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Cátedra de Psicopatología

Clase 2

Los tres Registros

Prof. Titular Javier Aguirre.

Bibliografía
Lacan, J. ([2004]1953): “Lo simbólico, lo imaginario y lo real”. En De los nombres del padre, Buenos
Aires: Paidós. Pp. 11-64.

Lacan, J. ([2002]1957): “La instancia de la letra en el inconsciente o la razón desde Freud”. En Escritos
1, México, Ed. Siglo XXI, pp. 473-509.

Lacan, J. ([2003]1974): ”La tercera”. En Intervenciones y textos II. Buenos Aires: Manantial. Pp. 81-85.

Lacan, J. ([2006]1955-56): El seminario. Libro 3: “Las psicosis”, Bs. As., Paidós, cap. IV, par. 3; cap. V,
par. 2; cap. VII, par. 2; cap. XIV, par. 1 y 2.

Muñoz, P. (2018): “Los tres órdenes: imaginario, simbólico, real”. En Psicopatología. Córdoba, Brujas.
Pp.203-220.

Objetivos

• Introducir las elaboraciones de Lacan a partir de los tres registros de la realidad


humana.
• Que los estudiantes incorporen herramientas conceptuales para diferenciar y
caracterizar cada uno de los registros
• Que los estudiantes reconozcan los antecedentes de cada uno de los registros
• Que los estudiantes puedan articular y aplicar las categorías en las elaboraciones de
Freud y Lacan.

1
LOS TRES REGISTROS

En esta clase nos proponemos introducir las elaboraciones de Jacques Lacan a partir de lo que
el autor denominó los “tres registros” esenciales de la realidad humana: Lo imaginario, lo
simbólico y lo real.

Lacan introduce estas categorías en una conferencia titulada Lo simbólico, lo imaginario y lo real
en el año 1953 y a partir de allí jamás dejará de utilizarlas, es decir, que atraviesan toda su
enseñanza, aunque no sin modificaciones conceptuales.

¿Qué son los tres registros? Los registros son categorías conceptuales que tienen un valor
instrumental, en la medida que Lacan los utiliza para “leer” a Freud, son una especie de lente
que emplea para estudiar la obra freudiana. Asimismo notaremos que Lacan los utiliza como un
recurso teórico y práctico. Le sirven para teorizar su enseñanza y orientar la experiencia
psicoanalítica, es decir, la dirección de una cura.

¿Cómo construye Lacan los registros? Los registros no son una invención ex nihlo de Lacan, sino
que éste los toma de la cultura e interviene sobre ellos produciendo una articulación original,
no obstante, el punto de inflexión (como veremos más adelante) es sobre el registro de lo real,
el cual irá tomando distintos sentidos a lo largo de sus elaboraciones.

¿Estos registros están separados? No. Lacan los propone de manera articulada, es decir, se
encuentran enlazados, incluso, llegará a proponer al final de su enseñanza, el recurso topológico
del nudo borromeo constituido por tres cuerdas enlazados de tal forma que, al separar
cualquiera de las tres, se liberan las otras dos.

Nudo borromeo

El nudo muestra que no hay una superioridad de un registro sobre otro, ellos tienen un valor
equivalente, hay una homogeneidad en cuanto a su valor, lo cual implica que se pueden ordenar
o combinar de diversos modos sin alterar la equivalencia, por ejemplo: SIR, IRS, RSI, SRI…etc.

2
Algunos autores han dividido la enseñanza de Lacan considerando la primacía de un registro
sobre otro, de allí, se dice que la producción antes de 1953 está dominada por lo imaginario, las
elaboraciones de la década del 50 por lo simbólico, mientras que las ultimas elaboraciones por
lo real. Nosotros consideramos que en los distintos contextos teóricos, Lacan enfatiza un registro
sobre otro para leer algunos fenómenos, lo que no significa que proponga una superioridad de
algunos de ellos y se olvide de los otros o le reduzca su importancia.

Como dijimos más arriba, los registros se presentan de manera articulada, o sea, cada fenómeno
tiene una dimensión simbólica, imaginaria y real. El síntoma, el fantasma, el sueño, el lenguaje
mismo, etc. Más aún, cada registro tiene una dimensión simbólica, real e imaginaria. Sin
embargo, por una cuestión didáctica, presentaremos lo registros de manera separada a fin de
explorar sus particularices y algunas de las fuentes que Lacan utiliza para delimitarlos.

