El Egipto Secreto, Paul Brunton PDF

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PAUL BRUNTON

EL

H
KIER
COLECCioN

HORUS

,1 't MAY 199~


OBRAS DEL MISMO AUTOR

La' India Secreta


El Sendero Secreto
El Egipto Secreto
Un Mensaje Desde Arunachala
Una Ermita· en los Himalayas
La Busqueda del Yo Superior
La Realidad Interior
Mas Alla del Yoga
La Sabiduria del Yo Superior·
La Crisis Espiritual del Hombre
PAUL BRUNTON

EL EGIPTO
s-ECRETO
Traducci6n del Ingles por
MARIO CALES

DECIMA EDICION

EDITORIAL KIER, S.A.


Av. Santa Fe 1260
1059 - Buenos Aires
Tftulo del original ingl~s:
A search in secret Egypt
Editado por Rider & Company (London)
1a., 2a. y 3a. Edici6n argentina • Librer(a Hachette. Buenos Aires
Ediciones argentinas · Editorial Kier S.A., Buenos Aires
afios: 1969 · 1971-1975·1977 -1979 · 1982. -1987

SALVEDAD:
Un lamentable error de compaginaci6n signific6 la inclusion
en la primera edici6n de esta obra, del nombre equivocado de
su traductor.
Tanto la presentecomo anteriores ediciones corresponden, en
cuanto a su traducclon, al senor Mario Cales.

Tapa:
Baldessari
Libra de edici6n argentina
l.S.B.N.: 950-17-0041-0
Oueda hecho el dep6sito que marca la ley 11.723
© 1987 by Editorial KIER S.A., Buenos Aires
lmpreso en Argentina ·
Printed in Argentina
DEDIC.A.TORI.A.
.,{
SU A.LTEZA.
EL PRINCIPE ISM.A.IL DA.UlJ

Una hermosa noche de primavera, tres hombres que habian salido de


El Cairo se detuvieron a converser durante una hora .junto a la gran pirtimide,
Uno de eUos era Vueur« A.lteza, otro el embajador de una potencia oriental,
r el tercero el redactor de estas ptisinas, apuntes de viajes r meditacionea.
Vuestr« A.lteza observo que seria dificil hallar en el Esipto actual alguna
huella de aquella extraordinaria espiritualidad, o de esa magia extrafla, que
me atraian r me hacian recorrer los poises en su baaqaeda. En varias otraa
oportunidadea reprodujo V uestra Alteza la misma opinion.
A. pesar de todo, persiati en mis irwestigaciones, r halle varias cosas que
considero susceptibles de interesar al pUblico occidental. Oirezc« mia hallar.·
gos tambien a Vuestra A.lteza, porque abrigo la esperanza de que podrti upre·
ciar en elloa mas claramente cutil es la [e que me anima, r quiztis comprender
mejor por que la suatento. Y le brindo asimismo esta!I pasinas coma mi·
naacula prueba del placer que me ceusa la respetuosa relaciOn personal que,
independientemente de cualqUier dif erencia de orden intelectual, subsiste
entre nosotroa.
Finalmente, quiet» que aean estas ptisinas portadoras de mi .homenaje a
Esipto, el paia curas caracteristicas modernas Vuestra A.lteza conoce tan bien
r cuyos,templos antiguoa tanto me atraen a mi. Y, si se me pennite rnodificar
aquella antigua sentencia romana, aiiadiria: "El que bebe agua del poderoao
Nilo, es amigo perpetuo de los que moten en ~us riberas."
NOTA PERSONAL

Paul Brunton muri6 el 27 de jutio de 1981, en Vevey, Suiza.


Nacido en Londres, en 1898, escribi6 trece libros, desde La
India Secreta, publicado en 1935, hasta La Crisis Espiritual
del Hombre, en 1952. Por lo general, se lo reconoce como
quien introdujo el yoga y la meditacion en Occidente y pre­
sento los antecedentes ftlos6ficos de aquellos en un lengua­
je carente de tecnicismos.
Su modo de escribir consistia en anotar pdrrafos a medi­
da que se sentia inspirado. Con frecuencia, Los asentaba en
los reuersos de sobres o en Los margenes de diarios mientras
paseaba por Los floridos jardines que orillan el Lago Leman.
Mds tarde, ya mecanografiados y clasificados, el solia reoisar­
ios y unirlos en una narracion coberente.
Paul Brunton babta vivido en Suiza durante veinte aiios, le
agradaba el clima apacible y el majestuoso panorama de mon­
taiias. Llegaban basta el oisitantes y correspondencia de todo
el mundo, y representaba un papel importante en. las uidas de
mucbas personas.
"P.B. ", como le conocian sus seguidores, era un hombre
a/able del que emanaba una aureola de beneoolencia. Su eru­
dicion se babia f orjado en el crisol de la oida, y su espirituali­
dad refulgi'a como un faro. Pero, desanimando Los intentos de
formar un culto alrededor de su persona, solia decir. ­Deben
encontrar a su propio P.B. dentro de ustedes mismos.

Kenneth Thurston Hurst


tNDICE

CAPirULO I. - Una noche con la esfinge . . . • . . . . . . . . . . . . . . . . . • . 11


n. - La guardiana del desierto " ... "·" ....... " ". 23
m. - La piramide . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 38
IV. - Una noche dentro de la gran piramlde . . . . . . . . . 60
V. -- Un mago de El Cairo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 83
VI. - Los milagros del hipnotismo ,..•.•. 102
VII. - Entrevista con el faquir mis famoso de Egipto • . • 120
VIII. j En nomhre de Ala. el Compasivo. el Misericor·
dioso! .. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. .. . . . . . . . . . . . .. .. . 132
IX. - Una entrevista con el jefe espiritual de Ioe maho-
metanos . . . . . . . . . . . . . . . . . • . . . . . . . . . . . . . . . • . . . . . 147
X. - En la paz de la vieja Abidos .. . .. .. .. . .. .. . .. .. 163
XI. - Los ritos secretes de los templos egipcios . . . • . . . . 175
XII. - Los antiguos misterios . .. . . . .. . . . . . .. . . . .. . • . . . _ 190
XIII. ·- En el temple de Dendera . . .. . . . . .. . .. . . . . • .. . . 203
XIV. - Karnak de dia . . . . . . . . . . . . . . . . . • . . . . . . . . . . . . . . 218
XV. - Karnak de noche , . . . • • 234
XVI. -' EI encantador de serpientes mas famoso de Egipto 247
XVII. - Mi iniciaci6n como derviche encantador de ser-
pientes ..............................•..•. , .. , • 2611
XVIII. Mi encuentro con un adepto .............••... 274
XIX. - Las tumbas: el solemne mensaje de un adepto ••. 288
EPft.oco .................... ,., . 297
Despues de haberse puhlicado la primera edicien de este
libro, fallecio su eminencia Mustafa el Maraghi, jefe supre-
mo del islam (capitulo IX); el jeque Musa el Haui, el en-
cantador de eerpientes de Luxor (capitulo XVI), fue muer-
to por una cobra, despues de haber practicado su arte
durante mas de veinte aiios. Poco despues de concluida la
guerra mundial, volvi a ver en Egipto a Ra-Mak-Hotep,
P. B.
TABLA DE ILUSTRACIONES ENTRE PAGINAS 160 y 161

Vista aerea de las piramides


La Esfinge
La Gran Piramide vista desde los cementerios arabes
El Nilo
Altar romano frente a la Esfinge
La presentaci6n de los iniciados ante Osiris
El hombre-pajaro, simbolo del alma humana liberada
El mago
... y su casa
La bruja negra sudanesa
El joven sirio "Elyah"
El profesor Edouard Ades, el hipnotizador
Madame Marguerite, su sujeto
Monasterio derviche pr6ximo a El Cairo
Ahmed Sirry, el jefe de los derviches
La ciudadela de El Cairo
Tahra Bey
Su cuerpo en trance se coloca dentro de un ataud que se baja al fon-
do de una piscina de nataci6n ·
Uu antiguo Coran, que pertenecia antes al desaparecido sultan de
Turquia y que ahora esta en posesi6n de la senora Dahaby 'de
El Cairo
La Meca, la ciudad santa
En peregrinaci6n hacia La Meca ·
Eljeque El Maraghy,jefe espiritual del Islam
La Universidad-Mezquita de El Azhar
Abydos. Templo de Seti I. Primera sala hip6stila
Abydos. Relieve del Templo. Horus, el Fara6n y Upnat
Purificaci6n del muerto y adi6s a la momia
El escriba Nebmerutef
Interior del templo de Abu-Simbel
Figura del templo cubierta de inscripciones magicas
Templo de los ritos secretos
El dios Horus sentado en su trono, en una escena simb6lica
El templo de Dendera
El zodiaco de Dendera
Obelisco de Tuthmosis I. Karnak
Nave central del templo de Amon
Patio del templo de Karnak
TABLA DE ILUSTRACIONES ENTRE PAGINAS 160 y 161.

Amenofis IV - Akhenaton
Seti I
El jeque Abu Shrump, en cornpania de otras notabilidades
Kurna, la aldea de! jeque
La aldea de Karnak
El jeque Mussa encuentra y captura una serpiente
El jeque Mussa
Un escorpi6n
Mussa sostiene un escorpi6n vivo
El jeque Mussa trabajando
Mi "talisman magico"
Primer piano de una cabeza de cobra
El autor ante una serpiente erguida
Una serpiente dormida, con el "talisman magico" colocado sobre
la cabeza
Una serpiente que sisea al autor
Sosteniendo una serpiente que acaba de coger
Colosos maltratados (patio del templo de Ramses III, en Karnak)
Serpientes en pinturas murales de una tumba
J6venes musicas (fresco de una tumba tebana)
Dama y caballero (bajorrelieves de una tumba tebana)
Los colosos de Menm6n, en Tebas
Tapa de! sarc6fago de Meneptah
"Ra-Mak-Hotep", sus ojos
El valle de las tumbas de los reyes
Las grandes columnas del templo de Luxor
Templo de Dair-El Bahari

INCLUIDAS EN EL TEXTO

Inscripciones en la estela de Tutmes, la que se halla frente a


la Esfinge . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 24
Corte transversal del interior de la gran piramide . . . . . . . . . . 43
La escritura de Madame Marguerite, mientras se hallaba con los
ojos vendados . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 105
El talisman arabigo del jeque Abu Shrump . . . . . . . . . . . . . . 241
CAPITULO I

UNA NOCHE CON LA ESFINGE

ya se habian ido los ultimos turistas, acuciados por el hambre;


el ultimo de los guias vestidos de negro habia repetido por mile-
sima vez, para uso de los extranjeros que visitaban su viejo pais,
su discurso de erudicion superficial; y un grupo de asnos fatiga-
dos y camellos hastiados y gruiiones habia emprendido presuroso
el regreso, llevando a los ultimos jinetes de la jornada.
La caida de la noche sobre la campifia egipcia es un espec-
taculo inolvidable, de belleza sobrenatural. Todas las cosas cam-
bian de color y vivisimos contrastes se extienden entre cielo y
tierra.
Yo me habia quedado solo, sentado sobre la blanda arena ama-
rillenta; delante de mi la esfinge, acurrucada, destacaba su impo-
nente y majestuosa figura. Inclinado ligeramente hacia un cos-
tado, mis ojos contemplaban fascinados el maravilloso juego de
colores sutiles; aprovechando los ultimas destellos del sol mori-
bundo, que retiraba de Egipto su capa de gloria dorada, los colo-
res aparecian y desaparecian en rapida sucesion. l Quien pnede
recibir el sagrado mensaje transmitido por el hello y miscerioso
resplandor de un crepusculo africano sin sentirse transportado
al paraiso? Mientras los hombres no esten completamente em-
brutecidos, espiritualmente muertos, seguiran amando al padre
de la vida, el sol, que hace posibles esos prodigios con el arte
de su magia incomparable. Bien sabian lo que hacian aquellos
hombres de antafio que veneraban a Ra, la gran luz, y lo alber-
gaban en sus cor~zones como a un dios.
El sol se detaVb en el horizonte, iluminando el cielo con los
12 PAUL BRUNTON

magnificos destellos de un rojo vivo, un rojo de carbones en-


cendidos.
El colorido bajo luego de tono, y un suave rubor coralino se
extendio en el firmamento, suavizandose lentamente hasta que
una media docena de colores distintos, desde el rosaceo hasta el
verde y el dorado, formaron un borroso arco iris que se agitaba
en un reticente adios a la vida. Por Ultimo, cuando el crepuseulo
comenz6 a invadir aceleradamente el panorama, el sol se cuhrie
con una opalescencia grisacea. Los cautivantes colores desapare-
cieron junto con la gran esfera del astro moribundo.
Y sobre aquel fondo opalino vi a la esfinge revestirse con el
ropaje de la noche, borrado ya de su rostro de facciones inde-
terminadas el vivo reflejo de los Ultimos rayos rojizos.
Surgida de las arenas omnipresentes, con su gigantesca caheza
y so cuerpo reclinado, inspira tanto temor a los beduinos supers-
ticiosos que la denominaron ''la madre del terror"; y tanto estupor
a los viajeros escepticoe,que en todas las epocas SU colosal figura
puso intrigadas preguntas en los labios de aquellos que, pasmados,
la contemplaban pot primera vez. El misterio de esa monstruosa
combinacion, cuerpo de le6n y cabeza de mujer, ejerci6 a lo
latgo de siglos y milenios un influjo impreciso, y atrajo visitantes
en procesion interminable. La esfinge es un enigma para los mis-
mos egipcios y un arcano inexplicable para todo el mundo. Na-
die sabe quien la esculpio ni cuando ; los egipt6logos mas exper-
tos s6lo pueden conjeturar a ciegas su significado y su historia.
En la ojeada final que me concedio la agonizante luz, mi vista
se pos6 sobre los ojos de piedra de Ia esfinge; ojos que, fijos y
serenos, vieron llegar millares de personas que, una por una,
miraban interrogativamente la inescrutable mole "y se retiraban
perplejas; ojos que, inmoviles, vieron a los atlantes, los hombres
de tez morena de un mundo hoy perdido, desaparecer bajo millo-
nes de toneladas de agua; ojos que, semisonrientes, presenciaron
la proeza de Men.es, el primero de los faraones, que desvio el curso
del Nilo, aquel bienamado rio de Egipto, y lo obligd a correr por
un nuevo !echo; ojos que, con callado pesar, vieron al grave y me-
lanc6lico rostro de Moises inelinarse en un postrer saludo de des-
pedida; ojos que, taciturnos y doloridos, miraron Ios sufrimientos
de su pais, saqueado y devastado por la invasion de los persas
conducidos por el cruel Cambises; ojos que, embelesados aunque
desdeiiosos, vieron a la arrogante Cleopatra, la de las trenzas se-
EL EGIPTO SECRETO 13

dosas, desembarcar de un bajel de dorada pr~a, velas de piirpura


y remos de plata; ojos que, deleitados, dieron la bienvenida al
joven Jesus, errante peregrino que habia ido a buscar la. sabi-
duria oriental mientras se preparaba para la hora sefialada de
su mision publica, en la que el Padre lo enviaria a entregar un
mensaje de amor y de piedad; ojos que, secretamente complaci-
dos, dieron la bendicion al joven noble Saladino, guerrero va-
liente, generoso e instruido que, enarholando la lanza, con la
media tuna grabada en el verde pendon, se habia lanzado por
el camino que lo llevaria a ser, algun dia, el sultan de Egipto;
ojos que, con mirada admonitoria, saludaron a Napoleon como
instrumento del destino europeo, ese destino que pondria en la
cumhre el nombre del corso, por encima de todos los demas,
para luego ohligar a Napoleon a pisar, sombrio el rostro, las
lisas tablas del Belerojotue; ojos que, con cierta melancolia, vie·
ron convergir sohre su patria la atencien de todo el mundo cuan-
do abrieron la tumba de un altivo faraon, para sacar su cadaver
momificado y sus reales ornamentos y entregarlos a la voracidad
de la curiosidad moderna.
Aquellos ojos de piedra de la esfinge vieron todo eso y mucho
mas; y ahora, desdefiando a los hombres que se agotan en . acti-
vidades triviales y transitorias, indiferentes a la interminable ca·
balgata del placer y el dolor humanos qtte atraviesa el valle egip-
cio, sahiendo que los grandes acontecimientos temporales estan
predestinados y SOU ineludibles, ahora, desde SUS enormes orbi.tas,
fijaban la mirada en la eternidad. Dahan la vigorosa .impreeien
de que, inmutables ellos mismos, su mirada atravesaha las mu-
danzas del tiempo y se internaba en los origenes de) mundo, en
las tinieblas de lo desconocido.
Luego la esfinge se tiiio de negro, el cielo perdio su opales-
cencia plateada, y las tinieblas, completas, absorhentes, conquis-
taron el desierto.
Pero yo seguia en poder de la esfinge, fuertemente adherida
mi atencion a su poderoso magnetismo. Porque presentia que con
la llegada de la noche la esfinge volvia a su ser. El fondo de som-
bras era su marco apropiado, y en el misticismode la noche afri-
cana hallaria la atmosfera que necesitaha. Tambien Ra y Horus,
Isis y Osiris y todos los dioses egipcios desaparecidos, vuelven
furtivamente por las noches. Resolvi, por lo tanto, aguardar a que
la luna y las estrellas se combinaran para· revelar una vez mu
14 PAUL BRUN1'0N

a la verdadera esiinge. Me habia quedado solo, y sin embargo, a


pesar de la profunda desolacion del desierto, no me sentia, me-
jor dicho, no podia sentirme solo.
• • •
Las noches de Egipto son extrafiamente diferentes de las de
Europa. En Egipto llegan suavemente, con el misterioso palpitar
de una multitud de vidas invisibles, y tienen un matiz de azul
indigo que ejerce un magico efecto sohre las mentes sensitivas;
las noches europeas son asperas, brutalmente categoricas y deci-:
didamente negras.
Aprcciaba por centesima vez esa diferencia, cuando aparecio
jubilosa la primera estrelta de la noche, titilando tan cerca y
con tanto brillo como nunca las vemos en Europa; la· luna revelo
su presencia con una seductora tajada y el 'cielo se transformo
en un dosel de terciopelo azul,
Y entonces comence a ver a la esfinge como rara vez la veian
los turistas; fue primero una escabrosa silueta oscura, tallada
en roca viva y tan alta como un edificio londinense de cuatro
pisos, que se alzaba apaciblementeen una concavidad del desierto;
luego, a medida que. los rayos luminosos iban aclarando los de-
talles, aparecieron la cara plateada y las zarpas extendidas de la
figura familiar. Y entonces vi en ella el impresionante simbolo de
aquel Egipto cuyo origen misterioso se remonta a la antigiiedad
inmemorial. Tendida como un solitario perro guardian, montando
,.. guardia eterna ante prehistericos secretos, meditando sobre Ioe
pueblos del continente atlantico cuyos nombres olvido la fragil
memoria de la bumanidad, la colosal hechura de piedra sobre-
vivira a todas las civilizaciones engendradas hasta abora por la
raza humana y seguira conservando intacta su vida interior. El
rostro grave y majestuoso no revela nada; los mudos lahios de
piedra cumplen su compromiso de guardar eterno silencio; y si
la esfinge oculta algun mensaje secreto para el hombre, mensaje
que transmitio, en el correr de los siglos; a los pocos privilegia-
dos que supieron penetrarlo, 19 habra susurrado solamente, como
susurran los masones, "en un soplo", al oido del candidato, la .
"palabra del maestro". No es extrafio que el romano Plinio haya
dicho de la esfinge que es "un maravilloso objeto de arte ante el
cual, considerado por las poblaciones vecinas como . una divini-
dad, se observe> el rito del silencio".
EL J:,'GIPTO SECRETO 15

La noche hace un marco perfeoto a la esfinge. Por detras y


por los dos costados se extiende la Hamada "ciudad de los muer-
tos", una region que rebosa literalmente de rumbas, En torno a '
la meseta rocesa que sobresale de la arena al sur, al oeste y al
norte de la esfinge, todas las tumbas, una tras otra; fueron ex·
cavadas para extraer sarcOfagos con carne momificada de prin-
cipes, arist0cratas y dignatarios eelesiasticos,
Durante seis aiios los mismos egipcios, siguiendo el ejemplo de
los iniciadores occidentales, realizaron un amplio esfuerzo, sis·
tematieo y total, para exhumar toda la seccion central de la vasta
necropolis. Retiraron miles de toneladas de arena de las gigan-
tescas donas que habian tapado el lugar, poniendo al descu-
bierto estrechos pasadizos, abiertos en la roca como trincheras
que van de tumba en tumba cruzandose entre si, y senderos
pavimentados que unen las piramides con sus respectivos templos.
Yo recorri toda esa region de un cabo al otro, y visite las camaras
de inhumacion, los sepulcros privados, las salas de los sacerdotes
y las capillas mortuorias, que Ia horadan como las celdas al panal.
Merece realmente el nombre de "ciudad de los muertos" porque,
separados por varios metros en el espacio y casi tres mil afios en
el tiempo, hay, dentro de sus confines, 'dos grandes cementerios
superpuestos. Aquellos antiguos egipcios cavaban hondo cuando
querian esconder sus muertos; hay una camara que esta a no
menos de cincuenta y ocho metros bajo el. nivel de la famosa
calzada. Estuve en las salas sepulcrales de la IV dinastia, donde
las efigies de piedra, de cinco mil afios de antigiiedad, perfectas
reproducciones de Ios difuntos, siguen en pie, con sus facciones
claras e identificables, aunque los presuntos servicios que pres-
taron a los espiritus sean mas discutibles.
Sin embargo, casi no hay tumba en la que no se encuentre la
pesada tapa del sarcofago separeda y de cuyo interior no hayan
desaparecido todas las joyas y objetos de valor. Asi fueron halla-
das por los excavadores, comprobandose que solo quedaban las ur-
nas con las viscerirs de. los cuerpos momificados, y las estatuillas
de piedra. Los antiguos egipcios tambien tuvieron sus Jadrones
de tumbas, y cuando el pueblo se levanto contra las castas goher-
nantes, degeneradas y decadentes, Ianzose en procura de botin
y desquite sobre aquel vasto cementerio, · donde los altos digna-
tarios habian recibido la honra de ser puestos a reposar · junto a
las momias de los reyes a quienes sirvieron en vida,
16 PAUL BRUNTON

Las pocas momias que eludieron a los primeros saqueadores de


su propia raza, durmieron un tiempo en paz hasta que fueron
a despertarlas sucesivamentelos griegos, los romanos y los arabes.
Los que resistieron satisfactoriamente esas pruebas, gozaron de
un nuevo reposo que se prolong6 hasta principios del siglo pasado,
cuando los arqueologos modernos comenzaron a tamizar el sub-
suelo "de Egipto para recoger lo que habian pasado por alto los
ladrones. Apiademonos de los faraones y de los pobres principes
embalsamados, cuyas tumbas son profanadas, y saqueados sus
tesoros. Y aun cuando sus momias no sean despedazadas por
ladrones en husca de joyas, el destino no les tiene reservado me-
jor sitio de reposo que el de una sala de museo, para ser observa-
dos y discutidos por el piiblico.
Este es el higubre lugar, repleto en su tiempo de cadaveres de
antiquisima sepultura, donde se alza la esfinge solitaria, la que
presenci6 el pillaje de la "ciudad de los muertos" primero por los
egipcios rebeldes y luego por los aiabes invasores. No es extrafio
que Wallis 'Budge, el renombrado conservador de la coleccion
del Museo Brltanico, haya llegado finalmente a la. conclusion de
que "la esfinge fue erigida para ahuyentar a los malos espiritus
de las tumhas que llenan el lugar". No es extrafio que el rey
Tutmes IV, hace tres mil cuatrocientos afios, erigiera sobre el
pecho de la esfinge una Iapida de piedra de cuatro metros de ·
altura, e hiciera esculpir en ella palabras como las siguientes:
"Un mdgico misterio reino en estos lugares desde el principio
de los tiempos, porque la figura · de la esfinge es el emblema de
Kepera (dios de la inmortalidad), el mas grande de los espiritus,
el. ser venerable que aqui reposa. Los habitasues de Men/is y de
todo el distrito alzan las manos ante ella para impetrar su pro­
teccion:" No es extrafio que los beduinos de la vecina ciudad de
Gizeh posean una copiosa cantidad de leyendas tradicionales
acerca de los espiritus y fantasmas que revolotean de noche so-
bre el area en que esta emplazada la esfinge; area que, segfin
ellos, es el rincon de la tierra en que mas abundan los fantasmas.
Porque un cementerio antiguo como este no es comparable con -
ningfin cementerio moderno, y los egipcios, al embalsamar los
cuerpos de sus mejores hombres, lo hicieron deliberadamente para
que se prolongara el contacto de los espiritus con el mundo du·
rante un numero inconcebiblede afios,
Si, la noche es el momento mas apropiado para contemplar
EL EGIPTO SECRETO 17
la. esfinge. De noche, cuando las tinieblas reinantes confieren
contornos f antasmales a las rigidas formas del mundo material
circundante, el mas impasible de los hombres cree percihir la
proximidad del mundo espiritual; la sensibilidad de nuestra mente
se agudiza y recibimos nuevas sensaciones. El cielo nocturno se
habia vuelto de color indigo purpurino, tinte mistico que ar-
monizaba perfectamente con mi proposito.
* * *
Las estrellas fueron aumentando en cantidad hasta formar una
cupula luminosa tendida sobre la oscura inmensidad. Tamhien
la luna contribuyo con redoblado esfuerzo a iluminar el silencioso
paisaje espectral que me rodeaba.
El largo cuerpo de leon se estiraha mas visihlemente sobre la
ohlonga plataforma de roca. La enigmatica cabeza se erguia con
un poco mas de claridad. Delante y detras de mi la pequeiia me-
seta se unia confusamente con el desierto, que se alejaha hasta
desaparecer, ahsorbido por las distantes tiniehlas.
Observe los airosos pliegues del flotante tocado cuyo contor-
no, semejante al de una peluca, comenzaba a distinguirse debil-
mente. El regio tocado confiere a la esfinge majestad y distincion,
cualidades realzadas por la cobra real que descansa sobre la
I
frente echando' hacia atras erguida caperuza, simbolo urceus 1
de soherania y poder temporal y espiritual, emhlema de supre- Vf'\
macia, divina y humana a la vez. La figura de la esfinge aparece
a menudo en la escritura jeroglifica representando al amo del
pais, el poderoso faraon, Y una antigua tradicion afirma que
dentro de la estatua se encuentra la tumba de un monarca llamado
Armais. El arqueologo frances Mariette, director del Museo Egip-
cio de El Cairo, tome tan en serio esa tradicion que decidio ex-
plorar los cimientos rocosos de la esfinge.
-No es imposihle -manifesto en una reunion cientifica-
que dentro, en alguna parte del cuerpo del monstruo, haya una
cripta, una caverna o una capilla subterranea que sea una tumba.
Pero poco tiempo despues de haher anunciado su proyecto, la
muerte llamo a su puerta y le toc6 a el ser encerrado en una
tumha. Desde entonces nadie trato de horadar el piso de piedra

1 Latin: que tiene cola; cobra que era el simbolo del fuego o del disco
solar y que, como este, solia representarse alado. (N. del T.)
18 PA.UL BRUNTON

que rodea a la esfinge ni la plataforma rocosa donde descansa.


Cuando, hablando con el profesor Selim Hasan, a quien las auto·
ridades egipcias habian encomendado la direceion de las exeava-
ciones en la "ciudad de los muertos", aborde el tema y lo inte-
rrogue sohre la posibilidad de que hubiese debajo de la esfinge
camaras funerarias ignoradas, mi interlocutor descarto la cues-
tion con una replica enfatica y categorica:
-La esfinge ha sido tallada en roca maciza. jDebajo no puede
haber mas que roca maciza !
Yo lo escuche con todo el respeto que el profesor merecia, pero
no pude resolverme ni a aceptar ni a rechazar su afirmacion. Op-
te por dejar pendiente la duda. El nombre de Armais se parece
mucho al de Harmakis, el dios sol, a quien segun otra leyenda
personifica la esfinge. Es muy posible que debajo de la esfinge
no haya ninguna tumba, y que las dos tradiciones se hayan en·
tremezclado en el lento transcurso del tiempo. Pero puede haber
recintos abiertos en la roca con otros propositos que no sean
' \
Ios funerarios, y los egipcios primitives los tenian, como lo prue-
\' ban las criptas subterraneas que servian para realizar servicios
religiosos privados, bajo custodia. Antiguas tradiciones de fuentes
caldeas, griegas, romanas y hasta arabes, hablan insistentemente
de un pasaje Y. una camara subterraneos que usaban los sacer-
dotes para trasladarse de la gran piramide a la esfinge. Esas
tradiciones careceran de fundamento en su mayor parte, pero
no hay humo sin fuego; tan aficionados eran los egipcios anti-
guos a abrir pasajes en la roca y disimular las entradas, que nin-
gun egipcio contemporaneo podria seiialar el suelo donde pisa y
asegurar que no fue nunca perforado por topos humanos para
cavar una galeria. En la: estela de granito que Tutmes hizo
instalar entre las patas delanteras de la esfinge, los artistas de
entonces esculpieron Ia figura de la esfinge descansando sobre un
plinto cubico, en el que hay todo Un edificio con SU gran en·
trada central y sus decoraciones en bajo relieve. lSe habran
basado en alguna leyenda ancestral, perdida en la actualidad?
l Habra existido un templo en form a de plinto, abierto en la CO·
lina rocosa, con le esfinge descansando como un gigante sobre
el techo? Algfin dia lo sabremos.
Y queda ademas el hecho de que la esfinge no esta esculpida
totalmente en roca. Los escultores se encontraron con que el hlo-
que de roca viva no tenia el tamaiio necesario para la enorme
EL EGIPTO SECRETO 19

obra que les habian encomendado, y se vieron obligados a cons-


truir parte del redondo lomo y las manes de quince metros de
largo con ladrillos especialmente cocidos y piedras labradas. Este
agregado cedio en parte a los embates del tiempo y de los hom-
bres; se desencajaron varios ladrillos y desaparecieron unas cuan-
tas piedras.
Luego, hace cien afios, llego el coronel Howard Vyfle, que vol-
via a su patria de la India, licenciado del servicio activo. En
Suez tuvo que dejar el barco y recurrir al coche de posta, mante-
nido por la antigua compafiia de las lndias Orientales, para condu-
cir a sus oficiales a El Cairo y de ahi al Mediterraneo, donde
volverian a embarcarse. El coronel permanecio un tiempo en El
Cairo, atraido por las. piramides y la esfinge, que visito varias
veces. Cuando se entero de las antiguas leyendas que circulaban
acerca de la esfinge, se propuso compro bar su veracidad; -para
averiguar si el cuerpo era hueco, hizo perforar los hombros de la
esfinge con unas largas barras de hierro provistas de cinceles en
las puntas. El resultado fue desalentador; las barras perforadoras
penetraron hasta una profundidad de ocho metros siempre en roca
'maciza .. Quedaron los agujeros para sefialar el esfuerzo. Pero, des-
graciadamente, en la epoca de v yse solo se veian la cabeza y los.
hombros de la esfinge; el cuerpo estaba sepultado bajo una enorme
masa de arena. La investigacion del coronel dej6 intactas tres
cuartas partes de la estatua y, desde luego, ni se habia acercado
a la base.
* * *

La noche se iba deslizando furtivamente, silenciosa como una


pantera, en una quietud solo interrumpida por los espeluznantes
gemidos semihumanos de algun chacal del desierto, que iba se-
iialando el paso de las horas. La esfinge y yo seguiamos sentados
bajo la clara luz de las estrellas africanas, reforzando el lazo in-
visilile que nos habia reunido, transformando el conocimiento en
amistad, y quiza tambien aumentando nuestra reoiproca compren-
aion.
Cuando fui tl verla por primers vez, varios aiios atr8s, la es-
finge habia clavado la mirada en la lejania con tranquilo de5den.
Yo era entonces para ella un mortal mas, un pigmeo de dos pier-
naa, uno de los tantos peregrinos apresurados hechos de vana
presuncion, deleos veleidosos y pensamientos disparatados. A. mi
20 PAUL BRUNTON

me parecio la esiinge el lohrego emblema de aquella verdad que


nunca hallara el hombre, un idolo gigantesco dedicado a lo des-
conocido y ante el cual todas las oraciones caen, sin respuesta,
sobre las palidas arenas, y todos Ios problemas se hunden, igno-
rados, en el olvido. Me aleje, mas cinico y mas esceptico que antes,
hastiado del mundo y lleno de amargura.
Pero los afios no pasaron en vano. La vida es sinonimo de
educacion espiritual, y el maestro invisible me habia ensefiado
unas cuantas cosas importantes.
Aprendi que el mundo no gira en el espacio imitilmente,
Retorne a la esfinge con el animo mejor dispuesto. Mientras
nos haciamos compafiia en la oscuridad, ella recostada en su
hueco, al horde del desierto de Libia, yo en cuclillas sobre la
arena, volvi a meditar sobre el misterioso significado del coloso.
Todo el mundo ha visto alguna fotografia de la esfinge, y re·
cuerda su rostro mutilado. Lo que el mundo no sabe es cuando
y por que fue esculpida en Ia maciza piedra calcarea que emerge
de la arena, ni cuales fueron las manos que transformaron la roca
solitaria en una estatua de gigantescas proporciones.
La arqueologia calla, bajando Ia cabeza avergonzada, porque
se vio obligada a retirar las conjeturas disfrazadas <le- teorias que
sostuvo llena de· confianza hasta hace pocos afios, Ahora ya no
se atreve a pronunciar un nombre preciso ni a ofrecer una fecha
concreta. Ya no asigna la esfinge al rey Kafra ni al rey Kufu,
porque llego a comprender que las inscripciones descubiertas solo
indican que la esfinge existio durante aquellos reinados.
En los papiros que fueron descubiertos hasta ahora no hay
practicamente, mas alla de la XVIII dinastia, ninguna referencia
a la esfinge, y mas alla de la IV dinastia ninguna inscripcion en
piedra la menciona. En las excavaciones que se hicieron para bus-
car restos antiguos, se hallo una inscripcicn en la que se habla
de la esfinge como de un monumento cuyo origen se pierde en la
noche de los tiempos y que fue encontrada por casualidad despues
de haber estado enterrada bajo las arenas del desierto y comple-
tamente olvidada. Esta inscripcion pertenece al periodo de la IV
dinastia, cuyos faraones vivieron y reinaron en Egipto hace unos
seis mil afios. Y ya para esos antiquisimos reyes la esfinge era
indeciblemente
.
vieja.
.
* * *
EL EGIPTO SECRETO 21
La noche trae el sueiio, pero yo lo fui rechazando resueltamen-
te de hora en hora. No obstante, al llegar a esta altura de mis
meditaciones nocturnas, mis parpados comenzaron a cerrarse, mo-
vidos por una rebelion involuntaria, y mi mente empezo a ador-
milarse. Dos fuerzas se disputaban en mi interior la supremacia.
La primera era un ardiente deseo de pasar la noche en vela junto
a Ia esfinge; la segunda era un creciente impulso de rendir came
y espiritu a la suave y soporifera caricia de las tinieblas circun-
dantes. Finalmente Iogre conciliar a las dos, firmando un tratado
de paz en virtud del cual yo mantenia Ios ojos apenas entreabier-
tos -solo una angosta rendija que no me permitiria ver nada-,
y Ia mente apenas despierta; y dejaria deslizar mis pensamientos
por un ensuefio de colores que pasaban en procesion.
Me abandone un instante a la serena languidez que sobreviene
cuando se deja descansar la mente. No .se cuanto tiempo habre
pasado en ese estado, pero en un momento dado desaparecieron
de mi vista los colores y aparecio en su lugar un amplio y extenso
paisaje, iluminado por una Iantasmagorica claridad plateada como
si lo alumbrara la luz de la luna Ilena.
Me vi rodeado por todas partes de una muchedumbre de figu-'
ras oscuras, que se movian apresuradamente; iban de un lado
para otro, algunas llevando canastos cargados sobre Ia cabeza,
otras subiendo y bajando las Iragiles estacas de un andamiaje ar-
mado junto a una enorme roca. Habia entre ellos inspectores,
que daban ordenes a los obreros u ohservahan atentamente la ohra
de los hombres que, armados de martillo y cincel, Iabraban afa-
nosamente la roca, siguiendo disefios marcados de antemano; el
continuo martillar llenaba sostenida e insistentementeel aire.
Aquellos hombres eran de rostro alargado y recio; tenian la
piel de color castafio rojizo, o amarillo grisaceo, y los lahios su-
periores notahlemente alargados.
Y cuando huhieron concluido su labor, el escarpado promon-
torio rocoso se hahia transformado en una gigantesca cabeza hu-
mana asentada sobre un cuerpo de leon, formando un conjunto
monumental que se elevaha en el centro de un gran hoyo excavado
en la meseta. Una magnifica escalera, ancha y larga, conducia al
fondo del hoyo. Y en la cabeza de la estatua, sohre el curioso \
tocado de amplios pliegues recogidos detras de las orejas, hahia 'I
un disco de oro macizo. \
i La esfinge !
22 PAUL BRUNTON

