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07.

De Virgilio Cuaderno 11/06/2018 20:13 Página 351

Palabra de Dios y vocación.


El icono joánico del «discípulo amado».
Contribución a la reflexión sinodal
The Word of God and Vocation. The Johannine Icon of the
«Beloved Disciple». A Contribution to the Synodal Reflection

RECIBIDO: 20 DE DICIEMBRE DE 2017 / ACEPTADO: 12 DE MARZO DE 2018

Giuseppe DE VIRGILIO
Pontificia Università della Santa Croce. Facoltà di Teologia
Roma. Italia
ID ORCID 0000-0002-8147-1538
devirgilio@pusc.it

Resumen: El artículo analiza el tema bíblico-teoló- Abstract: This article analyzes the biblical-theolo-
gico de la vocación, proponiendo una lectura voca- gical theme of vocation by proposing a vocational
cional de la figura joánica del «discípulo amado» reading of the Johannine figure of the «Beloved
en relación al documento del Sínodo de los Obis- Disciple» in the context of the preparatory
pos, XV Asmable General Ordinaria, Los jóvenes, la fe document of the XV Ordinary General Assembly of
y el discernimiento vocacional. Documento prepara- the Synod of Bishops, Young People, the Faith and
torio (17-I-2017). El estudio se articula en tres epí- Vocational Discernment (January 1, 2017). This article
grafes: 1. La relevancia vocacional en la exhortación is composed of three chapters: (1) the relevance of
apostólica post-sinodal de Benedicto XVI, Verbum vocation in Benedict XVI’s Post-Synodal Apostolic
Domini; 2. La importancia de los «relatos de llama- Exhortation Verbum Domini; (2) the importance of
da» en la Biblia; 3. El «discípulo amado», icono ju- the «stories of calling» in the Bible; (3) the «Beloved
venil del discernimiento vocacional. El estudio hace Disciple» as a young icon of vocational
emerger cómo la realidad de la vocación adecua- discernment. This study shows that a profound
damente profundizada representra una importante reflection on the reality of vocation allows one to
clave interpretativa de la relación Dios-hombre. En better interpret the relationship between God and
particular, la figura del «discípulo amado» asume, man. In the course of the Fourth Gospel, the figure
en el desarrollo del Cuarto Evangelio, una intere- of the «Beloved Disciple» particularly assumes an
sante función reveladora y pedagógica en relación interesting revelatory and pedagogical role in
a las elecciones de vida de los jóvenes y al discerni- relation to the youths’ life decisions and to
miento vocacional. vocational discernment.
Palabras clave: Vocación, Relatos de llamada, Dis- Keywords: Vocation, Stories of Calling, Discipleship,
cipulado, Discípulo amado, Discernimiento. Beloved Disciple, Discernment.

SCRIPTA THEOLOGICA / VOL. 50 / 2018 / 351-378 351


ISSN 0036-9764
DOI 10.15581/006.50.2.351-378
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GIUSEPPE DE VIRGILIO

or su empleo y su valor interdisciplinar, la noción de «vocación» y su

P reelaboración bíblico-teológica está entre los temas más interesantes del


debate post-conciliar 1. Nuestra focalización atañe sólo al ámbito bíblico
y su declinación teológico-pastoral. Por lo que respecta a la «pastoral voca-
cional», han de señalarse dos acontecimientos post-conciliares que han mar-
cado el desarrollo de la reflexión sobre el tema: el Sínodo sobre «La forma-
ción de los sacerdotes en la situación actual» (1990) 2 y el Congreso europeo
«Nuevas vocaciones para una nueva Europa» (5-10 de mayo de 1997) 3. Estos
dos acontecimientos han permitido profundizar en la reflexión acerca de la
identidad de la vocación del creyente y en la especificidad de la vocación al mi-
nisterio ordenado y a la vida consagrada 4. Junto al recorrido teológico-espiri-
tual, han aparecido en estos últimos decenios numerosos estudios y monogra-
fías concernientes a los perfiles vocacionales de las figuras bíblicas 5, al género

1
Cfr. SAUVAGE, M., «Vocation. II. Des vocations particulières: sacerdoces et vie consacrée», en
Dictionnaire de Spiritualité, Paris: Beauchesne, 1993, 1092-1158 (espec. 1095-1098); AA.VV., La
vocation et les vocations à la lumière de l’ecclésiologie du Vatican II, Bruxelles: Centre National des Vo-
cations, 1966; IZARD, R., «L’évolution de la notion de de vocation dans l’Histoire», Vocation 255
(1971) 299-321; RULLA, L. M., Psicologia del profondo e vocazione; le istituzioni, Torino: Marietti,
1975; RULLA, L. M., Psicologia del profondo e vocazione; le persone, Torino: Marietti, 1975; RULLA,
L. M., Antropologia e vocazione, Torino: Marietti, 1985; PIGNA, A., La vocazione. Teologia e discer-
nimento, Roma: Teresianum, 1976; FAVALE, A. (a cura di), Vocazione comune e vocazioni specifiche.
Aspetti biblici, teologici e psico-pedagogico-pastorali, Roma: LAS, 1981; AA.VV., La vocazione comune
e le vocazioni specifiche, Roma: LAS, 1981; MASSERONI, E., Vocazione e vocazioni. Tra segni dei tem-
pi e profezia, Casale Monferrato (AL): Piemme, 1985; MARTINELLI, P., «Vocazione e vocazioni»,
Seminarium 2 (2001) 517-569; MARTINELLI, P., Vocazioni e stati di vita del cristiano. Riflessioni sis-
tematiche, Roma: Laurentianum, 2001; ANGELINI, G., Tu seguimi, Treviso: Editrice Santa Libe-
rale, 2003; BELLET, M., Vocazione e libertà, Assisi: Cittadella, 2008; THEOBALD, C., Vocazione?!,
Bologna: EDB, 2011.
2
Cfr. JUAN PABLO II, Pastores dabo vobis. Exhortación apostólica (25-III-1992).
3
El Congreso ha corrido a cargo de las Congregaciones para la Educación Católica, para las Igle-
sias Orientales, para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica, al que
ha seguido el documento: Nuevas vocaciones para una nueva Europa (8-XII-1997).
4
Para un balance de Lumen Gentium cap. V, cfr. DE VIRGILIO, G. (a cura di), «La vocazione alla san-
tità». Prospettive teologico-morali nel cinquantesimo della Lumen gentium, Scritti in onore di Terence
G. Kennedy, Roma: Rogate, 2014. La cuestión lingüística del empleo de la categoría de «voca-
ción» está bien focalizada en BRESSAN, L., «Sequela o ministero? Vocazione o progetto?», La
Scuola Cattolica 3 (2004) 411-424; D’ALESSIO, D., «Va’ dai miei fratelli e dì loro: Io salgo al Pa-
dre mio e Padre vostro...». Riflessione sulla vocazione come «legame» e «testimonianza», La
Scuola Cattolica 3 (2004) 519-551.
5
Cfr. DE FRAINE, J. G., Vocazione ed elezione nella Bibbia, Roma: Paoline, 1968; SICARI, A., Chiamati
per nome. La vocazione nella scrittura, Milano: Jaca Book, 1979; VIRGULIN, S., I grandi chiamati (In-
contri con la Parola 3), Roma: Rogate, 1980; CONTI, M., La vocazione e le vocazioni nella Bibbia,
Brescia-Roma: La Scuola-Antonianum, 1985; MARTINI, C. M. y VANHOYE, A., Bibbia e vocazione,
Brescia: Morcelliana, 1982; HENGEL, M., Carisma e sequela. Studio esegetico e di storia delle religio-

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PALABRA DE DIOS Y VOCACIÓN. EL ICONO JOÁNICO DEL «DISCÍPULO AMADO»

de los relatos de llamada y, más en general, al empleo de la categoría «voca-


ción» como clave hermenéutica del mensaje bíblico 6. Sin embargo, sostene-
mos que se debe elaborar todavía mejor una adecuada «teología bíblica de la
vocación», deseable para el ámbito bíblico y teológico-sistemático 7.
La inminente celebración del XV Sínodo ordinario con el tema: «Los jó-
venes, la fe y el discernimiento vocacional» (3/28-X-2018) 8, representa una
importante ocasión para volver sobre el motivo de la vocación y profundizar
en el icono ejemplar del «discípulo amado» 9. Dado lo vasto del tema, nos li-
mitamos a ilustrar algunos aspectos vocacionales, articulando la exposición en
tres etapas: 1. La relevancia vocacional en la exhortación apostólica post-sino-
dal de Benedicto XVI, Verbum Domini; 2. La importancia de los «relatos de
llamada» en la Biblia; 3. El «discípulo amado», icono juvenil del discerni-
miento vocacional 10.

