Articulo Caso Wong Ho Wing

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La pena de muerte en el marco de un proceso de extradición: comentarios a la sentencia

recaída en el Exp. No 2278-2010-HC/TC (caso Wong Ho Wing)

Carlos Abel Villarroel Quinde

Abogado por la PUCP. Comisionado de la Defensoría del Pueblo

I. INTRODUCCIÓN

Con fecha 27 de octubre de 2008 el señor Wong Ho Wing -de nacionalidad china- fue detenido
en el Aeropuerto Internacional Jorge Chávez en la Provincia Constitucional del Callao, a raíz de
una orden de captura cursada por la INTERPOL, la cual, a su vez, provino de autoridades
judiciales de la República Popular China donde responde a un proceso por los delitos de lavado
de dinero, soborno, contrabando y defraudación aduanera. Fue trasladado al Penal Sarita
Colonia, en el Callao.

Asimismo, con fecha 3 de noviembre de 2008 el Buró Nº 24 del Ministerio de Seguridad chino
dirigió un oficio al Estado peruano solicitando la extradición del señor Wing por la comisión de
los delitos mencionados. Sin embargo, de acuerdo al testimonio de éste, dicha comunicación
solo contiene la traducción del artículo 153 del Código Penal chino, el cual tipifica los delitos de
contrabando y defraudación aduanera, omitiendo la traducción del artículo 151 del mismo
cuerpo normativo que establece la posibilidad de aplicar la cadena perpetua o la pena de
muerte para la modalidad agravada de los referidos delitos.

De otro lado, con fecha 20 de enero de 2009 la Segunda Sala Penal Transitoria de la Corte
Suprema de Justicia emitió una resolución consultiva concluyendo que el pedido de extradición
de Wong Ho Wing satisfacía los requisitos previstos en la legislación peruana, respecto de los
delitos de defraudación de rentas de aduana y contrabando. Ante ello, con fecha 26 de enero
de 2009 el representante de la presunta víctima interpuso una acción de habeas corpus, la
misma que fue declarada parcialmente fundada el 2 de abril de 2009 por el 56º Juzgado Penal
de Lima, el cual ordenó la suspensión temporal del proceso de extradición y emplazó la
Segunda Sala Penal Transitoria de la Corte Suprema de Justicia a dictar una nueva resolución
consultiva. Asimismo, paralelamente a la interposición del mencionado hábeas corpus, la
defensa del señor Wing solicitó medidas cautelares y presentó una petición formal, ambos ante
la Comisión Interamericana de Derechos Humanos con fechas 21 de enero de 2009 y 27 de
marzo de 2009, respectivamente.

Posteriormente, la Sala Penal Permanente emitió una segunda resolución consultiva el 27 de


enero de 2010, declarando nuevamente procedente la extradición solamente por los delitos de
defraudación de rentas de aduanas y cohecho en agravio de la República Popular China. En
virtud a ello, con fecha 9 de febrero de 2010 el representante legal del señor Wong Ho Wing
interpuso una nueva demanda de habeas corpus contra el Presidente de la República, el
Ministro de Justicia y el Ministro de Relaciones Exteriores (Exp. No 2278-2010-HC/TC).

Estos son, brevemente, los hechos que dieron origen al caso que será expuesto a
continuación, el cual, como se advierte, es sumamente complejo no sólo por el razonamiento
elaborado por el máximo intérprete de la Constitución al momento de resolver el presente caso,
sino también porque en él se han activado de manera paralela mecanismos de protección tanto
a nivel interno como a nivel supranacional, los cuales en definitiva han influido mutuamente
para la resolución final adoptada.

A tal efecto, en primer lugar se analizará los requisitos de procedibilidad exigidos en el caso de
un hábeas corpus de carácter preventivo; luego de ello, se tratará brevemente sobre los
mecanismos de protección de derechos humanos a nivel interamericano, y en especial, el
requisito del agotamiento de la vía interna para acceder a los mismos. Posteriormente, se
tratará el tema de las medidas cautelares y medidas provisionales en el marco internacional
regional, y luego de ello se analizará todo lo referente al proceso de extradición dentro de
nuestro ordenamiento jurídico, con especial énfasis en el procedimiento de extradición pasiva.
Inmediatamente después, se analizará la relación del principio de reciprocidad en el marco
internacional, así como su vigencia en los procesos de extradición. Finalmente, como último
punto, se evaluará la legitimidad de la pena de muerte como sanción penal a la luz de los
tratados internacionales de derechos humanos.

II. ASPECTOS DE PROCEDIBILIDAD

1. La procedencia del hábeas corpus preventivo en el presente caso

De conformidad con lo dispuesto por el artículo 2 del Código Procesal Constitucional, “los
procesos constitucionales de hábeas corpus, amparo y hábeas data proceden cuando se
amenace o viole los derechos constitucionales por acción u omisión de actos de cumplimiento
obligatorio, por parte de cualquier autoridad, funcionario o persona”. Asimismo, el artículo
citado agrega que “cuando se invoque la amenaza de violación, ésta debe ser cierta y de
inminente realización” (resaltado nuestro). Evidentemente, determinar qué corresponde ser
una amenaza cierta y de inminente realización constituye una labor que, en nuestra opinión, ya
no corresponde hacer a la norma, sino más bien a la jurisprudencia.

En virtud a ello, el máximo intérprete de la Constitución se ha pronunciado en reiteradas


oportunidades sobre lo que constituye una amenaza cierta e inminente. Al respecto, mediante
sentencia recaída en el Exp. No 4909-2007-HC/TC1, ha señalado que para determinar si la
amenaza de un derecho es inminente o no, hay que establecer, en primer lugar, la diferencia
entre actos futuros remotos y actos futuros inminentes. Los primeros son aquellos actos
inciertos que pueden o no suceder, mientras que los segundos son los que están próximos a
realizarse, es decir, su comisión es casi segura y en un tiempo breve. Asimismo, respecto a la
naturaleza real de la amenaza, no puede tratarse de una mera suposición sino que, por el
contrario, la afectación del derecho o bien jurídico tutelado debe ser objetiva y concreta.

En consecuencia, queda meridianamente claro que la amenaza cierta e inminente del derecho
fundamental a la libertad personal o sus derechos conexos, debidamente acreditada, puede
fundamentar la interposición de una demanda de hábeas corpus.

Sin embargo, consideramos que, si bien los fundamentos teóricos se encuentran definidos, la
aplicación de los mismos al caso concreto ha presentado serias dificultades, en especial para
calificar lo que constituye una amenaza “cierta” e “inminente”. En ese sentido, se tiene lo
siguiente:

a) Exp. No 2725-2008-HC/TC2: en dicho caso se señaló que cuando se cuestiona una


investigación llevada a cabo por el Ministerio Público, es posible hablar de una amenaza cierta

1
Ver en http://www.tc.gob.pe/jurisprudencia/2008/04909-2007-HC.html (27/06/11)
2
Ver en http://www.tc.gob.pe/jurisprudencia/2008/02725-2008-HC.html (27/06/11)
e inminente contra la libertad individual o contra algún derecho conexo, toda vez que, “la
formulación de una denuncia abiertamente arbitraria podría inducir a error al juez, quien a su
vez podría dictar el inicio del proceso penal, e inclusive podría ordenar la detención del
procesado”.

Evidentemente, este supuesto señalado por el Tribunal Constitucional se contradice con los
requisitos establecidos por el mismo para la interposición de un hábeas corpus preventivo: no
constituye nada más alejado de un daño cierto e inminente contra la libertad individual que una
denuncia fiscal y la posterior formulación de un auto apertorio de instrucción. Y ello debido a
que, el órgano jurisdiccional, en el marco de los procesos penales sumarios y ordinarios aún es
competente y discrecional para decidir si los términos de la denuncia fiscal son convincentes en
demostrar la existencia de un delito3.

Asimismo, la solicitud del mandato de detención o de prisión preventiva tampoco constituye un


hecho que pueda constituir un amenaza “cierta” e “inminente”, en la medida que su imposición
no se sustenta en la gravedad del contenido de la denuncia fiscal sino en la concurrencia de
tres requisitos: i) la suficiencia probatoria de la comisión del delito; ii) la convicción de aplicar
una pena privativa de libertad, iii) y especialmente, la disponibilidad y colaboración que tenga el
presunto inculpado con los órganos jurisdiccionales para el esclarecimiento del hecho delictivo
(lo que se conoce como peligro procesal)4.

b) Exp. No 6057-2007-HC/TC5: se cuestionaba el traslado de una persona mayor de edad que


sufría de diversos males del hospital Almenara a una clínica privada que carecía de
implementos y medicamentos para tratar sus enfermedades, por lo que se ponía en riesgo sus
derechos a la vida, a la integridad personal y a la salud. En este caso, el Tribunal Constitucional
determinó que, si bien no se había acreditado suficientemente las amenazas contra los
derechos mencionados, constituía un “caso especial” dada la avanzada edad del beneficiario
(más de 90 años), y porque, de no darse tutela inmediata podía producirse su muerte.

Como se advierte, en este caso se realiza una excepción para la aplicación del hábeas corpus
preventivo: no se cumple con los requisitos de certeza e inminencia en la amenaza del derecho
invocado, pero, dada la edad del beneficiario, y dado que puede producirse su muerte es que
se decide conocer el fondo de la demanda, declarándola finalmente fundada.

Sin duda alguna, se advierten a partir de estas dos jurisprudencias que los casos analizados no
cumplían con los requisitos de certeza e inminencia exigidos tanto a nivel normativo como
jurisprudencial.

De otro lado, cabe resaltar más bien un caso emblemático donde los hechos que fueron
invocados sí ameritaban una actuación del Estado por configurar una amenaza cierta e

3
Artículo 77 (Código de Procedimientos Penales): recibida la denuncia y sus recaudos, el Juez Especializado en lo
Penal sólo abrirá instrucción si considera que de tales instrumentos aparecen indicios suficientes o elementos de
juicio reveladores de la existencia de un delito, que se ha individualizado a su presunto autor o partícipe, que la
acción penal no ha prescrito o no concurra otra causa de extinción de la acción penal (el resaltado es nuestro).
4
Artículo 135 (Decreto Legislativo N° 638, Código Procesal Penal): el Juez puede dictar mandato de detención si
atendiendo a los primeros recaudos acompañados por el Fiscal Provincial sea posible determinar:

(…) 3. Que existen suficientes elementos probatorios para concluir que el imputado intenta eludir la acción de la
justicia o perturbar la acción probatoria.
5
Ver en http://www.tc.gob.pe/jurisprudencia/2008/06057-2007-HC.html (27/06/11)
inminente contra el derecho a la vida: nos referimos al pronunciamiento recaído en el Exp. No
3335-2008-HC/TC6 en el cual la demandante alegaba que había conocido, en razón de ostentar
el cargo de fiscal provincial mixto de la provincia de Maynas, la investigación por la presunta
comisión del delito de tráfico ilícito de drogas en contra de Fernando Zevallos Gonzáles, y que,
ante las amenazas de muerte que había recibido, solicitó su traslado a la ciudad de Lima, cosa
que se produjo. Sin embargo, la Junta de Fiscales Supremos, a petición del Fiscal Superior
Decano del distrito judicial de Loreto, decidió que la demandante retornase a su cargo a pesar
de que el Ministerio del Interior comunicó a la Fiscalía de la Nación que, en razón de un informe
elaborado por la Dirección Nacional Contra el Tráfico Ilícito de Drogas de la Policía Nacional del
Perú (DIRANDRO-PNP), la demandante debía permanecer en la ciudad de Lima bajo las
medidas de seguridad provistas por la Policía Nacional del Perú, ya que su retorno a la ciudad
de Maynas por las carencias de personal y de recursos de la zona ponían en riesgo su vida.
Ante la insistencia reiterada del Ministerio Público para que se realice el traslado, la
demandante interpuso un hábeas corpus de tipo preventivo.

Sin duda alguna, el pronunciamiento es por demás elocuente: luego de señalar la importancia
de la lucha contra el tráfico de drogas, el Tribunal Constitucional decidió que en el caso
concreto no se producía una amenaza cierta e inminente, por cuanto si bien existían
documentos e informes que darían a conocer un posible atentado contra la integridad de la
demandante (que incluye un informe de la DIRANDRO en ese sentido, así como una nota
informativa que da cuenta de un hurto frustrado en el domicilio de la recurrente en la ciudad de
Lima), para que se configure una amenaza en términos constitucionales ésta requiere de un
grado de certeza e inminencia para su tutela. Por el contrario, la existencia de esta notas
informativas, según los magistrados, lo que hicieron precisamente es desvirtuar esa certeza e
inminencia, en la medida que las autoridades correspondientes pueden y deben adoptar las
disposiciones necesarias, como reforzar el resguardo policial, a fin de prevenir cualquier posible
atentado contra la integridad personal de la demandante.

