Jessica Sims - Midnight Liaisons 1.5 - Out With A Fang PDF

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Sinopsis
“Out With a Fang” de Jessica Sims presenta a Ruby Sommers, una were-jaguar solitaria
que se registra en la agencia de citas paranormal Midnight Liasions para una cita a
ciegas. Cuando llega, descubre que su cita, un vampiro, fue el humano del que había
estado enamorada hace cuatro años, pero se vio obligada a dejar.

2
Índice

Capítulo 1

Capítulo 2

Capítulo 3

Capítulo 4

Capítulo 5

Capítulo 6

Capítulo 7
3
Capítulo 8

Próximo Libro

Sobre la Autora

Agradecimientos
1
Traducido por Akanet & Elenp

Corregido por NayeliR

ola. —Una mujer alegre con trenzas rubias y cortas, extendió su mano a
modo de saludo—. Soy Ryder Anderson de Midnight Liaisons. Tú debes
ser Ruby Sommers.

—Esa soy yo —le dije con firmeza, sacudiendo su mano. Su agarre era tímido, como el
de la mayoría de las mujeres humanas, y había un extraño olor en ella que no podía
ubicar. Tal vez sólo eran mis nervios. Estaba tan ansiosa que me sentía con ganas de
vomitar o salir corriendo por la puerta. Posiblemente ambos.

Ryder me dirigió una alegre sonrisa. 4

—Es muy agradable conocerte finalmente. Tu cita no está prevista que llegue hasta
dentro de otros diez minutos, así que pensé en terminar de repasar algunas cosas
sobre el servicio de citas contigo, ¿si te parece bien? —Su voz fue incesantemente
chispeante.

—Está bien —dije, sintiéndome abrumada a pesar de su actitud eficiente. Cuando me


indicó con la mano que avanzara, la seguí como un patito perdido, y me odié a mi
misma por ello.

El restaurante que ella había elegido para la cita tenía un ambiente acogedor. Era
oscuro e íntimo, con una pequeña lámpara de aceite parpadeando en cada mesa. Las
cabinas estaban rodeadas por altos paneles de madera con hiedra verde creciendo en
los bordes, haciendo de cada sección privada.

Me senté a la mesa donde ella me llevó, me senté en la silla y luego froté mis palmas
sudorosas sobre mi vestido retro de lino verde. Se ceñía a la cintura y tenía una linda
falda acampanada. Mi hermana, Jayde, lo había elegido cuando se enteró de que había
planeado usar pantalones vaqueros y un suéter. "Nunca atraparás a un hombre así", me
había dicho.
Tal vez ella tenía razón. No debería ser difícil para mí atrapar a un hombre en absoluto.
Como mujer cambiadora, debería tener mi elección, ¿verdad? Sin embargo, aquí
estaba, sola y desesperada, y aceptando una cita a ciegas a través de un servicio de
citas. Tal vez era por cómo me vestía. Miré el atuendo de Ryder. Su camiseta tipo polo
era de color rosado brillante y estaba metida por dentro de unos capris blancos con
ribetes de color rosado. Sandalias de tacón en rosado y negro completaban el atuendo.
Parecía como si estuviera lista para ir al club de country, y ella se veía muy
entusiasmada por mi cita.

No me sentía ni la mitad de lo emocionada que ella parecía. De hecho, había un pozo


de miedo en mi estómago que me decía que esto no iba a terminar bien.

—Entonces —dijo con una gran sonrisa—. Así es cómo funciona esto. Iré a sentarme en
el otro extremo del restaurante. Es como una cita con chaperones, pero no escucharé.
—Señaló a su oído—. Los seres humanos no pueden oír a través de habitaciones
ruidosas. Es sólo para observar y hacer que te sientas segura y cómoda. La cita
comenzará y terminará aquí en el restaurante. Si deseas salir con él de nuevo, no será
con chaperones, a pesar de que te pediremos que registres cada cita para que
podamos hacer un seguimiento de en dónde están y cualquier información de inter
especies que quisieras querer compartir con la agencia.

—Ya veo. —Todo esto sonaba un poco controlado. Yo sólo quería una cita con un 5
chico agradable. Un poco de conversación y tal vez algo de coqueteo para romper la
monotonía de mi vida. Alguien con quien hablar que no me hiciera sentir tan sola.

Alguien que borrara los recuerdos de mi última relación de mi mente, porque no era
capaz de olvidarme de Michael.

—Ahora, ¿quieres que instaure una llamada de rescate? —Sus ojos azules se centraron
en mí.

—¿Llamada de rescate?

—En caso de que la cita esté yendo mal —dijo Ryder, sacando su teléfono y
escribiendo—. Puedo llamarte a los cuarenta y cinco minutos de la cita y decirte que te
necesitan en el trabajo. Puedes optar por responder como quieras, pero te daré una
salida.

—No, está bien. Creo que estaré bien.

Me guiñó un ojo alegremente.

—También creo que lo estarás. Todo el mundo ama a Valjean.


—¿Valjean? —Me reí—. ¿Quieres decir, como el del musical?

—¿Del musical? —Se veía confundida.

—No importa. —Adiviné que la alegre Ryder no pasaba mucho tiempo escuchando
algo con lo que no podía trabajar—. Sólo pensé que era un nombre raro.

Ella sonrió.

—Llegaremos a él muy pronto. Pero primero tengo que terminar de llenar tu perfil.
¿Puedo ver tu tarjeta de identificación de la Alianza?

Saqué mi billetera de mi diminuto bolso. Otra de las brillantes ideas de Jayde, un bolso
verde pequeñito y diminuto a juego, en lugar de mi habitual y útil maletín marrón—.
Aquí tienes.

Ryder la miró, y luego escribió algo más en su iPad.

—Está bien, correcto. Parece que no rellenaste tu profesión en tu perfil.

—Oh, sí. —Pude sentir como mis mejillas se ruborizaban—. Eso es porque realmente
no tengo una oficial.

Ryder inclinó su cabeza hacia mí, confusa. 6

—¿No tienes una? —Bajó la mirada hacia las notas en el iPad, a continuación la movió
de nuevo hacia mí—. Pero puedo ver aquí que tienes veintiséis años y tienes algo de
educación universitaria. ¿Qué haces para ganarte la vida?

Odiaba esta pregunta.

—Soy guardia de seguridad en una instalación de almacenamiento de la Alianza.

Me miró parpadeando como si no lo procesara, y su mirada se desvió por encima de mi


estructura de un metro con cincuenta y dos centímetros y mi cuerpo un poco
demasiado curvilíneo. Su respuesta fue un educado

—¿Oh?

—Es la nariz —le dije sin convicción, señalando a mi cara.

Ryder parecía aún más confusa.

—Mi sentido del olfato —aclaré. Dios, esto era tan vergonzoso—. Me contrataron por
mis instintos depredadores. Somos buenos persiguiendo cosas con la forma de
cambiador. Cazadores. Depredadores —murmuré.
La sonrisa de Ryder fue brillante una vez más.

—Oh. Por supuesto.

Dios, me sentía estúpida. Y baja.

—Bueno… —Ryder continuó alegremente, dando golpecitos con los dedos en el iPad—
. También dejaste la número veinticinco en blanco. “¿Qué te hizo decidir ponerte en
contacto con Midnight Liaisons?” Es una cuestión puramente opcional, pero nos gustaría
tener una idea de lo que lleva a la gente a usar el servicio. Espero que no te importe
que pregunte.

¿Qué me hizo decidirme a ponerme en contacto con una agencia de citas sobrenatural?
Tenía veintiséis años y estaba sola y no podía salir con humanos debido a las reglas de
la Alianza. Trabajo en un trabajo sin futuro y no veo a nadie excepto a mi jefe cuando
cambiamos de turnos. A los pocos lugares a los que iba regularmente, la biblioteca, el
cine, el supermercado, no podía escoger un tipo al azar. Tenía que ser aprobado por la
Alianza antes de que pudiera salir con él. Los hombres en mi vida tenían que tener una
cola o colmillos o ambos. Y como los seres sobrenaturales vivían bajo un bajo perfil,
estaba esencialmente limitada a mi círculo de amigos.

Lo que prácticamente dejaba a mi hermana y mi jefe. No conocía a gente nueva con


facilidad, y los were-jaguares eran solitarios por naturaleza. 7

Pero había una diferencia entre solitaria y sola.

—Mi hermana sugirió el servicio. Dice que ha conocido a un montón de chicos a través
de Midnight Liaisons, y ha pasado un tiempo desde que tuve una cita.

—Por supuesto —dijo Ryder con simpatía.

—Tuve un novio durante un tiempo, pero no... funcionó —añadí, sintiendo la necesidad
de explicarme o podría pensar que algo andaba mal en mí—. En cierto modo
terminamos en malos términos.

Hizo ruidos simpáticos en su garganta, asintiendo con la cabeza hacia mí.

—Por supuesto. Los hombres pueden ser unos idiotas.

Tal frase vehemente proviniendo de un humano tan alegre.

—De hecho —le dije, sintiendo que mi corazón se tensaba dolorosamente por
milésima vez desde aquel día—, él era un tipo muy agradable. Yo acabé con ello.

—¿Por qué es eso?


No podía decirle que había estado saliendo con un humano, ya que estaba prohibido.
Se suponía que los humanos no debían saber nada acerca de las personas a las que les
crecían colas y cosas que se volvían protuberantes en la noche. Un humano podría
enloquecer y contárselo a otros, y luego apareceríamos en las páginas del Enquirer.
Salir con un humano ponía a todos en peligro.

Pero había estado tan enamorada de Michael. Guapo, divertido, sexy. Dios, tan sexy.
Había tenido una dulce sonrisa que aparecería en su rostro lentamente al verme, como
si al verme inmediatamente hiciera de su mundo un lugar mejor. Había sido adicta a él
y pasé la mitad de mi último año prácticamente viviendo en su dormitorio.

Una vez que mi padre se enteró, se puso furioso. No por las clases que me había
estado saltando o mis calificaciones empeorando sino porque había roto una regla
sagrada. Los humanos eran una aventura de una noche, y sólo si no podía evitarse. Y lo
que tuve con Michael no podía interpretarse como otra cosa que no fuera una relación.

Mi padre me había amenazado, y cuando había ignorado sus amenazas, había


amenazado la vida de Michael en su lugar. No había tenido más remedio que poner fin
a la relación, y rápidamente. La había terminado lo suficientemente mal como para
asegurarme de que no hubiera ninguna posibilidad de volver a estar juntos nunca más.

—No fue su culpa —le dije—. Me descubrió con otro hombre.


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—Oh —dijo lentamente—. Ya veo.

¿Por qué no podría mantener mi nerviosa boca cerrada?

—Fue hace mucho tiempo. Cuatro años. No fue gran cosa.

—Por supuesto —dijo Ryder con dulzura, luego me dio unas palmaditas en la mano—.
Entonces, ¿estás lista para oír algo acerca de tu cita de esta noche?

Mi estómago dio un pequeño vuelco en señal de protesta.

—Por supuesto.

Ryder prácticamente saltó de su asiento por la emoción.

—Veamos, dijiste que estabas dispuesta a salir con todo tipo de hombres.

No recordaba eso, dado que lo había llenado en el estado aturdido de después del
turno de trabajo. Sólo Dios sabía lo que había escrito.

—Eso está bien. No me importa qué raza de cambiador sea él.

Ryder sonrió.
—Déjame contarte un poco acerca de Valjean. Él es el miembro más reciente de la
Alianza. Fue a la misma universidad que tú, lo que es un gran terreno común. Creo que
realmente te va a gustar.

—¿A qué se dedica?

Ella echó un vistazo a su hoja.

—Me han dicho que es un inversionista. Le encanta viajar. Creo que recientemente
pasó unos años en Europa.

La envidia quemaba a través de mí. Siempre había querido viajar a Europa, antes de
que la vida real me desmoralizara y sofocara mis sueños.

—¿Alguien que viaja por el mundo? No sé cuánto tendremos en común, entonces.


Nunca viajo.

Ryder sonrió brillantemente.

—¡Entonces disfrutarás de sus historias! Estoy segura de que ustedes dos se llevaran
muy bien.

—¿De qué raza es?


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—Bueeeeno. —Ella inclinó su cabeza y se encogió de hombros un poco—. Es un
vampiro.

Parpadeé.

—¿Me concretaste un cita con un vampiro?

—Un vampiro de la Alianza —aclaró, y luego levantó una mano para evitar mis
objeciones—. Sé lo que estás pensando, pero cuando los vampiros se unen a la Alianza,
tienen que firmar una estricta política de confidencialidad y no acoso. Te aseguro que
es muy seguro.

Me froté el lado de mi cuello.

—Sabes, no estoy muy segura de que un vampiro sea una buena idea…

—Bueno, marcaste “cualquier cosa” en tu formulario —dijo Ryder en un tono serio—.


Después de esta cita, puedes modificar tu formulario como creas necesario, pero hasta
entonces, creo que deberías darle una oportunidad.

Suspiré. No fue culpa de Ryder, supuse, pero no me gustaba la idea. Los no muertos
eran simplemente un poco... no de mi tipo.
—Está bien.

—¡Bien! —Ryder sacó un pañuelo de seda y lo puso sobre la mesa, entre nosotras—.
Hay otra condición para esta cita de la que no te he hablado.

Oh, no.

—¿Qué?

—Él está un poco incómodo con la cosa de vampiros. Dice que los colmillos incomodan
a la gente, y miran su boca cuando habla. Dice que no será capaz de relajarse a menos
que no puedas verlo.

La miré fijamente, luego al pañuelo negro.

—Estás bromeando.

¿Esto iba a ser una cita a ciegas literalmente? Gruñí bajo en mi garganta.

—Es sólo por esta noche —dijo Ryder apresuradamente—. Sé que es una petición
extraña, pero él es un tipo muy agradable, y estaré en la sala todo el tiempo. Eres una
cambiadora, y te guías por el olor de todos modos, ¿no? Así que lo de la venda de los
ojos debería ser insignificante.
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—No es insignificante —gruñí—. Tienes que estar bromeando.

—Me gustaría —dijo con un pequeño suspiro paciente—. Pero, por desgracia, Valjean
realmente quiere que te pongas esto. Les he conseguido una mesa privada en la parte
de atrás del restaurante, y nadie verá que lo llevas puesto, excepto Valjean. Te prometo
que es totalmente seguro.

—No —le dije rotundamente.

—Sólo está nerviosa por sus dientes —suplicó. Sus ojos estaban muy abiertos, como si
yo estuviera de alguna manera siendo irrazonable—. Puedes entender eso, ¿no es así?
Esta es la primera cita que has tenido en mucho tiempo, y está ansioso por conocerte.

Dudé.

Sintiendo mi vacilación, Ryder se aprovechó.

—¿Cuántos sábados por la noche tienes la oportunidad de estar con un millonario


inmortal que quiere invitarte a cenar? ¿No es mejor que quedarse en casa?

Ella empujó el pañuelo hacia mí.


Maldita sea.

Pensé en ello durante un momento más, luego la miré a ella.

—Será mejor que sea sexy.

—Es hermoso —me aseguró, poniéndose de pie—. Vamos. Te llevaré a tu mesa.

Agarré mi pequeño bolso y, con Ryder a mi lado, me acerqué a la mesa como si fuera a
morder. Me senté con un golpe, mi corazón martillando. Ella tenía razón, la mesa
estaba en la esquina más lejana de la sala, oscura y aislada y escondida de las otras
mesas.

Mis fosas nasales recogieron el aroma de la última pareja que se había sentado allí,
ambos humanos. Ningún vampiro en la proximidad, tampoco. Había olido dos de ellos
en reuniones de la Alianza una vez, tenían un olor extraño y picante que era imposible
de sacar de la nariz. Me habría dado cuenta si hubiera estado allí. Puse mi bolso en la
mesa y puse mis manos inquietas en mi regazo.

Tal vez debería echarme atrás. No estaba realmente dispuesta a salir de nuevo con
nadie, incluso después de cuatro años. Michael había sido perfecto para mí, salvo que
no había sido un cambiador. Si todavía estaba pensando tanto en él, no estaba lista
para seguir adelante. 11

Pero retroceder ahora sería grosero. Tal vez simplemente estaba siendo cobarde. Tal
vez este Valjean sería realmente agradable.

Pero él era un no-muerto. Quiero decir, yo estaba desesperada pero no pensaba que
estuviera tan desesperada.

Ryder alzó el pañuelo hacia mí justo cuando un camarero humano colocó un vaso de
agua sobre la mesa y me sonrió. Echó un vistazo al pañuelo, y su sonrisa se desvaneció
un poco.

—¿Las damas están listas para pedir?

Acerqué el vaso, sin hacer contacto visual. Supongo que iba a hacer esto después de
todo. Mi estómago se estremeció incómodamente.

—Todavía no. Estoy esperando a mi cita.

Él asintió con la cabeza y se trasladó a la mesa de al lado, su mirada parpadeó sobre


Ryder de nuevo.

Cuando se fue, suspiré.


—Él piensa que somos raras.

—Sólo dale una buena propina. A él no le importará.

Me quedé mirándola mientras ella me entregaba el pañuelo de nuevo.

—Realmente aprecio que seas transigente con esto —dijo, con una sonrisa evidente en
su voz cuando me tapó los ojos con el pañuelo. En combinación con la iluminación
tenue, esto aseguraba de que no sería capaz de ver a nadie. Grandioso.

—Está bien, ¿cuántos dedos estoy poniendo? —preguntó Ryder, agitando su brazo
delante de mi cara y haciendo flotar su perfume en el aire.

Suspiré.

—Uno.

—Tres. Bueno. Voy a estar justo al otro lado de la sala, así que no te preocupes en lo
más mínimo. Todo esto es totalmente seguro.

—¿Qué pasa si tengo que ir al baño?

—Oh. Um. —Pensó por un momento—. Simplemente no bebas mucho.


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Buena idea, llenarme con la fuerza del alcohol. Yo tamborileaba los dedos sobre la
mesa, tentada a arrancarme la venda. Si él tenía extraños dientes protuberantes, me
gustaría ver eso, ¿verdad?

Pero había accedido a esto, y Ryder tenía razón: estaba sola. No tenía nada mejor que
hacer esta noche que acurrucarme con una película. La idea era deprimente.

—Ve por ellos tigre —dijo Ryder, y me dio una palmada en el hombro—. Estaré al otro
lado de la sala, si me necesitas.

Había oído suficientes bromas de gatos para que me duren tres vidas, así que no dije
nada. Oí sus zapatos taconear sobre el suelo de madera mientras se movía hacia el otro
extremo de la sala. Con los ojos cubiertos, mis otros sentidos, ya agudos, cobraron vida.
Alguien en el bar se reía en voz baja y ronca y se tambaleaba como si ella hubiera
bebido demasiado. Un hombre murmuró al oído de la mujer borracha. Podía escuchar
el golpeteo de los dedos de Ryder teclear en su teléfono mientras ella enviaba un
mensaje a alguien. Oí a otra persona dejar caer el tenedor al otro lado de la habitación.
Escuché a alguien en la mesa más cercana, todavía a una buena distancia, susurrando
sobre las carteras de valores. Mi sentido del olfato se había acentuado también, aunque
yo estaba haciendo mi mejor esfuerzo para ignorarlo. Los olores de todos los que
habían caminado más allá de la mesa. Todo mezclado en un cóctel abrumador que mi
cerebro no podía procesar sin llegar a ser sobrecargado, así que me centré en las cosas
pequeñas. El chisporroteo de fajitas en una mesa en algún lugar de la sala. Eso olía
bien. Tal vez ordenaría eso, siempre que pudiera comer cualquier cosa con los ojos
vendados. Dios, esto era tan estúpido.

Bueno, era sólo una cita. Yo amablemente superaría la noche, y luego nos iríamos por
caminos separados, y tal vez saldría con un agradable were-hiena la próxima vez.

O tal vez no. Ese era el problema de ser un depredador de la cúspide. Las criaturas más
pequeñas tenían problemas con la dominación. Cuando había estado alrededor de
otros chicos, ellos no habían estado interesados en un cambiador que era decenas de
veces más fuerte y más peligrosa en forma de gato que ellos. Hacía cosas terribles al
ego masculino. Y seguro como el infierno que no iba a restar importancia a mi fuerza o
pretender ser una mujer simplona para apaciguar el ego inseguro de algún tipo.

Nunca había sido capaz de ser sólo yo misma con un hombre. Yo tenía que mantener
una distancia en muchas cosas, incluso con Michael. No le había presentado a mi
familia cuando él lo había pedido. Ellos eran complicados, le había dicho. Cuando me
invitó a vivir con él, había declinado. Necesitaba la capacidad de ir y venir donde el
instinto depredador me llamara. Había sido una novia de mierda para él, pero había
sido paciente y comprensivo.
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Hasta el día en que mi padre me dijo que terminara con Michael, o él acabaría con él
para protegerme. Fue idea de Jayde que él me atrapara en la cama con otro hombre, y
ella había ofrecido de voluntario a un novio de ocasión, Thad. Entonces Jayde le tendió
la trampa a Michael, a quien invito a ir a mi dormitorio esa noche para una sorpresa.

Había visto una sorpresa, muy bien. Había arrojado la llave al suelo y había declarado
que habíamos terminado, cerrando de golpe la puerta. Ver su rostro marcado por la
traición me había destruido. No había escuchado mis sollozos mientras se iba por el
pasillo, sollozos que cualquier cambiador habría oído. Y yo había sabido eso, así como
había sabido que era por su propio bien.

Tomé un trago de agua, tratando de desalojar el nudo en la garganta. Cuatro años, y


todavía no lo había superado. Tal vez porque me he pasado tanto tiempo sola en mi
trabajo. En los momentos de soledad pensaba en Michael. Me preguntaba qué estaba
haciendo. Yo lo había buscado en línea en todos los sitios web de redes sociales, pero
no estaba por ningún lado.

