EL Deseo Articulos
EL Deseo Articulos
EL Deseo Articulos
Recepción: 07/11/2017
Aprobación: 28/12/2017
Resumen:El malestar de civilización se aborda desde los trabajos que Gilles Deleuze
dedica al problema del deseo para mostrarlo como una realidad intensiva y molecular
que opera como causa inmanente cuyos efectos se concretan en molaridades, como las
que definen, en una primera consideración, a las sociedades capitalistas de nuestros
días. La ruptura artificial entre lo molecular y lo molar engendra experiencias de
esclavitud, debido a que se traiciona la fluidez y exuberancia del deseo con capturas y
colonizaciones efectuadas por leyes y prácticas heterónomas.
Abstract:This paper treats about the social discomfort from Gilles Deleuze’s thinking
in respect to desire, its emancipation, in order to point out as an intensive and molecular
reality that works as an immanent cause, whose effects go to concrete into molarities, as
those ones that define, in a first consideration, to the nowadays capitalist societies. The
artificial rupture between molecular and molar zone, promotes a certain loss of freedom,
because of the treason to the fluidity and exuberance of desire with captures and
colonization performed thanks to foreign rules and practices.
1. INTRODUCCIÓN
De Gilles Deleuze se dice, entre otras cosas, que elabora una filosofía de la
diferencia, un pensamiento nómada, un empirismo trascendental, una política de lo
molar y una Gran política de lo molecular, rasgos que creemos necesario explicar
brevemente, para sugerir que hay una línea abstracta que los recorre, los monta en redes
que se extienden, se pierden y reaparecen en lugares insospechados, hierba siempre
viva, perturbaciones de las arborescencias que prosperan bajo la convicción de que el
pensamiento es una facultad que conduce a la rectitud, y que el pensador goza de una
buena voluntad hacia lo verdadero. Pero el recto pensar y la buena voluntad implican la
necesidad de fijar un solo sentido y afirmar una sola realidad.
Deleuze pone en juego el pathos del pensamiento, las ideas sensibles que se reúnen
en la paradoja en la que se desdibujan sus contornos y sin embargo no pierden la
diferencia, nota esencial de su singularidad; afirma las distribuciones anárquicas, los
desarrollos rizomáticos y los encuentros fortuitos. Experimenta otros lugares para
pensar. No se trata de pensar sobre el cine, la poesía, el teatro, la biología o la ingeniería
genética, sino pensar desde, pensamiento en movimiento que no soporta estar atado a
una sola realidad supuestamente estable. Intuye que el pensamiento es una finísima
cutícula transparente que danza con los ritmos de las realidades siempre plurales y
embrionarias. Si su filosofía tiene algún destino, se trata de un destino de poeta porque
abre los conceptos para que suelten las briznas de su composición y vayan a ensayar
nuevas alianzas. Pensar es un asunto creativo: filosofía, ciencia y arte proceden por
invención, cada uno con sus propias materias de estudio, sus caminos específicos y sus
resultados inequívocos, conceptos, proposiciones y sensaciones.
Pero las sociedades no se caracterizan tanto por los códigos como por las
descodificaciones. Las sociedades son cuerpos, y en tanto tales, están en proceso de
composición y descomposición, se fugan por todos sus poros. Son mapas esbozándose
con múltiples entradas y salidas. Son madrigueras en las que las nociones <cambiar
poco> y <estar en fuga> no se contradicen mutuamente, sino que expresan modos de ser
en co-pertenencia. Uno se dice por el otro.
Deleuze piensa y explica una sociedad por estados vividos, los cuales no son
necesariamente los de individuos determinados. Un estado vivido expresa el flujo de
intensidades bajo los códigos, y expresa, al mismo tiempo, la interrupción del flujo. Un
estado vivido es flujo inseparable de su limitación. Cuando una sociedad no remite estas
intensidades asubjetivas e impersonales a las representaciones, abre la posibilidad para
otras formas de expresión, multidimensionales, heterogéneas, pujantes, que dan sentido
a todo devenir minoritario, entre los cuales el devenir-indio habla de quien ha aprendido
a ver que los marcos de una sociedad tienen una función más sutil, la de establecer
alianzas con fuerzas exteriores. Situados en nuestra región, aprender a ver consistirá en
devenir-huichol, devenir-inca, devenir-chibcha, devenir-tapuya. Devenir-indio no
consiste en retornar a un origen idílico, sino en optar por nombres propios que no
representan ni palabras ni personas o cosas: huicholes, incas, chibchas, tapuyas,
únicamente designan intensidades experimentadas por cuerpos no ordenados
sumariamente. Devenir-indio supone devenir-cuerpo sin órganos, carne viva, sabiduría
sintiente. La cabeza convertida en órgano de los intercambios, y el corazón en órgano
amoroso de la repetición. La intensidad sólo puede vivirse por la relación de su registro
móvil en un cuerpo y la exterioridad igualmente móvil de un nombre propio. El nombre
propio es una máscara, la máscara de un agente (Cfr. Deleuze: 2005, pp. 323-327).
