Contrabando Contravencional PDF
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1. Introducción
La definición del CTB es bastante general y como se ve, está referida tanto a delitos como a
contravenciones, y si bien, los Capítulos II y III del Título IV de dicho Código están dedicados
exclusivamente al tratamiento de las contravenciones tributarias y su procesamiento, no encontramos
una definición específica de contravención tributaria, su diferencia respecto de los delitos tributarios
o su naturaleza jurídica. En ese sentido, para comprender qué debemos entender por contravención
tributaria, es menester apoyarnos en la doctrina, de la mano de autores que han analizado esta figura
legal también denominada “infracción” en el derecho comparado.
Al efecto, podemos citar a Rafael Bielsa (1951), quien considera que “El delito es ataque al bien
jurídico que la ley quiere restablecer, mientras que la contravención consiste en no cumplir el deber
impuesto por la ley a todo administrado o vinculado a la Administración pública por una obligación
de colaborar con el interés colectivo. Por lo que el incumplimiento de ese deber generará lo que se
ha llamado obligación delictual del Derecho administrativo, a la cual debe corresponder no una
sanción civil sino una sanción disciplinaria, sino una simple pena administrativa, en consecuencia, y
no del Derecho penal, y en consecuencia su régimen está fuera del ámbito del Código Penal”. (p 24).
Vale decir que, en criterio del citado autor la contravención es simplemente el no cumplimiento
de la obligación de colaborar con el interés colectivo, sin que necesariamente implique un ataque al
bien jurídico protegido1, por lo que, entra dentro del marco legal administrativo siendo sancionado
apenas con una pena administrativa de tipo disciplinario.
Ahora, si bien este criterio podría resultar acertado para la mayoría de las contravenciones o
infracciones que acontecen en la vida en sociedad, v.gr. infracciones de tránsito; en el caso de las
contravenciones tributarias tal como están normadas en la legislación boliviana, no resulta apropiado
del todo, ya que si bien el procesamiento y sanción de las mismas se da por la vía administrativa,
respecto a la pena, ésta en la mayoría de los tipos de contravenciones tributarias, no se traduce en solo
una sanción disciplinaria o una simple pena administrativa que busque únicamente llamar la atención
y modificar la conducta del contraventor, por el contrario, estas sanciones resultan sumamente
gravosas y perjudiciales para el sujeto pasivo, v.gr la contravención de Omisión de Pago cuya sanción
es del 100% del valor de los tributos omitidos, por lo que, entendemos que en el caso boliviano el
legislador no solo pretende modificar la conducta del contraventor respecto de su no colaboración con
el interés público, sino que busca restaurar el daño ocasionado al bien jurídico protegido.
1Jescheck (1991) destacaba que por bien jurídico debe entenderse todo valor ideal del orden social jurídicamente protegido, en cuyo
mantenimiento tiene interés la comunidad y puede atribuirse a su titular tanto al particular como a la colectividad (p 11-12)
Por su parte, Sainz de Bujanda, citado por Horacio Félix Alaiz (2011) “parte de la idea de que la
infracción criminal supone la lesión de determinados bienes jurídicos que el ordenamiento positivo
reputa dignos de protección, a la cual se asocia la imposición de una pena. Agrega que no existe
separación sustancial entre lo injusto criminal y lo que se llama lo injusto administrativo. En su
opinión, toda norma jurídica que contemple una infracción del orden jurídico, asociando a ésta una
pena, tiene una naturaleza jurídico – penal, cualquiera que sea el texto positivo en que se encuentre
incorporada. De suerte tal, que las diferencias entre las normas contenidas en el Código Penal y las
contenidas en otras leyes serían de tipo formal. En función de la mayor o menor gravedad que se le
atribuye a la infracción, con arreglo a una valoración político social, se incorpora al Código Penal
o a la legislación administrativa, atribuyéndose la calificación y aplicación de las sanciones a los
órganos del Poder Judicial o a los órganos de la Administración, actuando éstos en el ejercicio de
funciones jurisdiccionales. (p. 19).
En nuestro criterio, esta definición resulta más acertada, ya que independientemente del cuerpo
normativo que lo contenga o de la autoridad llamada a procesarlo, un ilícito -sea delito o
contravención– supone el ataque o la lesión del bien jurídico protegido y la sanción está determinada
en función a la mayor o menor gravedad de ese ataque y la valoración político social del bien jurídico
protegido.
Bajo los criterios expuestos, corresponde ahora referirnos a la naturaleza jurídica de las
contravenciones, y al respecto, siguiendo la doctrina tenemos a M. Bajo y S. Bacigalupo (2000),
quienes al respecto señalan: “(…) se reconoce que el denominado Derecho administrativo
sancionador (que involucra a las infracciones) debe acatar a los principios de tipicidad, legalidad,
culpabilidad –lo que excluye el principio de responsabilidad objetiva-, personalidad de las sanciones,
principio del hecho, y otros más que se inspiran en el Derecho penal, siendo además una opinión
común que esto efectivamente así tiene que ser, precisamente en salvaguarda de los intereses de los
administrados. Igualmente se han reconocido los principios de legalidad, irretroactividad de las
leyes, salvo la posterior más favorable, la exigencia de tipicidad de las infracciones y sanciones, y la
prohibición de analogía”. (p.17 – 25).
Por consiguiente, en criterio, que también compartimos, de Alonso Madrigal (1999) “…tanto las
infracciones tributarias como las aduaneras, a pesar de ser de neto corte administrativo, no cabe
duda de que tienen una naturaleza jurídica penal, y que existe además una identidad sustancial,
ontológica entre las infracciones y los delitos. Las diferencias entre ambas son cuantitativas y no
cualitativas, puramente formales, fundadas exclusivamente en valoraciones político-sociales,
estribando estas diferencias, básicamente en el hecho de que la aplicación de las sanciones previstas
para cada una de estas se llevará a cabo por órganos diferentes, actuando diferentes procedimientos:
administrativo para las infracciones y jurisdiccionales para los delitos”. (p. 28 – 29).