En atención a ello, consideramos que en este caso se han producido hechos palpables que
mostraban que la vida de la demandante se encontraba en riesgo ¿Acaso las amenazas de
muerte, un hurto frustrado e inclusive un informe de la DIRANDRO no constituyen elementos
suficientes para hablar de una amenaza REAL? Además, la propia demandante al ratificar su
demanda señala que estos hechos de amenaza y hostigamiento se produjeron a partir de la
investigación realizada a Fernando Zevallos, por lo que se infiere razonablemente que estos
actos tienen la clara intención de amedrentar a la recurrente por su desempeño en la función
fiscal. En consecuencia, ¿no es previsible que, al retomar nuevamente su cargo, las amenazas
pudieran incrementarse, e inclusive desencadenar un resultado fatal? Ello sustentaría
válidamente la INMINENCIA de la amenaza, con lo cual la pretensión debió ser declarada
fundada.

Con este breve análisis queremos dejar en claro lo siguiente: a) el hábeas corpus preventivo,
se configura cuando existe una amenaza cierta e inminente de la libertad individual o derechos
conexos, lo cual ha sido establecido tanto a nivel normativo (Art. 2 CPC) como a nivel
jurisprudencial; b) sin embargo, el máximo intérprete de la Constitución no es coherente al
momento de analizar qué casos configuran una amenaza cierta e inminente que requieren
tutela constitucional (en algunas oportunidades, hechos que en realidad no tenían tales
características fueron declarados fundados y por el contrario, hechos que sí ameritaban una
tutela urgente por cumplir con la certeza e inminencia exigida para las amenazas, fueron
desestimados).

6
Ver en http://www.tc.gob.pe/jurisprudencia/2008/03335-2008-HC.html (27/06/11)
Esto es fundamental porque en el presente caso bajo análisis, tres magistrados (Álvarez,
Vergara y Calle) en sus votos singulares se pronunciaron en el sentido de que la demanda
debía ser declarada infundada, toda vez que no se cumplía con los requisitos de certeza e
inminencia de la alegada amenaza del derecho a la vida del señor Wong Ho Wing; sin
embargo, para la mayoría de magistrados (Eto, Mesía, Beaumont y Urviola), el caso sí tenía
sustento constitucional, pero de una lectura del texto de la sentencia se advierte que ni siquiera
se hizo el análisis de certeza e inminencia de la amenaza del derecho a la vida alegada por el
señor Wing.

A nuestro parecer, el caso concreto no configuraba una amenaza cierta e inminente contra la
libertad personal del señor Wing, toda vez que, si bien ya se había dado un pronunciamiento
por parte de la Corte Suprema de Justicia de la República declarando procedente la
extradición, aún quedaba pendiente la decisión del Poder Ejecutivo sobre el mismo, el cual, tal
como lo establece el artículo 515° del Código Procesal Penal de 2004 7 (y que será analizada
con profundidad más adelante), puede desvincularse totalmente de lo señalado por el Poder
Judicial. Por ende, no hay ni certeza ni inminencia de la amenaza.

En suma, todo lo expuesto nos permite apreciar que no se ha definido con claridad en qué
supuestos es aplicable el hábeas corpus de carácter preventivo, dejándose más bien al arbitrio
de los magistrados qué casos deben conocer o no a través de dicha modalidad.

2. La parte emplazada: Presidente de la República y Ministros de Justicia y Relaciones


Exteriores

Mediante el presente hábeas corpus, la defensa del señor Wong Ho Wing interpuso la
demanda en contra del Presidente de la República, así como en contra de dos de sus ministros
de Estado de las carteras de Justicia y de Relaciones Exteriores. Sobre el particular, cabe
señalar que el proceso constitucional de hábeas corpus procede cuando se vulnera o se
amenaza con afectar el derecho a la libertad individual y derechos conexos. Por consiguiente,
la persona o personas demandadas deben tener la capacidad para afectar o menoscabar el
derecho a la libertad individual (entre las que se encontraría la Policía Nacional del Perú, así
como el Poder Judicial tal como lo señala expresamente la Constitución en su artículo 2 inciso
24 literal f)8. En esa línea de razonamiento, el Presidente de la República así como los
ministros de Estado, en principio, no tienen la capacidad directa para restringir o limitar la
libertad individual o sus derechos conexos, por lo que en principio una demanda en ese sentido
debe ser declarada improcedente.

Sin embargo, esta regla general presenta dos excepciones, a saber:

7
Artículo 515 (Código Procesal Penal de 2004):

1. Cuando la Sala Penal de la Corte Suprema emita resolución consultiva negativa a la extradición, el Gobierno
queda vinculado a esa decisión.

2. Si la resolución consultiva es favorable a la entrega o considera procedente solicitar la extradición a un país


extranjero, el Gobierno puede decidir lo que considere conveniente (resaltado nuestro)
8
Artículo 2 (Constitución 1993).- Toda persona tiene derecho: (…) 24. A la libertad y a la seguridad personales. En
consecuencia: (…) f. Nadie puede ser detenido sino por mandamiento escrito y motivado del juez o por las
autoridades policiales en caso de flagrante delito (resaltado nuestro).
a) Dentro de un contexto de estado de emergencia o de sitio: De conformidad con lo
dispuesto en el artículo 137° de la Constitución, el Presidente de la República, con
acuerdo del Consejo de Ministros, puede decretar, por plazo determinado, en todo el
territorio nacional, o en parte de él (con cargo de, posteriormente, dar cuenta al
Congreso o a la Comisión Permanente), el Estado de Emergencia o el Estado de Sitio.
En dicha eventualidad puede restringirse el derecho relativo a la libertad de tránsito.
Asimismo, de acuerdo a la sentencia recaída en el Exp. N. º 0349-2004-AA/TC 9, dicha
restricción encuentra su justificación en la existencia de causas de extrema necesidad o
grave alteración de la vida del Estado, “circunstancias en las que resulte posible limitar
en cierta medida el ejercicio de determinados atributos personales, uno de los cuales
resulta ser el derecho de transitar o de locomoción”. Como se aprecia, la libertad
individual puede en el presente caso puede ser limitada a través de una decisión
política, por lo que estos hechos podrían ser cuestionados a nivel judicial, de acuerdo a
la tesis del contralor judicial amplio10 11.

b) En el marco de un proceso de extradición: nuestro ordenamiento jurídico presenta un


sistema mixto (STC. Exp. N° 3966-2004-HC/TC)12, en el cual intervienen tanto el Poder
Judicial como el Poder Ejecutivo, teniendo éste la última palabra en el proceso de
extradición (lo que será analizado más adelante con mayor amplitud). Por ende, dentro
del marco concreto de un proceso de extradición, el pronunciamiento que pueda emitir
el Poder Ejecutivo -a través de sus ministerios- es decisivo respecto de la extradición de
una persona, por lo que es capaz de configurar una vulneración del derecho a la libertad
personal.

De allí que seamos de la opinión que para el presente caso, la opinión del Poder Ejecutivo sí
puede calificar como una afectación de la libertad individual ya que es la última decisión que se
adopta en los procesos por extradición. Por ende, somos de la opinión que, si bien existen
dudas contra la certeza e inminencia del daño contra la libertad individual, sí podemos afirmar
que en el marco de un proceso de extradición, el Presidente de la República y sus ministros
tiene la capacidad para vulnerar el derecho a la libertad individual.

II. ANÁLISIS DE FONDO

1. El hábeas corpus y la petición ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos

9
Ver en: http://www.tc.gob.pe/jurisprudencia/2005/00349-2004-AA.html (27/06/11)
10
ESPINOSA SALDAÑA-BARRERA, Eloy. El juez constitucional y sus márgenes de acción durante la vigencia de un
estado de excepción. Pág. 172. Ver en: http://www.bibliojuridica.org/libros/5/2225/8.pdf (27/06/11); ANICAMA
CAMPOS, Cecilia. Derechos humanos y estados de excepción. La protección judicial de los derechos humanos
durante los estados de excepción. Ver en: http://190.41.250.173/rij/bases/excep/prote.htm (27/06/11)
11
Un modelo de contralor judicial amplio se encuentra en la Constitución colombiana de 1991, cuyo artículo 214. 6
establece "El Gobierno enviará a la Corte Constitucional al día siguiente de su expedición, los decretos legislativos
que dicte en uso de las facultades a que se refieren los Artículos anteriores, para que aquella decida
definitivamente sobre su constitucionalidad. Si el Gobierno no cumpliere con el deber de enviarlos, la Corte
Constitucional aprehenderá de oficio y en forma inmediata su conocimiento".
12
Ver en: http://www.tc.gob.pe/jurisprudencia/2005/03966-2004-HC.html (27/06/11)
En este apartado se tratará de analizar el tema referido a la articulación que existe entre el
Sistema Interno de Protección de Derechos Humanos con el Sistema Internacional de
Protección de los Derechos Humanos (en concreto, el Sistema Regional Americano).

Sin duda, con la adopción de la Convención Americana de Derechos Humanos no sólo se


estableció un catálogo de atributos iusfundamentales de obligatorio respeto y promoción para
todos los Estados partes firmantes del instrumento internacional en mención; también supuso,
en general, la adopción de mecanismos supranacionales de protección de dichos derechos,
uno de los cuales lo constituye el procedimiento ante la Comisión Interamericana de Derechos
Humanos y ante la Corte Interamericana de Derechos Humanos. Al respecto, es pertinente
precisar que no todos los Estados que han suscrito la Convención, también han admitido la
competencia contenciosa de la Corte Interamericana de Derechos Humanos; y ello debido a
que, de conformidad con el artículo 62 de la Convención Americana de Derechos Humanos 13,
los Estados deben realizar una adherencia complementaria a la Corte para que ésta pueda
tener competencia sobre cualquier asunto controvertido, ya sea al momento de ratificar la
Convención o en un momento posterior.

De otro lado, el artículo 25.1 de la referida Convención establece que toda persona tiene
derecho a un recurso sencillo y rápido o a cualquier otro recurso efectivo ante los jueces o
tribunales competentes, que la ampare contra actos que violen sus derechos fundamentales
reconocidos por la Constitución, la ley o la presente Convención, aun cuando tal violación sea
cometida por personas que actúen en ejercicio de sus funciones oficiales. A tal efecto,
mediante Opinión Consultiva No OC-8/87 de fecha 30 de mayo de 1987 14 la Corte
Interamericana de Derechos Humanos afirmó que el proceso de hábeas corpus constituye, en
los términos del artículo 25.1 de la Convención, el recurso sencillo, rápido y efectivo para la
tutela de los derechos fundamentales de las personas, el cual inclusive tiene vigencia durante
los estados de excepción.

Por tanto, el proceso de hábeas corpus configura el mecanismo de protección idóneo ante la
vulneración del derecho a la libertad y derechos conexos, no sólo por su trámite célere y
simplificado, sino también por su carácter permanente (inclusive en estados de emergencia).

13
Artículo 62 (Convención Americana de Derechos Humanos)

1. Todo Estado parte puede, en el momento del depósito de su instrumento de ratificación o adhesión de esta
Convención, o en cualquier momento posterior, declarar que reconoce como obligatoria de pleno derecho y sin
convención especial, la competencia de la Corte sobre todos los casos relativos a la interpretación o aplicación de
esta Convención.

2. La declaración puede ser hecha incondicionalmente, o bajo condición de reciprocidad, por un plazo
determinado o para casos específicos. Deberá ser presentada al Secretario General de la Organización, quien
transmitirá copias de la misma a los otros Estados miembros de la Organización y al Secretario de la Corte.

3. La Corte tiene competencia para conocer de cualquier caso relativo a la interpretación y aplicación de las
disposiciones de esta Convención que le sea sometido, siempre que los Estados Partes en el caso hayan reconocido
o reconozcan dicha competencia, ora por declaración especial, como se indica en los incisos anteriores, ora por
convención especial.
14
Corte IDH. El Hábeas Corpus Bajo Suspensión de Garantías (arts. 27.2, 25.1 y 7.6 Convención Americana sobre
Derechos Humanos). Opinión Consultiva OC-8/87 del 30 de enero de 1987. Serie A No. 8. Ver en:
http://www.corteidh.or.cr/opiniones.cfm
Ello tiene relevancia para el presente caso, dado que el señor Wong Ho Wing interpuso dos
hábeas corpus contra las resoluciones de la Corte Suprema de Justicia de la República de
fechas 20 de enero de 2009 y 27 de enero de 2010, en la medida que declararon procedente
su extradición a la República Popular China para que sea juzgado por los delitos que
presuntamente habría cometido. En esa medida, se advierte pues que el referido ciudadano
hizo uso del mecanismo interno previsto para la tutela de sus derechos fundamentales (en
especial, el derecho a la vida), el cual finalmente tuvo un resultado positivo para él.

