El Matrimonio Dios en El Centro Manuscrito

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Seminario Básico

El matrimonio
Clase 1: ¿Está Dios en el centro de su matrimonio?
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Introducción: Discusión entre Jim y Jill


Comencemos con la historia de una pareja llamada Jim y Jill. Jill y Jim hablan acerca de un desacuerdo sobre
sus finanzas.

Jill: «¿Necesitamos pensar qué hacer con nuestro dinero? Este año tenemos más de lo que esperábamos».

Jim: «Esa es una buena pregunta. Podemos contactar a un asesor financiero en mi trabajo y ver si tiene algún
consejo. Pero cuesta dinero ir a verlo».

Jill: «Pero el dinero ha estado detenido en la cuenta por un tiempo. Necesitamos hacer algo».

Jim: «Lo sé... lo sé. Tenemos que hacer algo al respecto, pero no me quiero precipitar. ¿No confías en mí?
Estuvimos de acuerdo en que yo me haría cargo de las finanzas».

Jill: «Cariño, yo confío en ti, pero no eres muy proactivo en lo que se refiere a inversiones».

Jim (en tono sarcástico): «¡Bueno, podría mencionar algunas áreas en las que tú no eres proactiva que nos están
haciendo daño!».

Jill (ofendida por el último comentario): «Basta, Jim. Eso fue cruel».

Jim: «Bueno, es verdad».

Jill empieza a llorar. Jim enojado abandona la habitación. Fin de la discusión.

Ahora usted y yo podríamos escuchar una conversación como esta y decir: «Esa pobre pareja….tienen muchos
problemas que resolver, ¿no es así?». Jill cuestionó la manera en que Jim maneja las finanzas de la familia. Jim
estaba a la defensiva («yo me haré cargo») y luego pasó a la ofensiva («podría mencionar algunas áreas en las
que tú no eres proactiva...»). Jill hizo una crítica honesta de Jim, pero Jim lo tomó de manera personal. Jill se
ofende por la respuesta de Jim y comienza a llorar. En lugar de reconciliarse y disculparse, Jim abandona la
habitación enojado, lo cual nunca es una buena manera de terminar una discusión conyugal.

Sería fácil observar a esta pareja y pensar que tienen una gran cantidad de problemas en su matrimonio:
discutiendo sobre finanzas, personalizando comentarios, y no manejando bien el conflicto. Pero créalo o no, su
mayor problema no es el dinero, la comunicación, ni tampoco su relación conyugal. Su mayor problema es que
su matrimonio está sin Dios. En el caso de Jim y Jill, usted encontrará que este tipo de conversación no es
extraña. Hablando de manera práctica, la mayor parte de su matrimonio no involucra a Dios. Ellos hablan
mucho acerca de su relación, de sus «asuntos», de sus empleos, pero muy poco sobre Dios. ¿Se parece usted a
Jim y Jill? ¿Vive usted en un matrimonio sin Dios?

En muchos de nuestros matrimonios Dios no está en el centro. Incluso como cristianos, tristemente vivimos
matrimonios ateos: matrimonios que están desprovistos de Dios y su Palabra. Seguro que vamos a la iglesia.
Seguro que muchos de nosotros tratamos de leer la Biblia de manera personal. Seguro que queremos ser más
fieles. Sin embargo, en realidad, muchos de nosotros frecuentemente no ponemos a Dios y su Palabra en el
centro de nuestras relaciones matrimoniales.

Tres razones que dan lugar a matrimonios sin Dios


Así que la pregunta obvia es: «¿Por qué?». ¿Por qué es este el caso? ¿Por qué muchos de nosotros vivimos en
matrimonios sin Dios?

1. Nuestra inmadurez espiritual

«De manera que yo, hermanos, no pude hablaros como espirituales, sino como a carnales, como a
niños en Cristo. 2 Os di a beber leche, y no vianda; porque aún no erais capaces, ni sois capaces
todavía, 3 porque aún sois carnales; pues habiendo entre vosotros celos, contiendas y disensiones,
¿no sois carnales, y andáis como hombres? 4 Porque diciendo el uno: Yo ciertamente soy de Pablo;
y el otro: Yo soy de Apolos, ¿no sois carnales?» (1 Corintios 3:1-4).

Pablo se dirige a los corintios y critica su inmadurez espiritual. A pesar de que son cristianos, Pablo los condena
por ser más mundanos que espirituales. La crítica más fuerte está en su manera de llamarlos: él los llama «niños
en Cristo» (v. 1). Observe la analogía: Así como bebé que no está listo para la comida sólida, de la misma
manera Pablo le da a los corintios leche en lugar de comida sólida. ¿Y por qué? Versículo 3: «porque aún sois
carnales».

