociales de antaño se han ido fragmentando y la
pluralidad se ha ido acentuando.
Esta heterogeneidad social, económica, cultural –incluso política y geográfica- que
configura el “universo España”, se va a acentuar progresiva e inexorablemente en los
próximos años, haciéndonos entrever el panorama de una sociedad nueva, multicultural y
multirracial, siguiendo el modelo de países europeos más avanzados que ya han recorrido
este camino, aunque en una época social y económicamente muy distinta: las fábricas o las
minas o las grandes empresas de la época pasada han sido un elemento de “integración” muy
poderoso bajo todos los puntos de vista, a pesar de las dificultades normales que caracterizan
cualquier proceso de acercamiento y convivencia entre culturas muy diversas. Hoy en día
la posible, necesaria y deseable “integración” se va a realizar en un contexto económico
muy diferente: no nos parece lo mismo la “integración” en Barcelona y a través, por
ejemplo, de la Seat que la que se puede realizar en El Ejido o en la campiña de Huelva con
el cultivo de las fresas y, tampoco, son los mismos los que hay que “integrar”. Antes
procedían del continente europeo, con una historia social en gran medida común a pesar de
las diferencias entre país y país y ahora son trabajadores y trabajadoras que proceden del
llamado “Tercer Mundo”.
Por estos motivos, hay que plantearse la cuestión de la “integración” en términos profundamente
nuevos incluso en el léxico ya que la palabra que usamos normalmente carga con todo el
peso de una visión unidireccional del proceso de encuentro entre diversos: los que vienen,
tienen que integrarse en lo nuestro, si quieren quedarse aquí con nosotros. Esto no va ser
posible –aunque fuera aceptable, y no lo es, en términos ideológicos y teóricos- en el futuro
que estamos entreviendo. No sólo no sería justo, sino que además es imposible e
impracticable, ya que supondría una convivencia de conflictos permanentes entre las diferentes
agrupaciones (étnicas, sociales, económicas, culturales, etc.), añadiéndose de hecho a los ya
muy acentuados localismos y gremialismos existentes en las tendencias sociales hoy en día.
Así creo que hay que plantearse la cuestión en términos de integración simbiótica y osmótica,
entre todas las diferentes formas de diversidad que existen y que van a existir. La nueva
integración sólo será posible si aceptamos que “todos tenemos los mismos derechos y todos
somos diferentes”.
En este contexto se vuelve a plantear el tema de los procesos comunitarios de desarrollo
participativo y solidario, como una de las vías para esta nueva integración.
La integración económica es una necesidad histórica de esta etapa. La cuestión no es si
queremos o no aceptarla. Ella va a venir inevitablemente, nos guste o no nos guste. Va a venir
fundamentalmente porque hay grandes intereses económicos –que en un sistema capitalista son
dominantes- y muchas personas que realizan en determinadas condiciones una
determinada actividad productiva. La tasa de natalidad del país también requiere una notable
ayuda por parte de los que van a llegar. Se calcula que en Italia - que tiene una tasa de
natalidad muy similar a la de España y de la más baja del mundo- se necesitan ya 300.000
personas inmigradas al año sólo para mantener los actuales niveles demográficos del país.
La nueva integración supone la necesidad de reconocer que ésta conlleva un cambio de todas
las partes. Los que llegan tendrán inevitablemente que cambiar, pero nosotros también
cambiaremos ya que el proceso, osmótico y simbiótico, es por naturaleza y en esencia un
proceso dialéctico, en el cual las diferentes antítesis tiene al final que producir una síntesis, sin
saber de antemano adonde nos llevará el proceso integrador. Una comunidad fragmentada,
débil en su organización colectiva, presa de intereses parciales o sectoriales o gremiales, no
podrá integrar a nadie, porque verá cualquier “diverso” como una amenaza a su inestable
equilibrio y a su incapacidad de llevar adelante proyectos colectivos de tipo general, en
beneficio de todo el mundo. En ella prevalecen los intereses gremiales y/o localistas. Todo
lo que no entra en ellos es algo que hay que evitar o incluso rechazar. Esto obliga a pensar
sobre la necesidad de promover procesos comunitarios en las comunidades que potencial y
realmente van a tener que integrar muchas personas procedentes de otros mundos. Pero si estas
comunidades no están en un proceso de avance y de mejora colectiva y comunitaria
(además de individual y particular), si no han sabido o podido realizar la integración de
los diversos que ya existían en su seno y los han excluido o marginado en situaciones
insolidarias e indignas, ¿cómo van a poder integrar a alguien más?
Pero el cuadro macroeconómico del capitalismo actual, el panorama sindical, las
tendencias pronunciadas del crecimiento económico rápido, indican que el marco en el cual
se va dar esta supuesta integración económica es muy peculiar y, como decíamos, muy poco
favorecedor de auténtica integración. Así que sobre las comunidades locales va a caer un
peso muy grande. Y no todas las comunidades locales, sino las que son social y
económicamente periféricas, cuando no marginales. Si no avanzamos hacia procesos
comunitarios a los que hemos sintéticamente aludido, lo que tenemos delante es un panorama
de una nueva “guerra entre los pobres” y el desarrollo desenfrenado de conflictos raciales y
sociales. Luego diremos que no son expresión de racismo y de xenofobia.
El otro gran tema es el del envejecimiento progresivo y rápido de una parte cada vez más
importante de la población. Heredamos una situación muy negativa, fruto de las políticas
sociales que se ha seguido en estos últimos veinte años y que, sumada a la total falta de
previsión, nos da un punto de partida muy atrasado, con una cultura social también muy
atrasada.
Las políticas sociales dirigidas a la población mayor se han caracterizadas por el
aislamiento de la misma del contexto social. A los mayores había que darles un local (los
Hogares de Pensionistas) donde pasar el rato. Se ha favorecido el aislamiento que, a su vez,
ha producido fenómenos de “auto-aislamiento”. Se han construido locales para diferentes
categorías de personas en vez de construir locales multiusos, donde las diferentes
categorías de personas, aún teniendo espacios mínimos propios, pudiesen compartir con otros
espacios (no sólo físicos) comunes. En el caso de los mayores, en el fondo se ha asumido
simplemente la ideología capitalista que valora las personas como productores de bienes. En
cuanto esta función se ha completado, ya no interesan por que ya no producen. Sólo se le
reconoce una función social en cuanto a consumidores, inventando la comedia de los viajes
INSERSO para llenar en invierno los hoteles de la costa. El resultado ha sido la exclusión
y la autoexclusión de las personas mayores de los procesos sociales y de la vida
comunitaria. Cambiar esto ahora va a requerir un esfuerzo y un trabajo muy importante.
En el terreno de lo sanitario (que tanta importancia tiene para las personas en general y para
los mayores en particular) la situación es aún más compleja ya que se ha hecho un trabajo de
cronificación de la enfermedad. El gasto farmacéutico se ha disparado representando
uno de los elementos pasivos del sistema sanitario. No se ha hecho ni prevención ni
educación para la salud. Hemos mantenido y acostumbrado a los mayores al consumo
incontrolado de fármacos y los hemos deseducado en el uso correcto y democrático del
presupuesto público.
Todo esto tiene que ver con la integración así como lo hemos venido planteando
anteriormente. Las comunidades locales van a ser otra vez el lugar físico en el que vivirá
toda esta gente mayor. Estas comunidades no pueden desarrollarse o tener una vida social
mínimamente digna, teniendo cientos de personas aisladas y arrinconadas en una esquina o en
un local. Las personas mayores constituyen un gran recurso comunitario potencial que hay
que integrar en los procesos vitales y de desarrollo que se van a poner en marcha en estas
comunidades. El gran reto es hacer socialmente rentable y productivo este capital
humano que el sistema dominante quiere como coste pasivo (de pensiones, de servicios, de
asistencia). En esta línea es fundamental empezar, desde ya, una labor educativa que apunte a
la autonomía de las personas mayores en todos los sentidos y en todos los campos; y
también que apunte a la capacidad de las mismas personas a gestionar una parte de los
servicios y de las prestaciones que necesitan.
Por último pero no por menos importante, la perspectiva de género que
afortunadamente se va incorporando y ya forma parte del patrimonio de la acción social, aunque
el camino a recorrer es todavía muy largo. También está relacionada con la integración y su
aceptación -que todavía va a encontrar obstáculos- produce y va a producir cambios
importantes.
Creemos que estos retos y estos desafíos o, simplemente, las nuevas necesidades que estamos
vislumbrando requieren, antes que nada, de la voluntad de los tres protagonistas de
ser parte no exclusiva de estos procesos, de asumir cada cual su propio papel y las nuevas
relaciones que entre los tres tienen que darse para que produzcan las sinergias necesarias. La
dispersión, la falta de integración (colaboración, coordinación, etc.), la sectorialización, los
corporativismos y gremialismos, etc. no permitirían una respuesta adecuada y, sobre todo,
impedirían cualquier intento de invertir o modificar tendencias muy fuertes que están
operando y cuyo resultado o consecuencias ya muchos consideramos extraordinariamente
negativos en general y, para aquellos sectores de población que van a pagar los costos más
altos de los procesos sociales en acto, en particular.
De aquí que el acento en esta etapa que se abre tiene que ser puesto en la
participación. A este respecto, dada la complejidad del tema, solamente algunos
elementos:
Ha habido y sigue habiendo demasiada delegación pasiva a los administradores (y a los
técnicos también) para la solución de los problemas colectivos y generales. Sólo nos hemos
ocupado de nuestros asuntos más personales y familiares. Lo público y lo colectivo aparecen
como entidades ajenas a nosotros, a nuestra vida. Sólo nos ocupamos de ellos cuando nos
afectan negativa y directamente. En este sentido los escasos momentos y ocasiones de
participación colectiva han sido marcados casi siempre por elementos de rechazo y de
protesta.
En todos estos años se ha avanzado mucho en la senda de la gremializacion, es decir, en la
defensa de intereses corporativos y gremiales, casi siempre contrapuestos a intereses
generales o globales. Así los gremios más fuertes se han llevado el gato al agua y los más
débiles... Esto ha ocurrido y ocurre hasta en los territorios donde parece prevalecer
exclusivamente la visión local y la ignorancia y desinterés por el resto de la ciudad y de las
necesidades más globales y generales de la Polis. Por esto pienso que el término “vecino” ya
es un término obsoleto o desviante, ya que conduce al localismo y no a la visión global de
la ciudad. Personalmente creo que los “barrios son ciudad” y que la ciudad tiene que integrar
realmente los barrios en su vida, en sus procesos y en sus dinámicas. Todos los procesos o
planes comunitarios, aunque ubicados en un territorio concreto y delimitado, trabajan con esta
perspectiva no localista y doble o bidireccionalmente integradora.
Desde las diferentes administraciones se ha facilitado, cuando no directamente
favorecido, esta tendencia localista, gremialista o sectorial, probablemente pensando más en
clientelas políticas que en propiciar o favorecer auténticos procesos sociales de participación.
El instrumento perverso ha sido y sigue siendo el de las subvenciones, desde el
Estado central, hasta las autonomías y los ayuntamientos. Y naturalmente en función del color
político de los diferentes gobiernos.
Ello ha favorecido un progresivo y aparentemente inarrestable proceso de
“privatización” de parcelas crecientes del llamado Estado de Bienestar. En ello han entrado
incluso fuerzas sociales y políticas en principio contrarias. Ha entrado todo el mundo, olvidando
que los costos de la llamada privatización eran y siguen siendo pagados con el dinero
público y por las administraciones. Muchas fuerzas progresistas en vez de defender los recursos
públicos y favorecer un uso más adecuado de ellos, se han dedicado a montar sus propios
servicios y reivindicar directamente la gestión de programas o actividades privadas. Todo
esto ha favorecido un uso perverso, abusivo y desnaturalizado del voluntariado y de las
llamadas Ong’s que, en la mayoría de los casos, son pequeñas empresas camufladas. En
estos momentos la confusión es máxima: ya no se sabe muy bien quién es quién, qué es
público y qué es auténticamente privado, qué papel y función puede y debe de jugar el
voluntariado y qué papel pueden jugar las Ong’s, en qué marco, bajo qué formas de control
social y público, etc. La coartada ideológica ha sido abastecida por el neoliberalismo bajo el
síndrome de la mal llamada sociedad civil. Tampoco nos sirve una defensa ortodoxa y nada
flexible de lo que fue el Estado de Bienestar ya que lo que tuvimos ha sido un estado asistencial.
El trabajo comunitario en los territorios es una respuesta a estas temáticas para dotar a las
comunidades de servicios y prestaciones auténticamente comunitarias, entre público, privado
no lucrativo y voluntario, y para evitar la profundización de procesos dicotómicos en
acto: los servicios públicos para los sectores débiles de la sociedad y los privados
(supuestamente mejores en calidad) para los que los pueden pagar. Es decir, la derrota
histórica en este campo por lo menos de 100 años de lucha del movimiento obrero, sindical y
progresista. Pero la alternativa no puede ser exclusivamente resistirse a la privatización y
esto requiere en primer lugar unas comunidades participativas y organizadas.
Faltan proyectos globales y colectivos. Tenemos miles de proyectos parciales y sectoriales
(cada vez más específicos y dirigidos cada vez más a personas o grupos específicos) y
adolecemos de proyectos globales y generales que puedan interesar a la gran mayoría de la
población y redundar en beneficio de la colectividad. La cultura de lo local y de lo particular
ha prevalecido sobre la colectiva y comunitaria. El gran tema no es evidentemente
rechazar o liquidar los intereses particulares sino conectarlo a los generales y
comunitarios. Aquí reside la gran tarea educativa y pedagógica de las experiencias
comunitarias en acto. Sin esta relación, lo que tenemos es una serie desarticulada de
proyectos particulares, pero no existe ni va a existir un proceso de mejora general de las
condiciones de vida.
Al mismo tiempo sale a la luz el tema del desarrollo económico a escala local que
presupone y requiere de un desarrollo social, cultural y organizativo. Las dos
cuestiones marchan cada vez más juntas e interdependientes. El desarrollo local sostenible
(en todos los sentidos) no puede darse realmente sin un proceso paralelo e integrado entre
aspectos técnicos y económicos y aspectos culturales y sociales. Organizativo también. Aquí
está el reto de la economía social, de nuevas organizaciones sociales capaces de llevar
adelante modelos alternativos y solidarios aun dentro de las limitaciones objetivas que ya
hemos adelantado.
¿Q U É E S L A C O M U N I D A D ?
En las páginas anteriores ya hemos indicado que por comunidad hay que entender al
conjunto de cuatro elementos o factores que lo son a su vez de la Intervención
Comunitaria: territorio, población, demandas y recursos. Y también que la comunidad
siempre tiene una referencia directa con el municipio y, por ende, con el ayuntamiento.
De todas formas, antes de entrar en la parte más operativa y metodológica, conviene analizar
sintéticamente estos cuatro elementos para la comprensión de su importancia a la hora de
actuar.
El territorio condiciona, en positivo o en negativo, la vida de la población y un
trabajador comunitario tiene que conocerlo, estudiando la conformación urbanística de la
comunidad, su emplazamiento, las comunicaciones, etc. No es lo mismo una comunidad urbana
del casco antiguo, que una del extrarradio. El tipo de viviendas (bloques, chalets, etc.)
también tiene importancia a la hora de relacionarnos. En el territorio existen barreras
físicas y obstáculos que luego determinan también barreras sociales, culturales, etc. por
último, las diferencias sociales de la población (económicas, culturales, etc.) también se
ven reflejadas en el territorio, ya que en el sistema capitalista en el que vivimos, el suelo
tiene un determinado valor y no todo el mundo tiene el mismo poder adquisitivo. El trabajo
comunitario empieza así, con el conocimiento más exhaustivo posible del territorio
comunitario. Un primer instrumento es el plano o mapa de la comunidad.
La población. Es evidente que el trabajo comunitario es un trabajo social ya que se basa en las
relaciones entre las personas. Es importante conocer sociológica y estadísticamente
la población con la que se va a trabajar. Pero mucho más importante es conocer las
organizaciones sociales de esta población, los grupos y asociaciones existentes, las
personas que desempeñan un papel de administrador o responsable, así como aquellas que
trabajan en los diferentes recursos. Otro instrumento comunitario es por lo tanto el fichero
comunitario de los tres protagonistas porque con todos ellos intentaremos establecer
relaciones e implicarlos en el proceso comunitario.
Los recursos. Queremos contar con todos los recursos existentes aun teniendo en cuenta
que el recurso principal es la misma comunidad. Hay tres tipos de recursos: públicos
(municipales y no), privados no especulativos y voluntarios (Ong’s y otros). Los diferentes
recursos actúan en ámbitos determinados que conviene identificar -ya que así está organizada
la sociedad- en los siguientes: educativos (incluyendo la educación no formal); sanitarios
(incluyendo las farmacias, veterinarios, etc. y los que trabajan en salud pública);
económico, de trabajo y empleo (para todo el tema ocupacional y económico); de cultura,
deporte, ocio y tiempo libre (de creciente interés comunitario y de creciente inversión por
parte de las administraciones); sociales (que atienden a demandas y/o colectivos de la
comunidad con particulares necesidades). Todos ellos deben aparecer dentro del fichero
comunitario en el apartado de recursos.
- Las demandas. Un proceso comunitario siempre arranca y tiene que ver con
necesidades, aspiraciones, problemas, temas de interés de la comunidad, etc. Es
decir, que se basa siempre en temas concretos, en demandas y el proceso tiende a
satisfacer estas demandas aunque no se agote en ellas. De todas formas conviene aclarar
que:
- al hablar de demandas no confundamos las causas con las consecuencias; hay demandas
que se producen ahora, otras que ya se han producido, otras que se van a producir en el
futuro próximo: a ellas corresponden intervenciones asistenciales (cara a las del pasado
sobre las que ya no podemos actuar), intervenciones actuales (ahora mismo) e
intervenciones preventivas (cara al futuro);
- hay demandas que no se conocen porque no se manifiestan abiertamente y no llegan a
los servicios: son demandas potenciales que un trabajo comunitario llega
paulatinamente a conocer y hacer aflorar para que puedan ser tenidas en cuenta. Un
ejemplo son las demandas de sectores juveniles, las pandillas, que “pasan” de
servicios y, sin embargo, necesitan mucha atención y trabajo aunque de forma no
tradicional (trabajo de calle, educación social y animación sociocultural).
De la interrelación de estos cuatro factores y de lo que cada uno de ellos significa, nace la
Intervención Comunitaria y se alimenta el proceso de modificación de la realidad. En este
sentido y a modo de síntesis, conviene recordar aquí que:
1. Un proceso comunitario requiere un trabajo profesional, constante y garantizado en el
tiempo. Éste puede ser realizado por diferentes profesionales con diferente
formación en el ámbito de las ciencias sociales (asistentes sociales, pedagogos,
educadores sociales, animadores socioculturales, psicólogos –no clínicos-, sociólogos,
etc.)
2. Cualquiera que sea la formación básica hay que hacer una actividad de formación
permanente de estos profesionales para el trabajo comunitario.
3. El trabajo voluntario va a ser un elemento importante de la intervención y del proceso
comunitario pero siempre en estrecha relación con el trabajo profesional retribuido. El
trabajo voluntario no puede sustituir el trabajo profesional, sí integrarlo.
4. Hay recursos que no están físicamente ubicados en el territorio comunitario, pero que
atienden a demandas o sectores de población de la comunidad. Es como si estuvieran y
hay que implicarlos en el proceso.

