TALE, Camilo, La Filosofía Práctica
TALE, Camilo, La Filosofía Práctica
TALE, Camilo, La Filosofía Práctica
Camilo Tale
En diversos lugares de sus obras Aristóteles expuso que la división primera del saber
es en saber "teórico" y saber "práctico" 1.
Ambas categorías sirven aun hoy para clasificar todas las disciplinas filosóficas. La
filosofía teórica, denominada luego también especulativa en el léxico latino, estudia los
seres tales como existen, o sea que investiga un orden ya dado, un orden que el hombre no
realiza, sino que solamente considera ("ordo existens"). Tiene por materia de indagación el
ser y los seres, su estructura, propiedades, relaciones, las causas y principios de los entes...
En contraste, la filosofía práctica es la rama que comprende aquellos saberes que estudian
lo que el hombre debe hacer para lograr su perfección personal, y lo que se debe obrar en la
comunidad para que ésta, y por ende sus miembros, alcancen sus fines propios; se trata de
un orden que debe realizarse, sea en el vivir individual, sea en la vida comunitaria ("ordo
efficiendus" 2, o también "orden práctico", derivado del griego "praxis", que significa acción,
realización). En esta segunda gran parte de la filosofía se reflexiona sobre la actividad libre
del hombre, y se indaga acerca de lo que debe hacer o no hacer, para conducirse
correctamente, en procura del desenvolvimiento de sus potencialidades, y de acuerdo con
principios reguladores del obrar que le señala su entendimiento. Por tanto, el objeto
material de la filosofía práctica es el hombre, y más precisamente la conducta del hombre y
el resultado de ella en las relaciones con el prójimo. Y el objeto formal, o sea el aspecto que
1
ARISTOTELES, Metafísica E, 1, 1025 b 25; Tópicos VI, 6, 145 a 15; VII, 1, 152 b 4, Del Alma, III, 9, 432 a y III,
10, 433 a.
La división del Estagirita fue retomada por los filósofos medievales en el s. XII. Al parecer, el primero fue
HUGO de SAN VICTOR, quien en sus Eruditiones didascalicae o Didascalion clasificó la totalidad de los saberes en
teóricos o especulativos, prácticos y "mecánicos" (Estos últimos corresponden a los saberes "poiéticos" de
Aristóteles, o sea al conocimiento técnico). Y en cuanto a la lógica, tal disciplina es expuesta como un cuarto
grupo (Hugonis de Sancto Victore Didascalion. A critical text. Edit. por Charles Buttimer. The Catholic Univ. of
America press. Washington, 1939. Cfr. Henry VAN LAER, Philosophy of science. A study of the division and nature
of various groups of sciences, part 2. Duquesne University Press, Lovaina, 1962, p. 17).
DOMINGO GUNDISALVO , en su obra De divisione philosophiae (1150), distinguió la scientia divina y la
scentia humana. La segunda comprende todo cuanto pueda ser descubierto por medio de la razón del hombre, y
abarca la philosophia theoretica y la philosophia practica, la cual a su vez la subdivide en la ethica, la politica
scientia y la ciencia que versa acerca del correcto orden en la propia familia, de modo semejante a como había
hecho HUGO de SAN VÍCTOR. (Cfr. Guillermo FRAILE, Historia de la filosofía, vol. II, 10 parte. B.A.C., Madrid, ps.
477 ss. y cap. X, La clasificación de las ciencias en el siglo XII, ps. 524 ss.).
2
"Ordo efficiendus" y "ordo existens" son términos que emplea Henry VAN LAER, op. cit. cap. 4.
de aquel objeto material se estudia específicamente en tal género de saber, es la rectitud de
las obras humanas.
El filósofo tiene por objeto de indagación el orden (pues "propio del sabio es
ordenar", como decía Aristóteles). Ahora bien, hay un orden de lo que es (la estructura del
mundo, del hombre, de los demás tipos de entes, las propiedades de todos ellos, y sus
causas) -"ordo existens" u orden del ser y hay un orden de lo que debe ser, de lo correcto,
de aquello que los hombres deben realizar en su vida particular y en la vida social "ordo
efficiendus" u orden "práctico". A la indagación de ellos corresponden, respectivamente, la
filosofía especulativa y la filosofía práctica.
3
René SIMON, Morale, 11e. ed. Beauchesne, París, 1961, ps. 19 s.
de la praxis abarca las múltiples conductas individuales y grupales, y también las
realizaciones que resultan de tales acciones.
Una vía adecuada para explicar las grandes divisiones del saber consiste en determinar de
qué diversas maneras puede la razn relacionarse con los diversos órdenes que ella considera
o establece, como hace el Aquinate en las primeras palabras, tantas veces recordadas, de su
Comentario a la Etica nicomaquea, y que parafraseamos a continuación.
Hallamos que existe un orden que nuestra razn no hace, sino que slo considera, pues
lo encuentra hecho, existente, y trata de aprehenderlo. Es el orden de las cosas naturales, y
de sus causas, tanto en el nivel fsico como en el metafsico (Se trata del "ordo existens") .
Vemos luego que hay otro orden, que nuestra razn no sólo considera, sino que ella
tambin elabora en su propio seno, ordenando entre sí los conceptos y los signos de los
conceptos, que son las palabras o voces significativas. Este es el orden llamado racional
doblemente tal, pues no sólo se procede allí racionalmente, como siempre en filosofa y en
las ciencias en general, sino que el objeto estudiado es el orden mismo que la razn
constituye en su avance de lo conocido a lo desconocido, y su consideracin es obra de la
filosofa racional o lógica.
En tercer lugar, existe un orden que la razn humana introduce, no ya en sí misma,
sino en las operaciones de la voluntad, y ste es el orden moral, que es objeto de la ética,
otra parte de la filosofa.
Finalmente, hay un orden que la razn humana introduce y considera en las cosas
exteriores creadas por el hombre, y éste es el orden de la técnica, de tanto desarrollo en
nuestros das 6.
En lo expuesto se advierte que dentro del saber de lo operable, al cual se refieren los dos
párrafos anteriores, hay que discernir el saber propiamente "prctico" y el saber "técnico", y
esta distincin ya se halla nítidamente en Aristteles: "Todo pensamiento es o práctico o
productivo (poiético) o teorético" 7. "El saber se clasifica como teórico, práctico y productivo
4
Cfr. John FINNIS, Fundamentals of ethics. Clarendon. Oxford, 1985, p. 234.
5
John FINNIS, Natural law and natural rights. Oxford University press. N. York, 1986, p. 12.
6
Cfr. TOMAS de AQUINO, In X libros ethicorum expositio, L. I, Iec. 1, n1 1.
7
ARISTOTELES, Metaf. E 1, 1025 b 25.
Como ejemplos de ciencias teóricas, menciona la matemática, la física y la que llamó filosofía primera
(en tiempos posteriores denominada metafísica) (Metaf. E, 1, 1026 a, 18 ss.). Las ciencias prácticas son la ética y
la política, a cada una de las cuales el sabio macedonio les dedicó un amplio tratado específico de valor
imperecedero. Como ejemplos de saberes "productivos" o "técnicos" ("poiéticos") mencionó la escultura, la
(poiético)" 8.
El saber "prctico" se refiere a aquello que debe obrarse para alcanzar el bien, ya sea el
bien individual de la persona, ya sea el bien común de un grupo humano. Es el conocimiento
acerca de las acciones razonables desde el punto de vista de la justicia y del bien en general.