1. LA RELEVANCIA VOCACIONAL EN LA EXHORTACIÓN APOSTÓLICA


POST-SINODAL DE BENEDICTO XVI, VERBUM DOMINI

Una dimensión fundante de la teología de la vocación está representada


por la relación entre Palabra de Dios y vocación. Dicha relación, bien conoci-
da y tratada en diversos documentos magisteriales 11, ha sido recientemente
subrayada en la exhortación apostólica post-sinodal de Benedicto XVI Verbum

ni su Mt 8,21s. e la chiamata di Gesù alla sequela, Brescia: Paideia, 1990; BEAUCHAMP, P., Cin-
quanta ritratti biblici, Assisi: Cittadella, 2004; DE VIRGILIO, G. (a cargo de), Dizionario biblico della
Vocazione, Roma: Rogate, 2007; DE VIRGILIO, G., La fatica di scegliere. Profili biblici per il discerni-
mento vocazionale, Roma: Rogate, 2010; DE VIRGILIO, G., «Vocazione», en RAVASI, G., PEREGO,
G. y PENNA, R. (a cargo de), Temi teologici della Bibbia (Dizionari San Paolo), Cinisello Balsamo
(MI): San Paolo, 2010, 1524-1532.
6
La perspectiva hermenéutica de la vocación y del seguimiento se emplea en diversos tratados
teológicos. Para la teología bíblica, cfr. DE VIRGILIO, G., Teologia Biblica. Itinerari e traiettorie, Pa-
dova: Messaggero, 2014, 131-168.
7
Son de notable interés las diversas contribuciones ofrecidas en las revistas La Scuola Cattolica 3
(2004) y Seminarium 1-2 (2006), dedicadas al tema de la vocación y a su valor teológico y prác-
tico.
8
SÍNODO DE LOS OBISPOS, XV ASAMBLEA GENERAL ORDINARIA, Los jóvenes, la fe y el discernimien-
to vocacional. Documento preparatorio (17-I-2017).
9
Cfr. ibid., Introducción («Tras las huellas del discípulo amado»).
10
Agradezco a Juan Luis Caballero la traducción que ha hecho de este trabajo a partir del original
escrito en italiano.
11
JUAN PABLO II, Pastores dabo vobis. Exhortación apostólica post-sinodal (25-III-1992), n. 36; cfr.
MAJORANO, S., «Il dialogo vocazionale iniziativa di Dio e libera risposta dell’uomo», Seminarium
1-2 (2006) 247-266.

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Domini 12, no sólo en la segunda parte, donde se focaliza el tema de la «Pala-


bra de Dios en la vida eclesial» (nn. 72-89) 13, sino también en la primera par-
te (nn. 6-49), que propone una «cristología de la Palabra» recurriendo a la dia-
léctica llamada-respuesta (cfr. nn. 6-28). En el curso del debate sinodal, los
padres han subrayado la «dimensión apelativa» de la Palabra, conectándola
con el paradigma de los «relatos de vocación» presentes en la Sagrada Escri-
tura 14. No se puede prescindir de los modelos bíblicos para elaborar una teo-
logía de la vocación y, consiguientemente, para proponer una pastoral voca-
cional que sea fiel al dictado de la revelación. Sobre la base de la reflexión
bíblico-teológica se puede esbozar la siguiente síntesis. El término «vocación»
y, más en general, el acto del «llamar» hacen referencia al proceso que descri-
be la condición del hombre invitado a dialogar con el Creador y, como conse-
cuencia de tal relación, a elegir vivir según un proyecto de felicidad y salva-
ción. Dicha relación «proyectual» determina y define el ser mismo del
hombre, su destino de criatura puesta frente al «tú» de Dios, en un modo tal
que se puede afirmar que toda la existencia humana ha de interpretarse como
una «tarea vocacional» 15. La esencia misma de la Palabra encarnada, la perso-
na del Hijo, dispone de sí en la «lógica obediencial» del propio cumplimento
vocacional (cfr. Jn 1,1-18; Hb 1,1.4). Como es posible constatar por los rela-
tos bíblicos, la Palabra de Dios llama a un diálogo entre dos libertades: por el
hecho mismo de que el hombre es destinatario de la Palabra, su existencia está
marcada por una imprescindible dimensión «responsorial» 16.

12
Cfr. DE VIRGILIO, G., «La Parola di Dio e vocazioni nell’Esortazione Apostolica Postsinodale
Verbum Domini», Vocazioni 3 (2011) 69-80.
13
En dicho contexto se insertan las reflexiones sobre la pastoral vocacional y sobre cada uno de los
destinatarios de la relación entre Palabra de Dios y vocación (cfr. Verbum Domini, nn. 77-85).
14
Es necesario hacer notar cómo no aparece en la lista de las Propositiones un número específica-
mente consagrado a la relación entre «Palabra de Dios y vocaciones», incluso habiendo sido un
tema debatido en los círculos menores del Sínodo. En las Propositiones se mencionan las eleccio-
nes vocacionales sólo en relación con la animación bíblica de los jóvenes (cfr. Propositiones, n. 34),
limitando el ámbito de la categoría vocacional tan sólo a la elección del estado de vida. El Pon-
tífice ha querido resaltar el tema de la «vocación a la santidad», punto cardinal de la doctrina del
Concilio (cfr. Verbum Domini, n. 77), interpretando la dialéctica apelativa de la Palabra de Dios
como expresión que cualifica la dinámica de la vida cristiana en sus determinaciones (cfr. Lumen
Gentium, nn. 39-42).
15
Cfr. Verbum Domini, n. 77.
16
Cfr. JÓDAR, J., «Il Dio che parla (nn. 6-21)», en TÁBET, M. y DE VIRGILIO, G. (a cargo de), Sin-
fonia della Parola. Commento teologico all’Esortazione Apostolica post-sinodale «Verbum Domini» di Be-
nedetto XVI, Roma: Rogate, 2011, 35-47; ROSSI ESPAGNET, C., «La risposta dell’uomo al Dio
che parla (nn. 22-28)», en ibid., 49-62.

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La vocación no se circunscribe a un mero llamamiento que comporta la


llamada a un estado de vida. Por las páginas de la Sagrada Escritura compren-
demos que la vocación confiada a la persona humana no puede concebirse
como un bien de posesión, sino como un «itinerario responsorial» que pone
en el centro la relación con la Palabra de Dios. El ser humano llamado con la
fuerza de la «Palabra inspirada» debe madurar la propia vocación como gra-
dual descubrimiento a cumplir en relación con el proyecto de Dios, origen y
fuente de toda vocación. Entendida en esta perspectiva, la vocación es «la ta-
rea» de toda la existencia, que a su vez está marcada por diversas «llamadas» 17.
Bajo esta óptica aparece indicativo el título del n. 77: «Palabra de Dios y vo-
caciones». Es a partir de esta connotación fundamental desde donde se anali-
zan las principales modalidades vocaciones: los «ministros ordenados» (nn. 78-
81), los «candidatos al Orden sagrado» (n. 82), las personas de vida consagrada
(n. 83), los «fieles laicos» (n. 84), y los casados que viven la experiencia de la
familia (n. 85). Todos estos perfiles se interpretan como «vocaciones» que de-
rivan de la única y fundamental «vocación a la santidad», que se declina y se
explica creativamente en los diversos estados de vida 18.

2. LA IMPORTANCIA DE LOS «RELATOS DE LLAMADA» EN LA BIBLIA

En el complejo macrocosmos literario y teológico de los libros bíblicos


sobresale la relación Dios-hombre, expresada mediante la dialéctica llamada-
respuesta 19. Ésta se desarrolla como un paradigma teológico-narrativo que ilu-
mina la historia de cada personaje en el horizonte del proyecto salvífico de
Dios 20. Dicha dialéctica, adecuadamente identificada en su género literario,
hace emerger la relevancia específica de los «relatos de llamada». Éstos están
connotados por la trayectoria espacio-temporal del obrar de Yhwh en la histo-
ria humana y delinean in nuce la fuerza apelativa de la Palabra de Dios que in-
terpela al corazón del hombre. En dicho sentido, los relatos de llamada cuali-

17
Cfr. DE VIRGILIO, G., «Vocazione-chiamata», en Dizionario biblico della Vocazione, 934-935.
18
Cfr. DE VIRGILIO, G., La Parola di Dio e vocazioni nell’Esortazione Apostolica Postsinodale Verbum
Domini, 72-78. Los textos bíblicos que sirven de apoyo al motivo de la «vocación a la santidad»
son Lv 11,4; 19,2; 20,7; Ef 1,4; Rm 1,7 (cfr. Verbum Domini, n. 77).
19
Cfr. DE VIRGILIO, G., Vocazione-chiamata, 934.
20
Dicha relación apelativa se caracteriza por su unicidad y libertad. Su forma literaria y teológica
constituye una referencia importante para elaborar y desarrollar una posible «teología bíblica de
la vocación». En dicho sentido se orienta Verbum Domini y su propuesta cristológica [cfr. JÓDAR,
J., Il Dio che parla (nn. 6-21), 42-46].