Sin embargo, el presente caso no es tan simple como parece. Y ello debido a que el señor
Wing de manera simultánea a la presentación de los dos hábeas corpus mencionados, recurrió
a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos para solicitar la tutela de sus derechos.

Recapitulando: a) mediante resolución de la Corte Suprema de Justicia de la República de


fecha 20 de enero de 2009 se declara ha lugar la extradición del señor Wong Ho Wing, por lo
que éste interpone una demanda de hábeas corpus; paralelamente, solicita a la Comisión
Interamericana de Derechos Humanos que dicte medidas cautelares para que impida la
extradición (21 de enero de 2009) y además presenta una petición formal para que su caso sea
visto a nivel supranacional (27 de marzo de 2009); b) la demanda de hábeas corpus es
declarada fundada (1 de mayo de 2009), y por ende, nula la referida resolución; sin embargo, la
Corte Suprema nuevamente emite resolución con fecha 27 de enero de 2010 declarando
procedente la extradición, por lo que nuevamente interpone demanda de hábeas corpus con
fecha 09 de febrero de 2010, la cual es declarada fundada con fecha 24 de mayo de 2011 (Exp.
No 2278-2010-HC/TC); c) la Comisión Interamericana de Derechos Humanos admite la petición
formulada por la defensa del señor Wing mediante Informe 151/10 (petición 366-09) de fecha 1
de noviembre de 2010.

Los hechos narrados son complejos, por lo que se realizará un análisis independiente de cada
uno de ellos.

a. La actuación supletoria de la Corte Interamericana de Derechos Humanos: el requisito


de agotamiento de la vía previa

Como se ha podido apreciar, en el presente caso se han hecho uso no sólo de la vía interna a
través del hábeas corpus, sino también de la vía internacional con la solicitud de medidas
cautelares ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos 15 y con la petición formal
para que el caso sea visto a nivel supranacional, lo cual finalmente se dio, Lo que se pretende
rescatar en este punto es que el recurrente no sólo hizo uso de las vías internas sino que
paralelamente (y antes que se resolviera el primer hábeas corpus mencionado), se recurrió a la
vía supranacional con la presentación de la petición formal ante la Comisión Interamericana de
Derechos Humanos.

Ante ello cabe válidamente preguntarse ¿es posible utilizar la vía interna y la vía internacional
de manera simultánea? Al respecto, Remotti Carbonell señala que el sistema jurisdiccional
interamericano de protección de los derechos humanos está configurado como un mecanismo
supletorio, es decir, al que sólo se debe recurrir si los órganos, instituciones y poderes del
Estado, especialmente los órganos jurisdiccionales internos, no cumplen con su labor de
garantizar plenamente los Derechos Humanos reconocidos en la Convención. De esta forma,
quien tiene la obligación primera de garantizar los derechos, así como de investigar sus
posibles vulneraciones sancionando a los responsables, son los órganos de carácter interno y
15
Cabe agregar además que esta solicitud de medidas cautelares devino posteriormente en el dictado de medidas
provisionales por parte de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, las cuales serán posteriormente
analizadas.
sólo en el caso de que ellos no cumplan con tal obligación, se podrá recurrir ante los órganos
jurisdiccionales interamericanos16. Ello además fue ratificado por la propia Corte Interamericana
en los términos siguientes:

“La regla del previo agotamiento de los recursos internos permite al Estado resolver el
problema según su Derecho interno antes de verse enfrentado a un proceso internacional, lo
cual es especialmente válido en la jurisdicción internacional de los derechos humanos, por ser
ésta "coadyuvante o complementaria" de la interna17”.

La cita reseñada inexorablemente nos remite a tratar un punto esencial, para comprender el
presente caso: el agotamiento de las vías internas en la jurisdicción supranacional.

De acuerdo a lo dispuesto por el artículo 46.1.a. de la Convención Americana de Derechos


Humanos, para que una petición o comunicación presentada conforme a los artículos 44 ó 45
sea admitida por la Comisión, se requerirá que se hayan interpuesto y agotado los recursos de
la jurisdicción interna. En ese sentido, Faúndez afirma que el principio del agotamiento previo
de los remedios locales lo que se busca es evitar que se sometan a la jurisdicción internacional
reclamaciones que podrían ser resueltas en la instancia nacional; en consecuencia, mientras
exista una posibilidad de que ellas puedan ser adecuadamente satisfechas conforme al
derecho interno estatal, tales reclamaciones no pueden ser consideradas como violaciones del
derecho internacional de los derechos humanos, cuyos mecanismos de protección deben
considerarse como meramente subsidiarios del derecho interno, para el caso que en éste no
haya recursos disponibles, o que los existentes resulten inadecuados o ineficaces18.

De otro lado, existen ciertas circunstancias excepcionales que permiten incumplir el requisito de
agotar previamente de forma previa los recursos internos de acuerdo a lo señalado en el
artículo 46.2 de la CADH, que se darían cuando: a) no exista en la legislación interna del
Estado de que se trata el debido proceso legal para la protección del derecho o derechos que
se alega han sido violados; b) no se haya permitido al presunto lesionado en sus derechos el
acceso a los recursos de la jurisdicción interna, o haya sido impedido de agotarlos, y c) haya
retardo injustificado en la decisión sobre los mencionados recursos.

Asimismo, estos criterios han sido precisados y complementados por la jurisprudencia de la


Corte Interamericana de Derechos Humanos, que se señalan brevemente19:

- Si los recursos judiciales existentes a nivel interno no son adecuados y específicos o


son ineficaces o ilusorios para la protección efectiva de los derechos vulnerados (Caso

16
REMOTTI CARBONELL, José Carlos: La Corte Interamericana de Derechos Humanos. Estructura, funcionamiento y
jurisprudencia. Ed. IDEMSA. Lima, 2004. Pág. 41-42
17
Caso Velásquez Rodríguez contra Honduras, 29 de julio de 1988. Sentencia sobre el fondo, párrafo 61. Caso
Godínez Cruz contra Honduras, 20 de enero de 1989. Sentencia sobre el fondo, párrafo 64. Caso Fairen Garbi y
Solís Corrales contra Honduras, 28 de enero de 1989. Sentencia sobre el fondo, párrafo 85
18
FAÚNDEZ LEDESMA, Héctor. El agotamiento de los recursos internos en el sistema interamericano de protección
de los derechos humanos. Ver en:
http://www.iidh.ed.cr/BibliotecaWeb/Varios/Documentos/BD_1020951901/Faundez.pdf
19
REMOTTI CARBONELL, José Carlos: La Corte Interamericana de Derechos Humanos. Estructura, funcionamiento y
jurisprudencia. Ed. IDEMSA. Lima, 2004. Pág. 175-182
Cinco Pensionistas contra el Perú, 28 de febrero de 2003. Sentencia sobre el fondo,
reparaciones y costas, párrafo 126)20

- Si para la presentación de los recursos se deben cumplir con requisitos procesales


desproporcionados que lo hagan inaplicable (Caso Velásquez Rodríguez contra
Honduras, 29 de julio de 1988. Sentencia sobre el fondo, párrafo 66)21

- Si las medidas adoptadas en virtud del recurso judicial interno no cuentan con la fuerza
vinculante para obligar a las autoridades (Caso Fairen Garbi y Solís Corrales contra
Honduras, 28 de enero de 1989. Sentencia sobre el fondo, párrafo 91)22

- Si existen elementos racionales para considerar que no existen condiciones de


imparcialidad de los órganos judiciales internos que deben conocer el asunto (Caso
Godínez Cruz contra Honduras, 20 de enero de 1989. Sentencia sobre el fondo, párrafo
69)23.

- Si los recursos presentados son rechazados sin analizar el fondo del asunto o por
razones banales, o puede apreciarse la existencia de una práctica ordenada o tolerada
por el poder público, a los efectos de impedir o perturbar la utilización de tales recursos
(Caso Velásquez Rodríguez contra Honduras. Sentencia sobre el fondo, párrafo 68)

- Si la presentación del recurso resulta peligrosa para quienes lo interponer o si los


abogados, jueces o fiscales se encuentran amenazados (Caso Godínez Cruz contra
Honduras, sentencia sobre el fondo, párrafo 69)

- Si existe una situación de indigencia de la víctima o de temor generalizado de los


abogados para representarlo legalmente, los cuales deberán estar debidamente
acreditados (Opinión Consultiva OC-11/90 de 10 de agosto de 1990)24

En el caso bajo análisis advertimos que el señor Wong Ho Wing hizo uso de los recursos
internos para tutelar sus derechos presuntamente vulnerados, a través de dos hábeas corpus:
el primero fue interpuesto contra la primera resolución de la Corte Suprema de fecha 20 de
enero de 2009 que declaró procedente la extradición y fue declarado fundado con fecha 1 de
mayo de 2009; el segundo fue interpuesto contra la segunda resolución de la Corte Suprema
de fecha resolución con fecha 27 de enero de 2010, que también declaró procedente la
extradición, la que finalmente es declarada fundada con fecha 24 de mayo de 2011.

De otro lado, se aprecia también que el señor Wong Ho Wing hizo uso de la jurisdicción
supranacional, toda vez que con fecha 27 de marzo de 2009 presentó formalmente su petición
ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, la que finalmente fue admitida con
fecha 1 de noviembre de 2010.

Por tanto, se colige que aún cuando no se había resuelto el primer hábeas corpus planteado, la
defensa técnica del señor Wong Ho Wing presentó una petición formal ante la Comisión,
20
Ver en: http://www.corteidh.or.cr/docs/casos/articulos/Seriec_98_esp.pdf (27/06/11)
21
Ver en: http://www.corteidh.or.cr/docs/casos/articulos/seriec_04_esp.pdf (27/06/211)
22
Ver en: http://www.corteidh.or.cr/docs/casos/articulos/seriec_06_esp.pdf (27/06/211)
23
Ver en: http://www.corteidh.or.cr/docs/casos/articulos/seriec_05_esp.pdf (27/06/211)
24
Ver en: http://www.corteidh.or.cr/docs/opiniones/seriea_11_esp.pdf (27/06/211)
activando la jurisdicción supranacional. Por ende, y tomando en cuenta lo expuesto, todo haría
indicar, al menos de manera preliminar, que no se agotaron las vías internas para acudir a la
Comisión Interamericana de Derechos Humanos, dado que aún no existía un pronunciamiento
final de los procesos internos que fueron accionados por el recurrente.

Sin embargo, dicha impresión, de acuerdo a la doctrina, no resulta ser correcta. Y ello por
cuanto el artículo el art. 46.1.a de la Convención sólo establece que, para que una petición o
comunicación sea admitida por la Comisión se requerirá que se hayan interpuesto y agotado
los recursos de la jurisdicción doméstica; esta disposición no exige que tales recursos se hayan
agotado antes de presentar la petición, sino que ello se haya producido antes de que la
Comisión decida admitir dicha petición a través del informe de admisibilidad 25. Por ende, el
agotamiento no se toma en cuenta a partir de la fecha de presentación de la petición, sino de la
fecha de admisibilidad de la petición, criterio que además ha sido ratificado por la Corte
Interamericana de Derechos Humanos26. Por tanto, en el presente caso, el hecho que el señor
Wong Ho Wing haya presentado su petición ante la Comisión a pesar de que el primer hábeas
corpus interpuesto no había sido resuelto, no implica una vulneración del requisito del
agotamiento de la vía interna, por cuanto la admisibilidad de la petición se dio con fecha
posterior (1 de noviembre de 2010) a la resolución del primer hábeas corpus (1 de mayo de
2009)

Pero ¿qué pasa en el caso del segundo hábeas corpus (que es materia de comentario), ya que
éste se resolvió mucho después (24 de mayo de 2011) de que la Comisión declarara admisible
la petición del recurrente (1 de noviembre de 2010)? Al respecto, Faúndez afirma lo siguiente:

“Aunque no sea frecuente, es posible que, después de introducida la petición ante la Comisión,
y ya sea después de que se le haya declarado admisible o, por lo menos, después de que se le
haya dado curso a la misma, el peticionario o la víctima pueda interponer algún recurso ante la
jurisdicción interna. Si bien dicha circunstancia podría, en principio, constituir un
reconocimiento de que había recursos disponibles, ello no supone necesariamente que la
petición deba rechazarse como inadmisible; podría ocurrir que esos recursos versen sobre un
hecho nuevo, o que no sean adecuados o efectivos y que, por lo tanto, no sean de aquellos
que se tiene la obligación de agotar”27.