En cambio, el saber "técnico", en el sentido amplio de la palabra, es un conocimiento de lo
que debe hacerse para alcanzar eficazmente cierto resultado, en una consideración neutra
con respecto al bien y a cualquier valoración moral. Dentro de esta clase de saber tenemos
muchísimas disciplinas intelectuales, como por ej. la náutica (cuyo fin es la navegación), la
retórica (el fin es la persuasión), la estrategia militar (el fin es la victoria), la didáctica (el fin
es el aprendizaje o la educación), la medicina (el fin es la conservación o recuperación de la
salud), la metalurgia (el fin es la obtención del metal a partir del mineral), etc. El "saber
práctico", tal como lo hemos definido, es un saber de grado filosófico, pues está referido a
las primeras causas del obrar; el saber técnico o arte, en cambio, no pertenece a ese grado,
e inclusive es inferior al conocimiento científico, porque de suyo prescinde de las causas que
explican sus proposiciones. En efecto, aun cuando toda técnica o arte se funda en verdades
de una o más ciencias (v.gr. la técnica de la fotografía reposa en leyes conocidas por la física
y la química), uno puede poseer adecuadamente un conocimento técnico, ignorando sin
embargo las leyes científicas que lo explican. (Así, un fotógrafo puede ser muy entendido en
su arte, puede dominar la técnica fotográfica, con ignorancia total de las leyes físicas y
químicas que explican los procedimientos para tomar y revelar fotografías que él bien
conoce).
De modo que los saberes "técnicos" o "artes", en sí mismos, no son científicos, y por
ello, menos aun son filosóficos. Por ende, las disciplinas filosóficas se clasifican en dos
géneros de conocimiento: el teórico o especulativo y el práctico. El conocimiento técnico, de
suyo, está fuera del saber filosófico 9.
Tanto los saberes prcticos como los saberes técnicos expresan cómo se debe obrar, y por
ello se califican como disciplinas "normativas".
En relación con la distinción entre la materia del saber práctico y la materia del saber
técnico, vemos oportuno advertir el error que es limitar la "praxis" entendida como objeto
de los saberes éticos, al obrar puramente inmanente (actividad humana que permanece en
el mismo agente y se ordena a su perfección), y relegar toda actividad transeúnte al ámbito
Con respecto a los "juicios prácticos", o sea las aseveraciones referidas a las materias
morales y polticas cabe preguntarse si elllas son calificables como verdaderas o falsas, y si es
posible demostrar o al menos fundamentar su valor de verdad. Los filósofos de las escuelas
denominadas escépticas han respondido negativamente a esta pregunta. En cambio, en la
"philosophia perennis", desde Sócrates hasta nuestros das, se ha respondido
afirmativamente.
Corresponde afirmar categóricamente la existencia de tal especie de saber, de
acuerdo con la mencionada tradición filosófica, y según lo demuestran las fructíferas
reflexiones e investigaciones que se han emprendido en el terreno de la filosofía moral, la
filosofía jurídica y la filosofía política, y que han llegado a resultados de valor comprobado,
que constituyen el acervo de la sabiduría ética, jurídica y política de la humanidad 12.
Amén de la diversidad señalada en el objeto de estudio, son distintos los fines que
persigue el conocimiento en cada una de ambas ramas: En el saber teórico o especulativo se
10
Esta idea expresa Santiago RAMÍREZ, quien al tratar de la distinción entre la prudencia y la técnica y
asignar lo agible a la primera y lo factible a la segunda, escribe: "es agible lo que corresponde a las operaciones
inmanentes: conocer, pensar y querer; es factible lo relativo a las operaciones transeúntes que son aquellas cuyo
término queda fuera del operante" (La prudencia, Palabra, Madrid, 1978).
La misma opinión afirma Carlos MASSINI CORREAS, en El conocimiento práctico (Introducción a sus
cuestiones fundamentales), en Prudentia iuris, Bs. As., n1 I, ago. 1980, p. 35 y La prudencia jurídica - Introd. a la
gnoseologa del derecho. A beledoPerrot. Bs. As., 1983, ps. 158 s.
11
Con la acotación que hacemos, se relaciona la siguiente afirmación de Ernesto PUEYRREDÓN: "(La
justicia) tiene por objeto una obra exterior (opus iustitiae) (...) Ese opus ocupa, además, un lugar intermedio
entre la mera "actio" y la mera "factio", pues no siendo mera acción sino obra exterior, no es una obra que
perfeccione una materia exterior, como las obras de la técnica" (Público y privado, en Sapientia, Buenos Aires,
jul-set. 1977).
12
Hemos tratado acerca de las doctrinas escépticas y relativistas en el artículo Examen del escepticismo y
del relativismo moral, a publicarse en Sapientia, Bs. As., vol. LII, 1997. Véase también un desarrollo sobre el
asunto, en Héctor HERNÁNDEZ, Introducción axiológica a la filosofía del derecho, mimeogr., Rosario, 1994.
busca conocer sin otro fin que conocer; en él se indagan esencias, propiedades, relaciones,
se busca develar las estructuras de lo real, y se lo hace sólo para contemplarlas. El saber
práctico, en cambio, es un conocer para realizar el bien, para conducirse correctamente y
vivir razonablemente; es un conocimiento para dirigir las acciones humanas, y en general la
vida, ya sea del individuo, ya sea de la sociedad política o de otras comunidades menores.
Al caracterizar de esta manera la finalidad de cada uno de los dos grandes géneros de
saber, no nos referimos al fin subjetivo que puede proponerse quien conoce, sino al fin
objetivo propio de cada clase de conocimiento, o sea la finalidad intrínseca de cada uno de
ambos saberes: uno de ellos está de suyo dirigido a la "praxis" (al obrar), y el otro no.
Sin embargo, también podemos considerar la finalidad desde el punto de vista de los
motivos subjetivos del cognoscente. En tal sentido, un saber que en sí mismo es teórico o
especulativo, puede ser buscado o ejercido con miras a la realización de algo, y así puede
ocurrir por ej. que un individuo estudie matemtica con el fin de aplicarla a una necesidad
concreta del vivir, como sería, p. ej., para calcular los costos y ganancias de un negocio, o
para construir un puente o un dique. Otro ejemplo: la meteorología es una diciplina
especulativa, es la ciencia natural que estudia los fenómenos de la atmósfera terrestre, pero
pueden buscarse conocimientos de esta clase con una intención práctica, como puede ser el
planear una excursión, el decidir un viaje aéreo, etc.
De manera semejante, una ciencia que es práctica por su fin objetivo, puede ser
buscada por una persona con un interés meramente especulativo, como ocurre con el
ejemplo que ponía Santo Tomás de quien estudia cómo se puede construir un edificio, pero
no con el propósito de construirlo, sino por el mero saber cómo se construye 13. Podría
ilustrarse con infinidad de ejemplos: v. gr. el estudio de la ética médica emprendido con
mera intención especulativa, y aquí tenemos un supuesto de conocimiento que no es
técnico como el de la construcción, sino "práctico" propiamente dicho. Es posible que uno
estudie filosofa moral (o cualquiera de sus partes, como es la ética médica) por puro gusto
intelectual, sin proponerse llevar a la realidad de su vida ese conocimiento.
De todos modos, la matemtica en sí es un saber terico o especulativo, y la moral en
sí es un saber prctico, porque el género de un saber es independiente de los motivos
personales del sabedor. No importa la intención o finalidad subjetiva singular que se
propongan uno u otro individuo, sino que la distinción finca en la estructura objetiva del
saber mismo. Se aplica aquí la distinción que existe, respecto de las actividades en general,
entre el fin objetivo y el fin subjetivo de ellas (finis operis y finis operantis) 14.
Este distingo referido a la finalidad ínsita de cada saber, se funda en la distinción
antes considerada, en el inicio del presente artículo, entre los respectivos objetos de cada
uno de ambos saberes 15. Por tanto, la distinción en el objeto es la distinción primordial
entre ellos.
Puede discernirse entre saber teórico y saber práctico en otro sentido, referido al
modo del conocimiento. Como explica Santo Tomás, "una ciencia puede decirse
especulativa en tres sentidos: de parte de las cosas que estudia (...); en cuanto al modo de
13
TOMAS de AQUINO, Summa theologiae I, 14, 16 c.
