NICOLETTI - Sobre Polythryleta de Mársico
NICOLETTI - Sobre Polythryleta de Mársico
NICOLETTI - Sobre Polythryleta de Mársico
Nicoletti
Polythrýleta.
Sistemas explicativos y mutación conceptual en el pensamiento griego
En este texto la autora, desde tierra americana y en el siglo XXI, se pregunta “¿Por qué
estudiamos a los griegos, entonces?” (p. 3). A lo que responde con la asunción de una
“coincidencia” (p. 4) entre aquellos griegos y nuestra contemporaneidad: “el desamparo”
(p. 4).
Con esta coincidencia la autora refiere a, por un lado, su hipótesis básica: “la noción de
verdad acuñada en terreno griego es por definición frágil e inestable y ambos rasgos
constituyen una impronta férrea para la tradición posterior, que se plasma en la tendencia
a desencadenar la disolución de todos los parámetros ordenadores del imaginario” (p. 4),
y, por otro, debemos admitir que estamos aún en la estela de problemas que se han abierto
en la antigüedad griega, un “núcleo cultural de problemas” (p. 3) que hacen a un modo
1
“Ejes para pensar lo griego”, en Polytrýleta. Sistemas explicativos y mutación conceptual en el
pensamiento griego, Buenos Aires, Rhesis, 2011. Las páginas entre paréntesis pertenecen a la versión del
texto que circuló en el curso.
UNGS - Pablo J. Nicoletti
Resulta interesante, como sugiere Mársico, tomar a los escritos de estos griegos como las
“crónicas de los primeros convalecientes de una peste” (p. 3). Y a nosotros, contagiados
por la misma enfermedad, bien nos vendría escuchar lo que tienen para decirnos.
Con esta “peste” se nos indica la “ausencia raigal de parámetros que permitan aminorar
el conflicto derivado de la captación del mundo” (p. 3). Así es como continúa diciendo la
autora que “La marca griega, podríamos agregar, es la de una verdad inestable y frágil y
está asociada por ello con un desideratum de estabilidad que inunda la tradición, pero que
nunca se concreta”.
Podríamos repensar igualmente esa aseveración: se nos dice que la verdad inestable
“…está asociada por ello con un desideratum de estabilidad…”. No sé si es que esa
verdad inestable está asociada con el desideratum de estabilidad; más bien pienso que
este desideratum es propio del hombre, es una cuestión antropológica, una de las
constantes antropológicas, para no hablar de esencias, pero -en definitiva- una pretensión
esperable donde haya un ser humano: amparo, consuelo, seguridad.
En el mundo griego el modo de buscar este amparo no fue a través de textos sagrados y
de la “palabra divina”2, o quizá lo fue, pero se vio malogrado en su camino. Tal como
sucedió con los oráculos, que pudiendo ser un reservorio de textos sagrados terminaron
tan cuestionados como las historias de los poetas (p. 12).
Vemos en los griegos más bien una despreocupación sobre el punto de vista veritativo de
los relatos, tal como se reacciona frente a la experiencia estética, frente a la ficción, frente
al teatro. Podemos pensarlo así siguiendo la línea de que los mitos, tal como dice la autora,
funcionan más bien por su carácter pragmático y por su pregnancia estética que por su
carácter sagrado (p. 5). Son parte de la tradición y sólo por ello suficientes para explicar
el mundo percibido.
Quizá la pregunta es ¿qué ocurrió en la antigua Grecia para que las historias que
explicaron durante siglos el ser y sentir del hombre se vieran cuestionadas en su verdad,
característica ésta que no era la principal de los relatos. ¿Qué ocurrió en la mentalidad
griega que empezó a poner en entredicho las historias recibidas?
Lo que sea que haya ocurrido, como puede ser la falta de dogma de la religión, que será
analizada más adelante, la mentalidad griega empezó a poner en entredicho las historias
recibidas y a intentar ofrecer explicaciones nuevas. Tal como reza el título: “Polythrýleta.