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fican la identidad y la misión de cada personaje bíblico y, en último término,


también de la comunidad elegida. Su explicación permite captar aún mejor la
relevancia del tema vocacional y de sus declinaciones teológico-narrativas 21.
Es útil retomar la tipología vocacional en los relatos proféticos, que G. Rava-
si resume en cuatro «esquemas descriptivos» 22:
– El primero se denomina «esquema militar» y se funda en la dialéctica
orden-ejecución. De modo similar al ambiente «militar», la intervención de
Dios en la existencia de algunos personajes bíblicos es descrita lapidariamen-
te como una iniciativa imprevista que se manifiesta en una orden perentoria
del Señor y obtiene una ejecución rápida y ejemplar por parte de la persona
llamada. En este esquema entra seguramente la llamada inicial de Abram
(Gn 12,1-7) y la experiencia de Elías sobre el monte (1 Re 19,15.19). A este
modelo se pueden asociar, en el Antiguo Testamento, las llamadas de Amós
(Am 7,15), Oseas (Os 1,1.3) y del obstinado Jonás (Jon 3,1-3). En los relatos
evangélicos, sobresale el relato vocacional de la llamada de los primeros cua-
tro discípulos en Mc 1,16-20 (cfr. Mt 4,18-22) y de la posterior vocación de
Leví, hijo de Alfeo (Mc 2,14).
– El segundo es el «esquema diplomático». Éste presenta elementos
análogos a los antiguos tratados políticos de alianza entre grupos sociales (o
naciones), construidos sobre negociaciones, consultas y clarificaciones. En di-
cho sentido, la dialéctica política con sus esfuerzos y objeciones se vuelve a en-
contrar en las narraciones de algunas historias vocacionales. La referencia bí-
blica más adecuada está constituida por la relación de alianza entre Yhwh y su
pueblo. «La peculiaridad de este tipo de vocación es por eso la objeción que
el hombre pone, con duda o con insistencia, con motivo o sin él, pero que es
la constante de una discusión» 23. Según dicho esquema, el relato de llamada
está en función del proceso de dar seguridad a la persona por parte de Dios,
que acompaña la misión dando garantía de protección y proporcionando sig-
nos. Los dos relatos típicos que entran en dicho esquema están representados
por la llamada de Moisés (Ex 3,1-4.17) y por la misión confiada a Gedeón
(Jc 6,12-24). En ambas narraciones se evidencia la repetición de cinco ele-

21
Se puede reconocer, con G. Ravasi, que en un relato de vocación se resumen los aspectos pecu-
liares de la entera existencia de un personaje bíblico: «la vocazione è quali la sintesi della mis-
sione profetica» (cfr. RAVASI, G., I profeti, 4ª ed. Milano: Ancora, 1998, 18).
22
Cfr. ibid., 17-30.
23
Ibid., 20.

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PALABRA DE DIOS Y VOCACIÓN. EL ICONO JOÁNICO DEL «DISCÍPULO AMADO»

mentos: llamada de Yhwh / objeción del llamado / seguridad-protección de Yhwh /


concesión de un signo / ejecución de la misión. Se pueden asociar a este esquema
también las llamadas de Jeremías (Jr 1,1-12) y Ezequiel (Ez 2,3–3,11). La con-
dición juvenil de Jeremías caracteriza su incertidumbre y timidez. Dios lo lla-
ma revelándole que desde el seno materno lo había conocido y que ya antes de
su nacimiento lo había consagrado (Jr 1,5). A la objeción puesta por el joven
(1,6) el Señor responde dando seguridad y con la protección: «no tengas mie-
do frente a ellos, porque estoy contigo para protegerte» (1,8). En el v. 9 sigue
el gesto simbólico acompañado de la confirmación de la misión profética: el
Señor extendió la mano y me tocó la boca y me dijo: «He aquí que pongo mis
palabras en tu boca». De este modo, Jeremías acoge la misión y se siente in-
vestido de una tarea que tiene un carácter trascendente. De modo similar, la
llamada de Ezequiel narrada en dos etapas. La primera narración refiere la ex-
periencia mística mientras que él se encontraba entre los deportados de Babi-
lonia junto al río Kébar: el cielo se abre y ante los ojos del profeta se presenta
la visión del «carro del Señor» (1,1-28). La segunda narración repite el es-
quema narrativo de Jeremías: el envío del profeta al pueblo en el exilio, cuyo
corazón se ha endurecido (2,3-5), la promesa de protección articulada en un
triple «no temas» (2,6-7). Siguen dos signos: la masticación del rollo de la Pa-
labra (3,1-7) y el endurecimiento de la cara de Ezequiel (3,8-9). De este modo
el profeta centinela estará en grado de anunciar una Palabra de Dios y de en-
frentarse sin temor al pueblo rebelde.
– El tercero es definido «esquema político» en cuanto que algunos re-
latos de llamadas presentan a Dios como un soberano circundado por un con-
sejo que gobierna el destino del pueblo (cfr. el modelo del consejo en 1 Re
12,6-11). Teniendo en cuenta este trasfondo simbólico, las persona que asu-
me un encargo de parte de Dios es representada como incluida en un «con-
sejo de ministros». Durante una sesión plenaria del consejo, después de haber
discutido la situación del pueblo, el protagonista presenta su candidatura y re-
cibe de Dios una designación para una misión en el mundo 24. Por tanto, el es-
quema político gira en torno al trinomio: auto-designación / otorgamiento del en-
cargo / ejecución. A este esquema puede reconducirse el diálogo que Miqueas
hijo de Imla dirige al rey Acab para inducirlo a un discernimiento auténtico

24
El esquema se presenta en Jb 1,6-12; 2,1-7, aunque no se trata propiamente de un relato de lla-
mada sino de un desafío que Satanás lanza a Yhwh en referencia a la rectitud del justo Job (cfr.
ibid., 23).

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sobre la guerra a entablar contra Ramot de Galaad (1 Re 22,19-22). Conec-


tados con la imagen del «consejo del Señor» resultan también Jeremías
(Jr 23,18) y Ezequiel (Ez 1,16-28). Es sobre todo el relato de llamada que tie-
ne como protagonista a la persona de Isaías el que entra en los cánones del es-
quema político (Is 6,1-13). Ministro del rey en Jerusalén (cfr. Sal 29,1-2.10-
11), Isaías recibe una visión en el templo: Dios aparece con su corte, sentado
sobre un trono alto y elevado, rodeado por serafines. En dicho contexto, el
Señor revela toda su potencia y santidad en presencia del profeta atemoriza-
do (Is 6,1-5), el cual recibe la purificación de su pecado después de que el se-
rafín ha acercado el carbón ardiente a sus labios (6,6-7). Como en un conse-
jo de ministros de Dios, Isaías escucha la petición de un voluntario que lleve
a cabo una misión: ir al pueblo y rogarle que se convierta de su conducta pe-
caminosa. La petición se formula así: «¿A quién mandaré y quién irá de nues-
tra parte?» (6,8). La respuesta del profeta es inmediata: «¡Heme aquí, envía-
me!». Y Dios confía la misión: «Ve y di a ese pueblo: Escuchad bien pero no
entenderéis, observad bien, pero no conoceréis» (6,8-9). La característica de
este esquema está representada por la participación del profeta en el proyec-
to salvífico de Dios, cuyos frutos van acompañados de sufrimiento y pruebas
(6,10-13) 25.
– El cuarto es el «esquema pedagógico» por el hecho de que la persona
designada por Dios es llamada a hacer un camino de maduración de la propia
vocación y misión a lo largo de todo el arco de su existencia. El esquema in-
terpretativo está representado por el trinomio: escuchar / obedecer / descubrir. La
vocación es fruto de un recorrido de maduración y de continuos descubri-
mientos, que implica un camino de instrucción por parte de Dios, como un
padre y una madre enseñan al propio hijo. El personaje más expresivo que en-
tra en este esquema es el profeta Samuel (1 Sm 3,1-21), en cuya experiencia se
realiza el paso de la condición tribal a la monárquica de Israel (1 Sm 8,10-
22) 26. Además, el esquema pedagógico entra en la tradición sapiencial de la
formación de los jóvenes 27. A lo largo del curso de la historia de Israel se pue-

25
Cfr. ibid., 23-28.
26
Cfr. MARTINI, C. M. y VANHOYE, A., Bibbia e vocazione, 81-94; DE VIRGILIO, G., La fatica di sce-
gliere, 71-88.
27
Cfr. MONTI, S., «Il discernimento nella chiamata», en STEFANI, P. (ed.), La voce di Dio. Chiama-
te e vocazioni dalla Bibbia ad oggi, Brescia: Morcelliana, 2015, 47-57; PINTO, S., «Le mie parole
sono per te vita e guarigione». L’educazione dei giovani come pienezza di vita (Proverbi 1–9),
Parole Spirito e Vita 1 (2010) 41-54.

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PALABRA DE DIOS Y VOCACIÓN. EL ICONO JOÁNICO DEL «DISCÍPULO AMADO»

de aplicar el esquema pedagógico no sólo a una persona individual, sino a toda


la comunidad hebrea, llamada por Dios a salir de la esclavitud egipcia y a con-
vertirse en el «pueblo elegido» (cfr. el oráculo de Os 11,1-11; la simbología
nupcial de Ez 16,1-63). En dicha perspectiva, los relatos de llamada tienen un
valor personal y comunitario y delinean la extraordinaria y siempre nueva
aventura que Dios construye en colaboración con cuantos son llamados a una
misión de salvación y de vida 28.
La reseña de los cuatro esquemas narrativos ha de completarse e inte-
grarse a la luz de los relatos neotestamentarios, en los que es posible entrever
un «esquema familiar». En él se pueden resumir las relaciones y las actitudes
que definen el estilo fraterno de la llamada y del seguimiento de Jesús de Na-
zaret 29. La connotación «familiar» de los relatos de llamada ha de interpretar-
se a la luz de todo el modelo de seguimiento que caracteriza al singular movi-
miento de Jesús 30. Éste es distinguible en cuatro etapas: a) la llamada; b) la
constitución de los Doce; c) instrucción y misión pre-pascual; d) misión post-
pascual. Es fundamental captar en cada una de las etapas el desarrollo de una
profunda relación que une cada más estrechamente a los discípulos con el
Maestro mediante un proceso de imitación y de seguimiento. En dos circuns-
tancias particulares se revela la connotación familiar de la condición de los dis-
cípulos: en el presentar a la «nueva familia» de Jesús (Mc 3,31-35) y en el po-
ner el signo supremo del amor diaconal, hecho visible en el lavatorio de los
pies (Jn 13,1-20). El sentido de pertenencia que define la condición del llama-
do se desarrolla mediante un dinamismo espiritual que lleva a vivir relaciones
de fraternidad y comunión de vida.

