Migrar y Volver A Migrar

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Migrar y volver a migrar.

Los campesinos agricultores de la frontera bonaerense a principios del siglo


XIX.

Publicado originalmente como:


Mateo, J. (1993). Migrar y volver a migran. Los campesinos agricultores de la frontera bonaerense a
principios del siglo XIX. En J. C. Garavaglia & J. L. Moreno (Eds.), Población, sociedad, familia y
migraciones en el espacio rioplatense. Siglos XVIII y XIX (pp. 123–148). Buenos Aires: Ed. Cántaro.
El temprano siglo XIX, última fase del dominio colonial español sobre el actual territorio argentino, mostró
un intenso flujo migratorio orientado desde el interior hacia la frontera sur bonaerense. El hinterland
porteño, tierra de promisión para hombres y mujeres desde épocas muy tempranas, fue objeto de una
inmigración que —vista en contexto— casi se equipararía en magnitud a la de finales de siglo.

Hacia fines del período colonial, la frontera porteña abrió a las posibilidades de una migración rural-rural
a campesinos agricultores y pastores. Directamente o con algún ensayo previo, cientos de migrantes se
asentaron allí espontáneamente, poniendo en valor tierras ganadas o compartidas con el aborigen.

Un sector de la frontera bonaerense que actuó como receptor de migrantes es el actual partido de Lobos.
Surgido de la línea de fortines, Lobos parece ser hasta el momento un caso atípico en la historia rural
rioplatense de principios del siglo XIX, ya que la mayor parte de sus habitantes la constituían campesinos
agricultores que se instalaron allí, al sudoeste de la frontera pampeana. Su población casi se duplicó en
12 años (1803-1815) por el aporte inmigratorio y se encontraba en franca expansión agrícola hacia 1822.
Según el autor del Registro Estadístico de Buenos Aires, en este año Lobos estaba llamada a ser el “granero
de la provincia”, no obstante seguir siendo frontera abierta con el indio y padecer una verdadera
“mortalidad de crisis” debido a los embates aborígenes luego de 1820.

Con la intención de contribuir a la historia social de los ecosistemas agrarios y de caracterizar a las
migraciones hacia la denominada “campaña bonaerense” a fines del período colonial y primeras décadas
post revolucionarias, es que analizamos el caso del partido bonaerense de Lobos.

Apoyándonos en los datos del censo de 1815 como fuente central, intentaremos reconstruir las rutas y
los ritmos seguidos por estos migrantes que confluyen en lo que fue un importante ecosistema de
producción cerealera en la frontera sur rioplatense.

A - La movilidad: un elemento perturbador.

Las ya clásicas escuelas europeas de historia demográfica, han considerado a la movilidad de las personas
—migratoria o temporaria— como una aberración, una anomalía que distorsiona el movimiento que
llaman “natural” en el crecimiento o decrecimiento por “saldos" de población.

En América, las preguntas (si bien no dejan de lado los debates acerca de la “transición”, los factores de
crecimiento, las crisis de mortalidad, etc.), necesitan poner en consideración la intensa movilidad interna
que se registra (y no solo en el período que nos ocupa). Este hecho —entre otros— corroe todo lábil
intento de extrapolación transoceánica de objetivos y métodos, y requiere simultáneamente la
elaboración de estrategias heurísticas y modelos teóricos, que, si no originales, por lo menos deberán ser
apropiados para esta realidad.

A modo de ejemplo, un estudio sobre la migración rural en Santiago de Chile, sugiere que una parte
significativa de ella comienza como un fenómeno estacional, con el migrante retornando a la granja y a
su familia, para la cosecha (Oppenheimer, 1983). A similares conclusiones arriba Jorge Gelman, (1989)
para un período anterior en el comportamiento de los campesinos de la Banda Oriental; y para momentos
más contemporáneos a nosotros los casos se incrementan, sobre todo de los movimientos campo-ciudad
hacia las grandes urbes latinoamericanas (México, Santiago, Buenos Aires, etc.)1. Pero al margen de esta
movilidad estacional que podemos rastrear desde la noche de los tiempos hasta hoy, son muy frecuentes
las migraciones reales hacia particulares áreas de promisión, la frontera. Migración y frontera, son dos
conceptos que están intrínsecamente vinculados.

Alfredo Lattes, (1973), pionero en el estudio de estos problemas, se lamentaba en uno de sus trabajos de
los límites que presenta el primer censo nacional para tratar la migración interna. Esta fuente que abre el
período estadístico en nuestro país carecería de información acerca de cuestiones relevantes, por
ejemplo.

“[…] no permite conocer cuándo ocurrió la migración. Tampoco nos dice cuántos
movimientos migratorios tuvo cada migrante y nos oculta los casos en que éstos retornaron a su
lugar de nacimiento. El hecho de que sólo incluya migraciones interprovinciales es otra restricción
importante, pues excluye considerables movimientos intraprovinciales que, en muchos casos,
pueden ser tan relevantes como los interprovinciales para el estudio de las migraciones
interiores”.

Pensamos que podemos aportar alguna respuesta a estas cuestiones a partir del caso de aquellos que
eligieron Lobos.

B - La frontera como sistema dinámico.

En el análisis histórico de los movimientos de población se pone en evidencia algunas regiones que
históricamente alimentan el flujo y otras que resultan beneficiadas por este. La dinámica de la movilidad
poblacional se hace altamente compleja en función de sus factores determinantes (pushfactors y pull-
factors), los que son a la vez causa y efecto dé nuevos fenómenos.

