Cronica
Cronica
Cronica
FRANCISCO
J. MÚGICA
C RÓNICA P OLÍTICA DE UN R EBELDE
ISBN 968-476-
A Eduardo y Rosalba.
A Magui .
F. J. Múgica
11
12
13
14
15
EL CREPÚSCULO
17
18
19
20
LA GÉNESIS DE UN REBELDE
21
22
23
1
Alfonso Reyes H. , Cauce 17, México, Zirahuén, p. 23.
24
25
Sí, esa lucha del civismo dentro de la ley debe provocarse constante-
mente en los pueblos, porque es la vida de la democracia la muerte del
despotismo y el antídoto del abuso. En medio de la paz que imponen los
tiranos se producen los más grandes crímenes. Luchemos porque surja
el civismo en la República. Lucha siempre en las urnas electorales, para
que no te burlen ni escarnezcan los tiranos; para sofocar sus ambiciones
bastardas y para matar las revueltas del futuro.2
Los Clubes Políticos [...] debían tener por mira educar al pueblo en
la práctica del sufragio, haciendo del votante mexicano un ciudadano hon-
rado, con el fin de que siempre tenga autoridades dignas en el poder,
empeñadas en el engrandecimiento de los pueblos [...] La lucha de prin-
cipios y de programas políticos, cuyos triunfos se deciden en las urnas
electorales, es benéfica para el pueblo, porque, lejos de envilecerlo, le hace
sentir la conciencia de su misión, como entidad política; hace que re-
cobre el uso de su soberanía usurpada, y que sea el responsable de su pro-
pia existencia, el factor principal de su progreso. Las luchas políticas son
el crisol donde se purifican las virtudes cívicas de la ciudadanía.3
2
Armando de María y Campos, Múgica, crónica biográfica, México, Compañía de
Ediciones Populares, 1939, p. 27.
3
Idem.
26
27
28
4
Francisco J. Múgica, Estos mis apuntes,México, Conaculta, 1997. p. 32.
29
30
31
5
Eugenia Meyer, Luis Cabrera: Teórico y crítico de la revolución, México, Sep-
Setentas, 1972, p. 33.
32
EL GOLPE DE ESTADO
Poco antes del triunfo final del maderismo –entre mayo y junio de
1911– Múgica conoció el aciago rostro de la derrota, pues fue vencido
por los federales en San Miguel Camargo, Tamaulipas, el 23 de abril.
Meses más tarde, su suerte mejoró debido a que, en un contexto políti-
co novedoso e imprevisible, recibió la encomienda de marchar a su es-
tado natal y asumir ahí el cargo de Comisionado de Paz. Su nueva tarea
–asignada por Emilio Vázquez Gómez, Ministro de Gobernación de la
Presidencia interina– consistía en combatir al flagelo del bandolerismo
que brotó a la sombra de la violencia revolucionaria, con particular
virulencia en el caso de Michoacán. Así entonces, un inusitado horizonte
de acción cívica se le abrió al recién nombrado capitán, quien, del 3 de
junio al 21 de octubre, y teniendo como sede la ciudad de Zamora, se
dedicó a una labor no del todo agradable para su espíritu rebelde: me-
diar entre los jefes guerrilleros renuentes a someterse al orden institucio-
nal y conseguir su pacificación. Y aunque en términos generales su ges-
tión como delegado de paz fue exitosa, siendo uno de sus logros la
sumisión del líder Sabás Valladares, no hay duda que sus preocupacio-
nes primordiales se ubicaban en el ámbito de la política. Y a ella se
dedicó con pasión en su tiempo libre.
