Apuntes Funciones y Servicios de Los Ecosistemas

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FUNCIONES Y SERVICIOS DE LOS

ECOSISTEMAS: UNA HERRAMIENTA


PARA LA GESTIÓN DE LOS ESPACIOS
NATURALES
Berta Martín-López, Carlos Montes
Departamento de Ecología
Universidad Autónoma de Madrid (UAM)

1. INTRODUCCIÓN

La evaluación de los servicios de ecosistemas -de aquí en adelante denominados


como eco-servicios (Bulte et al., 2005)- se ha convertido en las últimas décadas en
una importante área de investigación. De hecho, el número de publicaciones
focalizadas en este tema están creciendo de manera exponencial (Montes, 2007;
Fisher et al., 2009); siendo especialmente notorio a partir del proyecto de la
Evaluación de los Ecosistemas del Milenio (MA, 2003;
http://www.millenniumassessment.org). Precisamente por el rápido crecimiento de
estos trabajos, el término de ‘servicios de ecosistemas’, así como la metodología de
evaluación de los mismos, suscitan ambigüedad y confusión. Definir y clasificar los
eco-servicios se ha convertido en sí mismo en objetivo de numerosas
investigaciones y publicaciones (Daily, 1997; MA, 2003; Boyd y Banzhaf, 2007;
Wallace, 2007; Vandewalle et al., 2008; Fisher et al., 2009), así como ha dado lugar
a diferentes debates (véase Wallace, 2007; Fisher y Turner, 2008; Costanza, 2008).

La MA provee el marco y la síntesis definitiva sobre el estado y las tendencias


globales de los ecosistemas y de los servicios que éstos proveen. Sin embargo, la
MA no suministra todas las herramientas necesarias para que la ciencia que estudia
los eco-servicios, así como la aplicación de dicha información a la gestión, sea
operativa (Armsworth et al., 2007). Adicionalmente, dicho proyecto hizo un

1.
llamamiento a la comunidad científica para incrementar el conocimiento sobre la
medida, modelización, valoración, cartografía y evaluación de los cambios en el
suministro de los eco-servicios (MA, 2005; Carpenter et al., 2006; Sachs y Reid,
2006). Uno de los documentos claves del MA, subtitulado A framework for the
Assessment (MA, 2003), claramente indica que dicho proyecto y su marco
conceptual y metodológico no debe ser estático. Numerosos autores han reconocido
la necesidad de evolución del propio concepto de ‘servicios de ecosistemas’, con el
fin de validar cómo éste es definido y utilizado por los científicos, gestores, actores
locales, tomadores de decisiones, o educadores ambientales (véase Carpenter et
al., 2006; Sachs y Reid, 2006; Kinzing et al., 2007).

Por todo ello, consideramos la necesidad de un programa de investigación sólido, en


el cual la visión y análisis de los eco-servicios, sea desde una perspectiva holística,
integradora e inter-disciplinar. En este contexto, los principales objetivos de esta
investigación son estandarizar los principales términos usados en la evaluación de
eco-servicios y sugerir una metodología de evaluación, capaz de aportar la
información básica para la gestión de espacios naturales.

Consecuentemente, este trabajo trata de buscar un marco conceptual claro,


consistente y operativo, para que pueda ser empleado en diferentes proyectos de
servicios, con el fin de comparar entre diferentes contextos políticos, espaciales o
temporales, tal y como se ha venido reclamando desde la comunidad científica
(Barbier, 2007; Boyd, 2007; Fisher et al., 2009).

