01 Tesis de Licenciatura
01 Tesis de Licenciatura
01 Tesis de Licenciatura
Facultad de Psicología
Tesis de Licenciatura
en Psicología
Tema a desarrollar:
1
INDICE
Introducción........................................................................................................3
Hipótesis..............................................................................................................3
Objetivo principal...............................................................................................3
Objetivos específicos........................................................................................3
Metodología.........................................................................................................6
Desarrollo............................................................................................................8
Apartado 1...........................................................................................................8
Apartado 2.........................................................................................................15
Apartado 3.........................................................................................................24
3.1 El síntoma fóbico como consecuencia del encuentro con la castración. .24
Conclusiones....................................................................................................29
Bibliografía........................................................................................................31
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Introducción
En “Dos notas sobre el niño” (1969), Lacan postula que el síntoma en el niño
puede responder a dos razones: a lo sintomático en la estructura familiar o a la
posición del niño como objeto en el fantasma materno. Está claro que para
Lacan el síntoma del niño siempre se encuentra en relación con otro, sin
embargo, no relaciona directamente el síntoma con las funciones parentales
fallidas. La hipótesis que se explora en este trabajo es que el síntoma en el
niño puede ser consecuencia del Otro caído de su función.
Hipótesis
Objetivo principal
Dar cuenta de qué manera el síntoma del niño está relacionado con la
función del Otro del niño.
Objetivos específicos
3
Ubicar el concepto de síntoma en Freud y Lacan y relacionarlo con el
Otro.
Diferenciar el concepto de síntoma antes y después del complejo de
Edipo.
Describir los tiempos del sujeto y la función parental en cada uno de
ellos.
Desarrollar el historial de Juanito a la luz de los tiempos lógicos del
sujeto y conceptualizando las funciones parentales fallidas.
Esta tesis de grado será abordada desde una perspectiva psicoanalítica con
orientación lacaniana. El texto que guiará la investigación será “Dos notas
sobre el niño” escrito por Jacques Lacan y entregado a Jenny Aubry, psiquiatra
y psicoanalista francesa, en octubre de 1969. El texto fue publicado en el año
1983 en el libro “Intervenciones y textos 2” de Lacan. En él, Lacan aborda el
síntoma del niño desde dos perspectivas: por un lado, nos dice que el síntoma
del niño es el representante de la verdad de la pareja y, como tal, el niño
responderá en función del modo que tengan los padres de relacionarse
dejando al descubierto aquello sintomático en la estructura familiar. Por otro
lado, nos habla de la posición de objeto que el niño ocupa en el fantasma
materno. De esta manera, el niño revelará algo de dicho fantasma y no se
encontrará con su propia castración hasta tanto no opere la función paterna
que proporcione un corte al goce materno. Esta separación es la que propicia
el encuentro con la castración, es decir, con el deseo y con la falta en el Otro.
Es así como nos encontramos con el nudo de la neurosis infantil: el encuentro
del sujeto con la castración. Este proceso tiene un comienzo y un final, siendo
el comienzo el encuentro con la falta en el Otro y su final la salida a través de la
represión. Se trata de pasar de ser el objeto del deseo del Otro materno a ser
sujeto de un deseo propio anudado a la ley, facilitada por la función paterna.
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neurosis de los niños. En el texto “Inhibición, síntoma y angustia” (1926), Freud
establece que ciertas fobias de los niños más pequeños se terminan disipando
a medida que éstos van creciendo, entendiendo así la neurosis de la infancia
como episodios regulares del desarrollo. A su vez, indica que todo niño
atraviesa una neurosis infantil, que será el núcleo de la neurosis adulta. Dado
que no hay ningún significante que dé cuenta de la diferencia de los sexos en
el inconsciente, el encuentro con la castración produce respuestas
sintomáticas. Todo sujeto atraviesa inevitablemente este pasaje y la forma
particular de hacerlo marcará la manera en que más adelante dicho sujeto
responderá a los avatares que se le presenten en la vida. Para comenzar
parece importante definir el concepto de síntoma. En forma general, se podría
decir que para el psicoanálisis un síntoma sería aquello que aparece como
malestar para un sujeto, algo que lo interroga, algo que insiste y se repite más
allá de su voluntad. Adicionalmente, si entendemos al síntoma como una
producción psíquica en la que está implicado el proceso de represión luego de
haber atravesado el complejo de Edipo, cabe entonces cuestionarnos sobre
aquellos síntomas que aparecen en niños más pequeños, ¿se puede hablar de
síntoma antes del Edipo? ¿Ante qué tipo de síntomas nos encontramos? ¿Qué
papel juegan las funciones parentales anteriores al Edipo?