E L E Q U I PO C O M U N ITAR I O
La casi totalidad de los recursos existentes tienen vocación específica, es decir, atienden a
demandas, ámbitos, colectivos o situaciones específicas. No existen en la realidad recursos
técnicos profesionales inespecíficos, es decir, dedicado y destinado al proceso comunitario
que es, por naturaleza, inespecífico en el sentido que puede ir delineándose por
diferentes recorridos, y global, en el sentido que intentará conectar los diferentes aspectos de la
realidad y también los diferentes protagonistas del mismo.
Así que el proceso comunitario va a requerir de un equipo comunitario inespecífico (en el
sentido que acabamos de dar) y justamente específico del proceso, es decir,
fundamentalmente de la participación de los tres protagonistas en el mismo:
Definimos el equipo comunitario como integrado porque, en base a las observaciones
incluidas en la primera parte de este trabajo, tiene que poder abordar el proceso desde una
perspectiva global e integradora de los aspectos sociales y de los aspectos
económicos. Por ello pensamos que el equipo comunitario “ideal” tendría que ser
constituido por profesionales del área socio-educativa-cultural y del área de promoción
económica y/o desarrollo local. Un elemento muy importante del equipo, aunque fuera a tiempo
parcial, es lo que definimos como trabajador de calle (educador de calle, educador
social, animador socio-cultural, etc.) por su capacidad de llegar al territorio y a sectores de la
población a los que no llega el proceso comunitario. Por último, el equipo comunitario está
liberado de la concepción administrativa y burocrática del horario y dispondrá de un
horario flexible, es decir, acomodable a las necesidades del proceso y de sus protagonistas.
Funciones del equipo comunitario
En un proceso comunitario las funciones del equipo base –que constituye el principal
recurso técnico del plan- tienen que basarse en dos grandes factores de referencia: por una
parte, las finalidades y la filosofía del proceso y, por la otra, la metodología. En términos
generales hay que decir que la metodología del proceso es fundamentalmente participativa y
este concepto de participación tiene que inspirar y enmarcar todas las funciones del equipo.
En concreto, la metodología del proceso indica las tres grandes áreas de funciones que en su
conjunto el equipo base tiene que asegurar. Estas son las siguientes:
a) Área de la organización comunitaria: es el trabajo dedicado a la organización
de los recursos (públicos, privados y voluntarios) de tipo institucional y/o formal
para que estos orienten una parte de su trabajo y de sus prestaciones al Plan y a través
de esto al mejor servicio de la comunidad y a la solución de los problemas
colectivos y comunitarios. Este trabajo se concreta fundamentalmente en una acción de:
coordinación, programación y planificación.
b) Área del desarrollo comunitario: es el trabajo dirigido a la potenciación y desarrollo
del “tejido social de la comunidad” y consiste en el apoyo y sostén a los grupos y
asociaciones existentes para el fomento de sus mismas finalidades, fomentar el
nacimiento de nuevos grupos y asociaciones de todo tipo y de favorecer procesos de
participación bien en el Plan bien en todas las actividades comunitarias que se
desarrollan en la comunidad.
c) Área del conocimiento y del estudio: un proceso comunitario no puede
desarrollarse sin el conocimiento (lo más científico posible) de la comunidad, de sus
problemas y de las posibles soluciones. Para ello es necesario realizar estudios, facilitar el
conocimiento de los problemas, etc., a todos los protagonistas del proceso y de
la comunidad.

