Manual para Damas
Manual para Damas
Manual para Damas
En la iglesia del primer siglo, mujeres piadosas como Dorcas, Lidia, Febe y otras, se
sentían impulsadas por el amor de Cristo, para entregarse completamente al servicio de
la iglesia naciente.
Emplearon mucho tiempo de oración a favor de los que predicaban el evangelio,
abrieron sus hogares para las reuniones, ayudaban a los necesitados, dieron sus
posesiones por amor de la obra de Dios.
VISIÓN:
Ser un ministerio productivo y de apoyo eficiente en el crecimiento numérico de la Iglesia
local, en el área espiritual, y la ayuda social, llevando el evangelio de salvación a muchas
mujeres, y/o matrimonios resquebrajados, y traerlos a los pies de Cristo.
MISIÓN:
Asumir al lado de la iglesia, un compromiso activo en la evangelización, atravez de
diversos métodos, para ayudar a establecer nuevos creyentes o grupos locales (anexos), y
promover la ayuda social hacia los más necesitados.
Capacitar a muchas mujeres, a través de y conferencias, charlas u orientaciones de tipo
familiar y otros, que involucre tanto a la iglesia en su conjunto, como a la sociedad en
general.
La valoración de nuestra razón de ser y hacer como ministerio de damas, nos dará
excelencia en nuestra tarea, al sustentar en nuestras vidas las siguientes cualidades:
4- Edificar... A la mujer para que confié en Dios, a través del apoyo de los grupos de
oración y discipuladores.
5- Equipar... A las mujeres líderes, para alcanzar y discipular a otras mujeres para el
reino de Cristo.
2- NOMBRAMIENTO DE LA COORDINADORA.
B- La coordinadora del ministerio de damas, será elegida por la asamblea local por un
periodo de dos años, pudiendo ser reelegida al término de su periodo, si así lo desea.
C- El ministerio de damas, estará conformado por mujeres de buen testimonio y llenos del
Espíritu Santo, que estén cumpliendo puntualmente con sus deberes y responsabilidades
con la Iglesia, con su mayordomía, y tengan buena disposición para trabajar y ser
adiestrados en el ministerio.
2- Promover el desarrollo del ministerio de damas desde la iglesia, hacia los anexos y la
sociedad, a través de visitaciones, discipulados, consejería, ayuda social, entre otros.
5- Velar por el sano desarrollo de las niñas, adolescentes y señoritas de la iglesia local,
mediante charlas educativas y enseñanzas bíblicas edificativas.
7- Promover junto con la iglesia local, la celebración del día del pastor.
8- Velar por la buena presentación del templo y el cuidado de los utensilios.
9- Colaborar con el cuerpo de Diáconos, en la preparación de la cena del Señor.
4- LA AYUDA SOCIAL.
El ministerio de damas, será el canal por el cual la Iglesia se proyecte a la sociedad, mediante
la ayuda social. Esta ayuda consiste en los esfuerzos que las damas harán en coordinación con
la Iglesia, para brindar alguna ayuda en la medida de las posibilidades, a los más necesitados
en las siguientes aéreas:
1-Economicamente: Realizando actividades o colectas, para poder ofrecer una ofrenda de
amor, o comprar víveres de primera necesidad.
2-Fisicamente: ayudando en el cuidado de los enfermos y ancianos, cocinando, lavando ropa,
aseando la casa, cuidando los niños, etc.
3-Emocionalmente: Consolando a las viudas, huérfanos, desamparados, ante la perdida de
sus seres queridos.
Brindando consejería a las mujeres que sufren maltratos físicos, violaciones, abandonos del
hogar, etc.
Para conocimiento general presentamos un breve resumen del trato que se daba a las
mujeres en Grecia, Roma y Asia Menor, porque es allí donde se desarrolló el
cristianismo.
A. EN GRECIA.
– Las mujeres de la clase alta tenían derecho a cierta instrucción. Las de la clase baja
eran esclavas, con cierta libertad de salir. Las mujeres de la clase media eran destinadas
al "Gineceo" (Sólo para tener hijos). Este tipo de mujeres, normalmente eran mujeres
sin instrucción, obligadas a contentarse cualquiera que fuera su suerte. Tenían incluso
que compartir en su propia casa a su marido con las concubinas y las "Heteras" del
marido.