Tal vez si pudiera encontrarlo, viéndole calvo, el vientre panzudo, en una foto con una
esposa y dos hijos, eso me curaría de mi obsesión.
Fruncí el ceño. ¡Qué triste y patético que estuviera bebiendo los vientos por un
humano, un ser humano! Tal vez tenía que ser más como Jayde. Al menos ella tenía
gente a su alrededor. Y salía con todo, lobo, león, tigre. Lo que fuera.

Bueno, pensé con una mueca, nada de vampiros. Jayde trazó la línea en eso.

Oí pasos, el roce de la ropa que me decía que alguien se acercaba. El aire se movió, y
capté un nuevo atractivo aroma: picante, con un toque de dulzura, mezclado con el
perfume de carne humana. De inmediato me puse rígida.

Mi cita vampiro estaba aquí.

—Tu mano —murmuró una voz baja. Había una cualidad extraña en su voz, como si se
hubiera modificado de alguna manera.

¿Los colmillos? ¿Tal vez él fue convertido recientemente y luchaba por controlarlos? Me
imaginé a un vampiro con dientes de conejo y sofoqué la risa histérica que se levantó
en mi garganta.

Esperó, así que levanté la mano y me sorprendió cuando él se inclinó sobre ella para
besar la parte posterior de la misma. Sentí el roce de dientes y la aparté.

—Yo no te mordería sin permiso —dijo con voz áspera, su voz era un susurro. 14
—Vas a tener que perdonarme por estar nerviosa —dije secamente—. Yo no soy un fan
de la venda.

—Sin embargo, aprecio el gesto.

—Deberías —le dije, mi tono agudo—. Lo siento. Estoy un poco nerviosa. Nunca he
salido con alguien que se negara a dejar que le viera la cara.

Escuché la silla ser sacada y su ropa crujiendo mientras se sentaba. Su mano tocó la mía
sobre la mesa, como si quisiera sostenerla.

Me aparté, al notar que su piel estaba más fría que la mía.

—Eso es un poco adelantado para una primera cita, ¿no? ¿Qué tal si hablamos
primero?

Hombre, los vampiros eran raros, y al parecer yo tenía a uno manoseador.

—Te ves muy bien esta noche, Ruby.

Incliné un poco la cabeza, perpleja. Su tono sonaba un poco más íntimo del que
debería tener un extraño. ¿O estaba imaginando cosas?
—Gracias. Yo te diría lo mismo, pero… —Me señalé la venda.

Él se echó a reír, y el sonido hizo que mi cuerpo picara con placer.

Whoa. Abajo, chica.

Había oído que los vampiros pueden ser muy tentadores, pero esto era... alarmante.

Un incómodo silencio cayó de nuevo.

—Háblame de ti —dijo finalmente—. Por favor.

¿Tenía un dejo de acento británico? ¿Cómo era posible que no notara eso? Desvié la
conversación, con ganas de oírle hablar más.

—Oh, yo sólo soy tu chica promedio con una cola.

Él se echó a reír de nuevo.

—Creo que tengo que pedirte tu identificación para confirmar eso.

Abrí mi bolso, pasando mis dedos por encima de las tarjetas en mi cartera hasta que
encontré una que no tenía números y se la ofrecí.
15
—Eso es ya sea licencia de conducir o mi identificación. ¿Mis ojos están abiertos en la
foto?

—Lo están. —Él sonaba divertido.

—Entonces ésa es mi tarjeta de identificación de la Alianza.

Hubo un momento de silencio.

—¿Were-jaguar?

—Sí —le dije a la defensiva. Esto era lo que hacía a los hombres por lo general correr
hacia la puerta. Era difícil citarse cuando tu lado cambiador estaba en la cima de la
cadena alimenticia.

—¿Es eso un problema?

—No, solo estoy sorprendido. Yo habría pensado que eras algo más pequeño... más
suave. Así como un were-conejo.

Me ericé. ¿Quién se creía este hombre que era?

—No es gracioso.
—Entonces me disculpo —dijo con esa misma voz extraña que no podía entender.

—Uh-huh. Me gustaría pedir tu identificación, pero parece inútil, ya que me vendaron


los ojos.

—Ryder lo ha investigado antes de nuestra cita. Y la identificación no hará ninguna


diferencia. Los vampiros no salen en fotos, y un dibujo no me hace justicia.

—¿Cómo puedo confirmar que eres uno?

—Dame tu mano otra vez, y lo podrás notar.

A pesar de mi malestar con él, extendí mi mano sobre la mesa, con la palma hacia
arriba. Tendría que poner su mano en la mía, no al revés. Ahí estaba el depredador
cúspide en mí otra vez, siempre necesitando ventaja. Para mi sorpresa, él puso su mano
en la mía y esperó. Sus dedos estaban fríos contra mi piel, su olor me envolvió, y era
imposible pensar que él fuera cualquier cosa menos vampiro.

Su pulgar rozó el interior de mi mano en una caricia.

Sobresaltada, tiré de mi mano. ¿Eran todos los vampiros tan tocones? Me resistí a la
tentación de sacar mis garras para asustarlo y en su lugar puse la mano en mi regazo.
Sé amable, Ruby. Me aclaré la garganta. 16
—¿Cuánto tiempo has sido un vampiro?

—Cuatro años. ¿Cuánto tiempo has sido un were-jaguar?

Forcé una sonrisa en mi cara, todavía me sentía un poco molesta.

—Siempre lo he sido. La mayoría de nosotros somos cambia-formas de nacimiento. Es


raro que alguien sea cambiado.

—Ya veo —dijo en un tono extraño.

Había algo que no me estaba diciendo, pero por mi vida, yo no podía entender lo que
era. Era como si supiera algo que yo no sabía y estuviera juzgando mis respuestas de
acuerdo con eso. No me gustaba. Además, la maldita venda me estaba volviendo loca.
Tiré del pañuelo.

—¿Puedo quitarme esto para que podamos tener una conversación real?

—Preferiría que la mantengas —dijo Valjean—. Como un favor para mí.

Una vez más, ese extraño acento que parecía ir y venir. ¿Algo que había adquirido en
Europa?
—Bien —dije después de un momento—. Pero sólo quiero que sepas que no estoy
disfrutando esto. No puedo estar cómoda con los ojos cubiertos.

—Creo que estarás más cómoda en torno a mí con eso puesto —dijo enigmáticamente.

Una punzada de simpatía me atravesó.

—Si se trata de los dientes, te aseguro que no es una gran cosa para mí. Estoy
acostumbrada a grandes colmillos colgando de mi propia boca.

—Sin embargo, esto es lo que prefiero. Me permite posar mi mirada sobre ti sin
preocupación.

Me retorcí incómoda, mis pezones pinchando con el pensamiento. Esperaba que no se


diera cuenta de eso. Yo también esperaba que no fuera a pasar la noche entera
mirando mis tetas.

—Eres muy hermosa —dijo con una voz suave y ronca que hizo que un escalofrío
recorriera mi cuerpo—. Cualquier hombre se consideraría afortunado de estar sentado
en mi silla ahora mismo.

—Gracias, pero no puedo salir con cualquier hombre —le dije, con un dejo de
amargura en la voz—.Tengo que citarme sólo con miembros de la Alianza. 17
Silencio incómodo. Probablemente no es la cosa más sabia que decir. “Es por eso que
estás soltera”, podía oír a Jayde decir. “Estás demasiado colgada de ese tipo humano.
Olvídate de él”.

—Háblame de ti —le dije, apresurándome en el incómodo silencio—. ¿Es Valjean un


apellido? ¿Un apodo? ¿Tienes debilidad por los musicales?

—Es un nombre que elegí. Lo consideré oportuno.

—¿Cómo es eso?

—Un hombre traicionado por todos lados, forzado a vivir una doble vida… — Sus
palabras se fueron apagando

—¿Traicionado? —Tuve que preguntar.

—Es una historia larga, y otra para otro día.

Rodé los ojos bajo la venda. Este tipo Valjean necesitaba superarse a si mismo.

—Sólo pensé en preguntar. Es un nombre poco común.


—¿No lo sabías? Los vampiros asumen nuevas identidades. Nos ayuda a romper
nuestros lazos con nuestra antigua vida.

Había algo en él que me molestaba, incluso mientras lo encontraba atractivo. Incliné mi


cabeza, tratando de encontrar el por qué sus respuestas eran inquietantes para mí.
Mientras me movía, le oí inhalar con fuerza sobre la mesa.

Me quedé helada. ¿Estaba encendido por la visión de mi cuello? Todo mi cuerpo se


estremeció con alarma... y un toque de excitación. Que mi más leve gesto pudiera
afectar a un hombre tanto era extraño y embriagador.

No un hombre, me corregí. Un vampiro. Eso cambiaba todo.

Tal vez yo había entendido mal su reacción, sin embargo. La venda hacía difícil confiar
en mis sentidos, ya que había un contexto que me estaba perdiendo. Como prueba,
incliné mi cabeza más y me sacudí el pelo largo y rizado sobre un hombro, dejando al
descubierto la garganta. Incliné la barbilla lentamente, moviéndola a un lado y al otro
como si me estuviera estirando.

Escuché la más mínima insinuación de un gemido, y él se movió en su silla, ajustando


su ropa. Como si se hubiera puesto de repente... ¿demasiada tenso en un área?

¡Ese pervertido! 18

—Bueno, eso es todo —dije con firmeza, poniéndome de pie. Tiré del nudo en la parte
posterior de mi cabeza—. Puedo lidiar con un montón de cosas, pero no me voy a
sentar aquí en la oscuridad mientras te estás excitando por esta maldita venda de los
ojos.

—Ruby, no… —comenzó el vampiro, su acento perdido de repente, su voz sonándome


extrañamente familiar.

Abrí mis garras, corté la tela, me saqué la venda, y me quedé mirando a mi cita.

Michael.
2
Traducido por dark&rose

Corregido por Curitiba

a primera vez que empezamos a salir, Michael había sido como un dios hermoso y
obseso, y no había cambiado. Pelo negro cubría su cabeza en una melena libertina
y espesa. Siempre fue un poco demasiado largo en la parte superior, y cuando se
pasaba la mano por el cabello, sus mechones negros sobresalían como espigas
silvestres en la parte superior de su cabeza. Había estado enamorada de esos picos,
que le daban un aspecto salvaje. Su rostro era tan perfecto como lo recordaba,
también; sus pómulos definidos y sus cejas oscuras perfectamente delineadas en
contraste con su rostro pálido; su mandíbula estrecha, pero firme y en ese instante
tensa por la rabia. Sus ojos eran faros de color verde pálido, y tenía la boca llena y
19
sensual. Estaba tan musculoso y duro como lo estaba cuando jugaba al fútbol en la
universidad. En el pasado, siempre se dejaba una barba incipiente; había desaparecido.
Su mentón estaba completamente liso. Siempre había tenido un bronceado perfecto en
el pasado, también; eso había desaparecido también.

Él era un vampiro.

Michael era un jodido no muerto. La sangre abandonó mi rostro mientras juntaba las
ideas. Cuatro años, me dijo que habían pasado desde que se había convertido en
vampiro. Debía de haber sido convertido después de que hubiéramos roto.

Entrecerré los ojos, y me centré en sus dientes. No había nada malo con ellos. Nada en
absoluto.

Esta cita era todo un montaje. Él no quería que yo supiera que era él. Había estado
sentado ahí, riéndose de mí, mientras yo tenía los ojos vendados y estaba tratando de
actuar como si fuera una cita de verdad. Disfrazando su voz para que no llegara a la
conclusión de que era él.

¿Por qué haría tal cosa? ¿Sólo para vengarse de mí? ¿Para conseguir la ventaja y
hacerme quedar como una tonta?
La furia pulsaba a través de mí.

—¿Qué coño es esto, Michael? ¿Es algún tipo de pequeño juego enfermizo?

Se tensó con ira.

—¿Y qué pasa si lo es, Ruby? ¿Es tan diferente de los trucos a los que jugaste conmigo
cuando estábamos juntos?

Así que era sólo por vengarse. Le arrojé el pañuelo, golpeándole en el pecho con ello.

—Nunca he jugado juegos. Siempre he sido sincera contigo.

—¿En serio? Porque me parece recordar que tus últimas palabras fueron, “No es lo que
parece, Michael”.

—Vete a la mierda, Valjean —dije con frialdad. Recogí mi bolso, que sería un gran
proyectil cuando se lo lanzara a la cabeza—. Encuéntrate a otra mujer a la que comerte
con los ojos mientras ella está con los ojos vendados. Me niego a seguir con tu
pequeño juego enfermizo y pervertido, vampiro.

Me abrí paso por el restaurante, ignorando la llamada entrante de Ryder. Demasiado


para una pequeña compañía. Lo tenía claro. Sal de aquí. Los camareros y los clientes se
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apresuraban a apartarse de mi camino hasta que salí por la puerta, erizada por la
indignación.

Fuera, en la acera, inspiré profundamente, respirando el aire fresco de la noche. Era


extraño cómo me había gustado el olor ligeramente picante y dulce de vampiro. Había
oído que era parte de su encanto, tan atractivo y atrayente que la gente normal y
sensata bajaría la guardia. Di unos pasos calle abajo, estirándome y dejando que el aire
de la noche lo despejara todo sobre mis hombros, y me dirigí a la parada de autobús.

—¡Para! —gritó Michael—. Ruby, ¡para! Quiero hablar contigo.

Esta noche era una pesadilla. ¿Cuántas veces había soñado con volver a verlo? ¿De
confesar mis faltas horribles y que él me perdonara? ¿De decirle que siempre lo había
amado y que él me respondiera lo mismo? Lo único que Michael quería era vengarse
de mí. Caminé aún más rápido.

Una fría mano me agarró del brazo.

Me di la vuelta y gruñí.

—¿Qué?
El viento le alborotaba el cabello grueso y rebelde. Él se cernía sobre mi forma más
pequeña, y me llamó la atención de nuevo lo hermoso que era. Sus rasgos parecían
refinados para un no-muerto. Le sentaba bien.

Odiaba eso.

—¿Dónde crees que vas? —dijo.

—Me voy —espeté como respuesta, retirando bruscamente mi brazo de su toque. Eso
era lo bueno de ser una were-jaguar. Él no era más fuerte que yo—. Esto fue
obviamente un error. Diría que fue un placer verte de nuevo, pero ambos sabríamos
que era una mentira, ¿verdad? Así que ni siquiera me molestaré.

—¿No crees que es injusto que te vayas tan rápido?

Me detuve y me giré hacia él, furiosa.

—Exactamente, ¿cómo es esto injusto?

—¿No puedo tener ni un beso de buenas noches?

—No, siempre y cuando tengas colmillos en tu boca. —Me alejé con pisadas fuertes.
Dios, ¿qué estaba mal con él? ¿Y conmigo, por soñar con él durante tanto tiempo?
21
—Adiós, Ruby —dijo en voz baja, tan baja que casi no lo oí.

El autobús se detuvo en la acera con un chillido ruidoso, ahogando cualquier otra cosa
que él podría haber dicho. Hice una pausa. ¿Por qué se había vuelto su voz tan suave y
precavida? ¿Era un señuelo vampírico? Eché un vistazo por encima de mi hombro y
atisbé al hombre girar hacia el callejón. Michael debía haber decidido quedarse a la
sombra para su camino a casa. Valjean, me corregí a mi misma con un fruncimiento de
mi labio, y me volví hacia el autobús que estaba parado. En ese momento, sonó un
ligero alboroto y el sonido de carne contra carne atrajo mi atención. ¿Una pelea? Venía
del callejón.

¿Un truco?

El viento cambió, y junto con el fuerte olor del escape de los automóviles, atrapé el de
algo extraño y penetrante. Escaneé la hilera de restaurantes cercanos. Nada italiano.
Cómo de raro era que captara un espeso olor a ajo…

Di un grito ahogado, y a continuación corrí hacia el callejón.


Dos hombres luchaban allí, y vi a Michael golpear a uno que llevaba una camisa de
polo. El otro hombre se tambaleó ante el golpe. Michael gruñó por lo bajo en su
garganta, extraño lo sexy que me pareció ese sonido, y se abalanzó sobre él.

La irritación me atravesó. ¿Estaba atacando a un transeúnte desventurado en un


callejón por culpa de su mal humor, o peor, porque tenía sed? Puse mis manos en mis
caderas y golpeé el pie en el suelo.

—Michael, esto no es para nada fantástico.

Michael se dio la vuelta, y sus ojos se oscurecieron por un momento, pensé que había
algo malo en él. Una aguja hipodérmica sobresalía de un lado de su cuello, y la sacó de
un tirón hacia fuera y la tiró al suelo. Se tambaleó hacia adelante un paso y levantó una
mano hacia mí.

—¡Sal de aquí, Ruby! —dijo con un gruñido enojado—. ¡Vete!

Detrás de él, el hombre saltó sobre la espalda de Michael y empujó otra aguja
hipodérmica en su garganta. Michael se estremeció, sus ojos se pusieron en blanco,
girando hacia atrás en sus cuencas, y se desplomó en el suelo. Un olor espeso a ajo
llenó el aire.

Di un paso hacia adelante. 22

—¿Qué demonios está pasando?

El hombre que estaba agachado sobre Michael se levantó. Era alto, de hombros anchos,
barba desaliñada y cortes en la cara donde los puños de Michael habían hecho
claramente algunos daños. Una manga oscura de tatuajes cubría cada uno de sus
brazos. Esto no parecía una chapuza de alimentación.

—¿Qué estás haciendo? —pregunté, acercándome.

Dio un paso hasta quedarse delante del cuerpo tendido de Michael.

—Conseguir una gratificación. Lárgate.

—¿Gratificación?

—Tiene que ocuparse de sus propios asuntos, señora. Lárguese —repitió, haciendo
crujir los nudillos de una manera amenazante.

Levanté una ceja.

—Tal vez debería detenerte.


—Ahora bien, cariño —dijo, mirándome con condescendencia—. No me gustaría que
te rompieras ni una sola de las uñas de tus pequeñas y lindas manos.

Oh, ¿era eso lo que iba a pasar? Me moví hacia adelante, dejando que mis ojos brillaran
con luz de la luna como un gato.

La comprensión iluminó su cara, junto con una sonrisa lenta y malvada que mostraba
un par de colmillos muy largos.

—¿Qué eres, una were-conejita? Nunca he probado una. Esta noche podría ser la
noche.

Maldita sea, ¿por qué todo el mundo piensa que era una were-conejita? Dejé mi bolso
en el suelo y empecé a desabrocharme la parte delantera de mi vestido, dejando que el
cambio se moviera a través de mis entrañas.

—Vuelve a probar.

—¿Were-gatita? —dijo, con una mirada lasciva cuando dejé caer mi bonito vestido
nuevo al suelo y salí de ello, a continuación salí de mis zapatos—. O tal vez un pequeño
y lindo were…

Las palabras se ahogaron en su garganta cuando me dejé caer a cuatro patas y el 23


pelaje con manchas negras y doradas brotó por todo mi cuerpo. Mi cola se azotó
distendida de inmediato, y garras gruesas y curvadas crecieron de mis dedos. Mis
dientes se alargaron hasta convertirse en dientes filosos y depredadores. Mis hombros
se encorvaron hacia abajo, mis caderas se retrajeron hasta adaptarse en unos
poderosos cuartos traseros.

—Oh, joder —juró por lo bajo.

Y ahí está, pensé con aire de suficiencia. Entonces el cambio me tomó completamente,
y mi pensamiento se convirtió en nada más que mi jaguar, hasta que mi transformación
estuvo finalizada. Cuando abrí los ojos y di un paso hacia adelante, rondando, él salió
disparado por el callejón.

Mi gata interior enloqueció. Lancé un pequeño y alegre aullido y salí disparada tras él.
Mientras corría por el callejón salté sobre su espalda, cerniéndome sobre él. Gritó
cuando mis garras hicieron rastrojos su camisa, dejando al descubierto una espalda
llena de más tatuajes. Aceleré, pisándole los talones. Podría romperle el cuello y jugar
con él, saltar sobre su espalda y hundir mis dientes en los huesos frágiles de la base de
su cabeza. Una fractura en el cuello no mataría a un vampiro, pero sería muy divertido
ver el miedo en sus ojos cuando se diera cuenta que sería mío para jugar y destruirlo a
mis anchas.
A veces había algo bueno en ser un súper depredador, pensé con gran regocijo.

Un gemido sonó detrás de mí, y me detuve de golpe, agudizando mis oídos, para
escuchar otro sonido de respiración.

El hombre tatuado sintió mi distracción y aceleró, dirigiéndose hacia el tráfico.

Todavía podía atraparlo. Si él conseguía llegar a una de las calles principales, no tendría
más remedio que abandonar la caza. ¿Un gato grande deambulando por el centro de
Fort Worth? Un poco demasiado perceptible. Pero no era más rápido que yo. Todavía
podía saltar sobre él, golpearlo en la espalda, romperle el cuello…

El gemido sonó de nuevo. Michael. Di otro aullido de ira y me dirigí de nuevo hacia él.

Trataría con ese vampiro tatuado más tarde. Tenía su olor, y sería capaz de encontrar su
rastro si no se metía en un coche.

Llegué hasta el costado de Michael y puse mi nariz húmeda contra su piel. Ruborizado
por el calor. Eso no era bueno para un vampiro. El ajo debe de haberle dado fiebre.

Lo toqué con la punta de mi lengua. Todavía estaba inconsciente, con el pelo


desparramándose sobre la frente y pegado a su piel en espigas sudorosas. Sus
párpados revoloteaban rápidamente, su respiración era áspera, rápida y poco profunda. 24
Le di con mi hocico. Él no se movió. Otro gemido escapó de su garganta. Él sentía
dolor, y mi corazón se apretó en respuesta.