Tanto las áreas catalogadas como “expulsoras” como aquellas que “reciben” migrantes constituyen
ecosistemas naturales que han sufrido la acción del hombre, ya sea por la explotación de sus recursos o
bien por la instalación de asentamientos humanos de diversos tipos. En ellos, el conjunto de las relaciones
hombre-medio (abiótico y biótico) y hombre-hombre incluyen aspectos físicos, biológicos, sociales,
económicos y políticos que los constituyen en tipos de los denominados “sistemas globales” (García,
2006). Estos sistemas —restándole a este término todas las connotaciones empiristas y estructuralistas
de que ha sido objeto—, interactúan entre sí y con otros sistemas, produciéndose momentos
estacionarios —no necesariamente de estatismo, sino que sus elementos fluctúan sin transformar la
estructura— y de desequilibrio.

Estos últimos, que sí afectan estructuralmente, son producidos por modificaciones —externas o propias
de él o los sistemas afectados- que requieren re-estructuraciones en el desarrollo de un metafórico
“espiral dialéctica”.

¿Qué ocurre entonces en zonas donde tienden a predominar los factores de atracción, como son las
fronteras? Al referimos a situaciones de este tenor en historia americana, es ineludible comenzar
haciendo referencia a las ideas de Frederick Jackson Turner, (1987).2 El IV Congreso Internacional de
Historia Económica (Bloomington, 1968) tuvo una sección titulada “Ocupación del suelo, poblamiento y

1
Cabe recordar los trabajos en este sentido de Alfredo Lattes y Zulma Recchini de Lattes.
2
En su obra describe la frontera como una franja extrema de una región de bajo poblamiento o colonización que
avanza progresivamente hacia una zona despoblada, cuyas tierras se entendían como adscriptas al Estado que
patrocinaba el avance de tal frontera. A pesar de algunos vicios de elaboración y peligros de extrapolación —de los
que advierte Carlos Mayo, (1989)—, pensamos que el modelo presenta algunos aspectos de contacto con nuestra
realidad.
frontera”, con el obvio objetivo de que la tesis de Turner sea discutida. En la introducción a su compilación,
Álvaro Jara, (1973)3 señala que los conceptos “ocupación del suelo” y “poblamiento” son los que
dinamizan el avance de la frontera, pero advierte:

“[…] no se puede concebir una frontera si no hay detrás de ella una base de sustentación,
como tampoco es posible desdeñar el problema de las estructuras de colonización, las
características de los elementos que juegan en la expansión”.

Y luego agrega en clara alusión a Turner:

“Percibimos al traficante, a las pieles, pero hay todo un sistema detrás de ambos, sin el
cual no tendrían razón de ser: red de navegación, mercado europeo, concepción de la vida y
posibilidades adecuadas de realización".

El considerar la frontera como un sistema complejo que incluye un cúmulo de factores (geográficos,
económicos, ideológicos, etc.) que hacen posible la “ocupación” y el “poblamiento”, amplía la
problemática de una manera que compartimos.

En la misma reunión, Rolando Mellafé, (1973) señala que históricamente se han conocido tres “tipos” o
“momentos” de frontera:

a) Frontera bélica móvil.

b) Espacios de reciente ocupación, áreas en vías de colonización.

c) Un espacio geográfico dado en el cual los procesos de producción, de estructuración institucional y


social, no se han integrado aún en un continuo normal, pero están en camino de formación o de
transformación sumamente drástica. Este proceso, presupone, además, un choque o fusión y entronque
cultural de dos o más horizontes culturales distintos.

La última acepción de frontera contendría agregados tales como frontera comercial, frontera
demográfica, frontera minera, o, como el caso por él tratado, frontera agraria.

Creemos que buena parte de este modelo de frontera como proceso se verifica en la pampeana de la
primera mitad del siglo XIX.

Esta concepción de frontera como proceso es percibida también para el caso de los EE.UU. El investigador
James Davis, (1977), refiriéndose al comportamiento demográfico en estas situaciones completa la idea.
Dice:

“It made clear the fact that the frontier was not merely a place in the space but also a
complicated process in time, a process in which specifics demographics events and other events
occurred inside of an area within a prescribed time span”.4

Las áreas receptoras de migrantes —por antonomasia las fronteras— constituyen sistemas globales
estacionarios pautados en la diacronía por hitos bastante precisos. Un conjunto de indicadores

3
La actualidad de las ponencias presentadas en esta reunión es sorprendente. Además de los trabajos citados, la
compilación cuenta con el artículo de Tulio Halperín Donghi “La expansión de la frontera de Buenos Aires (1810-
1852)”, texto que marca un hito en la historiografía en este tema a pesar de haber pasado casi desapercibido.
4
“Es claro el hecho de que la frontera no fue meramente un lugar en el espacio, sino también un complicado proceso
en el tiempo, un proceso en el que, entre otros, ocurrieron eventos demográficos específicos dentro de un área y
en el espacio de un determinado lapso de tiempo” (T. del A.).
(geográficos, políticos, económicos, biológicos y sociales) se conjugan a un tiempo generando condiciones
iniciales que podríamos llamar de “prefrontera”, predominando los factores de atracción (pull-factors).

Suscitado el flujo, las relaciones entre el espacio y los hombres y de éstos entre sí (las relaciones sociales
de producción, distribución y consumo) adquieren las características inherentes al tipo de frontera de que
se trate (agrícola, ganadera, minera, industrial, etc.) y la frontera existe, realmente en el estado
estacionario.5

Por supuesto que todo este proceso no es lineal, homogéneo o sin conflictos. Precisamente el determinar
los cortes temporales del sistema, las fuentes de atracción, los factores constitutivos y su dinámica
interna, las relaciones de intercambio con otros sistemas, los factores disruptivos, etc. deben ser la base
de las preguntas e hipótesis que movilicen el tratamiento histórico de un proceso de frontera.

