Asuntos Gramaticales 2017
Asuntos Gramaticales 2017
Asuntos Gramaticales 2017
Gramaticales
Ana M. Marcovecchio | Yolanda Hipperdinger
E D I TO R E S
SERIE EXTENSIÓN
COLECCIÓN ESTUDIOS SOCIEDAD ARGENTINA
SOCIALES Y HUMANIDADES DE ESTUDIOS LINGÜISTICOS
Volúmenes digitales de la Sociedad Argentina de Estudios Lingüísticos
Serie 2017
Editores de la serie
Roberto Bein
Universidad de Buenos Aires
Isolda E. Carranza
CONICET y Universidad Nacional de Córdoba
Elizabeth Rigatuso
CONICET y Universidad Nacional del Sur
Los volúmenes digitales de la Sociedad Argentina de Estudios Lingüísticos de esta Serie han sido
preparados con características que son valiosas para su futura indización: sistema de doble
arbitraje, larga y reconocida trayectoria de los editores de libros, aplicación del anonimato en las
rondas de arbitraje y en las de edición, cuidado para evitar conflictos de interés, condena al
plagio e instrucción a los investigadores noveles en buenas prácticas académicas, índices
temáticos y lapso corto entre la fecha de recepción y la de publicación, incepción en una
convocatoria abierta, no por invitación, y conformación definitiva como resultado de la selección
efectuada y alojamiento permanente en repositorio universitario.
Volúmenes en la serie
1. Asuntos Gramaticales
2. Asuntos de Lingüística Aplicada
3. Asuntos de Sociolingüística y Análisis del Discurso
Asuntos gramaticales/Gabriela Patricia Comezaña... [et al.]; editado por Ana María Marcovecchio;
Yolanda Hipperdinger. - 1a ed. - Bahía Blanca : Editorial de la Universidad Nacional del Sur. Ediuns;
Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Sociedad Argentina de Estudios Lingüísticos, 2017.
Libro digital, PDF
Archivo Digital: descarga y online
ISBN 978-987-655-168-7
1. Lingüística. I. Comezaña, Gabriela Patricia II. Marcovecchio, Ana María, ed. III. Hipperdinger, Yolanda,
ed.
CDD 410
Libro
Universitario
Argentino
SOCIEDAD ARGENTINA
DE ESTUDIOS LINGÜÍSTICOS
Editoras
Contenido
Parte I
Capítulo 1
Las construcciones causativas del español como fenómeno de interfaz 19
Gabriela Patricia Comezaña
Capítulo 2
De la raíz a la categoría léxica: Los adverbios de
escala de propiedad 31
María Eugenia Mangialavori Rasia, Nora Múgica
Capítulo 3
Operador pluriaccional en español: Lecturas iterativas/atélicas de eventos no
durativos 45
José Silva Garcés, Romina Trebisacce
Capítulo 4
Cambio semántico en nombres abstractos: Modificación en los tipos de
argumentos 57
Julieta Straccia
Capítulo 5
Aspectos léxico-semánticos y su relación con la interpretación de secuencias
nominales aparentemente ambiguas 69
Claudia Herczeg
Parte II
Capítulo 6
Las interjecciones deverbales cinéticas: Hacia un bosquejo de un principio
ordenador desde una mirada cognitiva 81
Lucía Bernardi
Capítulo 7
Total o cómo la gramática reconfigura el léxico 93
Ana María Marcovecchio
Capítulo 8
Dominio locativo y señalamiento deíctico: Claves
para explicar la evolución de aun/aún 103
María Victoria Sánchez
Capítulo 9
Relaciones causales: Estructuras, nexos e incidencia en el léxico 117
Rosana Pascual, Daniel Romero
Capítulo 10
Argel, re-argel, argeladísimo. Aproximaciones al español en uso en Misiones a
partir de algunos adjetivos 129
Silvia Insaurralde, Gustavo Simón
Capítulo 11
El español del NEA. Fenómenos identificados en la escritura de ingresantes
universitarios de la región 139
Hugo Roberto Wingeyer, Olga Natalia Trevisán
Capítulo 12
Los conectores discursivos en redacciones de alumnos ingresantes. Facultad de
Humanidades de la UNNE 149
Hugo Roberto Wingeyer, Silvina Espíndola Moschner, Alba García Rodríguez
Capítulo 13
Los numerales de las lenguas alacalufes 159
José Pedro Viegas Barros
Capítulo 14
Sistema de referêcia cruzada e caso em terena (aruák) 175
Valéria Faria Cardoso, Marlon Leal Rodrigues
Índice temático 189
Editoras del volumen 191
Contratapa 192
Evaluadores de los volúmenes digitales
Serie 2017
Lucía Bernardi
Rosana Pascual
Universidad Nacional de La Plata - CONICET
Centro de Estudios e Investigaciones Lingüísticos
luciabernardi@yahoo.com.ar
Universidad Nacional de La Plata
Valéria Faria Cardos rosanapascual@hotmail.com
UNEMAT-PNPD/CAPES/UEMS
valerifariac@gmail.com Daniel Romero
Centro de Estudios e Investigaciones Lingüísticos
Gabriela Patricia Comezaña Universidad Nacional de La Plata
Centro Universitario Regional Zona Atlántica - Universidad de Buenos Aires
Universidad Nacional del Comahue daniel.dromakd@gmail.com
gcoezana@gmail.com
María Victoria Sánchez
Silvina Espíndola Moschner Universidad Católica Argentina
Universidad Nacional del Nordeste
mvicsanchez@gmail.com
silvina.es.mo@hotmail.com
José Silva Garcés
Alba García Rodríguez
Universidad Nacional de Comahue
Universidad de Oviedo (España)
sg_jose@yahoo.com.ar
Universidad Nacional del Nordeste
albagarciarodriguez@gmail.com Gustavo Simón
Claudia Herczeg Universidad Nacional de Misiones
Universidad Nacional del Comahue simon.carlosgustavo@gmail.com
claudiaherczeg@gmail.com
Julieta Straccia
Silvia Insaurralde CONICET - Universidad Nacional de General Sarmiento
Universidad Nacional de Misiones Universidad de Buenos Aires
silvia.insaurralde@gmail.com julieta.straccia@gmail.com
Los capítulos que componen este volumen constituyen versiones ampliadas, arbitradas y
corregidas de avances de investigación inicialmente presentados en el XV Congreso de la
Sociedad Argentina de Lingüística, que tuvo lugar en la Universidad Nacional del Sur entre el 11
y el 14 de mayo de 2016. La obra forma parte de la tercera serie de volúmenes temáticos que la
institución, que hoy ha cambiado su nombre a Sociedad Argentina de Estudios Lingüísticos,
publica como parte de los resultados de sus convocantes y prestigiosas reuniones científicas
periódicas. El volumen ilustra la diversidad de perspectivas e intereses de la investigación
lingüístico-gramatical que se desarrolla en nuestras latitudes, y procura contribuir a su difusión.
En la primera sección del volumen se agrupan indagaciones elaboradas dentro del marco del
generativismo, en relación con la interfaz léxicosintáctica y la semántica léxica, y sus
implicancias en lo que concierne al caudal de información requerida o en la estructuración de las
construcciones o en los diferentes ítems léxicos, tanto en el ámbito verbal como en el nominal.
Gabriela Comezaña, en Las construcciones causativas del español como fenómeno de interfaz, se
cuestiona sobre el peso léxico del verbo hacer y se inclina a favor de postular que consiste en un
predicado con un único rasgo [+act], en consonancia con sus investigaciones previas, con la
prescindencia del rasgo [causa] como primitivo léxico. Todo esto implica que las interpretaciones
que obtiene en las diferentes configuraciones sintácticas se desprenden de la interacción con los
complementos con los que se combina. Por consiguiente, la autora propone que existe una sola
entrada léxica, de significado subespecificado de actividad, que en función de los otros ítems con
los cuales co-aparece, colma su significado.
Por su parte, María Eugenia Mangialavori y Nora Múgica, en De la raíz a la categoría léxica: los
adverbios de escala de propiedad, se cuestionan sobre la integración de los adverbios en la
estructura de cláusula, en particular sobre los adverbios predicativos, de base léxica adjetival
que denota propiedad. De ahí que analicen, a partir de una raíz léxica [√] categorialmente nula,
dos configuraciones divergentes para estos adverbios predicativos como la propuesta más
ventajosa para explicar la relación predicativa entre la propiedad denotada por √ y el argumento
sobre el que predica, dentro del dominio interno de Adv/VP. Con esto, la interpretación del
adverbio dependerá de su lugar de inserción en la estructura: más allá de los adverbios de
aplicativo alto, aquellos otros que establecen una relación semántica orientada a los participantes
—el sujeto o el producto/resultado— se describen como de función predicativa secundaria,
sensible a la estructuración interna del VP, de aplicativo bajo.
José Silva Garcés y Romina Trebisacce, a partir de la existencia de un operador aspectual
explícito en el groelandés occidental, proyectan para la gramática del español una categoría
equivalente, pero implícita, en Operador pluriaccional en español: lecturas iterativas/atélicas de
eventos no durativos. De esta manera, explican las lecturas iterativas de eventos inherente-mente
delimitados: los predicados en logro y los semelfactivos, mediante la adjunción del operador
semántico FREQ (van Geenhoven, 2004, 2005), que se adjunta a V y permite la pluralización de
subeventos comprendidos dentro del evento que denota V. Si se trata de un predicado de logro,
FREQ dispone hiatos entre los subeventos, incluso combinados con frases nominales singulares;
si se analiza un predicado semelfactivo, FREQ itera el evento.
En Cambio semántico en nombres abstractos: modifi-cación en los tipos de argumentos, Julieta
Straccia se ocupa de estudiar, dentro del marco del Léxico Generativo (e.g. Pustejovsky, 2006a y
2006b), cómo repercute la resemantización de algunos nombres abstractos sobre la estructura
diastrática y diafásica ni los emergentes del contacto con otras lenguas— como, desde una
perspectiva de orientación tipológica, en distintas lenguas indígenas americanas.
En Relaciones causales: estructuras, nexos e incidencia en el léxico, Rosana Pascual y Daniel
Romero enfocan aspectos relativos a la expresión española de la causalidad. Presentan una
revisión crítica del tratamiento del que tradicionalmente han sido objeto las subordinadas
causales y, asumiendo como marco teórico postulados de la Teoría de la Relevancia (e.g. Wilson y
Sperber, 2004), analizan las estrategias discursivas implicadas en la expresión de la causalidad
en dos cuerpos de datos: uno oral formal, compuesto por discursos de cuatro presidentes
contemporáneos de la Argentina, Venezuela y Ecuador, y el otro escrito, conformado por
producciones de niños que, en el área rioplatense, cursan el nivel primario de la escolaridad.
Sobre la base de las constataciones realizadas, los autores por una parte ratifican la suposición
de que las relaciones de causa-efecto tienden a interpretarse de modo inferencial, y por otra parte
concluyen que sus datos no avalan la distinción corriente entre construcciones causales del
enunciado y de la enunciación.
Los tres capítulos siguientes presentan resultados de estudios sobre la región dialectal
nordeste del español de la Argentina, también llamada «guaranítica» por la acusada influencia de
la lengua guaraní, que según Donni de Mirande (1992) abarca territorialmente las provincias de
Misiones y Corrientes y parte de las de Chaco, Formosa, Entre Ríos y Santa Fe. Desde el punto
de vista lingüístico, la región presenta peculiaridades que la distin-guen en el conjunto del país,
como lo ha señalado por ejemplo Fontanella de Weinberg (2000: 34) al separarla de las dos
macrorregiones, litoral y mediterránea, en las que divide el resto del español hablado en la
Argentina (la primera conformada por las regiones bonaerense, litoral en sentido estricto —con
foco de difusión en la ciudad de Rosario— y patagónica, y la segunda por las regiones del
noroeste, el centro —con foco en la ciudad de Córdoba— y Cuyo). Las indagaciones de las que se
informa en estos tres capítulos se ocupan de algunas de las particularidades referidas, en el
plano de la morfosintaxis de la lengua en uso.
En Argel, re-argel, argeladísimo. Aproximaciones al español en uso en Misiones a partir de
algunos adjetivos, Silvia Insaurralde y Gustavo Simón enfatizan las peculiaridades del español
misionero, sustentando la hipótesis de que presenta rasgos propios en el marco de la región
aludida, por un lado por la permeabilidad al portugués habilitada por la amplia frontera con
Brasil y, por otro lado, por el impacto de las lenguas importadas por la vía de la numerosa
inmigración ultramarina que la provincia recibiera. Insaurralde y Simón analizan los resultados
de una experiencia áulica con alumnos ingresantes a la universidad, que promovió la reflexión
sobre piezas léxicas características del habla misionera y la producción de textos que las
contuvieran, relevando la frecuencia con que fueron usadas y el modo en que lo hicieron, con
atención especial a los empleos adjetivales y su gradación.
También Hugo Wingeyer y Olga Trevisán, en El español del NEA. Fenómenos identificados en la
escritura de ingresantes universitarios de la región, trabajan sobre producciones escritas de
alumnos que inician su formación universitaria, en este caso nativos de las ciudades de
Corrientes y de Resistencia. Wingeyer y Trevisán registran en dichas producciones algunos de los
fenómenos morfosintácticos ya relevados en la región nordeste por Abadía de Quant (2000), en
su investigación pionera, y los clasifican, como lo hace esta autora, en «los que corresponden al
español general, los que se pueden interpretar como modalidades conservadoras de situaciones
que habrían sido comunes a todo el litoral y los que responderían a interferencia del guaraní»
(109). El registro que ofrecen, basado en trabajos prácticos y exámenes parciales de dos de las
asignaturas del primer año de carreras de la Facultad de Humanidades de la Universidad
Nacional del Nordeste, muestra la extensión de los fenómenos que Abadía de Quant relevara en
habla coloquial espontánea, que emergen aquí en la escritura académica.
Igualmente sobre la base de un corpus de producciones de jóvenes que inician sus estudios
universitarios, Hugo Wingeyer, Silvina Espíndola Moschner y Alba García Rodríguez, en Los
conectores discursivos en redacciones de alumnos ingresantes. Facultad de Humanidades de la
UNNE, advierten sobre la escasa variación estilística en lo que concierne a los mecanismos de
cohesión textual. Los autores notan que, sin importar la experiencia escolar previa de los
estudiantes, en los textos predomina, por un lado, una subutilización de los conectores que
Asuntos gramaticales 15
Introducción
ofrece el repertorio y, por otro, una sobreutilización de unos pocos marcadores discursivos. Esto
es, los ingresantes tienden a manifestar las diferentes relaciones discursivas sin conectores o
mediante un mismo conector, lo que revela la necesidad de desarrollar la competencia discursiva
de los jóvenes en los textos académicos.
Los dos últimos capítulos del volumen presentan resultados de estudios gramaticales
desarrollados sobre lenguas indígenas, de la costa sudoccidental de la Patagonia el primero y de
Brasil el segundo.
En Los numerales de las lenguas alacalufes, José Pedro Viegas Barros explora los sistemas
numerales cardinales de las lenguas de la familia lingüística alacalufe, que estuvo compuesta por
tres lenguas próximas: alacalufe meridional, central y septentrional. En la actualidad solo se
conserva en uso uno de los dialectos del alacalufe septentrional, el kawésqar, hablado por
habitantes de la Isla Wellington, en Chile, siendo esa la variedad lingüística de la respectiva
familia de la que se dispone de mayor documentación. A partir de los datos provistos por
descripciones previas, Viegas Barros analiza comparativamente los referidos sistemas numerales,
que se encuentran entre los menos complejos del mundo.
Por último, en Sistema de referência cruzada e caso em terena (aruák), Valéria Faria Cardoso y
Marlon Leal Rodrigues estudian en esa lengua, hablada en los estados brasileños de Mato Grosso
do Sul y São Paulo, los mecanismos de codificación de caso. Basan su descripción tanto en datos
elicitados en terreno, con un colaborador terena, como en entrevistas desarrolladas a través de
medios electrónicos, reconociendo la filiación de su trabajo de campo con las propuestas de
Matthewson (2004). Se ocupan, en particular, del mecanismo de codificación constituido por el
sistema de referencia cruzada, que resaltan en el conjunto por su especial relevancia y respecto
del cual ofrecen el primer acercamiento.
Para concluir estas palabras preliminares destacamos que, aunque los capítulos que
conforman el volumen constituyen solo una apretada muestra del curso de las investigaciones
actuales sobre temáticas afines, su inscripción en el amplio arco de perspectivas teóricas al que
hemos hecho referencia revela el carácter comprehensivo y plural de la Sociedad Argentina de
Estudios Lingüísticos, sostenido en sus cuarenta años de existencia.
Referencias bibliográficas
Abadía de Quant, I. (2000). «El español del nordeste». En: Fontanella de Weinberg, M. B. (ed.) El
español de la Argentina y sus variedades regionales (101-138). Buenos Aires: Edicial.
Company Company, C. (2004). «¿Gramaticalización o desgramaticalización? Reanálisis y
subjetivización de verbos como marcadores discursivos en la historia del español». Revista de
Filología Española, 1, 29-66.
Donni de Mirande, N. (1992). «El español actual hablado en la Argentina». En: Hernández Alonso,
C. (coord.) Historia y presente del español de América (383-411). Valladolid: Junta de Castilla y
León.
Fontanella de Weinberg, M. B. (2000). «Introducción». En: Fontanella de Weinberg, M. B. (ed.) El
español de la Argentina y sus variedades regionales (33-35). Buenos Aires: Edicial.
Matthewson, L. (2004). «On the Methodology of Semantic Fieldwork». International Journal of
American Linguistics, 70 (4), 369-315.
Pustejovsky, J. (2006a). «Empirical Approaches to Compositionality».
Recuperado de http://cs.brandeis.edu/~2006/ Pustejovsky. Lecture1.pdf
_____ (2006b). «Type Theory and Lexical Decomposition». Journal of Cognitive Science, 6, 39-76.
van Geenhoven, V. (2004). «For-adverbials, frequentative aspect, and pluractionality». Natural
Language Semantics, 12, 135-190.
_____ (2005). «Atelicity, pluractionality, and adverbial quantification». En: Verkuyl, H., de Swart,
H. y van Hout, A. (eds) Perspectives on Aspect (107-125). Netherlands: Springer.
Wilson, D. y Sperber, D. (2004). «La teoría de la relevancia». Revista de Investigación Lingüística,
7, 237-286.
Resumen
Introducción
Entre otros usos, el verbo hacer en español forma productivamente construcciones con frases
verbales de infinitivo o frases de complementante, y en tales estructuras adquiere un significado
causativo. Ahora bien, cabe preguntarse si ese significado está en la entrada léxica del verbo
hacer (esto es, si es de por sí un predicado causativo) o si se deriva en las construcciones en
estudio, mediante mecanismos por develar.
Comrie (1981), entre otros, observa que una situación causativa puede expresarse
lingüísticamente de numerosas formas: mediante el uso de conjunciones causativas o
resultativas (como porque, de manera que), preposiciones (por), predicados léxicos que incluyen la
noción de causa... Sin embargo, señala que, desde el punto de vista lingüístico, las expresiones
que resultan de mayor interés son aquellas que incluyen la noción de causación en el predicado,
sea en un verbo separado (como make, faire o hacer), sea como componente semántico (matar,
romper).
En esta investigación se abordarán las construcciones causativas analíticas o sintácticas del
español en las que el agente/causa/evento causante es introducido por el verbo hacer y su
complemento, el evento causado, puede ser una frase verbal de infinitivo, o bien una frase de
complementante, introducida por que y con un verbo conjugado en modo subjuntivo. Los valores
semánticos de tales alternativas serán similares; asimismo, también pueden tener una
interpretación semejante a la causativa léxica correspondiente, de ser esta posible (cf. 1.c):
Asimismo, el argumento externo puede ser animado, ya sea humano —como en los ejemplos
anteriores— o no humano (cf. 2), o bien inanimado (por caso, un fenómeno meteorológico o
climático, cf. 3):
Además, el evento (o estado) causante también puede ser representado por una cláusula:
4.a. Que no lloviera en meses (les) hizo perder la cosecha (a los chacareros).
4.b. Que no lloviera en meses hizo que los chacareros perdieran la cosecha.
La introducción del evento causante mediante hacer puede afectar construcciones con verbos
inergativos (5), inacusativos (6) y transitivos y, en este último caso, pueden ser causativos o no
(cf. 7 y 8):
En todas estas oraciones se interpreta que el sujeto sintáctico introducido por hacer es el
individuo o situación que causa el evento denotado por la cláusula de infinitivo o subjuntivo.
Mendikoetxea (2007) propone que los modelos de la interfaz léxico-sintaxis tratan tres cuestiones
fundamentales:
¿Cómo aparecen listadas las unidades lingüísticas en el léxico? ¿Cuáles son los
primitivos léxicos?
1 Por supuesto, la oración es gramatical si es el cantante quien abrió las puertas; entiendo que la oración
también puede denotar ciertos casos en que hace que otros abran las puertas (en un concierto), así como
ocurre con construir: Estoy construyendo (mi casa) no significa que lo esté haciendo con mi propias
manos, sino que estoy haciendo que otros la construyan.
2 Gramatical si es el maestro quien lee.
¿Qué tipo de operaciones se realizan en el nivel léxico? ¿Qué es lo que define una
operación léxica frente a una operación sintáctica?
¿Cuál es el mecanismo por el cual las representaciones léxicas se convierten en
representaciones sintácticas? ¿Cómo se realiza la proyección del léxico a la sintaxis?
Es decir, un modelo de interfaz deberá proveer una lista de primitivos léxicos, un conjunto
(limitado) de reglas o principios de formación de estructuras léxicas y un conjunto de reglas o
mecanismos de enlace o proyección.
Como señala la autora, las alternancias verbales, la polisemia regular y el comportamiento
inestable de ciertos verbos han significado, tradicionalmente, algunas de las cuestiones
problemáticas para estas investigaciones; es decir, entre sus desafíos se encuentra explicar por
qué ciertos verbos pueden aparecer en distintas configuraciones sintácticas, o pueden tener
significados «múltiples».
Un verbo de este tipo es hacer, que alterna el uso “causativo” que aparece en las
construcciones en examen con otros: a veces funciona como verbo «liviano», «de apoyo» o
«soporte» (hacer uso o hacer mención); en otras estructuras conlleva un significado de
«producción» o «creación» (hacer una torta/hacer un plano) o bien simplemente de actividad (hacer
playa, hacer calle, cf. Comezaña, 2016a), o en construcciones impersonales como hace tiempo
que… o hace frío/calor. Por eso resulta interesante abordarlo en la interfaz léxico-sintaxis, en
procura de un análisis de hacer que explique su comportamiento variable.
Asimismo, el estudio de las causativas analíticas puede echar luz sobre la investigación sobre
el rasgo [+causa] y su inclusión en el conjunto de primitivos léxicos.
Por lo demás, en la interpretación causal se cruzan cuestiones lingüísticas y conceptuales,
pues cabe preguntarse qué aspectos de nuestra conceptualización de la causalidad (que
seguramente no coincide con la concepción física o científica de la causa) se codifican en el
lenguaje, y cómo.
La pregunta por el origen de la interpretación causal de una estructura como el payaso hacer reír
a los niños tendría dos posibles respuestas: o bien el verbo hacer tiene asociado el rasgo [+causa],
o bien el significado causativo se deriva de la estructura sintáctica que pone en relación los dos
eventos, el causante (el payaso y sus monerías) y el causado (la risa de los niños).
En busca de un modelo de la interfaz léxico-sintaxis más elegante teórica y conceptualmente,
de mayor alcance empírico y más minimalista (en términos de Demonte, 2006), la segunda
parece ser preferible, por cuanto permite postular un léxico más económico, en la medida en que
hacer estaría asociado con un único significado léxico básico y los distintos matices
interpretativos se derivarían composicionalmente al computar tal significado con el de los
elementos que lo acompañan. Por lo demás, parece más coherente con la idea de que la causa es
una relación entre dos eventos: si es así, entonces es razonable esperar que se desprenda de una
estructura o configuración en la que se evidencie esa relación, y no que se codifique en un núcleo
léxico o funcional.
Este argumento está en línea con la Teoría del Léxico Generativo, según la cual el léxico no es
fijo ni estático, sino un sistema de representación independiente, activo y dinámico, donde las
entradas léxicas tienen información mínima y subespecificada y, por ello, son flexibles y pueden
adquirir sentidos diversos en el contexto, a partir de principios y mecanismos regulares de
composición de significados, en interacción con otros componentes de la gramática, de una
manera predecible y bien definida (cf. Pustejovsky, 1995: 38, traducción mía).
Sintéticamente, las combinaciones de palabras se rigen por mecanismos de concordancia de
rasgos léxicos, presentes en esa definición subespecificada de las palabras, codificada en cuatro
niveles: la estructura argumental (que especifica el número y tipo de argumentos que acompañan
a esa unidad y su realización sintáctica), la estructura eventiva (que da cuenta del tipo de evento
denotado), la estructura qualia (que define los atributos y relaciones esenciales de objetos y
eventos, los cuales inciden en el modo en que el ítem se inserta en ciertos contextos sintácticos,
Asuntos gramaticales 21
Comezaña, Gabriela Patricia
3 De Miguel (2008) propone que hacer conlleva el significado básico de ‘crear algo’; en cambio, en
Comezaña (2016) proponemos que este ítem solamente está asociado a un rasgo de actividad básico [+act]
y que la noción de creación es derivada. En otras palabras, es probable que en todos sus usos (o en la
mayoría), hacer solo aporte información temporal/aspectual e introduzca el argumento externo; en
consecuencia, los distintos valores que adquiere dependen del tipo de complemento con el que se
relaciona. De tal modo, hacer siempre operaría como verbo soporte.
— La relación entre ambos es tal que el hablante cree que la ocurrencia del segundo evento
(causado) se ha dado en un tiempo t 2 , que es posterior a t 1 (el tiempo del evento
causante).
— La relación entre el evento causante y el evento causado es tal que el hablante cree que
la ocurrencia del segundo es totalmente dependiente de la ocurrencia del primero y,
asimismo, que el evento causado no habría tenido lugar en ese tiempo particular de no
haber ocurrido el evento causante, manteniéndose igual el resto de la situación.
En el marco teórico generativista (donde los estudios sobre la expresión de la causa tienen una
extensa tradición), Hale y Keyser (2002) sostienen que la noción causal surge cuando un evento
implica otro evento. Entonces, para este modelo sintáctico-céntrico, la relación de causa es la
interpretación de una determinada estructura, [V 1 [V 2 ]], donde V 1 es el verbo vacío no marcado y
V 2 es una construcción verbal, complemento de V 1 . En la notación preferida actualmente, V 1 es
v, y V 2 es V. Por otra parte, vale aclarar que Hale y Keyser solo se ocupan de las estructuras
léxico-relacionales de predicados causativos léxicos y no de las estructuras causativas
sintácticas.
Entiendo que resulta asimilable a la anterior la propuesta semántico-céntrica de Pustejovsky
(1995) para la noción de causación y su lexicalización, pues también destaca la existencia de dos
eventos y la necesidad de una relación de precedencia, total o parcial, del causante (e 1 ) respecto
del resultante (e 2 ). De tal modo, un predicado causativo es una relación entre dos subeventos y
dos individuos x e y, tal que existe alguna relación entre x e y en el origen (bringing about), el rol
AGENTIVO, del estado resultante de y (el rol FORMAL), donde este estado P(e 2 , y) no existía
antes. La representación más simple de la relación causativa asociada a un ítem léxico,
subespecificada respecto de su núcleo eventivo y por ello realizable de distintas formas
sintácticas, se llama Paradigma Causativo por Defecto y es la siguiente:
ARG1 = 1
ARGSTR =
ARG2 = 2
default-causative-lcp
QUALIA =
FORMAL = α_result (e2, 2 )
Asuntos gramaticales 23
Comezaña, Gabriela Patricia
eventivo permite dar cuenta de al menos tres clases semánticas asociadas a la estructura:
De este Paradigma Causativo por Defecto nos interesa destacar que el primer evento (e 1 ) se
indica como un proceso, mientras que su quale agentivo es «actividad». En otras palabras, el
paradigma léxico-conceptual de la causación involucra la relación entre una actividad y un
resultado. Así, si bien no queda claro que Pustejovsky descarte la existencia de [causa] como un
rasgo abstracto en la descomposición semántica de los verbos, lo cierto es que, en su propia
propuesta, esta puede reducirse a la relación entre un proceso o actividad y un estado.
A diferencia de un ítem causativo léxico, Pustejovsky propone una estructura diferente para las
construcciones con make o hacer, pues en ellas no se aplica la condición de que exista
coherencia argumental (esto es, make o hacer no debe ligar necesariamente a uno de los
argumentos del evento afectado), sino que se requiere coherencia eventiva entre los eventos
denotados por hacer y la cláusula de infinitivo o subjuntivo, pero no necesariamente deben
contener argumentos en común.
De aquí deriva la posibilidad de que estos causativos tengan muchas interpretaciones, algunas
debidas a la unificación de la qualia, otras inespecíficas desde el punto de vista semántico.
Propone el siguiente árbol para la estructura eventiva de hacer (en el caso, hacer morir/que
muera):
Gráfico n.° 2
En todos estos casos, el evento «causado» es un evento que puede interpretarse en forma
completa por sí solo (el hablante ama el fútbol, corría tres millas al día o escribió una novela
histórica), de modo que el hecho de que aparezca como complemento de hacer, así como su
dependencia temporal respecto de aquel (dada por la flexión temporal), lleva a entenderlo como
posterior a la circunstancia denotada (o protagonizada) por el sujeto del verbo hacer; también se
infiere que la existencia del estado, proceso o transición resultante podrían no haberse dado de
no haber existido aquella circunstancia precedente. Es decir, entre los dos eventos existe alguna
relación tal que el evento denotado por e 3 no existía antes de e 2 .
Ahora bien, es de destacar que no cualquier elemento lingüístico que exprese un evento
inducirá el significado causal de hacer. En efecto, una frase nominal o una frase de determinante
que denote un evento no dispara tal lectura (cf. Masullo, c.p.), como se muestra en los ejemplos
siguientes 4:
Los nombres conflicto, guerra y fiesta son nombres que denotan eventos, y prueba de ello es
que pueden ser sujetos de predicados como tener lugar, durar u ocurrir (cf. Picallo, 1999):
Asuntos gramaticales 25
Comezaña, Gabriela Patricia
Como surge del Paradigma Causativo por Defecto y del análisis de make (asimilable a hacer) de
Pustejovsky (1995), hay similitudes entre las propiedades de las construcciones causativas
analíticas y las de los predicados causativos léxicos, y en ninguno se incluye un rasgo [+causa],
sino la relación entre una actividad y un resultado, o entre un evento y un resultado.
Esto es, así como se plantea que el significado causativo del núcleo hacer se desprende de la
relación temporal entre eventos, se puede postular algo similar para los verbos bieventivos (o
bicapa), en los cuales la capa superior se considera la causa de la inferior. Este significado se
podría vincular entonces con la configuración de la estructura subléxica, pero no con un rasgo
semántico específico 5.
La idea de que la causa no es un primitivo que, como se dijo, puede desprenderse del análisis
de Pustejovsky (1995), ha sido sostenida por varios autores.
Así, Gallardo (2007) estudia los espacios sintácticos para la causa en la lengua española desde
una perspectiva (neo)construccionista y recuerda que se ha señalado que la expresión primaria y
más icónica de la causatividad serían las construcciones coordinadas bioracionales (como en
Gritaron y salí corriendo, cf. Gallardo, 2007: 23), y el resto de las formas de codificar esa relación
resultarían de la gramaticalización de aquellas. Como se ve en tales estructuras coordinadas,
continúa, la noción causal no se encuentra codificada en ningún elemento sintáctico o léxico,
sino que la precedencia temporal del primer evento respecto del segundo conlleva tal lectura. En
otras palabras, la causa sería una relación entre eventos independientes que pueden o no
expresarse gramaticalmente. Así, para el autor, la causa se codifica en las relaciones temporales
consecuentes.
Al relacionar la estructura sintáctica con las relaciones temporales entre eventos, Gallardo
(2007) plantea que a cada manifestación gramatical de la causatividad se podría asociar una
forma de causación, en virtud de la cohesión temporal de los eventos implicados:
— los verbos transitivos solo presentan una proyección verbal, lo que se asocia con un
único evento (o dos eventos casi simultáneos), que codifica mayormente relaciones
físicas de causación (romper, abrir);
— por su parte, las construcciones hacer + infinitivo presentan un núcleo agentivo
independiente y el verbo en infinitivo anclado a la interpretación temporal de hacer, lo
que codifica dos eventos relativamente próximos, con cierta forma de contacto con el
causante; se expresan así relaciones de causación por indicación, orden o petición del
causante (hacer romper, hacer abrir);
— las causativas de subjuntivo, por último, permitirían el mayor grado de independencia
temporal entre los eventos (hacer que rompa, hacer que abra) (cf. Gallardo 2007: 19-20 y
22) 6.
Entonces, según Gallardo, hacer es una partícula funcional cuyo único contenido semántico es
la morfología de un verbo transitivo, sin rasgos de causatividad, y constituye un morfema
temporal y aspectual libre que ocupa el lugar del núcleo verbal liviano que introduce el
argumento externo (asociado con el evento causante y, por ello, portador de una temporalidad
implícita). De tal modo, la estructura sintáctica solo codifica (icónicamente) las relaciones
temporales que hay entre la presencia del argumento externo y el resultado.
En este análisis, los núcleos verbales livianos del español forman predicados transitivos por
incorporación (como quemar) o bien se manifiestan mediante la forma de significado mínimo
hacer (por ejemplo, hacer arder). Así, la única morfología relevante para la causa en español es el
núcleo v, que introduce una relación de «originador» o «fuente», y «que toma la forma hacer
cuando requiere independencia léxica» (cf. Gallardo, 2007: 26), puesto que el «espaciamiento de
5 Hale y Keyser (1993 y 2002) recurren a las paráfrasis con verbo liviano para analizar las propiedades de
los ítems léxicos.
6 Por razones de espacio, dejo aquí de lado la discusión acerca de si la distinción entre causa directa y
las formas más complejas da cabida a información de naturaleza temporal y aspectual para
codificar con precisión el grado de separación que media entre el evento causante y el causado»
(Gallardo 2007: 5, el énfasis pertenece al autor).
En síntesis, los verbos transitivos y las causativas analíticas conllevan fundamentalmente la
misma estructura verbal y argumental, pero con diferente volumen de información temporal y
aspectual.
También Cuervo (2008) analiza los núcleos sintácticos que conforman las distintas estructuras
argumentales en que pueden participar los verbos transitivos simples y causativos. En
particular, propone que existen tres tipos de núcleos v, correspondientes a tres tipos de eventos:
vDO (asimilable a [+act]), que se encuentra en los predicados de eventos dinámicos de actividad),
vGO (propio de los predicados de eventos dinámicos de cambio, movimiento o suceder) y vBE
(que corresponde a los predicados estativos, incluidos los existenciales). Tales núcleos forman
estructuras simples monoeventivas o se combinan para formar estructuras bieventivas
complejas:
Los verbos causativos requieren objeto pues este es un argumento licenciado como sujeto (en
posición de especificador) del estado resultante expresado por el núcleo v inferior. Dado que este
argumento participa, además, como objeto del evento superior, su interpretación es siempre de
paciente. Como se ve, también aquí la causación se postula como un significado configuracional,
de modo que se supone que no existe un predicado atómico o núcleo [+causa], ni sintáctico ni
semántico. El significado se compone, y la manera queda inespecificada (por eso también la
variedad de interpretaciones que puede tener el hacer en las causativas analíticas).
En sentido similar, Múgica (2002) analiza los verbos de cambio obtenidos por derivación
morfológica y da cuenta de que, en su estructura, la constante de significado es el cambio de
estado, del cual puede inferirse un evento marcado por el predicado [+ACT], que define un
participante causante. El conjunto así formado denota una Causa, que se infiere de tal
estructura.
En síntesis, pueden descomponerse semánticamente los predicados causativos léxicos sin
recurrir a la existencia de un rasgo [+causa], sino derivando esta noción de la estructura que
pone en correlación dos eventos sucesivos en el tiempo.
Conclusión
Creemos que el abordaje aquí delineado para las construcciones causativas con hacer en español
permite mantener un análisis unificado del verbo en cuestión, según el cual este ítem léxico se
asocia con un único rasgo [+act] (cfr. Comezaña, 2016a y 2016b) y los significados que adquiere
en las diversas configuraciones sintácticas en que aparece se derivan de su interacción con los
complementos que lo acompañan. Tenemos así una única entrada léxica, con un significado
subespecificado de actividad, que se «rellena» con otros significados en virtud de sus relaciones
con los ítems con los que co-aparece.
Tal solución es deseable en términos teóricos, en tanto la explicación resulta más económica y
elegante, a lo que se suma su compatibilidad con la descomposición de los causativos léxicos
(como romper o matar) que han postulado varios autores, prescindiendo de la existencia del rasgo
[causa] como primitivo léxico.
No obstante, quedan muchas cuestiones pendientes:
Podría plantearse que, más que ser el resultado de la operación de un mecanismo semántico (à
Asuntos gramaticales 27
Comezaña, Gabriela Patricia
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Asuntos gramaticales 29
Comezaña, Gabriela Patricia
Nora Múgica
nmugica@arnet.com.ar
UNR
Rosario, Argentina
Resumen
Este trabajo aborda la semántica y sintaxis de los adverbios deadjetivales españoles. Como
primera aproximación, planteamos cuatro clases naturales de acuerdo con la función semántico-
sintáctica establecida por el adverbio [Adv].
A partir de un análisis no derivacional (raíz léxica [√] categorialmente nula), buscaremos
identificar aspectos configuracionales y no configuracionales que inciden en el comportamiento
semántico-sintáctico de Adv. Dentro del marco teórico de la sintaxis-L (Hale y Keyser, 2002 i.a.),
planteamos dos configuraciones mínimamente divergentes como respuesta preliminar a los
patrones observados. Tal esquema permite captar la relación predicativa entre la propiedad
denotada por √ y el argumento sobre el que predica, contenida en el dominio interno de Adv/VP,
considerando dos subtipos relativos a los usos comparables a la predicación secundaria. Los
casos donde el adjunto (Adv) no sugiere una relación semántico-sintáctica estrecha con tales
argumentos, sino que se comporta como un aplicativo alto, definirían una tercera instancia
diferenciadas empírica y analíticamente de forma clara y predictible. Cuarta instancia, el análisis
de verbos inergativos como trabajar/hablar abre la posibilidad de considerar estos casos como
una instanciación particular del patrón resultativo débil y sugerir paralelos de interés con la
predicación secundaria resultativa adjetival (e.g., Trabajar prolijo/prolijamente), una construcción
en principio no disponible en español pero productiva en este esquema. La variante adjetival
resulta empíricamente relevante, en tanto la concordancia marca una diferencia estructural clave
entre distintas clases naturales sugeridas en este trabajo. Desde el punto de vista analítico, las
características configuracionales comunes de A y Adv explican la correlación observada que, de
extenderse a P, supondría un correlato estructural pleno dentro del grupo de las categorías
léxicas originadas por núcleo birrelacional.
Las preocupaciones centrales pasan por (i) √ como potencial condicionante de la selección de
complemento; (ii) las consecuencias semántico-sintácticas de la configuración en la que √ se
inserta.
Introducción
La cuestión de cómo los adverbios se integran a la estructura de la cláusula constituye un
rompecabezas de larga data. Las variables consideradas —y las tipologías desarrolladas en
consecuencia— varían significativamente.
Un primer antecedente es la clasificación de los adverbios como operadores de predicados y
operadores de oraciones (Thomason y Stalnaker, 1973). Tal división corresponde,
aproximadamente, a la distinción un poco más familiar entre dominio verbal [VP] y cláusula—lo
cual en cierta forma reduce las alternativas de dominio de modificación del adverbio [Adv] a dos:
la proyección funcional flexiva [IP] y el sintagma verbal [VP], remontándonos a la propuesta
original de Jackendoff (1972) i.a.
Partiendo de esta distinción, en principio hay dos formas de analizar la distribución y
clasificación adverbial: suponer que hay principios semánticos que determinan la aparición de
cierto tipo de modificador adverbial dentro de ciertos dominios; o alternativamente, apelar a que
lo que determina la interpretación del adverbio es su punto de inserción en la estructura, y que
la distribución adverbial está regulada por la sensibilidad de diferentes tipos de adverbios a
rasgos contenidos en la configuración estructural (cf. Travis, 1988 i.a.).
Una pregunta relacionada concierne al posible análisis de los adverbios o bien como adjuntos o
bien como especificadores. Hasta hace poco, los adverbios eran comúnmente analizados como
elementos introducidos en la estructura mediante adjunción (cf. Zubizarreta 1987 sobre
variabilidad en la relación argumental entre el adverbio y la categoría sintáctica modificada). No
obstante, el enfoque de adjunto es cuestionado por un número de investigadores (e.g. Cinque,
1999; Alexiadou, 2002 i.a.) que defienden, en cambio, perspectivas de análisis según los cuales
los adverbios ocupan posiciones de especificador de proyecciones funcionales 1. Esta hipótesis no
ha quedado libre de cuestionamientos tampoco. De hecho, se ha intentado revivir el enfoque
tradicional del adjunto, precisamente partiendo de una serie de deficiencias de la hipótesis del
adverbio en especificador: por caso, el enfoque del especificador tiende —en términos muy
generales— a ignorar las propiedades semánticas de los adverbios. Consecuentemente, algunos
investigadores consideran dudoso que la información sintáctica estimada baste por sí sola para
lograr una explicación satisfactoria de la distribución adverbial. Otro problema para la hipótesis
de los especificadores es el creciente número de hechos que favorecen la hipótesis del adverbio
como complemento de V (cf. Alexiadou, 2002 i.a., para referencias y resumen del debate).
Dados los casos a considerar en este estudio, tanto el punto de integración en la estructura
(incluso dentro de VP), como la relación semántica establecida entre el Adv y el constituyente
modificado, se sostienen como problemas centrales.
La variable más importante está dada por el grupo de adverbios designados como ‘adverbios
predicativos’. El problema que queremos analizar aquí es que, al menos intuitivamente, ciertos
adverbios participan en una predicación equiparable a la predicación secundaria clásica,
adscribiendo una propiedad a uno de los participantes del evento denotado por el verbo. Aquí,
aparecen dos condiciones características de la predicación depictiva: (i) el adverbio se interpreta
como designación de una cualidad que aplica verdaderamente a un argumento (externo, Juan);
(ii) la aplicación de la propiedad coincide con la duración de la eventividad.
1 Para resumir, en este marco la adjunción no está permitida, los especificadores son licenciados a través
del cotejo de rasgos con un núcleo, y las proyecciones de X tienen estricto ordenamiento especificador-
núcleo-complemento. Así, las clases de adverbios individuales están sintácticamente licenciadas como
especificadores de proyecciones funcionales con contenido relevante semánticamente en el dominio
clausal.
! ⟹ Lectura depictiva con respecto al sujeto: Juan fue #hermoso, #vago, #ligero, #liviano
cuando habló.
⟹ Lectura resultativa: El discurso resultó hermoso, vago, ligero, liviano.
Ciertamente, estos casos divergen de las condiciones antes observadas: por el momento, en
términos intuitivos, pareciera que lo que se designa en estos casos es una propiedad (hermoso,
vago, ligero, liviano) que aplica al resultado/producto del evento, más que a sus argumentos
explícitos —como en (1)— o al evento en sí, como veremos en (3). Una paráfrasis aproximada
sería ‘Juan habló de tal manera que su discurso resultó hermoso, vago, ligero, liviano, etc.’ 2.
Otros casos se apartan no trivialmente de estas dos instancias: son los adverbios cuya función
parece ligada a representar gramaticalmente una propiedad (designada por la raíz léxica [√])
relativa al modo/frecuencia en la que se desenvuelve el evento, independientemente de los
participantes.
A primera vista, no hay nada que dictamine que la propiedad insistente de (3) determine un
adverbio con una cierta interpretación. O que la base correspondiente a la propiedad adjetival
hermoso de (2) tenga características semánticas y sintácticas significativamente divergentes
respecto de las sugeridas por claro en (1).
A partir de estas cuestiones surgen preguntas de interés:
(4) (i)¿En qué medida los hechos relativos a la distribución adverbial son predecibles
directamente desde la semántica, y hasta qué punto son cuestiones configuracionales
las que median la conexión?
(ii) En tanto haya variables configuracionales involucradas, ¿cuáles son?
