NICOLETTI - Sobre Polythryleta de Mársico

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UNGS - Pablo J.

Nicoletti

UNIVERSIDAD NACIONAL DE GENERAL SARMIENTO


Especialización en Filosofía Política
Materia: Problemas de filosofía antigua y medieval
Profesora: Dra. Andrea Paul
Alumno: Pablo J. Nicoletti
Fecha: 01/04/2020

Propuesta de continuidad pedagógica:

Polythrýleta.
Sistemas explicativos y mutación conceptual en el pensamiento griego

Teniendo en cuenta el artículo de Claudia Mársico1, responda a las siguientes


consignas:

1. Señale la tesis principal y los argumentos que la sostienen, analizando el


significado del título y la razón por la cual estudiamos a los griegos teniendo
presente la siguiente afirmación “la marca griega, podríamos agregar, es la de una
verdad inestable y frágil y está asociada por ello con desideratum de estabilidad
que inunda la tradición”

En este texto la autora, desde tierra americana y en el siglo XXI, se pregunta “¿Por qué
estudiamos a los griegos, entonces?” (p. 3). A lo que responde con la asunción de una
“coincidencia” (p. 4) entre aquellos griegos y nuestra contemporaneidad: “el desamparo”
(p. 4).

Con esta coincidencia la autora refiere a, por un lado, su hipótesis básica: “la noción de
verdad acuñada en terreno griego es por definición frágil e inestable y ambos rasgos
constituyen una impronta férrea para la tradición posterior, que se plasma en la tendencia
a desencadenar la disolución de todos los parámetros ordenadores del imaginario” (p. 4),
y, por otro, debemos admitir que estamos aún en la estela de problemas que se han abierto
en la antigüedad griega, un “núcleo cultural de problemas” (p. 3) que hacen a un modo

1
“Ejes para pensar lo griego”, en Polytrýleta. Sistemas explicativos y mutación conceptual en el
pensamiento griego, Buenos Aires, Rhesis, 2011. Las páginas entre paréntesis pertenecen a la versión del
texto que circuló en el curso.
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particular de comprender la existencia y de vincularnos con el ser, la verdad y el


conocimiento.

Resulta interesante, como sugiere Mársico, tomar a los escritos de estos griegos como las
“crónicas de los primeros convalecientes de una peste” (p. 3). Y a nosotros, contagiados
por la misma enfermedad, bien nos vendría escuchar lo que tienen para decirnos.

Con esta “peste” se nos indica la “ausencia raigal de parámetros que permitan aminorar
el conflicto derivado de la captación del mundo” (p. 3). Así es como continúa diciendo la
autora que “La marca griega, podríamos agregar, es la de una verdad inestable y frágil y
está asociada por ello con un desideratum de estabilidad que inunda la tradición, pero que
nunca se concreta”.

Podríamos repensar igualmente esa aseveración: se nos dice que la verdad inestable
“…está asociada por ello con un desideratum de estabilidad…”. No sé si es que esa
verdad inestable está asociada con el desideratum de estabilidad; más bien pienso que
este desideratum es propio del hombre, es una cuestión antropológica, una de las
constantes antropológicas, para no hablar de esencias, pero -en definitiva- una pretensión
esperable donde haya un ser humano: amparo, consuelo, seguridad.

En el mundo griego el modo de buscar este amparo no fue a través de textos sagrados y
de la “palabra divina”2, o quizá lo fue, pero se vio malogrado en su camino. Tal como
sucedió con los oráculos, que pudiendo ser un reservorio de textos sagrados terminaron
tan cuestionados como las historias de los poetas (p. 12).

Vemos en los griegos más bien una despreocupación sobre el punto de vista veritativo de
los relatos, tal como se reacciona frente a la experiencia estética, frente a la ficción, frente
al teatro. Podemos pensarlo así siguiendo la línea de que los mitos, tal como dice la autora,
funcionan más bien por su carácter pragmático y por su pregnancia estética que por su
carácter sagrado (p. 5). Son parte de la tradición y sólo por ello suficientes para explicar
el mundo percibido.