La multitud deseperecio, quedando el paisaje silencioso como


una tumba abandonada. Vi entonces a mi izquierda un extenso
mar que cubria la tierra con sus aguas, llegando la ribera a menos
de una legua de distancia. Aquel silencio contenia un presagio
que no pude interpretar al pronto, hasta que del mismo corazon
del oceano lleg6 un rugido profundo y prolongado, la tierra tern-
bl6 bajo mi cuerpo y con un estruendo ensordecedor alzose en
el aire una inmensa pared de agua que se lanz6 sobre nosotros,
sobre la esfinge y yo, y nos arrollo a los dos irresistiblemente.
jla inundacion!
Hubo una pausa, no se si de un minuto o de mil afios, y volvi
a verme de nuevo sentado al pie de la gran estatua. Mire en rede-
dor; ya no hahia ningiin mar. En cambio se vela una vasta ex·
tension pantanosa, desecada por el sol y salpicada aqui v alla de
grandee manchas blancas, granulosas, salinas. El sol prosigui6 Ian·
zando firmemente sus rayos candentes, implacables; las manchas
fueron aumentando en tamafio y cantidad; desapareci6 hasta la
iiltima gota de humedad de los pantanos y la campifia se transfer-
m6 en una superficie blanda, pareja, seca, tostada, de un color
amarillo palido. ·
j El desierto !
La esfinge continuaba contemplando el patsaje ; satisfecha, al
parecer, de su _existencia solitaria, sus labios gruesos, fuertes, en·
teros, parecian estar a punto de entreabrirse en una sonrisa, j Que
perfecta armonia habia entre aquella figura solitaria y el solitario
ambiente que la rodeaba ! El espiritu de la soledad parecia haber
hallado en aquel coloso apacible su digna encarnacidn,
Asi sigui6 en su imperturbable espera, hasta que un dia lleg6
a la ribera del rio una pequefia flota de barcos desviada de su -
ruta; desembarc6 un grupo de hombres que avanzo lentamente,
se aproxim6 a la esfinge y, prosternandose, elev6 ante ella sus
jubilosas oraciones.
Desde aquel dia el hechiso del silencio qued6 roto; en los te-
rrenos hajos, no lejos de alli, se construyeron viviendas, y Ios
reyes iban con sus sacerdotes a hacer la corte a la que era reina
sin corte del desierto.
Y al llegar ellos se fueron mis visiones; se extinguieron como -
se extingue la llama de una mecha cuando se acaba el combustible.
CAPfTULO II

LA GUARDIANA DEL DESIERTO

El eielo seguia tachonado de abundantes estrellas, la media luna


conservaba su gallarda sonrisa y la esfinge seguia destacando su
transfigurada y majestuosa forma en la plateada luz, cuando vol·
vi la ,cabeza hacia la izquierda, hacia el lado donde, en mi vision,
el oceano se habia alzado como un monstruo furioso para devorar
la tierra.
Un mureielago, tomando quiza mi cuerpo inmovi] por un oh·
jeto del paisaje, sacudio las alas sohre mi caheza y emprendio el
vuelo, provocsndome un ligero estremecimiento de' repulsion que
me reeorrio la espalda. Dehio de salir, al parecer. de alguna
tumha ahierta.
Pense entonces en el gran mar de arena que de tanto en tanto
se agita a traves de los seis millones de kil6metros cuadrados del
desierto de Sahara, sin detener su flujo hasta llegar a la liirga cade-
na de colinas calizas, que emergen de la llanura como murallas ro-
sadas, para proteger a Egipto y guardar el valle del Nilo en, toda
su larga extension. La .naturaleza, que hizo el desierto, levanto a
prop6sito los cerros de Lihia para evitar que invadiera a Egipto.
El peligro es realmente grande. Todos los afios, a princinios de
la primavera, el ternido [amsin, viento huracanado de terrible fuer-
_ za, declara la guerra al .Africa del norte y, partiendo de las costas
del Atlantico, sopla con redohlada furia sohre todo el continente.
Avanza como un ejercito invasor sediento de botin y victoria, y
la arena y el polvo se unen a su avance. Los remolinos de arena
se desparraman resueltamente por todas partes, cubriendo la tierra
con una dorada mortaja. Si nose resiste su intrusion, con el eorrer

.---·
24 PA.UL BRUNTON

de los anos la arena puede acarrear la mas completa ruina, la


desolacion sepulcral de las tumhas ; porque sepulta todo, chozas,
casas, monumentos, templos y hasta ciudades enteras. La rubia
arena reina y gobierna con poderes absolutos. Es tanta la fuerza
del ciclOn, que oscurece completamente el cielo y no deja ver el
sol. Las remolineantes nubes de arena, a menudo tan opacas como
una buena niebla londinense, se desplazan velozmente y se van
depositando sobre todos .Ios objetos que hallan a su paso, a Ios que
gradualmente cubren y envuelven. He conocido aldeanos que vivian
junto a los oasis limitrofes del desierto de Libia, que se vieron
obligados a abandonar sus cabanas y a construir otras en terrenos

INSCRIPCIONES EN LA ESTELA DE TUTMES, LA QUE SE HALLA FRENTE


A LA ESFINCE

mas altos, a causa de las arrolladoras dunas que se amontonahan


contra las paredes. He visto un templo de gran altura en el Alto
Egipto, descubierto per · 10s excavadores, que habia sido tapado
por la arena hasta el techo.
Volvi a mirar la esfinge; su ancha boca de dos metros, ape·
nas visible a la luz de las estrellas, ya no tenia el gesto sonriente
de la primitiva esfinge atlantica de mi vision; aquella media son-
risa habia sido reemplazada, definitivamente, por una expresion
patetica, casi triste. Los terribles vientos del desierto le hahian
estropeado el rostro, desfigurado ademas por las manos de hom-
bres irreverentes.
No hay duda de que, de tanto en tanto, las masas de arena vola-
EL EGIPTO SECRETO 25

dora se habran lanzado contra ella, a veces en silencioso ataque,


otras veces con el estruendo de una tormenta furiosa. l Y no ha-
bran sepultado a la esfinge? Si, la sepultaron. Recorde en aquel
momento el misterioso suefio que el Iaraon Tutmes IV registro en
fascinantes caracteres jeroglificos en la estela de granito rojo que
se encuentra entre las manos de la esfinge. Recorde, tamhien, pa-
labra por palabra, la patetica queja que lanzo en el suefio la olvi-
dada y abandonada esfinge, cubierta hasta el cuello por la des-
piadada arena.
"­Las arenas del desierto me cercan ­grito su espiritu­>; es­
toy hundida projundamente. [Pronto! Haz que las aparten de mi;
pruebame que eres mi hijo y mi de/ensor."
Y cuando Tutmes desperto, se dijo:
"-Los habitantes de la ciudad y del templo vienen a honrar
a la diosa, pero a nadie se le ocurrio librar su imagen de la arena."
Los relieves de la parte superior del monolito muestran al rey
ofreciendo incienso a la esfinge y presentan a continuacion el re-
lato completo del sueiio mas asombroso de la historia y de sus
asomhrosas consecuencias.El joven Tutmes, principe aun, casaba
con sus amigos en una zona del desierto proxima a Gizeh.
"El principe se divertia en los caminos del sur -dicen los jero-
glificos-, haciendo punteria sobre blancos de cobre, cazando leo-
nes y fieras del desierto y corriendo velozmenteen su carro, cuyos
caballos eran mas rapidos que el viento."
A mediodia se dejo caer, exhausto, de la cabalgadura. Despues
de almorzar quiso tomarse un reposo y envio a sus ayudantes a
descansar. Ofrecio ante el altar sus oraciones a los dioses, y se
retire a gozar de su descanso.
"La pesadez del suefio cayo sobre el principe a la hora en que
Ra es coronado. Tutmes oyo al dios venerado hablarle majestuo-
samente con su propia voz, en el tono de un padre que se dirige
a su hijo. Le decia: 1
"­Te veo, realmente, hijo mio; te contemplo. Tutmes, yo soy !
tu padre, el que te dara este reino, Tu levantaras su roja corona
r el pais serti tuyo en toda SU extension. La diadema de la reina
brillara sobre ti, y te seran. ofrecidos alimentos de Egipto y cos­
tosos obsequios de poises extranjeros."
El suefio concluyo con el urgente pedido de librar a la esfinge
de su tumba de arena, para que el joven principe pudiera ohtener
la prometida corona.
26 PAUL BRUNTON

Tutmes obedeci6 cumplidamente la orden recibida, enviando un


gran mimero de hombres a retirar la arena que llenaba la conca-
vidad y llegaba hasta el pecho de In esfinge.
Por su parte Heru-Khut, "el sol naciente", espiritu o dios de la
esfinge, fue fiel a su promesa. Por encima de sus herrnanos ma·
yores, el principe recibio la corona Iaradnlca con el nombre de
Tutmes IV; partio de Egipto al frente de sus ejercitos, llevandolos
en todas partes a la victoria; extendio el imperio desde la le]ana
Mesopotamia, al este, hasta la segunda catarata del Nilo, en Nubia,
al sur; vencio al oeste a los beduinos de Libia, y recibio de los
barbados etiopes los costosos obsequies que le hahian sido pro-
metidos en su suefio. Durante su reinado Egipto se hizo inmensa-
mente rico, sonriendo la prosperidad tanto a los laboriosos cam·
pesinos como a los principes ociosos; la cultura y la ci".ilizacion
adquirieron un grado de desarrollo sin precedentes en el pais, El
vaticinio de la prediccion se materialize) en una magnifica realidad.
Todo esto no es cuento, sino historia; no es leyenda, sino rea-
lidad objetiva. Porque los egipcios se preocuparon mas que ningun
otro pueblo de la antigiiedad en registrar los hechos de su vida;
y muchas de SUS cronicas, que fueron grabsdas profundamente
en piedra dura, sobreviviran a las que fueron redactadas en pnpel
o pergamino.
• • •
Pero no fue aquella la iinica vez en que un hombre se vio im-
pulsado a librar a la esfinge.
Siete veces la sepultaron las incansables arenas, y otras tantas
veces fue deeembarazada de su carga.
Eso fue en los tiempos historicos: los hombres de la prehistoria
veneraban a la 'imagen v la protezian con fervorosos cuidados.
EI primero que rescato a Ia esfinge de las arenas, hace mas de
cinco mil afios, fue Kafra, el faraon de la IV dinastia que trans-
Iormf la segunda piramide en una tumba para guardar su sarco-
fago de granito. Menos de dos mil afios despues se produjo el
segundo episodio; fue el de Tutmes IV. inducido por su famoso
suefio, Tutmes tratd ademas de protegerla de futuras invasiones,
haciendo levantar a su alrededor una muralla de ladrillos nisticos.
sin cocer,
Todavia se pueden ver los Iadrillos; algunos de ellos llevan es-
tampado el nomhre del fara6n. Pero la arena siguio amontonan-
EL EGIPTO SECRETO 27

dose y una vez mas tomo posesion de la gigantesca estatua. Esta


vez fue un gobernante extranjero, el sabio emperador romano
Marco Aurelio, el que hizo despejar a la esfinge, que estaha cu-
hierta de arena hasta el cuello. Las patas y la parte inferior del
cuerpo, que no eran de roca como el resto del cuerpo y la cabeza,
sino de lajas y argamasa, se hallaban en estado ruinoso. El atento
monarca hizo reparar esas partes, asi como tambien la harrera
protector a; los arreglos de la muralla se distinguen por su color ·
negro que los destaca sohre el fondo gris.
En el transcurso de la dorninacion arabe la esfinge foe, natu-
ralmente, descuidada por completo; las do rad as arenas la cubrie- ,
ron hasta que s.Olo quedo visible el fatigado rostro grisacco. Narue
se compadecio de ella hasta principios del siglo pasado, cuando
el capitan Caviglia, un entusiasta arqueologo italiano dado al es-
tudio de los misterios sohrenaturales, intento librarle la parte su-
perior del cuerpo; pero la invasion de arena era tan rapida que
le costaba trabajo evitar que fueran sepultadas de nuevo las partes
que iban quedando despejadas. En 1869 y en homenaje a la aper-
tura del canal de Suez, Auguste Mariette. fundador del museo egip-
cio. hizo otra tentativa parcial, y fue la quinta, para remover la
siempre creciente pila de arena: pero no persevere en su intento.
Treinta y tres afios mas tarde Maspero, sucesor de Mariette en la
direccion del museo, reunio fondos en Francia, por suscripcion
piiblica, con el mismo objeto. Con Ia irnportante suma ohtenida
estuvo en condiciones de descubrir la mayor parte de la esfinge.
Maspero esperaba encontrar en la base alguna abertura que
comunicara con un recinto interior. No podia creer que aquella
estatua singular no tuviese ningjin secreto arquitectonico. No en-
contraron nada; ni entradas ni aberturas de ninguna especie. Mas-
pero planted entonces la posibilidad de que Ia esfinge estuviese
asentada sobre una plataforma, debajo de la cual estaria la ca·
mara secreta que buscaba. Pero la tarea de excavar la hase del
monumento era demasiado g:rande para sus limitados recurses, y
como los millonarios norteamericanos todavia no habian comen-
zado a interesarse decididamente en la egiptologia, tuvo que dejar
esa obra para la posteridad.
EI septimo y ultimo esfuerzo se hizo hace pocos afios, cuando
el gobierno egipcio resolvio eliminar definitivamente la arena; las
excavaciones pusieron en descubierto el fondo de la concavidad
rectangular, basts entonces siempre oculta a la vista. Quedaron
28 PAUL BRUNTON

visibles toda la parte inferior del gran hloque de piedra, sepultada


durante tanto tiempo, la base de la estatua y la gran plataforma
rocosa, pavimentada con grandes lajas de piedra, en la cual
se levanta la esfinge. Tamhien volvieron a ver la luz del dia la
valla que rodea al monumento, gran parte del atrio anterior y la
escalera de doce metros de ancho que haja hasta la plataforma.
Por fin se podia admirar a la esfinge en toda su dignidad. Ro-
deando la valla se construyo un solido muro de cintura, oblicuo,
de hormigon, para mantener a raya al arenoso enemigo. Es de.
esperar que los · granos amarillos no anulen la encomiable obra
realizada, volviendo a acumularse, gradual pero aceleradamente,
sobre Ios flancos de la esfinge.
Y sin embargo, no hay que condenar con demasiado rigor al
enemigo. La arena sepulta las estatuas y los templos de Egipto,
pero al mismo tiempo desempefia para ellos un papel protector,
porque los resguarda, los conserve y evita su ruina. Quiza no haya
nada mejor, para preservar los monumentosde piedra hechos por
la mano del hombre, que las calidas y secas arenas africanas.
* * *
Las innumerables estrellas iban desapareciendo una por una,
bcrrandose poco a poco y como pesarosas; mi larga vigilia estaba
llegando a su fin. Yo habia fi j ado su termino para la hora en que _
ya no se puede vislumbrar en el indigo del cielo la marcha miste-
riosa de las constelaciones,y en que la aurora asoma timidamente
sobre la tierra con su tremula coloracion rosada.
El aire era fresco,. y yo tenia la garganta seca y abrasada.
Contempleuna vez mas aquella grave guardiana de secretos an-
tiguos, cuya petrea figura, a la debil luz de las estrellas, simboli-
zaha tan bien la imagen del silencioso cuidador del universo.
lHabia vuelto yo una hoja de la prehistoria egipcia poco leida
anteriormente? l Quien puede aventurarse a calcular la edad de la
esfinge? Si aceptamos su origen atlantico, lpodemos fijarle una
fecha precisa?
Yo no veia ninguna razon para que ese origen, brevemente en·
trevisto en mi nocturna vision, no fuera aceptado. Atlantida ya no
era una ficcion de filosofos griegos, sacerdotes egipcios o tribus
indoamericanas: los hombres de ciencia habian recogido mas de
cien pruebas de su existencia, Y veia, en cambio, que cuando la
esfinge fue esculpida en la piedra, los terrenos bajos que la ro-
EL EGJPTO SECRETO 29

dean no podian haber estado cubiertos de arena, porque entonces


la misma roca escarpada, que se encuentra al pie de. una colina
en cuya cumbre se levantan las piramides, estaria igualmente ta-
pada por la arena, lo que haria dificil si no imposible la tarea
de tallarla. No; lo mas probable era que la estatua hubiese sido
labrada antes de que hicieran su aparicion las arenas, cuando el
Sahara era un oceano gigantesco y la tragica isla de Atlantida re-
cortaba en su horizonte su vasto contorno.
Los hombres que habitaron el Egipto prehistorico, que tallaron
la esfinge y fundaron la civilizacion mas antigua del mundo, fue-
ron hombres que emigraron de Atlantida para instalarse en la
tierra que bordea el Nilo. 1 Y esos hombres abandonaron su des-
venturado continente antes de que se hundiera en el oceano Atlan-
tico, catastrofe esta ultima que reseco el Sahara convirtiendolo en
un desierto. Las conchas que recubren numerosos sitios del Sahara
y los peces fosiles que se encuentran en la arena prueban que
el desierto estuvo en un tiempo cubierto por las aguas de un
extenso oceano,
Fue una idea tremenda y asombrosa la de considerar a la es-
finge como un lazo de union, solido, visible, duradero, entre la
humanidad del presente y los seres de un mundo perdido, los des-
conocidos atlantes.
Para el mundo moderno el gran simholo ya perdio su signifi-
cado; no es mas que un objeto de curiosidad local. (,Que signifi-
cado tuvo para los atlantes?
Para poder contestar a la pregunta; busquemos algun indicio
en los restos culturales que aiin conservan aquellos pueblos cuya
historia reivindica tambien para ellos un origen atlantico. Explo-
remos el fondo de los ritos degenerados que practican actualmente
ciertas razas como las de los incas y los mayas, y remontandonos
hasta el culto mas puro de SUS lejanos antepasados, descubrire-
mos entonces que el objeto mas elevado de su veneracion era la
luz, representada por el sol. Por eso levantaron piramidales tem-
plos al sol por toda la antigua America. Esos templos eran varian-

1 "Todos los detalles conocidos -dice el reputado egiptologo sir J. G.


Wilkinson, uno de los mejores que haya producido la ciencia inglesa- per- L F
miten inferir que los egipcios ya habian hecho grandes progresos en Ias ·-
artes de la civilizacion antes de la epoca de Menes (el primero de los fa-
raones), y quiz8 antes de. que llegaran al valle del Nilo."
L
30 PAUL BRUNTON

tes o reproducciones ligeramente deiormadas de otros templos ei-


milares que habian existido en Atlantida.
__)• \ Cuando Platen foe a Egipto y se instalo en la antigua escuela
de Heliopolis, donde estudio durante trece afios, los maestros, sa-
cerdotes que habitualmente desconfiaban de los extranjeros, hicie-
ron una excepcion con el joven y serio investigador griego, y le
suministraron informaciones extraidas de sus muy cuidados ar-
chivos secretos. Entre otras cosas le dijeron que en el centro de
la isla Atlantida habia una gran piramide truncada en la que
se levantaba el templo principal del continente, un templo al sol'.
Los emigrantes que atravesaron el mar para desembarcar en las
costas de Egipto llevaron consigo su religion y construyeron otros
templos similares; en los gigantescos pilones inclinados y en las
piramidales tumbas de Egipto pueden verse actualmente las ca·
racteristicas de esa herencia atlantica. Y el mismo sol ocupo un
lugar de preferencia entre los dioses de Egipto.
Algo mas llevaron los emigrantes, y foe el gusto por la estatuaria
gigantesca, la predileccion por los gigantes de piedra. El mismo es·
tilo arquitectonico de los egipcios puede verse en las ruinas de los
templos de filiacion atlantica que se encuentran en Mejico, Peru
y el Yucatan, templos macizos, hechos de enormes bloques de
piedra admirablemente ensamblados ; y la misma caracteristica
familiar se advierte en las colosales figuras que se levantan en los
atrios y en los caminos de acceso a los temples.
Los hombres de piedra que encontr6 el capitan Cook en la isla,
de Pascua, ese resto solitario, desolado, montafioso, de todo un
continente sumergido, median solamente ocho metros de altura,
menos de un tercio de la altura de la esfinge; y sin embargo tam·
hien ellos tienen un parentesco ancestral con la estatua de Egipto.
El propcsito de la esfinge aparece ahora algo mas claro, Los
atlantes egipcios la tallaron para que fuera SU estatna maxima, SU
imagen conmemorativa mas sublime, y la dedicaron al sol, el dios
luz. Y en alguna otra parte erigieron el templo, tamhien el templo
mas grande y el mas sublime.
La esfinge fue el venerado emblema, esculpido en piedra, de
una raza para la que, en este mundo denso y material, la luz era
lo que mas se aproximaba a Dios. La luz es lo mas sutil e intan-
gible que el hombre puede apresar con sus cinco sentidos. Es la
sustancia mas eterea que conoce. Es el elemento mas etereo que.
puede manejar la ciencia; las distintas clases de raves invisibles
ta. J;:GJPTO SECRETO 31
no son mas que variantes de la luz, cuya vibracion no alcanza a
aprehender la retina. En el libro del Genesis el primer elemento
creado fue la luz, sin la cual no podria crearse nada. "Y el espiritu
de Dios se movia sobre la haz de las aguas =-escribio Moises, edu-,
cado en Egipto-. Y dijo Dios: Sea la luz: y Iue la luz." No sola-
. mente eso; es tambien el simbolo perfecto de la luz celestial que
despunta en lo mas hondo del alma, cuando el homLre entrega a
Dios su corazon y su mente; es el magnifico monumento a esa
divina iluminacion que lo aguarda en secreto en los momentos de
mayor desesperacion. Cuando el hombre se vuelve instintivamente
hacia la faz y la presencia del sol, enfrenta al cuerpo de su creador,
Y del sol nace la luz; sale del sol y se derrama sobre nosotros,
Sin el sol estariamos perpetuamente en la horrible oscuridad; no
germinarian las cosechas; la hurnanidad sufriria hambre, moriria
y desapareceria del planeta.
La veneracion a la luz y a su agente el sol fue el dogma central
I
de la religion atlantica y lo Iue tambien de la primitiva religion
lf ;,
1
I~ I
egipcia. Ra, el Dios sol, fue el primero, el padre y creador de todos
los demas dioses, el hacedor de todas las cosas, el uno, engendro
de si mismo.
"Honor a ti, que eres senor del cielo", canta el hermoso y anti-
guo Himno a Ra al Solir por el Oriente. "Recorres el cielo con el
corazon henchido de gozo. Tus rayos cubren todos los rostros. Te
saludo, mi senor, a ti que atraviesas la eternidad y cuyo ser es
infinito."
Si la esfinge estaba relacionada con esta religion de la luz,
debia de tener, sin duda, algun vinculo con el sol.
j Y en efecto, lo tenia ! Cuando me volvi para enfrentar el alba
que surgia de las tinieblas, destacando en el horizonte sus fajas
luminosas, recorde el disco de oro de mi vision y percibi instan-
taneamente cual era aquel vinculo. Para comprobarlo me incline
y escrute algo que tenia en la mufieca izquierda: mi buena amiga
y guia segura, la brujula <le esfera luminosa.
jY descubri que la esfinge habia sido: instalada de cara al este;
sus ojos sin vista estaban fijos en el punto exacto del horizonte
donde el sol iniciaha su reaparicion diurna!
La esfinge fue esculpida mirando al oriente para simbolizar la
vida que renace, del mismo modo que las tumbas reales de Egipto
fueron abiertas en la margen occidental del Nilo para simbolizar
la vida que pasd, por analogia con el sol poniente. Lo mismo que
32 PA.UL BRUNTON

el sol saliente que asciende al cenit,asi tambien asciende el hom-


bre, despuee de su resurreccion, al mundo espiritual; y lo mismo
que el sol que atraviesa el arco real de los cielos y sigue Juego su
curso, sin ser visto, detras del horizonte, asi tambien atraviesa el
hombre este mundo y el otro.
* * *
Retome mi posicion inicial y reanude mi vigilancia. A medida
que la noche se esfumaba, el rostro de la esfinge se iba haciendo
cada vez mas nitido, y la maciza muralla de cintura se destacaba
sobre la arena cada vez con mayor claridad.
En el cielo aparecio una tenue claridad rosada, cortada en largas
lineas que parecian trazadas a Iapia por una mano invisible. Co·
menze a elevarse el naciente sol, rev'elandopaulatinamente los de-
talles familiares del paisaje egipcio y tifiendo de rosa palido las
lejanas alturas.
A once kilometros de alli, los muecines de· El Cairo estarian su-
biendo a los altos minaretes de las mezquitas, desde cuyas plata-
formas circulares despertarian a los fieles del profeta; porque
habia Hegadola hora de su primera oracion.
Tambien la esfinge llamaba a orar, aunque en silencio..
Contemplando su rostro de medio perfil, me asombraba la te-
meridad de los hombres que, con sus armas sacr.ilegas, le habian
destrozado la mitad de la nariz. j Que pensamientos habriin atra-
vesado el cerebro de la esfinge cuando aquellos barbaros comen-
zaron a hacer fuego! Sorprendida primero, ofendida despues,
debio de recobrar, finalmente, su antigua resignacion filosofice. Los
egipcios culparon de la mutilacion a los soldados de Napoleon; los
arqueologos Iranceses la atribuyeron a los soldados mamelucosdel
siglo XVIII, que habrian utilizado la nariz como blanco para
ejercicios de artilJeria. Pero Napoleon jamas habria permitido esa
profanacion de la estatua mas antigua del mundo. El pequefio
corso era un hombre demasiado grande, demasiado amante del
arte, demasiado admirador de las grandes obras de la antigiiedad
y demasiado considerado para no apreciar el valor y el significado
de Ia sofiadora de piedra del desierto. Los mamelucos, con su
aversion mahometana a los idolos, tendrian, por cierto,· menos es·
criipulos. Y hasta un historiador arabe refiere que en 1379 un
jeque fanatico, llevado por su fervor hacia Ala, frato de romperle
la nariz a la esfinge. La verdad, sin embargo, es que el destrozo
u. EGJ/'1'0 St'CRETU 33

eomenzo mucho antes de que llegasen los mamelucos y los france-


ses; los siglos posteriores DO hicieron mas que presenciar SU C~D·
sumacion. Porque durante el largo lapso que se extiende entre la
caida de los faraones y el siglo XIX bubo viajeros supersticiosos
que no vacilaron en armarse de martillos y formones para obtener
recuerdos y talismanes a costa de la esfinge. Asi fue deteriorada
una parte de la boca por viajeros que visitaron la esfinge durante
una epoc'a en que el gobierno no valoraba los monumentos y las
antigiiedades del pais como los valora actualmente. Ahora los vi-
sitantes ya no pueden hacer lo que quieren; las autoridades man-
tienen una protectora vigilancia sobre la primera obra de arte
monumental de Egipto.
No todos los viajeros se entregaron a esa barbara costumbre.
Algunos que llegaron alla por los tiempos de los monarcas grie-
gos y romanos no resistleron la tentacion de grabar sus nomhres
al costado de la esfinge, o en el muro de circunvalacion; esos
nombres todavia estan alli, para que el curioso visitante contem-
poraneo los vea y los descifre. Y en el segundo dedo de la mano
izquierda, tan debilmente araiiado que es apenas legible, no ad-
vertido, por cierto, por las multitudes que a diario vienen y se
van, hay un hermoso soneto original, dedicado a la esfinge y fir-
mado con un nombre famoso, nada menos que el de Arriano, el
historiador de Alejandro Magno. Los hellos versos griegos mere-
cen ser publicados en alguna parte. Dicen asi, en una traduccion
simple, en prosa:
"Los dioses eternos formaron tu asomhroso cuerpo como soli-
cita atencion a una zona tostada por el calor, en la que echas tu
bondadosa sombra. Te situaron, como una isla rocosa, en el cen-
tro de una gran meseta, cuyas arenas detienes. Esta vecina que
le dieron los dioses a las piramides no es, como la de Tebas, la
esfinge homicida de Edipo; es la sagrada adepta de la diosa La·
tona, la guardiana del benevolo Osiris, la jefa eugusta de Egipto,
la reina de los que moran en el cielo o ante el sol, de igual cate-
goria que Vulcano."
La perdida mas grande .que sufrio la esfinge por los atentados
de sus perversos mutiladores es, quiza, la de su famosa sonrisa, esa
sonrisa amable, enigmatica, inescrutahle, que desconcerte al mun-
do antiguo, generacion tras generacion. Race aetecientos.afios la
destruccien todavia no era completa, y Abdul Latif, el medico, fi-
losofo y viajero de Bagdad, pudo decir en sus notas, sgudas y
34 PAUL BRUNTON
preclsae, · reflriendose a la gigantesca cabeza que se halla a tiro de
flecha de las piramides: "Esta cara es muy bella, y la boca lleva Im-
presa la gracia." Elogio digno de ser citado, por provenir de) hom-
bre cuya obra, El Cuerpo Humano, fue clasica Jurante siglos en
los pueblos arabes. "Me pregunte un intelectual que admireba mas
de todo lo que habia visto en Egipto", continua diciendo Abdul La-
tif, que comenzo SUS viajes por Egipto poco antes del aiio 1200
d. J. "Que objeto habia excitado en mis alto grado mi admiracion '.
En respuesta, Latif no pudo menos que seiialar la esfinge. i Por des-
gracia, ahora fa esfinge ya no podria ganar tan facilmente ese elo-
gio ! Ahora tiene la nariz saltada; a la barba, que era cuadrada y
en trenzas, le faltan pedazos; la boca aparece tristemente picada y
hasta en los costados del tocado pueden verse importantes dete-
rioros. La boca tenia en un tiempo un gesto amable; ahora esta
semitorcida y exhibe una expresion entre melancelica y burlona.
Pero si la vieja esfinge ya no sonrie, sigue no obstante en su sitio,
y pese a sus cicatrices y mutilaciones, continua contemplando el
suceder del tiempo con su imperturbable desden,
• • •
Tranquila y 'correcta, la extraiia figura que encarna la fuerza
del leen, la inteligencia del hombre y la serenidad espiritual de
los dioses, nos ensefia la ineludible verdad de que el ser humano,
mediante el dominio de si mismo, puede sobreponerse al animal
que lleva en su interior, y domefiarlo. ;, Quien puede mirar ese gran
cuerpo de piedra, cuyos miembros y garras de fiera se enlazan con
la cabeza y el rostro de una noble criatura humana, sin infe-
rir esa Ieccion elemental? ;, Quien puede buscar el simbolismo de
la culebra de capelo, emblema urteus de la soberania faraonica
que se yergue sobre su tocado, sin interpretar que la esfinge no
nos incita unicamente a que reinemos sobre los demas, sino a que
sepamos reinar sobre nosotros? Muda predicadora de piedra, la
esfinge transmite un silencioso sermon a todos los que tienen oidos
para percibirlo.
Las inscripciones jeroglificas qne se encuentran en las. paredes
de los temples del Alto Egipto, como las de Edfu, donde un dios
aparece transformandose en un Jeon con cabeza humana, para
veneer a Set, el Satan egipcio, sugieren que la esfinge represen-
taba a un ser o un objeto de naturaleza divina. Por su parte, un
hecho curioso sugiere que la esfinge oculta un secreto arquitec-
.,\ .,,.
.