En nuestro matrimonio, cuando estamos más preocupados por cosas del mundo que por los asuntos espirituales,
manifestamos nuestra inmadurez en la fe. En el caso de los corintios, su naturaleza pecaminosa fue manifiesta
por sus celos y contiendas y las divisiones que resultaron de su lucha por sus líderes favoritos. En nuestro
matrimonio puede ser igual. En nuestro matrimonio, estamos más preocupados por las cosas de este mundo más
que por Dios, Cristo, la iglesia, la Biblia o nuestra fe. Y así nuestras dietas espirituales reflejan lo mismo: solo
tomamos leche en lugar de comida sólida.

2. Nuestra incredulidad y egoísmo


El autor de Hebreos escribe:

«12 Mirad, hermanos, que no haya en ninguno de vosotros corazón malo de incredulidad para
apartarse del Dios vivo; 13 antes exhortaos los unos a los otros cada día, entre tanto que se dice: Hoy;
para que ninguno de vosotros se endurezca por el engaño del pecado. 14 Porque somos hechos
participantes de Cristo, con tal que retengamos firme hasta el fin de nuestra confianza del principio»
(Hebreos 3:12-14).

El autor de Hebreos se dirige a cristianos (por eso el término «hermanos») y les advierte acerca de escoger la
incredulidad. Observe la espantosa consecuencia de la incredulidad: la persona «se aparta del Dios vivo» (v. 12)
y nuestros corazones «pueden endurecerse por el engaño del pecado» (v. 13).

Advertencia a los cristianos acerca de ser no cristiano. En un salón tan grande como este, están obligados a ser
personas que se identifican como cristianos y, sin embargo, su elección consecuente de seguir un camino sin fe
muestra que usted probablemente no es cristiano. En las decisiones que toma en su vida y en su matrimonio,
demuestra constantemente que ha puesto más fe en sí mismo o este mundo que en seguir a Dios. Piense un
momento en su matrimonio: ¿refleja su matrimonio un camino de fiel que sigue a Dios y busca obedecer su
Palabra, o ha consecuentemente escogido no creer en Dios y seguirle? La advertencia para usted es: si
constantemente escoge la incredulidad en su vida y matrimonio, no puede mantener la confianza de que es
cristiano. Por tanto, el autor de Hebreos dice en el versículo 14: «Porque somos hechos participantes de Cristo,
con tal que retengamos firme hasta el fin de nuestra confianza del principio».
Advertencia a los cristianos sobre ceder ante el ateísmo momentáneo. Para la mayoría de nosotros aquí hoy, la
pregunta no es sí somos cristianos o no. Más bien, la pregunta sería como cristianos, ¿si hay ciertos momentos
en nuestro matrimonio donde elegimos la incredulidad y no luchamos por la fe? Los matrimonios cristianos
pueden frecuentemente estar llenos del ateísmo momentáneo: elegimos un camino sin fe en lugar de confiar en
Dios. A veces debido a la ignorancia no pensamos en Dios y en cómo su Palabra se relaciona con nuestras
vidas. Podríamos llamar a esto una incredulidad pasiva. Tal vez observamos a nuestros padres vivir en
matrimonios infieles, y por eso estamos familiarizados con ello. O tal vez nunca fuimos enseñados sobre cómo
aplicar la Palabra de Dios a nuestro matrimonio, así que vivimos como mejor sabemos.

Pero con mayor frecuencia, nosotros (como cristianos) estamos activamente escogiendo la incredulidad.
Conocemos el camino de Dios, pero elegimos un camino diferente, uno que implica alejarse de Dios. Estamos
escogiendo una rebelión deliberada contra Dios. Sé lo que Dios me dice, y escojo no hacerlo.

Esposos, una incredulidad activa en su matrimonio podría lucir así:


 Yo sé que tengo que entregar mi vida por mi esposa, como Cristo entregó su vida por la iglesia, pero
escojo no hacerlo. En lugar de servirle, prefiero satisfacer mi propia comodidad y deseos (Efesios 5:21-
33; Marcos 10:43-45).
 Yo sé que tengo que comprometerme con mi esposa emocionalmente, pero es más fácil evitar los
asuntos difíciles y permanecer superficial.
 Yo sé lo que quiero de nuestro matrimonio y de nuestra vida, por tanto, controlo a mi esposa. Yo le digo
qué hacer y cómo hacerlo. No quiero que Dios esté a cargo; yo quiero estar a cargo.
 Yo sé que tengo que confesar mi pecado a mi esposa y ser humilde, pero mi orgullo me impide hacerlo.