En vísperas del proceso electoral nacional, Múgica hizo proselitis-
mo a favor del Partido Constitucional Progresista, dirigido por Camilo
Arriaga, el cual respaldaba al binomio Madero-Pino Suárez. Más tarde
se involucraría también en promover la candidatura del Dr. Miguel Silva
para la gubernatura de Michoacán, ya que éste representaba a la corriente
liberal y progresista contrapuesta al partido católico. Estas actividades
no le impidieron retomar su oficio más preciado: la crítica periodística,
su arma predilecta para señalar las lacras del viejo orden porfirista en-
quistadas perniciosamente, primero, en la Presidencia interina, y luego,
en el mismo gobierno maderista. Dos medios impresos utilizó como tri-
bunas en esta época de 1911-1912: El Despertador del Pueblo y El
Demócrata Zamorano. En ambos ofreció batallas memorables contra los
arribistas, los porfiristas embozados, los fanáticos clericales, y otros de
sus enemigos de siempre. En particular son dignas de recordarse tanto
33
34
7
Ibid., p. 34.
35
36
37
LA DICTADURA
39
8
Friedrich Katz, Pancho Villa, 2 vols., México, Era, 1998, Vol. I, p. 231.
40
9
Armando de María y Campos, Múgica..., op. cit., p. 58.
41
10
Ibid, p. 61 y 62.
42
11
Ibid., p. 65.
43
12
Ibid, p. 70.
44
Muchos han sido los recuerdos para mi guare y mis deseos de verla
crecen con los días que huyen azarosos y llenos de peligro pero es por
ella y por nuestro futuro angelito por quien trabajo. Dios me ayude y me
proteja.13
Tantos años en el seminario no pasaron sin huella, así que fue paula-
tino y con altibajos su proceso hacia la incredulidad religiosa. En otro
pasaje aparece un atisbo de su filón crítico, cuando rememora el día de
su boda en “aquella capillita y cómo el ministro nos habló de deberes y
trazó sobre nosotros los signos esos idolátricos que admira tanto la so-
ciedad”.14
Igualmente resulta interesante advertir que, no obstante ser un hom-
bre dedicado de tiempo completo a la política, Múgica disfrutaba de la
música culta en sus ratos de ocio. El 7 de mayo, luego de relatar en su
Diario las peripecias de la huida del administrador de la hacienda La
Sauteña (quien hasta se olvidó de su veliz con tal de no caer en manos
de los revolucionarios) escribió: “Oyendo Pescatori di Perle de Bizet,
en nuestro gramófono, pienso en mi adorada Blanca, tan hermosa, tan
buena y tan amada por su guerrillero”.15 Otro día del mismo mes cuenta
cómo, mientras escuchaba la “Rapsodia Húngara”, volvió a sentir esa in-
cisiva nostalgia que acomete a los enamorados. No hay duda, empero,
que estas pequeñas distracciones son rarezas en un Diario que refiere,
principalmente, los vericuetos de su oficio como político en perenne
búsqueda de la justicia social: la satisfacción al sentir la entusiasta aco-
gida popular después de cada discurso revolucionario, las visitas para
auxiliar a las viudas y los huérfanos que aparecen como víctimas iner-
mes de la guerra, el castigo ejemplar a los soldados de su ejército que
cometen atropellos y robos amparándose en la fuerza militar, y la per-
sistente solidaridad con los desposeídos: “Queremos que los pobres vean
prácticamente cumplidos sus deseos de evolución económica. Quién pu-
diera darme el gozo de ir a mis montañas michoacanas y darles a mis
indios sus bosques y a mis gañanes sus praderas”.16
13
Francisco J. Múgica, Estos mis..., op. cit., p. 53.
14
Ibid, p. 53.
15
Ibid, p. 56.
16
Ibid, p. 78.
45
17
Armando de María y Campos, Múgica..., op. cit., p.58.
46
LA GUERRA FRATRICIDA
47
18
Friedrich Katz, Pancho Villa, op. cit., vol. 2, pp. 34 y 35.
48
49
50
51
19
Armando de María y Campos, Múgica..., op. cit., pp. 79-80.
52
53
54
20
Ibid., p. 101.
55
21
Ibid., p. 103.
56
57
22
Magdalena Mondragón, Cuando la revolución se cortó las alas, México, Costa-
Amic, 1966, p. 81.
58
23
Berta Ulloa, Historia de la revolución mexicana. La Constitución de 1917, México,
El Colegio de México, 1983, p. 467.