·( Hetera: Eran prostitutas elegantes, literatas y cultas que entretenían al marido. )
Eso en nuestro país y en este tiempo muchas mujeres no lo permitirían, pero así era la
costumbre. Demóstenes (Pensador griego) decía: "Mantenemos a las heteras para el
placer, las concubinas por las diarias exigencias del cuerpo y a las esposas para que nos
den hijos legítimos".
Los hombres en Grecia despreciaban a la mujer y la tomaban solo por los hijos. Platón
(Pensador griego) decía: "El amor entre varón y hembra es vulgar, donde lo más
importante es el fruto, siempre y cuando el fruto sea varón."
Pitágoras (Pensador griego) expresaba más claramente la discriminación a la mujer:
"Existe un principio bueno que ha creado el orden, la luz y al hombre y un principio
malo que ha creado las tinieblas y a la mujer".
En Grecia la mujer no participaba del culto religioso. Por esta razón, muchas mujeres
deseosas de participar, se volvían prostitutas y participaban de los cultos del misterio
adorando a Afrodita, diosa de la fecundidad, del placer y fertilidad.
En el teatro griego o grecorromano las mujeres no podían tener cargos dentro de las
actuaciones, solamente el hombre era el que podía estar en publico y así caracterizaba
los roles de hombres y roles de mujer.
¿Que pasaba? Las mujeres solo tenían actuaciones públicas como prostitutas. El cuerpo de la
mujer es lo que se comercializó en toda la historia, es el cuerpo de la mujer lo que atrajo a la
sociedad y lo que atrajo al hombre y fue el hombre el que se alejo de este sentimiento que
Dios puso en la mujer como complemento idóneo para toda su persona y no solamente para
satisfacer su ego.
En resumen, en el mundo griego, la mujer era valorada solo por dar hijos
legítimos. Las relaciones extra conyugales eran vistas como normales y era muy
fácil divorciarse.
B. EN ROMA.
- Se excluía a la mujer de cargos públicos. Pero en su casa era la Dómina o kuria
(Dueña).
En el aspecto cultural y social tenía más posibilidades o libertades y recibía más respeto
que en la sociedad griega, pero sólo la mujer de clase alta, porque las de clase baja
seguían siendo esclavas y oprimidas.
C. EN ASIA MENOR.
- Regiones como Filipos, Tesalónica y Berea a las mujeres se les facilitaba la
instrucción de filosofía y letras. Eran un poco más libres y tenían mayores
consideraciones.
En la calle la mujer debía pasar inadvertida, por esta razón se le obligaba a tapar su
cara con dos velos (cara y cabeza). Quien no lo hacía así, ofendía las buenas
costumbres y podía ser despedida de su casa.
La mujer como hija, si tenía menos de doce años, podía ser vendida o acomodada en
matrimonio al mejor postor. (Conveniencia).
Las mujeres al casarse, pasaban del poder del padre al poder del marido. Siempre
dependiendo del hombre.
Cuando una mujer enviudaba y no había tenido hijos del marido, tenía que casarse
con el hermano del difunto. (Deut. 25: 5-10) (Ruth 4:7-10).
La mujer casada se distinguía de las esclavas porque tenía derecho a llevar consigo
ciertas pertenencias, así como a una pensión en caso de divorcio.
¿Cuales eran los deberes de la esposa? Aparte de los trabajos domésticos, debía lavar
la cara, manos y pies del marido y elaborar la lana para ayudar en los gastos.
Prácticamente era una sirvienta, pero sin sueldo. (¿Igual que ahora?).
El esposo podía incluso anular los votos que su mujer le hiciera a Dios
(Núm. 30:7-9). Pero sí fuere casada e hiciera votos, o pronunciare de sus labios cosa
conque obligue su alma, si su marido lo oyera y callare, los votos de ella serán
firmes. Pero si cuando su marido lo oyó, le vedó, entonces el voto que ella hizo, y lo
que pronunció de sus labios con que ligó su alma, será nulo; y Jehová la perdonará.
