Amar Es Perdonar

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AMAR ES PERDONAR

“Entonces se le acercó Pedro y le dijo: Señor, ¿Cuántas veces perdonaré a mi hermano que peque
contra mí? ¿Hasta siete? Jesús le dijo: No te digo hasta siete, sino hasta setenta veces siete.”
Mateo 18:21-22

Pedro aquí pregunta ¿Cuántas veces debe de perdonar a su hermano? ¿7 veces? Según la
enseñanza judía, una persona podía perdonar hasta tres veces una misma falta, Pedro aquí
pretende aparecer como bondadoso al decir 7 veces, duplicando y aumentando un perdón mas, para
ver cuál sería la respuesta de Jesús, Jesús con misericordia y bondad le responde que “No te digo
hasta siete, sino hasta setenta veces siete.” no es una respuesta cuantitativa aunque lo parezca sino
que remite al perdón sin límites, enseñando que el perdón ha de ser ilimitado e incondicionado.

¿Qué es Perdonar? Es no guardar ningún resentimiento y no insistir en pedir una compensación por
el daño que nos hayan hecho o por la pérdida que hayamos podido sufrir. Es no hacer recuerdo a la
persona o aprovecharse de la situación para extorsionarlo cada vez. La Biblia enseña que el perdón
se basa en el amor sincero, ya que el amor “no guarda rencor” 1ra Corintios 13:4,5

En la Biblia la palabra perdón se usa más de 170 veces y es la clave que nos proporciona la "Salud
completa de la vida física, moral y espiritual.” En otras palabras cuando tú perdonas el daño, te
liberas de toda atadura que pudiste tener en tu vida.

Todos ofendemos muchas veces. En Santiago 3:2 dice: “Si alguno no ofende en palabra, éste es
varón perfecto, capaz también de refrenar todo el cuerpo.” Es preciso esforzarnos por llevar una vida
mejor. Sin embargo, por nuestra naturaleza humana, débil e inconstante, debemos considerar
nuestras faltas y el de otras personas.

AMAR ES PERDONAR
Una de las muchas expresiones del amor, es perdonar a quien hizo algún daño. Así como Dios
Padre hizo por nosotros. Efesios 4:32; Marcos 11:25 Perdonar a quienes nos han causado algún
daño es una orden difícil de obedecer, ya que es más fácil aferrarnos a nuestra ira. Pero como vasos
del amor de Dios, los creyentes ya no vivimos de acuerdo con los impulsos de la carne. Gracias al
Espíritu Santo, cuando alguien nos trata mal, podemos perdonar y además demostrar amor a esa
persona. Personalmente veo que hay tres clases de perdón:

1) El perdón que le das a alguien que te lo pide.


Alguien que se arrepiente genuinamente, y que no está siendo solamente amable. Alguien que
cambia realmente. A esto se refiere Jesús cuando dice en Lucas 17:3 “si tu hermano peca contra ti,
repréndelo, y si se arrepiente, perdónalo.”

2) La segunda clase de perdón es un poco más difícil.


Es el perdón que tú le das a alguien que no se arrepiente; que no cambia, sino que te sigue
causando problemas. Jesús dice en Mateo 6:14-15 que si nosotros perdonamos a aquellos que
pecan contra nosotros, Dios nos perdona también. Si no perdonamos, Dios no nos perdona.

3) El tipo de perdón más difícil es el que se le da a alguien que no solo no te lo pide, a alguien que
no solo no cambia, que no solo no lo merece, sino a alguien que ni siquiera piensa que necesita
tu perdón. Eso fue lo que hizo Jesús en Lucas 23:34 cuando dijo: “Padre, perdónalos porque no
saben lo que hacen.”

La cuestión es perdonar, aunque de la otra parte no haya nada de cambio, pareciera que pierde,
pero no es así, se gana y mucho.
Mateo 5:22, “Pero yo os digo que todo el que se enoja con su hermano será culpable en el juicio.
Cualquiera que le llama a su hermano 'necio' será culpable ante el Sanedrín; y cualquiera que le
llama 'fatuo' será expuesto al infierno de fuego.

El hermano enojado es capaz de usar lenguaje abusivo (“necio, fatuo”, etc.). Mata con palabras.
Proverbios 12:18 “Las palabras de algunos son como estocadas de espada”.
1ra Juan 3:15 “Todo aquel que odia a su hermano es homicida”.

Mateo 5:23-24 “Por tanto, si has traído tu ofrenda al altar y allí te acuerdas de que tu hermano tiene
algo contra ti, deja tu ofrenda allí delante del altar, y ve, reconcíliate primero con tu hermano, y
entonces vuelve y ofrece tu ofrenda”. Sin duda, de todos los mandamientos de la Biblia, este es uno
de los más ignorados y descuidados, como si no estuviera en la Biblia.

Pero antes de poder reconciliarnos con Dios tenemos que reconciliarnos con el hermano, porque
Dios no acepta el servicio de su hijo que tenga enojo, malicia, amargura en el corazón y esté
distanciado de su hermano.

Nuestra relación con Dios depende de nuestra relación con el hermano. 1ra Juan 4:20, “Si
alguno dice: “Yo amo a Dios, y aborrece a su hermano, es un mentiroso; porque el que no ama a su
hermano, a quien ha visto, no puede amar a Dios a quien no ha visto.”

Desde luego, todos decimos, “Yo sí amo a mis hermanos”, pero si alguien dice, “Pero yo no aguanto
al hermano Fulano y ni siquiera tengo ganas de saludarle bien”, ¿esto es amor?

Esto nos recuerda de 1ra Pedro 3:7, “vosotros, maridos, igualmente, convivid de manera
comprensiva {con vuestras mujeres,} como con un vaso más frágil, puesto que es mujer, dándole
honor como a coheredera de la gracia de la vida, para que vuestras oraciones no sean estorbadas.”

Es pensamiento alarmante que Dios no aceptara nuestra adoración. Como dice Amós 5:22, “Aunque
me ofrezcáis holocaustos y vuestras ofrendas de grano, no los aceptaré”.

Salmos 51:17, “Los sacrificios de Dios son el espíritu contrito; al corazón contrito y humillado, oh
Dios, no despreciarás”.

En este caso de Mateo 5:23-24, me acerco a Dios para adorar, pero me acuerdo que yo he ofendido
a mi hermano; él tiene algo contra mí y debo buscarlo para reconciliarme con mi hermano.
Porque Dios no acepta la adoración de hermanos peleados (enajenados, distanciados). ¡Hay que
poner lo primero, primero!

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