28
«La vocazione profetica è essenzialmente una missione e tale sarà anche la vocazione apostolica
come appare nella solenne apparizione galilaica di Mt 28,16-20. Ognuno risponde liberamente
coi connotati della sua personalità, con la sua sensibilità, con la diversità dei suoi carismi. L’es-
perienza è affascinante e cancella le molti notti oscure che si devono attraversare. E’ nel profe-
tica che Dio risplende in modo eccezionale: “Mio servo tu sei, nel quale manifesterò la mia glo-
ria!” (Is 49,3)» (RAVASI, G., I profeti, 30).
29
La producción bibliográfica sobre el tema es amplia. Véanse FUSCO, V., Povertà e sequela. La pe-
ricope sinottica della chiamata del ricco (Mc 10,17-31 parr.), Brescia: Paideia, 1991; FISCHER, G. y
HASITSCHK, M., Sulla tua parola. Vocazione e sequela nella Bibbia, Roma: AdP, 1998; PERON, G. P.,
Seguitemi! Vi farò diventare pescatori di uomini (Mc 1,17). Gli imperativi ed esortativi di Gesù ai dis-
cepoli come elementi di un loro cammino formativo, Roma: LAS, 2000; THEISSEN, G., Gesù e il suo
movimento. Analisi sociologica della comunità cristiana delle origini, Torino: Claudiana, 2007; STEFA-
NI, P. (ed.), La voce di Dio. Chiamate e vocazioni dalla Bibbia ad oggi, Brescia: Morcelliana, 2015.
30
Cfr. GRASSO, S., «Le varie forme di discepolato accanto a Gesù e nelle comunità delle origini»,
Parola Spirito e Vita 1 (2010) 93-114.

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GIUSEPPE DE VIRGILIO

3. EL «DISCÍPULO AMADO», ICONO JUVENIL


DEL DISCERNIMIENTO VOCACIONAL

El icono evangélico que connota la reflexión del documento preparato-


rio del XV Sínodo de los Obispos está representado por el «discípulo amado»
y por el desarrollo del discernimiento espiritual en el Evangelio según Juan.
Al introducir el recorrido sinodal, se invita a los lectores a ponerse «tras las
huellas del discípulo amado» y a penetrar en la riqueza del recorrido pedagó-
gico joánico. Se lee en el documento preparatorio:
En la lectura del Cuarto Evangelio él no sólo es la figura ejemplar
del joven que elige seguir a Jesús sino también «el discípulo a quien Je-
sús amaba» (Jn 13,23; 19,26; 21,7). (...). En la última cena (cfr. Jn 13,21-
29), su intimidad con Él lo llevará a reclinar la cabeza sobre el pecho de
Jesús y a confiar en Su palabra. Mientras conduce a Simón Pedro a la casa
del sumo sacerdote, se enfrentará a la noche de la prueba y de la soledad
(cfr. Jn 18,13-27). Junto a la cruz acogerá el profundo dolor de la Madre,
a quien es confiado, asumiendo la responsabilidad de cuidar de ella
(cfr. Jn 19,25-27). En la mañana de Pascua compartirá con Pedro la ca-
rrera agitada y llena de esperanza hacia el sepulcro vacío (cfr. Jn 20,1-10).
Por último, durante la extraordinaria pesca en el lago de Tiberíades
(cfr. Jn 21,1-14), reconocerá al Resucitado y dará testimonio de Él a la
comunidad 31.
Se propone un itinerario joánico centrado en la identidad del joven «dis-
cípulo amado» 32 que merece una profundización en perspectiva vocacional.
Fijamos nuestra atención en los principales aspectos bíblico-teológicos que
emergen del análisis del personaje joánico, señalando cinco etapas para el dis-

31
SÍNODO DE LOS OBISPOS, XV ASAMBLEA GENERAL ORDINARIA, Los jóvenes, la fe y el discernimiento
vocacional. Introducción.
32
La cuestión de la identidad del «discípulo amado» permanece abierta. El autor joánico presen-
ta al «discípulo amado» designándolo con la perífrasis «el otro discípulo» (1,37-39; 18,15-16;
20,8) y «el discípulo que Jesús amaba» (13,23-26; 19,25-27; 20,2; 21,7.20-23.24). Para una pa-
norámica del debate, cfr. SCHNACKENBURG, R., «Giovanni, Il discepolo che Gesù amava»: Ex-
cursus n. 18, en Il vangelo secondo Giovanni, III, Brescia: Paideia, 1983, 623-644; BROWN, R. E.,
La comunità del discepolo prediletto, Assisi: Cittadella, 1982, 350-356; MANNUCCI, V., Giovanni il
vangelo narrante. Introduzione all’arte narrativa del quarto Vangelo, Bologna: EDB, 1993, 238-242;
SEGALLA, G., «Il discepolo che Gesù amava cancellato dalla storia», Rivista Biblica Italiana 37
(1989) 351-363; ZEVINI, G., «Il discepolo e il discepolato dietro a Cristo nel Vangelo secondo
Giovanni», Parola Spirito e Vita 1 (2010) 115-135; DE VIRGILIO, G., La fatica di scegliere, 285-287.

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PALABRA DE DIOS Y VOCACIÓN. EL ICONO JOÁNICO DEL «DISCÍPULO AMADO»

cernimiento vocacional tematizados así: a) «Venid y veréis» (Jn 1,39); b) «Se-


ñor, ¿quién es?» (Jn 13,24); c) «Mujer, he ahí a tu hijo» (Jn 19,26); d) «Vio y
creyó» (Jn 20,8); e) «Es el Señor» (Jn 21,7).

a) «Venid y veréis» (Jn 1,39)

Aspectos literarios

La experiencia del primer encuentro entre Jesús y los dos discípulos del
Bautista reviste un papel ejemplar para el camino pedagógico del discerni-
miento vocacional. Después del solemne prólogo (Jn 1,1-18), el Cuarto
Evangelio presenta el testimonio mesiánico del Bautista y el dinamismo vo-
cacional de los primeros discípulos que experimentan el encuentro con Jesús
de Nazaret. El Bautista testimonia cómo Jesús es el Hijo de Dios, el cordero
que quita el pecado del mundo. Sobre él se posa el Espíritu Santo y desde
aquel momento Jesús emprende su ministerio (Jn 1,19-34). En los vv. 35-51
se describe la experiencia de los primeros discípulos que se encuentran con
Jesús y a su vez se convierten en testigos de su mesianidad. Inicia así la aven-
tura humana y espiritual de algunos jóvenes, atraídos por la fuerte personali-
dad de Cristo, que deciden seguirlo en su misión 33. Los vv. 35-51 describen
la invitación al seguimiento de los primeros dos discípulos, a los que se aso-
cia la figura de Simón Pedro (vv. 35-42) y el sucesivo testimonio vocacional
que involucra a otros discípulos (vv. 43-51) 34. Golpea la primera escena (1,35-
42), en la que hay que distinguir dos actos: el encuentro entre Jesús y los dos
primeros jóvenes que lo siguen, quedándose con él (vv. 35-40) y la presenta-
ción de Simón al que Jesús dará el nombre de Cefas, mediada por el herma-
no Andrés (vv. 41-42). Los verbos empleados son muy expresivos: Juan «fija
la mirada (emblépsas) en Jesús que pasa» (v. 36). Se indica el acto de mirar con
atención, penetrando en lo íntimo del ánimo (emblépein), al que sigue la re-
velación: «he aquí el cordero de Dios» que prepara el seguimiento de Cris-

33
Cfr. ZEVINI, G., «I primi discepoli seguono Gesù», Parola Spirito e Vita 2 (1980) 140-153; MAR-
CHADOUR, A., I personaggi del Vangelo di Giovanni. Specchio per una cristologia narrativa, Bologna:
Dehoniane, 2007, 191-198.
34
Estamos frente a dos escenas paralelas (vv. 35-42; 43-51) que culminan en la profesión de fe de
Natanael. La narración se compone de dos partes estructuradas de modo paralelo, con cuatro
correspondencias bastante marcadas: a) se habla del seguimiento de Jesús (vv. 37s.43); b) se des-
cribe la llamada de los discípulos (vv. 40ss.45ss.); c) se refieren dos profesiones de fe en Jesús
(vv. 41.45.49); d) se describen encuentros con Jesús (vv. 42.47ss).