2. UNIFICANDO CONCEPTOS: FUNCIONES Y SERVICIOS DE LOS


ECOSISTEMAS

La aproximación a la naturaleza desde los eco-servicios viene dada desde una


perspectiva antropocéntrica en la cual los ecosistemas y la biodiversidad que
albergan se vincula directamente con el bienestar humano. Desde este contexto

2.
antropocéntrico, los ecosistemas son entendidos como un capital natural, es decir
como aquellos ecosistemas con integridad ecológica y resilientes, capaces de
generar un flujo de servicios al ser humano, mediante el mantenimiento de sus
funciones (Montes, 2007; Martín-López et al., 2009). De esta manera, los
ecosistemas contribuyen al bienestar humano mediante la generación de una amplia
variedad de funciones de los ecosistemas, las cuales son definidas como la
capacidad de proveer servicios que satisfagan a la sociedad (de Groot et al., 2002).
Los términos funcionamiento ecológico y funciones de los ecosistemas han sido
frecuentemente usados indistintamente (Jax, 2005). Sin embargo, mientras que el
funcionamiento ecológico -el conjunto de los procesos ecológicos- es inherente a las
propiedades intrínsecas de los ecosistemas; las funciones de los ecosistemas son
entendidas desde una perspectiva antropocéntrica como la potencialidad de generar
servicios a la sociedad. De Groot et al. (2002) clasifica las funciones de los
ecosistemas en cuatro categorías, de las cuales las tres últimas dependen de las
funciones de regulación:

1. Funciones de regulación: la capacidad de los ecosistemas para regular los


procesos ecológicos esenciales –p.e. regulación climática, control ciclo
nutrientes, control ciclo hidrológico, etc.-.
2. Funciones de sustrato: la provisión de condiciones espaciales para el
mantenimiento de la biodiversidad. (También denominadas funciones de
hábitat).

3. Funciones de producción: la capacidad de los ecosistemas para crear


biomasa que pueda usarse como alimentos, tejidos, etc.
4. Funciones de información: la capacidad de los ecosistemas de contribuir al
bienestar humano a través del conocimiento, la experiencia, y las relaciones
culturales con la naturaleza –p.e. experiencias espirituales, estéticas, de
placer, recreativas, etc.-.

3.
Para cada uno de estos tipos de funciones, es posible identificar diferentes usos o
aprovechamientos que el hombre hace de los ecosistemas, bien sea consciente o
inconscientemente y/o de manera directa o indirecta (Tabla 1). A este uso se le
denomina eco-servicios o servicios de los ecosistemas.

Tabla 1. Funciones de los ecosistemas y los servicios relacionados con las mismas. La lista de
servicios está basada en De Groot et al. (2002), MA (2003), Gómez-Baggethun y de Groot (2007).

Función de los Tipo de Eco-servicio


ecosistemas Servicio
Mantenimiento de un clima favorable
Regulación Regulación
Regulación de la calidad del agua disponible para
humanos
Formación y mantenimiento de suelos fértiles
Polinización de plantas útiles
Prevención de plagas
Control de especies exóticas invasoras
Prevención de desastres naturales
Alimento (acuicultura, agricultura, o ganadería)
Sustrato Abastecimiento
Recursos forestales (plantaciones)
1
(espacio físico) Especies cinegéticas
Especies animales y vegetales funcionales
Regulación
Área de cría de especies animales
1
Especies cinegéticas
Cultural 2
Especies carismáticas y/o amenazadas
Alimento (agricultura, ganadería, pesca, caza,
Producción Abastecimiento
recolección de frutos, etc.)
Regulación de la cantidad del agua disponible para
humanos
Tejidos
Recursos forestales maderables y no maderables
Plantas medicinales
Material para construcción, minerales, etc.
Energía y combustibles
Recreación / relax
Información Cultural
Ecoturismo
Valores estéticos y paisajísticos
Patrimonio cultural / Conocimiento local
Valores espirituales
Educación
Investigación
1.
Las especies cinegéticas puedes ser un servicio de abastecimiento o cultural, dependiendo si el
beneficio obtenido por el ser humano sea alimentación o recreación, respectivamente.
2.
Las especies carismáticas y/o amenazadas se considera servicio cultural, ya que la sociedad
obtiene satisfacción por el mero hecho de conocer que estas especies existen, esto es el denominado
valor de existencia (Pearce y Turner, 1990).

4.
A pesar de que el término de servicios de los ecosistemas viene usándose desde
1981 (Ehrlich y Ehrlich, 1981), la literatura no se pone de acuerdo en cómo el
término debe ser definido y usado (Barbier, 2007; Boyd, 2007; Wallace, 2007).