; ~\\

~~)·.
EL f,GIPTO SECRETO

tonico y esconde un misterio en el seno de la roca, F.n diversas


partes de Egipto hay, instaladas delante de los respectivos tem-
plos para guardar y proteger la entrada, pequeiias reproduccio-
nes de la esfinge, o leones protectores delineados sobre las puer-
tas. Hasta las llaves de los templos tienen forma de leon, La unica
que, al parecer, no tiene su correspondiente templo. detras, es la
esfinge de Gizeh. Lo que se Barnaba el templo de la esfinge, esa
construccion con aspecto de fortaleza, hecha de columnas rec·
tangulares de piedra rojiza y paredes macizas, sencillas, no per·
tenece en realidad a la esfinge; las ultimas excavaciones del pro·
fesor Selim Hasan lo ban demostrado categorica y satisfactoria-
mente. Se sabe ahora que es el templo de la piramide de Kafra, la
segunda piramide con la que esta unido por medio de una calzada
pavimentada, en declive, que ha sido completamente desenterrada,
Ademas, ese curioso santuario se encuentra delante y no detras
de la esfinge.
El pequefio templo abierto que Caviglia puso al descubierto
entre el pecho y las patas de la esfinge ( actualmente casi desapa-
recido ya) fue construido mucho mas tarde que la estatua. Lo
formaban tres estelas de cuatro metros de altura, que hacian el pa·
pel de paredes, sin techo; manos interesadas y el tiempo derribaron
y retiraron dos de ellas. De igual modo, el ara que se levantaba
a la entrada del templo, y que ahora se encuentra a la entrada
de las manos, es c;le factura romana, aunque fue hecha con un
bloque de granito rojo sacado del vecino templo de Kafra, mucho
mas antiguo que aquel,
;,Donde esta, entonces, el verdadero templo de la esfinge?
Alce un poco la 'cabeza y mire detras de la estatua. Y vi, desde
mi angulo visual, destacando SU silueta con los primeros resplan-
dores de) dia y elevando al cielo SU vertice truncado, a la cons·
truccion mas grande del globo, al insoluble misterio de piedra de
la historia, a la primera maravilla del universo, tanto para los
griegos como para nosotros; al enigma que desconcerto al mundo
antiguo y continua desafiando al moderno; a la digna amiga de la
esfinge: j la gran piramide !
La esfinge y la piramide, construidas las dos en la era atlan-
tica, son sefiales visibles del misterioso continente, mudos legados
de una raaa de hombres que se fue tan misteriosamente como su
tierra.
36 PAUL BRUNTON

La esfinge y la piramlde recuerdsn a los sucesores de los atlan-


tes las glorias de aquella civilisacion perdida,
• • •
Y volvieron a encontrarse el sol y la esfinge, renevando una
cita augusta que cumplian diariamente desde hacia un numero
incontahle de afios. El cielo paso rapldamente por todos los cam-
hios que sohrevienen en Egipto despues del amanecer; el hori-
zonte troco su color del rosa al heliotropo, del heliotrope-al vio-
leta, del violeta al rojo, y se revistio finalmente con ese azul
claro, intenso, sin nuhes, que · es el dosel perpetuo de Egipto.
Ahora se que la esfinge, vigilante del desierto, es el emblema de
los cuatro sagrados vigilantes, silenciosos cuidadores de este
mundo, los cuatro dioses que ejecutan los mandamientos de la
divinidad, los misteriosos guardianes de la humanidad y su
destino. Los hombres que esculpieron la figura de la esfinge
conocian la existencia de esos seres eminentes; nosotros, pohres
hombres modernos, la hemos olvidado completamente.
Un poco cansado por mi larga vigilia nocturna, me prepare
para despedirme de la titanica cabeza que se elevaha sobre la
arena. La serenidad de su actitud, la excelsa calma de su postura,
el sosiego espiritual que irradiaba, habian actuado en cierto mo·
do sohre mi, infundiendome un indefinihle desinteres mundano
que no podria expresar en palabras. La esfinge, tan vieja que
habia presenciado la infancia del mundo, sumida en contempla-
eion inmutahle, vio suhir las civilizaciones hasta el pinaculo de
la gloria y luego caer lentamente como £lores marchitas, y vio
llegar, vociferantes, a los invasores que iban y venian, partian o ·
se quedahan. Y sin embargo se mantuvo en su sitio, completa-
mente tranquila, totalmente apartada de toda emocien humana,
Esa petrea indiferencia a las mutaciones del destino se me con-
tagio en el transcurso de la noche. La esfinge nos releva de toda
inquietud por el futuro, nos alivia todos los pesares del alma; y
convierte el pasado en una pelicula cinematografica que podemos
ver con desapego, como espectadores desinteresados.
Bajo el claro zafiro del cielo, mire por Ultimavez la ancha fren-
te, los ojos hundidos, las mejillas redondas y llenas, el macizo
tocado proyectado hacia afuera, que imitaha un verdadero tocado
de lienzo plegado, atravesado por handas horizontales, una an-
cha y dos angostas. Observe de nuevo las rayas rosadas que cru-
EL EGIPTO SECRETO 37

zaban las mejillas, reminiscencia de la esfinge que vieron los


hombres de antaiio, cuando estaha revocada con piedra caliza
alisada y coloreada de rojo opaco.
Si bien en aquel cuerpo yacente se combinaban en simheliea
conjuncion la fuerza del leon y la inteligencia del hombre, habia
en el, no· ohstante, algo que no era ni bestial ni humano, algo que
estaba :rpas alla y mas arriha de una y otra cosa, j algo divino !
Aunque no habiamos camhiado ni una sola palabra, de la pre-
sencia de la esfinge habia emanado, sin embargo, un balsamo es-
piritual. Aunque yo no habia osado murmurar una sola palabra
en aquellas grandes orejas, tan sordas al bullicio del mundo, yo
sabia que me habia comprendido perfectamente. Si, hahia sin
duda algo sobrenatural en aquel ser de piedra, que habia des-
cendido al siglo xx como un ente de un mundo desconocido. Pero
sus gruesos labios sellados retenian con firmeza sus atlanticos'secre-
tos. La luz del dia me habia revelado · a la esfinge en todos sus
detalles, pero tambien habia aumentado su misterio.
Estire sobre Ia arena las piemas entumecidas y me puse de pie
lentamente, dirigiendo al rostro impasihle una palabra de despe-
dida. Y en su mirada inmovil, fija en el este, siempre atenta a
la salida de los primeros rayos del sol, volvi a ver el reconfortante
simbolo de nuestra segura resurreccion, tan segura e ineludible
como Ia aurora.
-Tu no eres del tiempo solamente, sino tambien de lo que es
inmortal =­murmuro la esfinge,_ rompiendo por fin su mutismo­.
Tu eres etemo; no eres solamente de carne perecedera. El alma
del hombre no puede ser muerta; no puede morir. Tu alma aguarda
en tu corazon; envuelt« en su manto, como yo aguarde en tu
mundo, envuelta en la arena. Conocete a ti mismo, joh, mortal!
Porque hay alguien. en ti, en todos los hombres, que oiene, se
detiene frente al estradd, y atestigua que HAY Dios.
CAPITULO III
LA PIR.AMIDE
Los faraones ya no son mas que fantasmas, sutiles espiritUI
vaporosos que moran en Amenti, la tierra escondida; pero lu
piriimides siguen aqui, con nosotros. Solidos y voluminosos mo:
numentos, se unieron en forma pennanente con la meseta rocoea
donde fueron levantados. El Egipto antiguo continua atrayendo
la atencien y manteniendo el interes del mundo moderno, sobre
todo porque nos dej 6 estupendos testimonios de su existencia, tes-
timonios que son mas concretos y mas tangibles que los de eual-
quier otro de los extinguidos imperios orientales.
Pllnio, el historiadot romano, dijo que las piramides hahian
extendido su fama por todo el mundo; hoy, dos mil aiios despues
de aquella afirmacien, podemos decir sin vacilar que el tiempo
no disminuyo en lo mas minimo esa fama. Tengo unos amigos
que viven, semirrecluidos, en una remota localidad mediterranea,
al sur de la peninsula hindu; son hombres que probablemente no
cruzaron nunca la extensa cadena de colinas vecinas a su tierra,
hombres que no perturban al mundo ni se perturban por Ias co·
sas del mundo. No hace mucho les escribi, refiriendoles las in·
vestigaciones que estaba llevando a cabo en la gran piramide,
No les dije d6nde estaba esta ultima; no lo crei necesario. Yo
sabia que ellos no lo ignorahan; y cuando recihi respuesta, com·
probe que mi opinion hahia sido exacta: aquellos sencillos hin-
dues la conocian. La fama de las piramides era mas grande aun
que en los tiempos de Plinio. En realidad, es tanto su renombre
que me pregunto cuantoe grandes magnates de los negocios ha-
bran contemplado ansiosos esas caras triangulares, lamentando que
EL EGIPTO SECRETO 39
unos espacios tan magnificos no puedan ser aprovechados para
la publicidad. Quiz& no este lejano el dia en que algiin fahricante
emprendedor ofrezca al gobiemo egipcio cien mil piastras anuales
por el derecbo de poner sobre la cara norte de la gran piramide
un enorme cartel, en el que tendriamos el dudoso placer de leer,
en ingles, frances y arabe, la orden de que nos lavemos la cara
con un jabon cuya fama no le va en zaga a la de las mismas
piramides.
Esos antiguos monumentos que desafian al tiempo exeitan el
interes de los sabios y despiertan la curiosidad de los profanos,
en parte porque surgen deJ. abismo de los siglos y en parte porque .
su inmenso tamaiio puede pasmar hasta a una generacien como
la actual, acostumhrada a las grandes construcciones. Cuando. ve-
mos por primera vez las piramides, tenemos la impresion de que
hemos entrado en un mundo antiguo, extraiio; en una epoca re-
presentada apropiadamente por el exotismo de aquellos desusados
contomos. Llenos de asombro nos preguntamos de que manera
habran podido levantar aquellos hombres primitivos, rivalizando
con la misma naturaleza, esas gigantescas montaiias artificiales so·
bre una meseta desierta.
Cuando Ios conquistadores griegos entraron en Egipto y divi-
saron esos increibles edificios que erguian al cielo del desierto
sus cimas puntiagudas, se quedaron contemplandolos silenciosos
y sobrecogidos; y cuando los sabios griegos de la epoca de Ale-
j andro hicieron la lista de las siete maravillas del mundo, pusie-
ron a las piramides en primer lugar. Hoy solo quedan ellas de
las siete.
Pero edad y tamaiio, por impresionantes que sean, no son Ios
unicos factores que justifican ese honor. Hay otros hechos que se
refieren a la primera y mas grande de las piramidee, mucho
o poco conocidos, que pueden maravillamos tanto como aquelles
a los griegos.
Cuando los expertos que Napoleon llevo consigo en la invasion
a Egipto recibieron el encargo de hacer un mapa del pais, toma-
ron la gran piramide como meridiano central para marcar las
longitudes. Despues de haber delineado el mapa del Bajo Egipto
comprobaron codn la sorpresa consiguiente queel, por extraiia coinci-
dencia, o coinci encia aparente, el meridiano egido pasaba exac-
lJ_
tamente por el centro de la region del delta :formado por la desem-
hocadura del Nilo, y dividia practicameete todo el Ba]o Egipto en
PAUL BRUNTON
dos mitades iguales.·Mayor ailn fue su sorpresa cuando compro-
baron que trazando a partir de la piramide dos lineas diagonales,
perpendicnlares entre si, estas delimitahan toda la region del
\ delta. Y quedaron completamente estupefactos cuando, despues
de un examen mas detenido, advirtieron que la posicion de la
gran piramide podia ser aprovechada como meridiano central no
solamente para Egipto sino para todo el gloho terrestre, i porque
la grdn piramide se leoanta exactamente en la linea media del
mundol
Este hecho asomhroso es consecuencia de su posici6n; si se
traza en un mapa una linea vertical que pase por la piramide, la
superficie de las tierras del lado este de la Iinea c;era igual a la
; superficie del lado oeste. El meridiano de la gran piramide es; por
lo tanto, la longitud cero natural de todo el gloho; su posici6n
resulta, sobre la superficie del mundo, por consiguiente, particu-
larmente significativa. Y en perfecta armonia con esa posicion,
las cuatro caras inclinadas corresponden a los cuatro puntos car·
dinales de la bnijula.
Esta extraordinaria posici6n geografica de un monumento cons-
truido por la mano del hombre, o es una · coincidencia involun-
taria, o un hecho intencional; tratandose de una raza tan·sagaz e
inteligente como la de los primitivos hahitantes de Egipto, es
forzoso aceptar la segunda alternativa. La circunstancia de que
el edificio de piedra mas grande del mundo haya sido levantado
en la linea central· de la esfera terrestre, impresiona poderosa-
mente. i Da realmente que pensar el hecho de que la construccion
mas importante del mundo haya eido' situada en ese punto!
Guias y manuales de turismo nos dicen con toda desenvoltura
que la gran piramide fue construida por Kufu, fara6n de la IV
dinastia que fue llamado Keops por los griegos, y que se pro-
puso erigir una tumha de primers categoria, original y digna de
un rey; y con eso se acaha su historia. Como teoria practica, util
y convencional, ese concepto de que la piramide no es mas que
un grandioso sepulcro, es indudahlementela mejor .que se puede
hallar. La respaldan todos los grandes egipt6logos, arque6logos
e historiadores. Dehemos, pues, inclinar la cabeza respetuosa-
mente ante las autoridades ortodoxas y aceptar su dietamen.
Pero tambien hay opiniones heterodoxas. Las teorias que se
ban ido formulando acerca de esa antiquisima construecion. y
son muchas; van desde las completamenteimprohahles hssta las
EL EGIPTO SECRETO 41

cientificamente admisibles; porque las piramides son bastante


grandes e importantes como para ser un grato campo de experi-
mentaci6n para los maniaticos.
El jefe de ingenieros de un ferrocarril australiano se tomo la
molestia de reunir una colecci6n de cifras y medidas para probar
que las piramides estaban destinadas a ser empleadas en la agri-
mensura. En Paris tuve ocasion de conocer la febril correspon-
dencia que habian mantenido un profesor frances y dos afamados
egipt6logos, y en Ia que el primero trataba de probar que el ver-
dadero objeto de las piramides era el de conmemorar simb6lica-
mente Ia creaci6n artificial del rio Nilo, que se llev6 a cabo en
epoca remota. Ciertos ingeniosos historiadores ven en las pira-
mides gigantescos graneros en los que Jose, hijo de Jacob, alma-
cenaba las mieses destinadas a alimentar al pueblo en tiempos de
escasez y hambre. Si esos historiadores se hubiesen aventurado a
visitar el interior de las piramides, habrian podido comprohar
que en el espacio aprovechahle para dep6sito apenas <1i puede
caber una cantidad de cereal suficiente para alimentar a los habi-
tantes de una sola calle de una ciudad. ~
Hace cincuenta afios el astr6nomo Proctor present6 un intere-
sante alegato para demostrar su teoria de que las piramides fue-
ron construidas con fines astron6micos; eran atalayas para vigi-
lar y registrar la posicion y los movimientos de astros y planetas.
i Pero ohservatorios tan costosos nunca fueron erigidos antes de
las piramides, ni volveriin a serlo!
lgualmente ingeniosos y fascinantes son los argumentos de los
que ven en el sarcOfagode piedra de la camara real nada menos
que una pila bautismal, la q1,1e eslaria llena de agua cuando se
usaba. Otro grupo, sin embargo, declara que el sarc6fago se Ile-
naba de granos, y no de agua, porque estaba destinado a servir de·
unidad de rnedida para todos los raises del rnundo.
Tampoco es concebible que se hayan escondido en los nichos
grandee tesoros en oro y joyas, porque la construcci6n costaria
tanto como la fortuna que hahria de guardar.
Otros teorizadores creen que las piramides fueron originalrnen-
te faros gigantescos, erigidos para favorecer la navegaci6n por el
Nilo. En cuanto a la afi.tmaci6n de monsieur de Persignv de que
eran diques macizos in'Staladospara defender casas, tumbas y
temples de las invasoras arenas del desierto, solo puede hacer
sonreir a los egipcios modernos.
42 PAUL BRUNTON

Pero hay otru teorias, sostenidaa por infatigables propagan·


distas, que son exteriormente plausibles y hallaron amplio eco
en ciertos circulos de lnglaterra y Norteamerica. Son teorias in·
teresantes, hasta diriamos fascinantes, y h&bilmente desarrolladas.
zPero hasta que punto son exactas?
SegUn esas teorias, las medidas interiores de la gran piramide
tendrian un significado peculiar; afirman sus defensores que las
.camaras, los corredores y la galeria contienen un texto simbolico
y una profecia relativa a nuestra epoca actual, y pretenden haber
descubierto las claves precisas para descifrar el mensaje. Longitud,
ancho y altura de los pasajes, las camaras y las entradas Mirian
mudos presagios de una nueva y terrible hecatombe. Los autores ·
de la teoria la respaldan con una increible comhinacien de cifras,
y reiinen en una extraiia mescolanza a la raza anglosajona, laa
tribus perdidas de Israel, los diversos libros de la Biblia y loa
egipcios primitivos.
Veamos un ejemplo sencillo de sus declaraciones:
"Midiendo los pasajes y la gran galeria interiores -diam-,
· descubrimos que nos. dan, en pulgadas, el ntimero exacto de aiioa
necesarios para situarnos en la . epoca actual. La gran galeria tie,
ne mil ochocientas ochenta y tres pulgadas de largo; agregando
a 1 esa cantidad treinta y uno (los aiioa que seiiala la piramide
al ministerio redentor de nuestro Sefior] ' obtendremos la cifra de
mil novecientos catorce, que es el aiio en que estallo la gran
guerra." .
La piramide, afirman, no fue construida para beneficiar a sus
constructores; fue una obra altruista destinada a favorecer a las
edades del futuro, con refereneia especial a la llamada era del
milenio. Y aguardan confiados la llegada del Mesias, el adveni·
miento de Alguien indicado por la mayor revelacion de la pira-
mide.
Quisiera poder creer estas cosas, como las creen mis amigos;
quisiera, como ellos; alegrar mi coraz6n con las mismas espe-
a
ranzas. Pero se yerguen e interponen la razon, la que siempre
debo atenerme, y el sentido connin, que debo conservar como un
preciado tesoro,
El hombre cuyos infatigables esfuerzos y perseveraates investi-
gaciones contribuyeron en mayor grado que los de cualquier otra
persona a concretar esas teorias, es Piazzi Smyth, que fue . en un
tiempo astronomo en Escocia. Smyth tenia una personalidad
EL EGIPTO SECRETO

asombrosa; oscilaha al horde del genio, pero su rigido dogmatismo


esccces interceptaha y deformaba el mensaje que la intuicion
trataba de transmirir al intelecto.
Smyth paso todo un inviemo estudiando la piramide, midiendo•
la de un extremo a otro, registrando distintos angulos y examlnan-
do los menores detalles. Pero el habia llevado SU opinion ya forma-
da, y todas las medidas y los ealculos tenian que adaptarse a sus
teorias; estas, como la piramide, eran inamovibles; aquellas en

./ •...
...... ·
.,• .·.··'

Coan TRAl'CSVERSAL DEL ll'CTERIOR DE LA GRAl'C PmAMmlt

cambio, se podian acomodar a la prueba buscada. Smyth trabe-


j aha honestamente, desde luego, pero estaba enceguecido por au
prejuicio. Lo que puedo decir es
que el difunto sir Ernest Wallia
Budge, ex cuidador de las antigiiedades egipcias del Museo Bri- .
tanico, no acepto los clilculos de Smyth. Y que sir Flinders Pe·
trie, decano de los arqueologos ingleses de Egipto, despues de cui-
dadosas mediciones realizadas en la piramide durante todo un
inviemo, hallo una dif erencia de setenta y una pulgadas entre su
cifra y la de Piazzi Smyth, en una de las part.es mas importantes
del monumento. Y finalmente que otro hombre, un experto inge-
niero, examino recientemente todos los resultadoa, intemos y ex-
ternoe, oLtenidoa no .Olo por Piazzi Smyth lino tambien por aua
14 PAUL BRUNTON

principales sucesores, y llego a la conclusion de que varios de los


calculos presentados por estos ultimos carecian de seriedad, Uno
de los desilusionados partidarios de Smyth, segiin la divertida
anecdota relatada por Petrie, que lo sorprendio en la tarea, trato
de rehajar la saliente de granito, en la antesala de la camara real,
para darle la medida requerida por la teoria.
Pero no es la imperfeccion de las medidas la iinica raz{m por
la que dehemos ser cautelosos con el entusiasmo ,!le esta gente.
Hace muchos afios solian decir que la piramide habia sido cons·
truida en el aiio 2170 a. J ., porque ese aiio cierta estrella polar
se hallaha en linea recta con el eje del pasaje de entrada, y supu-
sieron que a ese extenso corredor se le hahia dado ex-profeso la
inclinacion necesaria para que pudiera recibir la luz de la estrella.
Pero, en virtud de ese gran movimiento celeste llamado preeesion
de los equinoccios, las estrellas ahandonan la posicien que ocu-
pan con respecto a nuestro gloho y no vuelven a pasar por el
mismo punto del cielo hasta veinticinco mil ochocientos veinti-
siete aiios mas tarde. Por consiguiente, se podria decir con la
misma logica que la gran piramide fue construida veinticinco mil
ochocientos aiios antes del aiio 2170 a. J ., porque tamhien en
esa oportunidad la referida estrella polar estaha en posicicn de
atishar por el pasaje de entrada.
En realidad, el pasaje de entrada enfoca, por su Inelinacion,
un punto que durante varios siglos ocupardn todas las estrellas
a las que 1~ toque, por turno, montar la guardia frente al polo.
Luego, el argumento de que el corredor de entrada fue construido
de modo que recibiera la luz de la estrella Alfa, de la constelacion
del Dragon, tiene muy poco valor, porque el corredor recibio la
luz de muchas otras estrellas.
Nuestros teoricos no podian aceptar la fecha mas remota por-
que implicaha que la raza humans tenia una antigiiedad mucho
mayor que los cinco o seis mil aiios seiialados, segiin ellos, por la
Biblia. Se atuvieron, por lo tanto, a la mas proxima, y esta ultima
fue rechazada con razon por todos los egiptologos porque, de
acuerdo con las inscripciones y cronicas historicas descuhiertas,
la piramide no pudo haber sido edificada en fecha tan reciente.
La Biblia es una coleceion de libros mas complicada y mas pro-
funda de lo que parece a primers vista. Los primeros cinco lihros,
y especialmenteel del Genesis, no pueden ser leidos correctamente
EL EGIPTO SECRJ-:TO 45

sin clave; y esa clave, desgraciadamente,hace muchos siglos que


fue abandonada.
Los hombres interpretan mal los escritos biblicos y violentando
la razon se esfuerzan por ingerir lo que esos escritos nunca ban
querido decirles. Y fue asi como Ilegamosa la risuefia situacion del
siglo pasado, cuando los geologos descubrieron que los depositos
terrestres de animales fosiles indicaban palmariamente la imposi-
bilidad de que el mundo tuviera solamente los seis mil afios de
edad que le fueron asignados, y los no menos eminentes teologos
afirmaron con toda seriedad que Dios habia enterrado a propo-
sito esos fosiles para poner a prueba a los fieles.
Si nuestros te6ricos de la piramide no hubiesen leido mal, a su
vez, la Biblia, podrian haber aceptado la fecha mas antigua y estar
quisa muy cerca de la verdad. Porque la solida estructura 'de
piedra de la piramide pudo muy bien haber resistido los embates
del tiempo durante un lapso de trescientos siglos; por su forta-
leza y estabilidad, la piramide seguira en pie cuando todos los de·
mas edificios del mundo se hayan reducido a polvo.
Las teorias de esta escuela han tenido una amplia difusi6n pro-
bablemente por las predicciones que elaboraron sus partidarios.
Reuniendo en una curiosa mescolanza las manifestaciones de Ios
profetas hebreos con las dimensiones de la gran piramide, predi-
jeron los estallid!:'sde las guerras, las caidas de los gobiernos, la
reconstituci6n de la iglesia cristiana y el retorno de Cristo; las
calamidades econ6micasdel rnundo y la divina misi6n de los pue-
blos de habla inglesa; los catastr6ficos cataclismos de tierras y
mares, etcetera, etcetera.
Recordemos,sin embargo, que el mismo Piazzi Smyth fijo el de
1881 como el afio del milenio. Y que su escuela seiialo el mes de
mayo de 1928 como el mas funesto de la historia; pero no paso
nada y nosotros seguimos existiendo. Transfiriose entonces el
augurio al mes de septiembre de 1936, seiialado tambien, segun
dicen, por esas portentosas dimensiones de la piramide,
Ningiin racionalista podra aceptar con facilidad la aseveracion
de que la piramide, que requirio para su construccion gastos y
· esfuerzos sin precedentes, no fue erigida para la generacion de
aquel entonces, ni para las generaciones inmediatas, ni siquiera
para la posteridad egipcia, sino para los pueblos que habitarian
en otros continentes casi cinco mil afios despues. Aun suponiendo
que los creadores de Ia teoria hayan registrado correctamente al-
46 PA.UL BRUNTON
gunas de las proporciones matematicas y de las caracteristicas
internas de la gran piramide, se fueron por la tangente y se Ian-
zaron en una zarabanda de predicciones que no tienen ninguna
relaci6n visible con aquellos datos. Esa teoria supone, en esencia,
que Dios indujo a los egipcios primitivos a que dejaran escrito
un mensaje de piedra destinado a nuestra epoca; pero Dios pudo
habernos comunicado ese mensaje ahora, directamente, con la
misma efectividad, mediante el recurso mas sencillo y mas seguro
de emplear un profeta humano, en Iugar de correr el riesgo de
que el secreto mensaje de piedra no fuera advertido, como no lo
fue durante todos los siglos anteriores, o de que fuera mal inter-
pretado, como pudo haber ocurrido tan facHmente en el actual
Pero aunque esas peregrinas teorias sean inaceptables para nos-
otros, debemos respetar, no obstante, las intenciones sinceras de
sus sostenedores, a quienes podriamos incluso agradecer por el
interes piiblico que han logrado despertar por el significado es-
piritual del extraordinario monumento.
El verdadero objetivo de la piramide y el significado simb6lico
de la esfinge son dos de Ios mas fascinantes e interesantes enig-
mas que Egipto propone tanto a sus habitantes como a sus visi-
tantes; y son tambien los mas dificiles de resolver.
* * *
lEs decir, entonces que el rascacielos egipcio fue edificado
simplemente para guardar la carne momificada de un fara6n. co-
mo dicen los manuales y repiten a 'Ios turistas los dragomanes
arabes vestidos de negro? lEsa enorme masa fue extraida de las
vecinas canteras de piedra caliza de Tura y arrancada a las mas le-
j anas canteras de granito de Syene, nada mas que para depositar
un cadaver fajado? ;, Casi dos millones y medio de metros cubicos
de piedra fueron transportados y elaborados fatigosamente bajo
el ardiente sol africano para satisfacer el capricho de un rey? lSe
emplearon dos millones tr.escientos mil bloques de piedra, de unas
dos toneladas y media de peso cada uno, prolijamente unidos en-
tre si con cemento, para cubrir lo que se podria haber recubierto
con unos pocos bloques? · Y por Ultimo, ;, tenia razon el historia-
dor hebreo J osefo cuando declare que las piramides eran "mo-
numentos vastos y vanes"?
Conociendo el poder que tenian los f araones y las creenciu en
el mas alla de los efripcios, podemos aceptar que haya sido uf;
EL EGIPTO SECRETO 47

pero aunque es posible, no es probable. Aunque segun la tradicion


cierto califa tenia, puesto en pie delante de una puerta de] pala-
cio, un cajon de momia de madera decorada que habria sido
sacado de la piramide, ningtm historiador serio ha podido com·
probar hasta ahora que en la gran piramide se haya encontrado
un ataud, o un cuerpo, o elementos fiinerarios. No se ven en
ninguna de las paredes interiores esas larguislmas inscripciones
jeroglificas que se encuentran en todas las bovedas funebres de
Egipto; ni bajos relieves, ni pinturas representando escenas de la
vida del difunto. Las paredes interiores de la piramide son lisas,
desprovistas de todos los adornos con que a los faraones Jes gus·
taba llenar las tumbas, libres de todos los ornamentos que seria
dable encontrar si ese monumento fuera una de las tumbas mas
importantes del antiguo Egipto.
Lo que Se considers probablemente como la prueba mas COD•
cluyente de que la piramide era la tumba de un monarca pagano
es el cajon de granito rojo, vacio, sin tapa, que se encuentra en
el suelo, en la camara del rey. Ese caj6n, dicen los egiptologos,
es evidentemente el sarcofago del rey ; y con eso dan por con·
cluida la cuestien,
;, Pero por que no tiene ese sarc6fago en sus costados los tex-
tos y las figuras religiosas acostumbrados? ;,Por que no hay ni
una sola palabra, ni una sola inscripci6n jeroglifica? Todos los
demas sarc6fagos conocidos llevan alguna leyenda o' repreeenta-
cion grafica que indica para que fueron usados. l Por que no
tiene nada de eso este caj6n, si es el sarc6fago de uno de los reyes
mas famosos de Egipto?
l Para que se instalaron conductos de aire, de mas de sesenta
metros de extension, que comunican la b6veda funebre donde se
encuentra el pres unto sarcof ago con el exterior? Las momias no
necesitan aire fresco, y los obreros no tenian por que volver a
entrar en la camara despuee de haberla techado. No he visto en
ninguna parte de Egipto ninguna. otra camara, construida para
servir de sepulcro a los muertos reales, que tuviera conduetos de
ventilaci6n.
lPor que fue colocado ese supuesto ataud en un recinto que se .I
encuentra a euarenta y cinco metros de altura, habiendo sido la . \
norma habitual en Egipto la de cavar las bovedas mortuorias en la \
roca por debajo del nivel del suelo? Y no solo en Egipto ; es cos·
tumbre generalizada en todo el mundo, siempre lo ha sido, la de
/'AUL BRUNTVN

depositar a los muertos sobre o debajo de la tierra. "Polvo eres


y al polvo retornaras", fue siempre el mensaje que la naturaleza
transmitio al hombre.
lPara que se construyo ese elevado corredor de acceso a la ca-
mara real, la gran galeria, de mas de nueve metros de altura, si una
simple prolongacion de la del pasaje ascendente, que solo tiene
algo mas de un metro de altura, habria podido llenar las mismas
funciones y costar mucho menos trabajo, porque su construcoion
seria mucho menos complicada que la de aquella?
iPara que se construyo esa otra camara al lado de la primera,
la Hamada camara de la reina? Los faraones no eran sepultados
j unto a las reinas, y para una sola momia no hacen falta dos tum·
bas. Si la camara de la reina tuviera las acostumbradas pinturas e
inscripciones morales que se encuentran en los sepulcros egipcios,
su existencia como antesala podria estar j ustificada; pero esta tan
desnuda y exenta de ornamentacion como la camara del rey.
l Y para que habran dotado de respiraderos tambien a esa otra
sala, aunque tuviesen las hocas tapadas cuando fueron descu-
hiertos? iPara que se habran tornado la molestia los construe·
tores de la. piramide de proveer de ventilacion a esas dos supues-
tas tumhas? Vale la pena repetirlo: los muertos no respiran.
jNo! La razon, que busca la verdadera causa de todo ese gasto
de tiempo, trabajo, material y dinero, al negarse a aceptar la te-
sis de la prediccion y la teoria de la tumha, dehe volverse a otro
lado en procura de una nueva explicacion.
* * *
Dedique al misterio de las piramides Jargas meditaciones, y
pase muchas horas vagando por las ruinas rocosas que las rodean,
o recorriendo los oscuros corredores y los somhrios recintos de
su interior. Muy a menudo me sentaba a cavilar sohre el proble-
ma, bajo el ~iente sol del mediodia, en las hlancas piedras
calcareas al pie de la gran piramide, o en las hlandas arenas
que se encuentren al este. Escale la mamposteria, hilada por hila-
da, buscando cuidadosamente alguna huella; examine todas las
grietas y estudie la, disposicion general de las tres construcciones.
Penetre en los tenebrosos tuneles de las piramides segunda y ter-
cera, raras veces visitadas, espantando robustos lagartos y enor-
mes cucarachas. En pocas palabras, me dedique con tanta inten-
sidad a mis investigaciones,que llegue a conocer aquellas antiguas
EL EGJPTO SECRETO 49

construcciones, aquellos recuerdos de piedra de la primitiva raza


de hombres que hahito en Egipto, tan bien como mi nuevo de-
partamento de El Cairo.
Cuantos mas detalles iba conociendo de SU estructura, tanto mas
las admiraha, y a medida que iba entendiendo mejor sus origi-
nales planes, mejor comprendia su extraordinaria superioridad tee·
nica.
Reclamaha y ohtenia toda mi admiraeion la habilidad tecnica
que habia requerido, para formar aquellos triangulares legados
de la remota antigiiedad en una epoca en que no se contaba con
la ayuda del vapor ni de la electricidad, extraer los inmensos blo-
ques de piedra de las canteras, transportarlos, izarlos y colocarlos
en sus respectivos lugares. No habia gruas de vapor, instaladae
sobre rieles de acero, para alzar los bloques; vapor y acero eran
desconocidos en aquel entonces.
Por cierto que si algiin faraon hubiese querido dejar a la pos·
teridad un sepulcro perdurable, no habria podido elegir una for.
ma arquitectonica mas duradera que la piramide, La inmensa
base, las caras inclinadas y el vertice agudo protegerian la. tumba
del viento, la arena y el tiempo mejor que cualquier otra forma
estructural, en tanto que la solida masa interior ofreceria la mayor
resistencia posible a la violacion humana.
Aunque ahora los impresionantes rascacielos neoyorquinos hap
dejado.atras a la piramide, subsiste el hecho de que hasta hace
poco era esta la construccion mas alta hecha por el hombre en
toda la historia conocida de la humanidad; empequefiecia a todas
las demas construcciones y constituia una maravilla para los anti·
guos y un enigma para los modernos.
Pronto descubri, como ya lo habian hecho antes que vo todos
los demas investigadores, que la estructura interna de la primera
piramide era mucho mas complicada e infinitamente mas intere-
sante que la disposicion interna de las otras dos; asimismo, su
inmensa dimension, comparada con el tamafio de las otras, pro·
· clamaba su mayor importancia. Por lo tanto, no tarde en concen-
trar toda mi atencion en la primera, convencido, ademas, de que
debia contener el verdadero secreto de las piramides,
Llegue a conocer a la gran piramide iluminada por todos los
cambiantes malices de la maravillosa luz egipcia. A la madrugada,
los primeros rayos solares le daban un color gris plata; a la pues-
ta del sol se revestia con una coloracion violeta palido; y a la
50 PAUL BRUNTON

misterioaa luz de la luna llena, todas las piedras, desde la base


hasta el apice, parecian envueltas en una fosforescencia azulada
teiiida de plata.
Pero la gran piramide que vemos nosotros actualmente no
es la que corrocio el mundo de la antigiiedad. Aquella estaba
cubierta por los cuatro lados con un revestimiento de piedra
caliza, blanca, suave, pulida, que reflejaba los fuertes rayos
del sol oriental con un brillo intenso; su £ulgor justificaba ma-
terialmente el · nombre de "luz" que le daban los antiguos egip-
cios. Las bases y los costados de las piedras del revoque, perfec-
tamente alisadas y ensambladas con la precision de un mosaico,
apenas dejaban ver las junturas cementadas. El asomhroso y atra-
yente triangulo de piedra relumbraba como un gigantesco espejo
sobre la alfombra amarilla del desierto, y era visible a gran dis·
tancia. Basta fines del siglo XII siguieron las blancas piedras en
su lugar, ostentando en su pulida superlicie los jeroglificos que
arrancaron a la pluma de Abdul Latif la siguiente pintoresca des·
cripcion:
"Las piedras estan cubiertas con antiguos caracteres, ininteligi-
hies actualmente. No conozco a nadie en Egipto que los entienda.
Las inscripciones son tan numerosas que, si fueran copiadas, con
las que ocupan la superficie de las dos piramides 'le podrian lie·
nar mas de seis mil paginas,"
Las caras antiguamente lisas de la piramide estan ahora eorta-
das en escalones, y no se ve ni una sola inscripcion; de los milla-
res de piedras del revestimiento solo quedan algunas, aisladas, en
la base de la piramide, Es evidente, a juzgar por estos restos, que
el material empleado para las piedras fue extraido de las colinas
de Mokatan, situadas al sudeste de El Cairo. Dos aiios despues de
la visita. de Abdul Latif, un gran terremoto que hizo estremecer
a Egipto redujo a escombros la ciudad de El Cairo. Los arabes se
lanzaron entonces sobre la gran pfr8mide en busca de material
para reedificar la destruida ciudad; hicieron lo mismo que los tur-
cos y los griegos, que habian transformado el noble Partenon eit
una cantera, llevandose las piedras para construir casas. Los arabes
desprendieron avidamente las blancas piedras, pulidas y biseladas,
y se las llevaron a El Cairo. ;, Cuantas antiguas mansiones, mezqui-
tas y fortalezas de la capital egipcia ocultan dentro de sus gruesos

1
" muros las inscripciones jeroglificas que en un tiempo cuhrian 181>
cuatro caras de la gran piramide? Una parte de la gallarda mez-
\

