Aguiar E Silva Vitor Manuel de Teoria de La Literatura
Aguiar E Silva Vitor Manuel de Teoria de La Literatura
Aguiar E Silva Vitor Manuel de Teoria de La Literatura
1 P ro f,“ D ra. M aria H elena da Rocha Pereira, H élade, 2 .a ed., Coim bra,
19 6 3, pp. 140 s s .; v ., de la misma autora, O ccmceito de poesía na Grécia
arcaica, Coim bra, 19 6 2, pp. 14 ss.
2 H oracio, Epistula ad Pisones, v v . 3 3 3 - 3 3 4 : “ A u t prodesse uolunt aut de
lectare poetae/aut simul et iucunda et idonea dicere uitae” ("L o s poetas quie
ren o ser útiles o deleitar/o tratar al mismo tiempo asuntos gratos e idóneos
para la vid a” ).
Funciones de la literatura 45
y que todos observan y practican con devoción sincera” . De esta fe
nace el sentido trovadoresco del arte que es el fin de sí mismo. El arte
por el arte es un descubrimiento de los trovadores” 3.
A pesar de estos y algunos otros raros ejemplos, no hay duda de
que la conciencia de la autonomía de la literatura — y del arte en
general— sólo adquirió fuerza y alcanzó su fundamentación a partir
de la segunda mitad del siglo xviil, época desbordante de actividad
intelectual en muchos dominios y, particularmente, en el de las ideas
estéticas.
Alexander Gottlieb Baumgarten (1714-1762), a quien se debe la
creación del vocablo estética, fue ciertamente uno de los primeros
pensadores que consideraron el arte como un dominio específico,
independiente de la filosofía, de la moral y del placer. En 1778,
Karl Philip Moritz, en su obra Sobre la imitación plástica de lo bello
(Ü ber die bildende Nachahmung des Schónen), afirma que la obra
de arte es un microcosmo, un todo orgánico, completo y perfecto en
sí mismo, y que es bello precisamente porque no tiene necesidad de
ser útil. La utilidad se muestra como factor extraño a la belleza, pues
“ ésta posee en sí misma su valor total y la finalidad de su exis
tencia” 4.
El año 1790 es hito fundamental en el desarrollo de las doctrinas
sobre la autonomía del arte : publica Kant su Crítica del juicio, donde
presta atención particular al problema de la finalidad del arte. Según
Kant, el sentimiento estético es ajeno al interés de orden práctico,
lo cual ya no acontece con lo agradable, pues esto va siempre unido
al interés. Como escribe un estudioso de la estética kantiana, “ la fina
lidad estética que caracteriza a la belleza consiste en que la forma
representativa del objeto, independientemente de cualquier deseo o
voluntad, en la pura contemplación, pone en movimiento, en un juego
libre y armonioso, las dos facultades que constituyen la estructura del
sujeto consciente (el intelecto y la fantasía)” 5. Así, mientras que, en
rirían de tedio — porque, en verdad, se m uere de tal cosa, ya que bastó preci
samente para el suicidio del Estoico” ( L ’ esthétique d e H eg el, Paris, P. U . F .,
19 58 , p. 38).
8 W illiam K. W im satt Jr. BC Cleanth Brooks, Literary criticism, N ew
Y o rk , K n o p f, 1964, p. 4 77 .
48 Teoría de la literatura
3.1. En primer lugar, las doctrinas del arte por el arte rehúsan
toda posibilidad de identificar o de aproximar siquiera la utilidad y
3 .3. La vida, para las teorías del arte por el arte, no representa
el mar vivificador en que el escritor debe sumergirse detenidamente
para fecundar su obra. Aparece, por el contrario, como un conjunto
de elementos impuros, en disonancia con el mundo esplendoroso del
arte. La literatura se transforma en un sacerdocio que no puede coha
bitar con los aspectos profanos de la vida del escritor : el artista,
para no traicionar a su ideal, tiene que matar, o por lo menos cloro
formar, al hombre que también en él existe. Charles Demailly, pro
tagonista de la novela del mismo nombre, expresa así el punto de
vista de los hermanos Goncourt: “ ¿H ay acaso lugar para el hombre
en un hombre de letras?...” . Piénsese en un crítico fríamente lúcido
ante una representación teatral : “ El hombre de letras me causa pre
cisamente ese efecto ; simplemente, la obra que escucha y contempla,
es su vida. Se analiza cuando ama, y, cuando sufre, también se ana
liza... Su alma es una cosa disecada por él... ¿Sabéis cómo se acerca
un hombre de letras a una mujer? Como Vem et al mástil del navio...
