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Y OTROS CUENTOS
Jorge Alberto Ley Delgado
EL IMPERIO AZTECA
DIRECTOR DE PUBLICACIONES
Los 3 gigantes . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 11
El cementerio de los antiguos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 14
La colonia . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 17
La nueva especie . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 20
El inventor . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 23
La sociedad perfecta . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 26
Dr. geoff . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 30
La burbuja . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 32
La voz . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 34
El fin del mundo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 37
El imperio azteca capítulo I
Cuauhtémoc: emperador de los aztecas . . . . . . . . . . . . 39
Capítulo II México en la mira del mundo . . . . . . . . . . . 45
Capítulo III La guerra . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 49
Capítulo IV “El ejército de los ocho grandes” . . . . . . . . . 52
Capítulo V Cuauhtémoc: emperador del mundo . . . . . . . 54
La armadura . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 56
Los comenubes . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 63
El pergamino y la pluma . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 65
El futuro . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 68
El escudo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 74
La biblioteca . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 78
El espejo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 89
El imperio azteca y otros cuentos
Los 3 gigantes
HACÍA MÁS DE 4,500 años que el último ser humano había pereci-
do; de entre la tierra árida nacieron tres gigantes, los cuales
controlaban grandes extensiones de terreno. Lentamente la
tierra se repuso de su mal estado, mediante la ayuda de es-
tos tres personajes de proporciones mayúsculas. Diariamen-
te, Pasado, que era el nombre de uno de los tres gigantes,
regaba la tierra con una escudilla, el agua la extraía de uno
de los diez pozos que había cavado; esa ardua tarea le toma-
ba alrededor de tres horas. Para cuando concluía, su herma-
no, cuyo nombre era Presente, le decía: “qué caso tiene que
riegues la tierra para que crezca pasto verde, no existe nin-
gún ser humano, que haga uso de los frutos de la tierra”. Al
oírlo, Futuro, que era el nombre del hermano mayor; agregó
que, si existiese un ser humano de seguro que construiría
una máquina para aprovecharse de la tierra, y si estuviesen
dos, el primero le vendería al segundo el producto que la tie-
rra generosamente brinda sin cobranza alguna.
Franqueado el medio día, y después de un frugal desa-
yuno, Pasado, Presente y Futuro se dirigieron a una laguna
en la que, se observaban peces extraños; uno de estos es-
pecímenes poseía en su cuerpo cuatro colores: negro, azul,
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amarillo y rojo, lo que, unado a sus cinco ojos, lo hacía un Dos árboles cayeron a los pies de Pasado, Presente y Futuro.
pez sumamente atrayente. “¿Qué hacen?”, preguntó atemorizado Presente. “Es la tala
Pasado comunicó a sus hermanos que les mostraría de primavera”, contestó Pasado, y continuó: “diariamente
cómo era el planeta Tierra cuando el ser humano lo habita- una veintena de hombres se dedican a cortar estos árboles
ba. De una vasija extraña y un tanto deforme, extrajo un para convertirlos en utensilios u objetos que el hombre con-
reloj de arena, artefacto formado por dos cilindros de vidrio sidera de primera necesidad o simplemente de lujo”. “Ahora
que se unían entre sí, dotándole de una forma sumamente entiendo por qué en el lugar donde vivimos no existen árbo-
agradable a la vista. les”, indicó Presente. “Actividades como la que acabamos
Pasado colocó el reloj de arena sobre una pequeña mon- de presenciar se dan en todas las partes del mundo. Árbo-
taña, y los tres peculiares hermanos se sentaron a esperar a les, mares, lagos, vaya, pues, flora y fauna, para ser más
que sucediese algo. concreto, son las presas del hombre diariamente”, puntua-
Transcurridos un par de minutos, el reloj comenzó a lizó Pasado. En ese mismo instante el reloj emitió un pujan-
vibrar y de un único paso fueron trasladados a la época en te sonido y de un solo paso retornaron a su época.
que el ser humano pobló la tierra. Una gigantesca nube los
ubicó sobre una gran urbe, y el ruido ensordecedor molestó
a Presente y Futuro. “¿Qué son esas cajitas que se mueven
de un lado a otro?”, preguntó Futuro. “Son automóviles”, res-
pondió Pasado. “¡Qué ruido! ¡Qué ruido!”, exclamó Presente.
La nube los llevó hasta un rascacielos, dentro del que, se
podía observar pequeñas criaturas que andaban unas y
otras en un estado de encrespamiento. La aflicción se les
podía notar en cada uno de sus rápidos movimientos. Al
cabo de un buen rato, Pasado ordenó a la nube que los tras-
ladase a un lugar que los terrestres denominaban selva.
“Quedan únicamente tres minutos antes de que la arena del
reloj termine, démonos prisa”, le ordenó a la nube. Ésta ace-
leró el ritmo de avance a una velocidad increíble. Ya en la
selva, bajaron de la nube, caminaron lentamente; un pensa-
miento cruzó por la mente de Futuro y comunicó a Pasado
que los seres humanos podrían mirarlos, ya que habían
bajado de la nube”. “No te preocupes, es imposible que no-
ten nuestra presencia”, respondió Pasado.
No bien habían dado el décimo paso, cuando se escuchó
un ¡fuera abajo! Acompañado de un estruendoso ruido, un
segundo ¡fuera abajo! Y su consiguiente ruido ensordecedor.
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La colonia
LA JUNTA COMENZÓ A eso de las 2:15 p.m., cuando los rayos sola-
res incidían con mayor fuerza sobre la tierra húmeda; el día
anterior, las gruesas gotas de una lluvia persistente hume-
decieron de manera significativa toda la pradera. La cual
orgullosa presentaba un sinfín de flores, desde las más
pequeñitas que apenas rebasaban unos cuantos milíme-
tros, hasta las que se erguían a medio metro del suelo. Ma-
riposas surcaban el cielo intentando esquivar entre piruetas
y saltos, dignos de un acróbata de circo, los rayos solares.
Al mismo tiempo que un gusano realizaba esfuerzos enor-
mes por salir del suelo, las abejas no se daban abasto en el
acarreo constante del néctar de las flores.