En otros términos, es posible interponer algún recurso en la vía interna a pesar de que existe
una petición admitida a nivel supranacional, en caso que: a) los recursos se refieran a nuevos
hechos; b) los recursos no sean adecuados y efectivos para la tutela del derecho. En el caso
bajo análisis, el segundo hábeas corpus interpuesto respondió a que la Corte Suprema de
Justicia de la República había emitido una segunda resolución de fecha 27 de enero de 2010
declarando procedente la extradición, lo cual devino en la tramitación de un proceso
constitucional.

25
FAÚNDEZ LEDESMA, Héctor. El agotamiento de los recursos internos en el sistema interamericano de protección
de los derechos humanos. Ver en:
http://www.iidh.ed.cr/BibliotecaWeb/Varios/Documentos/BD_1020951901/Faundez.pdf
26
Caso Castillo Petruzzi y otros vs. Perú, 4 de septiembre de 1998. Sentencia de excepciones preliminares, párrafos
52-55. Ver en: http://www.corteidh.or.cr/docs/casos/articulos/seriec_41_esp.pdf (28/06/11)
27
FAÚNDEZ LEDESMA, Héctor. El agotamiento de los recursos internos en el sistema interamericano de protección
de los derechos humanos. Ver en:
http://www.iidh.ed.cr/BibliotecaWeb/Varios/Documentos/BD_1020951901/Faundez.pdf
Por ende, este nuevo hecho, atribuible exclusivamente al Estado, habría ocasionado que la
defensa técnica del señor Wing nuevamente utilice la vía interna luego de presentada la
petición ante la Comisión, por lo que no existirían problemas con el agotamiento de la vía
interna. Debe señalarse que esta opinión es compartida por la Comisión Interamericana de
Derechos Humanos, de acuerdo a lo señalado en el Informe de admisibilidad No 151/10
(Petición366-09) de fecha 1 de noviembre de 2010 (fundamentos 36-40)28

b. Las medidas cautelares y las medidas provisionales en el marco del Sistema


Interamericano de Protección de Derechos Humanos

Del análisis del presente caso también advertimos que la Comisión Interamericana de
Derechos Humanos y la Corte Interamericana de Derechos Humanos otorgaron al señor Wing
tanto medidas cautelares como medidas provisionales, las cuales en general tenían como
objetivo impedir su traslado a la República Popular China. Cabe señalar que en el caso de las
medidas provisionales dictadas, éstas se prorrogaron hasta en cuatro oportunidades29.

En ese sentido, a continuación analizaremos brevemente el procedimiento estipulado para la


concesión de medidas cautelares y de medidas provisionales, en el marco del sistema
interamericano de protección de derechos humanos.

b.1. Medidas cautelares y medidas provisionales: regulación y diferencias

El artículo 25.1 del Reglamento de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos 30 señala


que en caso de gravedad y urgencia y toda vez que resulte necesario de acuerdo a la
información disponible, la Comisión podrá, a iniciativa propia o a petición de parte, solicitar al
Estado de que se trate la adopción de medidas cautelares para evitar daños irreparables a las
personas31. De otro lado, el artículo 63.2 de la Convención Americana de Derechos Humanos
establece que en casos de extrema gravedad y urgencia, y cuando se haga necesario evitar
daños irreparables a las personas, la Corte, en los asuntos que esté conociendo, podrá tomar
las medidas provisionales que considere pertinentes32. Asimismo, se establece que si se tratare
de asuntos que aún no estén sometidos a su conocimiento, podrá actuar a solicitud de la
Comisión.
28
Ver en: www.cidh.oas.org/annualrep/2010sp/67.PEAD366-09ES.DOC (27/06/11)
29
Cabe señalar que la resolución de fecha 24 de marzo de 2010, en concreto no adopta medida provisional alguna,
sino que el Presidente en ejercicio de la Corte Interamericana solicita al Estado peruano de abstenerse de
extraditar al señor Wing por un período de tres meses (lo que se califica como medidas urgentes), hasta que el
pleno de la Corte pueda reunirse y analizar las medidas provisionales solicitadas por la Comisión Interamericana de
Derechos Humanos. Sin embargo, en puridad, al solicitar que el Estado se abstenga de realizar cualquier acción en
contra del señor Wing, consideramos que se trataría en estricto de una medida provisional. A mayor
abundamiento ver en: http://www.corteidh.or.cr/docs/medidas/wong_se_01.pdf (26/06/11)
30
Aprobado por la Comisión en su 109º período extraordinario de sesiones celebrado del 4 al 8 de diciembre de
2000, y modificado en su 116° período ordinario de sesiones, celebrado del 7 al 25 de octubre de 2002.
31
Cabe señalar que si las medidas cautelares dispuestas son acatadas y resultan oportunas o eficaces, no habrá
necesidad de recurrir a la Corte; por el contrario, si no han sido acatadas por el Estado, éste es un elemento
adicional que la Corte tendrá en consideración al momento de pronunciarse sobre la solicitud. Ver en: FAÚNDEZ
LEDESMA, Héctor. Medidas cautelares y medidas provisionales. En: Revista de la Facultad de Ciencias Jurídicas y
Políticas, No 107. Caracas: Universidad Central de Venezuela, 1998. Pág. 137. Citado en: BELTRÁN VARILLAS,
Cecilia. Las medidas provisionales de la Corte Interamericana de Derechos Humanos: reflexiones sobre su uso
como mecanismo de protección de la libertad de expresión. En: Revista Peruana de Jurisprudencia No 38. Lima.
Pág. 92
A partir de dicha regulación, la doctrina 33 ha establecido las diferencias que pueden presentar
las medidas cautelares y las medidas provisionales adoptadas en el marco del sistema
interamericano de derechos humanos:

a) En cuanto a los instrumentos que las consagran: las medidas provisionales tienen su
fundamento en la Convención Americana de Derechos Humanos, mientras que las
medidas cautelares no revisten tal condición jurídica porque emanan del Reglamento
(extra- convencional), el cual es adoptado por los miembros de la Comisión.

b) En cuanto al órgano competente: la Comisión Interamericana es el órgano competente


para resolver acerca de una solicitud de medidas cautelares. La Corte Interamericana
es la encargada de conocer una solicitud de medidas provisionales.

c) En cuanto a la naturaleza jurídica del órgano que las resuelve: la Comisión


Interamericana es un órgano de carácter consultivo; mientras que la Corte
Interamericana es un órgano jurisdiccional propiamente dicho.

d) En cuanto a la forma como se ordenan: la Comisión Interamericana solicita al Estado


que se adopten las medidas cautelares que estime pertinentes, mientras que en el caso
de la Corte, ésta determina qué medidas provisionales aplicar y ordena al Estado su
cumplimiento.

e) En cuanto al acto mediante el cual se ordenan: las medidas cautelares son adoptadas
mediante una resolución de carácter no jurisdiccional (informe), mientras que las
medidas provisionales son ordenadas por medio de un acto jurisdiccional (resolución).

f) En cuanto a los Estados destinatarios: la Comisión podrá solicitar medidas cautelares a


todos los Estados miembros de la OEA, independientemente de si estos han ratificado
la Convención, mientras que la Corte solamente podrá decretar medidas provisionales a
los Estados Parte de la Convención y que, además, hayan aceptado expresamente
como obligatoria de pleno derecho su competencia.

g) En cuanto a la oportunidad: las medidas cautelares de la Comisión operan a iniciativa


propia o a solicitud de parte que podrá ser una persona individualizada e identificada, o
a personas debido a su vínculo con una organización, grupo o comunidad de personas
determinadas o determinables.

Las medidas provisionales de la Corte operan, por el contrario, de oficio en el momento


que el caso esté siendo conocido por este órgano, o a solicitud de la Comisión
Interamericana, cuando el procedimiento esté pendiente en esta. Generalmente, la
32
En el caso particular de las medidas provisionales, la Corte se encuentra facultada para dictarlas cuando se
presenten los siguientes presupuestos de manera conjunta: a) extrema gravedad de la amenaza; b) la urgencia de
la medida requerida, y; c) la necesidad de evitar daños irreparables a las personas. Ver en: BELTRÁN VARILLAS,
Cecilia. Las medidas provisionales de la Corte Interamericana de Derechos Humanos: reflexiones sobre su uso
como mecanismo de protección de la libertad de expresión. En: Revista Peruana de Jurisprudencia No 38. Lima.
Pág. 89-97
33
REY CANTOR, Ernesto y REY ANAYA, Ángela. Medidas cautelares y medidas provisionales ante la Comisión y la
Corte Interamericanas de Derechos Humanos. Págs. 192-193. Ver en:
http://desarrollo.uces.edu.ar:8180/dspace/bitstream/123456789/904/1/Medidas_cautelares_Rey_Cantor.pdf
(26/06/11)
Comisión pide estas medidas a la Corte cuando ha solicitado al Estado la adopción de
las medidas cautelares, sin que hayan sido acatadas por el Estado, o sin que hayan
sido efectivas, o sin que hayan producido los efectos requeridos. Asimismo, están
legitimados para solicitar las medidas provisionales la presunta víctima, la víctima, o sus
representantes, en los casos contenciosos que ya se encuentren en conocimiento de la
Corte.

h) En cuanto a la actuación procesal que generan: para finalizar, puede afirmarse que,
cuando la Corte resuelve una medida, se denominará Asunto respecto de un Estado,
cuando el procedimiento ante la Comisión se halla pendiente y se llamará Caso vrs.
Estado, cuando se ha presentado la demanda, se admite, se corre traslado al Estado y
contesta, originando un proceso (un Caso); en esta segunda hipótesis se podrá ordenar
por la Corte una medida. En la Comisión se origina una Medida cautelar en conexión
con una petición o caso pendiente, o simplemente la medida.

Del caso concreto se aprecia que el señor Wing solicitó medidas cautelares ante la Comisión,
antes de formular formalmente su petición ante dicho organismo internacional para que
conozca el caso. Ante ello, la Comisión con fecha 31 de marzo de 2009 otorgó medidas
cautelares a favor del señor Wing; sin embargo, el Estado peruano seguía tramitando con
normalidad la solicitud de extradición. Inclusive, mediante resolución de fecha 27 de enero de
2010, la Corte Suprema de Justicia de la República declaró procedente la extradición del
inculpado, señalando además que si bien había una solicitud de medidas cautelares por parte
de la Comisión Interamericana, no había una orden de medidas provisionales por parte de la
Corte Interamericana, por lo que “no existe orden emanada de autoridad competente que
vincule al Estado (…) para abstenerse de cumplir con los términos del Tratado de Extradición
suscrito con la República Popular China”(…)34 Por ende, toda vez que el Estado se negaba a
cumplir con la solicitud de adoptar medidas cautelares dispuesta por la Comisión,
consideramos que la solicitud de medidas provisionales invocada a la Corte Interamericana de
Derechos Humanos era necesaria y adecuada para garantizar la protección de los derechos del
inculpado.

Sin embargo, en lo que concierne sobre el tema de las medidas provisionales, tenemos dos
observaciones que realizar:

a) Una referida a que en el caso concreto se ampliaron en cuatro oportunidades las


medidas provisionales otorgadas por la Corte, mediante resoluciones de fechas 24 de
marzo de 201035, 28 de mayo de 201036, 26 de noviembre de 201037 y 4 de marzo de
201138. Al respecto, consideramos negativo que se hayan tenido que establecer
prórrogas consecutivas, toda vez que ello genera mayores trámites procesales para la
víctima; bastaba quizás con establecer una fórmula abierta, que señalase que la
duración estaba supeditada a la presentación del informe de admisibilidad de la

34
Resolución de la Corte Interamericana de Derechos Humanos de fecha 28 de mayo de 2010. Ver en:
http://www.corteidh.or.cr/docs/medidas/wong_se_02.pdf (28/06/2010)
35
Ver en: http://www.corteidh.or.cr/docs/medidas/wong_se_01.pdf (27/06/2010)
36
Ver en: http://www.corteidh.or.cr/docs/medidas/wong_se_02.pdf (27/06/2010)
37
Ver en: http://www.corteidh.or.cr/docs/medidas/wong_se_03.pdf (27/06/2010)
38
Ver en: http://www.corteidh.or.cr/docs/medidas/wong_se_04.pdf (27/06/2010)
Comisión (tomando en cuenta que las medidas provisionales dictadas se emitieron sin
que existiese un caso ante la Corte interamericana).

b) Se critica la lentitud con la cual la Comisión Interamericana de Derechos Humanos


investigó el presente caso, toda vez que la petición formal se presentó con fecha 27 de
marzo de 2009 y recién se emitió el informe de admisibilidad con fecha 1 de noviembre
de 2010, es decir, un año y ocho meses se tuvo que demorar la Comisión para analizar
si el caso podía ser admitido inicialmente. Somos de la opinión que dicho plazo es
excesivo, tomando en cuenta además que lo que está en controversia es la presunta
vulneración de los derechos fundamentales consagrados en la Convención Americana,
lo que amerita una atención urgente.

c) Si bien las medidas provisionales dictadas tienen como fin garantizar la protección de
los derechos fundamentales de manera momentánea, lastimosamente se han
presentado casos en los cuales se incumplieron las medidas provisionales emitidas por
la Corte, lo cual pone en duda la eficacia de estos instrumentos en el marco del sistema
interamericano de protección de derechos humanos.