H am adríades h u ra s palpitando
’ StSo no líber das am ores; donosas
N apeias saltam do olivedo, em bando.
31 Idem , ob. cit., p. 1.2 2 6 . D e esta unicidad resulta, según W alter Pater,
"a certain incapacity w holly to accept other m en’ s evaluations” — cierta inca
pacidad para aceptar totalmente las valoraciones de otros hombres (cit. por
Charles D u Bos, A pproxim ations, cinquième série, Paris, Éditions R .-A . C o
rrea, 19 3 2 , p. 30).
62 Teoría de la literatura
Cántame, mi ama,
U n a canción triste.)
56 Rocco M ontano, L ’ este tica del Rinascim ento e del Barocco, N apoli,
Quaderni di D elta, 1962, p. 12 3 .
57 V . M aggi, Aristotelis librorum d e poetica com m unes explicationes, V e -
netiis, 15 5 0 . Sobre M aggi y la interpretación moralística de la catarsis, v . los
estudios básicos de Giuseppe T o ffan in , L a fine dell’ um anesim o, T orino, Bocca,
19 2 0 ; II Cinquecento, 5 . a e d ., M ilano, Vallardi, 19 54 .
Fundones de la literatura 75
que la tragedia “ produce la purificación de tales pasiones", quería
significar que la poesía trágica no sólo purifica la compasión y el
temor, sino también otras pasiones similares (sic!), como la ira, la
lujuria y la avaricia, obstáculos para una vida virtuosa. Según Maggi,
la purificación debía consistir en la sustitución de estas pasiones vi-
ciosas por sentimientos alimentados de la caritas cristiana. Estamos
ante una interpretación que traiciona al texto aristotélico, pero que
revela bien cómo, en aquella época, se buscaba ansiosamente una mo
ralización de la literatura.
A la interpretación moralista de Maggi se adhirieron otros muchos
críticos de su siglo, como Segni, Bargagli, Mazzoni, etc. Escalígero,
que publicó en 1561 sus Poetices libri septem, representa el punto
extremo de esta concepción rígidamente moralizante de la literatura,
como lo revela bien su definición de la finalidad de la poesía í “ el
fin de la poesía no es la imitación, sino una agradable doctrina, a
través de la cual las costumbres de los espíritus son conducidas a la
recta razón, de modo que con ellas alcance el hombre la actuación
perfecta que se llama beatitud” . Ante la afirmación aristotélica de que
la poesía imita las maneras de ser, los caracteres (éthe) de los hom
bres, Escalígero teme que la imitación pueda incidir sobre impulsos
pasionales capaces de turbar peligrosamente al lector e impedir la
catarsis, y por eso establece que la imitación poética no incide sobre
los caracteres (éthë), sino sobre los estados de alma, los sentimientos
ya exentos de brutalidad pasional y depurados por la razón. Así, Esca
lígero puede concluir lógicamente que el poeta no imitatur fabidam,
sino que docet fabulam.
Tal interpretación moralista de la catarsis, aceptada en el si
glo XVII por muchos autores — entre ellos Corneille— , conduce, en
el XVIII, a un concepto sentimentalista de la catarsis, identificada con
una lección m oral58.
b) Interpretación mitñdática. — La llamada interpretación mitri-
dática de la catarsis fue defendida en el siglo xV i por autores como
Robortello, Mintumo, Vettori, Castelvetro, etc. Esta interpretación,
66 Jean-Paul Sartre, "Q u 'e st-ce que la littérature?” , Situations, II, Paris,
Gallim ard, 1948.
