Guía de Acompañamiento Duelo
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ACOMPAÑAMIENTO
AL DUELO
COVID-19
VALERIA MORICONI
Marzo 2020
GUÍA DE ACOMPAÑAMIENTO AL DUELO
QUERIDOS COMPAÑER@S;
No es fácil hacer un protocolo, por muy provisional que sea, en medio de estas circunstancias,
pero sí nos ayuda a pensar juntas algunas claves para intervenir. Independientemente de la
orientación psicoterapéutica de cada una de nosotras, puede haber algunos lugares comunes que
nos sean útiles.
También somos conscientes de que el tiempo del que disponemos no es mucho y que los duelos
suelen tener una evolución larga, habitualmente no inferior a un año, cuando la persona empieza
a experimentar ya por segunda vez determinados acontecimientos de la secuencia vital anual de
las personas. Sabemos también que lo que sucede en los momentos previos a la muerte e
inmediatamente después condiciona mucho el desarrollo del proceso de duelo; por ello, es
urgente ponernos en marcha con los conocimientos que poseemos.
Hemos planteado algunas sesiones. Puede ser que la primera sea, básicamente, utilizando la
presencia terapéutica, para conocernos y facilitar la ventilación emocional y no haya espacio para
nada más en esa sesión. O puede ser que haya personas que con una sesión tengan suficiente y
que otras necesiten un acompañamiento más largo; con otras tendremos que hacer de puente
para que, posteriormente, cuando las personas podamos salir a la calle, puedan acercarse a
recursos más normalizados que los que supone esta intervención de "urgencia vital, social y
emocional". Iremos viendo...
Este protocolo lo hemos hecho rápido y, aunque solo sea por eso, no es completo y seguro que
es provisional. En ningún momento pretende ser una guía que limite vuestra capacidad y vuestra
creatividad. En cualquier caso, cualquier sugerencia de mejora será bienvenida. Hemos puesto
algunas frases entrecomillas y en cursiva solo a modo de ejemplo de cómo ir abordando algunas
conversaciones. No son más que, eso, un ejemplo...
El objetivo global de este proceso, de esta intervención en duelo es sostener y acompañar para
que la persona no se instale en el dolor a medio plazo y pueda seguir viviendo y con mayúsculas.
Además, sabemos por investigaciones previas realizadas en circunstancias de catástrofes, cómo
VALERIA MORICONI Y JAVIER BARBERO 1
GUÍA DE ACOMPAÑAMIENTO AL DUELO
En definitiva, que pueda ayudar, como expresaba George Sand: "que mi recuerdo no envenene tus
futuras alegrías, pero no permitas que tus alegrías destruyan mi recuerdo".
Valeria y Javier.
1. INTERVENCIÓN NO PRESENCIAL
2. PROPUESTA DE SESIONES
SESIÓN I
Una cuestión muy importante. Aunque la persona haya solicitado nuestra intervención, parece
central ser delicados desde el primer momento. Nos ha dado el permiso en el "qué", pero
atentos al "cómo" y al "cuándo". Entramos, de algún modo, en la casa de alguien. Preguntaremos
si es el momento adecuado, si prefiere que la conversación se tenga en otro momento, etc.
A partir de ahí, le decimos que vamos a hacerle unas preguntas sencillas para ubicarnos en la
situación: su nombre completo, cómo prefiere que le llame, edad, con quién vive...
Posteriormente, explicamos brevemente el encuadre.
2. ENCUADRE
Todos sabemos que los tiempos de reacción emocional de las personas pueden variar en el
proceso de duelo. El objetivo ha de ser mantener la conexión con la persona, por ello, si ésta
no está preparada para hablar de su mundo emocional, será importante respetar y lanzar el
mensaje de ayuda (es decir, "sostener sin empujar") y, en todo caso, intentar que el vínculo
establecido permita en una próxima entrevista poder abordar ese mundo emocional.