Este planteo nos llevará a repasar en qué momento se puede hablar de sujeto
emergente, a preguntarnos también sobre el surgimiento del inconsciente, y
sobre cuándo es posible hablar de subjetivación en el niño. El sujeto del
inconsciente no se manifiesta de un día para el otro, tampoco aparece de forma
cronológica como podríamos pensarlo desde la biología. El sujeto emerge en
tiempos lógicos. Para cada tiempo lógico hay una función parental específica
para la cual puede pensarse sus consecuencias. La no operación de la función
Nombre del Padre implica una estructura determinada del aparato psíquico, lo
cual no es un síntoma en sí. Esto nos llevaría a concluir que no todas las
funciones parentales están directamente relacionadas con la conformación de
síntomas, motivo por el cual resulta imperativo definir cuáles serían entonces
las funciones parentales que desatan el síntoma en el niño. Una manera de
responder a este interrogante es analizando el caso Juanito: qué función
parental no “funcionó” para que se desatara la fobia. ¿Puede hablarse en
5
Juanito de su síntoma como aquello que no funciona en la pareja, es decir, lo
sintomático en la estructura familiar o como una respuesta a las funciones que
fallaron tanto en la madre como en el padre?
Metodología
6
tiempo lógico y el aserto de certidumbre anticipada. Un nuevo sofisma”, y que
más tarde, Alba Flesler desarrolla con mayor profundidad en su libro “El niño en
análisis y el lugar de los padres”, relacionando dicha construcción con las
funciones parentales.
7
especificidad de cada uno de ellos para poder intervenir desde el plano
simbólico, real o imaginario.
Silvia Salman en su libro “Psicoanálisis con niños: los fundamentos de la
práctica” (2005) establece tres modalidades del síntoma en el niño
directamente relacionadas con distintos modos de acción de los padres:
el niño como síntoma de la relación entre los padres, el niño ubicado
como objeto en el fantasma materno y el síntoma del niño como
producción propia habilitado por el mecanismo de represión ya instalado
en el yo.
Alberto Jerusalinsky en una serie de conferencias mantenidas en Quito,
Ecuador en 2002, que luego fueron publicadas en el libro “Para entender
al niño. Claves psicoanalíticas” realiza una descripción de la relación del
sujeto con el significante como marca diferencial entre la clínica de niños
y la de adultos. En su libro, define a la práctica analítica con niños con el
término “psicoanálisis de niños”, nombre que enfatiza la especificidad de
dicha práctica. Enumera y explica las tres razones para considerar su
especificidad: la relación con el síntoma, la temporalidad y la
transferencia. Los primeros dos pilares serán desarrollados en este
trabajo, dejando para un futuro el desarrollo del concepto de
transferencia.
Desarrollo
Apartado 1
8
adquiere eficacia traumática cuando, al atravesar la pubertad, es despertada
como recuerdos inconscientes. Pone el ejemplo del caso Emma, en quien el
síntoma se genera por una vivencia en la pubertad que despertó la vivencia
sexual de la infancia hasta ese momento, traumática.
