Casetti Resumen

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Casetti -

En la última parte de esa obra, Locke diseña una amplia visión de las ciencias,
previendo "tres especies", la última de las cuales se ocupa específicamente de los
signos. "La tercera rama puede ser llamada Semiotiké, o sea, la doctrina de los signos, y
puesto que la parte más habitual de ellas está representada por las palabras, muy
convenientemente viene nombrada Logiké, o sea Lógica. Su tarea es considerar el uso
de los signos de que hace uso el espíritu para el entendimiento de las cosas o para
transmitir a otros su conocimiento. Dado que las cosas que la mente contempla no
están nunca, excepto la mente misma, presentes al intelecto, es necesario que otra
cosa que viene considerada, sea presente al espíritu: y éstas son las ideas. Y ya que la
escena de las ideas, que constituye los pensamientos de un hombre determinado, no
puede venir expuesta a la inmediata visión de otro, ni ser acumulada en otro lugar que
en la memoria, que no es un depósito muy seguro, se sigue que para comunicar a otros
nuestros conocimientos, así como para registrarlos para nuestro uso, son necesarios
del mismo modo, signos de nuestras ideas y lo que los hombres han encontrado más
conveniente son los sonidos articulados.

A diferencia de Locke, Johann Lambert, (1728- 1778) no se limita a los signos verbales,
a los que reconoce sin embargo, un obvio predominio, sino que insiste al mismo
tiempo, en la importancia de la gestualidad o de las figuras y diseños, analiza el
funcionamiento en cuanto lenguaje, de la música, de la cartografía, de la heráldica, de
las fórmulas químicas y matemáticas etc.

Peirce y Saussure

Si de lo que hemos hablado es del telón de fondo de una ciencia que hoy tiene, a pesar
de todo, su terreno propio, ¿cuándo comienza a delinearse esta ciencia en el modo que
la practicamos hoy?
En dirección a responder esa pregunta hay dos "lecciones" que funcionan como
"comienzo": la de Peirce y la de Saussure. Dos lecciones y dos precisas tradiciones. Por
un lado autores como Ogden y Richards o Morris; por el otro, útiles conexiones con el
Círculo de Praga o el de Copenhague hasta "Elementos de semiología" de Barthes.
Encontramos en Peirce que la indagación se inicia a partir de un postulado
metodológico muy general, centrándose en el rechazo del intuicionismo a favor de la
inferencia o abducción, elegida como instrumento científico rector junto con la
deducción, la inducción y el laboratorio. Esta opción metodológica "constituye el anillo
entre su crítica de la doctrina de la intuición, su noción de la investigación científica y
su teoría de los signos del pensamiento" (Tordera) ya no como objetos de investigación
"en sí", sino como "objeto de análisis".
En Saussure los problemas de estatuto de nuestra ciencia asumen largo valor.
Recordemos su formulación: "Se puede concebir una ciencia que estudie la vida de los
signos en el seno de la vida social. Nosotros la llamaremos semiología. Ella nos
enseñará en qué consisten los signos y cuáles son las leyes que los gobiernan. Puesto
que todavía no existe, no puede decir lo que ella será; pero tiene derecho a la
existencia, y su lugar está determinado de antemano..." A primera vista revela una
incertidumbre (no se puede decir lo que ella será), una certeza (su lugar está
determinado de antemano...) El lugar de la semiología está determinado de antemano
porque desde el comienzo se ha determinado su objeto: ese objeto parecería ser el
signo que dan nombre a la nueva ciencia. Pero esa impresión es fugaz, porque es
necesario atender al contexto en que aparece el "proyecto" ver en qué modo éste haya
penetrado el interior de la lingüística y cuales sean sus consecuencias. "...la lengua, el
más complejo y el más extendido de los sistemas de expresión es también el más
característico de todos; en este sentido la lingüística puede erigirse en el modelo
general de toda semiología aunque la lengua no sea más que un sistema particular.
" La lengua es un sistema de signos que expresan ideas, y por eso es comparable a la
escritura, al alfabeto de los sordomudos, a las formas de cortesía, a las señales
militares etc. Sólo que es más importante que todos esos sistemas".
En ambos párrafos destacan dos cuestiones:
la primera es la relación entre la semiología y la lingüística, ésta aparece como un
"sistema particular", y al mismo tiempo como "modelo general " para la semiología. A
partir de esta formulación pueden hacerse algunas objeciones; una línea de
interpretación que ha sido explicitada por Barthes mediante la noción de "modelizante
primario" ("La lengua natural sobre la que se construirán los sistemas culturales") Pero
esta cuestión oculta una segunda sobre la que nos detendremos: la sumisión
consiguiente del signo, de todo signo, a la lengua, es decir al objeto específico de la
lingüística; en general la sumisión del signo al sistema.
En el Cours la definición de lengua en cuanto objeto de la lingüística aparece desde las
primeras líneas como fruto de un trabajo de mediación y de opción, y al mismo tiempo,
como un acto preliminar y necesario. Si por un lado: "Lejos de preceder el objeto al
punto de vista, se diría que es el punto de vista el que crea el objeto, y además nada
nos dice de antemano que una de esas maneras de considerar el hecho en cuestión sea
anterior o superior a las otras" por el otro para evitar cierto empirismo afirma que "hay
que colocarse desde el primer momento en el terreno de la lengua y tomarla como
norma de todas las otras manifestaciones del lenguaje".