14
Cfr. Henry VAN LAER, op. cit., p. 58.
15
Cfr. Abelardo ROSSI, Conocimiento especulativo y conocimiento práctico. Actas del I Congreso Nacional
de filosofía, t. II, Mendoza, 1950, ps. 1197 ss.
conocerlas (...), y en cuanto al fin" 16.
Cuando algo "operable" no se estudia en cuanto operable, sino en su entidad misma,
tenemos que el saber que así se obtiene, aunque verse sobre un objeto propio del saber
práctico, es estudiado de modo especulativo. Santo Tomás pone el ejemplo del arquitecto
que estudia una casa, pero no en cuanto a los procedimientos para fabricarla, sino que la
estudia en cuanto a su definición (lo que debe tener y lo que no debe tener toda casa), la
división en los elementos que la constituyen, etc 17. Este ejemplo en realidad no pertenece
al ámbito de la praxis, sino a la esfera de lo técnico. Pero puede también aplicarse lo
señalado al ámbito de lo "práctico" propiamente dicho. Así p. ej. la justicia puede ser
estudiada no ya en cuanto a su realización, indagando qué debe hacerse para obrar con
justicia, sino en cuanto a la esencia de la justicia, su distinción con otras cosas afines, la
división de la justicia en clases, los requisitos que deben darse para que exista una relación
de justicia, etc.
La ciencia es un conocimiento de ciertas cosas por sus causas o principios que las
expliquen, porque quien procura la ciencia de algo no se conforma con afirmar las
proposiciones, sino que inquiere el porqué, y a él se dirige en una laboriosa indagación que
desentrañe las razones pertinentes. Como decía Aristóteles, "no tenemos ciencia de una
cosa sino cuando hemos conocido la causa" 18. El saber filosófico está dentro de la ciencia, y
esto es por definición, porque se trata de un conocimiento explicativo de su objeto, por las
últimas causas y los últimos principios de éste.
16
Sum. theol., I, 14, 16 c.
17
"Adviértase que de tres maneras se puede llamar especulatva una ciencia. Primero, de parte de las
cosas que estudia (...) Segundo, por el modo de saberlas, como ocurre p. ej. cuando un arquitecto estudia una
casa definiendo, dividiendo y considerando en general lo que debe y lo que no debe tener, ya que esto es
conocer una cosa factible, pero no en cuanto factible, sino de modo especulativo (...) Tercero, por razón del fin"
(Sum. theol., I, 14, 16 c).
CAYETANO, en su Comentario sobre este texto, explica: "por ciencia especulativa en cuanto al modo
solamente, es decir que se ocupa del objeto operable de un modo especulativo (...) se entiende la ciencia de lo
operable que escudriña la esencia de la cosa, y no cómo se hace".
18
ARISTOTELES, Segundos Analticos, I, 2, 71 b 30.
19
Cfr. Iosephus GREDT, Elementa philosophiae aristotelico-thomisticae, v. I, Herder, Friburgo, 1937, n1
227.
3) Parte de primeros principios indemostrables, pero que gozan de evidencia inmediata
4) Es un conocimiento sistemático
20
John FINNIS, Natural law and natural rights. Oxford University press. N. York, 1986, p. 64 s.
21
"La ciencia práctica es ciencia (...) Quien la posee, posee una estructura coherente y ordenada de
verdades prácticas: un orden donde las verdades se sostienen unas a otras ("tout se tient"), un admirable cosmos
de valores donde cada nuevo descubrimiento poduce el gozo peculiar de constatar su integración y coherencia
con lo *ya conocido+" (Federico MIHURA SEEBER, El saber práctico como ciencia en Santo Tomás, comunicación
a la XV Semana Tomista, Bs. As. 8/9/90, p. 8).
Observación: Esta afirmación, para ser valedera, debe entenderse matizada con la índole probable o
dialéctica de muchas de las proposiciones de la ciencia práctica, y por el carácter no axiomático del sistema de
conocimientos en este caso. De ambas cosas tratamos luego, al exponer los caracteres del concimiento práctico
que enumeramos como noveno y décimo.
22
*F undamento+ viene del latín fundamentum, que signficaba cimiento o soporte de una construcción
cualquiera. Después, como ha sucedido con muchas palabras, el significado que originariamente se refería sólo a
lo material, se trasladó al ámbito lógico y al ámbito de la conducta humana. En el caso de la filosofía práctica,
hablar de fundamentación (...) es hablar de encontrar ciertos principios que, en razón de aparecer como
6) Es especulativo en cuanto a su estructura
Puede verse que, para llegar a un saber adecuadamente fundado acerca de las
normas que han de regir la vida del hombre, se requiere cierto conocimiento ontológico
acerca del hombre, de sus facultades, necesidades e inclinaciones... Como acertadamente
enseña Henri van Laer, "no hay deontología sin ontología" 25.
Lo que decimos puede ejemplificarse con la cuestión, perteneciente a la
antropología, del libre albedrío como propiedad de la persona humana y causa propia de sus
acciones: de afirmarse o de negarse el libre albedrío, o de afirmarse su existencia con
condicionamientos más o menos intensos, resulta una u otra conclusión acerca de la índole
del delito, así como también respuestas divergentes con respecto a los consiguientes fines
de la pena jurídica.
Otro ejemplo: Para el razonamiento práctico importan las inclinaciones reales del ser
humano en su condición actual, al efecto de valorar positivamente la pertinencia y eficacia
de ciertas normas, instituciones sociales y proyectos comunitarios, o por el contrario,
concluir el carácter utópico de ellos.
Pero cuanto hemos dicho sobre la relación entre la filosofía práctica y la especulativa, no
significa que aquélla se constituya como una pura deducción a partir de la ontología, porque
el conocimiento práctico tambin tiene principios propios, independientes de los principios de
la filosofía especulativa, de los cuales se vale para obtener sus conclusiones, además de los
evidentes, justifiquen racionalmente, por la vinculación lógca necesaria con ellos, las afirmaciones (...)" (Carlos
MASSINI CORREAS, Filosofía del derecho. Abeledo-Perrot, Bs. As., 1994, p. 105).
23
"Scientia essentialiter speculative est" (Iosephus GREDT, op. cit., n1 227).
24
Cfr. José MARTINEZ DORAL, La estructura del conocimiento jurídico. EUNSA, Pamplona, 1963, ps. 27 s.
25
Henry VAN LAER, op. cit. p. 64.
elementos que le proveen las disciplinas especulativas. Son ejemplos de estos principios
propios del orden práctico: Se debe hacer el bien, no se debe dañar a otro, no es lícito hacer
algo intrínsecamente injusto para conseguir un buen fin, debe procurarse el bien común...
Además, muchas cuestiones de la filosofía práctica pueden tratarse y resolverse sin ningún
recurso a la filosofía especulativa. En suma, para decirlo en términos precisos, hay una cierta
"subalternación", sólo parcial, de la filosofía práctica a la antropología filosófica 26.
Hay una subalternación parcial y relativa de la etica, la filosofía del derecho y la
filosofía política a la antropología, en cuanto para la obtención de algunas de las
conclusiones del saber práctico, se requieren, junto a los primeros principios normativos y
estimativos, ciertas conclusiones que provee el saber antropológico 27. Por lo dicho, no es
exacta la idea que niega en todos los casos la necesidad de conocimientos antropológicos
para el desenvolvimiento de la filosofía práctica, como podría interpretarse en la siguiente
afirmación de John Finnis, al menos si se entienden sus términos en sentido universal y
absoluto: "epistemológicamente, el conocimiento de la naturaleza humana no es la base de
la ética" 28, aunque compartimos con el iusfilósofo australiano la reacción contra la errónea
idea de la subordinación de la ética respecto de la antropología, o de una subalternación
total de aquélla a ésta o a la metafísica.