Mierda. No podía dejarlo allí. ¿Y si los humanos lo encontraban? Yo no podía llevarlo al


doctor local de la Alianza, ya que sólo trataba a cambiaformas. Y si un vampiro lo
estaba buscando, es posible que hubiera más. Si me iba de su lado, sería vulnerable.

Observé el gran cuerpo de Michael, caído sobre el cemento. Probablemente podría


llevarlo en mi forma humana, pero eso sería llamar demasiado la atención, teniendo en
cuenta su talla. Tal vez podría encontrar algún lugar cercano y seguro. Entonces podría
dejarlo y explorar el área.

El vampiro no podía haber ido muy lejos, y yo quería saber en qué trataba exactamente
esta “gratificación”.

Arrastré a Michael a un pequeño camino y luego conseguí subirlo a mi espalda, no es


nada fácil sin manos, déjame decirte. No era fácil mantenerlo equilibrado allí, y
probablemente él iba a tener los nudillos llenos de grava cuando se despertara, de
arrastrar sus manos por el suelo, pero lo alejé unos cuantos bloques del restaurante. Mi
progreso fue lento, pero conocía muy bien la zona. Con unas cuantas ideas creativas,
no fue demasiado difícil mantenerlo fuera de la vista, pasando por los callejones,
atravesando puentes, y manteniéndolo en las sombras. Quedé expuesta una o dos
veces, pero la mayoría de la gente se frotaba los ojos y miraba, sin poder creer lo que
veía. Puede ser que hubiera algunas llamadas extrañas a la policía, pero me habría ido
para el momento en que un coche patrulla llegara allí.

Mantuve la cabeza gacha, en busca de un lugar seguro y resguardado, para echar un


vistazo a las lesiones de Michael. Mi visión nocturna me mostró un enorme edificio,
apareciéndose en la distancia. La antigua planta empacadora de carne abandonada.
Situada en el centro de Fort Worth, una monstruosidad horrible que era abierta sólo en
Halloween para servir de casa embrujada.

La rodeé hasta llegar a la parte trasera del edificio, donde las sombras eran más
espesas, y dejé caer a Michael en un rincón oscuro. Caminé por los alrededores del
costado de la estructura inmensamente larga, examinando las hileras de ventanas. No
tenía ni idea de cómo de protegido estaba el edificio. Si había seguridad, seríamos
atrapados.

Bueno, sólo había una manera de averiguarlo. Arrojé mi cuerpo de jaguar a través de
una ventana baja y esperé.

Nada de alarmas. Perfecto. Salté por la ventana hacia el exterior, otra vez, cambié
rápidamente a mi forma humana, despejé el vidrio y procedí a empujar a Michael a
25
través de la ventana.

Accesorios de casa embrujada cubrían toda la planta de abajo, así que me llevé a
Michael más adentro hasta que no hubo más que equipos rotos y basura almacenada,
todo cubierto por una gruesa capa de polvo. Lo dejé tendido en un rincón de la sala,
detrás de un par de bobinas de cable vacías. Todavía estaba quieto, demasiado quieto.
Vacilé, luego me obligué a levantarme. Tenía que asegurarme de que estaba a salvo
primero.

Ya que lo había llevado a través del antiguo almacén y de la mayor parte de la ciudad,
cualquiera que estuviera buscándolo, no encontraría su olor a menos que estuvieran
prácticamente sobre él. Eso estaba bien. Coloqué accesorios y cajas a su alrededor,
haciendo una pequeña fortaleza para protegerlo. Estaría a salvo allí, mientras no
hubiéramos sido seguidos.

En caso de que hubiéramos sido seguidos, me transformé a mi forma de cambiador y


me paseé por el interior de la antigua planta, dejando un rastro de olor que cruzaba y
atravesaba toda ella para confundir a los rastreadores. Los vampiros no podían rastrear
el olor, pero no confiaba en dejar nada al azar. Entonces, cuando Michael estuvo tan
protegido como pude ponerle, me deslicé por la ventana y me dirigí hacia el callejón.
Necesitaba mi vestido, y tenía que explorar la zona en busca de respuestas.
El callejón estaba impregnado del olor espeso y picante del vampiro tatuado, quien
había regresado, de hecho. Me oculté en las sombras, mi cola retorciéndose
lánguidamente mientras observaba a mi presa.

El vampiro había alzado un teléfono a su oreja, y se agachó para recoger mi vestido.

—No me dijiste que estaba con una maldita y fantástica cambiadora —dijo Tattoos.

—No lo sabía. Debe estar desesperado por conseguir sangre —dijo la voz en el
teléfono—. Ángelo le está siguiendo el rastro. Ocúpate de él.

Tattoos resopló.

—No es su culpa que Mariah lo encuentre tan sexy.

—No importa —dijo la voz del teléfono con brusquedad—. Angelo todavía lo quiere
muerto. ¿Dijiste que una cambiadora huyó con él? Mira a ver si ella lo abandonó cerca.
Busca pistas.

—No soy Scooby-Doo —murmuró Tattoos, sacando una pistola de la cintura de sus
pantalones vaqueros y mirando por el callejón.

¿Una pistola? Maldita sea. Salté de golpe, trepando hasta un toldo cercano y luego
26
saltando a la parte superior de un edificio. Rodeé de nuevo el almacén abandonado
lentamente, pensando mucho. Alguien llamado Angelo quería a Michael muerto. ¿Qué
se supone que debía hacer con esa información?

Me deslicé de nuevo en el almacén y caminé hacia donde había dejado a Michael. Su


olor era espeso y fuerte, mezclado con ajo. Lo que hacía que la especia en su olor de
vampiro se volviera amarga y errónea. El ajo es un veneno para los no-muertos, y
Michael había recibido una dosis masiva.

Estaba delirante y débil, sus párpados aleteando para abrirse cuando me agaché a su
lado y me transformé de nuevo a mi forma humana. Me incliné sobre él y apreté mis
dedos sobre su frente, midiendo su temperatura. Todavía estaba caliente y húmedo por
el sudor. ¿Qué se suponía que tenía que hacer con un vampiro enfermo?

Los ojos de Michael se abrieron, tan verdes que casi brillaban en su rostro enrojecido.
Para mi sorpresa, extendió la mano y acarició suavemente con sus dedos mi mejilla, y
luego trazó mi mandíbula.

—Soñaba con esto —murmuró—. Tan preciosa.

Entonces sus párpados se cerraron, y él se relajó, dejándome sola, desnuda, y muy, muy
confundida.
3
Traducido por Kira.godoy

Corregido por Nanis

lo largo de la noche, Michael tembló y se estremeció, atrapado en la agonía del


veneno. Podía oler el ajo filtrándose por sus poros mientras sudaba, delirando.
Caminé sintiéndome impotente, mis pensamientos un remolino confuso.

Michael está aquí.

Michael es un vampiro ahora.

Y los vampiros no están fuera de los límites para los cambiadores. Sentí un revoloteo de
esperanza y lo aplasté rápidamente. Él había tenido cuatro años para odiarme. Nuestra 27
reunión había sido horrible y cuando lo acusé de estar jugando conmigo, no lo negó. Él
había sido cruel deliberadamente.

Pero había tocado mi mejilla tan suavemente, había susurrado: “He soñado con esto”
cuando me había visto. ¿Qué significaba eso?

Incluso a pesar de que nuestra cita a ciegas era peor que detestable, verlo dando
vueltas a la luz de la luna trajo todas mis emociones de regreso a la superficie. No
podía abandonarlo. No mientras estaba vulnerable, solo y siendo cazado. Sabía una
cosa o dos acerca de la caza y la protección. Ese era mi trabajo, después de todo. Podía
protegerlo hasta que volviese a poder protegerse por si mismo.

Siempre que pudiese encontrar algo de ropa, por supuesto.

Merodeé a través de la planta destrozada, buscando algo con lo que cubrir mi


desnudez, pero no había nada. El vampiro tatuado había tomado mi vestido y mi bolso,
y estaba atrapada esencialmente sin billetera, sin móvil y un vampiro que estaba
delirando con fiebre.

Después de todo, no era una gran cita.


Me extendí sobre su lado nuevamente, preocupándome sobre el amanecer
arrastrándose a través de las ventanas cercanas. Lo había movido a la esquina más
oscura del almacén y arreglado las lonas sobre las cajas apiladas para darle un escudo
contra la luz del sol, pero, ¿y si no era suficiente para protegerlo?

No lo fue. A pesar de que el sol no lo estaba golpeando directamente, tan pronto como
la luz llenó las ventanas, sus temblores y estremecimientos se volvieron más frenéticos.
Sudor perlando su piel, y su respiración entrando ásperamente.

Pasé mi mano por su frente, preocupada.

Sus ojos se abrieron de golpe, sus pupilas dilatadas en piscinas negras. Sus labios
separados y sus colmillos alargados, creciendo cuatro veces su tamaño. Lo miré
fijamente con repulsión. Los vampiros de las películas tenían pequeños colmillos de
bebé. La realidad era más como un maldito tigre dientes de sable.

—Justo lo que necesitábamos —murmuré para mí misma.

Al sonido de mi voz, sus ojos se pusieron en blanco y sus parpados revolotearon, su


cuerpo arqueándose como si estuviese sufriendo.

—¿Michael? —Puse una mano sobre su mejilla, alarmada—. ¿Estás bien?


28
Él volteo hacia mi muñeca, y sus fosas nasales se ampliaron, como las de un cambia
formas cuando percibe una fragancia. ¿Acaso el olor de mi sangre? Mi piel se erizó con
alarma, pero él no se movió. El pulso en su cuello revoloteaba débilmente, y su boca se
aflojó. Sus labios se veían agrietados, e incluso el sudor que había estado transpirando
de él se estaba secando.

Esto no era bueno.

Su lengua tocó sus labios secos, y escuché el más escueto silbido de una palabra.

—Sangre.

Apreté los ojos cerrados… y empujé mi muñeca contra su boca.

Esta vez, él mordió.

El dolor era insoportable. Se sentía como si uñas gemelas hubiesen sido martilladas a
través de mi muñeca; podía sentir sus dientes raspando mis huesos de la muñeca. Di un
tirón, tratando de separarme del dolor disparándose por mi brazo.

Él no me iba a dejar ir, sin embargo. Sus manos se cerraron alrededor de mi muñeca, y
comenzó a beber, cada succión sintiéndose como si estuviese chupando por una pajita.
Tire nuevamente, pero él era fuerte en su necesidad, su piel caliente y seca contra la
mía. Esto no lo valía.

Excepto… ese rubor enfermo en sus mejillas parecía desvanecerse un poco. Los
escalofríos febriles se habían ido. Ya no estaba gimiendo con dolor debido al sol.
Apreté mis dientes, preparada para soportarlo por su causa. Supuse que le debía
demasiado.

Michael continuó bebiendo como si su instinto se hubiese hecho cargo para salvar su
vida. Lo dejé, estirándome ocasionalmente para acariciar su cabello.

Incluso como un raro, no muerto, vampiro con dientes de sable, todavía era
increíblemente hermoso para mí. Mi corazón se apretó con anhelo y sonreí en su
dirección.

La habitación se inclinó y bamboleó, sólo un poco. Mareos. Él estaba tomando


demasiada sangre. Tiré de mi muñeca.

—Ya es suficiente.

Él continuó bebiendo, su garganta flexionándose con cada trago.

—Michael. —Apreté, tirando mi mano contra su hombro y empujando. Cuando eso no 29


funcionó, traté de tirar de sus dedos, aún cerrados alrededor de mi muñeca—. Dije que
ya es suficiente.

Pero él estaba más allá de oírme. Tenía que detenerlo antes de que me matara.

Ubiqué un pie contra su mandíbula y empujé con fuerza. Sus dientes finalmente se
liberaron y él voló hacia atrás, sus colmillos arrancándose fuera de mi brazo. Hice un
gemido de dolor y apreté mi muñeca contra mi pecho. Ow.

Él cayó en una piscina de débil luz solar y su piel comenzó a humear inmediatamente.
Gemí y lo arrastré de regreso al refugio. Mi muñeca estaba sangrando profundamente,
por lo que rasgué una tira de su camisa para usarla como venda.

—Tachando totalmente a los vampiros de mi lista de citas —murmuré mientras


envolvía mi muñeca.

V
El día transcurrió lentamente. Mientras el sol subía en el cielo, la bodega se volvió
calurosa. No me importaba, debido a mi naturaleza felina, pero sí me molestaba el aire
estancado y viciado. El teléfono de Michael no estaba en ningún lugar a la vista, y yo ni
siquiera sabía si él había traído uno. El mío había sido tomado con mi bolso, por lo que
estábamos inevitablemente varados. Anhelaba ir a revisar mi departamento, para ver si
ellos lo habían allanado después de descubrir mi bolso, pero no podía cruzar la ciudad
desnuda, ni en mi forma de jaguar. Podía salir siendo un gran gato en la noche, cuando
las sombras me escondían, pero a la luz del día, la gente tiende a llamar a control de
animales por ti.

Además, estaba cansada. Había estado despierta toda la noche vigilando a Michael, y
mi fuerza estaba flaqueando. Me acurruqué cerca de su cuerpo y di una siesta felina a
lo largo del día, despertándome ante el sonido más débil. Los cambiadores tienen un
oído increíblemente agudo, por lo que podría estar alerta en el momento en que
alguien viniese cerca del edificio.

Desperté en la tarde ante el sonido de una rata escurriéndose sobre el suelo en la


habitación contigua. Me senté erguida y mi estómago gruñó, recordándome que no
había comido en casi un día entero. La rata se movió nuevamente y mi estómago gruñó
nuevamente en respuesta, recordándome que si estaba en mi forma felina, las alimañas
eran un buen aperitivo.
30
Decidí salir sin pensarlo más.

Cambié a mi forma felina para hacer un rápido reconocimiento del área mientras
esperaba a que el sol se ocultase. No había nuevos aromas en el área, bien. Nuestro
escondite aún no se había descubierto.

Regresé al lado de Michael tan pronto como el resto de la luz del día desapareció. Sin
querer alarmarle, cambié de regreso a mi forma humana y le espere. ¿Despertaría?
¿Qué tal si había muerto mientras dormía? Coloqué mi mano sobre su frente, la que se
sentía fría al tacto. Esa era una buena cosa para los vampiros, ¿verdad?

A mi contacto, su cuerpo se estremeció y sus ojos se abrieron. Tomó mi muñeca


vendada antes de que pudiese alejarla. Sus orificios nasales se expandieron, y miré
cómo sus dientes se extendían fuera de su boca, como si la pura esencia de mi sangre
lo hiciese perder el control.

Retorcí mi muñeca en su agarre, gentilmente pero firmemente.

—Déjame ir.
Lo hizo al momento, sus ojos dilatados parpadeando rápidamente. Luego sus dientes
se retractaron y miró mi cara por un largo momento, como si pelease por comprender
dónde estaba.

—Estás despierto —dije escondiendo mi alivio.

Su mirada se deslizo a mis pechos desnudos.

—Estás desnuda.

—Larga historia. Podemos llegar a eso después de que me digas por qué estás siendo
seguido por un caza recompensas.

Él continúo mirando mis pechos, como si estuviese hipnotizado por su cercana


proximidad y su estado libre colgando.

—¿Cazador… de recompensas? —Él repitió lentamente. Sus dedos crispados, y me


pregunté si estaba queriendo estirarse y tocarme.

El pensamiento hizo que un inesperado calor ardiera a lo largo de mi cuerpo, haciendo


que mis pezones se endurecieran. Palmeé mis dedos frente a su cara.

—Ojos aquí arriba.


31
Él salió de su trance, mirándome a mí. Luego lució un poco mortificado.

—Lo siento. Estabas diciendo… ¿Cazadores de recompensas?

Asentí. ¿Sería totalmente obvio si tirase mi largo y rizado cabello sobre mis hombros
para cubrir mis pechos? Probablemente. Decidí ignorar su mirada fascinada, que estaba
incluso ahora recorriendo mi cuerpo desnudo.

—¿Quieres decirme por qué otros vampiros están tratando de asesinarte? Poniendo
nuestras vidas en peligro.

Él frunció el ceño, pensando, y se sentó en el pequeño fuerte que le había hecho.


Michael se pasó una mano por la cara.

—Todo lo que recuerdo es dirigirme hacia abajo por el callejón. Alguien saltó desde el
techo aterrizando sobre mí y clavó la aguja en mi garganta. Creo que luchamos. La
última cosa que recuerdo es el dolor. —Hizo una mueca, colocando su mano sobre su
cuello—. Montones y montones de dolor al rojo vivo.

—Por lo tanto no sabes quién era —declaré.

—No.
—¿O por qué vinieron tras de ti?

Esta vez, se quedó callado.

—¿Sabes por qué vinieron tras de ti? —Una oleada de irritación ardió a través de mí—.
¿En qué estabas pensando, saliendo en una cita en público si sabías que alguien te
estaba cazando? ¿Cómo pudiste poner mi vida en peligro de ese modo?

—No sabía esa parte —dijo, pasándose una mano a través de su cabello y haciéndolo
sobresalir como una sexy maraña de rizos nuevamente—. No sabía que Angelo estaba
buscando activamente para que me eliminaran debido a su encaprichamiento con
Mariah.

Crucé mis brazos sobre mi pecho, tanto complacida como molesta de que su mirada
fuera allí inmediatamente

—¿Quiénes son Angelo y Mariah?

—Otros vampiros.

—¿Los que te convirtieron?

—No, la que me convirtió fue Gemma.


32
Una punzada de dolor se disparó a través de mí. ¿Una mujer lo había convertido?

—¿Pero sabes por qué estás siendo cazado?

—Angelo quiere que Mariah sea su compañera de sangre. —Ante mi mirada en blanco
continuó—. Los compañeros de sangre son una pareja simbiótica, no necesitan a nadie,
excepto el uno al otro y se pueden alimentar el uno al otro eternamente. Mariah no
quiere esa clase de relación con Angelo, ¿y la mejor manera de enviar un mensaje
diciendo que no estás interesada? Adquiriendo un compañero de sangre.

—¿Tú? —adiviné, mi tono mordaz.

Podría haber jurado que él lucía un poco molesto.

—No todo el mundo me encuentra tan repugnante como tú.

¿Repugnante? ¿Él realmente pensaba eso? Aturdida, tiré mi cabello sobre mis pechos,
sin importarme que el movimiento fuera obvio.

—¿Así que esta Mariah quiere que te vayas a vivir con ella, y su aspirante a novio está
tratando de asesinarte?
Él asintió.

—Un compañero de sangre es muy apreciado y Angelo ha tenido puesto su ojo en


Mariah por un largo tiempo. Supongo que él siente que ha gastado tanto tiempo que
no quiere perderla ante alguien más. No creo que sea amor sino más bien orgullo.

—¿Y tú ya dormiste con esta Mariah? —pregunté, y entonces estaba agradecida de que
la oscuridad escondiera el molesto rubor en mis mejillas. ¿Por qué me preocupaba si mi
ex novio había dormido con alguna vampiresa fulana?

—Nunca me he acercado a ella —dijo en una baja, suave voz—. Nunca tuve ningún
interés en absoluto, nunca la alenté. Nada. Esto es todo obra de Mariah. Cambié mi
nombre y fui a esconderme pensando que si tenía unas cuantas décadas para
olvidarme, entonces podría reingresar a la sociedad de vampiros, pero ella está
haciendo las cosas… difíciles.

—Eso diría —dije—. Y este tipo Angelo, ¿es poderoso?

—Es la cabeza del clan de vampiros en esta área.

—Eso es un sí, entonces.

Cayó un silencio incómodo. Luego de un momento, Michael miró hacia mí 33


nuevamente.

—Salvaste mi vida, ¿Cómo?

El brillo en sus ojos era un poco desconcertante. ¿Era eso afecto? ¿Deseo? ¿Amor no
correspondido aun ardiendo tras cuatro largos años de miseria? ¿O sólo me lo estaba
imaginando?

—Oí tu grito y algo me dijo que lo revisara. Por lo que hice lo que cualquier otro
hubiese hecho; cambié a mi forma felina y lo alejé.

Él extendió su mano para colocar un rizo extraviado sobre mi hombro, sus dedos fríos
deslizándose sobre mi piel.

—No cualquiera. Él te podría haber herido.

—En realidad —dije en una suave voz, sin aliento, mientras sus dedos se movían a lo
largo de mi brazo desnudo—. Él probablemente no podía. El mayor depredador y todo
eso.

Michael alejó su mano de mi brazo.


—Claro. Mujer-jaguar. Él miró alrededor de la bodega—. ¿Y de alguna manera te las
arreglaste para traerme aquí?

—Lo hice —respondí firmemente, preguntándome por qué me había molestado tanto
que se hubiera retirado tan pronto como la cosa mujer-jaguar fue mencionada. Quiero
decir, demonios, él era un aterrador no muerto, y no me veías entrando en pánico y
cayéndome a pedazos, ¿verdad? No, no lo hacías.

—Te debo una deuda de gratitud —dijo en una suave voz.

Me retorcí un poco, incómoda ante el pensamiento de él debiéndome algo. A mí, quien


había mantenido secretos y pisoteado su corazón.

—No seas ridículo.

—Al menos, te debo una disculpa —dijo suavemente—. No fui dulce contigo en la
cena, la venda fue cruel. Lo siento.

Alejé su disculpa con un gesto de mi mano.

—Te he herido también. Creo que estamos a mano ¿verdad?

—No quiero estar empatados —dijo con voz baja y ronca.