Quizá la pregunta es ¿qué ocurrió en la antigua Grecia para que las historias que
explicaron durante siglos el ser y sentir del hombre se vieran cuestionadas en su verdad,
característica ésta que no era la principal de los relatos. ¿Qué ocurrió en la mentalidad
griega que empezó a poner en entredicho las historias recibidas?

Lo que sea que haya ocurrido, como puede ser la falta de dogma de la religión, que será
analizada más adelante, la mentalidad griega empezó a poner en entredicho las historias
recibidas y a intentar ofrecer explicaciones nuevas. Tal como reza el título: “Polythrýleta.
Sistemas explicativos y mutación conceptual en el pensamiento griego”, los pensadores

2
Quizá los griegos son la apertura a la fragilidad, como lo intuyó Nietzsche al correr el velo apolíneo de
esa cultura y mostrar el fondo dionisíaco. Como otra hipótesis de lectura se me ocurre que este “desideratum
de estabilidad” es más bien la máscara apolínea que le gustó ver a toda la tradición neoclásica.
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griegos se dedicaron a deconstruir la tradición y brindar múltiples leyendas, diferentes


discursos sobre el mundo percibido.

Por ello, nos dirá la autora, “La historia de la filosofía se revela, entonces, como una trama
de sistemas más o menos complejos en permanente conflicto” (p. 4).

2. Explicar la respuesta que ofrece Mársico sobre el problema de la cristalización


de la emergencia del Logos. Tener en cuenta la relación entre “Mito y Logos”

Siguiendo lo planteado por Mársico, dada la indeterminación de los sistemas


explicativos narrativos, caracterizados por su falta de autoridad directriz, los griegos
diseñaron -para su fijación- un dispositivo de codificación sensiblemente más preciso a
los existentes (p. 18): la escritura alfabética.

Con este instrumento apareció un comportamiento radicalmente novedoso:


Acompañando la recreación de los relatos los griegos empezaron a ponerlos por escrito,
y a su vez pudieron escribirse también las reflexiones personales o pareceres sobre estos
relatos. Con el tiempo, cierta acumulación de estas opiniones fue predisponiendo una
lectura crítica de los relatos tradicionales al punto que empezó a pergeñarse un sistema
explicativo alternativo, que ya no recurrió a la explicación genealógico-etiológica sino a
procedimientos del tipo argumentativo.

Estamos ante lo que la historiografía tradicional ha denominado “paso del mito al


logos”, interpretación que entiende este proceso como si hubiera ocurrido una
sustitución absoluta de un sistema explicativo por otro. Desde la perspectiva de la
autora esto no fue así, aunque tampoco adhiere a una completa continuidad entre estos
sistemas, dado que dicha continuidad oscurecería las diferencias, y las diferencias
existen.

Para denominar esta relación entre el pensamiento mítico y el pensamiento racional


podríamos hablar de una cristalización de la emergencia logos. De este modo queremos
referirnos a una tercera vía para comprender este proceso. Según Mársico podemos
partir de la misma tendencia griega a categorizar lo real y ver la diferencia en “el
andamiaje discursivo que se utiliza para plasmar una idea” (p. 19).

La filosofía de los milesios vendría a protagonizar este pasaje, esta cristalización, como
una “traducción en términos argumentativos de lo que primigeniamente se volcó en
términos narrativos” (p. 20).

Mársico menciona el texto aristotélico de la Metafísica (I.3.983b) como apoyo para dar
cuenta de cierta progresión en la complejidad del pensamiento y del tipo de
explicaciones. En este fragmento Aristóteles alude a un descubrimiento paulatino de los
cuatro tipos de causa (materia, formal, agente y final).
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3. Desarrolle el sistema explicativo narrativo teniendo en cuenta las


características principales de la religiosidad griega y qué funciones cumplen el
poeta, el sacerdote y los oráculos. ¿Qué significa que no existe una
institucionalización de lo religioso independiente del ámbito mundano? ¿En qué
sentido se puede afirmar que hay una sacralidad de lo mundano o una
mundanización de la sacralidad?