(iii) Parece que existen zonas o campos que definen (rangos de) posiciones para tipos de
adverbios con consecuencias semánticas directas. ¿Por qué es así, y cuáles son las
propiedades (sintácticas y semánticas) de estos dominios? ¿En qué dominio se ubica el
locus de variación/condicionamiento?
(iv) ¿Por qué los adverbios predicativos son diferentes en su distribución de otros tipos?
(v) ¿En qué medida el léxico desempeña un papel en la determinación de la distribución
de los complementos? ¿Cómo se podría explicar esto?
En suma: este trabajo aborda el problema de cómo la propiedad contribuida por una √ se
manifiesta gramaticalmente en los adverbios ‘deadjetivales’ y qué condiciones son gramaticalmente
relevantes. La cuestión ha sido estudiada en torno a la realización de estas √ como adjetivos y
verbos ‘deadjetivales’, y dio lugar a importantes generalizaciones empíricas (Bolinger, 1971;
Cruse, 1980; Hay, Kennedy y Levin, 1999) cuya validez interlingüística se legitima con la
aparición de nuevos patrones verbales. Creemos que la exploración del problema en la variante
Adv (i.e., adverbios deadjetivales) puede aportar nuevas pruebas que consoliden —o
restrinjan— las generalizaciones intercategoriales encontradas hasta el momento.
2 A diferencia de los adverbiales relacionados con el evento en general, los predicados secundarios
(depictivos) expresan una propiedad secundaria del sujeto o del objeto que se sostiene por lo menos por la
duración del evento denotado por el verbo (Cf. La noción de Rothstein (2003) de la conectividad tiempo-
participante).
Asuntos gramaticales 33
Ma. Eugenia Mangialavori Rasia, Nora Múgica
Trabajaremos bajo el supuesto de que una teoría del significado de los adverbios predicativos
debe comprender dos dimensiones: el rol en la estructura (léxico)sintáctica mínima en la que se
realiza (determinación configuracional); el rol del componente semántico (propiedad) que aporta
la √ como condicionante de la realización configuracional.
Primero presentamos los antecedentes en nuestro estudio de estas raíces en el sistema
léxicogramatical español, de lo cual tomamos fundamentos empíricos para un enfoque
construccional moderado (à la Hale y Keyser, de aquí en más [HK]) del problema. Luego,
describimos brevemente una opción analítica, como ejemplificación de propuestas alternativas
dentro del gran marco de la sintaxis-L. A continuación, marcamos cuestiones que demandan
una visión más articulada de la estructura verbal. Por último, sugerimos variables y patrones
empíricos relevantes que deberán figurar en un lugar prominente de cualquier análisis que
busque una explicación exitosa del problema 3.
Comenzamos, entonces, por introducir pautas que marcan las ventajas del análisis
construccional, preservando un grado de codificación léxica para condicionamientos relevantes.
Antecedente
El presente trabajo se enmarca en un proyecto de investigación más amplio que, entre otras
cosas, busca un análisis más sistemático de los aspectos de significado determinados a nivel
configuracional, por un lado, y a nivel léxico, por el otro. Apuntamos a la distinción de
características propias de ciertas categorías léxicas, de propiedades compartidas con otras
realizaciones categoriales de la misma √, y de otras no sistemáticas que quedarían contenidas a
nivel léxico.
En nuestro trabajo anterior sobre el aporte de la √ (Múgica y Mangialavori, 2017), comparamos
verbos ‘deadjetivales’ y adjetivos, a los fines de cuestionar la noción tradicional de que tales
verbos tienen como base un adjetivo propiamente dicho (HK, 1993 et seq.; Hay et al., 1999).
Aquí, consideramos esta propuesta como fondo de discusión porque aparece en análisis previos
de los adverbios deadjetivales españoles (e.g. Ramalle, 2001 4). La hipótesis opuesta (no
derivacional) —√ categorialmente neutra— se sustenta sobre la base de diferencias y semejanzas
empíricamente manifiestas entre una y otra realización, así como en la necesidad de evitar
problemas relativos a la falta de definición ontológica de la base léxica 5.
En resumen, el trabajo anterior se conecta con un amplio corpus de literatura existente sobre
el aporte semántico de la raíz en la predicación designada por verbos y adjetivos
derivacionalmente relacionados. La etapa de investigación actual se centra en los adverbios con
la misma base léxica (una raíz denotadora de escala de propiedad) considerando tres cuestiones
centrales:
3 Por tratarse de una primera aproximación al tema, y especialmente dados los límites de la presente
exposición, el objetivo central del trabajo estará concentrado en este último punto.
4 Bajo una tipología y ontología completamente diferente, Ramalle coincide, en términos generales, con la
presente propuesta en que los lugares de generación de Adv están justificados semánticamente y defiende una
determinación (léxico) semántica impartida por la base adjetival. No obstante, hay varias discrepancias que por
motivo de espacio no discutiremos. Por ejemplo, la vinculación de los SOA con el evento choca con la
observación de que la combinación con estativos es natural en español (e.g. María ama
libremente/apasionadamente/incondicionalmente/intensamente/desinteresadamente/sinceramente a Juan)
5 Ante estas dificultades, HK (2002, 2005) vacilan entre una categoría léxica completa, un núcleo léxico
(head ), o bien un núcleo no proyectado (como mencionaremos más adelante). La pregunta empírica es: si
A y V tienen puntos en común y puntos divergentes, ¿dónde se traza la línea de esa base común y dónde
se restringe este aporte?
Como anticipábamos, los predicados adverbiales determinados por las raíces consideradas
parecen estar asociados con aspectos funcionales diversos, de acuerdo con la relación semántica
establecida en cada caso por Adv con respecto a la configuración en la que se inserta. Sobre esta
base, propondremos una tipología preliminar que diferencie clases de Adv conforme la relación
semántico-sintáctica establecida.
Según lo observado en la Introducción (cf. (1)-(3)), una primera división se da entre los
adverbios que establecen una relación semántica orientada a los participantes —ya sea el sujeto
(8), ya sea el producto/resultado (7)—, frente Advs que o bien introducen el marco en el cual se
produce el evento (6), o bien determinan la modalidad del evento (e.g. frecuencia)(9). Mientras los
dos últimos casos se acercan al esquema tradicional del aplicativo alto (Adv como modificador del
evento), los dos primeros casos podrían describirse como una función predicativa secundaria
sensible a la estructuración interna del VP.
6 Dos aclaraciones con respecto a los datos/ejemplos. Primero, nos abstenemos de potenciales
complementos que puedan completar la predicación (e.g. comitativo, locativo) a fin de no distorsionar el
pareo relevante. Segundo, los adverbios deadjetivales seleccionados en las series corresponden a los que
mayor productividad muestran de acuerdo a las búsquedas específicas en corpus.
Asuntos gramaticales 35
Ma. Eugenia Mangialavori Rasia, Nora Múgica
Nótese, además, que la función predicativa secundaria (resultativa en (7), subjetiva en (8))
difiere del adverbio con alcance sobre el evento agentivo (10) y del que alcanza al subevento
incoativo/resultativo (e.g. instantáneamente). También se diferencian de los adverbios que
introducen una propiedad no asignada a los participantes ni al evento en sí, sino
correspondiente al juicio del hablante (evaluativos) (11). La tipología propuesta se resume en (12).
Ahora, ¿cómo es la estructuración donde √ se aloja en cada caso? ¿Puede haber diferencias no
triviales relativas al análisis teórico? ¿Hasta qué punto la variable configuracional puede explicar
las divergencias semánticas relevantes?
Hasta donde llega nuestro conocimiento, caben al menos dos maneras de explicar la relevancia
del Adv desde la perspectiva general del Adv como complemento. Veamos, primero, una
alternativa a HK. Por motivos de espacio, nos limitaremos a una presentación mínima del
asunto.
Como referencia inicial, podríamos tomar la propuesta de Adv como aplicativo alto (cf. Marantz,
para resumen y trabajos allí citados).
Tal esquema propone una sintaxis-L para los adjuntos de SV, también dentro del marco
planteado por HK (1993 et seq.), analizados como PP sometidos a Merge con VP (como aplicativo
alto, en sentido de Pylkkänen, 2008), según un tratamiento donde la fusión de los VP y adjuntos
da lugar a una relación figura-fondo talmiana ¡Error! No se encuentra el origen de la
referencia. mediante el cual los VP se interpretan como sujetos (Figura), y el adjunto (Adv) como
predicado (Fondo).
(13)
pP
vP p’ Fondo
Juan trabaja p PP
Figura P DP
en New York (cf. Gallego, 2010: 192(17)).
7 Preservamos la denominación inglesa en tanto los términos específicos retoman nociones empleadas en
tipologías adverbiales más amplias consideradas en la literatura (e.g. Maienborn y Schäfer, 2011). Esta
decisión expositiva se extiende al trabajo en general.
(14) pP
vP p’ Fondo
Juan p adv
habla
Figura adv √P
√public(o) [FSA]
[…-mente]
√satisfactori(o) ¡[ROA]
√just(o)√dulc(e) ¡[SOA]
√frecuent(e) ¡[FOA]
(17) [∃ e: trabajar (e) y Agente (Juan, e) y estado (alegremente, e) y (los viernes, e)]
Propuesta de análisis
Asuntos gramaticales 37
Ma. Eugenia Mangialavori Rasia, Nora Múgica
(18) vP SOA
’v
v° DO advP (≈SC)
trabajar
DP adv’
Para explicar el caso de los ROA, necesitamos aclarar otro aspecto fundamental del análisis de
HK: los verbos inergativos son tratados como transitivos encubiertos, generados por
incorporación de una base léxica —en muchos casos, realizada alternativamente como N en
8 Desde este punto de vista la estructura argumental del verbo léxico con argumento externo —ya sea un
español e inglés —proveniente de la posición de complemento de un verbo liviano (e.g. voDO nulo,
cf. McIntyre 2004; Folli et al., 2005, i.a.).
Pensemos que estos verbos han sido principalmente estudiados por dos aspectos relevantes:
uno, por admitir usos transitivos con sintagmas determinados por elementos birrelacionales que
denotan resultado, en una construcción caracterizada por su similitud en distribución y sintaxis
con la construcción resultativa y considerada como subclase de ésta (cf. Levin, 1993:99).
Segundo, los miembros de este conjunto de verbos (creación/transformación) se caracterizan
semánticamente por describir producción o labor creativa, permitiendo la expresión de un
resultado a través de una estructura PP/AP/AdvP, pero sin autorizar la expresión sintáctica del
objeto (planteado como una especie de cognado, cf. Levin, 1993:177) 9.
Dada la relación semántica de la propiedad base del ROA con este objeto —pensemos en la
intuiciónacerca de que es el producto de la acción (creativa) de Juan lo que recibe la propiedad
satisfactorio, exitoso, etc.— y siguiendo la noción de que estos verbos involucran una base
‘nominal’ que especifica el objeto producido, es posible considerar que en este caso la posición de
especificador queda semánticamente subespecificada, habilitando la coindexación con el
componente que la gobierna (i.e. V). En la estructura de ¡Error! No se encuentra el origen de
la referencia., el argumento dado al Adv sería un pronombre nulo anafóricamente relacionado al
complemento interno —la forma nominal conflada con vo, la cual provee material léxico-
semántico a vo (v DO ) 10. De esta forma, v y Adv comparten un argumento (cf. Kratzer, 2003 para
un análisis similar). Los dos elementos léxicos (√trabaj(o)/√satisfactori(o)) operarían
conjuntamente para especificar el resultado de la actividad representada gramaticalmente como
predicado verbal a través de un verbo liviano nulo (V DO ) (cf. Baker, 2003: 222).
Dicho esquema podría explicar el contraste relevante con los SOA de ¡Error! No se encuentra
el origen de la referencia.. Cabe aclarar que si bien el caso de hablar no supone un estatus
derivacional (‘denominal’) evidente, el análisis es el mismo—de hecho, hemos tomado trabajar
para una ilustración transparente del fenómeno. 11 Fuera de esto, hay una relación estructural
entre la posición ocupada por la raíz verbal y la ocupada por la raíz del Adv y la articulación más
fina del VP permite reflejar las diferencias relevantes expuestas por la predicación secundaria.
9 Este tipo de construcciones sería el resultado de la incorporación de una frase resultativa, con una base
léxica introducida por el Adv en route hacia el V al que se incorpora, dejando una copia que luego puede
ser retomada por la estructura resultativa (cf. Mateu, 2011: 26 y referencias).
10 La posibilidad de una base nominal originada en [spec, Adv] y la consiguiente conflación en V0 crea un
problema teórico, dado que la conflación desde especificador es en principio posible (cf. HK, 2002).
Tenemos, entonces, dos opciones: una, emplear estos datos para argumentar en contra de la infalibilidad
de este principio; otra, postular una alternativa como la sugerida arriba.
11 El análisis de HK se inspira principalmente en el inglés, donde el estado derivacional de verbos como
Asuntos gramaticales 39
Ma. Eugenia Mangialavori Rasia, Nora Múgica
19)
vP
DP v’
adv’
[DOv0] {√P}i Øi
adv0 √P
√trabajo [ mente] √satisfactori(o)
Juan trabaja satisfactoriamente
12 Asumiendo (e.g. Hoekstra, 1988) que las construcciones inacusativas implican un Resultado de Cláusula Reducida (SCR), mientras que las
construcciones inergativas no.
Sugerimos, preliminarmente, que las diferencias relevantes se resuelven asumiendo que las
raíces léxicas aparecen en distintas configuraciones, cada una de las cuales establece relaciones
semánticas acordes.
Como corolario, se presentan dos cuestiones a desarrollar a futuro; por un lado, el paralelo con
los casos de cognados con predicación secundaria resultativa (e.g. Juan durmió una siesta
reparadora); segundo, la evidencia de que estas estructuras no necesariamente involucran un
cambio hacia una realización argumental inacusativa, visto que, entre otras cosas, los
equivalentes romances en lenguas con diagnósticos más claros confirman el comportamiento
inergativo de los casos de incorporación (e.g. italiano: Giovanni {ha/*è) lavorato
soddisfacentemente/adeguatamente).
Los datos, aunque iniciales, sugieren que un abordaje configuracional como el propuesto
explicaría lo que los estudios semánticos plantean desde antiguo, sin violar las
generalizaciones sobre proyección en la estructura argumental y los esquemas básicos
estudiados en el marco de la sintaxis léxica, los cuales han provisto herramientas analíticas
fundamentales en la explicación de numerosos patrones intra e interlingüísticos (cf. Alexiadou,
2002; Mateu, 2011, i.a.).
La variante adjetival
Otros datos refuerzan estas intuiciones. Por ejemplo, el español acepta estructuras comparables
con la forma adjetival de ciertas raíces de propiedad, si bien el fenómeno no se generaliza
plenamente —hay huecos importantes en la distribución (e.g. Juan trabaja *satisfactorio)—.
Primero, las construcciones ROA corresponden a instancias de una estructura asumida como
ausente en las lenguas romances, especialmente en español: la predicación resultativa débil (cf.
Mateu, 2011).
Desde el punto de vista teórico (analítico), las características comunes de A y Adv explican la
correlación —que, de extenderse a P (e.g. calmadamente≈‘con calma’) supondría un correlato
transversal entre las categorías birrelacionales—.
Asuntos gramaticales 41
Ma. Eugenia Mangialavori Rasia, Nora Múgica
Esquema diferenciado
Los datos observados en esta primera etapa de investigación sugieren que si la alternativa
analítica planteada en ¡Error! No se encuentra el origen de la referencia. describiera de
forma general y apropiada la situación, no deberían surgir divergencias determinadas por
variaciones configuraciones internas a vP, ni, en principio, establecerse relaciones diferenciadas
con constituyentes internos a este dominio.
En otras palabras, el adverbio no debería tener alcance variable de acuerdo a la estructura
interna del objeto sintáctico (teóricamente, un paquete cerrado vP) que aloja en su especificador.
Ahora, visto que hay contrastes sensibles y que estos pueden relacionarse fácilmente con
asimetrías en la estructura argumental del verbo, hay variables a considerar. Si consentimos un
enfoque más articulado y si retomamos la potencial participación de categorías como Adv en la
provisión del argumento externo que vo no genera, pero que sí requiere, por distintos motivos
elementales (ver HK, 2002 ), entonces esperamos que exista alguna relación diferencial entre los
distintos componentes involucrados. Si es cierto que los argumentos son internos a este nivel
mínimo (ver Harley 2014 i.a.), los modificadores podrían establecer relaciones semánticas y
sintácticas con ellos. De igual manera, es esperable una relación semántico-sintáctica entre los
argumentos internos a vP y relación predicativa originalmente establecida por el núcleo
birrelacional (advP). Ahora, si la diferencia se sigue (lógicamente) de que el argumento (externo)
introducido por la estructura adverbial puede incorporarse/conflarse con distintos núcleos
funcionales alternativamente combinados en la estructura verbal, entonces el problema parece
poder explicarse justificadamente.
Desde nuestra perspectiva, advertimos que la relación entre Adv y los argumentos verbales
provee evidencia adicional para una hipótesis alentada originalmente por HK y aparentemente
poco estudiada en estos casos.
El enfoque propuesto habilitaría explicar la introducción sintáctica del argumento externo y
captar eficientemente la relación entre la propiedad contribuida por √ y realizada como predicado
advP; esto es, categorización mediante, asumiendo interpretaciones que pueden ser contingentes
sobre categoría y contenido de los nodos √ en el dominio sintáctico local. Una ventaja de este tipo
de esquema (cf. Harley, 2014) es que las relaciones relevantes están contenidas en el dominio
interno del verbo, donde el √adv recibe la interpretación apropiada (depictiva). En cambio, en los
casos donde Adv no parece presentar una relación semántico-sintáctica estrecha con estos
argumentos —sino que se comporta como un aplicativo alto—definirían situaciones diferenciadas
empírica y analíticamente, de forma predecible. Lo fundamental es cómo captar esta relación
semántico-sintáctica. Y, en efecto, la estructura propuesta coincide con el dominio donde el Adv
opera —esto es, no sobre V sino sobre el argumento externo.
Finalmente, el análisis da cuenta de los verbos inergativos como una instanciación particular
del patrón resultativo débil: aquel en el que la base léxica de advP define, mediante la propiedad
Conclusión
Los datos sugieren que los adverbios predicativos —i.e. construidos sobre la base léxica de una
raíz denotadora de propiedad o ‘adjetival’— no conforman una clase homogénea. Más, bien,
marcan diferencias estructurales (semánticas y sintácticas) relevantes, las cuales (i) solo son
aprehensibles mediante una estructuración más articulada del predicado verbal; y (ii) requieren
diferenciar los aspectos relevantes de significado establecidos en el marco de una configuración,
de aquellos determinados desde el léxico.
Ahora, siendo esta una primera aproximación al problema, muchas preguntas quedan por
responder. La primera es por qué ciertas raíces léxicas aparecen en una configuración y no en
otra. A este respecto, la preservación de un enfoque construccional moderado permite la
combinación de restricciones configuracionales con otras de origen léxico. La segunda es por qué
nociones como propósito, lugar, manera, tiempo corresponden, en la representación gramatical, a
configuraciones distintas, sí compatibles con una relación Figura-Fondo —y, eventualmente, con
los lineamientos básicos del análisis de VP como especificador del predicado adverbial.
En todo caso, también es necesario preservar la restricción semántica determinada desde fuera
del dominio léxico-gramatical —como se admite incluso en los enfoques construccionalistas— en
cuanto al conocimiento enciclopédico; esto es, hay una última instancia de definición relativa a
en qué caso la propiedad puede o no aplicar a un sujeto, a un evento, un modo, una frecuencia,
etcétera.
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Romina Trebisacce
rtrebisacce@gmail.com
UBA/CONICET
Buenos Aires, Argentina
Resumen
Introducción
La conexión que se establece entre la sintaxis y la semántica ha sido uno de los campos más
desarrollados en las últimas décadas dentro del marco de la gramática generativa. En los últimos
años los estudios han enfatizado un aspecto semántico de los predicados: su denotación
eventiva. Entre los trabajos sobre eventividad, una de las cuestiones más estudiados ha sido la
aspectualidad (i.e., Aktionsart-Vendler, 1967) de los predicados; o sea, el modo en que se
desarrolla la temporalidad interna del evento. La bibliografía se ha concentrado en determinar los
tipos de Aktionsart de los predicados: estados, actividades, realizaciones y logros, según Vendler,
1967, y la manera como esas interpretaciones tienen lugar.
Un aspecto que ha llamado la atención recientemente es la posibilidad que tiene un predicado
de ser interpretado como plural o como iterado (e.g., Newman 1991, Cusic 1981). Es decir, la
posibilidad de que oraciones como las de (1) sean leídas como una sucesión de subeventos de
caminar o de comer galletitas:
En (1) no se deduce que los eventos de caminar y de comer galletitas le hayan llevado a Juan
todo el año. Por el contrario, la primera interpretación que surge es que Juan ha realizado
distintos subeventos de comer galletitas y de caminar a lo largo de ese lapso. En este sentido, es
indispensable determinar qué mecanismo es el que permite que un predicado se interprete como
plural.
A partir del estudio del groenlandés occidental, van Geenhoven (2004, 2005) ha observado que
existen ciertas lenguas con morfología explícita para la pluralidad en los eventos. Como vemos en
(2), el morfema qattaar, adjuntado al verbo, es conduce a la lectura iterada del evento:
1 La oración «Juan rompió vasos», tal como fue observado por un evaluador anónimo, puede tener una
lectura de evento único en la cual existe un único evento en el que Juan rompe vasos de manera
simultánea. Vale aclarar, sin embargo, que en este caso no estamos ante un evento télico: siempre que el
objeto sea un plural desnudo el aspecto interno del evento será atélico (Kratzer 2004; Borer 2005). Lo que
sí podría afirmarse es que el aspecto perfectivo de la frase es lo que permite una interpretación de
culminación (*Juan rompe/rompía vasos en tres minutos vs. Juan rompió vasos a las tres de la tarde), tal
como ocurriría con cualquier actividad (Juan corrió).
Asunciones teóricas
Aquí consideramos que los únicos rasgos formales con contenido semántico (i.e., interpretables)
relevantes sintácticamente son aquellos que entran en un sistema de valuación con rasgos
formales no interpretables (Agree en Chomsky, 2001). Esto quiere decir que, más allá de estos
rasgos interpretables, no hay otro tipo de información semántica del ítem léxico en el sistema
computacional. De este modo, el modelo que asumimos aquí supone un tipo de semántica
meramente interpretativa: una vez que el objeto sintáctico ha sido formado, este es enviado a la
interfaz que computa el significado de la frase (Forma Lógica; en adelante FL). Allí, además de
evaluarse el significado de los rasgos interpretables de los núcleos y de las frases nominales (e.g.,
persona, número, tiempo), se interpreta otro tipo de significado propio del ítem léxico, pero no
relevante en términos sintácticos: el significado enciclopédico (nuestro conocimiento de mundo
respecto de los ítems).
Este modelo de gramática prevé que exista una diferencia entre frases agramaticales y frases
semánticamente anómalas (algo deseable en cualquier modelo dentro del marco generativo). En
este sentido, un objeto sintáctico puede estar bien formado, pero ser, al mismo tiempo, anómalo
semánticamente, por no ser compatible con nuestro conocimiento de mundo (i.e., no está de
acuerdo con los saberes que constituyen nuestro mundo conocido). Dicho de otro modo: del
conjunto de oraciones gramaticales que arroja la sintaxis, la semántica restringe un subconjunto
que son aceptables semánticamente según nuestro conocimiento de mundo respecto del
significado de sus ítems léxicos. Así, una oración como «La pizza comió a Juan», pese a ser
gramatical, presenta una anomalía semántica (ver Borer, 2005).
Otra de nuestras asunciones es que la lectura télica de los eventos puede darse de dos
maneras distintas, según el tipo de evento denotado por el predicado. Algunos predicados
parecen denotar inherentemente eventos que tienen un punto final o culminante, como nacer,
llegar, romper, considerados logros (5), dado que cuentan con un argumento interno que, según
la literatura, sufre un cambio de estado. Este cambio de estado sería lo único denotado por el
predicado (i.e., no cuentan con un proceso previo), por lo que son instantáneos. Además, existen
otros eventos que parecen compartir con estos su carácter télico, pero sin que posean un
argumento interno que cambie de estado (Henderson 2010): los predicados semelfactivos (6),
como pestañear y saltar, en su denotación de evento único 2.
A diferencia de estos eventos inherentemente télicos, predicados, como comer o leer, dan lugar
a distintos eventos télicos (7a) o atélicos (7b), según la naturaleza del argumento interno. Estos
predicados, cuando describen eventos télicos, parecen ser complejos: se refieren tanto a un
proceso como a un punto en que ese evento finaliza.
Aquí seguimos la propuesta de Parsons (1990) sobre que los logros cuentan con una
culminación en su denotación (aunque no necesariamente con un cambio de estado), lo que
permite interpretar el evento como algo que no continúa, que tiene un punto final. Extendemos
esta explicación a los predicados semelfactivos, que también incluyen una culminación en su
2 Al utilizar la noción de cambio de estado, seguimos la bibliografía tradicional sobre aspecto léxico (e.g.,
Smith, 1991; Verkuyl, 2005). En esta línea, un cambio de estado es un momento instantáneo t en que
tiene lugar el pasaje de un estado en que una entidad e tiene una propiedad no p al estado en que e tiene
la propiedad p. Tal es el caso de verbos como nacer, morir o explotar. Los verbos semelfactivos como
pestañear, en cambio, no suponen el pasaje de un estado a otro sobre una entidad.
Asuntos gramaticales 47
José Silva Garcés, Romina Trebisacce
denotación de evento único. Así, tanto los logros como los predicados semelfactivos contarían
inherentemente con el significado de culminación. No obstante, la denotación de estos
predicados implica una culminación distinta de la idea, ampliamente extendida en la bibliografía,
de que los verbos télicos implican un cambio de estado (eventos de tipo BECOME, en términos de
Rothstein, 2004), dado que, si ese fuera el caso, los semelfactivos no podrían ser considerados
télicos.
En el caso de las realizaciones, en cambio, dado su carácter composicional y, en este sentido,
sintáctico (i.e., su interpretación depende de la naturaleza semántica del argumento interno),
seguimos a Kratzer (2004): la interpretación télica de estos predicados tiene lugar mediante un
rasgo formal [télico], que debe ser valuado por un SD en la sintaxis mediante la operación Agree
(Chomsky, 2001).
Partiendo de estos supuestos, analizaremos cómo se llega a la lectura atélica de lo que aquí
consideramos dos tipos de predicados inherentemente télicos: los logros y los semelfactivos.
Sabemos que como los logros denotan eventos télicos e instantáneos, no aceptan frases
adverbiales durativas (8). Sin embargo, siempre que cuenten con un objeto plural, estos eventos
pueden tener una lectura atélica (con interpretación iterada) y aceptar, así, ese tipo de frases
adverbiales (9):
3 La bibliografía sobre logros enfatiza en que estos son eventos necesariamente instantáneos (idea que ya
está presente en el trabajo original de Vendler —1967—). Sin embargo, existen interpretaciones durativas
de eventos con predicados que son considerados logros, como el ejemplo que nos ha acercado un
evaluador anónimo «El glaciar Perito Moreno se rompió durante tres horas». En este sentido, es
importante hacer una observación. La naturaleza sintáctica de la «duración» ha sido ampliamente
cuestionada por la bibliografía (Tenny, 1994; Borer, 2005). En este trabajo sostenemos que la telicidad es
el único significado aspectual que tiene estatus sintáctico. La duración, en cambio, no tiene el mismo
estatus, ya que la interpretación durativa se calcula en FL de acuerdo al conocimiento enciclopédico de
los ítems léxicos. Esto implica que un predicado como «romper» que, para nosotros, es inherentemente
télico (pero no necesariamente instantáneo) llega a FL únicamente con la instrucción de que sea
interpretado como télico, sin que haya una especificación sobre su duración. Una vez en FL el complejo
SV télico se interpreta como durativo o no durativo según el conocimiento enciclopédico. Una elaboración
más profunda de la diferencia entre la naturaleza de la telicidad y la duración fue expuesta en Trebisacce
(2016).
Si bien esta propuesta permite explicar con simpleza la lectura atélica de los eventos télicos sin
duración (i.e., logros), no logra fundamentar la lectura necesariamente iterada de este evento y
cómo esto se relaciona con la pluralización del objeto; es decir, qué es lo que permite que este
tipo de eventos atélicos sea diferente de aquellos eventos atélicos de (10):
Por esto, adoptamos, en cambio, la propuesta de van Geenhoven: la lectura atélica de estos
predicados tiene lugar mediante el operador FREQ, encargado de la interpretación iterada de los
predicados. Al estudiar el contraste entre los ejemplos de (11), van Geenhoven (2005) propone
que la anomalía de (11a) —la imposibilidad de lecturas iteradas con una frase nominal
singular — se debe a que esta no cumple con un requisito necesario: que este sea distribuible a
lo largo del tiempo del evento; es decir, que tenga una referencia acumulable de entidades
atómicas.
En este caso, estamos ante un logro que, pese a tomar un argumento no acumulable, lleva a
una lectura iterada (atélica) del evento (no se interpreta como que ‘durante dos horas Juan
reiteró el evento de patear la misma pelota’ 4). En estos casos, pareciera ser la misma entidad (con
la misma referencia) la que es distribuida en los tiempos del evento.
Advertimos, entonces, que el hecho de que un argumento sea distribuible (la condición de
posibilidad para la atelicidad del evento) depende de dos tipos de propiedades: o bien el
argumento debe denotar una entidad acumulable y factible de constituir átomos, o bien una
entidad cuya referencia pueda ser reiterada en varios subeventos. Si bien esta propuesta es
descriptivamente correcta, no es explícita respecto de qué aspecto de la denotación del
4 Es necesario notar que el contraste no parece tener que ver con la conceptualización de los eventos:
Asuntos gramaticales 49
José Silva Garcés, Romina Trebisacce
Mientras que los primeros tienen alcance estrecho en construcciones con verbos intensionales
(e.g., querer), los segundos no. En (15) el alcance estrecho da lugar a una lectura opaca, según la
cual no se implica la preexistencia del objeto por sobre el predicado intensional (opciones a), a
diferencia de lo que ocurre en (16).
Si bien el alcance estrecho de las frases nominales de (15) ha sido explicado de diferentes
modos, gran parte de la bibliografía (e.g., Diesing, 1992; van Geenhoven, 1998) recoge que estas
frases deben, necesariamente, permanecer en el ámbito del SV, en paralelo con el lugar que
(asumimos) ocupa el operador FREQ: para van Geenhoven (2004), basándose en la morfología
manifiesta de ciertas lenguas como el groenlandés occidental, el operador semántico FREQ se
adjunta al núcleo V en la sintaxis. Si esto es así, y si observamos la distribución de las frases
nominales, las de (14) —definidas o indefinidas específicas— toman alcance por encima del
operador. Esto permite una lectura no distributiva 6: existe una única entidad para cada evento
de patear (i.e., la referencia es la misma en cada subevento):
Es interesante preguntarse ahora el motivo por el cual una frase como (18) resulta
semánticamente anómala:
5 En este trabajo, seguimos la idea de que definitud implica especificidad y que la especificidad se
correlaciona con la posibilidad de que esa frase nominal obtenga un alcance determinado: estrecho si es
no específico; amplio si es específico (Diesing, 1992).
6 Esto no invalida la lectura distributiva una oración como «Juan pateó una pelota durante dos horas»
siempre y cuando el SD tenga alcance estrecho; i.e. siempre que sea inespecífico. Cfr. nota 4.
interpretación según la cual existe una única entidad para cada subevento (SD>FREQ) 7. Una vez
en FL, sin embargo, solo las oraciones cuyos ítems responden a los saberes que constituyen
nuestro mundo conocido serán aceptables. Mientras que es posible ‘patear en reiteradas
oportunidades un mismo objeto’, no es posible ‘romper el mismo objeto más de una vez’
(posiblemente porque se trata de un evento no reversible). Así, se puede explicar los casos de (18)
como anomalías asociadas a nuestro conocimiento de mundo respecto de esos ítems y no a la
gramaticalidad de esas oraciones: esa oración es aceptable y gramatical en un mundo en el que
los vasos sean arreglados cada vez que se rompen. O sea, siempre que haya una frase nominal
específica, la interpretación va a ser la misma: la entidad denotada por la frase nominal, dado su
alcance amplio, va a repetirse en cada uno de los subeventos denotados por el predicado.
Pensemos ahora qué es lo que ocurre con las frases nominales que toman alcance estrecho: las
indefinidas inespecíficas (FREQ>SD). En estos casos, la frase nominal permanece en el ámbito
del SV, por debajo del operador; es esperable, entonces, encontrar una interpretación diferente.
Es decir, no una lectura existencial o no distributiva, sino, por el contrario, otra distributiva,
según la cual existe un conjunto de pelotas para el conjunto total de eventos:
Al mismo tiempo, dada la lectura distributiva, se espera una frase nominal acumulable -sea
plural o nombre de masa (i.e., no puede ser el caso de que exista una lectura distributiva con
una sola entidad).
Los verbos denominados semelfactivos (del latín semel ‘una vez’) como pestañear, estornudar,
toser, han recibido análisis diversos en la bibliografía. La oración de (20), por ejemplo:
es verdadera para el caso en que ocurre un único estornudo —de hecho, esta es la primera
lectura— pero también lo es para el caso en que ocurre más de un estornudo 8. A la luz de este
hecho, autores como Součková (2011) han mostrado la dificultad que presentan los semelfactivos
en relación con la pluriaccionalidad: la principal distinción establecida hacia el interior del
concepto de pluriaccionalidad es aquella según la cual los eventos pueden denotar
pluriaccionalidad interna o externa al evento. Cuando es interna, refiere a una pluralidad de
fases en el interior de un evento, como en mordisquear, roer, titilar; cuando es externa, en
cambio, alude a casos en que el evento plural puede potencialmente estar distribuido en
distintas situaciones, por lo que, eventualmente, podrían intervenir distintos participantes (como
morder todos los días una naranja). En este sentido, los logros iterados analizados en las
secciones anteriores entrarían en esta categoría.
Ahora bien, como señala Součková, los verbos semelfactivos como pestañear o estornudar son
problemáticos para esta distinción, dado que pueden desencadenar lecturas tanto iteradas como
singulares del evento. O sea, los verbos semelfactivos se ubican a mitad de camino entre la
pluriaccionalidad interna y la pluriaccionalidad externa: de allí que sea verdadera una oración
como (20) para un contexto de eventos múltiples y para otrp de evento único. Uno de los
objetivos de este apartado es, entonces, dar cuenta de este comportamiento.
Recuérdese nuestra hipótesis de partida: la lectura atélica de verbos semelfactivos, es decir, la
que supone múltiples eventos, se explica por la presencia del operador implícito FREQ. Esta
7 Para la lectura según la cual existe un único vaso y un único evento de romper que se extiende durante
media hora, véase la nota 3.
8 Si bien es cierto que la primera lectura de (19) es aquella en la que Juan estornudó una sola vez, la
interpretación de múltiples estornudos es posible. Piénsese, por ejemplo, en casos como «Juan pestañeó»,
en los que también resulta indeterminada la cantidad de ocurrencias del evento. Cualquier explicación
que se ofrezca para casos como los de (19) debería poder explicar ambas interpretaciones.
Asuntos gramaticales 51
José Silva Garcés, Romina Trebisacce
hipótesis inicial, a su vez, se relaciona estrechamente con una de las más importantes
asunciones teóricas de este artículo: que los verbos semelfactivos son inherentemente télicos.
Todo esto permite explicar las dos interpretaciones disponibles para (20): si no tiene lugar FREQ,
la interpretación disponible es inherente al significado del predicado, esto es, la de evento
singular; si FREQ ocurre efectivamente, la lectura disponible es la de existencia de múltiples
eventos; y así explicar el comportamiento de verbos como estornudar en (20).
En este apartado, mostraremos la propuesta de Smith (1990) y comentaremos algunas
observaciones de Rothstein (2004) sobre estos verbos, con el propósito de sugerir que estas
explicaciones son insuficientes al no dar cuenta de la totalidad de las interpretaciones. Smith
(1990) propone, para el caso de los semelfactivos, que se trata de logros atélicos: constituyen una
quinta clase aspectual formada por eventos que son dinámicos, atélicos e instantáneos; esto es,
eventos que no implican un cambio de estado (atélicos, en su terminología) y que, al igual que los
logros, carecen de duración. A partir de estos datos, explica el paso de una lectura no durativa a
una durativa del evento a través del principio de anulación externa («principle of external
override»), que determina un cambio de una de las características aspectuales del verbo. Veamos
un ejemplo: dado un verbo como estornudar, caracterizado aspectualmente por Smith como
dinámico, atélico e instantáneo, un elemento externo con un rasgo temporal incompatible (i.e.,
+durativo) —por ejemplo una frase adverbial encabezada por durante—, altera el rasgo [-durativo]
del verbo y vuelve durativa a la constelación verbal, con interpretación atélica y durativa para
(21):
Es el principio de anulación externa lo que le permite a Smith decir que una oración como (21)
es una actividad derivada a partir de subeventos no durativos.
Ahora bien, si bien esta propuesta da cuenta de la imposición de un elemento externo por
sobre las características aspectuales de un verbo, no explica por qué (20) es verdadera tanto en
un contexto de evento múltiple como en otro de evento único (cfr. nota 8): los datos muestran
que un verbo semelfactivo no requiere necesariamente de un elemento externo explícito para dar
lugar a una lectura durativa.
Por otro lado, el principio de anulación externa, tal como se formula, debería dar lugar a
lecturas durativas para los datos analizados en el apartado anterior, repetidos aquí como (22):
El rasgo [-durativo] del evento se ve anulado en (22a) pero no en (22b). Como se mostró en el
apartado anterior, los datos como los de (22b) pueden explicarse mediante una incompatibilidad
del output de la sintaxis con nuestro conocimiento del mundo. Sin embargo, Smith no hace
mención de estos casos.
Nuestra propuesta, al igual que la de Smith, prevé que la lectura inicial para este tipo de verbos
es la lectura télica, i.e., la de evento singular. Sin embargo, a partir de datos como los de (20) es
posible observar que no es necesaria la presencia de un elemento externo con características
temporales durativas para obtener la lectura durativa de los eventos: lo que pluraliza al evento
en (20) necesariamente debe ser implícito. La propuesta de Smith, entonces, no puede dar
cuenta de estos hechos. Por el contrario, la hipótesis de la intervención de un operador implícito
FREQ, puede explicar este doble comportamiento de los verbos semelfactivos, ya que cada una
de las dos interpretaciones está motivada por estructuras sintácticas diferentes.
Por su parte, Rothstein (2004), al pensar la naturaleza de los semelfactivos, discute
abiertamente la caracterización de Smith y sostiene que los semelfactivos no son una quinta
clase aspectual, sino que están relacionados con las actividades: una actividad tiene una
interpretación semelfactiva cuando denota un conjunto de subeventos que pueden ser
caracterizados por una función atómica natural. Así, un predicado como pestañear, para
Rothstein, es una actividad no delimitada de subeventos atómicos.
En (23) no es posible una interpretación según la cual el evento de estornudar, que tiene lugar
dos veces, esté compuesto por subeventos de estornudar. Es decir, dos veces tiene alcance solo
sobre un evento único, pero no sobre un evento múltiple 9. En la propuesta de Rothstein, para
conseguir la interpretación télica de los predicados semelfactivos, hay que recurrir a algún
mecanismo de recategorización aspectual (de una actividad compuesta de eventos múltiples a un
evento único), desencadenado por alguna modificación adverbial. Por nuestra parte, dado que
partimos de que los semelfactivos son eventos inherentemente télicos, no necesitamos proponer
un mecanismo semántico particular para obtener la lectura de evento único. En síntesis, nuestro
análisis: i. da cuenta de las dos lecturas disponibles para (20); ii. explica por qué en (23) dos
veces tiene alcance sobre un evento único; y iii. fundamenta la diferencia que existe entre las dos
oraciones de (22).
Otro argumento a favor de la hipótesis de que la primera lectura en verbos semelfactivos es la
de evento único, y no la de actividad compuesta por subeventos atómicos, es que en las lenguas
en que este operador FREQ tiene realización morfológica, los eventos de lectura iterada suponen
una complejidad morfológica mayor que aquellos eventos de interpretación atómica e
instantánea:
En (24), la reduplicación de la sílaba inicial supone una lectura iterativa del evento de golpear
la puerta. El verbo bugàa, sin la reduplicación inicial, denota una única ocurrencia del evento. A
partir de (25), entonces, podríamos establecer el siguiente paralelismo con (20), para el caso del
español:
9 Una observación interesante a nuestra propuesta es que nuestra gramática nos permitiría derivar la
siguiente estructura: «Juan estornudó-⊘FREQ dos veces», que, sin embargo, no es una lectura posible. Si
bien este es un punto que en el que no hemos indagado en profundidad en este trabajo, creemos que el
motivo de que FREQ no pueda ocurrir de manera implícita en este contexto se relaciona con las
propiedades y el alcance de dos veces.
10 Si bien la traducción al inglés y al español del verbo del hausa parece denotar un logro, la autora (p.
Asuntos gramaticales 53
José Silva Garcés, Romina Trebisacce
Lo anterior, creemos, colabora en demostrar que la denotación de eventos múltiples para los
verbos del español toser, pestañear y estornudar supone la presencia de un operador FREQ,
implícito. Al igual que para los logros iterados vistos en el apartado anterior, en el caso de los
verbos semelfactivos, FREQ toma eventos atómicos (y, en este caso, instantáneos) y los itera, de
modo tal que entre cada evento exista un hiato temporal.
Conclusión
En este trabajo, hemos analizado el modo en que tienen lugar las lecturas iterativas de eventos
inherentemente delimitados: los logros y los semelfactivos. En ambos casos, lo que permite
conseguir la lectura iterativa de los eventos es el operador semántico FREQ (van Geenhoven
2004, 2005), que se adjunta a V y funciona pluralizando el evento y distribuyendo los subeventos
en el tiempo del evento, de tal modo que quede un hiato entre cada subevento. En el caso de los
logros, la explicación del operador semántico FREQ es superior a otras propuestas, como Verkuyl
(2005), ya que permite dar cuenta del carácter iterativo del evento, según la disposición de hiatos
entre subeventos que permite el operador FREQ. Asimismo, hemos defendido que el plural no es
una condición sine qua non para la interpretación atélica de estos eventos: existen lecturas
atélicas con frases nominales singulares. Por último, hemos explicado las lecturas disponibles
(distributiva/no distributiva) de acuerdo con la posición de las frases nominales y el operador
FREQ en la sintaxis. En el caso de los semelfactivos, hemos revisado distintas propuestas acerca
de cómo se consiguen las dos lecturas disponibles: la iterativa y la de evento único y observamos
que son insuficientes para explicar los comportamientos de los semelfactivos, al no dar cuenta o
bien de la lectura de evento único o bien de la de evento múltiple. La propuesta según la cual
FREQ itera el evento, sostenemos, permite sortear estas dificultades.
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Asuntos gramaticales 55
José Silva Garcés, Romina Trebisacce
Resumen
Introducción
Los modelos de semántica léxica contemporáneos permiten analizar la semántica nominal y los
posibles cambios en su estructura a partir de considerar que la información semántica está
codificada en distintos niveles de representación. El Léxico Generativo plantea que toda categoría
léxica posee una estructura semántica compleja compuesta por una estructura de qualia, una de
herencia léxica, una eventiva y una argumental, donde pueden encontrarse argumentos
verdaderos, por defecto, a la sombra y adjuntos. Al comprender los ítems léxicos como
estructuras complejas, con diferentes niveles de representación, se caracteriza al léxico
Este trabajo se propone analizar la estructura semántica de diversos nombres que presentan
sentidos neológicos abstractos, y que se caracterizan por poseer argumentos a la sombra en su
sentido establecido (es decir, argumentos semánticamente incorporados al ítem léxico). Para ello
se sigue el modelo propuesto por el Léxico Generativo (Pustejovsky, 1995, 2006b), con el fin de
realizar una contribución a la descripción semántica de los nombres abstractos.