En todo caso, para explorarlo, podríamos introducir un primer abordaje emocional preguntando
de manera similar a ésta:
"Somos conscientes que la pérdida de un ser querido nos suele generar mucho dolor y también lo
somos de que no es nada fácil hablar sobre ello, pero entiendo que nos puede ayudar abordarlo,
para que ver cómo manejarlo. En este sentido, ¿qué es lo que más le duele de todo lo que ha
ocurrido? Puedo suponerlo, pero cada persona somos un mundo y preferiría conocerlo por usted".
Cuando todas las certezas han caído, cuando la razón ya no subsiste y no se sabe cual es el
camino fiable para salir de la oscuridad, la guía inicial puede ser lo que sentimos: nuestras
emociones. Ante la incertidumbre, parece importante escuchar lo que sentimos. Las emociones
son la base sobre las cuales construimos nuestro mundo, la manera más primaria que nos guía
hacia la construcción de significado que nos hace comunicar y en base a ellas actuamos. La
emoción es la manera en el que el organismo reacciona a la pérdida por esto nos puede guiar
hacia la salida.
"¿Cuál es el sentimiento que más le aflora en esta situación?... ¿Qué puede estar sintiendo ahora?...
¿Qué significado le da a ese sentimiento?..."
- Tristeza: Estamos tristes porque alguien a quien amábamos mucho ya no está, estamos
tristes porque con él/ella se ha ido todo mi mundo y no sé sabe qué hacer. ¡Cómo
podríamos no estar tristes! Darse permiso para estar tristes y aceptar esta emoción
como una forma todavía primordial de contacto con el fallecido o fallecida ayuda a que
la tristeza sea vivida de otra manera. Debajo de esta gran tristeza suele haber un gran
amor.
- Miedo: cuando el dolor por la pérdida nos asusta, cualquier sentimiento es más
llevadero, incluido el miedo. Hay miedo cada vez que hay un cambio y esto sirve para
intentar preservarnos del posible sufrimiento de experimentar el vacío. En el duelo hay
miedo a cambiar de estrategias de afrontamiento, miedo a sentir y hasta tenemos miedo
a soltar las emociones que consideramos negativas, como si fuéramos a rompernos.
Pero el miedo más profundo es a avanzar, porque quisiéramos parar el reloj de la vida
para evitar que el otro se vaya. Porque el miedo no es solo al vacío, sino también al
olvido.
- Rabia: los dolientes sienten mucha rabia a veces, hacia ellos y hacia los demás, no
importa si hay una causa o no, lo importante es saber que hay enfado. Es una de las
emociones más frecuentes en duelo, tanto que Kubler-Ross la identifica como una fase
del mismo proceso de adaptación, explicándola como una etapa natural de ese proceso.
La rabia es una forma de disfrazar la tristeza y postergar enfrentarse con ella. Sirve para
evitar conectar con otras emociones hasta que no sentimos que estamos preparados
para afrontarlas. En un primer momento esta emoción es comprensible y adaptativa
pero si no se le proporciona una salida, una expresión, acaba convirtiéndose en
resentimiento y amargura, pudiendo cristalizarse en un asunto pendiente con alguien y
algo.
El estado emocional en el duelo no es una progresión lineal, es más bien una adaptación
constante a una montaña rusa emocional que no tiene lógica ni temporalidad. Si un día te
despiertas feliz y libre de rabia, no quiere decir que mañana la rabia no volverá a visitarte, lo que
podemos hacer es disminuir la intensidad y entender el para qué está presente. En cualquier
caso, en esta primera fase puede haber dos extremos: explosión emocional, más o menos
contenida (las conocidas como "punzadas del dolor") o el bloqueo emocional. Convendrá
explorar -y en su caso validar- ambas situaciones.
El mero darse cuenta, en sí mismo, no baja los niveles de activación emocional, pero sí que ayuda
a los dolientes a dar sentido a lo que su emoción les dice y a identificar la meta, necesidad o
preocupación que les está marcando.
Serán las emociones secundarias y desadaptativas, las que necesitarán ser trabajadas para ser
reguladas. Las emociones secundarias son aquellas respuestas que son subsidiarias de otros
procesos internos más primarios y, como tales, pueden ser defensas. Por ejemplo, sentirse
desesperanzado es secundario cuando hay un sentimiento no expresado de ira (primaria).
en su utilización, tanto para conocerse como para movilizarse. Además del valor de la conciencia
emocional como fuente de información, simbolizar la emoción en la conciencia promueve la
reflexión sobre la experiencia para crear un nuevo significado, lo que ayuda a los pacientes a
desarrollar nuevas narrativas para explicar su experiencia.