8ο Teoría de la literatura
70 Ib id ., p. 74.
71 Ib id ., p. 75 .
72 Ib id ., p. 90.
82 Teoría de la literatura
73 Ibid ., p. 9 1 .
74 Ib id ., p. 96.
Funciones de la literatura 83
para el lector francés, que vivió concretamente la tragedia de la Fran-
cia ocupada, un significado profundo y una particular resonancia afec
tiva, mientras que, para el lector americano, representaría un aconte
cimiento anodino. Si escribir y leer son correlatos dialécticos del mis
mo fenómeno, es necesario que la situación asumida por el autor no
sea ajena al lector, y que las pasiones, las esperanzas y los temores, los
hábitos de sensibilidad y de imaginación, etc., presentes en la obra
literaria, sean comunes al autor y al lector: “ este mundo bien cono
cido es el que el autor anima y penetra con su libertad, y a partir
de él debe el lector realizar su liberación : él es la alienación, la situa
ción, la historia; es el que debo tomar y asumir de nuevo; el que
debo modificar o conservar, para mí y para los demás” 75.
Con todo, en un mundo parcelar y diversificado como el nuestro,
no puede realizarse el proyecto de que el autor se dirija a todo lector
contemporáneo. En una sociedad sin clases, la literatura se realizaría
plenamente, porque el escritor tendría la certeza de que entre su
“ asunto” y su público no habría distancia, y la obra literaria podría
ser efectiva y universalmente la síntesis de la Negatividad —denun
cia de la alienación y del estancamiento— y del Proyecto —rumbo
de un orden nuevo. Pero tal sociedad es quimérica, y la solución de
estos problemas debe situarse en el mundo histórico en que nos ha
llamos. De ahí la necesidad de que el escritor se dirija a su hermano
de raza y de clase, invitándole a colaborar en la transformación del
mundo, pues la literatura de héxis — literatura de consumo, de placer
o entretenimiento— debe ser sustituida por la literatura de praxis
— literatura de acción en la historia y sobre la historia, esfuerzo revo
lucionario para transformar las estructuras de la sociedad humana.
Hemos de reconocer que la estética de Sartre es el intento más
audaz hasta hoy de conferir a la literatura una función político-social.
Partiendo del análisis del estatuto ontológico del fenómeno literario,
con una dialéctica cerrada, Sartre procura integrar la actividad litera
ria en el ámbito de la revolución marxista. Pero el brillo de su racio
cinio no consigue disfrazar la vulnerabilidad de muchas de sus aser
ciones y conclusiones.
75 Ibid., p. 1 1 9 .
84 Teoría de la literatura
S u r m es cahiers d ’ écolier
Su r m on pupitre e t les arbres
S u r le sable sur la neige
J'écris ton nom
L ib e rté 76.
E n la salud recobrada,
E l riesgo desvanecido,
L a esperanza sin recuerdo,
Pongo tu nombre.
Libertad.)
78 Platón, F edón, 6 1a .
Funciones de la literatura 89
poesía, que es imitación de una imitación, representa algo que dista
tres grados de la verdad del ser.
En segundo lugar, la poesía perturba extrañamente el equilibrio,
la isonomia de los elementos del alma humana, pues se dirige a la
esfera de los instintos y de las pasiones, despertando y estimulando
fuerzas perniciosas. La conmoción dolorosa, la compasión que la poe-
sía trágica despierta en el espectador, así como la vis cómica que
también puede ser transmitida por la poesía, no constituyen una di
versión inocente, puesto que provocan una peligrosa adulteración de
los valores que deben regir al hombre.
Como consecuencia ineluctable de las críticas precedentes, el filó
sofo concluye que la poesía debe ser excluida de la ciudad ideal,
aunque Platón admita en ésta los himnos a los dioses y los encomios
a los varones honestos: “ conviene saber que, en materia de poesía,
sólo se deben admitir en la ciudad himnos a los dioses y encomios a
los varones honestos, pues, si se recibiere a la Musa graciosa, tanto
a la lírica como a la épica, gobernarán en nuestra ciudad el placer y el
dolor, en vez de la ley y del principio que el Estado reconoce siempre
como el mejor” 79.