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GIUSEPPE DE VIRGILIO

to. Los dos discípulos se ponen «a seguir» (∑koloúth∑san) a Jesús después de


haber oído el testimonio de Juan. El seguimiento inicial abre el deseo de co-
nocer a Jesús, de experimentar su amistad, de «compartir» su humanidad. En
el rápido diálogo surge la necesidad de «conocer» a una persona especial, ca-
paz de compartir el don de la vida. Dicho «deseo» se transforma en segui-
miento (cfr. Mc 2,15; Mt 9,9; Lc 5,27s.). La pregunta que el Señor les dirige
tiene un profundo valor existencial: «¿qué buscáis?» (tí z∑teîte: v. 38) 35. A la
petición de los dos discípulos que piden «Maestro, ¿dónde moras?» sigue la
respuesta del Señor: «venid y veréis». La respuesta-invitación de Jesús indi-
ca el recorrido espiritual que se pide hacer a los dos discípulos: una expe-
riencia personal con la intimidad de Cristo «morando» con Él 36. Se trata del
momento culminante del proceso de discernimiento vocacional de los pri-
meros dos jóvenes, acontecimiento que ha quedado de tal manera impreso en
la memoria de Andrés y Juan como para recordar incluso la hora (v. 39). En
los vv. 41-42 la experiencia de discipulado se traduce en testimonio que in-
volucra: Andrés narra la experiencia a Simón, su hermano, y lo conduce al Se-
ñor. A diferencia de los evangelios sinópticos, el autor joáneo coloca el pri-
mer encuentro entre Jesús y Simón en este contexto relacional: Jesús «fija la
mirada» en Simón y define su identidad, cambiándole el nombre: «Tú eres
Simón, el hijo de Juan: te llamarás Cefas». Pedro será la roca y el fundamen-
to sobre el que Cristo edificará su iglesia. La llamada de Simón, como la de
los dos primeros discípulos, nace, también en este caso, del testimonio de la
experiencia vivida de la fe.

Aspectos teológico-pastorales

Señalemos cinco aspectos que emergen de Jn 1,35-51:


– Un primer aspecto está representado por el tema dominante del «tes-
timonio», que conecta toda la narración. La credibilidad del testimonio del

35
Esta primera expresión de Jesús en el cuarto evangelio posee un valor programático: la narración
joánica indica en el lector la búsqueda de la persona divina, como sugiere la análoga expresión
de Jn 18,4.6 (en el contexto de la traición) y Jn 21,15 (en el contexto de las apariciones post-
pascuales).
36
El «morar» (ménein) no expresa una mera descripción local, sino que implica una relación exis-
tencial profunda, que marca el inicio de una transformación interior de los discípulos. Hay que
subrayar por último la connotación genérica de los lugares, que permite aplicar este esquema na-
rrativo a toda experiencia vocacional.

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PALABRA DE DIOS Y VOCACIÓN. EL ICONO JOÁNICO DEL «DISCÍPULO AMADO»

Hijo, introducido por el Bautista, genera el encuentro personal con los discí-
pulos y la consiguiente decisión de «seguir a Cristo». La extraordinaria figu-
ra del Bautista representa la primera importante mediación de un encuentro,
que abre el deseo de salir de sí mismo y de buscar el encuentro con el Mesías.
– Un segundo aspecto lo constituye la dinámica del encuentro con Cris-
to, caracterizada por el «deseo íntimo» y por la «búsqueda libre y abierta». El
corazón joven de los primeros discípulos se dilata frente al futuro y se prepa-
ra para una novedad inesperada. Del texto joánico se capta la necesidad de sen-
tido de aquellos jóvenes «en búsqueda», la necesidad de poder dar una res-
puesta a las esperas mesiánicas, poniendo en juego su misma existencia. De
aquí nace la elección vital del seguimiento: decidir seguir a Cristo significa pa-
sar de la idealidad a la concreción del camino. En la imagen pascual del cor-
dero de Dios se oculta el misterio pascual, que comporta un éxodo de sí mis-
mo hacia la «tierra prometida».
– Un tercer aspecto está marcado por el diálogo liberador y acogedor de
Cristo: «¿qué buscáis? –venid y veréis». Es el momento crucial del primer en-
cuentro. Éste marca el ingreso en una nueva experiencia, hecha de rostros y
de historias nuevas. El evangelista subraya la dimensión experiencial del «mo-
rar» con Jesús, evitando referir discursos o contenidos. Más que una idea, los
discípulos conocen a una persona histórica, concreta, real, capaz de acoger y
compartir sus mismas esperanzas y su destino.
– Un cuarto aspecto nace del dinamismo del testimonio que se convier-
te en «necesidad de anuncio». Dos discípulos interpretan este motivo: Andrés,
que conduce a su hermano Simón a Jesús, y Felipe. Este último, llamado di-
rectamente por el Señor al seguimiento, asimila hasta tal punto la intimidad
de su encuentro irrepetible con Cristo que no consigue contener más el anun-
cio: «Hemos encontrado a aquel de quien escribieron Moisés en la Ley y los
Profetas: Jesús, el hijo de José, de Nazaret» (Jn 1,45). El discípulo, capaz de
vivir la novedad del cambio, se convierte inevitablemente en «misionero», por
la fuerza intrínseca del encuentro con el Amor que cambia la vida.
– Un último aspecto lo da la dimensión «comunitaria y familiar» de la
experiencia de los jóvenes. El encuentro íntimo con Cristo no asume un ca-
rácter autorreferencial y de intimismo. Lo comunidad no es nunca vista como
una «secta» cerrada en el propio mundo ideológico, sino como una «familia»
que escucha la Palabra, acoge en un estilo de «comunión» y anuncia con tras-
parencia y verdad el amor salvífico que Dios reserva personalmente para cada
uno.

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GIUSEPPE DE VIRGILIO

b) «Señor, ¿quién es?» (Jn 13,24)

Aspectos literarios

El camino de seguimiento en la narración joánica culmina en la segunda


parte del Evangelio (cfr. Jn 13–20), donde se encuentra la perífrasis que indi-
ca al personaje anónimo designado como «discípulo que Jesús amaba» (13,23).
La sección se abre con una frase programática: «La víspera de la fiesta de Pas-
cua, como Jesús sabía que había llegado su hora de pasar de este mundo al Pa-
dre, habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el fin
(eis télos egáp∑sen autoús)» (13,1). El amor oblativo (agáp∑) de Cristo asume el
carácter de don pleno y total de sí en favor de sus discípulos, a los que amará
«hasta el fin» (eis télos) 37. La figura singular del «discípulo amado» es introdu-
cida en dicho contexto 38. Él encierra en sí la experiencia del seguimiento ini-
ciado por los dos primeros discípulos (Jn 1,35-42) y, como el «joven» del gru-
po de los apóstoles, comparte las últimas horas de Jesús en el mundo. Fijemos
nuestra atención en la página de Jn 13,1-30, que se compone de dos partes:
vv. 1-20: el lavatorio de los pies; vv. 21-30: el anuncio de la traición 39.
Después del gesto del lavatorio de los pies y la enseñanza sobre el servi-
cio, Jesús se conmueve profundamente y declara que uno de sus discípulos lo
traicionará (v. 21). Sigue la reacción de desconcierto y de extravío de los pre-
sentes, que no comprenden el drama que está a punto de consumarse. Es im-
portante observar el entramado narrativo de la escena descrita por el evange-
lista: en el centro se sitúa la figura de Cristo y frente a él la del traidor Judas.
A los dos lados del Señor están presentes Simón Pedro y aquel «discípulo que
Jesús amaba». Aun cuando cubriese un papel primacial, Simón Pedro escoge
la mediación del «discípulo amado» para tener informaciones de Jesús e invi-
ta al otro discípulo a preguntar por la identidad del traidor. El particular des-
crito por el evangelista es indicativo de la intimidad con el Señor: el discípulo
amado «inclinándose (anapesø̀n) sobre el pecho de Jesús, le dijo: “Señor,

37
Cfr. la recurrencia del verbo amar (agapáô): Gv 13,34; 14,15.21.23.28.31; 15,9.17.23-24; 17,26.
38
Cfr. SCHNACKENBURG, R., Il vangelo secondo Giovanni, III, 204-214; WENGST, K., Il Vangelo di
Giovanni, Brescia: Queriniana, 2005, 536-542; FABRIS, R., Giovanni, Roma: Borla, 2003, 586-590.
39
Cfr. WENGST, K., Il Vangelo di Giovanni, 536-542. Schnackenburg señala seis etapas: vv. 1-5: in-
troducción al lavatorio de los pies; vv. 6-11: el diálogo de Jesús con Simón Pedro; vv. 12-17: el
lavatorio realizado por Jesús como ejemplo para los discípulos; vv. 18-20: preanuncio de la trai-
ción y reforzamiento de la fe; vv. 21-26: el desenmascaramiento del traidor; vv. 27-30: Judas
abandona la sala (SCHNACKENBURG, R., Il vangelo secondo Giovanni, III, 30-62).