Una obvia aclaración adicional: cuando hablamos de frontera no nos referimos a una separación forzosa,
sino a un área de activa vida social e intercambio entre —utilizando las palabras de Mellafé— “varios
horizontes culturales”.6 Como veremos, Lobos tiene su take off como frontera en los primeros años del
siglo XIX y es a partir de ese momento que intentaremos responder a una serie de cuestiones sobre un
caso de migración hacia la frontera pampeana.

C - El problema de las fuentes y los métodos.

En el mundo administrativo colonial no existió un documento especialmente diseñado para medir los
fenómenos migratorios, si bien varias fuentes pueden ser utilizadas para aproximarse a la magnitud de
los flujos migratorios. Se ha denostado —y a veces con justicia— la calidad de la información contenida
por padrones y censos (Arretx, Mellafé, & Somoza, 1983), pero no debemos quemar el árbol antes de
cortarlo. Es cierto que el rango de información de esta fuente puede ser limitado y que hay datos que
deberemos contrastar con otra (etnicidad, estructura familiar, fecundidad, etc.). Pero, sin embargo, es el
único documento que nos brinda un panorama totalizador de la población en un determinado momento.
Nuestra experiencia con padrones nos ha permitido medir y evaluar para la localidad bonaerense de Lobos
en 1815,7 no sólo el volumen de la migración, las regiones de origen, las ocupaciones manifiestas, las
edades posibles de migración, sexo y composición de los grupos domésticos (en adelante GD), etc.;
además, mediante el seguimiento del ritmo intergenésico de los migrantes, hemos podido acercamos a
las rutas y cronología de la migración a ese ecosistema cerealero.

El censo de 1815, se realiza con la intención manifiesta de ponderar la base demográfica para la elección
de diputados al Congreso de Tucumán.8 Registra a 1853 “almas” habitando el partido en ese año.9 Su
responsable es “don” Luis Cascallares, “Alcalde de la Hermandad”. El apellido de este joven “hacendado”
de 29 años proveniente de Buenos Aires, aparecerá varias veces ligado al poder local —en este cargo o
en el de Juez de Paz— en la figura de su padre, el importante hacendado don Francisco Cascallares (1810,
1814, 1819) y de sus hermanos Antonio (1827) y Juan Antonio (1857).10

5
Recordamos, no necesariamente de estatismo, sino que sus elementos fluctúan sin transformar la estructura.
6
Ver al respecto los esclarecedores y pioneros trabajos de Raúl Mandrini, (1987) y Miguel Ángel Palermo, (1988).
7
Archivo General de la Nación de Buenos Aires (en adelante AGN), X-8-10-4.
8
Ver AGN, Acuerdos del Extinguido Cabildo de la Ciudad de Buenos Aires (en adelante AECBA) 6 de junio de 1815.
9
Se observa una discontinuidad entre el registro 1710 y el 1770 que pensamos se debe a un error del censista al
realizar el transporte de la sumatoria parcial. De no ser así, podemos considerar al sesgo como aleatorio y de todas
formas habremos trabajado —salvados otros pocos errores de confección— con 1794 personas, es decir con el 97
% de la población. Tomamos a esta cifra —1794— como población total para todos los cálculos.
10
Ver AECBA y documentos del Archivo Municipal citados por Juan R. Angueira, (1937).
El empadronamiento se realiza alrededor del 19 de agosto. En base a los registros parroquiales hemos
podido determinar esa fecha como “cierta” eliminándose así la hipótesis de una magnitud poblacional
excepcional por la siega, aunque, si puede ser —como mes sin “r” al decir de José Hernández— el tiempo
final de la siembra. Haciendo una imaginaria reconstrucción del recorrido hecho por el empadronador,
vemos que este parte de la parroquia, pasando luego por las viviendas de habitantes del pueblo como
José Salgado —el fundador—, Genaro Chávez —suegro del padre de Cascallares en segundas nupcias,
antiguo capitán de milicias y pulpero—, el zapatero José María Benítez, el maestro de escuela mexicano
Simón Freyre... Paulatinamente van apareciendo quinteros y labradores en dirección a José Pelegrín,
comandante del fortín quién morirá durante una cruenta invasión indígena cinco años después.11 Cierra
lo que podría ser una primera etapa, el hogar del propio Cascallares. El largo millar de personas que resta
—con una apretada economía de papel y posiblemente con otro ejecutante—, presenta unidades
domésticas cada vez más pequeñas a medida que intuimos el alejamiento del pueblo.