59
24
Ibid., p. 415.
60
25
Armando de María y Campos, “La expropiación: verdad verdadera y verdad
política”, en Diorama de la Cultura , suplemento de Excélsior, México, 18 de marzo de
1973, p. 7.
61
26
E. Víctor Niemeyer, “La delegación michoacana en el Congreso Constituyente de
Querétaro de 1916 y 1917 en Desdeldiez, México, diciembre de 1985, p. 25.
62
INTERLUDIO
27
Armando de María y Campos, Múgica..., op. cit., p. 131.
28
Félix F. Palavicini, Historia de la Constitución de 1917, México, Consenso Editorial
del Gobierno de Tabasco, 1980, p. 349.
63
64
29
José Valdovinos Garza, 3 capítulos de la política michoacana, México, Casa de
Michoacán, 1960, p. 40.
65
LA TORMENTA
66
67
68
30
John Womack Jr., Zapata y la revolución mexicana, México, Siglo XXI, 1969,
p. 324.
69
70
31
Pedro Castro, Adolfo de la Huerta, la integridad como arma de la revolución,
México, Siglo XXI Editores, 1998, p. 22.
71
72
73
74
EL INTERINATO PACIFISTA
75
76
77
78
EL GOBIERNO TRUNCADO
Francisco José rompió sus lazos políticos con Carranza a fines de abril
de 1920, y al poco tiempo se incorporó a la rebelión de Agua Prieta, pero
nunca fue un partidario político del Caudillo; y no podía ser obregonista
porque existía entre el michoacano y el sonorense una absoluta incom-
patibilidad de personalidades: ética y políticamente se encontraban en
las antípodas.
En los meses postreros de 1919, mientras residía en Nueva York y
fungía como Jefe del Departamento de Aprovisionamientos Generales
del Gobierno, Múgica recibió varias cartas de los líderes del Partido
79
80
32
Gerardo Sánchez D., “El partido socialista michoacano 1917-1922”, en VII Jornadas
de historia de Occidente, México, CERMLC, 1984, pp.147-150.
81
33
Armando de María y Campos, Múgica..., op. cit., pp. 151-152.
82
34
Martín Sánchez, Grupos de poder y centralización política en México, El caso
Michoacán 1920-1924, México, INEHRM, 1994, pp. 202-203.
83
84
35
Ibid., p. 101.
85
86
87
88
36
Armando de María y campos, Múgica..., op. cit., pp. 161-162.
89
90
91
92
93
94
37
Ibid., p. 177.
95
96
97
98
99
100
38
Ibid., p. 202.
101
102
103
EL PROYECTO CALLISTA
105
106
107
108
Son las 21 horas y acabo de estar un ratito, una hora con mis hijos
amados; su escuela, sus pequeñas disensiones, mis crecidas barbas, fue-
ron el tema de su charla: yo pensaba en que los vi para despedirme tal
vez de modo definitivo. He jugado tanto la aventura del rebelde, que al-
guna vez será la última y ahora pienso que puede ser ésta... pero no hay
remedio. Sus pasos inocentes me conmovieron como nunca y ya estoy
solo, se fueron con su madre, me iré muy pronto.40
39
Apolinar Martínez Múgica, Primo Tapia, México, Ed. del Gobierno de Michoacán,
1976, p. 130.
40
Francisco J. Múgica, Estos mis apuntes, op. cit., p. 82.
109
110
41
Lázaro Cárdenas, Apuntes, México, UNAM, 4 vols., 1972, vol. 2, pp. 558-559.
111
LA DEBACLE
112
113
114
115
116
117
118
EL MAXIMATO
119
120
121
122
123
124
125
126
127
LA PEQUEÑA UTOPÍA
128
129
43
Ibid, pp. 232-233.
130
44
Ibid, p. 239.
45
Ibid, p. 230.
131
46
Ibid, p. 244.
132
47
José Revueltas, Las evocaciones requeridas, vol. I, México, Era, 1987, p. 42.