Más tarde, en “Tres Ensayos para una teoría sexual” (1905), va a redefinir el
concepto de trauma entendido como una vivencia acontecida por factores
externos al sujeto, por el concepto de pulsión. Freud dirá:
“El trato del niño con la persona que lo cuida es para él una
fuente continua de excitación y de satisfacción sexuales a partir
de las zonas erógenas, y tanto más por el hecho de que esa
persona —por regla general, la madre— dirige sobre el niño
sentimientos que brotan de su vida sexual, lo acaricia, lo besa y
lo mece, y claramente lo toma como sustituto de un objeto
sexual de pleno derecho” (Freud, 1905, p.203).
Esto nos conduce a pensar que el Otro primordial, es decir, el de los primeros
cuidados, convierte los bordes del cuerpo en zonas erógenas a partir de su
libidinización.
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independientemente del fantasear y es posteriormente ligada con esta. En
principio, esta acción presentaba un carácter puramente autoerótico destinado
a conseguir placer de una zona erógena. Luego, el acto masturbador crea una
soldadura entre la evocación de una fantasía, relacionada con los objetos
edípicos, y la satisfacción sexual (placer de órgano).
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De acuerdo con lo desarrollado hasta el momento, y entendiendo al síntoma
como una moción pulsional reprimida, cabe preguntarnos en qué momento del
proceso de estructuración subjetiva en el niño es posible hablar de síntoma.
Para clarificar esta cuestión, se pueden utilizar los escritos de Silvia Bleichmar,
“En los orígenes del sujeto psíquico” (1986). Allí explica las dificultades que
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encontró en la clínica de niños a principios de los años 70, momento en el cual
se introdujeron lecturas teóricas que hacían cada vez más confusas las
acciones de los analistas, llegando en algunos casos a quedar limitados por
tener más información sobre lo que no se podía hacer y no tanto sobre lo que
sí se podía (Bleichmar, 1986). Por este motivo se vio en la necesidad de
redefinir la neurosis en la infancia partiendo de la concepción de un sujeto en
estructuración ubicando el concepto de represión originaria y su lugar en la
constitución del aparato psíquico. La infancia es un proceso complejo en el que
el aparato psíquico se va estructurando intersubjetivamente, es decir, en la
acción o no-acción de los referentes parentales, dicho con sus palabras: “la
tópica psíquica se constituye en el marco de la tópica intersubjetiva que el
Edipo define con su estructura” (Bleichmar, 1986, p.23), y agrega:
12
inhibición es la limitación de una función que no llega a desarrollarse por
completo.
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aquello que lleva al sujeto a demandar un saber a un analista suponiendo que
éste puede ayudarlo a aliviar su sufrimiento, por lo tanto, se podría decir que
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los humanos no hay instinto, esto implica que para colmar una necesidad el
sujeto deba pedirlo, y para pedirlo debe hacerse entender. No obstante, al
hacerlo se le presenta el lenguaje como obstáculo. La noción de lenguaje en
Lacan es el punto de entrada a su teoría. Para dar cuenta del significante,
Lacan dará vuelta el signo lingüístico de Saussure (D’Angelo, 2016).
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Así, retomando lo dicho anteriormente, un sujeto debe hacerse entender para
pedir aquello que necesita estableciéndose un circuito: la necesidad, el pedido
por medio del cual debe hacerse entender, la producción del mensaje y la
sanción del código. La función del Otro como tesoro del significante es
precisamente la sanción del código que deriva de la producción del mensaje
del sujeto.