26
Cfr. Guido SOAJE RAMOS, )La doctrina de la subalternacin de los saberes, es aplicable al tema de la
conexin entre antropologa y tica filosficas?, comunicacin a la XV Semana Tomista, Bs.As., 1990.
27
Para los diversos tipos de subalternación entre las ciencias, y la cuestión de en cuál de ellos se encuadra
la subalternación de la ética a la antropología, consúltese la enjndiosa disertación de de Guido SOAJE RAMOS,
Etica y antropología filosófica. 2da. parte: Sobre antropología y ética filosófica. Sus relaciones epistémicas, en
Ethos, Inst. de Filosofía Práctica, Bs. As., nos. 16/18, 1991, ps. 71-105.
Con acierto, el autor cordobés indica que en el caso de la ética respecto de la antropología, se trata de
la clase de subalternación en la cual la disciplina subalternada "resuelve sus conclusiones en principios per se
nota, pero algunas veces recibe de otro saber (el subalternante) algún principio (o alguna conclusión
demostrada), sea para demostrar simpliciter (o a secas) una conclusión dentro de su propio campo o para
defenderla contra quienes la impugnan", y por ende existe una "dependencia relativa de la ética filosófica
respecto de la antropología filosófica" (art. cit., ps. 97 y 101).
SOAJE RAMOS ilustra luego lo dicho con algunos asuntos propios de la antropología que necesitan
conocerse para la reflexión ética: La índole de las distintas potencias humanas que participan directamente en la
conducta moralmente relevante, la índole de los actos humanos, de los fenómenos afectivos humanos, de los
hábitos y disposiciones del hombre, y de un modo muy especial, el conocimiento sobre la libertad humana, y la
capacidad que tiene la razón práctica del ser humano para dirigir la voluntad y la afectividad infraespiritual (p.
102).
Concluye el mismo autor: "De estas consideraciones, ilustradas con los ejemplos aducidos, puede
desprenderse, como primera conclusión, que la ética filosófica, en su abordaje epistémico de varios de sus
problemas, depende de principios y conclusiones que pertenecen al campo propio de la antropología filosófica,
pero que fundan tesis de aquélla. Son, en rigor, supuestos fundantes que la ética debe tener en cuenta". Y luego
añade:
"(...) Como segunda conclusión de decisiva importancia, que la ética filosófica en cuanto como saber
práctico-normativo se expresa principalmente en proposiciones práctico-normativas, depende propiamente, no
de la antropología filosófica, sino de los principios práctico-normativos per se nota (...).
En este último aspecto se basa una de las respuestas fundamentales a la imputación de falacia
naturalista. Lo específicamente normativo en las tesis éticas conclusivas (...) depende directamente de esos
principios práctico-normativos per se nota, en los que ellas se resuelven, y no depende directamente de las tesis
teóricas pertinentes de la antropología filosófica" (ps. 102 s.).
28
John FINNIS, Fundamentals of ethics. Clarendon press. Oxford, 1983, p. 21. El profesor de Oxford parece
limitar la relevancia de la antropología para el saber práctico al papel de fuente de inspiración para el
tratamiento de los temas, en tanto reconoce que para el éxito de la reflexión filosófico-práctca se requiere "un
conocimiento de todo el repertorio de posibilidades, oportunidades, inclinaciones y capacidades humanas"
(Natural law..., cit., p. 18); pero que el derecho natural, y la moralidad en general, pueden ser conocidos,
fundados y aplicados sin conocimientos de antropología. De modo que el aporte de las conclusiones de la
filosofía especulativa parece limitarse a la función de sugerir las reflexiones y prestar un repertorio de materias
para la aplicación de tales reflexiones.
La real conexión epistémica entre los saberes que consideramos no consiste en una
subordinación o subalternación total, como cuando un saber obtiene sus principios de otra
ciencia (en cuyo caso las conclusiones de ésta -la subalternante- sirven de premisas para
aquélla -la subalternada-), o como cuando el objeto de una ciencia consiste en el objeto de
otra con la adición de alguna diferencia específica, así como ocurre entre la geometría y la
aritmética, o la física en general respecto de la matemática.
A la luz de lo expuesto, hay que reputar desacertada la idea de la subalternación
total de la ética a la antropología, y también la tesis de la subordinación de la filosofía
práctica a la metafísica, que han expresado muchos autores, como p. ej. Regis Jolivet 29 y
Georges Kalinowski 30 entre los europeos, y Carlos Massini Correas entre los argentinos 31.
8) En el desarrollo del conocimiento prctico el punto de partida es el fin (del hombre, de las
comunidades, de las instituciones)
Cuando se trata del obrar humano el fin es el principio que lo explica. En el ámbito
de la praxis los fines ofician de principios 32. Así por ejemplo la doctrina relativa a los fines
naturales que debe alcanzar el hombre sirve de principio, junto con otras premisas, para
concluir cuál es la conducta adecuada en las diversas facetas de la vida humana; asimismo la
determinación de los fines de la pena jurdica, los fines del matrimonio, los fines del Estado,
son decisivas para estudiar, respectivamente, las cuestiones filosóficas relativas al derecho
penal, al matrimonio, a lo poltico...
9) Con frecuencia la certeza de las conclusiones del saber prctico es menor que la certeza que
puede conseguirse en la filosofa especulativa
29
Cfr. Regis JOLIVET, Tratado de filosofía, vol. IV. Moral. Carlos Lohlé, Bs. As., 1959, nos. 11 y 26.
30
Georges KALINOWSKI, El problema de la verdad en la moral y en el derecho,, trad. Enrique Marí.
Eudeba, Bs. As., 1979, p. 129.
31
De acuerdo con lo expuesto, entendemos que son erróneas las siguientes tesis sobre la relación entre la
filosofía especulativa y la filosofía práctica que afirma Carlos MASSINI CORREAS en El conocimiento práctico
(Introducción a sus cuestiones fundamentales), en Prudentia iuris, Bs. As., n1 I, ago. 1980 y en La prudencia
jurídica - Introd. a la gnoseologa del derecho. AbeledoPerrot. Bs. As., 1983:
a) que hay una continuidad entre el saber teórico y el saber práctico, con dependencia total e intrínseca
del segundo respecto del primero (El conoc., ps. 49 s.; La prud. jur., p. 182);
b) que hay una "subalternación propia" (o sea total) de la ética a la psicología filosófica o antropología,
"porque el objeto propio de la primera se constituye por la adición de una diferencia accidental -la moralidad- al
objeto propio de la psicología, que es el acto humano en sí mismo" (El conoc., ps. 59 s.; La prud. jur., p. 197);
c) la "subordinación de todo el saber práctico respecto de la metafísica" es evidente "si se considera
que la gran mayoría de los elementos nocionales con que trabaja la filosofía práctica, tienen origen metafísico:
las nociones de acto y potencia, sustancia y accidente, causa, etc; son todas ellas nociones metafísicas con las
que se constituye la ética filosófica" (El conoc., ps. 60 s.). Y añade: "Además, la filosofía práctica se subordina a
una metafísica que tiene por objeto el ente en tanto que ente; sólo a partir de este conocimiento puede
edificarse una doctrina acerca del bien del hombre" (El conoc., p. 61; La prud. jur., p. 199 s.).
32
ARISTÓTELES, Física II, c. 9, 3, 200 a 15 y Etica a Nic. VIII, 8, 4, 1151 a 16.
"En las ciencias prácticas el fin desempeña el mismo papel que el principio en las ciencias especulativas"
(I-II, 72, 5 c). "Si bien el fin es lo último en el orden de la realización, es lo primero en la intención del agente, y de
tal manera, es una causa" (I-II, 1 ad 1; I-II, 20, 1 ad 2).
rigurosamente demostradas, otros enunciados que sólo son probablemente verdaderos,
pero que reposan en razones más o menos sólidas, por lo cual se justifica su afirmación.