No muy lejos de allí, un hormiguero cuyo montículo era
enorme, se cimbraba ante la voz de la hormiga reina, la cual
por tercera ocasión repetía: “La humanidad es la causa de
que nosotras vivamos debajo de la tierra, para nadie es des-
conocido, ni para el mismo hombre, que representamos
mayoría de todas las criaturas del planeta, nuestros primos
los insectos están de acuerdo en esto” “¡Viva! ¡Viva la reina!”
exclamaban las hormigas obreras, al tiempo que lanzaban
pequeños trozos de hojas por el aire. Las larvas, a un solo
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paso de convertirse en pupas y posteriormente en adultas, Nuevamente los gritos de júbilo cimbraron la colonia, y
se retorcían dentro de su pegajoso encierro. las hormigas celebraron toda la noche, bebiendo una com-
—Es hora de rebelarse, los hijos de los hombres arruinan binación de extracto de jugos de frutas, para fortalecerlas en
nuestro hogar, incendian nuestras casas y nuestra esperan- la batalla que estaba pronta a comenzar.
za de vida decrece día a día ante las constantes arremetidas Al día siguiente, un movimiento espectacular hizo que el
del hombre–, y antes de recibir gritos de júbilo por parte de hormiguero quedase destruido ante la peculiar fuerza de
sus obreras, continuó: –he mandado a diez de mis mejores una pala, que de tajo arrancó el hogar de las hormigas; y en
emisarios a diferentes partes del mundo, solicitándoles a las ese movimiento, la reina encargada de la insurrección de
demás reinas apoyo militar, la hora de retomar el planeta todas las hormigas, falleció. Como murieron miles y miles
tierra ha llegado– ¡Viva la reina! ¡Libertadora de las hormi- dentro de la colonia debido al acontecimiento atroz. Cuando
gas! El calor aumentaba con cada grito de júbilo; en eso dos, los hormigueros de todo el mundo se enteraron de la triste
hormigas que custodiaban la entrada al hormiguero abrie- noticia, las armas fueron depuestas antes de que la guerra
ron paso a uno de los diez emisarios, no sin antes revisarla comenzase.
completamente para evitar un posible intento de asesinato En ese mismo instante, cuando la reina era sepultada
a su adorada reina. Tiempo atrás, una reina, cuyo hormigue- con honores, en pleno entierro un par de seres humanos,
ro se localizaba a cientos de metros, le había declarado la armados con palas acabó con toda la colonia, puesto que en
guerra, por considerar un acto de perpetración a su sobera- ese lugar habría de construirse una casa.
nía, haber transportado el cadáver de un gusano que, se
decía, había muerto en sus terrenos; de ahí pues que la
seguridad dentro y fuera del hormiguero fuera estricta.
El emisario se acercó a la reina; dos hormigas guerreras,
graduadas de la escuela militar con los más altos promedios,
se le acercaron para proteger la integridad de la reina. “Has
de disculparme, hormiga obrera, pero es bien sabido que la
reina del sur, en más de una ocasión, ha intentado hacerme
daño”. Eso lo sé, contestó el emisario, te ruego que permitas
leerte el mensaje de un centenar de hormigueros ubicados en
el viejo continente”; y sacando lentamente un rollito de papel,
que tenía escritos caracteres en clave, cuyo código le era
incomprensible al ser humano, leyó en voz alta: “Provisiones
al tope, tropas listas, y puesto que tú, reina del oeste, eres la
primera en convocar a una guerra tan singular, de ahora en
más eres la responsable y la máxima autoridad mientras dure
la guerra. Enviamos saludos y esperamos instrucciones. Res-
petuosamente, los hormigueros del viejo continente.
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da en uno de los percheros, como lo venía haciendo desde des científicas de todo el mundo, como consecuencia de su
hacía veinte años. Manchada de diferentes sustancias, la maravilloso invento que erradicó para siempre la hambruna
bata era muestra inequívoca de que su dueño era hombre y la sequía a nivel internacional.
creativo e inclinado a armar desde su prolífica imaginación
artefactos de todo uso.
“Estoy cerca”, fue la primera frase que expresó. En un
pizarrón, se observaba el dibujo de una máquina cuyas di-
mensiones eran de un cuadrado, de un metro en cada uno
de sus lados. Al lado de dicho dibujo, una lista de materia-
les y los costos de cada uno de éstos, junto con otro dibu-
jo detallando paso a paso el armado de tan complicado
artefacto.
Terminó de observar sus dibujos, cogió el aparato arma-
do casi en su totalidad, y lo acercó al pizarrón “pieza ‘R’
con pieza ‘Q’, ‘T’ con ‘P’. Ahí está mi error, uní la pieza ‘R’
con ‘T’ y ‘Q’ con ‘P’. Por eso no funciona”. Terminó la sen-
cilla pero no menos trabajosa tarea de unir las piezas
correctamente; cuando terminó, sus ojos irradiaron una luz
de victoria. Colocó en su brazo derecho el aparato y se diri-
gió a la salida.
El invento consistía en un aparato diseñado para atraer
las nubes cargadas de agua y con ello provocar la lluvia.
La prueba fue un éxito; acompañada de muchas otras,
enseñó el invento y su uso a familiares y amigos, quienes le
aconsejaron que lo mostrase ante los diferentes líderes de
las naciones.
Estando ante 40 líderes de distintos países, atrajo las nu-
bes e hizo llover en el lugar en donde se encontraban; todos
aplaudieron y su invento tuvo una acogida sensacional.
Además de las aplicaciones prácticas e inmediatas, se en-
contraba que harían llover en las regiones más calurosas del
planeta y, por supuesto, en aquellas en donde la falta de
agua era una necesidad aún no suplida en años.
Es así que el inventor fue invitado a las principales con-
venciones de ciencias y aceptado en más de 80 comunida-
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ahí se podía leer: tienda de ropa, tienda de aparatos electró- sonrió levemente, y contestó que no sólo habían encontra-
nicos y su consiguiente localización: Usted se encuentra do la manera de resolver los problemas, de eliminar la
aquí, departamento de enseres domésticos, en fin, todos los moneda, sino que también desarrollaron un amplio esque-
departamentos que posee una tienda. Pese a ello, George no ma mental de honradez, ética y moral. “Te parecerá utópi-
encontró en el mapa el señalamiento o la ruta de una posi- co, si así lo deseas, indicó Daniel, pero los resultados saltan
ble oficina o centro de quejas en caso de ser maltratado ver- a la vista. Observa bien, las calles están libres de desechos,
balmente por un empleado. los animales en su totalidad están amaestrados y no existe
Todas las personas de la tienda, tanto empleados como sobrepoblación de ellos; y ¿de qué forma se organizan? Un
consumidores, eran amables en verdad, se sonreían los consejo ciudadano formado por 8 personas y elegido de
unos a los otros, se prestaban mutua ayuda. acuerdo con el mayor número acumulado de sonrisas y
Al finalizar el recorrido por toda la tienda y casi para salir actos humanitarios, tomados en cuenta en un periodo de 6
de la misma, George no aguantó más y cuestionó a su ami- meses, son los encargados de administrar razonablemente
go acerca de las etiquetas. Daniel respondió que sólo siendo agua, luz y los servicios necesarios para la población”, con-
amables y regalando cálidas y sinceras sonrisas todos los cluyó Daniel. “Como podrás darte cuenta, al no utilizar
habitantes de la ciudad habían comprendido que los proble- recursos económicos, la corrupción es hoy inexistente; ade-
mas tenían solución e inclusive su desaparición era casi se- más: ¿Quién mejor que la población puede determinar las
gura. Y así sucedió en el correr del tiempo, los problemas necesidades de todos? Es admirable todo lo que ha logrado
más comunes presentes en la sociedad encontraron su fin la sociedad en la que vives”, indicó George.