2. Contrabando Contravencional
Ya adentrándonos en el objeto del presente documento, es menester referirnos en primer lugar a los
tipos de contravenciones tributarias en el marco de la legislación boliviana, mismas que de acuerdo a
la clasificación establecida por el Art. 160 del CTB son: 1. Omisión de inscripción en los registros
tributarios; 2. No emisión de factura, nota fiscal o documento equivalente; 3. Omisión de pago; 4.
Contrabando cuando se refiera al último párrafo del Artículo 181; 5. Incumplimiento de otros
Ahora bien, como vemos, el Numeral 4 del citado artículo hace referencia al “Contrabando cuando
se refiera al último párrafo del Artículo 181”, al respecto, tenemos que el Art. 181 del CTB -
modificado por las leyes Nº 100, Nº 317 y Nº 1053- señala:
El contrabando no quedará desvirtuado aunque las mercancías no estén gravadas con el pago de
tributos aduaneros.
Las sanciones aplicables en sentencia por el Tribunal de Sentencia en materia tributaria, son:
I. Privación de libertad de ocho (8) a doce (12) años, cuando el valor de los tributos omitidos
de la mercancía decomisada sea superior a UFV’s 200.000 (Doscientos Mil Unidades de Fomento
de Vivienda) establecido en la valoración y liquidación que realice la Administración Tributaria.
II. Comiso de mercancías. Cuando las mercancías no puedan ser objeto de comiso, la sanción
económica consistirá en el pago de una multa igual a cien por ciento (100%) del valor de las
mercancías objeto de contrabando.
III. Comiso de los medios o unidades de transporte o cualquier otro instrumento que hubiera
servido para el contrabando, excepto de aquellos sobre los cuales el Estado tenga participación, en
cuyo caso los servidores públicos conforme a normativa vigente estarán sujetos a la responsabilidad
penal establecida en la presente Ley, sin perjuicio de las responsabilidades de la Ley 1178 o las leyes
en vigencia. Cuando el valor de los tributos omitidos de la mercancía sea igual o menor a 200.000
(Doscientos Mil Unidades de Fomento de Vivienda), se aplicará la multa del cincuenta por ciento
(50%) del valor de la mercancía en sustitución del comiso del medio o unidad de transporte.
Cuando las empresas de transporte aéreo o férreo autorizadas por la Administración Tributaria para
el transporte de carga utilicen sus medios y unidades de transporte para cometer delito de
Contrabando, se aplicará al transportador internacional una multa equivalente al cien por ciento
(100%) del valor de la mercancía decomisada en sustitución de la sanción de comiso del medio de
transporte. Si la unidad o medio de transporte no tuviere autorización de la Administración
Tributaria para transporte internacional de carga o fuere objeto de contrabando, se le aplicará la
sanción de comiso definitivo.
IV. Se aplicará la sanción accesoria de inhabilitación especial, sólo en los casos de contrabando
sancionados con pena privativa de libertad.
Cuando el valor de los tributos omitidos de la mercancía objeto de contrabando, sea igual o menor
a 200.000 (Doscientos Mil Unidades de Fomento de Vivienda), la conducta se considerará
contravención tributaria debiendo aplicarse el procedimiento establecido en el Capítulo III del Título
IV del presente Código; salvo concurra reincidencia, intimidación, violencia, empleo de armas o
explosivos en su comisión, en cuyo caso la conducta constituirá delito de contrabando,
correspondiendo su investigación, juzgamiento y sanción penal.
V. Quienes importen mercancías con respaldo parcial, serán procesados por el delito de
contrabando por el total de las mismas.
Como se observa, existe un error en lo dispuesto en Numeral 4 del Art. 160 del CTB, ya que no
considera las reiteradas modificaciones que sufrió el Art. 181 de dicho cuerpo legal, por lo que el
citado Numeral en realidad debería señalar: “Contrabando cuando se refiera al segundo párrafo del
Parágrafo IV del Artículo 181”.
Salvando esta observación, dicho segundo párrafo del Parágrafo IV del Art. 181 del CTB, establece
un parámetro cuantitativo (200.000 UFV) para la calificación del ilícito de contrabando en delito o
contravención, con los consiguientes efectos en su procesamiento –judicial o administrativo- y
sanción correspondiente. Es de esta manera que aparece en la normativa tributaria boliviana el
denominado “contrabando contravencional”.
Ya ingresando al análisis de esta figura legal, primero debemos referirnos al parámetro cuantitativo
que la diferencia del contrabando delictuoso, nos referimos a las 200.000 Unidades de Fomento de
Vivienda2, que de acuerdo a la cotización vigente equivalen a más de cuatrocientos cincuenta mil
bolivianos. Vale decir que, cualquier acción que se encuadre dentro de los supuestos delictuosos
previstos en el Art. 181 del CTB y cuyo monto de los tributos omitidos de la mercancía objeto de
contrabando sea igual o menor a 200.000 UFV, debe ser calificada y sustanciada como una mera
contravención tributaria, dejando de lado cualquier valoración de tipo cualitativo o subjetivo, como
el dolo o culpa, en su comisión.
Sin embargo, y tal como señala Horacio Félix Alais (2011) “Debe quedar claro que se trata de
una figura penal que si bien requiere y se integra con las figuras contempladas como delitos
aduaneros, en atención al monto de la mercancía involucrada y atento a resultar una determinada
mercadería, su juzgamiento queda reservado a ser realizado por el servicio aduanero y sin perjuicio
2La UFV, creada por Decreto Supremo Nº 26390 de 08/11/2001 y vigente desde el 07/12/2001, es un índice referencial que muestra la
evolución diaria de los precios y se calcula sobre la base del Índice de Precios al Consumidor (IPC) que publica el Instituto Nacional
de Estadística, la cotización de esta unidad es calculada y publicada diariamente por el Banco Central de Bolivia.
de la ulterior revisión judicial que se pueda hacer del decisorio administrativo conforme al régimen
general que se aplica para las infracciones aduaneras”. (p.145).
