Texto Introducción PDF
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30
Ibid., 29. cf. A. Nichols, The theology of Joseph Ratzinger: an inhvductcn
study, 194-195.
31
Palabra en la Iglesia, 28.
32
Ibid., 31.
*
«Creo que estas palabras -añade Ratzinger-, que ya en la tradición
evangélica se dirigen al que ha de predicar, constituyen una advertencia
terriblemente dura. Ningún predicador que sea consciente de la
responsabilidad que tiene ante el Evangelio puede tomar a la ligera estas
palabras, y todos los que se apresuran a servirse de fáciles hallazgos
teológicos harían bien en escucharlas con temor»xv.
El predicador ha de tener por tanto esta \ ish >11 de con- junto y totalidad: «La
Escritura y el dogma hay que leerlos dentro de la fe viva de toda la Iglesia; esta les confit
it uti carácter claro e inequívoco, a la vez que recibe de ellos la orientación que ha de
seguir. Mirar a la totalidad y, de este modo, mirar hacia el Señor: es esta la primera norma
a la que puede confiarse el que ha de predicar, y que luego le guiará —paso a paso— en
su propio caminar y orar con los demás»xvi. Entonces el contexto se convierte en el
hábitat, en el espacio vital, decíamos, en el que la Palabra puede crecer como el grano de
mostaza (cf. Mt 17,20; Le 17, 6). En síntesis podríamos decir que «la norma de la
predicación está en aquello que testifica la Iglesia total de todos los tiempos. Instancia de
este testimonio es el magisterio, que puede exigir total respeto cuando habla de modo
expreso en nombre de toda la Iglesia y de su Señor»xvii.
De esta forma, la predicación se mueve entre los parámetros de la Escritura y el
magisterio, el dogma y la «fe de los sencillos», para hablar con convicción sobre
Jesucristo y su mensaje salvador. El receptor y el contexto se con- viet ten en
condiciones de un discurso eficaz. El dogma se ha de combinar con la pragmática
textual y con los presupuestos hermenéuticos de toda verdadera interpretación. I ara el
predicador, existen por tanto estos dos claros refe- 1 entes en su discurso sobre Dios: el
dogma y la Escritura. «El dogma es, en muchos casos, una norma más bien negativa:
define los límites de la predicación. Simplificando un poco, podríamos formularlo así:
el dogma formula lo dogmático del kerigma\ la Escritura, lo kerigmático. La Escritura
como forma originaria y normativa de toda predicación, indica a esta el camino que ha
de seguir»xviii. El dogma y el kerigma constituyen condiciones de eficacia pragmática
de toda predicación; pero en su núcleo se encuentra esa inagotable verdad predicada.
Dogma y kerigma
De este modo, ambos —doctrina y anuncio— están en íntima relación, pues ambos
proceden de la Escritura. Son sin embargo diferentes en su método y fin, pues mientras
la teología busca una exposición lógica \ ordenada de las verdades cristianas, la
predicación procura «orientar al hombre hacia la fe»; por tanto, ambos se complementan
y se iluminan de modo recíprocoxix. Pero
también se da el inevitable atractivo de la narración, con el que contó el mismo Jesús.
Aquí también se encuentra la eficacia pragmática. Sin embargo, la importancia de la
narración va más allá: «Los predicadores saben desde hace tiempo que se escuchan
las historias bastante mejor que cuando es mi sermón a base de doctrina. [...] En la
predicación cristiana [sin embargo], las historias no son un mero adorno para una
doctrina ahistórica, sino que el núcleo de esa doctrina es histórico»36. Toda la Biblia \
las mismas vidas de los santos están llenas de histoiías \ n laderas. en el sentido más
profundo de la expresión. La narración es mi género ineludible en la predicación, que
lia de alternarse con una continua referencia a los dogmas. Verdad y narración, dogma
e historia deben combinarse de modo estrecho también en el seno de la predicación .
Existen también algunos puntos de referencia irre- nunciables en toda
predicación. Presentar a Jesús como Cristo, como el Hijo de Dios hecho hombre:
lie aquí una de las orientaciones seguras, sostenía Ratzinger. El cristocentrismo es —
hoy día— sobre todo teocentrismo. La fe común de la Iglesia ofrece sus mejores
garantías al predicador, y el profesor Ratzinger recordaba una vez más que la
predicación tiene a Cristo como su centro
* Ibid.,51.
