La Inutilidad de Los Libros

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¿Para qué han servido los libros, puede decirme usted?

Yo, con toda sinceridad, le declaro


La inutilidad de los libros que ignoro para qué sirven los libros. Que ignoro para qué sirve la obra de un señor Ricardo
Rojas, de un señor Leopoldo Lugones, de un señor Capdevilla, para circunscribirme a
Por Roberto Arlt este país.

Me escribe un lector: El escritor como operario


“Me interesaría muchísimo que Vd. escribiera algunas notas sobre los libros que Si usted conociera los entretelones de la literatura, se daría cuenta de que el escritor es un
deberían leer los jóvenes, para que aprendan y se formen un concepto claro, amplio, de señor que tiene el oficio de escribir, como otro de fabricar casas. Nada más. Lo que lo
la existencia (no exceptuando, claro está, la experiencia propia de la vida)”. diferencia del fabricante de casas, es que los libros no son tan útiles como las casas, y
después… después que el fabricante de casas no es tan vanidoso como el escritor.
No le pide nada el cuerpo… En nuestros tiempos, el escritor se cree el centro del mundo. Macanea a gusto. Engaña a
No le pide nada a usted el cuerpo, querido lector. Pero, ¿en dónde vive? ¿Cree usted acaso, la opinión pública, consciente o inconscientemente. No revisa sus opiniones. Cree que lo
por un minuto, que los libros le enseñarán a formarse “un concepto claro y amplio de la que escribió es verdad por el hecho de haberlo escrito él. El es el centro del mundo. La
existencia”? Está equivocado, amigo; equivocado hasta decir basta. Lo que hacen los gente que hasta experimenta dificultades para escribirle a la familia, cree que la mentalidad
libros es desgraciarlo al hombre, créalo. No conozco un solo hombre feliz que lea. Y tengo del escritor es superior a la de sus semejantes y está equivocada respecto a los libros y
amigos de todas las edades. Todos los individuos de existencia más o menos complicada respecto a los autores. Todos nosotros, los que escribimos y firmamos, lo hacemos para
que he conocido habían leído. Leído, desgraciadamente, mucho. ganarnos el puchero. Nada más. Y para ganarnos el puchero no vacilamos a veces en
Si hubiera un libro que enseñara, fíjese bien, si hubiera un libro que enseñara a formarse afirmar que lo blanco es negro y viceversa. Y, además, hasta a veces nos permitimos el
un concepto claro y amplio de la existencia, ese libro estaría en todas las manos, en todas cinismo de reírnos y de creernos genios…
las escuelas, en todas las universidades; no habría hogar que, en estante de honor, no
tuviera ese libro que usted pide. ¿Se da cuenta? Desorientadores
No se ha dado usted cuenta todavía de que si la gente lee, es porque espera encontrar la La mayoría de los que escribimos, lo que hacemos es desorientar a la opinión pública. La
verdad en los libros. Y lo más que puede encontrarse en un libro es la verdad del autor, no gente busca la verdad y nosotros les damos verdades equivocadas. Lo blanco por lo negro.
la verdad de todos los hombres. Y esa verdad es relativa… esa verdad es tan chiquita… Es doloroso confesarlo, pero es así. Hay que escribir. En Europa los autores tienen su
que es necesario leer muchos libros para aprender a despreciarlos. público; a ese público le dan un libro por un año. ¿Usted puede creer, de buena fe, que en
un año se escribe un libro que contenga verdades? No, señor. No es posible. Para escribir
Los libros y la verdad un libro por año hay que macanear. Dorar la píldora. Llenar páginas de frases.
Calcule usted que en Alemania se publican anualmente más o menos 10.000 libros, que Es el oficio, “el métier”. La gente recibe la mercadería y cree que es materia prima, cuando
abarcan todos los géneros de la especulación literaria; en París ocurre lo mismo; en apenas se trata de una falsificación burda de otras falsificaciones, que también se
Londres, ídem; en Nueva York, igual. inspiraron en falsificaciones.
Piense esto:
Si cada libro contuviera una verdad, una sola verdad nueva en la superficie de la tierra, el Concepto claro
grado de civilización moral que habrían alcanzado los hombres sería incalculable. ¿No es Si usted quiere formarse “un concepto claro” de la existencia, viva.
así? Ahora bien, piense usted que los hombres de esas naciones cultas, Alemania, Piense. Obre. Sea sincero. No se engañe a sí mismo. Analice. Estúdiese. El día que se
Inglaterra, Francia, están actualmente discutiendo la reducción de armamentos (no conozca a usted mismo perfectamente, acuérdese de lo que le digo: en ningún libro va a
confundir con supresión). Ahora bien, sea un momento sensato usted. ¿Para qué sirve esa encontrar nada que lo sorprenda. Todo será viejo para usted. Usted leerá por curiosidad
cultura de diez mil libros por nación, volcada anualmente sobre la cabeza de los habitantes libros y libros y siempre llegará a esa fatal palabra terminal: “Pero sí esto lo había pensado
de esas tierras? ¿Para qué sirve esa cultura, si en el año 1930, después de una guerra yo, ya”. Y ningún libro podrá enseñarle nada.
catastrófica como la de 1914, se discute un problema que debía causar espanto? Salvo los que se han escrito sobre esta última guerra. Esos documentos trágicos vale la
pena conocerlos. El resto es papel…

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