Como vemos, la legislación argentina también considera esta figura legal, y si bien su nomen iuris,
parámetro cuantitativo y sanción difieren significativamente de lo establecido en la normativa
boliviana, en el fondo, y conforme señala Vidal Albarracín (2008), “(…) se trata de la figura penal
del delito de contrabando doloso, del que solo difiere en el valor en plaza de la mercadería en
infracción, de modo que el tope monetario que fija la norma permite otorgarles a ciertas hipótesis de
contrabando un tratamiento más benigno” (p. 108).
Ahora bien, parafraseando a Alonso Madrigal, podemos señalar que, las diferencias entre infracciones
y delitos están fundadas exclusivamente en valoraciones político- sociales, vale decir que, el legislador
atendiendo el valor que se le otorga al bien jurídico protegido y el grado de afectación al mismo con
una determinada acción, determina si dicha acción se constituirá en un delito o en una contravención,
dicha decisión, como es de suponer está influenciada por situaciones políticas, sociales, económicas
e individuales imperantes en el momento, mismas que son determinantes para establecer tal
diferenciación, y para ejemplo tenemos el caso boliviano, donde la figura del contrabando
contravencional surge el año 2003 –cuando se promulga el CTB- con un tope cuantitativo que
ascendía a 10.000 UFV similar a la figura del contrabando menor existente en otras legislaciones, sin
embargo, posteriormente dicho tope es incrementado a 200,000 UFV mediante la Ley del Presupuesto
General de la Nación gestión 2009, monto disminuido nuevamente a 50.000 UFV en la gestión 2011
mediante la Ley Nº 100 y nuevamente incrementado a 200.000 UFV en la gestión 2012 mediante la
Ley Nº 317, tope que se mantiene hasta la fecha.
Como advertimos, el quantum que sirve como parámetro máximo para que el ilícito de contrabando
se encuadre en la figura de contravención, desde su establecimiento se modificó en tres diferentes
ocasiones, entendiéndose que dichas modificaciones atendían a la valoración y necesidades sociales
imperantes en cada uno de los momentos específicos que se dieron las mismas, aunque, para ser
honestos, más allá de la mayor o menor valoración del bien jurídico protegido, creemos que lo que
en realidad imperó en dichas modificaciones, por lo menos en un par de ellas, fue la retardación de
justicia que ocasionaba que una gran cantidad de delitos de contrabando se encuentren durante años
en estrados judiciales pendientes de su resolución, por lo que el legislador para alivianar la carga
procesal optó por el procesamiento en sede administrativa de éste ilícito hasta entonces considerado
delito, decisión que tuvo el efecto esperado, ya que actualmente más del 90% de los casos de
contrabando son procesados como contravenciones en sede administrativa.
Sin embargo, la decisión del legislador de incrementar en 2000% el quantum del contrabando
contravencional tiene sus efectos adversos, como la desvalorización del bien jurídico protegido, ya
que el contrabando contravencional de ser una figura ideada en su origen para ser aplicada al
denominado contrabando menor, pasa a englobar y ser aplicada a casi la totalidad de los hechos de
contrabando, inclusive el contrabando millonario y aquí ejemplificamos a lo que nos referimos:
Vale decir que aplicando una regla de tres simple tenemos que, para que la conducta sea considerada
como delito el valor de las mercancías objeto de contrabando debe ascender mínimamente a más de
un millón ochocientos mil bolivianos o su equivalente de más de doscientos cincuenta mil dólares
americanos, lo cual, desde ningún punto de vista puede ser considerado como contrabando menor, y
que en nuestro criterio, resulta absurdo y fomenta la comisión de tal ilícito.
Ahora bien, en este punto es menester traer a colación las recientes modificaciones a la figura del
contrabando contravencional hechas por la Ley Nº 1053 de 25/04/2018 (Ley de fortalecimiento de la
lucha contra el contrabando) a través de la incorporación del siguiente texto en el Parágrafo IV del
Art. 181 del CTB: “(…) salvo concurra reincidencia, intimidación, violencia, empleo de armas o
explosivos en su comisión, en cuyo caso la conducta constituirá delito de contrabando,
correspondiendo su investigación, juzgamiento y sanción penal.
Del texto legal expuesto se infiere que independientemente del valor de las mercancías, si concurre
alguno o varios de los supuestos establecidos en dicho texto –reincidencia, violencia, intimidación,
etc.-, la conducta será calificada como delito y sancionada penalmente con 8 a 12 años de privación
de libertad y el comiso definitivo de las mercancías y de los medios y/o unidades de transporte
utilizados para cometer el ilícito.
Conforme se expuso líneas arriba, los hechos de contrabando que no superan el quantum establecido
respecto al monto de los tributos omitidos, son procesados administrativamente como contravenciones
tributarias, aplicando al efecto el marco normativo establecido en el Capítulo III del Título IV del
CTB, vale decir, a través de un Sumario Contravencional, sin embargo, éste ilícito tiene ciertas
particularidades en su procesamiento que es conveniente resaltar, más aún, considerando el nuevo
espectro normativo implementado a partir de la vigencia de la Ley Nº 1053 de fortalecimiento de la
lucha contra el contrabando.
Una vez constatado el ilícito de contrabando, conforme establece el Art. 96 del CTB, se emite el
Acta de Intervención que fundamenta la Resolución Sancionatoria, misma que debe contener la
relación circunstanciada de los hechos, actos, mercancías, elementos, valoración y liquidación,
emergentes del operativo aduanero correspondiente, la cual deberá ser elaborada en un plazo no mayor
a 10 días hábiles siguientes al inicio de la intervención, dicha Acta, de acuerdo a lo señalado en el Art.
90 del CTB es notificada en Secretaría al presunto contraventor, el cual tiene el plazo de 3 días hábiles
para presentar sus descargos, posteriormente, en el supuesto de que los descargos no sean presentados
o los mismos no fueran suficientes para demostrar la legal internación de las mercancías, la
Administración Aduanera en el plazo de 10 días establecidos el Art. 90 del CTB, debe emitir la
correspondiente Resolución que determina la comisión del ilícito de contrabando e impone las
sanciones pertinentes en el marco del Art. 181 del CTB, misma que puede ser impugnada en la vía
judicial a través del contencioso tributario o en la vía administrativa a través de recurso de alzada
ante la Autoridad de Impugnación Tributaria, caso contrario, alcanza firmeza.