En su último diálogo, Las Leyes, Platón concibe de modo dife
rente la función de la poesía en la ciudad ideal; a la expulsión pres
crita en la República, corresponde en este otro diálogo un ordenan-
cismo que sitúa a la poesía en estrecha dependencia de los poderes
públicos. Platón conoce la capacidad de influjo que tiene la literatura,
y sabe que, por su origen y naturaleza, la obra literaria encierra
contenidos e incitaciones éticamente condenables. Por eso mismo, pro
cura transformar la literatura en instrumento pedagógico y moral al
servicio de la polis, mediante el cercenamiento radical de la libertad
del escritor y la estrecha vigilancia ejercida sobre él por los censores
de la ciudad. Una ciudad regida por leyes buenas, pregunta uno de
los interlocutores de las Leyes, ¿podrá permitir que el poeta, echando
mano de las seducciones de su arte, influya en los jóvenes sin preo
cuparse del efecto virtuoso o maléfico de su influjo? “ Eso, en efecto,
no sería, de ningún modo, razonable", responde sin vacilación el in
terpelado80. El poeta debe ser persuadido por el legislador, u oblu
79 R epública, 607 a.
80 L e y e s, 656 c.
9° Teoría âe la literatura
8í Leyes, 66o a.
82 Ibid., 8oi o d .
Funciones de la literatura 91
Musas: para comenzar, mostrad a los gobernantes vuestros cantos
confrontados con los nuestros, y si vuestras enseñanzas fuesen decla
radas iguales o incluso mejores, nosotros mismos os proporcionaremos
un coro ; de lo contrario, amigos, jamás nos será posible hacerlo” ω.
Ante tales testimonios, parece innegable la existencia, en el pen-
samiento platónico, de una concepción de la literatura dirigida, de una
literatura al servicio de los ideales y de los intereses del Estado. En
la ciudad modelo de Platón, de dimensiones claramente totalitarias,
las libertades individuales son sacrificadas a los valores colectivos, y la
literatura no puede dejar de sufrir solidariamente el mismo destino.
En un estudio reciente, el profesor Edgar Wind relaciona la acti
tud de Platón ante la poesía con la situación política de Grecia:
Platón, al ver que, en su tiempo, las artes y la poesía alcanzaban es
plendor sin igual, pero que, en contrapartida, el Estado comenzaba
a manifestar turbadores síntomas de disgregación, estableció la cone
xión de estas dos realidades: “ Si los griegos no hubieran sido tan
sensibles a una frase exquisita o a un bello gesto, podrían haber juz
gado un discurso político por su verdad y no por el esplendor con que
se pronunciaba ; mas su buen juicio estaba minado por su imagina
ción” M. Platón recelaba profundamente de la capacidad que el arte
tiene para intensificar — y no sólo para acrisolar— las pasiones, para
promover la anarquía, y por eso buscó en la censura estatal un posible
remedio.
83 Ib id ., 8 1 7 C'd.
84 E d g ar W in d , A rt e y anarquía, M adrid, T au ru s, 19 6 7 , p. 1 7 .
92 Teoría ¿le la literatura
95 C fr. Galvano Delia Volpe, Crítica del gusto, Barcelona, Seix Barrai,
iq 66, pp. 1 1 3 ss· Y PP· 173 ss·
96 E n el análisis semántico de la obra literaria sigue siendo válida esta
directriz propuesta por Hjelm slev para los estudios de semántica : “ L a des-
cripción semántica debe, por tanto, consistir ante todo en una aproximación
de la lengua con relación a las otras instituciones sociales, y constituir el punto
de contacto entre la lingüística y las otras ramas de la antropología social”
(L. H jelm slev, Essais linguistiques, Copenhague, p . 109).
Funciones de la literatura, χοι