Lo imaginario

Lo imaginario es el registro de las imágenes (de la representación, de la impostura, del engaño,


la ilusión, seducción, de las relaciones especulares intersubjetivas, de las proyecciones
imaginarias a los semejantes. También es el registro de la agresividad y de la prestancia. El
mundo de la fantasía, los sueños, entre tantos otros fenómenos, tienen también una dimensión
imaginaria).

Lacan ubica al yo (moi) en este registro, es decir, el yo (moi) no es una dato primario, ni ex nihilo,
sino es una consecuencia o un dato secundario, o sea, que se constituye. Ya Freud consideraba
un supuesto necesario que desde el inicio no esté presente una “unidad” comparable al yo, sino
que este debe constituirse, algo debería agregarse al auto erotismo, una nueva acción psíquica,
para que el narcisismo se constituya (Freud, 1914: ). Lacan sitúa aquí el “estadio del espejo”,
donde el yo se conformará en base a una identificación con la imagen de un semejante, es decir,
como dice Rimbau, el yo es otro1.

¿Cuáles son las principales fuentes que Lacan utiliza para delimitar este registro?

El Psicoanálisis es una de las fuentes que Lacan utiliza. En el momento en que Lacan construye
el estadio del espejo, no solo que recupera la noción de narcisismo, sino también la noción de
“imago” que se encuentra en la obra de Freud y que tanto Jung como la escuela anglosajona de

1Cuando trabajemos sobre el esquema L, notaremos que en el eje imaginario representado por (a-a´) se condensan
todas las relaciones del yo con su semejante. Lacan sitúa en ese eje la resistencia en tanto fenómeno imaginario, y el
discurso del yo, en el cual cada quien supone que lo que dice es producto de lo que quiere decir.

3
psicoanálisis tomaron y reformularon. Con el término imago designaba una representación o
imagen ideal de las figuras parentales (materna, paterna, fraterna) que, como prototipo o
esquema inconsciente, dirige y orienta, posteriormente, al sujeto en su percepción de los otros
y en su actitud y conducta hacia ellos. También encontramos en su trabajo sobre el estadio del
espejo, influencies de M. Klein, principalmente sobre las posiciones esquizo-paranoide y la
depresiva- (Rabinovich2), se trata de una lectura del estadio en términos estructurales y no
evolutivos, lo cual le permite insistir en el carácter estructurante y estructural del estadio del
espejo.

La psicología comparada es otra de las fuentes, especialmente el test de Wallon, quien al


comparar las conductas de los animales y los niños frente a un espejo, advierte que los niños
en algún momento del desarrollo logran reconocer su imagen exteroceptiva, aunque no se
encuentren maduros fisiológicamente. Para Wallon, el niño pasa de una percepción parcial de
su cuerpo a una integral. En cambio, en la el mono por ejemplo, en la experiencia cognicitiva
frente al espejo, éste no puede reconocer lo real en la imagen, o sea, no puede representar
virtualmente un espacio, tratará el espacio virtual como uno real. Para el autor, los cambios dan
cuenta del progreso del bebé, que va de una percepción parcial de su cuerpo a una global; desde
una percepción con existencia en dos espacios (uno real y otro virtual, en el espejo) a una
existencia en un espacio unificado donde la imagen tiene valor virtual.

Lacan también tomará algunos aportes de la etología. Diversos estudios Lorenz han demostrado
que en ciertas especies algunos cambios fisiológicos y sociales se producen al observar un
congénere. Por ejemplo, la maduración de las gónodas en las palomas tiene como condición la
vista de un congénere, o el pasaje del grillo peregrino de su forma solitaria a la gregaria, puede
conseguirse si se lo expone a la visión de un semejante. Estos fenómenos no son privativos en
los animales, también en nuestra especie encontramos esta clase de fenómenos.

De allí que Lacan considere que un comportamiento puede volverse imaginario, cuando su
orientación hacia las imágenes, es capaz de desplazarse fuera del ciclo que asegura la
satisfacción de una necesidad natural. Por lo tanto, en la especie humana un fetichista pueda
excitarse mirando una pantufla. Este desplazamiento posibilita que se analice el fenómeno, o
sea, un fenómeno es analizable si representa algo que no sea él mismo (Lacan, 1953).