Esposas, una incredulidad activa en su matrimonio podría lucir así:


 Yo sé que soy más competente que mi esposo. En lugar de seguir su liderazgo, prefiero tomar control de
la situación (Gn. 3:15).
 Yo estoy herida o frustrada y, por eso, como venganza digo cosas ofensivas o manifiesto mi enojo
(Efesios 4:29; Mateo 12:34-35).
 Yo voy a confiar en mis suposiciones acerca de él más que confiar en su carácter probado o su
trayectoria.
 Yo voy a fastidiarlo hasta obtener lo que quiero (Jueces 16:16).
Hacer las cosas que Dios te pide requiere fe/confianza en Dios. Si no confiamos en Dios, es más fácil seguir el
camino de la incredulidad. En cada uno de los ejemplos que mencioné, el esposo o la esposa están escogiendo
seguir su propio camino en lugar de confiar que el camino de Dios es mejor para su matrimonio. Si no escojo a
Dios, ¿a quién o a qué estoy escogiendo en su lugar? Generalmente a mí mismo. Estoy escogiendo confiar en
mí mismo antes que en Dios. Si Dios no está en el centro de mi matrimonio, si no confío en Dios o sus caminos,
entonces la alternativa es generalmente hacer que mi matrimonio sea fundamentalmente acerca de mí. La
incredulidad con frecuencia conduce rápidamente al egoísmo, o viceversa. Observe como todas las
declaraciones anteriores para esposos y esposas comenzaron con «Yo…»: Yo sé, yo estoy herida, yo quiero, to
asumo, etc.

3. Atrapados en lo horizontal y olvidando la gloria de Dios


El matrimonio existe en dos planos: el horizontal y el vertical. La relación horizontal, lo que sucede entre mi
cónyuge y yo, cómo hablamos, cómo amamos, cómo discutimos, la manera en que somos como padres, cómo
vivimos juntos..., a esto se refiere la Escritura como la dinámica de una sola carne (Génesis 2:24). Uno de los
objetivos de mi matrimonio es la unidad. Eso es lo que significa «una sola carne»: unidad, trabajo en equipo, o
como Jesús lo describe en Marcos 10, dos que se convierten en uno solo (versículos 8-9).

¿Qué ocurre en el día a día de los afanes del matrimonio? Frecuentemente nuestras decisiones y actitudes
pecaminosas en el matrimonio nos mantienen arraigados en la dinámica horizontal. Está preocupado por su
cónyuge: lo que hace, piensa, reacciona, desea, actúa, etc. Debido a que las batallas diarias del matrimonio se
pelean en las trincheras, muchas veces perdemos de vista las cosas más grandes. Podemos rápidamente
olvidarnos de la dimensión vertical de nuestro matrimonio.

El objetivo final de nuestro matrimonio es glorificar a Dios. Más que solo una relación humana, el matrimonio
está destinado a mostrar una mayor realidad espiritual, la relación de Cristo y su esposa la iglesia (Efesios 5:21-
33). Así que su matrimonio no se trata solo de ustedes dos. Está supuesto a ser sobre Dios y su mayor gloria.
«Si, pues, coméis o bebéis, o hacéis otra cosa, hacedlo todo para la gloria de Dios» (1 Corintios 10:31).

Uno de los errores clásicos de la mayoría de los matrimonios cristianos es que pasamos la mayor parte de
nuestro tiempo en un plano horizontal; y prestamos poca o ninguna atención a las dimensiones verticales del
matrimonio. En el caso de Jim y Jill, ellos han tenido argumentos y discusiones financieras una y otra y otra
vez, y en realidad nunca hablaron de Dios.
Piense en su propio matrimonio por un momento. ¿Cuánto tiempo pasa en las dimensiones horizontales sin
hacer ninguna referencia a Dios? ¿Tal vez se siente atrapado en las trincheras, y ha perdido de vista los
propósitos mayores de su matrimonio? Reconocer la gloria de Dios significa reconocer que este matrimonio es
menos sobre mí y mi cónyuge, y es mucho más acerca de Dios.

Áreas de la vida
Tal vez estamos en un matrimonio cristiano y, sin embargo, lo que hacemos es distribuir a Dios en un área y
otra, o limitamos a Dios a ciertas áreas. Tal vez sé cómo estudiar mi Biblia, cómo orar, cómo hablarle a mis
hijos acerca de Dios, pero no sé cómo él se relaciona con algunas áreas de mi vida.