En esta área también está la necesidad de “escuchar a la comunidad” que es uno de los
recursos de conocimiento y no solamente a sus representantes formales. Una de las
finalidades específicas de esta área es la realización de un Diagnóstico Comunitario global y
la individualización de prioridades generales.
E L D IAG N Ó STI C O C O M U N ITAR I O
Desde las primeras páginas hemos puesto el acento en que, lo que se intenta poner en
marcha con la intervención social, es un proceso de mejora y desarrollo de una
determinada comunidad. Creemos que sin un Diagnóstico Comunitario este proceso no es
posible. Dicho de otra manera: la suma de muchos proyectos e iniciativas puntuales,
particulares y/o sectoriales (que es lo que hay hoy), no produce el proceso. El proceso
comunitario tiene que tener un eje, unas prioridades compartidas por todos los
protagonistas, al lado, como es natural, de los demás proyectos e iniciativas particulares. Es
decir, una comunidad tiene que construir su propio proyecto colectivo, comunitario y común.
Para ello la comunidad (recordemos: los tres protagonistas) tiene que llegar a producir
su Diagnóstico que le permita elegir las prioridades, los contenidos y las finalidades del
proyecto común más allá, repito, de los demás proyectos particulares.
Cuando decimos Diagnóstico Comunitario también entendemos otras dos cosas
fundamentales:
- todo el mundo participa en el diagnóstico, éste es un producto comunitario y no
de alguien al que se le ha encargado el trabajo, o del señor alcalde o ...
- el diagnóstico tiene que realizarse de manera participativa. Dicho de otra manera, la
participación empieza desde el diagnóstico y no cuando alguien ya lo ha hecho
y luego nos invita a participar
Si existe el Grupo de Coordinación, el conjunto de técnicos y profesionales allí reunidos
puede contribuir de forma importante en la realización técnica del diagnóstico, sin
eliminar la participación de los demás protagonistas (las administraciones y la población).
El Diagnóstico Comunitario se deriva de un trabajo previo, fundamentalmente técnico, al
que llamamos Monografía Comunitaria que, en síntesis, es un estudio global y general de
la comunidad en la que estamos interviniendo.