EL EGIFTO SECRETO 51

quita del sultan Hasan, considerada como la mas hella de las tres- \.-
cientas mezquitas de El Cairo, fue construida con esas piedras.
La piramide contiene suficiente material como para edificar
una ciudad entera de regular tamafio, y los arahes se la hahrian
llevado integramente, si no fuera porque el trahajo de desencajar,
aunque fuera uno solo de los enormes bloques que la componen,
resultaba demasiado dificil, y el costo y la perdida de tiempo
demasiado desproporcionados a su valor. Pero esta leccien la
aprendieron solo despues de haber comenzado a desprender las
primeras hiladas de mamposteria del apice, dejando de ese modo
despuntada la piramide.
Tampoco es la entrada que hoy usan los visitantes de la piramide
la misma que emplearon los antiguos egipcios. La entrada origi-
nal fue durante varios siglos un misterio, un arcano guardado
celosamente por la piramide, hasta que un rey arabe, empefiado
en descubrirla, gasto una fortuna y movilizo todo un ejercito de
obreros, y consiguio arrancarle a la obstinada masa de piedra el
Secreto de su clausurado acceso. Las cameras y pasajes interiores
de la gran piramide burlaron a los gobernantes griegos y romanos,
como habian hurlado a los egipcios no iniciados; la existencia de
una entrada seguia siendo afirmada por la leyenda, pero con la
misma persistencia seguia ignorandose su ubicacion.
Despues de haber sido cerrada y sellada, los siglos fueron pa-
sando apaciblemente por sus invioladas entrafias; hasta que su
largo suefio fue interrumpido por los hombres que irrumpieron
en su interior en busca de un quimerico tesoro. En el aiio 820 de
nuestra era fue por fin descubierta la entrada, cuando el califa
Al Mamon reunie en la pequefia meseta de Gizeh a sus mejores
ingenieros, arquitectos, constructores y ohreros, y les ordeno que
ahrieran la piramide.
-jEs imposible, oh rey! -dijo el principal de aquellos
hombres.
-Es mi deseo que se abra -replico el califa.
Tuvieron que trabajar sin pianos ni plan, guiandose solamente
por una vieja tradicion que situaha la entrada en la cars norte,
Eligieron, naturalmente, para la gran tentativa, un punto situado
en el centro de la cara, y pusieron manos a la ohra estimulados por
la vigilante presencia del califa, que queria comprohar la verdad
de, las vieJas .leyendas segun las cuales la piraimide encerraba fa·
hulosos tesoros, eseondidos por faraones oMdados. Al Mamlln,
52 PAUL BRUNTON
dicho sea de paso, era hij o del califa Hanin Al Raschid, el famo-
so personaje de Las Mil y Una Noches. ,
Al Mamun no era un califa vulgar. Habia hecho traducir al
arabe los escritos de los filosofos griegos, recordaba continuamen-
te a SUS subditos Ias virtudes del estudio, y el mismo se complacia
en participar en las discusiones de los sabios de su pais.
Su residencia imperial se hallaba en la · famosa ciudad de Bag-
dad, y de alli se habia trasladado a Egipto. Poco despues de su
interito de abrir la piramide, regreso a Bagdad y alli termino sus
dias.
Pero los constructores de la gran piramide, previendo que al-
gun dia la codicia humana trataria de violar su obra, instalaron
la entrada a un costado del centro y a una altura mucho mayor del
sitio que razonablemente debiera ocupar una puerta. Los hom-
hres de Al Mamun trahajaron durante varios meses sin hallar
ni huellas de aherturas ni pasillos; lo unico que veian era mam-
posteria, solida y maciza. Si se hubiesen limitado a emplear mar-
tillo y formon, no les hahria alcanzado para llevar a caho la em-
presa el tiempo que duro el reinado del califa. Pero tuvieron el
ingenio de encender pequefias hogueras junto a las piedras de la
piramide, y cuaudo las piedras se calentaban al rojo vivo, les
echaban encima vinagre frio hasta que se rajahan. Todavia se
pueden ver actualmente, chamuscadas y ennegrecidas, las partes
que se salvaron, hace mas de mil afios, del incesante ataque de
los · formones. Dos herreros aguzaban continuamente los formo-
nes, que perdian el filo rapidamente en la dura roca, mientras
las maquinas de madera secundaban los esfuerzos de los fatiga-
dos obreros que trataban de penetrar en la piramide. A pesar de
todos los esfuerzos, la entrada, los corredores y los recintos inte-
riores seguian sin ser descubiertos.
El polvo y el calor del angosto boquete que iban abriendo en
la piramide sofocaban a los obreros; la dificultad de excavar
aquella masa de mamposteria, la mas dura del mundo, con las
herramientas primitivas de que disponian, los fatigaba mas alla
del limite de su resistencia, y el completo fracaso que ohtenian
como unica recompensa a sus afanes los descorazonaba hasta la
desesperacion. Habian penetrado mas de treinta metros en el
espesor de la piramide y estaban a___punto de tirar las herramien-
tas y negarse, en franca rebeliim, a continuer aquella imitil labor,
cuando _lleg6 a sus oidos el ruido de una pesada piedra que caia,
st. EGJPTO SECRETO 53

desprendida de su sitio; el ruido procedia de! interior, un poco


mas alla del punto al que habian llegado en la galeria excavada,
El destino habia tornado cartas en el asunto. Los hombres pro·
siguieron la tarea con renovado fervor y entusiasmo, y poco des-
pues irrumpian en el corredor de entrada original. La gran pira-
mide habia sido reabierta.
Luego fue facil recorrer el pasaje y llegar hasta la puerta, tan
habilmente disimulada que jamas habria sido descubierta desde
el exterior. Despues de tantos siglos, la puerta secreta ya no fun-
cionaba; habia quedado irremisiblemente atascada. Actualmente
la puerta ya no esta en la piramide ; desaparecio en el pillaje ge· I

neral que tuvo lugar despues del terremoto de El Cairo. Aquella era
precisamente ·la clase de puerta que los antiguos egipcios debian
poner en la entrada del edificio mas misterioso que erigieron. Se \\ '\\.
trataba, en realidad, de una laja movible que ajustaba hermetica-
mente en el vano y presentaba exteriormente la misma termina-
cion que el resto de la piramide, pero con tanta perfeccion que
era imposible distinguirla cuando estaba cerrada. Cuando se ahria,
giraha sobre si misma en sentido longitudinal, dejando ver una
abertura, Estaba equilibrada sobre un eje de rotacion con el cen-
tro de gravedad en la mitad inferior y un juego de pesas de com·
pensacion. Se podia abrir unicamente dandole un poderoso em·
pujon hacia adentro al extremo superior, y tirando en seguida
con mucha fuerza el extremo inferior hacia afuera y luego hacia
arriba. El visitante podia entonces entrar arrastrandose por de-
haj o de la hoja de piedra, que en seguida volvia a su lugar, gi·
rando sobre su eje de suspension, y ocultaba de nuevo la en·
trada.

* * ..
Una vez dentro del primitive pasaje de entrarla, los hombres
del califa descuhrieron que SU tarea no habia concluido atin. El
corredor resulto ser un callejon sin salida, cerrado por un enorme
bloque de granito. No era posible que la puerta y el corredor bu-
PAUL BRUNTON

biesen sido construidos para terminar en una pared. Trataron


entonces de abrirse paso a traves de la formidable barrera de
granito; pero fracasaron. Las herramientas de que disponian no
entraban en aquella piedra. Los constructores de la piramide de-
bieron buscar seguramente por todo Egipto · 1a piedra mas dura
del · pals, antes de elegir aquella variedad.
Por fortuna para los invasores, las paredes laterales eran de
piedra blanca, caliza, mucho mas hlanda y, por consiguiente, mas
facil de romper. Ahrieron un tunel al costado, paralelo al bloque
de granito. Despues de excavar · mas o menos un metro, llegaron
al final del tapon de roca, y se encontraron en un nuevo pasadizo.
Hizose entonces evidente que la entrada al segundo corredor habia
sido obstruida a proposito, en determinado momento, por aquella
piedra gigantesca, conica, que pesaba toneladas y calzaba herme-
ticamente en el hueco de comunicacien,
El primer corredor era descendente, el segundo ascendente, y
ambos tenian la misma inclinacion ; mas o menos unos veinticin-
co grados. Los funcionarios y obreros de Al Mamun treparon por
este segundo pasaje, que tenia alrededor de un metro de altura y
menos de un metro de ancho; la luz de las linternas iluminaba
nada mas que paredes desnudas. Llegaron finalmente a un punto
en que el corredor continuaba en poslcion horizontal; era en
realidad un empalme donde el pasaje se unia con otro corredor
ascendente, elevado, siete veces mas alto que el anterior, y con un
angosto pozo descendente que se perdia en las profundidades de
la piramide.
Siguieron por el corredor horizontal. Encorvados, caminando
con la cabeza inclinada hasta el suelo, los intrusos llegaron final-
mente a un gran cuarto que, para su decepcion, se hallaha com·
pletamente vacio. Las paredes estaban desnudas, sin Inscripcio-
nes; un gran nicho, situado a la izquierda, era lo unico que
podia hacerles concebir la levisima esperanza de que hubiese un
tesoro que recompensara sus esfuerzos. Para entrar en aquel ni-
cho tuvieron que enearamarse primero sobre una plataforma; de
ahi pasaron a un rustico pasadizo tan bajo que para recorrerlo les
fue preciso arrastrarse sobre el suelo como viboras. Pero el pa-
sadizo terminaba bruscamente en la solids masa de mamposteria,
en el Corazon de fa piramide, y aunque mas tarde fue prolongado
considerablemente. el unico tesoro uue nudieron hallar fue el 'de
los bloq~ de piedra caliza.
EL EGIPTO SECRETO 55

Retrocediendo hasta la encrucijada de los pasajes, comenzaron


a explorar el alto y extenso corredor ascendente, que posteriormen-
te recibio el nombre de gran galeria. Tenia un original techo en
declive, formado de siete hiladas superpuestas. La Inolinacien del
piso era igual a la del corredor que conducia a la galeria. Los
hombres comenzaron a trepar por aquel piso pulido, reshaloso,
de cuarenta y cinco metros de extension ininterrumpida, flan-
queado de paredes de granito alisado y bordeado de Jargas hile-
ras de piedra acanalada. Al final de la galeria se encontraron de
pronto con un escalon, alto, que Jes cortaba el camino. Subieron;
el escalon se unia, al mismo nivel, con un pasadizo, bajo y es·
trecho, que desembocaba en una antecamara. Despues de pasar,
agachados, por dej abo de un solido rastrillo, se encontraron en
una gran camara, situada en el mismo centro de la piramide, en
un punto equidistante de todas suit caras. Era la sala que llama- , I I'
ron posteriormente la camara del rey, lo mismo que denomina-
ron al primer recinto la camara de la reina. Pero esos nombres \
nunca fueron empleados por los antiguos egipcios. \
Las paredes de la camara del rey estaban hechas de bloques
rectangulares de granito negro. El cielo raso lo formaban nueve
vigas enormes del mismo material ; segiin se sabe ahora, son las
piedras mas grandes· de toda la piramide: una sola de ellas pesa
setenta toneladas. Como se las arreglaron los constructores para
colocarlas en su sitio, sin contar con la ayuda de las modernae
gruas eleetricas o de vapor, es un problema que los modernos ar-
quitectos no ban logrado resolver.
El califa y sus hombres sufrieron una nueva y profunda desilu-
sion. Porque, aparte de un feretro de piedra; abierto, en la cama-
ra del rey no habia absolutamente nada. Y el feretro no contenia ·
mas que polvo. .
Es imposible, pensaron los buscadores de tesoros, que los anti·
guos egipcios hayan construido sin ningun objeto una tumba tan
prodigiosamente vacia como esta piramide, Con febril ansiedad
rompieron una parte del piso de piedra, abrieron un · rinccn del
cuarto y perforaron en vano las solidas paredes. Pero no pudieron
veneer la sagacidad de aquellos habiles constructores antiguos y
tuvieron que retirarse al fin, frustrados, mortificados y descora-
zonados.
Todavia les quedaban otros dos sitios por explorar: la prolonga-"
cion suhterranea del corredor de entrada, y el pozo. La primera
56 PAUL BRUNTON

era un estreeho tunel, por el que descendieron con rapides: podian


resbalar en el facilmente, porque hahia sido ahierto en deelive en
la roca en una extension no menor de ciento seis metros. El ninel
concluia en un cuarto toscamente abierto en la piedra; el cielo
raso era tan hajo que se podia tocar con la mano, y el piso de
roca, inconcluso, era tan escabroso que para recorrerlo hahia que
ir suhiendo y bajando por los desiguales promontorios, Lo llama·
ron el foso. No contenia mas que escomhros y polvo. En la pared
opuesta a la entrada habia otro pequefio pasadizo ahierto en Ia
roca, en el que tuvieron que entrar arrastrando el vientre, como
serpientes, con la cara a pocos centimetros del suelo. Tampoco
habia nada en aquel tiinel subterraneo ; terminaha bruscamente
en un solido muro de piedra.
Quedaba el pozo, angosto, hondo y tenehroso. Era casi vertical
y se podia explorar unicamente descendiendo a los hombres con
sogas, uno por uno. A los dieciocho metros de profundidad encon-
traron un pequeiio recinto, apenas un hasto ensanchamiento del
pozo, en cuyo piso se abria un hueco por el que continuaba des·
eendiendo el pozo al parecer indefinidamente. Convencidos de que
solo era Uft pozo profundo, los exploradores abandonaron la tarea
sin completer Ia: investigacion.
De todos modos, aquellos vastos tesoros que, en su imaginacicn,
llenahan la piramide, no existian.
Y asi termino la gran aventura del califa Al Marmin, el que
reabrio la gran piramide de Egipto. Los eruditos historiadores
arabes del presente la relatan de muchas maneras distintas, pero
los que hemos seiialado son los hechos autenticos .
• • •
Despues de que el hijo de Harlin AI Raschid le abriera un agu-
jero en la cara norte, la leyenda envolvio a la truncada niramide
en una atmesfera de supersticioso temor, en un amhiente de fan·
tasmas espectrales, y los arabes la rehuyeron como a la lepra. Pa·
saron los siglos. Solo unos pocos espiritus aventureros se atrevieron
a explorar de nuevo su interior. Fuera de esas escasas excepciones,
los oscuros corredores y las desnudas eamaras permanecieron su-
midos serenamente en mayestatico silencio. No volvieron a oirse
dentro del viejo edificio martillazos de excavadores, hasta la se-
eunds mitad del siglo xvm. cuando imnasibles europeos, positi-
H EG/l'TO SECRf.'J'O 57
...
vistas y lihres de supersticiones, corr.enzarou a hollar de nuevo las
arenas que rodean la piriimide. ·
Nathaniel Davison, un hombre emprendedor que era consul bri-
tiinico en A rgel en la decada 1760-70, se traslado a Egipto en
viaje de vacaciones. Contemplando pensativo la gran piramide.
recordo que los antiguos egipcios acostumbraban enterrar una can-
tidad de joyas junto con sus muertos ilustres. Hecordo tamhien
que, en opinion de todo el mundo, las piramides no eran mas que
gigantescas tumbas.
En la puerta de la camara de] rey descubrio un curioso eco que
repetia varias veces sus gritos. Y sospecho, con razon, quP, detras
de las losas de granite de aquella sombria camara debia tle haber
algun otro recinto. Era posible, mas atin, muy probable, que en
aqnella otra camara reposase una momia envueha en tiras y acorn-
pafiada de su acostumbrada coleccion de joyas.
Davison reunio un grupo de ohreros y pusn manos a la obra,
El piso de la ciimara del rey ya habia sido excavado infructuosa-
mente por Al Maroun, siglos atras. El eco de la voz de Davison
parecia venir desde arriba: dedico por lo tan to su atencion al
cielo raso. Examinando cuidadosamente la uhicacion de la ciimara
y de sus pasajes contiguos, advirtio que la mejor manera de llegar
hasta cualquier recinto que hubiese por encima de la camara era
abriendo un agujero en la hilada superior de la pared este de la
gran galeria. Consiguio una escalera alta para examinar el sitio
sefialado, y comprobo con sorpresa que en aquel preciso lugar
habia una abertura.
Paso por la ahertura y se encontro en una camara <le seis me-
tros de largo. Estaba situada exactamente encima de la camara
del rey, El techo era tan bajo que Davison tuvo que arrastrarse de
rodillas para buscar el tesoro que lo habia atraido. El cuarto es-
taha completamente vacio.
Davison regreso a Argel. Habia ganado imicamente el proble-
miitico honor de que los arqueologos que lo siguieron dieran su
nombre a la nueva camara que hahia descubierto.
En los primeros afios del siglo XIX sucedio a Davison en la pi·
ramide un curioso explorador, que era al mismo tiempo mistico,
soiiador y arqueologo, Era el capitiin Caviglia, un italiano que
Jedico tanto tiempo a la vieja construccion que se volvio, segun
58 PAUL BRUNTON

SU propia expresion, "tuot­a­Jait pyramidal".1 Lord Lindsay lo


encontro en un viaje que hizo a Egipto, y escribio lo siguiente,
en una carta que e'nvi6 a su casa:
"Caviglia me dijo qu~ habia profundizado tanto SUS estudios ae
magia, magnetismo animal, etc., que casi lo matan. Los llevo, me
dijo, hasta el mismo limite de lo que al hombre le esta prohibido
saber; y lo salvo unicamente la pureza de SUS intenciones... Tie-
ne ideas extraiias, sobrenaturales. Dice que seria muy pe1igroso
difundirlas."
Mientras estaba entregado a sus investigaciones arqueolegicas,
Cavig1iavivio, durante un tiempo, en la camara de Davison, trans-
formando aquel lugubre rincon en una verdadera residencia.
Caviglia no se limito a la gran piramide. "Hizo diversos deseu-
brimientos en las piramides segunda y tercera, explore hovedas
sepulcrales en la region comprendida entre las piramides y la es-
finge, y exhum6 varios interesantes sarcefagos y otras reliquias
menores del antiguo Egipto.
En la epoca en que una bella joven se encontr6 inesperadamente
coronada como reina de lnglaterra con el nomhre de Victoria, el
destino envio a Egipto a un gallardo oficial britanico, un perfecto
caballero Ingles y un opulento protector del Museo Britanico, reu-
nidos los tres en la galana persona del coronel Howard Vvse, Este
hombre contrat6 centenares de ohreros y emprendio la serie de
excavaciones mas extensa de todas las que habian presenciado las
tres piramides y las zonas circunvecinas en los ultimos mil afios,
o sea desde los dias del califa Al Mamun. Asegurose tamhien los
servicios de Caviglia, pero al poco tiempo chocaron el caracter
sumamente irritable del italiano y el temperamento completamente
convencional del inglee, y no tardaron en separarse.
El coronel Vyse costeo las excavacionescon 10.000 libras ester-
linas de su peculio, pero regale al Museo Britanlco los objetos
materiales que ohtuvo en su exploracion. Cajones llenos de inte-
resantes reliquias cruzaron los mares en direccion a Inglaterra.
Su descuhrimiento mas interesante, sin embargo, quedd en Egipto,
El coronel encontro en la gran piramide otras cuatro habitaciones,
situadas encima de la camara de Davison; el hallazgo se hizo no
sin cierta dificultad y con mucho riesgo; mientras excavaban un
pequeiio pasadizo ascendente en la solida mamposteria, los ohre-

1 Completamente piramidal. (N. del T:J


EL EGIPTO SECRETO 59

ros estuvieron expuestos a menudo a caerse desde una altura de


nueve metros. Los cuartos que encontraron eran tan bajos de te-
cho y tan cerrados como el primero. Y estaban igualmente vacios,
aunque polvorientos.
Despues de estudiar el techo del ultimo recinto, que estaba for-
mado de vigas de piedra caliza unidas en triangulo, comprendie-
ron el objeto que tenian aquellas cinco piezas bajas sobrepuestas;
hahian sido hechas para aliviar al techo (le la camara del rey de
la enorme presion que dehian ejercer necesariamente los miles
de toneladas de maciza mamposteria que habia encima. Los cinco \.(
cuartos superpuestos hacian de amortiguadores. Y no solo eso ; en
el caso, poco probable, pero posible; de que un terremoto resque-
brajara el cuerpo de la piramide, evitarian ·que la mamposteria
se precipitara en el interior de la camara del rey. Actuarian en
ese caso como paragolpes para recihir el desmoronamiento conse-
cutivo al terremoto, impidiendo que la camara del rey quedara
aplastada por la enorme masa de piedras. Los milenios transcu-
rridos han demostrado la excelencia y la genialidad de ese plan
arquitectonico,
Entre las cosas curiosas descuhiertas por Vyse figura una serie
de jeroglificos; la primera y unica que se encontro en la piramide
despues de haher sido arrancadas las piedras, llenas de Inscripcio- r
nes, que formaban el revestimiento externo. Eran las marcas pues- (
tas por los picapedreros en las nistlcas superficies de las piedras \
que se emplearon para construir las cinco camaras. Entre esas
marcas se hallahan las cartelas, o escritura figurada de forma oval,
de tres nomhres reales: Kufu, Knem Kufu y Knem. No estaban
grahadas sino dihujadas con pintura roja, como acostumhrahan
hacer los alhafiiles en el antiguo Egipto,
Los egiptologos, que no conocian ningun rey egipcio 11amado
Knem, no supieron explicar la presencia de ese nomhre en las pie-
dras y se limitaron a aventurar conjeturas sohre su posible signi-
ficado. Pero sabian perfectamente, en cambio; quien hahia sido
Kufu, el faraon de la IV dinastia a quien los historiadores griegos
adjudicaron el desafortunado nomhre de Keops, El descubrimiento
de Vyse dejo para los egiptologos definitivamente establecida It
fecha de construccion de la piramide: fue erigida por Kufu y por
nadie mas.
Pero la momia de Kufu no fue encontrada en ningun rincon
de la piramide,
CAPiTULO IV
UNA NOCHE DENTRO DE LA GRAN PIRAMIDE

Los somnolientos gatos de El Cairo abrieron sus verdes ojos, bos-


tezaron prodigiosamente y estiraron con gracia y hasta el maximo
sus afelpadas manos. Caia el dia, y con el crepiisculo comenzaban
las actividades propias de su felina existencia: los coloquios amis-
tosos, la biisqueda de alimentos en la basura, la caza de ratones,
las peleas, las conquistas amorosas. Y tambien yo, al llegar el ere-
pirsculo, me dispuse a .comenzar una de las actividades mas ex·
trafias de mi vida, aunque la mia iba a ser silenciosa.
Me habia propuesto pasar toda una noche dentro de la gran
piramide; permanecer doce horas en la camara del rey, despierto
y alerta, cuando las sombras estuviesen atravesando con su paso
lento el continente africano. Y alli estaha, por fin, instalado en
el refugio mas raro que se haya eonstruido jamas en el planeta.
No me habia sido facil alcanzar aquel momento. Yo habia des-
cubierto que aunque siempre accesible para el piiblico, la gran
piramide no era de propiedad piiblica. Pertenecia al gobierno egip-
cio. Ya no se podia entrar en su interior y pasar la noche, sin mas
· ni mas, en cualquiera de sus cuartos, como no se puede entrar asi
como asi en· una casa ajena y pasar la noche en el mejor de sus
dormitorios.
Para visitar la piramide hay que sacar billete, un billete que
cuesta cinco piastras, en el ministerio de antigiiedades. Fui, pues,
al ministerio de antigiiedades y con todo optimismo solicite per-
miso para pasar una noche dentro de la gran piramide, Si hubiese
pedido permiso para volar a la luna, la cara del funcionario que
me atendio no hahria demostrado mayor estupefaccion,
H J<:Clf'TO SECRETO 61

Le di entonces una breve explicacion para j ustificar mi pedido,


La sorpresa cedio su lugar al regocijo; el hombre sonsio. Com-
prendi que me consideraba candidato seguro a ingresar ell cierta
institucion de la que pocos quisieran ser inquilinos. Finalmente
me dijo:
-E:s la primera vez que me hacen un pedido semejante. -Pero
yo no tengo atrihuciones para darle la autorizacion que solicita,
Me envio a ver a otro funcionario de mayor jerarquia del mismo
departamento, en cuyo despacho se repitio la comics escena ante-
rior. Mi optimismo comenzaba a esfumarse.
-j Imposible ! -manifesto este segundo cmpleado, amablemen-
te pero con firmeza, creyendo que tenia delante un loco manso-.
Es insolito. Lamento ...
Se encogio de hombros, sin terminar la frase, Luego se levanto
de su asiento para despedirme de la oficina.
Fue entonces cuando mi experiencia de periodista, adormecida
durante varios afios pero no extinguida, . entro helicosamente en
accion, Comence a discutir, repitiendo mi pedido con insistencia
y de distintas maneras, y resistiendome a abandonar la sala, Fi-
nalmente el hombre logro librarse de mi presencia diciendome
que el asunto no correspondia a la jurisdiccion del departamento
de antigiiedades.
Pregunte entonces a que jurisdiccion correspondia. No estaha
seguro el empleado, pero me aconsej o dirigirme a la policia.
Yo me daba cuenta de que mi pedido era, en el mejor de los
casos, exeentrico, y en el peor de los casos, suficiente para clasifi-
carme como insano. Pero no podia desistir. La decision de llevar
a cabo mi propcsito se habia convertido en obsesion.
En la jefatura de policia descubri una seccion de permisos, Por
tercera vez rogue que me permitieran pasar una noche dentro de
la piramide, El oficial que me atendio, no sahiendo que hacer con-
migo, opto por enviarme al despacho de su jefe. Este me pidio
un poco de tiempo para considerar la cuestion. Cuando volvi al
dia siguiente, [me indico que me dirigiera al ministerio de anti-
aiiedades!
~ Volvi a mi domicilio, desesperado de poder lograr mi deseo,
Pero "las dificultades suelen ser hechas para ser vencidas", dice
el refran cuya trivialidad no disminuye su imperecedera verdad.
Mi paso siguiente fue pedir una entrevista con el comandante en
jefe de la policia de El Cairo, el atento baja El Lewa Russell. Sali
62 PAUL BRUNTON

de SU ·despacho con Ulla orden escrita dirigida al comisario de la


circunscripeion donde se hallaba la piramide, en la que el jefe le
recomendaba que me diera toda la ayuda necesaria para mi pro·
posito.
Por consiguiente, una tarde me presente al comisario de la
policia seccional de Mena, comandante Mackersey. Estampe mi
firma en un libro que me indicaron, con lo que la policia se hacia
responsable de mi seguridad hasta el dia siguiente.' Un agente
recibio el encargo de. acompaiiarme hasta la piramide y de orde-
nar al guardia armado que estaba de Iaccion ante el monumento
que lo custodiara durante la noche.
-Corremos un gran riesgo dejandolo solo dentro de la pirami-
de, toda la noche =-bromee el comandante Mackersey, cuando nos
despedimos-. lNo ira usted a volarla? ,
-No, se lo prometo; y le prometo ademas que no me la voy
a llevar. ·
--N amos a tener que encerrarlo -aiiadio el policia-. Siempre
cerramos con Have la verja de hierro de la entrada, al anochecer.
Tendra que estar prisionero durante doce horas.
-jMagnifico! En estos momentos prefiero esa prision a cual-
quier residencia.
* * *
Conduce a la piramide un camino bordeado de arboles de
lebbek, De tanto en tanto se ve alguna que otra casa a los costados.
En su tramo final el camino va ascendiendo gradualmente hacia
la meseta donde se encuentran las piramides, y concluye 'en una
empinada cuesta. Mientras iba viajando por la avenida, se me
ocurrio pensar si alguna vez, en el transcurso de muchos siglos,
alguno de los numerosos viajeros que recorrieron aquel mismo
camino habria llevado una mision tan rara como la mia,
Subi la pequeiia colina de la margen occidental del Nilo, donde
la gran piramide y su buena amiga la esfinge montaban su silen-
ciosa guardia sobre el Africa del Norte.
El gigantesco monumento iba surgiendo delante de mi, mientras
yo avanzaba sobre un piso de arena y piedras. Contemple una vez
mas las caras triangulares, inclinadas, de aquella obra arquitecto-
nica, la mas antigua que conoce actualmente el mundo; segui con
la mirada esos enormes bloques cuya perspectiva los reduce de
tamaiio a medida que Se van alejando de la base al apice, La per·
EL EGIPTO SECRET(! 63

fecta simplicidad de su construccion, la ausencia total de todo


adorno, la exclusividad de la linea recta, sin una sola curva, son
detalles que no desmerecen de ninguna forma la soberbia grandeza
de la obra.
Entre en la silenciosa piramide por el agujero que habia abler-
to el califa Al Maroun y comence mi exploracion de la titaniea
estructura, no por primera vez, es cierto, pero si por primera vez
en una investigacion tan extrafia como aquella que me habia Ile-·
vado a Egipto, Despues de avanzar un trecho llegue al final de la
brecha horizontal del califa y pase al corredor de la entrada ori-
ginal.
Luego, antorcha en mano, inclinado casi hasta tocar la11 rodi-
llas con la cabeza, descendi por el otro pasaje largo, bajo, empina-
do y resbaloso, que era la continuacion del primer corredor. Mi
extraiia posicion era sumamente incomoda, y el declive del piso
de piedra me obligaba a acelerar la velocidad del deseenso.
Yo queria P""'l()ngar mi permanencia en la camara del rey con
un examen de la nigubre zona subterranea, cuyo acceso habia sido
interceptado en los tiempos modernos con una compuerta de hie-
rro, para evitar que el publico la visitara y saliera de alli semias-
fixiado. Recorde de pronto el viej o adagio latino: "facilis descen-
sus averni"; 1 pero esta vez habia una torva ironia en sus palabras.
A la luz amarillenta de la antorcha alcanzaba a ver unicamente la
roca en la que habia sido cortado el piso. Al cabo de un largo
rato logre divisar un pequefio hueco a la derecha, en el que entre
inmediatamente aprovechando la oportunidad para enderezar el
cuerpo y hacer una breve pausa. Descubri que aquel nicho no era
mas que el punto terminal de aquel pozo casi vertical, el que fue
llamado la cisterna, que bajaba desde el empalme del pasaje as-
cendente con la gran galeria. Por espacio de dos mil afios se
crey6 que en el fondo de aquel pozo habia agua. Cuando Caviglia
extrajo la masa de escombros acumulados, se descubri6 que el
fondo estaba completamente seco.
La desagradable abertura toscamente excavada en la solida roca,
que hostezaha por encima de mi caheza, era mas estrecha que el
pasadizo por el que habia llegado hasta alli, Encontre en los cos·
tados unos pequefios nichos paralelos entre si, que servian de pel-
daiios y asideros para la relativamente peligrosa ascension.

1 El de1eenao al infierno es facil. (N. del T.)


PAUL BRUNTON

Irregular y tortuoso, el conducto tenia una extension considera-


ble y desembocaba finalmente en una gran camara, cortada tosca-
mente a pico y de forma de un tazon ; era la que se conoce ahora
con el nombre de la gruta y sefiala el nivel de la meseta rocosa
donde fue erigida la piramide. La gruta fue construida ensanchan-
do una fisura natural de la roca. La parte siguiente de la gruta
fue evidentemente excavada en la mamposteria, y no edificada
con bloques de piedra, como todos los demas pasajes subterraneos.
Esa seccion del pozo era de mayor diametro, y por lo tanto mas
dificil de trepar que la parte situada por debajo de la gruta.
Finalmente sali por la escabrosa e irregular abertura que era
la boca del pozo, y me encontre en el extremo noroeste de la gran
galeria.
l Cuando y por que fue abierto aquel pozo en el espesor de la
piramide? La pregunta surgio automaticamente, y cuando le daba
vueltas en mi cabeza vislumbre de pronto la respuesta. Los anti-
guos egipcios que cerraron un capitulo en la historia de la pira-
mide clausurando con tres monstruosos tapones de granite la en-
trada a la gran galeria y a las camaras altas, tuvieron que crear
una via de escape para no quedar definitivamente encerrados en
la piramide. -
Yo sahia, por mis propias investigaciones, que el pozo y la
gruta habian sido excavados cuando se construyo la piramide,
,pero que el pozo no llegaba a Ia sazon mas que hasta la gruta.
Durante millares de afios no hubo ninguna comunicacion directa
entre los pasajes superiores y el pasadizo subterraneo.
Cuando la gran piramide hubo cumplido su misterioso corneti-
do, fue clausurada por los encargados responsables. La clausura
('

habia sido prevista por los constructores, que dejaron preparados


los elementos necesarios, y hasta hicieron una contraccion en el
extremo inferior del corredor ascendente para depositar los tres
tapones de granito.
Los ultimos ocupantes de la piramide ejecutaron la mision en-
comendada y procedieron a excavar la seccion inferior de la cis-
terna para asegurarse una salida. Concluida la tarea y ,emprendida
la retirada, no tuvieron mas que obstruir cl nuevo tramo del pozo
en el punto donde se une con el corredor descendente de entrada,
y recorrer luego, cuesta arriba, los noventa y dos metros de este
ultimo pasaje, para llegar a la puerta primitiva del monumento.
De ese modo la llamada cisterna, que habia sido construida ori-
EL EGIPTO SECRETO 65

ginalmente para bajar a la gruta, se convirtio al final en un medio


para abandonar la bloqueada piramide,
Volvi, por la via mas directa, al largo tiinel en declive que
comunica las entrafias de la piramide con el mundo exterior, para
reanudar mi descenso a las profundidades de la rocosa meseta de
Gizeh. En cierto momento se cruzo de pronto en mi camino una
sombra ensanchada; retrocedi, sobresaltado, y adverti entonces
que era mi propia sombra. En aquel lugar fantasmagorico se
podia esperar cualquier cosa; las cosas mas raras eran moneda
corriente. Gateando y deslizandome salve la distancia relativamen-
'te corta que me faltaba recorrer del pasaje descendente, y con
gran alivio llege al final de la cuesta y me encontre pisando
terreno horizontal; pero estaba dentro de otro tunel, mas reducido
aun que el anterior. Avance arrastrandome unos diez 'metros mas
y llegue hasta la entrada del recinto miis extrafio que haya visto
jamas ; el que llamaban el foso. Tenia quince metros de largo,
de pared a pared.
Aquella cueva sombria, que se hallaba exactamente debajo del
centro de la piramide, daba la impresion de haber sido una obra
abandonada apresuradamente a medio terminar; parecia una ca-
mara cuya excavacion hubiese sido interrumpida repentinamente.
El techo estaba bien labrado, pero el piso subia y bajaba como el
de una trinchera liombardeada. Los antiguos albafiiles egipcios
acostumbraban construir las bovedas rocosas excavando de arri-
ba abajo; de ese modo el piso quedaba para el final. La razon de
que no hayan terminado aquel piso, aunque luego le dedicaron
por lo menos toda una vida de trabajo a la superestructura que
se levanta sobre la base rocosa, es una incognita arqueologica
que hasta ahora nadie ha podido develar. Pero, por otra parte, la
misma piramide es una incognita similar.
Atravese con Ia luz de mi antorcha la espesa oscuridad de la
cueva, la enfoque sobre el centro del piso. Me acerque un poco
mas y atisbe; habia un agujero profundo, foso en el foso que los
buscadores de tesoros, de cuyo paso era mudo testigo, hahian
abierto laboriosa e infructuosamente. Un murcielago paso chillan-
do por encima de mi cabeza, haciendome sentir el desagradable
contacto de sus alas, y revoloteo en la rarefacta atmcsfera del
cuarto. Note que la luz de la antorcha habia espantado, en el
fondo del agujero, a otros tres murcielagos que dormian cabeza
ahajo prendidos de las rugosidades de la roca. Me aparte, des·
Go PAUL JJJWNI'OA

pertando dos mas que dormian pendiendo del techo. Alarmados


y aturdidos por la luz con que los persegui despiadadamente, vo-
laron chillando de un lado para otro, hasta que por ultimo des-
aparecieron en las tinieblas del corredor de entrada.
Subiendo y bajando, atravese el montaiioso piso y llegue hasta
el otro extremo del cuarto; en la pared hahia un pequefio tunel,
suficientemente ancho como para que cupiera un cuerpo, pero tan
bajo que solo se podia entrar arrastrandose de cara al suelo, uu
suelo cuhierto de la tierra acumulada durante miles de afios. La
expedicion no era nada agradable, pero la realice deseoso de co-
nocer adonde conducia el uinel, Recorri unos veinte metros v me
encontre con que el tunel se interrumpia bruscamente. Al parecer,
tambien aqui el pasadizo hahia quedado sin terminar.
Medio asfixiado, retrocedi a tientas y volvi al sofocante foso;
eche una ultima mirada en rededor e inicie mi viaje de retorno
a las regiones superiores de la piramide. Llegue al comienzo del
pasaje que subia en una linea perfectamente recta atravesando
ciento seis metros de roca maciza antes de continuar coma corre-
dor construido en Ia mamposteria; me tendi en el suelo y mire
por Ia ahierta salida el cielo oscuro, como si lo observara con un
gigantesco telescopio sin lentes. Alli estaha la estrella polar, bien
visible; un parpadeante punto plateado suspendido en el espacio
azul indigo. Comprobe la direccion con mi hrujula-pulsera: sefia-
Iaba exactamente el norte. Aquellos constructores primitives no
solo habian hecho una obra maciza, sino tambien precisa.
Volvi arrastrandome por el empinado pasaje y llegue finalmente
al corredor horizontal que conduce a la camara de la reina.
Pocos pasos mas y estaba bajo los dos arcos de su techo, que se
juntan en el centro formando, un caballete. Examine los dos con-
ductos de aire que parten hacia arriha de las paredes norte y sur,
y constituyen una prueha evidente de que el cuarto no estaba des-
tinado a ser una tumba sino una habitacion. Cuando fueron des-
cubiertos los conductos, en 1872, no perforaban las paredes de la
camara ; terminahan unos doce centimetros mas adentro. Este he-
cho desconcerto a muchos investigadores. Porque en tal caso no
podian ser canales de ventilacion, y debian de tener, por consi-
guiente, alguna otra explicacion desconocida. Pero la mejor expli-
cacion de este hecho es que, en determinado momento y una vez
que hubieron llenado su objetivo, los orificios de entrada fueron
n. EGJl'TO SECRETO 67

ohstruidos con hloques especiales de piedr .i. tal como se hizo con
los pasajes superiores de la piramide,
Los tuhos de aire fueron encontrados i'"r casualidad por Wayn-
man Dixon, un ingeniero civil que se hallaLa rea1izando unos tra-
hajos cerca de la piramide, Examinando, por pura curiosidad, las
paredes de la camara de la reina, advirtio que una de ellas, que
sonaha a hueco en determinado lugar, parecia estar asimismo Ii-
gerameute resquebrajada, Hizo romper la pared en aquel punto,
y a los doce centimetros de profundidad descuhrio un pequeiio
conducto. Luego, con el mismo pt ocedimiento, encontro el otro
tubo en la pared opuesta. Ambos conductos atraviesan todo el
cuerpo de la piramide, lo que se cornprobo mas tarde mediante
unas sondas de hierro, que recorrieron los tubos en una extension
de unos sesenta metros.
Volvi al pasaje horizontal y camine hasta donde se encuentra
con la gran galeria. Subi entonces leutamente los cuarenta y cinco
metros de aquel ernpinado corredor flanqueado de voladizos.
Mientras subia me senti invadir por una ligera debilidad, conse-
\
\
.\\
cuencia de un ayuno de tres dias. Descanse finalmente unos se- ,

gundos en el escalon de un metro de alto que seiialaba el termino


de la galeria y el punto exacto por donde pasaba el eje vertical
de la piramide. Di unos pocos pasos para atravesar la antecama-
ra, me agache para pasar por debajo del bloque de granito que
pendia sostenido por paredes acanaladas y que obstruia la salida
de este corredor horizontal, y llegue a la sala mas importante de
la piramide, la famosa camara del rey.