Indaguemos primero en la religiosidad griega

Uno de los rasgos peculiares de la religiosidad griega es la falta de un dogma, la falta de


textos sagrados. Nos dice Mársico: “No es difícil notar que entre los griegos no existe
algo así como ´la palabra de Zeus´, y tienen en su lugar una abigarrada gama de sagas
contradictorias creadas por los poetas. No hay, definitivamente, sacerdotes que
resguarden verdades garantizadas. Al contrario, sin dogmas, sin garantías de autoridad,
la verdad tiene en este contexto el estatus de problema, ya que cualquier enunciado puede
ser tanto falso como verdadero” (p. 4). Mársico compara la religión griega con el
hinduismo y muestra la falta de un equivalente a los himnos védicos, un corpus que tiene
los rasgos de una verdad garantizada.

Definitivamente al escenario griego le falta algo: “un parámetro indubitable que oficie de
punto fijo y estable al cual puedan remitirse los cuestionamientos acerca de otras
problemáticas” (p. 6).

Otro rasgo llamativo es la interconexión de lo religioso con lo social. La religión tiene


carácter público: el culto se imbrica en numerosas instancias sociales, a la vez que “no
existe una institucionalización de lo religioso independiente y exclusiva del ámbito
´mundano´”. Un buen indicio de esto lo tenemos en que los sacerdotes no cumplían una
función espiritual como en otras culturas. No eran los garantes de la verdad ni de los
textos sagrados, ni los mediadores entre hombres y dioses. La función de estos sacerdotes
parece más ligada a la conservación de la memoria social y a las tareas que se realizan en
los templos, pero esto no implicaba una vocación especial ni una formación en particular,
de hecho, era un rol que se conseguía por influencia social y poder económico, y hasta en
muchos casos se renovaban anualmente, cumpliendo más bien una función honorífica.
No figuraba entre sus preocupaciones la construcción de un saber específico y privativo
de grupo (pp. 9-11).

De este modo, no se da un corte entre lo sagrado y lo mundano, o podríamos decir, entre


lo sagrado y lo profano.

Podemos imaginar la “sacralidad de lo mundano” o la “mundanización de la


sacralidad”, como dice Mársico, en tanto el mundo social está lleno de dioses,
permanentemente asediado por la presencia/ausencia de los dioses, sin necesidad de tener
éstos una institución que controle y regule la creencia y el rito. Son dioses “que estaban
ahí”, podríamos decir. Se los ve y se los trata con naturalidad, semejando más bien un
sentido lúdico (p. 9). El griego gustaba de atribuir a los dioses cuestiones mundanas, de
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compartir con ellos el plano terrestre y, sabiendo que estaba bajo sus influjos, creía que
ellos también estaban sujetos a instancias ajenas y superiores, como la Necesidad y la
Moira.

Así tenemos otro rasgo de la religiosidad griega: la falta de autoridad, tanto a nivel divino,
que dé una bajada normativa, como a nivel humano, con un grupo sacerdotal que controle
esas normas.

Pero a falta de los sacerdotes “espirituales”, tenemos a los poetas y oráculos. Los poetas
“son los intérpretes privilegiados del saber sagrado. Amparados en el resguardo
aristocrático y con la garantía de las Musas recrean las tradiciones en la libertad de la
sociedad de base oral sin sacerdotes” (p. 9). La obra de los poetas, de todos modos,
tampoco era un corpus sólido y cerrado ni brindaba una versión oficial de las historias.
Cumplían con entretener y llenar de fantasía el imaginario humano, siempre deseoso de
completar la angustiante falta de explicaciones3.