¿En qué consiste pensar?, es una pregunta orientadora. Para Deleuze pensar no
consiste en ejercer juicios de valor moral ni epistémico. Se piensa haciendo mapas,
estableciendo alianzas sin atenerse a referencias puntuales, descentrando y haciendo
rizoma para destituir a la “o” que divide y jerarquiza en provecho de la “y” que
incorpora sin traicionar la diferencia. <Y…y…y…> es el arte del empirismo
trascendental que no hay que buscar en la experiencia comprometida con la cognición
inmediatamente objetiva. La Y es la presencia gráfica de la relación, y ésta no sugiere
una experiencia de mundo, sino una experimentación de zonas ingrávidas surcadas por
velocidades infinitas. Pensar consiste en crear realidades a fuerza de conectar con la
exterioridad lo que se ha anquilosado en la interioridad, violentar lo instituido, poner en
transición.
¿Cómo sortear el peligro de pensar desde la paradoja? Deleuze obliga a una sobriedad
a la hora de inventar un campo problemático, y a un estilo para arquear y desviar el
lenguaje, componer series, crear mesetas, ensayar una lógica flexible capaz de afirmar
las ondulaciones de los cuerpos. Le resulta inspiradora la lógica de los estoicos, en la
que los cuerpos operan como causas reales cuya inmanencia se afirma por el hecho de
excitar en un mismo mar las infinitas gotas que son sus maneras de ser, a las que da el
nombre de atributos lógicos o acontecimientos ideales que se dicen en los verbos en
infinitivo. El verbo ser no es un atributo lógico; resulta incoherente decir que ser es un
modo de ser. Son acontecimientos hablar, comer, reír, amar.
2. EL PRINCIPIO DE LO SOCIAL
El deseo distribuye el campo social. Lo social no está usado como un adjetivo para
cualificar los fenómenos que constituyen la materia de estudio de la sociología, sino
como un entorno fractal en crecimiento que acoge una gran variedad de problemas que
dan forma a sectores que se relacionan entre sí. Lo social es un dominio híbrido que está
siempre ya constituido y a punto de aparecer en los cruces y acoplamientos entre
filiaciones mínimas; no se puede definir por sus antagonismos, sino por sus líneas
divergentes que hacen rizoma y trazan su cartografía. El deseo está en las líneas de fuga
(fuites), en la conjugación y la disociación de los flujos, se enmaraña con ellas hasta la
indiscernibilidad.
Resulta imposible cerrar los ojos ante los excesos del Aparato de Estado que, con sus
instrumentos, la ley, la institución y el contrato, inhibe la posibilidad de plantearse una
vida futura en términos de productividad positiva. La enseñanza de Deleuze es
particularmente dura, porque está encaminada a arruinar los humanismos
autocomplacientes en provecho de la experiencia de hacerse un cuerpo sin órganos,
funcionar como piezas enlazadas a fuerzas exteriores, una estrella, una nube, una flor.
No da ninguna ética heterónoma, da más bien la clave para hacer que el inconsciente
aparezca ya no como teatro de la representación, sino como fábrica. La llave que abre la
puerta hacia los devenires es el devenir-mujer más allá de las distinciones genéricas.
Devenir-mujer es la aventura que tiene lugar en el ámbito de lo social, porque se trata de
la aventura de habitar umbrales para poder ensamblar elementos que nada tienen que
ver unos con los otros. “Los términos discordantes solo se unen mediante un vínculo no
localizable como la fuerza misma del deseo” (Deleuze: 2007, p. 41).