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PALABRA DE DIOS Y VOCACIÓN. EL ICONO JOÁNICO DEL «DISCÍPULO AMADO»

¿quién es? Respondió Jesús: Es aquel para el que untaré el trozo de pan y se
lo daré”. Y, untado el pan, lo tomó y se lo dio a Judas, hijo de Simón Iscario-
te» (vv. 25-26). El «inclinarse» del discípulo sobre el «corazón turbado» de
Cristo no sólo indica un signo de discreción, sino que representa un gesto
de confianza filial y de ternura. En el drama que está a punto de consumarse,
el «discípulo amado» está junto a su Señor que sufre y con su amistad se hace
prójimo de Cristo. El signo del bocado ofrecido al Iscariote hace manifiesta la
aterradora condición del corazón de Judas, hecho esclavo del poder de Sata-
nás (13,27; cfr. Lc 22,3). Mientras que el gesto de Cristo quería expresar la
comparticipación y la implicación en la comensalidad, el traidor toma aquel
bocado, entrando definitivamente en la noche tenebrosa del mal. Parece que
el bocado ofrecido por Jesús a Judas se convierta en la señal para que Satanás
tome plena posesión del traidor. En aquel instante Jesús se dirige a Judas di-
ciendo: «Lo que quieres hacer, hazlo pronto» (v. 27), pero ninguno de los pre-
sentes comprende el verdadero sentido de la frase (vv. 28-29). Así, en silencio,
Judas ejecuta inmediatamente la orden de Jesús (v. 30) y se introduce en la
«noche» mortal 40.

Aspectos teológico-pastorales

Señalemos tres aspectos que permiten comprender la figura del discípu-


lo amado. Un primer aspecto emergente del análisis del pasaje está represen-
tado por el signo del lavatorio de los pies y por la explicación dada por Jesús a
sus discípulos. El principio que guía el servicio es el amor, que es propuesto en
el marco de la comensalidad y de la fraternidad familiar. A la lógica de la se-
paración se contrapone la de la comunión y del servicio.
Un segundo aspecto se refiere a la polaridad bien-mal. La descripción
joánica del anuncio de la traición pone en evidencia el contraste entre el bien
luminoso representado por el amor de Cristo por sus discípulos y el mal tene-
broso delineado por la figura de Judas Iscariote a merced de Satanás. En esta
lucha se capta la turbación de Jesús y el drama de su soledad. Mientras que la

40
Anota Schnackenburg: «Per Giuda è la sfera delle tenebre di cui è definitivamente preda, l’am-
bito in cui avviene il crollo (cfr. 11,10); per Gesù è l’ora in cui si conclude la sua attività fra gli
uomini (cfr. 9,4). La breve frase che conclude l’episodio riassume in sé la tenebrosità di questo
avvenimento: una chiusa impressionante (cfr. 6,71), che però all’evangelista serve solo da oscu-
ro contrasto su cui far risaltare le successive parole che trattano della glorificazione» (SCHNA-
CKENBURG, R., Il vangelo secondo Giovanni, III, 62).

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GIUSEPPE DE VIRGILIO

última cena representa la cumbre de la comunión entre Cristo y sus discípu-


los, el gesto de la traición constituye la profunda herida que desgarra la con-
fianza y la comunión recíproca (13,18; cfr. Sal 41,10). El evangelista subraya
la condición «diabólica» del corazón del discípulo, que rechaza volver a la luz,
prefiriendo la ambigüedad y la oscuridad de sus acciones. El símbolo de la no-
che en Juan remite a la presencia activa del mal en el mundo (9,4; 11,10).
Un tercer aspecto concierne al papel ejemplar del «discípulo amado» y
su gesto filial de posar la cabeza sobre el pecho de Cristo y abrir un diálogo
«corazón a corazón». En el relato joánico el «discípulo amado» reviste el pa-
pel de la intimidad, de la fidelidad y de la ternura. La intimidad evoca la ne-
cesidad de descubrir la profunda riqueza del amor de Dios. La fidelidad com-
promete al discípulo a vivir con coherencia y lealtad la relación con Cristo,
testimoniando su Palabra. La ternura revela la dimensión misericordiosa de
las relaciones interpersonales que es capaz de sanar las heridas, de dar certe-
zas en los momentos de turbación y de abrir caminos nuevos hacia el futuro.

c) «Mujer, he ahí a tu hijo» (Jn 19,26)

Aspectos literarios

La presencia del «discípulo amado» en los relatos de la pasión está ates-


tiguada junto con Simón Pedro en el contexto del arresto de Jesús, mientras
está en la casa del sumo sacerdote (en Jn 18,12-27 se habla del otro discípulo),
y a los pies de la cruz al lado de la Virgen María. También en esta última es-
cena el discípulo amado reviste un papel singular. El evangelista refiere, en un
modo esencial y conmovedor, el diálogo de Jesús, que ve a la madre y al lado
a él, «el discípulo que amaba». La madre está en la hora del Hijo, después de
haber implorado en Caná en favor de una pareja de esposos. La escena asume
un valor revelador (cfr. 19,26: íde = he ahí) sin precedentes y ha de conside-
rarse como el cumplimiento de la promesa del amor de Dios por la humani-
dad. Confiando su última voluntad, Jesús declara la maternidad espiritual de
María hacia el «discípulo amado» y en su figura hay que entender a todo cre-
yente. En la ternura de esta relación materno-filial se realiza la entrega final
de Jesús 41. Es el joven amado por Cristo el que es destinatario de esta entrega.

41
Cfr. DE LA POTTERIE, I., Studi di cristologia giovannea, Genova: Marietti, 1986, 167-190; DE LA
POTTERIE, I., Maria nel mistero dell’alleanza, Genova: Marietti, 1986, 229-251.

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PALABRA DE DIOS Y VOCACIÓN. EL ICONO JOÁNICO DEL «DISCÍPULO AMADO»

En su juventud, él se convierte en signo de un presente renovado y de un fu-


turo a construir. La soledad del Hijo se transforma ahora en comunión de
amor: el joven es llamado a tomar a la madre consigo y a cuidar de la nueva
familia, que la tradición ha identificado con la comunidad eclesial. La separa-
ción se traduce en un proceso de unión, la muerte se convierte en un paso a
una nueva vida. El «discípulo amado» experimenta el amor que supera el va-
cío de toda soledad. «Desde aquella hora la tomó consigo» (19,27): la expre-
sión indica un «nuevo inicio», una nueva llamada que se origina con el don de
Jesús y se traduce en un empeño para toda la vida.
El relato joánico culmina con el episodio de la muerte del crucificado
en los vv. 28-30, que sigue a la disposición testamentaria. Con el deseo de
beber por última vez (v. 28) se alude al sufrimiento del justo evocada en el
Sal 69,22 («Me han puesto veneno en el alimento y cuando tenía sed me han
dado vinagre»; cfr. también Sal 22,16). Jesús recibe el vinagre para compar-
tir hasta el fondo el sufrimiento humano. La escena se concluye con la pala-
bra: «Está cumplido» y con la descripción del evangelista que afirma: «E, in-
clinada la cabeza, entregó el espíritu» (19,30). El inicio (Jn 1,1: archê) de su
misión, que ve al Hijo dirigido hacia el seno del Padre (Jn 1,1-18) ve ahora
el «final» (Jn 13,1; télos; 19,30; tetélesthai), revelando el nuevo inicio con el
don del Espíritu (cfr. 16,28). En el acto de morir Jesús muestra el poder de
dar la vida por los suyos (10,17-18). El «discípulo amado» está ante la cruz,
junto a la madre, para acoger el don del Espíritu y para recomenzar. Sólo en
esta acogida es posible comprender el sentido de la misión y el camino de
la cruz. Es posible oponerse a la crueldad, a la violencia, a la hostilidad, a la
cultura de la muerte que domina al mundo, sólo si se acoge el amor trinita-
rio de Dios.
La última escena (vv. 31-37), inexistente en los otros relatos evangéli-
cos, se refiere a la petición de los judíos de hacer respetar el día de Sábado
quitando de la cruz a los condenados (19,31). Pilato consiente y los soldados
ejecutan la orden rompiendo las piernas a los dos ladrones. Llegados a Jesús
y viendo que ya estaba muerto no le rompieron las piernas «sino que uno de
los soldados le golpeó el costado con una lanza, y al instante salió de él san-
gre y agua» (19,34). El discípulo amado se convierte en testigo de este ulte-
rior extremo signo de amor. Es inevitable la conexión con la experiencia de
la cena de despedida, en la que el «discípulo amado» pone su cabeza sobre
el pecho de Jesús (13,25). El joven discípulo experimenta el corazón, y es el
único que puede dar testimonio del amor de Cristo, desde el signo del agua

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en el lavatorio de los pies hasta el del costado atravesado. Aquel corazón en-
tristecido por la traición de Judas, ahora es atravesado por la violencia y por
la injusticia del poder humano. Muriendo como el cordero inmolado «al que
no le quebrantarán ni un hueso» (Jn 19,46; cfr. Ex 12,10.46; Nm 9,12), Je-
sús atrae a sí a toda criatura (12,32) por su amor abrumador y en esta ten-
sión contemplativa se realiza la profecía de Zc 12,10: «Mirarán al que tras-
pasaron».