Ahora bien, en este punto es necesario señalar que el procesamiento administrativo del contrabando
contravencional es afectado en su desarrollo por las circunstancias en las que acontece éste ilícito y
el momento específico en que es detectado por la Aduana Nacional y/o los órganos del Estado
llamados por ley, bajo estas consideraciones, podemos clasificar al contrabando en abierto y en
técnico.
Dadas las circunstancias en las que se desarrolla, el legislador ha dispuesto la participación, además
de la aduana, de entes armados y facultados para el uso de la fuerza, como son la policía y las Fuerzas
Armadas, aspecto que marca desde un inicio diferencias importantes en el procesamiento de éste
ilícito, ya que estos otros entes del Estado, si bien están facultados para intervenir en ilícitos flagrantes
de contrabando debiendo entregar inmediatamente a la aduana los instrumentos y mercancías
intervenidos, corresponde a esta última realizar el procesamiento administrativo ulterior del citado
ilícito. E aquí algunas particularidades del proceso:
Esta Acta debe ser entregada, junto a las mercancías comisadas por las FF.AA. o la policía, a la
Administración de Aduana de la jurisdicción, formando parte de la carpeta del proceso
contravencional, sin embargo, la misma no es exigida al interesado a momento de su apersonamiento
dentro del proceso, siendo su único objeto el de dejar una constancia inmediata de las actuaciones
dentro del operativo en zona secundaria y de la realización del comiso, la cual, si bien puede ser
complementada a través de informes específicos por los funcionarios intervinientes en el operativo,
sirve como base para la elaboración de la correspondiente Acta de Intervención.
Pero, puede suceder que por las circunstancias imperantes a momento de realizar el operativo de
comiso de las supuestas mercancías de contrabando v.gr. falta de identificación de los propietarios de
la mercancía, no sea posible la entrega de dicha Acta al sujeto pasivo, surgiendo la cuestionante de si
ello causaría algún vicio dentro del proceso contravencional de contrabando, al respecto,
consideramos que no, ya que si bien el Acta de Comiso permite al propietario o poseedor de las
mercancías el contar con una constancia de comiso de sus bienes, el procedimiento en sí se inicia a
partir de la notificación con el Acta de Intervención, misma que como se señaló, contiene una relación
circunstanciada de los hechos y actuaciones, además de la identificación y valoración de las
mercancías comisadas, notificación con la cual se inicia el periodo para la presentación de las pruebas
y descargos por parte del presunto contraventor.
Otro aspecto que surge con la participación de la policía y FF.AA. en las labores de interdicción del
contrabando, es la demora en la entrega de las mercancías comisadas, aspecto que puede darse por la
lejanía de los lugares de intervención, riesgo latente en el traslado de las mercancías o por cuestiones
de logística, al respecto, salvando las responsabilidades por la función pública que pudieran
corresponder, en cuanto al procedimiento administrativo la solución es sencilla, ya que siendo que
corresponde a la administración de aduana la responsabilidad de la inventariación, valoración y
consecuente emisión y notificación del Acta de Intervención, en tanto no se efectivice la misma, no
corren los plazos de procesamiento contravencional.
Una característica de los operativos anti contrabando realizados en zona secundaria es la escasa
posibilidad técnica y logística de poder comprobar fehacientemente que toda la supuesta mercancía
de contrabando encontrada, en realidad lo sea, ya que en la práctica acontece muchas veces que el
contrabando viene camuflado o mezclado, intencionalmente o por desconocimiento, con otras
mercancías introducidas legalmente a territorio nacional o de producción nacional, por lo cual, en aras
de evitar el inicio de procesos contravencionales innecesarios con el consecuente insumo de recursos
del Estado y perjuicio a los propietarios de las mercancías legales, la administración tributaria
implementó a partir de la Resolución de Directorio RD 01-005-13 y en el actual Manual para el
Procesamiento por Contrabando Contravencional de la Aduana Nacional (RD 01-017-16) la
denominada “verificación de la mercancía en zona previa”, que ante la duda razonable generada en el
operativo en zona secundaria, permite la inmediata verificación físico-documental de las mercancías
luego de su traslado a zona primaria, con carácter previo a la recepción formal de las mismas -a través
de la emisión del parte de recepción y consecuente inicio del proceso contravencional; dicha
verificación no está a cargo de los funcionarios intervinientes en el operativo sino del funcionario
Técnico de aduana de turno, quien luego de realizar la inspección física de las mercancías y la
contrastación con la documentación colectada durante el operativo, en el supuesto de encontrar
mercancías de origen nacional, bienes de consumo personal, menaje doméstico y/o mercancías
nacionalizadas, previo informe técnico específico y documentando, a través de un Acta procede a la
devolución al o los propietarios, de las mercancías que cumplen los supuestos ut supra establecidos.
Esta forma de proceder, como se señaló, permite desahogar una innecesaria carga procesal
administrativa, sin embargo, es necesario precisar que con la actuación en zona previa no se considera
aún iniciado el proceso contravencional –de allí su nombre- por lo cual, la verificación físico–
documental en esta zona solo debiera ser considerada como una extensión en tiempo y lugar, del
operativo realizado en zona secundaria, y por ende dicha verificación únicamente puede reducirse a
las mercancías y documentos colectados en el operativo y no así a nueva documentación o descargos
que puedan ser presentados posteriormente por los sujetos afectados, en consecuencia, cualquier
observación o reclamo respecto a la determinación en zona previa, solo puede ser analizada y resuelta
dentro del proceso contravencional, una vez emitida y notificada el Acta de Intervención.
Por su parte, el Decreto Supremo Nº 708 en su artículo 2 establece que el traslado interno,
interprovincial e interdepartamental de mercancías nacionalizadas por el importador deberá ser
respaldado por la declaración de mercancías de importación y agrega que, las mercancías ya
nacionalizadas adquiridas en el mercado interno que cuenten con la respectiva factura de compra
presentada al momento del operativo no serán objeto de decomiso, aplicándose el mismo tratamiento
para las mercancías adquiridas en el mercado interno a comerciantes y artesanos inscritos en el
Régimen Tributario Simplificado, siempre que en el momento del operativo se presente fotocopia del
certificado de inscripción del proveedor en el Régimen Simplificado con el detalle de la mercancía
objeto de traslado y documento que certifique que el propietario también se encuentra inscrito en el
Régimen Simplificado.