48
Adolfo Gilly, El cardenismo, una utopía mexicana, México, Cal y Arena, 1994, p.
393.
133
134
49
María del Carmen Nava Nava, “Relaciones Múgica-Cárdenas”, en VII Jornadas de
Historia de Occidente, México, CERMLC, 1984, p. 300.
135
50
Cfr. Desdeldiez, Zamora, Michoacán, julio de 1985, p. 113.
136
137
51
Arnaldo Córdova, La revolución en crisis. La aventura del maximato , México, Cal
y Arena, 1996, pp. 430-431.
138
139
52
Enrique Krauze, Lázaro Cárdenas, México, FCE, 1987, p. 71.
140
141
LA CANDIDATURA
142
143
144
145
146
147
148
53
Fernando Benítez, Lázaro Cárdenas y la Revolución Mexicana, vol. II, “El
caudillismo”, México, FCE, 1978, pp. 245-246.
149
151
152
153
154
155
156
157
158
159
160
161
162
EL “PODER OBRERO”
54
Armando de María y Campos, “La expropiación: verdad...”, op. cit., p. 8.
55
Ana Ribera Carbo, Francisco J. Múgica. Una biografía política, (Tesis de Maestría),
México, UNAM, 1977, p. 142.
163
164
165
166
167
168
169
170
171
172
173
174
175
176
56
Victoria Lerner, La educación socialista , México, El Colegio de México, 1979, p. 32.
177
178
57
Josefina Vázquez de Knauth, “Confusiones y aciertos de la educación cardenista”,
en Revista de la Universidad de México, núm. 5, mayo de 1971, p. 11.
179
180
181
LA DIPLOMACIA ENCOMIABLE
182
183
184
58
Olivia Gall, “Múgica y Trotsky en el México de Cárdenas”, en VII Jornadas de
Historia de Occidente, México, CERMLC, 1984, p. 185.
185
186
59
Jean van Heijenoort, Con Trotsky de Prinkipo a Coyoacán, México, Nueva Imagen,
1979, p. 117.
187
Utilizar el poder del Estado para realizar una reforma agraria intensa
y extensa, amplia y radical, fue sin duda el más caro anhelo del presi-
dente Cárdenas. Tres razones profundas lo impelían a ello: porque un
genuino gobierno revolucionario tenía que llevar la justicia social a los
campesinos; porque la estabilidad política y el desarrollo económico del
país requerían de un sector rural en paz y dinámico; y porque, además,
profesaba la convicción agrarista de que el ejido colectivo constituía la
mejor opción productiva para resolver los problemas socioeconómicos
de México.
La población nacional de los años 30 apenas si alcanzaba los 20 mi-
llones de habitantes, de los cuales cerca del 70% eran campesinos. Al
asumir la máxima investidura política, Cárdenas se topó con una reali-
dad rural signada por cuestiones como: la enorme e injusta desigualdad
en la tenencia de la tierra, el resentimiento de los campesinos ante las
promesas no cumplidas por la Revolución, una situación general de
malestar creciente de la población rural ante el neolatifundismo de la
burguesía en el poder, las rémoras gubernamentales en lo concerniente
al reparto agrario y la gravosa miseria prevaleciente en el campo. En efec-
to, las cifras proporcionadas por los censos de la época resultaban
preocupantes: existían 2 332 000 campesinos sin tierra, una minoría de
alrededor de 13 444 terratenientes acaparaba el 83.4% del total de la
propiedad privada y cerca de 700 000 ejidatarios poseían sólo un déci-
mo de la tierra cultivable del país.
En otras palabras, hacia 1934-1935, las bondades de la Revolución
Mexicana apenas si habían llegado al campo, sobre todo por el hecho
de que la tan prometida y alardeada reforma agraria permanecía estan-
cada y se había convertido en una víctima más de la demagogia, la co-
rrupción y el burocratismo de los gobiernos posrevolucionarios. Baste
citar, a este respecto, que de los 57.7 millones de hectáreas que consti-
tuían la propiedad latifundista al iniciarse el conflicto revolucionario,
solamente 7.6 millones se habían distribuido entre los campesinos. La
188
189
190
191
192
60
Olivia Gall, “Múgica y Trotsky...” op. cit., p. 200.
