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1 de julio de 2015 | Vol. 16 | Núm.

7 | ISSN 1607 - 6079

ARTÍCULO

TEATRO PARA LAS NUEVAS INFANCIAS


http://www.revista.unam.mx/vol.16/num7/art52/

Verónica Maldonado
(Escuela Nacional de Arte Teatral)

Dirección General de Cómputo y de Tecnologías de Información y Comunicación - UNAM


Departamento de Acervos Digitales
“Teatro para las nuevas infancias”, Verónica Maldonado
1 de julio de 2015 | Vol. 16 | Núm. 7 | ISSN 1607 - 6079
http://www.revista.unam.mx/vol.16/num7/art52/

TEATRO PARA LAS NUEVAS INFANCIAS


Resumen
En este texto se propone un teatro político y poético para la infancia, para compartir el
mundo con su horror y su belleza, siempre desde lo que le interesa y necesita, que le
permita accionar en lo que sí puede cambiar. Un teatro que revele, que mueva, que haga
partícipes a niños y niñas de lo que está pasando en su sociedad y en otras latitudes, con
otras infancias.


Palabras clave: teatro infantil, dramaturgia, México.

THEATER FOR THE NEW CHILDHOOD


Abstract
El teatro político no es un In this text, a political and poetical theater for the
teatro de lo estático ni de lo childhood is proposed, in order to share with the
pasivo, es el teatro del cambio
y de la pregunta.
“ children the world with its horror and beauty, al-
ways from their interests and needs, to allow them
to action in what they can actually change. This is a
theater that reveals, moves and make children get in-
volved in their society and other latitude’s, with other
childhoods.

Keywords: Children’s theater, drama, Mexico.

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TEATRO PARA LAS NUEVAS INFANCIAS

Introducción

Q
uiero compartirs, no lo que ha sido la experiencia de escribir teatro para niños,
sino lo que el teatro para niños puede lograr: lo primero, cambiar un punto de
vista, el propio. Escribir teatro para niños ha modificado, en mi hacer como au-
tora, temáticas y estructuras, haciendo que transitara desde lo que llamo el teatro de la
evasión hasta llegar al punto de pensar en la posibilidad de un teatro político específico
para la infancia.
La sola enunciación de las palabras teatro y política pareciera un oxímoron, una
suerte de contradicción chocante, pero si se le suma la palabra “niño” o “infancia” aque-
llo se convierte en una obscenidad ¿Qué tiene que ver el teatro infantil, ese inocente
divertimento -formador de valores, útil herramienta pedagógica- con la política? ¿Por
qué enfangar con esa palabra a tan inocente divertimento? ¿Para qué mover las aguas
de los límites? ¡Tan atractivo que resulta ese mundo mágico al que solamente tienen
acceso los colores, las hadas, los gnomos, la ecología, alguna bruja inocua y una que otra
leyenda! ¿O será que esta idea del teatro infantil, la que ha prevalecido por décadas, es
la que el adulto ha sostenido como la más conveniente para la infancia? ¿Y los niños?,
¿y sus necesidades?, ¿y los principios fundamentales en los que se apoya la Convención
mundial? Papeles y letra muerta en las agendas culturales, gubernamentales, legislativas
y educativas de los Estados. Peor todavía: las necesidades de los niños ignoradas en el
teatro que se escribe para la infancia.

El teatro de la evasión
Hay un derecho que va en pro de un teatro político para la infancia: el derecho del niño
a la diversión, misma que el adulto ha confundido como la obligación de proporcionar al
niño mecanismos para la evasión.
Divertir no es lo mismo que evadir. La diversión transita el camino alterno de la
cotidianidad para comprenderla mejor. La evasión evita confrontar la realidad, y lo hace
desde la mentira. La mentira de un teatro que le promete al niño un mundo seguro y fe-
liz… pero el problema con esta promesa es que, al terminar la función, al salir del teatro,
la realidad estará afuera, esperándonos a todos, adultos y niños. Y de ella no nos libra ni
la varita mágica del más grueso calibre.
En un mundo donde, según datos de UNICEF, cada año, 275 millones de niños
y niñas en el mundo sufren violencia en sus propios hogares (LARRAÍN y BASCUÑAN,
2009), es decir, entre cuatro y ocho de cada diez niños, según país que les toque vivir...
¿Con qué cara se escribe una obra en la que los padres son hadas y reyes que protegen
a sus pequeños y todo es felicidad, canciones y flores? Esa es una suerte de traición,
porque así como la televisión se lo hace a los adultos, el teatro estaría ignorando olím-
picamente una realidad que duele y que se sufre con cifras indignantes. El teatro de la
evasión se convierte en un mero distractor, en un teatro que no le habla al niño de lo que