Con respecto al síntoma, en sus primeras enseñanzas, Lacan dice que está
determinado por su naturaleza simbólica. El síntoma es todo lenguaje. Es
también desde esta perspectiva que puede pensarse al síntoma como metáfora
al identificar los desplazamientos significantes que entran en juego. Esta
concepción implicaba que el síntoma en la cura analítica debía ser interpretado
como un mensaje que debía descifrarse. De esta manera, el sentido y la
verdad podían ser encontrados en la historia del sujeto y en las distintas
transformaciones de su desarrollo constitutivo. En el Seminario 11, “Los cuatro
conceptos fundamentales del psicoanálisis (1964), Lacan establece que el
inconsciente está estructurado como un lenguaje, concepto que lo llevó a
considerar el síntoma desde el punto de vista de la represión. En una entrevista
concedida al periódico L’Express en 1957, Lacan relaciona al síntoma como
una verdad reprimida que hablará desde otro lugar. Se trataba de considerar el
síntoma como retorno de lo reprimido, al mismo tiempo que ponía en primer
plano la verdad como causa. Lacan también entiende al síntoma como portador
de un sentido que sólo puede interpretarse de forma correcta en función de las
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primeras experiencias ligadas a la realidad sexual. A partir de esto Lacan va a
sostener que no todo síntoma es descifrable, por cuanto hay una cara de goce,
además de la de sentido. De esta forma, introduce también la dimensión del
síntoma como real. Lo real del síntoma en la enseñanza de Lacan entró con el
cuerpo. Considerar el síntoma como goce exige la presencia del cuerpo porque
el goce no es pensable sin la referencia al cuerpo. Esto podrá verse
ejemplificado en el apartado 3 con el caso Juanito.
Apartado 2
Para dar cuenta de la estructuración del sujeto como tal, Lacan plantea un
problema de lógica en su texto “El tiempo lógico y el aserto de certidumbre
anticipada. Un nuevo sofisma” (1975). Allí incluye la dimensión temporal
contraponiéndola dialécticamente con el tiempo cronológico. Utiliza la metáfora
de los tres presos y los cinco discos para plantear su tesis. El problema se
presenta de la siguiente manera: El director de una prisión convoca a tres
presos y les plantea un problema de lógica que en caso de resolverlo los
llevará a obtener la libertad. El director les dice que tiene cinco discos: dos
negros y tres blancos. Colocará un círculo en la espalda de cada uno de ellos
de manera tal que todos puedan ver los discos ajenos sin poder ver el propio.
Aquel prisionero que averigüe qué color lleva en la espalda deberá aventurarse
hacia la puerta, el primero en llegar y luego de dar una argumentación lógica
sobre cómo llegó a su respuesta, obtendrá su libertad. Finalmente, los tres se
abalanzan a la salida al mismo tiempo. Sin entrar en la resolución del acertijo,
se procederá a señalar las conclusiones. El razonamiento que dieron los tres
presos para su resolución implicaba tres tiempos. Fue a través de la
observación de las conductas de los otros, que cada uno pudo deducir su color.
La información que los presos utilizaron para resolver el acertijo se generó en
la modulación de tiempos suspendidos, en la duda y en el retraso de los otros
para responder. Por lo tanto, Lacan pone el acento en la estructura temporal
del proceso lógico, dejando a un lado el aspecto espacial o cronológico y
enfatizando su constitución como consecuencia del tiempo de suspensión. Se
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introducen así tres momentos. Cada uno es un tránsito hacia el siguiente
subsistiendo todos en el último.
Con este sofisma se puede desprender que la subjetividad se revela como una
función dependiente de las relaciones que cada sujeto mantiene con los otros.
Para la construcción de la subjetividad es necesario el atravesamiento de un
proceso colectivo, en otras palabras, el ser del otro se construye con la
constitución de mi propio ser. O, en palabras de Lacan: “si bien en esta carrera
tras la verdad no se está sino solo, si bien no se es todos cuando se toca lo
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verdadero, ninguno sin embargo lo toca sino por los otros”. (Lacan, 1989, p.
201).
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comienzo de este apartado, en su texto “El tiempo lógico…”, Lacan incluye la
dimensión temporal contraponiéndola dialécticamente con el tiempo
cronológico. Utiliza la metáfora de los tres presos y los cinco discos para
plantear su tesis.
Esta idea de los tiempos lógicos fue tomada por Alba Flesler, quien en su libro
“El niño en análisis y el lugar de los padres” (2011), hace una extrapolación de
los tiempos lógicos de Lacan -el tiempo de ver, el tiempo de comprender y el
tiempo de concluir- con los tiempos de estructuración subjetiva en el niño.
Ubicó cada uno de ellos dentro de los tres registros: Real, Simbólico e
Imaginario.