Para llegar a conocimientos ciertos por demostración, no basta el rigor metódico,
sino que hay que partir de premisas que sean plenamente ciertas. Si se parte de premisas
solamente probables, la conclusión no puede resultar más cierta que ellas. )Las premisas de
la filosofía práctica son apodícticas o meramente probables? Hay que responder que del
conjunto de premisas que se emplean en la indagación del filosofar práctico, algunas son
apodícticas y otras son meramente probables (ya sea en sí mismas, ya sea en cuanto a su
alcance).
Algunos autores han afirmado que, a excepción de los primeros principios prácticos
(Debe obrarse el bien, debe obrarse lo justo, debe procurarse el bien común, etc.) los
saberes prácticos "parten de premisas sólo probables, sujetas a controversias y múltiples
interpretaciones, y no pueden llegar sino a conclusiones de la misma naturaleza, es decir,
probables" 33. Para refutar esta afirmación, basta con mencionar, a modo de
contraejemplos, un elenco de premisas filosófico-jurídicas que gozan de certeza, como las
siguientes: No debe matarse directamente al inocente. Nadie debe ser castigado sin culpa.
Debe obedecerse a las autoridades de la comunidad política. Los padres deben alimentar y
educar a sus hijos menores de edad. Deben cumplirse los contratos.
Además, las proposiciones que puedan deducirse rigurosamente de los principios
antes mencionados, pueden ser ciertas. En general, si la proposición que afirma el fin es una
verdad necesaria, entonces las proposiciones que se refieren a los medios que es
imprescindible poner en obra para alcanzar el fin, también pueden ser verdades necesarias
34
.
La ciencia ética demuestra más o menos rigurosamente, y en esto se distingue del
simple sentido moral, que es la facultad de conocer lo bueno y lo malo por intuición,
costumbre, compasión, etc. Claro está que la moral no tiene el rigor demostrativo de la
ciencia matemática. En el ámbito práctico, a medida que disminuye la generalidad de las
proposiciones, mientras más particular es la cuestión de la cual se trata y mientras el juicio
se acerca más a las conductas y situaciones concretas, más disminuye la certidumbre del
conocimiento que se obtiene... Esto proviene de la diversa índole del objeto de cada gnero
de saber: en efecto, la conducta humana, que es la materia del saber práctico, sucede en
medio de muchas y variadas circunstancias, que no son todas cognoscibles. Como bien dice
Aristóteles, "no se ha de buscar el rigor por igual en todos los razonamientos (...), porque es
propio del hombre ilustrado buscar la exactitud en cada género de conocimiento en la
medida en que lo admite la naturaleza del asunto" 35. En materia de conocimiento moral,
como se ha dicho, hay cosas rigurosamente demostrables, y otras que pueden afirmarse tan
sólo como probables, en cuanto pueden justificarse en razones plausibles.
Existen en este campo principios y conclusiones que poseen certidumbre (por ej. que
nunca es lcito matar directamente a una persona inocente, que los contratos deben
cumplirse, que es lcito agredir para defenderse de un injusto agresor, que los padres deben
33
Carlos MASSINI CORREAS, El conocimiento práctico..., p. 47 y La prudencia jurídica... p. 178.
34
Enseñaba Francisco SUÁREZ, con referencia al alcance del derecho natural: "comprende este derecho,
los principios de la conducta, evidentes en sí mismos, y además todas las conclusiones que se derivan de ellos
con necesaria ilación, ya próximamente, ya por muchas ilaciones" (De legibus, II, XIII. 3 y II, VII.4).
35
ARISTOTELES, Etica a Nic. I, 3, 1094 b 12.
"Cuanto más se aproxima una ciencia a lo singular, como las ciencias operativas, p. ej. la medicina, la
alquimia y la moral, menos certeza puede tener, ya en razón de la multiplicidad de objetos que en tales ciencias
deben considerarse, por lo cual, si algo se omite con frecuencia se yerra; ya en razón de su variabilidad" (TOMAS
de AQUINO, In Boet. de trinitate, q. 6 a 1).
alimentar y cuidar a sus hijos menores, etc.) pero muchas veces es forzoso razonar a partir
de premisas que son meramente probables u opinativas, y entonces las conclusiones
necesariamente sern más o menos probables. De manera que la filosofía práctica no puede
desarrollarse como la geometría, en la cual todas las proposiciones gozan de certeza
absoluta.
Hay que rechazar, sin embargo, la idea que concibe como meramente probables
todas las proposiciones de la filosofía práctica, y por ende las reduce por completo al ámbito
de la dialéctica 36. Al respecto, previene Federico Mihura Seeber contra la tendencia a
"poner en la ciencia moral una imperfección cognoscitiva que terminara identificándola con
algún modo de conocimiento opinativo o dialéctico, porque esto valdría, en todo caso, para
el conocimiento moral precientífico" 37. De nuestra parte, señalamos que la caracterización
acertada de la filosofía práctica no excluye la índole dialéctica de muchas de sus
proposiciones y conclusiones, pero esta clase de proposiciones no constituye la totalidad del
saber ético, sino que dentro de él hay también buen número de premisas y conclusiones
plenamente ciertas, según se ha explicado y ejemplificado.
36
Esta idea ha sustentado el iusfilósofo mexicano Luis RECASENS SICHES, Nueva filosofía de la
interpretación del derecho, Porrúa, México, 1973, p. 295. A ella adhiere Carlos MASSINI CORREAS: "Se trata de un
discurso que por partir, salvo en el caso de los primeros principios prácticos, de premisas sólo probables, sujetas
a controversia y a múltiples interpretaciones, no puede llegar sino a conclusiones de la misma naturaleza, es
decir, probables. Por ello ha escrito Recaséns Siches que *sería un error entender la certeza y la seguridad en
términos absolutos (...) Lo más a que se puede llegar en derecho (política o moral, agregamos nosotros) es a la
formulación de juicios de probabilidad" (El conocimiento práctico..., p. 47, y La prudencia jurídica, p. 179). El
agregado entre paréntesis es del profesor mendocino.
En el mismo sentido, sostiene Olsen GHIRARDI con respecto al discurso jurídico que no hay en él
derivaciones necesarias ni demostraciones, sino que sólo pueden obtenerse adhesiones, que son el fruto de
argumentaciones dialécticas y retóricas (Cfr. Lógica del proceso judicial. Córdoba, Lerner, 1992, p. 46).
37
Federico MIHURA SEEBER, El saber práctico como ciencia..., cit., p. 6.
38
"En la exposición de las teorías científicas (...) el método llamado *axiomático+ es a la vez el más
satisfactorio para nuestra razón y el menos fecundo en la práctica (...) Y la razón profunda de ello es que el
método axiomático tiene precisamente por fin eliminar la intuición inductiva, única que puede permitir ir más
allá de lo conocido; puede ser un buen método de clasificación y enseñanza, pero no es un método de
descubrimiento" (Luis de BROGLIE, Sur les sentiers de la science, ps. 211 s.).
Como decía Gaston BACHELARD, "se axiomatiza lo que ya se conoce. Se axiomatiza para mejor
administrar el rigor del conocimiento. La axiomática es una reiteración, nunca un verdadero arranque".
"axiomáticamente" después de establecidas las verdades, es decir en la etapa de su
presentación o de su enseñanza. En este segundo sentido la matemática, la lógica, la física, y
aun la metafísica son susceptibles de "axiomatización". Pero las disciplinas de la filosofía
práctica no pueden axiomatizarse plenamente y definitivamente ni siquiera en la etapa de su
presentación, porque constituyen un cuerpo de proposiciones abierto a nuevos principios, y
a veces, a nuevas formulaciones de algún principio ya establecido.