Para este análisis se parte de trabajos previos, donde se ha observado que ciertos nombres
abstractos, al resemantizarse, pueden modificar su estructura argumental, tanto por una
reducción del número de argumentos (como en tijeretazo, cuyo sentido establecido, ‘corte rápido
hecho con una tijera’, se resemantiza como ‘recorte económico hacia un sector’) como por una
modificación en el tipo de los argumentos (como en vidriera, que pasa de ser una ‘estructura de
cristales que sirve para tener expuestos objetos’ a un ‘suceso que permite exponer a una
persona’, donde argumentos por defecto pasan a ser argumentos verdaderos) (cfr. Adelstein y
Straccia, en prensa):
tijeretazo
sentido establecido sentido neológico
‘corte que da X con Y en W’ ‘recorte de X hacia Y’
X: ser humano X: recursos económicos
Y: tijera Y: dueño de recursos
W: objeto recortado
El modelo del Léxico Generativo permite analizar las unidades léxicas y explicar la naturaleza
polimórfica del lenguaje y el uso creativo de las palabras. Para que en una única entrada léxica
pueda codificarse toda la información necesaria para que un ítem léxico funcione en diferentes
contextos, adquiriendo diferentes significados, la estructura semántica debe estar
infraespecificada, es decir, debe tener información general. De acuerdo con Abad Serna (2013:
13), «[e]l concepto de infraespecificación consiste en la falta de especificación semántica de los
signos lingüísticos que los capacita para intervenir en diferentes estructuras sintácticas y, en
consecuencia, en distintas operaciones de composición semántica». Este tipo de descripción
semántica permite explicar por qué las palabras pueden adoptar una multiplicidad de sentidos,
que, integrados en una única metaentrada, permiten reducir el tamaño del lexicón (Adelstein,
2007).
El análisis de los sentidos neológicos de aquellos nombres que se caracterizan por poseer, en
su sentido establecido, argumentos a la sombra permitirá observar si esta información
infraespecificada habilita la creación de los nuevos sentidos y explica la modificación del
significado de estas palabras, que especificarían su sentido (establecido o neológico) en contexto.
En el Léxico Generativo (Pustejovsky, 1995) se plantea que todo ítem léxico posee cuatro
niveles de representación semántica: una estructura de qualia —donde se representan los ítems
de acuerdo con cuatro aspectos de la palabra: quale formal (QF), quale constitutivo (QC), quale
agentivo (QA) y quale télico (QT)—, una estructura de herencia léxica, una estructura eventiva (en
la que se identifican los eventos asociados) y una estructura argumental, donde se especifican
los argumentos que participan en él y el modo en que se realizan sintácticamente. De acuerdo
con este criterio, los argumentos pueden ser verdaderos (true arguments), que se realizan
sintácticamente; por defecto (default arguments), que son aquellos que participan lógicamente en
la expresión de la estructura de qualia pero que no siempre se realizan sintácticamente; a la
sombra (shadow arguments), que están semánticamente incorporados al ítem léxico; y adjuntos
verdaderos (true adjunts), que son argumentos opcionales, no ligados a la estructura lógica del
ítem léxico.
En Pustejovsky (1996) se señala la existencia de diversos tipos de sombreado léxico
(argumentos a la sombra, sombreado complementario, sombreado co-composicional) 1, y se
analiza en particular el comportamiento sintáctico y semántico de verbos que poseen argumentos
a la sombra, como dance y butter, que especifican su argumento a la sombra (S-ARG, por sus
siglas en inglés) mediante operaciones de subtipificación o especificaciones discursivas. En
Adelstein y Straccia (en prensa) hemos observado que en los nombres que poseen un S-ARG, al
resemantizarse, o bien desaparece este argumento o bien se modifica su sentido. En Pustejovsky
y Rumshisky (2010) se examinan algunos de los mecanismos que permiten generar nuevos
sentidos, como la generalización del tipo de argumento, el cambio de la estructura argumental y
la prominencia de argumentos y, por último, la abstracción del significado central del verbo. Se
analiza la resemantización de verbos como anchor, que posee un argumento a la sombra (ancla),
en oraciones como «The lid was anchored to the sides by screws», y se observa que, en este caso,
la interpretación literal del predicado se generaliza, al modificarse el tipo de argumentos que
toma el verbo. Se observa, por una parte, que la estructura argumental cambia y los
requerimientos se generalizan. Por otra parte, se mantienen el QT y la estructura de qualia del
predicado. El cambio se especifica aquí en el argumento a la sombra, donde el ancla se
resemantiza en contexto (como pegamento, tornillos, sellador).
Corpus y metodología
1 El argumento a la sombra se refiere a aquellos que incorporan el S-ARG al ítem léxico (como enmantecar).
Por su parte, el sombreado complementario alude a las expresiones en donde el objeto directo de la frase se
encuentra en distribución complementaria (como se puede observar en los siguientes ejemplos: Mary risked
death to save her son./Mary risked her life to save her son). Finalmente, el sombreado co-composicional se
refiere al hecho de que la expresión del argumento es opcional, en virtud del modo en que el verbo
interactúa con su complemento (por ejemplo, read a story).
Asuntos gramaticales 59
Julieta Straccia
Análisis
En relación con el proceso semántico, se observa que el nuevo sentido surge mediante una
metonimia. Como señala Lausberg (1967), la metonimia «consiste en poner en lugar del verbum
proprium otra palabra cuya significación propia está en relación real con el contenido significativo
ocasionalmente mentado, por tanto, no en una relación comparativa como la metáfora»
(Lausberg, 1967: 70, citado en Berri, 2014: 33). En abrazo, lo que es la ACCIÓN del sentido
establecido (su QF, el ‘es un’), pasa a ser la manera (modo en que se realiza la protesta). El
sentido, ‘rodear con los brazos’, se modifica al producirse una restricción en los requisitos de los
argumentos: el agente pasa a ser un conjunto (organizado) de personas, el tema un locativo, y se
agrega además un QT:
5. Los trabajadores hicieron ayer un abrazo simbólico a la sede del centro asistencial (La
Nación, 12/10/2006).
6. Centenar de dirigentes políticos y sociales realizaron ayer un abrazo simbólico al
Congreso (La Nación, 20/5/2016).
7. Los empleados del Congreso de la Nación agrupados en la Asociación del Personal
Legislativo (APL) y en la Asociación Trabajadores del Estado (ATE) realizarán hoy un
abrazo simbólico al edificio (La Nación, 22/6/2005).
8. Los abogados porteños optaron por una protesta bien gráfica: un abrazo al Palacio de
Justicia (La Nación, 17/2/2006).
Estos nombres, al igual que abrazo, mantienen el tipo semántico EVENTIVO y conservan el
mismo dominio de interpretación que su sentido establecido. En cuanto a la estructura
argumental, en cambio, cambia el QF como resultado del proceso metonímico (de ACCIÓN a
PROTESTA) y se produce una modificación en el QT, que queda especificado (‘para protestar’). En
relación con los argumentos, se mantienen igual que en el sentido establecido (‘X realiza el
evento —bocinazo/banderazo—’), pero, tal como se observa en abrazo, el agente pasa a ser un
conjunto de personas. A diferencia de lo que ocurre con el sentido establecido, en el sentido
Asuntos gramaticales 61
Julieta Straccia
neológico el argumento que señala contra quién se realiza la acción se especifica siempre en
contexto y es, por lo tanto, un argumento verdadero (General Roca fue escenario de un bocinazo
[…] protestaban contra el Gobierno; organizó […] un «banderazo» en rechazo a la decisión de la
Corte Suprema; realizar un «banderazo» en rechazo de las políticas del FMI). Se puede observar,
finalmente, que estos nombres se conjugan a menudo con otros nombres con el mismo tipo
semántico de protesta (participaron esta noche de una movilización y bocinazo; una caravana y
banderazo).
Si bien la estructura morfológica es similar a algunos nombres del grupo anterior (INSTR + -
azo), el cambio de sentido resultante es diferente. En cuanto a la estructura semántica, se
observa que en la estructura argumental se produce un cambio en los requisitos sobre los
argumentos. Quien realiza la acción es siempre un ser humano, pero al modificarse el sentido del
S-ARG cambia también el requisito sobre el afectado: ya no es más un LOCATIVO sino otro ser
humano. El instrumento (Y), por su parte, también se resemantiza:
En cuanto al proceso semántico, el nuevo sentido surge mediante una metáfora, basada en el
QF y en el S-ARG (‘las palabras son como balas de cañones’). El disparo (QF del sentido
establecido) pasa a ser, entonces, en el sentido neológico, una acusación.
Se puede observar en los ejemplos, además, que el proceso metafórico no se limita al ítem
léxico cañonazo sino que amplía la metáfora a lo largo de la frase (se trata, pues, de una metáfora
extendida):
El sentido neológico mantiene el tipo semántico EVENTIVO del sentido establecido. A pesar de
modificarse el argumento a la sombra, es decir el instrumento con el que se realiza la acción, en
ambos casos se puede observar que se trata, en cuanto al aspecto, de eventos PUNTUALES.
Una estructura y un proceso similar se produce con pedaleo (cuyo sentido establecido, ‘impulso
que se le da con los pies a una bicicleta u otro objeto que funciona con pedal’, se resemantiza
como ‘postergación de la entrega de una cosa’) y tijeretazo (con el sentido de ‘recorte de recursos
hacia un sector’). En este caso el ‘pedal’ (que cumple el papel de INSTRUMENTO en el sentido
establecido) pasa a ser la medida que permite esta postergación reiterada, y suele tratarse
también de una metáfora extendida. Del mismo modo, en tijeretazo la ‘tijera’ es también la
medida con la que se realiza el recorte. Aparecen en tijeretazo nuevos argumentos (el dueño de
los fondos) y se especifica su QT, lo que se puede relacionar con la especificación que implica su
resemantización: no es simplemente ‘corte con tijera’ sino ‘recorte de fondos para lograr un
ajuste’. Lo recortado, por su parte, cambia de concreto a abstracto (papel vs. recursos):
17. Si el Banco Central se compromete con esa medida, puesto que los funcionarios de la
denominada línea de la entidad monetaria no han mostrado hasta el momento vocación
de fiscalización en los controles de capitales ya existentes, se podrá disminuir la
velocidad de pedaleo de las bicicletas financieras del dinero caliente (Página 12,
10/6/2005).
18. Para justificar el tijeretazo, las compañías argumentan un salto en sus costos (Clarín,
26/5/2002).
19. Macri consiguió engordar su billetera. El jefe de Gobierno dispondrá de 7190 millones
más (Pagina 12, 28/6/2013).
20. Hasta el momento, con las recientes partidas presupuestarias extraordinarias,
Aerolíneas y Austral disponen de una chequera de 3.192 millones de pesos (Clarín,
30/8/2012).
21. «En el peronismo el 'ismo' pasa a ser del que tiene la chequera», apuntó Margarita
Stolbizer, de Progresistas (Clarín, 17/6/2015).
En el caso de chequera, el S-ARG (cheque) refiere a un valor del QC, mientras que en billetera,
billete es un argumento del QT (‘pagar con billetes’). En cuanto a la estructura semántica, se
observa que al resemantizarse, en chequera se produce un reacomodamiento de los valores de los
qualia, donde el QC del sentido establecido pasa a constituirse como QF, mientras que se
mantiene la estructura eventiva a través de la noción de ‘poseer X para pagar’, evento que posee
su sentido establecido:
Asuntos gramaticales 63
Julieta Straccia
billetera (neológico)
EA: Arg 1= x: entidad abstracta (recursos económicos) Arg 2 = y: humano
EQ: Formal: x
Télico: pagar (y con x)
Tanto en chequera como en billetera se mantiene la estructura argumental (Y tiene X), pero se
modifican los valores que tienen los argumentos: mientras que en el sentido establecido Y es un
ser humano, en el sentido neológico este argumento puede ser una entidad más abstracta (la
Nación, el gobierno, los fondos públicos):
22. Hay una expresión argentina, extendida por el vocerío político de la época: la «billetera».
Sirve ahora para intimidar y ultrajar con la sospecha cómoda, y si se quiere, para
encumbrarla a teoría política completa: «billetera estatal» (Página 12, 7/7/2013).
23. Si faltó combustible, el Gobierno sacó su chequera para comprar gas o fuel oil (Clarín,
9/3/2011).
24. ¿Qué responde a la conducción partidaria que acusa a Kirchner de utilizar la chequera
de los fondos públicos para comprarlos y dividir a la UCR? (Página 12, 12/8/2006).En
cuanto al proceso semántico, se trata en ambos casos de un doble proceso: en primer
lugar, se produce un proceso metonímico (contenedor por contenido), y luego un
proceso metafórico por el cual se logra la generalización (con el sentido de ‘recursos
económicos’).
25. El caso Venezuela generó un chisporroteo con Carrió, que defendió la idea de reclamar
a la OEA la imposición de la cláusula democrática para apartar a Nicolás Maduro de la
región hasta tanto se solucione allí la crisis política (La Nación, 2/6/2016).
26. El chisporroteo entre el Estado y Techint es la manifestación pública de una disputa
política que lleva tres años (Página 12, 24/4/2011).
27. Chispazos durante la intimidad de un almuerzo (Clarín, 4/2/2006).
28. Los choques y chispazos por disciplinar a las fuerzas productivas a un nuevo modelo
económico dejarán el centro de la relación con los empresarios para ser reemplazados
por una política de seducción (Página 12, 8/12/2007).
desembarco desembarco
‘acción de salir de una embarcación’ ‘acción de llegar a un destino’
EA: X: individuo EA: X: individuo u organización
Y (S-ARG): embarcación Y: lugar o evento
Respecto del tipo semántico, al perder en su estructura la relación con el nombre concreto
que le servía de base y que, a la vez, los convertía en eventos puntuales, se modifica su tipo
semántico: así, por ejemplo, un cachetazo deja de ser un ‘golpe dado en el cachete’ y pasa a ser
un golpe abstracto, por lo que puede pasar a tener una duración mayor y tener una lectura como
nombres DURATIVOS (ya que acepta la preposición durante: “Durante el cachetazo de 2008,
Buffett amplió sus posesiones en Wells Fargo y US Bancorp, y compró acciones preferidas de
Goldman Sachs”, 03/12/2012, igdigital). Desembarco, en cambio, se mantiene como evento
puntual, ya que tanto ‘salir’ -evento del sentido establecido- como ‘llegar’ —evento del sentido
neológico— comparten el tipo semántico de EVENTOS PUNTUALES.
En los casos de coletazo (‘golpe metafórico que recibe X’), portazo (‘acto de irse de un lugar/una
situación de manera imprevista y violenta’) y anclaje (‘acción y efecto de estar fijo’), el S-ARG
Asuntos gramaticales 65
Julieta Straccia
Síntesis
Se puede observar, de acuerdo con lo analizado, que al resemantizarse una palabra que posee un
argumento a la sombra, este argumento puede mantener el mismo sentido, resemantizarse o
perderse.
Respecto de los nombres neológicos que mantienen el S-ARG con el mismo sentido, se ha
observado que se trata de nombres cuyo argumento a la sombra cumple el papel de
INSTRUMENTO, que se mantiene en el sentido neológico. Estos nombres conservan el tipo
EVENTIVO DURATIVO y su EA, aunque cambian los requisitos sobre los argumentos y se
especifica el QT (‘protestar’).
Un segundo grupo de nombres está constituido por aquellos que resemantizan el S-ARG. Es
decir, este argumento sigue presente en la EA, pero con un nuevo sentido. Mientras que en
algunos casos, al resemantizarse, el S-ARG se generaliza mediante procesos metonímicos y
metafóricos, en otros casos, el S-ARG mantiene el mismo rol que en el sentido establecido,
resemantizado, por medio de un proceso metafórico.
Por último, se ha encontrado en el corpus un grupo de nombres que, al resemantizarse,
pierden el S- ARG de su sentido establecido.
A continuación, se presenta un cuadro en donde se sistematizan los datos analizados en el
presente trabajo:
Cuadro n.° 1
Papel del Papel del
S-ARG - S-ARG - Proceso Estructura
Neologismo S-ARG
Sentido Sentido semántico semántica
establecido neológico
abrazo * Mantiene la EE
Otros: Mantiene el * Se modifican los
INSTRUMENTO INSTRUMENTO Metonimia argumentos
bocinazo/ significado
banderazo * Especifica el QT
* Mantiene la EE
* Mantiene la EA,
billetera Arg del QT QF pero se modifican los
Metonimia + argumentos
Metáfora * Reacomodamientos
de los valores del
chequera Parte del QC QF qualia
Conclusión
Para concluir, se sintetizan las generalizaciones que se han observado respecto del
comportamiento de los argumentos a la sombra al surgir un nuevo sentido en un ítem léxico.
Así, se ha observado que un grupo específico de nombres (que se resemantizan mediante la
especificación del QT y una modificación en cuanto a los requisitos de los argumentos) mantiene
el argumento a la sombra del sentido establecido con el mismo significado. Un segundo grupo
mantiene el argumento a la sombra pero resemantizado mediante procesos metafóricos.
Finalmente, se ha observado que en un último grupo de nombres desaparece, al resemantizarse,
su relación con el argumento a la sombra característico de estos nombres en su sentido
establecido.
Estas generalizaciones podrán ser contrastadas a través del análisis de un corpus mayor, que
permita analizar con mayor profundidad la resemantización de este tipo de nombres y su
relación con el argumento a la sombra que poseen en el sentido establecido. Por otra parte, se
podrá ampliar a través del análisis de otros tipos de sombreado léxico, como el sombreado
complementario y el sombreado co-composicional. En cuanto al análisis del argumento a la
sombra, un análisis más amplio permitirá observar si el papel temático que posee el S-ARG en el
sentido establecido incide, al modificarse el sentido del ítem léxico, en el tipo de modificación que
se produce (es decir, si permanece estable, se resemantiza o se pierde este argumento a la
sombra).
Asuntos gramaticales 67
Julieta Straccia
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Resumen
A partir de los tres dominios en los que se suele con-ceptualizar el léxico de una lengua
— entidades, eventos y cualidades— proponemos una aproximación a la resolución de
secuencias nominales aparentemente ambiguas. Las secuencias que analizamos, cuya
estructura básica es [adjetivo + nombre + nombre], han sido tomadas de textos científico-
académicos escritos en inglés y pertenecen al campo disciplinar de las ingenierías. En ellas, el
adjetivo tiene alcance o bien sobre el primer nombre o bien sobre el segundo, es decir el que
ocupa la posición nuclear del sintagma.
Según nuestra propuesta, ciertos aspectos semánticos sub-léxicos de los ítems léxicos
involucrados activan mecanismos que determinan la organización interna de estos sintagmas.
En efecto, tomando como base la Teoría del Léxico Generativo (Pustejovsky, 1995, y ss.; Kuguel,
2010) y teniendo en consi-deración rasgos semánticos clásicos como dominio y delimitación
(Jackendoff, 1991; Morimoto, 1998; Kuguel, 2016), discutimos que es posible establecer el
alcance del adjetivo sobre el nombre correcto y consecuentemente dilucidar la estructura
sintáctica e interpretación semántica de las secuencias en su conjunto.
Respecto de los datos, analizaremos específicamente se-cuencias con los adjetivos calificativos
de dimensión high y low (alto y bajo), en las que uno de los dos nombres pertenece al dominio de
las cualidades (Herczeg, 2015). A su vez, vincularemos la caracterización de estos nombres de
cualidad con la de los llamados nombres relacionales del tipo de hermano, madre, picaporte,
rueda (De Bruin y Scha, 1988; Adelstein, 2007). Por último, propondremos que este enfoque
podría aplicarse a la resolución de secuencias similares con otro tipo de adjetivos.
Introducción
Las secuencias estudiadas han sido tomadas de textos académicos del campo disciplinar de las
ingenierías y nos interesó su abordaje por tratarse de material que es utilizado en la enseñanza
de lectocomprensión en inglés para estudiantes hispanohablantes de grado de estas áreas.
Adoptamos un enfoque contrastivo pero centrado en la semántica léxica, a partir de la convicción
de que es a través del análisis lingüístico que se pueden resolver si no todas, la mayoría de las
estructuras de la lengua, aun cuando pertenezcan a campos disciplinares muy específicos
(Jackendoff, 2002: 376).
Respecto de los datos, discutimos específicamente secuen-cias con adjetivos calificativos de
dimensión —high/low (alto/bajo)— en las que uno de los dos nombres (o ambos) pertenece al
dominio de las cualidades —viscosity, resistance, efficiency, strength— (Herczeg, 2015: 121-132).
Seguimos aquí a Pustejovsky en cuanto a que los ítems léxicos de las lenguas se conceptualizan
en tres dominios principales — entidades, eventos, y cualidades— (Pustejovsky, 2001: ii).
Asimismo y tal como recuerda Demonte (1999: 134), esta distinción es puesta de relieve por
Lyons (1977), quien sugiere además que los ítems en cada uno de estos dominios se
corresponden solo típicamente con ciertas clases de palabras (parts-of-speech) pero que esta
corres-pondencia no es absoluta (§11.3, 438-443). Así, la categoría léxica de los nombres que
designa típicamente entidades tanto concretas (motor, cobre) como abstractas (ciencia, problema)
puede también denotar eventos (oxidación, flujo) y cualidades (densidad, dureza).
En este punto es importante destacar que los sintagmas cuyo estudio nos interesa abordar
aparecen con llamativa frecuencia en los textos del área de ingeniería, hecho que puede deberse
a que las cualidades de los materiales, dispositivos y procesos son, en gran medida, el objeto de
análisis y eje del trabajo del ingeniero en sus distintas especialidades. Por otra parte, es
necesario señalar que nos referiremos a las secuencias que estudiamos aquí como «sintagmas
nominales» ya que, si bien la investigación en lingüística generativa discute el estatuto y
estructura de estos sintagmas en cuanto a la hipótesis del sintagma de determinante (Abney,
1987: 40-41), nuestro foco de interés está puesto en la porción léxica del sintagma y no en la
estructura funcional que este proyecta.
En este trabajo se siguen los supuestos teóricos de la Teoría del Léxico Generativo
(Pustejovsky, 1995, y ss.). En este marco, los ítems léxicos no son unidades atómicas, sino que
tienen una estructura subléxica rica que los define y, a su vez, anticipa los sentidos que estos
ítems pueden tomar en distintos contextos. Esto significa que, a pesar de esa riqueza interna,
existe un cierto nivel de subespecificación semántica para cada ítem en la medida en que su
significado final se termina de definir en la combinación sin-táctica (Pustejovsky, 1995: 61-62).
La estructura subléxica a la que nos referimos contempla cuatro niveles de representación. El
nivel de la estructura argumental especifica el número y tipo de argumentos asociados con un
ítem léxico y el modo en que estos se realizan sintácticamente 1. En este sentido, existen 4 clases
de argumentos: los ARGUMENTOS VERDADEROS (true argu-ments), que son los que se realizan
sintácticamente; los ARGUMENTOS POR DEFECTO (default arguments), que forman parte del
contenido lógico del predicado, aunque pueden realizarse sintácticamente o no; los
ARGUMENTOS SOMBRA (shadow arguments), que solamente se pueden expresar mediante ciertas
construcciones; y los ADJUNTOS VERDADEROS (true adjuncts), que son elementos opcionales
ligados más al predicado en sí que a la unidad léxica individual.
El nivel de la estructura eventiva consiste en el tipo de evento (o eventos) que se asocia con el
ítem. Por su parte, la estructura de qualia reúne la información esencial del significado de una
1 Cabe aclarar que definición de argumento es (distinta de la tradicional en el sentido que se trata aquí de
palabra y se divide a su vez en cuatro roles: el quale formal (información básica sobre el ítem que
lo distingue del resto de los ítems dentro de un dominio más amplio); el quale constitutivo
(expresa la relación de un objeto con sus partes constituyentes); el quale agentivo (remite al
origen o forma de creación o producción del ítem); y el quale télico (se refiere a la función o
propósito del ítem). Por último, la estructura de herencia léxica, que describe la forma en que
una palabra se relaciona con otras en el léxico a partir de la estructura de qualia. A modo de
ilustración y tomando un ejemplo de Pustejovsky (1995), observemos que novela y diccionario son
nombres que se relacionan, en tanto sus respectivos roles de qualia formal contienen la misma
información (objeto físico-libro), pero difieren entre sí respecto de sus funciones (quale télico). El
quale télico de novela incluirá como función leer, mientras que el de diccionario, algo así como
compilar.
Asimismo, la información contenida en la estructura de qualia permite clasificar los ítems
léxicos en tres tipos: simples o naturales como plomo, agua, que se definen por los roles formal y
constitutivo solamente; funcionales o artefactos (también llamados tipos unificados) como
cerveza, hormigón, que incluyen también información sobre su función (quale télico) y/o forma de
creación (quale agentivo); y complejos u objetos dot, tipos esencialmente polisémicos que
combinan dos especificaciones en un mismo rol del qualia. El caso de libro, por ejemplo, contiene
una com-binación de los sentidos [objeto físico•información] en su quale formal. (Pustejovsky,
2006:23; Kuguel, 2010: 87).
Como veremos a continuación, nuestros datos incluyen nombres de tipo natural, como gas,
salinity, y tipo funcional, shaft, processing.
Finalmente, según nuestro marco teórico, existen mecanismos semánticos generativos de
significado que se activan en la interacción de una unidad léxica con otras en el contexto de uso.
Muy someramente, los mecanismos son la selección o selección pura (pure selection), que implica
la compatibilidad plena de rasgos entre dos ítems; la acomodación (accomodation), que se
produce cuando el argumento no cumple exactamente con el tipo seleccionado por el predicado
pero hay herencia de rasgos; la coerción de tipos (type coercion), que se activa cuando un
predicado impone un tipo determinado a su argumento; el ligamiento selectivo (selective binding),
que implica la selección de uno de los aspectos y no de todo el significado del argumento por
parte del predicado; y por último, la co-composición (co-composition), que opera cuando los dos
ítems combinados participan activamente en la generación de significado en contexto.
Los casos que analizamos incluyen casos como los que siguen:
Asuntos gramaticales 71
Claudia Herczeg
Resulta significativo que en todos los casos el adjetivo tenga alcance sobre el nombre de
cualidad en la secuencia, independientemente de la posición que ocupe y del dominio al que
pertenezca el otro nombre, que puede ser de entidad, como vemos en los ejemplos de (2) y (4), o
evento, como se observa en (3) y (5).
Mediante una prueba sencilla podemos comprobar que este alcance del adjetivo es correcto. La
prueba consiste en borrar el ítem en posición de N1 y constatar si las secuencias resultantes son
semánticamente admisibles:
Como podemos observar, en los casos de (2) y (3) repetidos aquí como (6) y (7) cuando el
nombre de cualidad ocupa la posición de núcleo, las secuencias sin el N 1 resultan perfectas. En
cambio, no sucede lo mismo con los casos de (4) y (5), repetidos a continuación como (8) y (9):
De ser admisibles estas secuencias, sería otro el sentido del adjetivo que se activa (‘alto’ o ‘bajo’
de dimensión o de ubicación espacial), y aun así en algunos casos la interpretación resultaría
algo forzada o requeriría algún contexto especial para ser semánticamente admisible (cf. fluido
alto, que alcanza un nivel alto vs. ?proceso alto; ??alto proceso).
Nos interesa, entonces, conocer cuáles son las condiciones semánticas y los rasgos subléxicos
de los componentes de estos sintagmas que hacen que los adjetivos high-low se prediquen
siempre del nombre que pertenece al dominio de las cualidades.
Asuntos gramaticales 73
Claudia Herczeg
En este marco, De Bruin y Scha consideran, además, una subclase particular de relacionales a
los que denominan «nombres relacionales de función» (function nouns), entre los cuales incluyen
nombres tales como length, speed, distance (longitud, velocidad, distancia) que, como el resto de
los rela-cionales, se interpretan siempre respecto de algún otro argumento que es el que posee
esa cualidad (De Bruin y Scha, 1988: 25-26). Pero los autores proponen también que para cada
argumento con el que estos nombres se relacionan, existe una entidad subyacente que
representa un ordenamiento lineal o escalar, la que puede permanecer implícita o expresarse a
través de alguna construcción sintáctica particular: una escala en grados para la temperatura, en
metros, kilómetros, etc. para la longitud, en metros por segundo o millas por hora para la
velocidad, por citar algunos ejemplos 2. Volveremos en breve sobre este punto y su relación con la
no-delimitación de los nombres de cualidad.
Los adjetivos high-low son calificativos graduables, es decir no delimitados (Morimoto, 1998:34-
36; Kornfeld, 2010:35), y dentro de este grupo son de escala abierta en el sentido de que no
llevan implícito un tope máximo o mínimo (cfr. abierto-cerrado; vacío-lleno) (Kennedy, 2001:53;
Kennedy y McNally, 2005: 352) y forman con su opuesto un par de antónimos polares, o
contrarios (Cruse, 1986: 204).
Los adjetivos high-low, al igual que muchos otros calificativos, muestran un cierto grado de
polisemia. Podemos agrupar sus sentidos principales (y sin extenderlos a usos metafóricos) en
dos bien generales. Por un lado, refieren a la dimensión física en sentido vertical de un objeto
concreto y delimitado del que se dice es alto o bajo a partir de la comparación con alguna medida
estándar o que se fija en el contexto:
Y en este sentido se aplican a nombres tales como house, mountain, tower, tree, wall (edificio,
casa, montaña, torre, árbol, pared) 3.
El otro sentido importante de estos adjetivos no se refiere ya a medida física, sino que denota
esencialmente la cantidad en que se manifiesta alguna propiedad o magnitud particular. En este
caso tal propiedad necesariamente tendrá que ser graduable (no delimitada), de modo que pueda
predicarse de ella que sea o que esté alta/baja:
En lugar de postular una configuración léxico-semántica o entrada diferente para cada uno de
estos sentidos, high 1 , high n , low 1 , low n a la manera de los léxicos enumerativos clásicos,
adoptamos el modelo del léxico generativo y pro-ponemos una estructura infraespecificada, de tal
modo que el sentido correcto se terminará de definir a partir de la composición sintáctica con el
2 De Bruin y Scha (1988: 26) mencionan el siguiente ejemplo en el que el valor de la escala se realiza
mediante una construcción sintáctica específica, la que no es posible con otro tipo de nombres
relacionales (como los de parentesco): «The USS Frederic has a speed of 10 knots» (La USS Frederick tiene
una velocidad de 10 nudos).
3 Es interesante notar que con la mayoría de los nombres concretos y particularmente con los de rasgo
[+animado] como man, girl, horse, se prefiere el par tall-short para hacer referencia a la altura física que
alcanza tal objeto; contrástese por ejemplo:
(i) a. a high official →‘un funcionario de alto rango’
b. a tall official →‘un funcionario alto’ (que mide una cierta altura)
(ii) a. high plants →‘plantas superiores’ (como categoría del reino vegetal)
b. tall plants →‘plantas altas.
nombre del que se predica. Así, en combinación con nombres concretos del tipo de table,
window, bridge, building (mesa, ventana, puente, edificio), se activará el sentido de medida física o
bien ubicación espacial con el contexto adecuado, mientras que con nombres de cualidad que,
como dijimos, son graduables en tanto [-delimitados], será el sentido de cantidad de high-low el
que prevalezca necesariamente. La estructura semántica de high /low que proponemos es:
(13) EA = ARG 1 = x
EE = e 1 : estado
EQ = FORMAL = high(low) (e1,x)
en la que el argumento que toma este adjetivo, x, tendrá especificado en su quale formal si se
trata de un nombre de objeto concreto, y si tiene el rasgo delimitado o no delimitado, y de ahí, el
sentido final del adjetivo.
A partir de estas consideraciones, proponemos entonces que los adjetivos no delimitados high-
low seleccionan los nombres de cualidad, también no delimitados, en las secuencias analizadas
aquí por la plena compatibilidad de rasgos semánticos entre unos y otros: se trata de nombres
graduables con adjetivos que, justamente, miden el grado en el que tales cualidades se
manifiestan. En el modelo que utilizamos esta compatibilidad de rasgos entre ítems léxicos se
explica por un mecanismo semántico de generación de significado conocido como selección pura,
que se activa cuando el argumento cumple plenamente con el tipo seleccionado por el predicado.
Así la relación A (high-low) + N (cualidad) implica una representación semántica como la que se
ejemplifica en (14):
Asuntos gramaticales 75
Claudia Herczeg
(18) […] The shaft speed on air motor starters can be as high as 180,000 rpm, or a sliding
speed of about 1000 feet/second, which is nearly the speed of sound (Phelps, 2010).
Respecto de los casos en los que el nombre de cualidad se encuentra en la posición de N1, y
dado que el adjetivo tiene alcance sobre este nombre, la estructura resultante será la de (18):
Efectivamente, tal como sucede con la relación semántica entre el A y el N2 en las secuencias
con lectura (a), los adjetivos high-low seleccionan aquí al N1 por ser un nombre de cualidad de
rasgo [-d], con el que logran plena identidad de rasgos semánticos. De modo que se activa
también aquí el proceso de selección pura, pero esta vez entre el A y el N 1 . Asimismo, estos
nombres que hemos considerado relacionales de función contienen un argumento que
representa una escala de medición que permanecerá implícita o se explicitará en alguna
construcción sintáctica en el contexto discursivo de la secuencia, como sucede en (15) para la
secuencia high strength concrete (‘hormigón de alta resistencia’), en que aparece la escala que se
aplica para medir la resistencia, en este caso una escala de psi (pounds per square inch o libras
por pulgada cuadrada):
(19) […] The American Concrete Institute’s committee on high strength concrete defines it as
concrete that has a design strength in excess of 6000 psi. […] (Burg, 1993).
EA ARG 1 = x
ARG-D 1 = y (la entidad que se hierve)
ARG- D 2 = w (agente humano)
EE e 1 =proceso
EQ FORMAL = entidad_funcional(artefacto)
TÉLICO = proceso_hervir (e1, x, y)
Sin embargo, los N1 que acompañan a estos núcleos no realizan ninguno de sus
ARGUMENTOS: la temperatura no es un ARGUMENTO seleccionado por el aire, ni la eficiencia
puede serlo de un núcleo tal como un hervidor. Consideramos, en cambio, que el sintagma
nominal que integran estos nombres en posición de N 1 con el adjetivo funciona aquí como
modificador que aporta información adicional respecto del núcleo N 2 , información que sirve para
caracterizarlo o individualizarlo:
(22) a. [[high viscosity] fluid] →fluido que se caracteriza por ser de alta temperatura
b. [[low efficiency] boiler] →hervidor caracterizado por su baja eficiencia
Según la teoría del LG, estos elementos son los llamados ADJUNTOS VERDADEROS, que están
legitimados por la configuración subléxica del ítem del que se trate como elementos que
contribuyen con información semánticamente compatible con ese ítem, pero que no son
elementos seleccionados en su EA. En nuestros ejemplos anteriores se observa esta misma
relación, es decir la alta resistencia no es un ARGUMENTO del hormigón, sino más bien un
ADJUNTO y lo mismo podemos decir del alto brillo respecto de acabado, y así sucesivamente:
Conclusión
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Resumen
El presente trabajo tiene el objetivo de analizar las interjecciones que provienen de verbos de
movimiento, en particular los ítems ¡andá!, ¡salí!, ¡vamos!, para determinar no solo los vínculos
entre las dos categorías sino también, por una parte, la pertenencia de estos tres elementos a un
subconjunto de las interjecciones impropias, a partir de la observación tanto de sus semejanzas
como de sus diferencias; y por otra, en qué medida las configuraciones sintáctico-gramaticales de
los verbos impactan en el nivel de interjectabilidad de dichas unidades. Con estos propósitos,
desde el enfoque de la Teoría de los prototipos (Berlin y Kay, 1969; Rosch, 1983; Kleiber, 1995),
que otorga la posibilidad de establecer categorías con límites difusos, al identificar miembros
focales y miembros periféricos, cuyos rasgos no son ni necesarios ni suficientes, se instauran
pasajes entre las clases estudiadas. Además, recurrimos a la noción de subjetivación (Traugott y
König, 1991; Company Company, 2004), dado que permite determinar los grados de
interjectabilidad de las unidades analizadas y a la de iconicidad (Ungerer y Schmid, 1996;
Cucatto, 2009), pues-to que correlaciona las estructuras sintáctico-gramaticales con el contenido
modal de las interjecciones. Los ejemplos proceden del corpus CREA y del CORPES XXI
(www.rae.es). Asimismo, se cotejan las muestras con respuestas de cuarenta protocolos de
examen, realizados por alumnos de la Universidad Nacional de La Plata. La variedad examinada
corresponde al español rioplatense. Después de recorrer los corpora, se esbozan algunas
conclusiones. Las tres unidades comparten el rasgo de rechazo. No obstante, solo ¡vamos! se
utiliza tanto con un valor negativo como positivo, alentar. Esto último se vincula icónicamente
con la realización del lexema en primera persona del plural. En los tres elementos hay un
desplazamiento desde un movimiento físico a otro abstracto. Así, en el uso interjectivo se
manifiesta el alejamiento del emisor respecto del enunciado/enunciación del interlocutor. La
forma ¡andá! registra la utilización de complementos locativos y direccionales, que hereda de su
origen verbal.
Introducción
En el límite entre la interjección propia o primitiva y la oración exclamativa están las palabras
de la lengua que se usan como interjecciones, en las cuales a menudo el sentido propio se
pierde hasta en un punto de absoluta incomprensibilidad (1935: 63).
Gili y Gaya (1961) propone que las interjecciones tanto propias como impropias manifiestan
diferentes grados del carácter sintético de las oraciones exclamativas, que no distinguen sus
elementos y están próximas a la palabra-frase del niño:
Primero, los gritos inarticulados o las interjecciones llamadas propias (¡Ah!; ¡Oh!; ¡Ay!; ¡Uy!;
¡Hola!) que tienen validez social dentro de un grupo lingüístico; palabras de todas clases
habilitadas como interjecciones (¡Bravo!; ¡Ánimo!; ¡Diablo!; ¡Ya!, etc.), o los vocativos, dirigidos
ya con plena intención a una persona o un grupo. El segundo grado se presentará en las frases
exclamativas producidas por un comienzo de análisis de la emoción en dos o más palabras, v.
gr: ¡por Dios!; ¡pero hombre!; ¡hermosa noche!; ¡qué asco!; ¡pobre de mí! (1961: 42).
Cabe destacar que Gili y Gaya desdobla las interjecciones impropias, según el número de
palabras que conforman la expresión. No obstante, ¡por Dios! es menos analizable que
¡hermosa noche!, por ejemplo. Sin embargo, es interesante observar cómo el gramático incluye
las interjecciones dentro de las oraciones exclamativas, ubicándose en la tradición que las
considera oraciones y no parte de la oración. La afinidad entre los elementos interjectivos y las
construcciones exclamativas todavía es objeto de atención por parte de los estudios
especializados. Así, Alonso-Cortés (1999) trata, en un mismo trabajo, las exclamativas, las
interjecciones y el vocativo.
Una segunda clasificación, aceptada con amplitud por los estudiosos de la interjección (Alarcos
Llorach, 1994; Cuenca, 2000; López Bobo, 2002), es la que alude a la dimensión semántico-
pragmática, que se manifiesta con las funciones del lenguaje. No hay un acuerdo sobre cuántas
son las funciones que posibilitan agrupar las interjecciones. Así, mientras que Cuenca (2000)
considera que cubren todas las funciones jakobsonianas, salvo la poética, Alarcos Llorach (1994)
con-templa tres, apelativas, sintomáticas y onomatopéyicas, que reúnen las interjecciones
representativas. En tanto, López Bobo (2002) opta por reducir las funciones a dos, expresiva y
apelativa, con predominancia en la primera, aunque acepta un matiz fático. La Nueva gramática
de la lengua española. Manual (=NGRALE) (2010) retoma la dicotomía apelativa o conativa y
expresiva o sintomática, proponiendo una división tajante, puesto que las primeras están
dirigidas al oyente y las segundas al hablante. Aunque prevé la posibilidad de que algunas
unidades se empleen como conativas en un contexto discursivo y, en otro, como expresivas, no
atiende a los solapamientos de estas funciones.
Marco teórico
Para llevar a cabo el análisis de los elementos ¡andá!, ¡salí! y ¡vamos! se emplean las
herramientas teórico-metodológicas de la Teoría de los prototipos (Berlin y Kay, 1969; Rosch,
1983; Kleiber, 1995), dado que al postular límites difusos entre las categorías, ejemplares focales
y marginales, pertenencia a las clases por parecido de familia, haces de rasgos no necesarios ni
suficientes, permite reflexionar sobre los pasajes y vínculos entre verbos e interjecciones.
Asimismo, se recurre a la hipótesis de subjetivación, puesto que proporciona una explicación
válida para dar cuenta de la pérdida de densidad semántica de las formas examinadas y la
ganancia pragmática que experimentan en el tránsito de verbos a interjecciones. En efecto, hay
una transición desde significa-dos objetivos, extralingüísticos, hacia significados vinculados con
la actitud del hablante (Traugott y König, 1991). Así, una de las tendencias de la subjetivación
consiste en que «los significados tienden a situarse progresivamente en el estado-
creencia/actitud del hablante respecto a la situación (de la objetividad a la subjetividad)», según
Cuenca y Hilferty (1999: 164). Por su parte, Company Company (2004) hace hincapié en la
prescindencia de las relaciones sintácticas de las formas cuando se subjetivizan. En las unidades
analizadas, dicha abstracción de la sintaxis se observa en diferentes grados, dando una pista de
su nivel de interjectabilidad y de su mayor o menor cercanía con el verbo de origen. Además, se
incorpora el concepto de iconicidad, por su carácter mimético que posibilita explicitar los
vínculos entre estructuras ver-bales y estructuras conceptuales (Ungerer y Schmid, 1996;
Cucatto, 2009), aunque, en el caso de las interjecciones, se trata de la relación que se instaura
entre estructuras verbales y configuraciones emocionales.
1 El tema que abordamos forma parte de una investigación más amplia. Aquí nos proponemos
profundizar sobre esta cuestión que ya hemos estudiado y presentado de manera preliminar (Bernardi,
2016).
Asuntos gramaticales 83
Lucía Bernardi
En este apartado se analizan los elementos ¡andá!, ¡salí!, ¡vamos! 2, atendiendo a la variedad del
español rioplatense.
¡Andá!
(1) —¿Y no te paraste a pensar, fijáte qué cosa tan simple, de qué vive ese playboy, por qué
está tan feliz? ¿Es tan fácil ser libre, eh? ¿Con decidirlo basta? ¿Entonces qué somos los
trabajadores que nos levantamos todos los días a las seis de la mañana: indecisos,
nomás? ¡Andá, salí! ¡No me hablés más! (CORPES XXI: Neuman, Andrés: Una vez
Argentina. Barcelona: Anagrama, 2003).
(2) Que no suceda, como en los trenes del Ferrocarril General Roca, en el que ya no se
puede pedir ubicación en el vagón; si uno patalea, le aclaran que es «porque ahora se
hace por computadora»... ¡Y andá a cantarle al software! (CREA: Clarín, INDUS-
TRIALIZACIÓN Y POLÉMICA, 03/07/1987).
(3) pero venís el lunes y está lleno de gente, entonces me cruzo con mucha gente con la que
entro en con-versación... Si vienen bien soy muy amable pero hay tipos que están
sentados, y vos pasás y te hacen Psss... Psss... (hace un gesto con la mano, como
llamando a alguien, Luca actúa con un gesto como de extrañado)... ¿Cuál es? Andá a la
mierda... quién te conoce. Porque son tímidos y entonces se hacen los agretas... (CREA:
Polimeni, Carlos: Luca. Buenos Aires: AC, 1999).
(4) (Horrorizado) ¡Basta, basta, hijo de puta! Me voy. ¡Me voy ya! Andáte a la puta que te
parió. (Se golpea una pierna) ¡Ahhh! (Queda acostado) (CORPES XXI: Apolo, Ignacio: La
Pecera. Buenos Aires: Fundación Autores, 2001).
(5) dobla a la izquierda sin detenerse. No ha visto al automovilista. ¿Sos ciega, gorda? Andá
a la concha de tu madre, pelotudo (CORPES XXI: Alegre, Marianela: «El cumpleaños».
Letralia. Cagua: Letralia.com, 2009).
En (1), ¡andá! vehiculiza el valor semántico-pragmático del descreimiento, en (3), (4), (5), el de
rechazo y, en (2), el de imposibilidad. Cabe destacar que, salvo en (1), en el resto de los ejemplos,
2 La forma vamos ha sido estudiada como marcador discursivo (Martín Zorraquino y Portolés Lázaro,
1999). No obstante, el presente trabajo se centra en los empleos interjectivos de dicha expresión. La
discusión en torno a los límites entre interjecciones y marcadores excede los objetivos de este escrito.
