Torre Latinoamericana
Torre Latinoamericana
Torre Latinoamericana
Durante su construcción se emplearon 361 pilotes tipo Buttom Bottom, los cuales
fueron enterrados hasta una profundidad de 33 metros. Para lograr erigir la torre fue
necesario emplear materiales ligeros y resistentes en base a las especificaciones
de la American Institute Of Steel Construction y para la calidad del acero las normas
de la ASTM, para el acero clasificado como A7. El diseño cuenta con criterios de
simetría y continuidad, además de que se planeó su estructura para sufrir
deformaciones en terremotos. Toda la estructura metálica de la torre fue remachada
a mano en cada junta mediante obra de mano mexicana, la excelente colocación de
los remaches al rojo vivo es una ventaja de la torre puesto que después de los
terremotos del 57 y 85, éstos no sufrieron daño alguno que debilitara la estructura
del edificio. Además, la estructura cuenta con un recubrimiento contra incendios.
La torre fue terminada el 30 de abril del año de 1956 con una altura final de 182
metros (la torre mide 138 m y la antena 44 m), el peso total es de 24,100 toneladas
y su estructura rígida de acero pesa 3,200 toneladas. Durante su construcción se
utilizaron 15,000 metros cuadrados de cristal y 3,200 metros de lámina acanalada
de aluminio.
EL PALACIO DE BELLAS ARTES
Cuando Adamo Boari abandonó el proyecto en 1916, el exterior del edificio estaba
casi completo. El arquitecto mexicano, Federico Mariscal, al hacerse cargo de la
construcción no siguió las instrucciones del italiano, por lo que la envolvente exterior
hecha por el Arq. Boari, en estilo art noveau, decorado con el más fino mármol de
Carrara, contrasta con el art deco del interior, que tiene elementos de las culturas
prehispánicas y clásicos diseños occidentales.
Tiffany dividió el telón en 206 paneles de 3 metros cuadrados, para lo cual usó cerca
de un millón de piezas de vidrio iridiscente, a prueba de fuego y de agua. La cortina
revive, cuando es iluminada al principio de cada función, la lenta y dramática
secuencia de un espectacular amanecer que dura varios minutos. En el vestíbulo,
entre las columnas de mármol rosado, los murales que realizaron los más
distinguidos pintores de México adornan las paredes con sus fuertes motivos. En el
muro poniente se halla “El hombre, controlador del universo”, de Diego Rivera y en
el oriente “Catarsis” de José Clemente Orozco, ambos en 1934.
Más tarde, se hicieron otros murales: un tríptico por David Alfaro Siqueiros en 1945,
un díptico por el mismo autor en 1952; los de Rufino Tamayo en 1953; y el que
realizara Jorge González Camarena.
Las esculturas más importantes afuera del edificio son los cuatro pegasos de
Queral, y el grupo de A. Boni, que forma el pináculo del domo, en el cual descansan
cuatro figuras femeninas aladas que rodean una imagen que simboliza la fundación
de Tenochtitlán, la ciudad azteca, sobre la cual se construyó la ciudad de México.
En pleno esplendor del régimen del presidente Porfirio Díaz, surgió una vez más la
idea de erigir el monumento. En un nuevo concurso, realizado en 1900, fue elegido
el proyecto del Arq. Antonio Rivas Mercado, quien nombró al Ing. Roberto Gayol
director de la obra y al artista italiano Enrique Alciati encargado de las esculturas.
La cimentación, formada por una plataforma con tres capas de viguetas de acero
superpuestas y recubiertas con concreto, se terminó a fines de 1901.
Los trabajos de cimentación fueron muy complicados, debido a que el suelo era
inconsistente y movedizo. La obra continuó hasta mayo de 1906.
Cuando ya se habían terminado la base, el zócalo y el pedestal a una altura de 25
metros y empezaba la construcción de la columna, Rivas Mercado notó que ésta se
inclinaba peligrosamente, amenazando desplomarse. Los cimientos no soportaron
el peso y un lado del monumento se había hundido.
Su diagnóstico fue que la cimentación estaba mal calculada, en relación con el suelo
movedizo y el peso del monumento. Decidieron demoler todo y hacer los estudios
de suelo necesarios para construir nuevos cimientos.
Fue una de las primeras obras en la ciudad con este tipo de cimentación; hasta
entonces sólo se usaban pilotes de madera, que no alcanzaban mucha profundidad.