"¿Cómo expresa usted habitualmente sus sentimientos en general? ¿Cómo expresa normalmente
su malestar? ¿Cómo lo está haciendo ahora, en esta etapa tan difícil?”
"Es importante activarse, aunque no apetezca, para poder, en el futuro, desarrollar la vida, aunque
solo sea poder hacer la despedida que él (ella) merecía y que usted también necesitaba…”
Estar en duelo conlleva estrés emocional y también físico. Con frecuencia nos podemos
encontrar con consecuencias para la salud como cefaleas, tensión arterial alta, opresión en el
pecho, tensión muscular, insomnio, trastornos gástricos, etc. Para evitar que estas situaciones
se den o se cronifiquen necesitamos cuidarnos y tener la energía apropiada.
Aquí enumeramos algunos recursos que pueden favorecer el equilibrio psico-físico y ser útiles
como recomendaciones en cualquiera de las sesiones:
ü Importancia de alimentarse bien y dormir las horas razonables según la edad, sabiendo
que, en los primeros tiempos del proceso de duelo, son normales las alteraciones del
sueño y del apetito.
ü Afrontar los problemas de insomnio: regularidad en la hora de acostarse y levantarse,
aunque no apetezca (hace de ello una especie de ritual).
ü Concederse a sí mismo “islas” de duelo, obligándose de algún modo a actividades
distractoras en algunos momentos y al descanso de los pensamientos repetitivos.
Conectar con programas de televisión o internet que no tengan que ver con el
coronavirus.
ü Atenerse lo más posible a la rutina diaria y mantener momentos de descanso si la
actividad dentro de casa es de "no parar". (En ocasiones se "hace" para no "sentir").
ü Expresar tus emociones cuando están a flor de piel, gritar o llorar si te apetece.
ü Concederse momentos de soledad y, en ellos, recordar momentos vividos con tu ser
querido pensando en el enriquecimiento mutuo que se dio en la convivencia.
ü Buscar una "buena oreja" para ser escuchado, comprensiva y respetuosamente, pero
huir de quien solo quiere “darle vueltas” a la pena.
ü Decirte que lo peor del duelo va a pasar y que irás adquiriendo paz en el corazón.
ü Evitar tomar grandes decisiones, ya sabemos que cuando la emoción es intensa, la
capacidad de razonamiento es menor.
ü Escapar de las conversaciones que agotan tu energía.
ü Recordar que no olvidarás a tu ser querido aun cuando aprendas poco a poco a no
pensar o no llorar siempre por él/ella.
ü Darse a uno mismo aliento y ánimo con los progresos logrados.
ü No inquietarse porque la tristeza vuelva súbitamente (las "punzadas del dolor"), es
normal y eso no significa "estar peor". Hacer que estos episodios sean seguidos de
nuevos impulsos hacia el bienestar.
ü Darse tiempo para recuperar la paz y estabilidad en tu vida. El duelo lleva su tiempo.
ü Reencontrarse de manera sana con recursos, espirituales o sentimentales, como la
oración, la meditación, las fotografías o recuerdos en los que se desarrolló parte de la
convivencia con el ser querido. Recordar que no queremos que haya olvido.
ü Tratar de no enredarse en las preguntas que no tienen respuestas. Nadie ni nada podrán
arrebatar la enorme riqueza de lo vivido y lo amado con él/ella. Empezar a familiarizarse
con la idea de reubicar su presencia en su vida, ahora ya como una presencia anímica, y
seguir viviendo y amando a los que se tiene al lado e importan.
ü Llamarnos a nosotros o a algún ser querido en momentos de alta dificultad.
Estos son solo unos cuantos recursos, que pueden ser útiles, estando indicados, en las diferentes
sesiones.
SESIÓN II
"El otro día me contaba que todo fue muy rápido y ... (habitualmente 4 circunstancias) ...
