Lo Central de La Voluntad de Dios para Tu Vida

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Lo central de la voluntad de Dios para tu

vida
Kevin DeYoung

Este es un fragmento adaptado de Haz algo: Descubre la voluntad de Dios (Poiema


Publicaciones, 2020), por Kevin DeYoung.

¿Hay una manera que sea la mejor para hablar acerca de la voluntad de Dios para nuestras
vidas? La respuesta: ¡Por supuesto que sí! Una manera antigua. Una manera bíblica. Es la
manera de Jesús. Escucha cómo Él lo explica en el Sermón del Monte:

“Por eso les digo: No se preocupen por su vida, qué comerán o beberán; ni por su cuerpo,
cómo se vestirán. ¿No tiene la vida más valor que la comida y el cuerpo más que la ropa?
Fíjense en las aves del cielo: no siembran ni cosechan ni almacenan en graneros; sin
embargo, el Padre celestial las alimenta. ¿No valen ustedes mucho más que ellas? ¿Quién
de ustedes, por mucho que se preocupe, puede añadir una sola hora al curso de su vida?

¿Y por qué se preocupan por la ropa? Observen cómo crecen los lirios del campo. No
trabajan ni hilan; sin embargo, les digo que ni siquiera Salomón, con todo su esplendor, se
vestía como uno de ellos. Si así viste Dios a la hierba que hoy está en el campo y mañana es
arrojada al horno, ¿no hará mucho más por ustedes, gente de poca fe? Así que no se
preocupen diciendo: ‘¿Qué comeremos?’ o ‘¿Qué beberemos?’ o ‘¿Con qué nos
vestiremos?’. Porque los paganos andan tras todas estas cosas y el Padre celestial sabe que
ustedes las necesitan. Más bien, busquen primeramente el Reino de Dios y Su justicia y
todas estas cosas les serán añadidas. Por lo tanto, no se angustien por el mañana, el cual
tendrá sus propios afanes. Cada día tiene ya sus problemas” (Mt. 6:25-34). 

No te preocupes; busca su Reino

La idea principal de este pasaje no puede ser más clara: Jesús no quiere que nos
preocupemos por el futuro. Dios sabe lo que necesitamos para vivir. Cuando Él quiera que
muramos, vamos a morir. Mientras Él quiera que vivamos, viviremos. Él nos proveerá de
alimento, bebida, trabajo, casa, y todo lo que necesitemos para vivir y glorificarle en esta
vida hasta que Él quiera que le glorifiquemos con nuestra muerte. El preocuparnos y
obsesionarnos con el futuro, aun sea una preocupación seudosanta por tratar de discernir la
voluntad de Dios, no va a añadir ni una sola hora a nuestra vida, ni tampoco nos hará más
felices ni más santos.

La preocupación y la ansiedad reflejan nuestra falta de confianza en la bondad y la


soberanía de Dios

La preocupación y la ansiedad no son simplemente malos hábitos ni idiosincracias. Son


frutos pecaminosos que brotan de un corazón incrédulo. Jesús no trata una obsesión con el
futuro como una peculiaridad personal, sino como una evidencia de poca fe (v. 30). La
preocupación y la ansiedad reflejan nuestra falta de confianza en la bondad y la soberanía
de Dios.

La preocupación es un asunto espiritual, y debe ser contrarrestado con la fe. Debemos


luchar por creer que la misericordia de Dios es suficiente para enfrentar los problemas de
hoy y que, sin importar lo que venga, Su misericordia será suficiente para enfrentar los
problemas de mañana (Lm. 3:22-23). La manera de Dios no es darnos un vistazo del futuro
ni tampoco decirnos qué decisiones debemos tomar. Esa no es Su manera porque la fe no
funciona así. La manera de Dios es decirnos que Él conoce el mañana. Él cuida de nosotros,
así que no debemos preocuparnos. 

El versículo 33 es crucial para entender la voluntad de Dios para nuestras vidas. Jesús dice:
“Busquen primeramente el Reino de Dios y Su justicia”. Él no nos llama a buscar una
revelación divina antes de elegir las materias para el próximo semestre de clases o de
decidir entre ir a jugar boliche o jugar golf. Él nos llama a correr tras Él, tras Sus
mandamientos y Su gloria.

Para estar en la voluntad de Dios no tenemos que escoger entre Miami y Nueva York, o
entre ingeniería y arte, sino decidir diariamente si vamos a buscar el Reino de Dios o el
nuestro, a someternos o no a Su señorío, a vivir de acuerdo con Sus reglas o con las
nuestras. La pregunta que más le importa a Dios no es “¿Dónde debería vivir?”, sino
“¿Amo al Señor con todo mi corazón, con toda mi alma, con todas mis fuerzas y con toda
mi mente, y a mi prójimo como a mí mismo?” (ver Lc. 10:27).

Caminar según la voluntad de Dios significa buscar primeramente el Reino de Dios y Su


justicia

Esa segunda pregunta refleja la voluntad de Dios para tu vida.

El apóstol Pablo lo confirma

El apóstol Pablo hace eco del mensaje de Jesús acerca de cuál es el centro de la voluntad de
Dios. De hecho, hay pasajes clave donde él usa la frase “la voluntad de Dios”, “Su
voluntad” y “la voluntad del Señor” para describir el llamado de Dios para nuestras vidas.
Caminar según la voluntad de Dios significa buscar primeramente el Reino de Dios y Su
justicia. La voluntad de Dios es que vivamos vidas santas: “La voluntad de Dios es que
sean santificados; que se aparten de la inmoralidad sexual” (1 Ts. 4:3). 

Ahí tienes un resumen de la voluntad de Dios para tu vida. Me encanta decirle a la gente
desde el púlpito: “Yo sé exactamente cuál es la voluntad de Dios para tu vida”. Usualmente
se quedan un poco perplejos. Entonces los llevo a 1 Tesalonicenses 4:3. La mayoría se
decepcionan cuando ven mi punto. Ellos querían algo más concreto que la santificación.
Pero Dios no suele operar dándonos instrucciones con pasos específicos. Su manera
consiste en mostrar Su santidad, declararnos santos en Cristo, y exhortarnos a crecer en
santidad en la vida diaria. Ese es el deseo de Dios para ti. Y esa es la dirección en la que Él
quiere que vayas.

Él quiere que compres la casa que te haga más santo. Si te casas, Él quiere que te cases para
ser más santo. Él quiere que tengas un trabajo que te ayude a crecer en santidad. Cuenta con
eso: Dios siempre quiere tu santificación.

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Kevin DeYoung (MDiv, Seminario Teológico Gordon-Conwell) es pastor principal de la


Iglesia Christ Covenant en Matthews, Carolina del Norte, presidente de la junta de The
Gospel Coalition, profesor asistente de teología sistemática en el Seminario Teológico
Reformado (Charlotte) y candidato a doctorado en la Universidad de Leicester. Es autor de
numerosos libros, incluyendo Just Do Something. Kevin y su esposa, Trisha, tienen siete
hijos.

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