La primera formalización científica, desde la Ecología, del término servicios de


ecosistemas la encontramos en el libro titulado “Servicios de la Naturaleza” (Daily,
1997). En este texto, los servicios son entendidos como las condiciones y procesos
a través de los cuales, los ecosistemas y las especies mantienen y satisfacen la vida
humana. Posteriormente, Costanza et al. (1997) lo define como los beneficios que
las poblaciones humanas obtienen, directa o indirectamente, de las funciones de los
ecosistemas. La Evaluación del Mileno (MA, 2003) los define como los beneficios
que las personas obtienen de los ecosistemas, incluyendo aquellos beneficios que la
gente percibe y aquellos que no perciben (Costanza, 2008). Recientemente, Boyd y
Banzhaf (2007) ofrece una definición alternativa a las anteriores, entendiéndolos
como los beneficios directamente consumidos por el ser humano. Estas diversas
definiciones sugieren que, aunque existe una idea generaliza sobre qué son los
servicios, existe importantes diferencias en el concepto, que pueden promover a que
los proyectos relacionados con los eco-servicios evalúen o valoren diferentes
aspectos de las relaciones naturaleza-sociedad, ya que el concepto varía desde los
‘procesos y condiciones’ (Daily, 1997), hasta los ‘beneficios últimos obtenidos por la
sociedad’ (Boyd y Banzhaf, 2007; Wallace, 2007).

Esto implica que la información que reciben los actores sociales, los gestores, o el
tomador de decisiones, puede variar mucho dependiendo del científico que realice la
investigación. Ante esta ambigüedad, consideramos que la definición que más se
ajusta a la concepción multidimensional de los eco-servicios, es la elaborada por
Díaz et al. (2006), quien los define como los ‘beneficios que suministran los
ecosistemas que no sólo hacen la vida de los humanos posible, sino que también
merezca la pena’. Esta definición separa los materiales necesarios para el

5.
mantenimiento de la vida humana, de los servicios relacionados con las libertades y
las opciones para progresar individual y socialmente.

En general, se consideran tres categorías de servicios: abastecimiento, regulación y


culturales (MA, 2003; Hein et al., 2006). Los servicios de abastecimiento son los
productos obtenidos directamente de los ecosistemas, como el alimento, la madera,
el agua potable, etc. Los servicios de regulación son los beneficios obtenidos de
manera indirecta de los ecosistemas, como la purificación del agua, el control de
erosión del suelo, control climático, etc. Y finalmente, los servicios culturales son los
beneficios no materiales que la gente obtiene a través de las experiencias estéticas,
turismo o el enriquecimiento espiritual. El MA (2003) reconocía otra categoría
denominada servicios de soporte –procesos ecológicos que subyacen al
mantenimiento del resto de servicios-, la cual es obviada actualmente en la mayoría
de los trabajos de evaluación debido a los problemas de doble conteo asociados
(Fisher et al., 2008).

Por tanto, las funciones existen independientemente de su uso, demanda, disfrute o


valoración social, traduciéndose en servicios sólo cuando son usadas, de forma
consciente o inconsciente, por la población. De este modo, la traducción de una
función en un servicio implica necesariamente la identificación de los beneficiarios,
del tipo de disfrute realizado, así como la localización espacio-temporal de su uso.

3. PROPUESTA METODOLÓGICA PARA LA EVALUACIÓN DE LOS


SERVICIOS DE LOS ECOSISTEMAS: UNA HERRAMIENTA PARA LA
GESTIÓN DE LOS ESPACIOS NATURALES PROTEGIDOS

Los ecosistemas y la biodiversidad que éstos albergan proveen la plataforma básica


para mantener las funciones de los ecosistemas. ¿Cuánta y cómo es la estructura
esencial para proveer al ser humano de los eco-servicios necesarios para el
mantenimiento de su bienestar? es una pregunta que todavía se mantiene abierta y

6.
requiere de mayor esfuerzo científico (Kremen, 2005). El marco metodológico
propuesto persigue responder esta pregunta y generar información válida para la
gestión de espacios naturales (Fig. 1). La guía de identificación y evaluación de eco-
servicios está basada en las siguientes etapas: (1) la caracterización de socio-
ecosistemas, (2) la identificación de las unidades suministradoras de servicios, (3)
identificación de los actores sociales, (4) valoración monetaria de eco-servicios, y (5)
el análisis de trade-off entre diferentes actores sociales, así como potenciales
conflictos sociales (Fig. 1).

