Amor Líquido en César Vallejo

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INDICE

INTRODUCCIÓN........................................................................................................................2
PRIMER CAPÍTULO: RECEPCIÓN CRÍTICA SOBRE LA OBRA POÉTICA DE CÉSAR
VALLEJO....................................................................................................................................3
SEGUNDO CAPÍTULO: EN TORNO AL AMOR LÍQUIDO DE ZYGMUNT BAUMAN.....10
TERCER CAPÍTULO: ANÁLISIS E INTERPRETACIÓN DE LOS POEMAS
“SETIEMBRE” Y “HECES”....................................................................................................16
3.1 Análisis retórico e interpretación del poema “Setiembre”.....................................17
3.1.1 Partes del texto argumentativo..................................................................................17
3.1.2 Campos figurativos......................................................................................................18
3.1.3 Interlocutores y técnicas argumentativas.................................................................19
3.1.4 Visión de mundo..........................................................................................................19
3.2 Análisis retórico e interpretación del poema “Heces”............................................20
3.2.1 Partes del texto argumentativo..................................................................................21
3.2.2 Campos figurativos......................................................................................................22
3.2.3 Interlocutores y técnicas argumentativas.................................................................23
3.2.4 Visión de mundo..........................................................................................................23
CONCLUSIONES.....................................................................................................................25
BIBLIOGRAFÍA........................................................................................................................26

1
INTRODUCCIÓN
El tópico del amor es uno de los más abordados en la Literatura universal, inicia su

recorrido en los primeros textos literarios hallados en Mesopotamia. Así damos

cuenta que ya, en un principio, en la epopeya de Gilgamesh está presente el tipo

de relaciones amorosas que componen dos amantes. Posteriormente, en la Grecia

antigua, y su influjo en el Imperio romano, se cantan los amores de los personajes

más representativos de Occidente. Es por esto que tomando tal premisa como

base, en nuestra monografía abordaremos el tópico del amor y su desarrollo en la

poesía del vate trujillano César Vallejo.

Nuestra monografía procurará observar desde un punto de vista distinto, al

que la tradición ha forjado, la poesía de César Vallejo. Para lograr nuestro

objetivo, nos enfocaremos en los poemas “Setiembre” y “Heces” pertenecientes al

poemario Los heraldos negros (1918).

Por otro lado, con la finalidad de realizar un análisis adecuado hemos

dividido nuestro estudio en tres partes. El primer capítulo se centra en la crítica

forjada alrededor de la obra poética del vate trujillano, particularmente la escrita

sobre su primer poemario Los heraldos negros. En el segundo expondremos las

ideas de Bauman que expuso en su libro Amor líquido. Acerca de la fragilidad de

los vínculos humanos (2003), el mismo que nos servirá como marco teórico para

interpretar los dos poemas mencionados. El último capítulo, tomando la Retórica

General Textual como herramienta de análisis y los principios sobre las relaciones

interpersonales expuestos por el sociólogo polaco, estudiaremos minuciosamente

los poemas “Setiembre” y “Heces”.


2
PRIMER CAPÍTULO: RECEPCIÓN CRÍTICA SOBRE LA OBRA POÉTICA
DE CÉSAR VALLEJO

En este apartado realizaremos un balance de la crítica acerca de la poesía de

César Vallejo Mendoza (1892 - 1938) y, sobre todo, escrita acerca de su primer

poemario Los heraldos negros (1918). Asimismo, ponemos de relieve una

perspectiva cronológica —desde la publicación de sus primeros poemas hasta la

actualidad—, la cual nos permite ordenar de manera sistemática las diversas

opiniones y, a su vez, dar cuenta de la evolución del pensamiento crítico que ha

surgido alrededor de la poesía del mencionado autor. Notamos que la crítica,

mientras Vallejo se encontraba en vida, ha sido escasa. No se le prestó al escritor

la debida atención que con el pasar de los años obtuvo, siendo reconocido, a partir

de la segunda mitad del s. XX, como uno de los más grandes poetas vanguardista

latinoamericanos, por no decir el más importante.

3
Las primeras críticas sobre la obra de César Vallejo se centran en su

poesía, poemarios como Los heraldos negros (1918) y Trilce (1922). Antenor

Orrego en su ensayo “Panoramas” menciona que Vallejo es un poeta que

transmite tanto su dolor como el dolor de los que no tienen cómo alzar la voz,

asimismo, se refiere a la obra de Vallejo como cargada de esteticismo donde

ninguna palabra sobra y tampoco falta. Para Orrego, Vallejo es el innovador en la

poesía peruana. Por otra parte, José Carlos Mariátegui en Siete ensayos de

interpretación de la realidad peruana (1928), como parte de su ideología marxista,

aborda la obra de Vallejo desde su perspectiva indigenista, así menciona que

“Vallejo interpreta a la raza en un instante en que todas las nostalgias, punzadas

por un dolor de tres siglos, se exacerban”. (Mariátegui, 1928: 271). Así

observamos que para Mariátegui el sufrimiento en Vallejo es expresión del alma

indígena; es la actitud espiritual de una raza, de un pueblo.