¿Es posible pensar cuáles serían las consecuencias en el niño si el Otro cae de
su función? Para poder responder esta pregunta será necesario mencionar y
describir cada una de esas funciones esperables del Otro del niño en cada uno
de los tiempos mencionados.
Para realizar el recorrido de las funciones más destacadas del Otro de los
primeros cuidados, se tomarán las ideas y conceptos de diversos autores.
Según lo expuesto en el libro de Alba Flesler mencionado anteriormente, la
primera función materna fundamental para que los tiempos del sujeto vayan
estructurándose de manera adecuada, es la de la anticipación. Habilitar el
espacio de la existencia del niño. Imaginarlo. Representarlo como cuerpo
separado del suyo.
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es que el sujeto humano no cuenta con el instinto para poder sobrevivir: si el
bebé no es hablado, si no es alojado, muere. Para que un humano ingrese al
mundo del lenguaje es necesario que el Otro primordial invista a ese real, que
lo nombre, que le dé lugar en su deseo. Quien encarne la función materna
introducirá la música de “lalengua” (“lalangue” en francés) en el infans.
Así, el Otro primordial con su voz dona un lugar para alojar a su hijo. Aloja y
libidiniza. La libido está implicada en la voz, pulsión invocante conceptualizada
por Lacan. Una consecuencia de este alojar es que los bebés que fueron
cantados o arrullados son capaces de cantarse y arrullarse. No es casual ver
niños pequeños meciendo a sus muñecos al canto del arrorró.
Una segunda función estará asociada a la necesidad de que ese cuerpo, ahora
presente, sea tocado y acariciado, en otras palabras, libidinizado. Fue Lacan
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quien habló de los dos efectos del lenguaje: la fragmentación y la unificación. El
primero como identificación a los significantes del Otro materno: el cuerpo del
niño queda recortado, no hay un cuerpo, de esta forma el niño queda barrado
por el lenguaje. Para que el niño pueda armar el cuerpo, es necesario que
operen voz y mirada.
Armar el cuerpo está íntimamente conectado con las pulsiones. Por eso, otra
de las funciones maternas en la constitución subjetiva es la de organizar las
pulsiones. A los objetos pulsionales freudianos del pecho y las heces, Lacan
propone y agrega la mirada y la voz. El pecho es considerado como propio en
el bebé, como una extensión de su cuerpo, aquí no se puede distinguir el yo del
no-yo. Las heces son parte interna del cuerpo del niño que puede otorgar como
regalo o guardar para sí mismo. La mirada emerge del sujeto, pero nunca tiene
acceso a ella sino por la mirada del Otro. La voz será el instrumento de llamado
al Otro. En un principio, estos objetos pulsionales forman parte del organismo
natural y por el encuentro con el Otro, estas partes se separan, el cuerpo
queda fragmentado y fundido en el campo del Otro y del deseo del Otro a partir
de su pérdida. Alberto Jerusalinsky explica de una manera muy ilustrativa la
cuestión del armado del cuerpo en su texto “Para entender al niño. Claves
psicoanalíticas” (2002). Según el psicoanalista, el mapa erógeno es totalmente
arbitrario y lo dibuja en nuestro cuerpo el Otro primordial. El sujeto para poder
lidiar con lo real tiene que hacer de ese real un recorte. Ese recorte es el
“objeto a”. Es lo que le hace falta al cuerpo o lo que hace vacío, por ejemplo, en
los esfínteres, o el sonido en la oreja, o el pecho en la boca, o las heces en el
ano. Cada uno, tiene un mapa erógeno diferente del otro. Lacan dice que, sin
respeto alguno por nuestra anatomía, el gran Otro corta nuestro cuerpo en
23
fetas, como un salame; esto demuestra que las zonas erógenas se dibujan, se
cortan con total arbitrariedad (Jerusalinsky, 2002).