Otra de las fuentes proviene de la embriología. Al respecto, Lacan menciona a Bolck y su teoría
de la fetalización. Lacan toma la tesis de Bolk sobre la prematuración de la cría humana,

2 Inédito.

4
colocando el énfasis en la inmadurez del sistema piramidal, como causa de los signos de
malestar y la incoordinación motriz de los meses neonatales. De allí que afirme que “el estadio
del espejo es un drama cuyo empuje interno se precipita de la insuficiencia a la anticipación”
(Lacan, 1949). El niño se anticipa a la formación de una imagen unificada, a una forma de
Gestalt3, que no corresponde con sus posibilidades de coordinación motriz. Se trata de una
forma ortopédica de su totalidad, una especie de muleta, una ilusión de unidad.

El campo del arte también será otra de las fuentes que recupera el autor. Lacan mantendrá un
dialogo con el movimiento surrealista, por ejemplo, de Dalí toma la expresión de “conocimiento
paranoico”. Diana Rabinovich, señala que en la época en que Lacan planea el registro imaginario,
se está desarrollando en Europa no solo el movimiento surrealista, sino una nueva forma de
interpretar las imágenes como símbolos, el cual será uno de los elementos que contribuirán a
constituir el registro de lo simbólico. La construcción de las imágenes como símbolo fue
examinada por el instituto Warburg, en Alemania. Uno de los representantes más sobresalientes
fue Panofsky. Para éste “en una obra de arte, la forma no puede separarse del contenido, debe
entenderse también como algo que comporta un significado que sobrepasa a lo visual”. Es decir,
que no interpreta los símbolos como si tuvieran un significado fijo, sino que el significado
dependerá del lugar que tenga el símbolo en la obra y su contexto.4

Notemos que la imagen no se limita solo a lo imaginario, sino que entra en conexión con lo
simbólico, es decir, que las imágenes están sometidas a lo simbólico, las imagen se pueden
simbolizar.

Lo simbólico
Con el registro de lo simbólico se alude a la función del lenguaje, especialmente a la del
significante. El lenguaje tiene un carácter universal, es una estructura que nos precede,
subvierte al hombre y determina las formas de los lazos sociales.

Al retornar a los textos freudianos Lacan demuestra que las formaciones del inconsciente, son
hechos de lenguaje, o sea, que se resuelven por medio de lo simbólico, es decir, “el inconsciente
se estructura como un lenguaje”, lo reprimido se presenta como discurso articulado, ya
formulado en un lenguaje. Como señala Lacan, los fenómenos con los que nos vemos en el

3
También la teoría de la Gestal de Köhler, y los desarrollos de Bühler, sobre el transitivimos son otras
de las fuentes que Lacan recuperara para delimitar el registro de lo imaginario.
4
Como veremos más adelante, es una idea próxima a la noción de estructura que Lacan elabora en la
década del 50.

5
análisis son de ese orden, son de un orden lenguajero. Por lo tanto, el psicoanalista no es un
explorador de continentes desconocidos o de grandes fondos, sino que hace “linguistería”
(neologismo que propone Lacan) él aprende a descifrar la escritura del inconsciente.

Como dijimos más arriba, Lacan considera los registros de manera articulada, tomemos como
ejemplo el sueño. El fenómeno del sueño tiene una dimensión imaginaria, en tanto que son
imágenes, pero también simbólica, ya que son imágenes simbolizadas. Es decir, el analista
interpreta esas imágenes como símbolos, simboliza el símbolo. Incluso podríamos pensar, en
una dimensión real del sueño, como aquello que queda por fuera de la simbolización, lo que
Freud denomino el ombligo del sueño.

La dimensión de lo simbólico, referida al lenguaje, es un puntapié para introducir unas de las


fuentes que Lacan utiliza para delimitar éste registro, una de ellas, es el estructuralismo.
Podemos distinguir aquí la lingüística de Saussure y los trabajos de Jakobson sobre la metáfora
y la metonimia, también, la antropología de Lévy Strauss con su idea de la "eficacia simbólica" y
el énfasis en el peso estructural de las leyes de parentesco.

Examinemos algunas cuestiones sobre el signo lingüístico y la subversión que Lacan propone.
Lacan reconoce a Saussure como el fundador de la lingüística moderna. Este último considera
que la lengua es el objeto de estudio de la lingüística, definiendo a la lengua como un sistema
de símbolos. Su campo de estudio se delimitará principalmente por las dimensiones del
significante y del significado, elementos que constituyen el signo lingüístico. El signo se
caracteriza por la relación recíproca entre el significado y el significante.