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le sucede, de sus emociones más fuertes y profundas, y peor todavía: de lo que precisa
saber para no volverse víctima.
Pero más deleznable que ese teatro que traiciona, es la existencia de otro teatro
al que no le importa hacerse cómplice de un sistema que somete y violenta. Un teatro
que, por ignorancia, por pereza o porque, sabiéndolo, prefiere no meterse en problemas
con los padres de familia, que son, a final de cuentas, los que pagan la entrada; o con
maestros y autoridades, que son quienes deciden qué obra deben ver los niños de acuer-
do con las políticas culturales en boga o bajo los dictados de su propia moral.

Título: Teatro Infantil - Cha-


peuzim Vermelho e o Lobo
Marrom - Cia. Articularte de
Teatro em Campinas.

Autor: Rodrigo Cancela


CPFL Cultura

Y entonces, se tiene la presencia un teatro mercenario, una suerte de brazo ar-


mado de cierto sector del sistema educativo, más preocupado por ponerle una “palo-
mita” al plan cumplido que por las necesidades de su alumnado. Burócratas felices en
convertir a niñas y niños en obligados espectadores del peor teatro teñido de falsa pe-
dagogía, repleto de mensajes edificantes que en nada le competen a la infancia: “Cuida a
la naturaleza” le espeta este teatro su público infantil… ¡qué enorme tarea la de hacerse
cargo de cuidar los bosques, limpiar los ríos, no contaminar, usar sustentablemente la
riqueza natural, entre muchas otras más! Tan enorme que ni el conjunto de adultos que
somos en todo el mundo, lo hemos logrado. Pero, claro, siempre es más fácil lanzar la res-
ponsabilidad sobre los hombros de la generación en ciernes. “Cambia al mundo” le ins-
truye este teatro a los niños… y la pregunta es: ¿cómo?, ¿lo hemos cambiado los adultos?
Desde hace por lo menos cuatro décadas, ese discurso está presente en la educación y
en el teatro, y cada año, las cosas empeoran para la naturaleza.
La primera condición para cambiar al mundo es creer que se puede hacerlo y
luego poner manos a la obra para lograrlo. No se puede pensar en un cambio del mundo
si se sigue educando a los niños para el sometimiento y el conformismo, para portarse
bien sin cuestionar, para seguir los mismos patrones de conducta que nos han llevado al