L. A. Sánchez, como historiador literario, resume, en La literatura peruana

(1951), la vida y obra de César Vallejo y las influencias que tuvo a la largo de su

carrera. En ese panorama destaca la participación de algunos de sus coetáneos

que le ayudaron en la publicación y difusión de sus primeros textos. Un personaje

clave para el ascenso y aceptación de la obra de Vallejo, en los círculos literarios,

fue Antenor Orrego, quien prologó sus dos primeros poemarios. Sánchez, en

palabras generales, describe al “cholo Vallejo” como un hombre muy sentimental,

allegado a la vida apacible del campo y con muchos martirios y pesares que la

vida le ha generado. Como menciona Sánchez, el poeta nunca olvidó el Perú y,

mucho menos, su ciudad natal Santiago de Chuco. Entre la influencia que obtuvo

4
César Vallejo se encuentran: Rubén Darío, José Santos Chocano, Verlaine, etc.

(Sánchez, 1951: 1351-1364).

Ese mismo año se publica La poesía de César Vallejo (1951) de Elsa

Villanueva, libro que inicia con una breve biografía del vate, y en la cual se presta

una mayor importancia a la educación cristiana recibida por el santiaguino, la

misma que le sirvió para referirse a la religión judeo-cristiana en gran parte de sus

poemas.

De igual manera, Villanueva da cuenta que a lo largo del poemario hay

ciertas palabras que el poeta repite, tales como “lluvia”, “rosa” y “perros”. Estas

palabras están ligadas al sentir del locutor, la lluvia, por ejemplo, asociada al dolor

del poeta. “Nido de angustias que despierta sus recuerdos y aviva su soledad, la

lluvia aparece como el marco en el que se dan la nostalgia y la melancolía al

evocar la imagen de la mujer ausente”. (Villanueva, 1951: 26). Asimismo, la rosa

está ligada al amor que no ha de cristalizarse y los perros a la desolación, el

abandono. Por otra parte Villanueva menciona las figuras literarias más relevantes

como la antítesis y la repetición.

Villanueva dice acerca del primer poemario de Vallejo (1951):

La tendencia hacia la reafirmación de lo nacional hallaba eco tanto en prosa como en


verso; la provincia invadía el arte capitalino, y en este caso hacía su aparición en los
versos de sabor campesino de este poeta serrano, que traía las pupilas preñadas de
paisaje familiar y el alma colmada de sinceras emociones. Pero el simbolismo colorido y
musical de Darío y de Herrera Reissig, aún el misticismo de Nervo, repetían todavía sus
ecos en esas generaciones últimas, y es así como Vallejo, a pesar de ser ya en su primer
libro la promesa de una poesía nueva, ata su verso a esas influencias lejanas; sin
embargo, esas ligaduras asomaban en una sensibilidad diferente, en un espíritu donde se
conjugaban armoniosamente la raza y el paisaje peruano. El arte de Vallejo, semejante a
unja fragua, fundió en sí todos aquellos lineamientos y “Los heraldos negros” fue la
expresión de una sensibilidad mestiza a través de un lenguaje francamente simbólico, y en
este caso, de gran raigambre vernácula. (Villanueva, 1951: 18).

5
Hasta entonces notamos que la crítica define la marcada línea de la obra del

“cholo” por el sendero del indigenismo, el sufrimiento, una marcada vanguardia

que aborda temas como el malestar humano, problemas raciales y juicios

ontológicos.

En el año 1988 se lleva a cabo, en la Universidad Stendhal de Grenoble, un

Coloquio sobre la vida y obra del vate peruano. Entre los presentes se

encontraban importantes críticos de César Vallejo tales como James Higgins,

Washington Delgado, Luis Bocaz, etc. Nos detendremos a examinar la ponencia

de este último estudioso mencionado. Bocaz inicia, como la anterior crítica,

mencionando la fuerte influencia modernista en Vallejo. El estudio más parece

referirse al lenguaje poético, sin embargo, no podemos soslayar su aporte acerca

de los círculos literarios emergentes fuera de Lima, sea el caso de Trujillo. Pues, el

texto describe, personajes como Antenor Orrego, Haya de la Torre y al mismo

César Vallejo. Quienes ejercieron una fuerte influencia en aspectos sociales en el

Perú del “Oncenio”. Luis Bocaz dice: “En la época formativa de César Vallejo,

Trujillo representa un espacio de producción cultural que sintetiza el proceso de

eclosión de nuevos focos que aspiran a una descentralización de la vida cultural a

lo largo del continente” (Bocaz, 1994: 38). También el autor nos dice que entre su

país natal y su estancia en Europa, Vallejo transcurre por una etapa anímica que

marcará su producción tanto lírica como narrativa; muestra de ello es la añoranza

por su tierra y la exposición en sus cuentos siempre ambientados en “pueblitos”

del Perú. (Bocaz, 1993: 31-40).