Con acierto señalaba Julius von Kirchmann con respecto a la ciencia que cultivan los
juristas, pero que también es muy cierto para todo el saber práctico, lo siguiente: "Una
particularidad del objeto de la jurisprudencia es el hecho de que el derecho no sólo consiste
en el saber sino también en el sentir; la sede de su objeto no se halla sólo en la cabeza, sino
también en el pecho de los hombres. Los objetos de otras ciencias son libres de tal
aditamento. Si la luz constituye un movimiento ondulatorio del éter, o si consiste en el
movimiento rectilíneo de corpúsculos finos; si la razón y el intelecto son una sola cosa o
diferentes entes; si las ecuaciones de cuarto grado pueden o no ser resueltas directamente,
respecto de estos problemas no existe un prejuicio sentimental. Una u otra contestación son
igualmente bien recibidas: lo único que se exige es la verdad. Pensemos, en cambio, en el
derecho: (qué apasionamiento, cuántas pasiones, cuántos partidos se introducen de
contrabando en la búsqueda de la verdad!" 39.
Por ello, para garantizar la obtención de juicios verdaderos con respecto al ámbito
práctico se requiere la rectitud de la voluntad, y el hallarse libre de afectos desordenados.
Los intereses y las pasiones del individuo pueden oscurecer sus juicios prcticos, distorsionar
su visin de la realidad y del bien, y aun producir lo que se ha denominado una "ceguera
moral". Este hecho certísimo y característico del conocimiento práctico ya fue señalado por
los antiguos filósofos. Enseñaba Aristóteles:
"El placer y el dolor, en efecto, no corrompen ni deforman todos los juicios (como por ej.
que el triángulo tiene o no tiene sus ángulos iguales a dos rectos), sino sólo los
juicios concernientes a la acción moral. Porque los principios de los actos son el fin
por el cual se ejecutan los actos; y al que está estragado por el placer o el dolor no le
parece inmediatamente el principio, no percibe lo que por motivo del principio y por
causa de él debe preferir y obrar en todas circunstancias. El vicio es, de este modo,
corruptor del principio" 40.
39
Julio von KIRCHMANN, El carácter acientífico de la llamada ciencia del derecho, trad. Werner
Goldschmidt, en AA.VV.,La ciencia jurídica, Losada, Bs. As., 1947.
40
ARISTOTELES, Etica a Nicómaco VI, 5.
cmo está el hombre dispuesto (cuáles son sus disposiciones afectivas y volitivas).
Como consecuencia de lo expuesto, los jueces que están dominados por ciertos vicios,
pueden ser propensos a juzgar erróneamente una materia que se somete a su decisión y
que está vinculada al objeto de su pasión, y si ello no ocurre en un primer momento, puede
suceder más tarde: "Quien no vive como piensa, acaba pensando como vive" , dice un
conocido adagio poplar, de comprobadísima verdad. Así p. ej., si se trata de un carácter
indisciplinado, habituado a la desobediencia de normas y leyes cuando le han resultado
molestas, quizás actúe con mucha laxitud cuando deba juzgar las desobediencias de los
otros; uno que está poseído por la avaricia, quizás tienda a disculpar o a tratar con lenidad
los graves delitos económicos, o a no poner esfuerzos para investigarlos; quien vive
arrastrado por la intemperancia sexual, el adúltero habitual, )cmo juzgará el adulterio de
una de las partes en la causa sometida a su jurisdicción? 41.
Al respecto, enseñaba Toms de Aquino que
"así como el gusto juzga de los sabores según cmo se halle dispuesto, así la mente del
hombre juzga de algo que debe hacerse, según sea su disposicin habitual a
obrar" 42.
Finalmente, hay que consignar que así como el vicio puede distorsionar la corrección
del juicio moral, por el contrario la virtud puede favorecer el acierto en los juicios prácticos:
"Algunos tienen ciertas virtudes (...) y por consiguiente tienen naturalmente un juicio recto"
43
.
41
La distorsión del juicio moral por causa de las inclinaciones del individuo, ocurre no solamente con
respecto a asuntos puntuales del conocimiento práctico, sino también con respecto a la concepción general de la
vida. Como señala Héctor HERNÁNDEZ, el hombre que ha hecho del placer y la ventaja el fin de la vida personal,
suele tender a derrocar los valores, a rechazar la subordinación a normas firmes del obrar. Los valores le
"amargan" la vida al hedonista. (Introducción axiológica a la filosofía del derecho, mimeogr., Rosario, 1994, p.
60).
42
TOMAS de AQUINO, Sum. theol. II-II, 17, 4.
43
TOMAS de AQUINO, Summa Theologiae, II-II, 47, 15.
44
ARISTOTELES, Etica a Nic. VI, 12, 1144 a 35.
45
Cfr. Carlos MASSINI CORREAS, El conocimiento práctico..., cit., p. 48; La prudencia jurídica..., cit., p. 180.
Como se sabe, dentro del saber de las cosas morales tenemos un conocimiento de
grado filosófico (en tanto sus reflexiones tienen que ver con el fin último de la vida del
hombre, y con los primeros principios de la razonabilidad práctica, y además culminan en
conclusiones universales) y un conocimiento de tipo prudencial (el cual se refiere a aquello
que debe obrarse aquí y ahora para que la conducta sea correcta, o sea que se expresa en
juicios singulares). Algunos autores ponen, entre ambos tipos de conocimiento, un tercero,
que con la denominación de "ciencias morales" o "ciencias prácticas", vendría a constituírse
por juicios universales, aunque no tan universales como en el caso de la filosofía moral o
práctica.
En tal sentido, Jacques Maritain distinguía la "filosofía moral" de las "ciencias
morales prácticas". Caracterizaba la primera como un saber "para dirigir de lejos la acción",
y que procede "de modo especulativo", en cuanto a la estructura del conocimiento (análisis,
definiciones, divisiones) y las segundas como conocimientos "para dirigir la acción desde
cerca", y cuya estructura es normativa 46. De modo que, de acuerdo con Maritain, hay una
ciencia práctica que difiere de la filosofía práctica no sólo por la menor universalidad de sus
conclusiones (o lo que es lo mismo, la mayor particularidad de ellas), sino también "en
cuanto a la armadura fundamental del conocimiento, o a la estructura misma de las
nociones y definiciones" 47. A uno de tales tipos de conocimiento lo calificaba
"especulativamente práctico" y al otro, "prácticamente práctico" 48.
El filósofo francés decía que entre la "filosofía moral" y la "ciencia moral práctica"
que así distinguía, hay una diferencia semejante a la que existe entre la filosofía de la
naturaleza y la ciencia natural experimental 49.
En el mismo sentido, Carlos Massini Correas también distingue tales tres niveles
dentro del saber práctico, o sea la filosofía moral, la ciencia moral y la prudencia. En su
opinión, la filosofía es un saber por las causas últimas acerca de la praxis (causas finales
últimas), y la ciencia moral es el saber que en ese ámbito conoce por las causas inmediatas
(causas finales próximas) 50.
Hallamos errónea esta idea de un conocimiento científico práctico intermedio entre
el saber filosófico y el prudencial. Para obtener cualquier conclusión normativa en asuntos
morales, debe recurrirse al último fin del hombre y a los principios universales de la
razonabilidad práctica, porque todo se dice bueno o malo -desde el punto de vista ético- por
su adecuación al fin último del hombre y su conformidad con tales principios. Pero resulta
que el fin último de la vida humana, y en general los más universales principios de la
razonabilidad práctica son precisamente los primeros principios del obrar. Y el conocimiento
en forma de juicios universales que tiene que ver con los primeros principios se denomina
conocimiento filosófico, porque el versar sobre los primeros principios es precisamente la
nota que distingue la filosofía de las ciencias que no son filosóficas. Por ende toda
conclusión en materia moral (ya sea muy general, ya sea menos general) pertenece al
discurso filosófico. De manera que "ciencia práctica" (en el sentido tra- dicional del vocablo
"práctico") es lo mismo que filosofía práctica.