La mayoría de ellas dedicada a la labranza. Dado que el padrón es claro al delimitar los grupos domésticos
(GD)12 —una llave los encierra, se expresa el número de los componentes al margen de ésta y, por si acaso,
una línea los separa— podremos realizar el análisis en este nivel de integración. Los hemos clasificado en:

I Solitarios.
II Grupos sin estructura familiar.
III Familias simples o nucleares.
III - 1 Familias nucleares con agregados no parentales.
III - 2 Familias nucleares con esclavos.
IV Familias extensas.
IV - 1 Familias extensas con agregados no parentales.
IV - 2 Familias extensas con esclavos.
V Familias múltiples.
D - La población de San Salvador de los Lobos

La historia del poblado se inicia oficialmente con la Guardia de San Pedro de los Lobos, que es erigida en
1779 formando parte de la renovada línea fronteriza, legua y media al norte de la laguna que da nombre
al paraje y a unas 16 leguas del puerto.13 Esta distancia podía ser recorrida por carretas con cereal en poco
más de tres días. Si la estación había sido pródiga en lluvias se debía cruzar algún arroyuelo, afluente del
río Matanza.14 La fertilidad de los terrenos, enriquecida por la existencia de lagunas permanentes
(Navarro, Lobos, Culu Culu, Las Garzas), es descrita en 1803 por el párroco de Morón. Don Domingo Pessoa
—tal su nombre—, ante una disputa con un grupo de hacendados (Andrés y Fructuoso Velázquez) que
pretendían erigir una ayuda de parroquia en sus “estancias” de la Cañada de los Pozos, defiende el lugar
elegido por estar rodeado por un sin número de chacras que tenía reunidas y estables a “labradores” y
que llegaban a “mil personas por lodos” distribuidas en reducido circuito.15

11
M.O.S.P., La conquista del Desierto 1536-1879, introducción de José María Prado, La Plata, 1987.
12
Vide infra los criterios de clasificación. Seguimos en general el modelo del “Grupo de Cambridge” (Laslett, 1972).
13
El partido de Lobos, creado en 1805, se encuentra comprendido dentro de la extensa llanura de la Provincia de
Buenos Aires denominada Pampa Deprimida y se inscribe geomorfológicamente en el área de transición hacia la
Pampa Ondulada, en el faldón que suavemente cae hacia el río Salado, su límite sur.
14
A pesar de estar entre las isohietas de 800-1000 mm, tiene características de drenaje de tipo semiárido con
formación de lagunas. Convergen en ellas numerosas cañadas, improntas de su historia geológica. Su temperatura
media invernal es baja para la campaña (menos de 10° centígrados) —lo que podría retrasar la siembra—, pero en
verano alcanza temperaturas iguales a las de la costa en un clima seco (Tricart, 1974).
15
AHPBA, C 13-1-2-54.
Hacia 1815, 1a sociedad se encontraba bastante establecida. Considerando que estamos analizando una
población rural de frontera, sorprende observar la pirámide de la misma: nos encontramos frente a una
población sana y en crecimiento.

La ancha base registra un proceso de asentamiento en los útimos 10 años, apreciándose en ella un mayor
número (108/100 hombres) lo que marca una aproximación a la tendencia general en los mamíferos
(105/100), propia de una natalidad de antiguo régimen.16

La relación entre sexos es también bastante equilibrada (relación de masculinidad de 1.07).17 No obstante,
analizando las cohortes individualmente, apreciamos algunos matices. Por ejemplo, en la cohorte de 20 a
29 años el predominio es femenino, mientras en las superiores se revierte esto notablemente.
Intentaremos explicar este hecho más adelante.

Evidentemente, recibir el tratamiento de “don” tenía peso en la sociedad colonial. Esta forma de
jerarquización continuó luego de la emancipación política. Aunque en algunas áreas de la campaña el
mismo parece haberse generalizada la población nominalmente blanca (Canedo, 2000) el uso de esta
distinción social en el partido de Lobos continúa siendo restrictivo. Sólo el 4 % son distinguidos como
“don” o “doña”, notándose un relativo equilibrio en su aplicación a

ambos sexos. Relacionando este factor con la ocupación, la edad, el lugar que ocupa en la unidad censal
y el estado civil, podemos concluir que a criterio del censista afirmando que para recibir el tratamiento de
marras la condición sine qua non es ser “blanco” (o “español” europeo o americano) y no tener
dependencia económica directa.

La etnicidad como otra forma de distinción social marca un predominio de “blancos” en el orden del 70
%, completando el cuadro un 15 % de “indios”, un 3 % de “negros” y un 12 % de “castas”18.

Establecida la población al “riesgo” del matrimonio (entre los hombres por encima de los 18 años y para
mujeres sobre los 15), obtuvimos que en ambos casos tres cuartas partes de la población de Lobos está o
ha estado casada en 1815.19

A diferencia de otros padrones realizados simultáneamente, el de Lobos registra gran parquedad en el


nomenclador de ocupaciones. Esto puede deberse a las peculiaridades de frontera de reciente
asentamiento en las que prima una actividad central. De más está decir que es la ocupación que a criterio
del censista es dominante en él pensado la que le adjudica. Esta percepción puede variar en algunos casos,
un ejemplo es en el del fundador del pueblo.20

16
Comparativamente con otros padrones rioplatenses coetáneos, es notable la calidad del registro de los menores.
Se han anotado a los niños entre 1 y 9 meses, e incluso de días.
17
Para comparar relaciones de masculinidad correspondientes a otras fronteras agrarias ver Davis, (1977).
18
Pero existen casos puntuales como el de Gregorio Coronel que nos llevan a relativizar esta consideración social.
Natural del Pago de los Arroyos y censado como “indio” en 1778, en 1815 es un labrador “blanco” de la frontera.
19
Para calcular la relación de nupcialidad para los hombres, descartamos las cohortes de 00 a 18 años ya que no hay
casos de casados dentro de las mismas, lo que nos dio un denominador de 494 personas. Para las mujeres tomamos
un criterio similar, seleccionando los 15 años como límite inferior pues hay dos casos de matrimonios a esa edad.
Esto nos dio un guarismo bastante similar: 495 personas. En cuanto al numerador, sumamos a los casados a aquellos
que han dejado de serlo. Los resultados obtenidos nos dan dos cifras sorprendentemente similares para un área de
migración: el 74 % de los hombres y el 74 % de las mujeres.
20
José Salgado es censado como hacendado, pero otra fuente lo refiere como labrador, otra como comerciante, y
una cuarta lo indica como propietario de una atahona. Evidente muestra de la complejidad encerrada en la categoría
histórica y la analítica.
Tenemos así que la inmensa mayoría (83 %) serían labradores21; al resto se los identifica como
dependientes, comerciantes, hacendados, militares, artesanos y quinteros22