Los pilotes fueron colocados mediante un martinete de vapor, que los enterraba con
un émbolo de una tonelada de peso La nueva cimentación finalizó en mayo de 1909.
El nuevo pedestal y la columna se construyeron a marchas forzadas, para que el
monumento estuviera listo el siguiente año, centenario de la independencia de
México. En julio de 1910, quedó terminado.
En 1923 iniciaron los trabajos de adaptación del interior del pedestal de la columna
como un mausoleo, para albergar los restos mortales de los héroes de la
independencia, que se trasladarían desde la Catedral Metropolitana y otros puntos
del país.
La columna del Monumento a la Independencia, de piedra Chiluca, mide 36 metros
de altura y 2.90 de diámetro.
Miles de ciudadanos incrédulos acudieron a ver sus restos, que eran custodiados
por soldados. Sin su presencia, la muchedumbre se los hubiera llevado, trocito a
trocito, como reliquias sagradas.
El resto del monumento también tuvo que ser restaurado por los daños estructurales
debidos al sismo. Los trabajos quedaron bajo el mando del Dr. Ernesto Sodi
Pallares, quien reforzó la estructura de la columna, hueca en su interior, con placas
de metal.
Hacia la década de 1960, el deterioro de la iglesia era tal que los expertos se vieron
obligados a tomar una doble decisión: la construcción de una nueva basílica
(finalizada en 1976) y el rescate de la antigua. Recordemos que éste fue el lugar
donde se pusieron en práctica de manera definitiva los llamados “pilotes de control”,
un sistema de nivelación creado por Manuel González Flores, ingeniero mexicano
dotado de gran imaginación y talento.
Desde su invención y su primera aplicación, los pilotes de control han sido una
solución muy práctica y funcional a problemas de recimentación que, son tan
remotos en la Ciudad de México como su historia.
Catedral metropolitana
Las inclinaciones que sufrieron las columnas, cada vez que se vio interrumpida su
construcción por un lapso prolongado, sobre todo en la zona norte, hicieron
necesarias correcciones en su verticalidad. Los cambios de pendiente que ahora se
detectan en su fuste, indican que en una primera etapa se levantaron las columnas
hasta una altura de 3.7 metros y después hasta 10 metros. En esta última medida
se detuvo su construcción por largo tiempo, hasta ser rematadas en el arranque de
los arcos. Hay una diferencia de pendiente de hasta 1.4%, entre los diferentes
tramos del fuste.
Resultan particularmente críticas las columnas bajo la cúpula central, por las
elevadas cargas verticales que deben soportar. La excentricidad total entre la
sección superior y la inferior de las columnas C6 y C7 es de 66 centímetros, lo que
representa casi 30% del tamaño de la sección.
En la zona más pesada, la del crucero, puede apreciarse que el peso de la cubierta
se transmite hacia la cimentación, esencialmente mediante cargas axiales en las
bóvedas, arcos, columnas y muros.
Las pruebas realizadas en la piedra de las columnas, indican que en el último tramo
del fuste se empleó un material de muy baja calidad, con una resistencia promedio
inferior a los 100 kg/cm2, contra los casi 300 kg/cm2 en el resto de la columna. La
condición de esfuerzos en los tramos superiores de las cuatro columnas centrales,
resulta cercana al colapso, como lo demuestran las grietas verticales y los signos
de aplastamiento que se aprecian en una de ellas
La red está compuesta por instrumentos que miden la aceleración del movimiento,
en el punto sobre el que están colocados. Cada instrumento cuenta con un sensor
que se compone de tres acelerómetros que registran el movimiento en dos
direcciones horizontales ortogonales y en la vertical. Los instrumentos arrancan
automáticamente al detectar un movimiento en su base, mientras que las
mediciones se graban en una unidad de registro digital.
La red constó de ocho instrumentos. Para entender el movimiento del suelo, sin la
interferencia por la presencia de la Catedral, se colocó un instrumento sobre el
terreno, a un costado de la entrada oeste de la Catedral. Para estudiar el movimiento
de la cimentación en el nivel del sótano y las posibles diferencias en distintas zonas,
se colocaron tres equipos en el área de criptas: en los lados sur y norte, y al centro.
Para comprender el movimiento de la cubierta, se instalaron tres instrumentos sobre
la bóveda principal: a su costado sur, en el centro y en el lado norte, así como un
instrumento en el lado poniente de la bóveda transversal del crucero.
Posteriormente, dos de los instrumentos del sótano fueron reubicados en la torre
sur-poniente.