No puede fundarse una distinción de saberes morales en la cercanía de las causas, de
modo que la filosofía moral considere las causas finales últimas, y una ciencia práctica
supuestamente distinta considere las causas finales próximas, porque éstas, para ser
46
Jacques MARITAIN, Los grados del saber, t. II, Desclée de Brouwer, Bs. As., 1947, ps. 112 y 333.
47
Jacques MARITAIN, Los grados del saber..., cit., p. 114. Cfr. también p. 132.
48
Jacques MARITAIN, Los grados del saber, cit., ps. 112 ss. y 328.
49
Jacques MARITAIN, Los grados del saber..., cit., ps. 341 y 344.
50
Carlos MASSINI CORREAS, El conocimiento práctico..., cit., ps. 54 s.
inteligibles, exigen la consideración de las causas finales últimas.
Por tanto, no existe más ciencia moral que la filosofía moral, ni hay otra ciencia
política (entendida esta ciencia en sentido finalístico, axiológico y normativo) fuera de la
filosofía política. Semejantemente, tampoco hay una "ciencia del derecho natural" aparte de
la filosofía del derecho, sino que tal campo del saber es necesariamente parte de esta
disciplina filosófica.
Además, hay que refutar la supuesta distinción entre una filosofía moral y una
ciencia moral por la estructura del conocimiento de una y otra, que afirmaba Maritain.
Podemos comprobar sin dificultad que no hay distinto género de razonamiento entre el que
se hace para la obtención de las conclusiones más universales y el que se hace para la
obtención de las menos universales, como en cambio sostenía el autor francés, cuando
atribuía a la filosofía moral un método explicativo, por resolución de las nociones en sus
principios -definiendo, distinguiendo, dividiendo- y a la ciencia moral una estructura
normativa. Esto es erróneo, porque en cada nivel de generalidad son posibles tanto el
análisis nocional como el establecimiento de normas. Podemos analizar una noción muy
general, como son p. ej. la justicia y el deber, y podemos analizar también nociones bastante
más particulares, como es p. ej. la compraventa. Asimismo, tenemos normas en el nivel más
general (v. gr. "nunca pueden hacerse males para obtener un fin bueno"), así como en el
nivel más particular y próximo a la acción (v. gr. "es lícito agredir a otro en defensa propia
cuando se cumplen los siguientes requisitos...")
Con lo dicho, pensamos que se refuta suficientemente la tesis de Maritain y de los
autores que lo han seguido, acerca de una "ciencia práctica intermedia".
De todos modos, consideremos el parangón que hiciera el filósofo francés, según el
cual la ciencia moral "prácticamente práctica" sería a la filosofía moral como las ciencias
positivas de la naturaleza son a la filosofía de la naturaleza o cosmología. Esta comparación
es improcedente, por cuanto en el caso del mundo físico cabe realmente un doble tipo de
estudio: uno por las últimas causas de los seres, y otro que tiene por objeto las leyes
necesarias que rigen los fenómenos naturales, y que es totalmente independiente y
separable del anterior. (Por ello, en general, el físico, el químico, el biólogo, etc. no
necesitan conocer nada de filosofía para llegar a conocer con certeza las verdades
específicas de sus ciencias). Pero en el ámbito moral o "práctico" no pueden hallarse
conclusiones universales y necesarias al margen de la consideración de los últimos fines del
obrar. Por tanto, en este campo todo conocimiento de lo universal y necesario, o sea todo
conocimiento científico stricto sensu, es filosófico. En conclusión, no hay tal paralelismo
entre los niveles del saber especulativo y los niveles del saber práctico.
No obstante lo dicho, es admisible una "ciencia jurídica" (en cierto sentido análogo e
impropio del vocablo "ciencia"), distinta de la filosofía jurídica, pero no en cuanto sea una
"ciencia media" entre la generalidad del saber filosófico y la singularidad del saber
prudencial, sino en cuanto tal ciencia está condicionada por los elementos más o menos
contingentes del derecho positivo vigente en tal época en tal sociedad determinada (p.
ej."ciencia del derecho argentino vigente"). En tal clase de estudio se tienen en cuenta tanto
los principios y normas de justicia -que establece y justifica la filosofía del derecho-, como
los mencionados elementos del derecho positivo particular del cual se trate.
Al respecto, José Martínez Doral distingue la filosofía del derecho y la ciencia jurídica
que no indaga las últimas razones del derecho, sino los "condicionamientos aparentes",
como los denomina el autor español 51. Esta ciencia estudia el derecho "como un producto
objetivo, independientemente de su ordenación final", "pierde de vista momentáneamente
los fines últimos" 52. Nos permitimos señalar un error que hay, a nuestro parecer, en el autor
hispano al respecto, en cuanto sostiene que tal ciencia jurídica se constituye como un saber
autónomo, en el cual la realidad jurídica total se considera sólo a la luz de tales principios
próximos y condicionamientos aparentes 53. Es manifiesto que es imposible limitarse a los
datos del derecho positivo, pues las meras labores de interpretación de los textos legales y
de integración de sus vacíos requieren la consideración de los fines debidos del obrar
humano, y los consiguientes fines de las instituciones, normas, etc., así como de diversas
valoraciones que pertenecen a la indagación propia de la filosofía del derecho.
Robert Aléxy, en su Teoría de la argumentación jurídica
enseña en cambio que el discurso jurídico (ya sea el de la ciencia jurídica, ya sea el de los
tribunales) es un caso especial de "discurso práctico", pero que debe llevarse a cabo bajo
"condiciones limitadoras". Es discurso práctico -enseña el autor alemán- porque concluye
enunciados normativos que pueden ser correctos o incorrectos y porque recurre a principios
y a valoraciones morales; pero la argumentación debe hacerse bajo "condiciones
limitadoras", a saber: la sujeción a la ley, la obligada consideración de los precedentes
judiciales, y la armonía del discurso con la "dogmática jurídica" 54. De modo que el
razonamiento en la ciencia jurídica se caracteriza por estar necesariamente vinculado al
derecho vigente, y ésta es una diferencia entre la argumentación jurídica y la argumentación
práctica en general 55. En el discurso práctico general las conclusiones están fundamentadas
en cuanto son razonables, sin más. En cambio, en el discurso jurídico la fundamentación
racional se desarrolla dentro del marco del ordenamiento jurídico vigente 56, aunque a
veces, si hay buenas razones, las conclusiones deben desvincularse de tal ordenamiento
-sustenta el autor germano- 57.
51
José MARTINEZ DORAL, La estructura del conocimiento..., cit., ps. 56 ss. y 157.
52
José MARTINEZ DORAL, op. cit.,ps. 67 s.
53
José MARTINEZ DORAL, op. cit., ps. 65 s., 68, 70 ss.
54
Robert ALÉXY, Teoría de la argumentación jurídica. La teoría del discurso racional como teoría de la
fundamentación jurídica, Centro de estudios constitucionales, Madrid, 1989, ps. 35 s.
55
Robert ALÉXY, op. cit., p. 206.
56
Robert ALÉXY, op. cit., ps. 208 y 213.
57
Robert ALÉXY, op. cit., p. 239.
modo de proceder que corresponde a la casuística y el tipo de nociones que utiliza, son
esencialmente diferentes de las empleadas por los otros modos de saber" 58.