Para calcular la fuerza de trabajo disponible, hemos optado dividir por géneros. Tomamos como edad de
entrada para los hombres los 15 años (ya que sólo en tres casos23 encontramos menores de esa edad con
ocupación manifiesta) y arribamos a una población potencialmente activa (PPA)24 de 552 hombres.
Considerando a los “esclavos”25 mayores de 15 años, la población económicamente activa (PEA)26 era de
453 hombres, correspondiendo más del 80 % a “labradores”. Relacionando ambas cifras, encontramos
que hay evidentemente una subvaloración del trabajo de los hijos. Para las mujeres esto es más que
evidente, ya que, obviando las 18 esclavas y 3 criadas, solamente 17 de ellas presentan ocupación. Estas
últimas son registradas como “labradoras” y por diversas causas (viudez, ausencia de cónyuge, soltería),
son todas cabezas de familia (CF).

E - Originarios y migrantes

El peso que la inmigración tiene en Lobos es notorio ante una simple mirada al censo (Gráfico 1). La
pirámide nos permite apreciar cómo los migrantes disminuyen hacia la base. Sólo el 38 % de la población
es originaria de Lobos (690 habitantes), siendo su edad promedio los 10 años. Como contrapartida, el 92
% de la PEA está constituida por migrantes. Es lógica y esperable esta situación, pues como dijimos, el
concepto “frontera” tiene su correlato en “inmigración”. Trataremos a continuación de responder algunas
preguntas acerca de estos migrantes.
Gráfico 1 Pirámide de edades de Lobos en 1915. En celeste los inmigrantes y en verde los nativos de Lobos.

>70 HOMBRES MUJERES

60 a 69

50 a 59

40 a 49

30 a 39

20 a 29

10 a 19

0a9

400 300 200 100 0 100 200 300 400

Fuente: AGN-10-8-10-4. Población total 1794 personas. Sin edad 3 mujeres.

¿De dónde vienen?: las áreas expulsoras

21
Para un análisis del comportamiento demográfico en estos labradores ver José Mateo, (1993).
22
Hay además dos clérigos, 2 troperos, 1 resero y 1 maestro.
23
Dos “labradores de 12 años” y un “hacendado” de 14.
24
Es decir, aquellos que por su edad están expuestos al “riesgo” de trabajar.
25
Si bien la denominación denota una situación socio-jurídica y no una ocupación determinada, indudablemente
forman parte de la PEA.
26
Nos referimos a aquellos que son designados como ejerciendo alguna ocupación.
Gráfico 2 Intensidad del movimiento hacia Lobos

Fuente: Elaboración propia en base a datos de AGN-10-8-10-4.

Dentro del espectro total de la migración hacia Lobos, el mayor aporte lo realiza la campaña porteña27. El
44 % de los migrantes proviene de sus partidos, y de entre ellos Morón conjuga la mayor contribución
seguido de Luján. Si le sumamos Buenos Aires, el 60 % de los migrantes habrían migrado
intraprovincialmente.

Desde el noroeste (Gráfico 2) habría arribado un 27 % de los habitantes de Lobos, en su mayoría


santiagueños, siguiéndole los cordobeses.28 Si bien son menos que los provenientes de la campaña son
mayoritarios los GD encabezados por migrantes de este sector. El noroeste aportaría una mayoría
masculina (183 hombres y 102 mujeres) y la campaña y Buenos Aires una femenina (280/342). El resto se
reparte entre europeos (35), africanos (28), litoraleños (25) y cuyanos (24) cerrando un mexicano y un
“patagónico”.

¿Quiénes vienen?: Edad, sexo, ocupación, etnicidad, nupcialidad.

Como decíamos, el 62 % de la población de Lobos no es nativa. Vemos en la pirámide a más de un millar


de migrantes apoyados sobre una ancha base de originarios. La edad media de estos migrantes es de 30
años, una diferencia visible con los originarios.

Un análisis por cohortes nos revela que si bien hay una relación de masculinidad general entre los
migrantes con alto predominio masculino (111/100), aunque bastante menor al encontrado por Jorge
Gelman para la Banda Oriental, (1993), se observa que este indicador favorece a las mujeres en las tres
primeras para revertirse esto en las siguientes al igual que ocurría con la población global.

27
Tenemos 68 casos registrados como “americano", que si bien presumimos su origen no los incluimos. Hay dos
casos en que no hemos podido determinar el sitio y uno en que no figura. Todos estos casos constituyen el 4 % de
la población global.
28
Hay también salteños, catamarqueños, tucumanos, puntanos y altoperuanos.
Haciendo las consideraciones que expusimos para calcular la población de riesgo, tenemos que el número
de hombres que están o han estado casados se mantiene proporcionalmente (76 %), creciendo en las
mujeres (78 %). Si a esto le agregamos la peculiaridad de ser migrantes y una diferencia media entre los
cónyuges de 10 años a favor de los hombres, podríamos explicar la inversión en la relación de
masculinidad que se observa en las cohortes menores a 30 años, así como la mayor concavidad que se
observa en la pirámide. Esto último nos hace presumir el arribo a Lobos de una cantidad importante de
parejas constituidas previamente a la migración, por lo menos de uno de los cónyuges29, presunción que
otros datos confirman.