El período dominante de la vibración del terreno, resulta ser muy superior a los
períodos fundamentales de vibración de estructuras históricas como la Catedral, los
que no suelen exceder de 0.5 segundos. Esto es particularmente benéfico para
estas edificaciones, ya que al no tener periodos de vibración similares entre la
estructura y el terreno de apoyo, el movimiento de la estructura no experimenta
amplificaciones importantes, lo que sí sucede en algunos edificios modernos, en los
que se produce un efecto de resonancia en la estructura, lo que constituyó uno de
los factores principales para el colapso de muchos de ellos en el sismo de 1985.
Los registros obtenidos en los sótanos permitieron determinar el efecto de un
fenómeno llamado interacción cinemática suelo-estructura. Las ondas de vibración
del terreno tienen una longitud que es igual al producto de su período por la
velocidad de transmisión de las ondas de corte. Las ondas de longitud menor a 100
m, que corresponden a períodos menores de 1 s, son interferidas o filtradas, y
reducen su amplitud al atravesar un cuerpo rígido y masivo como la base de la
Catedral, que tiene una dimensión igual o menor que esa longitud de onda, mientras
que las de períodos mayores no son afectadas.
Los espectros de respuesta en los puntos sobre la azotea, muestran que en ambas
direcciones la mayor amplificación se da para un período del orden de 0.4 s, lo que
permite establecer que dicho período se asocia al primer modo de vibrar de la
estructura en su conjunto. Se observó que la cúpula experimenta una mayor
respuesta vertical que el resto de la cubierta, con un pico para un período de 0.15
s. Lo anterior revela que la cúpula presenta una vibración vertical local, que se
atribuye al gran peso de esta estructura, aunado a la baja rigidez axial que
presentan los elementos que transmiten su peso hacia las cuatro columnas del
crucero.
En resumen, puede afirmarse que los efectos sísmicos no constituyen una amenaza
grave para la estructura, a menos que ésta llegara a encontrarse en condiciones
cercanas al colapso, por el efecto de la acción conjunta entre el peso propio y los
hundimientos diferenciales.
Corrección Geométrica
Al inicio del programa de subexcavación era difícil prever hasta qué punto iba a ser
factible realizar las correcciones, ya que se suponía que las estructuras, por su
rigidez, se opondrían a los movimientos tendientes a distorsionarlas. Inicialmente,
se trató de producir configuraciones de asentamientos que corrigiesen, con la mayor
precisión posible, las diferencias de nivel existentes. Esto implicaba movimientos
relativos y giros en las bases de las columnas y en los arranques de las bóvedas.
En poco tiempo se llegó a la conclusión de que las correcciones más viables, son
las que implican movimientos de cuerpo rígido del conjunto, o de partes del mismo,
que están separadas por grietas importantes y que no presentan gran oposición a
los movimientos correctivos.
Las señales de cada sensor son llevadas por una red de cableado hacia una
estación central de adquisición de datos, ubicada en una caseta adyacente a la
Catedral. El equipo está programado para hacer un barrido automático de lecturas
cada cuatro horas, pero con operación manual se pueden registrar las señales en
el momento que se desee. El programa permite desplegar en los monitores del
equipo, gráficas con la evolución en tiempo de las mediciones de cada sensor y las
diferencias entre sus lecturas. A los archivos de los resultados se puede tener
acceso a control remoto, desde las oficinas de los encargados del proyecto. El
sistema ha operado sin interrupciones desde su instalación. Sus lecturas son mucho
más precisas que las de un monitoreo convencional. Las señales son muy estables
y poco afectadas por cambios de temperatura y ruido ambiental.
Los resultados de los distintos sistemas de monitoreo, se presentarán al evaluar el
comportamiento estructural en las distintas etapas del programa de rehabilitación.
Pruebas de Laboratorio
Los resultados revelaron que las columnas tienen una parte central de mampostería
bastante pobre. Por lo tanto, la sección de cantera efectiva para resistir las cargas,
es significativamente menor a la total. La revisión de la seguridad de las columnas
se ha hecho con la sección media.
Atención especial requirió la bóveda del sotocoro del Sagrario, debido a las grandes
deformaciones que ha sufrido desde su construcción, las que habían motivado
diversas intervenciones previas. Se trata de una bóveda mucho más rebajada de lo
habitual, que adicionalmente ha perdido mucha curvatura por la abertura en sus
apoyos, lo que la hace particularmente vulnerable a deflexiones adicionales. Para
mejorar la seguridad estructural de esta bóveda, se le colocó, por el extradós, una
capa delgada de concreto reforzado con malla de acero.