193
LA DIGNIDAD NACIONALISTA
194
195
196
61
Magdalena Mondragón, Cuando la revolución..., op. cit., p. 111.
197
62
Lázaro Cárdenas, Apuntes..., op. cit., vol. 1, p. 371.
198
199
63
Ibid, p. 388 y 389.
200
64
Fernando Benítez, Lázaro Cárdenas..., op cit., vol. III, p. 126.
65
Lázaro Cárdenas, Apuntes..., op. cit., p. 388.
201
66
Fernando Benítez, Entrevistas con un solo tema: Lázaro Cárdenas, México, UNAM,
1979, p. 86.
202
67
Lázaro Cárdenas, Apuntes..., op. cit., p. 389.
68
Armando de María y Campos, Múgica, crónica..., op. cit., p. 297.
203
204
69
Lázaro Cárdenas, Apuntes..., op. cit., p. 391.
205
206
Quizá hayan sido estos años, de 1935 a 1939, cuando fungió como
secretario de Comunicaciones y Obras Públicas, la época más fructífera
y satisfactoria de Francisco J. Múgica a lo largo de toda su vida. Atrás
habían quedado los días juveniles de la rebeldía antiporfirista y las cruen-
tas luchas en el seno de la revolución; muy lejos se encontraban los tiem-
pos gloriosos de la epopeya constitucionalista y los momentos convul-
sos vividos durante las gubernaturas en Tabasco y Michoacán. Múgica,
no hay duda, abrevó de los altibajos que le son propios a toda experien-
cia humana relevante: supo ejercer el poder con dignidad y voluntad de
servicio cuando fungió como gobernador y funcionario público de alto
nivel; igualmente supo sobrellevar con honor y sapiencia las tempora-
das aciagas, cuando padeció las inclemencias de la marginación y la
persecución política. Por eso, siendo ya un hombre maduro y en pleni-
tud de sus capacidades, aprovechó al máximo la infraestructura de po-
der que le proporcionaba el gobierno cardenista, amén de la cercanía y
confianza personal que le brindaba el Presidente, para llevar a cabo una
labor constructiva de primer orden tanto como asesor y colaborador in-
dispensable del general Cárdenas, así como en su papel de ministro de
la SCOP.
Y si fue sorprendente lo que logró Francisco José durante el breve
tiempo que permaneció en la Secretaria de Economía, qué decir de su
obra realizada mientras estuvo al mando de esta oficina pública que, sin
duda, constituía uno de los bastiones estratégicos del proyecto guberna-
mental cardenista. Algunos de los aspectos más conspicuos de la labor
emprendida en la SCOP fueron:
1) Como hacedor de vías de comunicación (carreteras, ferrocarriles,
puertos, etc.): comenzó la edificación de cuatro grandes líneas férreas:
la del Sureste, a efecto de ligar Campeche, Yucatán y el Istmo de Te-
huantepec; la de Ixcaquixtla a Chacahua, para explotar los mantos de
hierro y carbón; la de Baja California, para engarzar esa región con
Sonora y la troncal Sud Pacífico; y la línea michoacana de Uruapan a
Apatzingán con empalme en Caltzontzin. (En agradecimiento a la labor
desempeñada por Múgica en su estado natal, los indígenas purépechas
le dieron el título de Hijo Predilecto de Ziracuaretiro). Asimismo, puso
en funcionamiento el puerto de Salina Cruz, incrementó la marina mer-
cante nacional, construyó la carretera de Nogales a Suchiate, erigió di-
ques para impedir los desbordamientos del Río Bravo, e hizo canales de
riego para aprovechar sus aguas; y
207
208
70
Salvador Novo, La vida en México en el periodo presidencial de Lázaro Cárdenas,
México, Empresas Editoriales, 1964, p. 291.