Para Saussure el Significado (el concepto) es la representación mental o psíquica de una idea, y
un concepto social, ya que es común a todos los hablantes. El Significante (imagen acústica) es
la huella mental del sonido, es decir, la representación psíquica del sonido. El círculo indica la
unidad del signo y las flechas plantean la relación biunívoca entre significado y significante.

6
Además otra propiedad del símbolo es su arbitrariedad, lo que significa que entre el significante
y el significado no hay una relación natural, es decir, la palabra no está determinada por la cosa.
¿Pero para qué revisar este asunto? Porque Lacan toma el signo Saussuriano pero lo
transforma, proponiendo un nuevo algoritmo, el significante sobre el significado

Desaparece la unidad representada por el círculo y la raya horizontal se convierte en “barra”;


indica la “resistente a la significación”. Es decir, que el significante determina el significado, pero
además, el algoritmo contradice la idea de que un significante remite a un concepto o un
significado único. Lacan ubica el ejemplo de la contraseña y del “lenguaje estúpido del amor”
(1953). La contraseña tiene la característica de ser completamente independiente de su
significación, mientras que el “lenguaje entupido del amor”, tiene la particularidad de nombrar
el partenaire sexual con el nombre de alguna hortaliza, insecto o animales de los más
repugnantes, etc, resulta evidente que allí el significante está desprovisto del significado (del
código).

Para ilustrar este argumento, veamos el siguiente dibujo que propone en el escrito “ La
instancia de la letra…” Lacan:

En este dibujo, los significantes damas y caballeros, establecen el significado. El significante


“entra en el significado”, el significante determina el significado del "excusado ofrecido al
hombre occidental para satisfacer sus necesidades naturales fuera de su casa... y que somete su
vida pública a las leyes de la segregación urinaria, o sea, el significante introduce la diferencia
entre los sexos (Lacan, 1957: 479).

Ahora bien, el significante se caracteriza por ser un elemento articulado, discreto, un significante
por sí mismo no significa nada, debe estar ligado a otro significante. Cada elemento tiene su
identidad fuera de sí, es decir, en relación a los otros. Cuando trabajemos la noción de sujeto,

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encontraremos esta propiedad, ya que para Lacan el sujeto está representado por un
significante para otro significante (éste tema será asunto de otra clase).

Además las unidades del lenguaje están sometidas a la doble condición de reducirse a elementos
diferenciales últimos y de componerlos según las leyes de un orden cerrado. No debemos reducir
estas unidades a los fonemas, es decir, el significante puede ser es un fonema, una palabra, un
acción, un olvido, una frase, lo importante es que mantenga la condición de ser elementos
diferenciales y últimos (un significante es lo que los otros no son).

Con la expresión leyes de un orden cerrado, se refiere a las dos leyes del lenguaje: la metonimia
y la metáfora. Se trata de categorías que toma de Jakobson, pero que también encuentra en la
obra freudiana, en las nociones de desplazamiento y condensación. La primera (la metonimia)
consiste en la conexión de una palabra a otra. Mientras que la segunda (la metáfora) se
caracteriza por la sustitución significante. Un significante sustituye a otro, quedando este último
presente en un lazo metonímico con la cadena significante. Es decir, “Una palabra por otra”
(Lacan, 1957: 487). La metonimia se avecina al estilo realista, mientras que la metáfora al
poético. Cualquier formación del inconsciente se presenta estructurada por alguna a ambas de
estas leyes.

En la metáfora toda conexión preestablecida con el léxico queda desarticulada. Esta no es una
comparación, es más que eso, se trata de una identificación. El ejemplo que trae Lacan, es un
poema de Víctor Hugo donde dice “Su gavilla no era avara ni odiosa”. Se trata de la identificación
de Booz con la gavilla, se establece una similitud de posición. La chispa creadora de la metáfora
aparece entre dos significantes, pero no por tener imágenes iguales, sino porque uno ha
sustituido al otro en la cadena significante, mientras que el significante sustituido sigue presente
por su conexión (metonímica) con el resto de la cadena (Lacan, 1957: 487).