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punto en donde estamos como sociedad. No se puede cambiar nada desde la continui-
dad de sistemas sociales inhumanos y totalitarios. El teatro no puede volverse cómplice
de esto.
El teatro mercenario, además, se mueve en los cómodos territorios de los temas
de moda en el ámbito escolar. Hace una década, dichos temas fueron el VIH y el aborto,
los de hoy son el bullying y las adicciones, que siempre venden. Y con el tinte de lo nece-
sario, esas temáticas se vuelven botín de este teatro, más preocupado por generarse re-
cursos que por acudir a la niñez como su aliado. Temas, formas y vicios que se replicarán
en el aula bajo la batuta de un maestro bien intencionado y preocupado, quien, también,
creerá necesario hablar al niño de asuntos edificantes que “formen valores”; pero, ¿qué
valores?, ¿los de la clase gobernante?, ¿los que correspondían a las necesidades de la
moral vigente hace treinta años? Y no es que no sea necesario tratar desde la escena
este tipo de temas. Lo realmente delicado es que, en aras de lo emergente, sean tratados
desde la superficie, bajo la óptica de la moral reinante, siguiendo los dictados de una po-
lítica cultural que busca tranquilizar su conciencia y que tendría que ser interpelada por
docentes, padres de familia y niños y niñas.
Quienes se dedican a la docencia saben por qué áridos paisajes transita el tema
educativo en el territorio de la política. La educación se ha convertido en una carga one-
rosa para casi todos los sistemas de gobierno del mundo; maestros y educación son pala-
bras que generan un sudor frío que corre por la espalda del Poder, ante la sensación de
inminente peligro que le representan en tanto cuestionan, interpelan, reflexionan. Hace
poco, se impuso una “reforma educativa” desde la cúspide del poder. Una reforma que
no es otra cosa que una reforma laboral al servicio de los intereses del Fondo Monetario
Internacional, del Banco Interamericano de Desarrollo y demás monstruos financieros
que mueven al mundo.
Ante el nebuloso panorama de la incongruencia, ¿cuál será entonces la labor del
teatro en los territorios de la infancia? La misma que ha tenido siempre en los tiempos
oscuros: cantar… y cantar fuerte la canción de la revelación y la rebeldía, compartirle a
niñas y niños que el estado de cosas que están viviendo no siempre fue así y que puede
cambiarse.
Pero la apuesta no es por el panfleto ni por el mensaje directo y básico para
convencer de una idea a los jóvenes espectadores. Ya Vigotsky apuntaba en lo que él
llamó el teatro pionero para la infancia que no se trataba de “actuar por actuar”, sino
también de mostrar hechos históricos o políticos pero siempre desde la perspectiva ar-
tística (VIGOTSKY, 2003). El teatro para la infancia está obligado a la metáfora y, con ello,
a la poesía, por más que, como les aseveró un funcionario de cultura en Colombia a un
grupo de creadores teatrales: “Los niños no entienden de metáforas”. ¿Entonces, de qué
entenderán? ¿De ver televisión y guardar silencio? Si no entienden de metáforas, ¿por
qué cuando termina una función, los niños hablan de los miedos del personaje y no de
las piedras o de las pelotas que les dieron cuerpo en la escena?, ¿por qué dibujan cíclopes
gigantescos que en escena sólo eran sugeridos por cuatro pequeños objetos?
En efecto, uno de los grandes problemas de nuestro teatro para la infancia es
que una vez que pasa del texto al hecho escénico, tiene que vérselas, muchas veces, con
funcionarios que no funcionan y que ni siquiera entienden la dimensión de importancia
que el teatro tiene para la infancia.

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Un teatro político
Político es el teatro que le habla al niño de lo que le compete y lo que le preocu-
pa, que le comparte la experiencia de lo humano, que le revela su importancia dentro de
la estructura social, pero sobre todo, que le comparte, desde la escena, cuáles son sus
derechos: a estar informado, a que se escuche su opinión, a vivir en condiciones dignas,
a ser alimentado y protegido por los adultos, a ser salvaguardado de la violencia, y a que
su cuerpo y su pensamiento deben ser respetados. Un teatro que le traiga la realidad de
otras infancias en su país y en el mundo, que lo mueva a desear cambiar la injusticia y las
condiciones de desigualdad, que abra las puertas a la posibilidad de un mundo mejor.

Título: Teatro Infantil - Cia


Falbalá em Campinas

Autor: Rodrigo Cancel


CPFL Cultura

Ahora bien, la opinión del niño es, gran parte de las veces, la opinión de sus pa-
dres; la construcción de su individualidad y de su propia opinión tendría que ser otra de
las tareas de este teatro.
No se trata de una especulación ni un ejercicio de retórica: como dramaturga
tengo la fortuna de saberme acompañada por grupos como La Valentina, de Guadalaja-
ra, Jalisco. Un grupo cuyo espíritu guerrero me ha inspirado en más de un sentido y me
regaló una experiencia trascendental para la reflexión en torno a lo que el teatro para
niños que escribo, tiene que decir y cómo tiene que decirlo.
En una de las zonas más pobres y marginales del estado de Jalisco, la población
de Oblatos, minada por la violencia, el olvido y la pobreza, dieron una función de “Valen-
tina y la sombra del diablo”. Después de la función, dos niñas, pequeñas espectadoras,
se armaron de valor para, cada una a sus respectivas madres, decirles: “Mi papá -mi
padrastro- me hace lo mismo que la sombra a Valentina”. Sus madres que, contra toda
estadística, no se acomodaron en el silencio cómplice, levantaron las denuncias corres-