De igual manera, en el año 1993 se realiza un Coloquio sobre la obra de

César Vallejo en la Pontificia Universidad Católica del Perú, ese mismo año con
6
González Vigil como editor se publicó el libro Intensidad y altura de César Vallejo,

entre algunos de los trabajos expuestos optamos por prestarle mayor interés al

escrito por Gustavo Gutiérrez, titulado “La concepción religiosa de Vallejo”. El

primer trabajo que mencionamos se centra, como el título lo dice, en la presencia

sustancial de la metafísica en la obra del vanguardista. Gutiérrez menciona que el

tema de Dios en Vallejo está fuertemente ligado al sufrimiento humano: “El

sufrimiento humano plantea los desafíos más profundos a la idea de Dios y a la fe

en Dios, tanto que muchas veces intentamos esquivarlos” (Gutiérrez, 1993: 20).

Así vemos que Vallejo, como Albert Camus, también logra plantearse cuestiones

acerca del sentido de la existencia humana.

El crítico peruano González Vigil escribe Claves para leer a César Vallejo

(2009), libro en el cual aborda un sinnúmero de interpretaciones sobre la obra

poética del vate peruano. Así notamos que en Los heraldos negros se detiene a

examinar el ideal religioso que gira en torno al poemario, menciona a filósofos de

la existencia como Kierkegaard y su concepto de la angustia, al Zaratustra de

Nietzsche y los conceptos ontológicos y de la voluntad de Schopenhauer. Así dice

González (2009):

En Los heraldos negros no manda ni la fe ni la negación de la fe, ambas combaten porque


prima la crisis (de intenso dramatismo) de quien se debate entre lo “azul” (cristiano,
metafísico, platónico, pitagórico, sensualidad modernista) y lo “negro” de los heraldos, con
ecos del satanismo romántico de Lord Byron y José Espronceda, de Baudelaire y los
“poetas malditos”; del pesimismo de Schopenhauer, la angustia de Kierkegaard; también el
impacto materialista del positivismo de Comte y Manuel González Prada, y del
Evolucionismo de Darwin. (González Vigil, 2009: 145).

Además, González Vigil menciona que la mayoría de críticos ha centrado su

atención en ver a Vallejo como “el poeta del dolor”, siendo esta solo una pequeña

fracción de todo lo que nuestro vate nos ha heredado. (González, 2009: 131-136).

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En Las técnicas argumentativas y la utopía dialógica en la poesía de César

Vallejo (2014), Camilo Fernández Cozman realiza un estudio de la obra poética

del vate teniendo como herramienta de análisis la Retórica general textual,

principalmente Stefano Arduini. Así notamos que las definiciones sobre provincias

figurales y el campo retórico son obtenidos de Prolegómenos a una teoría general

de las figuras (2000), y por otra parte para los estilos de pensamiento tiene en

cuenta los tres propuestos por Giovanni Bottiroli.

Ahora bien, antes de realizar el análisis correspondiente, Fernández abre el

panorama literario señalando que según lo propuesto por Alberto Escobar hay

cuatro ciclos de la literatura peruana, y César Vallejo pertenece al tercero el de los

fundadores de la tradición o tradiciones poéticas del Perú, junto a José María

Eguren. Además, nos dice que dentro de la poética de César Vallejo hay tres

etapas. La primera etapa está marcada por Los heraldos negros; la segunda,

Trilce y finalmente Poemas humanos, Poemas en prosa y España, aparta de mí

este cáliz. (Fernández Cozman. 2014: 29).

Para el análisis de Los heraldos negros (1918) se centra en tres poemas,

“La araña”, “La cena miserable” y “A mi hermano Miguel”, con esto el crítico busca

dilucidar su planteamiento sobre por qué dicho poemario es de un tono

argumentativo, característica que lo aleja del modernismo de Rubén Darío y Julio

Herrera y Reissig.

Para finalizar la revisión de los textos críticos establecemos una síntesis de

esta misma:

En primer lugar, se observa que la crítica sobre la obra de César Vallejo

empieza con Antenor Orrego y otros amigos del poeta, para así poder darle una
8
importancia entre sus coetáneos. Asimismo, las primeras críticas se centran en la

lírica del vate, de manera particular en sus dos primeros poemarios Los heraldos

negros (1918) y Trilce (1922).

Con el pasar de los años la crítica, con Mariátegui a la cabeza, ahonda sobre el

carácter indigenista de la obra del vanguardista. Los estudios estilísticos sobre la

poesía del vate santiaguino inician en la segunda mitad del s. XX, hasta entonces

la crítica había caído en el biografismo y prestar mayor importancia al carácter

agónico de su poesía. El uso de herramientas de análisis, como la retórica general

textual, para el estudio de la poesía de Vallejo inicia a finales del siglo veinte.

9
SEGUNDO CAPÍTULO: EN TORNO AL AMOR LÍQUIDO DE ZYGMUNT
BAUMAN

En este capítulo definiremos lo que se conoce como el concepto “líquido”,

propuesto por Zygmunt Bauman (1925 – 2017) en gran parte de su obra. Así,

abordaremos sus libros Modernidad líquida (2000) y Amor líquido (2003), siendo

estos los textos centrales para sentar las bases de la definición sobre la fluidez de

nuestra moderna sociedad líquida. De igual manera, la relevancia prestada al

segundo libro se justifica con el uso interpretativo que nos proporcionará para

analizar ciertos poemas de Los heraldos negros (1918).