uno a uno, pero esto fue hasta que los habitantes de la Al cabo de una semana, George regresó a casa, ahora
sociedad perfecta nos dimos cuenta de que afrontándolos y con un panorama más amplio de lo que resulta el hacer
aplicando todo de nuestra parte era posible mantener un bien las cosas, y por supuesto los frutos que se obtienen al
orden de paz, armonía y progreso. actuar con eficiencia.
“Cuando tú regalas una sonrisa cálida a una persona al
comenzar tu día te es tomada en cuenta como por dos; de
ahí en más deberás llevar una cuenta de cuántas sonrisas
procuraste y te fueron devueltas de la misma forma por las
personas. Los actos humanitarios también son tomados en
cuenta. Esto consiste en que si observas a una persona que
se encuentra ante un problema, tú lo ayudas y cumples así
un acto humanitario. Al final del día debes dirigirte al cen-
tro de sonrisas en donde serás atendido amablemente por
un empleado, deberás indicar cuántas sonrisas y actos
humanitarios realizaste y te serán depositados en tu Son-
ricard”, “¿Pero y qué tal si miento acerca de las sonrisas y
los actos humanitarios que realicé?”, indicó George. Daniel
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rior, fue acompañada del material propio que contiene un zó a tomar un poco más en serio. Hasta los más incrédulos
volcán, es decir, lava, que en ríos interminables ern visible empezaron a mostrar cierta preocupación de lo sucedido.
desde las cámaras colocadas por las autoridades. Dicho Los pobladores que afirmaron haber visto días atrás a
fenómeno provocó la rápida movilización de los cuerpos de centenas de personas en las faldas del volcán, decían una y
protección civil para desalojar a las personas vulnerables. La otra vez a periodistas y reporteros que si seguían mandan-
erupción cesó al siguiente día, a las 10:30 horas de la maña- do a más gente allá arriba, los resultados serían los mismos.
na, según lo informaron distintos medios de comunicación. El volcán está enojado, prorrumpía con gritos desesperados
Tres días después, la calma se hacía presente en la pobla- la última persona entrevistada.
ción, pese a esto, un par de pobladores contaron a un curioso De las entrañas de la tierra y por la boca del Popocaté-
periodista que habían observado salir del volcán a cientos de petl emergieron dos mil personas, lo que fue corroborado
personas. Afirmaban una y otra vez que a pesar de la distan- después al analizar con mayor detenimiento la cinta de un
cia en la que se encontraban, no era un efecto visual. Las videoaficionado y, por supuesto, de las cámaras instaladas
cámaras colocadas para la vigilancia de la actividad del volcán relativamente cerca del gigante. En la cinta se podía obser-
captaron el hecho e inmediatamente los encargados revisaron var la extraña vestimenta de los seres que bajaban del volcán
los videos sin que pudieran determinar el extraño suceso. en forma lineal. Los trajes que portaban estaban elaborados
Una televisora en el estado de Puebla recomendaba a la en su mayor parte por materiales naturales; aunado a esto,
población estar alerta ante cualquier nueva actividad del los largos penachos que ostentaban en su cabeza eran real-
gigante. El relato de otras personas, donde se afirmaba el mente atrayentes. Adelante del nutrido grupo de personas,
mismo extraño suceso de la aparición y desaparición de se visualizaba a un individuo cuya vestimenta era sencilla; en
centenas de personas en las faldas del volcán, fue tomado su mano derecha sostenía una concha de dimensiones
como una simple broma; también se le consideró un ardid medianas. El largo descenso duró aproximadamente tres
publicitario, y en casos extremos como provenientes de per- horas; para cuando esto sucedió, todos los medios de comu-
sonas incompletas de sus facultades mentales. nicación se encontraban presentes. Las dos mil personas se
El relato pronto se convirtió en un asunto que no podían separaron en dos grupos al pie del volcán, mil de un lado y
dejar de lado las autoridades de la Ciudad de México y los es- mil del otro; un espacio entre ambos grupos, de al menos
tados de Morelos y Puebla. Por ridículo que pareciese el tema, tres metros, era visible.
los tres estados aportaron, cada uno tres expertos y decididos El cuerpo de seguridad de la Ciudad de México acordonó
exploradores, bajo el pretexto perfecto de que irían a revisar y el área y nadie, excepto ellos, tenían la posibilidad de acer-
registrar las lecturas que proporcionasen aparatos sofisticados carse a tan peculiares seres. Uno de los uniformados se
de diversa índole. Los nueve expertos, además de cuatro aproximó a uno de los seres que formaba uno de los dos
exploradores de otras partes de la República Mexicana, se grupos de mil personas; lo observó largo rato, y cuando de-
encaminaron, sin saberlo, en lo que sería su última actividad cidido le palpó, un grito de dolor le hizo soltar el brazo del
profesional. Cuarenta y ocho horas después, los mandos de los extraño visitante. Rápidamente todos los uniformados des-
tres estados estaban realmente preocupados ante la desapari- enfundaron sus armas y apuntando a los seres, les pregun-
ción de las trece personas. Fue aquí, donde el asunto se empe- taron qué deseaban. Pregunta que no encontró respuesta al
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instante. El ser que sostenía la concha en su mano derecha agradeció en voz alta a Ehécatl, dios del viento de los azte-
se acercó al oficial y le dijo: “Nuestro Señor Cuauhtémoc cas, por haber expulsado al grupo de extraños. Y aunque
estará aquí en un par de horas, nosotros formamos parte de Ehécatl era invisible para su ejército, para el emperador era
su ejército, es mejor que se tranquilice, la hora de retomar condición natural poderle observar.
el orden natural ha llegado.” —Lo veo, –dijo Cuauhtémoc, señor de los aztecas–, veo
Un viento poderoso y repentino derribó al grupo de ofi- a Ehécatl con su máscara en forma de ave acuática de color
ciales, reporteros y curiosos en el lugar, expulsándolos lejos rojo, pronto ofreceremos sacrificios a todos nuestros dioses
del sitio, quedando sólo en pie las dos mil personas y el ser para que nos ayuden en la batalla que está por librarse.