La Monografía1 nos permitirá:


- elaborar diagnósticos sectoriales para ver qué es lo mejorable en cada uno de ellos
- elaborar diagnósticos para cada una de las franjas de población
- individualizar prioridades generales y globales para el proyecto común y comunitario
Y todo ello compartiendo un diagnóstico general y estructural de la comunidad, que es el
que se obtiene de la parte primera y que interesa a todo el mundo sin importar el sector
en el que actúe.
ELEMENTOS PARA UNA ACCIÓN SOCIAL EN Y CON LA COMUNIDAD
Objetivo: propiciar e impulsar procesos de agregación de nuevo tipo para realizar a
nivel del territorio Planes de desarrollo (global/integral) participados para la mejora de las
condiciones de vida de la población. La realización de este objetivo a medio/largo plazo
conlleva la necesidad de:
• un conocimiento (objetivo/subjetivo) compartido de la situación, para llegar a un
diagnóstico comunitario con prioridades generales y parciales (o globales y
sectoriales) también compartidas por los tres protagonistas del proceso, es decir,
administraciones implicadas, asociaciones/población y profesionales de los diferentes
recursos (servicios) implicados
• una progresiva y paulatina (no impuesta ) reconversión del uso de los recursos existentes
para liberar una fuerza de trabajo comunitario, es decir, no vinculada a prestaciones
inmediatas y dedicada fundamentalmente a las relaciones comunitarias con los tres
protagonistas (equipo comunitario)
• proceder con el instrumento de la programación (global y sectorial / general y parcial) a
medio- largo plazo, con seguimiento y evaluación
• formas de intercambio, colaboración y coordinación entre los diferentes recursos
(Comité
Técnico Asesor)
• conjuntar e integrar prestaciones y programas de tipo asistencial/individual con
prestaciones y programas promocionales/grupales y prestaciones y programas
comunitarios/colectivos
• prever mecanismos de integración de sectores sociales discapacitados para evitar su
exclusión o marginación de los procesos generales y normales
• trabajar con toda la población y no sólo con colectivos o sectores afectados por
demandas particulares
• potenciar actividades, organización y funcionamiento de asociaciones, grupos y
entidades existentes dentro de su propio ámbito y finalidades específicas
• facilitar (propiciar y fomentar) la asociación de asociaciones (formalizada o
no), para la realización de proyectos comunes generales y globales, dirigidos a toda la
población y que ninguna asociación por su cuenta podría llevar a cabo (ni ningún
servicio o programa institucional) y que todo el mundo considera importantes y
necesarios para la mejora de las condiciones de vida del territorio en cuestión

En general hay cuatro grandes áreas de intervención comunitaria:


a) área de la educación/formación profesional/cultura/educación permanente de adultos
(apoyo a las escuelas, apoyo y fomento de las APAS, lucha contra el fracaso escolar y
consecuencias, preparación al trabajo,...)
b) área de la salud, salud comunitaria, salud pública que incluye las actividades
preventivas de toxicomanías de todo tipo y se extiende hacia las actividades sanas (gimnasia,
baile, deporte, alimentación, medicinas alternativas,...), la ecología, contaminación, etc.
c) área económica, del empleo y la ocupación (y no sólo del paro) para el fomento de
la emprendedora, la inserción laboral, la recalificación profesional, nuevos
yacimientos de empleo, etc.
d) área del tiempo libre, deporte y cultura.

FU N D A M E N T A C I Ó N DE LA METODOLOGÍA CO
M U N I TA R I A : PA R T I C I PA C I Ó N Y O R G A N I Z A C I Ó N
La metodología comunitaria gira alrededor de dos conceptos fundamentales en los que se
inspiran las actuaciones concretas, los instrumentos, el modus operandi del equipo comunitario,
así como de los eventuales colaboradores, es decir, de todos aquellos que intervienen en el
proceso comunitario con un papel técnico y profesional.
Los dos conceptos son: participación y organización.
El proceso comunitario de desarrollo local no va a existir nunca si los diversos
protagonistas –y, en principal lugar, la población- no participan activa y directamente en él.
El proceso comunitario no consiste en ofertar actividades, prestaciones, programas, etc., a la
población para que los consuma, sino en ofertar ocasiones concretas y reales – adecuadas a la
realidad en la que se realiza el proceso- de participar activamente en las decisiones, medidas
organizativas y realización de programas que entre los participantes se consideran importantes
o útiles o necesarios. La función fundamental del equipo técnico no es el de hacer
estas cosas por cuenta de la población, sino de ayudar técnicamente a la misma para
organizarse, utilizando los recursos existentes, valorizando nuevos y buscando otros recursos
para poder enfrentar y solventar la situación x, el programa y, la iniciativa k. El equipo
comunitario tiene que facilitar que la participación sea real y que consiga, en la medida de
lo posible, los efectos esperados. El equipo tiene por lo tanto una función eminentemente
educativa y pedagógica no porque enseña a la gente sino porque organiza el proceso y las
actuaciones para que de todo ello la gente vaya aprendiendo a participar. En este sentido
consideramos importantísimos algunos aspectos que hemos ido aprendiendo de la experiencia
concreta:

Si la participación se convierte en un peso, un compromiso, un esfuerzo personal muy


grande, sólo pocos participarán. Los demás delegarán, como ha ocurrido casi siempre hasta
ahora, excepción hecha por momentos y ocasiones puntuales de gran y masiva participación
que constituyen la excepción y no la regla. Lo fundamental en un proceso comunitario es
que muchos participen aunque su participación concreta sea, digamos, pequeña y/o limitada a
algo concreto. El gran problema técnico de la intervención comunitaria es que aunque
participando poco y/o en algo limitado, quienes participan se sientan parte del todo, es decir,
del proceso más general y más amplio que es el proceso comunitario. Aquí
evidentemente juega un papel importantísimo la información comunitaria.
El tiempo juega un papel también muy importante es este tema y en todo el proceso. El
tiempo es un bien escaso para una gran parte de la población, de los técnicos e, incluso, de
los mal llamados políticos. Tenemos que trabajar para que se pierda el menor tiempo posible;
es decir: para que hagamos perder el menor tiempo posible a la gente. Esto hace sí que las
reuniones tienen que ser bien programadas, cortas, etc.
Los horarios también son muy importantes. Es evidente que los horarios
administrativos y burocráticos son muy poco comunitarios. El proceso requiere de otros
horarios y por esto el equipo comunitario tiene que tener un horario “flexible”. Estamos
todavía actuando con horarios que derivan de la vieja organización social “industrial y
urbana” y fundamentalmente adecuada a la participación de los hombres ya que la política y la
participación en la cosa pública eran cosa de hombres. Los tiempos de trabajo de mucha
gente han cambiado y si queremos que muchas mujeres participen en el proceso habrá que
reformular el tema de los horarios y adecuarlos a la nueva realidad social y productiva. En
esta misma línea también aparece importante el tema del calendario anual por la disfonía
entre el calendario administrativo que es solar (de enero a diciembre) y el calendario social
que es de septiembre a junio, es decir, mimético con el calendario escolar y con sus
interrupciones –en mi opinión socialmente traumáticas para los sectores débiles de la población-
de Navidad, Semana Santa y vacaciones de verano.
La otra cuestión que se plantea relacionada con la participación y en general con el proceso
comunitario es que todo proceso participativo tiene que crear nuevas organizaciones sociales. Si
la participación no crea (o fomenta, o refuerza) organización social, es una participación
inútil y ociosa y no productiva del cambio social que es antes que nada un cambio político.
Si no se crea organización, al final el equipo comunitario es el que va a llevar la voz
cantante en todo el proceso transformándose su naturaleza y adquiriendo un papel que ya
no es profesional y técnico sino que va a ser prácticamente político y decisional. Desde este
punto de vista el proceso comunitario:
refuerza los grupos y las asociaciones existentes en la comunidad no sólo para evitar
posibles peligros de que éstos vean en el proceso comunitario un competidor, sino por que
cada grupo vivo y activo en la comunidad es un recurso importante para el proceso. El equipo
comunitario trabajará, en el respeto a la autonomía de cada grupo, para que éstos sean más
abiertos, más democráticos en su funcionamiento, más capaces de llevar adelante sus
finalidades con programas adecuados. Por todo ello en los procesos comunitarios hay que
realizar actividades de formación de los grupos y asociaciones y sus líderes y dirigentes.
Trabaja para que del conjunto de las actividades que se llevan a cabo nazcan nuevos grupos y
nuevas asociaciones. Es decir, el proceso alimenta el enriquecimiento del tejido asociativo,
fomenta la autonomía y la capacidad autónoma de los grupos de llevar a cabo sus
propósitos y sus propios objetivos.
Intenta que entre el conjunto de grupos exista comunicación y colaboración y que todos ellos,
más allá de sus propias actividades y finalidades, mantengan una relación con el proceso
global.
Con estas indicaciones básicas sólo aparentemente técnicas –aunque requieran un
desarrollo y una capacidad técnica- como introducción del tema de la Metodología
comunitaria, recordamos que los elementos permanentes de la misma son reducibles a:
- información
- coordinación
- investigación y audición
- programación y evaluación
ELEMENTOS PERMANENTES DE LA METODOLOGÍA COMUNITARIA LA
INFORMACIÓN Y EL SISTEMA DE DOCUMENTACIÓN
Un proceso comunitario no se puede entender sin una amplia y continua información
a los tres protagonistas de las actividades, proyectos, programas, éxitos, fracasos, etc. del
mismo. Se puede afirmar que sin información no hay participación, aunque tampoco es
suficiente informar para que haya participación.
La experiencia nos dice que la información tiene que ser la misma para los tres protagonistas,
para que puedan participar paritariamente en el proceso, aunque con diferente lenguaje para
que sea comprensible y utilizable por los tres. El proceso comunitario es en esencia un
proceso público y, por ende, no puede existir ni información privilegiada ni secreta. Incluso
es fundamental que todo el mundo conozca las fuentes de financiación del proceso y la
manera en qué y para qué se ha utilizado.
Hay que distinguir entre:
- La información que produce el mismo proceso, a cargo fundamentalmente del equipo
comunitario, como folletos, boletines, informes, periódicos, etc.;
- Y la información que se produce por los medios informativos existentes
(televisión, radio, periódicos, etc.) con los que hay que establecer una relación
correcta para que puedan informar adecuadamente del proceso y de sus
actividades.
También hay un principio importante que hay que aplicar continuamente y es el principio de
la Devolución de la Información, sobre todo en el caso de estudios e investigaciones
participativos que se hayan hecho; los resultados tienen que ser divulgados y socializados
para que sirvan realmente en el proceso de transformación de la comunidad (véase la
parte sobre conocimiento y audición).
De todo esto se deriva que la información, como instrumento para la participación, requiere una
actividad y un trabajo permanente y constante. Todo proceso comunitario necesita de
un adecuado Sistema De Documentación que permita realizar en todo momento tanto una
evaluación correcta del trabajo realizado como una información permanente a la comunidad.
El sistema de documentación se concreta en:
El fichero comunitario.
Actas de reuniones (con personas o con grupos): -fecha y motivo de la reunión
-participantes -orden del día -síntesis de los acuerdos o conclusiones (sin recoger el debate
correspondiente) -próximas reuniones.
Informes trimestrales del trabajo realizado:
Parte A: Análisis del trabajo realizado en el trimestre
A.1.- Análisis sintético y global del proceso (avances, retrocesos, dificultades, elementos
positivos y negativos, etc. (sin entrar en áreas o sectores de intervención).
A.2.- Análisis por áreas o sectores de intervención, proyectos específicos.
Parte B: Ideas de avances y perspectivas del trabajo en el próximo trimestre
B.1.- Líneas globales de avance
B.2.- Propuestas de trabajo por áreas, sectores y proyectos específicos
Parte C: Consideraciones generales o notas particulares. Anexos.
El último trimestre del año se hará el Informe Anual manteniendo la misma estructura del
informe trimestral pero abarcando, como es natural, la actividad y el trabajo de un año entero,
así como la enucleación de las líneas programáticas de avance para el año siguiente.
Con este trabajo constante de documentación se pueden realizar fácilmente las
Hojas Informativas del proceso comunitario para una información comunitaria.
El sistema de documentación se completa con el Archivo Comunitario que se articula en:
Un archivo general y cronológico donde se guarda, en orden cronológico, toda la
documentación del trabajo (cartas, folletos, informes, hojas informativas, etc.)