Aspectos teológico-pastorales

Podemos resumir la riqueza del mensaje joánico en tres aspectos. El pri-


mero concierne a la dimensión familiar del «discípulo amado» y a su presen-
cia en el dolor de la Madre. Él es el que ha quedado al lado de María y las
otras mujeres, y que representa de un modo ejemplar la realidad de la filia-
ción. La Madre no se queda sola, sino que es acogida por el «nuevo hijo» que
Jesús le confía, para que pueda ejercitar su maternidad hacia todos los cre-
yentes.
Un segundo aspecto consiste en la perseverancia del discípulo, también
frente a la triste experiencia de la negación de Simón Pedro. El discípulo no
huye a causa del miedo, sino que permanece por amor y compasión. Él es
ejemplo de un joven capaz de superar las crisis, de aceptar las dificultades y
de quedarse al lado de quien vive el sufrimiento y la separación. En su pre-
sencia hay que ver a todos los creyentes que viven las pruebas y las persecu-
ciones.
Un tercer aspecto viene dado por el testimonio del corazón atravesado.
El discípulo amado es el único que, entre los discípulos, ha puesto su cabeza
sobre el pecho de Jesús y ha visto aquel pecho desgarrarse por mano de un sol-
dado. Él ha experimentado juntas la ternura de la confianza y el drama de la
separación hasta el fondo del corazón. Desde el abismo de esa profundidad, el
discípulo amado es el único capaz de testimoniar la verdadero, para que todos
crean (19,36) 42.

42
Comenta Wilckens: «Questo discepolo diventa suo figlio, non perché tra tutti i discepoli avesse
il privilegio di essere stimato e amato da Gesù più degli altri, ricevendo quindi in quanto “dis-
cepolo prediletto” (come affatto impropriamente viene chiamato di solito), la cura di sua madre,
ma perché Gesù lo ama così perfettamente e interamente come ha amato tutti i suoi, avendo af-
frontato la morte per loro, sicché in lui si fa visibile in forma esemplare la perfezione di essere dis-
cepolo» (WILCKENS, U., Il Vangelo secondo Giovanni, Brescia: Paideia, 2002, 372).

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PALABRA DE DIOS Y VOCACIÓN. EL ICONO JOÁNICO DEL «DISCÍPULO AMADO»

d) «Vio y creyó» (Jn 20,8)

Aspectos literarios

La cuarta escena que ve como protagonista al discípulo amado está re-


presentada por la primera unidad (20,1-10) del relato pascual de Jn 20,1-29 43.
Fijemos la atención en los vv. 1-10, que presentan tres personajes en la tumba
de Jesús: María Magdalena, Simón Pedro y el discípulo amado.
María Magdalena se dirige al sepulcro mientras está todavía oscuro, por la
mañana temprano, el «primer día» de la semana (v. 1). El contraste simbólico
entre las tinieblas y el «ver» de la mujer, evidencia el estado interior de María,
probado por el dramático acontecimiento de la pasión de su «maestro y Señor».
María ve (blépei = vislumbra) la piedra removida del sepulcro. Se trata de un ver
físico, el simple vislumbrar con los ojos la ausencia del cadáver. Desde esta cons-
tatación inicia la búsqueda afanosa y angustiada del Señor (v. 2). La mujer se
mueve todavía en la oscuridad y no se preocupa de inspeccionar el interior del
sepulcro abierto, sino que se precipita a advertir a los discípulos. La carrera noc-
turna revela el movimiento íntimo de la Magdalena, la cual informa a los discí-
pulos: «se han llevado al Señor del sepulcro y no sabemos dónde lo han pues-
to» (v. 2). Ella experimenta en aquel instante una «comunión interrumpida»
dramáticamente por la privación del Señor. El cuerpo del Señor ha sido roba-
do y no se sabe «dónde» ha sido llevado. María se siente perdida frente a la úni-
ca reliquia del Maestro, que le había sido sustraída para siempre: de ello deriva
su angustia. El movimiento de la testigo nocturna pone en movimiento también
a los otros discípulos e incrementa la tensión dramática del relato: Simón Pe-
dro sale (v. 3) junto al otro discípulo y «corren» hacia el sepulcro. Es la carrera
ansiosa de la búsqueda, que expresa la necesidad de un encuentro que cambia la
historia. El evangelista presenta a los dos testigos del acontecimiento de un

43
El relato pascual de Jn 20,1-29 se articula en cuatro escenas que culminan en la primera conclu-
sión del Evangelio (vv. 30-31): a) María de Magdala, Simón Pedro y el «discípulo amado» en-
cuentran la tumba abierta y vacía (vv. 1-10); b) el Resucitado se revela a María de Magdala
(vv. 11-18); c) el Resucitado se aparece en el cenáculo a sus discípulos mientras Tomás no está
presente (vv. 19-23); d) al octavo día el Resucitado reaparece en el Cenáculo donde está también
Tomás junto a los otros discípulos (vv. 25-29). Algunos comentadores prefieren dividir el pasaje
en un gran díptico constituido por los vv. 1-18 y 19-29, motivando esta articulación por el cam-
bio del ambiente (sepulcro / cenáculo). En la primera parte, la carrera de Pedro y Juan y la apa-
rición de Jesús a la Magdalena, los relatos están contextualizados en el sepulcro; en la segunda
parte, la doble aparición a los discípulos está situada en el cenáculo (cfr. BROWN, R. E., Giovan-
ni, 1325-1327; FABRIS, R., Giovanni, 1014).

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GIUSEPPE DE VIRGILIO

modo simétrico, así como había presentado a Marta y María en el relato de la


resurrección de Lázaro (Jn 11,20.29.31): el otro discípulo llega antes que Simón
Pedro, ve las vendas pero no entra enseguida porque espera la llegada del com-
pañero. La tensión narrativa se calma cuando Simón Pedro entra en el sepulcro
y ve las vendas que habían servido para envolver el cuerpo de Jesús con los aro-
mas (Jn 19,40) y el sudario «enrollado aparte, en otro lugar» (v. 7).
El binomio «ver-creer» es el hilo conductor de toda la página joánica. El
discípulo «vio y creyó» (v. 8: eîden kai epísteusen), la Magdalena reconoce al Re-
sucitado y cree (v. 16), los discípulos en el Cenáculo «vieron a Jesús y se alegra-
ron» en la fe (v. 20), a Tomás incrédulo el Resucitado le recuerda la bienaven-
turanza de la fe para los que «aun sin haber visto creerán» (v. 29). Mientras se
afirma que el discípulo que Jesús amaba «vio y creyó» (v. 8), el evengelista ano-
ta justo después que ambos «no habían comprendido todavía la Escritura, que
debía resucitar de entre los muertos» (v. 9). Aparece clara la dificultad de con-
ciliar el v. 8 con el contenido de la frase sucesiva: «creyó» pero «no habían com-
prendido todavía». Hay que interpretar este texto en el más amplio contexto
joánico: la Magdalena y Simón Pedro «observan» el sepulcro vacío, mientras
que el otro discípulo «ve» 44 este acontecimiento como un «signo» que abre a la
fe pascual 45. El evangelista ha querido subrayar que la fe en Cristo resucitado es
un proceso gradual vivido con resultados diversos por la comunidad cristiana,
iluminada por la escucha de la Sagrada Escritura. En el v. 10 se cierra el primer
relato con la vuelta de los dos apóstoles al cenáculo.

Aspectos teológico-pastorales
Podemos resumir en tres aspectos el mensaje de la perícopa:
Un primer aspecto concierne a la naturaleza de la fe pascual. Ésta no res-
ponde a un mecanismo automático, fruto de un razonamiento humano, sino
que pide a cada creyente «entrar» a través de la muerte de Jesús en el miste-
rio de la vida. La fe es un camino que se dirige hacia la aurora de la resurrec-

44
El verbo eîden (= ver, conocer) indica una relación interior profunda y puntual, que no es un sim-
ple «vislumbrar» (blépein: cfr. Jn 20,1) ni un observar (theôreín: cfr. Jn 20,12.14).
45
La expresión «vio y creyó» en relación al v. 9 ha estado muy discutida entre los exegetas. Fabris
propone una conexión temática con el episodio de Lázaro en Jn 11,1-44, mostrando cómo el sig-
no de la resurrección de Lázaro constituye un enlace con la fe en la gloria de Dios a la que al-
gunos judíos se han adherido (cfr. FABRIS, R., Giovanni, 1025-1027). En este sentido, el «discí-
pulo creyente» representa el prototipo de los que llegan a la fe también sin ver la realidad del
cuerpo de Jesús resucitado y verificar su identidad, como será para Tomás.