* * *
Tambien aqui destruia la teoria de la tumba la presencia de
dos tubos de aire, de unos cincuenta centimetros cuadrados cada
uno. Aqui las bocas no fueron cerradas como en la camara de la
reina, sino rellenadas completamente con piedras sueltas, que el
coronel Vyse tuvo que sacar para averiguar la naturaleza de los
conductos. Es muy probable que el rellcnamiento haya sido hecho
al mismo tiempo que las demas operaciones con las cuales se quiso
ocultar la disposicion interna de la porcion superior de la pira-
mide.
Proyecte la luz <le mi linterna soLre las paredes desnudas y el
cielo raso, notando una vez mas la admirable exactitud con que
· se unian los enormes hloques de granito pulido; inicie luego un
68 PAUL BRUNTON

lento recorrido por las paredes, examinando cuidadosamente todas


las piedras, una por una. Los bloques se obtuvieron partiendo en
dos las rocas rosadas de la lejana Asuan, Aqui y alla se notaban
las cicatrices que Ios buscadores de tesoros, en su vana pesquisa,
habian dejado en pisos y paredes. En el lado este del piso faltaba
una parte del embaldosadode piedra, que habia sido reemplazado
con tierra apisonada, y en el extremo noroeste habia un profundo
agujero rectangular sin relleno alguno. La losa que habia ocu-
pado aquel espacio, un largo bloque de piedra rustics, se hallaha
a un lado, contra la pared, probablemente abandonada por los
primeros arabes. Paralelo a la losa, a pocos centimetres de dis-
tancia, se encontraba el sarcofago, un cajen parecido a un ataud,
de costados chatos y sin tapa; iinico objeto, aparte de la losa des-
encajada que se podia ver en aquel recinto pelado. Estaba colo-
cado exactamente en direccicn de norte a sur.
La losa podia servir de asiento; me sente, en efecto, en ella,
a lo sastre, con las piernas replegadas, y me dispuse a pasar alli
el resto de la noche.
A mi derecha habia puesto el sombrero, la chaqueta y los zapa-
tos; a la izquierda deje la antorcha, encendida aun ; un termo con
te caliente, dos hotellas de agua helada, un cuaderno y la Parker.
Eche una ultima mirada al cuarto, un vistazo final al cofre de
marmol que estaha a mi lado, y apague la luz.
Junto a mi tenia preparada una poderosa linterna electrica,
lista para ser encendida.
La subita inmersion en la oscuridad total trajo consigo la in-
certidumbre sohre lo que hahria de ocurrir en el transcurso de la
noche. Lo unico que podia hacer en aquella extrafia situacion era
aguardar; aguardar ...
Los minutos transcurrian lentamente mientras yo iba "sintien-
do", tambien lentamente, que la camara del rey poseia una atmos-
fera propia, muy poderosa; una atmosfera que solo podia llamar
"psiquica". Porque yo habia hecho deliheradamente receptiva mi
mente, pasiva mi sensibilidad y negativa mi actitud, para poder
convertirme en un perfecto registro de todo acontecimiento ultra-
fisico que pudiera producirse. Yo no queria que ningun prejuicio
o preconcepto personal interceptaran la recepcion de lo que pu-
diera llegarme de alguna fuente inaccesible a· Ios ci~co se~tidos
fisicos del hombre. Gradualmente fue disminuyendo el flujo de
EL EGIPTO SECRETO 69

mis pensamientos hasta que mi mente entro en un estado de se-


mivacuidad.
Y la quietud que envolvio mi cerebro me hizo intensamente
consciente de la quietud que habia envuelto mi vida. El mundo,
con su animacion y su bullicio, era algo muy remoto, hasta easi
inexistente. De las tinieblas no salia ning(m ruido, ni un murmu-
llo. El silencio es la verdadera soberania real en el imperio de la
piramide,· un silencio que comenzo en la antigiiedad historica y
que no pueden quebrar los parloteos de los turistas, porque todas
las noches se reintegra de nuevo con aterradora perfeccion,
Percibi la poderosa atmosfera de la habitacion. Es perfectamen-
te normal y corriente que las personas sensitivas perciban Ia at·
mosfera de las casas antiguas, y de una forma similar comenzo
mi experiencia. A medida que pasaba el tiempo se iba intensifi-
cando la impresidn de Ia inconmensurable antigiiedad que me
rodeaba, y llegue a sentir que el siglo xx se alejaha, desaparecia,
deslizandose por debajo de mis pies. Pero, consecuente con Ia de·
cision que me habia impuesto, Iejos de resistir Ia sensacion, deje
que se robusteciera.
La extrafia impresion de que no estaba solo comenso a envol-
verme insidiosafnente. Senti que, debajo de la capa ·de tinieblas
absolutas, iba cobrando existencia algo animado, vivo.. Era esa
sensacion vaga pero real Ia que, junto con la creciente conviecion
de que retornaba el pasado, me hacia consciente de una presencia
"psiquica".
Sin embargo, esa sensacien vaga y general de que una vida
medrosa palpitaba en las sombras no desprendia aiin nada defi-
nido, concreto. Trancurrieron las horas, y en contra de lo que
habia esperado, a medida que avanzaba Ia noche iba aumentando
el frio. Los efectos de los tres dias de ayuno que habia cumplido
para acrecentar mi sensibilidad, se manifestaban en forma de tem-
blores cada vez mas insistentes. El aire fresco se colaha por los
angostos respiraderos de las paredes y atravesaba la debil barrera
de mis ropas livianas. Mi carne helada tiritaba hajo la camisa.
Me levante y me puse Ia chaqueta, que pocas horas antes me hahia
quitado a causa del intenso calor. Asi es en el oriente, en ciertas
epocas del aiio: calor tropical durante el dia, y fuerte descenso
de la temperatura durante la noche,
Hasta ahora no han sido descubiertas las bocas de los tubos de
aire en el exterior de la piramide, aunque se eonoce su situacion
70 PAUL BRU.\'TON

aproximada. All!'.unos egiptologos hasta dudaron de que hs cana-


les Ilegaran al exterior, pero el complete enfriamiento del aire
que cornprohe aquella noche deja definitivamente aclarado este
punto.
Retom~ mi asiento sobre Ia Iosa cle piedra y me rendi de nuevo
al abrumador silencio de muerte que reinaba en fa camara, v a Ins
prepoorlerantes tinieblas que la llenahan. Con el espiritu docil
prosegui mi espera y mi especulacion. Sin razon aparente recorde
que alla, al este, el canal de Suez seznia su curso, en Iinea recta,
entre arenas y pantanos. Y el majestuoso Nilo formaha la colum-ia
vertebral del pais,
La extrafia quietud sepulcral del cuarto y el feretro vacio que
tenia a mi lado no contribuyeron. por cierto, a serenarme los ner-
vios, en tanto que la interrupcion de mi vigilancla provoco, al
parecer, otra interrupcion mas. En efecto, al poco rato advert!
que la sensacion de una presencia viva. invisible, se habia trans-
formado en una certeza completa. Si, hahia algo que vivia y pal-
pitaba a mi lado. aunque yo todavia no podia ver ahsolutamente
nada. Al comprender, note de pronto la imprudencia de mi ai-
tuacion. Yo estaba· aislado; encerrado en un extrafio recinto rrue
se hallaba a mas de sesenta metros de altura; rodeado de tinieblas
impenetrables; prisionero en un edificio que se alzaba al horde
de un desierto de centenares de kilometres de extension, un edi-
ficio que era probahlemente el mas viejo del mundo y que se
hallaba rodeado por el dantesco v revuelto cementerio de una an-
tigua metropoli.
Para mi, que habia buceado a fondo en lo psiquico. en los mis-
terios del ocultismo v en la magia y la hechiceria del oriente, el
gran recinto de la. ca mar a del rey se pohl6 de seres invisibles. de
espiritus que custodiahan el viejo monumento. Esperaba oir en
cualquier mornento una voz espectral que saliese del predominante
silencio. Yo daba las gracias a los construct ores de la niramide
por haber instalado aquellos canales de ventilacion que traian al
vetusto cuarto una provision, redudda pero constante, de aire
fresco. Aire que recorria unos noventa metros de piramide antes
de llegar, pero que de todos morlos era bienvenido. Yo sov un
hombre habituado a la soledad; mas aiin, me agrada v r1eleita.
Pero la soledad de aquel cuarto tenia algo de temerario v pa-
voroso.
Las espesas tinieblas comenzaban a oprimirme la caheza corno
EL ~GIPTO SECRETO 71
un yelmo de hierro. La sombra de un miedo indeseable se agito
en mi interior. La ahuyente inmediatamente. Para permanecer en
el corazon de aquel monumento del desierto no hacia falta valor
fisico. sino cierta fortaleza moral. No era de esperar que salieran
culehras de grietas o hendeduras, ni que entraran merodeadores de
medianoche, trepando por las empinadas caras de la piramide.
Las iinicas sefieles de vida animal que hahia encontrado fueron
las que dieron un raton que halle en el pasaje horizontal y' nue
espantado por la luz de la antorcha, corrio desesperado de un lado
para otro tratando imitilmente de encontrar un refugio en las lisas
paredes de granito; dos lagartijas de color verde amarillento, in·
creiblemente viejas, que descubri colgadas del techo en la estre-
cha hendedura que parte del nicho en la camara de la reina ; y,
finalmente, los murcielagos de la caverna subterrtinea, Tamhien es
cierto que unos grillos me recibieron con sostenidos chirridos
cuando lleaue a la gran galeria: pero no tardaron en callarse.
Todo eso habia quedado atras ; un silencio invencible se habia
apoderado de Ia piramide, y la mantenia presa en su mudo cautive-
rio. No habia nada de naturalezafisica que pudiera hacerrne daiio;
y sin embargo, volvi6 a asaltarrne por segunda vez una vaza in·
quietud. la sensacion de que ojos invisibles me observaban. Hahia
un fantastir-o misterio. una irrealidad espectral en aquel sitio ...
• • •
Hay vibraciones de fuerza. de sonido y de luz que estan mas
alla -de nuestro alcance normal <le captacion. Los oyentes radio·
fonicos escuchan las alezres canciones y los discursos serios que
Ies llegan por el eter: pero no pueden captarlos si SUS aparatos
receptores no estan debidamente sintonizados. Saliendo del estado
de simple espera receptiva, pase a un estado mental de potente
reconcentracion que enfocaba toda su atencion en el esfuerzo de
atravesar el negro silencio circundante. GSeria acaso imposible
que lograra descubrir la presencia de fuerzas invisibles, si con la
intensa concentracion interior consezuia exaltar temporalmente
mis facultades de aprehension hasta limites anormales?
Lo que puedo decir es que cuando me "sintonice" mediante un
metodo de atencion interiorizada que habia aprendido mucho an·
tes de aqueUa mi segunda visits a Egipto. supe que la camara
habia sido invadida por fuerzas hostiles. Habia en el amhiente
nl!?o que yo rn·10entl11 m11lo. religrm;o. Un temor imprecise agi-
72 PAUL BRUNTON

to mi eorasen, e insistio en retornar una y otra vez, apenas lo ale-


jaba. Continue con mi metodo de concentraci6n interior, intensa
y sobre un solo punto, y la sensaeion, siguiendo su tendencia ha-
bitual, se transformo en vision. En el cuarto sin sombras cornen-
zaron a revolotear somhras de un lado para otro; poco a poco
fueron tomando forma mas definida, y de pronto aparecieron ros-
tros malevolos muy cerca de mi propia cara. Imageries siniestras
surgieron con toda claridad ante los ojos de mi mente. Luego
avanzo hacia mi una aparicion tenehrosa, me miro fijamente con
ojos aviesos y alzo las manos en ademan de amenaza, eorno si
quisiera infundirme temor. Habian salido, al parecer, los vetus-
tos espiritus de la vecina necropolis, una necropolis tan vieja que
las momias se habian desmoronado dentro de SUS earcofagos. de
piedra; y las sombras que seguian aferradas a estos iiltimos hi-
cieron su ingrata presentacion en el lugar de mi vigilia. Volvieron
a mi memoria todas las leyendas sobre los malignos fantasmas que
pueblan los alrededores de las·piramides, con los mismos detalles
desagradables con que me fueron relatadas por los arabes de una
aldea proxima. Cuando le informe a un joven arabe amigo mio,
hahitante de aquella aldea, que me proponia pasar una noche den-
tro del viejo edificio, trato inmediatamente de disuadirme.
-Esta repleto de fantasmas -me avisO--. Hay todo un ejercito
de espectros y genios.
Ahora veia que la advertencia no habia sido ociosa. Figuras es-
pectrales habian comenzado a introducirse y a rondar por la os-
cura estancia, y la indefinible sensacion de inquietud que nie ha-
bia dominado poco antes recibio una completa y adecuada justifi-
cacion. Yo sabia que, con la influencia de toda esa tension, en el
centro de aquel objeto inmovil que era mi cuerpo, mi corazon
latia a martillazos. EI miedo a lo sobrenatural, que acecha en el
fondo de todos los corazones humanos, volvio a herirme. El miedo,
el espanto y el horror me mostraban, persistentementey por tur-
no, sus semblantes perversos. Involuntariamente aprete los pufios
con fuerza. Pero estaba resuelto a seguir adelante, y aunque las
formas fantasmales que transitaban por el cuarto habian comen-
zado a despertarme un sentimiento de alarma, terminaron por in-
citarme a reunir todas mis reservas de valor y combatividad. ·
Aunque tenia los ojos cerrados, aquellas formas grises, vapo-
rosas, deslizantes, entraban en mi vision, y siempre llevando con-
EL EGIPTO SECRETO 73

sigo un implacable antagonismo, una torva determinacion de im-


pedirme cumplir mi proposito,
Yo estaba rodeado de un circulo de seres hostiles. Podia haber
puesto fin a todo aquello facilmente, con solo encender la luz de
la linterna, o con saltar de mi asiento, salir corriendo de la camara
y recorrer un centenar de metros hasta la verja de entrada, don-
de el guardia armado me proporcionaria el alivio gregario de una
presencia humana. Era una dura prueba que imponia una forma
de tortura sutil; acosaba el alma y dejaha el cuerpo intacto. Pero
algo en mi interior me intimaba con igual inflexibilidad a que
siguiera hasta el fin.
Llego por fin el momento culminante. Rodeome un tropel de
monstruosos entes elementales, de malignos espantos del averno,
de figuras de aspecto grotesco, insano, extrafio y diabolicc, que me
provocaron una repulsion inconcebible. Vivi unos instantes que
no olvidare jamas, Aquella escena increible ha quedado vivamente
fotografiada en mi memoria. Ese experimento no lo repetire ja-
mas; nunca volvere a alojarme de noche en la gran piramide.
El final Ilego de repente, con alarmante celeridad. Los malignos
invasores espectrales desaparecieron en la oscuridad de la que ha-
bian emergido; volvieron al reino sombrio de los difuntos, Ile-
vando consigo su sequito de horrores perniciosos. Mis nervios
destrozados experimentaron un enorme alivio, semejante al que
siente un soldado cuando concluye bruscamente un furioso bom-
hardeo.
No se cuanto tiempo habria pasado, cuando de pronto adverti
una nueva presencia en la sala, la de alguien que, amistoso y
benevolo, se hallaba en la entrada de la camara mirandome con
ojos amables. Con su llegada la atmosfera del aposento cambio
completamente; y cambio para mejorar. Un no se que de limpio
y sano habia entrado junto con el. Sohre mi excitada sensibilidad
comenzo a actuar un nuevo elemento, sedante y lenitivo. El recien
llegado se aproximo a mi asiento de piedra, y pude ver entonces
que lo seguia otra figura. Ambos se detuvieron a mi lado y me
contemplaron gravemente, con miradas cargadas de profetico sig-
nificado. Presenti r_:•.!e iba a vivir una hora memorable en mi exis-
tencia.
Aquellos dos seres que habian aparecido en mi vision formaban
un cuadro inolvidable. Al punto vuelvo a ver con los ojos de la
mente sus blancas vestiduras, sus pies calsados de sandalias, su
74 PAUL BRUNTON

aspecto venerable, sus altas figuras. Por otra parte, llevahan las
inconfundibles insignias de sus cargos ; eran altos sacerdotes ,de
un antiguo culto egipcio. Rodeabalos un halo luminoso, que de
la manera mas rnisteriosa alurnhraha una parte de la habitacion,
Parecian, en verdad, mas que hombres. por SU brillante presencia
de semidioses y la calma claustral de sus rostros.
Permanecieron inm6viles como estatuas. con las· manos eruza-
das sohre el pecho y contemplandome en silencio.
lEstaria yo actuando en una cuarta dimension. sumido cons-
cientemente en alauna lejana epoca del nasado? ; Habria repre-
sado mi sentido del tiempo a la era primitiva de Egipto? No. im-
posible; porque pude percihir inmediatnmente que aquellos espi-
ritus me veian, y estahan a punto de dirigirrne la palahra.
Sus altas figuras se inclinaron hacia adelante. Uno de ellos acer-
c6 su rostro al rnio; sus ojos despedian llarnaradas de fuezo espi-
ritual; me pareci6 que sus lahios se movian; su voz resono en
mis oidos.
-lPor que viniste a este sitio -me preguntO-, a tratar de
evocar las potencias secretas? .;,No te hastan las sendas ile los
mortales?
Yo no oi estas palahras con el oido fisico : ninzuna vibracion
perturh6, por cierto, el silencio del recinto. Me parecio oirlas, sin
embargo, mas o menos como podria haberlas oido un sordo. ron
el timpano artificial de su anarato electrico, pero resonando en
la parte interior del timpano. La voz que me lleµ:o podria. en rea-
lidad. describirla corno una voz mental, ya que la oi dentro de
la caheza; pero daria la err6nea impresion de que se trntaba de
un simple pensamiento. Nada mas lejos de la realidad: no era
un simple pensamiento: era una voz.
-iNo, no me bastan! =-reepondi,
-La agitaci6n de las muchedumhres en las ciudades reconfor-
ta el coraz6n temhloroso del hombre -dijo el-. Vete; vuelve a
reunirte con tus semejantes y pronto olvidaras ·el frivolo nntojo
que te trajo hasta aqui.
Pero yo volvi a responder:
-jNo, no puede ser!
El espiritu hizo un nuevo esfuerzo.
-La senda del ensuefio te alejara de los lindes de la raz6n.
Algunos lo siguieron, y regresaron locos. Vuelvete ahora, que aun
EL EGIPTO SECRETO 75
estas a tiempo, y sigue el camino asignado a los pies de 10111 mor-
tales.
Pero yo sacudi la cabeza v murrnure:
-Debo seguir esta sends. Ahora ya no hay ninguna otra para mi.
El sacerdote dio entonces un paso adelante y volvi6 a inelinarse
sobre mi. Vi su anciano rostro destacado en las tinieblas.
-Aquel que entra en contacto con nosotros -murmuro en mi
oido-, pierde su vinculo con el mundo. l Puedes andar solo?
-No se -tespondi.
EI sacerdote desapareci6. Quede solo con el otro esniritu, que
haste ese momento no habia desempefiado mas que el panel de
un testigo silencioso.
Se aproxim6 hasta quedar frente al cofre de marmol, Su rostro
era el rostro de un hombre muy viejo, viejisimo. No me aventure
a conieturar su edad.
-Hijo mio -me explic6 serenamente-, los poderosos amos
de las potencias secretas te han tornado en sus manos. Esta noche
( ,·;b\.\.
seras conducido a Ia sala del saber. jTiendete sobre esa piedra !
Antiguamente habrias tenido que hacerlo alli, sobre un lecho de
cafias de papiro.
Sefial6 el sarcofago. No se me ocurrio hacer otra cosa que
obedecer a mi visitant!' misterioso. Me acoste de esnaldas =obre Ia
Iosa. ,
Lo que sucedi6 inmediatamente despues, todavia no lo veo muy
claro, Fue como si inesperadamente me huhiesen dado una dosis
de alinin .anestesico especial, de accion lenta, porque todos mis
miisculos se pusieron tensos, y en sezuida comenzo a invadirme
los miemhros un letargo paralizante. Todo el cuerpo quedo rigido.
enturnecido. Comence primeramente a sentir los pies frios, cada
vez mas frios: luezo la frialdad fue subiendo, gradualmente, im-
perceptiblemente; lleg6 hasta [as rodillas v prosiguio su avance.
Era como si, al escalar una montaiia. me huhiese hundido hasta la
cintura en un monton de nieve, Mis miembros inferiores quedaron
completamente baldados.
Pa!'le luego a un estado de semisornnolencia, y en mi mente se
insinue el misterioso presentimiento de nue mi muerte estaha pro-
xima. No me perturb6. sin embargo; hacia mucho tiempo que
yo me habia librado del viejo miedo a la muerte. y aceptaha
filosoficamente su inevitabilidad.
Mientras la extrafia sen~acion rle fri!!'i<lez :<<'~!Ilia apniler~n<losc
76 PAUL BRUNTON

de mi, subiendome por la temblorosa columna vertebral y domi-


nandome todo el cuerpo, yo senti que mi conciencia se iba hun-
diendo hacia adentro, hacia un punto central de mi cerebro; mi
respiracion, entretanto, se debilitaba cada vez mas.
Cuando el frio me llego al pecho y me paralizo completamente
el resto del cuerpo, sobrevino algo parecido a un ataque cardiaco;
pero paso pronto, y comprendi que la crisis suprema no tardaria
mucho en llegar. ·
Si hubiese podido mover mis rigidas mandibulas, habria cele-
brado con una carcajada el pensamiento que me asalto en ese ins-
tante. Maiiana, pense, hallaran mi cadaver dentro de la gran pi·
ramide, y todo habra terminado para mi.
Yo estaba seguro de que mis sensaciones se debian al transito
de mi espiritu de la vida fisica a las regiones de ultratumba,
Aunque yo sahia perfectamente que estaha pasando por las sen·
saciones del fallecimiento, ya no oponia ni la mas minima resis-
tencia.
Por ultimo, mi conciencia reconcentrada quedo confinada en la
cabeza, y en mi cerebro hubo un furioso remolino final. Tuve la
sensacion de que un tifdn tropical me lanzaha hacia arriba por
un estrecho agujero; experimente luego el temor momentaneo de
ser arrojado al espacio infinito; di un salto hacia lo desconocido,
y. . . i quede lib re!
Con ninguna otra palabra podria expresar el delicioso sentimien-
to que me sature. Me hahia trastrocado en un ser mental, en un
ente con pensamiento y sensaciones, pero sin el embarazoso obs-
. taculo del pesado cuerpo carnal en el que habia estado encerrado.
Hahia salido de mi envoltura terrenal suelto como un espectro,
como un muerto que sale de la tumba; pero sin entrar en ninguna
clase de inconsciencia. Por el contrario, mi sentido de la existen-
cia era mucho mas vivo que antes. Y por encima de todo, aauel
exodo, aquel traslado hacia otra dimension mas elevada, me ha-
hia liberado; yo me sentia en la cuarta dimension en que habia
penetrado; yo me sentia libre, dichosamente, Ianguidamente libre.
Al principio me encontre tendido de espaldas, en la misma po·
sicion horizontal que el cuerpo que acabaha de desocupar, flotando
por encima de la losa de piedra. Tuve 'luego la sensacion de que
una mano invisible, despues de empujarme un poco hacia adelante,
me hacia girar longitudinalmentehasta dejarme en pie sobre mis
EL EGIPTO SECRETO 77

talones. Al final experimente la curiosa sensacion de estar al mis-


mo tiempo de pie y flotando.
Mire el abandonado cuerpo de carne y huesos que yacia pos-
trado e inmovil sobre la laj a. El rostro inexpresivo estaba vuelto
hacia arriba, con los ojos apenas entreabiertos; pero el brillo de
las pupilas era suficiente para indicar que los parpados no estaban
realmente cerrados. Los brazos estaban cruzados sobre el pecho,
postura que yo no recordaba haber adoptado. lAlguien los habia
cruzado sin que yo me diera cuenta del movimiento? Las piernas
y los pies, estirados y juntos, se tocaban. Aquel era mi cuerpo,
aparentemente muerto, del cual yo me habia retirado.
Adverti entonces que yo, el nuevo yo, despedia un hilo de suave
luz plateada, que se proyectaba sohre el cataleptico ser de la laja.
Me sorprendio descubrirlo, pero mayor fue mi sorpresa cuando
note que el misterioso cordon umbilical psiquico contribuia a ilu-
minar el rincon don de yo me hallaba; sob re las paredes de piedra
habia una suave claridad semejante a Ia luz de la luna.
Yo no era mas que un fantasma, un ente sin cuerpo alojado en
el espacio. Comprendi, por fin, por que los sabios egipcios de la ' \
antigiiedad representaban en los jeroglificos el alma humana con \ '
la figura simbclica de un pajaro. Yo habia experimentado la sen-
sacion de que aumentaban mi estatura y mi volumen, de que me
desplegaba, como si tuviese un par de alas. l Y no me hnbia ele-
v ado en el aire, donde quede flotando sobre mi cuerno dese-
chado, lo mismo que un pajaro que alza el vuelo y se queda pla-
neando en circulo alrededor de un punto? lNo tuve la impresion
de que me habia envuelto un gran vacio? Si, el simbolo del paj aro
era acertado.
Si; yo me habia elevado en el espacio, desprendiendo mi alma
de su envoltura mortal, dividiendome en dos partes gemelas, ahan-
donando el mundo que conoci tanto tiempo. En el cuerpo dupli-
cado que ahora habitaba, tenia la impresion de ser etereo, de una
liviandad extrema, Mirando la fria losa donde yacia mi cuerpo,
surgio en mi mente una idea singular; fue una comprension sin-
gular que me domino y tomo forma en las siguientes palabras si-
lenciosas:
"Este es el estado de la muerte. Ahora se que soy un alma, que
puedo existir separado de mi cuerpo. Siempre lo creere, porque
lo he comprobado."
78 PAUL BRUNTON

Esta nocion se aferrc a mi tenazmente, mientras yo permanecia


suspendido en el aire por encima de mi desocupada residencia
carnal. Yo habia comprobado la supervivencia en una forma que
me parecio mas satisiactoria: j mediante la experiencia de morir
y sobrevivir! Continue observando los yacentes restos que habia
abandonado. En cierto modo, me Iascinaban. {_Era aquello, ese
cuerpo desechado, lo que yo habia considerado durante tantos
afios que era yo? En ese momento veia con toda claridad que era
solamente una masa de substancia carnosa, desprovista <le inteli-
gencia y de conciencia. Contemplando los ojos sin vista, insensi-
bles, percibi en toda su fuerza la ironia de la situacion, Mi cuerpo
terrenal me habia aprisionado, habia retenido mi verdadero "yo";
pero ahora estaba libre. Yo habia sido llevado de un Iado para
otro sobre la superficie del planeta por un organismo al que habia
confundido con mi verdadero ser central.
La fuerza de gravedad habia desaparecido; yo flotaba literalmen-
te en el aire, con la extraiia sensacion de estar medio suspendido
y medio de pie.
De pronto aparecio a mi lado el anciano sacerdote, grave e im-
perturbable. Alzo los ojos al cielo, mostrando su rostro noble, y
con gesto reverente elevo esta oracion :
-jOh, Amon! [Oh, Amon que estas en el cielo, vuelve tu rostro
hacia el cuerpo muerto de tu hijo, y Iavorecelo en el mundo espi-
ritual! -termino.
Luego se volvio a mi y me dijo:
-Ahora aprendiste la gran leccion. El hombre, cuya alma nacio
de lo imperecedero, no puede morir. Redacta esta verdad con las
palabras que los hombres entienden. j Mira!
Saliendo del espacio, vi. llegar primero el rostro semiolvidado
de una mujer a cuyo sepelio asisti mas de veinte afios atras; luego
el semblante familiar de un hombre que habia sido para mi mas
que un amigo y a quien vi por ultima vez, hacia doce afios, repo-
sando en su ataud; y finalmente la dulce figura sonriente de una
criatura conocida que habia muerto de una caida accidental.
Los tres me miraron con expresien serena, y sus voces amigas
volvieron a resonar una vez mas junto a mi. Mantuve la mas breve
de las conversaciones con los llamsdoe muertos, que no tardaron
en desvanecerse y desaparc:cer.
El EGIPTO SECRETO 79

-Tambien ellos viven, como vives tu, como vive esta piramide,
que vio morir medio mundo y sigue viviendo --dijo el sumo sa-
cerdote--. Has de saber, hijo mio, que en este antiguo santuario
se encuentra la perdida historia de las primeras razas de la hu-
manidad y de la alianza que hicieron con el creador por medio del
primero de sus grandes profetas. Te dire tarnhien que antigua-
mente eran traidos a este lugar hombres escogidos para mostrarles
la alianza mediante la cual podian tornar al seno de sus seme-
j antes manteniendo vivo el gran secreto. Llevate contigo esta ad-
vertencia: cuando los hombres reniegan de su creador y miran con
odio a sus semejantes, como los principes de Atlantida, en cuya
epoca fue construida esta piramide, son destruidos por el peso de
su propia iniquidad, como fue destruido el pueblo de Atlantida,
"No fue el creador el que hundio a Atlantida, sino el egoismo,
la crueldad, la ceguera espiritual del pueblo que habitaba en esas
islas condenadas. El creador ama a todos; pero la vida de los
hombres esta gohernada por leyes invisibles que el les impuso.
Llevste, pues, esta advertencia contigo."
Agitose en mi interior un gran deseo de ver esa misteriosa
alianza; el espiritu debio de leer mi pensamiento, porque se apre-
sure a decir:
-Todas las cosas a su debido tiempo. Todavia, no, hijo mio,
todavia no.
Me senti desilusionado.
El sacerdote me miro durante unos instantes.
-A ningiin hombre de tu pueblo se le ha permitido hasta ahora
que lo viera. Pero como tii eres un hombre versado en estas cosas, ·
y has venido aqui trayendo comprension y buena voluntad en tu
corazon, es j usto que recibas alguna satisfaccion, j Ven conmigo !
Sucedio entonces algo extrafio, Cai, al parecer, en una especie
de semicoma, mi conciencia se borro mornentaneamente, y cuando
la recupere adverti que habia sido transportado a otro lugar.
Estaba en un largo pasaje suavemente iluminado, aunque no se
veian ni lamparas ni ventanas; supuse que la fuente luminosa
debia de ser el halo que emanaba de mi cornpafiero, combinado con
la irradiaci6n del cordon luminoso de eter vibrante que se extendia
detras de mi. Pero comprendi que esos focos no explicaban sufi-
cientemente la luz. Les paredes eslaban construidas con piedras
80 PAUL BRUNTON

refulgentes, de color terracola rosada, unidas con las junturas mas


delicadas. El piso, en cuesta descendente, tenia exactamente la
misma inclinacion que el pasaje de entrada a la piramide, La
mamposteria estaba bien terminada. El pasaje era rectangular y
bastante bajo, pero sin llegar a ser incomodo, No pude descubrir
el origen de la misteriosa iluminacion, aunque todo el interior
relucia como si recibiera la luz de una lampara, 1
El gran sacerdote me indico que lo siguiera.
-No mires hacia atras -me dijo'--, ni vuelvas la cabeza.
Caminamos un breve trecho cuesta abajo, hasta que Ilegamos
al final del pasaje, donde se abria la entrada de una gran camars
que tenia el aspecto de un templo. Yo. sabia perfectamente que
estaba dentro o debajo de la piramide, pero ·nunca habia visto ni
aquel pasaje ni aquella camara, Eran, evidentemente,secretos, y
no habian podido ser descubiertos hasta entonces. No pude me.
nos de sentirme enormemente excitado por aquel impresionante
hallazgo; se apodero de mi la tremenda curiosidad de averiguar
d6nde estaba la entrada. Finalmente se me hizo imperioso volver
la cabeza y echar un rapido vistazo hacia atras con la esperanza
de ver la puerta secreta. Yo no habia visto por donde habia en·
trado en aquel sitio, pero en el extremo opuesto del pasaje, donde
debia haber una abertura, no vi mas que bloques rectangulares
aparentemente cementados entre si. Estaba mirando una pared.
Y entonces me arrebato velozmenteuna fuerza irresistible, toda
la escena se borr6 y ·me encontre flotando de nuevo en el espacio.
Oi las palabras: "Todavia no, todavia no", como repetidas por un

l El doctor Abbate, baja, vicepresidente del lnstituto Egipcio, pas0 una


noche en el desierto, junto a las piramides, en compaiiia de William Groff,
miembro del mismo instituto. En el informe oficial que presentaron, decia
el segundo de ellos: "A eso de las ocho de la noche, adverti una luz que
rondaba lentamente la tercera piramide, casi a la altura del apice; era como
una pequeiia llama. La luz di6 tres vueltas a la piramide y desapareci6. Vi·
gile atentamcnte esa piramide durante una buena parte de la noche; a eso
de las once volvi a ver la misma luz, pero esta vez era de color azulado; su-
bi6 lentamente, casi en linea recta; lleg6 hasta cierta altura, por encima
de la ciispide del monumento, y desapareci6." lnvestigando entre los bedui-
nos, Groff supo que esa misteriosa luz hahia sido ohservada anteriormente
con cierta frecuencia, y que la tradici6n hablaba de su existencia desde ha·

\( cfa muchos siglos, Los arabes atribuian la luz a los espiritus guardianes de
la piramide, pero Groff trat6 de ballarle una explicaci6n natural al Ieno-
meno, sin conseguirlo.
EL EGJPTO SECRETO 81

eco, y pocos minutos mas tarde divise mi cuerpo inconsciente ten·


dido sobre la piedra. La voz del gran sacerdote me lleg6 en un
murmullo.
-Hijo mio -decia-; no tiene importancia que descubras o no
la puerta. Dedicate a buscar en tu mente el pasaje secreto que
te conducira a la camara escondida dentro de tu propia alma, y
habras encontrado algo realmente valioso. El misterio de la gran
piramide es el misterio de tu propia alma. Las camaras secretas
y los antiguos archivos de la historia estan todos contenidos en tu
propia naturaleza. Lo que ensefia la piramide es que el hombre
debe volverse hacia su propio interior, debe aventurarse a pene·
trar en el centro desconocido de su ser para buscar su alma, como
debe aventurarse a penetrar en las simas desconocidas de este
templo a buscar SU mas profundo Secreto. i Adi6s !
Apoder6se de mi mente un torbellino en el que gire con ra-
pidez; arrebatado por una fuerza que me atraia, me fui desli-
zando irremediablemente hacia abajo, siempre hacia abajo. Presa
de un pesado letargo, me pareci6 que volvia a fundirme dentro
de mi cuerpo fisico, Con un esfuerzo de voluntad, trate de mover
los rigidos 'musculos, pero no pude y finalmente me desmaye...
Abri los ojos sobresaltado; espesas tinieblas me rodeaban. Cuan-
do pas6 el entumecimiento,me apodere de la linterna y encendi la
luz. Estaba de nuevo en la camara del rey; todavia me duraba la
/ excitaci6n, y eta tanta y tan intensa que salte de la piedra gritando.
El eco devolvi6 mi voz con acentos apagados; pero yo, en lugar
de sentir el piso debajo de mis pies, me eneontre cayendo en el
espacio. Me pude salvar unicamente porque lance ambas manos
sobre la laja, y me quede colgando de su horde. Comprendi enton-
ces lo que habia pasado. Al· levantarme me habia corrido invo-
luntariamente hacia el otro extremo de la losa; mis piernas se
columpiaban dentro del agujero excavado en el rinc6n noroeste
del piso,
Me alee hasta pisar de nuevo terreno firme, cogi la linterna y
alumbre la esfera de mi reloj. El cristal se habia quehrado en dos
sitios al golpear mi mano contra Ia pared, cuando sali de un salto
del agujero; pero la maquinaria seguia con su alegre tictac. Y en·
tonces, cuando vi la hora que era, estuve a punto de lanzar una
carcajada, pese a la solemnidad del lugar.
Porque era exactamente la melodramatica hora de la media·
82 I' AUL JJH.UNTON

neche, jAmbas.agujas seiialaban el numero doce, ni mas ni menos!