Sistemas explicativos y mutación conceptual en el pensamiento griego”, los pensadores
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Quizá los griegos son la apertura a la fragilidad, como lo intuyó Nietzsche al correr el velo apolíneo de
esa cultura y mostrar el fondo dionisíaco. Como otra hipótesis de lectura se me ocurre que este “desideratum
de estabilidad” es más bien la máscara apolínea que le gustó ver a toda la tradición neoclásica.
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Por ello, nos dirá la autora, “La historia de la filosofía se revela, entonces, como una trama
de sistemas más o menos complejos en permanente conflicto” (p. 4).
La filosofía de los milesios vendría a protagonizar este pasaje, esta cristalización, como
una “traducción en términos argumentativos de lo que primigeniamente se volcó en
términos narrativos” (p. 20).
Mársico menciona el texto aristotélico de la Metafísica (I.3.983b) como apoyo para dar
cuenta de cierta progresión en la complejidad del pensamiento y del tipo de
explicaciones. En este fragmento Aristóteles alude a un descubrimiento paulatino de los
cuatro tipos de causa (materia, formal, agente y final).
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Definitivamente al escenario griego le falta algo: “un parámetro indubitable que oficie de
punto fijo y estable al cual puedan remitirse los cuestionamientos acerca de otras
problemáticas” (p. 6).
compartir con ellos el plano terrestre y, sabiendo que estaba bajo sus influjos, creía que
ellos también estaban sujetos a instancias ajenas y superiores, como la Necesidad y la
Moira.
Así tenemos otro rasgo de la religiosidad griega: la falta de autoridad, tanto a nivel divino,
que dé una bajada normativa, como a nivel humano, con un grupo sacerdotal que controle
esas normas.
Pero a falta de los sacerdotes “espirituales”, tenemos a los poetas y oráculos. Los poetas
“son los intérpretes privilegiados del saber sagrado. Amparados en el resguardo
aristocrático y con la garantía de las Musas recrean las tradiciones en la libertad de la
sociedad de base oral sin sacerdotes” (p. 9). La obra de los poetas, de todos modos,
tampoco era un corpus sólido y cerrado ni brindaba una versión oficial de las historias.
Cumplían con entretener y llenar de fantasía el imaginario humano, siempre deseoso de
completar la angustiante falta de explicaciones3.
Nos quedan entonces los oráculos, dado que éstos “eran en muchos casos la
manifestación de la palabra divina”. Pero la cotidianidad del uso de los oráculos y, con el
avance de la escritura, la preservación escrita de estos dichos, sucedió de pronto que la
cantidad de oráculos se multiplicó de una manera descontrolada y creció la sospecha de
adulteración. Igualmente, señala Mársico, si bien los textos quedaban dañados y
sospechados, tampoco es que se corregía la situación. Los textos eran evaluados por los
mismos que los recibían. Esto nos da una idea de la poca rigurosidad exigida y observada.
Tanto así que, al decir de la autora, Aristófanes y Platón se burlan de estos intentos de
“pura palabrería” (p. 12).
Con este panorama sobre la religiosidad, podemos contextualizar las relativas exigencias
sobre el tipo de explicaciones intentadas por los antiguos griegos. El sistema explicativo
narrativo, vale decir, los relatos míticos, se apoya en tres elementos centrales:
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Retomo la hipótesis Nietzsche: ¿habrá sido por la angustiante falta de explicaciones? ¿No es el griego
aquel que pudo soportar los dolores de la existencia y crear por sobre sí mismo, por un exceso de
vitalidad y por una predilección por las imágenes, ese abigarrado mundo mítico? O sea, no por sufrir la
falta de sentido sino por ejercer la riqueza y poder de la imaginación.
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Con esta revolución técnica, lo escrito servirá como espejo de lo hablado, la oralidad
podrá así ser analizada, lo hablado y escuchado desde siempre podrá ahora “ser visto”,
puesto ante los ojos, ante la distancia del pensamiento, observado al mismo tiempo y en
igualdad de condiciones por los interlocutores como algo en sí mismo. Las voces
adquieren cuerpo y pueden ser palpadas.
