Monsiváis Ídolos Populares
Monsiváis Ídolos Populares
Monsiváis Ídolos Populares
Jorge Negrete
LO LARGO de l siglo se produce e n Amé rica La tina una impar- Carlos M onsiváis presentó este
trabajo en M edellín durante el
ta nte o pe ració n lite raria , ideo lógica y socia l d e resultas de la
A cua l mucho s de los límites y d e las barre ras impuestas po r la
así lla ma da " a lta cultura" - la re presentació n d e lo mejo r d e
pasado E N CUENTR O HIS PA ·
N OA M E RICANO D I:
TUR A .
1A
O ccide nte- se de rrumban , y una serie de factores conside rados " vu lgares, m ente por el Banco de la Repú-
de m a l gusto, indignos d e l m ínimo a precio", ocupa n un sitio fund a me nta l blica.
e n las d e te rminacion es cultura les. En este proceso , los ído los -de Ca rlos
Ga rd e l a Jo rge Negre te, d e Agustín La ra a D a nie l Santos, d e Celi a C ruz
a Rubé n B la d e , de M a ría F é li x a Julio J a ra millo- son e le me ntos ca ta liza-
do res d e prime r o rde n . E stablecida una tesis ta n ina pe la ble , procedo te m-
b lorosam e nte a su fu nda me ntació n .
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¿LO POPULA R COMO OBJETO O SUJETO DE LA CULTUR A?
E n las primeras décadas del siglo, para la literatura latinoamericana , lo
popular es, sobre todo en la novela realista, la zona profunda y tormentosa
que representa , sucesiva o alternativamente, la "esencia" y la " herencia
atávica" a la que necesitan respo nder los escritores para traicio narse, para
responder en algo al dolo r y la esperanza de sus colectividades (esta prosa
no es mía). Dígase lo que se diga, lo popular es un concepto despiadado
y trágico en la novela de la Revolució n Mexicé\na; en la obra excepcional
de Mariano Azuela, especialmente Los de abajo, y también Los caciques,
o en la serie de novelas que le dan forma a una idea épica y antiépica,
desmesurada y profética de América Latina. Los peones, las muj eres enlu-
tadas, los parias urbanos, los campesinos olvidados, los empleaditos mal
vestidos y anhelantes, las prostitutas siempre dispuestas a entregar su cora-
zón a cambio de la sífili s, los curas de las aldeas perdidas con su absoluciones
a cuestas, los escribientes corruptos, toda esa suma de· personajes aparecen
testificando simbólica y arquetípicamente por el conjunto de seres anónimos
o de no mbres emblemáticos, que también se designa como pueblo, en los
libros de R ómulo Gallegos , Jorge Icaza, Arturo Uslar Pietri , Ciro Alegría ,
Roberto Arlt , Rafael F. Muñoz. Lo popular , aquello que no puede evitar
serlo , lo propio de esas masas sin futuro concebible , actúa e n las novelas
como lo que nadie consigue olvidar o precisar: la furi a del mar en movimiento
que luego se disipa sin dejar hue lla no toria, p ara recomenzar infinitamente.
Lo popular son tipos, situaciones, personajes inolvidables - muchas veces
en el estilo de Reader 's Digest-, el cerco rumoroso que va constituyendo
a cada escritor , en cuanto a la integració n de ese famoso y a veces lame ntable
mito del "ser nacional".
La narrati va urbana que surge entre los años 30 y ·so, no dispone ya de las
antiguas "conviccion es telúricas" , pero en muy buena medida y por una
implacable operació n de ideas y de creencias, se sigue identificando a lo
popul ar con las nociones del "destino impuesto", que incluye n en primer í-
simo término, para quie nes habiten esas clases, a la tragedia , la frustració n
y la represió n sexual. Lo popular , e n una vasta serie de nove las que van
de Adán Buenos Aires de Leopoldo Marechal , a La región más transparente
de Carlos Fuentes , es un paisaje fatalista donde los seres qGizás sean inter-
cambi ables pero e n donde no se alte ran las señales totémicas, un lenguaje
percibido desde e l exterior como vivacidad sin propósito ni elaboració n ,
una percepción de la ciudad como la depositaria de los procedimientos
exterminado res que antes yacían sólo en la naturaleza, una seguridad de
que la vida e n los grandes hacin amientos urbanos es el ete rno retorno,
empezar sin llegar nunca, evolucionar sin moverse de su sitio, una visió n
del campo como e l espacio donde lo popular se mantiene e n estado de
pureza y fie reza.