Un objeto que tiene dos características inmediatas: es producido - a base de la


intervención del punto de vista gracias al cual se toman las distancias de lo que de otro
modo es un simple campo de indagación, una pura suma de datos empíricos-y es
delimitado, lo que estos dos caracteres del objeto saussuriano nos muestran es, en
primer lugar un mecanismo de exclusión ("¿qué es la lengua?") "Para nosotros la
lengua no se confunde con el lenguaje..." "Tomado en su conjunto el lenguaje es
multiforme y heteróclito, a caballo de diferentes dominios, a la vez físico, fisiológico
y psíquico, pertenece además al dominio individual y al dominio social, no se deja
clasificar en ninguna de las categorías de los hechos humanos porque no se sabe como
desembrollar su unidad". El problema de la unidad, fundamental para todo discurso
científico, se resuelve por una serie de exclusiones: la indicación de un exterior-a-la-
lengua, de un "fuera", es decir, el físico, el fisiológico, el individual, , etc. que sólo la
lengua, en el momento en que ha sido puesta como tal, ha constituido como
exterioridad.

Más adelante nos dice Saussure: "Mientras que el lenguaje es heterogéneo, la lengua
así delimitada es de naturaleza homogénea: es un sistema de signos en que sólo es
esencial la unión del sentido y de la imagen acústica, y donde las dos partes del signo
son igualmente psíquicas".

En conclusión: a un objeto aparente de la semiótica, el signo, le corresponde un objeto


real de la lingüística, la lengua, (un objeto real, es cuanto es el único capaz de
garantizar una homogeneidad y una unidad a la mirada, aunque por el precio de
algunas necesarias exclusiones); la naturaleza de esta lengua se ha descubierto como
un sistema; retomando las relaciones entre signo y sistema, se ha visto que sólo en
cuanto a elemento del sistema el signo es sí mismo, una identidad identificable y fijada.
Por tanto, la inscripción del proyecto saussuriano, en el marco de una teoría lingüística
hace que se inviertan las primeras impresiones: lo que parecía una incertidumbre
desaparece, se sabrá "qué cosa es" la semiótica sabiendo cual es su objeto, o sea, no el
signo, sino el sistema de signos.

El proyecto saussuriano abrió un canal de investigación y de desarrollo que se ha ido


profundizando y extendiendo hasta dudar de todo análisis semiológico dirigido sólo a
los hechos del "habla".

Habría además que recorrer muchos de los debates internos a cada "especialización"
de la semiótica, viendo como cada sector en contacto con un diverso campo empírico,
ha desarrollado la propia problemática, ha diseñado su propio camino, ha operado la
propia "institucionalización".
El caso de la semiótica del cine.

Nace con un famoso ensayo de Metz (Le cinema, ¿langue o langage?) que
aparentemente se interroga sobre una analogía: ¿en qué sentido el cine tiene o no
tiene una lengua como la lengua verbal? La pregunta no es secundaria: sirve para
plantearse la legitimidad de la investigación toda vez que se refiere al objeto que ha de
darle al análisis, y además sobre un objeto que no parece evidente (el cine no parece
tener una lengua: la indagación debe encontrar nuevas bases y Metz
sintomáticamente, encierra el ensayo de cara al futuro: "es necesario hacer la
semiología del cine" y por otra parte porque sirve -proporcionalmente- para fijar los
términos centrales de una problemática cuya distancia con el pasado representado por
las teorías del cine es evidente (se postula , en todo caso, la transferencia y la
reformulación de las categorías y modelos semióticos del cine.)
Contribuciones a este enfoque:
Bettetini: buscando un objeto específico, el iconema, activo más bien sobre el lado del
signo pero ya definido en sus aspectos de "gramaticalidad".
Garroni: indagando sobre la noción misma de lengua y de sistema y encontrando una
original aplicación al cine ( no menos heterogéneo que otros lenguajes,
comprendiendo el verbal).
Eco desarrollando un modelo complejo, como comprobación de las articulaciones del
lenguaje verbal respecto al lenguaje icónico, y como apertura a un gran número de
niveles de codificación; etc.

El campo semiótico
No basta ciertamente un objeto científico para constituir o definir la identidad de un
paradigma: si la determinación de un objeto parece ser aquí, al mismo tiempo,
ejemplar y crucial se debe a que el sentido del proyecto saussuriano parece
incorporarse justamente en su óptica: sentido y óptica que Benveniste resume
acertadamente; refiriéndose precisamente a Saussure, y diciendo
que "para alcanzar lo concreto histórico, para volver a colocar lo contingente en su
necesidad propia, debemos situar cada elemento en la red de relaciones que lo
determina, y plantear explícitamente que el hecho sólo existe en virtud de la definición
que le atribuimos".