En el marco de la normativa expuesta, si bien dentro del proceso contravencional por contrabando se
apertura un periodo de prueba de 3 días para que el interesado pueda presentar sus descargos y hacer
valer sus derechos pudiendo invocarse todos los medios de prueba admitidos en Derecho, respecto a
ciertas pruebas, dependiendo del momento de su presentación, serán o no válidas para demostrar los
hechos que se pretende, nos referimos específicamente a las facturas de compra en el mercado interno
y certificados del Régimen Simplificado, ya que de acuerdo a mandato específico de la norma, las
mismas deben ser presentadas en el momento del operativo para que la mercancía no sea objeto de
comiso, y si bien, en el marco del Art. 77 del CTB, estos documentos no pueden ser rechazados si
son presentados posteriormente a la notificación con el Acta de Intervención, su valor probatorio se
ve afectado, ya que de acuerdo al Art. 90 de la Ley General de Aduanas concordante con los artículos
110 y siguientes de su Reglamento “Las mercancías se considerarán nacionalizadas en territorio
aduanero, cuando cumplan con el pago de los tributos aduaneros exigibles para su importación”,
siendo, la declaración de importación de mercancías el único documento que efectivamente acredita
tal pago y por ende que las mercancías se encuentran legalmente nacionalizadas, por lo que cualquier
otro documento, como facturas de venta en el mercado interno, necesariamente debe ser acompañado
por la respectiva declaración de importación, teniendo presente que el objeto del proceso por
contrabando es precisamente demostrar la legal o ilegal internación de las mercancías a territorio
aduanero nacional y no así su legal o ilegal compra en el mercado interno, impositivamente hablando,
siendo esta última, atribución del Servicio de Impuestos Nacionales.
Por último, en aplicación del principio de verdad material que rige en materia administrativa,
corresponde que la aduana agote todos los medios para arribar a la verdad de los hechos, por lo
cual, así el interesado no haya presentado la documentación idónea, si ésta estuviese en poder de la
administración tributaria, debe la misma ser incluida y evaluada dentro del proceso, criterio que es
recogido en el Manual para el Procesamiento por Contrabando Contravencional de la Aduana
Nacional (RD 01-017-16).
Este ilícito acaece en un ambiente más controlado respecto al contrabando abierto y las acciones de
control son ejecutadas exclusivamente por la Aduana Nacional en el marco de sus atribuciones legales,
por lo cual, se presentan obvias diferencias con relación al procesamiento del primero, a saber:
- El Acta de Comiso no es necesaria y por ende no es emitida en los casos de contrabando técnico
detectados durante o post despacho aduanero, ya que en los mismos la mercancía no se encuentra en
posesión del importador sino de la misma administración de aduana bajo la figura de “prenda
aduanera”, o en el supuesto de control posterior al despacho -sin mercancías-, éste se realiza sobre
una base eminentemente documental y busca la aplicación de la sanción económica equivalente al
100% del valor de las mercancías en sustitución del comiso de las mismas. En consecuencia, en el
marco del Art. 96 Parágrafo II del CTB, artículos 28 y 36 del Procedimiento Sancionatorio y de
Determinación (RA-PE-01-029-16) y el Literal B. Numeral 3.3.3. del Procedimiento del Régimen de
Importación para el Consumo (RD 01-015-16), estos últimos aprobados por la Aduana Nacional,
corresponde directamente la emisión y notificación del Acta de Intervención a efectos del inicio del
proceso administrativo pertinente.
- Por lógica, se entiende que no existe verificación en zona previa, por lo que no abundaremos
más en el tema.
La unificación de procedimientos establecida en el Art. 169 del CTB permite -como su nombre lo
dice- la unificación del proceso contravencional y del proceso de determinación, estableciendo que la
Vista de Cargo haga las veces de auto inicial de sumario contravencional y de apertura de término de
prueba y la resolución determinativa se asimile a la resolución sancionatoria, esto posibilita que dentro
de un mismo procedimiento se pueda, por una parte determinar la deuda tributaria y a su vez establecer
la sanción por contravención y la multa correspondiente.
Estas disposiciones obligan a que en los controles durante o ex post despacho aduanero –diferidos o
fiscalizaciones- en los supuestos de determinarse la existencia de deuda tributaria, ya sea por
subvaluación de las mercancías, incorrecta clasificación arancelaria, etc., pero además identificarse la
comisión del ilícito de contrabando, por excedentes no declarados, importación de mercancías
prohibidas, etc., se torna inviable la posibilidad de la unificación de procedimientos, por lo cual,
corresponde por una parte la emisión de la Vista de Cargo y posterior Resolución Determinativa que
establezca la deuda tributaria, y por otra, la emisión del Acta de Intervención y Resolución
Sancionatoria, debiendo sustanciarse ambos procesos por cuerda separada, criterio éste que también
es recogido en los artículos 25 y 28 del Procedimiento Sancionatorio y de Determinación de la Aduana
Nacional (RA-PE 01-029-16).
Este es un aspecto importante que debe tenerse presente y que diferencia al proceso por contrabando
del resto de procesos contravencionales, atendiendo al tipo de ilícito de que se trata y las circunstancias
especiales en que acaece.