Por esto podemos contar a este tipo de escritura como un “motor o acelerador de
sistematicidad”, ya que colabora enormemente en lograr la abstracción, la posibilidad de
secuenciar, clasificar y explicar. La construcción de sistemas teóricos necesita plantear
conceptos, irlos definiendo e ir estructurando su relación con otros conceptos.
UNGS - Pablo J. Nicoletti
No es difícil imaginar la revolución mental que pudo provocar este tipo de escritura. Si el
modo de articularse nuestro pensamiento y nuestra conciencia, nuestra subjetividad, está
en formación desde que nacemos, la tecnología de la escritura incide directamente en esa
conformación. La autora menciona investigaciones de Alexander Luria que ofrecen
evidencia en ese sentido.
Pero ¿por qué razón los griegos dieron este paso? Mársico relata varias versiones (que
llamaré hipótesis económica, literaria y religiosa):
La hipótesis literaria: en 1949 H. Wade Gery propuso por primera vez que el alfabeto se
desarrolló para poner por escrito el corpus poético tradicional. Esta idea no fue bien
recibida hasta que más adelante E. Havelock la rescata al observar un papel prioritario de
la escritura en la memorización de las sagas orales. En esta línea B Powell sostiene que
el alfabeto surge para poner por escrito la poesía en hexámetro4.
Mársico abona más bien una hipótesis religiosa: “es el imaginario religioso con las
características mentadas, que propició a la vez una inestabilidad de las figuras de
autoridad lo que creó la necesidad de multiplicar los sistemas narrativos que dieran
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No me queda claro en qué sentido Mársico refiere a Foucault al decir: “Se puede pensar, con inspiración
foucaultiana, que no toda práctica está determinada necesariamente por lo material, sino que ciertas
prácticas derivan de otras prácticas sociales” (p. 17). Pareciera ser un argumento para invalidar la
hipótesis literaria puesto que luego dice “Sigue siendo necesaria una respuesta de por qué los griegos
desarrollaron un sistema más perfecto”, pero no llego a comprender de qué modo el que una práctica
social se derive de otra práctica social está en contra de interpretar que el alfabeto se deba a la voluntad de
poner por escrito la poesía.
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Pero, poniendo a prueba la propuesta de Mársico, si bien esto es lo que sucedió en Grecia,
el crecimiento exponencial del refinamiento teórico, nada nos dice que el pasaje haya
tenido que ser por “la necesidad de multiplicar los sistemas narrativos que dieran sentido
a la existencia comunitaria”. Bien podrían haber continuado apareciendo otras tantas
múltiples historias fantásticas. Quizá fue primero la escritura y, con ella, la puesta en
cuestión de la tradición. Por lo menos es pensable a partir de que la escritura se desarrolla
durante el siglo VIII a.C. y a Tales y los milesios los encontramos reflexionando sobre el
ser más de un siglo y medio después.
Según vimos, esta traducción refiere al andamiaje discursivo propio del sistema
explicativo argumentativo. Sus principales características, diferenciándose de las
explicaciones narrativas, son:
calor nace de la humedad” y “las semillas tienen naturaleza húmeda”, dan cuenta
de la primacía creciente del elemento empírico como indicador de verdad.
- Seguido a estas inducciones se llega a realizar generalizaciones. Así se concluye
por ejemplo que el agua es el elemento de todas las cosas.
- Se esboza claramente la abstracción. Ya no refiere a deidades con poderes
etiológicos, sino a elementos, principios. Y más allá de la divinización de éstos,
el proceso explicativo en el que están involucrados ya no es simplemente
genealógico.
- Economía teórica. Los argumentos intentan evitar los rodeos y figuras retóricas
propias de la poesía. Su fuerza persuasiva radica en la argumentación lógica, en
la relación abstracta entre nociones.
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