34
—Aun así, querías herirme una vez que te diste cuenta de que estaba en la base de
datos de la agencia. Cuando te diste cuenta de que te había mentido acerca de lo que
era.

—Lo hice —admitió, su mirada verde sobre mí—. Pero he cambiado de idea.

Levanté una ceja hacia él.

—¿Tan pronto?

Pasó sus dedos sobre mi mejilla, confundiéndome con aleteos de emoción una vez
más.

—Salvaste mi vida. Y lo que teníamos antes… era bueno. Te he extrañado. Quiero que
seamos amigos nuevamente.

Mi corazón se saltó un latido emocionado incluso a pesar de que estaba deshecha.


Después de toda la angustia y la agonía, ¿lo único que quería era que fuéramos
amigos?¿Podía ser amiga del hombre que una vez había amado?

Y realmente, ¿había dejado de amarlo por completo?


—Amigos —repetí y forcé una sonrisa, estirando mi mano.

Él miró a mi mano extendida con sorpresa. Luego sonrió y la sacudió.

—Amigos entonces.

Mi corazón se sintió como si se estuviese rompiendo en un millón de piezas pequeñas.

35
4
Traducido por mariaozuna & rihano

Corregido por Laurence15

ichael todavía estaba un poco débil y lento a causa del veneno, pero a él no le
gustaba que yo estuviera varada allí desnuda y ya sus cazadores de
recompensas probablemente tendrían mi nombre y dirección de casa.

—Podemos ir a mi casa —dijo—. He estado viviendo bajo un nombre falso durante un


buen tiempo. Dudo que ellos lo sepan.

—Ellos saben algo sobre ti —señalé—. De lo contrario, ¿cómo fueron capaces de


encontrarte en el restaurante?
36
Él se encogió de hombros.

—¿Pura suerte? Ellos saben que estoy en la zona, sólo que no saben dónde.

Le fruncí el ceño.

—Entonces, ¿por qué no dejas la zona y te vas a algún lugar seguro?

Se encogió de hombros y apartó la vista.

—Me gusta estar aquí. Es mi hogar.

—No si la casa es igual a muerto —le respondí, y me puse de pie—. ¿Cuál es el plan?

Su mirada se desvió de nuevo a mi cuerpo desnudo, pálido en la luz de la luna, y


rápidamente la apartó de nuevo, como si no pudiera evitarlo, pero estuviera tratando
de ser educado por el bien de nuestra amistad. Yo ya odiaba esa palabra.

—Deberíamos explorar la zona, ver si todavía están cerca. Si no, podemos salir.

—¿E ir adónde?
—Tengo varias casas de seguridad en la zona —dijo con calma—. Una de ellas está
destinada a ser segura.

No teníamos ninguna otra opción que pudiera ver, pero no me gustaba. Se sentía
como tentar al destino.

—Está bien. Voy a explorar la zona, y una vez que sepa que está despejado, podemos
ir.

—Puedo explorar, también —dijo. Él se puso de pie e inmediatamente se tambaleó,


tratando de alcanzar una caja cercana para sostenerse.

Fui de nuevo a su lado. Se apoyó en mí fuertemente.

—¿Qué está mal? —le pregunté, preocupada.

Sacudió la cabeza y se enderezó.

—Sólo un poco de debilidad residual del aceite de ajo. Estaré bien una vez que me
alimente de nuevo. —Él me dio una mirada esperanzadora—. ¿Supongo que no eres
voluntaria para la tarea?

Me estremecí, recordando esos enormes dientes hundiéndose en mi muñeca y el dolor


37
insoportable.

—No, gracias. No es lo mío.

—La mayoría de la gente lo disfruta —dijo él, su tono ligero y engatusador.

Agité mi muñeca vendada hacia él.

—Yo ya hice mi buena acción de la semana. Encuentra algún otro tonto para beber. No
es para nada mi idea de diversión.

Michael parecía herido, luego agarró mi muñeca y tiró de ella hacia delante para
inspeccionar las vendas más de cerca.

—¿Cuándo hice esto, Ruby?

—Cuando estuviste enfermo y la luz del sol te golpeó. Pensé que ibas a morir, así que
ofrecí mi muñeca.

Un pequeño escalofrío me recorrió de nuevo.

Él vio mi reacción, con el rostro pálido y consternado.


—¿Y te duele?

—Sí.

Me soltó el brazo con un pequeño suspiro.

—Entonces te debo otra disculpa.

—No te preocupes —le dije, sin que me gustara lo duro que él estaba tomando esto.

—No debo haberte preparado. Lo siento.

Ninguna cantidad de preparación podría haberme preparado para diez centímetros de


largos colmillos hundiéndose en mi muñeca.

—Como he dicho, la cosa vampiro no es para mí.

Parecía tenso.

—No, supongo que no.

Una vez más, el silencio incómodo cayó entre nosotros. Hice un gesto hacia la luz de la
luna que entraba por las ventanas polvorientas.
38
—Voy a salir a dar una vuelta. Es más seguro si voy sola. Tú te quedas aquí.

Se quitó la chaqueta y empezó a quitarse la camisa.

—Aquí. Toma mi ropa, por lo menos.

Puse una mano en su pecho, deteniéndolo. Está bien, no era necesario tocarlo, pero me
parecía imposible evitarlo.

—Quédatela. Voy a rasgarla cuando cambie.

Me miró con fascinación sorprendida.

—¿Vas a cambiar ahora?

—Sí. Es posible que desees darte la vuelta —le dije, luego me aparté unos metros y fui
detrás de unas cajas para impedirle ver lo peor.

Muchas personas encuentran el cambio horrible. A medida que avanzamos de una


forma a otra, nuestros músculos se agrupan y redireccionan. Nuestros huesos se
vuelven casi articulados, y se desplazan y flexionan con nuestros cuerpos. No sé cómo
funciona en un modo científico, todo lo que sé es que todo nuestro ser se reacomoda,
y es probable que se vea como algo salido de una película de terror a menos que lo
estés esperando.

Miré por encima a mitad del cambio y noté que él no estaba mirando a otro lado. Se
había movido para poder obtener una mejor visión de mi cambio, apoyándose
pesadamente contra una de las cajas cercanas.

Cuando terminé, me estiré en mi forma de gato, agitando mi cola.

Michael parecía impresionado.

—Eso fue increíble.

Adulador. Parpadeé mis ojos de gato en él, y luego volví a su lecho, me moví en círculos
por el lugar dos veces, y luego lo miré fijamente.

—Está bien. Ya voy —dijo él, siendo incapaz de suprimir la sonrisa de su rostro
mientras se sentaba.

V
39
A pesar de que la brisa de la noche estaba fresca, el aire era cálido y llevaba consigo
numerosos olores. Podía oler los gases de los tubos de escape y oír el movimiento de
los autos en la distancia.

También olía a pequeños roedores, recordando a mi retumbante estómago que yo


necesitaba comer tanto como lo hacía Michael.

También olía algo más, un olor picante y seductor con el que me estaba volviendo
demasiado familiarizada.

Vampiro. Y no era Michael.

Encontré el olor en el lado opuesto del edificio y lo seguí, pero no pude encontrar
ningún otro rastro de su olor en el estacionamiento. Revisé las puertas de la bodega de
carga en este lado del edificio, pero la cerradura y la cadena no estaban forzadas. Las
ventanas estaban intactas allí, pero en el otro lado del edificio, donde Michael y yo
estábamos escondidos, yo había roto una ventana. Él sería capaz de conseguir entrar a
través de ella.

Me trasladé al otro lado del edificio y sentí otro olor, y éste me heló la sangre.
Hombre Lobo. El vampiro estaba usando un rastreador para darnos caza.

Mierda. Estábamos en problemas. El lobo olería “jaguar” en todo el edificio y sabría que
me estaba escondiendo aquí. Caminé de vuelta por el estacionamiento a pasos rápidos
y silenciosos, en dirección a la ventana que me llevó de vuelta a Michael.

Una forma oscura se agachó junto a la ventana. Lancé un grito bajo de advertencia y
observé el giro de la canina cabeza hacia mí. El lobo levantó la cabeza, olfateando el
aire. Todavía no me había visto, pero había oído mi advertencia y me olía en el viento.
Salí de las sombras y le dejé tener una buena mirada de mi tamaño. A mis dientes
largos y puntiagudos. Le susurré, dejando al descubierto los dientes, azotando mi cola.

El lobo me echó un vistazo y corrió como el viento. Él no tenía ninguna posibilidad, y lo


sabía. Los lobos eran fuertes cuando eran muchos en número.

Yo era fuerte sólo siendo yo.

Tener cuidado con el sabueso. Ahora, a encontrar al otro vampiro antes de que le
disparara con ajo a Michael otra vez, o algo peor. Me subí a la repisa de la ventana rota,
y luego me dejé caer dentro. Inmediatamente, me levanté sobre mi vientre, la cola
crispándose mientras perfumaba la zona.

Olí a Michael, su olor demasiado obvio. También olía a especias de vampiro débil con 40
un sabor diferente a él, viniendo de la derecha. Me moví a través de las sombras,
agradecida por la utilería de casa embrujada que me permitía escabullirme a través de
la habitación pasando desapercibida.

Contra la pared, escuché un pedazo de madera moverse y caer.

Oí a Michael ponerse tenso, su ropa susurrando mientras se movía. Escuché algo raspar
contra su mano, un arma, esperaba yo.

—¿Ruby? ¿Eres tú?

Vi una figura levantarse de entre las sombras, levantando algo largo hasta el hombro.
Mis muslos se tensaron, y me preparé para saltar.

—No soy Ruby —dijo el hombre, y cuando él inclinó la cabeza, me di cuenta de que
tenía una ballesta. Salté con un grito, con las garras extendidas.

Mi peso pesado cayó sobre él, y oí el canto del silbido de la ballesta ya en libertad.
Algo sonó hueco en la madera contrachapada cercana, y oí a Michael maldecir. El
vampiro debajo de mí luchó fuertemente, y yo olía la sangre bajo mis garras cuando
incliné mi cabeza para romperle el cuello, un fuerte instinto.
—Por favor —susurró—. No me mates.

Dejé que mis dientes delanteros rozaran su piel fría. No podía matar a un hombre a
sangre fría, sin importar el peligro que él nos presentaba. Levanté la cabeza, olfateando
el aire en busca de otros vampiros mientras él se retorcía debajo de mí.

No olía a nadie más, así que volví mi atención hacia el vampiro debajo de mí.

—¿Ruby? —llamó Michael de nuevo—. Ruby, ¿dónde estás?

El vampiro debajo de mí dio un giro violento, y puse mi boca en su cuello en señal de


advertencia.

Levantó la mano libre, y vi que de alguna manera había sacado otra arma. Con una fría
sonrisa llena de colmillos, la sostuvo contra mi hombro y disparó.

Esperé a que el dolor de la bala me llegara, pero lo único que sentí fue una picadura.
Entonces vi el tranquilizante saliendo de mi hombro, dos segundos antes de que el
mundo se deslizara hacia la oscuridad.

Jodida misericordia. La próxima vez, yo definitivamente mataría al tipo malo. Mi última


visión fue de Michael gruñendo, con sus colmillos extendidos, mientras saltaba hacia el
vampiro. 41

V
—Ruby —dijo una voz, acariciando mi mejilla—. Despierta.

Gemí por el dolor de cabeza palpitante detrás de mis ojos. Mi boca estaba seca, y me
moría por un trago de agua. Abrí un ojo y miré a mi alrededor.

Michael se cernía sobre mí, con la cara llena de preocupación. Su boca tenía un corte
en la esquina, y había un rasguño en un pómulo, como si hubiera estado peleando. Él
frunció el ceño mientras me miraba, y sentí sus dedos acariciar mi mandíbula.

—¿Estás bien?

Estaba de vuelta en mi forma humana, lo que significaba que había estado inconsciente
por un tiempo. Me senté, haciendo una mueca y frotando mi hombro mientras
recordaba el dardo.

—Él me sedó —dije malhumorada—. Al igual que un maldito animal de zoológico.


—Lo sé —dijo, sentado sobre sus talones. Sus labios temblaron como si estuviera
tratando de no reírse—. Yo estuve allí.

Miré a mi alrededor. Las sombras parecían más profundas que antes. ¿Cuánto tiempo
estuve inconsciente?

—¿Lo has matado?

—No. Después de que él te sedara, lo golpeé hasta que llegó a su ballesta. Entonces la
agarré y la aplasté. Creo que él se quedó sin armas después de eso, porque corrió
como un cobarde. Tuve que elegir entre seguirlo y cuidar de ti, y te elegí a ti.

No estaba del todo segura de que fuera la opción más sabia, pero no dije nada. Mi
brazo sentía el hormigueo, pero por lo demás me sentía bien, sólo un poco perezosa.

—Así que, ¿ese era el cazador de recompensas de nuevo?

Él asintió con la cabeza.

—Él volverá, pero no esta noche.

—¿Por qué no?

—No quiere ser un vampiro atrapado cerca de la luz del día, y queda menos de una 42
hora para eso.

—Oh. —¿Había estado dormida tanto tiempo? Eso era deprimente. Me di cuenta que
Michael ya no llevaba la camisa, y que la había tirado sobre mí—. Gracias por la ropa.

—A pesar de lo tentador que era dejar que te acostaras desnuda, sentí que no era justo
para ti, ya que habías perdido tu ropa defendiéndome.

Me encontraba tentadora desnuda, ¿verdad? Una astilla de placer corto a través de mí


—pero lo ignoré— poniéndome de pie.

—Tenemos que salir de aquí.

—Como he dicho —empezó—, ningún vampiro va a ser atrapado cerca de la luz solar.
Eso me incluye a mí.

Cierto. Maldita sea.

—¿Así que estamos atrapados aquí otra noche?

—Tú no lo estás. Agradezco la ayuda, pero no estás obligada a ayudarme más. Puedo
cuidar de mí mismo.
Fruncí el ceño. ¿Era este un intento de deshacerse de mí? ¿Estaba contando las horas
hasta que me fuera?

—Pero serás vulnerable.

—Voy a estar bien.

—¿Y puedes defenderte cuando el sol se ponga?

Cruzó los brazos sobre el pecho.

—El otro es un vampiro, también. No hay que preocuparse por eso.

—Error. Está trabajando con un hombre lobo. Serías un blanco fácil si te encuentra.

Él no dijo nada.

—Me lo imaginaba —le contesté, mi tono crispado—. Así que tengo que cuidar de ti
hasta que puedas llegar a algún lugar seguro. Eso es lo que un amigo haría.

Él me sonrió entonces —lento y sensual— y mis entrañas se convirtieron en papilla.

—Gracias, Ruby. Lamento que estés atrapada conmigo un poco más de tiempo.
43
Su tono implicaba que él no lo sentía en absoluto. Yo le devolví la sonrisa.

Mi sonrisa se desvaneció un poco cuando comenzó a desabrocharse el pantalón. Me


encontré mirando hacia sus dedos mientras se deslizaban por la bragueta, de repente
mi garganta más seca que nunca.

—Um, ¿qué estás haciendo?

—Una tienda de abastos no puede estar muy lejos de aquí. Tienes que comer algo.
Puedo oír a tu estómago gruñir desde aquí. Y si vas a ser mi guardaespaldas, es
necesario conservar tus fuerzas.

—Hay unas cuantas ratas en el edificio —bromeé.

—Puede que tengas que dejar aquellas para mí.

—Gracioso —le dije, y luego me di cuenta que no estaba bromeando. Ugh. Odiaba la
idea de pelear con él por las ratas—. Muy bien, entonces. Dame tus pantalones.

V
Si el hombre detrás del mostrador en el 7-Eleven pensaba que era raro que una mujer
se presentara a las cuatro de la mañana, vestida con ropa de hombre y comprara seis
perritos calientes, toda la carne seca en el estante, tres bolsas de patatas fritas y dos
botellas gigantes de agua, no lo dijo. Él simplemente tomó mi dinero y volvió a ver la
película en su monitor. Corrí de nuevo hacia la planta con las provisiones colgando de
mi mano. No me gustaba dejar a Michael solo, pero era eso o morir de hambre.

Me comí todos los perritos calientes incluso antes de que me diera cuenta y estaba
acabando la primera bolsa de patatas fritas en el momento en que me arrastré de
vuelta a través de la ventana. Michael parecía aliviado al verme, devorando mi cuerpo
con sus ojos.

—Te ves encantadora con mi ropa —comentó.

—¿No se supone que tienes que decirme que me veo mejor sin ellas? —bromeé,
quitándome sus pantalones y entregándoselos a él. Llevaba calzoncillos apretados y
blancos que marcaban mucho más de lo que recordaba, y me sonrojaba cada vez que
lo miraba.

Debería ser pecado para los no-muertos verse así de buenos.

Me senté con las piernas cruzadas (mi camisa prestada me cubría completamente del
todo) y le ofrecí un poco de mi comida. 44

—¿Puedes comer comida humana?

Él negó con la cabeza hacia mí.

—Estaré bien.

—¿Con qué frecuencia los vampiros necesitan beber?

—No muy a menudo.

Ah. Eso me sorprendió. Los cambia formas tenían metabolismos elevados a causa de
nuestros cuerpos sobrenaturales, y supuse que sería lo mismo para los vampiros. Pero
tal vez no.

Hice un gesto hacia la ventana cercana.

—El sol va a salir pronto. Tan rápido como baje, vamos a salir de aquí, ya que ellos van
a estar de vuelta esta noche.

—Una de mis casas de seguridad no está lejos de aquí.


—Suena como un plan —le dije, poniéndome de pie para ajustar la lona sobre las cajas,
por si acaso se habían movido durante la lucha anterior.

Él se puso de pie, también… y se tambaleó.

Automáticamente extendí la mano para sostenerlo, la alarma golpeando a través de mí.

—¿Michael? ¿Estás bien?

Volvió a sentarse de nuevo, apoyándose pesadamente contra una de las cajas.

—Sí, sólo dame un segundo.

—¿Es el veneno? ¿Todavía estás enfermo?

—Estaré bien —dijo con una voz dura—. Déjame en paz, Ruby.

—Oh, seguro —le dije con sarcasmo—. Porque sé que cuando estoy bien me caigo y
tengo que apoyarme en los muebles. Eso es, completamente, lo que la gente que está
bien hace, ¿verdad? Qué estúpido es de mi parte estar preocupada.

Su boca se curvó en una de las esquinas.

—¿Estás preocupada por mí? 45

Él estaba casi a unos centímetros de conseguir un puño en la boca.

—No trates de desviar el tema hacia mí.

—Estoy sólo un poco débil todavía —dijo, pasándose una mano por el pelo. Éste se le
levantó un poco más alto—. Mejorará con el tiempo, y me imagino que se irá con la
siguiente alimentación.

Crucé los brazos sobre mi pecho, una sensación de hundimiento viniendo sobre mí.

—Dime la verdad, ¿con qué frecuencia necesitan alimentarse los vampiros?

Él me dirigió una sonrisa triste.

—¿Con qué frecuencia necesitas tú comer?

—Michael —le dije en un tono exasperado—. ¿Por qué no me lo dijiste?

—Porque no hay nada que hacer al respecto.


Pero lo había. Yo estaba llena de sangre agradable y fresca, y él no iba a preguntar.
Sabía que de algún modo sería yo la que me ofrecería de voluntaria, pero el recuerdo
de lo horrible que era todavía me hacía estremecer con disgusto.

Pero yo no quería que él se muriera de hambre, tampoco. Suspiré.

—Está bien, Ruby —dijo, enderezando los hombros. Se frotó la cabeza, haciendo que
ese cabello loco se pusiera de punta—. Voy a estar bien. Sólo necesito dormir.

—En realidad, yo sé lo que podemos hacer —le dije, enrollando una de las largas
mangas de mi camisa prestada.

Casi odie el relámpago de hambre que cruzó su hermoso rostro.

—¿Tú me vas a alimentar?

—No, yo atraparé para ti una de esas ratas. —Ante su expresión de sorpresa, rodé mis
ojos—. Por supuesto que voy a alimentarte. —Terminé de enrollar mi manga, mis
movimientos alterados. Estaba nerviosa y más que un poco alborotada. Después de
prometer nunca volver a alimentar a un vampiro, aquí estaba yo, ofreciendo mi muñeca
buena como una idiota.

Los colmillos de Michael se alargaron mientras daba un paso hacia él, y la mirada de 46
sus ojos se volvió ensoñadora con el deseo.

—No voy a hacerte daño, Ruby. Te lo prometo.

—No hagas promesas que no puedas cumplir —le dije con voz dura, y empujé mi
muñeca hacia adelante, ofreciéndosela—. Vamos a acabar de una vez.

Él tomó mi muñeca lesionada delicadamente, su pulgar acariciando la piel suave.


Entonces él me miró, y sus pupilas eran casi negras, estaban muy oscuras por el
hambre. Pero sólo presionó un beso en la palma.

—¿Tú no me crees cuando digo que no te haré daño? Lo juro.

—Lo dice el hombre con colmillos de diez centímetros.

Él sonrió, y los colmillos parecían aún más grandes.

—Cinco centímetros. Pero halagas mi ego.

Me sonrojé ante la insinuación y me di la vuelta, así no lo vería mutilar mi muñeca.

—Sólo hazlo de una vez.


Tomó mi barbilla y me dio la vuelta hacia él, su expresión perpleja, el hambre dilatando
sus ojos hasta tener que cerrarlos un poco.

—¿Yo… te lastimé de mala forma la vez pasada? —Parecía triste ante la idea—.
¿Cuándo me alimentaste?

Fue como tener mi muñeca desgarrada de mi brazo. Asentí con la cabeza, incapaz de
detener el temblor en mi cuerpo.

Su mano libre rozó mi mejilla y me miró con ternura.