Archivos temáticos de las diferentes actividades, proyectos, etc. que requieren una
documentación específica de cada uno de ellos.
LA C O O R D I NAC I Ó N
La intervención comunitaria no tiene que sobreponerse a lo que ya se está haciendo en una
comunidad. Como es natural, la vida de una comunidad no empieza cuando empezamos
nosotros con la intervención. Así que es fundamental que ésta no se sobreponga sino que se
integre con lo que se está haciendo. Hoy en día, gracias a la presencia de muchos y
diferentes recursos, se están llevando a cabo muchos programas y proyectos, aunque en la
mayoría de las situaciones de manera descoordinada y, en cierta medida, casual, discontinua,
puntual,...
Por lo tanto y en primer lugar, la intervención comunitaria tiene que valorizar lo que ya
existe, lo que ya se está haciendo y si hay que cambiar o mejorar las cosas este cambio no
puede ser autoritariamente impuesto sino que debe ser asumido y promovido por las mismas
personas que lo están realizando.
Así, parece evidente, que un objetivo/finalidad/resultado a corto/medio plazo de la intervención
es que en una comunidad los diferentes recursos lleguen a darse una nueva y mejor relación y
coordinación. También éste es un proceso y requiere de tiempo, constancia y trabajo.
La coordinación comunitaria puede pasar por diferentes etapas y producir diferentes resultados
(que sin ella sería muy difícil, si no imposible, conseguir):
- intercambio de información y conocimiento mutuo
- colaboración puntual o estable entre dos o tres entidades componentes del grupo o
comité de coordinación
- establecimientos de protocolos de colaboración permanente entre varias entidades
para atender de manera integrada a determinadas demandas o a determinados
colectivos de personas, etc.
- diagnóstico comunitario
- programación comunitaria
A esta actividad o grupo en diferentes experiencias en curso hoy hemos llamado: Grupo
Técnico de Coordinación que constituye un algo que antes no existía y que representa un
importante recurso comunitario para atender las necesidades de la comunidad (administración
y población) contando con la colaboración de todos los recursos existentes aunque cada uno
de ellos tendrá una implicación diferente según su situación institucional, profesional y
personal.
La coordinación busca la implicación del servicio o institución y no de las personas a título
individual y voluntario. Esto requiere un trabajo y una metodología correcta que son
funciones del equipo comunitario. La coordinación implica tanto los recursos oficiales e
institucionales (públicos municipales y no) como recursos privados (no especulativos),
Ong’s y voluntarios. Cada comité o grupo se da una organización interna y de
funcionamiento de acuerdo con sus circunstancias. Es importante que se constituya un
pequeño núcleo con funciones de información, documentación y organización y que este
núcleo pueda ser rotativo. El núcleo “ideal” en la situación actual de los servicios es el
constituido por: un representante de los servicios sociales comunitarios, uno de los servicios
de atención primaria de salud y uno de los centros educativos. Un papel importante en este
tema han jugado organizaciones no gubernamentales como Cáritas o Cruz Roja que tiene una
mayor flexibilidad respecto a instituciones más burocratizadas como a veces son las
administraciones públicas.
En el comité o grupo de coordinación no participan ni políticos ni representantes de la
población, aunque con ambos se relacionará continuamente para que puedan contribuir al
proceso comunitario correctamente y no transformarse en un órgano tecnocrático.
AUDICIÓN Y CONOCIMIE NTO
Una comunidad no puede avanzar en su proceso de cambio y de mejora sin conocerse
a sí misma. Por ello en el proceso comunitario el estudio y el conocimiento de la
realidad y de sus modificaciones, de sus problemas y de sus potencialidades, etc. es una
necesidad intrínseca a la que hay que dar respuesta. A lo largo del proceso habrá diferentes
momentos y diferentes necesidades (el diagnóstico y la monografía comunitaria que hay
que ir actualizando: estudios específicos, adecuación permanente de los datos y cambios
demográficos, etc.) pero todo esto tienen que tener en cuenta lo siguiente:
- que toda actividad de estudio sirve para el conocimiento de la realidad que se quiere
modificar y por ello los tres protagonistas tienen que poder disponer de los resultados
de los estudios, etc.

- que la socialización de los conocimientos (los mismos para los tres


protagonistas) permite la participación en formas paritaria y facilita el debate más
objetivo de los temas y/o problemas que hay que abordar;
- que toda la actividad de estudio tiene que ser llevada a cabo de manera
participativa implicando los tres protagonistas.

Por ello la metodología fundamental en este terreno es el de la investigación participativa,


investigación/acción y, en particular, LA AUDICIÓN, un método basado
fundamentalmente en la escucha activa a los tres protagonistas.
En el proceso del conocimiento hay que tener en cuenta que son igualmente importantes
los datos y las informaciones objetivas de los protagonistas. De la combinación de los
dos (objetivo y subjetivo) nace la comprensión y el conocimiento de la realidad y de
sus posibles modificaciones.

LA AUDICIÓN: Un método de investigación participativa y comunitaria.

La Audición sólo se justifica y se convalida si le sigue una intervención. Es, en lo fundamental,


un método de intervención. No se “escucha” por conocer y para conocer, sino para
conocer y para actuar. Los protagonistas de la Audición son, y deben ser también, los
protagonistas de la acción de cambio en una determinada comunidad y con una determinada
población: el equipo promotor, por una parte, y la población por la otra.

Con este elemento que acabamos de delinear, la Audición sale del ámbito estricto de la
sociología para penetrar de lleno en el campo de la investigación social y participativa. Pero
justamente estas últimas, demasiado a menudo se limitan a realizar el conocimiento de una
determinada realidad sin poder luego asegurar una continuidad concreta y real en el campo
de la intervención. El conocimiento se realiza de manera participativa pero, aun siendo útil e
importante, a veces no es suficiente. Quien escribe es partidario de que el conocimiento
debe servir a la acción (en nuestro caso, la acción comunitaria). Por esto, quien promueve
la Audición debe preocuparse de poder luego seguir con la intervención so pena de contribuir,
sin quererlo, a un mayor grado de frustración, sobretodo en las pocas personas que desde el
comienzo han confiado en el método y en sus finalidades intrínsecas.

Esto nos lleva a otro tema que percibimos ahora, más que nunca, su importancia: por una
parte, es fundamental intentar comprender la actitud de las personas frente a su realidad,
pero también necesitamos conocer lo mejor posible en términos objetivos y reales, la
realidad que nos rodea, es decir, la comunidad en todos sus aspectos. Sólo la opinión de las
personas no vale. Hay que conocer sus opiniones, sus valoraciones, sus “diagnósticos” (porque
eso es lo que las personas hacen cuando se les escucha). A la vez, estas mismas personas tienen
que poder confrontar sus opiniones, no sólo con los datos de las otras personas, sino también
con los datos y los conocimientos objetivos. Por ello es tan importante la
construcción de la parte objetiva de la Audición, es decir, la que yo llamo la Monografía
Objetiva. Si no hiciéramos esto, más que tener en cuenta las personas en realidad, lo que
estamos haciendo es construir a la des-educación de la comunidad, y a hacer pura y simple
demagogia. Y con la demagogia no se cambia la realidad.

LA AUDICIÓN
La Audición es un método de investigación participativa basado en la “Escucha” de los tres
protagonistas de los procesos comunitarios (representantes de las administraciones;
profesionales de los distintos recursos públicos y privados, municipales y no
municipales; y la población) para que todos ellos se sientan parte activa en la definición del
Diagnóstico Comunitario, y que permitirá, a su vez, establecer las prioridades y las
líneas de acción del proceso comunitario. La Audición es comunitaria cuando tiene por
objeto el conocimiento de la comunidad en su globalidad, y es específica, cuando tiene como
objeto el conocimiento de un aspecto/tema/problema de la vida comunitaria (la educación,
por ejemplo, o la condición de la población mayor, etc.).
Respecto a otros métodos de investigación participativa, la Audición tiene la
característica de ser realizada por personas que viven o trabajan en la comunidad de
intervención, siendo estas mismas personas también parte del proceso de trabajo que sigue
a la Audición, para mejorar las condiciones de vida de la comunidad. Por ello, antes de
pensar en la Audición, tendrá que haber un grupo de personas que quieran implicarse tanto
en la acción del conocer, como en la acción de la intervención. En general este grupo
está constituido por profesionales de diferentes servicios y recursos técnicos que operan en
los barrios, y que ya han realizado un órgano de coordinación, de colaboración e intercambio
al que llamamos Grupo Técnico de Coordinación. En esta fase de su actividad, el Grupo ha
reconocido la necesidad de conseguir un conocimiento de la comunidad (Diagnóstico
Comunitario) que tenga las siguientes características:
- Tener vocación de globalidad, superando los conocimientos sectoriales existentes.
- Ser participativo, partiendo del presupuesto de que todo el mundo tiene
conocimientos que hay poner en común, y que la participación empieza desde y con el
diagnóstico, no cuando alguien ha decidido lo que es bueno y lo que es malo, lo que
es prioritario, etc.
- Implicar a los tres protagonistas para que el diagnóstico sea compartido y sea
asumido por todo el mundo como base de la futura intervención, jugando cada uno
su papel en el proceso (las administraciones gobernando y administrando los
recursos existentes; los técnicos y profesionales asesorando y trabajando de manera
coordinada para atender a las necesidades y a la ciudadanía; y la población
participando activamente en la mejora de sus propias condiciones de vida).
El proceso de la Audición se divide en cinco fases. Son las siguientes:
- Constitución del grupo que va a realizar la Audición, y su formación a través de
seminarios.
- Planificación y organización de la Audición: tiempos de actuación, listado de los
testigos, distribución de los coloquios, muestreo, tabulación de los datos y aportaciones,
etc.
- Realización de los coloquios en el periodo de tiempo más breve posible,
dependiendo del número de los mismos, y del número de coloquiadores.
- Organización de todos los materiales que derivan de los coloquios y escritura del
- Documento final con los resultados.
- Publicación en diferentes formatos, devolución del contenido y socialización de
todos los conocimientos.
La “ESCUCHA” a los tres protagonistas se realizará de manera distinta:

- Primero, a los representantes de los tres, a través de los llamados Testigos


Privilegiados, es decir, personas que, teórica y formalmente, representan “algo” o
“alguien” (exponentes públicos o responsables de las instituciones y de las
administraciones; dirigentes políticos, sindicales y del movimiento asociativo
(asociaciones de todo tipo existentes en la comunidad; responsables de servicios,
programas, ONG, empresas, etc.… que de hecho trabajan con la población).
- Segundo, con una escucha al conjunto de la población a través de un Muestreo
representativo de la misma (franjas de edad, hombres y mujeres, trabajo y
actividad económica, niveles educativos, etc.) y teniendo en cuenta, el conjunto del
territorio.
(A menudo la amplitud de la zona y de la población en estudio impide la realización del
muestreo y, por lo tanto, la Audición se limitará a una amplia escucha solamente a los
testigos privilegiados).
La Audición se realiza a través de Coloquios abiertos en los que la persona coloquiada es
la que decide los temas de los que quiere hablar, sin ninguna presión o dirección por parte
del coloquiador/a. Por lo tanto, no hablamos ni de entrevista ni de cuestionario. Los
coloquios con la población son absolutamente anónimos. Todo lo que aportará la persona
coloquiada será trascrito (a veces sintetizado, a veces entrecomillado en frases o dichos
particularmente expresivos y significativos) delante de la persona interesada y, luego,
organizado en base a la Monografía Comunitaria (véase más adelante). A cada persona
coloquiada se le hará, con su autorización, una ficha con los datos personales para que al final
del proceso de la Audición se le pueda devolver todos los resultados de la misma (véase
más adelante: devolución de la información).
El “COLOQUIO” tiene cinco momentos o fases:
Presentación del coloquiador/a a la persona con explicación del “porqué” y del “cómo” de
la Audición (esto se apoyará en una carta “oficial” en la que se darán todas las informaciones
y la dirección del local de referencia, y estará firmada por las autoridades más adecuadas al
caso y por el Comité o Grupo Técnico Asesor).
- Escucha de los temas/problemas que la persona considera exteriorizar y aportar al
conocimiento de su comunidad según sus ideas, valores, motivaciones, etc. (en esta
fase está prohibido sugerir temas o hacer preguntas directas).
- Momento de profundización, o aclaración sobre temas que han salido en la fase
anterior, sólo para comprender mejor los planteamientos de la persona
escuchada.
- Momento o fase de las propuestas eventuales de la persona escuchada respecto a los
temas anteriores (se trata de verificar si la persona interesada, además de la “denuncia
o crítica” de un tema, también tiene ideas y propuestas sobre el qué hacer y sí estaría
dispuesta a participar en alguna mediada.
- Y, por último, garantizar la continuidad de la relación que se ha establecido gracias
al coloquio, informando a la persona de la “devolución de todas las informaciones y
conocimientos” que tendremos al final de la Audición.
- Los “coloquios” tienen una duración media de 2 horas, incluida la trascripción. También
puede haber Escuchas Grupales con grupos formales e informales, por ejemplo: la
junta de la Asociación X, un claustro de profesores, el equipo de
- Atención Primaria, una pandilla de jóvenes, un grupo de mujeres que se reúnen con
cierta regularidad en un bar, etc.
El Esquema de la Monografía Comunitaria (puede ser adaptado) es el que permite la
recopilación de datos, informaciones, aportaciones de los coloquios y que, anteriormente ha
servido para recopilar la parte objetiva (datos, informes, memorias, estudios, etc.), es el
siguiente:
Parte 0. Una visión básica estructural de las características únicas e inconfundibles
de la comunidad de intervención:
- Historia reciente de la comunidad.
- Descripción del territorio (urbanística y geografía humana).
- Análisis demográfico en tres momentos: pasado reciente, presente y futuro próximo.
- Historia sintética del movimiento asociativo y de la participación.
- Historia administrativa y política (datos electorales).
La economía de la comunidad: de qué vive, empresas, comercio, actividades económicas,
etc...
Parte 1. Análisis de la realidad de los sectores en los que está normalmente organizada la
sociedad:
Educativo (formal e informal).
Sanitario.
Trabajo y ocupación, paro, etc.
Tiempo libre, cultura, deporte, etc.
Socio-asistencial (sectores de la población, colectivos, etc... en situación de necesidad).
Medioambiente (que también estará en la Parte 0).
Parte 2. Análisis de la comunidad desde la perspectiva de las cuatro grandes fases de la vida
humana:
Infancia.
Juventud.

Adultos (con particular atención a la condición de la mujer).

Mayores.
Parte 3. Análisis de temas inter y multisectoriales que tienen que ser analizados de
manera específica, tales como el tema de la vivienda, de la droga, seguridad ciudadana, etc.
De la Monografía se habrá realizado previamente la parte objetiva para integrarla y completarla
con las aportaciones de la Audición.
De la Audición se dará información previa a la comunidad también a través de los medios de
comunicación.
La Devolución de los resultados de la Audición se hará bien a través de la publicación,
bien con asambleas y reuniones, bien a través de los medios de comunicación, y usando
diferentes instrumentos (paneles, audiovisuales, etc.).
Todo el proceso de la Audición no tendría que superar los seis meses, y hay que tener
previstos los medios económicos para la “Devolución”.

PR O G RAMAC I Ó N Y E VALUAC I Ó N
El método de la programación es inherente al proceso comunitario. Sin
programación el proceso sería un conjunto indiscriminado de hechos, actividades,
proyectos,... sin pies ni cabeza. Los objetivos se perderían de vista, los resultados inmediatos
impedirían ver finalidades más a largo plazo. El árbol impediría ver el bosque. Sin embargo
como intentamos explicar anteriormente, el bosque es lo realmente importante. En el
apartado de la programación individualizamos tres niveles:
- la programación de las actividades centrales del proceso (ejes y prioridades comunes
y globales) que identificamos en el Programa Comunitario;
- la programación sectorial y por franjas de población siguiendo el esquema de la
monografía comunitaria;
- la programación de proyectos específicos.
Todas las etapas anteriores nos llevan ahora a la posibilidad de realizar una adecuada
Programación Comunitaria. Con esta terminología se quiere indicar algo complejo cuyos
elementos fundamentales pueden ser así sintetizados:
a) El hecho de tener un conocimiento global de la realidad social de la comunidad de
intervención no significa que todos los temas, problemas, situaciones particulares,
demandas sectoriales y multisectoriales, etc. puedan ser atendidas de manera inmediata y al
mismo tiempo.