Figura 1. Aproximación metodológica para la identificación y evaluación de los servicios


suministrados por los ecosistemas.

7.
3.1. Delimitación y caracterización del socio-ecosistema

La necesidad de llevar a cabo una buena gestión de los espacios naturales obliga a
tener un conocimiento adecuado integrado sobre las relaciones que se presentan
entre los elementos naturales y humanos. En un proceso de co-evolución, los
sistemas humanos y los ecosistemas se han ido moldeando y adaptando
conjuntamente, convirtiéndose en un sistema integrado de humanos en la naturaleza
denominado socio-ecosistema o sistema socio-ecológico (Anderies et al., 2004). En
este capítulo, usaremos el término de sistemas socio-ecológicos o socio-
ecosistemas para referirnos a aquellos sistemas que integran la perspectiva
ecológica, socio-cultural y económica, o lo que es lo mismo, el ser humano en la
naturaleza.

Para trabajar con los socio-ecosistemas se requiere previamente la identificación de


los sectores ecológicos y socio-económicos (Liu et al., 2007), es decir una
sectorización ecológica y socio-económica. Por un lado, la sectorización ecológica
consiste en una tipificación de los ecosistemas, es decir, en diferenciar sectores
ambientales basados en su homogeneidad interna respecto a un conjunto de
variables, así como en la heterogeneidad que, de acuerdo con estas variables,
muestra el territorio para los sectores obtenidos. Por otro lado, la sectorización
socio-económica dará lugar a la creación de un mapa socio-económico, en el cual
los sectores identifican municipios internamente homogéneos en función de una
serie de variables socio-económicas.

3.2. Identificación de las unidades suministradoras de servicios

Con el fin de evaluar qué servicios puede suministrar el ecosistema objeto de


estudio necesitamos conocer cuáles son las unidades suministradoras de servicios.
Las unidades suministradoras de servicios pueden ser definidas como aquellos
componentes de los ecosistemas que ejercen funciones, es decir, que tienen

8.
capacidad de proveer los servicios requeridos por los beneficiarios (Vandewalle et
al., 2008). El concepto de unidades suministradoras de servicios originalmente se
focalizaba en las poblaciones de especies (Luck et al., 2003). Sin embargo,
reconociendo las dificultades de aplicar este concepto al nivel poblacional, las
unidades suministradoras de servicios han sido redefinidas como aquellos
organismos, colección de individuos de una o más especies, especies, grupos
funcionales, caracteres funcionales, poblaciones o comunidades, que contribuyan a
la provisión de un determinado servicio (Vandewalle et al., 2008).

Si bien todos los componentes de la biodiversidad, desde el nivel de organización


genético hasta la escala de comunidad, desempeñan algún rol en la provisión de
servicios, existen evidencias que apuntan a que sería la diversidad funcional el
componente que mejor explica los efectos de la biodiversidad en muchos de los
servicios esenciales para el ser humano (Díaz et al., 2006). Para estudiar el papel de
de la diversidad funcional, se requiere analizar los grupos funcionales presentes en
el ecosistema, entendiendo por grupo funcional el conjunto de especies que tienen el
mismo papel en el mantenimiento y regulación de los procesos ecológicos o
presentan respuestas similares al ambiente (para una revisión ver Díaz y Cabido,
2001; Hooper et al., 2005; Martín-López et al., 2007).