En “Introducción del narcisismo” (1914), Freud plantea que para pasar del
autoerotismo al narcisismo y para que este último se constituya, es necesario
un nuevo acto psíquico. Este nuevo acto psíquico es abordado por Lacan a
partir del estadio del espejo en donde el niño se encuentra con una imagen que
reconoce con júbilo como propia, y le permite anticipar una unidad corporal a la
que puede llamar yo mediante la sanción del Otro. Aquí, la función materna
oficiará de espejo, el yo se constituye como objeto investido por la libido
facilitando así la intrincación de las pulsiones. Los destinos de la pulsión se
organizan estableciendo los recorridos y la manera en que deben circular.
Cuando se organizan las pulsiones se protege de lo indeterminado. De esta
forma, se organiza el cuerpo y el mundo.
La función paterna, el Otro del Otro primordial, introduce la castración por vía
de la ley. Es imprescindible que el niño sepa gracias a la nominación del padre
quién es la madre sobre la que recae la prohibición del incesto. Se entiende al
Otro como un significante privilegiado y no atado a la persona que porta dicha
función,
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La metáfora paterna introduce la falta en el deseo del Otro. El Nombre del
Padre (“NP”) barra el Deseo de la Madre (“DM”), el resultado de esta operación
es la significación fálica y la separación del goce del cuerpo. Lacan plantea al
Edipo en tres tiempos. En el primero, el tiempo de ver, la función paterna aún
no se muestra. La relación es del niño con el Otro primordial, más
específicamente con el deseo de la madre: con ser o no ser el falo. El niño
queda sometido a la ley incontrolada de la madre. En el segundo tiempo, el
tiempo de comprender, la relación es con el Otro del Otro, con la ley que la
función paterna encarna. Dicha función estará mediada por la madre, quien
permitirá que la función paterna opere o que el niño quede cautivo en el
fantasma materno como goce mortífero. Si la ley opera, el niño pasará de ser el
falo de la madre a tener el falo, de esta manera se identifica con el Otro de la
Ley, operación que terminará de realizarse en el tercer tiempo. En dicho
tiempo, el momento de concluir, es necesario que el padre mantenga lo
prometido: tener el falo y no serlo, es decir, el padre puede darle a la madre lo
que ella desea porque lo tiene, mientras que al mismo tiempo hace de la madre
causa de su deseo.
Apartado 3
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destinado, en verdad, a provocar hoy su resistencia o su
repugnancia” (Freud, 1916, p.333).
Lacan sostiene que la fobia es expresión del temor que produce el encuentro
con el goce: “…la verdadera función de la fobia está en sustituir al objeto de la
angustia por un significante que provoca temor” (Lacan, 1969, p.275).
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el complejo de castración. Durante ese período demuestra un creciente interés
por el “hace-pipí” de diversos animales (caballos, jirafas, elefantes). Un tiempo
más tarde nace su hermana. El relato de la cigüeña le generó sospechas, lo
cual corresponde a la primera manifestación de desconfianza. Un tiempo más
tarde aparecen los primeros síntomas de la fobia: temor a que un caballo lo
muerda en la calle. Aparecen también los sueños de angustia diciéndole a la
madre que cuando dormía había pensado que ella estaba lejos y que no tenía
ninguna madre para acariciar.
Al poco tiempo, Juanito le cuenta a su padre otra fantasía que había tenido:
mientras ibas de paseo a ver los carneros se habían colado por debajo de las
cuerdas y el guardia de la entrada los atrapó. Ante esta fantasía el padre le
dice que eso no estaba bien y que los guardias arrestan a los chicos que se
portan mal. Durante esa etapa, Juanito y el padre se presentan en el
consultorio de Freud.
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tenía rabia, pero eso no era cierto: el padre le tenía cariño, y
podía confesarle todo sin miedo. Que hacía mucho tiempo, antes
que él viniera al mundo, yo sabía ya que llegaría un pequeño
Hans que querría mucho a su madre, y por eso se vería obligado
a tener miedo del padre” (Freud, 1909, p.36).