que sostenía la concha. Inmediatamente ordenó a un grupo de sus súbditos cons-
Para cuando un helicóptero de un medio informativo truir en ese mismo lugar el Tzompantli, una estructura donde
nacional sobrevoló el área, habían pasado dos horas; los dos se acumularían los cráneos de las personas sacrificadas.
grupos, inicialmente divididos en mil personas cada uno, Y como en la época de apogeo de la civilización azteca,
eran ahora de veinte mil personas cada cual, dejando los los primeros cráneos fueron depositados en ese lugar. Las
tres metros de espacio anteriores entre ellos. Las ahora 40 víctimas: reporteros, uniformados y curiosos que horas an-
mil personas se inclinaron sobre una de sus rodillas, mien- tes habían sido arrojados por un viento terrible controlado
tras todo esto era captado por la cámara de un medio infor- por Ehécatl. Para cuando esto fue informado en todo
mativo y transmitido en vivo en cadena nacional e inter- México y en diferentes partes del mundo, la comprensión
nacional. La salida de personas de las entrañas de la tierra ante tal suceso por millones y de personas de diferentes cul-
a través del volcán no había cesado, salvo un lapso insigni- turas era diversa.
ficante. De entre todas éstas, destacaba un personaje acom- Militares mexicanos sobrevolaron el área, mientras que
pañado por un séquito en dos líneas de idéntica vestimenta otro nutrido grupo de ellos se aproximaba por tierra al lugar,
a las personas que se encontraban al pie del volcán, el cual con un arsenal extenso. El militar de rango superior se apro-
estaba vestido de manera diferente. En su cabeza portaba ximó a Cuauhtémoc, cuestionándole lo siguiente:
un tocado de finos penachos, su cuello sostenía una especie —¿Quién eres?
de gargantilla de oro que bajaba hasta su pectoral, una espe- —Te responderé para que corras y difundas la noticia de
cie de manta de materiales diversos pero naturales. que los aztecas retomarán el lugar que la historia ha reser-
Una hora después la concha emitió un largo y estremece- vado para nosotros. Soy Cuauhtémoc, emperador de los az-
dor sonido bajo la influencia de quien la manipulaba con tecas, y te exijo que depongas tus armas y tendrás un lugar
destreza. Los guerreros inclinaron su cabeza ante el peculiar en mi imperio. Sus armas no representan una verdadera
ser antes citado, la concha cesó su pujante sonido, y quien amenaza para nosotros, así que ordena al grupo que tienes
la sostenía se acercó y con una reverencia magistral, se diri- a cargo que se nos unan.
gió al personaje: ”Mi señor, emperador de Tenochtitlán, el Al principio, el militar no sabía si reír o tomar en serio las
gran Cuauhtémoc, he aquí parte de tu numeroso ejército, palabras de aquel personaje que se hacía llamar Cuauhté-
dispón de él en el momento que juzgues conveniente”. Tales moc. Los militares esperaban la orden de sus superiores pa-
fueron las palabras del hombre de la concha. El emperador ra atacar. Una hora más tarde, la orden de agredir fue dada.
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CAPÍTULO II
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Un grupo de hombres del emperador Cuauhtémoc llegó civiles inconformes ante tal situación, será mejor que no a-
a Pachuca y pese a los esfuerzos de la policía local y de un tenten en contra de mi ejército o tendrán que sufrir una se-
grupo militar, ésta cayó y en el centro de la misma fue colo- rie de castigos y muy posiblemente la muerte.
cada una bandera en cuya inscripción podía leerse: Todos aquellos ciudadanos que tengan a bien unirse a la
Tenochtitlán. nueva organización de la República Mexicana, que a partir
Habían transcurrido tres días y dos estados ya habían de este momento se llamará Tenochtitlán, pueden ser parte
sido sometidos. Los invasores comunicaron a la población activa de la misma, y yo, Cuauhtémoc, tlatoani de los azte-
civil que tomaran cuanto desearan de los centros comercia- cas, les garantizo que su vida estará bajo protección de mi
les sin provocar daños estructurales a los edificios, además ejército.
de que someterían a cualquier persona que intentase dañar Las personas se agolpaban en diferentes sitios de la geo-
a cualquier integrante del ejército del emperador. grafía mexicana para observar y escuchar atentamente el
La población, temerosa, salió de sus hogares después de mensaje del Emperador. Aún existían personas incrédulas
tres días, debido a la escasez de alimento, así que después ante tal situación, pocos eran los que aceptaban ese aconte-
de un par de horas largas filas eran visibles a kilómetros a cimiento. Parecía un cuento o, peor aún, una broma de muy
la redonda de los centros comerciales de Pachuca. Se sirvie- mal gusto.
ron de los carritos de los supermercados para acarrear los Los líderes de distintos países no sabían como actuar. En
invaluables comestibles: agua, productos enlatados y artícu- distintas ocasiones intentaron comunicarse con las altas auto-
los de limpieza. ridades mexicanas, pero sus intentos fueron infructuosos.
Una hora después, los “intrusos” llegaban al zócalo de la El país vecino, los Estados Unidos de Norteamérica, des-
Ciudad de México y, como era de esperarse, en las entradas conocía en un comunicado a la nueva autoridad mexicana.
los aguardaban tanquetas del ejército mexicano, que fueron Al tiempo que la frontera con dicho país era custodiada con
arrojadas a cientos de metros por los vientos controlados efectivos del emperador. El flujo de personas, vehículos y
por Ehécatl. El segundo Tzompantli fue construido en las mercancías quedó suspendido.
cercanías del zócalo; se podían contar al menos 20 mil mili- El congreso norteamericano se acaloraba ante los argu-
tares mexicanos ofrecidos en sacrificio a una docena de dio- mentos de los republicanos, ante la iniciativa de declararle
ses aztecas. la guerra a la antigua República Mexicana, ahora conocida
Las televisoras fueron tomadas por un grupo selecto del en todo el mundo como Tenochtitlán.
emperador, quienes eran hábiles en el uso de diversos idio- Mientras que los demócratas, apelando a la diplomacia,
mas. Todo intento de frenar a los “intrusos” fue inútil, los tres pedían que el conflicto se solucionase mediante esta vía.
poderes de México fueron derrocados al cabo de quince días. Durante este debate, los efectivos del emperador no ce-
Al tiempo que Cuauhtémoc, emperador de los aztecas y aho- saban de emerger de las entrañas de la tierra, eran inconta-
ra de todo México, pronunciaba el siguiente discurso: bles, algunos pobladores afirmaban que eran tres millones de
—Los estados restantes que cuentan con efectivos milita- efectivos, mientras que otros decían que eran cinco millones.
res han sido derrotados; este es un aviso claro y contunden- La tarde del mismo día el emperador exigió a la autori-
te de que si existiesen aún pequeños grupos militares o de dad norteamericana, en un despacho firmado y sellado con
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ro, la luna y las estrellas, quien hizo oscurecer a Tenochti- mayor parte de nuestro territorio”. El mensajero se retiró y
tlán, convirtiendo el día en noche. días después le comunicó al Emperador la respuesta.