Agustín Lara
Frente a lo popul ar , en esas primeras d écadas del siglo , hay dos estrategias
de acercamiento: la que desea rescatar el habla de los igno ra ntes y miserables
para ofrecerla como prueba de su candor e indefensión. (Ejemplo: las no-
ve las realistas en México , Bo livia , Ecuador, Centroamérica). L a segunda,
se propo ne registrar lo que sucede e n el vulgo , reservándose , para tratarlo,
e l derecho d e un le nguaj e clásico que marque la diferencia. U n ejemplo
nítido : e l hermoso libro de crónicas de Martín Luis Guzmán . , El águila y
la serpiente, de 1928, sobre los años_de la Revo lución Mexicana de 1910 a
1915 , donde los aco ntecimientos más extremos , las turbas revolucionarias
en las calles e n plena ebriedad matándose entre sí , la mat anza de 300
prisioneros a cargo de un solo lugarteniente de Villa, los fusilamie ntos , la
invasió n de los bárbaros al Palacio Nacional , tod o esto narrado con un
idioma culto ple no de referencias librescas , de alusiones mitológicas , en
donde e n la balacera de pro nto surge Anteo o se vislumbra a Venus , de
vivificación notable de esa pesadilla de nuestros países: la retórica neoclá-
sica. D os ejemplos más, el primero ya un tanto raído , e l segundo todavía
esplendente: El señor presidente de Miguel Ángel Asturias , y El Siglo de
las Luces de Alejo Carpentier , donde se narran conflagraciones históricas
y populares en un idioma marmóreo , " burilado" como se decía antes.
i',
María, en esta perspectiva valdría tanto como santa Teresa de Jesús.
A lejo Carpentier
Manuel Puig
Es e l a rgentino Manue l Puig quie n acie rta con la fórmul a tanto literaria
como de atracción d e lectores, y vincula un a e xperiencia de todos con e l
prestigio cultural que se le negaba a esa vivencia uná nime. Las dos primeras
nove las de Puig, Boquitas pintadas y La traición de R ita Hayworth, también
d e los a ños sesenta , se apxoximan con m alicia cinegética al le nguaje de la
simplicidad y la debilidad amo rosas, a las frases hechas de las cancio nes y
los di álogos de cine y radio novelas, a la indudable cursilería que , de tan
acumul ada, quiere decir otra cosa. Puig re presenta tambié n la uni ve rsalidad
de esa cultura cinem atográfica y las in terminables m aneras d e nacio nalizar
ído los y leccio nes de H o llywood , esa patria fe liz de todos los solitarios
reales e ideales. En Salta o e n Boyacá, o e n Ivap ue to o e n León , e l rostro
fe me nino se agiganta e n la pantalla , se vue lve algo más que un rostro, algo
m ás que un sue ño , y Rita H aywo rth, G inger R ogers, Bette Davis, Marlene
Dietrich , G reta Garbo son las figuras incesantes que le dan vida a la nueva
im age n d e la femineidad como utopía socia l, las fig uras devastado ras que
une n los d elirios plácidos d e una generació n con el proceso forzado d e
modernizació n de pueblos y ciudades.
No hay dista ncias e ntre lo que se ve y lo que se vive. En 19 16, los revolu-
cio na rios m exicanos les disp a raba n a los noticieros donde sa lía n sus adver-
sarios , con la ambició n de liquidarlos físicame nte, y las e mpresas de películas
d e acció n d eb ían asegurarles a los espectado res que no corr ía n riesgos
físicos. E n 1936 la multitud e nfurecida inte nta linchar a un a actriz que
inte rpre ta a una villana , al terminar la premiere. E n 1983 las mujeres se
dirigen a acto res y actrices de tele novela como si fuesen estricta me nte los
pe rsonajes que inte rpre ta n .
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Ruedan al mismo tiempo otros procesos paralelos: el auge de las clases
medias, e l crecimiento general del nivel de instrucción y las diversas convic-
ciones de autonomía política y cultural que se resumen tan mal en mitos
cultuales como el de· la búsqueda de la identidad , ayudaron notablemente
a la expansión del mercado de lectores, el llamado boom: cientos de cientos
de miles de ejemplares vendidos de Cien años de soledad, Rayuela, La
guerra del tiempo, La muerte de Artemio Cruz, Boquitas pintadas, Pedro
Páramo, Ficciones, El Aleph, La ciudad y los perros, Conversación en la
catedral, El astillero, Juntacadáveres ... La lista es larga , culminando actual-
mente en e l millón de ejemplares de Crónica de una muerte anunciada.
1
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'
Los Beatles
J
ROCK, SALSA Y LA BÚSQUEDA DE UN NUEVO PASADO CULTURAL
Por otro lado, la transculturación, que es más y es menos, reclama sus
derechos y el rack es parte de una demanda generacional que incluye libe-
ración sexual, drogas , hartazgo de la tradición pomposa y vacua, apropiación
de la literatura norteamericana. Aparece una literatura que en México lleva
el buen y el mal nombre de "la onda", y que de un modo u otro se dará
en distintos países. Son los seguidores fanáticos de Bob Dylan , los Rolling
Stones, los Beatles, The Who , Janis Joplin , Jimy Hendrix, los Doors, James
Brown, Chuck Berry, The Band , los ídolos complementarios de Hollywood.
Las visiones alteradas y convulsas y extraordinarias que rompen con rapidez
esquemas mentales que habían sobrevivido a todo y muestran la unidad y
la diversidad de ~s culturas latinoamericanas en relación con su metrópoli,
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impuestas gracias a dictado res y transnacio nales ... y estímulos culturales
sin los cuales e n Amé rica Latina o en casi tod as partes del mundo se con-
sigue n las sensacio nes d e inte rnacio nalismo.