Veamos algunos de estos dogmas. En un artículo de 1961 abordaba Ratzinger VVrVíi
cr toccntr smo
^ ' en la predicación («Christozentnk in der
49
Palabra en La Iglesia, 87.
y una base común al sermón del predicador. La fe cris- t.ana no es una ideología en la
que priman unos principios absolutos ajenos a la inteligencia, sino que entra en directa
relación con la razón y la realidad. Por eso. el guión y la argumentación serán también
importantes’ paia el predicador: «La le, bien entendida, no aturde a la razón, sino que la
despierta: por medio de la fe, nuestro entendimiento es capaz de ver la razón de las cosas
y la
razón creadora —que es nuestro origen y nuestra meta ______
se i cfleja en ellas»50. No bastan las predicaciones pura- mente emocionales, puesto que
el Logos creador es también origen de la razón práctica. Dios no solo es creador sino que
es también señor de nuestra existencia, siempre y cuando le permitamos la entrada por
medio de nuestra libertad. El está también presente en nuestra conciencia: «El Dios
cristiano es el Dios de la conciencia: es el Dios totalmente interior porque es del todo
universal. Él es, en cuanto señor, el centro profundo de nuestro ser»51.
La creación del mundo por parte de Dios y la presencia de Dios en nuestra conciencia
constituyen también otro tema de predicación, según Joseph Ratzinger. La tercera tesis
será consecuencia de la anterior: «Hay que hablar de Dios como logos». «En el
principio...» (Jn *,i) es el origen de la teología en la que el término logos se identifica
con el ‘sentido y con la ‘realidad de las cosas. El mundo que procede del Logos es un
mun-
50
Ibid., 87-88.
51
Ilncl., 88. Cf. también «Schópfungsglaube und Evolutionstlicorie», H. J. Schultz (etf),
Wer ist das eigentlúh - Goit?, Munich 1969, 232-245.
sentido* que se opone al azai, al \ acío do «lógico», con ^ creador5 ei
mundo es creación, o al absurdo. « ^ estoy afirmando no es una
y0he sido c r e a p r o c e s Q de aparición del mun- mera hipótesi ^hombre>>52 E1 iogos prima
entonces
d
°K dei Josv «en el principio era la Palabra», y no S°br<l 6 me el caos, la mera acción, la
casualidad o la
evolución ciega. La »» <•» ““
fundamenta nuestra razón, nuestras acciones y núes-
p_nlie en Dios ambas realidades —verdad tro amor, rorquc . . ,
V amor- se idenüfican en su esencia: Dios es a la vez razón v relación, verdad y amor,
logas y eras. «El Dios cristiano no es solo razón, sentido objetivo, geometría del
universo, sino que es [también] llamada, relación.
palabra y amor»10*
Por eso este mundo que moramos es un mundo «16- gico» —con logas, decíamos—
, y nuestra vida presenta igualmente un sentido y un destino, una naturaleza pro- pia
que se conjuga de modo inseparable con la libertadxxii xxiii xxiv. Así. «hav que predicar a
Dios en el espejo de la ley y del Evangelio», es decir, tanto el Antiguo como el Nue- vo
Testamento. El Antiguo Testamento no es una mera antigualla: forma parte de la Biblia,
aunque —como predicó el mismo san Pablo— la ley ha sido elevada y culminada por
el Evangelio (cf. Rm 7, 6). Los manda-
miemos se completan en las bienaventuranzas predicadas por Jesús en el Sermón de la
Montaña. «Esto quiere decii que hablar de Dios —nos guste o no— tiene algo que ver
con la obligación moral. Quien reduce la religión a la moral, le quita algo decisivo. Pero
quien borra de la imagen de Dios la exigencia moral, se forma una imagen falsa de
Dios»5j. Los mandamientos no son solo un código de conducta para el hombre, sino
también una revelación del mismo Dios. «Los valores morales constituyen una de los
más claras imágenes de Dios: en ellos se puede ver quién es el Dios de la Biblia» xxv xxvi.