Sobre este último punto cabe señalar que en el caso Hilaire, Constantine y Benjamín y otros vs.
Trinidad y Tobago (sentencia de fondo con fecha 21 de junio de 2002) 39 la Corte había
dispuesto medidas provisionales con fecha 25 de mayo de 1999 a favor de diversas personas
que habían sido procesadas sobre la base de la Ley de Delitos contra la Personas y
condenadas a pena de muerte de dicho país, entre las cuales se encontraba el señor Joey
Ramiah (las medidas provisionales ordenaban suspender la ejecución hasta que el caso tuviera
un pronunciamiento por parte de la Corte interamericana). Sin embargo, al poco tiempo, con
fecha 4 de junio de 1999, el señor Ramiah fue ejecutado.

Mediante sentencia de fecha 21 de junio de 1999 (párrafo 198), la Corte se pronunció por el
tema, afirmando que la ejecución del señor Ramiah constituye una privación arbitraria del
derecho a la vida, la que se agrava por el hecho que la víctima se encontraba amparada por
una medida provisional dictada por la Corte. Sin embargo, no señala nada más, sin profundizar
por el tema referido al incumplimiento de la medida provisional; dicha omisión, tal como lo
señala la doctrina, no hace sino debilitar la eficacia de estas medidas40.

2. El proceso de extradición en el Perú

En este punto brevemente nos corresponde analizar la figura de la extradición, toda vez que en
el presente caso la vulneración de los derechos del recurrente, tal como lo sostiene, se
producen en el contexto de un proceso de extradición.

El proceso de extradición pasiva se encontraba regulado originalmente mediante Ley No


24710, pero fue derogado por el Decreto Legislativo No 957 (Código Procesal Penal), el cual
regula en su libro VII titulado “la Cooperación Judicial Internacional”, todo lo referente al
proceso de extradición pasiva (artículos 516 al 524). Asimismo, si bien el Código Procesal
Penal de 2004 aún no se encuentra vigente en todos los distritos judiciales del país, ciertas
disposiciones de dicho cuerpo normativo sí son aplicables a nivel nacional, entre las que cabe
39
Ver en: http://www.corteidh.or.cr/docs/casos/articulos/Seriec_94_esp.pdf (27/06/11)
40
HUERTA GUERRERO, Luis. Reflexiones sobre el Sistema Interamericano de Protección de los Derechos Humanos
a propósito de un caso contencioso relativo a la aplicación de la pena de muerte. Pág. 234. En: Revista Derecho
PUCP. Pontificia Universidad Católica del Perú. No. 57 (2004)
destacar todo lo referido al tema de extradición, de conformidad con lo dispuesto por la Cuarta
Disposición Final del citado Código41.

Por su parte, el Tribunal Constitucional en la sentencia recaída en el Exp. No 6317-2007-


HC/TC42 ha señalado que la figura de la extradición debe ser entendida como un procedimiento
mediante el cual un Estado es requerido para que haga entrega de un individuo que se
encuentra dentro de su territorio y que tiene la condición de procesado o condenado por un
delito común, por otro Estado requiriente o solicitante, en virtud de un tratado, o, a falta de este,
por aplicación del Principio de Reciprocidad, para que sea puesto a disposición de la autoridad
judicial competente y se le enjuicie penalmente o para que cumpla y se ejecute la pena
impuesta, si se hubiera producido previamente el proceso penal correspondiente. Se advierte
pues que este procedimiento requiere de una actitud de cooperación entre Estados, los cuales
tienen como único fin poder administrar justicia ante la comisión de un hecho delictivo.

Asimismo, mediante sentencia recaída en el Exp. No 2591-2007-HC/TC43, se delimitó el marco


constitucional genérico de la extradición de acuerdo a lo dispuesto por el artículo 37 de la
Constitución44, a saber:

a) La extradición en el Perú se configura bajo un sistema mixto, en el que intervienen el Poder


Ejecutivo y la Corte Suprema de Justicia.

b) La extradición se ampara en los tratados internacionales y en las normas de ámbito nacional


respecto de aquello no previsto en los tratados. Adicionalmente, es aplicable subsidiariamente
el Principio de Reciprocidad, a falta de tratado.

c) La extradición no se concederá cuando persiga o castigue por motivos de religión,


nacionalidad, opinión o raza, ni tampoco por la comisión de delitos políticos conexos con ellos
(lo que excluye el genocidio, el magnicidio y el terrorismo).

De otro lado, la sentencia recaía en el Exp. No 3966-2004-HC/TC45 establece otras


características del proceso de extradición, que son las siguientes: 1) se aplica en los casos de
comisión de hechos perpetrados en el ámbito territorial del Estado solicitante, lo que exige que
dichos hechos estén calificados como delitos tanto por parte del Estado requiriente como del
Estado requerido; 2) debe observarse que no se haya extinguido la acción penal por

41
Cuarta Disposición Final (D. Leg. 957). No obstante lo dispuesto en el numeral 2, el día 1 de febrero de 2006
entrarán en vigencia en todo el país los artículos 468-471 y el Libro Sétimo “La Cooperación Judicial Internacional”
y las disposiciones modificatorias contenidas en este Código, excepto las contenidas en los numerales 5, 6 y 7 de la
Segunda Disposición Modificatoria, que entrarán en vigencia el 1 de julio de 2006.”
42
Ver en: http://www.tc.gob.pe/jurisprudencia/2008/06317-2007-HC.html (27/06/11)
43
Ver en: http://www.tc.gob.pe/jurisprudencia/2007/02591-2007-HC.html (27/06/11)
44
Artículo 37°, Constitución 1993. La extradición sólo se concede por el Poder Ejecutivo previo informe de la Corte
Suprema, en cumplimiento de la ley y de los tratados, y según el principio de reciprocidad.

No se concede extradición si se considera que ha sido solicitada con el fin de perseguir o castigar por motivo de
religión, nacionalidad, opinión o raza.

Quedan excluidos de la extradición los perseguidos por delitos políticos o por hechos conexos con ellos. No se
consideran tales el genocidio ni el magnicidio ni el terrorismo.
45
Ver en: http://www.tc.gob.pe/jurisprudencia/2005/03966-2004-HC.html (27/06/11)
prescripción, amnistía, indulto o cosa juzgada; 3) el individuo extraditado puede ser nacional del
Estado requiriente, o incluso extranjero ante él.

En suma, estas son las características generales de la figura de extradición en nuestro país.
Sin embargo, para el caso concreto requerimos analizar una modalidad concreta de la figura de
la extradición, que es la extradición pasiva.

a. El proceso de extradición pasiva

Los artículos 516° al 524° del Código Procesal Penal, en concordancia con lo dispuesto
mediante Decreto Supremo N° 016-2006-JUS (Normas referidas al comportamiento judicial y
gubernamental en materia de extradiciones y traslado de condenados) regulan todo lo
concerniente a la figura de extradición pasiva, la cual debe ser entendida como aquella en
donde un Estado es requerido para conceder el traslado de una persona que se encuentra
dentro de su territorio. En este caso, carece de relevancia que el sujeto solicitado tenga la
calidad de residente, turista o mero transeúnte en el territorio nacional. Además, de manera
general deberá acreditarse lo siguiente: a) comprobación de no haberse extinguido la acción
penal, conforme a una u otra legislación; b) comprobación de no tratarse de delitos políticos o
de hechos conexos, y c) comprobación de que, en el caso de un procesado, éste no haya sido
absuelto en el extranjero, o en el caso de un condenado, que éste no haya cumplido la pena.
Finalmente, debe verificarse la hipótesis de la acción o de la pena (STC. Exp. No 2591-2007-
HC/TC; Exp. No 6317-2007-HC/TC).

Se advierte pues que en esta modalidad el Estado, a petición de otro, analiza y decide
finalmente si extradita a un sujeto para que sea procesado por los delitos que se le imputan.
Sin embargo, para efectos del presente trabajo, nos interesa analizar dos situaciones
concretas: a) el ejercicio del derecho de defensa del inculpado en el proceso de extradición; b)
el grado de vinculatoriedad de la resolución de la Corte Suprema en el marco de un proceso de
extradición pasiva.

a.1. El ejercicio del derecho de defensa del inculpado sometido al proceso de extradición
pasiva

El artículo 521° del Código Procesal Penal regula lo referido al trámite exigido para el
procedimiento de extradición pasiva ante el Poder Judicial. En ese sentido, el artículo en
mención estipula que el extraditado tiene la posibilidad de rendir su declaración y plantear sus
argumentos de defensa en tres oportunidades concretas:

a) Cuando éste es puesto a disposición inmediata del Juez de la Investigación Preparatoria,


con citación del Fiscal Provincial, en donde además se le informará previamente a su
declaración de los motivos de la detención y de los detalles de la solicitud de extradición.
Asimismo, se le hará saber el derecho que tiene a nombrar abogado defensor o si no puede
hacerlo de la designación de un abogado de oficio. El detenido, si así lo quiere, puede expresar
lo que considere conveniente en orden al contenido de la solicitud de extradición, incluyendo el
cuestionamiento de la identidad de quien es reclamado por la justicia extranjera, o reservarse
su respuesta para la audiencia de control de la extradición. Si el detenido no habla el
castellano, se le nombrará un intérprete.

b) Luego de la primera declaración, en un plazo no mayor de quince días, el Juez de la


investigación preparatoria convocará a una audiencia pública, con citación del extraditado, su
defensor, el Fiscal Provincial, el representante que designe la Embajada y el abogado que
nombre al efecto. Los intervinientes podrán presentar pruebas, cuestionar o apoyar las que
aparezcan en el expediente de extradición, alegar la pertinencia o la impertinencia, formal o
material, de la demanda de extradición, o cuanto motivo a favor de sus pretensiones. La
audiencia se inicia con la precisión de las causales de extradición, el detalle del contenido de la
demanda de extradición y la glosa de documentos y elementos de prueba acompañados.
Luego el extraditado, si así lo considera conveniente, declarará al respecto y se someterá al
interrogatorio de las partes. A continuación alegarán las partes por su orden y, finalmente, el
imputado tendrá derecho a la última palabra. El expediente se elevará inmediatamente a la
Sala Penal de la Corte Suprema.

c) Ante la Sala Penal de la Corte Suprema, previo traslado de las actuaciones elevadas por el
Juez de la Investigación Preparatoria al Fiscal Supremo y a los demás intervinientes
apersonados, se llevará a cabo una audiencia de extradición en la cual las partes que asistan
podrán informar oralmente, empezando por el Fiscal y culminando por el abogado del
extraditado. Si éste concurre a la audiencia, lo hará en último lugar. La Corte Suprema emitirá
resolución consultiva en el plazo de cinco días. Notificada la resolución y vencido el plazo de
tres días se remitirá inmediatamente al Ministerio de Justicia.

Como se advierte, dentro del ámbito jurisdiccional, la persona sobre quien pesa una solicitud de
extradición tiene la capacidad para poder ejercer de manera plena su derecho de defensa,
hasta en tres oportunidades. De allí que los supuestos en los cuales se alegue que ello no
ocurrió, se deberá demostrar fehacientemente.

Del análisis de las resoluciones emanadas por la Corte Interamericana de Derechos Humanos
en el presente caso, se aprecia que la defensa del señor Wing alegó que se dieron diversas
irregularidades durante la tramitación del proceso de extradición pasiva ante el Poder Judicial,
las cuales se refieren a: a) falta de acceso al expediente completo del caso por parte del
representante del señor Wing; b) dificultades en el ejercicio de la defensa o en la presentación
de información relevante que podría ser tomada en cuenta en la decisión; c) no se acompañó a
la solicitud de extradición prueba respecto a las imputaciones al señor Wing.