De ahí pues la derrota de la mayoría de los marines; ade- Ochenta mil guerreros aztecas invadieron la Unión
más de que los guerreros del emperador estaban adaptados Americana, después de más de un mes de cruenta lucha, en
a guerrear cuerpo a cuerpo y en las peores condiciones, que los dioses aztecas prestaron pronto auxilio al ejército
fuese de día o de noche. del emperador. En cuanto era capturado un prisionero, era
De nada sirvió el multimillonario y sofisticado armamen- sacrificado éste en honor a algún dios, actividad que estaba
to norteamericano, las más de ocho mil horas de entrena- a cargo de un grupo especial. Fue necesario que el empera-
miento de cada marine y soldado. dor enviase 300 mil elementos aztecas más, para asegurar la
En las primeras planas de los diarios a nivel mundial, victoria sobre los Estados Unidos.
podía leerse: “Estados Unidos ¿Derrotado?”. Las televisoras, La capitulación norteamericana fue firmada por el pre-
principalmente las norteamericanas, minimizaron dicha de- sidente de aquella nación el 10 de diciembre de 2045.
rrota, puesto que el grueso del ejército se encontraba aún in- Aunque el ejército inglés fue derrotado en suelo nortea-
tacto y en territorio estadounidense. mericano, faltaba que Inglaterra se rindiera, puesto que aún
Inglaterra cambió su postura neutral y se hizo enemigo contaba con el 60 por ciento de su real ejército. La capitula-
de Aztlán. El 40 por ciento del ejército inglés se aproximó a ción de Inglaterra no fue posible.
territorio norteamericano; entre tanto Cuauhtémoc envió
una segunda misiva con un mensajero, el cual llegó a pie
hasta la frontera. Las doce horas que fijó el emperador para
la atención de la carta fueron rebasadas por mucho. Al fin
se le dejó pasar y fue transportado hasta la misma Casa
Blanca; en el recorrido la población civil se burlaba y escu-
pía el auto en el que viajaba aquel humilde mensajero, cuya
vestimenta era sencilla, compuesta de una manta blanca
que cubría la mitad de su espalda y pecho, sin nada que pro-
tegiese sus pies.
Al llegar, la guardia presidencial lo escoltó hasta el des-
pacho oval; no lo revisaron, puesto que el poco vestido que
portaba no hacía sospechar alguna clase de arma. En ese
largo trayecto, los guardias reían, bromeaban a costa del
mensajero.
Una vez entregada la carta escrita en un perfecto inglés, el
presidente respondió: “La guerra ya está declarada y no me
importa si ese ser llamado Cuauhtémoc intenta invadir mi
nación, perecerá como su ingenua pretensión de quitarnos la
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La armadura en su conjunto brillaba a la viva luz del dado de alta categoría que haciendo uso de la alabarda par-
horno aún encendido, parecía un soldado de la guardia real tió en dos al segundo oficial.
que se encontraba protegiendo al viejo alquimista y sus per- El alquimista estaba pasmado, la armadura retornó a su
tenencias. Un pensamiento de inseguridad cruzó por la posición original. El viejo tomó el caballo y colocó la arma-
mente del viejo, así que con paso presuroso atrancó doble- dura en la posición que la había transportado y retornó a su
mente la robusta puerta de madera, aseguró y cubrió la vivienda con rapidez. Una vez dentro, tocó su creación, una
única ventana; sólo así recobró tranquilidad. y otra vez no sucedía nada, el viejo deseaba que la armadu-
Al día siguiente, muy de mañana se dispuso a transpor- ra se moviese. Pero la gigantesca figura de oro puro no se
tar la armadura a campo abierto. Retiró la madera del inte- movía ni un centímetro.
rior de la armadura y se sirvió de un caballo para el arras- El alquimista tomó unas cuantas monedas de plata pues-
tre, mientras él se conformó con caminar y no montar en tas en la mesa. Su salida de Roma era inminente, la muerte
ancas del caballo. de los dos oficiales daba pie para cazarle como a un animal
Luego de adentrarse en el bosque y saberse solo, la salvaje. Necesitaré más que una daga, pensó en voz alta, la
armadura fue objeto de un examen meticuloso por parte de alabarda, eso es, quien se me ponga enfrente sentirá el peso
su creador. ¡Es perfecta!, repetía en voz alta. Tan concentra- de mi furia. La armadura caminó y se colocó enfrente de su
do estaba en su labor, que no se percató de que era vigilado creador, estirando el brazo le entregó la alabarda, el viejo la
muy de cerca por dos oficiales romanos. “Hermosa armadu- cogió con sus dos manos y observó idiotizado a su creación.
ra”, indicó uno de los oficiales. “¡Me obedece! ¡Me obedece!”, gritó el viejo. “Toma la ala-
“Así es”, respondió el alquimista, un tanto asustado por barda”, le ordenó. La armadura obedeció. “Vuelve a tu
la presencia de los oficiales romanos. lugar”, volvió a ordenar, y ésta retornó al lugar. “¿Me prote-
“Tengo órdenes de apresarte”, indicó el oficial romano. gerás, pase lo que pase?, le preguntó el alquimista a la arma-
“¿De qué se me acusa?”, respondió un tanto contrariado el dura, y ésta, con un movimiento de aceptación, movió el
viejo. “De hurto y de asesinato”, le respondieron. almete (cabeza). El viejo guardó las monedas en uno de los
Un minuto de silencio fue acompañado de un leve viento bolsillos de su nutrida vestimenta y salió de su vivienda, no
matutino. El alquimista se encolerizó y de su abundante ves- sin antes ordenarle a su creación que lo siguiera. A cada
timenta extrajo una daga y se lanzó directo al cuello de uno paso dado por el viejo, la armadura lo secundaba, si él
de los oficiales que se hizo a un lado evitando así la filosa corría su creación también lo hacía.
daga. El otro oficial desenvainó su espada y cuando estaba a Dos semanas más tarde, arribaron a una pequeña pobla-
punto de ocasionarle un daño severo al viejo alquimista, el ción suiza, tan pequeña, que ni siquiera aparecía en los mapas.
brazo del oficial cayó al suelo a la par de un desgarrador grito Se establecieron alrededor de seis meses, tiempo suficiente
de dolor. El oficial fue rematado por un corte directo al cue- para que el viejo y mañoso alquimista timara a más de una
llo que lanzó su cabeza por los aires. El otro oficial tomó la veintena de personas del poblado, obteniendo así una peque-
espada de su compañero, mientras se escuchó el chirriar de ña fortuna. Nuevamente partieron, llegando a China después
los metales; el viejo alquimista no sabía lo que ocurría, hasta de veintidós meses, en los cuales al alquimista le quedó claro
que observó a su creación moverse con la agilidad de un sol- que su invención lo defendería ante cualquier peligro.