¡andá! se realiza con un complemento locativo en (3), (4), (5) y uno direccional en (2), herencia de
su procedencia verbal. Sin embargo, hay un pasaje de una locación física posible a una no
posible o indeseable, esto es, el hablante en (2) envía a su interlocutor a realizar una acción poco
probable como es cantarle al software. Cabe destacar que en este ejemplo, se cita de manera
encubierta la unidad fraseológica «Andá a cantarle a Gardel», que alude a la imposibilidad de
hacer viable una modificación de las circunstancias y que produce el paradigma «Andá a cantarle
a X», en donde «X» tiene el rasgo semántico de [+humano] o al menos de [+animado]. En esta
muestra, se presenta una desautomatización de dicha unidad fraseológica, ya que X se realiza
con un sintagma nominal [-humano]/[-animado]. Así, con esta deslexicalización el emisor hace
que el receptor se detenga en esta expresión. En (4), (5) también se manifiesta la imposibilidad
con el rechazo, dado que se presenta un corrimiento metonímico, desde la persona de la madre a
una parte de ella (5) y desde el lugar donde se encuentra la madre a su propia persona, esto es,
el sintagma preposicional locativo/direccional se puede parafrasear como «donde está la puta
que te parió» (4). También, en este caso aparece el clítico de segunda persona te, que al hallarse
lexicalizado, enfatiza el rechazo hacia el receptor. En (3), salvo que se imagine la posibilidad de
ingresar en un recinto repleto de estiércol, también es bastante improbable que el interlocutor
pueda acceder a un lugar de esas características. Asimismo, tanto el complemento locativo como
el direccional en estos empleos interjectivos van perdiendo su densidad semántica, ya que no
importa el espacio que estén designando sino el rasgo de rechazo con el que se cargan. Además,
sin-tácticamente dichas estructuras se van cristalizando, dado que, si bien puede variar el
sintagma nominal (la mierda, la concha de tu madre, la puta que te parió) la preposición empleada
es a sin alternar con otras, por caso hacia, hasta, que aparecen cuando andá es un verbo.
Así, esta unidad, en su uso interjectivo, se va gravando con rasgos expresivos y exacerbando
los apelativos que ya poseía en su empleo imperativo, entrando de lleno en un proceso de
subjetivación. Si se toman los tres valores semántico-pragmáticos identificados en las muestras,
a saber descreimiento, rechazo, imposibilidad, se percibe que todos tienden a marcar un
distanciamiento con respecto al hablante: es decir, las expresiones icónicamente manifiestan este
alejamiento del dictum o del contexto no verbal de la esfera del emisor, que se realiza con mayor
vehemencia al lexicalizarse andá con sus complementos locativos. Llegados a este punto, es
plausible sugerir que la no coincidencia con los valores recogidos en el DRAE se debe a que la
formas anda, del español de la Península y andá, de la variedad rioplatense proceden de
distintos verbos. Mientras que el primero tiene su origen en el imperativo de andar («Dicho de un
ser animado: ir de un lugar a otro dando pasos»), el segundo encuentra su fuente en ir («Moverse
de un lugar a otro apartado de la persona que habla»). De esta manera, en el español rioplatense
se produce un pasaje entre un movimiento físico, objetivo, hacia uno más abstracto y subjetivo.
Es interesante ver que este movimiento de separación se observa en algunas expresiones en las
que el elemento andá todavía es usado como verbo, aunque va apareciendo el valor semántico-
pragmático de la imposibilidad:
(6) —Asigún, flaca —dijo Osvaldito—. Andá a saber lo que piensa el húngaro. (CREA:
Cohen, Marcelo (1986). Insomnio. Barcelona: Muchnik).
(7) NORMA: Justamente, advinaste [sic], Aurora no había movido un dedo, como si le
hubiera hablado a la pared, peor que a una pared porque una pared no hará nada, pero
por lo menos una sabe donde [sic] está, una la puede tocar, ensuciar, rascar, lo que
quiere, en cambio a Aurora andá a encontrarla si sos bruja (Nelly ya está vestida) (CREA:
O'Donnell, Pacho (1982). Lo frío y lo caliente. Buenos Aires: Galerna).
(8) Pienso que debería haber algún aglutinamiento de las sociedades de directores y
productores para tratar de conseguir alguna línea propia de difusión, distribución y
exhibición. Alguna vez trataron de hacerlo pero es muy difícil. El ámbito del cine es muy
complicado, hay muchas rivalidades, mucha competencia... Andá a tratar de juntar a
éste que se odia con aquél.... Lo del Tita Merello está bien pero es muy poquito. Habría
que tener una cabecera en el centro, otra en barrios, una sala en cada provincia.... Con
algo así, en una de esas, podemos empezar a conversar (CREA: Film [on line], 06-
07/2003: 17. Solitario y final. El nuevo cine, Bue-nos Aires, 2003).
Asuntos gramaticales 85
Lucía Bernardi
En (6), (7) y (8), el ítem andá es empleado como verbo. Sin embargo, junto con su complemento
de dirección, se carga del rasgo de la imposibilidad, que es, en definitiva, un re-chazo de la
acción expresada en el término del sintagma preposicional. Se percibe el corrimiento desde un
plano fáctico a uno utópico ya que se propone el desplazamiento hacia un no lugar.
Si se analizan las respuestas de los alumnos, se advierte que hay un valor semántico-
pragmático dominante de descreimiento/desconfianza (79 % de los casos):
En (9), (10), (11) y (12) se corrobora que la forma andá está utilizada como interjección con el
valor semántico-pragmático de descreimiento/desconfianza, puesto que manifiesta un
distanciamiento del hablante con respecto al enunciado de su interlocutor y pone en cuestión el
marco de creencias desde donde enuncia este último. Por esta razón, su uso posee una carga
expresiva de rechazo violento, que habilita el ingreso de andá al dominio del insulto, como se vio
en las muestras (2), (4) y (5). Cabe destacar que el valor asignado a este elemento por los
informantes es el mismo que recoge Cicottino (2010), quien define andá como «[el que] rechaza,
descree: ¿así que ahora sos pastor sanador? ¡andaaa…!» (56).
Es importante notar que solo en el 5 % de las respuestas aparece andá en calidad de verbo:
(13) ¡Andá! Andá a hacer lo que tenés que hacer. (Protocolo 32).
En (13) la unidad andá se presenta en su forma imperativa, pero la mayoría de los estudiantes
se inclinó por un uso interjectivo. Esto se invierte con el elemento salí.
Hay que subrayar, entonces, que andá es percibido por los alumnos en su empleo interjectivo,
vehiculiza un valor de distanciamiento fuerte y, en el español rioplatense, no registra la acepción
de alegría propuesta por el DRAE.
¡Salí!
En (14) y (15) el elemento salí está utilizado como interjección con un matiz semántico-
pragmático de rechazo hacia el dictum anterior. Hay que señalar que, si en el caso de andá, sobre
todo cuando se usa de manera insultante, se clausura la posibilidad de diálogo, no sucede lo
mismo con salí, dado que permite continuar el intercambio comunicativo. De este modo, se puede
postular que mientras andá cuestiona la legitimidad del enunciador o el marco enunciativo
desde el que habla, salí solo pone en tela de juicio el contenido de su enunciado. Además, salí
posee un grado de interjectabilidad menor que andá, hecho que se apoya tanto en la escasa
ocurrencia de empleo como en la baja productividad de expresiones. Si cotejamos estas
observaciones con las respuestas de los alumnos, se percibe que sucede algo análogo:
En (16) y (17) hay un doble uso de la unidad salí. Por un lado, se presenta como interjección
cuando vehiculiza el valor de incredulidad («¡Salí! No es así»/«¡Salí! No me mientas»), por el otro,
aparece salí empleado en calidad de imperativo («¡Salí! ¡Me hiciste equivocar»!/«¡Salí! No te
aguanto»). Si bien en es-tos últimos ejemplos se advierte el rasgo de rechazo, todavía es un verbo
semánticamente lleno, cuya acepción se encuentra en Haensch y Werner (1993) y no se halla en
el DRAE: «salir v intr. Cambiar una persona de lugar, generalm. porque molesta el paso o la
visión de otro» (540). No obstante, en las respuestas de los informantes se vislumbra un cierto
desliza-miento hacia un plano más abstracto, a pesar de que el movimiento sigue siendo físico,
es decir, el hablante pretende que el interlocutor se retire del lugar concreto que ambos
comparten por un sentimiento de aversión del primero por el segundo. En (18), en cambio, no se
ve esta vacilación entre verbo e interjección, ya que únicamente aparecen realizaciones de salí en
su versión interjectiva. Es significativo mencionar que solamente el 16 % de los estudiantes pudo
proponer enunciados con la interjección salí. El 84 % restante se inclinó por el imperativo salí:
En (19) y (20) salí se presenta con un complemento locativo, que refuerza su condición de verbo
cinético. Sin embargo, no se registran expresiones lexicalizadas que se hayan subjetivizado a la
manera de andá en las muestras (3), (4), (5).
Del análisis de los corpora se desprende, entonces, que los hablantes rioplatenses perciben el
elemento salí como más próximo a la categoría verbal que a la interjectiva. Una de las razones de
Asuntos gramaticales 87
Lucía Bernardi
esto puede residir en la economía de la lengua, ya que salí no posee la productividad de andá
con la lexicalización de sus complementos locativos y direccionales.
¡Vamos!
Según el DRAE la unidad vamos, que es la forma arcaica de la primera persona del plural del
presente del subjuntivo, se puede considerar tanto una «expresión utilizada para exhortar» como
una interjección «¡Vamos, qué tontería!». Es interesante advertir que, en su acepción interjectiva,
el DRAE consigna un ejemplo, pero no explicita sus posibles valores. Ahora bien, en la primera
definición, en su calidad de expresión, vamos se ubica en una posición intermedia entre su
categoría de origen, el verbo, y la interjección. El DRAE intenta solucionar esta ambigüedad con
la introducción de la etiqueta expresión.
Veamos los siguientes ejemplos:
(23) La peor opinión es el silencio. Y ése es el camino que eligieron los tres protagonistas de
la historia de otro Boca - Vélez con final tenso. Antes del partido, los dos capitanes
(Martín Palermo y José Luis Chilavert) ni se saludaron. Durante, pareció que Chilavert
lo buscó para que Palermo reaccionara. Al final, se trenzaron en otro capítulo de
violencia y se fueron expulsados. Palermo salió casi corriendo del vestuario con su hijo
Ryduan a caballito (el pequeño tenía puestos guantes de arquero que le regalaron en el
vestuario) y con su otra hija, Aline, en la mano derecha. «¡Vamos Martín!» y «¡Aguante
Martín!» le gritaron. (CREA: Clarín, 23/10/2000: BOCA 3 - VÉLEZ 1: PALERMO,
CHILAVERT Y ELIZONDO NO. Buenos Aires).
(24) Llegaba la hora de la verdad, la hora de salir a la cancha. Al día siguiente, viernes 8 de
junio, en el vestuario, en las entrañas del Meazza, mientras afuera todos vivían la fiesta
y se volvían locos con las mujeres que desfilaban, yo sentí un ambiente raro. En la piel,
en el alma. No sé, un silencio demasiado grande, demasiado frío... Miré algunas caras y
las vi pálidas, como si estuvieran cansados antes de salir a jugar. Me planté en el centro
del vestuario, tomé aire y pegué el grito, bien fuerte, desde las vísceras: «¡Va-mos, arriba!
¡Vamos, carajo! Que esto es un Mundial y nosotros somos los campeones del mundo».
(CREA: Maradona, Diego Armando (2000). Yo soy el Diego. Barcelona: Planeta:
Barcelona).
(25) —Lo que vos deberías hacer es investigar por qué caímos tanto en 1950 -replicó la
Turca.
—Escuchame, teníamos apenas cuatro años de gobierno por entonces. y entre 1950 y
1989 los peronistas gobernamos apenas ocho años. ¡No me vengás a responsabilizarnos
por la decadencia de estos 39 años! Y si hicimos algunas macanas, que lo admito,
ustedes tuvieron 41 años para repararlas.
—¿Nosotros? ¡Pero si nosotros apenas tuvimos manija durante nueve años! -se defendió
la Turca.
—¡Vamos! Me refiero a los gorilas. Vos lo sabés muy bien —dijo Moncho.
—¡Por favor, che, déjense de politiquear! Si la culpa fue de todos. (CREA: La Nación,
28/06/1992: Acerca de auges, caídas y recuperaciones. Buenos Aires).
(26) ARÍSTIDES: Bueno, no te pongas así... (Alentándolo.) ¿Qué tiene que ver?... Vamos, no
llores, que vas a inundar todo, ¡y a ver si nos hundimos!
EUGENIO: (Muy triste.) Dejame.
ARÍSTIDES (Teatral exagerado.) ¡No me digas eso! ¿Cómo voy a dejarte yo, que te quiero
tanto? (CREA: Rovner, Eduardo (1989). Sueños de naúfrago. Buenos Aires: Corregidor).
En (27), (28 a.) y (29 b.) aparece un uso interjectivo de vamos, que no se registra en los corpora
informatizados, con un valor semántico-pragmático de alegría/felicidad. En (28 b.) vamos
vehiculiza un valor de aliento, en (30 a.) y (30 b.), de rechazo. Ahora bien, en (31) el elemento
vamos no parece estar utilizado como una interjección, es decir, se aproxima a la acepción de
expresión del DRAE. En (29 a.), está muy cercano a un empleo imperativo. En las muestras se
advierte que los alumnos perciben el elemento vamos como interjección, pero también en calidad
de expresión e incluso de verbo. Así, el 52 % propuso ejemplos interjectivos, de los cuales el 43 %
le asignó el rasgo de felicidad y solo el 9 % de incredulidad/rechazo. El 48 % de los informantes
formuló enunciados con la unidad vamos como expresión (26 %) y verbo (22 %). Esto muestra
que la unidad vamos está a medio camino de la subjetivación respecto de andá y salí. Asimismo,
se privilegia el uso de vamos para manifestar el movimiento de acercamiento al hablante. Una de
las razones de este fenómeno se encuentra en que el distanciamiento ya está cubierto por las
otras dos formas, andá/salí.
Conclusión
A partir del análisis de las muestras se puede establecer que no todas las interjecciones
provenientes de verbos de movimiento poseen el mismo grado de interjectabilidad. Mientras que
andá está muy cercano al polo de las interjecciones, salí se ubica más próximo a los verbos y
vamos se sitúa en una posición intermedia. No obstante, las tres formas registran usos
interjectivos. Sin embargo, los pasajes entre la categoría verbo y la interjección no son
homogéneos: comparten el rasgo de rechazo, pero en el caso de vamos se alterna con el de
aceptación (incluso este se presenta como el valor privilegiado para dicho elemento). Así, andá y
salí, al ser formas de la segunda persona del singular, convencionalizan icónicamente la tensión
entre el espacio del emisor y del receptor. En cambio, vamos, de la primera persona del plural,
presenta la doble posibilidad de incluir al hablante o excluirlo.
Además, andá tiene una alta productividad, dado que al lexicalizarse con sus complementos
locativos y direccionales, se cristalizan nuevas locuciones interjectivas, que se cargan de una
mayor subjetividad. El hecho de aislarse en bloque con su complemento le otorga a andá un
efecto de rechazo más vehemente, que bordea el campo del insulto. De esta manera, hay una
correlatividad icónica entre la configuración sintáctico-gramatical que se lexicaliza y el nivel de
interjectabilidad de las unidades, es decir, esto explica que andá se acerque más que salí y
vamos a un miembro focal de la categoría interjección. Es interesante señalar que los tres
elementos interjectivos abordados siempre ponen en relación al hablante y a su interlocutor; pero
no de una manera estática, sino cinética, dotada de movimiento. Este último puede ser de
Asuntos gramaticales 89
Lucía Bernardi
Referencias bibliográficas
Corpora
Asuntos gramaticales 91
Lucía Bernardi
Resumen
Total es una pieza léxica que revela una gran versatilidad de uso, asociada a la posibilidad de
reanálisis categorial: efectivamente, puede comportarse como adjetivo, como nombre y como
adverbio. Además, total, inscripto dentro de alguna de estas categorías, suma un caudal de
fluctuación de empleo en diferentes variedades del español. No obstante, lo que modela el
potencial funcional e interpretativo de total es el contenido de cuantificación de base, que permite
enlazar sus diversos valores (Bosque, 2013). Asimismo, los mecanismos gramaticales habilitan el
salto de total desde el ámbito nominal al nivel extrapredicativo. Como marcador del dis-curso
(Herrero Ingelmo, 2012) termina de reconfigurarse como un ítem que puede proyectar sobre un
enunciado, básicamente, dos orientaciones argumentativas: o bien «presenta el miembro que
introduce como una conclusión», o bien «los miembros reformulados permanecen implícitos y
total se limita a reforzar como argumento el miembro discursivo que introduce» (Martín
Zorraquino y Portolés, 1999: 4137-4138).
En este trabajo, mi propósito es, entonces, explorar el desplazamiento categorial e interpretativo
de total a partir de su significado cuantificacional de origen, con la asunción de que los factores
pragmáticos imprimen su huella sobre los diferentes valores de uso (diversos, pero todos
conectados por un fondo semántico común), manifestados mediante la polifuncionalidad categorial
de este ítem.
Introducción
Este artículo es deudor, en parte, de las ideas vertidas por Ignacio Bosque en la conferencia que
brindó en el marco del Coloquio Internacional de Lingüística Iberorrománica (CILIR) 2013, «Ras-
gos gramaticales de algunos adverbios de tiempo y aspecto», y que retoma en Bosque (2015).
Bosque inicia esa exposición con un ejemplo del japonés: el formante [nan]~ [nani] en japonés
constituye por sí solo un ítem o, mediante la adjunción de otros elementos, otras tres piezas
diferentes: sus equivalentes en el español son el pronombre enfático qué, y los cuantificadores in-
definidos algo, nada y cualquier cosa. Con esto, concluye Bosque que se trata de una misma
palabra del japonés con una variable cuantificada. A partir de esto, se pregunta qué cambia y
Inherente a la noción de subjetivización es que las formas y construcciones con el paso del
tiempo experimentan una evolución sintáctico-semántica compleja reflejada en los siguientes
cambios, que deben ser entendidos como procesos graduales y como no necesariamente
lineales o consecutivos en el tiempo, sino con superposición cronológica: enunciado
objetivo>enunciado subjetivo o enunciado débilmente subjetivo>enunciado fuertemente
subjetivo; significado externo>significado interno; significado textual>significado valorativo-
expresivo; sintaxis-semántica relacional>sintaxis-semántica menos/no relacional; sintaxis-
semántica dependiente de otras formas en el enunciado>sintaxis-semántica independiente de
las otras formas concurrentes en el enunciado; significado intraproposicional>significado
extraproposicional; distribución dependiente de otros constituyentes>distribución
independiente y autónoma (Company Company, 2014: 18).
Así como en el caso de siempre y todavía, el ítem total también se caracteriza por su contenido
de cuantificación universal. Por consiguiente, resulta pertinente evaluar cómo retiene esa
información en las distintas posiciones sintácticas que puede ocupar, de acuerdo con su
mutabilidad categorial: pasa de un empleo como cuantificador que opera sobre un nombre a
constituir un sustantivo colectivo indeterminado y un adverbio «corto», que también está
habilitado para comportarse extrapredicativamente, en la periferia oracional, como marcador del
discurso. Consiste en un mecanismo muy redituable en el español y que tiene coincidencias con
lo que se verifica en otras piezas: por caso, la recategorización de los adjetivos medio, solo y claro,
en nombre y adverbio; o de igual, textual, fácil, justo y obvio, en adverbio.
Entonces, a partir de datos seleccionados con el fin de documentar esa versatilidad funcional,
me dedicaré a (re)pensar de qué manera un mismo ítem, total, según la configuración gramatical
del español, puede desencadenar una variedad de interpretaciones (aunque todas vinculadas con
ese «fondo» semántico de cuantificación universal). Total encapsula, a partir de su capacidad de
señalamiento sintáctico, diferentes segmentos del discurso y, con esto, los locutores pueden
proyectar también sus posicionamientos enunciativos sobre lo dicho.
1 Considero que «the chief driving force in processes of regular semantic change is pragmatic: the context-
dependency of abstract structural meaning allows for change in the situations of use, most particularly
the speaker’s role in strategizing this dynamic use» (Traugott y Dasher, 2002: 24).
Como cuantificador nominal (aunque se indica que ingresa como préstamo del francés, ya
derivado) se conforma mediante la adjunción del sufijo adjetivador –al, propio de los adjetivos
relacionales: deriva de todo, y como ocurre con los relacionales, admite parafrasearse por de todo
DET. + NOMBRE y se opone semánticamente a parcial. En cierto sentido, además de expresar
cuantificación, se comporta como un relacional, con un orden fijo posnominal: dado su carácter
anafórico, permite señalar tanto segmentos previos (en (1), los casos confirmados y presuntos de
microcefalia), como posteriores (en (2), alimentos, bebidas, artículos de tocador y limpieza):
Herrero Ingelmo (2012) afirma que total se incorpora al léxico del español directamente del
francés, así como ocurre en inglés, según señala Hummel (2013b:26):
Total ‘completo, en grado absoluto’ se usa a partir del siglo XIV como préstamo del
francés con base en el latín escolástico. Por este motivo, el OED indica totaliter como
modelo de totally ‘completamente’. El uso coloquial como intensificador es un fenómeno
de finales del siglo XX con EE.UU. como centro de expansión (a totally prominent
attorney).
(3) El director que no es actor tiene una mirada total del espectáculo (La Nación,
13/04/16).
(3a) […] una mirada completa del espectáculo.
(4) El hermetismo es total: esta tarde se casan Pamela David y Daniel Vila en Mendoza pero
poco se sabe del evento en cuestión (La Nación, 09/04/16).
(4a) el hermetismo es completo/absoluto.
Una vez que total se aplica a nombres abstractos que indican ‘cualidad’, expresa que el
hablante no impone restricción alguna de esa propiedad como característica de un individuo o
entidad, es decir, que se aplica en grado extremo, por lo que es parafraseable por todo un + N,
«un tipo especial de intensificación de nombres» (Sánchez López, 1999: 1104):
Entre los argentinos, se reconoce una expresión cristalizada, no productiva, en que se combina
el adjetivo total con el nombre gracias, en un empleo idiosincrásico relativo al músico Gustavo
Asuntos gramaticales 95
Ana María Marcovecchio
Cerati que refuerza el valor intensificador de total a través de sugerir que se contemplan todos los
posibles motivos de agradecimiento y que se corresponde, en lo suprasegmental, con un especial
énfasis entonativo:
(7) El «Gracias totales» de Gustavo Cerati se convirtió en una de las frases memorables del
rock nacional. Las míticas palabras fueron dichas por el ex líder de Soda Stereo en el
show despedida realizado el 20 de septiembre de 1997 en el estadio de River Plate.
Al cerrar el show, en medio de la euforia por semejante evento, el músico quiso
agradecerle al público que había ido a verlos y lo hizo con dos palabras: «Gracias
totales» […] «No hubiéramos sido nada sin ustedes y toda la gente que estuvo con
nosotros desde el comienzo, gracias totales», cerró Soda su show, al terminar el tema
Música ligera (Infobae.com, 04/09/2014).
Total también puede emplearse como sustantivo con el significado de ‘suma total’. Se usa como
nombre colectivo indeterminado (Bosque, 1999), a semejanza de grupo, serie, partida…, y se
opone a parte. En realidad, debe entenderse como una subclase de los sustantivos
cuantificativos y no una de los colectivos (Bosque, 1999), puesto que como los acotadores y los
términos de medida, aquellos requieren un complemento al que cuantificar. No obstante, a
diferencia de los cuantificativos, aceptan en muy pocos casos un complemento en singular (un
haz de luz), como en (8): el total del mandato. Como total conserva el carácter anafórico, se
recupera el complemento especificador, si no está explícito inmediatamente a la derecha, como
se advierte en (9): el total de compras de alimentos. En estos empleos, total resulta
intercambiable, generalmente, por totalidad, es decir, por el nombre correspondiente deadjetival:
(8) La historia además nos indica que no hubo un gobierno no-peronista que haya podido
cumplir el total del mandato, de seguir así se convertirá en un axioma en la disciplina
(ForoFyl, 05/01/2016).
(9) Por países, la India se consolidó como el principal comprador de alimentos argentinos
durante el año pasado, concentrando el 11,5 % del total, seguido por Vietnam (7,7 %),
Indonesia (4,5 %) […] (La Nación, 12/04/16).
Como nombre, también forma parte de una locución prepositiva, en total (10), equivalente a ‘en
suma’:
(10) No sabía, son dos en total, ya salió uno y mañana sale otro (ForoFyl, 20/12/2015).
Los datos que atestiguan el empleo de total en el ámbito nominal exhiben también el potencial
de señalamiento hacia porciones previas o posteriores del discurso, factor clave para que pueda
convertirse en un marcador discursivo. Asimismo, en los casos de valor intensificador como los
ejemplificados en (5)-(6), el involucramiento evaluativo del que enuncia en la exaltación de una
determinada propiedad que se le asigna a una entidad muestra el ingreso en un proceso de
subjetivización (en tanto la cuantificación se traslada metafóricamente del dominio de la cantidad
al de refuerzo de la calidad), clave en la interpretación de los usos como marcador.
Total, además, puede incluirse entre los «adverbios cortos» de español, es decir, entre las piezas
que con forma de adjetivo, pero fijadas en género masculino y número singular, se comportan
como modificadoras de verbo o incluso, como marcadores discursivos.
Con respecto a este grupo de palabras del español, hay posiciones divergentes. Por ejemplo,
Suñer y Di Tullio (2014) postulan que la forma inmovilizada morfológicamente del adjetivo en
masculino singular es un modificador de un objeto cognado, incorporado en el verbo 2. En
2 «Argumental quantification: According to Bosque and Masullo (1998), the argumental reading is
obtained when a verbal argument is lexicalized by a quantifier such as mucho ‘a lot’ or poco ‘little’ in (29).
(29) a. Comió [NP mucho (chocolate)]. ‘S(he) ate a lot (of chocolate)’ b. Bebió [NP poco (vino)]. ‘(S)he drank
cambio, Hummel (2013a, 2013b, 2014), por caso, defiende la idea de que las lenguas románicas
se inscriben dentro de un encuadre tipológico de convivencia de dos mecanismos productores de
adverbios, enlazados con dos tradiciones que coexisten y, a veces, colisionan. Esto es, existe un
mecanismo monocategorial, propio de la oralidad, por el que una misma pieza, con flexión de
género y número, funciona como adjetivo, pero sin variación morfológica, se comporta como
adverbio; y otro, bicategorial, típico de la tradición escrita, según el cual se reserva el ítem
morfológicamente variable para la función de adjetivo y se consolida otro ítem para la de adverbio
(en las lenguas románicas —excepto el rumano—, mediante la adjunción del sufijo –mente a la
base adjetiva) 3.
A este fenómeno puede sumarse un proceso de gramaticalización o discursivización de los
adverbios (Hummel, 2013a), por el cual se convierten en marcadores de organización del
discurso, operadores epistémicos y evidenciales, intensificadores… En efecto, total, si bien parece
admitir un uso dentro del ámbito verbal como adverbio de manera para el español de Chile
(cambiar total, como pensar igual o leer fuerte), no aparece como «atributo terciario de adjetivo o
adverbio» (Hummel, 2013a: 251), a pesar de que comparte un caudal de cuantificación con
demasiado, bastante, poco… (aunque sí se registra en otras variedades del español) 4.
No obstante, total sobresale por su empleo como marcador discursivo. Llega a convertirse en
marcador a partir de su fijación como adverbio, al ingresar en un proceso completa-mente
regular y previsible en las lenguas (Traugott y Dasher, 2002: 188-189):
En el español peninsular, variedad en que total ha sido estudiado con amplitud, se define, de
manera prevalente, como un reformulador recapitulativo, parafraseable por en suma: «presenta el
miembro que introduce como una conclusión después de una exposición que se presenta,
gracias el significado del reformulador, como necesariamente prolija» (Martín Zorraquino y
Portolés, 1999: 4137). Asimismo, alter-na con total que (Hummel, 2014).
Sin embargo, entre los argentinos, no predomina este empleo conclusivo, tan común en
España. Más bien, en el habla informal, prevalece un uso cercano a lo que se ha denomina un
operador discursivo, un marcador que condiciona las posibilidades argumentativas del segmento
en que se incorpora, según el cual
little (wine)’. We propose that this reading can also be obtained when a cognate object is modified by a
bare adjective under its scope. Given this situation, the bare adjective shows up default agreement in
masculine singular because it cannot check its agreement features against the noun that has been
previously incorporated to the verb, (30). (30) [VP comer [NP Ø sano]] `to eat healthy´, [VP beber [NP Ø
tinto]] `to drink red (wine)´, [VP bailar [NP Ø clásico]] `to dance classical (dance)´. […] In contrast, bare
adjectives cannot be obtained from relational adjectives because they are neither predicates nor gradable
elements» (Suñer y Di Tullio, 2014: 33-34).
3 «En el sistema monocategorial, los morfemas de género y número son marcas ocasionales que se
insertan o no en una oración concreta, según las relaciones sintácticas y semánticas que el hablante
desea establecer. Si la relación atributiva es adjetival en la sintaxis, el atributo tiende a ser flexionado
(casa bonita; Ella llega cansada), mientras que la flexión tiende a faltar cuando la relación atributiva se
dirige a un verbo (Ella canta bonito) o a otro atributo (una chica medio tonta). […] El sistema bicategorial
distingue morfológicamente el adjetivo del adverbio, reservando las marcas de género y número para el
adjetivo, y el sufijo invariable –mente para el adverbio. El adjetivo se usa cuando la función atributiva se
dirige a un sustantivo. En los otros casos se usa la forma adverbial» (Hummel, 2013a: 220-221).
4 «En efecto, vertical total y pobre completo están documentados en el dialecto de Lanzarote (Torres Stinga,
1995: 180), y borracho tieso, desabri(d)o tieso, (d)esmaya(d)o tieso, ruin acabado en el de La Gomera […].
En el habla juvenil de Santiago de Chile, son usuales enunciados como Esa película es terrible mala, Está
terrible desordenado nuestro trabajo, y terrible mal conectada […]» (Hummel, 2013a: 253-254).
Asuntos gramaticales 97
Ana María Marcovecchio
[…] los miembros reformulados permanecen implícitos y total se limita a reforzar como
argumento el miembro que introduce. […]
Como ya no tenía tren hasta muy tarde me decidí a ir andando. Total, no son más que nueve
kilómetros y, si me cansaba para volver, cogía el de las siete en Pedernales (Martín Zorraquino
y Portolés, 1999: 4138).
O sea, las lecturas de total como marcador discursivo se convencionalizan de acuerdo con
diferentes orientaciones argumentativas, aunque todas las interpretaciones procedan de un
fondo de contenido común, la cuantificación universal más el carácter relacional del
cuantificador-adjetivo (Rodríguez Ramalle, 2005: 75):
Trabajos previos, como el de Ruiz y Pons (1995) y Montolío (2001) han advertido ya de la
importancia de los cuantificadores en la estructura de los co-nectores mencionados. Montolío
(2001), en concreto, afirma que todo en la estructura de ciertos conectores actúa como un
deíctico anafórico «que evoca circunstancias o implicaciones posibles sobre las que se
implantan las únicas relevantes, introducidas por el conector» (Montolío, 2001: 95).
En efecto, «los marcadores del discurso convocan por su significado instruccional un contexto
que puede tener una compleja explicitación para el lingüista pero que los hablantes hallan con
relativa facilidad» (Portolés, 2014: 224). Y el potencial eventual de variación según la distribución
diatópica, por ejemplo, acrecienta la necesidad de proponer explicaciones adecuadas.
De hecho, la distribución prevalente de las lecturas dis-pares es un fenómeno que se verifica,
además, en piezas como igual y (lo) mismo (García Negroni y Marcovecchio, 2013, 2014;
Marcovecchio y Agosto, 2015): es el carácter cuantificacional comparativo de igual y (lo) mismo lo
que permite disparar dos interpretaciones diferentes, en que o bien prevalece el significado de
‘indiferencia’ (base para el reformulador no parafrástico de distanciamiento o para el conector
concesivo) o bien el de ‘posibilidad’ (propia del operador epistémico):
Así como sucede con igual, total encapsula el conjunto de las prótasis condicionales concesivas
polares, implícitas en el enunciado que encabeza. En (11), «total (que curse o que no curse el
cuatrimestre que viene con Averbach y vea qué onda)»; en (12), «total (corras o no corras)». En
esta interpretación, la clave es que desencadena el valor de ‘irrelevancia’, ‘indiferencia’, en
simultáneo con el de justificación del decir:
(11) Sí, sí, decidido, la voy a cursar el cuatri que viene con Averbach y ver qué onda, total
eso no me impide eventualmente cursarla con Costa Picazo también (Forofyl,
29/06/11).
(12) Papá no corras total mamá te pasa igual (www.clubmusso.com.ar › Foro › Otros Temas
› PASATIEMPOS, 10/01/12).
(13) Es enloquecedor ver que del juego lujoso del primero pasamos, en el segundo, cuando
nadie podía correr ni una tortuga, a tirar centros y salvarnos por un golazo de Luli
disfrazado de Romero o por una genialidad del Príncipe.
Decíamos «bueno, no importa, total metemos más que los otros», pero surge un día
como el de ayer y contra Tigre nos pasa seguido —le pasó al Cholo, le pasó a Cocca—
en que no quiere y no quiere, y terminamos con la sensación de salvar un poroto
nosotros (www.ole.com.ar, 02/04/2016).
(14) en un hospital público, vio que era sistemático que las médicas tratasen pésimo a sus
pacientes, y que por detrás dijeran cosas como «si total ya tiene la vida arruinada/si
ese mono no sabe leer ni un prospecto/[…]» (ForoFyl, 30/12/2015).
(14a) si lo tratasen bien o lo tratasen pésimo/en cualquier circunstancia, no importa, porque
ya tiene la vida arruinada.
(15) Perdí casi 3 meses en probar cosas y mejorar gráficamente el blog en lugar de estar
escribiendo buenos artículos. Un gran error. Quizá el peor que he cometido hasta
ahora.
Ahora siempre les digo a mis clientes, lanza cuanto antes y ve mejorando poco a poco
en el camino. No te preocupes, si total, al principio nadie te lee (bueno, casi nadie)
(http://inteligenciaviajera.com).
(15a) si te preocupes o no, no importa, porque al principio nadie te lee.
En todos los ejemplos previos, total se ha fijado como un marcador que permite introducir la
justificación del decir del locutor, por lo cual se aproxima a la paráfrasis con porque igual, como
en (16)-(17), con una cláusula causal de enunciación más, igual, que expresa la reformulación de
distanciamiento (García Negroni y Marcovecchio, 2014), lo que evidencia la fuerte carga de
subjetivización de total. Por un mecanismo metonímico, queda convencionalizado que total, en
cabeza de enunciado, tiene empleo como marcador; y por un proceso metafórico, la
cuantificación universal de total más su capacidad de señalamiento textual conducen a aso-ciar
el marcador con el valor de ‘indiferencia’, propio de las condicionales polares, de los enunciados
previos. Esos segmentos anteriores, evocados como posibles objeciones para la aserción del
enunciado introducido por total, se vuelven débiles para incidir sobre la afirmación de la derecha:
«solo es una cosa más» (16) y «están perdidos, si les molesta eso» (17). La fijación morfológica y el
movimiento a la izquierda, sobre el margen oracional preverbal, es señal del desprendimiento del
adverbio de la órbita de la predicación y del carácter explicativo del enunciado que introduce el
locutor:
Asuntos gramaticales 99
Ana María Marcovecchio
(18) —La radio te permite, a través de la voz y no de la mirada, una intimidad con el otro
que es interesante. No me ves y no te veo, pero estamos juntos, podemos contarnos
secretos.
—Total. Me saco un promedio de cien fotos por día, gracias a la gente, que es muy
amable. Y en 70 me hacen mención a la radio. «Vos me acompañás», dicen. […]
(Revista Viva, 25/09/16).
(19) —Hay gente, en general, que tiene prejuicios.
—¡Total! (registro propio).
En ambos ejemplos, total admite la paráfrasis con total-mente y también con totalmente de
acuerdo/completamente de acuerdo (con vos). Sin duda, este total intersubjetivo surge del
desplazamiento de la interpretación aspectual de completitud a la de modalidad de la aserción.
Conclusión
hablantes modelan este ítem, de acuerdo con su carga cuantificacional de base, y también
conforme a la fijación que revela la variación diatópica. Así, en el uso peninsular, prevalece la
conexión de enunciados coorientados desde el punto de vista de la argumentación. Por eso,
predomina la interpretación de ‘recapitulación’, equivalente a en suma.
Los diversos valores que conviven en total revelan la existencia de ciertos deslizamientos
formales y semántico-pragmáticos que suelen recorrer los adverbios y otras formas equivalentes,
que producen los locutores en su intento de imprimir un «plus» de (inter)subjetividad sobre sus
enunciados.
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Resumen
La mirada desde la lingüística cognitiva de los fenómenos de la lengua permite echar luz sobre
los profundos vínculos existentes entre experiencia corporal, cognición y expresión (Gibbs, 1996).
Dentro de este enfoque, el estudio del cambio lingüístico a partir del contraste entre los
contendientes lingüísticos en un mismo estadio de la lengua colabora con la superación de la
dicotomía saussureana entre sincronía y diacronía, pues ambos planos quedan integrados de
manera dinámica (Company Company, 2003a).
Desde esta perspectiva (Langacker, 1987; Company Company, 2003a, 2003b; Hopper y
Traugott, 2003; Jackendoff, 2003; Espinosa Elorza, 2010; Heine, 2013), el objeto del trabajo es
revisar el señalamiento deíctico espacial-temporal (Moreno Cabrera, 1994; García Negroni y
Tordesillas Collado, 2001) presente en la etimología de aun/aún (formado por la preposición
latina ad y el adverbio locativo huc, procedente de un pronombre demostrativo), con el fin de
intentar explicar el paso de dicha unidad por diferentes estadios, en los que se verifica que su
significado se va haciendo progresivamente más abstracto, partiendo del dominio locativo —en
principio, deíctico— para pasar a cubrir nociones más complejas, como las de la adición, el
énfasis, la escalaridad y la concesividad. Se procurará elucidar, desde un punto de vista a la vez
cognitivo y pragmático (pues, en efecto, los hablantes buscan la mayor productividad
comunicativa de los recursos de que disponen), el papel de la referencia deíctica en el proceso de
cambio lingüístico de aun/aún. Será necesario indagar también el proceso meta-fórico operado
en el plano diacrónico, ya que el pasaje del dominio locativo al de la modalidad se vincula con la
adquisición de un significado discursivo (Escandell Vidal y Leonetti, 2004). Finalmente, se
buscará clarificar las instrucciones de interpretación (García Negroni, 1998) codificadas en dicha
unidad y convencionalizadas a partir del uso. Para ello se tendrá en cuenta su relación
paradigmática con otros focalizadores, como incluso y todavía. De este modo, se espera contribuir
a comprender mejor los procesos cognitivos que activan los hablantes en las distintas situaciones
de su vida en sociedad.
Introducción
lingüístico. Por un lado, porque se busca la integración del punto de vista diacrónico con el
sincrónico, en el afán de superar el pensamiento dicotómico saussureano. No existe
contradicción entre ambos enfoques, ya que, como afirma Company Company (2003a), «si no
existen contendientes lingüísticos sincrónicos no se producirá un cambio lingüístico diacrónico»
(15). Por otro lado, porque el punto de partida, a la vez cognitivo y de uso, permite una
aproximación integral al fenómeno en estudio. El interés por el análisis de la evolución
diacrónica de las piezas
Se parte de la hipótesis de que existen contenidos semánticos subyacentes en las formas, que
son los que habilitan nuevos usos en pos de una mayor eficacia comunicativa. Así,
El hablante percibe el contenido de fondo y lo activa, generando así una estrategia comunicativa
innovadora que, si es exitosa, pasará a formar parte de las posibilidades disponibles para los
hablantes de una comunidad y, en última instancia, se convertirá en un mecanismo gramatical
rutinizado, es decir, con unas instrucciones de interpretación fijas. Para dar cuenta de la
relación entre diacronía y sincronía, Company Company (2003b: 50) emplea el concepto de
pervivencia de Hopper (1991, citado en Company Company 2003b; Hopper y Traugott, 2003),
fenómeno por el cual el significado etimológico de un término «se arrastra» (según las palabras de
la autora) durante los siglos que dura su evolución y, de hecho, motiva los nuevos significados.
En cuanto a la relación entre el estudio diacrónico del proceso de gramaticalización y la validez
de las conclusiones obtenidas para el análisis sincrónico, Bosque (2015) señala que
si aceptamos que los procesos de gramaticalización implican que ciertas propiedades de las
palabras permanecen, mientras que otras se modifican en su evolución histórica, será natural
preguntarse si esa información retenida o mantenida está también presente en el conjunto de
rasgos relevantes en el análisis sincrónico de una palabra gramatical que admita varias
interpretaciones (2-3; el énfasis pertenece al autor).
Esta perspectiva de análisis de los fenómenos de la lengua supone entender el lenguaje como
un instrumento cognitivo relacionado con otras capacidades de la misma índole, y no como una
mera facultad autónoma de los seres humanos. Se presupone una íntima relación entre la
experiencia corporal y el pensamiento conceptual (Lakoff y Johnson, 2015 [1980]; Gibbs, 1996).
Es decir, la interacción del cuerpo con el mundo o, más específicamente, con su entorno físico
inmediato, resulta la primera fuente de conocimiento. A partir de aquella, es posible
conceptualizar diversas nociones abstractas y complejas sobre la base de otras más concretas y
asequibles. La corporeidad configura también la estructura del lenguaje, pues la provee de un
repertorio de nociones a partir de la experiencia del entorno. Esto es posible debido a la íntima
relación entre el sistema conceptual humano y el lenguaje como instrumento cognitivo. En
palabras de Lakoff y Johnson (2015 [1980]), el primero permite una aproximación al segundo:
Puesto que la comunicación se basa en el mismo sistema conceptual que usamos al pensar y
actuar, el lenguaje es una importante fuente de evidencias acerca de cómo es ese sistema (40).
Las estructuras conceptuales, entonces, se verán reflejadas en los diversos niveles de la lengua.
Así, se puede afirmar con Gibbs (1996) que existen fuertes vínculos entre las experiencias
corporales, las proyecciones metafóricas de nuestro sistema conceptual y la expresión lingüística
(«it is clear that there are important links between people’s recurring bodily experiences, their
metaphorical projections of these image schemas to better structure many abstract concepts,
and the language used to talk about these concepts» (317)).
Para poder explicar cabalmente la evolución de una forma, hay que tener en cuenta también la
finalidad comunicativa del lenguaje. Las personas utilizan cotidianamente la lengua para
comunicarse. Para lograr que sus mensajes sean eficaces, recurren a diversas estrategias que
posibilitan una mejor comprensión: «El hablante tiene como tarea ser comprendido y lograr que
lo comunicado sea eficiente y exitoso» (Company Company, 2003a: 22). Estas estrategias pueden
afectar a los diversos niveles de la lengua. Por eso se vuelve crucial tener en cuenta los contextos
de aparición de las formas. Cuando se analiza la evolución de un determinado ítem (como es el
caso del presente trabajo), el término se refiere al entorno sintáctico específico en que la palabra
se encuentra y se constituye en la unidad de cambio (Company Company, 2003b, 2016). Son
muchos los autores que afirman el rol preponderante del uso de la lengua en la generación de
cambios (Traugott y Dasher, 2002; Traugott, 2007; Company Company, 2003a, 2003b; Espinosa
Elorza, 2010). Company Company (2003b) explica que «sólo a través de su uso en contextos
específicos las formas se recargan de nuevos significados» (21) y denomina a este fenómeno prag-
maticalización (Traugott y Dasher, 2002; Company Company, 2003b). Si este uso es exitoso, será
adoptado por una comunidad lingüística y, finalmente, incorporado al conjunto de normas que
rigen el idioma en cuestión. Es por eso que, «bajo esta perspectiva, se considera que la sintaxis
se alimenta de la fijación de estrategias discursivas: un modo más pragmático de comunicación
da lugar a un modo más sintáctico» (Company Company, 2003b: 21). Se considera que los
cambios no son inmotivados, sino que los impulsan procesos metafórico-metonímicos de
inferencias que luego se cristalizarán como implicaturas convencionales (Company Company,
2003b).
Por otra parte, un enfoque que aúna los procesos cognitivos con las estrategias pragmáticas
supone entender la metáfora y la metonimia no como simples recursos retóricos o literarios, sino
como procesos propios del sistema conceptual humano que permiten dar cuenta de la
reinterpretación que hace el hablante del significado primordial de una forma, la activación de
sentidos latentes mediante inferencias y la consecuente extensión metafórica hacia dominios
más abstractos. La metáfora y la metonimia son «dos mecanismos básicos del desplazamiento de
significado [...] que constituyen los pilares que sostienen la semántica de la mayoría de los
procesos de creación de piezas gramaticales» (Elvira, 2009: 135).