Los arcos son los elementos de la cubierta que han sido objeto de las mayores
reparaciones y refuerzos a lo largo de los siglos.. En esta rehabilitación no se
realizaron refuerzos particularmente importantes de los arcos, excepto para el del
sotocoro del Sagrario. Se sustituyeron algunos sillares afectados y se inyectaron
algunas grietas, sobre todo para el arco del eje 7, de la nave procesional poniente
de la Catedral. El arco del sotocoro del Sagrario se encontraba en condiciones muy
avanzadas de deterioro, por lo que se optó por desmontarlo y volverlo a construir
con una geometría ligeramente más favorable.
Los muros han sido repetidamente dañados por los asentamientos diferenciales, así
como reparados por inyección de grietas y, en algunos casos, por la inserción de
elementos de concreto. En esta etapa también fue necesario realizar un buen
numero de reparaciones de grietas en muros mediante inyección. El único caso en
que el refuerzo se consideró impostergable, fue el del muro del eje F' del Sagrario,
que presentaba severos agrietamientos e indicios de falla incipiente, arriba del
hueco para el paso hacia la Catedral. Se reforzó con una malla de acero, anclada a
la mampostería y recubierta con una capa de concreto
Confinamiento externo.
Solución adoptada. Se consideró una mejora significativa en la seguridad de las
columnas, procurando una distribución más uniforme de esfuerzos en las juntas,
mediante la eliminación de las cuñas y la colocación de una capa de mortero en
toda la superficie de la junta. Lo anterior se realizó en tres operaciones sucesivas,
Primero se retiró una banda perimetral de mortero de aproximadamente 10 cm de
ancho, con lo cual se eliminaron también todas las cuñas. Después se rellenó esa
misma banda con un mortero de alta calidad, en el que se dejaron embebidos
pequeños tubos para inyectar posteriormente una lechada que llenara toda la junta
e, incluso, consolidara el núcleo central de mampostería. En ambos casos el
mortero tenía aditivos para propiciar su impermeabilidad, la resistencia a los
cloruros, la reducción de la contracción por fraguado y alta fluidez. Se llevó un
registro detallado de la cantidad de mezcla inyectada, por cada una de las ocho
boquillas de inyección que se utilizaron en cada hilada.
Se encontró que para la tasa de hundimientos que se tenía antes de iniciarse los
trabajos, ese asentamiento diferencial tomaría 23 años en presentarse. Si
suponemos, conservadoramente, que gracias a los trabajos de inyección del suelo
y la rigidización de la cimentación, se reducirá la tasa de asentamientos
diferenciales a la mitad, además de que por los fenómenos de flujo plástico del
concreto y la mampostería, la rigidez real de la cimentación debe ser menor que la
supuesta y por lo tanto los momentos flexionantes inducidos también menores que
los calculados, puede esperarse que la fluencia del refuerzo se presentará en un
lapso que se acercará a los 100 años. Esto indica que la cimentación permanecerá
elástica y, por lo tanto, con un agrietamiento pequeño por un tiempo considerable.
Hay que tomar en cuenta, además, que la fluencia del refuerzo no representaría una
condición de falla en la cimentación, sino una pérdida de rigidez con un
agrietamiento significativo, pero mucho menor del que se ha tenido en el pasado.
Por lo tanto, el refuerzo propuesto para la cimentación debería asegurar un buen
comportamiento del edificio por más de un siglo.
El proyecto de refuerzo no llegó a ejecutarse dentro del programa de rehabilitación
objeto de este informe, esto, por razones de tiempo y costo, pero, sobre todo, por
las alteraciones que habría causado a las actividades del templo y las dificultades
por resolver en algunas zonas conflictivas, como el altar mayor y el área para el
coro. Se prefirió una solución parcial, consistente sólo en la colocación del anillo de
confinamiento en la base de las columnas y su conexión a los perfiles de acero en
la parte superior de las contratrabes. De esta manera se logró la continuidad del
refuerzo en dichas contratrabes, en ambas direcciones principales, además del
confinamiento de las bases de las columnas. Se ha realizado, por el momento, sólo
el refuerzo de la base de la columna C-3, que es la de agrietamiento más crítico. Se
deja para etapas futuras la colocación del resto de los anillos de confinamiento.