Monsivais - El Narcotrafico y Sus Legiones

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ANEXO H y como los plasma la imagen del Marlboro man.

Monsivais, Carlos et al. (2004). En Viento rojo. Diez historias del narco • La obtención del gusto estético que proporciona el
en México, “El Narcotrafico y sus legiones”. México, D. F., Plaza y
Janés. demasiado dinero. Lo brillante, lo llamativo, lo ostentoso, se
consideran signos de distinción.
VIENTO ROJO
Diez historias del Narco en México En la comprensión de lo que es el narco es enorme la
deuda con el cine (el de México y el de Estados Unidos), que
Plaza Janes. 2004. México. Pag. 34-44 entre otras
cosas afecta la idea que de sí mismos tienen los causantes
directos del subgénero fílmico. Ésta sería su conclusión: «No
El Narcotrafico y sus legiones.
éramos así hasta que distorsionaron nuestra imagen, y entonces ya
Carlos Monsivais
fuimos así porque ni modo de hacer quedar mal a la pantalla». El
narco del cine tiene automóviles de portento, vive parte del
V. LA NARCOCULTURA: «Ni MODO DE
tiempo en Florida, ostenta anillos de diamantes, revólveres con
CONSEGUIRLE UN CURA SI YA LO IBA A MATAR»
cacha de oro y plata y botas de piel de víbora. ¿Por qué no se
van a apropiar de estas imágenes los narcos de las butacas?
Más que los medios masivos, ha sido la industria del espectáculo El cine es el árbitro de la elegancia de las minorías
la gran divulgadora de la «cultura del narcotráfico», mezcla de delincuenciales, y al respecto examínense los catálogos de las
factores desiguales y combinados: subastas de la PR. ¿Quién entre los nuevos ricos desafía al gusto
revelado en la residencia de los Arellano Félix, por ejemplo el
• El poder adquisitivo y los recursos tecnológicos de la juego de cubiertos de oro y la colección de personajes de Walt
delincuencia organizada, que es un poder en sí misma. Disney, de muy buen tamaño, hechos a pedido en Lladró? El
• El impulso de «sobrevivencia-a-como-dé-lugar», propio de problema subsiste. El pintoresquismo no define ni capta
los sectores del abandono agrario o de la pobreza urbana debidamente al narco, al fin y al cabo un emporio neoliberal, y
sin empleos a la vista. por eso tiene tanto éxito el tratamiento caricatural en el cine de
• La admiración por el thriller y sus secuencias de velocidad, estos personajes. En la abundantísima serie de películas que
muerte a raudales, mujeres faciles, armas poderosísimas y forman un subgénero, el narco mexicano, fruto en primera
ambigüedad moral. instancia del choque de la vida campesina y las oportunidades de
• Las compensaciones psicológicas del derroche en empleo de la frontera norte, se vuelve una fantasmagoría, una
quienes vivían en la carencia sistemática de recursos. figura las más de las veces iluminada por el humor invo-
• La seducción de la publicidad y el relieve legendario de luntario, de gesto duro y dicción monocorde, el dedo
hombres rudos, independientes, habituados a la soledad, tal eternizado en el gatillo, en medio de la sucesión de cuerpos que
se derrumban con estrépito coreográfico (el subgénero podría
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llamarse «tiro al blanco»), y de los visajes de «criminal aturdido» EL NARCOCORRIDO: «¡AY FRONTERA NO TE RAJES!»