 Sexo: Como hombre o mujer casado, tengo relaciones sexuales en mi matrimonio, pero nunca hablo
sobre sexo, y mucho menos hablo sobre los propósitos de Dios para el sexo y la manera en que se
relaciona con nuestro matrimonio.
 Dinero: Tal como Jim y Jill, podemos perseguir muchos principios prácticos para ayudarnos a
administrar nuestro dinero, pero nunca hablamos sobre la manera en que Dios se relaciona con ello o lo
que la Biblia dice acerca del dinero.
 Profesión: Mis logros, mis objetivos profesionales, mi naturaleza activa es más importante que las
prioridades piadosas en mi vida. Aún como cristiano, mis exhaustivas horas de trabajo pueden ser
identificadas bajo el concepto de autoprotección de proveer para la familia. ¿Estoy dispuesto a poner mi
matrimonio antes que mi profesión? ¿Cómo se relaciona Dios a mis metas de trabajo y ambiciones de
carrera?
 Vida de hogar: Tal vez estoy más interesado en lo que es grande, cómodo y seguro en lugar de construir
un hogar que tenga el aroma de Cristo y sea edificado sobre el fundamento del evangelio.

Observe las diferentes áreas en las que se las arregla con su vida, y vea que es posible pensar en términos muy
seculares en cualquiera de estás áreas. Tal vez hay una o dos áreas de nuestra vida que están dedicadas a Dios.
Simplemente tome un momento y piense cuáles podrían ser esas áreas. Tal vez no hemos considerado lo que
significa para Dios transformar estas áreas particulares de nuestra vida.

Mirando hacia arriba: Poner a Dios en el centro y luchar por la fe


Sara y yo nos hemos estado estudiando una gran decisión que debemos tomar en nuestra familia, y hemos
estado hablando de esto durante unos seis o siete meses. En nuestra cita nocturna de la semana pasada, vine
preparado con una lista mental de cosas positivas y negativas para discutirlas en la conversación.
Sin embargo, en un punto, ella dijo: «Hemos invertido mucho tiempo estudiando esta decisión considerando
solo nuestros propios deseos y planes futuros. ¿No deberíamos considerar lo que Dios tiene que ver con eso?
¡Ouch!». Ella tenía razón. Abordábamos la decisión de una manera impía. Y lo peor de todo, soy el pastor de
esta iglesia. ¡Puede suceder aún al mejor de nosotros!

En vez de mantenernos atrapados en las trincheras horizontales o en las áreas de nuestra propia vida, en el
matrimonio, necesitamos elevar nuestra mirada al cielo y considerar al Señor y Creador del universo. Me acordé
de las palabras del profeta Isaías: «25“¿A qué, pues, me haréis semejante o me compararéis?” dice el Santo.
26 
Levantad en alto vuestros ojos, y mirad quién creó estas cosas, él saca y cuenta su ejército; a todas llama por
sus nombres; ninguna faltará; tal es la grandeza de su fuerza, y el poder de su dominio» (Isaías 40:25-26).

¿Qué significaría poner a Dios en el centro de tu matrimonio? Cuatro sugerencias.

1. Comience haciendo una simple pregunta: «¿Y Dios?»


Así como mi esposa, quién hizo la pregunta: «¿cómo se relaciona Dios con este asunto?», muchos de nosotros
necesitamos hacernos la misma pregunta básica, ya sea que se refiera a nuestro matrimonio en general, o a un
área particular. Necesitamos comenzar con esta pregunta básica, y luego orar para que Dios se revele a sí mismo
a nosotros a medida que avanzamos en nuestro matrimonio.

2. Confíe en Dios y viva una vida centrada en el evangelio


Confíe en Dios. La manera más común en que las parejas cristianas tratan de arreglar sus matrimonios es
haciendo exactamente eso mismo: arreglando su matrimonio. El enfoque de su relación es ellos mismos, a lo
cual llamamos quedarnos atrapados en el plano horizontal del matrimonio. No me mal interpreten, gran parte
del trabajo básico del matrimonio (y en realidad en cualquier relación cristiana) implica el trabajo duro de
resolver las cosas entre ambos. Algunos ejemplos de los Proverbios: «La blanda respuesta quita la ira; mas la
palabra áspera hace subir el furor» (15:1); «Manzana de oro con figuras de plata es la palabra dicha como
conviene» (25:11).