La verdad y los valores que forman parte de nuestro modo de ser nos ofrecen la mejor
imagen de ese Dios que es amor, y del cual a su vez nosotros somos su imagenxxvii.
Por otra parte también hará falta hablar de este y del otro mundo, del más allá. Este
mundo resulta a veces «un mundo cruel», una realidad alejada de Dios por el pecado: el
mundo en sentido joánico en definitiva. A la vez este mundo en ocasiones en estado un
tanto salvaje —una verdadera jungla— puede ser edificado, cuidado, limpiado y
convertido en un auténtico jardín, en un lugar
digno de ser vivido58. «El ethos cristiano ante las realida- jes terrenas no puede hacerse
derivar de este concepto negativo del mundo, puesto que el punto de partida y la
amplitud de este concepto apuntan a una dirección completamente distinta» 59. El
trabajo, la ciencia, el arte, el construir un mundo mejor son también partes integrantes
de una visión cristiana del mundo, lo cual también se relaciona a su vez con la
defimtiva salvación del mundo. El cristiano no solo mira al cielo, sino también a esta
tierra para mejorarla. Esto tiene que ver también con la misión de Cristo y su Iglesia,
pues el mundo es algo inseparable de la Iglesia y se remite a ella con urgencia: la
necesita para alcanzar su propia plenitud' ". Sin embargo, lo que la Iglesia ha de ofrecer
al mundo no es solo soluciones concretas sobre cómo organizar la sociedad, sino
«aquello que tan solo ella puede dar: la Palabra de Dios, de la que vive el hombre no
menos que del pan de la tierra» .
Parábolas y testimonios
«Sexta tesis: La predicación sobre Dios ha de orien tarse por la palabra de la Biblia
acerca de Dios, especial
48
Ci. «Aitgesichts tlei Welt von heute. Überlegungen zur Konfrontation n dei Xnche uu
Schema Xlll», Wvrt und Wahrheit 20 (1965) -195 5 Vemón ampliada: «Der Christ und
die Welt von heute. Überlegunge11 »ugcuamiien Schema Xlll des Zweiten Vatikanischen
Konzils», B. Metz ( o Wcltwntómhus un Clauben, Mainz 1965,143-160.
tuLabia en ¿aIgUstu, 155.
60 Cf.itud., 153-155.
61 üud.,163.
mente por las parábolas de Jesús, por las experiencias de los santos y por la reflexión de
la fe que está re- lacionada con estas experiencias»62. Para hablar de la a a ra de Dios
necesitamos palabras humanas, «una lengua secular», como hizo Jesús en sus famosas
parábolas. La Palabra se expresa por medio de palabras, y tiene en buena consideración
todos los discursos que le preceden: «Por más que Él es el Hijo, no comienza de cero,
sino que habla en el marco de la tradición, que Él prosigue recreándola y llevándola a su
culminación»63. La experiencia, la tradición y la historia humanas entran a pleno título
en el discurso sobre Dios, como consecuencia de la doctrina de la encarnación. «La tarea
de la predicación consiste en deletrear el alfabeto del mundo de tal forma que este se
convierta en palabra sobre Dios»64. De hecho será esta la técnica y la táctica seguidas por
Jesús: expresarse a la vez por medio de acciones, palabras e imágenes humanas, harto
humanas.
«Palabra y signos son inseparables. Donde los signos son vistos como meros
milagros, sin su mensaje. Jesús interrumpe su actividad. Pero tampoco permite que su
predicación sea considerada como un mero asunto intelectual, corno tema para los
debates: su palabra exige decisión, produce realidad. Es, en este sentido, pala bra
“encarnada”; la correspondencia de palabra y signo
22
Ibid.,19;cf.A.Nichols,The theclog? cfjostph fatzingn an mívoJtu'tory study, 188-189.
23
Puede verse: «Die anthropologischen GrundUgen der Bruderhebev. Garitasdienst 28
(1970) 45-49; Pro FiUa 58 (19701109-115. .kuvhe Dienst am Glauben», E. Spath
(Hg.), Offene Honzcnte. Fnburgo 19~0. 119-124.