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pondientes y hoy, dos abusadores


están en la cárcel. Y esa acción nos
Título: Teatro Infantil - A dio el regalo, a todos los que de al-
Princesa e o Sapo em
Campinas guna manera participamos, de ex-
Autor: Wagner Moraes
perimentar cómo el teatro puede
CPFL Cultura trasponer los límites que le impone
la realidad, tocarla y cambiarla, al
menos para dos niñas que decidie-
ron hablar tras ver una función. Y
su decisión de hablar no sólo de-
tuvo el indignante abuso: ahora ya
saben que hablar es una manera de
liberarse, de dejar de ser víctimas.
Este suceso fue un parteaguas en
mi búsqueda. No podría, ni como
ocurrencia, volver a la escritura de
textos de la evasión, no después
de lo que el teatro me ha mostrado
respecto a su poder para cambiar
un estado de cosas.
El teatro es una de las expe-
riencias humanas más potentes y,
con todo, lo más que puede hacer
es compartir, no enseñar ni enun-
ciar verdades absolutas. El teatro
para nuestras infancias debería re-
nunciar a enseñar, es decir, a señalar, a decir “esto es así y no de otra manera”. Sería más
potente si fuera un teatro que comparta, que entrene, que provoque la acción, que pida
el movimiento de emociones e ideas, un teatro que invite al niño a correr junto con él.
El teatro político no es un teatro de lo estático ni de lo pasivo, es el teatro del
cambio y de la pregunta. No es el teatro del consenso, sino que admite y busca la diversi-
dad en la reacciones y opiniones de los niños. No busca complacer al adulto ni convencer
a las autoridades educativas de sus bondades, sino hablar de lo que al niño le interesa y
le es necesario, incluso si es doloroso. La realidad espera fuera, hay que prepararse para
navegar en sus aguas, peligrosas, sí, pero también asombrosas y deslumbrantes.
¿Y la risa, los colores, los duendes y las hadas quedan exiliados de este teatro?
No, porque este teatro no es la totalitaria república platónica. La risa y la fantasía son
tremendas posibilidades si avanzan en el sentido de las necesidades y preocupaciones
de los niños. Si las hadas y los duendes recuperan su calidad de imagen metafórica, son
bienvenidos.
Dice Primo Levi (1987) en su impactante testimonio como sobreviviente del ex-
terminio nazi: “En el campo de concentración, los que obedecían en todo, los que procu-
raban pasar desapercibidos, los que no protestaban ni se metían en problemas, los que
aceptaban el estado de cosas sin pestañear… eran los primeros en morir”. Qué importan-
te saberlo, desde un libro o desde la escena. Qué importante saberlo como autora.

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Ahora, aspiro a escribir un teatro que le comparta al niño lo que Primo Levi reve-
la en su testimonio: alinearse, conformarse, obedecer sin cuestionar, mata.
Nuestro arte olvida a menudo su sagrado carácter de revelación, y es que noso-
tros también olvidamos con frecuencia que las cosas no han sido así siempre y que po-
demos cambiarlas. Pero, como me dijo un niño en la sierra de Sinaloa, el pequeño hijo de
un sembrador de amapola y mariguana en una de las zonas más violentas del país: “Nos
podemos deshacer del monstruo… pero tenemos que ser todos, todos juntos… si no, no
se podrá” (el monstruo, él no lo sabía, era la metáfora del narcotráfico con la que había-
mos estado trabajando, pero su joven inconsciente sí que intuía sobre lo que estábamos
hablando).
La propuesta es de un teatro político y poético para la infancia, para compartirle
el mundo con su horror y su belleza, siempre desde lo que le interesa y necesita, que le
permita accionar en lo que sí puede cambia. Un teatro que revele, que mueva, que haga
partícipes a niños y niñas de lo que está pasando en su sociedad y en otras latitudes, con
otras infancias.

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Bibliografía
[1] LARA, Lola, “Esconder a los niños lo malo es argumento para la censura: Suzanne
Lebeau, autora de teatro”, en Cuadernos de Pedagogía, 2011, núm. 409, Madrid:
Wolters Kluwer Educación.

[2] ______, “La representación de la realidad en el teatro para la infancia”, en Las


puertas del drama, 2013, núm. 42, Madrid. Asociación de Autores de Teatro.

[3] LARRAÍN, S., Bascuñan, C. “Maltrato infantil, una dolorosa realidad puertas adentro”,
en Desafíos, Boletín de la infancia y adolescencia sobre el avance de los objetivos de
desarrollo del Milenio, 2009, número 9, Santiago de Chile: CEPAL-UNICEF.

[4] LEVI, P., Si esto es un hombre, Barcelona: Muchnik Editores, 1987.

[5] VIGOTSKY, Lev, La imaginación y el arte en la infancia, Madrid: Akal Ediciones, 2003

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