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En su largo trayecto, el fiel protector del viejo había ter- él creada, y por supuesto de la obediencia ciega que ésta le
minado con la vida de al menos treinta y cinco personas de tenía. A una sola orden su creación se acercó a su amo y obe-
diferentes países, todas las cuales experimentaron una deció cada una de sus instrucciones. Fao Lung estaba perple-
muerte cruel al sentir con todo su peso la alabarda, ya sea ja, no podía creerlo. Cuando la lluvia cesó su ira, Fao Lung
partiendo su cuerpo, cortando su cabeza o bien sus extremi- retornó a casa, dos habitantes observaron su salida, y por
dades; sea como fuere, aquella terrible y bestial creación se supuesto, no miraron con buenos ojos que una ciudadana
convirtió pronto en crónica de casi todos los habitantes del china se mezclara tanto con un extranjero.
viejo continente. Algunos afirmaban que el mismísimo de- Al día siguiente, los dos vecinos de Fao Lung le hicieron
monio había mandado a una criatura de aspecto fantasmal una visita, cuestionándola acerca de su profundo acerca-
que daba cuenta de cuanta persona se le pusiese en frente. miento para con el extranjero, ella, respondió que era una
Otros más decían que eran soldados romanos los que ate- persona agradable y de una moral intachable, de ti no lo
rrorizando a las poblaciones de un sinfín de fronteras, dudamos, respondieron sus vecinos, pero él es un extranje-
demostraban el poder del imperio romano. ro, nadie conoce su pasado y claro está, él no habla de ello.
Los ciudadanos más adinerados comentaban que tan só- Fao Lung no pronunció ya más palabra y se dedicó a sus
lo eran rumores y especulaciones de la gente para no traba- actividades, con lo cual sus vecinos entrometidos se mar-
jar todo el día y que se les pagase aun sin trabajar. Sin em- charon, llevaban en mente hacerle una pequeña visita al
bargo, pese a todos los comentarios, por muy descabellados extranjero, como le llamaban todos.
que estos fueran, ninguno explicaba la forma tan horrenda El alquimista se encontraba dándole forma a una espada,
de cómo los cadáveres presentaban heridas tan mortales, encargo de un chino, cuando los sujetos le interrogaron, sin
sin dejar de lado que algunas víctimas eran guardias o mili- siquiera saludarlo. ¿Qué es lo que tú deseas extranjero?
tares de muy variadas regiones. Es así pues que la armadu- Preguntaron los dos al unísono, el viejo sin voltearlos a ver,
ra iba dejando a su paso una estela de muerte y sembrando continuó su trabajo, éstos volvieron a realizar el mismo
el terror por casi toda Europa. cuestionamiento, al no encontrar respuesta, se arrojaron
En China, el alquimista conoció a una hermosa joven de con dos pequeñas espadas con la intención de causarle la
nombre Fao Lung, quien se dedicaba a las labores del hogar muerte al viejo alquimista, el cual, cayó tratando de llamar
y a cuidar una pequeña granja heredada por sus abuelos. a su creación para su defensa, sin embargo, él mismo le
A diferencia del pasado tormentoso y poco moral del ordenó unos momentos antes de recibir la visita de los dos
alquimista, ahí vivía de manera tranquila, dedicándose al ofi- autores de su agonía, que debería de permanecer adentro,
cio de forjador de espadas, todo el que quería una espada de puesto que el material de la armadura era demasiado codi-
buena calidad se dirigía a su taller. Un sábado por la tarde la ciado en la región. Así pues encontró la muerte el alquimis-
lluvia se hizo sentir con toda su fuerza custodiada de fuertes ta, los dos sujetos se retiraron a prisa. Un par de segundos
vientos. Esto sucedía mientras Fao Lung y el alquimista se bastaron para que la muerte invadiera su cuerpo. Tres horas
entretenían en largas conversaciones sobre diferentes temas, después los dos sujetos retornaron al lugar del crimen, regis-
en un momento de imprudencia, el viejo alquimista le parti- traron toda la casa y por supuesto codiciaron la armadura,
cipó a Fao Lung acerca del especial poder de la armadura por la cual, rígida los observaba, esperando tener a alguien a
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Ambición y muerte encontrará la persona víctimas”. Esa misma noche, una de las dos personas más
que haga uso de estos dos objetos respetables del pueblo pereció bajo la ambición del malin-
tencionado sujeto poseedor de tan escalofriantes objetos.
Transcurriedos cien años, los habitantes olvidaron la adver- Frente a una pequeña mesa rozó la punta de la pluma con
tencia de sus antecesores acerca del pergamino y la pluma. la sangre fresca de su víctima y escribió: “Deseo estar con
Estos dos objetos fueron construidos por un viejo alqui- el pergamino y la pluma eternamente”. En ese mismo ins-
mista con materiales desconocidos para su época. Dichos tante, el humo negro emanado por la pluma lo paralizó y,
objetos tenían la propiedad de hacer realidad al instante reduciéndolo al tamaño de la pequeña cavidad de la pluma,
cualquier cosa que se escribiese sobre el pergamino con la lo absorbió para siempre.
ayuda de la pluma. En vez de tinta, aquella infernal pluma Al día siguiente, uno de los familiares de la víctima dio
necesitaba la sangre de un ser humano para su funciona- aviso a las autoridades del pueblo acerca del triste aconteci-
miento. miento, recogió el pergamino y la pluma y guardándolos en
La vivienda y los cimientos en donde habían sido enterra- uno de sus amplios bolsillos se retiró del lugar. Dichos obje-
dos los objetos fueron removidos debido a la construcción de tos fueron depositados junto al cadáver de su familiar.
una nueva casa. El dueño del terreno encontró intactos los Doscientos años después y debido a movimientos natu-
objetos a pesar del tiempo, y un pequeño trozo de papel ya rales y artificiales, los objetos vieron la luz después de un
muy desgastado. Desechó el papel y cogió con ambas manos largo tiempo. Una persona dedicada a coleccionar antigüe-
el pergamino y la pluma, sus ojos resplandecieron, y sus dades los encontró, y desde ese momento pasaron a formar
manos comenzaron a temblar ante el descubrimiento. parte de sus raros y antiquísimos objetos. Y sin saberlo, el
Pasado un año habitó la vivienda y colocó los objetos pergamino y la pluma llenaron de ambición su corazón,
encima de una mesa, caminaba de un lado a otro sin expli- para absorberlo diez días después. Y así, de mano en mano,
carse por qué había asesinado a sangre fría a tres poblado- esos dos infernales objetos, testigos mudos de una serie
res. Las personas ya no salían más de noche, por temor a incontable de muertes, se apoderan del corazón de quien
encontrarse con el asesino hasta entonces desconocido. los posee.