Cuando, poco despues de amanecer, el guardian armado quit6


la 1Tave a la verja de hierro, de la oscura entrada de la gran pira-
mide sali6 tambaleandose una figura, polvorienta, fatigada, ojerosa.
Echo a andar por las grandes losas rectangulares de piedra y mir6,
parpedeando, el chato paisaje familiar que iiuminaba el sol de la
maii.ana. Lo primero que hizo fue respirar profundamente, varias
veces. Luego alz6 instintivamente el rostro hacia Ra, el sol, y le
agradeci6 en silencio el bendito regalo de la luz que hacia a la
humanidad.
CAPiTULO v
UN MAGO EN EL CAIRO
La vida de El Cairo transcurre en dos mundos. Yendo hacia el
este, a partir de la gran plaza central, la Ataha el Kadra, se entra
en el antiguo mundo arahe; yendo hacia el oeste se vuelve al mo-
derno mundo europeo. Vida extrafia esta, en la que, con la irre-
sistible presion de los tiempos actuales, se encuentran cara a cara
el oriente y el occidente, el medioevo y la edad moderna, la sucia
policromia del este y la incolora pulcritud del oeste. ,
Fue alla, en El Cairo, donde encontramos en gran cantidad me·
diums y magos, adivinos y astroiogos, hechiceros y quiromanticos,
faquires y · santos, Los habia de todas las variedades, a pesar del
desagrado y de las restricciones de un gobierno que, revelando su
disgusto, habia prohibido por ley la mayor parte de aquellas acti-
vidades y no vacilaba en aplicar la ley con· bastante frecueucia.
A pesar de mi simpatia hacia varios de los sujetos de que se trata,
debo confesar que el gobierno tenia muchos motivos para Impo-
ner esas restricciones. ~bundaban los curanderos, que estafaban a
los credulos; los charlatanes irresponsables, que eran escuchados
con temeroso recogimiento ; los clarividentes alucinados, que eran
aceptadoe con el valor que ellos mismos se adjudicaban. Nunca se
sabra todo el daiio que causaron los adivinadores del porvenir,
cuyas profecias eran tomadas como guias para la accion; perd lo
que se supo fue suficiente para hacer imperiosa la intervencion
de las autoridades. Hahia, sin embargo, varios individuos c ya
personalidad me interesaha al margen de su profesion. Un h hi-
cero que mato una gallina, delante de mis ojos, por medio d su
magia y sus invocaciones; una negra sudanesa, medica-bruja, que
PAUL BRUNTON

ace::to al nomhrar a la India como pais de muy huena suerte para


mi, y que hizo en seguida varias predicciones completamente in-
exactas; un joven egipcio descendiente de sirios cristianos que
creia firmemente que era una reencarnacion del profeta Elias y
hacia una vida de completo desden al mundo, como cuadraha a su
profetica condicion; una francesa del barrio europeo que, en estado
de trance hipnotieo, leia con toda facilidad frases impresas te-
niendo los ojos vendados; un viejo extravagante que vivia con sus
adeptos en una gran casa contigua a- una inmensa mezquita, y que
estaba tan alejado de este mundo que se pasaba casi todo el tiem-
po hahlando en voz alta con los espiritus; una mujer valiente y
audaz que desafiando la prohibicion del rey lbn Saud habia to-
rnado secretamente vistas cinematograficas de la santa Meca, pero
que se dedico luego a estudiar temas sacros con la direccion de
maestros angelicales ; un faquir, el famoso Tara bey, que como si
no fuera nada se hacia clavar una daga en el cuello o en el pecho
0 asestar una pufialada justo debajo del corazon, y que salia de
esas desagradables operaciones ileso y sin sangrar; y varios otros
que me intetesaron y que atrajeron mi atencion, Me es imposible
hablar de todos en el limitado espacio de que dispongo; pero al
menos puedo dedicar a algunos de ellos la rapids mencion cle este
parrafo,
Otro aspecto de la vida de El Cairo, el religioso, me atrajo tam-
bien sobremanera, porque esa ciudad fue durante mas de mil afios
el foco de la cultura musulmana. Tan poco conoce el occidental
medio la gran religion del islam, tan deformadas son las nocio-
nes que tiene de ella, que me parecio conveniente dedicar todo un
capitulo a describir el islam tal como yo lo conoci.
* * *
El hechicero que hizo aquella extrafia proeza con la gallina
debera quedar anonimo en este relato, porque prometi a un alto
funcionario del gobierno egipcio que no haria publicidad personal
al individuo. No vamos a hablar aqui de las razones que funda-
mentaron el pedido, pero yo las acepte como buenas y, por consi-
guiente, el personaje quedara incognito; tampoco publicare las
excelentes fotografias que tome del hrujo, de su casa y de su
hazafia.
Lo descubri una tarde calurosa, al cabo de rondar mucho y
de hacer nwherosas indagaciones. Despues de caminar por una
EL EGIPTO SECRETO 85

calle principal pavimentada con vieJ as piedras, me interne en


aquel antiguo barrio pintoresco, hullicioso, denso, de angostas ca-
llejuelas, que se encuentra entre la mezquita de El Azar y el tetrico
cementerio de Bah el Waiir. Habia llegado a la ciudad una recua
de eamellos. Los animales llevahan atadas unas pequeiias campa-
nitas y la procesion pasaba produciendo un alegre tintineo. Segui
avanzando por las oscuras callejas, solo y a pie, tratando de en-
contrar la Casa del mago.
Atravese un complicado laherinto de callejuelas secundarias, tan
angostas que se veia el cielo como una Iinea quebrada por entre
los techos de las casas, Sin embargo, el sol dibujaha en las
calles irregulares un pintoresco estudio de luces y somhras en
fuerte contraste.
Encontre por fin la casa, despues de tomar por una tortuosa
callejuela cubierta con una gruesa capa de polvo hlanco; el viento
lo traia de las yermas colinas de Mokanin, situadas a poca dis-
tancia de alli, en los confines de la ciudad.
Era una casa grande, medieval, con un frente de piedras rec-
tangulares alegremente coloreadas. La planta alta de la casa tenia
varias ventanas, con pesadas persianas. Dos puertas dobles, grue-
sas, con tallas y molduras, se abrian hacia adentro y daban paso
a un vestihulo, pequeiio pero de gran altura, en el que habia un
par de sillas y una mesita; pero ni rostro de personas. Atisbe
por otra puerta dentro de un cuarto contiguo; tampoco hahia na-
die. Entre, por consiguiente, en un angosto corredor embaldosado
con piedras, .y pase a un patio interior donde habia amontonadas
yen desorden pilas de papeles y documentos; estaban tan cargadas
de tierra que supuse que aquel patio debia de ser el deposito de los
archivos mas antiguos del mago. Desolado, vague por alli durante
unos cinco minutos, esperando que apareciera alguien; finalmente
sali a la calle y volvi a entrar con una vecina, que subio, sola, a
la planta alta de la casa. Dos minutos despues volvio a bajar acorn-
paiiada de un joven de unos diecisiete afios.
-l Que deseaha? -me pregunto este ultimo, con voz suave y
vacilante.
Cuando nomhre al mago, el joven retrocedio sorprendido. Era
evidente que no figuraban europeos en su clientela.
-lA mi padre? -exclamo-. (.Para que quiere verlo, me pue-
de decir?
Le explique mi proposito v le entrezue una tarieta de nre-
86 PAUL BRUNTON

sentacion, escrita con lapiz, Cuando vio la firms, brill6 en sue


ojos una expresion de bienvenida.
-jPase! Tome asiento.
Me introduj o en el cuarto contiguo al vestibulo, y me indico con
un ademan cordial un divan de sencillo genero blanco.
Luego volvi6 a desaparecer en la planta alta de la. casa, de la
que regres6 al rato. Escuche unos pesos lentos, arrastrados, y el
muchacho entr6 en el cuarto seguido de un hombre corpulento,
de unos sesenta afios de edad, que al aparecer en la puerta salud6
tocandose la frente.
Tenia · la cabeza y los hombros envueltos en un chal hlanco,
del que se escapaba un rizo de cabello negro y lustroso; su rostro
era de facciones anchas y de expresi6n amable; llevaba un abun-
dante bigote y una barba escasa. Debia de tener ojos grandee, pero
no levantaha Ia vista del suelo y se veia que comprimia conscien-
temente los parpados para que parecieran chicos. El hombre me
inst6 a permanecer sentado y se acomod6 a su vez en un amplio
sill6n.
• • •
Recorri Ia habitaci6n con la mirada ; era alta y fresca, y con-
tenia una extrafia colecci6n de objetos diversos. Las paredes es-
taban decoradas con paneles rectangulares en los que se veian
inscripciones del Coran, pintadas con hermosos caracteres rojos
sobre fondo amarillo. En un nicho de la pared descansaban dos
nutrias pardas embalsamadas; los repechos de las ventanas rebo-
saban de documentos apilados que, a juzgar por la tierra que
Ios sepultaba, no habian .sido tocados desde hacia afios; a mi Iado,
sohre una almohada, habia un almanaque arabe impreso; y por
todas partes se veian desparramados frascos vacios de tinta.
Con unas cuantas palabras monosilabicas el mago me inform6
que se sentia muy honrado por mi visita y me rog6 que tomara
con el un ligero refrigerio antes de seguir adelante. Yo le agra-
deci; pero, conociendo las eostumbres egipcias, le pedi que no se
molestara en preparer cafe para mi, porque yo no acostumbraha
heherlo. Sugiri6 entonces te persa, hebida deliciosa que acepte
inmediatamente. Y mientras un solicito sirviente se trasladaba al
mercado mas pr6ximo, trate de arrastrar al viejo hacia una con-
versacion mas comunicativa. Mis esfuerzos fracasaron; fuera de los
monosilabos elementales dictados nor la etiqueta egipcia, no quiso
EL EGIPTO SECRETU 87

decir nada sabre si mismo. Invirti6, en cambio, las papeles y me


someti6 a un sutil interrogatorio. Yo respondi a sus preguntas
abiertamente, con toda franqueza, de modo que cuando el criado
sirvio los platitos con las tipicas confituras egipcias, buiiuelos de
miel, bizcochos y bananas, y unos mimisculos vasitos de te persa,
mi anfitrion ya estaba un poquito menos reservado. Y cuando ave·
riguo que yo no queria investigar sus metodos para ridiculizarlos
o para denunciar su probable charlataneria, se mostro verdadera-
mente complacido. Pero yo percibi que por debajo de su afable
conducta conservaba una constante e inconmovible cautela, coma
si no pudiera arriesgarse a permitirle la entrada en su vida a un
extranjero curioso procedente de un pais exotica.
Sin embargo, me sugirio que podria hacerme mi horoscopo si
yo le daba mi nombre, el de mi padre y la fecha y el lugar de mi
nacimiento. Yo trate de insinuarle que no habia ido a verlo para
eso, y que de todos modos la adivinaci6n del porvenir producia
a menudo tantas contradicciones entre los distintos adivinadores,
que yo preferia seguir gozando de la dichosa ignorancia antes
que tomarme la molestia de conciliar lo que parecia irremediable-
mente inconciliable. Pero el viejo no podia ser disuadido tan fa.
cilmente; declaro que, aunque yo no lo quisiese, el tenia ahora
bastante interes en mi persona coma para empefiarse en querer
calcular la configuracion que presentaba el cielo cuando yo naci
y redactar luego una interpretacion que satisfaria su curiosidad
y quiza tambien la mia. Cedi, finalmente, a sus instancias, y le di
los datos que pedia.
Me pidic entonces que colocara la mano sabre una hoja de pa·
pel y trazo con un lapiz el contorno de la palma. Dentro del hos.
quejo asi obtenido escribio unas palabras en arabe. Nunca supe
con que objeto lo habia hecho.
Aborde a continuacion el tema de la magia, pero el mago lo
eludio con una respuesta evasiva. Me habian dicho que aquel
hombre era probablemente el mago mas grande de El Cairo, sea
cual fuere el valor que se le quiera · dar a la calificacion,
Con mucha habilidad cambio el curso de la conversacion y yo
me vi obligado a emplear todo el tiempo en hablar de la vida
europea.
-Vuelva dentro de cinco dias -dijo finalmente, levantandose
del sillon.
Volvi con toda puntualidad. El dueiio de casa me acogio con la
88 PA.UL BRUNTON

hospitalidad de costumbre, y cuando termino el convite preliminar


saco unas hojas de papel de oficio cuhiertas de escritura ara·
biga en donde, me informo, se encontraha mi horoscopo redac-
tado en verso. Me vi ohligado a tomar lo que no habia pedido, y
a abonarlo con una suma que, despues de varias negativas, fue
aceptada.
Se produjo entonces un inesperado cambio en su actitud. El
viejo me ofrecio hacerme una exhibicion de su magia.
=-Deme su pafiuelo -dijo, y cuando se lo hube dado me lo
devolvio casi en seguida-. j Muy bien ! Ahora rompalo en dos.
Asi lo hice. El mago tome una de las dos mitades y escrlbie
algo sobre ella, con una pluma mojada en un frasco de tinta que
habia sobre la mesa. Cuando termino de escrihir doblo el trozo
de genero y me lo devolvio, pidiendome que lo pusiera en un ce-
nicero de cobre que estaba a mi lado en el divan.
Aguarde el paso siguiente con cierto interes, El viejo tomo
una hoja de papel y dibujo un gran triangulo ; dentro del trian-
gulo trazo unos signos misteriosos y varias letras arabigae, Me
entrege el papel y me pidio que lo colocara sohre el medio pa-
iiuelo doblado. Obedeci, Hubo _tm intervalo de un par de minutos;
el mago murmuro unas frases en una jerigonza incomprensible,
manteniendo los ojos fuertemente cerrados. De pronto los abrio.
Casi inmediatamente el pafiuelo roto se inflame dentro del ce-
nicero. Para mi sorpresa, la llamarada salto hacia arriba, bien
alto, y luego se transformo en una espesa nube de humo que Ueno
completamentela sala. No se podia respirar; los ojos me ardian.
Me levante apresuradamente para salir del cuarto, pero el mago
Ilego antes que yo a la puerta; llamo al sirviente y le ordeno que
abriera todas las ventanas para ventilar el ambiente.
Como no veia que ohjeto podia tener toda aquella demostraeion,
no me preocupo si se trataha de magia genuina o si era un nt'i-
mero de buen ilusionismo practicado con productos quimicos in·
flamables. Pero el viejo estaha evidentemente muy orgulloso de
la proeza.
-lComo hizo para pegarle fuego al pafiuelo? -inquiri.
-Lo hice con la ayuda de mis genios -fue la explicacion.•. ,
que no explicaba nada.
Lo deje pasar. Aquella era la explicacion corriente en Egipto
para todo lo que tenga algo de sohrenatural, por poco que sea.
-Vuelva dentro de tres dias -me dijo el mago--, pero no se
EL EGIPTO SECRETO 89

olvide de traer un ave blanca. Percibo en usted algo que me


agrada; por eso le. voy a hacer un favor, completamente gratis.
Traiga el ave blanca y hare con ella un acto de magia para poner
un espiritu a su servicio. Recuerde, el ave no debe ser ni muy joven
ni muy vieja, ni de ningiin otro color.
Recordando a las brujas africanas que degiiellan gallos hlancos
y derraman la sangre sobre la cabeza de los clientes, decline el
magnanimo ofrecimiento de mi anfitri6n. El viejo insisti6 repe-
tidamente, asegurandome en confidencia que con la operaci6n de
magia proyectada atraeria la ayuda de un genio poderoso que tra-
baj aria en mi beneficio. Pero yo segui rehusando. Al final, sin
embargo, me "arrincon6"; le dije que esas ceremonias me dis-
gustaban y que preferia renunciar a sus presuntas ventajas. Inme-
diatamente me prometi6 que no habria derramamiento de sangre
de ninguna clase, y con esta garantia, accedi.
* * *
Una vez mas recorri, levantando a mi paso pequefias nubecillas
de tierra, la estrecha calleja que llevaba a la antigua casa del
viejo hechicero.·Esta vez habia partido de la feria de aves, situada
a poca distancia de la plaza Ataba el Kadra, y llevaba bajo el
brazo derecho una folliza gallinita blanca. Sentia palpitar en la
mano el tibio pecho del .ave y me preguntaba que destino maligno
le habria reservado el viejo.
Cuando llegue, el rostro del mago perdi6 su gravedad y se dila-
to en una ancha sonrisa. Expres6 su satisfacci6n por mi obedien-
cia. Me pidi6 que dejara la gallina en el centro de la alfombra
y que pasara tres veces por encima de un incensario que habia
en un rinc6n. Lo hice; pase tres veces sobre la nube de fragante
humo y luego me sente en el divan a observar al hombre y al ave.
El primero tom6 una hoja de papel y dibuj6 un pequefio cua-
drado, que luego subdividi6 en nueve cuadros menores. Dentro de
cada uno de estos puso un signo cabalistico 0 una letra arabe.
Luego empez6 a mascullar una especie de encantamiento mistico,
con la vista fija en la gallina; de tanto en tanto subravaba sus
murmullos estirando el brazo derecho y tendiendo el dedo indice
en un ademan de mando. El pobre animal se asust6 y huy6 a un
rinc6n del cuarto, refugiandose detras de una silla. El mago me
pidi6 entonces que la pusiera de nuevo en el centro de la sala.
Yo no queria volver a tocarla, y asi se lo dije. Su hijo, entonces,
90 PAUL BRUNTON

quc habia entrado en la habitacion, capture a la gallina y Ia co-


loc6 en el sitio de donde se habia fugado.
El ave comenz6 a revolverse de nuevo, y ya habia iniciado una
nueva fuga hacia el rinc6n de la silla, cuando el mago le orden6
con voz firme que se volviera.
La gallina se detuvo inmediatamente.
Adverti entonces que todo el cuerpo del animal temblaba, de ta!
modo que las plumas se agitaban y sacudian.
El mago me pidi6 que pasara tres veces por encima del brasero,
como habia hecho antes. Cuando regrese al divan note que la
gallina ya no miraba al mago; habia vuelto los ojos en mi direc-
ci6n, y asi los mantuvo hasta el fin.
Observe entonces algo extraordinario. La respiraci6n del ani-
malito se hizo pesada y trabaj osa ; respiraba boqueando penosa-
mente; mantenia el pico siempre abierto, como si estuviera em-
peiiada en una lucha constante por 'conseguir aire.
El mago puso el papel cabalistico en el suelo, junto al ave, y
retrocedio lentamente hasta llegar a la puerta, que estaba abierta;
alli se detuvo y · comenz6 a murmurar sus extraiios encantamientos,
mientras miraba fijamente a la gallina. Sus palabras incompren-
sibles, que canturreaba con energies voz de mando, fueron su-
hiendo gradualmente de tono, a tiempo que la gallina iba decli-
nando lentamente hasta quedar casi sin vida.
Finalmente el animal se debilit6 hasta el punto de que las patas
ya no pudieron sostenerlo y se doblaron, dejandolo caer sobre el
piso; pero todavia le quedaban a la gallina fuerzas suficientes para
mantener el cuerpo erguido. Dos minutos despues tambien ese es-
fuerzo se le hizo imposible. Se incline hacia un costado y se des-
plom6. Y entonces el espiritu del ave se rebelo contra su destino :
el animal hizo un tremendo esfuerzo para Ievantarse de nuevo,
pero volvio a caer agotado. Pasaron otros dos minutos; la gallina
hizo un movimiento convulsivo, sacudi6 espasmodicamente el cuer-
po y agito debilmente las alas. Despues los movimientos fueron
disminuyendo hasta cesar por completo. La carne se endurecio, la
cabeza se puso rigida; comprendi que el tibio animalito que habia
traido de la feria apenas media hora antes, era cadaver. Me levante,
mudo de asombro. Senti que mi coraz6n desfallecia.
El viejo me pidi6 que pusiera mi pafiuelo sobre la gallina rnuerta.
-La magia di6 huen resultado -me dijo con acento impresio-
nante-. En adelante el :renio que destruy6 la vida de esa gallina
EL EGIPTO SECRETO 91
como sefial de que estaba dispuesto a servirlo, actuara en bene-
£icio de usted. Cuando practico esta magia y el ave no muere, co·
mo ha sucedido otras veces, es porque el genio se niega a prestar
su ayuda al interesado. '
El misterioso duefio de casa habia mantenido la mirada cons-
tantemente fija en el piso, detalle que observe en todo el trans-
curso de la ceremonia. Sus palabras siguientes dieron una expli-
caeion peculiar de ese hecho.
-Cuando pronuncio mis conjuros para evocar a los genios. y
cuando expreso mis· ordenes despues de haberlos evocado, nun·
ca los miro. Esa es una de las reglas que deben ser cumplidas.
Pero el sacrificio no concluyo aiin. j Escuche ! Debe usted envolver
el ave y Ilevarsela a su casa, donde la conservara envuelta hasta
mafiana, Cuando llegue la medianoche, arroj ara el cuerpo al Nilo
desde el puente de Kasr-el-Nil, En el momento de tirarlo, no se
olvide de formular un deseo, y algun dia el genio hara que su
deseo se cumpla.
Mi pafiuelo era muy chico para envolver enteramente el ave;
mire en torno y encontre un ejemplar del Al Aram ("La Pirami-
de"), el popular periodico de EI Cairo. Envolvi con el el cuerpo
semicubierto de la gallirta. Cuando regrese a mi casa entregue el
paquete a mi joven sirviente arabe, con instrucciones de que no lo
abriera ni volviera a tocarlo hasta la noche siguiente. Pero la pro·
hibicion era innecesaria. Le informe, de pasada, que era un ave
de sacrificio, muerta por un mago, y que no debia ser comida. El
criado retrocedio, asustado; y despues evito todo lo posible acer·
carse al paquete.
Aquella noche cene en un restaurante con un par de amigos, uno
norteamericano y el otro egipcio, y les conte la historia de la ga-
llina y su magico sacrificio. Ellos se manifestaron completamente
seguros de que el ave no habia sido muerta por medios magicos,
sino por cualquier otro medio. Yo por mi parte no abri juicio,
manteniendome imparcial. Cuando les narre los detalles del acto,
estallaron en carcajadas, y en todo el resto de la velada el tema
de la gallina domino en nuestra conversacion. Debo confesar que
las satiricas e ingeniosas ocurrencias de mis amigos, a costa del
ausente mago, me arrancaron mas de una sonrisa, De pronto, -euan-
do estabamos en medio de la cena, se apagaron todas las luces del
restaurante. Pese a Ios empefiosos esfuerzos del propietario, no
pudo restablecerse la corriente electrics; finalmente envio a buscar
92 PA.UL BRUNTON

velas, y tuvimos que concluir de comer en una relativa penumbra.


Mi amigo el egipcio, esceptico convencido que se 'habia educado
en Ia Sorbona, perdio momentiineamentesu brillante agudeza de
ingenio y su frivolidad espiritual.
-jEsto es cosa del mago! -dijo en son de queja; pero de-
bajo de la humorada adverti una ligera aprension.
Podria tratarse, por supuesto, de una interrupcion accidental,
ocasionada por algun cable fundido, pero se produjo en circuns-
tancias que me recordaron otros dos episodios curiosos de carac-
teristicas bastante parecidas. En el primero intervine personalmen-
te; el segundo lo supe de labios de Robert Hitchens, el famoso
novelista, que conocio a los principales personajes del hecho.
El primer caso ocurrio hace muchos afios, cuando yo estaba
investigando varios cultos que habian aparecido en Europa y Ame·
rica. Uno de ellos era encabezado por un hombre de dudosa repu-
tacion, un ex clerigo expulsado de Ia iglesia, pero que era muy
preparado y tenia una poderosa personalidad. Mis investigaciones
revelaron que el hombre poseia un gran poder hipnotico y que
lo usaba ·con fines indignos, ademas 'de explotar a los credulos
para sacarles dinero. Fuera de poner sobre aviso .a aquellas de sus
victimas a quienes yo conocia, me reserve mis descubrimientos,
consecuente con mi conviccidn de que a todos los pillos Jes llega
tarde o temprano su nemesis. El hecho tuvo su culminacion una no-
che cuando, accidentalmente al parecer, me encontre en la calle, a
las veintidos, con la esposa de un hombre a quien yo conocia.
La mujer se portaba de una manera tan extrafia, que me detuve
a conversar con ella, y con la estupefaceion consiguiente me infer-
me de que estaba en route para encontrarse con el cura degradado,
con quien, afiadic tranquilamente la mujer, iba a pasar Ia noche.
La conduje hasta el farol mas proximo, le alee Ia cabeza y le exa-
mine el blanco y las pnpilas de los ojos, Lo que vi me indico con
suficiente claridad que estaba hipnotizada; me crei, por lo tanto,
en el deher de deshipnotizarla inmediatamente y persuadirla de
que regresara a su casa.
Al dia siguiente visite a un amigo para consultarlo sobre el par-
ticular. Era un hindii, y precisamente mi amigo el del segundo
capitulo de mi lihro A Search in Secret India. 1 Le comunique to-
dos los detalles que habia descubierto sohre las actividades del ex

1 La India Secreto, Hachette, Buenos Aires, 1954.


EL EGIPTO SECRETO 93

elerigo y los estragos que causaba entre la gente de caracter de·


bil; afiadi que, en mi opinion, no se podia permitir que ese hom-
bre peligroso prosiguiera sus expoliaciones. El hindu estuvo de
acuerdo conmigo; mas aun, se indigno profundamente y .me pro·
puso enviarle al individuo una fuerte maldicion. Yo sabia que
el hindu era versado en los metodos yoguis y en las artes de los
faquires orientales, y que una maldicion proferida por sus labios
no seria una cosa cualquiera. J uzgando que seria una accion un
poco excesiva, le dije que podia hacer lo qu~ le pareeiera, pero
que yo habia pensado en otro medio mas indulgente, y era el de
ordenar al individuo que desapareciera y no volviera jamas. El
indio me dijo que le parecia una buena medida, pero que el por
su parte emitiria la maldicion ; y asi lo hizo,
Concluido su acto ritual, lo deje inmediatamente para ir a mi
vez a cumplir mi plan, y parti en busca de su victimn. Enoontre al
seudo profeta con un grupo numeroso de sus discipulos, en un
pequeiio salon donde reinaba en aquellos momentos una confu-
sion indescriptible.
El salon habia quedado sumido en completa oscuridad.
Todo el mundo corria, tropezando unos con otros, y tratando
de llegar hasta la puerta; los caidos gemian y gruiiian desde el
suelo. Por encima del estrepito y del desorden oyose la voz. estri-
dente del maestro, una voz cargada de miedo y desesperacion
-i El diablo esta aqui ! -gritaba-. i Esto es cosa del diahlo !
Encendi un fosforo y 16 vi caido sobre la tribuna, al parecer
presa de un ataque de nervios.
Finalmente trajeron unas velas, y sus discipulos lo llevaron a
un hotel proximo, donde trataron de revivirlo con su behida fa.
vorita, el whisky. Entre tanto Ios otros me enteraron de lo que
habia pasado.
Estaban todos sentados tranquilamente escuchando la conferen-
cia del jefe, cuando de pronto estallaron como bombas las lam·
paras electricas, lanzando trozos de vidrio en todas direcciones.
El salon quedo inmediatamente a oscuras, y en medio de la pe·
numhra y el caos resultante oyeron al maestro desplomarse pesada-
mente sobre el piso de la tribuna, profiriendo gritos de miedo,
Lo segui al hotel, escribi un breve mensaje y lo puse en un so·
bre, que cerre. Entregue la carta al principal de SUS desilusionados
partidarios y le pedi que se la diera al maestro en cuanto este es·
tuviera en condiciones de leer.
94 PAUL BRUNTON

El sobre contenia un ultimatum. El hombre debia abandonar la


ciudad en el termino de veinticuatro horas y no volver jamas, so
pena de poner al departamento de policia sobre su pista.
Se fue. Doce meses despues supe que habia muerto en una os-
vura aldea campesina.
Veamos ahora el detalle curioso de esta historia:
jEl salon de confereneias habia quedado sumido en la oscuri-
dad en el preciso instante eu que el acto de ernitir la maldicion
de mi amigo el hindu llegaba al punto culminunte de su ritual!
. Mi segunda anecdota se reficre al desventurado lord Carnavon,
el que financie las excavaciones que condujeron a la apertura
de la tumba de Tutankamon, Todo el mundo conoce la historia de
ese asombroso descubrimiento, y recuerda que el infortunado par
Ingles contrajo rapidamente una septicemia poco despues de la
apertura. Saben tambien algunos que los antiguos egipcios dejaron
una maldicion para los violadores de la tumba. La celeridad con
que se desarrollaba el mal motive que lord Carnavon fuera en-
viado a El Cairo para recibir la mejor atencion que pudiera ofre-
eerie la ciudad.
El paciente fue alojado en el Continental Savoy, uno de los ho-
teles mas grandes de El Cairo. Una noche, no mucho tiempo des·
pues de su llegada, un corto circuito en el hotel y se apaga-
ron todas las luces. La casa quedo a oscuras durante casi una
hora. Cuando volvieron a encenderse las luces, la enfermera de
Carnavon lo encontro muerto en su cama.
Pero volvamos a la gallina.
Al dia siguiente, a medianoche, un hombre exploraba furtiva-
mente el puente de Kasr-el-Nil, esperando una oportunidad favo-
rable para deshacerse de un ave sacrificada. La tarea no era tan
facil como parecia. Porque el puente esta en el mismo corazon del
barrio europeo de El Cairo: a un lado hay un gran cuartel militar
ingles, y al otro lado esta la espaciosa y bien custodiada jefatura
central del alto comisionado britanico. El lrecho de arroj ar a las
oscuras aguas del rio, desde esa altura y a esa hora, un paquete
de aspecto misterioso, haria sospechar a cualquier observador ra-
cional una sola cosa: que un asesino trataba de librarse de una
parte de su victima, un trozo del tronco o de los miembros, Lleg6,
sin embargo, el momento esperado; el paquete fue lanzado por
encima del puente. Cuando se hundio en las aguas con un suave
U EGIP1'U SECRETO 95

gorgoteo, el visitante nocturno suspiro aliviado y se alejo apre-


suradamente.
Mi sirviente arabe ensalzo a Ala por mi feliz regreso, Estaba
tan Contento COnlO Un gatito que caza SU primer raten,

* * *
En posteriores visitas trate de conseguir que mi mago me ex-
plicara mas detal!adamente SUS hazafias, para saber si no eran, al
fin de cuentas, simples pruebas de ilusionismo. Pero el viejo ha·
blaba muy poco sobre el tema y caia en largos lapsos de silencio,
como si estuviera enfrascado en algun otro mundo; tal vez el
mundo de sus genios. Me di cuenta de que no seria menuda ta·
rea la de lograr que soltara su cautelosa lengua. El hijo me habia
informado, despues de varias preguntas, que el padre nunca le
comunicaba sus secretos a nadie y que el mismo, el hijo, le habia
pedido que le ensefiara la profesion ; pero el padre se habia ne-
gado, diciendo que era una profesion dificil y peligrosa. Como
ejemplo tipico de algo que ocurria a menudo, el padre Je habia
contado a su hijo el caso de un mago que habia evocado un genio
y despues no pudo ahuyentarlo, con el resultado de que el genio
se volvi6 contra el mago y le infiri6 graves heridas. El muchacho
foe enviado a estudiar la relativamente inofensiva carrera cle las
!eyes.
No se me escapa la razon de que el viejo no revelara sus secre-
tos, autenticos o falsos; es precisamente ese misterio lo que le
daba poder y reputaci6n. Resolvi no insistir mas. Era muy natural
que no quisiera difundir lo que constituia la base de su fama y
su fortuna.
Pero si no puedo veneer su reticencia, pense, tomando asiento
una vez mas en su polvorienta sala, quiza pueda convencerlo de
que me explique las teorias generales que fundamentan sus se-
cretos; quiza pueda averiguar en la fuente informativa de este
reputado experto, que significa todo eso de los genios de que tanto
se habla en "Egipto. Y mientras hablaba con el, oia, a traves de la
cerrada ventana, el tamborileo ritmico, constante, de un tantan,
En una casa de la vecindad, un jeque, medico brujo de segunda
clase, trataba de expulsar del cuerpo de un enfermo, por medio de
tambores y hechicerias, el presunto genio que se habia posesiona-
do de el y que era el causante de su mal.
-Ustedes no creen en nuestra antigua magia -intercalo mi
96 PAUL BRUNTON

1nfitri6n en mill reflenones+, simplemente porqus emples fuer.


zas que no comprenden; las fuerzas de los genios.
Ouarde silencio. A mi no me era muy dificil comprender su
actitud oriental; de lo contrario no me habria interesado tanto el
oriente.
Los genios estaban en todas partes. Si un hombre estaba enfer-
mo, o lo perseguia la mala suerte o la desgracia, era porque su
cuerpo o su vida habian sido invadidos por un genio maligno; si
era afortunado o poderoso, se debia a la intervenci6n de un genio
bueno.
-l Que son esos genios? -pregunte finalmente.
Aquel dia el viejo estaba mas comunicativo.
-Esos seres invisiblesexisten -me explic6-, aunque los hom-
bres de nuestra epoca han perdido casi completamentela facultad
de verlos. Lo mismo que existen animales en el mundo de la ma-
teria, existen en el otro mundo criaturas espirituales que no son
humanas, que nunca fueron espiritus de seres humanos mortales,
sino que nacen directamente en el mundo espiritual. De esa clase
son los genios. Pero no los confunda con las almas de los anima-
les; son de otro caracter completamentedistinto. Algunos de ellos
son casi tan inteligentes como los hombres sagaces, otros tienen
la santidad del bien, y muchos otros, en cambio, son verdaderos
"hijos del demonio". En realidad, los habitantes del mundo espi-
ritual pueden ser divididos en tres clases principales: los genios,
los humanos y los angeles.Los angeles son en SU mayoria buenos
y nunca vivieron en la tierra. Los genios son buenos o malos, y
probablementenunca vivieron en la tierra. Los humanos son. na-
turalmente, los hombres y mujeres que han vivido en la tierra y
abandonaron los cuerpos despues de muertos.
"Le dire, tamhien, que del mismo modo que los animales se
aprovechan para servir al hombre en la tierra, del mismo modo
que el perro, el caballo y el camello son criados para someterlos
a la voluntad del hombre, tambien hay ciertas clases de genios
que pueden ponerse al servicio del hombre, ya sea en el mundo
visible o en el invisible. Es claro que solo a los genios de ciertos
6rdenes se les puede imponer la sumisi6n a un · amo humano. La
magia antigua consistia, en su mayor parte --como la de los pocos
magos verdaderos que existen actualmente-, en saber de que
modo se puede obtener el servicio de esos genios. En pocas pala-
bras.. una forma de espiritualismo."
El EGIPTO SECR£'1'U 97

- (,Que metodos se usan para lograr ese dominio '?