3.3. Identificación de los Beneficiarios de eco-servicios

Los beneficiarios de los servicios son definidos como aquellos actores sociales que
se benefician (directa o indirectamente) de los servicios suministrados por los
ecosistemas; así como aquellas personas e instituciones que pueden verse
afectadas positivamente por los modelos de gestión existentes, en cuanto a la
mejora en el flujo de servicios (Vandewalle et al., 2008).

Un actor social es definido como aquella persona u organización con un particular


interés en el uso o gestión de los servicios. Los actores sociales a su vez pueden

9.
tener dos papeles en relación con los servicios: un papel activo en tanto que
controlan el manejo y gestión de los servicios, y un papel pasivo en tanto que se ven
afectados (positiva o negativamente) por la gestión del flujo de servicios (De Groot
et al., 2006; Fig. 2). Por esta razón, se debe discernir cuáles son los actores sociales
más importantes en función de su nivel de influencia sobre el suministro de los
servicios, o en función del grado de importancia que los servicios tienen para ellos.
El nivel de influencia se refiere al grado de control, acceso, o manejo que el grupo de
actores sociales tiene sobre los eco-servicios. La importancia se refiere al grado de
dependencia del grupo social con respecto el suministro de los eco-servicios. En
función de estas características, podemos distinguir tres tipos de actores sociales:
prioritarios, secundarios o externos (Fig. 2). Los actores prioritarios son aquellos
cuyo bienestar humano depende del suministro de eco-servicios (actores 1 y 2 de la
figura 2), los actores secundarios se refieren a aquellos con elevada influencia sobre
el suministro de eco-servicios (actores 1 y 3 de la figura 2), y actores externos son
aquellos cuyo bienestar no depende del suministro de servicios, así como no tienen
capacidad de gestionar o influir en el flujo de servicios (actores 4 de la figura 2)
(modificado de De Groot et al., 2006). Por tanto, la información en cuanto a la
evaluación de servicios y sus beneficiarios deberá priorizarse en los actores
prioritarios y secundarios.

Figura 2. Metodología para priorizar los actores sociales basado en el grado de influencia y en la
importancia con respecto a los eco-servicios. (Fuente: de Groot et al, 2006)

10.
Las etapas 2 y 3, no son consecutivas, sino que se pueden realizar paralelamente ya
que los investigadores necesarios para la identificación de las unidades
suministradoras de servicios, así como de los beneficiarios, provienen de disciplinas
diferentes: Ciencias de la Naturaleza y Ciencias Sociales, respectivamente.

3.4. Identificación de los servicios de los ecosistemas

En cuarto lugar, una vez que conocemos qué servicios pueden ser suministrados por
el ecosistema y cuáles son los servicios demandados por el sistema social
(beneficiarios), podremos evaluar cuál es el flujo de los eco-servicios que se da entre
ecosistema y sistema socio-económico. En este punto, debemos aclarar que
frecuentemente –sobre todo en el caso de los servicios de abastecimiento-, los
beneficios obtenidos por el ser humano requieren de la implicación de capital de
origen humano, y no sólo del capital natural. Por ejemplo, el alimento procedente de
la agricultura requiere tanto de capital humano (conocimiento humano) como de
capital manufacturado (tecnología).

3.5. Valoración monetaria de los eco-servicios

La valoración monetaria de los servicios es un campo emergente de investigación


aplicada, a pesar que de manera teórica se viene dando desde finales de la década
de los sesenta. Durante este período, ha habido un interés creciente en analizar y
valorar los múltiples beneficios que los ecosistemas generan al ser humano. Dicho
interés aumentó con el reconocimiento de que los servicios son infravalorados en la
toma de decisiones política (Costanza et al., 1997; Balmford et al., 2002). Desde
entonces, la valoración monetaria de los eco-servicios ha recibido una considerable
atención en los foros científicos (p. ej. De Groot et al., 2002; MA, 2003).