- no ha podido tener el apoyo social o familiar expresado y significativo que se suele tener en
los comienzos del duelo..."
Se trata de ayudarle a hacer una lectura de no culpabilización, diferenciando, entre otras cosas,
entre responsabilidad y culpa.
Las familias en duelo a menudo luchan contra el doble aislamiento: uno voluntario ya que tienen
miedo de cargar a su red de apoyo con su tristeza persistente y otro forzoso ya que perciben
que el apoyo social disminuye con el tiempo. En la situación actual, el aislamiento es mucho más
exigente, como prevención del contagio. Se sienten socialmente solos y piensan que no va a
cambiar esa realidad social porque no hay oportunidades para superarlo. En los duelos,
habitualmente, se sienten abandonados cuando pierden sus contactos, amigos, familiares, colegas,
añadiendo una pérdida secundaria a la pérdida insoportable de su familiar.
A veces sienten que nadie los entiende y quien lo intenta a veces es capaz de decir cosas muy
inapropiadas con tal de aconsejar y sentirse útil; por esto el duelo puede convertirse en el evento
más solitario y promotor de aislamiento de la vida de una persona.
Las personas, frente a su problemática sienten que solo ellos viven esa realidad, concluyen que
son los únicos que sufren de esta forma y tienen dificultades, vivencias y emociones inaceptables.
Es en la relación terapéutica donde los dolientes empiezan a experimentar una fuerte carga de
alivio al darse cuenta que sus emociones son compartidas y permitidas. La identificación con los
otros dolientes favorece el permiso a sentir el propio dolor. Así se deja de ver como algo
amenazador o insano y se normaliza como parte de la vida. Y desde ahí se puede empezar a
verlo como parte del inicio de la cicatrización.
3. EDUCACIÓN EMOCIONAL
SESIÓN III
1. ASUNTOS PENDIENTES
Cuando las personas están imposibilitadas para hacer un cierre adecuadamente, cuando no
pueden olvidar las acciones que han ocurrido en el pasado, o cuando no aceptan las situaciones
como son, entonces son incapaces de funcionar de forma sana y enérgica.
En estos momentos es muy frecuente que esté el "asunto pendiente" del final de la relación,
donde no se pudo cuidar, acompañar, despedir y celebrar el ritual como se hubiera deseado.
Conviene explorar todo ello en esa clave. Ver asimismo las posibilidades de aceptación de la
realidad del proceso como real -que no como positiva-, de reparación simbólica, de expresión
de todo ello.
2. VENTILACIÓN EMOCIONAL.
3. DINÁMICAS DE CIERRE
Importancia, asimismo, de darse permiso para sentir, pero también para aceptar (dolorosamente,
pero aceptar), resolver o/y avanzar. Ver resistencias y posibilidades para "darse esos permisos".
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SESIÓN IV/V
“¿Puedes recordar a tu ser querido en una imagen? ¿Cómo es? ¿Dónde está?... ¿Cuáles son sus
cualidades más grandes?... ¿Qué es lo que más le representa?... ¿Cómo se describiría el/ella?... ¿Y
cómo le describes tú?... ¿Qué hay de él/ella en ti?”
Llamamos legado a la presencia de una relación, una vinculación interna continua con la persona
fallecida. La figura del ser querido perdida bajo el punto de vista físico, viene así internalizada y
su legado, sus enseñanzas, representan un modelo a seguir y una continuación de su presencia
que consuela y da otro sentido a la vida.
Es importante poder crear puentes que unen con la persona fallecida y que devuelven el vínculo
de otra manera para ayudar a la elaboración de la pérdida. Lo central es darnos cuenta de cómo
necesitamos poner lo perdido en un buen lugar, que nos alumbre e ilumine para seguir
caminando, en vez de aferrarnos a su recuerdo anclado en el pasado o tratar de enterrarlo. Es
importante dar un nuevo lugar interno en vez que temer o buscar el olvido.
“Su presencia, ¿cómo ha cambiado tu vida, en qué aspectos? ¿Qué te ha enseñado? ¿Cuáles son los
valores que te ha trasmitido? ¿Cuál es la herencia que te ha dejado? ¿Qué quieres dejar ir de él/ella?