También predominan aquellos considerados blancos y a excepción de los negros que ganan un poco de
representatividad y los indios que pierden otro tanto, el esquema es muy similar al general. Con las
ocupaciones manifiestas los cambios en la estructura tampoco difieran del total.

Como anticipáramos, la mayor parte de la PEA es inmigrante y sólo pierden representatividad los
labradores (hay 40 labradores locales) ganándola a sus expensas las demás ocupaciones en forma
proporcional.

¿Cómo vienen? Estructura de los grupos migrantes

La población migrante hacia Lobos se constituye en 387 de los 422 GD, predominando las familias
nucleares (tipo III) en un 85 %. ¿Dónde y cuándo se conformaron los matrimonios?30 Tomado a los CF
masculinos de los orígenes más numerosos31 tenemos que en el 40 % de los casos coincide la “patria” de
ambos cónyuges, un 48 % se ha casado con mujeres en hipotéticas “escalas” hacia Lobos y el 12 % restante
lo ha hecho con nativas de Lobos. Estas cifras nos sugerirían que a la frontera había que llegar por lo
menos casado, quizás porque comprensiblemente la oferta de esposas estaría allí limitada.

Pero una pareja puede formarse en cualquier parte sin que el lugar sea un dato requerido para un padrón
(sobre todo pre estadístico); veamos que ocurre con los hijos, hecho que por lo menos asegura la
presencia de la madre en sitio cierto.

Atendiendo a los mismos orígenes de migración del CF —pero ahora agregándole la condición de padre—
tenemos una ligera mayoría de primeros hijos nacidos en Lobos; pero el resto, (48

%) registra nacimientos previos al arribo. Un 22 % han nacido en la ruta del CF o la pareja hacia Lobos; y
el 26 % lo ha hecho en el lugar de origen del padre. Estas cifras son significativas del vínculo entre
migración, matrimonio y frontera, siendo una muestra bastante elocuente de una migración familiar
importante.

De acuerdo a los criterios que enunciáramos, los GD tendrían la siguiente estructura:


Cuadro 1 Estructura de las unidades censales en Lobos en 1815

Tipo Originarios Parcial Migrantes Parcial


I Solitarios 5 5 30 30
II Grupos sin estructura familiar 2 2 8 8
III Familias simples o nucleares 26 16
Con agregados no parentales --- ---
Con esclavos 1 15

29
Y no siempre de la mujer. Hay casos en que evidentemente han migrado mujeres acompañando a padres y
hermanos antes e constituirse en parejas
30
O las parejas (Mateo, 1996).
31
Santiago del Estero, Morón, Córdoba, Buenos Aires, Cuyo, Tucumán, Lujan, Pilar y San Luis.
Parcial 27 329
IV Familias extensas --- 10
Con agregados no parentales 1 3
Con esclavos --- 1
Parcial 1 16
V Familias múltiples --- 4
Total 35 383
Fuente: Elaboración propia en base a datos de AGN-10-8-10-4.

El cuadro grafica claramente el predominio de la estructura familiar nuclear, preponderante tanto en GD


encabezados por originarios como por migrantes. Muestra además la escasísima mano de obra ajena al
grupo familiar presente en las unidades domésticas.

¿Cuándo Vienen? Los ritmos de la migración

¿Cuándo migraron estos labradores hacia Lobos? Hemos tratado un intento de respuesta a esta pregunta
mediante el análisis de la edad de los primeros hijos nacidos en el lugar de destino (Gráfico 3). Suponiendo
su concepción en Lobos, el período de gestación y la fecha probable de confección del censo, adjudicamos
el año 1814 a los primeros hijos nacidos en Lobos de un año o menores. Decrecemos desde esa fecha
hasta 1795. Tomamos esa fecha por cubrir al grueso de la población migrante con hijos nativos, no
retrocediendo más allá por el problema del redondeo mayor en las edades luego de los 20 años. Como
podremos ver en el gráfico, hay dos momentos claramente diferenciados en este proceso. Con una
tendencia central de crecimiento, entre —aproximadamente— 1795 y 1802 habrían arribado a Lobos
unas 3 o 4 familias anuales, pero a partir de 1803 la media de familias que llegan a Lobos crece hasta un
12,5 con un piso de 8. Los picos se registran en 1803, 1806-7, 1813-4, y los baches en 1805 y 1809-10.
Gráfico 3 Posible ritmos de arribo a Lobos de los migrantes

Fuente: Elaboración propia en base a datos de AGN-10-8-10-4.

¿En qué momento de su vida llegan a Lobos?

Relacionando la edad del primer hijo nativo con la edad del CF, tenemos que sólo el 19,6 % de los
migrantes —según este criterio de determinación— llegó antes de los 25 años, el 40,8 antes de los 30 y el
59,2 % luego de esa edad. Si consideramos que dentro de este grupo de CF padre de un hijo nacido en
Lobos, tenemos 8 mujeres CF, de las cuales 6 son viudas, 1 es casada con marido ausente (la otra figura
soltera), y la menor de estas tiene 23 años y el resto supera los 25, vemos que la tendencia dominante
podría aumentar su representatividad.