El nuevo malestar de civilización se abona con la persistencia entre las paredes del
organismo y la obediencia o la desobediencia, da lo mismo, a la legalidad, la
institucionalidad y el contrato: la norma de la igualación, la entrada triunfal al círculo de
los reconocimientos sociales, económicos y políticos, y la alienación del futuro, a pesar
de su carácter de inexistente. El canto de las Sirenas se dispersa en la fascinación por los
espacios centrados que dan la espalda a las orillas, y descalifican el punto cero, el lugar
para incesantemente recomenzar. La molestia es el dorso de todos los placeres
aparentemente imposibles de evitar. Pero el placer no es más que una afección del
deseo; la afección, una contingencia, un modo de ser que corta el deseo y, al hacerlo, no
queda sino su fantasma: el deseo ya socializado, ponderado, corrompido. El deseo
volcado hacia la tristeza y la insatisfacción.
El pensamiento deleuzeano trenza líneas, inventa nudos que pueden desatarse con una
ráfaga de viento, construye plexos con la materia inextensa del deseo. Es un
pensamiento que invita a transitar, a pasar por desniveles, a perforar la continuidad, y a
sufrir la insoportable intimidad con el cuerpo sin órganos, a operar una migración del
buen sentido y su solidario, el sentido común, a la paradoja. Hacer
que nous y pathos simpaticen entre sí. Pide cambiar de régimen, esculpir las ideas desde
lo problemático, hacerlos indistinguibles al punto de decir idea y pensar problema.
Inversión filosófica del platonismo, Idea-Problema. Declarar que siento sin creer que
eso le arrebata espesor a lo que pienso; <siento> que me convierto en palmera; <siento>
que me vuelvo nube, que me torno vidente, que muto en pura materia, que devengo
silicio, polvo transparente, luz. Este <siento> registra a cada instante la relación
intensiva del cuerpo sin órganos y los órganos-máquinas (Ibíd., p. 44). Migrar así no
precisa moverse de sitio, sino, justo lo contrario, no estar jamás en sitio alguno, no
detener el flujo del deseo: Erewhon, palabra esotérica que significa, a la vez, el <en
ninguna parte>; originario, y el desplazamiento, la modificación y recreación del aquí-
ahora (Cfr. Deleuze: 2006, p. 19). “Cierra los ojos y a obscuras piérdete bajo el follaje
rojo de tus párpados. Húndete en esas espirales del sonido que zumba y cae y sueña allá,
remoto, hacia el sitio del tímpano, como una catarata ensordecida” (Paz: 2014, p. 122).
3. CONCLUSIONES
El lenguaje es una limitación que permite entablar relaciones con su propio afuera. En
este sentido, miente, es una potencia de lo falso. Anuncia conclusiones, pero no hay
desenlace, ni solución alguna, apenas una terminación arbitraria de un viaje sin
distancias por los trayectos del pensamiento de Gilles Deleuze a propósito de la
naturaleza del deseo, sus afecciones y deformaciones, y la decisiva función que opera en
lo social, porque, pensado como un cuerpo sin órganos, el deseo es el plano
trascendental y el plano de inmanencia, el desierto poblado por intensidades, por
singularidades que expresan lo molecular que late en cada formación molar.
El deseo no está antes de sus distribuciones a lo largo de las líneas de fuga; no implica
una anterioridad cronológica; él está en la más estricta simultaneidad con aquello que
distribuye en los campos sociales. Está en el trébol rojo que dramatiza una plusvalía de
código, y en los periplos de la avispa y la orquídea, y en las enfermedades virales, y en
los besos al amante; está también en los poemas de Octavio Paz, y en los fragmentos
arrancados; en las determinaciones estadísticas, en las cadenas significantes, y en estas
líneas de escritura.
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
Paz, O. (2014). Libertad bajo palabra. Obra poética (1935-1957). Fondo de Cultura
Económica, México.
Notas
1
Deleuze no concuerda con Foucault en el asunto del placer. No le otorga ningún valor
positivo al placer, pues él interrumpe el proceso inmanente del deseo, y por ello lo sitúa
del lado de los estratos y de la organización. Esto explica por qué mientras que Foucault
le concede cierta importancia a Sade (el placer), Deleuze opta por Masoch. Lo que le
interesa de Masoch no es el dolor sino la idea de que el placer viene a interrumpir la
positividad del deseo y la constitución de su campo de inmanencia. El placer le parece
el único medio que una persona tiene de “reencontrarse”; es una reterritorialización
(Cfr. Deleuze: 2007, p. 127).
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Introducción
Deleuze se aleja del estructuralismo lingüístico al igual que Lacan, para quien
en los años setenta adquieren cada vez más importancia la topología, los
nudos y la noción de signo.