Los rabinos enseñaban y decían: "Cuidado que la Torá se la vayan a enseñar a una
mujer, quien le enseña la Torá a una mujer, le enseña el libertinaje, porque hará mal
uso de lo que ha aprendido, es preferible que caiga en manos de un gentil". La mujer
no podía hablar, la mujer no podía opinar, la mujer estaba considerada con un nivel
intelectual inferior.
Había un desprecio total hacia ellas. A las sinagogas se les permitía entrar, pero no
contaban para nada. Se necesitaba la presencia mínima de diez hombres para iniciar
el culto, aunque hubiera cincuenta mujeres.
Si la mujer leía en voz alta la Torá, deshonraba a la asamblea. Participaban del culto
porque había un hombre respaldándola o respondiendo por ella. Este hombre podía
ser su padre, su esposo, su hijo o su hermano. Solas no debían acudir.
No se les creía lo que hablaban (Lc. 24:11) Por eso Pablo no las menciona como los
primeros testigos de la resurrección de Jesús (I Cor. 15:5-8).
¿Saben ustedes cuál era la oración de los rabinos en las mañanas?, "Gracias Señor
que no me hiciste esclavo, ni gentil, ni mujer". Ese era su agradecimiento. ¿Llegaba
esa oración a los cielos? Yo creo que sí llegaba, y producía dolor en Dios. No llegaba
en el asunto de recibir por ella una bendición, pero Dios sí escuchaba esta oración, no
para hacerle caso, pero sí tal vez para ver el fracaso de la creación.
La mujer oraba así, "Te alabo porque me has creado"’. Era todo.
La mujer, además era excluida de las sinagogas porque era considerada impura
periódicamente (Menstruación). Durante estos días la mujer debía apartarse, no ir a los
cultos. Cuando tenía un hijo se tenía que apartar durante cuarenta días sí tenía un
hombre y ochenta días si tenía una mujer (Lv. 12:1-6).
Ante estas circunstancias, por supuesto que no podía realizar ministerios.
Y así llegamos a la etapa de Jesús a la que vamos a pasar ahora. ¿Cuál fue la actitud de
Jesús con la mujer? Donde la mujer no tenía ningún lugar, ninguna opinión, donde la
mujer es menos mentalmente como persona, era casi un gentil, un animal. Y Jesús entra
en escena en estos momentos donde Él tiene que marcar una diferencia, no una
diferencia entre hombre y mujer, sino una diferencia en lo que los hombres creen y lo
que Dios cree.
LA CONDUCTA DE LA MUJER CRISTIANA EN LA IGLESIA
Estas parecen palabras fuertes y decimos: entonces no nos queda nada para hacer.
Muy al contrario, en la Iglesia de Dios la mujer tiene una esfera que solo ella puede
ocupar, pero Dios desea que en su iglesia haya orden.
Cuando desobedecemos a la palabra de Dios solo puede resultar desorden y caos.
El orden es de Dios. Dice también el apóstol por inspiración divina: "Quiero que sepáis
que Cristo es la cabeza de todo varón, y el varón es de la mujer, y Dios la cabeza de
Cristo"
Vemos entonces que el lugar es de sujeción a nuestros hermanos: no debemos
nunca tratar de ocupar el lugar que el Señor les ha dado a ellos.
Hay mucho trabajo en la iglesia que los hermanos varones pueden hacer y el Señor se ha
dignado dar privilegios muy grandes a las mujeres.
Es una tentación cuando llegamos a cierta edad avanzada de pensar que ya no queda
nada que podamos hacer en la iglesia.
El trabajo del Señor no es solamente para las jóvenes, es para todas.
Leemos en Tito 2:3, 4 y 5 "Las ancianas asimismo... enseñen a las jóvenes, a ser
prudentes, que amen a sus maridos, que amen a sus hijos, que sean templadas,
castas, que tengan cuidado de la casa, buenas, sujetas a sus maridos"
Solo hermanas de edad y de experiencia están preparadas para ayudar a las más jóvenes.
Cuántos problemas hay en los hogares. Vemos, entonces, que necesitamos mucho de las
hermanas ancianas, hermanas que por su testimonio fiel y vidas limpias pueden dar
consejos a las más jóvenes.