El sociólogo polaco Zygmunt Bauman perteneciente a las corrientes

posmodernistas plantea en su obra el concepto “líquido”, el cual en Modernidad

líquida (2000) observamos que es una categoría sociológica gracias a la cual

10
podemos definir el estado actual de nuestra sociedad. Es decir, para Bauman la

sociedad moderna se caracteriza por un cambio constante y ser transitoria, debido

esto a factores educativos, culturales y económicos. Con esta metáfora de la

liquidez, el sociólogo intenta demostrar la inconsistencia de las relaciones

humanas, en el ámbito afectivo, laboral, etc.

Ahora bien, ¿por qué “líquido”? Tanto los líquidos como los gases tienen la

característica de la fluidez, la misma que los distingue de los sólidos, poseen la

capacidad de sufrir continuos cambios y no conservar con facilidad su forma

inicial. En tal sentido, los elementos “líquidos” no están atados de ninguna manera

ni al espacio ni al tiempo, gozan de la fluidez, eso sí determinados por la

momentaneidad. Es por esto que el concepto “líquido” encaja perfectamente para

representar nuestra realidad actual. Una realidad en la que todas las cosas fluyen,

se desplazan, se desbordan, se filtran y hasta gotean, siempre por un período

determinado, así es como Bauman opta por el concepto de “liquidez” como una

alegoría para la naturaleza, que representa, además, una nueva etapa de la

historia de la humanidad.

En Amor líquido (2003) Bauman abre el libro con una cita del Spleen de

París de Baudelaire, mencionando el carácter fragmentario de este mismo y como

cada capítulo se sostiene por sí solo. Bauman (2003):

“Mi querido amigo, le envío un pequeño trabajo del que podría decirse, sin ser
injusto, que no tiene pies ni cabeza, ya que por el contrario todo en él es, alternativa
y recíprocamente, pies y cabeza. Le suplico considere la admirable conveniencia que
tal combinación nos ofrece a todos: a usted, a mí y al lector. Podemos interrumpir,
yo mis cavilaciones, usted el texto, y el lector su lectura, ya que no pretendo
mantener interminablemente la fatigosa voluntad de ninguno de ellos unida a una
trama superflua. Retire uno de los anillos, y otras dos piezas de esta tortuosa
fantasía volverán a encajar sin dificultad. Recorte varios fragmentos y advertirá que
cada uno de ellos se sostiene por sí mismo. Me atrevo a dedicarle a usted la

11
serpiente entera con la esperanza de que algunos de sus tramos le gusten y lo
diviertan”.1
De esta manera, Charles Baudelaire presentaba Spleen de París a sus lectores. Es
una pena que lo haya hecho. De no ser así, yo mismo hubiese querido componer un
preámbulo igual o similar para lo que sigue a continuación. Pero lo hizo, y yo sólo puedo
citar. Walter Benjamin, por supuesto, eliminaría la palabra “sólo2 de esta última frase. Y si
lo pienso dos veces, yo también. (BAUMAN, 2003: 15).

De esta forma podemos observar que lo propuesto a lo largo del libro gozará de

una autonomía fructuosa para el lector.

En el primer capítulo “Enamorarse y desenamorarse”, Bauman expone, en

palabras generales, la evolución del pensamiento en torno al amor. De tal manera

nos proporciona un recorrido desde Aristóteles hasta los planteamientos de Erich

Fromm, dándole mayor importancia a lo dicho por este último en su reconocido

libro El arte de amar (1956).

Por otra parte, el sociólogo polaco usa un símil entre el amor y la muerte. Para sus

propósitos menciona que tanto en el amor como en la muerte solo podemos entrar

una vez y que alrededor de estos dos estados gira todo en cuanto conocemos en

esta vida. Además, el aprendizaje acerca de la muerte solo podemos adquirirlo en

base a las experiencias de terceros, por el contrario, el amor es un estado del que

podemos aprender constantemente y por experiencia propia. Bauman (2003) dice:

El amor y la muerte no tienen historia propia. Son acontecimientos del tiempo humano,
cada uno de ellos independiente, no conectado (y menos aún causalmente conectado) a
otros acontecimientos “similares”, salvo en las composiciones humanas retrospectivas,
ansiosas por localizar –por inventar– esas conexiones y comprender lo incomprensible.
Y por eso es imposible aprender a amar, tal como no se puede aprender a morir. Y nadie
puede aprender el elusivo –el inexistente aunque intensamente deseado– arte de no caer
en sus garras, de mantenerse fuera de su alcance. Cuando llegue el momento, el amor y la
muerte caerán sobre nosotros, a pesar de que no tenemos ni un indicio de cuándo llegará
ese momento. (Bauman, 2003: 17).

Zygmunt acota que la experiencia del amor puede ser vivida en más de una

ocasión, este acontecimiento es susceptible a repetirse, de naturaleza recurrente.