—¿Y sin embargo me alimentarías de nuevo?

Me encogí de hombros, apartando los ojos.

—Tú harías lo mismo por mí.

—Lo haría —dijo, y las palabras parecieron tener más peso de lo que una simple
comida debería involucrar.

Él me atrapó por la cintura y tiró de mí cerca, y yo caí hacia adelante en sus brazos.

—No se supone que duela —murmuró—. La mordedura es agradable.


47
No dije nada, pero mi expresión debió haber hablado por sí sola.

Michael me atrajo más cerca. Mis pechos apretados contra la parte superior de su
cuerpo, y él me soltó la mano. Ésta, instintivamente, fue a la pared firme de su pecho.
Su piel se sentía fría contra la mía, pero no desagradable. En su lugar, su mano se
deslizó hasta el cuello de mi camisa, alejándolo de mi cuello.

—¿Me crees cuando te prometo que no te dolerá?

Me quedé inmóvil, el instinto y la memoria advirtiéndome sobre la sensación de


Michael contra mí. Mi sexo había empezado a palpitar de deseo, mis pezones raspando
contra su pecho ―duros y pequeños pinchazos.

—¿Confías en mí? —dijo él.

Mis dedos temblaban contra su pecho, y luego asentí con la cabeza lentamente.

Se inclinó tan cerca que pensé que podría besarme, pero él solo pasó los labios por
encima de mi mandíbula.

Me estremecí contra él, mis dedos se curvaron un poco.


—El truco de los vampiros —dijo mientras respiraba contra mi garganta—, es que
nuestra saliva es un poco como una droga maravillosa. Es un coagulante y un
afrodisíaco, todo a la vez.

Me puse rígida en sus brazos.

—¿Afrodisíaco?

Retiró el pelo de mi cuello con una mano. De la forma en que lo sostuvo, me vi


obligada a inclinar un poco la cabeza, dejando al descubierto mi cuello.

—Déjame enseñarte —dijo en voz baja. Se inclinó y lamió mi cuello en la curva de mi


clavícula.

La sensación fue delicada y sexy, y envió otra llamarada pulsante a la unión de mis
muslos. Eso estuvo bien, pero no se sentía como nada especial.

—No estoy segura de que esté sintiendo algo. Tal vez los cambiantes somos inmunes…

—No eres inmune —dijo con una risita, y lamió el mismo lugar otra vez.

—Todavía no… ohhh… —El punto que él había lamido se sentía increíble.
Hormigueante. Caliente. Delicioso. Mi sexo de repente se sentía caliente y resbaladizo
48
por la necesidad, y me dolían los pezones, estaban tan erizados. Llegué a él, enredando
mis dedos en su pelo—. Oh… Ya veo lo que quieres decir.

Pasó la lengua por mi garganta otra vez, más lánguidamente, y yo no pude parar el
gemido que se levantó de mi garganta.

—No bebemos de la muñeca —dijo él contra mi garganta—. Hay demasiados huesos


delicados empaquetados allí cerca y juntos. No hay suficiente superficie. El cuello es
mucho más agradable, ¿no te parece?

Mis caderas se levantaron involuntariamente, y me di cuenta vagamente de que estaba


montándolo. No me importó. Dios, él se sentía bien. Mi piel se sentía caliente y
enrojecida por la necesidad.

—Oh, Michael.

Él gimió contra mi garganta.

—Me encanta oírte decir mi nombre, Ruby. —Él soltó una respiración entrecortada y
luego acarició mi cuello una vez más—. Voy a beber ahora, cariño.

Mi cuerpo se tensó un poco ante eso, mi corazón palpitando de miedo. Antes de que
pudiera protestar, sin embargo, sentí su lengua prensarse contra mi garganta una vez
más. Luego hubo un pequeño pinchazo, y sentí sus dientes hundirse en mi garganta, lo
sentí tirar con fuerza, chupando mi sangre.

Dios, esto se sentía como si él se hubiera empujado muy dentro de mí. Gemí, y mi
mano libre fue a mi sexo, encontrándolo empapado y dolorido por la necesidad. Esto
era una mala idea, pero no me importaba. Me froté mientras él chupaba de mí, y oí un
gemido bajo en su garganta. Sus dedos se cerraron en las curvas de mi culo mientras
bebía, y yo gemí, necesitando más. Queriendo más. Mi mano se deslizó fuera de mi
sexo, y busqué la cremallera de sus pantalones. Su pene estaba caliente y duro debajo
de mí, y cuando apreté mis caderas en las suyas, empujó contra mí con igual calor. Él
quería esto, también. No me importaba si era sólo el afrodisíaco de su lengua o de mi
propia necesidad desesperada y solitaria, pero yo lo necesitaba profundo dentro de mí.

—Ruby —susurró él suavemente contra mi garganta antes de hundir sus colmillos de


nuevo y beber una vez más. Levantó la cabeza, y sentí esos largos colmillos deslizarse
fuera de mi piel una vez más—. ¿Estás segura…?

—Sí. Te quiero —le susurré. Empujé su cabeza, animándolo a volver a mi cuello.

Su lengua trazó la sangre derramada en mi piel, lamiéndola, y entonces sentí a sus


colmillos regresar, sentí sus dientes hundirse profundamente.

Gemí. Mis dedos encontraron la dura longitud aterciopelada de él. Se liberó de sus 49
pantalones, y sentí apretar su agarre en mis caderas. Envolví mis dedos en torno a esa
larga dureza y me dejé caer sobre él, mi aliento entrecortado mientras él se internaba
en mi calor apretado. Había pasado mucho tiempo desde que había tenido relaciones
sexuales, y él era grande, ¿había sido siempre así de grande? Gemí de nuevo mientras
sus caderas dieron un empuje desigual y su lengua se movió contra mi cuello. Yo no
podía decir si todavía estaba chupando, pero eso no importaba. Estaba muy dentro de
mí. Sacudí las caderas, gimiendo ante lo bien que él se sentía llenándome. Mi querido
Michael.

Se empujó dentro de mí, y yo grité ante la deliciosa sensación. Su lengua lamió mi


cuello mientras me inclinaba hacia delante, rozando mis pezones contra su pecho. Sus
manos me tiraron hacia abajo con fuerza cada vez que él empujaba hacia arriba, y le oí
susurrar mi nombre. Yo lo monté —la necesidad sobrepasándome— hasta que terminé
balanceándome salvajemente encima de él, encaminándome a un clímax, sus
embestidas volviéndose tan desesperadas y desiguales como las mías. Sus dedos se
clavaron en mis caderas más duro, tirando de mí más profundamente en él con cada
embestida salvaje y áspera. Justo cuando yo estaba cerca de llegar a la cima, mordió mi
cuello una vez más. Grité ante el placer puro y perforante, mi cuerpo entero
poniéndose rígido, y lo sentí tensarse debajo de mí en el orgasmo. Olas de éxtasis
rodaban a través de mí, explotando a través de mi cuerpo tembloroso, hasta que
regresé a tierra y me encontré jadeando, sudando y débil en los brazos de Michael.

Sus manos se deslizaron por mi espalda, y me acercó para un beso largo y caliente que
sabía a mi propia sangre, sus colmillos retraídos ahora. Yo le devolví el beso, el calor
quemando de nuevo cuando su lengua se frotó contra la mía. El beso pareció durar una
eternidad, y él presionó repetidos besos más pequeños en mi boca como si fuera
incapaz de dejar de probarme.

De pronto pensé en lo que acabábamos de hacer y me sonrojé de vergüenza.


Habíamos estado reunidos en un abrir y cerrar de ojos, y aquí estaba yo encaramada
encima de él como una gimnasta salvaje. Ya que yo no era del tipo de salida de una
sola noche, esto podría complicar las cosas.

—Gracias, Ruby —susurró contra mi boca, y me jaló hacia debajo del pequeño refugio
con él mientras se movía hacia el sueño diurno.

Esas tres pequeñas palabras resonaron en mi cabeza, burlándose de mí, mientras


Michael se quedaba dormido.

Gracias, Ruby.

¿Gracias? ¿Como si le hubiera entregado un sándwich o algo así? ¡Yo lo había dejado 50
beber de mí! ¡Habíamos compartido sexo salvaje y orgásmico! ¿Y conseguí una
palmadita en el hombro y un agradecimiento?

Como un amigo.
5
Traducido por Shadowy & Sheilita Belikov

Corregido por LadyPandora

ecidí dormir en mi forma de jaguar, ya que así estaría lista para cualquier sorpresa.
Cuando el sol estaba a punto de ponerse, exploré el área una vez más, buscando
indicios de que los vampiros estarían de vuelta tan pronto como el sol se pusiera.
Cuando no vi ningún rastro de problemas, me dirigí al interior de nuevo, cambié a
humana, y acabé con el resto de la comida mientras esperaba a que Michael
despertara.

Después de que esta noche saliéramos de allí, mi vida podría volver a la normalidad.
Trabajo tranquilo, días tranquilos, noches tranquilas y a solas. Normal y solitaria.
Michael continuaría huyendo, ya que los vampiros sabían que estaba en Fort Worth. Él 51
se habría ido de nuevo justo cuando acababa de regresar a mi vida. Ahora, cuando
podía salir con él. Podía acostarme con él. Podía tocarlo y no preocuparme por poner a
otros en peligro con mi lujuria por él. Toqué mi boca, pensando en su beso. Mis dedos
se desviaron a mi cuello, donde nada indicaba que hubiera sido mordida. Él había
tenido razón, había sido maravilloso.

¿A cuántas mujeres había mordido desde que habíamos roto? Odiaba incluso
preguntármelo, como si tuviera algún derecho sobre él. Esto era sólo un
enamoramiento con un viejo amor. Podría echarle la culpa al afrodisíaco, pero la verdad
era, que yo lo había deseado y lo había disfrutado. Tan simple como eso.

Esta noche cuando despertó, sus ojos brillaban y su sonrisa brillaba más. Me miró y
extendió su mano hacia la mía.

—Ruby.

Me puse de pie, enderezando mi camisa prestada.

—No hay tiempo para charlar. Deberíamos salir de aquí mientras aún sea temprano.
Podemos sacarles algo de ventaja a los chicos malos.
Michael se sentó, la expresión de su rostro era inescrutable.

—Deberíamos hablar…

—Ahora no —dije en un tono exasperado—. Michael, por favor. No quiero vivir en esta
vieja envasadora de carne polvorienta para siempre.

—Por supuesto —dijo con una voz enojada y rígida, claramente tomando mis acciones
como un desaire.

Y tal vez lo fueran. Lo amigos no se ponían cursis después de haber tenido sexo,
¿cierto? Empecé rápidamente a desabotonar mi camisa.

—¿Dónde está tu escondite más cercano?

—Lado suroeste de la Interestatal 35. Al otro lado de la ciudad. No es un gran barrio,


pero eso es lo que lo hace ideal como escondite.

—Está bien, iremos allí por ahora. Luego decidiremos qué hacer. —Me quité la camisa y
se la devolví. Esta vez, su mirada fue cuidadosamente evitada de mi desnudez, y por
alguna razón, eso dolió. ¿Por qué el sexo tiene que arruinarlo todo?—. Voy a ir en
forma de jaguar. Tú vas a ser mi dueño. Encontraré un trozo de tela que pueda pasar
como un collar y un poco de cuerda, así que voy a ser tu mascota exótica, ¿de acuerdo? 52
Frunció el ceño.

—Pero eso es degradante para ti.

—No importa —dije—. Eso me dará una oportunidad de protegerte si lo necesito y me


permitirá usar mis sentidos animales. Además, será más fácil que pasear por la calle
desnuda.

Caí de rodillas para cambiar de nuevo.

—Ruby —empezó a decir, pensativo.

Me disparé de nuevo erguida, mi corazón martillando con esperanza. ¿Iba a decirme


cómo se sentía?

—¿Sí?

Me sonrió pensativamente.

—Gracias. Por todo.


Podría haberlo estrangulado alegremente. Caí de rodillas de nuevo y comencé a
cambiar.

V
La gente cambiaba de acera al ver mi forma jaguar. Michael sólo sonreía y actuaba
como si siempre sacara un enorme felino para un paseo nocturno. Esperaba que el
collar brillante de lazo rosa que había creado de partes desechadas de retales aliviara
un poco el miedo. Se veía ridículo, y me sentía ridícula usándolo, así que esperaba que
quitara mucho de lo aterrador.

Doblamos la esquina hacia un callejón, y seguí en guardia mientras Michael deslizaba


una llave de su billetera y después marcaba un código clave. La puerta se abrió con un
clic, y Michael asintió hacia mí.

—Entra.

Rápidamente cambié de regreso a la forma humana y lo seguí adentro.

Entramos en una carnicería y mi boca se hizo agua ante el abrumador olor de la carne. 53
A pesar de que estaba puesta en cajas refrigeradas, todavía podía olerla, la sangre
empapando el papel, todo. Era como entrar en un buffet libre.

—Está atrás, por aquí —dijo Michael, yendo detrás del mostrador.

Miré a las cámaras de seguridad y crucé mis brazos sobre mis pechos.

—¿Esas van a ser un problema?

—Oh, uh. —Hizo una pausa, rascándose la cabeza—. Supongo que lo serán. No te
preocupes. Dejaré una nota para el administrador.

—¿No se preguntarán por qué tú no estás en la cámara y yo sí? Totalmente desnuda,


¿podría añadir?

—Una nota larga —modificó Michael, luego me hizo un gesto para que lo siguiera—.
Vamos.

Renuente, lo seguí.

Michael entró en el congelador de la carne, y yo entré de puntillas detrás de él. Se


movió a la parte trasera del congelador y empezó a pasar su mano por la pared del
fondo. Miré a los costados gigantescos de carne colgando de los ganchos, la carne de
cerdo, los extendidos bastidores de costillas. Vaya. Todo parecía… jugoso. El
pensamiento me sublevó incluso mientras mi estómago gruñía. Mi mitad jaguar no era
exigente, pero a la parte humana no le gustaba la idea de roer en carne cruda.

—Aquí vamos. —La mano de Michael encontró un filón en la pared de metal y empujó
a un panel invisible. La pared hizo clic y se abrió una rendija, revelando un cuarto
oscuro en el otro lado. Seguí a Michael al interior y fui sorprendida al descubrir que
esta era sólo una pequeña antecámara, igual de fría que el congelador de carne. La
habitación estaba vacía de todo excepto una puerta sin ventana en el lado opuesto y
un panel de seguridad numerado en el muro.

—El código once veintinueve —dijo, marcando los números—. Sólo en caso de que
necesites volver mientras estoy inconsciente.

—¿Once veintinueve? Ese es mi cumpleaños.

Él me miró, con un dejo de sonrisa moviéndose sobre su cara.

—Coincidencia.

Sí. Le di a su espalda una mirada escéptica cuando se giró hacia la puerta. El panel
emitió un pitido, aceptando el código, y la puerta hizo clic, desbloqueándose. Michael 54
la mantuvo abierta para mí.

Si yo estaba esperando algo increíble en el otro lado, me sentí profundamente


decepcionada. Había un sillón, un televisor de pantalla plana montada en la pared, un
sistema de reproducción en el suelo, debajo de ella, y una cama individual en el otro
extremo de la habitación. Las mantas estaban revueltas, y la habitación era pequeña, tal
vez de tres metros y medio por dos metros y medio de ancho.

Tampoco era cálida. Froté mis brazos, mirando alrededor.

—¿Esta es tu habitación segura?

—Una de tantas. —Se movió hacia delante, agarrando unos dvds del asiento de la silla
y colocándolos en un estante cercano—. He estado moviéndome de un lado a otro con
la esperanza de que Mariah pensara que me había ido y lo entendiera, pero ella no
parece estar prestando atención.

—Ella no parece ser muy buena en eso —estuve de acuerdo, y luego froté mis brazos—
. ¿Ropa?

Parecía afligido.
—No hay nada aquí. Es una situación bastante nueva para mí.

Traté de ignorar el frío. Como cambiadora, era bastante inmune al clima frío, pero
estaba desnuda, y se sentía un poco fresquito incluso para mi metabolismo.

—¿Entonces te importa si me meto bajo tus mantas?

—Adelante.

Me arrastré debajo de las mantas y las envolví alrededor de mi cuerpo, notando que su
mirada me siguió.

—¿Tienes hambre otra vez?

—Estoy bien —dijo, demasiado rápido—. ¿Tú?

—Hambrienta —admití—. Toda esa carne en dos habitaciones no está ayudando.

Sonrió.

—¿Te gusta la carne cruda?

—No tan cruda, pero si estoy lo suficientemente hambrienta, sí.


55
Hizo un gesto hacia atrás al congelador.

—Hay sándwiches ya hechos en la nevera delicatessen1.

—Ahora sí que estás hablando —le dije, sonriéndole.

Recuperamos unos pocos sándwiches y otra botella de agua, y me envolví en la manta,


cruzando mis piernas y sentándome.

Mientras comía, él giró el sillón hacia mí y observó mientras yo devoraba los


sándwiches.

—¿Quieres mi camisa otra vez?

—Estoy bien por ahora. —Además, su camisa olería demasiado a él, y tenerla frotando
contra mi piel otra vez podría darme ideas. Tiempo para una distracción—. Así que… —
dije entre bocados—, ¿vas a contarme tu historia?

—¿Mi historia? —Puso los ojos en blanco por un momento, luego se rió.

1
Delicatessen: (abreviado a veces como deli) es un tipo de tienda especializada en el que se sirven
alimentos que por sus características son especiales. Bien sea por ser exóticos, raros o de elevada calidad
en su ejecución. Los productos ofrecidos suelen ser de elevado precio, o por lo menos de precio más
elevado que los alimentos ofrecidos en otro tipo de tiendas.
Era tan guapo que dejé de masticar sólo para mirarlo, mi corazón latiendo con fuerza.
Esa risa trajo muchos recuerdos y me llenó de intensa nostalgia.

—¿Quieres decir cómo me convertí?

No confiando en mí para hablar con el nudo en mi garganta, asentí.

Se pasó una mano por el pelo, y la dejó arriba.

—Bueno. Después de que yo, uh, abandonara los estudios…

Cuando habíamos roto… no dije nada, dejando al silencio incómodo llenar la habitación.
¿Qué podía decir? Sí, ¿cuándo me atrapaste jodiendo con ese tipo? ¿Y luego dejaste la
escuela?

—Decidí que debería ver el mundo —dijo—. Tomé mis Becas Pell2 y decidí recorrer
Europa.

—No me digas —dije—. ¿Transilvania?

—Madrid, en realidad. Conocí a una mujer inglesa muy encantadora llamada Gemma
quien estaba recorriendo el continente. Nos llevó a pasar tiempo juntos mientras yo
estaba en España. Ella era divertida y despreocupada y le encantaba reír. Yo necesitaba
56
eso, en ese entonces.

Gemma, la divertida y despreocupada inglesa. La odiaba. Esa perra.

—Pasé la mayoría de las noches ebrio, tratando de olvi… —Se movió en su asiento e
hizo una pausa—. Bueno. No estaba en un buen lugar, así que no me importaba mucho
lo que me pasara. Gemma era algo fiestera y bebedora, así que fui de fiesta y bebí con
ella. Una noche, estando de juerga, y me desmayé en su habitación, saltándome la
fiesta. Cuando desperté la noche siguiente, me enteré de que ella me había convertido
en vampiro.

—¿Te convirtió contra tu voluntad? ¡Eso es horrible! —Inmediatamente ardía con odio
por ella. Esa perra.

—Bueno, ella no tenía intención de hacerlo —dijo Michael con una sonrisa triste y
cariñosa que hizo que mi corazón golpeara con un tipo diferente de latido, celos—.
Resulta que había estado bebiendo de mí aquí y allá, cuando estábamos
besuqueándonos, y yo se lo había hecho borracho. Demasiado alcohol en mi sangre, y
ella perdió sus inhibiciones. Cuando me desmayé en su habitación, fue incapaz de

2
Becas Pell: se otorga sólo a estudiantes no graduados que aún no haya obtenido ni título universitario
de cuatro años (bachillerato) u otro título profesional y que no se han excedido del tiempo máximo
permitido (150%) para completar un primer bachillerato.
resistir y drenó un poco demasiado. Yo estaba en peligro de morir, así que me convirtió
en su lugar.

—Esta es una historia bastante podrida —le dije—. ¿La odias?

Negó con su cabeza.

—Nah. Ella estaba realmente arrepentida. De todos modos, ella me tomó bajo su ala y
me enseñó cómo sobrevivir como vampiro. Luego, cuando le cogí el truco a las cosas,
ella me dio un convenio agradable y me envió a seguir mi propio camino.

—Deberías haberla estacado —murmuré.

—No es así —dijo Michael—. Me gusta ser vampiro. La alimentación a veces es difícil,
pero ha abierto un nuevo mundo entero que ni siquiera sabía que existía. Tengo
nuevas habilidades y he conocido gente fascinante que nunca habría conocido de otra
manera. No lo lamento.

Yo lo lamentaba por él, sin embargo. Él debería haber estado viviendo en los suburbios
en este tiempo, con 2,5 hijos, un perro, con un trabajo de oficinista o algo así.

—¿No te quedaste con Gemma?

57
Negó con su cabeza.

—No mucho. Ella no quería una pareja, sólo un amigo de copas. Nos separamos en
buenos términos. Después de que ella se fuera, viajé por Europa y Asia, visitando
algunos de los refugios de vampiros en el camino. Después de un par de años de eso,
me aburrí y decidí que quería volver a Estados Unidos. Y ya que soy nuevo en la zona,
me uní a la agencia de citas. —Se encogió de hombros—. Sin acontecimientos
extraordinarios, siento decirlo.