a merced de las órdenes del capo y el Hombre Respetable que es
el verdadero jefe de jefes. En este paisaje, la transformación del corrido es fundamental. Al
En los escenarios de estos thrillers baratísimos, nada más corrido, un género musical, épico y político de principios del
perseveran la trama regida por criterios infantiles, y la certeza siglo xx, se le cree extinguido, sólo apto para rememorar a
del único relato disponible: el del ascenso a tiros y el descenso Zapata y Pancho Villa. De pronto, en la década de 1970 el corrido
abrupto. (El subgénero se modifica en Norteamérica, ya hay vuelve con persuasión y clientela. El Norte de México se afilia a la
series muy bien realizadas, como Kingpin, y el deseo de canción que transmite hazañas (lo que su público califica de
mostrar la complejidad psicológica.) En el cine del narco hazañas), y se fortalecen los grupos que, desde su aspecto
desfilan los jefes policiacos en la penumbra, las conspiraciones irremisiblemente «norteño», se identifican con sus oyentes. Cantar
criminales, el esbozo de la crueldad como la elocuencia de los la vida y muerte de un narco no es celebrar a un bandolero social,
psicópatas, las balaceras que no cesan, el Primer Mundo sino precisar lo innegable: los otros intérpretes del corrido, los
poblado de drogadictos en los ghettos y en los penthouses de que se desgañitan en los pick-ups, norman su conducta
Manhattan, las recompensas afrodisíacas, la violencia que estalla queriendo ser o evitando ser como celebrados y sentenciados por
como cohetería de feria. grupos como Los Tigres del Norte, Los Tucanes de Tijuana, y
Durante una etapa de 1970 a 1990, aproximadamente, el muchísimos más, que una y otra vez insisten en su «filosofia
subgénero se agota y revive como humor involuntario y sólo de la vida». Una célebre canción colombiana de Darío Gómez,
lo extinguen las evidencias de la realidad que ridiculizan a las muy apreciada por los narcos, se llama «Nadie es eterno», y en el
tramas y las interpretaciones actorales. Mientras, se producen entierro de Pablo Escobar Gaviria, y de muchos otros trafi-
anualmente en México veinte o cincuenta películas sobre el cantes, en México y en Colombia, se canta «El Rey», del
triunfo final de los buenos (unos cuantos) sobre la nueva etnia, mexicano José Alfredo Jiménez, con un inicio a su modo épico:
los narcos, la explosión del caciquismo rural en medios «Yo sé bien que estoy afuera, pero el día que yo me muera, sé
urbanos, los que canjean su tontería por balas certerísimas. En que tendrás que llorar».
las industrias culturales el narco mexicano es como un
trasplante: se modifican los escenarios del thriller, y el tema se PACAS DE A KILO
desdibuja, hasta convertirse en una sucesión de sueños pueriles
Como en los buenos tiempos de la Revolución, el Norte
en donde la conspiración criminal es en rigor una empresa
mexicano patrocina la transmisión de hechos de sangre, y
familiar. Las películas se renuevan, los casetes y los CD son la otra
multiplica a los grupos que, desde lo «irremisiblemente
trepidación en carreteras y fondas y restaurantes súbitamente de
norteño» de sus atavíos, se identifican con los oyentes que los
lujo y cabaretuchos.
incorporan a su «sentimiento histórico» y muy probablemente a
su patrimonio sentimental. Véase parte de la letra de un corrido
paradigmático:
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de disminuir brutalmente la demografía. En jefe de Jefes.
Corridos y narcocultura en México, de Juan Manuel Valenzuela,
Me gusta andar por la sierra, me crié se cita un corrido de Los Rojos, «Mi último contrabando», que
entre los matorrales, allí aprendí a describe la metamorfosis: ha vivido pobre, muere en la
respetabilidad del derroche:
hacer las cuentas nomás contando
costales. Me gusta burlar las redes
que tienden los federales. Quiero cuando muera,
Muy pegadito a la sierra tengo un escuchen ustedes.
rancho ganadero, ganado sin Así es mi gusto y mi modo,
garrapatas que llevo pa 'l extranjero. mi caja más fina y yo bien vestido, y con
¡Qué chulas se ven mis pacas con mis alhajas de oro
colitas de borrego! Los amigos de mi mi mano derecha un cuerno de chivo en
padre me admiran y me respetan, y la otra un kilo de polvo. Mi bota texana
en dos y trescientos metros levanto las y botas de avestruz,
avionetas. Me dicen el Tres Calibres y mi cinturón piteado todo bien vaquero,
manejo las metralletas... y con gran alipuz
«Pacas de a kilo», de TEODORO un chaleco de venado
BELLO, interpretado por Los para que San Pedro le diga a San Juan:
TIGRES DEL NORTE. «Ahí viene un toro pesado»... Adornen
mi tumba entera con goma y ramas de
El cantor de las jactancias del narco no celebra reivindicación mota y quiero, si se pudiera, que me
alguna, se limita a anticipar lo innegable: los seguidores del corrido entierren con mi trota para que vean que
no quieren ser sus protagonistas, porque así como los ven de pobres, la la tierra no se tragó cualquier cosa.. .