b) Esto significa que hay que asumir la perspectiva de tiempos largos, de gradualidad
en los objetivos de la programación.
c) A través de procesos participativos que implican siempre a los tres
protagonistas habrá que llegar a definir prioridades compartidas sobre las que podremos poner en
marcha Programas Comunitarios.
Con este término se entiende:
 Una actividad a largo plazo (4 años) centrada en un tema prioritario y que vea la
implicación de los tres protagonistas, cada uno en su papel específico: las diferentes
administraciones interesadas, los diferentes recursos técnicos y la población o ciudadanía.
 El programa tendrá que definir objetivos a corto, medio y largo plazo y tendrá que
hacer una evaluación permanente del proceso para corregir errores, etc.
 Tiene una vocación de globalidad y de intersectorial dad así como de
transversalidad, sin embargo
 Habrá que identificar claramente las administraciones más directamente
implicadas, así como los recursos técnicos y los sectores de población, sin excluir
la información y la implicación más puntual de los demás.
Además del programa comunitario la programación se completa, dependiendo de la situación de
cada realidad comunitaria, con otros niveles de actividad como:
Diferentes protocolos de colaboración entre los diferentes servicios y recursos
técnicos para atender, de manera integrada y coordinada, demandas comunes, situaciones
problemáticas también comunes, etc. o actividades dirigidas a sectores o franjas de población
(juventud, mayores...) desde diferentes ámbitos de intervención (sanitario, educativo,
cultural, deportivo, etc.).
La integración de actividades asistenciales, promocionales y preventivas en relación a una
temática particular como puede ser el llamado “fracaso escolar” o el “absentismo” en una zona.
Por último, se pueden prever “mesas sectoriales” es decir: todos los recursos, públicos y
privados, que realizan prestaciones, actividades, programas específicos y proyectos
particulares en un determinado sector (el sanitario, el educativo, el cultural, el asistencial, el
deportivo, etc.). Partiendo del Diagnóstico el objetivo es “mejorar la situación existente”
teniendo en cuenta que toda realidad es mejorable.
Como se puede comprobar la programación comunitaria es un hecho complejo que sólo se
puede afrontar en una perspectiva de largo plazo y, como decíamos, de gradualidad sin
impaciencias y atajos, y dependiendo en gran medida de una efectiva coordinación de los
recursos técnicos existentes así como de una relación correcta y permanente con las
organizaciones sociales existentes y la población en general.
En todas las actividades comunitarias es posible y deseable la participación de la ciudadanía
sin olvidar que la participación de la población es un hecho libre y voluntario y que no
se puede sobrecargar de demasiados compromisos. También conviene recordar que en toda esta
actividad es fundamental el trabajo del equipo comunitario para la información, la coordinación,
etc.
LA EVALUACIÓN es una actividad fundamental de cualquier proceso comunitario y se basa,
naturalmente, en una documentación correcta del trabajo realizado, como veíamos anteriormente.
Hay que hablar en primer lugar de dos tipos de evaluación: la interna y la externa o
pública. La primera se basa en un trabajo de reflexión autocrítica del trabajo realizado por
parte de toda persona que trabaja en el mismo. La segunda es la evaluación que realizan los
tres protagonistas del proceso comunitario. Esta última puede ser hecha simultáneamente (los
tres protagonistas a la vez) o cada uno de ellos por separado. Siendo el proceso comunitario un
hecho complejo de por sí e implicando, cada uno en su papel, a los tres protagonistas, es
absolutamente necesario que los tres puedan verificar la marcha del proceso.

 La programación conlleva automáticamente a la evaluación. El proceso comunitario


requiere de una evaluación permanente. A este propósito hay que recordar:
 la evaluación no es un hecho técnico –aunque requiera de técnicas- sino
“político” y tiene que ser realizada por los tres protagonistas del proceso
 no se puede evaluar si no se ha documentado el proceso, los objetivos que se querían
alcanzar, los métodos que se han utilizado, los fallos, los medios utilizados, etc.
todo ello requiere de un sistema previo de evaluación flexible.
 La evaluación sirve para corregir errores en el proceso y para volver a
programar teniendo en cuenta la realidad
 Por lo tanto programación y evaluación constituyen un único indisoluble, aunque
flexible y adaptable a las evoluciones del proceso.
La evaluación comunitaria cuenta naturalmente con parámetros que se derivan de sus mismos
planteamientos y que exponemos a continuación sin un orden de importancia ya que todos
ellos configuran el marco evaluativo y se complementan mutuamente:

 la participación, cada uno en su papel, de los tres protagonistas


 la veracidad y difusión de la información comunitaria
 la potenciación del tejido asociativo y de la autonomía de personas y grupos o colectivos
implicados en el proceso
 la coordinación de los recursos técnicos, públicos y privados
 el nacimiento de nuevos grupos, asociaciones
 el aumento de la autonomía de grupos y personas y el aumento de la relación
de colaboración, solidaridad y coordinación entre ellos.
 el aumento cuantitativo y cualitativo del interés para temas comunitarios, encuentros
y asambleas comunes, etc.
 el uso de diferentes locales, públicos y privados, en las actividades
comunitarias
 el haber superado barreras físicas o culturales y sociales con respecto a
determinadas zonas territoriales o grupos y colectivos “marginales”
 etc. (Es decir, cada experiencia tendrá que marcar parámetros e indicadores específicos
de su propia realidad).

Bibliografía de Marco Marchioni


“El desarrollo comunitario”, en cuadernos de Documentación Social, Madrid,
1.967
“Comunidad y desarrollo”, Editorial Nova Terra, Barcelona, 1.969
“Industrializzacione senza sviluppo” Milán, 1.970
“La información y la participación en un área de nueva industrialización”, en
Archivio di Studi Regionali, Milán, 1,970.
“Planificación social y organización de la comunidad”, Editorial Popular, Madrid,
1987
“La audición. Un método de investigación participativa y comunitaria”, Editorial
Benchomo, Tenerife, 1991
“Análisis de un conflicto urbano: el caso del Besós”, Barcelona, Instituto de
Estudios Metropolitanos, 1992
“La utopía posible”, Editorial Benchomo, Tenerife, 1995
“De política. El abc de la democracia”, Editorial Benchomo, Tenerife, 1997
“Desconcentración, descentralización y participación en San Adrián del Besós”.
Multicopiado, 1998
“Salud, comunidad e intervención comunitaria”, en “Enciclopedia profesional de enfermería
comunitaria”, McGraw-Hill-interamericana, Madrid, 1998.
“Comunidad, participación y desarrollo. Teoría, metodología y práctica de la
intervención comunitaria”, Editorial Popular, Madrid, 1999
“Ciudad preventiva y desarrollo comunitario”, Buenos Aires, 2000
“Comunidad y cambio social. Teoría y praxis de la acción comunitaria” (Editor). Editorial
Popular, 2001
“Cambio social y participación. (Antología 1.965 – 2.000)”, Editorial Benchomo, 2002
“Organización y desarrollo de la comunidad. La intervención comunitaria en las nuevas
condiciones sociales”. En “Programas de Animación Sociocultural”, UNED,
2002
“Organización y desarrollo de la comunidad”. (Inédito) 2002
“Organización y desarrollo de la sociedad. La intervención comunitaria en las nuevas
condiciones sociales” en “Cuadernos de Animación nº 5”. Gijón 2003
“La acción social en y con la comunidad”. Editorial Certeza, Zaragoza, 2004
“A propósito de planes y proceso comunitarios” (en colaboración con Antonio Torrico) – El
Viejo Topo, nº 209 – 210; Agosto 2005.
“La necesidad de redescubrir el trabajo social comunitario”. Revista de Trabajo
Social 2006
Prólogo del libro “Dos barrios hablan. Las Remudas y La Pardilla” (El Patio,
2006)
“Visión global de la ciudad”, en “Materiales para la participación ciudadana. Los
diagnósticos comunitarios”, Ayuntamiento de Avilés, Julio 2006.
“Democracia participativa y crisis de la política. La experiencia de los Planes
Comunitarios”. Cuadernos de Trabajo Social. Vol. 19 – 2006.

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