1
Las comillas y la negrita pertenecen al autor.

12
Así nos damos cuenta que la mayoría de personas dice “haberse enamorado” en

más de una ocasión. Esto se debe, aclara el sociólogo, a que la palabra “amor”

con el transcurrir del tiempo ha ido perdiendo fuerza, su significado ha variado con

el nacer de las nuevas generaciones. Ahora la definición romántica del amor

–“hasta que la muerte nos separe”– está inevitablemente pasada de moda. El

estándar ahora es más bajo.

En Amor líquido el autor concibe el amor como una mercancía puesto que

en una cultura de consumo como la nuestra, donde prima los productos listos para

uso inmediato, las soluciones rápidas, la satisfacción instantánea, la promesa de

aprender el arte de amar es la promesa de lograr “experiencia en el amor” como si

fuera cualquier otra mercancía. “El amor es un préstamo hipotecario a cuenta de

un futuro incierto e inescrutable” (Bauman, 2003: 23). El amor funciona aquí con

altibajos, no siempre se es consciente de lo que sucederá entre el amante y el

amado; es más por ser una relación humana está acentuado en una naturaleza de

constante incertidumbre sobre lo venidero o lo que nunca llegará.

Al iniciar una relación amorosa lo que se busca es abandonar el estado de

soledad, de tensión y de inseguridad en el que la persona se hallaba, no obstante

como toda “acción de la bolsa”, nuestra inversión no está totalmente segura de las

fluctuaciones que acarrea el transitar diario de la economía. Así, lejos de gozar los

frutos de una relación, terminan con inseguridades, sintiéndose más solo y con la

ya mencionada perpetua incertidumbre. (Bauman, 2003: 26-32).

En el segundo capítulo del Amor líquido, Bauman se centra en la relación

entre sexo/reproducción y sexo/satisfacción. De esta manera diferencia el ars

erotica de la scientia sexualis, esta última está bajo el reino de Anteros (hermano
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de Eros) y se puede definir como una ciencia debido a la cual la sexualidad ya no

es creadora de placer y felicidad en los hombres. Asimismo, Bauman (2003) dice

que en nuestra moderna sociedad líquida podemos notar que la reproducción

representa:

una decisión, y no un accidente, circunstancia que suma ansiedad a la situación. Tener o


no tener hijos es probablemente la decisión con más consecuencia y de mayor alcance que
pueda existir, y por lo tanto es la decisión más estresante y generadora de tensiones a la
que uno pueda enfrentarse en el transcurso de su vida. (Bauman, 2003, 64).

Esto se debe a que la crianza de uno o más hijos genera un gasto mayor al que se

puede concebir en la compra de una mansión, un auto de lujo y/o un costoso viaje

a alguna playa paradisiaca del Caribe.

El sociólogo también menciona que antes la procreación significaba la

perduración del linaje, “los hijos constituían un puente entre la mortalidad y la

inmortalidad” (Bauman, 2003, 62). Y la muerte de una persona que nunca se

reprodujo representaba el descuido de la mayor de sus responsabilidades: la, ya

mencionada, perduración de su linaje. Esto porque la herencia constituía uno de

los puntos principales en un linaje, ahora, por el contrario --en una sociedad en la

que constantemente se está cambiando de trabajo, pagando costos de vida

excesivos y la incertidumbre del futuro--, la firmeza de tener algo que heredar a los

hijos está lejos de ser cierta.

Por otra parte, en la relación actual entre el sexo y la satisfacción, Bauman

nos dice que el placer producido por el sexo, que los medios de comunicación nos

venden, no es del todo cierto. La siguiente cita de Bauman (2003) nos ayudará a

esclarecer esta idea:

Actualmente se espera que el sexo sea autosuficiente y autónomo, que se “sostenga sobre
sus propios pies”, y es sólo valuable en razón de la gratificación que aporta por sí mismo
(si bien por lo general no alcanza a colmar las expectativas de satisfacción que nos

14
promete los medios). No es raro, entonces, que su capacidad para generar frustración y
para exacerbar esa misma sensación de extrañamiento que supuestamente debía sanar
hayan crecido enormemente. La victoria del sexo en la gran guerra de la independencia ha
sido, a lo sumo, una victoria pírrica. La pócima maravillosa parece estar produciendo
dolores y sufrimientos no menos numerosos y probablemente más agudos que aquellos
que prometía remediar. (Bauman, 2003, 68).

En el último capítulo, como su nombre lo expone “Sobre la dificultad de

amar al prójimo”, Bauman teoriza entorno al mandato divino de la religión judeo-

cristiana, el cual dice “ama a tu prójimo como a ti mismo”. El sociólogo se

pregunta: ¿Qué beneficio me genera amar a los demás? ¿Si yo amara a mi

prójimo este también compartiría el mismo amor hacia mí? ¿En qué medida me

amo a mí mismo? Para Bauman el amor a uno mismo está ligado a la

supervivencia, pues nuestra razón nos lleva a considerar alejarnos de las

situaciones de peligro, nuestro juicio nos conduce, casi siempre, hacia nuestro

bienestar. Sin embargo, Bauman aclara que es muy posible que ese instinto de

supervivencia (instinto) nos conduzca por un camino opuesto al del amor porque

podemos poner en duda si esta vida está a la altura de ese amor y si es digna de

ser vivida. (Bauman, 2003, 105-111).