vida es su mayor querencia, detestan el valor suicida, y repudian los
rastros de muerte... Y con todo, y de esto hay numerosas cons- Los autores de los corridos de la Revolución se formaron en
tancias, tampoco excomulgan al antihéroe, ni se sienten moralmente la rima y la acústica del romanticismo, y poseían cierto don
superiores a él; más bien observan con celo regional y laboral a los metafórico; los compositores y letristas de los narcocorridos no
exceptuados provisionalmente del destino de los pobres. Y los suelen disponer de los mínimos requerimientos técnicos, no
testigos de cargo o descargo entonan: «Por causa de la amapola, las pretenden la rima y más o menos las metáforas les tienen sin
tremendas metralletas». cuidado. Lo sepan o no, su perspectiva es sociológica, nada de
¿Hay en los narcocorridos apología del delito y la delincuencia? «Despedida no les doy,/ porque no la traigo aquí,/ se la dejé al
Lo más conocido no es estrictamente ditirámbico, sino la Santo Niño/ y al Señor de Mapimí ./ Se la dejé al Santo Niño/
recordación funeraria de aquellos que, con tal de subrayar su mínima pa que te acuerdes de mí». En los narcocorridos, la despedidera,
o máxima importancia, desafían la ley y no se inmutan a la hora tan esencial en el género, es un lugar común que rastrea en la
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poesía popular el sitio de los epitafios vanidosos. El narco MÁS VALE IMPUNE Y RICO QUE POBRE Y
quiere un lugar en el infierno. El grupo Los Tucanes de
ENCAJUELADO
Tijuana, muy popular, canta «El puño de polvo»:

Cuando me muera no quiero Si eres pobre te humilla la gente. Si eres rico te tratan muy bien.
llevarme un puño de tierra, Un amigo se metió a la mafia porque pobre ya no quiso ser.
échenme un puño de polvo y Ahora tiene costales de sobra, por costales le pagaban al mes.
una caja de botellas, pero que Todos le dicen el Centenarco por la joya que brilla en su
sean de Buchanan´s y el polvito pecho. Ahora todos lo ven diferente, se acabaron todos sus
que sea de reina... Cuando esté desprecios.
en el más allá procuraré a mis
amigos, para invitarles a todos un ¿Es la antiépica un género? En el narcocorrido no se insinúan
agradable suspiro, y haremos una siquiera los sentimientos de la epopeya, ni juego literario que
pachanga pa que nos cante permita hablar de lírica. Ningún narco es capaz de hazañas y lo
Chalino. suyo es la disminución salvaje del valor de la vida humana,
completada con la exhibición del mayor dispendio como última
¿A qué distancia se está de José Alfredo Jiménez y su «cuántas voluntad del condenado. No hay para los narcos la retirada de los
luces dejaste encendidas,/ yo no sé cómo voy a apagarlas». La Diez Mil o la Toma de Torreón o la burla de la Expedición
despedida de los narcocorridos se olvida de «la brega de eternidad» Punitiva del ejército norteamericano contra Pancho Villa («¿Qué
y se atiene a la praxis: se creían esos americanos?/ Que combatir era un baile de
carquís / Con la cara abierta de vergüenza/ se regresaron
Adiós pistolas famosas, corriendo a su país»). No se registra tampoco el «porque matar
también bar «El navegante», un compadre/ es ofender al Eterno». Lo que otorga el tono
tú presenciaste la muerte estrictamente sociológico al narcocorrido es su sinceridad
del mentado comandante, autobiográfica, la de los testigos participantes que le dan la
si no pueden ni se pongan información básica a los rápsodas de sus vidas y muertes
con un narcotraficante. inminentes. Cantan Los Rayos el corrido «Negocios prohibidos»:

GRUPO EXTERMINADOR, «Los dos rivales» Me gusta la vida recia, si así ya soy,
es herencia de mi padre
Y hace falta, si se habla de la cultura del narco, un capítulo que estos business me enseñó.
sobre Jesús Malverde, «el santo de los mariguaneros ». Te sobran billetes verdes
también viejas de a montón.