La violencia se apoderó de él inexplicablemente, y en
punto de las ocho pm. se encaminó a la pequeña vía que
conducía a una serie de casas. Eligió una y entró sigilosamen-
te, para después escribir sobre el pergamino: “deseo rique-
zas”. Retornó a su casa, lanzando una mirada escrutadora a
cada paso.
A la mañana siguiente, se encontró rodeado de piedras
preciosas y de tesoros difíciles de describir. “¡Soy rico!” gritó
con júbilo, se quedó pensativo unos segundos, y cogiendo el
pergamino y la pluma, se dijo: “No sé quién o quiénes los
fabricaron, pero ofrecen un poder inmenso. Necesito más
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debido a que su hábitat fue sustituido por una densa capa más pobres depositan a sus seres queridos en las contami-
de gases y polvo que emanan las industrias actualmente”. nadas aguas del océano; sólo las personas más adineradas
“Es cierto que la tecnología ha venido a simplificar los cuentan con el privilegio de enviar a sus familiares al espa-
trabajos más arduos y complicados del ser humano; en con- cio exterior, lejos de la mortífera mano del hombre.
traparte, ha sido la causante de la desaparición de los cua- ”Los aparatos eléctricos abundan en la época actual y
tro continentes: América, Asia, Oceanía y África. El único han venido a tratar de sustituir a los animales domésticos
que sobrevivió a los terribles acomodamientos de las placas que alguna vez estuvieron en casa. Los perros, aves y gatos
tectónicas y también a la alta contaminación global fue el electrónicos son comprados en las tiendas por mayoreo, y
continente europeo, y no en su totalidad; actualmente esta- son capaces de sentir los estados de emoción de sus dueños
mos divididos en tres regiones. La región 1 la ocupa Ingla- y actuar de acuerdo con dichos estados. La comunicación
terra, en la que nos encontramos; la región 2 la ocupa entre padres e hijos es casi nula, se conforman con hablar-
Francia, y finalmente, la región 3 es ocupada por Alemania. se y verse a través de medios electrónicos; los niños más
El resto de los países sucumbió ante los embates tecnológi- pequeños son cuidados por máquinas que, si bien les brin-
cos, los habitantes rechazados por la nueva orden imperan- dan alimento, no les proporcionan el contacto insustituible
te a nivel mundial sobrevivieron gracias a las pocas especies de sus padres, cariño, amor y todo lo necesario para formar
animales que resistieron los profundos cambios climáticos; un ser humano consciente de sus actos.
en pocos años consumimos las últimas especies. Es increí- Como puedes ver, en mi humilde vivienda aún conservo
ble ver cómo las hormigas ya no existen; en un suelo tan partes de lo que antes era bueno y agradable, algunas fotos
árido, contaminado con toda clase de desechos tóxicos, nin- de cosas que ahora ya no existen. El paso del tiempo las ha
guna criatura es capaz de sobrevivir. opacado, mas no así las imágenes de mi mente, ni ha hecho
”En la actualidad las aguas oceánicas ocupan la mayor mella en los más profundos anhelos que todos poseemos
parte del planeta. Nosotros tan sólo somos una isla en medio pero dejamos de usar; y cuando esto sucede estamos muer-
de aguas contaminadas en su mayor parte. El ser humano tos en vida. Somos como los difuntos que fríos yacen en sus
agotó las provisiones del planeta, el oxígeno es racionado por tumbas, pero con la diferencia de que éstos experimentaron
regiones, debido a la alta contaminación existente y a la rup- una muerte material y nosotros una muerte espiritual. Po-
tura definitiva de la capa de ozono; todo el oxígeno es sumi- seemos corazón, pero no alma; mente, pero no razón,
nistrado por una gigantesca maquinaria y es repartido de manos, no creamos, sino que destruimos; piernas, pero no
acuerdo con el número de habitantes que alberga una región. avanzamos. Retrocedemos, pretendemos explicarnos todo a
”Lo que más duele es la extinción lenta de los seres hu- nuestro alrededor y lo único que logramos es interferir con
manos que aún habitamos este planeta. Los cementerios ya la sabia naturaleza que, tarde o temprano, reclama el lugar
no existen, fueron eliminados tiempo atrás. Cuando yo nací, que por regla le corresponde.
mi madre murió, según me contó mi abuelo, quien con ”En la mayoría de los hogares se vive un ambiente frío
lágrimas en los ojos me confesó lo duro que había sido él rodeado de máquinas automatizadas que cubren muchos
arrojar los restos mortales de mi madre al océano, que fue aspectos que antes el ser humano ocupaba. Las máquinas
para lo único que le alcanzó; ya que tienes que saber que los han llegado para quedarse y eliminar todo lo anteriormente
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establecido; en la actualidad los alimentos son hechos a ba- propuso conversar con familiares y amigos para lograr un
se de productos sintéticos comestibles, la tierra, cansada de cambio difícil, abandonar lentamente una vida cómoda y
tantos abusos cometidos por el hombre, ya no produce. Se rodeada por las frías máquinas, a una donde el ser humano
añoran aquellos tiempos tranquilos y pacíficos, en los que se replanteara su efímero paso por la tierra.
se podía dar un paseo por el parque y saludar amablemen-
te a las personas, pocas de ellas conservan esa costumbre
casi extinta. Las compras eran hasta cierto punto divertidas,
puesto que nunca sabías si el cajero se comportaría de ma-
nera amable o de forma contraria; hoy en día todas las tien-
das poseen un cajero automatizado, el cual se concreta a pe-
dirte que pases tu tarjeta de identificación por la ranura de
su brazo electrónico. La interacción que existía antes, por
mínima que ésta fuera, quedó en el recuerdo. El futuro que
nos fuimos forjando fue cristalizándose poco a poco en lo
que hoy existe, los errores del pasado que nunca fueron
enmendados hoy son la base de la extinción de las criaturas
de la tierra y, dentro de poco, del ser humano y del planeta.