Disentimos de esta opinión. Entendemos que la filosofía del derecho se extiende al
caso, porque lo que sea correcto en un supuesto particular -y cualquiera que sea el grado de
particularidad del supuesto considerado, es 11) una "verdad práctica", y toda verdad
práctica comporta una referencia a los primeros principios del obrar, para su justificación, y
21) se expresa en proposiciones universales, porque no se refiere a una situación concreta
única, sino que se refiere a todas las situaciones de esa clase, o sea a todos los casos
concretos en que concurran las circunstancias particulares que se consideran. Si es un
conocimiento en forma de juicios generales, y fundado en los primeros principios del obrar,
es un saber filosófico. En conclusión, la indagación de la filosofía práctica se extiende hasta
el caso, si bien suele perder certidumbre al aumentar la particularidad de la materia.
El dominio de la filosofía práctica es un continuo que va desde los principios más
universales de lo bueno, hasta las normas de conducta que señalan lo que es más adecuado
en cada supuesto particular (en el sentido que antes hemos definido, distinto de lo
singular).
Más aun, hay que decir que no merma la relevancia de la investigación filosófica
cuando se refiere a las cuestiones muy particulares. Al contrario, al aproximarse así a la
conducta concreta realiza más acabadamente la índole del saber práctico, que es un saber
para obrar. Por ello, decía Santo Tomás:
"Toda ciencia práctica es tanto más perfecta cuanto más considera las cosas particulares,
pues allí (en las cosas particulares) se da la conducta" 59
"En las cosas morales las consideraciones universales son menos útiles que las particulares,
porque las acciones se dan en lo particular" 60.
Además del supuesto distingo entre filosofía práctica y ciencia práctica, Carlos
Massini Correas sostiene una "distinción en dos niveles en el conocimiento práctico,
desarrollada por la contemporánea teoría de la ciencia" 61: un "conocimiento práctico
directo", que es el que tiene por objeto la ordenación racional de la conducta humana, y un
"conocimiento práctico reflexivo", el cual tiene como objeto de conocimiento el
58
José MARTÍNEZ DORAL, La estructura del conocimiento..., cit., p. 92. Dice el mencionado autor que, a
diferencia de la filosofía, la casuística no procede de modo analítico, sino de modo sintético (p. 93). De nuestra
parte, pensamos que ello no es correcto, puesto que la consideración del caso, por contar éste con más aspectos
que la especie de relación genérica (p. ej. los elementos de tal caso de compraventa forman un concepto más
comprehensivo que el concepto de compraventa en general), reclama no sólo una tarea de síntesis, sino también
mayores análisis para resolverlo. Dice Martínez Doral que "la pregunta que la casuística intenta responder es
cómo debe obrarse, cuál debe ser la solución de un caso típico, no según los principios generales que rigen
aquellos datos (...) sino según las exigencias concretas de realización" (p. 93). Esto nos parece inexacto, pues los
principios generales tienen que estar también presentes en la tarea de la casuística, si es que se trata de una
genuina disciplina intelectual que obtiene verdades fundadas, y no un catálogo de soluciones prescriptas
arbitrariamente o por mero recurso a la intuición sensible de lo justo en cada caso.
59
TOMAS de AQUINO, Sum. theol., I -II, 6 in princ.
60
TOMAS de AQUINO, Sum. theol., II-II, pról.
61
Carlos MASSINI CORREAS, Ensayo de síntesis acerca de la distinción especulativo-práctico y su
estructuración metoDológica, en Sapientia, vol. LI, 1996, p. 440.
conocimiento práctico directo 62. El profesor de Mendoza expresa que el segundo es una
"metaética", un "estudio filosófico, metodológico y lingüístico de las proposiciones de la
ética normativa". Dice que ambos están dentro de la filosofía práctica 63.
De nuestra parte, juzgamos que en tal punto de vista se expresa una incoherencia
con respecto al objeto de la filosofía práctica, que es siempre el obrar humano, y cuanto a él
se refiere, en el aspecto de lo correcto. No hay que confundir la filosofía práctica, que es la
filosofía acerca del obrar, con la filosofía de la ciencia o epistemología, ni con una filosofía
del lenguaje.
62
Carlos MASSINI CORREAS, Ensayo de síntesis acerca..., cit., p. 440.
63
"Ambos niveles de conocimento, ético y metaético, son ambos prácticos, ya que comparten el objeto
práctico: la conducta humana, y el fin práctico: su normación u ordenación" (Carlos MASSINI CORREAS, Ensayo
. 441).
de síntesis acerca..., cit., p
64
Rafael FERNANDEZ CONCHA, Filosofía del derecho o derecho natural, dispuesto para servir de
introducción a las ciencias legales, vol. I, 20 ed. Barcelona, 1887, n1 267.
65
Rafael FERNANDEZ CONCHA, op. cit., lug. cit.
principio tanto de la filosofía política como de la filosofía del derecho.
Además, en cuanto al objeto material de la filosofía política, que es la actividad
política, que es ejercida por el Estado y por sus representantes los gobernantes y
funcionarios, tal actividad se estima en términos de justicia e injusticia, que son los valores
centrales de la reflexión filosófico-jurídica. Además, corresponde hablar de un orden político
justo o injusto. Existen derechos y deberes entre la comunidad política y sus miembros, y
también entre los Estados, lo cual interesa a ambas disciplinas.
No puede ponerse en duda que la filosofía política estudia los fines que debe
perseguir la comunidad poítica; ahora bien, dentro de los fines del Estado, uno de los
primordiales es la realización de la justicia.
En suma, la filosofía política y la filosofía jurídica comparten principios específicos, y
también hay entre ambas coincidencia parcial en cuanto al objeto material (la actividad
política y el orden político) y al objeto formal (la justicia). Hay una zona más o menos
extensa de intersección entre ambos saberes, y por ello no hay distinción mayor entre ellas.
El estudio de una no puede separarse del estudio de la otra, y por ello varios autores las
conciben unidas, en un saber que denominan "filosofía del derecho y del Estado".
Análogamente, el saber prudencial se divide por su materia en prudencia individual,
prudencia familiar o doméstica, prudencia política o gubernativa y prudencia jurídica.
La especificidad de la cuarta clase de prudencia mencionada parece problemática. Se
admite sin dificultad la existencia de un saber prudencial con respecto a las cosas jurídicas,
pero )se trata de una especie de prudencia diversa de la personal y de la política? Si las tres
primeras especies mencionadas se distinguen tradicionalmente, no ocurre lo mismo con
esta otra; así p. ej. Tomás de Aquino no menciona una "prudencia jurídica" como clase
especial, ni una sola vez a lo largo de los cincuenta y seis artículos de su tratado sobre la
prudencia.
Si se trata de la prudencia jurídica que hay que ejercer para el acto legislativo (pues
aunque la norma jurídica es general en su contenido, el acto de sancionarla es un acto
singular y concreto, a cuyo respecto deben tenerse en cuenta las circunstancias particulares
presentes y previsibles en ese momento, y por ello es una decisión que compete a la
prudencia en orden a su acierto), se está dentro del campo de la prudencia política. Pero si
consideramos la prudencia judicial, el problema se complica.
En el caso de la prudencia del juzgador, no se trata de la prudencia individual,
porque no consiste en un hábito que se limite a dirigir la propia vida del sujeto que la ejerce,
o sea el juez. Parece que tampoco puede incluírse en la prudencia política, en cuanto
muchas decisiones acerca de lo justo concreto que resuelven reclamaciones entre
individuos no tienen por fin inmediato el bien común, lo cual es característico de la
prudencia política o gubernativa. Además, hay que considerar que una sentencia con el
mismo contenido, fundamentación y finalidad que la sentencia dada por un juez -que es
autoridad pública- puede ser dada por un árbitro nombrado por las partes, o aun por un
tercero cualquera que determine lo que corresponde a cada uno de ellos, e incluso por
cualquiera de las partes de la controversia, en cuanto ella se propone conocer qué es
realmente lo justo en tal caso concreto. El conocimiento como tal es el mismo en todos los
casos, y no cambia según que lo posea un juez o alguien que no lo sea.-
Camilo Tale