Él había viajado por el mundo y había sido convertido en un vampiro. Yo había estado
trabajando en la unidad de almacenamiento local y deseado haber tenido las pelotas
de hacer frente a mis padres cuando tuve la oportunidad.

Me sonrió.

—¿Qué hay de ti? ¿Viviendo la gran vida desde la universidad? ¿En qué conseguiste tu
licenciatura?

Me mordí el labio. ¿Decirle la verdad? ¿Mentir? Suspiré después de un momento y


decidí ir por la verdad totalmente poco glamurosa.

—La dejé unos días después de que tú lo hicieras. Estaba… sin ganas.
—Ya veo —dijo, pero no sonaba juicioso—. ¿No volviste?

Negué con la cabeza, el arrepentimiento arrastrándose a través de mí.

—No. No sabía qué hacer conmigo, así que decidí trabajar en su lugar.

—¿Dónde trabajas?

—Cool Storage —dije, y luego resoplé—. Soy guardia de seguridad. Divertido, ¿eh?

—¿Por qué? Creo que serías increíble en lo que sea que pongas tu mente.

Su tono lleno de admiración me molestó. Le di una mirada amarga y moví mis dedos,
como cepillando sus elogios.

—No, no lo haces. Crees que soy una perdedora porque he estado atascada en un
trabajo sin futuro en la misma ciudad desde la última vez que me viste. No obtuve un
título, no tengo una familia y estoy recurriendo a conocer hombres a través de una
agencia de citas, a pesar de que debería ser capaz de encontrar a alguien fácilmente, ya
que las mujeres cambiadoras son raras. Sin embargo aquí estoy, a la fuga con un
vampiro en una cita que no terminará bien. Un vampiro a quién dejé hace cuatro años,
podría añadir. —Apreté las mantas alrededor de mi cuerpo y resistí el impulso de girar
mi rostro hacia la pared—. Una especie de cita de mierda, si me lo preguntas. 58
Silencio. Él pasó su mano a través de su pelo de nuevo, y entonces se rascó la cabeza.

—Lo siento, Ruby.

—No lo sientas. Yo soy la que está siendo irrazonable y ridícula.

—No eres irrazonable. Ni ridícula —dijo con vehemencia.

—¿No? —Mi tono era amargo—. Tú, de todas las personas, deberías verme así.

—Nunca pensaría eso de ti —dijo, sus ojos volviéndose negros con la emoción—. Te
amaba —dijo, y mi corazón tartamudeó por un momento—…cuando estábamos en la
universidad.

Mi corazón dejó de tartamudear.

—Eres tan cálida y divertida y fuerte ahora como lo eras en ese entonces, y todavía
quiero ser tu amigo. Eres la cosa más alejada de irrazonable que podría imaginar.

Mis mejillas se volvieron un poco rosadas. Yo estaba teniendo sentimientos


encontrados sobre la forma que él seguía lanzado “amigo” por ahí, como si estuviera
tratando de recordarme que nuestra relación ahora era platónica. Bueno… tal vez no
tan platónica. Amigos con beneficios.

Hablando de eso.

—Así que, um, ¿realmente necesitas beber tres veces al día?

Se encogió de hombros, pasando una mano por su pelo de punta otra vez.

—Podemos saltarnos comidas, pero, al igual que la gente común, comenzamos a


sentirnos mareados y débiles.

—Huh. ¿Cualquier otra cosa sobre vampiros que debería saber?

Me dio una mirada pensativa, luego se inclinó hacia adelante, los codos apoyados en
sus rodillas. La postura casual era tan absolutamente de Michael que mi corazón dio
ese loco y pequeño saltito de nuevo.

—Vamos a ver. La cosa del ajo funciona. Agua bendita, sí, cruces, sí. No se puede ver el
reflejo en los espejos. Hay una vieja historia sobre no ser capaz de cruzar el agua, pero
eso no es cierto. Oh, y no podemos convertirnos en murciélagos. La luz del sol
supuestamente nos freirá hasta achicharrarnos en unos diez minutos, y nunca he
sentido el impulso de probarlo. 59
Estaba distraída por sus manos largas y la inclinación de su cuerpo mientras se movía
más cerca. Cuando se inclinó hacia adelante, estaba casi tocando mi pie con sus dedos.
No tomaría mucho para que deslizara su mano bajo la manta, donde estaba desnuda y
esperando por él.

—¿Y tu corazón? —pregunté a la ligera—. ¿Late?

—No —dijo, y una sonrisa juvenil cruzó su rostro—. ¿Quieres escuchar?

—¿Es raro si lo hago?

Me senté erguida en la cama, agarrando las mantas.

—Nah. Fue la primera cosa sobre la que también pregunté. Bueno, eso y la cosa del
murciélago. —Se levantó de la silla y se sentó a mi lado, en la cama—. Ven a escuchar.

Él se recostó, y yo me arrastré hacia adelante, abrazando la manta a mis pechos


desnudos. Él me sonrió y sentí la misma oleada rara y ligera. Parecía como si el tiempo
no hubiera avanzado y no hubiéramos pasado cuatro años separados, deseando que
las cosas hubieran sido diferentes. Casi podía imaginar que estábamos juntos de nuevo.
Apoye mi oído contra su pecho y esperé. Y esperé. Y entonces me di cuenta que
seguiría esperando, porque no estaba escuchando nada. Era como presionar mi oído a
un bloque de madera.

—Vaya —dije, una risa surgiendo de mí—. Eso es un poco raro.

—No es raro. Si puedes pasar por alto la piel fresca, puedes pasar por alto la cosa del
corazón, ¿cierto?

Sentí su mano tocar los mechones de mi pelo que cayeron sobre su pecho. El deseo
pasó a través de mí, y me senté, mirándole. Sus pupilas se habían oscurecido de nuevo,
la sonrisa risueña desaparecida de su hermoso rostro.

Dejé caer la manta, exponiendo mis pechos a su mirada.

—¿Sediento?

La nuez de su cuello se balanceó.

—Siempre.

Los colmillos brotaron de su boca, y los vi descender, tan largos que prácticamente
raspaban su barbilla. Con curiosidad, toqué uno con mi dedo y disfruté de su
60
estremecimiento.

—¿Te... asustan... mis cambios? —Se señaló a sí mismo, su voz entrecortada, como si le
fuera difícil hablar con sus colmillos.

Me encogí de hombros.

—Estás hablando con una were-jaguar. Eres diferente, pero no aterrador. —Mi sonrisa
se curvó, y me incliné para pasar la punta de la lengua sobre un diente—. Además, creo
que mis dientes son más largos en mi forma felina.

—Ruby —dijo con un gemido, y su mano se extendió hacia mi nuca, como si quisiera
atraerme cerca de él—. No tienes que hacer esto. Sé que no quieres estar aquí.

—Si no quisiera estar aquí —dije en voz baja—, habría cambiado y me habría ido hace
dos días.

Cuando me incliné para besarlo, sus brazos rodearon mi cintura y me atrajo hacia él.
Sus colmillos se retrajeron cuando mi boca tocó la suya, y su lengua se precipitó para
rozarse contra la mía. Inmediatamente, sentí ese maravilloso florecimiento de placer de
su boca, el beso lánguido del afrodisíaco. Caí sobre él, mis pechos presionando contra
su camisa.
Él emitió un gruñido de frustración y, con una velocidad sobrenatural, me puso de
espaldas sobre el colchón.

Me reí.

—Ahora, ese fue un buen truco.

Me devolvió la sonrisa, quitándose la ropa.

—Estoy a punto de mostrarte otros.

Cuando se quitó la camisa y la chaqueta, extendí mis manos, pasándolas sobre los
abdominales de músculo frío. Él siempre había tenido un cuerpo delgado y musculoso,
y me encantaba que eso no hubiera cambiado. Suspiré ante el simple placer de ser
capaz de pasar mis manos por su pecho.

Él se inclinó y me besó, el beso aumentando en intensidad y deseo. Cuando se terminó,


yo estaba jadeando en busca de aire. Su mano se deslizó hasta mi pecho y lo ahuecó, y
luego él se movió hacia abajo, hasta que su boca se cernió sobre mi pezón, y el otro
era provocado suavemente por su mano hasta tensarlo. Podía sentir su aliento sobre la
punta de mi pecho.

—¿Lista? 61
Me retorcí debajo de él.

—¿Lista para qué?

No respondió, solo se inclinó y lamió mi pezón. Contuve el aliento ante la sensación de


su boca en la punta sensible... y luego el afrodisíaco hizo efecto. Gemí cuando el
intenso placer atravesó mi cuerpo en espiral, el pezón volviéndose caliente y duro por
el deseo. Me arqueé debajo de él.

—Oh, Dios mío.

—Lo sé —dijo con aire de suficiencia, y luego lamió mi pecho de nuevo. El segundo
lametazo se sintió como si estuviera vibrando directamente en mi sexo, tan intenso era
el placer. Mis manos apretaron la almohada detrás de mi cabeza y gemí de placer,
jadeando cuando movió su boca al otro pecho e hizo lo mismo. Momentos más tarde,
mis pechos eran faros gemelos de exquisito e intenso placer, y Michael no había
terminado todavía conmigo. Se deslizó por mi vientre, presionó un breve beso en mi
ombligo, y luego se cernió sobre el vértice de mis muslos.
—¿Lista? —Su murmullo grave y sensual rodó sobre mi piel, aumentando el intenso
placer. Mis pezones estaban tan duros que dolían, y sentía que me caería de la cama si
no ponía su boca sobre mí de nuevo.

—Michael, por favor. Oh, por favor…

Cuando puso su boca en mi sexo, el mundo entero se puso patas arriba, allí y en ese
mismo momento.

Todo comenzaba y terminaba con Michael.

V
Unas horas más tarde, después de que Michael se hubiera alimentado y hubiéramos
tenido sexo otra vez, nos acurrucamos bajo las sábanas. Ninguno de los dos había
hablado mucho después, pero tampoco estábamos listos para dormir. El sol saldría
muy pronto y dormiríamos entonces. Hasta que él cerrara los ojos, besaría y acariciaría
cada centímetro de su cuerpo.

Sus dedos hicieron círculos en mi piel y yo tracé los contornos de su pecho, sintiendo 62
cada contorno de sus marcados abdominales.

—Así que, ¿por qué Mariah está obsesionada contigo? —pregunté finalmente.

Suspiró pesadamente.

—Creo que es porque soy nuevo en la comunidad. Me ve como un juguete exótico, soy
soltero y no tengo compañera de sangre. Piensa que como es una mujer vampiro, yo
debería estar agradecido de que me quiera para compañero de sangre.

—¿Y por qué no la quieres? —pregunté, aunque no estaba segura de querer saber la
respuesta.

—No quiero estar con Mariah. Un compañero de sangre es de por vida y la eternidad
es mucho tiempo para pasarla con alguien que es sólo una comida conveniente.

Seguí pasando mis dedos sobre su pecho.

—Mencionaste compañero de sangre. ¿Eso es como el matrimonio?

—Un poco. Las normas vampíricas son bastante flexibles, pero un compañero de
sangre es sagrado. Si estás emparejado, estás fuera del alcance de los demás. Llevas la
marca del mordisco del otro en el cuello con orgullo, y pasan la eternidad juntos.
Mariah no me gusta lo suficiente para un gran compromiso. Ella estaría en muchas
mejores circunstancias estableciéndose con Angelo, pero mientras esté interesada en
mí, él tratará de sacarme del campo de juego. Parece pensar que si se deshace de mí,
su atención se dirigirá de nuevo a él.

—Entonces ahí está la respuesta —dije, sentándome—. Necesitas una compañera de


sangre.

Él me sonrió, rozando mi mejilla con sus dedos.

—Aún no he encontrado a una vampiresa con la que quiera pasar la eternidad.

¿Has encontrado a una no-vampiresa? No pregunté porque no quería saber la


respuesta. ¿Y cómo podía esperar que Michael pensara en mí de esa manera? Me
estaba engañando a mí misma. Una were-jaguar y un vampiro podían salir, pero él
necesitaba a una compañera de sangre para salvarlo de un vampiro despiadado. Por la
mañana, llamaría a la agencia y vería si ellos podían emparejarlo con una vampiresa. Tal
vez su necesidad mutua podía servir a ambos.

Apoyé la cabeza en su pecho y me obligué a no pensar en ese tipo de cosas.

—Has estado por toda Europa, ¿no? Háblame de ello —dije, mi garganta dolorida. 63
Distracción era lo que necesitaba—. ¿Cómo era Roma?

—Vieja.

Lo golpeé en el pecho.

—No, de verdad.

—No, de verdad. Era vieja. Todo olía a viejo. Todo parecía viejo. Eso fue lo más
importante que noté. Dondequiera que caminara, no podía dejar de pensar que miles
de personas habían caminado por allí durante miles de años. Es increíble y humillante
al mismo tiempo. Y hace calor, llena de gente y ruidosa, y simplemente no te importa,
porque estás de pie en medio de la historia.

Cerré los ojos, tratando de imaginarlo.

—Suena maravilloso.

—Lo fue. —Su mano acarició distraídamente mi cabello—. Vi el Panteón, el Coliseo y la


Fuente de Trevi, y tantas otras cosas.

—¿La Capilla Sixtina? —pregunté, esperanzada. Siempre había querido verla.


—Nop. No se puede encontrar un tour de noche.

Eso fue decepcionante. Me preguntaba cómo se había sentido respecto a su


vampirismo cuando lo descubrió y acaricié su pecho de forma consoladora.

—Apuesto a que no es tan interesante de todos modos. Háblame de la fuente. —


Quería imaginarlo allí, en medio de la multitud de Roma, absorbiendo las vistas,
mezclándose con los turistas humanos, rodeado de maravillas—. Háblame de todo.

Cuando pensó por un momento, su mano se detuvo en mi cabello y luego comenzó de


nuevo.

—Es una fuente enorme. Pensé que era una piscina al principio, porque es larga y
cuadrada como una, excepto que hay personas rodeándola y ese hermoso edificio
barroco justo detrás. El centro de la fuente está lleno de estatuas, todas bellamente
talladas con toda esta piedra, y caminas y piensas que has tropezado con alguna gruta
donde los dioses han venido a jugar. Todo está iluminado. Me imagino que es preciosa
durante el día, pero por la noche, todo el mármol es dorado y brillante, y es la cosa más
increíble que jamás he visto. Hay miles de monedas en el agua, y es increíble pensar
que cada una representa a alguien que se detuvo junto a la fuente y pidió un deseo.

Sonreí, con los ojos cerrados.


64
—Suena precioso.

—Lo fue.

—Ahora háblame de París.

—París... no fue tan grandiosa.

Lo golpeé de nuevo.

—Estás mintiendo.

—Tal vez.

Levanté la cabeza y lo miré. Arqueé una ceja.

—¿Estás minimizando deliberadamente las cosas para que no me ponga celosa de tus
aventuras?

Me dio una sonrisa enigmática.

—Tal vez.
Eso fue dulce por su parte. Volví a apoyar la mejilla contra su pecho y le di un fuerte
pellizco de advertencia en el abdomen.

—París. Detalles. Ahora.

Michael rió y envolvió su mano en mi cabello otra vez.

—Cuando llegué a París por primera vez, estaba lloviendo...

65
6
Traducido por Sheilita Belikov

Corregido por Monicab

is ojos se abrieron de golpe, y miré a través de la pequeña habitación, tratando


de descifrar qué me había despertado.

Michael todavía estaba acurrucado contra mi costado, su respiración suave y uniforme.


Me senté, forzando mis oídos. Alguien estaba en la parte delantera de la tienda. Había
oído el suave murmullo de la voz alegre del carnicero más temprano cuando él había
ayudado a los clientes, pero ya eran las seis, y la tienda estaba cerrada.

Los pasos se acercaban. Mis oídos punzaron de nuevo. ¿Tal vez estaban
reaprovisionando el mostrador delicatessen de las cosas en el congelador? Al oír los 66
pasos, noté un patrón. Dos pasos y luego un suave rap-rap. Sucedió otra vez, y luego
otra vez. Mi piel se erizó con conocimiento.

Dos pasos, rap-rap. Dos pasos, rap-rap.

Me deslicé de la cama y puse mi oreja contra la puerta. Dos pasos, rap-rap.

Alguien estaba golpeando las paredes. Me tensé, mi instinto depredador totalmente


alerta. Quienquiera que estuviera al otro lado estaba probando la pared cada pocos
metros.

Una pausa, y luego otro rap-rap. Entonces oí la puerta a la antecámara siendo abierta.

Un gruñido se formó en el fondo de mi garganta, y me lo tragué, pero permití que las


garras formándose en las puntas de mis dedos surgieran.

Los pasos entraron en la pequeña antecámara contigua a nuestra habitación de


seguridad y se detuvieron de nuevo. Oí bips cuando alguien oprimió el teclado. Una
pausa, luego un poco más de bips. Luego una palabrota y otros botones, botones de
teléfono, siendo oprimidos.

Con mi excelente audición, pude escuchar la conversación a través del teléfono.


—Oficina de Angelo Gaston —dijo una voz alegre.

—Encontré el lugar —dijo el intruso, y capté el tufillo de un olor perruno. Mis puños se
apretaron. El estúpido hombre lobo nos había rastreado.

—Excelente —dijo la mujer—. ¿Lo atrapaste?

—Está en una habitación de pánico. Necesito el código de acceso.

—Yo no lo tengo.

Casi suspiré de alivio.

—Entonces consíguemelo —dijo el hombre lobo, hosco.

—El Sr. Gaston no estará despierto durante al menos una hora o dos —dijo ella
dulcemente—. ¿Debo dejarle un mensaje?

Él maldijo quedamente entre dientes.

—No, ningún mensaje. Llamaré a Taylor cuando su hora de la siesta haya terminado.

—Muy bien, Sr. Anderson —dijo, y la llamada terminó.


67
Así que el lobo era Anderson, el vampiro cazando a Michael era Taylor, y ellos iban a
descender sobre nosotros como buitres tan pronto como llegara la hora de que los
vampiros despertaran.

Teníamos que salir de allí. Mientras el hombre iba y venía al otro lado de la puerta, me
arrastré de vuelta al lado de Michael y saqué su ropa de la pila en el suelo. Lo vestiría, y
tan pronto como despertara, saldríamos de allí. Tal vez nos dirigiríamos a otra de sus
casas de seguridad o iríamos a mi casa, al menos por un poco de ropa. Solo teníamos
que ir a otro lugar, no me importaba dónde.

Lo vestí mientras dormía, primero poniéndole lentamente la ropa interior y luego


subiéndole los pantalones por las piernas. La camisa de botones fue un poco más de
trabajo, pero lo logré, manteniendo mis movimientos tan ligeros como pude. No dejé
de mirar el reloj mientras trabajaba, esperando el momento de que hiciera clic otra vez.
¿A qué hora despertaba Michael? ¿Seis? ¿Seis y media? ¿Siete?

Fuera de la habitación, el hombre estaba apoyado en la puerta, silbando. Él pensaba


que esperaría el maldito código de acceso y nos sacaría, pero yo no le daría esa
oportunidad.
Me senté a horcajadas sobre el pecho de Michael y puse mi mano sobre su boca,
anticipando su despertar. Debo haber estado sentada allí durante diez minutos,
mirándolo fijamente, esperando el aleteo de sus párpados.

Unos minutos más tarde, sus ojos parpadearon abiertos y dilatados, mirando hacia mí.
Me incliné sobre él y presioné un dedo en sus labios, esperando que estuviera lo
suficientemente despierto como para entender.

Hizo una pausa por un momento y luego asintió. Sentí sus dientes alargados contra mi
mano al mismo tiempo que sentía su erección hinchándose en contra de mis caderas.

Me incliné hacia su oído, susurrando lo suficientemente bajo para que el hombre lobo
no fuera capaz de detectar mi voz.

—Hay un hombre lobo al otro lado de la puerta. Si nos oye, vamos a perder el factor
sorpresa.

Quité mi mano, y él extendió la suya para agarrar la parte de atrás de mi cuello,


atrayendo mi oreja hacia su boca.

—Esa es la única manera de salir de aquí.

Asentí con la cabeza. Ya lo sabía. Me incliné de nuevo, incapaz de resistirme a rozar mi 68


lengua contra la concha de su oreja.

—Yo me encargaré de él.

Me agarró del brazo cuando traté de deslizarme fuera de él, sacudiendo su cabeza en
un movimiento rápido y furioso. ¿No le gustaba la idea de que yo eliminara al hombre
lobo? Pero yo era el depredador. Era la cambiadora fuerte. Flexioné mi mano,
mostrándole las garras listas para salir de las puntas de mis dedos si dejaba que el
cambio tomara el relevo.

Él volvió a sacudir la cabeza violentamente.

—Ruby, no —articuló.

Me di la vuelta, dirigiéndome a la puerta de puntillas. Me quedé con el dedo en los


labios, asegurando que Michael permaneciera en silencio, aunque no le gustara mi
idea. Detrás de mí, oí su mano agitándose a través del aire, sin duda tratando de llamar
mi atención y decirme qué mala idea era ésta.

Pero toda mi atención estaba centrada en la puerta. Cada cierto tiempo podía oír al
lobo cambiando su peso y el suave repiqueteo de las teclas en su teléfono. ¿Mandando
mensajes de texto? ¿Navegando por la Web? ¿Obteniendo el código de acceso, incluso
ahora?

Con mi mano en el pomo, lo moví hacía abajo por milímetros silenciosos hasta que
había girado completamente. Entonces abrí la puerta empujándola tan fuerte como
pude, usando todo mi peso para impulsarla hacia atrás con fuerza.

El hombre apoyado contra ella cayó al suelo al otro lado. Oí el chasquido de su cráneo
y su gemido de dolor cuando fue arrojado contra la pared opuesta.