Nos quedan entonces los oráculos, dado que éstos “eran en muchos casos la
manifestación de la palabra divina”. Pero la cotidianidad del uso de los oráculos y, con el
avance de la escritura, la preservación escrita de estos dichos, sucedió de pronto que la
cantidad de oráculos se multiplicó de una manera descontrolada y creció la sospecha de
adulteración. Igualmente, señala Mársico, si bien los textos quedaban dañados y
sospechados, tampoco es que se corregía la situación. Los textos eran evaluados por los
mismos que los recibían. Esto nos da una idea de la poca rigurosidad exigida y observada.
Tanto así que, al decir de la autora, Aristófanes y Platón se burlan de estos intentos de
“pura palabrería” (p. 12).

Con este panorama sobre la religiosidad, podemos contextualizar las relativas exigencias
sobre el tipo de explicaciones intentadas por los antiguos griegos. El sistema explicativo
narrativo, vale decir, los relatos míticos, se apoya en tres elementos centrales:

- El dispositivo explicativo es primariamente genealógico;


- Este andamiaje da lugar a relatos etiológicos -comprometidos con la mostración
de la causa (aitía) de los fenómenos y las instituciones y;
- La exposición se orienta a través de oposiciones entre entidades, conductas o
valores positivos y sus contrarios típicos de la práctica de la oralidad primaria”.

Estas explicaciones recurren a lo narrativo, son básicamente relatos, aunque fantásticos.


Pero dada la religión griega, dado el panteón, las historias se vuelven tramas que
involucran a los dioses en geografías locales y con personajes de la tradición. Son
narraciones que rescatan el conocimiento popular y que abonan a un sentido común que
no está especialmente preocupado por verificar la verdad de la narración.

3
Retomo la hipótesis Nietzsche: ¿habrá sido por la angustiante falta de explicaciones? ¿No es el griego
aquel que pudo soportar los dolores de la existencia y crear por sobre sí mismo, por un exceso de
vitalidad y por una predilección por las imágenes, ese abigarrado mundo mítico? O sea, no por sufrir la
falta de sentido sino por ejercer la riqueza y poder de la imaginación.
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Para explicar un fenómeno, estos sistemas narrativos recurren al modelo genealógico,


como poder de explicación causal, de modo que “los rasgos de una entidad se explican
por los rasgos de las entidades materna y paterna que los generan […y…] la cohesión que
surge de esta situación equilibra en cierta medida la fragmentación del marco religioso
general… [pero por esto] …la realidad entera queda configurada como un plexo de
interrelaciones motivadas” (p. 14).

Repasando, y volviendo al planteo del primer punto, la inestabilidad de la verdad tiene


en el fondo una religiosidad que se caracteriza por carecer de un dogma y por la
participación de poetas, sacerdotes y oráculos que no garantizan un corpus ni una verdad.
Así, “sin dogmas, sin garantías de autoridad, la verdad tiene en este contexto el status de
problema, ya que cualquier enunciado puede ser tanto falso como verdadero” (p. 4)

4. Explique brevemente el desarrollo de la escritura griega teniendo presente: 1.


La relación entre la oralidad y la escritura, 2. Las tesis que buscan explicar la razón
por la cual los griegos desarrollan la escritura alfabética. 3. La siguiente cita
“podemos contar a la escritura alfabética como un motor de acelerador de
sistematicidad ya que, sin su presencia en tanto condición de posibilidad de
codificación de mensajes complejos, la evolución posterior del pensamiento
griego es difícilmente imaginable”

El desarrollo de la escritura griega

Un segundo rasgo -siguiendo el texto propuesto- que determina radicalmente el “caso


griego” es la escritura alfabética: Con ella se da la posibilidad de codificar por escrito la
tradición con un grado de fidelidad muy superior al de otras tradiciones. Frente a la
escritura jeroglífica, la cuneiforme o los silabarios, y frente al más antiguo lineal B, el
alfabeto griego se conforma -a partir del siglo VIII a.C. y tomando un silabario fenicio-
asignando a cada sonido una grafía específica. De este modo utiliza un número limitado
de grafemas y la interpretación de ellos es unívoca y responde sólo a su equivalente
sonoro.