En cuanto al concepto de cambio lingüístico que se manejará a lo largo del trabajo, hay que
decir que Company Company (2003a) se ocupa de definirlo y de señalar cuáles son sus causas.
Indica que para que se produzca un cambio es esencial que exista una posibilidad de elección
entre dos (o más) variantes dentro del sistema de la lengua. Así, «un cambio lingüístico es una
transformación, un microquiebre funcional, un reajuste en un sistema dado que garantiza que la
lengua siga manteniendo su función básica comunicativa» (Company Company, 2003a: 21).
Desde un enfoque tradicional, podría entenderse esta transformación como una «pérdida de
equilibrio» en el sistema. No obstante, este desequilibrio aparente en el plano sincrónico puede
ser entendido también como un mecanismo innovador por parte de los usuarios de una lengua
para lograr una mayor eficacia comunicativa. En palabras de Company Company (2003a), «un
cambio lingüístico es una descompostura [...] funcional al sistema». Nuevamente es posible
advertir la profunda relación entre diacronía y sincronía.
Hechas las aclaraciones pertinentes sobre el marco teórico en el cual se inscribe esta
presentación, es posible adentrarse ahora en el análisis del ítem en estudio, a saber: aun, forma
que presenta alternancia ortográfica con aún. En primer lugar se revisará la etimología de estos
adverbios. Luego se dará cuenta del paso de dicha unidad por diferentes estadios y se analizará
el contexto en los mismos. Se procurará elucidar, desde un punto de vista a la vez cognitivo y
pragmático (pues, como se vio, los hablantes buscan la mayor productividad comunicativa de los
recursos de que disponen), el papel de la referencia deíctica en el proceso de cambio lingüístico
de aun/aún. Será necesario indagar también el proceso metafórico operado en el plano
diacrónico, ya que el pasaje del dominio locativo al de la modalidad se vincula con la adquisición
de un significado discursivo (Escandell Vidal y Leonetti, 2004). Finalmente, se buscará clarificar
las instrucciones de interpretación (García Negroni, 1998) codificadas en dicha unidad y
convencionalizadas a partir del uso.
En cuanto a la formación de esta pieza, se puede decir que en latín se originó como un sintagma
preposicional formado por la preposición latina ad, que comporta los valores de desplazamiento
en una dirección y de límite (en relación paradigmática con in, que implica el ingreso, la
transposición del límite), y por un adverbio locativo deíctico huc que puede expresar dirección y
significa ‘aquí’, ‘hasta aquí’, y también el lugar de referencia del discurso, ‘allí’. El diccionario de
latín a español de Commerelán y Gómez (1912 [1886]: 597) señala que este adverbio procede del
dativo arcaico hoic de hic. Cabe mencionar, a su vez, que el pronombre demostrativo hic, haec,
hoc corresponde en el plano de la enunciación a la esfera de la primera persona, es decir, la del
locutor, mientras que el adverbio huc puede hacer referencia tanto a la esfera de la primera como
de la tercera persona. Ambas son, por tanto, formas deícticas.
La locución preposicional latina ad huc se gramaticaliza tempranamente (es posible encontrar
ejemplos en Horacio y Cicerón) y da paso al adverbio adhuc. En este proceso pueden observarse
varios factores que determinan la presencia de gramaticalización, según señalan diversos autores
(Lehmann, 2002 [1985]; Company, 2004; Espinoza Elorza, 2010): erosión fonológica (se pasa de
dos palabras a una con una única prosodia), fijación (el orden sintáctico de los elementos se
vuelve fijo), lexicalización (la expresión conforma un «bloque semántico en el diccionario mental
de los hablantes» (Elvira, 2009: 178)) y pérdida de las fronteras sintácticas (los componentes del
sintagma preposicional, en este caso, pasan a conformar una única unidad). El resultado será
un nuevo adverbio con el significado de ‘hasta aquí’ y, principalmente, ‘hasta ahora’, ‘hasta este
momento’, desde donde se extiende a ‘todavía’, según los diccionarios consultados (Commerelán
y Gómez, 1912 [1886]; García de Diego, 2006).
Se destaca la extensión metafórica que sufre esta forma desde el dominio del espacio hacia el
del tiempo. Como ya se mencionó anteriormente, esta dirección en la extensión metafórica es
sumamente frecuente, en tanto la espacialidad, relacionada con la experiencia primaria de la
interacción del propio cuerpo con el exterior, constituye una fuente de nociones básicas para
codificar significados más complejos, como el de la temporalidad, en primer lugar, y las diversas
relaciones lógicas, en una segunda instancia. El entramado del espacio nos permite modelar la
expresión del tiempo, de modo que el espacio en que se encuentra el hablante se reinterpreta
como momento de la enunciación.
En ambas interpretaciones de adhuc se advierte un señalamiento deíctico. La deixis adopta
como eje las coordenadas del ego, hic y nunc del momento de la enunciación. Es decir, las
realizaciones básicas de la persona, el espacio y el tiempo remiten siempre a la situación
enunciativa y los deícticos son las «huellas lingüísticas» de la misma (Benveniste, 1979) y
«forman parte de los signos que remiten a la enunciación» y «resultan reflexivos con respecto a
[esta]» (García Negroni y Tordesillas, 2001: 68), porque la codifican de forma lingüística. Se
posicionan, por lo tanto, en una zona difusa entre la gramática y la pragmática, puesto que, si
bien poseen características propias del signo lingüístico saussureano, al mismo tiempo su
referente se encuentra en el plano de lo estudiado por la pragmática. Los ejemplos permiten
advertir que el valor temporal que presenta adhuc, una vez consumada ya la univerbación,
siempre se remite, de manera más o menos directa, al momento de la enunciación. Se verifica
también en los ejemplos la tendencia de conversión de una forma, originalmente de localización
(espacial y luego temporal), en un adverbio temporal con matiz concesivo: aun<ad huc, ‘hasta
ahí’, ‘hasta entonces’, según una tendencia por la cual los adverbios y sustantivos que denotan
tiempo suelen denotar, a la vez, espacio: ubi, huc/spatium. Al mismo tiempo, huc puede estar en
construcciones con verbos de movimiento o estativos, y puede significar hasta allí/ahí o allí/ahí,
respectivamente (Marcovecchio, Scavino y Sánchez, inédito).
La primera aparición de aún en español medieval se encuentra en el Cantar de Mío Cid, cuyos
manuscritos conservados datan del siglo XIII, según el registro de Corominas (1980), que
coincide con el del Corpus diacrónico del español (CORDE). Es llamativo, no obstante, que figure
varias veces a lo largo del texto. Si se tiene en cuenta el género al que pertenece la obra, que
posee en la redacción marcas de la oralidad y que fue puesto por escrito en una fecha posterior a
la de su composición, es presumible que la forma en estudio tuviera un uso extendido en el
habla. Refuerza esta suposición el hecho de que, como señalan distintos autores (Company
Company, 2004; García Pérez, 2013), la documentación de las formas en estudio no
necesariamente corresponde al momento de aparición de las mismas, puesto que la lengua
escrita suele ofrecer resistencia a reflejar los aspectos más innovadores del sistema lingüístico.
En esta obra, los empleos de aun/aún muestran ya en germen los valores que luego irá
adquiriendo y «rutinizando». Solo en dos de los que se citarán, (4) y (5), su valor es plena-mente
temporal. Los restantes se cargan de un sentido escalar que será sumamente productivo en
estadios posteriores y que dará lugar incluso a la lectura concesiva, como se verá más adelante.
Puede observarse, por lo demás, que la mayoría de los empleos se encuentran en la órbita de un
verbo en futuro o con valor prospectivo.
(3) Oy en este día de vós abré grand bando;/firmes son los moros, aún no·s’ van del campo
(anónimo, Poema de Mío Cid, c. 1140).
(4) Por amor de mio Cid esta cort yo fago,/saludad-melos a todos, entr’ellos aya
espacio,/d’esto que les avino aun bien serán ondrados (ídem).
(5) A so castiello a los moros dentro los an tornados;/ mandó mio Cid aún que les diessen
algo (ídem).
(6) Davan sus corredores e fazién las trasnochadas,/llegan a Gujera e llegan a Xátiva,/aún
más ayusso, a Denia la casa (ídem).
(7) Si convusco escapo sano o bivo,/aun cerca o tarde el rey quererm’á por amigo;/si non,
cuanto dexo no lo precio un figo (ídem).
En el ejemplo (3), puede verse el empleo temporal de aun con valor de ‘todavía’, anclado en la
referencia deíctica del presente de la enunciación (del personaje que habla). Esta interpretación
deíctica se ve confirmada por otro adverbio de la misma índole: oy. Este, no obstante, abarca una
extensión de tiempo más amplia que el presente estricto, como se advierte en futuro abré. Es
decir, todo el contexto parece indicar que el provecho que el locutor obtendrá en un futuro
inmediato de su alocutario se relaciona con la permanencia en el lugar de los moros («firmes son
los moros») que desde antes (idea de dirección reinterpretada con sentido temporal) y hasta ahora
(señalamiento deíctico) no «s’ van» (‘no se han ido y todavía están acá’). En el ejemplo (4), se
puede notar una lectura prospectiva en el uso de aun. Es decir, en este caso, aun señalaría el
punto de partida deíctico sobre el cual, en un futuro, recaerá la acción del verbo («serán
ondrados»).
Ahora bien, junto a este uso temporal, se observan otros que no lo son y que adquieren nuevos
matices: con valor adversativo (5), escalar (5 y 6) y, finalmente, de indiferencia con matiz
condicional concesivo (7). En (5), aun parece equivaler a ‘no obstante’, pero también puede
interpretarse como ‘al menos’. En (6), se advierte un matiz escalar: los agentes de la acción del
verbo llegan a tres lugares; uno de ellos es menos esperable que los otros dos porque
geográficamente se encuentra «ayusso». Aun se encuentra desplazado hacia el margen izquierdo
del verbo y orienta la argumentación (García Negroni, 1998, 2006) hacia la interpretación de la
llegada a Denia como menos probable que a Gujera y a Xátiva. Aquella localidad se constituye,
entonces, en un punto más extremo de una escala argumentativa, dentro de la cual quedan
comprendidas las otras dos.
Se advierte que tanto aun/aún como los focalizadores incluso y todavía, con los que se
relaciona paradigmáticamente, poseen en común la idea de ‘límite’. El rasgo en cuestión es el que
posibilita, por un lado, la superposición parcial de significados. Por otro lado, cuando se observa
las formas en diacronía, se comprueba que el significado en cuestión puede ser entendido como
‘término’, ‘extremo’ espacial o temporal. Tal es el caso del ejemplo (6). Luego se opera un primer
proceso metafórico, por el cual aun/aún se desplaza hacia la izquierda y focaliza una
determinada construcción, que alude a un elemento poco representativo de un conjunto y, en
consecuencia, marginal. De ahí la lectura inclusiva escalar de la forma en estudio (y de otras del
mismo paradigma, como las mencionadas incluso y todavía), como se vio en el ejemplo (5). De la
idea de ‘límite’ surge, en una nueva abstracción, la lectura concesiva (el carácter liminar de un
elemento es inoperante en una relación lógica), normalmente pasando de forma previa por una
adversativa (la causa opuesta pero igualmente operante es, precisamente, el carácter marginal
del foco), tal como se observa en la interpretación alternativa del mismo ejemplo.
Finalmente, en (7), puede observarse cómo del valor escalar se pasa al de la indiferencia, de
donde comienza a acercarse al matiz causal. Hay una coordinación disyuntiva entre dos
términos opuestos: cerca, con el sentido de ‘próximo en el tiempo’, y tarde, en un futuro lejano.
Aun, nuevamente en el margen izquierdo, proyecta su alcance sobre toda la proposición y orienta
la argumentación hacia una lectura de indiferencia: puede ocurrir pronto o más adelante, pero el
rey querrá al locutor (de la intervención) como amigo. Nueva-mente, el punto de referencia es la
situación de enunciación. De ahí que también pueda interpretarse como condicional-concesiva,
es decir, como una cláusula que manifiesta la inoperancia de cualquier forma de condiciona-
miento que pueda repercutir sobre el contenido afirmado en la matriz, en este caso, la
proximidad o lejanía en el tiempo.
(8) Françisco Piçarro hizo la poblazón de Tangaralá, rrepartiendo los rrepartimientos que
tengo dichos, auiendo grandes diferençias sobre a quién cabría Túmbez: cupo al capitán
Soto, porque aún todauía estauan yncrédulos de la notiçia que arriba auía (Pedro
Pizarro, Relación del descubrimiento y con-quista de los reinos del Perú, 1571).
(9) y también por que sea causa que sea Nuestro Señor/1v loado y se le den muchas
graçias por las marauillas que obró en sus fieles el tiempo que duró la conquista destos
rreynos y aun después, los quales Nuestro Señor deje goçar a Vuestra Magestad por
largos años, y después le dé los que no tienen fin (ídem).
(10) Y otra cosa aun más terrible qu’éstas, y es no querer o dudar o a lo menos dilatarme
mucho alguna merced de las que te pido (ídem).
(11) Por las quales razones fallaríamos que la dicha sentençia era tal qual dicho avía de
suso, mayormente estando provado por el dicho proçeso cónmo el dicho Françisco de
Valdivieso era mal regido e mal tenplado en tal manera que desvastaría [e] gastaría la
dicha fazyenda e aun otra que más que ella fuese (anónimo, Documentación medieval
abulense en el Registro General del Sello, 1485-1488).
(12) Yosef resplondiera Muy sin piadad:/«Binyamin que fiziera Tamaña maldad,/Servirmea
aun que no quiera, Commo ombre de no verdad» (anónimo, Poema de Yosef, c. 1400).
Antes de seguir adelante, cabe aclarar que, si bien la autora menciona estos valores para los
empleos del siglo XIII, es posible encontrarlos vigentes en textos posteriores, como demuestran
los ejemplos escogidos (ver 8-11). A su vez, se hace notar que en el ejemplo (12) la ocurrencia de
aun y que con interpretación concesiva anticipa la futura gramaticalización como conjunción
aunque.
Por otro lado, hay que mencionar también los datos arrojados por nuestra búsqueda. Dada la
gran cantidad de registros disponibles en el CORDE, la misma se ha limitado únicamente a
testimonios personales, cartas y relaciones. Así, se obtienen 284 casos de aun en 392
documentos y 541 casos en aún en 76 documentos. Se puede inferir que el criterio utilizado por
los editores de los textos para la tildación diversa tuvo en cuenta el sentido atribuido. En
cualquier caso, de la observación se colige un aumento considerable del valor escalar de aun
(15), frente al desmedro de la lectura temporal. Es altamente frecuente la presencia de esta forma
como reforzador de una coordinación, como puede advertirse en los ejemplos recogidos. Entre
ellos, la interpretación concesiva no se ha consolidado del todo.
(13) Y al señor Presidente, y Consejo de la Camara esta-le bien, y aun al Rey, y Ministro
superior, elegir los benemeritos (Andrés de Almansa y Mendoza, Carta del Consejo de
Estado al duque de Medina Sidonia [Actos públicos en Madrid], 1624).
(14) Los cóndores son como quebrantahuesos, y mayores. Júntanse estos a bandas
quando están hambrientos, y de dos en dos dan caça al ganado montés que en esta
tierra ay, y aun al manso, hasta que lo cansan, y cansado lo matan y lo comen (Pedro
Pizarro, Relación del descubrimiento y conquista de los reinos del Perú, 1571).
(15) y como a tal le avía encargado el govierno del Reino con título de Vcir que es del hijo
sucesor entre aquellos Moros, y porque el mayor de sus hijos aún era moço, se lo avía
dado a él (Diego de Torres, Relación del origen y suceso de los Xarifes y del estado de
los reinos de Marruecos, Fez y Tarudante, a. 1575).
En esta época todavía es frecuente encontrar más aún como locución conjuntiva de
distribución. Esta construcción suele aparecer precedida de otra estructura coordinada por no(n)
solo/ solamente..., e imita la latina non solum..., sed etiam..., como en (16). Posteriormente irá
cayendo en desuso, aunque en el presente es posible encontrar algunos ejemplos y, en todo caso,
se sigue utilizando con cierta frecuencia sin su correlativo (ver ejemplo 23).
(16) El sereníssimo Rei don Manuel [...], prosiguiendo la conquista que el Rei don Iuan su
antecessor avía començado en Africa, no sólo acabó de ganar las ciudades marítimas,
más aún edificó castillos de nuevo y tuvo por suyas en la costa de la Tingitania y
Mauritania las ciudades de Ceuta, Alcáçar Ceguer, Tanjar, Arzila, Azamor, Mazagán,
Çafi, la Villa del cabo de Aguer (Diego de Torres, Relación del origen y suceso de los
Xarifes y del estado de los reinos de Marruecos, Fez y Tarudante, a. 1575).
Se hará un salto en el tiempo y en el espacio, dado que los períodos cruciales de consolidación de
la lengua española son el alfonsí, en el siglo XIII, y el del Renacimiento y el Siglo de Oro, en los
siglos XV, XVI y parte XVII (Echenique Elizondo y Martínez Alcalde, 2000). A continuación el
estudio se concentrará en algunos ejemplos extraídos del Corpus de referencia del español actual
(CREA), al cual se le han aplicado algunos filtros de búsqueda: como país, se seleccionó
«Argentina»; como medio, «oral» y como rango de años, «1990-2000». La búsqueda arrojó un total
de 100 resultados en 30 documentos para aun y 126 resultados en 35 documentos para aún. En
su mayoría se trata de transcripciones de sesiones legislativas del Congreso de la Nación (tanto
de la Cámara de Diputados como de la de Senadores). Por lo tanto, si bien es un corpus oral, el
grado de formalidad del registro es alto.
De manera previa al análisis de ejemplos del uso actual de aun/aún, se hará una breve
consideración acerca del proceso evolutivo seguido por la forma. Elvira (2005: 75) afirma al
respecto:
Desde antiguo, aún conoce una ampliación de su significado originario. En una nueva
situación de polisemia, aún no sólo señala un límite en una secuencia temporal, sino que pasa
a expresar el límite o punto extremo de una serie o sucesión de acciones, eventos o estados
[...]. Se trata de un desplazamiento de carácter metafórico, que nos lleva desde el dominio
temporal al dominio factual.
(17) Para Bidart Campos, el hábeas data tiene en mira evitar un abuso informático, pero
aun cuando existiera tal abuso, aquél persigue preservar en la confidencialidad y la
reserva bienes personales (reunión 65, sesión ordinaria 32 (continuación) del
Honorable Senado de la Nación Argentina, 26 de noviembre de 1998).
(18) Sin embargo, aún si no hubiésemos sufrido las grandes guerras mundiales, el
holocausto del pueblo judío, el hambre de Biafra o el drama de serbios y croatas, la
brutalidad del apartheid sudafricano habría bastado para justificar aquella pregunta
desesperada (Reunión conjunta de Senadores y Diputados de la República Argentina
en homenaje al Presidente de la República de Sudáfrica, señor Nelson Mandela, 23 de
julio de 1998).
(19) La Argentina tiene un régimen impositivo que, aun estando alineado con el mundo en
su concepción fiscal, no se corresponde en cuanto a sus resultados recaudatorios
(Reunión 68, Sesión especial, 7 de diciembre de 1998).
(20) Lo cierto es que el quórum lo hubiéramos tenido aun sin ellos, como lo tenemos ahora
(ídem).
(21) Ese es un bien que no debe salir del patrimonio nacional, señor presidente, ni aun en
caso de emergencia fiscal (ídem).
Aún (con tilde), en cambio, se puede encontrar como plenamente adverbial, con el valor
temporal de ‘todavía’ (22), o bien como locución conjuntiva (23). Es interesante señalar, en este
último caso, que aún orienta la argumentación en el sentido de algo menos esperable a algo más
esperable.
(22) Les propongo que nos fijemos la meta de incorporar, en breve plazo, a los
cuatrocientos mil jóvenes que aún no ingresaron a la educación secundaria (Honorable
Senado de la Nación Argentina, asamblea legislativa, 1 de marzo de 1999).
(23) Esta manipulación de datos puede ocurrir también sin consentimiento del individuo
respecto del cual fueron colectados. Más aún, la información frecuentemente es usada
para propósitos que no tienen relación con aquellos fines para los cuales ha sido
obtenida (reunión 65, sesión ordinaria 32 (continuación) del Honorable Senado de la
Nación Argentina, 26 de noviembre de 1998).
Conclusión
A partir del recorrido diacrónico a través del latín y distintos estadios del español, hemos visto de
qué manera la forma aun (y su variante con tilde aún) ha ido cubriendo nociones
progresivamente más complejas. El ítem procede del latín, de una locución adverbial luego
gramaticalizada cuyos componentes de origen remiten al dominio espacial y al aquí y ahora
enunciativos. Es decir, la fuente del enunciado provee información semántica relacionada, por
un lado, mediante una preposición, con la experiencia cognitiva más inmediata de que dispone el
ser humano, a saber, la relación de su cuerpo con el mundo exterior, y por el otro con el anclaje
del yo enunciador en un lugar determinado, a través de un adverbio deíctico originado en un
demostrativo. El significado espacial original tempranamente pasará a cubrir el ámbito de lo
temporal, al reinterpretar mediante un proceso metafórico el límite del espacio como un límite en
el tiempo, el del ‘ahora’ enunciativo.
A partir de aquí, queda habilitada la vía para alcanzar una lectura escalar, a partir de la
subjetivización (Company Company, 2004) del significado, por la cual el hablante asume su
presencia en el discurso a partir del estable-cimiento de una escala en donde hay ítems más
esperables y otros que lo son menos. Creemos que este camino de subjetivización es posible por
el contenido deíctico original de las formas estudiadas. La concesividad, por su parte, es un paso
más en esta dirección, puesto que un punto poco predecible de la escala podría haber sido
considerado un impedimento para que se cumpliera un determinado evento. Sin embargo, esta
cláusula se vuelve indiferente y, finalmente, inoperante.
Estas nociones complejas de las relaciones lógicas existentes entre los distintos eventos se
tornan más asequibles a la comprensión por parte de las personas (y, de ahí, a su comunicación)
si se utilizan expresiones de sentido más inmediato y experimentable. La existencia de una
relación lógica implica normalmente una sucesión en el tiempo, y es por eso que el dominio de la
temporalidad se torna fructífero a la hora de manifestar relaciones causales, consecutivas y,
luego, de condición y concesivas. Ahora bien, dado que la idea del tiempo es, en sí, bastante
abstracta en sí misma, el dominio locativo se convierte en una matriz ideal para proveer
expresiones que permitan conceptualizarla y expresarla. Al menos, este es el camino que parece
haber seguido el ítem aun/aún.
Referencias bibliográficas
Bibliografía general
Benveniste, E. (1979). Problemas de lingüística general II. México: Siglo Veintiuno Editores.
Bosque, I. (2015). «Análisis composicional del adverbio siempre». En: Azzopardi, S. y Sarrazin, S.
(eds.) Langage et dynamiques de sens. Études de linguistique ibéro-romane (3-24).
Bruselas/Berna/Berlín: Peter Lang.
Versión preliminar, recuperada de https://sites.google. com/site/ignaciobosquemunoz/
publicaciones-y-presentaciones/2015.
Commerelán y Gómez, F. A. (1912 [1886]). Diccionario clásico-etimológico latino-español. Madrid:
Imprenta de Perlado, Páez y Cía.
Company Company, C. (2003a). «¿Qué es un cambio lingüístico?». En: Colombo Airoldi, F. y Soler
Arechalde, M. A. (coords.) Cambio lingüístico y normatividad (13-32). México: Universidad
Nacional Autónoma de México.
_____ (2003b). «La gramaticalización en la historia del español». Medievalia, 35, 3-61.
Daniel Romero
daniel.dromakd@gmail.com
Centro de Estudios e Investigaciones Lingüísticos (CEIL)-
IdIHCS/FaHCE/UNLP–FyL/UBA
Buenos Aires, Argentina
Resumen
relaciones temporales, por lo que una inversión del orden temporal puede producir anomalías en
la estructura o en la interpretación.
Introducción
Desde el punto de vista semántico, las relaciones de causa-consecuencia abarcan distintos tipos
de estructuras: causales propiamente dichas, finales, condicionales, concesivas y consecutivas.
Todas ellas se organizan en virtud de la forma en que se entienda la vinculación entre causa y
efecto: mientras que en las oraciones causales, condicionales y concesivas es relevante la causa,
en las finales y consecutivas lo es el efecto. Tradicionalmente, estas representaciones han sido
analizadas principalmente desde un punto de vista semántico y consideradas como
subordinadas adverbiales (RAE, 1973: 3.22.2) equivalentes a adjuntos, si bien en algunos casos
pueden considerarse constituyentes seleccionados por un núcleo léxico. Sin embargo, su
heterogeneidad ha llevado a muchos autores a cuestionar tanto su carácter adverbial como su
carácter subordinado.
En relación con el primer aspecto, el problema radica en el hecho de que no hay definiciones
precisas, ni semánticas ni formales, de la categoría adverbio; Bosque (1989: 127) afirma que se
trata de la categoría peor definida en los estudios gramaticales.
En cuanto al segundo aspecto, si se trata de subordinadas o no, tradicionalmente se ha
establecido una distinción entre las denominadas adverbiales propias (temporales, locativas y
modales) y las impropias (causales, consecutivas, finales, condicionales, concesivas). Las
adverbiales propias son relativas sin antecedente; son subordinadas en la medida en que
funcionan como complemento o modificadores de un predica-do y son susceptibles de ser
conmutadas por un adverbio. Las denominadas impropias han sido clasificadas con criterios
nocionales y no atendiendo a particularidades sintácticas que permitan distinguirlas
formalmente; han suscitado diferentes propuestas de análisis debido a que no son conmutables
por adverbios y establecen relaciones con toda la cláusula considerada como matriz y no solo con
su predicado. Esto ha llevado a que algunos gramáticos propusieran una clase distinta de
relación interoracional que no respondería ni a la subordinación ni a la coordinación; la
propuesta más conocida es la de Rojo (1978), quien denomina a estas estructuras «bipolares».
A lo anterior, se suma el hecho de que las impropias pueden modificar al enunciado o al acto
de enunciación, por lo que las clasificaciones y subclasificaciones proliferan.
Brucart y Gallego (2009) ofrecen un tratamiento formal de la subordinación adverbial y
sostienen que estas oraciones no presentan mecanismos de subordinación específicos que las
distinga de las sustantivas y adjetivas. A partir de la consideración de los nexos subordinantes,
la forma verbal y el orden de palabras, los autores concluyen en que las diferentes estructuras de
la subordinación adverbial recurren a dos patrones más básicos: la subordinación completiva y
la relativa, con lo que las denominadas adverbiales desaparecen de la clasificación y deben
considerarse, de acuerdo a los criterios formales que estos autores establecen, una clase o bien
de completivas o bien de relativas.
Así las cosas, las denominadas causales han sido objeto de numerosos análisis en la tradición
gramatical española. En Louzao (1997) se puede ver una extensa reseña crítica del tratamiento de
estas estructuras, que muestra además que no ha existido un criterio uniforme para clasificarlas,
no se han elaborado argumentos consistentes para considerarlas subordinadas o coordinadas y
tampoco se ha logrado establecer una descripción fundamentada de sus rasgos estructurales.
En el siguiente ejemplo expondremos algunas de las dificultades que presentan las relaciones
oracionales que expresan la causalidad:
desmontó, tomó su propio caballo y siguió su camino. La inaceptabilidad se debe, por una parte,
a que no es probable que un referente [+animado, +bípedo, +humano] se conceptualice como
Agente de galopar, y por otra parte a que generalmente la relación temporal antes-después se
interpreta como causa-efecto.
Concluimos provisoriamente que la inaceptabilidad de (1) deriva de factores que exceden los
conocimientos lingüísticos y que, por lo tanto, es necesario adoptar una perspectiva pragmático-
discursiva.
La mayor parte de los estudios sobre las oraciones causales que se consultaron coinciden en
agruparlas dentro de las llamadas adverbiales impropias debido a que no son equivalentes a un
adverbio, como sucede con las locativas, temporales y modales. También hay coincidencias en
que distinguir las oraciones causales de otras clases requiere recurrir a factores y criterios que
exceden la morfosintaxis. Dado que la relación causa-consecuencia aparece también en
oraciones condicionales (causa hipotética), concesivas (causa no efectiva), consecutivas
(expresión de la consecuencia) y finales (causa virtual voluntaria o intencional), se deben tomar
en cuenta consideraciones semántico-pragmáticas. Aunque lógicamente la causa es anterior al
efecto, es posible encontrar oraciones que expresen como causa una opinión, una explicación del
efecto, o una premisa que fundamenta una conclusión:
[Porque estaba incómodo] en (2) puede expresar cualquiera de los factores mencionados.
En la mayor parte de la bibliografía se distinguen dos tipos de construcciones causales,
similares a las que establece Lapesa (1978): causales del enunciado y causales de la
enunciación, con algunas variaciones menores en la denominación. En Galán Rodríguez (1999)
se establecen así:
Las causales puras o integradas son subordinadas, con-tienen información nueva o remática,
pueden aparecer antepuestas a la oración principal y ambas —principal y subordinada— son
parte de un solo acto de habla. Suelen estar encabezadas por el conector porque y modifican al
verbo de la oración principal. Las explicativas o periféricas presentan una vinculación menos
estrecha y se separan con pausa (coma en la escritura). Si presentan información conocida o
temática, ocupan preferentemente la posición inicial y admiten mayor variedad de conectores (ya
que, puesto que, como, visto que). Si transmiten información nueva, ocurren pospuestas a la
principal y los conectores son porque, que o pues. A diferencia de las puras o integradas,
principal y subordinada conforman dos actos de habla separados; la causal es una justificación
del acto ilocutorio implícito en la principal (Te aconsejo), no de la proposición expresada (Llevá el
paraguas):
Los conectores que mencionan las gramáticas son pues, como, porque, ya que, (su)puesto que,
dado que y visto que. Pues es un coordinante, por lo cual la oración causal no es subordinada y
nunca puede anteponerse; como introduce causales con valor temporal y la oración causal
siempre aparece antecediendo a la matriz; porque es P+Comp [-QU]; ya que es ADV+Comp [-QU;
(su)puesto que, dado que y visto que son participios perfectos gramaticalizados como adverbios a
los que se suma Comp [-QU]. Los cuatro últimos presentan la causa como real debido a su
aspecto, y por esto tienen también significado evidencial. La forma de los conectores muestra que
se puede sostener la idea de Brucart y Gallego (2009): la mayor parte de las causales pueden
considerarse completivas y son complementos de una P o de un ADV.
Debe mencionarse que todos los estudios consultados ejemplifican con oraciones extraídas de
textos escritos, literarios mayormente, y son muy escasos los ejemplos de discurso oral.
Asimismo son escasos los criterios formales propuestos para distinguir las oraciones causales de
otras adverbiales o para diferenciar los dos tipos de causales.
Dado lo expuesto, nos proponemos profundizar la exploración iniciada en trabajos anteriores
(Pascual y Romero, 2014 y 2016) sobre unidades y fenómenos lingüísticos de alcance discursivo.
Nuestra hipótesis es que las oraciones causales, con excepción de las subordinadas propias
introducidas por porque, modifican a toda la cláusula y por tanto no están integradas a la misma
como subordinadas; la relación entre la llamada tradicionalmente «oración principal» y la oración
causal excede la estructura oracional y se establece mediante conexiones discursivas. En el
marco de la Gramática Generativa (GG), Chomsky (1975a, 1975 b, 1976, 1980) distingue la
gramática de la oración de la del discurso a fin de explicitar los límites del estudio de su modelo.
Su propuesta, en síntesis, consiste en caracterizar la gramática oracional como el conjunto de las
propiedades formales de la estructura de la oración que permite establecer su Forma Lógica (FL);
esto significa que la gramática oracional explicita las propiedades semánticas que están
determinadas por la sintaxis. Por otro lado, el estudio gramatical de las estructuras que se ex-
tienden más allá de los límites oracionales permite establecer las reglas y condiciones del uso
adecuado de las oraciones, estableciendo un puente entre la sintaxis y otros sistemas externos.
En esta dirección, algunos planteos recientes como los de la Teoría de la Relevancia (Sperber y
Wilson, 1996; Wilson y Sperber, 2004) han realizado aportes orientados a considerar las
vinculaciones entre ambos niveles estructurales. Debido a que consideramos que la relación de
causalidad se establece en muchos casos a partir de un proceso inferencial-pragmático que
conecta estructuras oracionales, adoptamos estas líneas de investigación como marco teórico de
nuestras indagaciones.
Los datos
Hemos recurrido a dos tipos de fuentes de datos, procedentes tanto de la oralidad como de la
escritura. En primer lugar, trabajamos con enunciados extraídos de discursos de presidentes
sudamericanos; la elección de esta fuente obedece al propósito de mostrar que son muy pocas
las estructuras utilizadas en la oralidad en comparación con la variedad descripta en las
gramáticas, principalmente considerando que se trata de discursos con cierto grado de
formalidad, por lo que deberían presentar mayor variedad que lo que se espera encontrar en la
oralidad coloquial. En segundo lugar, analizamos textos escritos por alumnos de nivel primario
de escuelas de Buenos Aires; estos datos nos permiten mostrar la incidencia que la ausencia de
estructuras en el discurso oral tiene sobre las producciones escritas tempranas y las estrategias
a las que recurren los niños para expresar la causalidad.
Discursos presidenciales
Venezuela Cdte. Hugo Chávez Frías (HCh) y del presidente de la República de Ecuador Dr. Rafael
Correa Delgado (RC). Esta selección estuvo motivada por el conocimiento de que estos dirigentes
recurrían raramente a textos escritos cuando hablaban en público y, en consecuencia, podían
tomarse como discursos orales formales. También recurrimos a discursos del actual presidente
de la Argentina ingeniero Mauricio Macri (MM); en este último caso se trata de discursos escritos
y leídos, lo cual consta en la fuente. El corpus está conformado por cinco discursos de cada uno
de los presidentes mencionados.
El siguiente cuadro muestra la frecuencia de empleo de los distintos conectores que la
clasificación tradicional considera como introductores de oraciones causales:
puesto/dado/
porque ya que como pues
visto que
CFK
Disc1 23 0 0 1 0
Disc2 13 0 0 0 0
Disc3 36 0 0 0 0
Disc4 33 0 0 0 0
Disc5 56 1 0 0 0
HCh
Disc1 89 2 0 0 0
Disc2 26 0 0 0 0
Disc3 4 0 0 0 0
Disc4 8 0 0 0 0
RC
Disc1 21 3 0 0 1
Disc2 0 0 0 0 0
Disc3 4 0 0 0 0
Disc4 27 0 0 0 2
Disc5 3 0 0 0 0
MM
Disc1 0 0 0 0 0
Disc2 19 0 0 0 0
Disc3 17 0 0 0 0
Disc4 2 0 0 0 0
Disc5 4 0 0 0 0
Disc6 11 0 0 0 0
Disc7 7 3 0 0 0
Totales 396 9 0 1 3
El conector pues en los discursos de HCh se encuentra como iniciador de discurso o como un
simple enfatizador, nunca causal. Obsérvese que pues es clasificado como coordinante y esto
supone que debe ocupar una posición entre dos oraciones; en la mayor parte de los enunciados
ocupa la posición final, salvo en (16).
Entrevistada:
(9) Y bueno, para nosotros eso es una satisfacción, para toda la comunidad pues.
HCh:
(10) Recuerdo que el primero de enero de 1982, hace 30 años pues, recibimos el año nuevo
ahí […]
(11) Van a recoger su gallito muerto, recojan su gallo pues.
(12) […] bueno y la vida pues, en forma general. El agua es vida, pues.
(13) […] es rico pues, […] y él se da cuenta que puede ser un infarto, y le dice al chofer,
«mire lléveme rápido a un hospital, a una clínica tal, la más cercana» […] y allá lo llevó,
le salvaron la vida, pues éste venezolano le mandó una carta a Fidel Castro […]
(14) […] multipliquemos pues para que veamos cuánto costaría eso en bolívares […]
(15) […] y nos tocó a nosotros pues, terminando el siglo XX […]
(16) […] Pues además de todas esas batallas se presentó una adicional, imprevista,
repentina para mí y no para mí pues, para todos […]
RC:
Es el que presenta mayor variedad de conectores, además de un dato curioso: en el Disc2
«Mensaje a la Nación en relación a la emergencia actual», Quito, 20/04/2016, no aparece
ninguna estructura causal. En el Disc1 «Informe a la nación 2016. La Década Ganada», Quito,
24/04/2016, se encuentran tres ocurrencias de ya que y una de pues causal; este discurso fue
aparentemente escrito y leído en el Par-lamento, hecho que justificaría la variedad de nexos.
(17) […] el Estado no podía construir una simple represa hidroeléctrica, pues era
sencillamente ilegal.
(18) […] pero el nuevo sistema servirá para evitar especulación de tierras y la evasión del
impuesto predial, pues nadie querría subvalorar la compra de un inmueble.
(19) […] tendrán un efecto expansivo en la economía, ya que técnicamente el efecto
multiplicador del gasto público […] domina largamente al efecto recesivo del
incremento de impuestos por una sola vez.
(20) […] aunque el capital también ha ganado ya que la economía es de mucho mayor
tamaño.
(21) Esto es absurdo ya que si hay algún beneficiario con la ley de plusvalía es
precisamente el sector inmobiliario.
En el Disc4 «Entrega del premio anual a la excelencia educativa Rita Lecumberri a estudiantes,
profesores y entidades educativas», Guayaquil, 02/03/2016, se registran dos pues:
(22) Hay quienes argumentarán cualquier cosa, pues en esta premiación no está ninguna
de esas escuelas […]
(23) […] pero si tiene chicos de alto nivel económico que se van a Europa todas las
vacaciones, pues sabrán las capitales europeas […]
MM:
También hay un discurso, el Disc1, sin estructuras causales. En el Disc7 «Discurso completo
de Mauricio Macri ante la Asamblea Legislativa», 01/03/2016, leído de un texto escrito, se
encuentran tres ya que:
(24) Quiero ser claro sobre el punto de partida, ya que venimos de años […]
(25) Nuestras fronteras están virtualmente indefensas, ya que sólo el 17 por ciento está
radarizado […]
(26) La inflación existe porque el gobierno anterior la promovió, ya que creía que era una
herramienta válida de la política económica.
En todos los discursos aparece un evidente predominio de porque (396); las oraciones iniciadas
por este conector ocupan siempre la segunda posición de la oración compuesta y no es posible
establecer claramente si se trata de causales integradas o periféricas; no hay ocurrencias de
puesto que, dado que o visto que; pues nunca aparece en CFK ni en MM, en los discursos de HCh
se encuentra como iniciador de discurso o como un simple enfatizador, nunca causal y RC tiene
tres, también en un discurso presumiblemente escrito; son escasas las apariciones de ya que:
tres en MM, tres en RC, dos en HCh y solo una en CFK. Este conector tiene además valor
evidencial, porque presenta la causa como verdadera y en consecuencia no refutable.
Como sostuvimos anteriormente, desde un punto de vista pragmático la causalidad suele estar
estrechamente asociada a la temporalidad, en la medida en que lo que sucede antes se interpreta
como causa de lo que ocurrirá después. Esto es relevante en tanto tiene incidencia directa en el
orden sintáctico en que se expresan las relaciones de causa-efecto en ausencia de nexos
específicos. Como es sabido, la jerarquización de los contenidos en el discurso no obedece
necesariamente a relaciones temporales, por lo que puede resultar muy dificultoso organizar con
coherencia la causalidad en ausencia de los elementos gramaticales necesarios y cuando, por
distintas razones, se prefiere presentar la causa con posterioridad a la consecuencia. Esta
dificultad es aún mayor en la escritura, un sistema que carece del nivel suprasegmental y
paralingüístico que muchas veces permite establecer los vínculos causales en la oralidad.
La observación de producciones escritas por niños de Educación Primaria permite ver lo
costoso que puede resultar explicitar las relaciones causales:
(27) […] se subió a la silla del papá, es muy alta para mí, y fue a la silla de la mamá,
también es muy alta, bueno se subió en la más chiquita y justo se le rompió la silla del
osito bueno tuvo sueño y se fue a dormir. (3er. año)
(28) Había una vez una nena muy pobre que vivía con su mamá y su hermano, después su
mamá se enamoró de un hombre, se fueron a vivir juntos. La mujer dejo a sus dos
hijos en la puerta de la casa de la mamá de la mujer (Irina abuela de los chicos) y
bueno ellos se criaron junto con su abuela Irina. (5to. año)
(29) A mi cuando tenia 6 años y estabamos comiendo asado afuera en mi patio yo estaba
en una silla ocsidada yo me estaba amacando mal cay para atrás y me clave un clabo
en la cabesa me tuvieron que llevar al hospital a curarme la cabesa. Y cuando tenia 9
años mi papa tenia una moto que se le caia la gasolina cuando yo me fui arriba de la
moto me cay se me abrió la erida me tuvieron que pegar con la gotita. (5to. año)
(30) A la bruga se le pincho la burbuga y se convirtió en un hada. Cuando exploto una
lampara y se prendio fuego la casa donde estaba la familia. Con tanto calor las
burbugas se pincharon y se convirtieron todas las brugas en hadas y el pueblo fue un
lugar con hadas y lugares maravillosos. Y vivieron felices para siempre en el pueblo.
(5to. año)
(31) Boaras [una planta], no vivía en un lugar especifico, por qué se asustaba fácilmente,
siempre huia de su sitio. Un día Boaras encontró 3 hombres, se asusto más de lo
normal, por que eran 3 hombres que querian arrancarlo de su sitio, ellos lo escucharon
y lo perciguieron, Boaras corrió y corrió pero lo agarraron. (5to. año)
(32) […] Sadluzag, que era un ciervo muy querido y respetado. Un dia cuando el ciervo
estaba dur-miendo el gigante de las mareas, que era un gigante de piedra que empuja
las aguas dos veces al día y que esta ves las aguas las empuja muchas veces mas para
inundar su pueblo. Sadlusag cuando se despertó por el agua salio a fuera y vio a el
gigante de las mareas y salio a defender a su puebo después de un mes peliando gano
Sadluzag se seco y todos bibieron felices por siempre. (5to. año)
(33) Un dia a la madrugada mi papa escucho un ruido pero no le dio importancia. Y luego
de unos minutos escucha un maullido de un gatito y allí prendio la luz y mi gata Sofia
tuvo una cria en mi cama justo a mis pies. (5to. año)
(34) El día 7 de mayo pasó en san Lorenzo un robo y uno de ellos agarró un matrillo y
pegaba al candado el mayor de ellos agarró al hombre y le pegaron en la cabeza y a la
mujer le dispararon en el ojo por que uno de ellos fue a la esquina agaro la pistola que
tenía oculta y fue corriendo a esa casa. La mujer abia reconocido a uno de los 2
ladrones y le dispararon en el ojo. (6to. año)
(35) Por mi casa abia un gato que siempre le daba de comer cuando venia una ves mi
vecino se murdo que también le gustaba ese gatito y un dia por retroceder su auto el
gatito venia a comer y el auto que retrocedia y lo atropello me puse muy triste. (5to.
año)
(36) Había una vez un chico que se llamaba rum-paltinco vivía en un carruaje y era un
brujo malvado en el mundo no existen los arboles por que son ladrillos apilados el sielo
es verde no existen las nubes un dia conosio a un aliens el lo quiso estafar el ogro se
dio cuenta se pelearon pero un dia resolvieron la cosa y fueron buenos amigos. (5to.
año)
(37) Ayer creé una pelota mágica, visualize lo que que-ría transformar y lo golpeé con la
pelota, se transformo en un televisor porque había una caja con muchos cables. (5to.
año)
(38) Por como está el cuerpo el detective sabe aproximadamente descubre a que hora la
mataron […]. Luego por las huellas de Toni le hacen un interrogatorio a Toni y lo
detienen (6to. año).
(39) Por mi casa había un gato (al) que siempre le daba de comer cuando venía (a mi casa).
A mi vecino que se mudó (¿a la casa de al lado?) también le gustaba ese gatito y un
día por(que hizo) retroceder su auto (cuando) el gatito venía a comer lo atropelló; (por
eso) me puse muy triste.