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valores pero de ninguna manera su sinónimo se esparce y la
Y Las Voces del Pacífico cantan «El Corrido de la Pacific»: gente de las colonias, los pueblos y la periferia de las ciudades ve lo
que ocurre sin inmutarse, o sin inmutarse al punto de la denuncia.
Si alegres van escuchando toda ¿Qué van a hacer si los encargados de combatirlo resultan sus
clase de canciones, mi más elocuentes promotores? ¿Qué van a hacer si en tantísimos
ambientes la moral es un desprendimiento del modo de vida? La
admiración a sus carros y gente se asoma a los palacetes de los narcos, identifica sus
también las tradiciones de esas automóviles, se ríe al oír los cantares de antigesta, ve las películas
y condesciende relajientamente con su irrealidad.
preciosas modelos que traen
¿Para qué reacciones éticas? En las zonas afectadas por el
llenas de pasiones. narco esto en nada le incumbe a la policía y al gobierno, y la
Más que celebración del delito, los narcocorridos difunden gente ve el auge del narcotráfico sin indignación, o sin inmutarse
la ilusión de las sociedades donde los pobres tienen derecho a al punto de la respuesta organizada. Los narcocorridos combinan
las oportunidades delincuenciales de «los de Arriba». En la lo elegíaco y lo festivo, y manejan el asombro divertido, el
leyenda ahora tradicional, los pobres, que en otras circunstancias acercarse como en película fantástica a lo que transforma las
no pasarían de manejar un elevador, desafían la ley de modo colectividades. Tómese por ejemplo la narcoarquitectura, los
incesante. El sentido profundo de los corridos es dar cuenta de palacetes surgidos en Medellín, Cali, Guadalajara, Tijuana,
aquellos que, por vías delictivas, alcanzan las alturas del Mazatlán, y en pueblos ignorados. ¿Cómo no divertirse ante estos
presidente de un banco, de un dirigente industrial, de un homenajes simultáneos a las fantasías de Las mil y una
gobernador, de un cacique regional felicitado por el presidente noches y Disneyland?
de la República. Al ya no inventar personajes de todos llorados, La gente identifica de inmediato los signos de la
los narcocorridos relatan de modo escueto la suerte de narcocultura: los automóviles y las camionetas de lujo, los
compadres, hermanos o primos. Para ellos, ya fenecidos o que al corridos, los estilos del derroche. Todos recuerdan al pariente
rato bien pueden morirse, aquí les va la despedida. ¡Qué joda! que anda metido en esto, o a la viuda del pariente que se fue
Ni en el delito dejan de existir las clases sociales. La impunidad es del pueblo cuando ni el cadáver le entregaron. Y jamás pasan
el manto invisible de los que, al frente de sus atropellos y inadvertidos los anillos de diamantes y las esclavas de oro y las
designios delincuenciales, todavía exigen prestigio y honores. chamarras de superlujo, y los fistoles de oro y diamantes y las
fiestas en donde el champagne se va como agua.
EPÍLOGO DISCRETO AL PIE DE UN MORIDERO La emergencia del narco no es ni la causa ni la
consecuencia de la pérdida de valores; es, hasta hoy, el episodio
Si el narco le trae al país hartas divisas, en los espacios de la riqueza más grave de la criminalidad neoliberal. Si allí está el gran
y de la pobreza la «indiferencia moral», algo cercano a la crisis de negocio, las víctimas vienen por añadidura. Y con ellas la
protección de las mafias del poder.
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