La forma que se opone a la metáfora es la metonimia, donde se sustituye algo que se trata de
nombrar, esto es, se nombra determinada cosa mediante otra que la contiene por parte de ella
o por su relación de contigüidad. Tomemos un ejemplo que propone Lacan: “treinta velas” para
aludir a barcos en el mar, hay una conexión del barco con la vela, en tanto es un elemento que
forma parte del barco, asimismo hay una contigüidad significante entre la vela y el barco. En la
metonimia se apoya en la conexión palabra a palabra, en ella el sujeto puede nombrar el
referente por elisión, es decir, desaparición de un significante.

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Ahora bien, la “cadena significante”, que Lacan la representa de este modo S1-S2 implica una
doble temporalidad, diacrónica y sincrónica. La diacronía remite a la metonimia y la sincronía a
la metáfora.

En su diacronía, la cadena significante implica una temporalidad donde un significante anticipa


al segundo y este lo resignifica. Es decir, en la intención de significación se van conectando los
significantes, pero la significación será retroactiva, el punto de capitón o abrochamiento de la
cadena significante lo producirá el último término de manera regrediente.

Mientras que la estructura sincrónica, significa la coexistencia de los significantes al mismo


tiempo, remite a la noción de tesoro de los significantes, la cual se distingue del código, ya que
en este se conserva la correspondencia unívoca de un signo con algo. En cambio, en el tesoro de
los significantes, “el significante no se constituye sino de una reunión sincrónica y numerable
donde ninguno se sostiene sino por el principio de su oposición a coda uno de los otros (Lacan,
1966, 785)"5. El matema que utiliza Lacan para referirse al tesoro del significantes es la letra A
mayúscula.

Intentaremos ilustrar la temporalidad de la cadena significante con uno de los pisos del grafo
del deseo6

S-S` : representan la cadena significante

5 Lacan, J. (2000 [1960]). “Subversión del sujeto y dialéctica del deseo”. En Lacan, J. Escritos II. México: Siglo XXI.
6 Se trata un grafo que Lacan construye a la altura del Seminario 5.

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A: tesoro de los significantes

s (A): el significado del Otro, donde la significación se constituye como producto; el lugar del
mensaje.

S: Sujeto dividido, efecto de la cadena significante. El sujeto del lenguaje, atravesado por el
lenguaje, es el producto del encuentro con al menos dos significantes articulados.

: La necesidad.

El grafo demuestra que la significación se produce de manera retroactiva, con el bucle de arriba,
produciendo un efecto de sujeto.

Hasta ahora venimos revisando la influencia del estructuralismo en las elaboraciones de Lacan
sobre lo simbólico. Ahora bien, otras de las fuentes que Lacan toma para delimitar este registro,
proviene del campo de las matemáticas, principalmente de la teoría de los conjuntos, lo cual
incide directamente en su concepto de estructura que propone en el Seminario 3, donde
presenta una definición novedosa sobre la estructura:

“La estructura es primero un grupo de elementos que forman un conjunto co-variante.


Dije un conjunto, no dije una totalidad. En efecto, la noción de estructura es analítica. La estructura
siempre se establece mediante la referencia de algo que es coherente a alguna otra cosa, que le es
complementario” (Lacan, 1955-1956: 261-2).

Los términos de “conjunto” y “co-varianza”, ambos tienen sus improntas en las matemáticas. En
esta disciplina, cuando se habla de conjunto se está indicando un grupo o colección de
elementos definidos. El conjunto no implica la totalidad, ya que no se refiere a un todo absoluto.
De allí que podemos entender el concepto de A sin barrar, la batería significante, como un
conjunto donde se encuentran todos los significantes que están, lo que significa que hay
significante que no están (en todo caso, no están en ese conjunto). Mientras que la covarianza,
indicaría que cada elemento que compone el conjunto no tiene valor por sí mismo, porque no
posee una relación fija con ningún otro elemento del sistema.

La noción de estructura es inseparable de la noción de significante, cuando se analiza la


estructura se trata para Lacan de la estructura del significante (elemento discreto y combinable).
En este sentido, el valor del elemento quedará determinado por el lugar que ocupe en relación
a los otros. Entonces, al analizar la estructura, analizamos el significante, lo despejamos, pero
siempre relacionado a los otros. La estructura se ofrece como un conjunto y no como una
totalidad, es decir, que es posible establecer permutaciones entre sus elementos en la medida
que existen lugares vacíos. Este argumento es solidario con la tesis que sostiene que un

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significante por sí mismo no significa nada, es decir, que el valor significante depende
necesariamente del conjunto del sistema al cual pertenece.