Ante dichas objeciones, el Estado peruano también comunicó ante la Comisión sus argumentos
de descargo, afirmando que dichas aseveraciones no eran ciertas por cuanto las garantías de
debido proceso reconocidas en la Convención fueron respetadas en todo momento durante el
proceso de extradición, toda vez que: a) el señor Wing hizo uso de los mecanismos previstos
por la legislación interna peruana de tutela de sus derechos, al haber interpuesto varios
recursos, algunos de los cuales fueron decididos a su favor (como los procesos de hábeas
corpus formulados), b) Contó con defensa letrada, traductor y su defensa tuvo acceso a los
expedientes del caso.

En nuestra opinión, podemos afirmar razonablemente que el señor Wong Ho Wing, sí ha


podido ejercer su derecho de defensa en el presente caso, toda vez que el proceso de
extradición pasiva iniciado en su contra data del año 2009, en la cual ya se encontraba vigente
el marco normativo actual para dichos procesos, que permite la participación activo del
inculpado durante la tramitación del mismo. Asimismo, como se ha expuesto, el señor Wing ha
hecho uso de los recursos internos en reiteradas oportunidades, lo cual inclusive conllevó a que
se declarara la nulidad del pronunciamiento de la Corte Suprema de Justicia de la República de
fecha 20 de enero de 2009.

En este punto debemos reiterar que, tal como lo prevé la propia norma constitucional, el
proceso de extradición tiene un carácter mixto, por lo que exige la participación del Poder
Judicial y del Poder Ejecutivo. A tal efecto, a la regulación anteriormente expuesta debe
completarse lo dispuesto en el Decreto Supremo No 016-2006-JUS, que regula con detalle el
procedimiento de extradición llevado a cabo ante el Ministerio de Justicia, y posteriormente,
ante el Consejo de Ministros.

A mayor desarrollo, debe señalarse que dentro del Ministerio de Justicia existe una Comisión
Oficial de Extradiciones y Traslado de Condenados, la cual, luego de recibido el
pronunciamiento de la Corte Suprema de Justicia de la República, elabora un informe que será
elevado al Ministro de Justicia (Arts. 28 y 29). Posteriormente, el Ministro de Justicia expone las
conclusiones arribadas en sesión de Consejo de Ministros, quienes al final decidirán por la
procedencia de la extradición o no, la cual deberá ser plasmada mediante resolución ministerial
(Arts. 30, 31).

En tal sentido, de la normativa expuesta se puede apreciar que, en el marco de un proceso de


extradición, dentro de la etapa en que el expediente llega a manos del Poder Ejecutivo, el
sujeto que está siendo sometido al proceso de extradición ya no tendría la posibilidad de
ejercer su derecho de defensa, quedando todo en manos del Ministerio de Justicia, y
posteriormente, del Consejo de Ministros. Por ende, el derecho de defensa sólo puede ser
ejercido en el ámbito judicial, más no en el ámbito político.

a.2. El grado de vinculatoriedad del pronunciamiento de la Corte Suprema en el marco de


un proceso de extradición pasiva

Un tema vinculado al anterior lo constituye, sin duda alguna, el referido al pronunciamiento de


la Corte Suprema en este tipo de procesos. Y es que ello es sumamente relevante, por cuanto
en el presente caso, el señor Wing interpuso la demanda de hábeas corpus por el resultado del
pronunciamiento de la Corte Suprema, en el sentido de que ésta declaró procedente la
extradición. Por su parte, el Estado al momento de responder a la Comisión Interamericana de
Derechos Humanos, así como en el marco del proceso de hábeas corpus formulado, señaló
que el hecho que el Poder Judicial haya declarado procedente a la extradición, no implica, en
absoluto que ésta vaya finalmente a darse, toda vez que el Ejecutivo es quien tiene la última
palabra.

Al respecto, el artículo 515 del Código Procesal Penal establece dos supuestos en los cuales el
pronunciamiento del Poder Judicial, en el marco de un proceso de extradición, tiene efectos
diversos dependiendo de la decisión adoptada:

a) Cuando la Sala Penal de la Corte Suprema emite resolución consultiva negativa a la


extradición, el Gobierno queda vinculado a esa decisión.

b) Si la resolución consultiva es favorable a la entrega o considera procedente solicitar la


extradición a un país extranjero, el Gobierno puede decidir lo que considere conveniente.

Sobre este punto somos de la opinión que nuestro ordenamiento jurídico no es coherente con
el tratamiento que le da al grado de vinculatoriedad del fallo de la Corte Suprema. Y ello por
cuanto, en el caso que sea negativo, sí se debe respetar su opinión, mientras que en el caso
que sea positivo, la decisión podrá variar, a criterio del Poder Ejecutivo. Evidentemente, somos
de la opinión que esta disposición busca garantizar en mayor medida los derechos de los
sujetos a quienes se les inicia un proceso de extradición. Sin embargo, a nuestro parecer, este
diseño normativo genera mayor inseguridad jurídica toda vez que no permite generar
predictibilidad, y además no se justifica por qué en un caso tiene que seguirse el criterio
asumido por el Poder Judicial y en otro caso no. ¿O es que acaso el Poder Judicial no actúa
con el mismo grado de rigor en todos los procesos de extradición que conoce? Evidentemente
que esta pregunta merece una respuesta negativa, ya que el razonamiento técnico jurídico lo
brinda el Poder Judicial, a través de un procedimiento especial en el cual también puede
concurrir el investigado para poder plantear sus argumentos en contra de la extradición.

Asimismo, una incoherencia más se presenta con este modelo. Y es que, si al final se llega a la
conclusión que el Poder Ejecutivo tiene la última palabra para el caso de una extradición que
ha sido declarada procedente por el Poder Judicial, entonces no se entiende el por qué existe
un informe de una comisión al interior del Ministerio de Justicia, ya que la decisión final siempre
recaerá en lo que decida el pleno del Consejo de Ministros, independientemente de la opinión
que se pueda brindar. Ello permite afirmar que la discrecionalidad otorgada al Poder Ejecutivo
es amplia, lo que puede devenir en la adopción de actos arbitrarios; esto sin duda configuraría
una vulneración grave al Estado Democrático de Derecho en el cual estamos inmersos.

Consideramos que el problema no fluye del hecho que en nuestra sistema el proceso de
extradición sea mixto, sino en el valor que debe tener el fallo del Poder Judicial: somos de la
opinión que en aras de garantizar predictibilidad y por ende, seguridad jurídica, es necesario
que el pronunciamiento de la Corte Suprema en estos casos tenga el mismo valor ante el
Poder Ejecutivo, ya sea favorable o no la extradición.

b. Tratado de extradición y Principio de Reciprocidad

El artículo 513 inciso 2 del Código Procesal Penal de 2004 establece que, “cuando la
extradición, en ausencia de Tratado, se sustente en el Principio de Reciprocidad, la Fiscalía de
la Nación y el Ministerio de Relaciones Exteriores informarán al Poder Judicial los casos en que
tal principio ha sido invocado por el Perú y en los que ha sido aceptado por el país extranjero
involucrado en el procedimiento de extradición, así como los casos en que el país extranjero ha
hecho lo propio y el Perú le hubiere dado curso y aceptado”.

Del artículo glosado se puede inferir, de manera preliminar, que el Principio de Reciprocidad,
actúa en ausencia de un tratado que regule el proceso de extradición, lo cual además implica
que se contabilice los casos en los cuales nuestro país ha invocado dicho principio y fue
aceptado por el otro país interviniente en el proceso de extradición, y viceversa. Sin embargo,
no se define en qué consiste el principio de reciprocidad.

De otro lado, el artículo 2012 del Código Civil señala lo siguiente:

“Las sentencias pronunciadas por tribunales extranjeros tienen en la República la fuerza que
les conceden los tratados respectivos.

Si no hay tratado con el país en el que se pronunció la sentencia, tiene ésta la misma fuerza
que en aquel país se da a las sentencias pronunciadas por los tribunales peruanos”.

De lo expuesto se aprecia que el Principio de Reciprocidad alude a aquella situación en la cual


un país, ante una situación determinada condiciona su actuación a la forma en que se viene
comportando otro país en similar situación (dentro del tema referido a la ejecución de
sentencias extranjeras). Al igual que en la norma procesal penal, el artículo comentado
establece que este principio rige ante la falta de un tratado.

En ese sentido, se establece un parámetro de actuación entre Estados que toma en cuenta el
comportamiento de otros agentes ante una misma situación. Tal como lo afirma Adato Green,
la reciprocidad es una forma de colaboración internacional entre Estados soberanos en los que
priva la igualdad. Este principio emana de la costumbre y concreta en el siguiente postulado: el
Estado requirente se compromete con el requerido que llegado el caso actuará con éste en
reciprocidad46. Además, se aprecia que este principio rige en defecto de un instrumento
internacional que regule una materia específica.

De allí es posible inferir que el principio de reciprocidad no es privativo del ámbito punitivo, sino
que también se manifiesta en otras ramas del ordenamiento jurídico. Un desarrollo más
detallado de este principio lo tenemos en la jurisprudencia de la Corte Constitucional de
Colombia (C-893-09)47, que señala lo siguiente:

a) El concepto de reciprocidad indica la correspondencia mutua de una cosa con otra. En el


derecho internacional público, teniendo como sujetos a los Estados, la reciprocidad alude de
manera esencial a la noción de “aplicación por la otra parte”. Se ha discutido si la reciprocidad
exigida en materia internacional debe ser un compromiso formal -es decir proveniente de
acuerdos internacionales- o si dicha reciprocidad proviene de la práctica del otro Estado o de
los otros Estados.

b) La Constitución colombiana acepta claramente el principio de reciprocidad en el manejo de


las relaciones internacionales sin distinguir una especial forma de ella.

c) La reciprocidad, además de vertida en tratados internacionales, puede derivarse de la


valoración del derecho interno de otro Estado a objeto de verificar un trato recíproco del otro
Estado, valoración que corresponde al Jefe de Estado como director supremo de las relaciones
internacionales.

d) La Corte Constitucional, a través de decisiones de tutela, ha avalado la existencia del


principio de reciprocidad, sin ligarlo necesariamente a los tratados internacionales.

e) La jurisprudencia de la Corte Suprema de Justicia señala que existen, al menos, dos tipos de
reciprocidades: la diplomática y la legislativa. La reciprocidad diplomática tiene lugar cuando
entre Colombia y el país de donde proviene la decisión judicial objeto del exequátur, se ha
suscrito tratado público que permita igual tratamiento en este estado extranjero a las sentencias
emitidas por jueces colombianos, de manera que como contraprestación a la fuerza que éstas
tengan en aquel, las suyas vinculen en nuestro territorio. La reciprocidad legislativa se
reconoce al otorgarse efectos jurídicos a las sentencias de los jueces colombianos por la
legislación del país de donde proviene la decisión materia del exequátur, pues igual fuerza
vinculante tendrán las decisiones de sus jueces en el territorio nacional, siendo entendido que
esta forma de reciprocidad puede ser a su vez basada en textos legales escritos o en la
práctica jurisprudencial imperante en el país de origen del fallo objeto de exequátur, también
denominada esta última, reciprocidad llamada de hecho -mejor judicial-, como sucedáneos de
la primera.

f) En suma, el Principio de Reciprocidad hace alusión a la correspondencia que debe existir


entre un Estado y otro, en el curso de las relaciones internacionales. La Constitución Política de
Colombia acoge el principio de reciprocidad en el manejo de las relaciones internacionales, sin
realizar distingo alguno entre sus diferentes formas. Por vía de tutela la Corte Constitucional ha
avalado la existencia del principio de reciprocidad sin ligarlo necesariamente a los tratados
internacionales, reconociendo otras formas de reciprocidad diferentes a la que proviene de los
tratados internacionales, como la reciprocidad legislativa. En igual forma, La Corte Suprema de
46
ADATO GREEN, Victoria. Algunos principios que rigen la extradición. Pág. 406. Ver en:
http://www.bibliojuridica.org/libros/2/950/27.pdf
47
Ver en: http://www.corteconstitucional.gov.co/relatoria/2009/C-893-09.htm (27/06/11)
Justicia, tiene una jurisprudencia uniforme respecto a la aplicación de la reciprocidad legislativa,
como también de la reciprocidad judicial, en defecto de la reciprocidad diplomática o de los
tratados internacionales.

Esta amplitud en el contenido del principio de reciprocidad explica su aplicación supletoria en el


marco internacional a falta de un tratado internacional que regule un tema en específico.

Por su parte, nuestro Tribunal Constitucional sobre el principio en mención, en la sentencia


recaída en el Exp. No 3966-2004-HC/TC ha señalado lo siguiente:

“24. Dicha pauta basilar es un elemento de justicia conmutativa que equipara las prestaciones
en materia judicial de los Estados en las relaciones internacionales.