Debemos también recordar que los objetos no son definidos una vez por todas de
modo tajante y exclusivo: la historia de la semiótica puede demostrar a propósito de
esto que los esfuerzos de presión, de recambio, de permutación etc. han sido
numerosos. Basta pensar en la inversión de las relaciones entre lingüística y semiótica
que ya hemos señalado; o basta pensar en las "lecturas" a que ha sido sometido el
Cours interpretado en una perspectiva funcionalista, o en clave más netamente
estructuralista; y baste pensar en el difícil equilibrio entre los postulados teóricos y las
instancias provenientes del concreto campo empírico, equilibrio que modela una
identidad diversa para cada experiencia diversa de investigación.

En primer lugar, hay que tomar en cuenta los grandes centros de interés. Además de
los señalados (historia de la semiótica, articulación del campo etc) son particularmente
relevantes las contribuciones que afrontan directamente esta ciencia en cuanto tal, que
examinan su forma de teoría, que discuten sus condiciones de existencia: de todas
ellas, basta pensar en la línea de reflexión que va de Hjelmslev a Garroni, en que a
verificación epistemológica juega un papel crucial.

En segundo lugar, deben considerarse algunos grandes puntos que unen la semiótica
con otras disciplinas: contribuciones que buscan una confrontación entre los
problemas de nuestra ciencia con los de las ciencias hermanas, o que tratan de
incorporar algunas interrogaciones emergentes al tronco de tradiciones ya
consolidadas. Ejemplo: discusiones sobre "semiótica y lingüística", "semiótica y lógica",
"semiótica y filosofía" , "semiótica y estética" etc.

En tercer lugar, deben considerarse distintos campos de aplicación de la semiótica. Y


aquí encontramos la subdivisión de un vasto archipiélago de numerosas islas, cada una
con su propia configuración, es aquí que se encuentran cada una de las regiones del
campo semiótico, los subdominios de un campo sin embargo unitario.
Procediendo entonces en un orden disperso encontramos por ejemplo la semiótica de
la literatura, donde destacan figuras como Barthes, Lotman, Genet etc.

La semiótica de la narratividad donde el relato es estudiado en sus estructuras


constitutivas, con los estudios de los formalistas rusos, sobre todo de Vladimir Prop.

CAPÍTULO II - Comunicación, significación, producción.

Una topología-
Con frecuencia emergen en el campo de la semiótica, una subdivisión relacionada con
el uso de los términos comunicación, significación, producción. No resulta fácil aclarar
de una sola vez, a qué cosa lleva o ha llevado tal partición.

De todos modos, la fisonomía, los intereses y los objetivos de cada uno de estos tres
puntos de atención son bien explícitos: el primero, afluyendo sobre la comunicación se
ocupa del acto concreto en que se intercambia y se reparte una información, ( a través
de una señal) entre un emisor y un receptor; el segundo centrándose en la
significación, se ocupa del modo en que se estructura un signo, o si se quiere, del por
qué un signo dice lo que dice; el tercero, apuntando a la producción se ocupa del
proceso a través del cual se construye un objeto significante, y del rol que esta
"fabricación" juega sobre el "producto final". Estos son los tres puntos que
caracterizados de modo muy sumario aparecen con un mayor interés en la semiótica.

Hay que añadir que su diversidad aparece subrayada por las diversas "entidades" o
"unidades" sobre las que estos se focalizan: así para la comunicación es la estructura
general de un acto de palabra; para la significación, es el signo en sus relaciones
privilegiadas con un sistema; para la producción es el discurso tomado en su
materialidad, o mejor como un construído específico.

Hay que decir entonces que comunicación, significación y producción han marcado
paso a paso, los confines de la semiótica o sus puntos de fuga, se han revelado como
referentes concretos o como simples perspectivas de estudio, se han presentado como
sectores de especialización o
como principios de explicación: pero ellos han significado una especie de repartición
del amplio dominio de la semiótica en territorios "regionales".
Qué sería una tipología: una localización de los diversos problemas que se refieren al
lenguaje y a los simbólico, y al mismo tiempo, una definición de algunas zonas que
aunque mantienen entre ellas, relaciones muy precisas y estrechas, son distintas.

Semiótica y comunicación
La comunicación en primer lugar. Las aproximaciones al problema han sido numerosas.
Saussure esquematiza en el "circuito de las palabras" la actividad concreta de un sujeto
hablante (distinguiendo tres fases: un proceso psíquico, es decir la conexión que tiene
lugar en el cerebro de un concepto y de una imagen acústica, un proceso fisiológico,
transmisión a los órganos de fonación de un impulso correspondiente a la imagen; un
proceso físico que es el pasaje de las ondas sonoras de la boca del hablante a la oreja
del auditor; para este último la secuencia prosigue naturalmente a la inversa); más
tarde Morris que define lo sígnico en el cuadro de un comportamiento comunicativo;
Searle que estudia en forma específica los actos que se realizan hablando, los actos
lingüísticos (observa como ellos constituyen una unidad y por otra parte, cuál es su
estructura, su valor, su relación con otros fenómenos, como por ejemplo la referencia
etc.)

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