Salté sobre él. Había caído boca abajo, con una mano sosteniendo su cabeza. Me moví
sobre su espalda, agarré su cabello y volví a golpear su cabeza contra el suelo.

Su cabeza hizo un ruido sordo y enfermizo, y él se quedó inmóvil.

—Maldita sea —dijo Michael detrás de mí—. Cuando dijiste que eras un depredador,
no estabas bromeando.

Su elogio me complació, y sentí el absurdo impulso de ronronear. En cambio, froté un


dedo bajo la nariz del lobo. Todavía respiraba, solo estaba inconsciente.

—Guarda tu halago para más tarde. Atémoslo.

69
Utilizamos las sábanas para atar de pies y manos al hombre lobo en la cama, luego lo
encerramos dentro. Ahora nadie sería capaz de llegar a él a menos de que tuvieran el
código de acceso. Michael parecía reacio a abandonarlo, pero le expliqué que tan
pronto como despertara, empezaría a morder las ataduras de todos modos. Nuestro
objetivo era poner a salvo a Michael.

Cambié a mi forma de jaguar y abrí la marcha. Otro lugar de Michael y mi casa


probablemente serían demasiado vulnerables, por lo que nos dirigiríamos al
apartamento de mi hermana. Estaba en esta parte de la ciudad, y esperaba que no
estuviera demasiado furiosa cuando me presentara con un vampiro y un cazador de
recompensas pisándonos la cola.

De cualquier manera, ella por lo menos tendría ropa para mí. Estaba bastante cansada
de estar desnuda.

Quería apegarme a los callejones y sombras, pero Michael negó con la cabeza.

—Tomará mucho tiempo. Entre eso y el hecho de que tienen un rastreador, podrían
encontrar nuestro rastro.

Él tenía razón.
Me puso un lazo rosa de collar, y mientras yo me escondía en un callejón próximo,
entró en un negocio cercano para llamar a un taxi. Cuando el taxista nos vio, pensé que
iba a marcharse, pero Michael ofreció suficiente dinero en efectivo para que el hombre
me dejara entrar en el asiento trasero, aunque mantuvo el divisor de vidrio y me
disparó miradas nerviosas todo el tiempo.

Hice todo lo que pude para parecer un felino manso y domesticado. Michael acarició y
mimó mi cabeza mientras nos trasladábamos, su calma enmascarando el nerviosismo
que ambos sentíamos.

Cuando el auto se acercó a una señal de alto, Michael se tensó, mirando por la ventana.

—Espere —le dijo al taxista—. ¿Podemos detenernos aquí?

Levanté la cabeza de su regazo, confundida.

El taxista miró al alto, luego de nuevo a mí, vacilante.

—No estoy seguro…

Michael sacó su billetera y extrajo varios billetes, agitándolos ante el taxista.

—Lo consiguió —dijo el conductor, entrando en un estacionamiento cercano—.


70
Esperaré aquí.

El taxi fue puesto en posición de espera, y Michael abrió la puerta y salió. Le dio un
tirón a mi correa, indicando que debía seguirlo.

—Vamos, Ruby. Tengo algo que mostrarte.

Cuando me escabullí fuera del taxi, escuché al taxista murmurar entre dientes la palabra
“loco”. Podía ver cómo Michael no parecía la persona más cuerda ahora mismo. Nos
detuvimos en una calle lateral, con un alambrado que nos separaba de un parque
cercano. Resultaba familiar, pero no tanto como para que entendiera por qué
estábamos allí.

Michael saltó por encima del alambrado bajo y me sonrió desde el otro lado.

—Sígueme.

Como si pudiera protestar mientras estuviera en forma de jaguar. Tampoco podía


quedarme ahí, no fuera que los pueblerinos sacaran sus armas. Así que salté por
encima del alambrado, tratando de averiguar su plan.

Él se metió las manos en los bolsillos, dándome rienda suelta, y comenzó a pasear hacia
adelante, silbando. Intrigada, lo seguí, observando nuestro entorno. Estábamos en un
patio de recreo. Pasé una portería, la red ya no estaba. Podía oler la tiza con la que
estaba rayada la cancha y oír el chirrido de un carrusel lejano. A un lado, un par de
columpios se mecían con la brisa del anochecer, y Michael se dirigió hacia ellos. Se
sentó en uno de los columpios y extendió una mano hacia mí.

Avancé, empujando mi boca contra su mano.

Sus dedos rascaron justo debajo de mis bigotes en un lugar que era el cielo puro.
Empecé a ronronear, apoyándome pesadamente contra él. No sabía por qué
estábamos allí, pero por un breve momento, no me importó.

—Aquí es donde te vi por primera vez —reflexionó en voz baja.

Miré hacia arriba bruscamente. ¿Aquí? Esperaba una respuesta, y cuando él no


continúo, empujé su mano con mi cara. Él me rascó de nuevo, así que lo mordí,
ligeramente, solo lo suficiente para llamar su atención.

En lugar de estar asustado, Michael soltó una risa. Supongo que los dientes no
asustaban a un vampiro.

—Lo siento. Sí, te vi por primera vez aquí. Estaba aquí para recoger a uno de mis
primos de la escuela, y creo que tú estabas aquí para recoger a Jayde.
71
Miré a mi alrededor. Efectivamente, se trataba de una escuela en la que Jayde había
trabajado hace unos años como maestra de tercer grado. Había olvidado todo sobre
ello hasta que él lo mencionó. ¿Había conocido a Michael aquí? No lo recordaba.

—Estabas en el aparcamiento, y te vi apoyada en la puerta de tu auto. Pensé que eras


lo más hermoso que jamás había visto —dijo en una voz casi soñadora—. Tenías
cabello largo, negro y rizado y un cuerpo pequeño y curvilíneo. Te veías tan suave y
dulce, pero no podía despegar mis ojos de ti porque estabas tan segura de ti misma.
Cada parte de ti parecía cantar con vitalidad y fuerza. Recuerdo haber pensado que me
encantaría salir con una chica así. —Me miró, pasando los dedos por el pelo corto en
mi hocico—. Estabas leyendo una revista. Seguí tratando de llamar tu atención, pero
nunca levantaste la mirada. Eso fue una semana antes de clases. Cuando entré en
Historia Americana y estabas sentada allí con una silla vacía a tu lado, pensé que era el
destino.

No tenía ni idea. Ese pequeño y casual encuentro simplemente no se había grabado en


mi memoria, y Michael nunca me lo había mencionado, incluso cuando estábamos
saliendo. Por lo que yo recordaba, mi relación con Michael había comenzado el primer
día de clases, cuando un chico guapo y alto con cabello revuelto se había sentado en
una silla junto a mí en Historia y se había inclinado para tomar un lápiz prestado. Su
olor había sido limpio, con solo una pizca de jabón y canela, como si hubiera estado
masticando chicle. Recordaba sentirme encantada por eso y por la sonrisa que lanzó en
mi dirección. La primera vez que se había pasado la mano por el cabello y lo dejó de
punta, estuve perdida.

Michael rascó mis bigotes de nuevo.

—Supongo que estoy siendo sentimental —me dijo con una media sonrisa. Se puso de
pie y se sacudió los pantalones arrugados—. De cualquier manera, quería mostrarte
esto porque… —Luchó por decir lo correcto—. Bueno, supongo que porque me alegro
de que estés de vuelta en mi vida, Ruby. Se siente más rica contigo en ella.

No podía sonreír, así que me incliné y le di un suave lametazo a su mano, como


diciendo: me alegro de que estés de vuelta, también.

—Amigos para siempre —dijo en voz baja.

Resistí el impulso de morder su maldita mano.

72
7
Traducido por flochi

Corregido por Monicab

espués de que el taxi nos dejara en el complejo de apartamentos de Jayde, abrí el


camino en dirección a su piso. Una pequeña luz estaba encendida en la ventana
del apartamento del segundo piso, y suspiré con alivio. Ella se encontraba en casa.

Michael golpeó en su puerta, y esperamos. Un momento más tarde, Jayde abrió la


puerta y alzó la mirada hacia Michael sorprendida.

—Mierda, ¿Michael? Yo… —Su voz se interrumpió cuando me vio en forma de gata,
frotándome contra las piernas de él.
73
Abrió más la puerta, dejándonos entrar.

—Espero que un fetiche de gatito no sea la razón por la que ella está usando ese feo
collar.

Michael se rió, pero el sonido fue forzado.

—Necesitábamos un disfraz para ella. De lo contrario podría haber habido muchas


preguntas.

Me agazapé en el suelo, bajo, y empecé mi transformación de regreso a mi forma


humana.

—Un disfraz es una cosa. Un lazo rosa es sólo humillante —dijo Jayde, para luego
señalar hacia la cocina—. ¿Café? Ella estará en un minuto.

Michael me miró cambiando, luego se volvió hacia Jayde.

—No gracias.

Ella se encogió de hombros y se cruzó de brazos, mirándolo fijamente, y luego


volteándose hacia mí.
—Y yo que pensé que finalmente ella podría haber encontrado un sujeto con el que
escaparse corriendo cuando estuvo perdida por los últimos tres días. —Olfateó el aire,
luego frunció el ceño en dirección de Michael—. Hueles como a…

—Lo soy —dijo él, mostrándole sus colmillos.

—Puaj —dijo Jayde arrugando a nariz. Me miró consternada—. ¿No hemos caído muy
lejos?

Me sacudí fuera de lo último de mi transformación y me flexioné, para luego estirarme.

—Te lo explicaré más tarde, Jayde. Ahora mismo, tengo que pedirte prestado el
teléfono.

Michael inmediatamente se quitó la chaqueta y me la entregó.

—Iré a por el teléfono, y unas bragas —dijo, sacudiendo su largo cabello negro.
Alcanzó su bolso y sacó su móvil, y luego me lo dio—. Llama primero a la agencia.

Le fruncí el ceño.

—¿Por qué?

—Porque pusieron un IDL sobre tu novio vampiro. 74

Miré a Michael con alarma, luego volví a Jayde.

—¿IDL?

—Sí. Intento de Localizar. La Alianza pensó que nuestro “Valjean” de aquí se hizo
renegado y dejó tu cuerpo drenado en la zanja de algún lugar. Hay una cuadrilla
peinando el área en su busca.

—No pareces preocupada —comentó Michael.

—No lo estaba —dijo Jayde, y bajó su nariz hacia él—. Ella es una were-jaguar. Podría
barrer el suelo contigo si hubiera querido. Es esa rubia nerviosa de la agencia que se
está volviendo loca.

Oh, chico.

—Llamaré y lo explicaré todo.

Ryder sonaba exhausta cuando contestó el teléfono, pero su agotamiento desapareció


tan pronto como me escuchó. Recibí un intenso regaño, y pedí disculpas dócilmente
por asustarla. No fue mi intención causarle esos días de preocupación, lo cual sonó
como si así hubiera sido. Ella había pensado realmente que Michael me había
asesinado y dejado en alguna parte. Había revocado su membresía de la Alianza,
cancelado su registro de la base de datos de Midnight Liaisons, y dijo que había
enviado su perfil al equipo de seguridad de la Alianza, el cual lo estaba buscando ahora
mismo.

Esa era la mala noticia. Los vampiros renegados eran asesinados apenas verlos. Me
puse unas bragas y un sostén.

—Valjean no hizo nada malo. He pasado los últimos días protegiéndolo.

—¿Protegiéndolo de qué?

—No importa —dije con rapidez, tirando una camisa sobre mi cabeza—. ¿Qué tan
pronto puedes levantar el IDL para que sea seguro para él salir?

Ella escribió en el ordenador, y escuché un revoltijo de papeles.

—Acabo de enviar el mensaje al equipo operativo de la noche, pero no sé cuándo lo


recibirán. Y luego tengo que esperar al cambio de turno para comprobar sus e-mails y
mensajes de texto. Mantengan un bajo perfil, y los llamaré cuando tengamos el visto
bueno.
75
—Bien —dije en voz baja—. Gracias. Lamento todo esto.

—Sólo no vayas a tu casa. Es uno de los puntos de vigilancia. Podrían lanzar ajo
primero y preguntar después.

—Entendido.

—O a la casa de él. Sólo para estar seguros.

—Ok.

—O la casa de tu hermana.

Hice una mueca. Demasiado tarde.

—Gracias, Ryder. Nos esconderemos durante otro día o dos.

Le di a ella el número del móvil de mi hermana y terminé la llamada, luego me puse


unos pantalones de yoga, pensando con fuerza. Necesitaba cancelar mis tarjetas de
crédito, comprobar si habían robado mi casa, llamar al trabajo y dejarles saber que
estaba viva; había tantas cosas que tenía que hacer.
Pero me encontré nuevamente atraída por Michael. Si me iba a dejar pronto, quería
pasar cada minuto que pudiera con él. Regresé a la sala, mi mirada devorándolo. Él se
paseaba, mientras mi hermana miraba desde su posición privilegiada en el brazo del
sofá, preocupado e inquieto.

Pareció distenderse al verme, aunque su mirada permaneció preocupada.

—Ruby, no puedo quedarme aquí.

—Lo sé —dije con una mirada a mi hermana—. No es seguro para Jayde. Tienen
equipos buscándote, y a mí, en cierto sentido. Si vienen aquí, no quiero que la situación
empeore.

Jayde resopló y se puso de pie, los brazos cruzados sobre su pecho.

—No seas tonta, hermanita. Quédate.

Sacudí la cabeza.

—Michael es realmente poco popular ahora mismo. Voy a quedarme con él.

—No. —La voz de Michael fue baja pero resuelta.

Me giré para mirarlo con sorpresa. El terror curvado en mi estómago. 76

—¿Qué quieres decir con no?

—Es demasiado peligroso para ti. —Sacudió la cabeza—. La peor cita a ciegas jamás,
¿recuerdas? Es mi culpa que hayan pasado dos días demasiado largos. Probablemente
estés cansada de vigilarme, y no te culpo.

Por supuesto que no estaba cansada de Michael. Lo amaba. Siempre lo había hecho, y
siempre lo amaría. Estar con él nuevamente hizo que mi mundo se sintiera bien una vez
más. Como si una pieza faltante hubiera encajado en el lugar. Había estado bien si él,
pero no había sido feliz. Extrañaba ser feliz.

—Pero… —dije.

—Está bien, Ruby —dijo, y tomó mi mano en la suya.

Jayde dijo:

—Parece que necesitan un momento.

Cuando dejó la habitación, Michael puso su otra mano sobre la mía, mirando nuestras
manos agarradas.
—Realmente aprecio lo que has hecho por mí en los últimos días. Has sido una muy
buena amiga.

Ahí estaba esa maldita y jodida palabra con a nuevamente.

—No te puedes ir por tu cuenta. Ese hombre lobo está trabajando con el cazador de
recompensas —dije, preguntándome si mi voz sonó tan desesperada como me sentía
yo—. Pueden seguirte por tu olor. Y hay incluso más gente buscándote esta noche. Si
sales sin mí a tu lado, muy bien podrías pintar un enorme objetivo en tu espalda.

—Mejor sobre mi espalda que en la tuya —dijo, y rozó sus dedos sobre mi mejilla en
una caricia—. Has hecho suficiente. Sé que no quieres volver a verme. Pude saberlo en
el momento en que te quitaste la venda. Fue obvio por la mirada en tu rostro, y siento
que hayas estado encerrada conmigo. Tengo que dejarte volver a tu vida normal.
Lamento haberte arrastrado a esto.

¿Qué vida? ¿Observando cámaras de seguridad en la unidad de almacenamiento?


¿Pasando mis noches aburrida y buscando unas primeras citas torpes en el servicio de
citas? ¿Pasando mi tiempo lamentando las elecciones que he hecho?

—No lamento que me hayas arrastrado —dije con suavidad.

Se inclinó y me besó. Sentí el más leve roce de sus dientes contra mi labio. 77

—Adiós, Ruby.

Y antes de que pudiera detenerlo, pasó junto a mí y abrió la puerta principal, mientras
yo me quedaba sentada allí mirando fijamente. Me estaba dejando. La pesadilla de
hace cuatro años impactó sobre mí una vez más.

Jayde salió de su habitación unos momentos más tarde, sin duda sospechando que
Michael se había ido.

—Entonces, ¿vas a dejar que se marche otra vez?

No dije nada, el nudo de mi garganta era tan grande como una bola de bolos.

—Sé que lo quieres —señaló Jayde—. Normalmente, tienes una expresión miserable en
la cara, pero esta noche estabas iluminada como un petardo. No se necesita ser un
genio para darse cuenta que es él. ¿Y lo vas a dejar irse? ¿De nuevo? —Ella señaló hacia
la puerta principal—. Los vampiros no están fuera del límite. ¿Cuál es el problema?

—Cree que sólo somos amigos —dije con amargura—. Me lo recordó varias veces.

Ella resopló.
—Podría no saber lo que está pasando entre ustedes dos, ¿pero la manera en que te
mira? Es obvio que ustedes nunca fueron sólo amigos. ¿Dormiste con él?

Sentí mis mejillas calentarse.

—Ajá —dijo Jayde conocedora—. ¿Y duermes con tus otros amigos?

—No.

—¿Tú piensas que él duerme con sus otras amigas?

Sorprendida, la miré.

—Supongo que no.

Me dio un empujoncito.

—Entonces supongo que deberías ir a decirle que tus partes de chica siguen teniendo
pensamientos poco amistosos por él.

—Pero Jayde, cree que lo engañé. No me lo preguntó, pero no pudo haberlo olvidado.

Todavía recordaba la mirada de total angustia en la cara de Michael, la tensión


enfermiza en mi propio estómago, las lágrimas que no dejaría que fluyeran hasta 78
después de que cerró la puerta.

—¿Alguna vez escuchaste sobre las segundas oportunidades? —Jayde le dio a mi


hombro un empujón con más fuerza—. Ve. Lo peor que puede decir es no, y entonces
te convertirás en esa loca señorita gato a la que te estás dirigiendo de todas maneras.

Ella tenía razón. Tenía que intentarlo. Incluso si él me rechazaba, tenía que saber lo que
realmente sentía. ¿Qué tenía que perder? Si él se iba, yo lo perdía todo.

Fui afuera y me detuve, oliendo en viento, buscando el aroma picante de Michael.


Quizás no era muy tarde. Yo podía explicarle lo que él había visto hace cuatro años. Tal
vez podríamos tener otra cita, tomarlo con calma.

Tal vez dejaría de llamarme su amiga.

El viento llevaba la esencia de vampiro consigo, e inhalé, esperando llenar mis


pulmones con el aroma de Michael. Tal vez me daría una segunda oportunidad…

Pero el aroma a vampiro no era de él. Jadeé.

—¿Ruby? —gritó Jayde desde el interior del apartamento, escuchando mi jadeo a


través de la puerta.
Me lancé a través del estacionamiento, siguiendo el olor, buscando la forma familiar de
Michael. ¡Allí!

Él iba dando grandes zancadas calle abajo en las sombras, las manos metidas en los
bolsillos, la cabeza gacha. Su cabello picudo parecía plano y marchito, como si todo su
ser se hubiera abatido.

Una sombra se movió a su derecha, y vi al otro vampiro levantar la ballesta a su


hombro.

Salí disparada hacia adelante, gritando.

—¡Michael! ¡Abajo!

Michael cayó al pavimento, su chaqueta volando detrás de él mientras rodaba al suelo.


Seguí corriendo hacia él, mis piernas rápidas a pesar de que mis pasos eran cortos.
Podía alcanzarlo a tiempo. Podía.

Escuché el ruido de la ballesta al liberarse, y algo me impactó en la espalda,


golpeándome hacia delante sobre mi estómago. Jadeé, quedándome sin respiración
por un momento.

—¡No! —gritó Michael, el sonido ronco y áspero con indignación. Corrió hacia el 79
hombre en los arbustos, y escuché su puño golpear en la boca del hombre. Los escuché
pelear, sin embargo no podía concentrarme y ver lo que estaba pasando. ¿Estaba
Michael cazando al sujeto? Escuché un grito desgarrador de un jaguar cercano, y el
viento olía como a mi hermana…

Y sangre.

Al parecer no podía despegarme del suelo. Empujé, pero mis manos no estaban
respondiendo correctamente. Algo estaba clavado en mi espalda, y se sentía como un
atizador caliente. Líquido caliente y húmedo corría hacia abajo por mi columna, y me di
cuenta que había sido disparada con la ballesta.

—Bueno, mierda.

—¿Ruby? —Michael estaba a mi lado. Intenté levantarme de nuevo, pero yo era como
un insecto clavado en un tablero. Ridículo que yo fuera tan fuerte y fuera derribada por
algo tan pequeño. Las manos de Michael tenían magullones en los nudillos cuando se
acercó a mí, y fueron suaves mientras me ayudaba a sentarme. Me acunó en su regazo.

—No, Ruby, no. Cariño, ¿por qué viniste detrás de mí? —Noté sangre manchando su
camisa, mi sangre. Sus ojos brillaban con furia, sin embargo apartó el cabello de mi
rostro con ternura—. Te dejé para que estuvieras a salvo.
—Estabas en peligro —dije con suavidad.

—¿Viniste tras de mí porque estaba en peligro?

Se estaba volviendo difícil respirar, mi pecho se sentía pesado. Quería toser pero no
tenía fuerza en mí para hacerlo.

—Quería decirte —dije con debilidad—. No quiero que seas mi amigo.

En la distancia, escuché el gruñido y el crujido de los dientes de Jayde al hundirse en el


vampiro, asegurándose que no nos molestara nunca jamás.

Michael acarició mi cara, sus dedos temblando.

—Te amo —dije suavemente. Estaba tan cansada, y parecía importante decirlo ahora,
mientras podía—. Siempre te amé. No te engañé… en ese entonces.