Sin embargo, no se puede obviar el hecho de que existen fundadas observaciones al uso de este medio
de notificación en los procesos por contrabando, mismas que se fundamentan en la violación al
principio del debido proceso y el derecho a la defensa, y que en muchos casos han sido acogidas por
el Tribunal Constitucional Plurinacional de Bolivia, el cual, en ocasiones se ha inclinado por señalar
que al ser el Acta de Intervención un acto administrativo que decreta la apertura de término de prueba,
en el marco de lo establecido en el Parágrafo I del Art. 84 del CTB debe ser notificado de manera
personal (SCP 1076/2013 de 16 de julio, SCP 0746/2015-S2 de 6 de julio, SCP 0856/2015-S1 de 22
de septiembre), sin embargo, también en otros casos, el mismo Tribunal ha establecido que de
conformidad al Art. 90 del CTB en los supuestos de contrabando, se debe realizar la notificación en
Secretaría teniendo el administrado la obligación de apersonarse a la administración tributaria para
tomar conocimiento de los actuados (SCP 0468/2012 de 4 de julio, SCP 0356/2013 de 20 de marzo,
SCP 0808/2013 de 11 de junio, SCP 0207/2015-S1 de 26 de febrero).
Ahora bien, conforme lo reconoce el mismo Tribunal Constitucional Plurinacional, ésta instancia en
numerosas oportunidades se pronunció sobre la interpretación que debe ser desarrollada sobre la
aplicación de los artículos 84 y 90 del CTB en la notificación con el Acta de Intervención
Contravencional y la Resolución Sancionatoria en Contrabando, criterios que en muchas
oportunidades no han resultado armónicos, por lo que, a través de la SCP 0895/2016-S3 de 24 de
agosto, el TCP modula la línea jurisprudencial establecida, bajo el razonamiento de que no es
necesaria la notificación personal con el Acta de Intervención y la Resolución Sancionatoria, siempre
que exista una notificación o conocimiento previo del procedimiento por parte del procesado.
Bajo esta óptica, ya sea en procesos de control posterior –iniciados con la notificación de las órdenes
pertinentes- o en operativos en zona secundaria –donde se produce el comiso de mercancías y entrega
del acta de comiso- se entiende que el individuo ya está en conocimiento de que es sujeto de un proceso
aduanero, por lo que, tiene la obligación de apersonarse todos los días miércoles a objeto de notificarse
con los actos administrativos pertinentes.
Por último, en el supuesto de que exista el apersonamiento voluntario del interesado ante la
administración, o el mismo, a través de cualquier gestión o petición demuestre el conocimiento del
acto administrativo, pueden aplicarse la notificación personal o tácita, en el marco de los artículos 84
y 88 del CTB y Numerales 7. y 12. del epígrafe Aspectos Técnicos y Operativos del Manual para el
Procesamiento por Contrabando Contravencional de la Aduana Nacional (RD 01-017-16).
Considerando que los controles ex post ya sean diferidos o fiscalizaciones en su mayoría se ejecutan
una vez concluido el proceso de desaduanización, en el supuesto de que en dichos controles se
determine la comisión del ilícito de contrabando, ya no se cuenta con la mercancía objeto del ilícito
no pudiéndose por ende aplicar la sanción de comiso de la misma, correspondiendo entonces proceder
conforme determina el Parágrafo II del Art. 181 del CTB, vale decir, la aplicación de una multa
equivalente al 100% del valor las mercancías objeto de contrabando.
En este supuesto, una vez que la resolución sancionatoria alcance firmeza o se cuente con sentencia
judicial ejecutoriada que declare probada la comisión de dicho ilícito, en el marco de lo dispuesto en
el Art. 3 del Decreto Supremo Nº 27874 corresponde a la administración tributaria proceder a la
ejecución de la misma, aplicando al efecto el procedimiento de ejecución tributaria establecido en el
Art. 107 y siguientes del CTB.
En el marco del Art. 192 del CTB y Art. 4 de la Ley 615, ambos modificados por la Ley 975, las
mercancías de contrabando que son comisadas, son dispuestas por la Aduana Nacional a través de
la adjudicación al Ministerio de la Presidencia de manera gratuita y sin el pago de tributos aduaneros,
cartera de Estado ésta que tiene la facultad de transferirlas a título gratuito a instituciones públicas,
organizaciones económicas productivas, privadas sin fines de lucro, territoriales, indígena originario
campesinas o a la población, asimismo, en el supuesto de que el Ministerio de la Presidencia no
considere necesario adjudicarse las mercancías, éstas serán sometidas a subasta pública por la
administración aduanera, pudiendo realizarse hasta seis subastas por año, correspondiendo la
destrucción de las mismas en el caso de que no existan postores que se las adjudiquen hasta en dos
procesos de subasta.
Es menester tener presente que de conformidad al Parágrafo I del citado Art. 192, para proceder a la
disposición ut supra expuesta, la Aduana Nacional solo requiere contar con la Resolución
Sancionatoria “emitida” por la administración aduanera, no siendo requisito que la misma haya
alcanzado firmeza, aspecto que concuerda con lo establecido en el segundo párrafo del mismo artículo,
que de manera textual señala: “La interposición de cualquier recurso administrativo contra la
Resolución Sancionatoria emitida por la Administración Aduanera no paralizará el proceso de
adjudicación de las mercancías a fin de evitar una mayor depreciación del valor de las mismas y/o
descomposición por el transcurso del tiempo”, y que también guarda relación con lo dispuesto en el
Art. 6 de la Ley 615 -modificado por la Ley 975-, que en su Numeral 2 establece que los recursos
provenientes de las subastas públicas serán destinados al resarcimiento del valor total o parcial de la
mercancía para aquellos casos en los que de forma posterior a la adjudicación, subasta o destrucción,
se dispusiere a través de resolución firme o sentencia ejecutoriada la devolución de las mismas, de
acuerdo al informe de valoración efectuado por la Administración Aduanera.
Dejando de lado todas las medidas de control y acciones específicas que el Estado a través de la
Aduana Nacional, Fuerzas Armadas y policía han asumido en las fronteras en el último tiempo a
efectos de combatir el ilícito del contrabando, y que de acuerdo a datos estadísticos oficiales se han
traducido en un incremento constante de intervenciones aduaneras, mercancías comisadas y
recaudaciones tributarias, en la presente ponencia nos vamos a referir específicamente a la normativa
reciente y de mayor trascendencia que pretende marcar un antes y un después en la lucha contra el
contrabando, nos referimos a la Ley 1053, “Ley de fortalecimiento de la lucha contra el contrabando”.