Pero considere lo que dice Salomón sobre nuestra confianza en Dios: «Fíate de Jehová de todo tu corazón, y no
te apoyes en tu propia prudencia. Reconócelo en todos tus caminos, y él enderezará tus veredas» (Proverbios
3:5-6).

Los matrimonios cristianos son construidos al igual que un triángulo.


DIOS

confianza confianza

JIM JILL
(El esposo) unidad (La esposa)

Como pareja cristiana, si nuestra unión es lo único que nos mantiene juntos, entonces no somos mejores que las
parejas no cristianas. En última instancia, nuestro matrimonio debe comenzar con ambos, esposo y esposa,
confiando en Dios en primer lugar y ante todo. Los matrimonios cristianos saludables y vibrantes comienzan
con la confianza en Dios. Salomón dice en Proverbios 3 que los cristianos debemos siempre comenzar la vida
con una confianza en Dios. En todos nuestros caminos en el matrimonio, nos inclinamos menos hacia nuestro
propio entendimiento, y reconocemos a Dios en primer lugar, y luego confiamos que Él (Dios) enderezará
nuestro camino.

¿Tienes un matrimonio que es dirigido por la confianza en Dios? ¿En qué otra cosa has escogido poner tu
confianza?

Viviendo una vida centrada en el evangelio. El evangelio son las buenas noticias de que Jesucristo vino a morir
en una cruz en lugar de los pecadores. ¿Qué nos pide Dios en respuesta a este mensaje? Arrepentimiento y fe,
dos palabras importantes mencionadas a en el N. T.

Arrepentimiento es darle la espalda a nuestro pecado. Una de las cosas más importantes que puede hacer por su
matrimonio es considerar seriamente su propio pecado. Nuestra tendencia pecaminosa es querer pasar más
tiempo enfocados en el pecado de nuestro cónyuge, sin embargo la Biblia frecuentemente nos lleva a mirar
primero nuestro propio corazón. «¿Cómo puedes decir a tu hermano: Hermano, déjame sacar la paja que está en
tu ojo, no mirando tú la viga que está en el ojo tuyo? Hipócrita, saca primero la viga de tu propio ojo, y entonces
verás bien para sacar la paja que está en el ojo de tu hermano» (Lucas 6:42).
La otra cosa que se nos pide es tener fe en Cristo. El objeto de nuestra fe es el Hijo de Dios. Mostramos nuestra
confianza en el Padre pero encomendamos nuestra vida a su único Hijo, Jesucristo. Y en el matrimonio,
mostramos nuestra fe al seguir las palabras de Cristo como la mejor manera de vivir el matrimonio.

3. Persiga los medios comunes de la gracia para su matrimonio


Usted podría estar esperando un rayo del cielo, u algún otro medio dramático para transformar su matrimonio, o
podemos (como esposos y esposas) perseguir los medios comunes de la gracia de Dios que él ha puesto a
nuestro alrededor. Pregúntese:

 ¿Mi cónyuge y yo visitamos la iglesia con regularidad? (Asistencia a la iglesia).


 ¿Nos hemos comprometido a una congregación, y confiamos nuestro matrimonio a la supervisión de los
ancianos de la iglesia? (Membresía de la iglesia).
 ¿Hemos construido relaciones a nuestro alrededor que ayuden y protejan nuestro matrimonio?
(Comunión cristiana y apoyo relacional)
 ¿Pasamos tiempo con regularidad en la Palabra de Dios juntos como pareja e individualmente? (Vida
devocional).

4. Ame a su cónyuge
Puede parecer tonto hablar de esto. Por otro lado, parece evidente que para tener un buen matrimonio debe amar
a su cónyuge. Sin embargo, mostramos realmente que amamos y confiamos en Dios demostrándolo en la
manera en que amamos a nuestro cónyuge. El apóstol Juan lo pone en estos términos: «Si alguno dice: ‘Yo amo
a Dios,’ y aborrece a su hermano, es mentiroso. Pues el que no ama a su hermano a quien ha visto, ¿cómo puede
amar a Dios a quien no ha visto?» (1 Juan 4:20). Si usted se llama a sí mismo cristiano, y sin embargo su amor
por Dios no manifiesta la manera en que ama a su cónyuge, entonces Juan dice que usted es un mentiroso.
Ponemos en manifiesto nuestra fe por la forma en que vivimos en nuestros matrimonios (Santiago 2:14-26). ¿Su
confianza en Dios y el amor por su Hijo da lugar a una disposición de confianza y amor hacia su cónyuge? Y si
no, ¿Por qué no?

Primera edición en español: 2019


Copyright © 2019 por 9Marks para esta versión española

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