A veces se le reprocha al apóstol Pablo de no querer a las mujeres; sin embargo, sus
cartas están llenas de referencias y saludos a mujeres que él reconoce como sus
colaboradoras.
El capítulo 16 de romanos está lleno de estas referencias.
En el primer versículo habla de una mujer llamada FEBE, que parece ser de gran
utilidad en la Iglesia, pues la llama diaconisa, es decir, sierva de la iglesia que está en
Cencrea. Es una mujer muy activa, deseosa de servir en todo.
En la nota final de esta carta a los Romanos leemos que ella lleva la carta desde Corinto,
donde fue escrita, hasta Roma. ¡Qué bendición es en la iglesia una hermana que está
dispuesta a hacer cualquier trabajo, aun de viajar si fuera necesario!
Dice también de ella: "Ha ayudado a muchos" y, agrega el apóstol, "Y a mí mismo".
MARÍA
Luego menciona a una mujer llamada María, la cual "ha trabajado mucho con
Vosotros”. ¿Quién era María? No lo sabemos; pero no era una mujer
ociosa, ni orgullosa, era sencilla y se destaco por su trabajo.
Dice el apóstol: "saludad a María", y en seguida añade: "ha trabajado mucho... Hay más
mujeres mencionadas en este capítulo, pero hablaremos solamente de una más.
"saludad a Rufo escogido en el Señor y á su madre y mía".
Aquí había una señora anciana, ya con el corazón de madre. No sabemos qué habrá
hecho para el apóstol; pero era el trabajo de una madre que vela por sus hijos. ¿Le habrá
lavado la ropa? ¿Le habrá cuidado en alguna enfermedad? le habrá consolado en la
tristeza? No nos dice; pero podemos imaginar todo el trabajo que puede hacer una
madre.
Gracias a Dios por las hermanas en la iglesia que son verdaderas madres, siempre listas
para escuchar los problemas de las más jóvenes, y dar una mano cuando la necesitan.
Las madres en la iglesia vigilan por el bienestar de sus "hijas" oran por
ellas, gozan cuando andan bien en los caminos del Señor.
Es una obra muchas veces escondida que puede hacer una madre; pero no es solamente
el servicio publico que premia el Señor: "... tu Padre que ve en secreto te recompensará
en publico" (Mateo6:18).
También tienen su lugar las hermanas en la reunión de oración. (Hch 1:13 y14)
menciona a los apóstoles y dice que todo éstos perseveraban en la oración y ruego con
las mujeres y con María la madre de Jesús. La reunión de oración es de muchísima
importancia; nuestra presencia en ella es un estímulo, oramos en
nuestros corazones, decimos amén a las oraciones de nuestros hermanos.
Cuando Pedro fue librado de la cárcel, llegó a casa de María, la madre de Juan,
donde muchos estaban reunidos orando (Hechos 12:12).
No solamente estaba presente María, sino que ofreció su casa para la reunión.
Son de mucha bendición las reuniones de oración caseras para hermanas, siempre que
sean verdaderamente de oración.
LA VESTIMENTA DE LA MUJER.
"Que las mujeres se atavíen de ropa decorosa, con pudor y modestia; no con
peinados ostentosos, ni oro, ni perlas, ni vestidos costosos"
(1 Tim. 2:9) "Que las hermanas sean reverentes en su porte, que se distingan por
su porte santo" (Tito 2:3).
Esto también tiene relación con la misión de la mujer en la iglesia, pues no
solamente nuestras actividades son importantes sino nuestro porte, porque tendrá mucho
que ver con la influencia que la mujer ha de tener en una iglesia espiritual.
Asistir a la iglesia de Dios o conducirnos en la vida cotidiana entre la sociedad con
“ropas indecorosas” que muestren abiertamente el cuerpo de la mujer, no ayuda en
ninguna forma el testimonio espiritual de la mujer cristiana, ni mucho menos el de la
Iglesia.
Como ministerio, como mujeres y como creyentes en Cristo, debemos ser sensatas y
prudentes en todo, para que también en todo, Dios sea glorificado.
"Hacedlo todo para la gloria de Dios" (Corintios 10:31),