11.
El valor monetario ha sido tradicionalmente conceptualizado desde la Economía
Ambiental bajo el término de valor económico total (Pearce y Turner, 1990), el cual
está compuesto por el valor de uso y el valor de no-uso. El valor de uso implica un
beneficio obtenido de manera directa del ecosistema, mientras que el valor de no-
uso está asociado con la satisfacción personal derivada del conocimiento de que
determinadas especies o ecosistemas existen, esto es valor de existencia. El valor
de uso se compone a su vez del valor de uso directo -a su vez dividido en valor de
uso directo extractivo, el cual está directamente relacionado con los servicios de
abastecimiento, y valor de uso directo no extractivo, el cual está relacionado con los
servicios culturales-, el valor de uso indirecto -relacionado con distintos servicios de
regulación- y el valor de opción -relacionado con la importancia de mantener el
suministro de todos los servicios en el futuro-. Cada uno de estos tipos de valor
aparece directamente vinculado con diferentes tipos de servicios, y con diferentes
metodologías de valoración (Fig. 3).

Figura 3. Marco analítico para la valoración monetaria de los servicios generados por los
ecosistemas.

12.
La importancia relativa que los actores sociales otorgan a los diferentes valores de
los servicios puede ser medido en términos monetarios a través de diferentes
métodos de valoración. Los métodos de estimación de dichos valores se suelen
dividir en tres grandes grupos: los métodos basados en el mercado, los métodos de
preferencias reveladas y los métodos de preferencias declaradas (para una revisión
véase Chee, 2004).

Los métodos basados en el mercado son principalmente la función de producción y


los costes de reemplazo y/o restauración. La función de producción está basada en
estimar la contribución que un eco-servicio realiza a la producción de otro servicio
con expresión en el mercado (Mäler et al., 1994). Las técnicas de costes de
reemplazo y/o restauración evalúan el valor de un servicio a través de cuánto
costaría en el mercado reemplazarlo o restaurarlo si éste ha sido dañado (Garrod y
Willis, 1999).

Los métodos de preferencias reveladas se denominan así porque se basan en la


observación de mercados de algún bien relacionado, donde los agentes económicos
“revelan” sus preferencias mediante sus decisiones, aunque el mercado no
corresponda directamente al del eco-servicio a valorar. Los dos métodos principales
son el coste de viaje -que investiga cómo varía el número de visitas a un espacio
natural, en función del coste del viaje- y los precios hedónicos –que investiga cómo
varía el precio de un bien en función de sus atributos, asignando un precio implícito
a cada uno de dichos atributos-.

Los métodos de preferencias declaradas simulan mercados mediante la utilización


de cuestionarios. Los métodos principales en este grupo son el de valoración
contingente y los modelos de elección. El primero de ellos busca que las personas
declaren su máxima disposición a pagar (o la mínima disposición a aceptar una
compensación) por algún cambio que afecte la cantidad o calidad del servicio
(Mitchell y Carson, 1989). En los modelos de elección, en cambio, a los individuos se

13.
les enfrenta a dos o más alternativas formadas por atributos comunes del servicio a
valorar, pero con diferentes niveles del atributo. Uno de esos atributos es el dinero
que las personas tendrían que pagar, o recibir en compensación, por el servicio tal
cual lo describen sus atributos.

Hay que hacer notar que todas las metodologías sufren de sus propias limitaciones y
sesgos inherentes. Para más detalle sobre las metodologías de valoración
económica se puede consultar Pearce y Turner (1990), Hanley y Spash (1993) o
Azqueta (2002).

3.6. Identificación de los trade-offs de los eco-servicios entre los distintos


actores sociales

Uno de los principales retos en gestionar los eco-servicios es que cada uno de ellos
no es independiente del resto (Rodríguez et al., 2006). Intentos en optimizar el
suministro de un solo servicio normalmente da lugar a reducciones o pérdidas del
resto de servicios –en otras palabras, se genera un trade-off o proceso de pros y
contras (Holling y Meffe, 1996). Por ejemplo, estrategias de agricultura intensiva que
fomentan un servicio de abastecimiento supone la pérdida de la mayoría de los
servicios de regulación y culturales. Los trade-off de eco-servicios siempre se dan
como resultado de una elección de gestión, en la que se puede cambiar el tipo, la
magnitud o la diversidad de servicios suministrados por los ecosistemas. Los trade-
off surgen cuando prácticas orientadas a promover el suministro de un determinado
servicio, tienen consecuencias negativas sobre el resto de servicios, y por tanto
sobre determinados actores sociales –presentándose así conflictos sociales-. Es
aquí donde la valoración monetaria se usa como herramienta para identificar,
entender y abordar los trade-off en los que diferentes actores sociales pueden verse
beneficiados o afectados en función de las estrategias de gestión adoptadas.