Además del lenguaje, lo simbólico también implica la dimensión de la palabra. O sea, el modo
en que cada uno utiliza el lenguaje, de allí que la palabra es una forma de acto. Nos referimos a
la palabra que sucede en un análisis, esto es, cuando alguien habla al analista, en tanto es un
personaje simbólico, él mismo es un símbolo. A diferencia del registro imaginario que se apoya
en la relación “especular” propiciando los fenómenos de agresividad, etc, la palabra introduce
un valor simbólico a la relación intersubjetiva, en este sentido, al estar mediatizada la relación
especular por lo simbólico, la palabra toma una función pacificadora.

Asimismo, la palabra tiene una direccionalidad, ya que se dirige a otro. Este “otro” comprende
un doble registro, imaginario (otro especular, el semejante) y simbólico (el Gran Otro), aquello
ante lo cual se nos hacemos reconocer, pero en la medida que está reconocido de antemano, o
sea, es el Otro del discurso universal, es un lugar tercero garante de la posición simbólica.

También el gran Otro comprende la dimensión del inconsciente, en tanto “ el inconsciente es el


discurso del Otro” El sujeto se constituye en el lugar del Otro, en la dependencia de lo que allí
se articula como discurso. “Este discurso del otro no es el discurso del otro abstracto, del otro
en la díada, de mi correspondiente, ni siquiera simplemente de mi esclavo: es el discurso del
circuito en el cual estoy integrado. Soy uno de sus eslabones.”. (Lacan, 1955)7

Ahora bien, el receptor del discurso, no es el único que escucha al emisor, también quien emite
el mensaje es al mismo tiempo emisor y receptor, en la media que podemos oír el sonido de las
palabras emitidas (aunque existen ciertos trastornos del lenguaje donde esta dimensión esta
alterada, por ejemplo, la alucinaciones verbales psicomotrices). Además, el receptor del
mensaje, determinará su sentido, el que escucha significa el mensaje y no precisamente su
enunciador.

Entonces, el sujeto recibe su propio mensaje de forma invertida. La palabra plena, esencial, la
palabra comprometida, está fundada en esta estructura. Tomemos el siguiente ejemplo: Tú eres
mi mujer. En la frase “Tú eres mi mujer, implícitamente se está diciendo Yo (je) soy tu hombre.
No obstante, el primer mensaje Tú eres mi mujer, supone que se la reconoce como tal, mediante
lo cual podrá reconocernos. “Esta palabra es entonces siempre un más allá del lenguaje. Un

7Lacan, J. ([2006]1954-55): El seminario. Libro 2: “El yo en la teoría de Freud y en la técnica


psicoanalítica”, Bs. As., Paidós.

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compromiso como éste, al igual que cualquier otra palabra, así fuese una mentira, condiciona
todo el discurso que va a seguir y aquí, entiendo que discurso incluye actos, gestiones,
contorsiones de las marionetas presas del juego, y la primera son ustedes mismos” (Lacan, 1955-
6: 79).

Lo real

En primer lugar, lo real no es la realidad. Incluso podemos hablar de una oposición entre real
y realidad, porque la realidad comporta como tal una serie de mediaciones imaginarias y
simbólicas que cubren el “acceso a lo real”.

El registro de lo real tiene diversas definiciones a lo largo de la enseñanza de Lacan. En las


primeras producciones, lo real es descripto como aquello que queda por fuera de la experiencia
analítica, lo que esta no puede capturar, aprehender. Si bien ésta es una incipiente aproximación
de lo real, Lacan irá definiendo la categoría de modos diversos a lo largo de su enseñanza. Con
relación a ello, en su tercer conferencia en Roma, titulada La tercera (1974), Lacan reseña cinco
definiciones de lo real que ha dado a lo largo de los años. Cabe aclarar que ninguna de estas es
descartada ni superior a la otra. Se trata de definiciones producidas en diversos contextos
teóricos, pero que pueden coexistir.