Por último, se podría señalar una nueva función fallida en los padres de Juanito
y que ha sido suplantada por Freud en transferencia: la del Sujeto Supuesto
Saber. El alivio de la fobia de Juanito estuvo vinculado al hecho de que Freud
pudo ubicar a Juanito y a su padre en los lugares correspondientes. Con
mucha sutileza, Freud lo deja ver en este pasaje: “Pero al ver a los dos así,
sentados enfrente, al tiempo que escuchaba la descripción de su angustia al
caballo, se me hizo la luz…” (Freud, 1909, p.36). Tanto en esas líneas como en
1
Lacan, J. “Conferencia de Ginebra sobre el síntoma”, en Intervenciones y Textos 2, Manantial, Buenos Aires, 1988,
p.128.
31
el sueño del guarda que los castigaba ellos aparecían como pares, y así se
comportaba el papá de Juanito, quien no lograba disipar ni otorgar una
respuesta a las dudas de su hijo. Recién logró hacerlo ante la sugerencia de
Freud.
Conclusiones
A partir del recorrido realizado en este trabajo de investigación, resulta posible
confirmar la hipótesis que guía esta tesis, a saber: el síntoma del niño es
consecuencia del Otro caído de su función.
En conclusión, las funciones parentales son aquellas que permiten que el niño
devenga sujeto. Para que esto sea posible hay diferentes actos psíquicos que
se ponen en juego en la interdependencia del sujeto y que marcarán la
posibilidad de integración del yo y del cuerpo. Cuando estas funciones fallan, la
posibilidad de la emergencia del ser vacila.
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Cabe preguntarnos finalmente, cuál sería el beneficio de conocer los tiempos
del sujeto y las funciones parentales relacionadas con cada uno de ellos (las
cuales fueron descriptas a lo largo de este trabajo). Una posible respuesta es
que el analista podrá orientar sus intervenciones en la clínica con niños
analizando y formulando hipótesis y teniendo siempre presente las
especificidades del acto analítico. Hay una diferencia sustancial para la
dirección de la cura cuando las intervenciones se dan teniendo en cuenta los
tiempos del sujeto y no aplicando técnicas que dependen de la edad
cronológica. Según establece Flesler,
Por eso el analista debe dirigir la cura atendiendo al niño, pero apuntando al
sujeto y teniendo en cuenta sus tiempos. Dependiendo en qué tiempo de
subjetivación se observe que quedó detenido, se intervendrá desde lo
simbólico, desde lo imaginario o desde lo real. Para ejemplificar lo dicho, basta
retomar el caso Juanito y reconocer que el niño quedó detenido en lo que sería
la entrada en el tiempo de comprender: de ser a tener el falo. Hasta ese
momento Juanito era el falo de la madre, era el objeto que causaba su goce,
era él como falo quien satisfacía el goce materno. Ante la irrupción de lo real en
su cuerpo, la conmoción de la figura imaginaria que tenía de él y el absoluto
rechazo materno: “eso es una porquería”, lo sumen en una agobiante angustia.
No era posible ser quien provee el goce al Otro y a la vez tener un goce propio.
De esta forma, la función materna falla al no permitir el paso del sujeto en
estructuración a un tiempo posterior. Haciendo una lectura lacaniana, Freud
logró unir lo real de la pulsión, y lo imaginario del cuerpo fragmentado con el
registro que no estaba operando: el registro simbólico. Lo hizo invocando el
Nombre del Padre y colocándolo en la posición correspondiente: “Pregunté a
Hans, en broma, si sus caballos llevaban gafas, (…) y luego si su padre las
33
llevaba, (…) le pregunté si con lo negro alrededor de la boca quería significar el
bigote” (Freud, 1909, p.80). Conocer los tiempos del sujeto posibilitará así la
intervención adecuada para que en cada tiempo los registros queden anudados
de manera correcta y recordando que el sujeto al que se dirige el psicoanálisis
es el sujeto de la estructura y del inconsciente.
34
Bibliografía
GOLDENBERG, M
35
LACAN, J. (1960). El Seminario, libro VIII: La transferencia. Buenos Aires,
Paidós, 2003.
36