Según Mengue[3], el pensamiento de Deleuze permite otorgar peso a
elementos que se encontraban ya presentes, aunque en forma velada, en
Lacan. Esto es indudablemente cierto, pero es preciso contextualizar la crítica
de Deleuze, es decir determinar a que época de la enseñanza de Lacan se
refiere: ¿a los primeros seminarios, a los Escritos, o al Lacan que le es
contemporáneo?
Para llevar a cabo esta tarea deberíamos en primer lugar cernir la función del
deseo en Deleuze, la concepción del deseo en Lacan y por ultimo el estatus del
goce.
La primera maldición del deseo (que pesa como una maldición cristiana y se
remonta a los griegos) es la falta. El deseo como falta implica que el deseo se
dirige a una trascendencia, se orienta por aquello de lo que carece. En primer
lugar, es deseo de lo que no hay. En segundo lugar, a partir de la falta se
orienta al Otro, va a buscar en el Otro lo que le falta. ¿Qué puede venir a
colmarlo? Algo que no es más que una apariencia: el objeto al que tiende. No lo
llenará el Otro porque es inalcanzable. Este objeto es un señuelo: "Desearás lo
que falta. Perseguirás el imposible goce".
El falo
Por eso el alumno considera la afección como un indecible que tiene efectos.
Deleuze le responde que el razonamiento formulado no es spinozista, y agrega
que la pulsión de muerte es algo grotesco. Cuestiona la pulsión de muerte
como un principio metafísico y trascendental.
Aquí situamos una tensión entre una concepción afirmativa del deseo y la
pulsión. Deleuze distingue entre una repetición mala y una repetición buena.
Esta última se sirve del acontecimiento como contingente, singular e irrepetible.
En cambio, con la mala repetición que niega el acontecimiento, se puede dar
cuenta de lo que se opone a la vida.
NOTAS
5. Ibid, p.128
BIBLIOGRAFÍA
Jacques Lacan
Paidós, 2014 - 581 páginas
0 Reseñas
¿Qué muestra Lacan? Que el deseo no es una función biológica; que no está coordinado a un
objeto natural; que su objeto es fantasmático. Por eso, el deseo es extravagante. Resulta
inaprensible a quien quiere dominarlo. Nos embroma. Pero si no es reconocido, también fabrica
síntomas. En un análisis, la cuestión es interpretar, o sea, leer en el síntoma el mensaje de
deseo que esconde. Si bien el deseo despista, en contrapartida suscita la invención de artificios
que cumplen el papel de brújula. Una especie animal tiene su brújula natural, que es única. En
la especie humana, las brújulas son múltiples: son montajes significantes, discursos. Dicen lo
que hay que hacer: cómo pensar, cómo gozar, cómo reproducirse. Hasta una época reciente,
todas nuestras brújulas señalaban el mismo Norte: el Padre. El patriarcado era considerado
una invariante antropológica. Su ocaso se aceleró con la igualdad de condiciones, la
intensificación del capitalismo, y el predominio dela técnica. Estamosen la fase de salida de la
era del Padre. Otro discurso está suplantando al antiguo. La innovación en lugar dela tradición.
Envez de la jerarquía, la red. Elatractivo del porvenir prevalece sobre el peso del pasado. Lo
femenino prima sobre lo viril. Donde había un orden inmutable, flujos transformacionales
rebasan incesantemente todo límite. Freud es de la era del Padre. Hizo mucho por salvarlo. La
Iglesia terminó por percatarse de ello. Lacan siguió la vía trazada por Freud, pero ella lo llevó a
plantear que el Padre es un síntoma. Aquí lo muestra en el ejemplo de Hamlet. Lo que de
Lacan quedó en la memoria -la formalización del Edipo, el acento puesto en el Nombre-del-
Padre- no era más que su punto de partida. El Seminario 6 ya lo remodela: el Edipo no es la
solución única del deseo, sólo es su forma normalizada; ésta es patógena; no agota el destino
del deseo. De ahí el elogio de la perversión que remata el volumen. Lacan le da el valor de una
rebelión contra las identificaciones que garantizan la conservación de la rutina social. Este
Seminario anunciaba "la remodelación de los conformismos antes instaurados, e incluso su
estallido". En eso estamos. Lacan habla de nosotros.
https://orcid.org/0000-0002-0137-6291
https://www.youtube.com/watch?
v=zwUopf4S770&list=PL5LGsyXNCu
ukj-CUQgi3bK-57Hema9lhY&index=6
Autor: MARIELA OLIVA RIOS
Editorial: GEDISA
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