La primera definición, (producía a la altura del Seminario 2) lo real es lo que vuelve siempre al
mismo lugar. El énfasis rece en el término “vuelve”, es decir, en la “repetición”. Lacan lo
ejemplifica con la figura de los astros. Siempre a la misma hora de la noche hallaremos tal
estrella sobre tal meridiano, ahí retornará, siempre está ahí, es siempre la misma. Si nos
trasladamos a otro punto del planeta, eso siempre estará allí. Reparemos que se trata de una
definición que también alude a la noción de fijación. Lo real como fijo, como inamovible, siempre
retornando al mismo lugar, como mosca a la miel. Suele ser una queja repetida en la neurosis,
“siempre me pasa lo mismo; siempre retorno al mismo lugar, es un destino que siempre vuelve”.
Esta dimensión de la repetición, no se trata de la insistencia simbólica a través de las
formaciones del inconsciente, sino que comprende ese retorno demoniaco que Freud menciona
en Más allá del principio del placer, un eterno retorno de lo igual.

Segunda definición: lo real es lo imposible. Lacan acota a lo real a partir de la categoría de lo


imposible como una modalidad lógica. En esta definición la referencia conceptual es la lógica
modal. Lo real como imposible define algo de la relación del sujeto respecto de sí, como un

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punto de irresolución. No se trata aquí de un asunto de potencia o impotencia, sino de un
imposible lógico, o sea, cuando el problema no dispone de solución alguna. Ahora bien, para
delimitar lo imposible es necesario recurrir a los otros registros, lo real como imposible de
simbolizar e imaginarizar, ni las palabras ni las imágenes alcanzar para capturarlo, en este
sentido Lacan dice que “lo real no cesa de no escribirse”.

Además, cada sistema simbólico tiene sus puntos imposibles, por ejemplo, hay puntos de
imposibilidad desde el punto de vista de los números enteros, pero que son posibles desde la
perspectiva de los números irracionales, asimismo, las lenguas también muestran esta
diferencia, en algunas hay ciertos puntos imposibles que para otras no lo son. Otro ejemplo pero
propio del psicoanálisis, es la tesis freudiana de la imposibilidad (lógica) de la inscripción de la
diferencia sexual en lo inconsciente, ya que solo existe la oposición fálico castrado. De igual
modo, dirá que no existe la inscripción de la muerte en lo inconsciente (Rabinovich, inédito).

No obstante, Lacan señala una imposibilidad lógica para toda la especie humana, esto es, la
perdida de la naturalidad de los sexos y por lo tanto, la no complementariedad entre ellos. El
aforismo que utiliza Lacan es “no hay la relación sexual”. Lo que no significa que no existen las
relaciones sexuales, sino que no hay un complemento, la proporción sexual entre los sexos. Se
trata de un plano lógico y no anatómico, ni biológico o cultural, sino una lógica que involucra lo
inconsciente.

Tercera definición: “lo real no es el mundo”. Es una definición solidaria a la anterior. Si el mundo
se caracteriza por lo imaginario, por la representación, lo real no es el mundo, ya que
incompatible a la representación, tanto a lo imaginario como a lo simbólico. “ La diferencia entre
lo que anda y no anda, es que la primer cosa es el mundo, el mundo anda, gira, es su función de
mundo; para darse cuenta de que no hay mundo, a saber, que hay cosas que sólo los imbéciles
creen, sólo los imbéciles creen estar en el mundo, es suficiente notar que hay cosas que hacen
que el mundo sea inmundo, si puedo expresarme así; los analistas se ocupan de eso, de modo
que contrariamente a lo que se cree, ellos se enfrentan mucho más al real que los científicos;
sólo se ocupan de eso.” (Lacan, 1974)8.

Cuarta definición: “lo real no es universal,… significa que no hay “todos los elementos, solo hay
conjuntos que determinar en cada caso (Lacan, 1974: 83). Lo real es no-todo, incompleto, es un

8
Lacan, J. (1974) Conferencia de prensa en Roma. Inédito

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conjunto de elementos, en este sentido lo real no es universal. Sobre este punto, Lacan dice, “lo
real es un pedazo de real”9.

Quinta definición: “lo real en tanto se pone en cruz para impedir que las cosas anden”. Lacan
coloca el énfasis en el síntoma, “el sentido del síntoma es lo real”. El síntoma se constituye en
un punto de referencia que nos permite orientarnos hacia lo real. Como dice Lacan,” el síntoma
es lo que viene de lo real”. El síntoma, en una de sus caras, es lo que carece de sentido, es lo
que anda mal, lo que no deja de repetirse para estorbar ese andar, pero además, aquello que
encuentra en lo simbólico y lo imaginario formas de expresión.

Javier Aguirre, Abril de 2020

9
Lacan, J. ([2006]1975-76): El seminario, Libro 23: El sinthome. Buenos Aires: Paidós.

14

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