209
71
José Revueltas, Las evocaciones..., op. cit., p. 43.
210
EL PARTIDO DE ESTADO
211
212
213
214
LA REACCIÓN DERECHISTA
215
216
217
218
219
72
Magdalena Mondragón, Cuando la revolución... op. cit., p. 172.
220
221
222
EL DILEMA
223
224
73
Daniel Cosío Villegas, La sucesión presidencial, México, Joaquín Mortiz, 1975,
p. 68.
225
226
74
Ibid, pp. 69-70.
75
Salvador Novo, La vida en México en el periodo presidencial de Lázaro Cárdenas,
México, Empresas Editoriales, 1964, p. 291.
227
228
76
Nora Hamilton, México: los límites de la autonomía del estado, México, E RA,1983,
p. 238.
77
Gonzalo N. Santos, Memorias, México, Grijalbo, 1984, pp. 600-601.
229
230
78
James W. Wilkie, La revolución mexicana. Gasto federal y cambio social,México,
FCE, 1987, p. 113.
231
79
Lorenzo Meyer, México y los Estados Unidos en el conflicto petrolero, México, El
Colegio de México, 1981, p. 356.
232
80
Luis Medina, Del cardenismo al avilacamachismo, México, El Colegio de México,
1978, pp. 57-58.
233
81
Armando de María y Campos, Múgica..., op. cit., pp. 350-351.
234
82
Ibid, pp. 355-356.
235
83
Ibid, p. 356.
84
Magdalena Mondragón, Cuando la revolución..., op. cit., p. 151.
236
237
85
Armando de María y Campos, Múgica..., op. cit., pp. 357-359.
238
239
86
Lázaro Cárdenas, Apuntes..., op. cit., vol. II, p. 568.
240
EL FRAUDE
87
Francisco J. Múgica, Estos mis..., op. cit., p. 30
241
242
243
88
Luis Suárez, Cárdenas: retrato inédito, México, Grijalbo, 1987, pp. 178 y 179.
244
89
Gonzalo N. Santos, Memorias, op. cit., pp. 713-715.
245
90
Ibid, pp. 723-725.
246
91
Luis Suárez, Cárdenas..., op. cit., p. 180.
247
92
Luis Cabrera (Blas Urrea),Veinte años después, México, Ediciones Botas, 1937, pp.
208-209.
248
249
250
UN GOBIERNO GRIS
251
252
253
254
255
LA ÚLTIMA ENCOMIENDA
256
93
Ana Ribera Carbo, Francisco J..., op. cit., p. 183.
257
94
Magdalena Mondragón, Cuando la revolución..., op. cit., pp. 176-177.
258
259
95
Jean Meyer, El sinarquismo ¿un fascismo mexicano?, México, Joaquín Mortiz,
1979, pp. 82-83.
260
LA CONTRARREVOLUCIÓN ALEMANISTA
261
262
263
264
265
266
267
268
EL MOVIMIENTO HENRIQUISTA
269
270
271
272
273
274
275
276
96
Ricardo Pérez Monfort, “Múgica y la derecha (1934-1940)”, en VII Jornadas de
Historia de Occidente, México, CERMLC, 1984, p. 22.
277
278
97
Gonzalo, N. Santos, Memorias, op. cit., pp. 884 y 888-889.
98
Guadalupe García Torres, Carolina Escudero Luján. Una mujer en la historia de
México, Michoacán, Instituto Michoacano de Cultura, 1992, p. 210.
279
280
281
282
283
284
285
286
287
99
Ibid., p. 224.
288
289
100
Magdalena Mondragón, Cuando la revolución..., op. cit., p. 77.
290
101
Ibid., p. 21.
291
292
102
Ibid., pp. 29-30.
103
Idem .
104
Guadalupe García Torres, Carolina Escudero..., op. cit., p. 231.
293
294
295
296
297
298
299
300
301
302
303
305
306
307
308
309
310
311
312
313
314
Prólogo ................................................................................................ 11
315
316