7
W. Kraning, «Einleitung», en W. Kraning (Hg), Ich glaube, Leipzig 1979,9 10.
3
A. Nichols, The theology ofjoseph Ratzinger: an introductory study, 188.
ii
E. Gruber, «Er zeigte uns den Weg zu Gottes Liebe», P. Seewald (Hg.),
dcutsche Papst, Bild, Augsburg-Hamburg 2005, 62. Pueden verse tam ^
las reflexiones de Ratzinger en «Gedanken zur Krise der Verkün
KlerusbLatt 38 (1958) 211-235, así como la «Einleitung» de Nac ,twe^Yg
Nachtwei (Hg.), Umkehr zur Mitte. Meditationen tiñes Theologen, 1981,6-8.
,0
Cf A. Nichols, The theology ofjoseph Ratzinger: an introductory study, 1S9.
viii
Ibid.,204.
ix
G. Nachtwei, «Einleitung» de Nachtwei en G. Nachtwei (Hg.), l'mkehr zur Mitte. Meditationen eines
Theologen, 8.
J.L. Alien, Cardinal Ratzinger. The Vaticans hnforcer <j the haith, Nueva York 2000, 103.
x
xi
Cf. Dogma und Verkündigung, Miinchcn 1973.
18
ibid.
xiii
ibid.
xiv
Cf. P. Blanco. «Biblia. Iglesia y teología según Joseph Ratr.ngen>. G. Aranda
- J.L. Caballero (eds.). La Sagrada Escritura, palahv Semcto de
Publicaciones de la Universidad de Navarra. Pamplona ¿005, 5S9-400; id.. Joseph Ratzinger. Razón
y cristianismo. Rialp. Madrid ¿005.165 1 "5; hi..Jos<p* Ratzinger\ Vida y teología. Rialp, Madrid
2006,50-59; T Soding. «Die .Vele de; Theologie. Ihre Einheit aus dem Geist der Heilige: Schntt m
Peí K-Son uno bei Joseph Ratzinger», Communio 55 (2006) 545-55'; id.. «I a vitalidad ,ie la Palabra
de Dios». F. Meier - Hamidi - K Schumacher (ed< bl
Ratzinger, Heider. Barcelona ¿007,15-95. Gf. Palabra en la
l!)
Iglesia, 13-18.
xv
Ibid.,31-32.
31
Ibid.,36.
xvii
Ibid.
xviii
Ibid.,49.
xix
Cf.ibid., 49-51.
xx
ibid.
xxi
Ibid.,53.
4fi
Cf.ibid.,84.
Palabra en la Iglesia. 89.
xxii
Ibid., 90; c£ A. Nkhols, The theclogy of Joseph Ratzinger: an introductory study, 196-199.
xxiv
Cf.Palabra en la Itlesia. 151.
xxv
Ibid.,93.
xxvi
Ibid.
xxvii
Dios a su vez perdona, y se comporta como un padre, y no como un patrón indiferente ni como «un
abuelito» (cf. ibid., 93-94. Puede verse también: A. Nichols, The theology of Joseph Ratzinger: an
introducto!y study, 190-192). Por eso el predicador deberá hablar también de gracia, pecado y salvación
(sobre este tema puede verse: «Gratia praesupponit naturam. Erwágungen über Sinn und Grenze eines
scholastischen Axioms», H. Fries - J. Ratzinger (Hg.), Einsicht und Glaube. Festschrift für Gottlieb
Sóhngen zum /O. Geburtstag, Freiburg 1962 (1963) 135-149).
xxviii
A.Borghese,Tras las huellas de Joseph Ratzinger,LibrosLibres. Madrid 2007,131.
75
Cf.J.Chélini, Benedicto Al7,heredero del concilio,Mensaje», Bilbao5008,122-123; AA.W., Mein Herx schlagt bamsch.
Der Wegblcgeiter tu den hayenischen Lebenstatumen x>on Papst Rcnedikt AT7,SaniaMiohaelsb.mo München
2006,262.
xxix
Mi vida. Recuerdos (1927-1977), Encuentro, Madrid 1997, 117-118.
xxx
Cf.G.Valente,Ratzinger profcssore. Gli anni dello studio e deLVinsegnarnento nel ricordo dei colleghi e
degli allievi (1946-1977), SanPaolo, Torino2008,I
xxxi
xxxii
Pentlinrer Predicen, Schnell und Steiner, Regensburg 2015,52.
Ibid.,7.