-Primero hay que aprender como SC Haman, antes de poder
darles ordenes. Despues hay que escrihir en uu papel un encan-
tamiento que contenga el nombre del genio, un pasaje del Coran
y una combinacion de mimeros dispuestos dentro de un diagra-
ma, que generalmente es un cuadrado doble, pero que puede ser
tambien, a veces, un triangulo. En tercer lugar, hay que recurrir
a la ayuda de inciensos y perfumes quemados, qut· varian en su
composicion segun sea el genio que se quiere evocar. Cuarto, hay
que pronunciar ciertas invocaciones o "palabras de poder", Y por
ultimo, hay que poseer el poder que se adquiere con la iniciacion
por medio del maestro de cada cual. ·
Hizo una pausa de un rninuto, y luego continue.
-Pero para alcanzar esa maestria kl\ que pasar por un apren-
.iizaje dificil y peligroso. La rnagia siempre ha sido, y debe seguir
si;·ndolo, el arte de ·una minoria. Yo puedo decir cual es nuestro
credo, como lo estoy haciendo ahora. pero en cuanto a los secre-
tos practicos de \ erdadero valor, me comprometi con mi maes-
tro a no revelarlos jamas, salvo a un alumno aceptado, y despues
de muchos afios de entrenamiento, Hariamos un gran dafio a la
humanidad si descubrieramos nuestros secretos a todo el mundo,
porque entonces los perversos podrian emplearlos para atacar a
los demas en provecho propio, y nosotros, por nuestra parte, per·
deriamos la posicion de poder de que siernpre hemos gozado. Y le
dire que hasta ahora no he querido aceptar ni un solo alumno.
Tendre que hacerlo finalmente, porque por las leyes que gobiernan
nuestra fraternidad estoy obligado a iniciar a alguno antes de
morir, para que este saber se siga conservando en ~I seno del ge.
nero hurnano. Pero corno conozco la fecha exacta de mi muerte,
cumplire mi obligacion a su debido tiempo.
El viejo hizo otra pausa. Yo estaba muy satisfecho de haber lo·
grado arrancarlo tan maravillosamente de su reticencia, Pero no
sabia si podria hacerlo hablar mucho mas. Le di otro motivo, esta
vez con la forma de una pregunta sobre su propia iniciacien,
-Le voy a contar una pa rte de mi historia -re<>pondiO--. Yo
naci hace sesenta afios en la ciudad de Suag, en la provincia de
Girga. Mi padre era un famoso mago y astrologo profesional. Su
arte siempre me atrajo mucho; mas aun, me fascinaba. Mi padre
advirtio mi inclinacion y me dijo que me iniciaria y me educaria
para que siguiera su misrna profesion. Poseia una cantidad de an·
98 PAUL BRUNTO.\'

tiguos manuscritos arabes y libros rares sobre las artes de l~ ma-


gia, que me di6 para que los leyera y estudiara. No bien me ini-
ci6, a la edad de dieciocho aiios, vine a El Cairo e ingrese en la
Universidad de El AJ:ar. Me dedique a los estudios literarios y
religiosos, pero sin revelar ninguno de mis secretos: Habia traido
conmigo varios de los manuscritos de mi padre y continue estu-
d.iandolos en mi casa. Una de las cosas que aprendi es que hay
diferentes clases de naturalezas humanas, y adquiri tanta practice
que supe determinar a simple vista el caracter y los deseos de
cada hombre.
"Sali de la Universidad a los veintiocho afios y vivi solo, prac·
ticando siempre hasta que Ilegue a sentirme suficientemente fuerte
como para poder dominar completamente a mis genios. Adopte
entonces la profesi6n y me hice conocer. El que no conquista esa
fuerza, es peferible que abandone la carrera. Mis hijos me roga-
ron que les permitiera estudiar mi ciencia, pero yo los encamine
hacia otras disciplinas, porque vi que les faltaba el valor necesario
para llegar a ser buenos magos.
"Tambien practico la astrologia. Muchos personajes egipcios de
alta jerarquia han recurrido a mi y vienen a menudo a verme
para que les adivine el porvenir. Mehan pedido consejo.principes,
ministros, bajaes u opulentos comerciantes. Me consult6 un mi-
nistro de la corte de Abisinia, y el aiio pasado me visito la hija
del emperador de Abisinia. Una vez el sultan de Marruecos me
envio un mensajero especial con ciertas cartas.
"Cierta ves entraron en mi casa, por la noche, cuatro Jadrones,
y trataron de matarme y robarme: los ahuyente con un simple
baston. Al dia siguiente, usando mi magia, descubri c6mo se Ila-
maban. Hecho esto, reuni las pruebas suficientes para hacerlos
arrestar; fueron sentenciados a cinco afios de prision.
"Hace poco me llamaron de una casa embrujada, donde seres
invisibles tiraban y esparcian por la noche las sillas, las alfombras
y las ollas de la cocina. Encendi un incensario y murmure mi in·
vocaci6n 'l los espiritus. Al cabo de quince minutos aparecieron
varios ge?.JOS. Eran ellos los causantes de aquel trastorno; les
ordene que se retiraran y dej aran tranquila la casa. Despues de
eso los espiritus desaparecieron y el embrujo termino,"
* * *
El viejo golpeo las manos y aparecio un sirviente trayendo un
plato con jalea blanca, pasteles y vasitos de te persa.
EL EGIPTO SECRETO 99

-lSe pueden hacer esos genios visibles para una persona CO·
rriente? -pregunte, cuando nos hubimos sentado a la mesa.
-Si, se puede, despues de muchas preparaciones y grandes es·
fuerzos. Al final de las preparaciones hay que encender incienso
y cantar lentamente las invocaciones; aparece entonces· el genio
en el humo, estando la sala a oscuras, y habla en voz alta. Ese
aspecto de la magia ya no lo toco mas, porque me estoy poniendo
demasiado viejo para el tremendo esfuerzo que requiere,
Medite una vez mas sobre aquel extrafio personaje que preten-
dia estar en contacto con esas quimericas creaciones, El hombre
era, por cierto, bastante aterrador. Y, sin embargo, tambien sabia
ser humano. Porque cuando su nietita, una niiiita de seis aiios
graciosamente vestida, entr6 corriendo inesperadamente en la sala,
el m11go se incline y la bes6 con carifio y hasta condescendi6 a
j ugar con ella durante unos instantes.
Reanude mi indagaci6n.
-Esos peligros a que usted se refiri6 antes, lexisten realmente?
-Si. Los que adquieren ascendiente sobre los genios corren
muchos riesgos. Los genios no son simples titeres; son seres que
tienen inteligencia y voluntad propias: siempre es posible, por lo
tanto, q.ue se rebelen contra el hombre que los esclaviza. Aunque
obedecen en todo a sus amos y los sirven voluntariamente, si el
mago pierde su autodominio y se vuelve pusilanime, o si abusa
de su poder y lo pone al servicio de malas causas, o si le falla el
valor en el momento culminante, hay siempre la posibilidad de
que alguno de sus genios lo rechace y repela, ocasionando trastor-
nos imprevistos, accidentes y hasta la misma muerte. Con la ayuda
de esos espiritus se pueden realizar las cosas mas maravillosas,
pcro si han sido imperfectamente dominados por el mago y se
rebelan, son capaces de atacarlo sin piedad.
-l Usted cree que los antiguos egipcios conocian esos genios?
f/
1

-Por supuesto, ese conocimiento era la parte principal del


poder que tenian los sacerdotes. Los genios eran usados para cus-
todiar las tumbas y lo tesoros mas importantes; los invocaban
en las ceremonias de los templos; y tamhien eran empleados con
los fines mas perversos.
Le narre el episodic de la noche que habia pasado en la camara
del rey de la gran piramide, y mi vision de los dos espiritus sa-
cerdotales y del pasaje secreto.
-Dentro de la piramide y en conexlon con la esfinge hay un
100 PAUL BRUNTON

orden particular de genios =-comento mi anfitrien->, Fueron cap·


turados por antiguos altos sacerdotes egipcios y aprisionados en
esos sitios para custodiar ciertos secretos. Defienden los lugares
secretos de la intrusion lanzando un hechizo sobre eus probables
descubridores. Si, yo tambien creo que en la gran piramide hay
pasajes y camaras secretes y archivos histcricos ocultos. Fui una
vez con animo de investigar, pero como los guardianes no permi-
ten hajar a los corredores subterraneos, tuve que retirarme de-
cepcionado. Los genios que cuidan Ios secretos de la piramide y
de la esfinge pueden ser conquistados, pero para eso es esencial
conocer sus formas particulares, la manera de invocarlos, sus nom-
bres y sus signos escritos. Desgraciadamente, esa inlormacion se
extinguio con los antiguos egipcios.
Plantee luego la cuestion de los presuntos poderes de los magos.
El viejo convino en que eran limitados.
-Desde luego, no pretendemos que podemos hacer cualquier
cosa. Podemos hacer ciertas cosas y nada mas. Ala es el unico
que sabe y domina todo. Nosotros lo unico que podemos hacer es
practicar lo mejor posible nuestro arte; pero la ultima palabra
la tiene Ala.
Sali de. la casa y eehe a andar por la calle polvorienta, ilumi-
nada por la clara luz perlada del cielo egipcio. Llevaba en el bol-
sillo una enorme agata de color castafio rojizo, pulida y en forma
de huevo, que el mago me habia dado como recuerdo y que, segiin
me dijo, habia pertenecido a un faraon, Mientras acariciaba con
los dedos la suave superficie de la piedra, pensaba en el hombre
que acababa de dejar y en Ios invisibles servidores que, segun el,
estaban a SUS ordenes para cumplir SUS deseos. Era evidente para
mi que aquel era un terreno peligroso, situado en los mismos con-
fines de la brujeria, la hechiceria y la magia negra.
lSerian aquellos genios nada mas que antiguas invenciones sin
fundamento? No; no era dificil aceptar la teoria de que las re-
giones ocultas de la naturaleza estaban habitadas por otros seres
distintos del hombre; se podia llegar a esta conclusion mediante
un simple razonamiento analogico. Tambien era muy posiblc que
dentro de la jerarquia de esos seres unos fueran tenebrosamente
malignos y otros pacificamente benefactores. Ahora, que pudieran
hacer todo lo que el mago pretendia, ya era otra cosa. La prolon-
gada accion del sol egipcio pudo haber afectado el cerebro del
viejo; no podria decirlo.
EL EGIPTO SECRETO 101

En la India, un yogui devolvio misteriosamente la vida a un


pajaro muerto, delante de mis ojos; aunque la restauracion foe
solamente mementanea, Aqui, en Egipto, presencie otro experi-
mento igualmente sorprendente, pero a la inversa.
No tome nota de lo que :m.e dijo el mago, porque hay hom-
bres que se cohiben ante las anotaciones, y yo sabia por mi ex-
periencia psicol6gica que mi entrevistado era uno de ellos. Regis-
tre sus palabras en mi memoria y las transferi al papel estando
solo. j Y que extraiias me parecieron cuando las redactaba ! Qui-
se investigar la magia nativa en sus diversas formas. Este fue el
primer resultado curioso que obtuve.
CAPiTULO VI

LOS MILAGROS DEL HIPNOTISMO


A veces solemos encontrar las cosas donde menos las esperamos.
Durante mi estada en el barrio europeo de El Cairo encontre alli
mismo otra extraiia manifestacion de esas fuerzas que llamamos
sobrenaturales, pero qqe algiin dia la ciencia explicara tan am·
pliamente que dejaremos de conslderarlas como tales.
Descubri una j oven y notable parej a domiciliada en una calle
que conducia directamente a los cuarteles de la guamicion brita·
nica. El Cairo es una colmena tan cosmopolita que en una misma
casa de departamentos viven frecuentemente inquilinos de media
docena de nacionalidades di£erentes. En ese barrio predominan
los franceses, y hacia muchos afios que la pareja estaba en Egipto.
El marido era· monsieur Edouard Ades, a la esposa la llamahan
madame Marguerite. El marido estaba dotado de cierto poder
hipri6tico, siendo la mujer la sujeto, excepcionalmenteapta, de sus
experimentos. Despues de unos cuantos afios de practice y apren-
dizaje adquirieron cierto grado de competencia en el poder que
tenian de demostrar ·las extraordinarias posibilidades virgenes
ocultas en el cuerpo y la mente de la humanidad, Yo los someti
a diversas pruebas, y aunque la mayor parte de los experimentos
que hicimos careci6 de todo caracter sensacional y podia intere-
sar 6.nicamentea los investigadores cientificos, bubo, sin embargo,
dos o tres proezas capaces de turbar a cualquier materialista obs·
tinado que no haya explorado nunca ese terreno.
La primers de esas proezas, que voy a describir, fue fiscalizada,
y hasta la esposa, ligeramente esceptica, de Un prominente funcio-
nario britanico, a quien invite a presenciar el experimento, se vi6
103

obligada a reconocer que parecia ser una demostraci6n perfecta-


mente legitima y que ninguna teoria de ilusionismo podria ex-
plicarla.
Nos reunimos los cuatro en el estudio, sencillamente amuebla-
do, de monsieur Ades; era este un hombre hermoso, de unos trein-
ta aii.os de edad, de espesa cabellera negra, ondulada, frente alta
e inteligente; ojos de mirada firme y penetrante, y nariz recta de
perfil griego; hablaba con la animacien caracteristica de su raza.
De elocuencia desusada, era capaz de mantener una conversaci6n
torrencial durante horas, dejando salir de la boca montones de
palabras apresuradas que se atropellaban entre si. Toda su perso-
na -daba una impresi6n de fuerza y de vigor.
Madame Marguerite, por su parte, reunia todo lo que se le
puede pedir a un buen sujeto hipn6tico. Era amable, sensitiva,
tranquila, reservada y meditabunda. De baja estatura, ligeramente
rolliza, tenia unos ojos notahlemente grandes, suaves y soiiadores.
Caminaba con movimientos lentos, Ietargicos,
Torno asiento en una silla, y el marido, junto a ella, comenz6
la demostraci6n. Aplic6 el pulgar derecho en el entrecej o de su
esposa y lo mentuvo alli, apretado, durante un par de minutos,
mientras le ohservaha detenidamente el rostro, Eso fue todo lo
que hizo; ni pases con las manos ni ninguno de los otros recursos
que hahitualmente integran la tecnica de los hipnotizadores.
-Al principio, · cuando hipnotizaha a madame Marguerite, y
hace de eso muchos aiios -explic6, hablando rapidamente en fran-
ees-, usaha un metodo complicado y tenia que aguardar un tiem-
po considerable a que pasara al primer grado del estado de tran-
ce. Pero hemos trabajado juntos tantas veces, que ahora puedo
prescindir de todas · las demas preparaciones e hipnotizarla casi
instantaneamente aunque ningiin otro hipnotizador podria lograr
con ella el mismo resultado. j Miren ! Ya esta hipnotizada.
La mujer se hahia puesto rigida; tenia los ojos cerrados y pa-
recia haher perdido contacto con todo lo que la rodeaba. Pedi
permiso para examinarla y, levantandole los parpados, vi en los
ojos los signos habituales de la insensihilidad: los globes oculares
hahian girado hacia arriha y estahan fijos en esa posicion pre-
ternatural. Era la prueha cientifica de que habia entrado en el
primer grado del trance hipn6tico.
Comenzamos con actos sencillos, modestos, Ades orden6 a eu
esposa que mirara a traves del cuarto a la pared opuesta,
101 PAUL BRUNTON

-jQue escena terrible! -sugmo--. Mira ese pobre hombre,


que dolores sufre. jQue pena que sucedan estas cosas, que penal
Madan-e Marguerite mire donde le indicaban, y en su rostro
comenzo a pintarse un gesto de afliccion, Al rato comenso a llorar.
Unos minutos despues las lagrimas le corrian copiosamente por
las mej illas.
De pronto el hipnotizador le orde.16 que viera una alegre pro·
cesion en el otro extremo de la habitacion, y que lo celebrara con
risas. En contados segundos desaparecio la congoja de la mujer
y sonrio, e instantes despues rio abiertamente, con una risa cor-
dial y espontanea,
En esa forma fue sucesivamente una criatura de tres afios, un
soldado y un hombre con una rodilla dislocada; siempre respon·
diendo perfectamente a las sugestiones orales del hipnotizador
y al parecer identificandose completamente con cada nuevo per-
sonaje.
Luego, y obedeciendo a la indicacicn de Ades, tape los ojos de
la mujer apiicandole firmemente sobre las cejas, parpados y me·
jillas unas tiras engomadas que habia llevado conmigo. De tal
forma a la mujer le seria materialmente imposible abrir los ojos,
Pero, para hacer mas perfectas las condiciones del experimento, le
ate sobre los ojos y la caheza una gruesa venda de terciopelo rojo:
la garantia era ahora dohle.
Ades me pidio que le murmurara al oido, a el, algunas indi-
caciones para que las cumpliera la mujer,
-Levante la mano derecha -le susurre,
El hipnotizador volvio a su lado, .coloco su mano derecha a
pocos centimetros de la mano de ella, y luego la Ievanto en el aire.
En seguida ordeno a la mujer que imitara su leman.
Aunque madame Marguerite tenia los oj oa ran completamente
ohstruidos quP le era imposible ver nada, :iizo n-mediatarnente el
brazo derecho.
El operador se aproximo a la sefiora que yo habia invitado y le
pidio que le indicara otro movimiento.
-Cruce los dedos de amhas manos -murmuro ella.
El hombre se volvio hacia la mujer vendada con los dedos cru-
zados, y ella lo imito inmediatamente y sin vacilar.

* * *
EL EGIPTO SECRETO 105
Llegamos ahora al experimento mas interesante. Ades puso a la
sujeto en el segundo grado del trance hipnotico, tocandole la fren-
te y transmitiendole la sugestion verbal. En ese estado entran en
impresionante actividad las fuerzas latentes del inconsciente.
. EI operador ordeno a Ia mujer que se sentara junto al escrito-
rio. Ella obedeci6 inmediatamente.Con aquel pesado vendaje rojo
que le cubria la cara, tenia un aspecto extrafio.
Ades nos pidi6 que eligieramos al azar un pasaje de cualquier
libro. Elegimos una obra cientifica francesa, la abrimos al acaso
en la pagina cincuenta y tres, marcamos un parrafo y pusimos el
libro en el escritorio junto a la sujeto.
Madame Marguerite tom6 un Iapiz mientras Ades ponia en el
escritorio una hoja de papel.
-Busca en el libro el parrafo elegido -orden6 el operador con
voz firme-. Lo leeras sin dificultad; luego escribiras lo leido en
el papel que tiencs delante. [Comienza!

LA ESCRITURA DE MADAME J\hRCUERITE, MIENTRAS SE


HALLA CON LOS OJOS VENDADOS.
106 PAUL BRUNTON

La mujer hipnotizada mantuvo el lapiz en el aire un instante,


mientras miraba a traves del vendaje las paginas impresas del
libro; luego comenzo a escribir lenta y deliberadamente. Despues
de escrihir tres o cuatro palabras, se volvio al lihro e incline la
cabeza como si tuviera los ojos abiertos y pudiera leer claramente.
Pero nosotros sabiamos que con las precauciones tomadas le era
imposible · ver nada.
La mujer continue leyendo y escribiendo alternativamente, pro·
ceso que nosotros seguimos con una excitacion a duras penas con·
tenida. Ades, que permanecio silencioso durante el transcurso de
la operacion, nos aseguro que la mujer copiaba exactamente todas
las palabras del parrafo.
Yo le pedi que ordenara a la sujeto subrayar ciertas pala-
bras: la segunda de la segunda linea y la tercera de la tercera
linea. La orden foe dada y vimos a la hipnotizada subrayar len-
tamente dos palabras.
Finalmente termino de copiar el pasaje y nosotros nos acerca-
mos ansiosos al escritorio a inspeccionar lo que habia escrito, com· .
parandolo palabra por palabra con el original impreso. Decia asi
el parrafo del libro:
Toutefois le danger scientifique est ici heaucoup moins du
cote des statisticiens trop zeles que du cote de ceux qui tendent
a conclure d'apres leur intuition sur un nomhre limite ... " 1
Comparese con lila reproducci6n de la hoj a escrita por Margue-
rite, y se vera que'habia.copiado el parrafo con sorprendente exac-
titud y que hahia suhrayado correctamente las dos palahras indi-
cadas. Un solo error cometio: puso "statistiques" 2 en lugar de
"statisticiens". Equivocacion curiosa pero comprensihle.
Marguerite no termino de copiar el parrafo porque consideramos
que ya hahia escrito lo suficiente para dernostrar su rara facultad.
Otro experimento interesante foe el de hacerle escrihir el mismo
pasaje con la mano izquierda. La mujer no es ambidextra, pero
en estado hipnotico cumplio el encargo con toda facilidad.
A continuacion monsieur Ades le dicto unas cantidades, que
nosotros le hahiamos indicado previamente, para que las surnara.
En el grahado de la pagina 105 podra verse que se equivoco en
1 Sin embargo, el peligro cientifico es aqui mucho menor de parte de los
estadisticos demasiado celosos q~ de los que tienden a sacar conclusiones por
intuicion sobre un mimero Jimitado... (N. del T.)
2 Estadisticas. (N. del T.)
EL EC/PTO SECRETO 107

la tiltima cantidad de la primera suma, es decir en el mimero


13.013; tuvo que empezar de nuevo. A pesar de que seguia con
los ojos vendados, hizo dos sumas exactas, colocando correcta-
mente en columna los mimeros correspondientes.
El siguiente experimento permitio apreciar todas las inmensas
posibilidades latentes que poseemos en nuestro ser. La senora a
quien yo habia invitado a presenciar la sesion le tomo una mano
a la sujeto y concentro intensamente sus pensamientos en la ima-
gen mental de su esposo. Poco despues Marguerite describio el
caracter, las habilidades, el temperamento y hasta el aspecto fisico
del ausente. Lo mas extraordinario de todo fue SU declaracion de
que el hombre era un funcionario del gobierno.
· -jExacto! -exclamo la senora, sorprendida ante aquella no-
table lectura de sus pensamientos.
Sin embargo, en otra ocasion la senora de Ades quiso aventu-
rarse a explorar mi porvenir, estando en el mismo grado de trance
hipnotico ; el resultado fue completamente desastroso. Yo me re-
bele interiormente contra la falsedad de algunas de sus prediccio-
nes, y pocos meses despues quedo demostrado · categoricamente su
error. En camhio, cuando trato de descifrar mi caracter, mis ob-
jetivos, mis aspiraciones y ambiciones, lo consiguio con bastante
exactitud. Es evidente, por lo tanto, que la adivinacion del por-
venir, aqui como en otras partes, es una practica dudosa, aunque
se puede anticipar la orientacion general de los acontecimientos,
derivados, como consecuencia necesaria, del caracter de cada cual.
Para el experimento final la sujeto fue llevada a la tercera
etapa de hipnotizacien, estado mas profundo que hace ciertas
partes del cuerpo insensibles al dolor, y que permite al hipnotiza-
dor incluso fiscalizar los organos que funcionan involuntariamente.
Ades froto la palma izquierda de su mujer con un trozo de
algodon, y tomd una aguja que nos hizo previamente examinar.
Luego clav6 la aguja en la parte carnosa de la mano hasta que
salio por el otro lado algo mas de un centimetre. Marguerite no
sintio aparentemente ningun dolor; por el contrario, cuando Ades
le sugirid que frente a ella habia un comico contando chistes, co-
menzo a sacudirse de risa, Pocos minutos despues el operador ex-
trajo la aguja. No se vio una sola gota de sangre, ni en In piel
ni en la misma aguja. Unicamente un punto negro indicaba en
la palma de la mano el sitio donde la habia atravesado la aguja .
• • •
108 PAUL BRUNTON

lnterrogue a monsieur Ades sobre el hipnotismo.


Ades era un hombre culto, con titulo universitario, y en un
tiempo habia ocupado una catedra de psicologia en un colegio.
Por esta raz6n le gustaha que lo Ilamaran profesor Edouard; vani-
dad natural e inofensiva. Yo le daha generalmente ese titulo.
Cuando le pedi que me diera una explicaci6n de sus demostra-
ciones, fij6 sohre mi su penetrante mirada y exclam6:
-jMonsier, voy a ser completamente franco con usted! Nos-
otros, en realidad, no sahemos nada de las fuerzas misteriosas que
producen el fen6meno del hipnotismo. Conocemos, sin embargo,
la tf.cnica que Io provoca y sahemos el! que condicionespuede dar
huen o mal resultado.
"Nosotros hemos descuhierto que en todas las personas reside
cierta clase de fuerza que podemos Ilamar influencia magnetics,
y que en ciertas personas, como yo, por ejemplo, esa influencia
adquiere un desarrollo tan vigoroso que puede ser usada para
afectar a Ios denuis de la extraordinaria manera que usted ha visto.
Pero para que pueda actuar, se requieren sujetos naturalmente
receptivos, individuos que rinden su voluntad con la menor resis-
tencia. Cuando yo descubri que poseia ese poder, me dedique a
rohustecerlo, hasta llegar al extreme que usted ha podido apreciar
esta tarde. Pero hemos tenido que experimentar continuamente,
mi esposa y yo, para poder ejecutar esos actos. Al principio me
Ilevaha mucho tiempo sumirla en estado hipn6tico; los esfuerzos
continuados y la experiencia me han permitido finalmente redncir
aquel tiempo a unos pocos minutos e ,

"(,Que sucede cuando se encuentra en esa condici6n? Se con-


vierte en una especie de sonambula, y no despierta, no sale del
semitrance, ni aunque se dispare a su lado un pistoletazo. Los
doctores Preyes y Berger, que realizaron estudios especiales del
sonamhulismo, descuhrieron que los sonambulos pueden ver per-
fectamente bien con los ojos cerrados. Esta misteriosa capacidad
prueha que la conciencia puede ser dividida, y que realmente exis-
te lo que los psic6logosllaman el inconsciente.A juzgar por nues-
tras demostraciones,el inconscientees clarividente y no esta sujeto
a las limitaciones de la materia. Puede hacer con el cuerpo lo que
una persona considera imposihle en estado consciente. Esto de-
muestra que nuestras ideas sohre las limitaciones son falsas, y que
todos somos capaces de hacer mucho mas de lo que creemos. El
st: EGJPTO SECRETO 109

hipnotismo libera al sujeto de las trabas que le imponen esos con-


ceptos."
-&Como explica usted que su senora pueda leer un libro con
los ojos vendados?
-Yo me concreto a decir que no debemos poner limites al poder
del inconsciente, y que la clarividencia parece ser una de sus fa-
cultades naturales, En otras palabras, el inconsciente es capaz de
ver, oir y sentir, y esa capacidad no depende, para funcionar, de
los organos fisicos, como los ojos y los oidos. 1 El estado hipnotico
aparta la atencion del sujeto de los orgam.s fisicos, y en realidad
de todo el cuerpo, y la concentra integramente en el inconsciente,
cuyas misteriosas facultades entran a actuar. Pero eso. es casi todo
lo que puedo decirle al respecto. y 0 solo puedo proporcionar las
condiciones necesarias, y luego observar la actividad de esas fa·
cultades.
-He visto que usted no hace pases con las manos. iLos consi-
dera innecesarios?
-Creo que a <;,1tros hipnotizadores podran series muy necesarios
=-respondio energicamente el hombre=-, pero yo puedo prescindir
de ellos. y 0 me haso unicamente en mi fuerza de voluntad v en
las sugestiones orales que .transmito al sujeto. Mi experiencia me
dice que el verdadero secrete del hipnotismo esta en esos dos me·
todos, especialmente en la sugestion, inducida serena y autorita-
riamente, y que los pases megneticos los necesitan unicamente

1 Los yoguis de la India me dieron una explicacien muy parecida del fe-
nomeno, Sostienen ellos que el hombre posee un "cuerpo del alma", invisible,
con siete centros nerviosos, situadus en una region proxima al sistema cerebra·
espinal y al cerebro superior, y que esos centros invisibles son los verdade-
ros agentes fiscalizadores de nuestros sentidos fisicos. El primer centre, que
gobierna el olfato, lo sinian en la region sacra; el segundo, que dirige el
sentido del gusto, se halla en el bazo; el tercero se encuentra al nivel del
ombligo y corresponde a la vista; y asi sucesivamente. De acuerdo con su
teoria, los objetos externos que impresionan los sentidos son en realidad per-
cibidos por el "cuerpo del alma", agente interno cuya cooperacion es esencial
para el buen funcionamiento de todos Ios sentidos fisicos del hombre. Estos
ultimos no son mas que instrumentos, y sin aquella cooperacion no pueden
cumplir sus funciones. En otras palabras, la vista, el oido, etc., son Iunda-
mentalmente facultades mentales, y solo complementariamente facultades fi.
sicas, Pretenden los yoguis que medianle la fiscalizacion consciente de la
atencion, con una profunda concentracion, pueden llegar a hacer volunta-
riamente, sin hipnotizar, todos los actos que realizan los sujetos hipno-
tizados •
110 PAUL BRUNTON

aquellos que no se sienten con suficiente experiencia como para


prescindir de ellos.