¿Por dónde vienen?: Las rutas de migración

Para tratar de responder a esta pregunta trabajaremos con sub-grupos cuyos CF deberán cumplir la
condición de padre además de la de migrante. Relacionaremos, por un lado, el origen de los CF masculinos
con el de sus esposas y el de sus hijos. Por otro, trataremos de analizar las rutas de migración femenina
contrastando a los CF femeninos más las esposas de los CF masculinos con el origen de los primeaos hijos.

De los 422 GD que constituyen la población de Lobos en 1815, (incluyendo a los “solitario”), 387 están
encabezados por hombres. De estos, la mayor porción (42 %) proviene del noroeste, seguidos por los de
la campaña (27 %). El tercer lugar lo ocuparían los europeos con algo más de un 7 %, y luego vendría
Buenos Aires con un 6,5 %. Veremos el comportamiento de estos cuatro sectores que en conjunto superan
el 83 % de la población.32

Sobre 163 GD con CF migrante desde el noroeste, 142 conforman matrimonios con ambos cónyuges
presentes.33 Una gran parte son parejas que comparten el mismo lugar de origen (58). Pero la mayoría
han constituido con mujeres rioplatenses, siendo la campaña previa a la frontera el origen preponderante
de éstas (77). De esto se deduce que bastante más de una tercera parte (42 %) habría realizado por lo
menos un movimiento migratorio antes de arribar a Lobos.

La presunción anterior es abonada por el análisis del lugar de nacimiento de los hijos: de los 142 CF
considerados, 106 cumplen la condición de padres. Cerca de la mitad de sus primeros hijos han nacido en
Lobos y casi una cuarta parte en tomo al origen del CF, pero un 30 % lo han hecho en intentos previos
dentro del área rioplatense.

Hay 144 CF provenientes de la campaña, de los cuales 103 son hombres y 88 están casados al momento
del censo.

De estos últimos, 82 lo han hecho con mujeres no-nativas de Lobos (en 71 casos originarias de distintas
zonas de la campaña). De los 88 casados, 69 son padres y 43 han tenido su primer hijo en Lobos. Lo inverso
ocurre con los 25 CF hombres de la ciudad de Buenos Aires: 25 están casados y 13 son padres. Las esposas
son mayoritariamente de Buenos Aires (14), siendo sólo 2 de Lobos y el resto de la campaña.

De los primeros hijos, 6 son de Buenos Aires, 3 de la campaña y 4 de Lobos. Los europeos presentan un
patrón disperso tanto en el origen de sus esposas como en el de sus hijos.

¿Cómo es la migración femenina?

Había en Lobos 371 mujeres que son esposas o CF. En 152 casos provienen de la campaña (41 %),
incrementándose hasta 211 (57 %) incluyendo a Lobos y hasta 258 (70 %) agregando a Buenos Aires. Lo
destacable es que Morón, con 67 casos, es la zona de mayor oferta de mujeres, siguiéndole Lobos con 59,
Buenos Aires con 46. Luego vendrían Luján con 36 y Pilar con 15, cerrando los orígenes más destacados.

De estas 152 mujeres de la campaña, 36 no han procreado hasta 1815. De las que sí lo han hecho, 60 han
tenido el primer hijo en Lobos, 43 en la campaña y los 8 restantes en Buenos Aires.

32
El resto se reparte en 23 casos de Lobos, 15 casos de Cuyo, 10 del Litoral, 11 sin determinar, un “patagónico” y un
mexicano.
33
Hay 5 casos de casados con esposa ausente, 10 solteros y 5 viudos.
Cumplen las condiciones requeridas (mujer y migrante, esposa y CF) 76 (20 %) mujeres provenientes del
noroeste, de estas 53 son madres. La mayoría (30) ha procreado en su región, 11 lo han hecho en la ruta
(6 en la campaña) y 13 en Lobos.

Este acercamiento a las rutas por medio de nacimientos y matrimonios estaría mostrando que aquellas
migraciones que tienen su origen en el noroeste probablemente hayan sido mayoritariamente familiares,
y aún aquellos que migran solos (hay 10 casos de solteros provenientes de allí) formaren pareja (con
mujeres de Morón, Lujan o Pilar preferentemente) en la campaña antes de llegar a destino. Los migrantes
intraprovinciales en cambio, parecieran migrar mayoritariamente en parejas sin hijos.34

¿Por qué migran?

“Una infinidad de gentes santiagueñas, cordobeses y de otras varias razas, los unos con
sus familias que traen, y los otros si ellas, se introducen y se agregan a otros de su clase y a poco
tiempo forman sus chozas en los terrenos de los propietarios; contra la voluntad de estos; con los
que logran llamándose labradores burlar a los dueños de los terrenos..."35

He aquí una pregunta de valor universal y de infinitas respuestas. Para la mayoría de los casos36, las
razones podrían quizás resumirse en la ilusión de encontrar, en el destino elegido, las posibilidades de
realización que su comarca les niega. El investigador británico Peter Clark, (1979) ha visto una relación
“directa” entre el rango o distancia de la migración y el deterioro de las condiciones de vida. La migración
transoceánica fue el último recurso, luego de una serie de movimientos a distancias crecientes, en la
Inglaterra de 1660 a 1730. Más allá del tiempo, el espacio y la cultura, se constata el anhelo por
permanecer en el medio del que uno es parte.

Pero por sobre estas cuestiones existenciales, el caso que nos ocupa adquiere aristas más agudas y
concretas: estamos frente a dos vertientes de un proceso que sería preciso ver en la larga duración. Por
un lado, tenemos una perenne migración desde el interior al Plata; y por el otro, un corrimiento o presión
de población sobre la frontera pampeana. Pero, ¿por qué a Lobos? o, en otras palabras ¿por qué
disputarle el espacio al aborigen para producir cereal en un mundo donde —se dice— sólo se come carne?
Evidentemente el esfuerzo de migrar —solo o familiarmente— tuvo que tener su recompensa.