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ción, pero que permanece siempre un camino nocturno. Fiarse quiere decir
acoger la Palabra y decidirse a caminar hacia Cristo. La Magdalena es presen-
tada como la figura que desafía a la noche y se abre a la búsqueda del Señor.
Un segundo aspecto está centrado en el acto de fe del «discípulo amado».
Él precede en la carrera a Simón Pedro, sabe esperar su llegada y sabe leer los
signos de la resurrección de Cristo (v. 8). Al mismo tiempo, su mirada es ca-
paz de ir más allá de los dramáticos vestigios de la muerte para captar la po-
tencia de la vida y de la resurrección.
Un tercer aspecto evoca el conflicto radical entre muerte y vida, entre la
búsqueda de un cadáver y el encuentro con un Viviente, entre la temible ex-
periencia de la noche y la alegría de la luz gloriosa. El discípulo amado encar-
na el estilo equilibrado y maduro del que es capaz de interpretar la historia y
leer en ella la acción transformadora de Dios 46.

e) «Es el Señor» (Jn 21,7)

Aspectos literarios

La última etapa consiste en fijar nuestra atención en la página de Jn 21,1-


25, considerada un «precioso suplemento» del cuarto Evangelio 47. Así como el
solemne prólogo inaugura el relato joánico (Jn 1,1-18), el apéndice de Jn 21
concluye la narración y al mismo tiempo introduce la misión post-pascual de
la comunidad eclesial. En este último capítulo destaca con mayor evidencia la
figura del «discípulo amado» y su papel testimonial después de la resurrección
de Cristo. El relato se abre con el motivo de la pesca infructuosa en el escena-
rio del lago de Tiberíades (Jn 21,1; cfr. Lc 5,1-11) afirmando que Jesús resuci-
tado «se manifestó» a sus discípulos 48. Los estudiosos interpretan esta singular
escena, densa en simbolismos, como una de las más sugestivas revelaciones
cristológicas del Evangelio 49. Jesús se revela como Señor rescucitado, que

46
«Cogliamo in questa narrazione il ruolo silenzioso del discepolo amato, che assume una funzio-
ne rivelativa per il lettore: egli coglie la realtà misteriosa della rivelazione vedendo con gli occhi
il segno della morte, ma accogliendo con il cuore la speranza della vita» (DE VIRGILIO, G., La
fatica di scegliere, 308).
47
BROWN, R. E., Giovanni, 1341-1434; FABRIS, R., Giovanni, 1045-1065.
48
El verbo phaneroô (= manifestare) hace de marco a toda la perícopa (cfr. vv. 1.14).
49
Cfr. MARCHESELLI, M., «I pasti di Giovanni luoghi di rivelazione: il messia a Cana e il risorto
sul lago», Parola Spirito e Vita 1 (2006) 133-148; MARCHESELLI, M., «Avete qualcosa da mangia-
re». Un pasto, la comunità, il Risorto, Bologna: EDB, 2006.

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acompaña a la primera comunidad en la agotadora «pesca», le da ánimos, abre


perspectivas fecundas de evangelización y la unifica mediante la comida euca-
rística. El relato se abre con el signo de una pesca infructuosa, estéril, decep-
cionante. También después de la Pascua, los discípulos experimentan las difi-
cultades de lo ordinario y deben aprender el coraje de escuchar y de reconocer
a Cristo en cada situación de la vida. Simón toma la inicitiva de ir a pescar (v. 3)
e involucra a sus compañeros en el trabajo nocturno que, sin embargo, no trae
fruto (cfr. Lc 5,5: «hemos bregado toda la noche y no hemos pescado nada»).
Mientras viene el alba, que marca el límite entre la noche y el día, Jesús se hace
presente (el verbo indica «estar de pie»; cfr. Jn 20,19.26) en la costa del lago y
les dirige la palabra: «Muchachos, ¿tenéis algo de comer?» (v. 5). A la respues-
ta negativa de los discípulos, que no conocen todavía la identidad del interlo-
cutor, el Resucitado sugiere: «Echad las redes a la derecha de la barca y en-
contraréis» (v. 6). En la escucha de la indicación, los apóstoles reviven la
primera obediencia vocacional de Pedro (cfr. Lc 5,5), y aquella obediencia trae
un fruto extraordinario, impensable. El evangelista describe la incapacidad de
los Pescadores para sacar las redes debido a la gran cantidad de peces que se
habían cogido. Infructuosidad, esterilidad, incapacidad, marcan los límites de
la experiencia humana de los discípulos, confirmando que lo que está suce-
diendo no depende de sus posibilidades sino de la potencia operativa de Cris-
to resucitado.
Podemos imaginar qué debe haber venido al corazón del grupo de pes-
cadores al admirar la abundancia de su trabajo mientras el alba está subiendo
en el horizonte. El estupor interior encuentra respuesta en la exclamación del
«discípulo que Jesús amaba», el cual dice a Pedro: «Es el Señor» (v. 7). Es el
punto de llegada del camino de fe pascual. El mismo discípulo que ha apoya-
do amablemente su cabeza en el pecho de Jesús (Jn 13,25) y que alguna hora
después lo ha visto palidecer en la cruz con el corazón atravesado por la lanza
(19,25-37) es el mismo discípulo que en el sepulcro vacío «vio y creyó» (20,8)
y que en nuestro relato se convierte en el primer testigo de la «presencia» del
Resucitado en el trabajo ordinario de la comunidad cristiana. En la dinámica
del don inesperado, el discípulo amado anuncia la presencia del «donante»
que espera encontrar a sus amigos. Al testimonio del discípulo amado respon-
de rápidamente la acción de Simón Pedro que «se ató la vestimenta a la cin-
tura, porque estaba desnudo, y se echó al mar» (v. 7), mientras los otros discí-
pulos vinieron con la barca arrastrando la red llena de peces (v. 8). La
narración culmina en la doble invitación del Resucitado: tomar un poco del

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pez pescado y participar en la comida preparada por Jesús y compartida en la


costa (vv. 10-11). Junto con la figura del discípulo amado, destaca el papel de
«Simón Pedro» 50: él ha querido alcanzar a Cristo a nado, echándose al agua,
y ahora sube a la barca y «él solo» trae a tierra la red llena de ciento cincuen-
ta y tres peces. Anota el evangelista: «Y a pesar de ser tantos, la red no se rom-
pió» (v. 11). La perícopa se concluye con la clara conciencia de que Cristo re-
sucitado se estaba revelando en su presencia (v. 13), y era ya la tercera vez que
eso sucedía (v. 14).

Aspectos teológico-pastorales

La escena es densa en simbolismos 51 sobre cuyo valor señalamos tres as-


pectos. En el relato joánico se capta un «nuevo inicio» inaugurado por la re-
surrección de Jesús. Así como sobre las mismas orillas del lago de Tiberíades
tuvo inicio la aventura vocacional de los primeros discípulos, así, después de la
Pascua la comunidad es llamada a redescubrir su relación con el Resucitado y
a experimentar la comunión. El «discípulo amado», mediante su testimonio,
se sitúa como el garante de ese encuentro.
Un segundo aspecto concierne a la relación entre Simón Pedro y el «dis-
cípulo amado». Como filigrana se puede leer la relación de continuidad entre
el grupo petrino y el joánico en el ámbito de la Iglesia de los orígenes. El pri-
mado de Pedro (21,15-18) se vincula con el testimonio «que permanece» pro-
porcionado por el discípulo amado (21,19-25). Ambas figuras confieren ga-
rantía y autenticidad para la fe de los creyentes.
Un último aspecto hace referencia al profundo mensaje eucarístico, en el
que culmina el camino de fe en el Señor que se manifiesta a sus discípulos. El
compartir el alimento lleva a cumplimiento el testimonio pascual de la pre-
sencia del Resucitado en la comunidad. La pesca encarna el símbolo de la
evangelización, mientras que los discípulos en la barca representan a los cre-
yentes que comparten los esfuerzos y las esperanzas de la misión salvífica di-
rigida a «todos los pueblos».

50
Cfr. BIANCHI, E., «Un’alterità: Pietro e il discepolo amato (Gv 21)», Parola Spirito e Vita 27
(1993) 207-228.
51
Cfr. BROWN, R. E., Giovanni, 1355-1359; 1369-1371; SCHNACKENBURG, R., Il vangelo secondo
Giovanni, III, 597-598; MARCHESELLI, M., I pasti di Giovanni luoghi di rivelazione: il messia a Cana
e il risorto sul lago, 136-138.

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CONCLUSIÓN

La parábola narrativa del discípulo amado va desde el inicial encuentro


vocacional hasta el testimonio de fe en Cristo crucificado y resucitado. La ex-
periencia del joven consiste en el seguir a Jesús, abrir un diálogo con él, sacar
provecho de su «morada» y decidir dejar todo para aventurarse con Cristo por
las calles de la evangelización hasta el cumplimiento del proyecto de Dios en
la Pascua. La profundización de los textos joánicos pone en evidencia un «ca-
mino pedagógico» que sostiene el proceso de maduración de fe de los jóvenes
y del discernimiento vocacional. A la luz de los signos realizados por Jesús y
sobre todo de las enseñanzas recibidas, el joven discípulo interioriza no sólo el
contenido del mensaje revelado, sino que aprende a compartir la amistad pro-
funda con Cristo y su estilo oblativo, que le lleva a descubrir su proyecto de
amor. En el camino del discernimiento se encuentra la figura de María de Na-
zaret, la madre de la súplica (Jn 2,4) y del silencio adorador (Jn 19,25-27). Es
María el modelo de toda vocación (Lc 1,26-38), la mujer del «heme aquí» que
permanece en la existencia del discípulo amado y de toda la comunidad, guar-
diana de la Palabra y de la esperanza.

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07. De Virgilio Cuaderno 11/06/2018 20:13 Página 378

GIUSEPPE DE VIRGILIO

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