Con esta revolución técnica, lo escrito servirá como espejo de lo hablado, la oralidad
podrá así ser analizada, lo hablado y escuchado desde siempre podrá ahora “ser visto”,
puesto ante los ojos, ante la distancia del pensamiento, observado al mismo tiempo y en
igualdad de condiciones por los interlocutores como algo en sí mismo. Las voces
adquieren cuerpo y pueden ser palpadas.

Por esto podemos contar a este tipo de escritura como un “motor o acelerador de
sistematicidad”, ya que colabora enormemente en lograr la abstracción, la posibilidad de
secuenciar, clasificar y explicar. La construcción de sistemas teóricos necesita plantear
conceptos, irlos definiendo e ir estructurando su relación con otros conceptos.
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Rasgos de la oralidad: La oralidad tiene un rasgo particular que es la expresión aditiva,


o sea, no trabaja con subordinadas sino con cláusulas yuxtapuestas sin articulaciones
internas (p. 16). Esas articulaciones lógicas se toman de la tradición, de lo ya comprendido
siempre, por lo cual es muy difícil salirse de una interpretación conservadora y más difícil
ponerse a cuestionar lo que no está dicho. El recurso que tiene la oralidad para remarcar
datos o ideas relevantes es la repetición, la redundancia. No hay argumentación.

Otro rasgo de la oralidad es la conservación de núcleos esenciales sobre los que se


ejercitan variantes sin modificar lo esencial del relato. Esto ocurre incluso en el siglo V
con la representación trágica (no se crean nuevas tramas).

Un último rasgo, particularmente de estas las narraciones, es su tendencia a plasmar


estructuras polares, donde se deja ver una lucha u oposición entre buenos y malos,
simplificando realidades y generando simpatías por uno u otro polo.

No es difícil imaginar la revolución mental que pudo provocar este tipo de escritura. Si el
modo de articularse nuestro pensamiento y nuestra conciencia, nuestra subjetividad, está
en formación desde que nacemos, la tecnología de la escritura incide directamente en esa
conformación. La autora menciona investigaciones de Alexander Luria que ofrecen
evidencia en ese sentido.

Pero ¿por qué razón los griegos dieron este paso? Mársico relata varias versiones (que
llamaré hipótesis económica, literaria y religiosa):

La hipótesis económica: es la más usual. Refiere a la necesidad práctica de poner por


escrito los datos comerciales. Pero dado que los fenicios se valieron muy bien de la
escritura que tenían para sus anotaciones comerciales, no parece ser un motivo para
desarrollar otro sistema de escritura.

La hipótesis literaria: en 1949 H. Wade Gery propuso por primera vez que el alfabeto se
desarrolló para poner por escrito el corpus poético tradicional. Esta idea no fue bien
recibida hasta que más adelante E. Havelock la rescata al observar un papel prioritario de
la escritura en la memorización de las sagas orales. En esta línea B Powell sostiene que
el alfabeto surge para poner por escrito la poesía en hexámetro4.

Mársico abona más bien una hipótesis religiosa: “es el imaginario religioso con las
características mentadas, que propició a la vez una inestabilidad de las figuras de
autoridad lo que creó la necesidad de multiplicar los sistemas narrativos que dieran

4
No me queda claro en qué sentido Mársico refiere a Foucault al decir: “Se puede pensar, con inspiración
foucaultiana, que no toda práctica está determinada necesariamente por lo material, sino que ciertas
prácticas derivan de otras prácticas sociales” (p. 17). Pareciera ser un argumento para invalidar la
hipótesis literaria puesto que luego dice “Sigue siendo necesaria una respuesta de por qué los griegos
desarrollaron un sistema más perfecto”, pero no llego a comprender de qué modo el que una práctica
social se derive de otra práctica social está en contra de interpretar que el alfabeto se deba a la voluntad de
poner por escrito la poesía.
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sentido a la existencia comunitaria. Este esfuerzo repetido conllevó una complejización


que requirió un instrumento más desarrollado que los silabarios” (p. 17).

Con el alfabeto desaparece la ambigüedad y se facilita el aprendizaje de la lecto-escritura.