14.
El conocimiento de las interacciones y relaciones entre eco-servicios es necesario
para la toma de decisiones relativa a la gestión de espacios naturales y
conservación de la biodiversidad (Balvanera et al., 2001).

4. APROXIMACIÓN DE LOS ECO-SERVICIOS: PERSPECTIVAS DE


FUTURO
4.1. Retos científicos

Aunque el término de ‘servicio de ecosistema’ es relativamente nuevo, la


investigación focalizada en la evaluación de los eco-servicios es un campo científico
que está evolucionando de manera rápida, y quizás sin pararse a reflexionar sobre la
propia conceptualización, metodología e implicaciones en la toma de decisiones. Por
ello, los investigadores están abogando por focalizar sus esfuerzos en el desarrollo
de la denominada ‘ciencia de los servicios de los ecosistemas’ (Armsworth et al.,
2007).

En este trabajo, argumentamos la necesidad en la ciencia de los eco-servicios, como


primer paso, de definir consistentemente dicho término. Más aún, cuando la
evaluación de los servicios se afianza como uno de los mayores retos de estudio y
criterios para la conservación de la biodiversidad (Egoh et al., 2007).

Por otro lado, mientras que consideramos que una definición única es esencial,
intentos de crear una única y estática metodología de evaluación es desaconsejable
debido a la subyacente complejidad ecológica y socio-cultural de los eco-servicios.
Los eco-servicios son resultado de complejas interacciones entre los ecosistemas y
la biodiversidad que albergan, el uso y disfrute por parte de la sociedad de los
mismos, de las diferentes percepciones que los beneficiarios tengan de ellos, y de la
gestión que las instituciones realicen de los mismos. Debido a que los sistemas
socio-ecológicos son complejos y evolucionan de manera no lineal, una

15.
aproximación fija y estática de los eco-servicios debe ser recibida con precaución.
Más bien, al igual que nuestra aproximación, debemos evaluar la información
obtenida con el fin de realizar un aprendizaje adaptativo (Fig. 1).

4.2. Retos en la toma de decisiones relativa a la gestión

La aproximación de los eco-servicios nunca debe ser considerada como un


remplazo de las tradicionales estrategias de conservación, sino más bien como un
elemento complementario que puede añadir información a las estrategias
tradicionales, y actuar como un impulsor para que la sociedad valore la conservación
de la naturaleza. Cuando las unidades suministradoras de servicios son identificadas
como potenciales generadores de servicios, el compromiso del ser humano no es
sólo conservar las especies y los ecosistemas, sino los beneficios que se obtienen
de éstas.

Por otro lado, las perspectivas y necesidades de la sociedad son consideradas ya


que esta aproximación requiere necesariamente del contexto socio-cultural. En este
sentido, si un grupo de actores sociales reconocen el valor intrínseco de los
ecosistemas y la biodiversidad, así como las cuestiones éticas asociadas, se verá
reflejado en la evaluación de servicios. De tal manera, que esta aproximación
reconoce tanto el valor intrínseco como los valores instrumentales asociados con la
conservación (Armsworth et al., 2007).

Esto implica que las estrategias y herramientas para la conservación de la


biodiversidad no deben diferir de las estrategias de gestión basadas en el
mantenimiento de un flujo diverso de servicios.

Consecuentemente, la aproximación conceptual y metodológica presentada puede


ser el punto de partida para generar una información útil y válida para la toma de
decisiones asociada a la gestión de los espacios naturales y la biodiversidad.

16.
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