(40) Me tuvieron que llevar al hospital a curarme la cabeza porque cuando estábamos
comiendo asado afuera en mi patio yo estaba en una silla oxidada y porque yo me
estaba hamacando mal caí para atrás y me clavé un clavo en la cabeza.
como marcadores discursivos. En un trabajo anterior acerca de los relativos (Pascual y Romero,
2016) ya habíamos notado que distintos tipos de subordinadas impropias podían aparecer con
estructura de relativas. En la mayoría de los casos se trata de «relativos» que han perdido su
contenido conceptual, constituyéndose en categorías procedimentales. Del corpus que utilizamos
para dicho trabajo, seleccionamos solo un par de ejemplos ilustrativos de relativas con
significado causal o consecutivo, en los que la formulación a) es la original y la b) una paráfrasis
realizada por los propios sujetos:
(41) a. Es una novela fantástica por la naturaleza de los hechos narrados que es la
formación de Hyde, que no tiene explicación y no se puede probar.
b. Es una novela fantástica por la naturaleza de los hechos narrados ya que la
formación de […]
(42) a. Se jugaba el superclásico entre Boca y River en el año 2006 en el Torneo Clausura,
River ganaba por un gol, en el cual los hinchas de River festejaban […], los hinchas
de Boca están muy nerviosos, cuando faltaban 15 minutos, Boca hace un cambio y
entra a la cancha Guillermo, en el cual el partido estaba casi acabado.
b. […] River ganaba por un gol, por eso los hinchas de River festejaban […] y entra a la
cancha Guillermo, entonces el partido estaba casi acabado.
Conclusión
c) En los datos de discursos presidenciales que hemos cotejado puede verse que de todos los
nexos y conectores listados se utiliza porque con mayor frecuencia, mientras que los otros se
utilizan solo en la escritura; porque, además, se usa para ambos tipos de causales, con lo que la
distinción entre ambos tipos de causales queda relegada a la interpretación del destinatario.
d) De los textos de alumnos del nivel primario extraemos:
i. Los nexos casi no aparecen.
ii. Las relaciones causales se establecen en forma muy ambigua por otros recursos:
marcadores de discurso (bueno), conectores con otro significado o función (cuan-do, un
relativo) y los mencionados rasgos conceptuales de elementos léxicos (silla
oxidada+hamacarse mal>caer >clavarse un clavo>llevar al hospital; enamorarse>ir a vivir
juntos>dejar a los hijos).
Concluimos en que las relaciones de causa-efecto generalmente se interpretan de manera
inferencial mediante supuestos motivados por distintos factores, básicamente por los rasgos
semántico-procedimentales de ciertos conectores y por los rasgos semántico-conceptuales del
léxico, como mostramos en (28). Por otra parte, no vemos suficientes argumentos para sostener
que existen dos tipos de oraciones causales, dado que, como se desprende del análisis de los
discursos orales, los distintos conectores no tienen demasía-da frecuencia en el uso y aparece
porque casi como único nexo. Creemos que este fenómeno de la oralidad tiene incidencia en la
escritura, tal como se aprecia en las producciones tempranas de los niños de primaria, las que
ponen de manifiesto diversas estrategias inferenciales pragmáticas utilizadas por los sujetos para
establecer relaciones causales en ausencia de los nexos adecuados.
Referencias bibliográficas
Real Academia Española [RAE] (1973). Esbozo de una nueva gramática de la lengua española.
Madrid: Espasa.
Rojo Sánchez, G. (1978). Cláusulas y oraciones. Santiago de Compostela: Universidad de
Santiago de Compostela.
Sperber, D. y Wilson, D. (1996) La Relevancia. Madrid: Visor.
Wilson, D. y Sperber, D. (1979) «Remarques sur l´inter-pretation des énoncés selon Paul Grice».
Communications, 30 (1): 80-94.
_____ (1991 [1986]) «Sobre la definición de relevancia». En: Valdés Villanueva, L. M. (Comp.) La
búsqueda del significado. Madrid: Tecnos.
_____ (2004). «La teoría de la relevancia». Revista de Investigación Lingüística, 7, 1237-286.
Gustavo Simón
simon.carlosgustavo@gmail.com
Universidad Nacional de Misiones
Posadas, Argentina
Resumen
Hablar de la lengua nunca es fácil y menos cuando se quiere realizar una aproximación a las
variantes que se manejan fuera de las zonas de influencia de las metrópolis que difunden usos
considerados prestigiosos o ejemplares. No es fácil, porque no se ha hecho gran cantidad de
abordajes lingüísticos y gramaticales, y los pocos que hay se centran en el léxico. Aquellos que
trabajamos con la gramática sabemos que la puesta en funcionamiento del repertorio léxico
depende de variados factores, entre ellos las «puestas en acuerdo» sobre lo que se representa al
utilizar determinada palabra. Muchas veces, los relevamientos léxicos de las variantes del
español que se hablan en la Argentina, que no corresponden al rioplatense, requieren observar,
en un primer momento, bajo qué formas se da la «subsistencia vital» de las palabras: si aún
pertenecen a un gran espectro social o solamente están circunscriptas a determinadas esferas,
como un cronolecto o un sociolecto, con un alcance limitado. Desde hace seis años, el proyecto
La Gramática en fronteras (inter)disciplinares. Parte II. Entramados semióticos, de la Universidad
Nacional de Misiones (UNaM), ha puesto esto como uno de sus objetivos. La propuesta de trabajo
que se anticipa en este resumen es un acercamiento inicial a un corpus de escritos realizados
por personas jóvenes, ingresan-tes de las carreras de Letras de la UNaM, en 2015. En ellos, se
pone a prueba la pervivencia del léxico que marca la variante regional del español, a través de los
juegos gramaticales y discursivos que operan en la textualización, a partir del reconocimiento de
la variedad de recursos que la lengua española ofrece para su enunciación.
Introducción
Llamamos adjetivo o forma, en este punto, a cualquier elemento atribuido a un sujeto físico,
artificial o fantástico con el fin de explicar o indicar algo, gracias a una hábil preparación del
pensamiento, presentando, representando, señalando o indicando tal como lo hacen la pintura
y la escritura.
Giordano Bruno, La sombra de las ideas (De umbris idearum).
1 El asperón es la piedra rojiza con la que los jesuitas construyeron las misiones en la provincia y el
basáltico es la piedra negra que puede observarse en las laderas de los cerros que fueron dinamitados
para construir la ruta n.° 12, entre Posadas e Iguazú.
2 Es muy interesante la aparición del portugués en la ruralidad paraguaya. Por ejemplo, la empresa
SOMAX agro, paraguaya pero de dueños o capitales brasileños, dan varias de sus publicidades
institucionales directamente en portugués.
Al respecto, véase https://www.youtube. com/watch?v=yuScrzzr6is y
https://www.youtube.com/watch?v= eefZJc_o-JM.
públicos de la plaza están en portugués. Pero estos contactos son recientes y están atravesados
por disputas sociales entre campesinos ricos (en muchos casos, brasileños venidos para explotar
la tierra mediante la plantación de soja y maíz) y campesinos pobres (paraguayos propietarios de
pequeñas tierras que, en muchos casos, son expulsados de las mismas).
En Misiones, en cambio, la presencia del portugués es muy antigua; Juan Bautista Ambrosetti
en su Tercer viaje a Misiones, editado en 1895, refiere que en San Ignacio «casi no se habla más
que el portugués» (2008: 75). Esto se debió en parte a que Misiones fue la frontera entre las
avanzadas bandeirantes y esa especie de isla que hizo del Paraguay Gaspar Rodríguez de
Francia. Además, durante la Guerra de la Triple Alianza, en lo que hoy es la provincia de
Misiones, hicieron su despliegue las tropas brasileñas, quienes fueron las encargadas de asediar
al Paraguay y quienes, en muchos casos, repoblaron o refundaron los poblados existentes
— misiones jesuíticas antiguas o pueblos hechos por paraguayos como el caso de Posadas—, que
tiene su origen en un recinto amurallado para protección del Paraguay, mandado a construir por
el mismo Francia, y que fue repoblada y rebautizada como «Trincheras de San José» por el batallón
24 del ejército brasileño 3. Al ser incorporados como territorio argentino, los pueblos de Misiones
fueron puestos bajo jurisdicción nacional y se comenzó con el proceso de «argentinización». Así,
este portugués se desplazó y «quedó» en la zona del Alto Uruguay: Lipski (2012) lo ubica entre San
Javier y Puerto Iguazú, donde no se creó gran infraestructura por miedo de una invasión del
Brasil durante varios períodos del siglo XX.
Esta antigua convivencia de lenguas, este contacto prolongado que se mantuvo una vez que los
conflictos se diluyeron, tiñó de vocablos el español misionero (Amable, 2012 [1975]: 31), tales
como catinga, catingudo y tolongo, usos en comidas (60) como espeto y feijoada o
denominaciones botánicas como marcela (72), cuya denominación guaraní es yateí ca’á, pitanga
(ñangapiry), jaboticaba (guapurú) y cañafístola (ibira-pitá). Incluso es muy común que el
misionero manifieste, ante la cualidad de sucio o haciendo referencia al polvo, basura, manchas
o impurezas que hay en algo, que le molesta la suciera (hibridación de la denominación sujeira
del portugués). Con respecto a este último uso, resulta curiosa su aparición en el Diccionario
misionero que ofrece uno de los diarios digitales más importantes de la provincia, donde suciera
se define del siguiente modo: «Dícese de la suciedad acumulada, de la mugre rancia, muy usada
por la polacada» 4.
En Misiones, «polaco» es sinónimo de rubio, de gringo, de inmigrante. Los inmigrantes han
dejado varias cosas para indagar y seguir indagando y han conformado parte operativa
importante en la charlotte lingüística que es Misiones, según palabras de Antonio Rubén Turi al
prologar la obra de Hugo Amable (2012 [1975]: 12). Y esos «polacos» agregaron varios vocablos al
español de uso en Misiones: algunos muestran conflictos, como el chorny 5 de los ucranianos o el
coáti, niger o hiesigi 6 de los alemanes. En cambio, en otras zonas donde el conflicto se diluye
frente a las necesidades fisiológicas, los misioneros criollos y polacos se sientan en la misma
mesa a degustar los perohes o vareniques (comida tradicional eslava, con diversas
denominaciones en polaco o en ucraniano) y unas deliciosas chipas con turo 7.
En el Paraguay y en Brasil los procesos inmigratorios fueron similares a los dados en la
Argentina, pero hubo diferencias. En Paraguay, y principalmente en Itapúa, los grupos de
inmigrantes iban conformando sus poblaciones de acuerdo con su país de origen. Aún hoy día,
3 Uno de los barrios próximos al centro de la ciudad de Posadas, donde está la planta de tratamiento de
agua potable, se denomina «24» por ser el lugar donde se asentó el ejército brasileño, para asediar la
«Trinchera de los paraguayos».
4 Puede leerse esto en http://diccionario.misionesonline.net/palabra/Suciera.
5 Utilizamos la forma de latinización del cirílico con y, aunque es usual que aparezca también como
chorni. La palabra significa «negro» y la utilizaban los colonos ucranianos para referirse a los «criollos».
6 En el caso del alemán en Misiones, se presenta una tríada para denominar a la población criolla que
marcaría usos más o menos despectivos. Un muy interesante artículo de María Cecilia Gallero de Urfer
retoma el testimonio de un descendiente de alemanes brasileños de Puerto Rico: «Belino Hippler explica
que ‘era mejor decir “Hiesigi” que “Níger” o “Coáti”, porque hiesige no es palabra para discriminar…’
mientras que “Níger” y “coáti” sí» (2005: 20).
7 Esta denominación proviene del húngaro y la utilizan las familias de la localidad de Corpus (Kurucz,
los pueblos del interior de Itapúa se reconocen como descendientes de una única nacionalidad
europea en cada caso. Por ejemplo, Fram se identifica con la colectividad rusa (en este pequeño
pueblo está una de las mayores iglesias ortodoxas de la región), Carmen del Paraná con la
ucraniana y Hohenau (y el resto de las Colonias Unidas) con la alemana.
En Misiones, este proceso de concentración no fue tan acentuado: si bien es cierto que las
comunidades ucranianas, rusas y polacas se asentaron mayoritariamente en el sur y las
alemanas en el Alto Paraná, hubo poblaciones hechas luego de mediados del siglo XX (como
Jardín América, Aristóbulo del Valle o San Vicente) donde se amalgamaron casi todas las
corrientes migratorias.
Nuestra tierra roja de saltos y de selva no se ajusta al prototipo pampeano que muchas veces
es puesto como lo representativo nacional. Ya resulta una verdad de Perogrullo decir que la
Argentina es un país diverso, tanto geográfica como culturalmente, pero, en muchos sectores, se
sigue insistiendo en una identidad nacional que presenta cierta intención homogeneizadora,
como bien advierte Kornfeld sobre el español y su uso en la Argentina, cuando refiere que «la
ilusión de homogeneidad, pretendida por nuestros próceres y alimentada actualmente por los
medios de comunicación, no es la menor de nuestras fantasías y mitos nacionales» (Kornfeld,
2010: 16). En el caso de Misiones, el repertorio léxico muestra un abanico de influencias que han
generado palabras y frases que necesitan de cierto proceso de traducción al comunicarse con
argentinos de otra región, pero también dentro de la misma provincia hay grupos que manejan
determinados términos que no son conocidos o utilizados por toda la comunidad. Hay ciertas
palabras que son de uso común en los ambientes rurales, que no se utilizan en Posadas (Amable,
2012 [1975]: 119) y que se vinculan con la inmigración.
En esta oportunidad tomamos para el análisis un corpus integrado por producciones textuales
de los ingresantes de las carreras de Profesorado y Licenciatura en Letras del año 2015. Lo que
presentamos aquí constituye una segunda mirada a este corpus (la primera, a partir del léxico,
fue mostrada en algunos trabajos científico-académicos anteriores 8), que articula su eje de
análisis a partir de la gradación de adjetivos que son utilizados en la región. Hemos seleccionado
trabajar con adjetivos porque, como dice Laura Kornfeld,
el español cuenta con un inventario de adjetivos tan robusto que, de hecho, constituyen la
clase de palabras en la que se filtran mayores diferencias individuales, incluso entre hablantes
relativamente próximos desde el punto de vista geográfico, social o etario (Kornfeld, 2010: 10).
Pero más allá de las variantes de uso que pueden darse entre individuos o pequeños grupos de
personas, «los adjetivos y la cuantificación se encuentran en esa zona de la gramática donde
encontramos una mayor variación geográfica, social y etaria, además de individual» (16).
Si bien para disparar la textualización se partió de lo léxico-etimológico a partir del Diccionario
Etimológico Lingüístico de Misiones de Grünwald (1977), las producciones recogidas permiten
observar varias cuestiones de la gramática incorporada por los ingresantes, conformada a partir
del uso de la lengua en la interacción. Presentaremos, debido a las limitaciones de extensión, un
paneo por cuestiones generales que hacen a la cuantificación de los adjetivos, pero que nos
puedan permitir ver que «pensar y repensar lo que puede o no decirse en una lengua es un modo
de acceder al verdadero sistema subyacente que nos permite construir infinitas oraciones»
(Kornfeld, 2010: 19). La detención en la cuantificación nos permite, por un lado, observar que las
palabras aún conservan vigencia o «circulan» en determinadas semiosferas. Por otro lado,
siguiendo a Kornfeld, vemos que la cuantificación en tanto «marca de intensidad o de
intensificación de la cualidad del adjetivo» señala una cierta apropiación del sistema lingüístico
(14). No nos detendremos en este trabajo (debido a la limitación anteriormente expuesta) a
comparar los recursos de la cuantificación utilizados por los ingresantes con aquellos esbozados
por Kornfeld (2010) para observar la interacción de diversas variantes del español en Misiones, lo
que constituye una posibilidad de análisis que ofrece el detenimiento sobre este aspecto puntual.
El ingreso a las carreras de Letras de la UNaM tiene un cursillo específico que se desarrolla en
el marco de las Jornadas de Integración a la Vida Universitaria, de la Facultad de Humanidades
y Ciencias Sociales, que se divide en dos etapas: una primera General, destinada a todos los
estudiantes, independientemente de las carreras elegidas para cursar, y otra Específica,
coordinada por los Departamentos, que programan actividades orientadas a sus intereses. En el
caso de Letras, el cursillo se divide por áreas (Literaturas, Lingüística, Semiótica, Gramática,
Metodologías, Filosofía y Lenguajes Artísticos), las que disponen de un día en el que proponen el
abordaje de un cuadernillo con orientaciones a la lectoescritura inicial en el ámbito académico.
Una serie de lecturas disparadoras sirven de introducción a los problemas que estudia cada
área.
Para el módulo de Gramática se seleccionaron los siguientes textos: «Lenguaje correcto y
lenguaje ejemplar», uno de los en-sayos de Las figuras del habla misionera de Hugo Amable (2012
[1975]: 17), y la «Entrevista a Ángela Di Tullio: ‘La gramática es el componente central de la
lengua’» realizada por Vinelli y Martínez Vázquez (2014). La jornada destinada a las reflexiones
gramaticales fue coordinada por los equipos de cátedra de Gramática I y de Gramática II que se
dictan tanto en la Licenciatura como en el Profesorado. Por Gramática I participaron los docentes
Gustavo Simón y Sebastián Franco, y por Gramática II Raquel Alarcón y Juan Ignacio Pérez
Campos. Además, participaron los adscriptos Gonzalo Casco y Norma Malaszenko.
Para desarrollar las tareas se planteó el siguiente dispositivo pedagógico:
1) Elaborar un breve texto u oraciones que contengan las siguientes palabras: argel,
cabezudo, caté, pichado y tolongo (conviene usar solo una vez cada una de las palabras
para que el trabajo no sea muy extenso).
2) Armar otro texto donde cuenten si estas palabras fueron utilizadas como sustantivos o
adjetivos tratando de explicar cómo se dan cuenta de ello.
ARGEL. adj. Dícese del individuo antipático o cursi. V. Argelar.
CABEZUDEAR. frec. de cabezudo. Hacer picardías, travesuras.
CATÉ. (del guar.: caté, elegante, distinguido.) adj. Persona de categoría o que viste bien.
PICHADO. (del guar.: pichá, desilusionarse, abochornarse) adj. Dícese de la persona que
está desilusionada, fastidiada o se siente avergonzada.
TOLONGO. (del port.: toló, aturdido, loco, y de la des. ngo, de tilingo, loco.) adj. Dícese
A partir de esta consigna pudimos obtener un ejemplario con todos los textos presentados, que
es nuestra base de análisis, compuesta por 63 producciones de muy variada extensión. Este
corpus devela, como indica Kornfeld (2010: 19), «aquellas sistematicidades de la lengua que
hacen a nuestro conocimiento como hablantes nativos».
Lo primero que tenemos que analizar es cuántas veces aparecen cuantificados cada uno de estos
adjetivos. Cabe aclarar que en algunos textos no se tomaron las cinco palabras 9. Los resultados
del relevamiento son los siguientes:
Lo primero que llama la atención al observar este cuadro es que el adjetivo que aparece mayor
cantidad de veces cuantificado es aquel que es una importación directa del guaraní. En la
mayoría de los casos aparece muy caté. Se repiten algunas veces más caté y bastante caté.
Sumamente caté y un poco más caté aparecen una vez cada uno, y re caté dos veces 10. Veamos
algunos ejemplos:
Otra curiosidad con respecto al uso de este adjetivo es que es el único que se utiliza dos veces
en una misma emisión, en dos textos:
Siempre que jugamos al futbol, el muy caté o más bien que se hace el muy caté no
quiere perder y es capaz de abandonar la cancha si hay un penal. (ELDO)
El caté es común encontrar, esa gente caté vienen todos acá. (HFN).
Caté fue la palabra más utilizada de las cinco como adjetivo en la mayor cantidad de
producciones. Por otra parte, al no encontrarse cabezudo en el diccionario de Grünwald (1977) y
haber sido reemplazado por cabezudear, la misma consigna parece haber producido cierta
confusión, ya que el uso del verbo en lugar del sustantivo/adjetivo pudo verse en varios casos:
Pero al final el polaco andaba bien pichado en este tiempo porque yo no paraba de
cabezudear. (GEZ).
Dejen de cabezudear tolongos. (LA).
Está criatura no para de cabezudear, me está dejando loca. (JEG).
los autores. Todos los ejemplos se transcriben con la grafía original. Para marcar las palabras sugeridas
que fueron utilizadas en los ejemplos, recurrimos al subrayado.
Sin embargo, el uso del verbo en lugar del adjetivo aparece en otras muestras, como sucedió
con pichado y argel:
En muchos casos son utilizados como sustantivos o en formas en las que no admiten
cuantificación, principalmente tolongo y cabezudo:
Y por último esta Exequiel de 2 añitos, el curioso, y en ocaciones el tolongo del grupo.
(XD).
El tolongo de mi barrio es muy hiperactivo. (YMG).
…¿para qué le puso Romeo al gurí esa tolonga? (HFN).
Me contó que sigue saliendo con María Eugenia (esa tolonga!!) (CAI).
… no tenía nada de tolongo. (LGB).
Por tolongo se mató el vago de la moto. (CHS).
Maneja como un tolongo. (MV).
…si terminara panza arriba en el asfalto ahí saldrían ellos con que eso le pasa a los
cabezudos. (MV).
… nuestros vecinos nos apodaban los cabezudos. (ASA-CTW).
Le pasa por andar de cabezudo. (EDS)
…vos estás de cabezudo. (MJA-CAD)
Argelados, pensó mientras pisaba dos veces el acelerador para que le hiciera caso. (MV).
Esta variante aparece tanto en Grünwald como en Amable. Para Grünwald es el participio del
verbo argelar y posee raíces latinas que lo conectan con «arcilla» 12. En cambio, según Amable
constituye una palabra incorporada desde un tiempo no tan antiguo, a partir de una pieza lexical
tomada del portugués, ar gelado («aire helado»). Así, esta palabra compuesta es utilizada como
12 «En algún Glosario, hemos leído este verbo y también, si la memoria no nos traiciona, en Cervantes. En
dicho Glosario se lo deriva del latín: argilla, arcilla, y con el significado de ponerse pálido, amarillento.
También tenemos noticias de que un Diccionario de principios de éste siglo lo registra con las mismas
acepciones que se le da en el Paraguay, Misiones y Corrientes. Si esto último es así, creemos que se trata
de dos creaciones distintas y que nuestro argel es local. Además, ha sido espigado sin duda en esta zona
por cuanto en otras zonas del país no lo hemos oído nunca, y en defensa de esta afirmación nos queda el
testimonio oral de una anciana de Villa Rica, quien, en 1962 nos transmitió el siguiente relato: Hacia
fines del siglo pasado, llegaron a Asunción algunos argelinos que hicieron representaciones escénicas
repitiéndolas hasta el hartazgo y de ahí viene el dicho de argel y argelar» (Grünwald, 1977: 16).
adjetivo, a partir del cual derivan el verbo argelar y el adjetivo argel 13.
Además, argel presenta una forma de grado de significación bastante particular en un texto,
reforzado por una locución adverbial:
Y por último, para concluir con la descripción del corpus, debemos destacar que el único
adjetivo que presenta el superlativo mediante el sufijo –ísimo es pichado, en dos ocasiones:
…después del golpe, seguí mi camino, pero pichadísimo por lo que me pasó. (FS).
Juan pablo le deja a Thiago picadísimo. (BGM).
Obviamente, al recorrer los diversos enunciados mostrados en el ejemplario, vemos cómo otras
cuestiones de esta semiosfera fronteriza que es Misiones van apareciendo, como los «polacos» o
los «gurises». Esto requiere de una visión se-miótica amplia, cuyo despliegue viene siendo «el
norte de brújula» de las investigaciones del Programa de Semiótica de la UNaM, dentro del que se
inscribe el proyecto grupal referido.
Conclusión
No hemos pretendido más que presentar un esbozo que nos permita asegurar, sin tantas
fragilidades, que los jóvenes ingresantes a las carreras de Letras de la UNaM manejan en gran
medida las formas léxicas propias del español en Misiones. A partir del reconocimiento léxico, no
solo han incorporado los adjetivos a los contextos prefigurados en la redacción de los textos, sino
que también los han podido adaptar para dar, en la mayoría de los casos, grados de significación
que operan desde y en la enunciación.
A veces, se reconocen las formas adjetivas; otras veces, aparecen enmarañadas con lo
nominativo y hasta con lo verbal, en una especie de «mejunje» (de mboyeré, podríamos decir en
nuestro duro español que deja aflorar el asperón del guaraní) que muestra que nuestra «forma de
estar en el lenguaje» sigue vigente y que puede aparecer hasta en el umbral de lo académico.
Para eso, apenas hace falta que un dispositivo didáctico-semiótico-gramatical permita destartalar
el rigor mortis del uso de la lengua en la universidad.
¿Por qué hemos recalado en el ingreso universitario? Primero, para romper con la frontera de
que en la universidad no está el dialecto y el trabajo de campo hay que hacerlo en el interior, en
la comunidad rural donde están las chacras esperando ser escuchadas por el lingüista.
Coincidimos en parte con lo que dice Amable (2012 [1975]: 119) acerca de que «Posadas es lo
menos misionero de Misiones» en su forma de hablar o en el uso dialectal del español. Pero hay
varias cosas que han sucedido en la provincia desde los años setenta en que fuera editada Las
figuras… hasta el presente. Primero, la provincia ha sufrido una alta concentración urbana en el
Gran Posadas y, en muchos casos, fueron familias que vinieron del interior. Segundo, la UNaM
se ha caracterizado, en estos poco más de cuarenta años de existencia, por convocar a los
alumnos del interior de Misiones, habitantes de pueblos o de chacras.
Entonces, el dialecto está entre nosotros. Por supuesto que no pretendemos hacer de esta
experiencia una generalidad, pues el corpus relevado nos permite construir un ejemplario que
posee sus limitaciones. En este sentido, el uso de los adjetivos que hemos mostrado es indicial,
en el sentido que solo señala usos del lenguaje cuyo análisis debe ser profundizado. Nuestro
desafío es adivinar hacia dónde está apuntando ese índice, porque, como ya lo sostenía Bruno
(2009: 93), el adjetivo se conecta con el pensamiento a partir de la representación, como una
pintura, como la escritura, como una película, como la vida misma por donde fluye nuestra
lengua.
13 «En una esquela fechada el 25 de agosto de 1959, don José Pedro Rona, a la sazón profesor de la
Para cerrar, queremos detenernos un poco en el epígrafe que abría esta interlocución. En este
caso, el adjetivo se ha convertido (gracias a un proceso semiótico) en referente de toda una
lengua o del modo de uso de una lengua, y esto puede darse gracias a una hábil preparación del
pensamiento, presentando, representando, señalando o indicando al mundo, a nosotros mismos,
a las cualidades de las cosas, a la forma de ser de los misioneros, que a veces somos caté o
pichados o cabezudos o tolongos o argeles. Y desplegamos la intensidad de nuestra subjetividad
en nuestro lenguaje. Es un desafío para las instituciones universitarias, y de educación en
general, ver qué se hace con ese uso, si lo seguiremos confinando al sombrío rincón de lo no
escolarizado o lo comenzaremos a tomar como formas de representación, como una manera de
manifestación del pensamiento, válida, que presenta un modo particular de relación con el
entorno, una forma de ser y estar en el lenguaje que nos conecta con el mundo.
Desde hace tiempo, algunos referentes como Amable, Camblong y Grünwald emprendieron la
difícil tarea de la segunda opción. Es por esa «picada» que nos queremos adentrar a nuestra
semiosfera de «monte» discursivo de usos del español en Misiones.
Referencias bibliográficas
Resumen
Introducción
El área de investigación es la región nordeste (NEA), según la división del español de la Argentina
que propone Donni de Mirande (1992: 384-400), y más concretamente dos de sus ciudades
capitales: Corrientes y Resistencia. Esta región está formada por una vasta extensión distribuida
en cuatro provincias, Corrientes, Misiones, Formosa y Chaco, ubicadas en las riberas del Paraná
superior y medio y del río Paraguay. Estas corrientes fluviales sirvieron desde un principio a la
exploración y el poblamiento de estas tierras, cuyos diversos paisajes fueron ocupados
sucesivamente por los guaraníes, los hispanocriollos y, más tarde, por el aporte aluvional de la
inmigración moderna (Maeder, 1977: 41).
Para la caracterización lingüística del área en estudio, es necesario tener en cuenta ciertos
datos relacionados con su formación histórica y demográfica. En el siglo XVI se funda-ron las
ciudades de Asunción, Santa Fe, Buenos Aires y Corrientes, entre otras. El español de la ciudad
de Corrientes, fundada en 1588, ha presentado, y presenta actualmente, particularidades que lo
diferencian del español de Buenos Aires y lo acercan, en cambio, al de Paraguay. A pesar de que
la corriente fundacional que partió de Asunción hacia el sur estaba integrada por una mayoría de
mestizos y escaso número de españoles, no perduró el guaraní en Santa Fe —fundada en 1572—
ni en Buenos Aires —fundada en 1580— porque el sustrato indígena no era guaraní.
Rápidamente se impuso el español, ya que los mestizos estaban consustanciados con el
requerimiento peninsular de afianzar su dominio en la región, y la comunicación entre las
colonias y la metrópoli debía ser en español. En cambio Corrientes, que se fundó sobre un área
de asentamiento de guaraníes, vivió una historia lingüística, en general, muy semejante a la
asunceña (Abadía de Quant, 1996: 13).
La región permaneció en situación marginal hasta la segunda mitad del siglo XIX, período que
se corresponde con la batalla final de la conquista del Chaco. En 1872 se creó, por decreto, el
Territorio Nacional del Chaco, y en 1884 se lo dividió y reorganizó en las gobernaciones referidas
de Formosa y Chaco. Para la exposición que sigue en relación con la formación demográfica, en
la que se distinguen tres períodos determinados por el desarrollo económico de la provincia del
Chaco, nos basamos en Abadía de Quant (1996: 12-21).
El primer período, desde la ocupación de la colonia Resistencia hasta 1920, se caracteriza
económicamente por la explotación forestal, que había comenzado a mediados del siglo anterior
con mano de obra correntina, la incipiente actividad industrial subsidiaria y la agricultura de
subsistencia. De acuerdo con la información que proporciona el censo del año 1895, la población
total de Resistencia (urbana y rural) era de 2830 argentinos y 1322 inmigrantes. Respecto de los
extranjeros, se registraban 758 italianos, 132 es-pañoles y 113 paraguayos. Con respecto al
detalle de los argentinos, 914 eran correntinos, 72 de la ciudad de Buenos Aires, 28
santafesinos, 36 entrerrianos, 64 de otras provincias y 1656 nativos de Resistencia de diferente
ascendencia lingüística.
El segundo período, desde 1920 hasta 1950, se corresponde con un crecimiento económico
significativo a causa de la división de la tierra fiscal y el inicio del cultivo del algodón y su
primera instancia de industrialización. La consecuencia de estas innovaciones económicas y
productivas fue la necesidad de mano de obra. Llegaron personas provenientes del noroeste de
Corrientes, del norte de la provincia de Santa Fe y, en menor proporción, del Paraguay. También
hubo inmigrantes de Buenos Aires y el sur de Santa Fe.
En el tercer período, desde 1930 hasta la actualidad, en el que disminuye considerablemente la
inmigración europea, se destaca, desde el punto de vista económico, la crisis algodonera de la
década del cincuenta, causada por la competencia de las fibras sintéticas y la saturación del
mercado interno. Al promediar esa década se produjo un desequilibrio entre la oferta y la
demanda, hecho que redujo considerablemente los precios. La caída casi vertical de la superficie
cultivada, el cierre de las desmotadoras y de las aceiterías marcaron el comienzo de la etapa de
emigración rural y de descenso de la actividad industrial asociada (Valenzuela, Mari y Scavo,
2011: 124). La consecuencia de esta crisis fue el traslado de población desde el interior del
Chaco, es decir, desde la llanura central. Luego, en las últimas décadas, es notorio el
asentamiento de personas provenientes de la zona rural, de Buenos Aires, de la provincia de
Santa Fe y, en menor medida, de Entre Ríos. La inmigración correntina y para-guaya no ha sido
significativa en este período, pero nunca se ha detenido.
De acuerdo con lo planteado, la zona lingüística en la que se encuentran las ciudades de
Corrientes y Resistencia es, por su situación geográfica, su formación histórica y evolución
demográfica, el área nordeste. Ahora bien, ¿cuáles son las características lingüísticas generales
de esta región del español de la Argentina? Se caracteriza, además de la obvia-mente esperable
presencia de rasgos comunes a otras áreas hispánicas, por la retención de modalidades
tradicionales y por la presencia de la lengua aborigen, el guaraní, que genera influencias
morfosintácticas y fonético-fonológicas en el español.
Aspectos lingüísticos
El uso del impersonal haber como verbo personal «es marcado por algunos autores, como signo
de expresión sincrónica vulgar tanto en América como en España» (Abadía de Quant, 2004: 162).
Este fenómeno hispánico del siglo XVI continúa en el español histórico correntino. La preferencia
por el uso de haber como verbo personal, de acuerdo con Abadía de Quant (2004), se registra
«como variante de extensión amplia en el español coloquial sincrónico en los niveles subestándar
y estándar» (163). Pre-sentamos a continuación los ejemplos registrados entre los estudiantes de
primer año. Cabe aclarar que identificamos once casos de este fenómeno, ampliamente extendido
en la lengua oral, lo que representa el 7 % del total de la muestra de expresiones escritas. A su
vez, en el ejemplo (4), es llamativa la alternancia de formas impersonales con la personal.
(1) La diferencia que encuentra entre el instituto y la universidad es que allá no habían
autores latinos propiamente dicho.
(2) Se dijo que hubieron comentarios de que el autor escribía pocas obras latinas.
(3) Me dirijo a Ud. con el objeto de pedirle que gestione la posibilidad de que hayan cursos
de apoyo al ingresante y a los provenientes de otras localidades.
(4) La institución a la que asistimos es el jardín 58, en la que había dos salas de 4 y dos de
5, en la sala que estuve solo habían 8 libros de cuentos puesto en un estante en forma
de casa en la cual también había libros rotos y hojas sueltas.
(5) La censura se produjo sobre todo en época imperial por razones políticas aunque
habían diferencias entre un emperador y otro.
(6) Tal afirmación se comprueba con el hecho de que hubieron demasiados autores latinos
de los cuales hoy en día solo poseemos una pequeña parte de sus obras.
(7) Si bien su literatura fue tardía hubieron diferentes tratados que lo vinculaba al campo,
como el «De agricultura».
(8) La autora dice que no todos los autores que estudian dicha conformación aceptan esta
fecha como finalización del género literario sino que debe considerarse que hubieron
producciones literarias continuadoras de tal tradición.
(9) Hubieron partes en las que los diálogos no se en-tendían.
(10) La diferencia que encuentra es que no habían autores latinos propiamente dichos.
(11) Hubieron comentarios de que el autor escribía pocas obras latinas.
En perspectiva diacrónica, desde el siglo X la construcción pasiva cuasi refleja del español
presenta concordancia entre el sujeto y el verbo, con independencia de que el sujeto refiera a
persona o cosa. La necesidad de una división en dos estructuras sintácticas, como recurso para
evitar anfibologías, comienza a manifestarse en el español peninsular del siglo XVI en dos tipos
de oraciones: las impersonales cuasi reflejas con objeto directo de referencia +persona y las
pasivas cuasi reflejas de referencia –persona. Esta diferenciación «no pudo afianzarse en el
español de la región al punto de mantenerse las confusiones observadas desde el siglo XVI hasta
la fecha» (Abadía de Quant, 2000: 110).
Las variantes respecto de la postura académica normalizadora se reflejan en las siguientes
estructuras:
(12) Literatura latina o literatura romana. Estos dos conceptos se entrecruza, pero cabe
subrayar que la literatura romana es fundamentalmente latina, a pesar del uso del
lenguaje de los textos literarios y los límites geográficos.
(13) En la sociedad que estamos viviendo hoy en día se ha producido muchos cambios
tanto en hombres como en mujeres…
(14) En el presente informe elaborado se desarrollará distintos temas relacionados con la
literatura latina. Para esto se utilizará datos de autores en sus trabajos e
investigaciones.
(15) Algunos de los problemas que se ve en la literatura latina es la tendencia a la
sustantivación abstracta, la expresión reduplicada así como en algunos autores la
elegancia y finura.
(16) Y ante una respuesta se produce incidentes mu-chas veces violentos.
(17) Además, puede notarse las diferentes descripciones que va realizando Catulo.
(18) Teniendo en cuenta la lectura y el análisis de El militar fanfarrón de Plauto se puede
mencionar las características de la comedia palliata.
(19) La muerte, el más importante ritual de paso al igual que el nacimiento, el matrimonio,
etc. Todos ellos suponen un cambio social y de estado por cuyo bien se debe realizar
acciones o ritos.
(20) En Roma la sexualidad está relacionada con las acciones que condicionan lo
masculino y lo femenino y lo moralmente aceptado. De ello, se desprende los
siguientes temas por analizar.
(21) En algunos ejemplos se conjuga criterios gramaticales.
(22) Afirma Baños que en la antología latina actual más estricta-mente que conoce, se ve
donde sus autores señalan correctamente la selección de los fragmentos más
significativos, se ha tenido en cuenta no solo las cualidades estéticas sino además
su influencia posterior.
(23) Sin embargo se puede ver ya en los albores de la época clásica griega ciertos indicios
acerca del a-mor como enfermedad, aunque no se hayan trabajado conceptualmente
hasta bastante más avanzado el tiempo, así lo señala Manuel Cabello Pino.
(24) La violencia de género siguió atravesando nuestra vida y nos daba vergüenza solo
pensar que la habíamos provocado, pero al hablarlo entendimos recién de qué se
trataba. Programas que se consumen como Tinelli, donde se tocan a mujeres y se
cortan polleras.
(25) Frecuentemente se ven a personas extremada-mente ambiciosas.
(26) Se tendrá en cuenta primero, el contexto histórico de producción de las obras y
además se caracterizarán a todos los poetas.
(27) En el presente trabajo se analizaron a dos poetas sumamente importantes para
aquella época en la lírica romana.
El uso de la preposición a ante objeto directo de referencia –persona que no cabe en las
situaciones excepcionales previstas por la normativa es frecuente en el español de la región NEA,
sin que se pueda determinar con precisión su historicidad. Cabe aclarar que Abadía de Quant
(2004) registra la articulación de la función objeto directo de referencia +persona como una
variante extendida hasta finales del siglo XIX y considera que «amerita un profundo análisis ya
que podrían influir en la elección de sus variantes, matices semánticos y sintácticos de
consideración» (112). Esta reflexión es válida también para el fenómeno de la articulación de la
función objeto directo de referencia –persona, no abordado por Abadía de Quant, muy extendida
en las redacciones analizadas (dieciocho casos). Si bien comenzamos a analizar estos casos, nos
orientamos en principio hacia las explicaciones de Montes Giraldo (2006) y Di Tullio (2007) en lo
concerniente a la naturaleza semántica de los verbos implicados, por ejemplo discriminar, imitar,
besar, tranquilizar, entre otros.
(28) El título de dicho artículo «Una ley para que a sangre humana sea apenas humana»,
hace referencia a no discriminar a la sangre por el hecho de que la persona a donar
sea gay.
(29) La literatura toma una gran complejidad luego de la conquista de Grecia. Toma el
modelo de las epopeyas griegas de Homero. Imitan al teatro griego, siempre explicando
el origen de Roma.
(30) El hecho que en el siglo V favoreció a la futura formación de las lenguas romances fue
la caída del Imperio Romano.
(31) Osvaldo quería besar a los labios pequeños de Amanda.
(32) Para ello se utilizarán como bibliografías obligatorias a los textos propuestos por la
materia.
(33) En muchos de los casos intenta quitar el mérito artístico a los romanos por el simple
hecho de haber querido en su momento tomar a las creaciones griegas como ejemplos.
(34) Todos los autores coinciden en que se conocen a los textos de Livio Andrónico en el
año 240 a.C.
(35) La Ley Scantina castigaba con pena capital a la mala conducta con menores
protegidos de ambos sexos.
(36) Como primera premisa plantearé a la amistad como un tipo de amor en Catulo.
(37) Terencio en cambio trata a sus obras de una forma más seria, su fin es didáctico,
educar al pueblo.
(38) En el principio creó dios al cielo y a la tierra. El primer día hizo a la luz clara.
(Traducción de una oración en latín).
(39) La noche huía por la sombra de la montaña y contemplaba a las estrellas. (Traducción
de una oración en latín).
(40) La noche sombría aumentará a las estrellas en el cielo. (Traducción de una oración en
latín).
(41) Los vientos moverán a los árboles con grandes murmullos. (Traducción de una oración
en latín)
(42) Aquí parece ver a la muerte como algo inevitable, invaluable, la cual se debe estar
preparado.
(43) El dios Neptuno calmó a la superficie del mar, ahuyentó a las nubes e hizo volver al
sol al cielo. (Traducción de una oración en latín).
(44) El dios Neptuno ha apaciguado a la hinchada superficie líquida, ha ahuyentado a las
pequeñas nubes y ha hecho volver al sol al cielo. (Traducción de una oración en latín).
(45) El dios Neptuno tranquilizó a las irritadas nubes con justas prestaciones y escapó del
sol y regresó hacia el cielo. (Traducción de una oración en latín).
Tratamos en este apartado la retención de modalidades tradicionales que han sido desplazadas
en el litoral sur de la Argentina, como en otras áreas de habla hispana. Además de las
consideradas en este trabajo, uso de la conjunción causal por lo que y del adverbio anteriormente,
Abadía de Quant (2004) registra otras modalidades conservadoras que no hemos encontrado en
nuestro corpus: los más – las más + construcción sustantiva de articulación indirecta, adjetivo
demostrativo, indefinido + adjetivo posesivo + sustantivo, estar con valor impersonal equivalente de
haber, y proposición adjetiva articulada con el relacionante que seguido de forma verbal de ser con
o sin modificador circunstancial. Es importante aclarar que dichas modalidades lingüísticas
conservadoras fueron identificadas por Abadía de Quant (2000 y 2004) en muestras de habla
coloquial, pero merecen nuestra atención por su aparición en los trabajos escritos analizados.
La conjunción causal por lo que es un subordinante de proposición que tuvo vigencia plena en el
español clásico y en el tradicional correntino. Esta modalidad conservadora, muy vigente en la
oralidad, de acuerdo con nuestros registros, se extiende a la escritura. Los casos registrados en
nuestro corpus confirman la presencia de esta variante en el español de la región NEA, siempre
en coexistencia con el uso mucho más frecuente de la conjunción porque, con el mismo valor
causal.
Adverbio anteriormente
El uso del adverbio anteriormente por antes, cuya historicidad se remonta al siglo XVI, según
Abadía de Quant (2004) es «de extensión amplia entre hablantes de los niveles subestándar y
estándar al punto de ser antes de uso absolutamente ocasional» (208).
Los casos registrados entre los estudiantes confirman la amplia extensión de esta variante en el
español de la región NEA, dieciséis frente al registro de cinco casos de antes. Notamos que la
mayor parte de los ejemplos acompaña a verbos de opinión, como decir o anunciar.
(50) A los varones que quieren donar sangre le preguntan en un cuestionario si tuvieron
relaciones sexuales con otros hombres en los últimos 12 meses. Y a las mujeres le
poner y sacar empleados como no reflejos), proposiciones objetivas encabezadas por los
subordinantes para y para que.
Leísmo
Consideramos el fenómeno del leísmo en este apartado porque el sistema guaraní, que no
distingue género ni caso en los pronombres de tercera persona para las funciones de objeto
directo y objeto indirecto,
habría reforzado desde el siglo XVI, con los primeros encuentros entre la lengua nativa —de
uso mayoritario hasta mediados del siglo XIX— y el español, el leísmo peninsular, sin llegar a
desplazar absolutamente el uso etimológico de los pronombres (Abadía de Quant, 2004: 227).
Este fenómeno, que desde la perspectiva sincrónica es de uso muy extendido en el español
coloquial correntino «para referente +/-persona masculino y femenino, singular y plural, en todos
los isolectos» (Abadía de Quant, 2000: 139), no aparece con tanta frecuencia en nuestras
expresiones escritas.
(66) Esta frase nos quiere decir que hoy en día a una escuela pública ya le dejan afuera, es
decir, no le dan tanta importancia, y este periodista está orgulloso de haber asistido a
una escuela pública; ya que para él la institución pública es la mejor.
(67) Entonces escribe una contestación de una mala manera que no la quiere que le hable
más y para terminar le bloquea.
(68) Le acusa de ser culpable que el joven se eche a perder.
(69) Se perdió el respeto por los maestros, antes los maestros eran visto como personas
superiores, se les admiraba y los padres enseñaban a sus hijos a el respeto que se les
debían y la palabra de ellos era como una orden; y hoy en día está todo tan decadente,
se los desautoriza; y si se descuidan según la nota que ponga al alumno, lleva el riesgo
que se le pegue a la salida de la escuela como si fuera un alumno más del colegio.
(70) Históricamente la literatura latina surge de la gran literatura que le precedió: el género
griego. Su madre le incita a que no se encuentre envuelto en la batalla hasta que ella
esté de vuelta.