Las novelas d o nde e l rock es a tmósfera y destino son ta m bién exhi bicio nes
de la vitalidad d e l ído lo como ele mento de aglutinación y definició n existen-
cial, del íd o lo como paradigma sin el cual se pued e ente nde r la realidad,
pe ro no se la puede vivir de mo d o e nriq uecido. J osé Agustín e n Méx ico ,
o Andrés C aiced o, de modo breve, en Colo mbia son a uto res que a diferencia
de la generació n anterior, centrad a e n la identificació n cul tural d e li te rat ura
y cine , quie re n da rle a su prosa las cualidades rapsódicas de D ylan en Brown
in the W ind o La y, L ay L ay, el acento crispado y semi bílico de los S to nes
en Sympa thy for the D evil o Street Fighting M an;el me nsaje de profecía
crípt ica o de poesía anterio r o posterior a su tiempo de los Beatles e n Abbey
R oad o Sargeant Pepper. Ante la audacia de este asalto al cielo del tradicio-
nalismo, efectuado po r decenas de miles en to da América Latina , los con-
' servad o res pro testan , la izquierda regaña ... y luego todo se equilibra y
com bina .
"Con e l tu m bao que tie nen los guapos a l caminar", para q ué insistir e n las
difere ncias entre alta cultura y cultura po pular , tod as desintegrad o ras , igual-
me nte fa ntásticas y o presivas. Po r más q ue la mo d a de la cul t ura popular
sacuda a los medios acadé micos, e n e l te rre no de los hechos se debili ta n
conside rablemente el terro rismo que calificaba una producció n po r su te ma,
y e l te rro rismo que cre ía ser e l único a uto ri zado para interpretar y re prese n-
tar al pue blo. E n la décad a de los ochen tas, luego de fracasos sangrientos ,
d e t ímidas y espe ranzadoras recomposicio nes, en algunos países e n medio
de una crisis econó mica absolutamente unánime; A mé rica Latina es un
ám bito sorprende nte unificado gracias a lo vivido en los últi mos veinte a ños.
G racias a los desastres histó ricos , la ofensiva de los medios masivos, la
inte rcomunicació n crecie nte y las expe rie ncias cul turales compartidas. Y
gracias a la interrelació n de la industria cul tural y la creació n literaria: de
la vida de los ídolos como te mática cultural. Jimmy He ndrix
D e ntro de este pro yecto de unificación que rechaza el terro rismo de uno y
o tro lado, tiene mucha impo rtancia la recupe ración y la inve nció n d el sonido
popular cubano, tal como lo expresan e l cu bano Cabrera Infan te , los mexi-
canos Ricardo Gari bay, en L as glorias del gran Púas, y E lena Po niatows ka
e n H asta no verte Jesús mío, la cró nica de una muj er que vive la revolució n
p ara terminar aislad a po r la miseria y la igno rancia; o e l argentino Ricardo
Piglia. T ambién interesa la destrucció n del lenguaje-cárcel, de la o rato ria
fo re nse patrió tica y cívica que lleva a cabo , entre o tros, J o rge I bargüengoit ia
en Los relámpagos de agosto, en d o nde gran parte del chiste de la novela
consiste e n que está escrita como si fuera un o rad o r t ípico de la revolució n ,
y es el lector e l que tie ne que po ner la sorna, la sátira , el e nfado que deposita
cla ndestinamente Ibargüengoiti a para que el lector lo recupere y lo a tribuya.
Y para la captación del sonido , nad a mejor que e l ri tmo sinuoso de los
ído los de la canció n. A sí e l pue rto rriqueño Luis R afael Sánchez e n la La
guaracha del macho Camacho se pro po ne una visió n del habla de su país,
a través de la com binació n de la retó rica neoclásica y la rumba , del exhorto
a los patricios be neméritos y las recurrencias "chéveres" cuando ejemplos
como el d e Un hom bre llamado D aniel Santos, de L uis R afael Sánchez,
logr an ser más explícitos. La experiencia de un ho m bre como tod os , igual-
me nte adultero e irresponsable, al que la calidad de su voz tra nsfigura y
convierte en emisor y creado r d e mo dos de vida y presentimie ntos e ró ticos,
es una experiencia absolutamente d efinitiva. Casi simultáneamen te publican
U mbe rto V alve rde su libro sobre Celia Cruz (R eina R umba) y Héctor M u-
jica, en Venezue la, Las confesiones del Anacobero Daniel Santos.
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J
Esto no sólo tiene que ver con el éxito de la salsa , q ue Pedro Navaja lleva
a su triunfa l desmesura, sino con la necesidad de establecer un pasado, un
nuevo pasado de la cultura latinoamericana, equidistante de la alta cultura
y la cultu ra popular original, que sea al mismo tiem po evocación textual y
fa ntasía, realismo capitalista y utopía comunitaria.
No hay conclusio nes a la vista. Quizás sólo que los mitos y leyendas p o pula res
han te rminado e ludie ndo la vigilancia inquisito ri al d e los prej uicios cultura-
les. " La vida no s da sorpresas, sorpresas nos da la vida''.
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