La Ley 1053 tiene por objeto fortalecer los mecanismos de coordinación interinstitucional y acción
para la lucha contra el contrabando, al efecto, establece una serie de disposiciones que buscan reforzar
e intensificar las acciones de los entes del Estado involucrados en esta tarea, asignando funciones y
atribuciones a los organismos que ejercen la fuerza pública y a los que participan en el procesamiento
administrativo y judicial del contrabando.
Por otra parte, a través de sus Disposiciones Adicionales, esta Ley endurece las penas para el
contrabando y otros delitos aduaneros e introduce modificaciones en la tipificación de estos ilícitos,
sus agravantes y define las acciones que pueden motivar la conversión de contravenciones a delitos.
Por principio general las normas tienen aplicación en el ámbito territorial sometido a la facultad
normativa del órgano competente para dictarlas, sin embargo, la misma norma puede establecer
límites territoriales más restringidos, siendo esto precisamente lo que acontece respecto a la Ley 1053,
la cual, si bien es dictada por un Órgano del Estado cuyas facultades normativas alcanzan a todo el
territorio nacional, por disposición de la misma norma (Art. 2 Parágrafo I), ésta es de aplicación en la
zona de seguridad fronteriza del Estado, municipios y territorios colindantes, debiéndose entender por
“zona de seguridad fronteriza”, tal como dispone el Art. 262 Parágrafo I de la Constitución Política
del Estado, la franja de territorio que comprende los 50 Km. a partir de la línea de frontera.
Lo expuesto significa que, en principio, la Ley 1053 solo es de aplicación en dicha franja del territorio
nacional, sin embargo, el mismo artículo 2 hace referencia a los municipios y territorios colindantes,
lo que en criterio de varios, vuelve poco preciso el ámbito espacial de aplicación de la Ley, ya que
definir qué debe entenderse y hasta donde abarca el territorio “colindante” resulta complejo y
subjetivo, pudiendo existir criterios amplios al igual que restrictivos respecto a los límites espaciales
de aplicación de la Ley.
Otro aspecto significativo e incluso polémico de la Ley 1053 es el referido a la autorización de uso de
armas de fuego, municiones, explosivos y equipamiento relacionado (Art. 6), y el empleo legítimo de
la fuerza por parte de los efectivos de las Fuerzas Armadas y la Policía Boliviana durante la ejecución
de operativos de lucha contra el contrabando que se desarrollen en la zona de seguridad fronteriza,
municipios y territorios colindantes, estando dichos efectivos, conforme al Art. 4 de esta norma,
exentos de responsabilidad penal cuando en cumplimiento de sus funciones actúen en legítima defensa
o estado de necesidad.
En nuestro criterio, lo dispuesto en los artículos 4 y 6 de la Ley tiene un carácter más declarativo que
constitutivo de las prerrogativas ut supra expuestas, ya que, en principio, la Constitución Política del
Estado en sus artículos 244 y 251 faculta a estos organismos a defender y conservar la independencia,
seguridad y estabilidad del Estado, la defensa de la sociedad y conservación del orden público, siendo
los depositarios de la fuerza pública que lleva implícita la potestad de uso de armas en los casos que
requieran a efectos de cumplir su mandato constitucional, del mismo modo, las Leyes Nº 1405,
Orgánica de las Fuerzas Armadas y Nº 734, Orgánica de la Policía Boliviana, establecen la facultad
del empleo de armas por parte de estos organismos del Estado motivado por la exigencia del
cumplimiento de la ley luego de haberse agotado todos los medios disponibles y realizadas las
persuasiones y prevenciones reglamentarias.
Con relación a la exención de responsabilidad penal de los efectivos militares y policiales que
participan en los operativos de lucha contra el contrabando, el Art. 4 de la Ley 1053, lo único que
hace es ratificar lo establecido en el Código Penal Boliviano, el cual en el Art. 11 haciendo referencia
a la “legítima defensa” señala que está exento de responsabilidad el que en defensa de cualquier
derecho, propio o ajeno rechaza una agresión injusta actual, siempre que hubiere necesidad racional
de la defensa y no existiese evidente desproporción del medio empleado, y también lo está el que en
el ejercicio legítimo de un derecho, oficio o cargo, cumplimiento de la ley o de un deber, vulnera un
bien jurídico ajeno; y en el Art. 12, refiriéndose al “estado de necesidad” señala: “Está exento de
responsabilidad el que para evitar una lesión a un bien jurídico propio o ajeno, no superable de otra
manera, incurra en un tipo penal (…)”.
De lo expuesto podemos concluir que lo que la Ley 1053 hace, es reunir en un cuerpo normativo
específico prerrogativas y facultades ya establecidas en otras normas legales respecto al uso de armas
y la exención de responsabilidad penal de los servidores públicos de la policía y FF.AA., y por el
contrario, en cierta forma más bien limita la aplicación de esas prerrogativas y facultades a la franja
de territorio que comprende la zona de seguridad fronteriza y municipios y territorios colindantes, por
lo que, contrario a lo que señalan algunos críticos de esta Ley, de ninguna manera la norma otorga a
los organismos armados carta blanca o licencia para matar, liberándolos simple y llanamente de toda
responsabilidad, ya que el empleo de armas y la liberación de responsabilidad están sujetas al
cumplimiento y aplicación estricto de las normas específicas que los regulan.
Uno de los aspectos más novedosos de la Ley 1053 es el señalado en el Parágrafo III de su Art. 5, que
exenciona de responsabilidad a los efectivos de la policía y Fuerzas Armadas que procediesen a la
destrucción e inutilización de los medios de transporte y bienes intervenidos durante los operativos de
lucha contra el contrabando desarrollados en la zona de seguridad fronteriza, municipios y territorios
colindantes.
Esta disposición, de apariencia un tanto arbitraria, está motivada por las incontables acciones de
violencia de parte de personas vinculadas al contrabando, que han sufrido los servidores públicos de
la aduana y fuerzas armadas en las operaciones de traslado de las mercancías decomisadas de los
lugares donde se efectúan los operativos a los recintos aduaneros para su procesamiento
administrativo o judicial, acciones violentas que en muchos casos se han traducido en bajas humanas
de parte de las fuerzas del orden y también, por qué no decirlo, de los contrabandistas, todo con el
objeto de recuperar las mercancías ilegales y los medios utilizados para cometer el ilícito.
