Deontologia
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LA DEONTOLOGIA AL SERVICIO DE
UNA NUEVA PROFESIÓN:
INTERPRETACIÓN EN LENGUA DE SEÑAS
Subtítulos:
LA PROFESIÓN – EL PROFESIONAL
LA INTERPRETACIÓN EN LENGUA DE SEÑAS –
EL INTÉRPRETE DE LENGUA DE SEÑAS
La Ciencia – La Vocación
La Ciencia
La Vocación
Autoridad y Responsabilidad
La Honestidad Intelectual
EL SECRETO PROFESIONAL
La Honradez
La Honradez
Honorarios Profesionales
Este punto reviste una especial importancia ya que hasta hace
pocos años en la Argentina, la actividad del intérprete era de carácter
voluntaria.
Explica Famularo (1998) que a partir de 1960 las comunidades
sordas empezaron a luchar por el reconocimiento de sus lenguas y de
sus derechos. Uno de estos derechos, es poder acceder a los servicios de
un intérprete de lengua de señas – lengua hablada.
Hasta hace poco tiempo, para solucionar situaciones
comunicativas diariamente, para concurrir al médico, hacer trámites
administrativos o realizar una simple llamada de teléfono se recurría a
una persona oyente, de cualquier edad, incluso niños. Para estas épocas,
no existían los maravillosos avances tecnológicos de la actualidad (fax,
chat, E-mail, celulares de textos, etc.) que parecen haber sido diseñados
especialmente para personas sordas.
Explica Famularo (1999) que los primeros intérpretes fueron
voluntarios. Se trataba de familiares, -especialmente los hijos oyentes de
padres sordos-, amigos, maestros de sordos, e incluso, ocasionalmente,
vecinos o compañeros de trabajo. Se trataba de personas con buena
voluntad y tiempo disponible, que no fueron preparadas formalmente
para esta actividad. Solía ocurrir que la persona oyente sobrepasaba su
función, cometía excesos, por paternalismo o falta de preparación para
esta labor o por simple desconocimiento técnico. Este voluntario
entonces, tomaba partido en la comunicación, intervenía, comentaba,
aconsejaba, incluso decidía qué parte del mensaje se interpretaría.
Disimulaba o modificaba el mensaje a su antojo.
En un congreso internacional organizado por la Federación Mundial
de Sordos, en 1987, en Finlandia, los propios sordos comenzaron a
solicitar intérpretes de lengua de señas – lengua hablada que se
formaran profesionalmente con el mismo nivel que los intérpretes de
lenguas extranjeras y que fueran competentes lingüística y
culturalmente (Sánchez, 1990). De hecho, ambos son profesionales de la
comunicación que intervienen para transmitir un mensaje a un
destinatario que no comprende el modo de expresión (Massone,2000).
El trabajo del intérprete dejó de ser un voluntariado exclusivamente y
aparecieron partidas para la remuneración monetaria (Famularo, 1999),
aunque actualmente muchos intérpretes trabajan todavía en forma
voluntaria y muchos de ellos sin preparación universitaria.
El acto de interpretación constituye un foco donde convergen tres
puntos: el servicio profesional, los usuarios de ese servicio y los
proveedores del mismo. El servicio, es la interpretación en lengua de
señas – lengua hablada, donde existe la ley de la oferta y la demanda;
los usuarios son las personas sordas y/u oyentes que lo contratan; los
proveedores son los intérpretes de lengua de señas (Famularo, en
Burad, 2001).
Estos profesionales de la comunicación, que hacen de la
interpretación su profesión habitual, también tienen derecho a percibir
honorarios como sus colegas intérpretes de lenguas habladas
extranjeras.
Se advierte que actualmente las personas oyentes que no son
intérpretes pero que saben lengua de señas y actúan ocasionalmente
como mediadoras en un acto de comunicación, se consideran como
auxiliares oyentes y no como intérpretes (art. 37 CEPPILS).
El intérprete, al realizar su labor, brinda un servicio y debe recibir a
cambio una retribución. Debe encontrar en su actividad los medios de
vida adecuados para subsistir. A raíz de que el intérprete de lengua de
señas trabaja con personas sordas, resultaría conveniente que los
honorarios profesionales fueran afrontados por el Estado.
Es conveniente presupuestar por escrito los honorarios y las
condiciones de contratación para evitar malos entendidos. Incluso
prever honorarios adicionales para el caso de que se excedan las horas
de trabajo pactadas.
Los honorarios pueden convenirse por arancel, por horas o por
contrato, tomando como retribución guía, las tarifas sugeridas para
intérpretes de lenguas extranjeras teniendo en cuenta el tipo de
interpretación, quién contrata el servicio, los recursos disponibles, el
lugar y la duración de la labor. Se puede solicitar el reembolso de gastos
y viáticos (art. 40 CEPPILS). Adviértase que el intérprete realiza un
trabajo de gran alerta mental razón por la que se recomienda no trabajar
más de dos horas continuas sin pausa pudiendo solicitar un intérprete de
relevo que lo reemplace en la función (art. 24 y 32 del CEPPILS).
El tiempo estricto de trabajo no es el único factor que determina el
valor de los honorarios ya que al estimar el pago se tienen en cuenta
varios elementos como ser la formación y trayectoria del profesional y la
gran cantidad de tiempo que puede llevar la preparación previa del
trabajo, específicamente en el caso de la interpretación de conferencias.
Pero si no se cumple con el servicio, no se cumple con lo
estipulado o se exigen honorarios excesivos, no se realiza la justicia
conmutativa.
También se lesiona la justicia distributiva si el intérprete es
contratado en un cargo público y lo ejerce para su provecho propio o
cuando no es apto para esa función.
Se afecta la justicia legal si se defrauda a la comunidad por el
trabajo realizado o si ejecuta el trabajo de una manera que no debería
hacerse.
El cumplimiento del contrato laboral implica dos obligaciones
fundamentales: por parte del intérprete, ejecutar su trabajo y brindar el
servicio pactado; por parte de los usuarios del servicio o del contratante,
abonar puntualmente los honorarios pactados por la prestación de sus
servicios. “El cliente no recibe gratuitamente un servicio sino que
accede a él porque lo paga, directa o indirectamente a través de sus
impuestos” (Famularo, 2001).
El cumplimiento de los deberes no es el desenfrenado afán de
lucro, la competencia desleal, la propaganda engañosa, el descrédito al
otro (Vázquez, 1981).
El Código de Ética y Procedimiento Profesional para Intérpretes de
Lengua de Señas Argentina –CEPPILS- hace referencia a los honorarios
en un título específico en el que se determina que el intérprete tiene la
obligación de convenir honorarios por arancel, por horas o por contrato,
tomando como retribución guía, las tarifas sugeridas para intérpretes de
lenguas extranjeras teniendo en cuenta el tipo de interpretación, quién
contrata el servicio, los recursos disponibles, el lugar y la duración de la
labor, pudiendo solicitar el reembolso de gastos y viáticos (art.40). En el
art. 41 del mismo cuerpo normativo se aclara que el intérprete no debe
aceptar comisiones o emolumento alguno por asuntos que se
encomienden a otro colega, estableciendo dos excepciones a la regla:
cuando corresponda a la ejecución conjunta de un servicio profesional o
surjan de la participación de asociaciones profesionales.
La Idoneidad
La Diligencia
La Fidelidad
La Libertad
LA ASOCIACIÓN
Viviana
Burad
2005
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