—Lo sé —dijo con brusquedad, luego me besó—. Siempre lo he sabido. Todo lo de la


cita a ciegas fue una trampa. Sólo quería verte de nuevo. Todo lo que hice, la venda, el
estúpido cambio de mi voz, todo eso fue para conseguir que te quedaras unos minutos
más.

—¿Cómo…? —pregunté, pero las cosas se estaban volviendo oscuras, y estaba


80
repentinamente irritada por los fallos de mi cuerpo. Quería escuchar su historia. ¿Cómo
lo había sabido siempre?

—Ruby, te amo. Nunca dejé de amarte.

Sonreí débilmente hacia él, a su rostro haciéndose cada vez más difuso.

—Tu momento de la oportunidad es una mierda.

Me acunó más cerca y presionó un beso en mi boca.

—No quiero perderte. Por favor, Ruby, no dejes que te pierda. —Sus ojos ardían negros
por la emoción—. ¿Te quieres quedar conmigo? ¿Confías en mí? Porque no estoy listo
para dejarte ir.

—Tampoco yo —dije suavemente, pero supe que no importaba. Pronto no importaría.

—Entonces no te enojes conmigo por hacer esto —dijo, y hundió sus colmillos en mi
garganta.

Me puse rígida por el destello de dolor; no me había lamido para aliviar la mordida.
Pero sólo un poco de dolor. La quemazón rojo ardiente entre mis costillas se había
encendido abarcándolo todo, y estaba lejos de sentirse mejor. El mundo se estaba
haciendo cada vez más oscuro y borroso.

Sentí los colmillos de Michael deslizarse fuera de mi cuello, lo sentí presionar un beso
rápido allí.

—Hazlo. —Escuché sisear débilmente a mi hermana—. ¡Maldición, tan sólo hazlo!

—¿Y si ella nunca me perdona? —dijo Michael, su tono angustiado.

Eso es ridículo, pensé débilmente, el mundo volviéndose negro. Siempre perdonaría a


Michael lo que fuera.

Después una muñeca fue empujada entre mis dientes, sangrando y goteando. El rostro
de Michael se cernía sobre mí.

—¡Bebe, Ruby! Bebe.

V
Cuando desperté, me sentía… diferente. No físicamente diferente sino en mi conciencia. 81
Como si una puerta hubiera sido abierta. Como si algo de repente se hubiera
encendido como un interruptor. Como si fuera seguro salir y jugar. Por qué me sentía
así, no tenía idea.

El mundo estaba mortalmente tranquilo a mi alrededor. Demasiado callado. Mis ojos se


abrieron, y miré a mi alrededor. Una mano me acariciaba la mejilla.

—Estás despierta.

La voz de Michael. Automáticamente me volví hacia él. Me estaba sonriendo, su


expresión increíblemente tierna mientras sus dedos acariciaban mi mejilla.

—¿Por qué está todo tan callado? —murmuré, mis palabras sonando como yunques en
la calma.

—No te preocupes por eso. Todo está bien. ¿Cómo te sientes?

—Diferente —dije lentamente—. No malo, sólo diferente. ¿Algo… algo pasó?

—¿No lo recuerdas?

Recordaba fragmentos y pedazos, pero había una niebla mental que no podía sacudir.
—Recuerdo a Jayde… y a ti yéndote… —Pensé con fuerza por un momento y luego
jadeé cuando la ráfaga de recuerdos brotó de una represa—. ¡El cazador de
recompensas! Él… me disparó, ¿no? —Mi mano se levantó y deslizó sobre mi pecho,
sintiendo un agujero de la flecha. Ya no sentía el atizador caliente y punzante de dolor.
¿Alguien había sacado la flecha?—. Y luego todo se volvió oscuro, y tú… —Recordaba
vagamente a Michael empujando su muñeca entre mis labios y el sabor de la sangre
inundando mi boca.

Mis dientes hormiguearon, y algo salió de mi boca, la punta de ese algo clavándose en
mi labio inferior.

—¡Ow! —Puse una mano en mi labio, sorprendida. Mis dos incisivos se habían
distendido ante el pensamiento de sangre. Sentí el largo de un diente y me di cuenta
que era largo y levemente curvado. Como un colmillo. Como los de Michael.

Lo miré. Había olido picante y único como vampiro antes, pero ahora su aroma era…
intoxicante. Delicioso. Hizo a mi boca babear sólo por acercarse a él. Él había cambiado.
Y yo tenía colmillos.

Lo miré sorprendida.

—¿Fú fuiste fien fe fonvirtió?


82
Michael me miró, sus ojos intensos.

—Si quieres retraer los colmillos, concéntrate mentalmente en meterlos hacia adentro.
Es como aprender a usar un nuevo músculo. Lo resolverás con el tiempo, al igual que
resolviste cómo hablar alrededor de ellos.

—Pero…

—Colmillos primero —dijo suavemente—. Luego hablaremos.

Miles de preguntas quemaron mi mente, pero no iba a ser capaz de mantener una
conversación sin sonar como Elmer Fudd. Así que cerré los ojos y me concentré en
pensar en dientes normales, y mis colmillos se retrajeron. Los sentí deslizarse bajo mis
encías. Bien, eso fue raro. Mis ojos se abrieron, y le di a Michael una mirada
significativa.

—¿Respuestas ahora?

—Te estabas muriendo —dijo, su voz baja con angustia. Su mano acarició mi pelo,
luego enredó sus dedos en él, sosteniéndome sujeta contra él—. Tomaste una flecha en
mi lugar, una flecha que me habría estacado en el corazón. En cambio, cuando él te
escuchó llegar, te disparó.
—No podía dejar que te matara —dije, pasando mi mano sobre su pecho, buscando
heridas. Raro, pero su piel se sentía caliente para mí ahora. ¿La temperatura de mi
cuerpo era mucho más baja? Sólo pasar mis dedos sobre él se sentía delicioso, como si
su maravilloso olor se estuviera rozando sobre mi piel.

Michael gruñó ante mis dedos exploradores, y su mano capturó la mía, manteniéndola
presionada contra su pecho.

—Ruby, tú… te pregunté si podía salvarte. Seguramente sabías…

En realidad, no se me había ocurrido.

—No estaba pensando claramente. Algunas estrellas se dispararon en mi pecho,


¿recuerdas? —Se veía… delicioso. Tanto sexualmente como físicamente. El hambre
tenía un borde completamente diferente cuando uno era un vampiro—. Realmente no
sabía con lo que estaba de acuerdo.

—Lo siento mucho, Ruby. No podía dejarte morir, así que lo ofrecí. —Cerró sus ojos y
agachó la cabeza, como si le doliera el pensamiento de convertirme en contra de mi
voluntad—. Tengo una pequeña fortuna que me dejó mi benefactor vampiro. La
cortesía vampírica expone que debo pasarte el favor y darte la mitad.

Alcé la mirada hacia él, a su boca bella y firme. Me pregunté si sabría diferente cuando 83
me besara ahora. Mis colmillos se empujaron de nuevo, y deseé deslizarlos de vuelta al
interior. Sólo había escuchado la mitad de lo que él dijo.

—¿La mitad? ¿Mitad de qué?

—Mi fortuna. Diez millones.

Eso registró mi mente.

—¿Tu fortuna es de diez millones de dólares?

—En realidad, mi fortuna es de veinte millones. La mitad es tuya. Es lo menos que


puedo hacer por convertirte en contra de tu voluntad. —Su mirada buscó mi rostro,
desesperado—. No lamento que estés viva, sin embargo.

No, tampoco yo, en realidad. Pensé un momento.

—¿Esa extraña sensación de alivio cuando me desperté?

—El sol está bajo —murmuró él—. Lo sentirás cada día. Es el instinto diciéndote que te
mantengas alejada hasta que se vaya.
Instintos inteligentes. Lamí mis labios y lo miré, notando lo decadente que estaba su
piel pálida. Toda esta cosa de vampiro era… erótica. Froté mi pulgar contra su pecho
desnudo, ahora notando que mis piernas estaban entrelazadas con las suyas. Ambos
estábamos abrazados bajo las sábanas en una cama grande. Yo llevaba puesto el
sostén y las bragas prestadas, y Michael no usaba nada. Era tan injusto. Clavé mis
dedos en su pecho, arañándole la piel e inhalando bruscamente el delicioso aroma de
él.

—Yo… creo que tengo hambre.

Como si fuera una señal, mis dientes volvieron a deslizarse, aunque esta vez, no
apuñalaron mi labio. Mientras miraba a Michael, noté sus dientes deslizarse hacia
afuera, también descendiendo, y su erección creció con fuerza contra mi pierna.

—Entonces debes beber de mí —dijo Michael suavemente. Se recostó en la cama junto


a mí y desnudó su garganta—. Pero ve lento, y no tomes mucho tu primera vez.

Mi boca se hizo agua ante la vista de su pálido cuello. Dios, olía bien.

—¿Me afudarás? ¿A afravesarlo?

Su mano se movió hacia mi hombro, y asintió, acercándome. No necesitaba mucho más


estímulo. Me incliné sobre él, mi cabello derramándose sobre mi hombro. Lo apartó 84
hacia un lado, y me estremecí ante el roce de sus dedos en mi sensible piel.

—Encuentra la carótida —dijo, su voz baja, fuerte, y retumbante a través de mí—. No


hay pulso en un vampiro, pero puedes oler la concentración de sangre allí.

Me incliné y olí su cuello y casi me desmayé por su embriagador aroma.

—Fero todo tú fuele demasiado fien —dije, incapaz de resistir rozar mis pechos contra
su pecho.

Gruñó.

—Entonces escoge un lugar. Recuerda lamer la piel primero.

Mi lengua se lanzó entre mis dientes, y acaricié el costado de su cuello, golpeando su


piel con mi lengua. Mis bragas empezaron instantáneamente a mojarse. Dios Santo,
esto era un incendio sexual.

—Lame… de nuevo —dijo Michael, su voz sonando tensa.

—¿No lo conseguí lo suficiente? —murmuré entre dientes.


—Sólo lame de nuevo —gruñó, y su mano fue a la parte posterior de mi cabeza,
presionándome contra su cuello—. Se siente increíble.

Un intenso relámpago de placer se disparó a través de mí, y lo lamí lentamente,


disfrutando de su gemido. Era caliente.

—Ahora —dijo, respirando con fuerza—. Muerde. Suavemente. Cuando tus dientes
estén dentro, sabrás que hacer.

Lamí su garganta otra vez y entonces suavemente presioné las puntas de mis colmillos
contra su piel. La atravesaron, afilados, y sentí mi boca llenarse de sangre, espesa, rica y
decadente. Escuché el gemido de placer de Michael mientras tragaba mi primer
probado de sangre… y trataba de beber más. Era mejor que nada que hubiera probado
alguna vez, la dulce e intoxicante esencia de Michael, hecha pura y destilada ambrosía.
Succioné con fuerza, mi lengua lamiendo contra su piel mientras bebía, sin querer
perder una gota.

—No mucho —advirtió, incluso mientras su boca acariciaba mi cuello. Lo sentí empujar
mi cabello a un lado y lamer mi garganta—. Dios, Ruby, quiero beber de ti, también.
¿Puedo…?

Empujé su cabeza contra mi cuello como respuesta, todavía bebiendo.


85
Sentí su lengua lamer rápidamente mi garganta una vez, luego sus colmillos hundirse, y
un intenso placer me atravesó. Mi cuerpo se tensó en un orgasmo mientras continuaba
bebiendo, los dos con los cuellos entrelazados, nuestros dientes hundidos en el otro.
8
Traducido por dark&rose

Corregido por Monicab

n el resplandor, los dedos de Michael estaban entrelazados con los míos, y me


acurruqué contra su pecho.

—¿Quisiste decir lo que dijiste allá? —dijo en voz baja.

—¿Decir el qué? —Yo aún estaba conmocionada por el orgasmo más intenso de mi
vida, y ni un solo pecho o una polla estaban involucrados. Extraño. Nada malo, sino
extraño.

—¿Acerca de que siempre me amaste? 86

Oh. De repente tímidamente, incliné la cabeza hacia abajo, incapaz de mirarlo a los
ojos.

—Estoy segura de que sólo estaba balbuceando cosas. La pérdida de sangre y todo
eso. Estamos bien. No te preocupes por ello.

—No estoy preocupado. Yo aún te amo, también. —Él me besó suavemente en la boca,
luego la nariz, como si él no pudiera tener lo suficiente de mirarme, de saborearme—.
Siempre te he amado. Nunca dejé de amarte. Incluso cuando me fui a Europa, lo único
en lo que podía pensar era en lo mucho que te hubiera gustado estar allí conmigo.

De repente me sentí como la peor persona del mundo.

—Nuestra ruptura... por Thad...

—No te acostaste con él. Lo sé.

Lo miré con recelo.

—¿Cómo lo sabes?
—Porque fui a su dormitorio al día siguiente y le golpeé por tocarte. Él no protestó en
lo más mínimo, así que dejé de pegarle. Supongo que no le dolió demasiado si era un
cambiador. —Él hizo una mueca—. En ese momento, yo no podía entenderlo. Estaba
tan enojado. Me tomó un par de semanas calmarme, y entonces me di cuenta de que
sus acciones no tenían sentido —y las tuyas tampoco lo tenían. Quise hablar contigo,
enfrentarme a ti por ello. Pero te habías ido.

—Tuve que acabar rápido —murmuré, entrelazando mis dedos en su pelo. Las puntas
estaban caídas, y le pasé la mano por el pelo, poniéndoselo de punta de nuevo—. Va
en contra de las reglas que seres humanos y sobrenaturales tengan una relación. Rollo
de una noche, sí. Relación, no. Un gran número de cosas podría haber sucedido. Podría
haberte convertido por accidente. O si hubieras descubierto mi secreto, podría haber
puesto en peligro a toda mi familia y a todos los jaguares de la zona. Nos echarían de
la Alianza si tú averiguabas la verdad, así que tuve que encontrar una manera de
alejarte para siempre. —Lo acerqué a mí una vez más—. Lloré durante todo un mes.

—Me sentía miserable sin ti —admitió él—. Todavía enojado, pero completa y
totalmente miserable. Me prometí que cuando volviera de mi viaje, hablaríamos. Pero
entonces... me convertí en vampiro. Y yo sabía que no podía tener una vida normal.
Después de eso, sentía que no podía acercarme a ti. No se nos permite darnos a
conocer a los seres humanos normales, igual que a ti. Nunca se me ocurrió que
pudieras ser sobrenatural, también. De todos modos, cuando volví, todavía me sentía 87
de mal humor. Todos los vampiros locales tenían compañeros de sangre, y el amigo del
que había estado bebiendo se había marchado a pasar el tiempo con sus amigos en
Australia. Conocí a Mariah, y ella se ofreció a compartir la sangre por un tiempo, pero
no me había dado cuenta de que Angelo estuviera interesado en ella. Yo le dije que no
estaba interesado, pero que no tenía a nadie más de quien beber, y Mariah comenzó a
seguirme, apareciendo en los momentos más inoportunos. Utilicé bancos de sangre
por un tiempo, pero luego Mariah se hizo aún más molesta. Tenía que deshacerme de
ella y pensé que una cita podría resolver ambos problemas.

Mi corazón sintió una pequeña punzada.

—Excepto que ninguna mujer que haya conocido se compara a ti. No fue hasta que me
uní a la Alianza hace unas semanas que te encontré. Estaba desplazándome a través de
los perfiles en la agencia y me encontré con tu foto. Pensé que era un error hasta que vi
tu afiliación, y entonces, bueno, tuve que concertar una cita.

Sonreí incluso cuando las lágrimas se derramaban fuera de mis ojos.

—Incluso después de todo este tiempo, ¿me querías?

Se inclinó para besar mis lágrimas.


—Por supuesto que te quería.

—Te hice daño.

—No tenías otra opción. Y eso nos permitió llegar hasta aquí, a este lugar. No me
arrepiento.

Lo devoré con la mirada, todavía me resultaba difícil de creer que pudiera llenarme con
su visión, tocarlo, saborearlo, sin temor de que alguien o algo nos separara.

—No he dejado de pensar en ti. ¿Pensaste tú en mí?

—Todos los días. Cada momento, cada hora. No podía pensar en nada más que en ti.

Soñaba con esto, había dicho Michael cuando había tocado mi mejilla.

De repente le di un puñetazo en el hombro.

—¡Ay! ¿Por qué fue eso?

—Por llamarme constantemente tu amiga —le dije en un tono ardiente—. Si me


llamabas eso una vez más, iba a hacer que te tragaras esos colmillos.

Él se rió y me besó de nuevo, como si no pudiera evitarlo. 88

—Estaba tratando de no presionarte. El hecho de que yo todavía estuviera


perdidamente enamorado de ti, no significaba que siguieras sintiendo algo por mí.

—Lo hacía y lo sigo haciendo —dije—. ¿Significa esto que podemos ser compañeros de
sangre?

Si probar la sangre de Michael me hizo sentir totalmente mareada de amor por él,
quería hacerlo una y otra vez. La idea de beber de otra persona me ponía enferma.
Michael era el único al que quería.

El único al que siempre había querido.

Él se quedó quieto contra mí.

—¿No te vuelve loca el que te convirtiera?

Flexioné mis dedos y me sentí feliz de ver aparecer a mis garras.

—Todavía tengo mi jaguar. Estoy viva y bien. Y ahora te tengo a ti. Por supuesto que no
estoy loca con eso.

—No estás haciendo esto para salvarme de Angelo, espero.


Negué con la cabeza.

—Estoy haciendo esto porque te amo.

Le besé. Podría besarlo durante toda la eternidad ahora. Eso me gustaba.

—Escríbele y dile que tienes un compañero de sangre y que ella se va a Europa


contigo.

Él sonrió.

—Me encantaría ver Europa contigo a mi lado. Pero no te tomaré como mi compañera
de sangre hasta que estés absolutamente segura de que es lo que quieres. El día
después de haberte convertido no es el momento de tomar esa decisión.

—Todavía puedes escribirle y decirle que somos pareja. Eso conseguirá que dejé de ir
tras de ti, pese a quien le pese. —Envolví mis brazos a su alrededor, sintiendo como si
todo en el mundo se hubiera movido hasta ponerse en su lugar—. Ya sea que
esperemos un año o veinte años, mi respuesta será la misma. Te quiero, y quiero pasar
el resto de mi vida contigo. No quiero que nadie se interponga entre nosotros nunca
más.

—Tenemos la eternidad —estuvo de acuerdo—. Y es posible que desees pensar en un 89


nuevo nombre. No estaba bromeando cuando dije que los vampiros eligen nuevos
nombres para empezar de nuevo.

Acaricié con mis dedos su espalda.

—Vamos a elegir algo más feliz que Los Miserables.

—¿Algo con un final feliz?

—Exactamente.

V
Al principio, discutimos sobre los nombres. Pensé que sería divertido ser Lizzy y Darcy 3.
Michael estuvo lisa y llanamente en desacuerdo. Demasiado obvio. ´Le había sugerido
Edmond Dantes y Haidee4, pero yo era la que protestó por eso. ¿Edmond y Haidee? En
serio. Y aquí él pensaba que yo era la obvia. Yo había sugerido Edward y Elinor de

3
Lizzy y Darcy: Protagonistas de Orgullo y Prejuicio.
4
Edmond Dantes y Haidee: Protagonitas del Conde de Montecristo.
Sentido y sensibilidad, pero él había odiado la idea —ningún vampiro debería tener el
nombre de Edward, nuevamente, había clamado él.

Pude ver su punto.

Nos quedamos con Marianne y Christopher Brandon y viajamos a Europa en estilo.


Cuando habían pasado cinco años, yo estaba más que lista para la marca de
compañero. Michael tercamente insistía en darme más tiempo, así que seguí adelante y
lo marqué en la parte de arriba de la Torre Eiffel. Y en la Ópera House de Sydney. Y en
la Gran Pirámide de Giza, y en la Acrópolis de Grecia, y en el Taj Mahal.

Con el tiempo captó la indirecta.

Fin
90
Próximo Libro

91

Sarah Ward, la hermana hombre lobo de Bathsheba de Beauty Dates the Beast,
y co-propietaria de su agencia de citas paranormal en línea, Midnight Liaisons,
es voluntariamente entregada al clan de los lobos a cambio de una mujer were-
puma secuestrada. Temerosos de lo que pudiera pasarle cuando estuviera con
el clan de los lobos, ella y Ramsey, un were-oso que es parte de la alianza de
were-pumas, pretenden estar comprometidos para que él pueda quedarse con
ella para protegerla. La última cosa que cualquiera de ellos espera es que su
compromiso fingido dé lugar a una historia de amor muy verdadera....
Sobre la Autora

Jessica Sims vive en Texas. No le gusta escribir biografías, así que


indudablemente algo bueno vendrá después, cuando realmente piense en algo
interesante que escribir. Tiene algunos gatos, pero ¿qué escritor no los tiene?
Juega videojuegos y confiesa que lee historietas. Y le gusta escribir, pero eso es 92
bastante obvio.

Está representada por Holly Root en la Agencia Literaria Waxman.

Saga Midnight Liaisons:

1. Beauty Dates the Beast

1.5. Out with a Fang [dentro de la Antología “The Undead in my Bed”]

2. Desperately Seeking Shapeshifter

3. Must Love Fangs (A la venta 27/Ago/13)


Agradecimientos
Moderadoras

dark&rose

Sheilita Belikov

Traductoras

Akanet mariaozuna

dark&rose rihano

Elenp Shadowy

flochi Sheilita Belikov


93
Kira.godoy

Correctoras

Curitiba Monicab

LadyPandora Nanis

Laurence15 NayeliR

Recopilación y Revisión

dark&rose

Diseño

Sheilita Belikov
¡¡¡Visítanos!!!
94

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