De este modo se pueden empezar a manejar mensajes codificados más complejos. “Eso
es precisamente lo que sucedió en Grecia” (p. 17).

Pero, poniendo a prueba la propuesta de Mársico, si bien esto es lo que sucedió en Grecia,
el crecimiento exponencial del refinamiento teórico, nada nos dice que el pasaje haya
tenido que ser por “la necesidad de multiplicar los sistemas narrativos que dieran sentido
a la existencia comunitaria”. Bien podrían haber continuado apareciendo otras tantas
múltiples historias fantásticas. Quizá fue primero la escritura y, con ella, la puesta en
cuestión de la tradición. Por lo menos es pensable a partir de que la escritura se desarrolla
durante el siglo VIII a.C. y a Tales y los milesios los encontramos reflexionando sobre el
ser más de un siglo y medio después.

5. Desarrolle las principales características del sistema explicativo


argumentativo ¿Qué significa la siguiente cita “La filosofía de los milesios
representa una traducción en términos argumentativos de lo que primigeniamente
se volcó en términos narrativos?

En principio, tomando el desarrollo de la respuesta a la pregunta 2, sobre la


cristalización de la emergencia del logos, allí yo ponía como protagonistas de esta
cristalización a los pensadores milesios. Más adelante Mársico habla de la filosofía de
los milesios como una “traducción en términos argumentativos de lo que
primigeniamente se volcó en términos narrativos” (p. 20).

Según vimos, esta traducción refiere al andamiaje discursivo propio del sistema
explicativo argumentativo. Sus principales características, diferenciándose de las
explicaciones narrativas, son:

- Cierta progresión en la complejidad del pensamiento, incorporando nuevos


planos, como sucedió con los cuatro tipos de causa (materia, formal, agente y
final).
- La postulación del arché como elemento permanente que subyace a los cambios
y sirve como sostén de las variaciones aparentes o perceptivas. El sistema
argumentativo postula un elemento permanente, se edifica desde la fijación de
un punto o realidad estable.
- Se establece así una dualidad fundamental, una dicotomía entre lo visible y lo
invisible, entre la realidad permanente, invisible, y el plano aparente, visible.
- Observamos un protorazonamiento de base inductiva fundamental para construir
las argumentaciones. Las observaciones como “el alimento es húmedo”, “el
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calor nace de la humedad” y “las semillas tienen naturaleza húmeda”, dan cuenta
de la primacía creciente del elemento empírico como indicador de verdad.
- Seguido a estas inducciones se llega a realizar generalizaciones. Así se concluye
por ejemplo que el agua es el elemento de todas las cosas.
- Se esboza claramente la abstracción. Ya no refiere a deidades con poderes
etiológicos, sino a elementos, principios. Y más allá de la divinización de éstos,
el proceso explicativo en el que están involucrados ya no es simplemente
genealógico.
- Economía teórica. Los argumentos intentan evitar los rodeos y figuras retóricas
propias de la poesía. Su fuerza persuasiva radica en la argumentación lógica, en
la relación abstracta entre nociones.

6. ¿Cuál es la conclusión a la que arriba el texto en las últimas páginas?

Finalmente, considerando los tres ejes relevados -sistemas explicativos narrativos,


desarrollo de la escritura alfabética y sistemas explicativos argumentativos- lo que vemos
es la plasmación histórica de distintos intentos de darle cauce a esta enfermedad griega,
a esta “visceral desconfianza frente a todo sistema”.

La permanencia de lo griego en nuestro pensamiento se presenta de forma evidente en el


constante cuestionamiento de las teorías explicativas de la realidad, ya sea filosóficas o
científicas. La epistemología hoy es subsidiaria de toda esta preocupación por dar cuenta
de la verdad, de lo que entendemos por ella y de cómo es que la producimos. Y la filosofía
en general y los sistemas de pensamiento no dejan de ser deudores de aquella inestabilidad
griega, sostenida en una verdad siempre sospechada y a punto de caer.

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