(71) Aquiles deja en el pasado la cólera gracias al sabio consejo de su madre, que le había
mantenido fuera de combate.
(72) Amanda recurre a Osvaldo de quien no estaba enamorado pero Osvaldo sí, pero él no
le presta tampoco porque sabía que estaba enamorado de Segismundo, y no le presta,
entonces ella recurre al cura pero tampoco no le presta, y por última opción le pide al
barquero que lo ayude a pasar pero él también le dice que no
(73) El padre nunca no le mostró que le apreciaba a su hijo.
Conclusión
Referencias bibliográficas
Resumen
En esta propuesta llevamos a cabo el análisis de un corpus de expresiones escritas elaborado
con una muestra de cien alumnos ingresantes en la Cátedra «Taller de Comprensión y
Producción de Textos», de la Facultad de Humanidades de la Universidad Nacional del Nordeste
(UNNE) en los años 2015 y 2016. Por un lado, con el propósito de caracterizar su expresión
escrita y acorde con el método socio-comunicativo que se aplica actualmente en esa materia, se
toman los siguientes parámetros: coherencia, cohesión, corrección gramatical y registro (formal e
informal). En este trabajo, prestamos atención a determinados aspectos de los mecanismos de
cohesión, en particular el uso de conectores, que, en general, cumplen con la misión de enlazar
un enunciado con el anterior y, más precisamente, hacen explícitas las relaciones lógicas que se
establecen entre las distintas partes del discurso y ayudan al lector a interpretar la información
en el sentido previsto por el que escribe. Identificamos marcadores discursivos argumentativos:
aditivos, consecutivos y contra-argumentativos, de uso frecuente en los textos analizados.
Observamos que los primeros, los marcadores aditivos y consecutivos, señalan relaciones de
orientación, y los últimos, los marcadores contraargumentativos, relaciones de antiorientación.
Por otro lado, atendiendo a la diversidad de un grupo numeroso y heterogéneo, se incorporan en
nuestro análisis las siguientes variables sociolingüísticas: edad y trayecto educativo de nuestros
informantes, más concreta-mente, tipo de escuela secundaria de donde provienen: pública o
privada, del centro o de la periferia. Consideramos que la variable «tipo de escuela» está estrecha-
mente vinculada con el nivel socioeconómico. Final-mente, como un modo de avanzar hacia otras
propuestas que consideren la relación entre lenguaje y dinámica cultural, se toman los aportes
de la Alfabetización semiótica en las fronteras, que considera que la variación de los rasgos
lingüísticos atiende a factores socioculturales.
Introducción
En este trabajo analizamos un corpus de cien textos escritos de alumnos ingresantes de las
distintas carreras que se cursan en la Facultad de Humanidades de la UNNE, en los años 2015 y
2016. Nos proponemos identificar problemas frecuentes en los mecanismos de cohesión, más
precisamente, en el uso de conectores argumentativos.
Para el análisis del corpus, sobre la base de nuestras primeras observaciones, partimos de lo
trabajado por García Negroni y Hall (2010) sobre la fragmentariedad y las distorsiones
enunciativas en escritos de estudiantes universitarios, enmarcados en la polifonía argumentativa
y el análisis del discurso. Luego, analizamos el corpus, sobre la base de la sistematización
aportada por Cassany (1995, 2005) en su caracterización del discurso escrito, desde el punto de
vista del enfoque comunicativo. Por último, tomamos en consideración las contribuciones de
Montolío (2014) y Portolés (1998) respecto de la clasificación y el uso de conectores.
Por otra parte, atendiendo a la diversidad de un grupo numeroso y heterogéneo, se incorporan
las siguientes variables sociolingüísticas: edad y trayecto educativo de los estudiantes
informantes, más concretamente, tipo de escuela secundaria de donde provienen: pública o
privada, del centro o de la periferia. Finalmente, como un modo de avanzar hacia otras
propuestas que tengan en cuenta la relación entre lenguaje y dinámica cultural, se toman los
aportes de Camblong y Fernández (2012), quienes consideran que la variación de los rasgos
lingüísticos atiende a factores socio-culturales. Asimismo, en su propuesta de alfabetización
semiótica, se orientan hacia la reflexión en torno de los problemas de la formación durante la
fase escolar y los efectos causados en el aprendizaje. Si luego de haber atravesado el período
escolar los alumnos presentan aún dificultades considerables en la producción de textos, se hace
ineludible preguntarse hasta qué punto es posible cambiar la situación en un cuatrimestre en la
universidad.
Marco teórico
En primer término, con el propósito de caracterizar la expresión escrita y acorde con el método
socio-comunicativo que se aplica actualmente en esa materia común a todas las carreras de
primer año, dictada desde el Departamento de Letras de la Facultad de Humanidades, en la que
hemos recogido las producciones con las que hemos elaborado el corpus, tomamos los siguientes
parámetros: coherencia, cohesión, corrección gramatical y registro (formal e informal). En este
capítulo prestamos atención a determinados aspectos de los mecanismos de cohesión. Nos
centramos en el uso de conectores, que, en general, cumplen tanto con la misión de enlazar un
enunciado con el anterior, como con la de guía para entender lo que se está escribiendo; más
precisamente, hacen explícitas las relaciones lógicas que se establecen entre las distintas partes
del discurso y ayudan al lector a interpretar la información en el sentido previsto por el que
escribe (Montolío, 2014).
García Negroni y Hall (2010), mucho menos interesadas en señalar errores por
desconocimientos del uso de la lengua que en observar dificultades para poder convertirse en
sujetos del discurso, hacen referencia a una característica que se observa en las producciones
escritas de 48 estudiantes de una universidad pública del Gran Buenos Aires: la
fragmentariedad y las distorsiones enunciativas. Su marco teórico es el de la polifonía
argumentativa y de los estudios discursivos en los que «la lengua no es concebida como un
instrumento de comunicación que transmitiría sin más un contenido preexistente, ni los sujetos
son considerados omnipotentes para realizar usa supuesta comunicación» (2010: 43). Con el
término fragmentariedad se alude a un conjunto de rasgos que dificultan considerablemente la
comprensión de los textos, a menos que se tenga conocimiento del tema sobre el cual se escribe y
se emprenda la tarea de reponer informaciones no explicitadas. El propósito de las autoras
consiste en «mostrar las relaciones que los estudiantes universitarios establecen con la lengua y,
en particular, con el discurso académico» (2010: 44). Las puntuaciones arbitrarias, las
mayúsculas inesperadas, las abreviaturas personales, los blancos en el texto, los nexos que
llevan a la ambigüedad y las relaciones anafóricas imprecisas son algunas de las marcas que
conducen a la fragmentariedad. Estas dificultades en la producción escrita obligan al
lector/profesor a reponer esa cadena faltante para poder construir sentido. En la misma línea de
razonamiento, Sánchez Avendaño (2005), quien lleva adelante un análisis del uso de conectores
en redacciones de estudiantes costarricenses, explica que «todo escritor debe hacer evidentes en
su texto las relaciones que desea dar a entender entre las porciones de información, en lugar de
dejar que sea el lector quien deba reconstruir y suponer cuáles son esos lazos» (174). En cuanto
a las distorsiones enunciativas, se refiere a las dificultades en la manifestación de determinados
procedimientos discursivos en la redacción, en el nivel dialógico-polifónico. Nos referimos a los
límites imprecisos entre el discurso propio y el ajeno, a las distorsiones deícticas que desdibujan
el anclaje temporal y a las distorsiones en las relaciones argumentativas, que son las que más se
relacionan con nuestro tema de estudio en este trabajo.
Veamos ahora, antes de presentar los ejemplos en los que focalizamos la atención en el uso de
conectores discursivos, dos ejemplos tomados de nuestro corpus en los que los fenómenos de
fragmentariedad se llevan a un punto extremo, tanto que resulta muy difícil construir sentido.
En el primer caso, se trata de un ejercicio de escritura en el que, luego de una comprensión
lectora sobre la costumbre relativamente reciente de los jóvenes de quedarse a dormir en la casa
de sus parejas —cuestión que implica la aceptación, explícita o implícita, de las relaciones
sexuales previas al matrimonio—, los estudiantes tenían que opinar libremente sobre el tema. En
el segundo, después de la lectura de dos textos, uno a favor y otro en contra de dar propina, se
les solicitó una opinión personal sobre este tema, fundamentada en la argumentación leída.
Amén de los fenómenos de fragmentación observados en los dos casos, en estrecha relación con
nuestro tema, nuestros estudiantes manifestaron inconsistencias y contradicciones en sus
argumentaciones. Quizá por no comprender las indicaciones dadas, para-frasearon los
argumentos de los textos de la comprensión lectora, lo que les impidió, en términos de García
Negroni y Hall, comportarse como «sujetos del discurso académico» (2010: 59).
(1) La gente grande opina al respecto al tema es que actualmente hay más libertad ya que
antes los padres tenían la decisión, intervenía en la decisión de sus hijos, tenía límites.
Pero ahora se brinda con más facilidad sobre el tema y que se habla más abiertamente y
que aceptan pero siempre dando consejos, su opinión y cuidando a su hijo como
pueden.
(2) Mi ejemplo a favor de la propina es que actualmente no se nota mucho la solidaridad de
la gente. Yendo al caso, dar propina a un mozo, en modo de agradecimiento, Por la
buena atención al cliente. también dar propina al niño que ayude con el carrito del
super, hasta el auto, aparte de eso, quizá el niño Viva de esa pequeña colaboración que
cada ciudadano. Lo que pienso en contra de la propina. Es que a un trabajador NO le
dan propina.
Como sostienen García Negroni y Hall (2010: 48), «es probable que estas ocurrencias aleatorias
obedezcan a la falta de relectura de sus textos por parte de los estudiantes». Las autoras
consideran que los inconvenientes que presentan los alumnos se deben, en gran medida, a la
ausencia de prácticas de lectura y escritura tanto en las instancias educativas previas como
durante el recorrido universitario. Con frecuencia, a la hora de corregir trabajos, los profesores
reparan únicamente en el nivel de los contenidos de los textos, relegando a segundo plano lo que
García Negroni y Hall denominan modos de decir. También Camblong y Fernández (2012)
postulan que los inconvenientes que presentan los alumnos ingresantes para la producción de
textos escritos podrían dar cuenta de su inadecuado tratamiento en el espacio escolar. En la
institución escolar se asiste, con frecuencia, a la configuración de fronteras. Es importante
observar en este punto que, si bien en su alfabetización académica se opta por la semiótica, lo
que implica ubicar la propuesta en un paradigma que presenta diferencias con otros enfoques,
«no supone desconocerlos, ni dejar de tenerlos en cuenta» (Camblong y Fernández, 2012: 9). De
todos modos, critican la definición de lengua en el enfoque comunicativo como un instrumento
de comunicación. Los autores (2012: 59-60) hacen referencia a
Como partimos del enfoque comunicativo, es necesario tomar en consideración en este punto
que lo que se busca en nuestros estudiantes universitarios es el desarrollo de la competencia
comunicativa, que integra diferentes subcompetencias: gramatical, sociolingüística, discursiva y
estratégica. A su vez, la competencia comunicativa, tanto en la lengua oral como en lengua
escrita, se adquiere a través de actividades que comprenden destrezas de compresión —
compresión lectora y compresión auditiva— y destrezas de expresión —expresión oral y expresión
escrita—.
Uno de los autores consultados, Cassany, sostiene que la producción de discursos escritos
constituye una práctica compleja «que porcentualmente aprenden menos personas en el mundo»,
puesto que «aprender a escribir requiere una instrucción formal que dura muchos años, que
quizás no termina nunca» (2005: 7), a diferencia de la adquisición oral de una lengua, que se
lleva a cabo de manera natural y espontánea. El proceso de escritura comprende un empleo
distinto del lenguaje en relación con las experiencias previas de oralidad. Reyes (2009) explica
que «aprender a escribir es, sobre todo, aprender a reflexionar sobre el lenguaje», en cuanto
implica «examinar la realidad y examinar, simultáneamente, cómo la simbolizamos con palabras
y cómo transmitimos sus contenidos» (11). En efecto, la adquisición del código escrito involucra
más que el aprendizaje de la correspondencia entre sonidos y grafías; por el contrario, consiste
en «aprender un código nuevo, sustancialmente distinto del oral» (Cassany 1995: 27). Los
discursos escritos utilizan, pues, los recursos lingüísticos de modo diferente. Al respecto,
Cassany (2005: 13) señala que
De acuerdo con los propósitos del trabajo, resulta funda-mental tener en cuenta que, cuando
se trata de discursos escritos, los contextos de producción y recepción son distintos. Es de suma
importancia que los textos presenten la información necesaria para que el lector pueda llevar
adelante el proceso de decodificación. Esto se debe a que aquel no tiene la posibilidad de recurrir
al contexto de producción para la correcta comprensión de los enunciados, a diferencia de lo que
ocurre en la oralidad.
Volvemos ahora sobre los mecanismos de cohesión, sobre los conectores, usados tanto para
enlazar enunciados como para explicitar las relaciones entre las partes del discurso.
Recurrimos otra vez a Cassany (1995, 2005), quien agrupa los distintos aspectos del discurso
escrito bajo los conceptos de adecuación, coherencia, cohesión, corrección gramatical y
variación. En el trabajo, como ya hemos dicho, nos detendremos en los mecanismos de cohesión,
más puntualmente, en el empleo de conectores de tipo argumentativo. Cassany (2005: 23) define
la cohesión como «la interrelación semántica y gramatical entre las oraciones y las secuencias
que componen el texto». Según Portolés (1998: 31), «consiste en el conjunto de todas aquellas
funciones lingüísticas que indican relaciones entre los elementos de un texto». Siguiendo la
misma línea, Reyes (2009:136) llama cohesión textual a la unión entre las partes del texto
realizada por medio de mecanismos lingüísticos, y explica que se verifica en la superficie
lingüística y constituye un modo de asegurar la coherencia. Sánchez Avendaño (2005: 174) alega
que la cohesión es un «conjunto de mecanismos que facilita la labor de decodificación de los
textos y su interpretación según las marcas que el autor pone en ellos para guiar diversos
procesos de inferencia». Los mecanismos a los que hace referencia son denominados «formas de
expresión» por Cassany (1998: 30) y comprenden el uso de variados procedimientos gramaticales
para enlazar oraciones, incluyendo los conectores.
De acuerdo con Montolío (2014: 11), a la hora de diagnosticar si un texto académico ha sido
configurado por un escritor experto, el análisis del uso de conectores discursivos constituye un
aspecto primordial. Dichos marcadores explicitan las relaciones lógicas entre las distintas partes
del discurso, de modo que «funcionan como guías que ayudan al lector a interpretar la
información en el sentido previsto por el escritor» (ibíd.). Como sostiene Sánchez Avendaño (2005:
170), «los conectores discursivos se proponen en los manuales de análisis del discurso y
lingüística del texto como uno de los temas más relevantes para la cohesión discursiva».
Siguiendo a Portolés (1998: 139),
Dos de los autores consultados proponen una clasificación de los conectores de tipo
argumentativo. Portolés (1998) distingue tres grupos, de acuerdo con su significado: los aditivos,
los consecutivos y los contraargumentativos. Los primeros cumplen la función de unir un
miembro anterior a otro con la misma orientación argumentativa. Los segundos, por su parte,
presentan el miembro del discurso en el que se encuentran como una consecuencia del miembro
anterior. En cuanto a los contra-argumentativos, vinculan dos miembros del discurso, de
manera que el segundo se presenta como supresor o atenuador de alguna conclusión que se
pudiera obtener del primero. Montolío (2014) también clasifica los conectores argumentativos en
tres grupos: los que señalan la adición en el discurso, las expresiones conectivas de carácter
consecutivo y los contraargumentativos. Considera que las relaciones entre informaciones
pueden ser de dos tipos, a saber, co-orientadas o antiorientadas. En el primer caso, «los
miembros del discurso conectados se orientan hacia la misma conclusión» (45). Aquí se incluyen
los conectores aditivos y los consecutivos. Los contraargumentativos se circunscriben en el
segundo grupo, dado que «las informaciones conectadas se orientan en direcciones opuestas»
(ibíd.).
Los conectores aditivos introducen información que mantiene la misma línea argumentativa
iniciada por los miembros del discurso previo. Este tipo de conectores puede servir asimismo
para señalar la organización del discurso. Hay que diferenciar, pues, entre aditivos
argumentativos y no argumentativos. Respecto de los consecutivos, Montolío (2014: 58) señala
que «la relación de causa-consecuencia está en la base de un importante número de estructuras
que desempeñan un papel fundamental en las estrategias argumentativas». De acuerdo con la
estructura gramatical, distingue entre consecutivos integrados en la oración o parentéticos,
caracterizados estos últimos por la autonomía sintáctica. Los contraargumentativos, por su
parte, indican que existe un impedimento que dificulta llegar a la conclusión.
Por último, tanto Montolío (2014) como Portolés (1998) reconocen la existencia de marcadores
(3) En el curso de ambientación, me sentí muy comoda, resulta muy útil para aquellas
personas que han dejado de estudiar por un tiempo como me paso a mi, la verdad me
parece muy apropiado que lo realizen es de mucha ayuda.
(4) Según mi apreciación el curso de ambientación fue integrador, porque pudimos conocer
nuevas personas y útil para adquirir nuevos conocimientos para ver como enfrentar
esta nueva meta de hacer una carrera universitaria.
En el fragmento (5) se percibe la reiteración del nexo y, que incluso podría ser sustituido por
otros marcadores discursivos que precisen la relación que se establece entre las distintas partes
del texto. En definitiva, la omisión de otros elementos de cohesión, más adecuados a la
«naturaleza» de los textos académicos, muestra el escaso grado de planificación de la escritura.
1 Se toman los términos subutilización y sobreutilización que emplea Sánchez Avendaño (2005) para
Por ejemplo, la primera presencia de y parece corresponder a una conexión meramente aditiva, y
la última, a una relación consecutiva.
(5) Yo entiendo por leer y escribir que es útil para nuestras vidas. Nos sirve muchísimo leer
porque siempre aprendemos algo nuevo. Y estaría bueno que sepamos como
expresarnos, explicarnos bien y que se logre entender cada vocabulario de nosotros y
que se pueda entender todo lo que querramos transmitir.
Como en el caso anterior, en los ejemplos (6) y (7) es notable la sobreutilización del mismo
nexo, lo que obstruye que el lector logre determinar con claridad las interpretaciones adecuadas.
Este uso reiterado del conector y da cuenta, asimismo, de la interferencia de patrones de la
oralidad y de la exigua práctica de la escritura en los niveles educativos previos.
(6) Leer nos ayuda muchísimo, no solo a comportarnos como mejor persona y a hacer
civilizada en la sociedad, y leer nos ayuda a que seamos alguien y no ignorantes, que no
se burlen de nosotros.
(7) Y me resultó muy útil, porque me sentía perdida y con miedo y el cursillo aclaró mis
dudas.
(8) […] el curso de ambientación me resultó fácil ya que hace tiempo había terminado la
secundaria y no lo recordaba.
(9) Lo que aprecié del curso de ambientación fue conocer nuevas personas y aprender a
trabajar en conjunto, conociendo cada una de nuestras capacidades y personalidades. Y
el curso fue interesante y fue como una muestra de lo que seria el día a día asistir a la
Universidad.
Dentro de esa diversidad de valores asociados en los escritos analizados al conector y, debe
señalarse su empleo para equiparar argumentos positivos y negativos aunque pertenezcan a
categorías semánticas distintas, como se lo registra en el ejemplo (10). Hubiera sido más preciso
emplear algún conector contraargumentativo como pero, no obstante o sin embargo para marcar
de manera más explícita la diferencia entre los argumentos positivos y negativos, aportados por
el alumno en la caracterización del curso.
(10) sí me resulto útil hasta el apunte que incluía teorías y maneras gráficas de como se
desarrolla un tema tanto en su significado como para materias de examenes parciales
y se podría mejorar en exactitud con cartulina del tema o un esquema de todo lo dado.
En el ejemplo (11), en lo que respecta al empleo del marcador pero cabe destacar que, como en
muchos de los escritos analizados del nuestro corpus, aparece como enlace de diferentes partes
textuales y no solo de oraciones, es decir, tras punto. Se trata de un uso cada vez más extendido,
aunque pero es un conector oracional y por ello hubiera sido preferible emplear algún otro de
tipo contraargumentativo que posea un valor similar pero que esté especializado en unir
segmentos discursivos constituidos por más de una oración —como sucede con sin embargo o no
obstante—. Por otro lado, Sánchez Avendaño (2005), al referirse a algunos casos de transferencia
de patrones de la oralidad a la escritura, reconoce también el empleo del conector pero con valor
enfático, en vez de adversativo.
(11) El curso de ambientación fue bastante útil en cuanto al contenido que brinda. Pero
creo que se podría mejorar un poco dando más una mirada a la carrera porque en ese
sentido estuvo flojo.
En el ejemplo (12), por otra parte, puede percibirse la sobreutilización del conector porque y,
paralelamente, la falta de empleo de otros marcadores discursivos con valor argumentativo.
(12) Mi opinión es muy buena porque fue muy útil aprender durante esas semanas sobre
las materias y la carrera que elegimos, poder conocer y hacer amistades, entablar
relaciones con los tutores me resultó útil porque ellos tienen conocimientos y
experiencias de los cuales aprender.
Se lo utiliza en el breve texto citado dos veces con el propósito de fundamentar una apreciación
positiva del cursillo. Observamos que no se trata de un uso incorrecto del conector, sino de una
falta de variación en el empleo de marcadores.
En el registro oral, los hablantes recurren principalmente a la utilización de y, pero y porque
para señalar las relaciones que se establecen entre los distintos elementos del discurso. Sánchez
Avendaño (2005: 188) considera que «existe una especie de conciencia de que ‘porque’ es un
elemento altamente frecuente en la oralidad, por lo cual se recurre, al escribir, a otro elemento
afín en cuanto a su función y significado». Se trata del conector ya que, altamente frecuente en
las redacciones de sus alumnos, así como en las de los nuestros. El fenómeno al que hace
referencia consiste en la sobreutilización, en los escritos, de un recurso escasamente empleado
en el habla.
En un número considerable de las producciones escritas analizadas, se percibe el empleo de
ese único conector para expresar el vínculo causal-explicativo, sin la esperable puntuación
demarcativa que manifiesta el valor de justificación de la aserción (no de un vínculo causal
directo entre los contenidos enunciados), como en los tres fragmentos citados en (13), (14) y (15),
que corresponden a redacciones de distintos estudiantes. Puede apreciarse una llamativa
regularidad en el uso del conector ya que, y la paralela subutilización de otros nexos que
permitan dar cuenta de las diferentes relaciones argumentativas.
(13) En cuanto al curso de ambientación fue útil ya que pude conocer a los profesores y
adaptarme a la institución.
(14) Mi apreciación sobre el curso es que si me resulto muy útil ya que hace bastante años
terminé la secundaria y me ayudó a recordar temas de interés para mi’,
(15) El curso de ambientación nos sirvió de mucha ayuda, ya que nos dió la posibilidad de
orientarnos y guiarnos en esta nueva etapa.
Por otro lado, hemos podido detectar en redacciones de nuestro corpus la ausencia de nexos de
tipo causal para enlazar los enunciados y reforzar así la fuerza de los argumentos aportados,
como los ya mencionados ya que (con las salvedades ya formuladas), puesto que, porque, etc.,
como en el ejemplo (16).
(16) Hasta ahora no hay nada para mejorar. Al menos para mí. Dentro de todo está muy
bueno el aprendizaje.
Por último, se observa en los textos una marcada ausencia de conectores de tipo consecutivo,
ya sea de aquellos que introducen la conclusión señalando anafóricamente la causa
desencadenante, de tipo parentético (por ello, por eso) o integrados en la oración (por lo que, de
ahí que), o bien de aquellos que señalan únicamente la conclusión pero sin apuntar a la causa,
pudiendo ser de nuevo de tipo parentético (por lo tanto, en consecuencia) o integrados en la
oración (de manera que, así que). En este sentido, observamos en el ejemplo (17) que, después de
haber aportado las causas que configuran una visión positiva del curso, el alumno introduce la
conclusión final a través de la marca subjetiva «para mi opinión», pero prescindiendo del conector
consecutivo correspondiente.
(17) Mi apreciación sobre el curso de ambientación fue muy buena y útil ya que tuvimos
conocimientos muy importantes. Para mi opinión no es necesario mejorar.
En los textos de los alumnos, además del ya mencionado empleo de la conjunción y con ese
valor consecutivo, el conector más empleado es así que integrado en la oración, como se refleja
en el siguiente ejemplo:
(18) solo pude venir un día al curso así que no puedo opinar mucho sobre el tema ya que
no pude venir por la distancia.
Conclusión
En general, en las redacciones de nuestros estudiantes es probable que haya tanto falta de
planificación, instancia previa esencial en el proceso de producción escrita, como ausencia de
revisión posterior, que comprende la reformulación de determinados fragmentos del texto.
En lo que respecta a los mecanismos de cohesión, se percibe la falta de variación estilística en
el uso de conectores. A través del análisis, se observa la subutilización de los recursos que ofrece
el repertorio, y la sobreutilización de unos pocos marcadores discursivos para expresar las
funciones argumentativas. Los alumnos recurren prácticamente a un solo conector para
expresar la mayoría de las relaciones discursivas del mismo tipo, lo que transmite una idea de
escasa competencia léxica en los textos académicos. Esto puede obedecer a la influencia de la
oralidad y a la falta de planificación por parte de los estudiantes. Se trataría de una
indiferenciación de patrones propios de la oralidad no-planificada y de la escritura planificada.
En las producciones escritas no se encuentran diferencias en lo concerniente al nivel de
estudios de los alumnos. En la mayoría de ellas se evidencian problemas en el dominio del
género académico, lo cual pone de manifiesto su inadecuado tratamiento en el espacio escolar,
así como la necesidad de buscar modos aptos para trabajar sobre estos problemas. Conviene
tener en cuenta aquí las conclusiones de la pro-puesta de análisis de García Negroni y Hall
(2010: 66), quienes recomiendan prácticas de lectura y escritura que favorezcan «que el sujeto de
lengua se constituya en sujeto del discurso».
En general, en mayor o menor medida, en términos de la alfabetización semiótica de Camblong
y Fernández (2012), podemos afirmar que los hábitos de nuestro ingresante universitario,
expuesto a la variedad estándar en los trayectos educativos previos, «no responden a los
prototipos urbanos de clase media y a la lengua estandarizada del español-argentino
escolarizado» (94). Teniendo en cuenta que estos hábitos fronterizos pueden volverse muros para
algunos alumnos, se hace necesaria una aproximación a los desafíos de la inclusión educativa
desde una perspectiva más integral, que admita la diversidad de un grupo numeroso y
heterogéneo de jóvenes, con diferencias significativas en cuanto a bagaje académico, experiencia
laboral y situación socio-económica, tal como puede esperarse en un primer nivel de estudios de
cualquier carrera de grado de una universidad pública y estatal.
Referencias bibliográficas
Resumen
Este trabajo reúne información sobre los sistemas numerales cardinales en las lenguas de la
familia lingüística alacalufe, partiendo de fuentes secundarias, y analiza de manera comparativa
los datos que han sido descriptos como expresiones numerales en las lenguas de esta familia. La
familia lingüística alacalufe está compuesta por tres lenguas, a saber: alacalufe del sur, alacalufe
central y alacalufe del norte (que incluye dos dialectos, tawókser y kawésqar), con un grado de
parentesco relativamente cercano, que se hablaron en la costa occidental de la Patagonia, desde
el golfo de Penas hasta la península Brecknock en el extremo sudoeste de la Isla Grande de
Tierra del Fuego. Los kawésqar, residentes en Puerto Edén (Isla Wellington, Chile), son el último
grupo alacalufe que al día de hoy conserva su lengua, que es el idioma alacalufe más
documentado.
Los numerales constituyen de por sí un objeto de estudio altamente interesante: son
tipológicamente muy variables (hay lenguas sin ningún numeral preciso y otras con sistemas que
virtualmente no tienen límites), presentan características tanto léxicas como gramaticales (ya que
pueden involucrar sistemas generativos de valores más altos) e interactúan con mecanismos
gramaticales de cuantifi-cación. Los sistemas numerales de las lenguas alacalufes implican muy
pocas unidades, y se encuentran entre los menos complejos del mundo, hoy en día limitados a
unas pocas regiones y a lenguas de pueblos cazadores-recolectores (Epps et al., 2012). El
principal objetivo del presente trabajo es contribuir al conocimiento y al debate sobre los
sistemas numerales restringidos en las lenguas del mundo.
Introducción
Las tres lenguas son: alacalufe del Sur (en la margen Sur de la península Brecknock), alacalufe
central (en ambas márgenes del Estrecho de Magallanes) y alacalufe del Norte (en el resto del
territorio). El alacalufe del Norte comprendía al menos dos dialectos, el tawókser (que parece
haber poseído rasgos léxicos y fonológicos del kawésqar y del alacalufe central mezclados) en la
zona de península Muñoz Gamero, mar de Skyring y seno Última Esperanza, y kawésqar en la
parte más septentrional. Esta última es la única habla alacalufe todavía mantenida por unos
pocos hablantes, residentes en su mayoría en Puerto Edén, Isla Wellington.
La clasificación interna que propongo para esta fami-lia lingüística es la siguiente 1:
Es muy diferente el grado de conocimiento que se posee de las distintas hablas alacalufes. El K
es la única habla alacalufe descripta de manera rigurosa por lingüistas profesionales 3. Le sigue
en cantidad y calidad de conocimiento disponible el AC, del que existen vocabularios que
contienen en total algo menos de 1000 ítems léxicos distintos (unas 800 raíces diferentes) 4,
además de un breve intento de descripción gramatical realizado por un misionero salesiano
(Borgatello 1928). Del AS están testimoniados unos 250 términos distintos, en tres vocabularios
del siglo XIX 5. Finalmente, del T están publicados unos pocos materiales que reúnen en total
unos 180 términos distintos 6.
Culturalmente, al momento del contacto con el mundo occidental los alacalufes eran
cazadores-recolectores puros, desconocedores de cualquier tipo de agricultura, pertenecientes
K m : AC p : AS m < PA *m
K n : AC l : AS n < PA *n
K s : AC ł : AS ł < PA *ł
K j : AC l : AS l < PA *lj
No hay un correlato exacto con la clasificación étnica proporcionada por los kawésqar actuales, según
la cual los alacalufes que vivían en la zona del Estrecho de Magallanes pertenecían al mismo grupo que
los tawókser (Aguilera y Tonko, 2009: 5, 9). Por los datos que se poseen de la variedad hablada por los
tawókser, la misma parece haber tenido más semejanzas con el kawésqar que con el alacalufe central, y
esta es la razón por la que aquí se la clasifica como dialecto del alacalufe del Norte y no del alacalufe
central. Esto puede ser llamativo, pero de ninguna manera resulta extraño: es bien sabido que las
clasificaciones establecidas por los lingüistas y las clasificaciones étnicas efectuadas por los grupos
aborígenes no siempre coinciden en sus detalles.
2 A partir de ahora, se utilizarán las siguientes abreviaturas para lenguas y proto-lenguas: AC alacalufe
central, AN alacalufe del Norte, AS alacalufe del Sur, K kawésqar, PA proto-alacalufe, PAN proto-
alacalufe nuclear, T tawókser.
3 Esta variedad alacalufe ha sido investigada por los lingüistas Óscar Aguilera y Christos Clairis; véanse
las obras de estos autores en las referencias bibliográficas. Fuentes adicionales —de mucha menor
importancia— son, entre otras: Emperaire (1963: passim), Hammerly-Dupuy (1952: 165-166), Vega
Delgado (1995: passim).
4 Las principales fuentes son: La Guilbaudière (Marcel,1892: 642-6), Skottsberg (1913), Borgatello (1928)
y Gusinde (1991: passim [dialecto «meridional»]).
5 Fitz-Roy (1839: 135-41), Hyades (Hyades y Deniker, 1891: 272-7) y Spegazzini («vocabulario nº 1»,
Lehmann-Nitsche, 1919: 59-62).
6 Las fuentes para el conocimiento de esta variedad incluyen unos pocos datos de Aguilera y de Clairis, y
algunas fuentes más antiguas, como Mogg (Tavener, 1955: 61), vocabularios de Ibar Sierra (1879),
Simpson y Chaigneau (1880), Gusinde (1991: passim [dialecto central]), Bird (s.d., dialecto southerner),
entre otras más pequeñas.
(junto con sus vecinos meridionales y septentrionales, los yaganes y los chonos respectivamente)
al complejo étnico-cultural de los llamados «Canoeros Australes» 7.
A continuación, el presente trabajo se estructura de la siguiente manera. En primer lugar, se
hace un breve repaso de las características morfosintácticas más importantes de los numerales
en la única lengua alacalufe bien conocida, el K. Después se analizan los numerales
documentados en AN, AC y AS, sucesivamente, y se discuten algunos supuestos numerales
problemáticos atribuidos por algunas fuentes a alguna variedad alacalufe. Se comparan luego las
formas de las lenguas históricamente conocidas, discutiendo las etimologías propuestas y/o
planteando nuevas, se ofrecen reconstrucciones de los sistemas de numerales en dos niveles:
PAN y PA, y se evalúan las propuestas comparativas de numerales alacalufes con los de otras
lenguas o grupos de lenguas. Finalmente, se presentan las conclusiones.
De entre las lenguas alacalufes, únicamente del K se poseen datos morfosintácticos suficientes
respecto a los numerales 8. Cuando funcionan como atributos nominales (adjetivos), el orden
puede ser N 9 + Num o bien Num + N 10:
Los numerales K no solo pueden funcionar como atributos, sino también pronominalmente:
El numeral ‘uno’ puede admitir sufijos típicamente nominales como -jeké ‘diminutivo’ (ejemplo
(5)), -s ‘genitivo’ (ejemplo (6)), -k ‘locativo estático’ (ejemplo (7)) y -p ‘locativo dinámico’ (ejemplo
(8)):
COMPL completivo, D deíctico, DIM diminutivo, DIR direccional, DUR aspecto durativo, G genitivo, HAB
habitual, LD locativo dinámico, LE locativo estático, LG locativo general, N nombre, NC nexo
coordinante, Num Numeral, PART participio, PDO tiempo pasado, PL plural, POT potencial, REC
reciente, REM remoto, TL traslativo, 1 primera persona, 3 tercera persona, ? función desconocida.
10 En un único caso registrado en AC, el orden es Num + N:
<wokli péllerí>
dos hombre
‘dos hombres (juntos)’ (Borgatello, 1928: 43, 55).
El numeral ‘dos’ admite el sufijo diminutivo -jeké (ejemplo (9)), el direccional -teré (ejemplo (10))
y las secuencias de sufijos -teré-k ‘direccional + locativo estático’ (ejemplo (11)) y -teré-p
‘direccional + locativo dinámico’ (ejemplo (12)):
Lo anterior sugiere que los numerales K funcionan como sustantivos. Sin embargo, al menos el
numeral ‘uno’ puede funcionar también como verbo, con el significado de ‘unirse, juntarse’,
mediante la adición de ciertos sufijos, como el de aspecto durativo y el nominalizador agentivo:
El K forma verbos y sustantivos compuestos y derivados con gran facilidad, pero hay muy
pocos casos registrados en que un numeral forme parte de un verbo o de un sustantivo. La
unión del verbo jeta ‘hacer’ con el numeral tákso ‘uno’, `pocos’ forma el verbo ‘disminuir’:
(15) jetaksóna
*jeta-takso-na
hacer-pocos-PART
‘disminuido’ (Aguilera y Tonko, 2005: 33).
léxicas, rara vez entran en composición. No obstante, tal caracterización sintáctica quizá se deba
a la ausencia de datos más completos.
1. tákso 11
2. woks ~ waks 12
3. wokstów
4. tákso wokstów, tow ka kuteke wokstów, ak’jáw, kstal
5. sínko
El numeral tákso ‘uno’ también parece usarse como cuantificador de cantidades bajas. En su
léxico Clairis (1987) lo da con el significado ‘poco’ y este sentido figura en alguna ocasión en los
textos, por ejemplo en:
(17) woks-tów
dos-otro
‘tres’
El uso de ak’jáj (Aguilera, 2009) y kstal (Rabanales, 2009) para indicar ‘cuatro’ es secundario,
siendo ambos términos primariamente cuantificadores para cantidades grandes (‘mucho’,
‘muchos’).
Las demás expresiones K para ‘cuatro’ son sintagmas de creación a todas luces reciente,
construidos a partir de ‘tres’:
Son préstamos obvios del castellano: terés ~ tarés ‘tres’, kwatéɾo ‘cuatro’ (Aguilera, 2009) y
sínko ‘cinco’ (Tonko, 2008: 44).
Eliminando préstamos, cuantificadores usados secundaria-mente como numerales y sintagmas
recientes, el sistema K originario habría constado solo de tres numerales:
1. tákso
2. woks ~ waks
3. wokstów
1. taksu
2. wuks
3. wukstow
Son formas muy cercanas a las correspondientes en K. La forma para ‘cuatro’, a la que Bird
también glosa como ‘muchos’, es evidentemente el cuantificador ak’jaj, secundariamente
utilizado —de la misma manera que en K y AC— como numeral.
Varias fuentes del AC proporcionan datos sobre numerales y presuntos numerales de esta
lengua hasta 5:
El hecho de que Borgatello dé <taku-taku> no solo con el significado ‘uno’ sino también ‘cinco’,
sugiere que en AC este numeral también se usaba como un cuantificador con el significado
‘algunos, pocos’, tal como sucede con su cognado tákso en K.
Skottsberg (1913: 610) da para <a·kia:i> tanto el significado ‘cuatro’ como ’muchos’, y este
último es el sentido originario de esta forma, como lo comprueban otras fuentes AC (como
Borgatello <akiái>, <ak’iái> ‘mucho’, ‘muchos’) y su cognado el cuantificador K ak’jaj ‘muchos’,
también usado secundariamente para ‘cuatro’.
La forma
13 Gusinde, Clairis y Aguilera afirman explícitamente que se utiliza ‘muchos’ después de ‘tres’.
14 Prescindo de algunos de los numerosos diacríticos usados en el manuscrito de Bird. Agradezco a
Christos Clairis el haberme proporcionado una fotocopia de este importante material, todavía inédito.
15 Ni Gusinde ni Bird afirman claramente que estas formas pertenezcan al tawókser. Pero Gusinde residió
entre los alacalufes principalmente en la zona donde se habló esta variedad, y el consultante más
frecuentemente citado por Bird fue «Carmelo», sindicado por este autor como Southerner, es decir,
proveniente —según los datos proporcionados por el mismo autor— de la región tawókser (y un par de
sus numerales son señalados como producidos precisamente por Carmelo).
(21) wokɬ-towɬ-wokɬ
dos-otro-dos
‘cuatro’
(22) towɬ-wukɬ
otro-dos
‘cuatro’
Se da la aparente complicación de que en (22) —como en la forma (20) para ‘tres’— el elemento
towɬ se usa aditivamente (‘y otro’), mientras que en (21) tiene una función multiplicativa (‘otra
vez’, ‘dos veces’). Pero posiblemente (22) sea tan solo una variante abreviada de (20), o bien una
confusión o dato erróneo en el manuscrito, con lo que la supuesta complicación desaparecería.
Eliminando el cuantificador <a·kia:i>, y dejando de lado por el momento las formas de
fonemización problemática <halkil-tóls> ‘uno’ y <togia-húkl> ‘cinco’ de Borgatello, quedan los
siguientes numerales alacalufes centrales, fono-logizados según pautas establecidas en Viegas
Barros (1990):
1. takutaku
2. wukɬ ~ wokɬ, tilkawon
3. wukɬtowɬ ~ wokɬtowɬ, towɬ
4. towɬwukɬ, wokɬtowɬwokɬ
Como en K, existe la posibilidad de que todas las formas para numerales mayores a ‘dos’ sean
creaciones recientes. Según Borgatello se usaban cuantificadores con el significado ‘muchos’
para cantidades mayores a ‘cinco’.
Según las dos únicas fuentes que registraron explícitamente numerales del AS, estos llegaban en
esta lengua hasta cuatro:
Una comparación entre las grafías empleadas por Fitz-Roy y por Hyades, y con los cognados en
K, permite la siguiente fonologización tentativa de las dos primeras formas
1. takweto(w)
2. tilk(j)aw
Para ‘tres’, en primera instancia solo se podría proponer una fonemización tentativa incompleta
kupeC ~ kufeC, con una aparente alternancia p ~ f y una consonante final imposible de
dilucidar (Fitz-Roy apuntaría a p, Hyades a r). Dado que que Hyades es una fuente mucho
menos confiable que Fitz-Roy (mucho menos preciso en su notación gráfica, con muchas
repeticiones de sílabas, supuestas metátesis, etc.), parece preferible en este desacuerdo entre las
dos fuentes dar preeminencia a la representación gráfica de Fitz-Roy, según la cual el numeral
sería:
3. kupep
Los supuestos numerales para ‘cuatro’ son completamente distintos en ambos autores. La
forma dada por Fitz-Roy es una forma en realidad perteneciente a la lengua yagan (cf. Bridges,
1933: 211) <kūpaiinetöpa> ‘el cuarto dedo contando desde el pulgar’, <kūpaiinetöpa-iöš> ‘el
cuarto dedo, cuatro’ (Viegas Barros, 2016: 55).
Es más difícil sacar cualquier conclusión sobre la forma dada por Hyades para el supuesto
numeral ’cuatro’: parece ser uno de los casos en que hay una o más repeticiones de sílabas, un
fenómeno frecuente en esta fuente que indicaría algún tipo de tartamudeo en su informante 16.
Spegazzini (en Lehmann-Nitsche, 1919), una fuente AS que no proporciona explícitamente
numerales, registra una palabra <ukák’hhl> ‘ustedes dos’. Dado que esta forma no tiene
cognado conocido entre los pronombres personales K y AC, y en virtud de cierta semejanza
formal, existe la posibilidad de que se trate en realidad de un numeral ukakɬ ‘dos’,
probablemente cognado de AC wukɬ ~ wokɬ y K woks ~ waks.
El sistema de numerales AS sería, entonces, el siguiente:
1. takweto(w)
2. tilk(j)aw, ¿ukakɬ?
3. kupep
1. <hualac>
2. <arrec>
3. <kugualec>
4. <tushicarcagüe>
5. <tugualec>
6. <kijuafteric>
7. <tusherguaalguale>
8. <kiushaleci>
Con respecto al vocabulario de Simpson y Chaigneau, ya Aguilera (1978: 33) notó que «[l]os
ocho numerales que contiene no son tales: l = hualac (wálak" = hembra), 2 = arrec (ár̄ak =
macho), 3 = kugualec (ko wálak" = otras hembras), 5 = tugualec (tóu̯ wálak" = la otra o esta
hembra)».
Sin embargo, hay que tener en cuenta que al menos dos de los presuntos numerales parecen
compatibles con designaciones numéricas basadas en un eventual sistema de cuenta basada en
los dedos:
También el uso de wálak ‘hembra’ por ‘uno’ sería coherente en tal sistema, si se considera que
en K el meñique (el primer dedo, desde uno de los bordes de la mano) es literalmente el ‘dedo
esposa’:
(25) árktes-afčók
dedo-esposa
‘meñique’ (Aguilera y Tonko 2005) 18.
y que wálak se usó con el significado ‘esposa’ en parte del mundo alacalufe, cf. AS (Fitz-Roy,
1839: 141) <ashwa’lluk> ‘esposa’, interpretado (Aguilera, 1978: 32) como cognado de la frase
kawésqar:
(26) es wálak
1.G hembra
‘mi hembra’
Es posible que el uso de un cognado de K wálak ‘hembra’ como designación de un dedo esté
documentado, también, a través de las formas AS (Hyades y Deniker 1891: 297) <houlé> ‘dedo’ y
<lé> ‘pulgar’.
Y si se usaba la denominación ‘hembra’ para el dedo por el que se empezaba a contar, parece
natural que se empleara ‘macho’ para el dedo contiguo, el segundo en la cuenta, es decir el ‘dos’
de Simpson y Chaigneau.
Una posibilidad, entonces, es que en parte del territorio alacalufe se estuviera comenzado a
desarrollar a fines del siglo XIX un sistema de cuenta por dedos 19, y que esto —al menos en
parte— es lo que testimonian los supuestos numerales de Simpson y Chaigneau.