15
TERCER CAPÍTULO: ANÁLISIS E INTERPRETACIÓN DE LOS POEMAS
“SETIEMBRE” Y “HECES”

En este último capítulo, con el uso de nuestra herramienta de análisis (la Retórica

general textual) nos detendremos en el estudio de los dos poemas elegidos del

vate trujillano. Ahora bien, el concepto y los tipos de “campos figurativos” que

abordaremos son los pertenecientes a Stefano Arduini, en sus Prolegómenos a

una teoría general de las figuras (2000). Por otra parte, el concepto y los tipos de

“técnicas argumentativas” provienen del Tratado de la argumentación. La nueva

retórica (1989), de Perelman y Olbrechts-Tyteca. De igual manera, la

interpretación de estos mismos poemas, se abordará desde las ideas expuestas

(en nuestro segundo capítulo) sobre el Amor líquido (2003), de Bauman; lo cual se

realizará en la visión de mundo correspondiente a cada poema.

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3.1 Análisis retórico e interpretación del poema “Setiembre”

Setiembre

Aquella noche de setiembre, fuiste


tan buena para mí… hasta dolerme!
Yo no sé lo demás; y para eso,
no debiste ser buena, no debiste.
Aquella noche sollozaste al verme 5
hermético y tirano, enfermo y triste.
Yo no sé lo demás… y para eso,
yo no sé por qué fui triste… tan triste…!
Sólo esa noche de setiembre dulce,
tuve a los ojos de Magdala, toda 10
la distancia de Dios… y te fui dulce!
Y también fue una tarde de setiembre
cuando sembré en tus brasas, desde un auto,
los charcos de esta noche de diciembre.

3.1.1 Partes del texto argumentativo

Exordio:

El exordio de este poema lo encontramos en los dos primeros versos. Cuando el

locutor dice: “Aquella noche de setiembre, fuiste/tan buena para mí… hasta

dolerme!” está manifestando la situación que vivió luego de ocultarse el sol.

Además estos primeros versos nos proporcionan el problema que se ha de

exponer en la argumentación. Por otra parte, el uso del pretérito perfecto del verbo

“ser”, nos lleva a suponer que en el presente el locutor vive bajo la ausencia de la

“amada”.

Argumentación:

La argumentación, por su parte, se halla presente desde el verso 3 hasta el verso

11. Es en este espacio donde se presenta una confluencia de las técnicas

argumentativas. El yo-lírico se reprocha y reprocha a la amada por sus acciones,

17
la tristeza en la que se sumieron durante ese lapso se debe a los sentimientos que

no pudieron ocultar uno frente al otro.

Peroración final:

En los tres últimos versos se resuelve el problema planteado desde un inicio. Es

decir, aquí el yo-poético, asentado en el presente (diciembre), recuerdo lo

acaecido esa noche de Setiembre, cómo apagó las “brasas” de su amada.

3.1.2 Campos figurativos

El primer campo figurativo que se presenta en el poema es el de la repetición, bajo

la figura literaria anáfora, puesto que observamos en los versos 3, 7 y 8 la

repetición de la sentencia “Yo no sé”. Advertimos que la continua repetición de

esta sentencia sirve al yo-poético para enfatizar en la falta de conocimiento sobre

las acciones que transcurrían aquella noche. Asimismo, notamos la repetición del

sustantivo “noche”, al inicio de las tres primeras estrofas, que al igual que la

anterior anáfora, esta también sirve para enfatizar en el momento que ocurría la

situación, y marcar una diferencia con respecto al tiempo presente, pues

menciona, esta vez, el sustantivo “tarde”.

Por otra parte, se encuentra la presencia del campo figurativo de la

antítesis, pues en el poema encontramos oposiciones de palabras, cuyos campos

semánticos resultan divergentes. Así tenemos en la tercera estrofa “setiembre

dulce” y “ojos de Magdala”; sabemos que en la tradición judeo-cristiana el

personaje de María “de Magdala” está representado por una mujer sollozante,

afligida y es una de las tres Marías que lloran la crucifixión de Jesucristo; el

18
adjetivo que caracteriza setiembre, tiene un significado contrario al llanto y la

aflicción, “dulce”. Asimismo, en el último párrafo notamos la presencia de “brasas”

y “charcos”, sustantivos, explícitamente opuestos, pues uno pertenece al campo

semántico del fuego; el otro, del agua.

3.1.3 Interlocutores y técnicas argumentativas

En el poema “Setiembre” reconocemos un locutor personaje y un alocutario

representado. Respecto al primero (el locutor personaje) podemos identificarlo por

el uso del pronombre personal en primera persona, yo. Además de esto el

pronombre “mí” y la conjugación del verbo “verme” ponen en evidencia a un

locutor personaje.

Por otra parte, al alocutario representado lo notamos bajo las conjugaciones

de los verbos “fuiste”, “debiste” donde se esconde el pronombre personal en

segunda persona, tú. Además de esto, en el último verso se presenta el posesivo

“tu”, con el cual podemos identificar a un alocutario representado, hacia quien se

dirige el locutor.