”Si observas bien, la densa capa de gas y polvo aprisiona
las fosas nasales, y el poco oxígeno que logra filtrarse hasta
aquí es apenas suficiente para que tú y yo podamos seguir
con vida. A la extinción de la flora le sobrevino la extinción
animal; solamente en un museo encontrarás perros, gatos,
aves y otros animales conservados tras un grueso cristal que
mantiene temperaturas bajas que hacen posible la conserva-
ción de dichas especies en estado inmóvil.
”A la oleada de la extinción de la fauna, le siguieron los
niños, quienes al no haberse desarrollado en un ambiente
propicio murieron en grandes cantidades, sólo unos pocos
que emigraron hacia las zonas un poco menos contamina-
das lograron su supervivencia.
Julio no aguantó más la conversación del anciano, y en
un acto de desesperación regresó a la cápsula transportado-
ra. Después de unos segundos se hallaba de nueva cuenta
en la imponente urbe. Observó con profunda tristeza la falta
de elementos naturales a su alrededor. Y desde ese día se
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se acercó a una elevación que sostenía un objeto difuso; a paso de un par de millas náuticas recorridas, se dirigió a proa
medida que se acercó, la luz disminuyó su intensidad. El y extrayendo de su abundante vestimenta el manuscrito que
escudo azteca, radiante y majestuoso, estaba frente a su daba fe de la existencia del escudo, lo lanzó y con este acto
imperturbable mirada. Lo apresó con ambas manos, lo obser- se perdió toda posibilidad de que otro ser humano codiciara
vó cual científico presta atención a un conejillo de Indias y lo el escudo azteca.
colocó en su brazo derecho, mediante la correa interior del
escudo para tal efecto.
Su cuerpo tembló, su vista se aturdió y después de unos
segundos, fue transportado al pasado, a la época gloriosa
del imperio azteca. Observó impasible al emperador
Ahuizotl, que comandaba un ejército de miles de personas,
y entre gritos de guerra y flechas lanzadas por los aires, se
desató la batalla. Ambos bandos sufrieron bajas. Al cabo de
tres horas de cruenta lucha, los guerreros de mayor rango
del soberano azteca trasladaron ante Ahuizotl al jefe del
ejército enemigo; Ahuizotl lo observó y dirigiendo su vista al
cielo, ahora cubierto por nubes grises y monótonas, le cortó
la cabeza ante gritos de júbilo por parte de sus guerreros.
Los sobrevivientes del ejército derrotado, pasaron a formar
parte de los numerosos esclavos del emperador azteca.
Dorfman no reaccionó, el escudo que sostenía lo había
ubicado cerca de la batalla, la sangre vertida por los guerre-
ros era visible aún a cientos de metros a la redonda, los árbo-
les, ahora adormecidos por un leve viento procedente del
norte, movían sus gigantescos brazos en señal de la tempes-
tad que se avecinaba. Los guerreros de Ahuizotl marchaban
cansados pero felices por la victoria, cada cual mostraba a su
compañero las armas y otros artículos capturados de los
muchos muertos. En ese momento, el escudo emitió la ra-
diante luz antes conocida por Dorfman y fue retornado a su
época. Colocó el objeto en su sitio, y entendiendo que la po-
sesión de un elemento tan valioso como era el escudo azte-
ca del emperador Ahuizotl debía permanecer imperturbable
en su prisión de hielo, invitó a Komarov a salir de la cueva.
Dirigiéndose al barco, ordenó poner el motor en marcha; al
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“Veamos, veamos”, decía Baduk, mientras buscaba entre ción, registraron todo, durante al menos diez minutos ya que
una serie de cachivaches, “¡lo tengo!” “Pero eso es un espe- la habitación era enorme. “Pueden retirarse”, indicó el rey.
jo”, indicó el resignado campesino. “No es un espejo cual- “El espejo te habla ¡Oh monarca! Deberías cambiar tu
quiera, éste tiene la propiedad de reflejar el interior de una mal proceder en acciones buenas que tiendan a elevar la
persona, desechando la parte de la imagen exterior que de calidad de vida de tus gobernados”. Y así, el rey compren-
poco o nada sirve. Tómalo y obséquialo al rey, bajo el pretex- dió que no se podía gobernar con necedad y cada vez que
to que prefieras”. “¿Funciona?” preguntó atemorizado. “claro se presentaba un candidato para ocupar un puesto, el rey
que funciona, indicó Baduk. “Observa, dijo acercando el pedía consejo al espejo, que desde ese día pasó a formar
espejo al rostro del campesino. En el mango del espejo len- parte de su real consejo. No está de más señalar que su
tamente despertó un rostro que lanzando un gran bostezo reino se tornó en el más próspero, justo y rico de todos los
dijo: “¿Quién se atrevió a despertarme luego de 200 años? conocidos.
pero si es… claro ¡Baduk! A tu servicio”, dijo el espejo, y emi-
tiendo una serie de luces que emanaban de sus ojos, indicó:
“una persona de poca belleza física; sin embargo, de un
noble corazón. Noto una pequeña porción de sed de vengan-
za, que contrasta con su natural don de servicio, humildad y
generosidad”. La imagen que reflejaba el espejo era la de un
niño hermoso y radiante. “Bien, ese es tu reflejo interior”.
“Este espejo nunca miente”, dijo Baduk, al entregárselo.
“Debo admitir, continuó diciendo, que tienes un alma gene-
rosa. Dirígete al castillo y dáselo como regalo al rey”.
Muy de mañana, del día posterior a la entrevista con el
mago, solicitó audiencia con el rey y le fue concedida. “¡Ah! Es
el campesino de la calabaza, señaló el rey, ¿qué deseas?” “Le
traigo este humilde obsequio”, y sacando el espejo de una
bolsa de cuero fuertemente costurada, se acercó al rey man-
samente, y éste, estirando el brazo, agradeció y ordenó que se
retirara puesto que la hora de su descanso estaba por llegar.
Al levantarse, el monarca se desperezó y acercó el espejo,
del cual una voz indicó: “Una persona gruñona, infeliz, va-
nidosa y con un alma impura; nunca en la vida que llevó co-
mo espejo había reflejado un interior tan negro”. “¿Quién se
atreve a decir semejantes barbaridades? ¡Guardias! ¡Guar-
dias! Gritó con voz descompuesta el rey. Después de unos
segundos, cinco corpulentos guardias ingresaron a la habita-
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El imperio azteca
se terminó de imprimir
en diciembre de 2007 en Talleres Gráficos,
en la ciudad de Tuxtla Gutiérrez, Chiapas.
Los interiores se tiraron sobre papel cultural
de 44,5 kg y la portada sobre cartulina cou-
ché de 169 kg. En su composición tipográfi-
ca se utilizó la familia ITC Usherwood.
Se imprimieron mil ejemplares.