El libre acceso al uso del suelo a las proteínas que del mismo se obtienen parece ser una respuesta cierta,
pero también se infiere de este comportamiento que en otras partes de la campaña las cosas se han vuelto
más difíciles para estos migrantes.37 Si bien es clara y documentada la existencia de explotaciones de gran
magnitud38, el grueso de la población “siembra agregada” , utilizando, como se percibe de las estructuras
domésticas, la mano de obra que puede aportar el grupo familiar. Es a estos a quienes llamamos
“campesinos agricultores”. Ellos producen para la subsistencia, pero también para un mercado39. Esto

34
Hay 32 casos de migrantes de Morón en el que ambos cónyuges participan de idéntico origen, 19 tienen hijos,
pero sólo 7 primeros hijos de estos han nacido en la patria de sus padres y 12 han nacido en Lobos, esto nos estaría
indicando una migración modal desde Morón compuesta de matrimonios sin hijos.
35
Alcalde de la Hermandad de Navarro en 1810, citado Por Alfredo Juan Montoya, (1971).
36
Excluimos obviamente a quienes son físicamente forzados a migrar.
37
Un desarrollo más pormenorizado de estas cuestiones en los trabajos de Juan Carlos Garavaglia, (1989a, 1989b).
38
El caso de Francisco Cascallares —indudablemente el mayor productor de la zona— sería el que mejor se ajusta
al modelo tradicional de estancia, aunque con muchas reservas.
39
1803, el año umbral de la migración masiva hacia Lobos, coincide con el salto del precio del trigo en Buenos Aires
de 26 a 76 reales la fanega (Johnson, 1990 y AECBA, actas de enero, abril, junio, setiembre y octubre de ese año).
último, sin embargo, en condiciones tan precarias que les obliga a vender sus sementeras aún antes de
recogerlas40, mostrando cuán al limité se vive aún en la abundancia de la Pampa Húmeda.

Epílogo

Como hemos podido apreciar, Lobos fue desde fines del siglo XVIII un área receptora de una fuerte
inmigración. Se movilizaron hasta allí en la búsqueda de condiciones de vida que su lugar de origen les
negaba —ninguna migración es completamente voluntaria—, cerca de un millar de personas en poco más
de 10 años, Morón —sobre todo— y Luján, parecieran ser las vías preferenciales por las que estos
campesinos migrantes accedieron a Lobos. Sin embargo, las áreas expulsoras se encuentran tanto fuera
de la campaña como dentro de ella, proceso que adquiere características de presión demográfica. Si bien
son mayoría aquellos que han nacido en la campaña bonaerense, el grueso de los grupos estaba
encabezado por hombres que han migrado desde el interior.

Estos hicieron —solos o con sus familias— algún intento previo al establecimiento en la frontera.

Los migrantes constituyen mayoritariamente matrimonios de hombres por encima de los 30 años, casados
con mujeres una decena de años menor que ellos. Lobos les ofreció otra oportunidad, y allí llegaron con
hijos los que iniciaron su periplo en el noroeste, o a tenerlos los que migran desde la misma campaña.

El movimiento hacia Lobos se inicia a fines del siglo XVIII, pero hacia 1803 se acelera notablemente
(coincidiendo esto con el despegue del precio del trigo). Hay momentos en que el flujo pareciera decaer,
quizás por las sequías (1804-1807), quizás por las levas producidas por las invasiones británicas o el
reclutamiento compulsivo de los ejércitos de Castelli y Belgrano.

Los santiagueños, que parecieran estar obligados a abandonar su tierra desde la noche de los tiempos,
encontraron en Lobos otro lugar adonde echar raíces. Junto a ellos, cordobeses, puntanos, mendocinos...
y sobre todo muchos habitantes de la misma campaña, se atrevieron a desarrollar una actividad de alto
valor de flete a por lo menos tres días del puerto; y en un ecosistema a veces compartido, pero otras
muchas disputado con el indio.

A semejanza del modelo de Turner, la oferta de tierras sería un fuerte factor de atracción, aunque no
sabemos a ciencia cierta en qué medida estas tierras eran libres. Sin embargo, el predominio de la
estructura familiar nuclear sugiere un fácil acceso por parte de los matrimonios a la vida independiente
de sus padres y hermanos.41Esto ocurre por lo menos hasta 1815. El caso de Lobos abre sin embargo otros
muchos interrogantes, y de entre ellos se destaca el incierto destino de estos campesinos agricultores
cuando el derecho de dominio sobre el suelo se ejercitó objetivamente.

Migración y frontera son dos problemas que están en la médula de la historia americana, aún de la más
reciente. La expansión sobre el oeste norteamericano es contemporánea con el ocurrido sobe la Pampa
Húmeda, y si bien ambos procesos se iniciarían con mecanismos similares a la ocupación “espontánea”
de tierras por migrantes pioneros, pronto adquirirán diferencias significativas. Las consecuencias de este
giro están en la raíz de nuestro presente.

Bibliografía

40
Así lo atestigua el párroco José García Miranda en el infausto año de 1808. La sequía del año anterior se lleva
también la parte de las primicias (ca. 0,18 % de la producción) que sólo llegaba ese año “a media fanega" (AGN -IX -
1-4-5).
41
Ver al respecto de la relación entre acceso a la tierra y estructura familiar el trabajo de Lutz K. Berkner, (1978).
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