Respecto a las técnicas argumentativas que aparecen en el poema

“Setiembre” observamos la aplicación del argumento por comparación,

particularmente el argumento por oposición, ya que en el poema, como

mencionamos, está presente en el campo de la antítesis las oposiciones entre

agua y fuego, “dulce” y afligido.

3.1.4 Visión de mundo

19
En el poema “Setiembre” notamos, a partir del título, la importancia que se le

presta a este mes del año, en torno a él gira lo acaecido el locutor y el alocutario

representado. Tal parece que el yo-poético recuerda, con nostalgia, la noche de

setiembre que sin saber el por qué se mostró “triste”. Aquí el tiempo juega un rol

importante porque gracias a él podemos plantearnos que el locutor se encuentra

en un estado de abandono, la ausencia de la amada, lo lleva a divagar entre sus

recuerdos, de lo que podría ser su última noche junto a ella.

Sabemos, según lo dicho por Bauman (2003), que las relaciones en nuestra

moderna sociedad líquida están destinadas a fracasar, puesto que las condiciones

en la que vivimos nos ponen en un estado de alerta, de no anudar con tanta fuerza

nuestros vínculos interpersonales, es por esto que nos acostumbramos a soltar

con relativa facilidad los lazos que nos unen a otras personas. Por su parte, el yo-

lírico de “Setiembre” parece ser consciente de esta fragilidad de los vínculos, por

eso en el último verso, a manera de despedida, nos deja a la interpretación que

“los charcos de esta noche de diciembre” apagan las “brasas” de la amada, dando

a entender que con esto desata el lazo que había entre ellos.

3.2 Análisis retórico e interpretación del poema “Heces”

Heces

Esta tarde llueve como nunca; y no


tengo ganas de vivir, corazón.
Esta tarde es dulce. Por qué ha de ser?
Viste de gracia y pena; viste de mujer.
Esta tarde en Lima llueve. Y yo recuerdo 5
las cavernas crueles de mi ingratitud;
mi bloque de hielo sobre su amapola,
más fuerte que su «No seas así! »

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Mis violentas flores negras; y la bárbara
y enorme pedrada; y el trecho glacial. 10
Y pondrá el silencio de su dignidad
con óleos quemantes el punto final.
Por eso esta tarde, como nunca, voy
con este búho, con este corazón.
Y otras pasan; y viéndome tan triste, 15
toman un poquito de ti
en la abrupta arruga de mi hondo dolor.
Esta tarde llueve, llueve mucho. ¡Y no
tengo ganas de vivir, corazón!

3.2.1 Partes del texto argumentativo

Exordio:

El exordio de este poema lo encontramos en la primera estrofa: “Esta tarde llueve

como nunca; y no/tengo ganas de vivir, corazón”. De esta manera, el yo-lírico

expone su sentir a su “corazón”. Además de eso, al inicio la lluvia de la tarde está

ligada al sentimiento de desasosiego que surge en el locutor. Con este primer

párrafo el yo-poético da a conocer sus sentimientos.

Argumentación:

La parte argumentativa abarca desde el verso tres hasta el verso diecisiete. Es

dentro de este espacio en el que confluyen las presencias de las técnicas

argumentativas las cuales explicaremos en un siguiente apartado. Además de eso,

en la argumentación el yo-lírico expone el porqué de esas ganas de ya no querer

vivir, las causas de su desasosiego.

Peroración:

Por su parte, la peroración final comprende el último párrafo: “Esta tarde llueve,

llueve mucho. ¡Y no/ tengo ganas de vivir, corazón!”. Aquí, como en el exordio, el

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yo lírico expone a su corazón, lo que está sintiendo, producto del abrumador clima

que vive en la ciudad de Lima.

3.2.2 Campos figurativos

El primer campo figurativo que podemos observar, con cierta facilidad, es el de la

repetición, bajo la figura literaria de la anáfora. En los versos uno, tres, cinco, trece

y dieciocho se repite la sentencia “esta tarde”, que también en este poema tiene la

función de enfatizar en el tiempo donde acaece la situación, la penuria del yo

poético. Además, el verbo “llueve” se repite en cuatro ocasiones que, de igual

manera, esta figura proporciona relevancia al cambio meteorológico limeño,

puesto que este influye en el sentir del yo lírico.

El siguiente campo figurativo presente en el poema “Heces” es el de la

metáfora, bajo la figura literaria homónima. Así tenemos en la tercera estrofa

“cavernas crueles de mi ingratitud” y “mi bloque de hielo sobre su amapola”; las

cavernas son lugares inhóspitos, por lo general en ellos el ingreso de la luz se ve

reducido, cuenta, casi siempre, con una sola entrada y salida, para este caso

representa los sentimientos hacia la amada, el desinterés, el vacío emocional en el

que se encuentra el yo lírico. Por otra parte, el “bloque de hielo”, sabes que el

hielo es la condensación de los líquidos, el estado sólido del “agua”, entonces un

bloque representa la actitud reacia del yo-poético frente a la “amapola” (el

corazón) de la mujer. Además, dentro de este mismo campo retórico notamos la

presencia de un símil en la quinta estrofa: “con este búho, con este corazón.” (v.