El principio de reciprocidad –que, en el caso de autos, ha sido invocado en el procedimiento de


extradición del beneficiario–, es considerado como fuente supletoria a falta de un tratado o
convenio internacional y en caso sea procedente la solicitud de extradición, ofreciéndose
reciprocidad entre los Estados para casos análogos, con el sometimiento a los principios y a
las prácticas del Derecho Internacional y según las condiciones de la entrega.

Este principio consagra la más amplia cooperación para el cumplimiento de la justicia; y se


aplica fundamentalmente en los casos de delitos de lesa humanidad como narcotráfico y
terrorismo”.

Para el caso bajo comentario, se advierte que nuestro país ha suscrito un Tratado Internacional
de carácter bilateral con la República de China sobre el tema de extradición (aprobado
mediante Resolución Legislativa No 27732), por lo que no sería aplicable el Principio de
Reciprocidad dentro del caso concreto, en la medida que hay un tratado expreso que regula las
relaciones internacionales en materia de extradición entre ambos países.

Ahora bien, del análisis del tratado en mención se advierte que este instrumento establece
obligaciones expresas para los Estados signatarios (Perú y China) en el marco de un proceso
de extradición. A tal efecto, el artículo 1 estipula que las partes se obligan a extraditar
recíprocamente a toda persona que se encuentre en su territorio y sea requerida por la otra
parte, con el propósito de procesarla penalmente o ejecutar una sentencia recaída sobre ella.
Asimismo, el artículo 3 establece las justificaciones para denegar la extradición, en las que no
se numera la supuesta en ningún momento la posible imposición de la pena de muerte.

De otro lado, el artículo 4.b establece que es posible rechazar de manera discrecional la
extradición si el Estado requerido considera que la extradición es incompatible por razones
humanitarias debido a la edad, la salud de la persona reclamada u otras circunstancias
personales. Asimismo, el artículo 5 estipula que la extradición se llevará a efecto solo si no es
contraria al sistema legal de la parte requerida. De este articulado podría interpretarse en
alguna medida que la pena de muerte podría configurar una situación que calificaría como una
circunstancia personal que impediría la extradición, además que la posible consecuencia de
pena de muerte que podría imponérsele al señor Wong Ho Wing resulta ser contraria a nuestro
sistema legal, el cual más bien aboga por la supresión de la pena capital de nuestro
ordenamiento jurídico. No obstante lo mencionado, todo ello no constituye sino interpretaciones
libres, ya que no se establece con precisión la pena de muerte como causal para impedir el
traslado del recurrente.

c. Prohibición de extradición en casos de pena de muerte


El artículo 517 inciso 3 literal d) del Código Procesal Penal de 2004 establece que la extradición
puede ser denegada si el delito por el que se solicita la extradición tuviere pena de muerte en el
Estado requirente y éste no diere seguridades de que no será aplicable. Al respecto, debe
señalarse que de conformidad con lo dispuesto por el artículo 27 de la Convención de Viena,
ningún Estado puede alegar a su favor disposiciones de derecho interno para incumplir las
obligaciones establecidas en el marco de un tratado. Por tanto, la norma procesal penal
reseñada no tendría mucho valor para incumplir lo dispuesto en el tratado bilateral suscrito
entre Perú y China.

Sin embargo, debemos señalar que nuestro modelo guarda muchas similitudes con otros
ordenamientos jurídicos que presentan la misma tendencia, como lo es el colombiano.

En ese sentido, el actual Código de Procedimientos Penal de Colombia (aprobado mediante


Ley No 906 del año 2004) en su artículo 494 establece que si según la legislación del Estado
requiriente, al delito que motiva la extradición corresponde la pena de muerte, la entrega solo
se hará bajo la condición de la conmutación de la pena, e igualmente, a condición de que al
extraditado no se le someta a desaparición forzada, a torturas ni a tratos o penas crueles,
inhumanos o degradantes, ni a las penas de destierro, prisión perpetua o confiscación. Por su
parte, esta posibilidad de condicionar la extradición cuando la posible sanción a imponer sea la
pena de muerte fue analizada por la Corte Constitucional mediante sentencia recaída en el
Exp. No C-1106-0048, la cual la declaró constitucional al afirmar que:

Por lo que hace al segundo inciso de la norma citada, encuentra la Corte que no riñe con la
Constitución la exigencia de que, si en la legislación del Estado requirente, el delito por el cual
se conceda la extradición es sancionable con “la pena de muerte, la entrega sólo se hará bajo
la condición de la conmutación de la pena”, pues, como es suficientemente conocido, esa pena
se encuentra prohibida en Colombia a partir del Acto Legislativo Nº 03 de 1910, y su
prohibición en la Constitución, ha sido reiterada en la Carta de 1991, cuyo artículo 11,
expresamente dispone que “El derecho a la vida es inviolable. No habrá pena de muerte”.

Del mismo modo, la Constitución colombiana vigente, en perfecta armonía con las normas y
principios del Derecho Internacional Humanitario, en su artículo 12 dispone que “Nadie será
sometido a desaparición forzada, a torturas ni a tratos o penas crueles, inhumanos o
degradantes”, disposición constitucional ésta que, además, en el Derecho Internacional obliga
igualmente a Colombia, por haber suscrito el Ejecutivo y aprobado el Congreso Nacional la
“Convención contra la tortura y otros tratos o penas crueles, inhumanos o degradantes”,
conforme aparece en la Ley 78 de 1986.

Así pues, si se concede la extradición, no sólo habrá de entenderse que en caso de que exista
en el Estado requirente la pena de muerte, la entrega se hará bajo la condición de la
conmutación de ésta, sino, también bajo el entendido de que al extraditado no se le podrá
someter ni a torturas, ni a tratos o penas crueles, ni a desaparición forzada, ni a tratamiento
degradante e inhumano, razón por la cual así habrá de condicionarse la constitucionalidad que
se declara del artículo 550 del Código de Procedimiento Penal.

Como se aprecia, la Corte Constitucional ya ha zanjado el tema en cuestión, al afirmar que la


pena de muerte es incompatible con su norma constitucional, así como con los tratados que ha
suscrito sobre la materia.

En la sentencia bajo comentario, nuestro Tribunal Constitucional ha concluido que existe una
amenaza latente contra el derecho a la vida del señor Wong Ho Wing, en virtud al siguiente
48
Ver en: www.dmsjuridica.com/CODIGOS/CODIGOS/COD.../C-1106-00.rtf (27/06/11)
razonamiento: a) la obligación surgida en los tratados de extradición tiene límites, entre los
cuales se encuentra la protección de los derechos humanos, como lo es el derecho a la vida; b)
no existe en convenio alguno el derecho a no ser extraditado, pero en caso exista amenaza de
vulneración contra algún derecho fundamental a raíz de la extradición, se deben de establecer
garantías de que ello no suceda; c) En el presente caso, la República Popular China no ha
acreditado las suficientes garantías de que el señor Wong Ho Wing no va a ser condenado a
pena de muerte.

Al respecto, debemos comentar que la argumentación esgrimida por el máximo intérprete de la


Constitución ha sido muy endeble, no sólo porque no se ha sustentado debidamente esta
prevalencia del derecho a la vida por sobre las obligaciones establecidas en un instrumento de
rango supranacional (no existen mayor jurisprudencia que avale eso, sustentándose
únicamente en las medidas provisionales dictadas por la Corte Interamericana de Derechos
Humanos), sino porque se afirma de manera muy ligera que no se han concretado las
garantías suficientes requeridas a la República Popular China respecto a que el señor Wong
Ho Wing no será condenado a pena de muerte; a pesar de que, como se señala en el propio
fallo principal, existe una comunicación diplomática del gobierno chino que aseguran que el
extraditado no será privado de su vida, entre otras cosas, que sí han causado convicción en los
magistrados Álvarez Miranda, Vergara Gotelli y Calle Hayen (lo que se ha plasmado en sus
votos singulares). Asimismo, en la fundamentación de la resolución expedida por la Corte
Interamericana de Derechos Humanos de fecha 4 de marzo de 2011 mediante la cual se
extiende la medida provisional de abstención de extraditar al señor Wong Ho Winga, se aprecia
que la República Popular China presentó otras garantías destinadas a crear convicción
suficiente en el sentido de que el señor Wing no sería ejecutado: a) se invitó al Estado peruano
a hacer el seguimiento del caso; b) se facilitó una lista de casos de diversos procesados que
fueron condenados por los mismos delitos por los que viene siendo acusado el señor Wing, a
los cuales no se les aplicó la pena de muerte sino una pena privativa de libertad; c) El gobierno
chino habría derogado la pena de muerte para el delito de contrabando, por lo que ésta ya no
podría ser aplicado al señor Wing.

Ahora bien, las cuatro resoluciones que conceden medidas provisionales de la Corte
Interamericana en realidad han servido de un referente importante para sustentar la prohibición
de extradición. Asimismo, una constante que se evidencia de las resoluciones de la Corte es
que, si bien en todo momento alegan que esta prohibición de extradición se sustenta en: a) la
urgencia en la adopción de medidas de protección a favor del señor Wing, ya que su
extradición es inminente; b) la irreparabilidad del daño que podría surgir de llevarse a cabo la
pena de muerte. Sin embargo, no entendemos por qué la Corte no se ha pronunciado por las
garantías brindadas por el gobierno chino que generarían la convicción de que la pena de
muerte no será impuesta, ya que, si tomamos en cuenta que las medidas provisionales tienen
una dimensión cautelar (fundamento 10, resolución de fecha 4 de marzo de 2011), debería
tomarse en consideración que una característica elemental de las medidas cautelares es que
rige para ellas la cláusula rebus sic stantibus, mediante la cual se establece que cuando varíe
la situación que dio origen a la medida cautelar, ésta también podrá variar (STC. Exp. No 2405-
2009-HC/TC; 1154-2007-HC/TC; 4749-2007-HC/TC; 6300-2008-HC/TC; 287-2008-HC/TC;
entre otros), lo cual a nuestro parecer correspondía realizar en el presente caso. Sin embargo
no hemos encontrado que la Corte haya realizado ese tipo de análisis, lo cual nos parece
incorrecto.

3. La pena de muerte como una pena válida a la luz de los tratados de derechos
humanos
Nuestro país desde la aprobación y ratificación de la Convención Americana de Derechos
Humanos se ha adscrito a la corriente abolicionista de la pena de muerte, lo cual explica la
disposición contenida en nuestro Código Procesal Penal que prohíbe la extradición en caso se
imponga la pena de muerte. Sin embargo, el hecho que dentro de nuestro país no se tolere la
pena de muerte como pena válida no implica en modo alguno que nosotros tengamos la
capacidad para descalificar otros modelos penales que sí aceptan la pena capital como una
sanción. Y es que la imposición de la pena de muerte, si bien es cierto se ve condicionada
directamente con las obligaciones internacionales de las cuales del Perú es parte, en realidad
responde a un diseño normativo derivado de la política criminal ejercida por el legislador.

Por su parte, debe señalarse que esta opción referida a impedir la extradición de un sujeto a
quien se le puede imponer una pena de muerte no siempre resulta a favor del derecho a la
vida. En tal sentido, el Comité de Derechos Humanos mediante Comunicación No. 470/1991:
Canada. 18/11/93. CCPR/C/48/D/470/1991. (Jurisprudence)49 se pronunció por un caso
similar: el señor Joseph Kindler en noviembre de 1983 fue declarado culpable de homicidio
premeditado y secuestro en el Estado de Pensilvania, Estados Unidos de América, y el jurado
recomendó la pena de muerte, lo cual, según el denunciante, tiene carácter vinculante para el
tribunal. En septiembre de 1984, antes de dictarse oficialmente la sentencia, el autor se escapó
de la prisión. Fue detenido en la provincia de Quebec, Canadá en abril de 1985. En julio de
1985 los Estados Unidos solicitaron la extradición y en agosto de 1985 el Tribunal Superior de
Quebec ordenó su extradición. Ante ello, el señor Klinder impugnó dicha decisión en los
tribunales de Canadá, los cuales concluyeron al final que la extradición no constituía una
vulneración de los sus derechos, por lo que al final se concedió ésta. Posteriormente, el señor
Klinder llevó el caso ante el Comité de Derechos Humanos de Naciones Unidas, alegando que
en su situación se estaban vulnerado diversos derechos fundamentales, y en especial los
contenidos en los artículos 6 y 7 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos50.
49
Ver en: http://www.estadodederechocdh.uchile.cl/media/documentacion/archivos/JosephkindlerIPCCPR.pdf
(28/06/11)

50
Artículo 6 (Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos)

1. El derecho a la vida es inherente a la persona humana. Este derecho estará protegido por la ley. Nadie podrá ser
privado de la vida arbitrariamente.