¿Cómo podrías rescatar su legado y traerlo al presente?”
(Se pueden ofrecer tareas a realizar en casa como escritura, arteterapia, biblioterapia, etc.,
conectadas con la construcción de lazos continuos con el difunto). Se trata de trabajar lo que él
entienda que es su responsabilidad y su deseo frente a ese legado.
SESIÓN V/VI
(Esta sesión será difícil, por los tiempos, que se pueda dar, pero aporta pistas a insinuar para poder trabajar
en el futuro).
Según distintos autores, la búsqueda de sentido se refiere al intento de los individuos en duelo
de cuestionar, buscar y encontrar sentido a su experiencia de sufrimiento, de pérdidas y de
duelo. Algunas preguntas que se hacen las personas en esta fase podrían ser: por qué la muerte
ocurrió, por qué fue mi ser querido quien murió, por qué él y no yo y no otros, qué significa la
pérdida en relación a la vida que tenía y cómo mis emociones en duelo encajan con mi
experiencia de duelo.
Según Gilles y Neimeyer (2006), la búsqueda de beneficios implica el proceso en que los
dolientes descubren algún aspecto positivo de su vida que no habría ocurrido sin la pérdida,
como una perspectiva mejorada hacia el mundo o aprender algo nuevo sobre sí mismos. De
todos modos, en la situación de duelo tan reciente y tan agudo que estamos sosteniendo, es
difícil que se dé este proceso, pero teóricamente podría darse.
A través de estos tres procesos hay autores que sugieren que los individuos logran la asimilación
o la acomodación y, por lo tanto, reducen la angustia provocada por las diferencias percibidas
entre sus estructuras de significado global y el significado de la pérdida.
“A partir de esta pérdida, ¿sientes que quieres buscar nuevas formas de conocimiento y aprendizaje?
¿Cuáles? ¿Piensas en lo que puedes recibir de quien falleció, en el legado y la misión que quieres o
debes llevar a cabo?”
"Esta pérdida, ¿cómo ha afectado a tu visión de ti mismo/a o de tu mundo? ¿Valoras las mismas
cosas? ¿Cómo ha afectado esta experiencia a las prioridades en tu vida?”
Crear un objetivo, un propósito vital intentando que la memoria de quien falleció viva en otros.
Transformar el duelo y el dolor emocional en un significado, haciendo actividades que creen algo
bueno y que brinden ayuda. Usar la experiencia espiritual como herramienta de confort y de
camino hacia adelante.
Algunas pistas:
• Que la persona, con nuestra ayuda, haga un recuento de lo aprendido / experimentado, para
que le pueda seguir ayudando en el futuro.
• Posibles compromisos que pueda adquirir para cuando termine el período de aislamiento.
• Contacto a dejar por si en algún momento quiere que le ayudemos a buscar alternativas de
apoyo profesionales.
• Hacer algún ritual de autocuidado juntos acompañante y paciente para facilitar la propia
despedida (por ejemplo, crear una lista de canciones de duelo y vida, encender una vela y
meditar juntos, etc.)...
• Agradecimiento por su confianza y generosidad en compartir algo tan íntimo y tan profundo
como es la experiencia de duelo.
3. BIBLIOGRAFÍA
Greenberg, L. (2012). Emotions, the great captains of our lives: their role in the process of
change in psychotherapy. American Psychologist, 67(8), 697-707.
Lichtenthal, W., Sweeney, C., Roberts, K., Corner, G., Donovan, L., Prigerson, H., & Weiner, L.
(2015). Bereavement follow-up after the death of a child as astandard of care in pediatric
oncology. Pediatr Blood Cancer, 62, s834-s869.
O`Connor, K., & Barrera, M. (2014). Changes In parental self-identity following the death of a
child to cancer. Death Stud, 38, 404-411.
Gillies J, Neimeyer. Loss, grief, and the search for significance: toward a model of meaning
reconstruction in bereavement. Journal of constructivist Psychology. 2006; 19: p. 31-65.