14).

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3.2.3 Interlocutores y técnicas argumentativas

En el poema se encuentra la presencia de un locutor personaje y de un alocutario

representado. Defendemos la presencia del locutor personaje debido al tono

expositivo que caracteriza al poema, y que además es imprescindible para que se

dirija a una segunda persona (tú), lo cual pone de manifiesto al alocutario

representado, pues se dirige al “corazón” haciendo uso para ello de la coma

vocativa. Hay que agregar la presencia del pronombre personal en primera

persona (yo), en el quinto verso, lo cual demuestra evidentemente la presencia de

un locutor personaje.

3.2.4 Visión de mundo

En el poema “Heces” observamos lo que nos sugiere el título, es decir, los

excrementos, desechos humanos, en esta ocasión, nos da la impresión de estar

ligado a los sentimientos del yo poético, pues su actitud reacia frente a la amada

sorprende al lector, ya que ahora parece sufrir por esa situación.

Además, la “lluvia” es un elemento frecuente en la poesía de César Vallejo,

particularmente en Los herados negros, está ligado al dolor que siente el yo

poético. Así como lo dicho por Villanueva (1951): “Nido de angustias que despierta

sus recuerdos y aviva su soledad, la lluvia aparece como el marco en el que se

dan la nostalgia y la melancolía al evocar la imagen de la mujer ausente”.

(Villanueva, 1951: 26). Esto lo podemos notar cuando en el verso cinco dice “Y yo

recuerdo” (v. 5). Demostrando así que la lluvia genera esa sensación de nostalgia

en el locutor.

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Según lo expuesto por Zygmunt Bauman (2003) los vínculos humanos se

asemejan al ámbito económico, así nos dice que las relaciones que una persona

forja llevan a este mismo ser a una constante incertidumbre puesto que el no

saber si mañana seguirá ahí la persona amada, lejos de producir felicidad y

tranquilidad, empujan a las persona al estrés, genera dudas y causa

incertidumbre. Lo mismo ocurre cuando en la bolsa de valores compramos

acciones y no saben si al día siguiente estas mismas acciones mantendrán su

valor, habrán disminuido o aumentado. Por su parte, en el poema de Vallejo,

tenemos a un yo lírico que ha perdido a su amada, a causa propia porque frente

ha ella se mostró reacio y en el aquí y ahora el locutor parece lamentar su pérdida.

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CONCLUSIONES

1. Observamos que la crítica literaria, en torno a Los heraldos negros, se

ha detenido a observar el aspecto formal de los poemas. Soslayando de

este poemario el uso de los Estudios Culturales que enriquecen la

interpretación del discurso inmanente en la obra.

2. Las propuestas sociológicas de Zygmunt Bauman aportaron en nuestra

interpretación de los poemas “Setiembre” y “Heces” un punto clave, el

cual un nuevo enfoque, a partir del análisis interdiscursivo desde donde

se puede estudiar la poesía de César Vallejo.

3. En Los heraldos negros es muy frecuente en lamento del yo poético, la

nostalgia y el tono apelativo con el que se dirige al Dios judeo-cristiano.

Notamos que estos temas recorren gran parte del poemario y, lejos de

agotarlo, se renueve en cada verso.

4. Particularmente, los dos poemas analizados “Heces” y “Setiembre”

comparten la nostalgia que provoca el recuerdo de la amada, la angustia

del locutor y el tiempo en el que transcurren sea por la tarde o con

mayor frecuencia por la noche. La ausencia de la amada, en ambos

poemas, plantea la imposibilidad del yo poético para mantener los lazos

interpersonales atados, así tenemos que la “fragilidad de los vínculos”, la

“liquidez” de las relaciones es un tema frecuente en la poesía de César

Vallejo.

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BIBLIOGRAFÍA

Primaria:

VALLEJO, César.

2010 Obra poética. Lima: Editorial Peisa.

Secundaria:

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1994 “La prosa de César Vallejo” en César Vallejo Vida y Obra. Lima:

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2014 Las técnicas argumentativas y la utopía en la poesía de César

Vallejo. Lima: Editorial Universitaria de la Universidad Ricardo

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GONZÁLEZ VIGIL, Ricardo.

2009 Claves para leer a César Vallejo. Lima: Editorial San Marcos E.I.R.L.

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1993 “La concepción religiosa de Vallejo” en Intensidad y altura de César

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(1928) 1957 Siete ensayos de interpretación de la realidad peruana. Lima:

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1951 “Tomo IV” de La literatura peruana. Lima: Editorial Juan Mejía Baca.

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Publicidad, Azángaro 1005.

Complementaria:

ARDUINI, Stefano.

2000 Prolegómenos a a una teoría general de las figuras. Murcia:

Universidad, Servicio de Publicaciones.

BAUMAN, Zygmunt.

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Argentina, S.A.

2003 Amor líquido. Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica de

Argentina, S.A.

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1989 Tratado de la argumentación. La nueva retórica. Madrid: Gredos.

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