En el vocabulario AS de Hyades (Hyades y Deniker, 1891: 378) se encuentran los siguientes
supuestos numerales superiores a ‘cuatro’:
5. <koupachpé>
6. <koumaoué>
7. <aoukesté>
8. <youl-keumi>
9. <yourtoulbi>
Estos términos son extraordinariamente parecidos a los atribuidos por Fitz-Roy (1839: 136-
140), con los mismos significados, a la lengua yagan:
5. <cup'ăspă>
6. <cum'ua>
7. <how'casta>
8. <yŭl'cămme>
9. <yŭr'tobă>
Se trata evidentemente de un error de atribución de una lengua a otra por parte de Hyades. Tal
error se explica con facilidad, si se tiene en cuenta que Hyades obtuvo sus datos alacalufes de
una mujer que vivía desde hacía casi treinta años entre yaganes, y sin duda teniendo a la vista el
trabajo de Fitz-Roy (hasta el punto de que los ítems léxicos recogidos son exactamente los
mismos en ambos vocabularios alacalufes).
Las formas yagan a las que Fitz-Roy atribuyó los valores de ‘cinco’ a ‘nueve’, por otra parte, no
parecen haber sido numerales (o básicamente numerales). En el gran diccionario yagan de
Bridges (1933: 211) solo kupašpa aparece (secundariamente), con el significado ‘cinco’ 20. Este
autor sugiere que la evolución semántica de este ítem habría sido ‘último (hacia abajo o hacia el
este)’ > ‘el último dedo, o sea el meñique’ > ‘cinco’ 21. Este último sentido puede haber surgido en
las transacciones entre yaganes y representantes de la cultura occidental, aunque no debe
descartarse la posibilidad de que se deba al contacto entre lenguas aborígenes, puesto que el uso
de la denominación del dedo meñique para el número ‘cinco’ fue registrado también en la lengua
yagan (Viegas Barros, 2016: 55) 22.
Etimologías
Hasta el momento, solo para el numeral ‘uno’ se ha propuesto una etimología interna alacalufe.
Borgatello (1928: 40) supuso que la raíz taku- de AC takutaku ‘uno’ se encuentra también en la
palabra <takul-per-kár> ‘brazo’, literalmente según este autor: ‘un brazo’. En realidad, esta
última forma AC fue recogida por Skottsberg como <ta͡u·kwe:l> ‘brazo’ y resulta cognada de K
takwán ‘hombro’ y de AS <tŏ'quĭm'be> (Fitz-Roy) ‘brazo’, lo que supone PA *takwen ‘brazo,
hombro’. Si el significado de esta forma fuese *’dedo’, o incluso quizás *‘mano’, la etimología
propuesta por Borgatello podría tener alguna chance de plausibilidad; pero a la luz de la realidad
semántica registrada, la semejanza con el numeral ‘uno’ parece ser más bien meramente casual.
La etimología de AC tilkawon y AS tilk(j)aw ‘dos’, en cambio, es una de las más transparentes
entre los numerales alacalufes. Estas formas están relacionadas con la designación AC de un
órgano par del cuerpo: telkawolo ‘oreja(s)’ (Skottsberg <te·lka:olo> ‘orejas’, Fenton
<délh’kooulo> ‘oreja’). Este término, a su vez, parece ser un compuesto originario:
20 El supuesto numeral yagan <how'casta> ‘siete’ de Fitz-Roy solo recurre en otra fuente (Rau en Outes,
1926), aunque con dos significados distintos: <hagusta> ‘siete’ y <agusta> ‘nueve’. Parece comenzar
con yagan haku ‘otro’, pero el final es oscuro. Los presuntos numerales yagan ‘seis’, ‘ocho’ y ‘nueve’ de
Fitz-Roy no aparecen en ninguna otra fuente de esta lengua, por lo que se trata de formas dudosas,
posiblemente erróneas.
21 Los significados dados por Bridges son: ‘the last downward or E[ast].ward’, ‘the last, furthest, or
nearest in the same direction or position’, y ‘five, lit. the last, lower of the fingers or toes’.
22 Otro conjunto de supuestos numerales, en parte de origen alacalufe, se encuentran en el vocabulario
de una lengua ficticia llamada «chono», «wayteka» o «wurk-wur-we» (Llarás Samitier, 1967: 184-187).
Este vocabulario consiste en una mezcla de lexemas pertenecientes a distintas lenguas patagónicas
(principalmente mapudungun y una o más hablas alacalufes), más algunos datos extraídas —sin previo
aviso— de la literatura antigua sobre los indígenas del sur de Chile (Casamiquela, 1973: 133-134;
Viegas Barros, 1990: 48, nota 12, 2005: 45-46). Los numerales de esta lista son: <lek> ‘uno’ (y ‘dedo’),
<wo>, <wotok> ‘dos’, <kselek> ‘tres’, <wowo> ‘cuatro’, <ksewo> ‘cinco’, <kselekwo> ‘seis’, <ksewowo>
‘siete’, <ksewowolek> ‘ocho’, <lekwonenk> ’nueve’, <wire-ksewo>, <wire> ‘diez’.
Parecen ser de origen alacalufe al menos dos de estas formas: <lek> 'uno', 'dedo' (cf. Simpson y
Chaigneau <hualac> 'uno', Hyades <houlé> 'dedo') y <wo> 'dos' (cf. AC wokɬ, K woks). Una tercera
forma, <kse-> supuestamente 'tres' (cf. <ksewo> ‘cinco’ = ‘3+2’), quizás sea también de origen alacalufe:
K kse —usualmente glosado ‘hoja’— aparece alguna vez glosado como ‘árbol’ (así en Key y Clairis,
1978: 642); se puede especular que Llarás Samitier pudo haber tenido acceso a algún vocabulario
alacalufe-inglés (hasta ahora, sin embargo, desconocido), en el que figurara una entrada *<kse> con
errata en la traducción: *'three' en lugar de *'tree'.
Estas tres formas aparecen en la mayor parte de sus presuntos numerales, construidos como sumas o
multiplicaciones: <wowo> ‘cuatro’ = ‘2+2’ o ‘2x2’, <ksewo> ‘cinco’ = ‘3+2’ (¡pero cf. también <ksewa>
‘mano’!), <kselekwo> 'seis' = ‘3+1+2’ o ‘3x2’, <ksewowo> 'siete' = ‘3+2+3’ o ‘3+4’ o ‘5+2’, <ksewowolek>
'ocho' = ‘3+1+2+2’ o ‘5+2 -+1’ o ‘3+4+1’. La forma <lekwonenk> ‘nueve’ está construida de manera
substractiva, dado que el final es interpretable como variante de <nénke> ‘no’: esto es, ‘nueve’ = ‘(10) -
1’ (la sílaba -wo- queda aquí sin explicación). La forma <kselek> ‘tres’ debería interpretarse como ‘tres
una (vez)’. La forma <wotok> ‘dos’ podría corresponder (con error de traducción) a AC wukɬtowɬ, K
wókstow ‘tres’.
(27) *tVl-k’(j)awe-olo
oir/oreja-oreja-?
cf.
(28) PA *tVl- > K tálksor ’oír, escuchar’, teles ‘escuchar’, AC <ti·lš’kior> ‘oir’ (Skottsberg),
<tel-kiól> ‘oreja’, <čoutelék> ‘oir’ (Borgatello), AS <těl'lĭsh> ‘oir’ (Fitz-Roy), <til-lach>
‘escuchar’ (Hyades).
(29) PAN *k’jawe > K k’jáwe, T <kahuel> (Simpson y Chaigneau), AC <kjawi>
(Borgatello), ‘oreja’.
Reconstrucción
Proto-alacalufe nuclear
La raíz del numeral ‘uno’ (que también se usa como un cuantificador ‘pocos’) se encuentra
reduplicada en AC taku-taku, mientras que en el cognado K tákso no está clara la función del
aparente sufijo -so; por ello, no es imposible que provenga, mediante disimilación *t…t > t…s, de
una variante fono-lógicamente reducida de la reduplicación *takutaku > *takto > takso.
De las dos formas para ‘dos’, una (*wokɬ ~ *wakɬ > K woks ~ waks y AC wokɬ ~ wukɬ) es
morfológicamente opaca, mientras que la otra, posiblemente *tilkawol, con disimilación *l…l >
l…n en su reflejo AC tilkawon 24 (sin cognado conservado en AN), estaba relacionada con una
designación de un órgano par del cuerpo, las orejas.
Una forma para ‘tres’, un compuesto *wokɬ-tow (‘dos + otro’), es en principio reconstruible, a
partir de AC wukɬtowɬ y K wokstow; pero estos numerales pueden ser creaciones recientes.
Los numerales reconstruibles en PAN son, entonces, los siguientes:
1. (y ‘pocos’) *taku-taku
2. *wokɬ ~ *wakɬ, *tilkawol
3. ¿*wokɬ-tow?
Proto-alacalufe
AS takweto(w) ‘uno’ puede contener un sufijo -to(w), pero este supuesto morfema —como K -so
en su cognado— resulta de función desconocida; por ello es plausible que se trate de una forma
fonológicamente reducida de una reduplicación originaria *takwe-takwe ‘uno’, ‘pocos’.
AC tilkawon y AS tilk(j)aw suponen PA*tilk(j)awol.
Un posible cognado de PAN *wokɬ ~ *wakɬ ‘dos’ puede encontrarse en la forma AS solo
documentada por Spegazzini ukakɬ, supuestamente ‘ustedes dos’. Parece lícito pensar que en
realidad se haya tratado de un numeral de significado ‘dos’, posible cognado del numeral para
este mismo significado presente en las otras dos lenguas: se puede reconstruir en tal caso PA
*ukakɬ ‘dos’, que se habría mantenido sin cambios en AS mientras que en PAN habría ocurrido
una disimilación *k…k > Ø…k resultando *uakɬ > *wakɬ, posteriormente *wokɬ por
redondeamiento de *a entre las consonantes *w y *k (AC también wukɬ y T wuks, por
asimilación de la vocal a la consonante inicial).
En resumen, las formas reconstruibles en PA son las siguientes:
1. (y ‘pocos’) *takwe-takwe
2. *tilk(j)awol, ¿*ukakɬ?
Dado que el PA poseía solo los numerales ‘uno’ y ‘dos’, resulta natural que una de las formas
de expresar ‘tres’ en las lenguas descendientes haya sido mediante términos de significado ‘otro’
(en AC) u ‘(otro) también’ (en AS).
Comparaciones externas
Se han formulado varias hipótesis acerca de posibles parentescos remotos para las lenguas
alacalufes 25. En tales comparaciones, se han comparado ocasionalmente numerales de lenguas
alacalufes con los de otros idiomas.
El numeral ‘uno’ de las lenguas alacalufes es el que más veces ha sido comparado con formas
de otras lenguas. Trombetti (1923: 508) comparó AC takutaku con otras muchas formas
amerindias, como aleuta <taγa-tak>, dogrib <n-thlaγè>, apache <taχ-la>, <daklá>, mazahua
<daχa>, bakairi <toká-le> ‘uno’, etc. Todas estas semejanzas o presuntas semejanzas son
probablemente solo casuales, dada la gran distancia geográfica entre las lenguas comparadas y
la falta de mayores semejanzas léxicas.
25 Mi hipótesis personal es que la lengua yagan puede ser un pariente externo de las lenguas alacalufes
(Viegas Barros, 1994), y que otro pariente remoto podría ser el chono (Viegas Barros, 2005: 99-107),
aunque esta última lengua está muy poco documentada. El parentesco alacalufe-yagan ya había sido
postulado por Swadesh (1959, 1962: 734, 736), pero sin presentar ninguna evidencia. Otros autores
(como Fitz-Roy, Trombetti, Greenberg) notaron también un posible parentesco entre alacalufe y yagan,
pero con el agregado de otra u otras lenguas.
Algunas de las varias hipótesis de parentesco de las lenguas alacalufes son las siguientes.
Fitz-Roy (1839) consideró que el alacaufe y el yagan estaban relacionados con el mapudungun.
Según Trombetti (1907: 194), el alacalufe —para él emparentado de manera evidente con el yagan—
estaría también relacionado —si bien más remotamente— con las lenguas aborígenes de Australia,
Tasmania, Nueva Guinea, Melanesia y las islas Andaman.
Loukotka (1935: 19) menciona, sin identificarlos, supuestos «vestigios» de lenguas aborígenes
australianas en alacalufe.
Greenberg (1960, 1987) incluyó a todas las lenguas patagónicas en un mismo grupo «andino
meridional» (subdivisión «andina» de la rama «andino-ecuatorial» de la macro-familia «amerindia»).
Ruhlen (1991: 239, 372) repite esta clasificación, pero suponiendo un mayor acercamiento entre las
lenguas alacalufes y el yagan dentro del grupo «andino meridional».
Suárez (1988 [1974]) propuso una relación entre las familias alacalufe y mataguayo; en pos de él,
Adelaar (2008) comparó fonológica y léxicamente una lengua alacalufe (el kawésqar) con una lengua de
la familia mataguaya (el wichí).
El Automated Similarity Judgment Program (Müller et al., 2013), que pretende clasificar todas las
lenguas del mundo, sugiere que el idioma más cercanamente emparentado con las lenguas alacalufes
(representadas por el kawésqar) sería el chiquitano de Bolivia; la lengua awaké de Venezuela estaría
algo más remotamente emparentada.
Key y Clairis (1978: 642), por su parte, compararon el final -so de K tákso con selknam (Najlis,
1975) sèos ‘uno’. Esta comparación no es plausible, ya que deja sin explicación el segmento
inicial tak- de la forma K.
En el marco de una hipótesis de parentesco alacalufe-yagan, yo mismo (Viegas Barros, 1994:
283) comparé PA *takwe- ‘uno’, ‘pocos’ con yagan tawači ‘pocos (entre cinco y veinte)’. Poste-
riormente agregué a esta comparación chono <tas> ‘tres’ (Viegas Barros, 2005: 101). Las
semejanzas formales pueden ser casuales y además es posible que la forma chono <tas> sea
— como lo es K terés ~ tarés— un préstamo del castellano tres.
También comparé (Viegas Barros, 1994: 283) PA(N) *wokɬ ~ *wakɬ ‘dos’ con yagan (Bridges)
ukoali ‘uno’; mi actual reconstrucción PA *ukakɬ ‘dos’ sería formalmente aún más parecido al
numeral yagan. Pero la diferencia semántica queda sin explicación. La semejanza formal es
posiblemente solo casual.
Dentro de las etimologías globales propuestas por Trombetti (1907: 190) hay una que incluye
alacalufe (del Sur) <cup’pěb> ‘tres’ y yagan kəmpajpi ‘dos’, además de formas de varias lenguas
aborígenes australianas. La su-puesta cognación entre ambas formas es problemática por
razones semánticas (la diferencia ‘tres’ ≠ ‘dos’), fonológicas (no se ve por qué habría desaparecido
la consonante *m ante p en AS, lengua en la que el grupo mp estaba permitido) y morfológicas
(la forma alacalufe no parece segmentable, mientras que la forma yagan es morfológicamente
compleja: kəm-paj-pi, con una raíz kəm- y la terminación de dual -paj ~ -pi duplicada (Viegas
Barros, 2016: 53)). Por otra parte, parece haber una etimología plausible para <cup’pěb> ‘tres’
dentro de la misma familia alacalufe, como se ha visto. Trombetti comparó además alacalufe (del
Sur) <kufir> ‘tres’ con formas de varias lenguas australianas 26, pero esta forma AS, tomada de
Hyades, es muy posiblemente errónea.
Trombetti (1923: 505-506) segmentó además el presunto numeral AS ‘cuatro’ de Fitz-Roy <ina-
da-ba>, asumiendo que el final <-ba> es portador del significado de dualidad, y comparándolo
con numerales que significan ‘dos’ en numerosas lenguas amerindias (pano <da-bui>, micmac
<ta-bo> o <ta-bu>, aymara paja, etc.) incluyendo en la comparación el sufijo de dual yagan <-
pei>. Es una comparación inútil, puesto que la forma dada por Fitz-Roy pertenece en realidad a
la lengua yagan.
También la inclusión de un supuesto numeral «qawasqar» <ku:pačpe> ‘cinco’ en una
etimología proto-amerindia (Greenberg y Ruhlen, 2012: 109: *qap ~ *q’ap ‘mano’) es inadecuada
desde un principio, por la sencilla razón de que tal forma alacalufe nunca existió, tratándose de
un error de atribución de Hyades.
Conclusión
Todas las lenguas alacalufes han utilizado históricamente sistemas de numerales muy
restringidos, de dos, tres, cuatro o cinco unidades. En el sistema más antiguo reconstruible
habrían existido solo dos numerales, ‘uno’ y ‘dos’. El numeral más bajo —de etimología
incierta — también se usaba como cuantificador con el significado ‘algunos, pocos’. Para ‘dos’
pueden haber existido dos formas distintas, una etimológicamente opaca y la otra derivada de en
una designación de una parte par del cuerpo, ‘oreja(s)’.
Si bien todas las lenguas alacalufes históricamente conocidas tienen uno o más numerales
para ‘tres’, se trata de creaciones recientes (en AC y AN de manera claramente aditiva a partir de
‘dos’, es decir como pequeños sistemas de base binaria 27) o bien como resultado de préstamos.
En todas las lenguas están documentadas también formas `para ‘cuatro’: en K una frase y un
compuesto aditivo, en ambos casos a partir de ‘tres’, un préstamo del castellano y un par de
cuantificadores que significan básicamente ‘mucho(s)’; en AC derivados aditivos a partir de ‘dos’ y
26 Formas como <koolperrie>, <koolberri> ‘tres’ en lenguas australianas sin identificación precisa.
27 Véase Comrie (2013) para los tipos de bases numerales documentadas en las lenguas del mundo. El
sistema de numerales reconstruible para el PA pertenece al tipo denominado «restricted system»,
caracterizado por poseer muy pocas unidades. Había un único término basado en la denominación de
una parte del cuerpo (las orejas), por tanto no puede considerarse un «extended body-part system».
un cuantificador ‘muchos’; y en AS, un par de formas dudosas. Para el AC, Borgatello presenta
algunos numerales no confirmados por otras fuentes, entre ellos una supuesta forma para
‘cinco’. En resumen: los numerales mayores a ‘tres’ parecen haber surgido en tiempos recientes,
posiblemente debido a necesidades producidas por el contacto con la sociedad moderna
occidental. Las diferencias en las lenguas alacalufes en lo que respecta a la elaboración
morfosintáctica de los numerales, con formaciones perifrásticas complejas, así como las posibles
etimologías de las denominaciones numerales mayores a ‘tres’, parecen apuntalar la idea,
sostenida por algunos investigadores, de que en estas lenguas —como en otros idiomas
aborígenes sudamericanos— los hablantes no usaban esas expresiones para contar 28.
Los sistemas numerales están sujetos a la elaboración y prácticas culturales de parte de las
sociedades y resultan —por ello— altamente susceptibles al préstamo y al calco (Epps et al.,
2012). No resulta extraño, entonces, que las lenguas de otros pueblos aborígenes vecinos, como
los yaganes (Viegas Barros, 2016) y los selknam (Viegas Barros, 2005: 132-133), tuvieran
también sistemas numerales restringidos. El estudio a fondo de las semejanzas y diferencias
entre todos estos datos es una tarea pendiente, pero algo que parece obvio ya desde un principio
es que los sistemas numerales restringidos de las lenguas alacalufes están realmente
relacionados con los de otras lenguas indígenas fueguinas.
Finalmente, en lo que respecta a las comparaciones externas de numerales alacalufes
presentadas hasta el momento, todas ellas son problemáticas y —por tanto— no pueden ser
tenidas en cuenta seriamente.
Referencias bibliográficas
28 Como ha señalado uno de los revisores anónimos de este trabajo, para muchos hablantes de lenguas
indígenas las expresiones numerales que figuran en las gramáticas elaboradas por sacerdotes son
desconocidas, utilizándose hoy en día numerales provenientes de las lenguas colonizadoras. Esto lleva a
la cuestión de cuántos de los supuestos numerales de muchas lenguas fueron en realidad «inventados»
por sacerdotes con el propósito de dotar a esas lenguas de números por encima de ‘cinco’ o ‘diez’.
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Resumo
A língua terena é classificada como uma língua pertencente à família aruák. É falada na região
dos rios Aquidauana e Miranda, afluentes do rio Paraguai, no Estado de Mato Grosso do Sul e,
há quase um século, é também falada no Estado de São Paulo. O presente artigo propõe uma
análise dos mecanismos de codificação de caso em terena, notificando, deste o título, que o mais
evidente mecanismo de codificação de caso nesta língua é o de seu sistema de referência
cruzada. A partir da abordagem funcional-tipológica baseada nos trabalhos de Palmer (1994),
Blake (1994) e, principalmente, nos trabalhos de Dixon (1979, 1994), é que se propõe aqui uma
análise primeira do sistema de referências cruzadas e caso em língua terena (aruák). Tem-se que,
na língua terena, as funções gramaticais A e O são codificadas pelo mecanismo de referência
cruzada que aponta para o alinhamento nominativo/acusativo. Já no mecanismo de marcação
morfológica de caso, a distinção das funções de A e O apontam para a marcação de caso
ergativo/absolutivo. No que se refere ao mecanismo de ordem de constituintes, a língua terena
mostra uma ordem preferencial não dominante, sendo capaz de variar, a ordem S-V/A-V-O para
os argumentos pronominais (nominativo/acusativo), e a ordem VS/VAO para os SNs de
nominais plenos (nominativo/absolutivo), resultando assim numa marcação fluida e cindida de
caso orientado para nominativo/absolutivo. Tal cisão é firmada nessa análise a medida que se
passa a analisar as cisões intransitivas e seus condicionamentos, para enfim, proporse aqui que
o principal condicionamento para a intransitividade cindida é aquela dada pela natureza
semântica dos SNs.
1 Este estudo pode ser realizado devido ao importante apoio dado por Eliseu Lili, o colaborador terena, a
quem dedico este trabalho.
2 O presente trabalho resulta do desenvolvimento da Pesquisa Pós-Doutoral (apoio PNPD/CAPES), sob a
supervisão do Prof. Dr. Marlon Leal Rodrigues (UEMS/NEAD), junto à UEMS (Campus de Campo Grande).
Introdução
A língua terena é falada na região dos rios Aquidauana e Miranda, afluentes do rio Paraguai, no
Estado de Mato Grosso do Sul e, há quase um século, é também falada no Estado de São Paulo,
quando transferidos para uma área indígena nhandeva (guarani), no município de Avaí
(Rodrigues, 1994). Em se tratando do grau de vitalidade linguística terena, entende-se que, se
por um lado a língua é falada por um considerável número de pessoas, estimado em 20.000, por
outro, o uso cotidiano desta língua tem-se manifestado de modo desigual entre as comunidades
indígenas. Há comunidades bilíngues em que pouco se fala o português, embora em outras, a
população terena é quase toda monolíngue em português, à exemplo da aldeia urbana localizada
na capital do Estado de Mato Grosso do Sul, Campo Grande.
Terena é classificada como uma língua pertencente à família aruák, que segundo Aikhenvald
(1999), é a família linguística que agrupa maior número de línguas indígenas da América do Sul.
Atualmente, no Brasil são faladas 16 línguas aruák, são elas: apurinã (AM, AC), baniwa do içana
(AM), kámpa (axaninka - AM, AC), kuripáko (AM), maxinéri (AC), mehináku (MT), palikúr (AP),
pareci (MT), salumã (MT), tariána (AM), terena (MS), kinikinau (MS) 3, wapixána (RR), warekéna
(AM), waurá (MT) e yawalapití (MT) (Rodrigues 2013).
O presente artigo propõe uma análise dos mecanismos de codificação de caso em terena,
notificando, deste o título, que o mais evidente mecanismo de codificação de caso nesta língua é
o de seu sistema de referência cruzada. A perspectiva teórica utilizada na discussão sobre
sistemas de marcação de caso é funcionalista e a abordagem adotada é funcional-tipológica. Os
estudos concernentes a essa abordagem funcional, além de tratar de características tipológicas
de diferentes línguas do mundo, levam em conta diferentes critérios de codificação de caso e suas
Possiveis cisões, tais como: os paradigmas verbais (transitivo/intransitivo); o sistema de
referência cruzada; as funções gramaticais dos sintagmas nominais; a ordem de constituintes e o
tratamento do padrão de alinhamento (ergativo, acusativo, cindido etc). Comsiderando uma
explanação teórica do tema desenvolvida a partir desta abordagem funcional-tipológica, baseada
nos trabalhos de Palmer (1994), Comrie (1981) e, principalmente, nos trabalhos de Dixon (1979,
1994), é que se propõe uma análise primeira do sistema de referências cruzadas e caso na língua
terena (aruák).
Da pesquisa
A língua terena (aruák) é falada em comunidades indígenas circunvizinhas aos municípios sul-
mato-grossenses Miranda, Campo Grande, Nioaque, Aquidauana entre outros. Neste trabalho,
expomos a padronização de afixos pronominais em palavras verbais que ocorrem como
mecanismo de referência cruzada entre um verbo contendo afixos pronominais que marquem a
pessoa e/ou número em concordância ou não a um determinado SN, que constitui objeto desta
pesquisa linguística. Em geral, sabe-se que se um conjunto de afixos correfere-se a um SN de
função de S ou A, com outro conjunto de afixos diferente para correferir-se ao SN em função de
O, essa língua pode ser caracterizada como nominativa-acusativa no nível intra-clausal. A
característica de língua ergativa dá-se quando um conjunto de afixos correfere-se a S ou a O, e
outro conjunto de afixos refere-se a A. Nessa pesquisa, os dados linguísticos são provenientes da
coletas de dados elicitados juntamente com o colaborador terena (de/em Campo Grande-MS) e
também em entrevistas efetuadas por meios eletrônicos, ambas pautadas em uma metodologia
de trabalho de campo preconizada por autores descritivistas como Samarin (1967), Comrie y
Smith (1977) e Bouquiaux (1992), essa que também conta com uma sig-nificativa metodologia
baseada nas diretrizes de Matthewson, «quien considera indispensable el trabajo con datos
construi-dos para abordar la semántica de lenguas poco estudiadas formalmente» (Matthewson,
2004, apud Dolzani 2016:243).
3 Kinikinau, língua da família aruák, acrescentada aqui à listagem. Esta teve sua descrição e análise
linguística realizada por Souza (2008).
Conforme Zúñiga (2006, apud Corbera Mori 2009), desde a década de 70 tem-se desenvolvido
várias pesquisas linguísticas 4 referentes aos sistemas de marcação de caso e seus respectivos
alinhamentos. Para o autor, um dos conceitos fundamentais que deve ser introduzido desde o
início de uma discussão a respeito de sistema de marcação de caso é o de papel gramatical.
Dixon (1994) propõe que as funções gramaticais S, A e O (ou papéis gramaticais) sejam
entendidas como funções/relações primitivas e universais. O autor usa O, em vez de P, sendo
aquele derivado de Object, objeto transitivo. Segundo o modelo SAO 5, a função gramatical S é
aquela ocupada pelo único argumento de uma sentença intransitiva. Quanto aos argumentos de
uma sentença transitiva, tem-se que o SN em função de A é aquele que denota prototipicamente
ser o controlador ou iniciador de um estado de coisas e o outro SN em função de O é aquele que
denota prototipicamente ser o participante afetado pelo estado de coisas.
Relação gramatical ou alinhamento diz respeito à relação entre o verbo e as funções
gramaticais de seus argumentos. Assim, identificar-se inicialmente os seguintes padrões
alinhamentos (cf. figura n.° 1):
NOMINATIVO
ABSOLUTIVO
ACUSATIVO O
(Dixon, 1994: 9)
4 Zúñiga (2006:2) cita alguns desses estudos (por exemplo, Hale 1973, Frishberg 1972, Witherspoon
1977, Silverstein 1976, Heath 1976, e Dixon 1979) que pavimentaram o caminho para a investigação
frutífera na década de 1980 (por exemplo, DeLancey 1980, 1981a, 1981b, 1982, Dahlstrom 1986,
Thompson 1989, Dixon 1994) e de inúmeros estudos na década de 1990 (por exemplo, Yang 1992, os
artigos de Givón 1994, Aissen 1996, 1997, Dixon & Aikhenvald 1997, Nichols 1992, Fadden 2000).
5 Comrie (1981) e Palmer (1994) propõem símbolos diferentes dos usados no modelo SAO de Dixon.
Aqueles autores adotam os símbolos S, A e P derivados, respectivamente, dos termos Sujeito, Agente e
Paciente.
Referência cruzada
1ª. Pessoa do Singular (A=S) - dá-se pela «inserção de um traço suprassegmental [+NASAL] no
verbo» (Nascimento 2012).
2ª. Pessoa do Singular (A=S) – realiza-se por meio do prefixo {y-} Ou em verbos iniciados por
consoantes, pela inserção do traço [+ANTERIOR], [+ALTO] na vogal da primeira sílaba, ou na
primeira vogal capaz de receber esse traço.
6 Abreviaturas: ERG ergativo, ABS absolutivo, AC acusativo, NOM nominativo, IMPF imperfectivo, PERF
prefectivo, PART partícula, FUT futuro, POSS posse, SG singular, PL plural, T temática, REAL modo
realis,PRO pronome, ENF enfático.
7 Ressaltamos a descrição dos processos morfofológicos presentes na indexação dos marcadores de
1ª. Pessoa do Plural (A=S) - verbos iniciados em vogal recebe o prefixo {v-}. Em distribuição
complementar a esta marca, quando o verbo inicia-se por consoante, marca- se a 1ª.PL com o
pronome livre {ûti} (cf. 12).
(4) a. vikorokoane
v-ikoroko-a-ne
1PL+NOM-derrubar-3SG+AC-PERF
‘nós já o derrubamos’
b. oko´ikoneye vimokopo
oko´ikoneye v-imokopo
cedo 1PL+NOM-dorme
‘nós dormimos/ríamos cedo’
2ª. Pessoa do Plural (A=S) - verbos iniciados por vogal recebem o prefixo {y-} + o sufixo plural {-
noe}. Com verbos iniciados por consoante recebem o traço [+ anterior] na vogal da primeira sílaba
ou na primeira vogal capaz de recebê-lo + o sufixo plural {-noe}.
3ª. Pessoa do Plural (A=S) – recebe a marca { Ø-} + o sufixo plural {-hiko}.
(6) a. noxonutihikomo
Ø-nóxo –nu-ti-hiko-mo
3+NOM-ver-1SG+AC-IMPF-PL-FUT
b. ehakovohiko
Ø-ehakovo-hiko
3+NOM –correr-PL
‘eles correm/iam’
(8) nonjopi
nonjo-pi
1SG+NOM.ver-2SG+AC
‘eu te vi/via’
(9) visukoa
v-isuko-a
1PL+NOM-bater-3SG+AC
‘nós batemos nele’
2ª. Pessoa do Plural (O) - marcada como o sufixo {-pi} + plural {-noe}.
3ª. Pessoa do Plural (O) – recebe a marca {-a} + o sufixo plural {-hiko}.
(12) nonjoahiko
nonjo-a-hiko
1SG+NOM-ver-3+AC -PL
‘eu os vejo’
O fato das sentenças transitivas serem marcadas por conjuntos de pronominais indexados aos
núcleos verbais de modo a distinguir as funções de A e O por dois mecanismos distintos, ou
melhor, dois conjuntos de afixos pronominais que compilam, separadamente, a função de A e a
função de O, vem corroborar com a classificação de língua terena como língua de tipologia
morfológica aglutinante (Aikhenvald, 1999).
Havendo o preenchimento de SN com núcleos pronominais livres em função de A e S
nominativos (não havendo formas pronominais livres em função de O acusativo, em terena), os
8 Os dados, a depender de suas distintas fontes, ora são apresentados foneticamente, ora
ortograficamente. Quando foneticamente levam os seguintes fones [p, t, k, ʔ, v, ʧ, s, ʃ, h, mb, nd, ŋg, nz,
nʒ, m, n, ɲ, l, ɾ, i, i:, u, u:, e, o, ɛ, ɛ:, ɔ, ɔ:, a, a:], quando por ortografia, os seguintes grafemas <p, t, k, ´, v,
s, x, h, r, mb, nd, ng, nj, nz, g, l, m, n, j, a, e, i, o, u, y>.
Além dos dados coletados com o colaborador terena, apresentamos aqui outros dados de fontes distintas
que são descritos e glosados em conformidade à proposta de análise do presente trabalho.
mesmos nunca concordam com os afixos pronominais verbais (quadro n.° 1), ambos estão em
distribuição complementar. Havendo formas pronominais presas aos núcleos verbais terena, não
há pronominais livres, nas funções de A ou de S, que àquelas sejam vinculadas (cf. quadro n.° 2).
Em terena, uma língua sobretudo de argumentos pronominais, quando há SNs plenos, o núcleo
verbal ocorre sem marcas afixais codificadoras de pessoa e número. Para que haja a distinção
entre A e O, uma partícula {nɛ } ou {ra} ocorre junto ao SN em função de O (cf. 14). Já no SN em
função de A, ocorre a ausência da partícula {nɛ} (cf.14’). Propõe-se, aqui, que a partícula que
ocorre em SN de função de O é um elemento de identificação de caso acusativo.
Segundo Dixon (1994), numa língua nominativa/acusativa, a realização zero nunca pode
marcar o acusativo. Assim, a função A, com realização zero para marcação de caso, é
nominativa. Deste modo, entende-se que nas línguas de sistema nominativo/acusativo, o
nominativo é aquele caso morfologicamente não marcado e o acusativo aquele caso marcado, ou
Observa-se, no quadro (3), a composição estrutural da maioria das sentenças transitivas com
argumentos plenos em terena, bem como tipo de marcação morfológica de caso aqui proposta:
Segundo Butler y Ekadhl (2012: 74), se numa sentença transitiva terena ocorrer apenas um SN
pleno, observa-se que este poderá ser de função A ou de função O, quando o verbo apresenta o
morfema {-a} de função O e o único SN pleno ocorre com a partícula {nɛ} ou {ɾa} (cf. 15a). Tal
ambiguidade será rescindida se o verbo ou o único SN pleno identificar A ou O. O verbo quando
marcado com a função O {-a} ou {-a -hiko} sendo a função A identificada com o SN pleno. E,
quanto ao único SN pleno marcado com a partícula {nɛ} ou {ɾa} identificadora de caso acusativo,
quando este codificar a Função O plena e não afixada por {-a} ou {-a -hiko} (cf.15b). Não
ocorrendo nenhuma das identificações aqui expressas (cf. 15c), o verbo irá codificar A e a função
de O poderá vir sem marca morfológica de caso acusativo.
Nas palavras de Butler aperfeiçoa-se a descrição no que respeita à ocorrência de dois SNs
plenos em sentenças transitivas terena:
When there are 2 free post verbal nominals in the transitive clause, the article's function as
definite/ indefinite marker is active only with regard to the O argument, not the S. This is
because the language employs the article at clause level to identify post- verbal nominals as
either grammatical subject or object. This function of the article is played out in conjunction
with the syntactic positioning of the nominals and the occurrence or non-occurrence of the -a,
third person activated object verbal suffix. The whole S/O identification system hinges on the
activation status of the O argument. If the O is being activated, hence indefinite, no article
can occur with it and the 3rd person O activated verbal suffix -a is absent from the verb.
(Butler, 2003:7-8).
Por fim, tomemos para análise o terceiro mecanismo de codificação de caso em terena.
Ordem de constituintes
Até o presente momento, propomos para a língua terena que as funções gramaticais SAO são
codificadas pelo mecanismo de referência cruzada que aponta para um alinhamento
nominativo/acusativo. Quanto ao mecanismo de marcação morfológica de caso, ainda não
propomos um padrão de alinhamento entre as funções SAO, apenas distinguimos as função de A
e O que aponta para marcação de caso nominativo/acusativo. No que se refere ao mecanismo de
ordem de constituintes, a língua terena mostra uma ordem preferencial, não dominante, capaz
de variar. Sendo essa a ordem VS/VAO para os SNs plenos (cf. 16), e S-V/A-V-O para os
argumentos que são pronominais (cf. 17).
(16) a. V S
mɔ:kɔ-nɛ ndamuku-na
latir-PERF 1SG.cachorro-POSS
‘meu cachorro latiu’
b. V A O
kouhapu´ikoa kaxé nɛ poke´e
ilumina sol PART terra
‘o sol ilumina a terra’
(17) a. SV
ng-asaxoti
1SG+NOM-estar frio
‘estou com frio’
b. AVO
i-siko-nu-noe
2+NOM-bater-1SG+AC-PL
‘vocês batem/ram em mim’
(18) a. S V
mbo´inu oye´eko
1SG.irmã ir embora
‘minha irmã que foi embora
b. A V O
ɛnɛpɔnɛ hɔjɛnɔ kɔjpɛkɔtʃimo nakaku
PRO ENF homem arrancar-IMPF-FUT arroz
‘é o homem que está arrancando arroz’
Em síntese, sendo o(s) SN(s) pronominal(is), a ordem préferencial terena é s-V a-V-o, de
orientação para caso nominativo-acusativo. Sendo o(s) SN(s) nominal(is) pleno(s), a ordem
preferencial terena é VS e VAO, de orientação para caso ergativo-absolutivo. Por isso, cindida.
Entende-se que as combinações VS/VAO e VS/VOA, em que S vem sempre posposto ao verbo,
ora ordena-se com O, ora ordena-se com A, ocorre numa mistura de estratégias que é cindida em
nominativa/absolutiva intra-clausal condicionada por diferentes fatores. Passemos à análise de
tais fatores condicionadores da cisão intransitiva em terena.
(19) a. S a A (pronominal)
enzakovo
1SG+NOM.correr
‘eu corro/corri’
b. S a A (pronominal)
iyeo-noe
2+NOM chorar-PL
‘vocês choram’
(20) a. S o O (nominal pleno)
ehakovo ne Maria
ehahovo pART Maria
‘Maria corre/ia’
b. S o O (nominal pleno)
unati ne Petru
bom PART Pedro
‘o Pedro está bom’
10 O sistema de cisão intransitiva tem recebido várias designações. De acordo com Mithun (1991), entre
as designações estão: ativa (ou de Tipologia Ativa); ativo-neutro; ativo-inativo; ativo-estativo ou estativo-
ativo; agentivo ou agente-paciente; Cisão-S e cisão intransitiva. Os termos utilizados aqui são os propostos
por Dixon (1979 e 1994) – Cisão-S (Split-S) e Fluído-S (Fluid-S).
Nos dados (19a e b), o SN em função de S é preenchido por pronominais e como no mecanismo
de referência cruzada, S, no mesmo caminho que A e distinto de O, marcam caso nominativo.
Nos dados (20a e b), o SN em função de S é pré-enchido por nominais num mesmo caminho que
O, portanto absolutivo como num sistema em que se opere S=O/A.
A partir da noção de que certos núcleos de SNs são mais pro-pensos a ser o controlador do
evento (ou da ação), enquanto outros menos propensos e outros não são nada propensos, Dixon
propõe uma Hierarquia Nominal dos constituintes dos SNs que indica as motivações das cisões
intransitivas. Observemos abaixo a representação do diagrama proposto por Dixon.
Quanto ao outro condicionamento, também de natureza semântica é aquele que diz respeito à
natureza do verbo. Partimos dos trabalhos de Butler (1977, 1978, 2003) nos quais a autora
distinguem os intransitivos em estativos e ativos em terena e inferimos, por fim, a respeito dessa
distinção também retratar o condicionamento do sistema Fluído-S nessa língua.
Butler (2003) descreve que em sentenças intransitivas de núcleo estativo manifesta-se a
relação estado-paciente, já em intransitivas de núcleo ativo manifesta-se a relação agente- ação.
Tal distinção semântica entre núcleos verbais intransitivos em terena consiste no fato de que
verbos ativos expressam ações, eventos e processos enquanto que os estativos codificam noções
que normalmente se esperam ser expressas por adjetivos (Seki, 1990).
Verbos ativos.
(21) a. yonone
3SG+andar
‘(ele) anda/andou’
b. v-ehákovo
1PL-correr
‘(nós) corremos’
Verbos estativos.
b. ehakovo-ne ne yu:ão
correr-PERF PART João
‘João já correu’
Ambivalentes
A distinção semântica entre núcleos intransitivos ativos e estativos, que distingue as funções de
Sa e de So, apresenta um outro fator motivador para essa cisão, aquele condicionado por TAM.
Aferimos que a língua terena apresenta casos de aktionsart definido, havendo formas verbais que
possuem semântica aspectual lexicalizada. Há formas verbais que expressam aspecto
imperfectivo lexicalizado com {-ti}, bem como há formas que expressam aspecto perfectivo com {-
ne}.
No que se refere ao condicionamento por TAM, estando a cisão condicionada pelo tempo ou
pelo aspecto, a marcação ergativa é sempre estabelecida pelo tempo pretérito ou pelo aspecto
perfectivo. Deste modo, tem-se que a cisão TAM em terena consiste em nominativa entre os
intransitivos imperfectivos e absolutiva entre os perfectivos.
(25) a. ɔjɛ:kɔ-nɛ-hikɔ
3-cozinhar-PERF-PL
‘(ele) já cozinhou’
b. ivokovo-ne ra mbeyo kamo
morrer-PERF PART 1SG.POSS cavalo
‘meu cavalo morreu’
Há ainda verbos em que a semântica aspectual não é especificada pelo núcleo verbal, porém
podem codificar tanto as propriedades semânticas do aspecto imperfectivo [+durativo +inerente],
quanto propriedades semânticas do aspecto perfectivo [+concluso +transi-tório]. Como
demostrasta os dados (25 e 26), tal ambivalência credita à análise de fluidez intransitiva em
terena, propria de sistemas Fluído-S.
Conclusão
Este artigo dispõe de uma análise primeira dos mecanismos de codificação de caso na língua
terena (aruák), notificando, deste o título, que o mais evidente mecanismo de codificação de caso
nesta língua é o do sistema de referência cruzada, em que as funções de SAO são indexadas ao
núcleo verbal num alinhamento nominativo-acusativo. A perspectiva teórica empregada na
discussão sobre sistemas de marcação de caso é funcionalista e a abordagem adotada é
funcional-tipológica.
Quanto ao mecanismo de marcação morfológica de caso em terena, considerando a distinção
das funções de SAO, tem-se que se dá num alinhamento cindido nominativo/absolutivo. E, que
as combinações VS/VAO e S-V/A-V-O ordenam as mesmas funções por meio de uma mistura de
estratégias também nominativo/absolutivo intra-clausal que pode ser condicionada por
diferentes fatores de cisão intransitiva.
Propõe-se que haja três os fatores de condicionadores da cisão intransitiva terena: i) o
condicionamento pela natureza semântica dos SNs (se nominal —absolutivo, se pronominal—
nominativo); ii) o condicionamento pela natureza semântica dos núcleo intransitivo
(preferencialmente nominativo, se ativo, se estativo, absolutivo), e iii) o condicionamento pelo fa-tor
TAM (preferencialmente nominativo, se imperfectivo, se perfectivo, absolutivo). Entretanto, é o
fator i) do condicio-namento pela natureza semântica dos SNs que propõe-se aqui ser o fator que
condiciona a intransitividade cindida que advém num sistema de Fluído-S em terena.
Referências bibliográficas
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(Org.) The Amazonian languages (65-105). Cambridge: Cambridge University Press.
Blake, B. (1994). Case. Cambridge: Cambridge University Press.
Bouquiaux, L. (1992). Studying and describing unwritten language. Dallas: SIL.
Butler, N. E. (1977). «Derivação verbal em Terena». Série Lingüística, 7, 73-100.
_____ (1978). Modo, extensão temporal, tempo verbal e relevância contrastiva na língua Terena.
Brasília: SILEL.
_____ (2003). «The multiple functions of the definite article in Terena». Série Linguística, SIL.
Butler, N. E. & Ekdahl, E. M. (2012). Aprenda Terena (v. I, v. II). Brasília: SIL.
adjetivo, cap.10
adverbio, cap. 2
alacalufe, cap.13,
alfabetización semiótica, cap.12
argumento a la sombra, cap.4
aspecto léxico, cap.3
cambio lingüístico, cap.8
caso, cap.14
causalidad, cap.9
conector argumentativo, cap.12
configuración verbal, cap. 2
construcción causativa, cap. 1
cuantificación, cap.10
delimitación, cap.5
descripción sincrónica, cap.11
diacronía, cap.13
discurso, cap.9
dominio locativo, cap. 8
dominio, cap.5
español del nea, cap. 11
español en misiones, cap.10
expresión escrita, cap.11
expresión escrita, cap.12
fenómenos morfosintácticos, cap.11
interfaz léxico-sintaxis, cap 1
interjecciones deverbales, cap.6
intersubjetivización, cap.7
lengua en uso, cap.10
léxico generativo, cap. 1, cap.4
línguas indígenas, cap.14
lingüística cognitiva, cap.6,
logros, cap.3