2. En los países en que no hayan abolido la pena capital sólo podrá imponerse la pena de muerte por los más
graves delitos y de conformidad con leyes que estén en vigor en el momento de cometerse el delito y que no sean
contrarias a las disposiciones del presente Pacto ni a la Convención para la Prevención y Sanción del Delito de
Genocidio. Esta pena sólo podrá imponerse en cumplimiento de sentencia definitiva de un tribunal competente.

3. Cuando la privación de la vida constituya delito de genocidio se tendrá entendido que nada de lo dispuesto en
este artículo excusará en modo alguno a los Estados Partes del cumplimiento de ninguna de las obligaciones
asumidas en virtud de las disposiciones de la Convención para la Prevención y la Sanción del Delito de Genocidio.

4. Toda persona condenada a muerte tendrá derecho a solicitar el indulto o la conmutación de la pena de muerte.
La amnistía, el indulto o la conmutación de la pena capital podrán ser concedidos en todos los casos.

5. No se impondrá la pena de muerte por delitos cometidos por personas de menos de 18 años de edad, ni se la
aplicará a las mujeres en estado de gravidez.

6. Ninguna disposición de este artículo podrá ser invocada por un Estado Parte en el presente Pacto para demorar
o impedir la abolición de la pena capital.

Artículo 7
Como se advierte, el caso es similar al nuestro. Inclusive, el Tratado de Extradición firmado
entre Canadá y Estados Unidos también prevé una disposición similar al Tratado Perú-China,
en el sentido de que la extradición no se concederá si es que no hay garantías de que al
inculpado no se le aplicará la pena capital51.

A continuación, se reseñarán los argumentos vertidos por el Comité respecto a la presunta


vulneración del derecho a la vida del señor Klinder, en el marco del proceso de extradición al
que se encontraba sujeto, haciendo una breve comparación con el caso del señor Wing:

a) Si bien los Estados partes no están obligados a abolir totalmente la pena de muerte, están
obligados en cambio a limitar su uso. Ello responde a una tendencia a nivel mundial que busca
abolir la pena capital, lo cual además se comprueba con la aprobación del Segundo Protocolo
Facultativo del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos.

A nivel latinoamericano, la suscripción de la Convención Americana de Derechos Humanos


también exige esta supresión de la pena de muerte, limitando su imposición en aquellos países
que preveían esta sanción en sus ordenamientos antes de la ratificación del tratado
mencionado. Además, incluso cuando los Estados mantienen en su legislación la pena capital,
muchos de ellos no la aplican en la práctica.

b) El derecho a la vida, consagrado en el artículo 6.1 del P.I.D.C.P. debe leerse conjuntamente
con el párrafo 2 del mismo artículo, que no prohíbe la imposición de la pena de muerte por los
más graves delitos y solo si es producto de una sentencia definitiva dictada por un tribunal
competente. En el caso del Sr. Kindler, éste fue condenado por homicidio premeditado, delito
que, a consideración del Comité de Derechos Humanos, es muy grave; asimismo, el señor
Kindler no alegó en ningún momento vicio alguno en la tramitación del procedimiento judicial en
el Tribunal de Pensilvania, quien recomendó la aplicación de la pena capital.

Para el caso bajo análisis, debemos señalar que la República Popular China sancionaba con la
pena capital el delito de contrabando de mercancías comunes, lo cual, de manera preliminar,
nos indicaría que ello no constituye un delito de gravedad. Sin embargo, debemos tomar en
cuenta también que la política criminal de un Estado responde a la problemática planteada en
dicha sociedad en particular, la cual, en definitiva, varía enormemente. Lo que para nosotros
puede ser considerado un delito, en otras culturas ello puede ser considerado una falta o
inclusive, no requeriría sanción penal alguna (ese es el caso de los delitos contra el honor, los
cuales en otros ordenamientos jurídicos han sido despenalizados, correspondiendo al fuero civil
o administrativo la tutela del bien jurídico honor). Consideramos que sería conveniente
establecer a través de una observación general lo que constituiría un delito grave, en los
términos del artículo 6.2 del P.I.D.C.P. No obstante, también debe tomarse en cuenta para el
caso concreto que la Asamblea Popular Nacional de la República Popular China, aprobó la

Nadie será sometido a torturas ni a penas o tratos crueles, inhumanos o degradantes. En particular, nadie será
sometido sin su libre consentimiento a experimentos médicos o científicos.
51
El artículo 6 del Tratado de Extradición de 1976 entre el Canadá y los Estados Unidos establece lo siguiente:
"Cuando el delito por el que se solicite la extradición sea punible con la pena de muerte con arreglo a las leyes del
Estado solicitante, y las leyes del Estado al que se solicite la extradición no permitan dicha pena por tal delito,
puede denegarse la extradición, salvo que el Estado solicitante proporcione al Estado al que se solicite la
extradición las seguridades que éste considere suficientes en el sentido de que no se impondrá la pena de muerte
o que, si se impusiere, no se ha de ejecutar." Sin embargo, La facultad de pedir seguridades de que no ha de
imponerse la pena de muerte corresponde al Ministro de Justicia con arreglo al artículo 25 de la Ley de extradición
de 1985. El 17 de enero de 1986, después de escuchar al abogado del autor, el Ministro de Justicia decidió no pedir
tales seguridades. Cabe resaltar que Canadá abolió la pena de muerte en 1976, salvo para ciertos delitos militares.
Octava enmienda derogatoria de la pena de muerte para el delito de contrabando de
mercancías comunes, lo que evidenciaría que la vida del señor Wong Ho Wing ya no se
encontraba en riesgo52.

c) La extradición del Sr. Kindler a los Estados Unidos se realizó después de extensas
deliberaciones en los tribunales del Canadá, que examinaron todas las pruebas presentadas y
relativas al juicio y condena del Sr. Kindler.

Para el caso concreto, el proceso de extradición contra el señor Wing, aún no había culminado,
por cuanto se encontraba pendiente el pronunciamiento del Poder Ejecutivo. Sin embargo,
hasta la etapa en que llegó, consideramos que se observaron las garantías del debido proceso,
permitiendo inclusive que el inculpado pudiese ejercer de manera plena su derecho de defensa
a través de diversos mecanismos. Debe señalarse además que hubo dos pronunciamientos de
la Corte Suprema que declararon procedente la extradición.

d) Si bien Canadá abolió la pena capital de su ordenamiento, ello no lo libera de las


obligaciones contraídas en virtud del tratado de extradición. Sin embargo, si el tratado le otorga
la facultad de solicitar garantías de que el inculpado no será ejecutado, el Estado debe meditar
largamente sobre la opción libremente elegida por él a la hora de tomar la decisión, lo cual
finalmente no lo obliga a negarse a conceder la extradición.

Para el caso bajo comentario, nuestro país sí solicito de manera cuidadosa y diligente diversas
garantías que asegurasen que el señor Wing no sería ejecutado en China (a diferencia del caso
del señor Kindler, en donde Canadá decidió finalmente no solicitar garantías de ello)

Por su parte, debe señalarse que a nivel americano, el artículo 4 de la Convención Americana
de Derechos Humanos si bien reconoce el derecho a la vida, también establece la posibilidad
de aplicar de manera restringida la pena capital53. Sin embargo, un desarrollo prolijo del artículo
en mención lo ha desarrollado la Corte Interamericana en su Opinión Consultiva No OC-3/83 de
fecha 8 de septiembre de 1983, la cual sobre la pena de muerte señala lo siguiente:
52
STC. Exp. No 2278-2010-HC/TC. Voto singular del magistrado Calle Hayen, fundamento 3.
53
Artículo 4. Derecho a la Vida

1. Toda persona tiene derecho a que se respete su vida. Este derecho estará protegido por la ley y, en general, a
partir del momento de la concepción. Nadie puede ser privado de la vida arbitrariamente.

2. En los países que no han abolido la pena de muerte, ésta sólo podrá imponerse por los delitos más graves, en
cumplimiento de sentencia ejecutoriada de tribunal competente y de conformidad con una ley que establezca tal
pena, dictada con anterioridad a la comisión del delito. Tampoco se extenderá su aplicación a delitos a los cuales
no se la aplique actualmente.

3. No se restablecerá la pena de muerte en los Estados que la han abolido.

4. En ningún caso se puede aplicar la pena de muerte por delitos políticos ni comunes conexos con los políticos.

5. No se impondrá la pena de muerte a personas que, en el momento de la comisión del delito, tuvieren menos de
dieciocho años de edad o más de setenta, ni se le aplicará a las mujeres en estado de gravidez.

6. Toda persona condenada a muerte tiene derecho a solicitar la amnistía, el indulto o la conmutación de la pena,
los cuales podrán ser concedidos en todos los casos. No se puede aplicar la pena de muerte mientras la solicitud
esté pendiente de decisión ante autoridad competente.
a) En los países que no han abolido la pena de muerte, ésta no pueda imponerse sino en
cumplimiento de sentencia ejecutoriada dictada por un tribunal competente y de conformidad
con una ley que establezca tal pena, dictada con anterioridad a la comisión del delito. Ello con
el objetivo de hacer compatible con la Convención la imposición de la pena de muerte en los
países que no la han abolido.

b) Además, se dispone que la pena de muerte no podrá imponerse sino para los delitos más
graves, además de excluir de modo absoluto su aplicación por delitos políticos o por delitos
comunes conexos con los políticos. La circunstancia de que la Convención reduzca el ámbito
posible de aplicación de la pena de muerte a los delitos comunes más graves y no conexos, es
reveladora del propósito de considerar dicha pena aplicable sólo en condiciones
verdaderamente excepcionales.

c) Por último, en relación con la persona del convicto, la Convención excluye la imposición de la
pena de muerte a quienes, en el momento de la comisión del delito, tuvieren menos de
dieciocho años o más de setenta y prohíbe su aplicación a mujeres en estado de gravidez.

d) De otro lado, la Convención establece que tampoco se extenderá la aplicación de la pena de


muerte a delitos a los cuales no se la aplique actualmente, así como no se restablecerá en los
Estados que la han abolido. Al respecto se advierte en la Convención una clara nota de
progresividad, consistente en que, sin llegar a decidir la abolición de la pena de muerte, adopta
las disposiciones requeridas para limitar definitivamente su aplicación y su ámbito, de modo
que éste se vaya reduciendo hasta su supresión final.

En suma, a nivel latinoamericano se aprecia que, si bien existe una tendencia dirigida a abolir
la aplicación de la pena de muerte para todo supuesto, es posible aplicar ésta a la luz de la
Convención, en estricto respeto de las limitaciones establecidas por la Corte Interamericana.
Por ende, somos de la opinión que la situación planteada en el caso, si bien conlleva a una
posible aplicación de la pena de muerte, ello no la descalifica per se ya que en circunstancias
excepcionales la Convención americana permite la aplicación de la pena capital; antes bien, lo
que debió ser materia de análisis profundo (y que consideramos que no se tomó en cuenta en
la sentencia) es sobre el procedimiento de extradición llevado a cabo.

4. CONCLUSIONES

A partir de todo lo expuesto consideramos que en el presente caso, si bien ha merecido un


pronunciamiento que garantiza el derecho a la vida del señor Wing, también supone el
incumplimiento de un tratado internacional. Evidentemente, lo más saltante del caso resulto ser,
indiscutiblemente, la posible imposición de la pena de muerte.

Nosotros somos partidarios por la abolición de la pena de muerte; sin embargo, bajo un análisis
estrictamente jurídico, debemos señalar que esta sanción, por muy extrema que sea, dentro de
ciertos límites es válida, no sólo a nivel interno, sino también a nivel supranacional, de
conformidad con importantes tratados de derechos humanos como son el Pacto Internacional
de Derechos Civiles y Políticos, así como la Convención Americana de Derechos Humanos.

Y es que, en el presente caso, si bien en el hábeas corpus comentado el Tribunal


Constitucional ha pretendido cuestionar la falta de garantías que presentó el gobierno chino
referidas a la no aplicación de la pena de muerte, en realidad lo que se quería cuestionar era la
pena de muerte en sí misma. Al respecto, consideramos que la elaboración de las infracciones
y de las penas dentro de un ordenamiento jurídico constituye una labor propia del legislador en
el ámbito de la política criminal de un Estado, la cual puede variar dependiendo de las
expectativas que tiene una sociedad en cuanto al aspecto punitivo. De allí que no resulte
correcto cuestionar dicha pena sin atender a los valores imperantes en una sociedad
determinada.

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