Ahora bien, esta posibilidad o facultad que tienen los órganos asignados a la lucha contra el
contrabando no es discrecional, ya que conforme manda la misma Ley, tienen que cumplirse dos
presupuestos para su aplicación, primero, que se encuentre en riesgo la vida o integridad física propia
o ajena no superable de alguna manera, y segundo, que las acciones se desarrollen en la franja de
seguridad fronteriza, municipios o territorios colindantes, de no cumplirse ambas premisas, la
exención de responsabilidad de los servidores públicos intervinientes estaría en cuestionamiento,
pudiendo ser pasibles a las responsabilidades que el ordenamiento jurídico establece.
La Ley 1053 en su Art. 5 Parágrafo I establece la facultad de la policía y Fuerzas Armadas de practicar
arrestos y aprehensiones en casos de ilícitos flagrantes de contrabando, debiendo poner al
arrestado o aprehendido a disposición de la autoridad competente dentro de los plazos legales.
Al respecto, se debe recurrir al Código de Procedimiento Penal (CPP), mismo que en los artículos 225
al 230 define qué debe entenderse por flagrancia, arresto y aprehensión, así como los facultados para
efectuar estas últimas acciones, es así que, en el caso de la aprehensión en flagrancia, la misma puede
ser efectuada por la policía o por cualquier persona particular, por lo que, las aprehensiones realizadas
por las Fuerzas Armadas se consideraban hasta ahora como aprehensión por particulares en el marco
del Art. 229 del CPP, sin embargo, el arresto solo pueden disponerlo el fiscal o la policía, en tal
sentido, Ley 1053 al establecer la posibilidad de que los efectivos de las Fuerzas Armadas practiquen
arrestos, les otorga una nueva facultad antes solo dispuesta a favor de la policía.
Cabe aclarar que tanto la policía como las FF.AA. están en la obligación de entregar a la persona
aprehendida o arrestada ante la autoridad competente dentro de los plazos legalmente establecidos.
Como se señaló, uno de los objetivos de la Ley 1053 es el de fortalecer los mecanismos de
coordinación entre las instituciones vinculadas a la lucha contra el contrabando, en esta línea, el Art.
3 de la Ley establece la obligación que tienen estas entidades -Aduana, Fuerzas Armadas, Policía y
Ministerio Público- de coordinar tareas y acciones en operativos anti contrabando, lo cual es
concordante con la Disposición Adicional Tercera de la misma Ley que determina la obligación de
dichas instituciones de elaborar de manera coordinada protocolos y procedimientos de actuación.
Como también se señaló cuando nos referimos al objeto de la Ley 1053, ésta a través de sus
Disposiciones Adicionales Primera y Segunda endurece las penas para el contrabando y otros delitos
aduaneros e introduce modificaciones en la tipificación de estos ilícitos y sus agravantes, definiendo
las acciones que pueden motivar la conversión de contravenciones a delitos, además de incorporar un
nuevo tipo penal dentro del marco normativo aduanero.
Respecto al contrabando, como se expuso en su momento, el Art. 181 del CTB principalmente sufre
con esta Ley modificaciones en cuanto a su sanción penal, incrementada de los anteriores 5 a 10 años
a los actuales 8 a 12 años de privación de libertad y en cuanto al establecimiento de causales que dan
lugar a la conversión de contravención a delito, dejando de lado el quantum, nos referimos a la
reincidencia, intimidación, violencia y empleo de armas y explosivos en la comisión del ilícito,
excluyendo de la posibilidad de dicha conversión a la reincidencia en la falta de presentación de
requisitos esenciales exigidos por normas aduaneras.
Con relación a los otros delitos aduaneros establecidos en el Art. 181 bis al nonies del CTB, estos han
sido incrementados en cuanto a la sanción penal, pasando todos a tener de 6 a 10 años de privación de
libertad con excepción del delito de contrabando de exportación agravado, el cual ahora es sancionado
con 10 a 14 años de privación de libertad. Asimismo, se incorpora el Art. 181 decies al CTB bajo el
nomen iuris de “favorecimiento y facilitación del contrabando”, sancionando con 4 a 8 años de
privación de libertad a la persona que en el marco de un operativo de acción directa de lucha contra
el contrabando, favorezca, facilite, coadyuve o encubra la comisión del ilícito de contrabando
mediante el tránsito, tenencia, recepción, destrucción u ocultación de las mercancías o instrumentos
del ilícito.
El mismo día que se promulga la Ley 1053, el Poder Ejecutivo a través del Decreto Supremo Nº 3540
crea el Viceministerio de Lucha Contra el Contrabando en la estructura del Ministerio de Defensa,
siendo sus atribuciones las de elaborar e implementar políticas y estrategias de lucha contra el
contrabando en coordinación con la Aduana Nacional y las Fuerzas Armadas, proponer y suscribir
convenios y/o acuerdos con entidades del sector público y/o privado, vigilar el cumplimiento de las
normas nacionales sobre la lucha contra el contrabando, requerir información a las Fuerzas Armadas
que permita evaluar resultados en el marco de las operaciones realizadas de lucha contra el
contrabando y coordinar y articular con las Fuerzas Armadas y con la Policía Boliviana, a través del
Ministerio de Gobierno, en tareas de lucha contra el contrabando.
A partir de la creación de esta repartición estatal, se establece una instancia cuya función única y
exclusiva es la lucha contra el ilícito del contrabando, a diferencia de otros entes involucrados en esta
temática como las Fuerzas Armadas o la misma Aduana Nacional, que además de combatir este ilícito
tienen funciones como la seguridad de Estado, recaudación tributaria, facilitación del comercio
internacional, etc., por lo cual, este Viceministerio tiene la competencia de reunir todos los esfuerzos
estatales y direccionarlos hacia objetivos específicos que permitan eliminar o disminuir
sustancialmente la comisión de este ilícito.