El Cairo alberga todos los afios, y durante cierto tiempo, a un


hombre de quien puede decirse que es el faquir mas famoso del
Egipto moderno: el ilustre Tara bey. Sus proezas han provocado
muchas controversias apasionadas; muchos criticos se han empe·
fiado en perforar su reputacion como el se perfora el cuerpo con
flechas y cuchillos; pese a todo lo cual muchas personas distin-
guidas encontraron sus hechos convincentes, o cuando menos in-
teresantes. Los reyes Fuad, de Egipto; Carol, de Rumania, y Victor
Manuel, de Italia, entre otros, lo honraron con sus invitaciones,
y el signor Benito Mussolini lo recibio varias veces en el palacio
Chigi. Por otra parte, lejos de eludir las investigaciones, Tara bey
siempre les salio al encuentro. A mi, que he visto realizar varias
de SUS proezas a mas de einco faquires desconocidos en distintas
partes de la India y de Africa, no me resulta dificil aceptarlas
como posibles; y como, ademas, conozco· al hombre, se tamhien
que posee realmente los poderes de que blasona. Lo unico que no
puedo suscribir es la actividad a que se entrega cuando, como lo
hace desgraciadamente ahora, condesciende a satisfacer el capri-
cho popular que reclama fantasias y adivinacion del porvenir. Sin
embargo, quiza la culpa no sea de el.
-El mundo me oblige a comercializar mis poderes -me confeso
tristemente un dia, mientras tomabamos el te-; tengo que ser
artista, en lugar de ser el hombre de ciencia que yo quise ser.
No obstante, yo lo admiro mucho, porque es el primer fitquir
oriental dotado de poderes extraordinaries que se ha negado a
revestirlos con un ropaje de verbosidad embaucadora o de incon-
gruencias religiosas. El quiere que la verdad sobre los milagros de
los faquires aparezca desprovista de todos los disparates con que
ha sido adornada tradicionalmente. Tara bey encara sus realiza-
ciones y los principios que las fundamentan con una actitud mo·
derna, renovadora y sana; una actitud que es unica en esa clase
de seres humanos llamados faquires, de mentalidad medieval, reac-
cionarios, irracionales y amantes de lo misterioso. En pocas MJa·
bras, trata de reemplazar la supersticion por la ciencia.
Antes de poder entender adecuadamente sus proezas, es preciso
entender al hombre, y para eso nada mejor que conocer su vida.
EL EGIPTO SECRETO 111

Yo la relatare aqui tal como el me la conto. Pero antes voy a pre·


sentarlo.
No esperemos encontrar la figura descarnada, extenuada, de un
asceta. Irnaginemonos, en cambio, un hombre de aspecto distin-
guido, cabello negro, cutis aceitunado, rostro serio y apacible,
que lleva barba y se cubre a veces con un albornoz arabe y otras
veces con un sencillo sombrero europeo, blando, de fieltro. Es de
estatura ligeramente inferior a la mediana. Usa indistintamente
ropas arabes 0 trajes europeos de buen corte, y se siente igual-
mente cornodo con las dos cosas. Sus hellos ojos, de mirada pene·
trante, ofrecen un interes excepcional, por sus iris claros que se
destacan notablemente y confieren misterio y profundidad a- las
negras pupilas. Sus modales son siempre amables y suaves; tiene
la cortesia y la urbanidad habituales en los egipcios de las clases
altas. Habla en voz tan baja y con tanta humildad que nadie cree-
ria estar en presencia de un hombre que posee y domina varias
de las fuerzas mas misteriosas de la naturaleza. Se comports con
serena tranquilidad y tiene ese aire de autodominio que se ohserva
siempre en los faquires adelantados. Furna muchos cigarrillos en
el dia.
-Naci en 1897, en Tanta, la activa poblacion del delta del Nilo
que contiene la tumba del famoso faquir del siglo xm, el jeque
Ayid Amad el Badawi, tumba que es visitada por peregrinos Ile-
gados de todos los rincones del oriente. Mi madre fallecie al dar-
me a luz; mi padre era de la secta de los coptos, los cristianos de
Egipto. Mi padre conocia perfectamente las doctrinas de los fa·
quires, y tenia muchos amigos faquires; yo me eduque, por lo
tanto, en un ambiente favorable a mis futuras actividades. A edad
muy temprana fui iniciado en los ejercicios y las practices tradi-
cionales de los faquires, siendo mi propio padre uno de mis maes-
tros. Niiio aun, las perturbaciones internas de mi patria nos obli-
garon a cambiar de residencia ; mi padre, yo y un maestro nos
fuimos a Turquia, y nos instalamos en Constantinopla. Alli recibi
una buena educacion moderna; curse la carrera de medicina y
obtuve el titulo de doctor. Esa educacion fue para mi muy valiosa,
psicolcgicamente, porque me permitio someter mis experiencias
psiquicas al analisis cientifico. Abri una clinica en Grecia, que
dirigi durante poco tiempo; fue alli donde emprendi la realiza-
cion de la hazaiia que, para mi, es la mas prodigiosa de todas lali
que pueden cumplir los £aquires: la resurreccion, Me hice enterrar
112 PAUL BRUNTON

por un lapse .no men or de veintocho dias; permiti que me des-


cendieran al mismo abismo de la muerte, del que regrese al ven-
cimiento de aquel plazo vivo e ileso. El metropolitano y otros dig-
natarios cristianos me hacian oposicion y trataron de impedir mi
proeza, porque creian ver en ella, y en las doctrinas que confir-
maba, una amenaza a su religion. Sin embargo las autoridades
gubernamentales me defendieron Y, respondieron que, siendo me-
dico, yo tenia derecho a ser enterrado si asi lo queria. No fue esa
la unica ocasion en. que mi preparacion cientifica y mi titulo de
doctor en medicina contribuyeron a allanarme el camino.
"Visite Bulgaria, Servia e Italia. En este ultimo pais permiti
que los hombres de ciencia mas notables investigaran mis hazafias.
Me .pusieron en un ataud de plomo, cubriendome completamente
con arena; clavaron la tapa y me descendieron al fondo de una
piscina de natacion, Media hora mas tarde intervino la policia e
interrumpio la demostracion, Pero hasta ese momento, por su-
puesto, habia tenido buen exito. Fui luego a Francia, y alli no
solo me permitieron repetir el mismo experimento sino tambien
prolongarlo. Permaneci encerrado en el feretro, bajo el agua, du-
rante veinticuatro horas, con el cuerpo en estado de catalepsia. La
policia y otras personas hicieron guardia continuamente para evi-
tar toda supercheria. Aqui tengo dos fotografias que fueron toma-
das durante la demostracion. En la primera puede verse mi cuer-
po, en estado de trance, cuando es extraido del agua, veinticuatro
horas despues. Yo tuve la satisfaccion de proponer y sobrellevar
esa prueba debido a que muchos criticos pretendian desenmascarar
las experiencias de los faquires indios que eran enterrados vivos,
esas experiencias que usted describe en su libro sobre la India.
Decian los criticos que los faquires hacian instalar de antemano
tubos secretos subterraneos, de ventilacion, y que de ese modo po-
dian respirar. Esto lo hacen, sin duda alguna, los seudofaquires,
que son simples prestidigitadores o .ilusionistas; pero es completa-
mente innecesario para los que han aprendido los autenticos se-
cretos de nuestro arte y saben poner el cuerpo en trance a voluntad.
Es por esta razon que prepare una prueba bajo el agua, que por
SU transparencia permite observar todos los detalles. Los medicos
que presenciaron la proeza demostraron mucho interes, y con jus-
tificada razon trataron de comprobar SU autenticidad por todos
EL EGIPTO SECRETO 113

los medios. Pero como se basaba en leyes naturales yo no tenia


nada que temer.
"Aunque me gustan las comodidades de la vida europea, tengo
tambien cariiio a mi patria, y por eso he adoptado como norma
dividir mi vida entre Egipto y Europa. Aprecio a los europeos y
muchos de ellos me estiman y me reciben cordialmente. La reina
de Espana me telegrafio una vez invitandome a que fuera a su
pais, y me envio una escolta oficial para acompaiiarme.Mis haza-
iias no me envanecen. El pasado se proyecta ahora ante mis ojos
como un film maravilloso. Un verdadero faquir esta por encima
de la vanidad y la codicia; vive una existencia interna, despojada
de aspiraciones mundanas excesivas. Usted conoce a los faquires
del oriente, y creo que estara de acuerdo conmigo en que mi caso.
es probablemente unico, porque a los demas faquires, cuando
son autenticos, no les interesa visitar Europa y son demasiado or·
gullosos para someterse a investigacionescriticas; creen, en rea-
lidad, que es imitil exhibirles a ustedes sus hazaiias, porque los
europeos las atribuyen a charlataneria, o a prestidigitacion, o a
cualquier cosa, menos a las verdaderas causas. Y-lo que es mucho
mas importante, los otros faquires no poseen mis conocimientos
de lenguas europeas (yo hablo el italiano y el Iranees), y no re-
cuerdo uno solo que haya seguido estudios universitarios de me-
dicine y otras ciencias y que haya aceptado la educaci6n moderna
en su verdadero valor. Como usted habra observado, por lo ge·
'neral desprecian la educaci6n moderna y la consideran un estorbo.
Yo, por supuesto, no estoy de acuerdo con ellos."
* * *
Reuni un pequeiio grupo de medicos y otros profesionales a
quienes habia interesado en aquellos temas heterodoxos, y tuvi-
mos el honor de presenciar toda una serie de demostracionespas·
mosas, aunque horripilantes, que Tara bey realiz6 con sorpren-
dente facilidad y rapidez.
. El faquir se habia quitado la ropa europea y se habia puesto
una larga ¢nica blanca. En la cabeza llevaba un alhornoz arabe,
atado con un cordon doble, azul y oro. Sohre el pecho, colgada
del cuello en una cadena, se veia una estrella de oro cincelado,
de cinco puntas; era el emblema de la orden en que habia sido
iniciado. Una faja dorada le rodeaba la cintura. El hombre se
situo, con los brazos cruzados sobre el pecho, en medio de los
114 PAUL BRUNTON
distintos objetos y materiales que usaria en sus demostraciones y
que aparecian distribuidos en el piso del cuarto. Habia una
mesa cargada de puiiales, pinchos, cuchillos, aguj as, broquetas y
trozos de vidrio; otra mesa con una tabla llena de clavos largos y
puntiagudos; una piedra, grande y pesada, una balanza y un gran
martillo; una gallina blanca y un conejo gris, ambos con las patas
~tadas y depositados dentro de un canasto; dos hojas de guadaiia,
pulidas y relucientes; un par de caballetes, un ataud largo, un
cajon, mas largo aun y mas grande; una pila de arena roja y un
par de palas; varias toallas, algodon y otros articulos diversos.
Un incensario llenaba la sala de un suave perfume. Dos jovenes
empleados del faquir aguardaban para actuar como ayudantes.
Tara bey se adelante, pero continue en completo silencio. A la
suave luz de las lamparaa electricas presentaba un aspecto muy
distinguido.
Todos los objetos fueron cuidadosamente examinados, para ase-
gurarnos de su autenticidad y eliminar toda sospecha de superehe-
ria, al menos en lo que a aquellos materiales se referia,
El faquir se toco con los dedos la parte posterior del cuello, y
se oprimi6 luego firmemente la cabeza, un poco mas arriba de la
nuca; con la otra mano se oprimio las sienes. Luego aspire brus-
camente aire con la boca, al tiempo que sacudia la nuez. Un
minuto mas tarde cerr6 los ojos, lanzando un grito repentino, pe·
culiar; estaba en trance, estado que culmin6 bruscamente en ca-
talepsia. Qued6 tan rigido que habria caido al suelo como un
cuerpo muerto si no lo hubiesen recogido en sus brazos los ayu-
dantes.
El faquir estaba tieso como un tronco.
Los ayudantes procedieron a desnudarlo hasta la cintura, para
realizar el primer experimento.
Uno de ellos fijo en los caballetes las dos hojas de guadafia,
con el filo hacia arriba. Tara bey fue luego colocado en las
hojas, de tal modo que una hoja le sostenia los homhros y la otra
los tobillos. Estando en esa posicion, uno de los medicos le tom6
el pulso, comprobando sorprendido la cantidad anormalmente alta
de 130 pulsaciones.
A continuacicn fue pesada la piedra, un trozo ciibico de granito
macizo; pesaba noventa kilos. Los ayudantes la pusieron en el
vientre desnudo de Tara; uno de ellos tomo el martillo de herrero
y asesto golpe tras golpe en la piedra. El cuerpo del faquir
EL EGIPTO SECRETO 115

siguio tan tenso y rigido como si fuera de hierro, sin ceder un


solo centimetro a la tremenda combinacion del peso y los golpes.
Finalmente el trozo de roca se partio en dos mitades que cayeron
estruendosamente al suelo. Los ayudantes levantaron el cuerpo de
Tara, lo pusieron en pie y lo sostuvieron. El faquir, aparentemen-
te, no se habia enterado de lo sucedido ni habia sufrido ningun
dolor. Los medicos lo examinaron con interes y vieron que el
filo de las hojas no le habia dejado ni la menor sefial en la piel. La
piedra, sin embargo, le habia marcado una extensa mancha roja
en todo el abdomen.
Por el efecto que le habia hecho la violenta prueba, bien pudo
haber estado acostado en un lecho de rosas, Lo cual me recordo
a ciertos yoguis de ordenes inferiores que habia conocido en Be-
nares, que se sentaban y dormian en clavos puntiagudos; y de
los cuales me habia apartado con repugnancia en vez de haberme
sentido edificado. ·
El faquir fue luego colocado sobre la tabla tachonada con largos
clavos afilados cuyas puntas sobresalian · hacia arriba; uno de
los ayudante salto al cuerpo y se quedo con un pie en el pecho
y el otro en el abdomen. Cuando fue retirado el faquir, los medi-
cos le examinaron la espalda desnuda sin encontrar la menor hue·
Ila de pinchazos. Tenia en ese momento 132 pulsaciones.
Los ayudantes lo pusieron en pie.
Comenzaron a temblarle los parpados; luego abrio lentamente
los ojos. Ya despierto, revolvio durante un par de minutos los
globos oculares. Parecia como si saliese de un suefio que lo hubiese
llevado muy lejos. Por espacio de media hora mantuvo los ojos
misteriosamente fijos. Poco a poco fue volviendo a la vida. Hizo
un esfuerzo violento para aspirar, abriendo tanto la boca que pu·
dimos verle la lengua doblada hacia atras, entrando en la gar·
ganta. Despues de aspirar, se introdujo un dedo en la boca y
se bajo la lengua hasta ponerla en su posicion normal.
Ya habia salido completamentedel estado cataleptico en el que
tan rapidamente se sumiera a si mismo.
Deseanso unos minutos, y se sometio a nuevas pruebas, para
que pudieramos comprobar que tenia realmente la came insensible
al dolor.
Pidio a los medicos que le atravesaran las mejillas con un par
de pinchos; inmediatamente uno de ellos le clave un pincho ,en
cada carrillo, de tal modo que las puntas le salieron por )a boCa.
116 PAUL BRUNTON

Lo5 medicos sab@n que en el cuerpo humano hay ciertos sitios


que, por estar entre dos musculos 0 entre dos nervios, pueden ser
atravesados sin perjuicio. Por consiguiente,tuvieron huen cuidado
de elegir en la cara del faquir puntos realmente peligrosos. Luego
le insertaron gruesas hroquetas en las mejillas. Tara estaba bien
despierto y sahia perfectamente lo que le hacian, pero no parecia
sentir el menor dolor.
Otra prueba mas impresionante aun fue la que realizo a Conti:
nuaci6n otro medico, a quien el faquir le permiti6 que le hun-
diera en la garganta, delante de la laringe, una larga daga, cuya
punta reapareci6 despues de haher atravesado unos dos centime·
tros de came. Varios de los medicos presentes, que eran natural-
mente eseepticos, y con raz6n, se ocuparon en ohservar atenta-
mente las pupilas del faquir, para ver si se contraian o se dilata-
ban. De tal forma se podria verificar la presencia de drogas en el
organismo, que el experimentador huhiese ingerido secretamente
antes de iniciar las demostraciones para hacerse insensible al do-
lor. Pero los ojos tenian un aspecto completamentenormal. Cuan-
do le retiraron de la cara todas aquellas armas, no apareci6 ni
una sola gota de sangre en la piel. Este hecho Jes pareci6 tan asom-
hroso a los medicos, que varios de ellos insistieron en cortarle la
cara al faquir con trozos de vidrio y clavarle agujas en el cuello;
tambien aquellas operaciones fueron incruentas. Le hincaron en-
tonces flechas y pinchos en los homhros y el pecho, con el mismo
resultado.
Para demostrar otra de las· misteriosas facultades que poseia,
Tara bey se hizo hundir un cuchillo grande y afilado en el pecho;
la herida, retirado el cuchillo, no -sangr6. Uno de los medicos
expres6 su deseo de ver salir sangre, para comprobar que el faquir
hahia sido realmente herido. Este inmediatamente hizo hrotar el
liquido rojo, hasta que le inund6 todo el pecho; era un espectacu-
lo horrible. Satisfecho el doctor, el egipcio detuvo la sangre con
solo el poder de SU voluntad, proeza que dejo estupefactos a los
presentes. Diez minutos mas tarde la herida estaba perfectamente
curada. ·
Uno de los asistentes trajo una antorcha encendida y la paso
por la piema izquierda del faquir, hasta la mitad del muslo, Oinios
crujir ligeramente la piel y la came, pero la cara <lei experimen-
tador se mantuvo serena, inmovil, completamenteimpasible.
Otro medico, que no se hahia convencido aun, y seguia creyen-
£L EGIPTO SECRETO 117

do que Tara hey hahia tornado secretamente alguna poderosa dro-


ga, ausculto el corazen del egipcio mientras le aplicahan la Ila-
meante antorcha. No comprobo ninguna modificacien en los Iati-
dos. Si el faquir estuviese sufriendo algun dolor y lo disimulase,
o aun si lo dominase mediante una voluntad extraordinariamente
poderosa, los latidos del corazon hahrian aumentado notahlemente,
el rostro habria palidecido, y otras sefiales hahrian denunciado el
secreto padecimiento.Ademas, si huhiese ingerido una droga como
la cafeina, la respiracion no habria sido normal como lo era por
cierto en aquel momento.
Entre otros experimentos que se realizaron posteriormente, figu-
rahan el de atravesar con Jargas flechas la came del pecho, por
encima del corazon, y el de claverselas en los hrazos de parte a
parte.
* * *
Exhibio luego un dominio de los animales que a veces presen-
tan tambien los yoguis indios. A pedido de Tara hey, yo hahia lle-
vado un conejo y una gallina, y los hahia puesto en una canasta,
en una de sus mesas de trahajo. EI faquir volvio hacia ellos su
atencion,
Torno el conejo y le puso las patas posteriores en el cuello.
El animal resistio dos o tres veces, pero el faquir Ie oprimio un
centro nervioso en la nuca y le hizo uno o dos pases sohre la
cabeza con la mano. Despues de eso el conejo quedo tendido de
espaldas, inmovil como un muerto, en la posicicn en que el faquir
lo habia puesto. Tenia los ojos ahiertos y pudimos ver que, pese
a la rigidez del cuerpo, los glohos oculares se movian de tanto en
tanto de un lado para el otro, revelando que estaha bien despierto,
aunque impotente. Para comproharlo, uno de nosotros se aproximo
al conejo y le toco un ojo con un dedo; el animal cerro inmedia-
tamente el ojo y volvio a abrirlo en seguida, demostrando que
tenia conocimiento de lo que ocurria, pero que no podia ejercer
su voluntad.
Tara bey le dio un ligero golpecito en la nuca, y el animalito
lanzo un grito, peg6 un salto nuevo sohre sus cuatro patas y
echo a correr gozoso alrededor de la mesa. Estaha completamente
ileso; su penosa experiencia no le hahia producido ningtin daiio.
El faquir repiti6 luego el mismo experimento con la gallina, que
rC11pondio tan obedientemente como el conejo. Tara bey,,,-podia
118 PA.UL BRUNTON

ponerla y dejarla en cualquier posid6n que quisiese, y por todo


el tiempo que quisiese,
En aquel momento nos inform6 que su cuerpo ya no era insen-
sible al dolor, porque la insensibilidad se mantiene hasta unos
veinte o veinticinco minutos despues de la primera caida en trance.
En otras palabras, hahia vuelto a la normalidad completa.
-Si ahora me clavan un cuchillo, repentinamente y_ sin previo
aviso, con toda seguridad que gritaria de dolor -confes6.
Por ultimo llegamos a Ia proeza mas notable de Ia velada, que
no era otra que la de ser enterrado vivo. Esta extraordinaria ·
hazafia fue realizada con una £iscalizaci6nque no admitia la me·
nor duda sobre su autenticidad.
Tara hey nos dijo que fijaria de antemano la hora exacta, el
minuto, en que saldria del trance en que se iba a sumir. Nos pidi6,
por consiguiente, que no lo tuvieramos enterrado mas que una
hora y media, porque predeterminaria que su despertar se produ-
jera cinco minutos despues de aquel plazo.
EI ataud fue colocado en el centro de la sala, pero antes exami-
namos cuidadosamente el piso, que, como suelen serlo los pisos
egipcios, estaba embaldosado con mosaicos; debajo del piso no
habia mas que un cielo raso, el del departamento inferior; porque
estabamos en una de esas modernas casas de departamentos que
estan surgiendo en todo el barrio europeo'de EI Cairo. La posibili-
dad de que hubiese trampas en el piso fue prontamente desechnda,
pero para suprimir toda duda extendimos una alfombra comiin
sobre el piso; el feretro fue colocado en la alfombra.
Tara bey emple6 su procedimiento habitual para ponerse en
estado de autocatalepsia. Se oprimi6 con los dedos las arterias de
la nuca y los centros nerviosos de las sienes. Enrollo la lengua
hacia atras y aspir6 aire bruscamente. En el termino de unos po-
cos minutos qued6 cataleptico. Denivose la respiracion, se inte-
rrumpie la circulacion sanguines y todo el cuerpo qued6 haldado,
Cayo hacia atras, en los brazos de SUS ayudantes, y mientras estos
lo sostenfan, Ios medicos lo examinaban para comprobar que no
habia ni latidos del corazon ni respiraci6n.
Luego Ios ayudantes le rellenaron con algod6n las orejas, la
boca y las fosas nasales, y depositaron el cuerpo, rigido como una
estatua, en el ataud. Dificil seria decir que diferencia habia entre
Tara bey y un muerto cualquiera. En aquel "cadaver viviente",
de rostro ceniciento, no habia, por cierto, la menor sefial de vida.
EL EGIPTO SECRETO 119

Los ayudantes echaron mano a las palas y llenaron rapidamente


el feretro con la suave arena roja, hasta cubrir completamente el
cuerpo. Luego le pusieron la tapa y la clavaron.
En seguida trajeron el otro cajon de madera y lo pusieron en la
alfombra, junto al feretro; alzaron el feretro, lo colocaron den·
tro del cajon y rellenaron el cajon con arena, hasta el horde.
Nos quedamos aguardando una hora y media, mientras Tara bey
yacia inmovil dentro de su temporaria tumba de arena. Habiamos
examinado todos los elementos que se usaron en la demostracion;
fiscalizamos cuidadosamente todas sus etapas, una por una. Si el
egipcio sobrevivia a la prueba, estariamos obligados a rendir tri-
buto a sus extraordinarias facultades.
Finalmente se cumplio el termino sefialado y, fieles a nuestra
promesa, hicimos sacar la arena del cajon, extraer el ataiid y qui-
tarle la tapa. Alli estaba el faquir, duro como un cadaver; la pier
tenia el color gris opaco propio de los difuntos. Era, en todos
conceptos, un hombre muerto.
Lo sacaron; la rigidez decayo y pudo ser instalado en una silla.
Pocos minutos despues comenzaron a aparecer los primeros signos
de que volvia la vida. Los parpados se agitaron; luego empezo a
manifestarse el ritmo de una leve respiracion y, graduadmente, se
fue reanimando todo el cuerpo.
A los doce minutos de haber sido extraido del feretro se habia
recuperado y nos hablaba de su extrafia experiencia.
-Mi suefio era tan profundo -nos dijo-, que no se nada de
lo que ustedes me hicieron. Lo (mico que recuerdo es que cerre
los ojos en este cuarto y que, mediante el misterioso proceso de
la postsugestion, desperte en el momento exacto que me habia
fijado.
Asi concluyo nuestra asombrosa reunion con aquel asornbroso
hombrecillo, capaz de hacer milagros en un abrir y cerrar de ojos.
Me fui de alli con la impresion de que la tambaleante figura
del materialismo seria puesta ante el piquete de ejecucien en el
transcurso de este siglo. No fue mucho lo que hizo para explicar
los misterios de la mente.
Los hombres de ciencia pesimistas predicen que nuestra tierra
terminara por ser un planeta helado en el vacio, Quiza. Pero el
fin del hombre no puede ser tan desesperante como el del mundo
mas
quc lo alberga, porqzie el es que cuerpa.
CAPITULO VII

ENTREVISTA CON EL F AQUIR MAS FAMOSO


DE EGIPTO

Una tarde, mientras fumaba uno de sus cigarrillos egipcios de·


licadamente perlumados, Tara bey me explico las teorias y los
principios en que se basaban sus notables demostraciones. Esta·
bamos en un lujoso departamento en ese barrio progresista que
heredo El Cairo de Europa. El faquir me habia prometido deeirme
mochas cosas, por lo que yo aguardaba sus revelaciones con anti·
cipada emocion; y mis preguntas obtuvieron, por cierto, varias
respuestas muy ilustrativas.
Es siempre interesante, y a veces provechoso, recibir las expli-
caciones de los hechos anormales y extraordinarios de aquellos
mismos que los han realizado, y no de profesores de preparacien
libresca que solo pueden ofrecer interpretaciones teoricee,
-Debemos comenzar por reconocer la existencia en nosotros
de esas grandes posibilidades que todos poseemos -empez0 di·
ciendo Tara-; mientras no lo hagamos, tendremos que perma-
necer atados de pies y manos por las limitaciones innecesarias que
nos impiden explotar nuestros maravillosos poderes psiquicos y
materiales. Los que presencian esos fenomenos que yo produzco,
creen que se trata de una especie de ilusionismo o que es algo
enteramente sobrenatural. Ambas suposiciones son erroneas, Esas
personas no alcanz:ana advertir que son cosas perfectamente cien- .
tificas y que obedecen a las leyes de la misma naturaleza. Es cierto
que yo empleo leyes psiquicas que son poco comprendidas, pero
no por eso dejan de ser leyes. Nada de lo que yo hago es arhitrario,.
sobrenatural o contrario a las mencionadas leyes. En cuanto a los
f,L EGIPTO SECRETO 121

que se imaginan que yo soy una especie de ilusionista de teatro,


un prestidigitador, no puedo menos que compadecerme de su es-
trechez mental, de su incapacidad para concebir otras posibilida-
des humanas mas altas que la limitada experiencia que les ha
tocado en suerte.
Registre taquigraficamente la ultima frase y levante la vista sor-
prendiendo en el rostro del faquir esa expresion pensativa quc
suele entristecer SUS ojos misticos cuando alude a SUS crlticos. Da
la impresien de que preferiria conquistar amigos y no enemigos,
encontrar comprension y no incurrir en malentendidos.
--Creen que cuando me atravieso los carrillos con pinches o
broquetas si no me valgo de alguna hahil estratagema es que estoy
anestesiado; y si no es ninguna de esas dos cosas sera entonces que
resisto 'el dolor con un esfuerzo de voluntad. Pero si fuera asi,
lPOr que no queda ninguna sefial en mi cuerpo de tantas graves
heridas y tantos tajos y cortes que me infiero? Loque pasa es que
esas personas no logran apartarse de sus maneras habituales de
pensar; no pueden concebir la posibilidad de que sean veridicas
mis explicaciones. Que se craven ellos cuchillos y broquetas en la
garganta y en la cara; apreciaran bien pronto la diferencia. Po-
dran repetirse insistentemente que no lo sienten, y haran todo lo
posible por no sentirlo, pero lo sentiran, sin duda alguna.
Hizo una pausa, despues de esta indignada ohservacion.
-Pero usted quiere conocer mis explicaciones. Los dos secretes
( aunque secreto no es el termino correcto, pero puede servir}, los
dos secretos que me permiten realizar mis hazaiias, son, primero,
la presion sobre ciertos centros nerviosos del cuerpo; segundo, la
capacidad para entrar en coma cataleptico. Cualquiera que tenga
condiciones y que se someta al prolongado aprendizaje que yo he
seguido para dominar y saber emplear adecuadamente esos dos se-
cretos, puede realizar las mismas proezas. Sin esos recursos yo
no resistiria el dolor de las pruehas; no pretendo poseer tanto
valor. Yo no estoy hecho como los faquires hindiies que usted
ha visto, que se torturan con voluptuosidad y soportan volunta-
riamente terribles sufrimientos dictados por sus doctrinas de asce-
tismo, Yo me aparte de esas doctrinas biirbaras y condeno catego-
ricamente las practices exageradas a que se entregan los aseetas,
Lo unico que comparto con ellos es, en la parte doctrinaria, la vida
espiritual interior, y en la parte practica, la Ingurgitacion de la
lengua y el paso al estado de catalepsia.
122 PA.UL BRUNTON

Hahlaha con una franqueza que, conociendo la manera de pen-


sar de los faquires oriel\tales, no dejo de sorprenderme. No obstan-
te, le pregunte: ·
-l Me podria explicar con mas amplitud el primer secreto?
-Si =-respcndie amablemente-. En pocas palabras, no necesi-
to decirle que los nervios son los conductores del dolor, pero debo
seiialarle que al oprimir con los dedos ciertos centros nerviosos,
para desviar Ia sangre del cerebro, esos centros quedan aneste-
siados. Entiendase bien, yo no estoy sugiriendo de ningim modo
que cualquiera puede hacerlo; sin el largo y apropiado aprendizaje,
esos experimentos pueden ser temerarios y peligrosos. Cuando se
combina esa presion con la concentracion del pensamiento en la
perdida del conocimiento y un relajamiento total de rmisculos y
nervios, y cuando todo eso es seguido por la completa ingurgita-
cion de la lengua y una brusca aspiracion de aire, sobreviene in-
defectiblementeun rigido coma cataleptico. Y luego, por espacio
de unos veinticinco minutos, la carne entra antomaticamente en
una absoluta insensibilidad al dolor, por intenso y atroz que sea.
-lCuales son los nervios sobre los cuales ejerce presion?
-Las grandes arterias carotidas que irrigan el cerebro, los cen-
tros hipnoticos de las sienes y los nervios neumogastricos. Pero,
como ya he dicho, no se puede jugar con estas cosas. El que trate
de oprimirse las carotidas, por ejemplo, y consiga impedir que
llegue la sangre al cerebro, muy probablemente oira un zumhido
dentro de la cabeza producido por la sangre al retirarse por Ia
nuca, se desplomara de espaldas e inevitablemente perdera el co-
nocimiento. Yo puedo hacerlo sin riesgo porque he sido adiestrado
por expertos desde que era una criatura.
-l Y Ia absorcion de la Iengua... ?
-j Ah!, eso usted lo habra visto hacer a los yoguis, en la India.
Cuando yo tenia cuatro meses de edad comenzo mi padre a en-
roscarme la lengua hacia atraa, con los dedos. Esta practice pro-
ducia una especie de ataque convulsivo; cuando el ataque se hacia
demasiado violento, era prueba de que el ejercicio habia sido ex-
cesivo y habia que suspenderlo por un tiempo. Actualmente me
puedo tragar la lengua con toda facilidad; aunque a veces me
resulta dificil volverla a su posicion natural y tengo que avudarme
con los dedos. Los hindiies suelen realizar ejercicios de estiramiento
de la lengua, para poder ejecutar la dificil proeza de encorvarla
hacia atras y obstruir la traquea, con lo que impiden la entrada
EL EGIPTO SECRETO 123
de insectos peligrosos, 1 o hasta de microbios, mientras el cuerpo
yace indefenso bajo tierra.
• • •
-Suponiendo que se produzca el coma, l que sucede despues?
-Antes de entrar en ese estado, fijo siempre de antemano el
momento de mi despertar, Cuando llega ese momento, despierto.
Muchas personas emplean esa forma de autosugestion de manera
muy sencilla, cuando se acuestan a dormir con la idea de levantar-
se a determinada hora a comenzar el trabajo del dia siguiente,
Esto prueba que el inconsciente no duerme nunca; solo la con·
ciencia pasa por esa suspension de actividad, lo que explica tam·
bien por que ejecutan a menudo los sonambulos actos perfecta·
mente inteligentes y despues no recuerdan nada de lo que hicieron.
"Volviendo a nuestro tema. La iniciacion del trance cataleptico
promueve la cesacion de dos funciones de vital importancia: la
respiracion y la circulacion de la sangre. Todo el mundo dira,
bien . lo sabemos, que si eso sucede sobreviene inevitablemente la
muerte; pero no necesito discutir ese pun to con usted porque usted
ya ha dado testimonio publico de haber visto en la India que su-
cede todo lo contrario. Los iinicos que pueden detener la respi-
racion y la circulacion y seguii' viviendo, son los faquires. Me
limitare a decir que mientras estoy en coma cataleptico cesa to·
talmente todo movimiento circulatorio. En realidad, queda suspen-
dido todo el ritmo de mi vida. Esta catalepsia, es muy importante
recalcarlo, no es la misma que a veces se logra provocar en
otras personas en los experimentos hipnoticos, porque en esos
casos la circulacion sanguinea suele intensificarse. lPor que? Por-
que los metodos son completamente diferentes y sin ninguna re-
lacion cntre si. Vera usted hien claro la diferencia si recuerda que
el hipnotismo emplea iinicamente la sugestion, en tanto que yo USO
medios puramente fisiologicos, es decir, la presion de los nervios
y la ingurgitacion de la lengua. Otra diferencia es que mi insen-

1 Reeuerdo ahora lo que me habia dicho en cierta ocasi6n Brama (el


yogui indio de quien hablo en mi libro La India Secreta), y que habia apren-
dido sus habilidades siguiendo una escuela similar a la de Tara bey; ningun
yogui, me explic6, aceptaria ser enterrado vivo por un periodo fijo en un
terreno en el que abunden esos bichitos destructores llamados hormigas
blancas, porque son capaces de carcomer el ataiid de madera y devorar el
cuerpo.
124 PAUL BRUNTON

sibilidad al dolor no dura mas que veinticinco minutos despues


de haber salido del segundo grado de trance. En el caso de los
sujetos hipnotizados no hay duraci6n £ija. El estado hipnOtico
inducido por sugestion vuelve frecuentementeel cuerpo del sujeto
insensible al dolor, es cierto; pero continuar insensible al dolor
despues del trance, como en mi caso, ya es otra cosa completa-
mente distinta. Pero la diferencia mas importante es, despues de
todo, la de que yo entro en trance por mi propia y exclusiva vo-
luntad; en cambio, l que hipnotizador puede hipnotizarse a si
mismo?
-Es extraordinario que su cuerpo no tenga cicatrices, despues
de las innumerablesheridas que usted debe de haber recibido en el
transcurso de su carrera. iComo explica eso, doctor?
-Para conseguir ese resultado hago dos cosas. Primero acelero
temporariamente la circulaci6n de la sangre. Usted recuerda que
durante los experimentos de la otra noche habia subido, segiin
comprobaron los medicos, a ciento treinta pulsaciones.Mi Corazon
acelera su ritmo pero sin exceso; la rapidez no me fatiga. Esa ve-
locidad del torrente circulatorio ayuda naturalmente a curer las
heridas con asombrosa prontitud. Recuerde que yo lo hago a vo-
luntad. En segundo lugar, elevo el calor de la sangre a temperature
febril, con lo que se destruyen todos los microbios que puedan
haberse introducido en las heridas; es decir, que las heridas se
desinfectan. Mis heridas nunca supuran y siempre curan comple-
tamente en el termino de unos pocos minutos o, en los casos mas
serios, a lo sumo en unas horas.
Aborde a continuaci6n el tema de SU mas grande hazafia, la de
ser enterrado vivo.
El faquir tir6 la colilla que estaba fumando y encendio en segui-
da otro cigarrillo.
-No necesito decide que antiguamente-respondi6-, hace mi-
les de afios, en Egipto y en la India esa experienciaera muy comiin.
En aquellos tiempos estaba todavia en sus comienzos el materia-
lismo universal que prevalece actualmente; todos creian en el alma
y, por consiguiente,esas demostracionescomo las que yo he hecho
encontraban la mas amplia comprensi6n.Todos creian, como cree-
mos actualmentelos faquires, que el alma es la guia misteriosa de
la vida del cuerpo y de la conciencia. Creemos que el alma puede
vivir separada del cuerpo; que si los atomos quimicos que com-
ponen el cuerpo vuelven a la tierra en forma de carbon, potasio,
EL EGIPTO SECRETO 125

hidrogeno, oxigeno, etc., el alma, que es su fuerza vital, retorna


a s11 origen. la fuerza desconocida, que es eterna. No necesito de-
cirle que el peligro del materialismo moderno estriba en que s.u- ("
ministra falsos habitos del pensamiento que privan al hombre de
esa fuerza incalculable que es el poder del alma. Esto en cuanto
a la teoria.
"Abreviando, le dire que en el trance cataleptico mas profundo
queda suspendida toda la vida fisica, pero los destellos invisibles
del alma contimian, sin embargo, funcionando. Para demostrarlo
hace falta un aprendizaje extenso y severo, que suele comenzar a
temprana edad. Ya le dije anteriormente que mi padre habia co-
menzado a adiestrarme cuando yo tenia nada mas que cuatro meses
de edad. Ahora, si quiero, puedo hacerme enterrar por espacio de
varios dias, y salir de mi entierro ileso.
-Hay una objecion que oponen siempre los escepticos -mur-
mure=-. Preguntan como es posible vivir bajo tierra sin respirar.
-Tomemos un ejemplo sencillo. Los pescadores de perlas del
este de Africa pueden permanecer bajo el agua sin respirar du-
rante ocho o nueve minutos. Es, si no me equivoco, el mas alto re-
cord registrado por seres humanos normales. Volvamos ahora
al reino animal. La rana es de respiracion rapida, y sin embargo
puede estar baj o el .agua sin respirar hasta cuatro horas. l Como
lo hace? Si la examinamos, veremos que tiene el cuerpo rigido.
En realidad, esta en estado cataleptico. Observaremos tambien que
tiene los ojos cerrados, pero no con los parpados, sino con una
piel protectora especial que los resguarda ·de los peligros de un
contacto prolongado con el agua. Veamos ahora la tortuga; vive
perfectamente en el aire, pero tambien puede pasar varias horas
bajo el agua. Pero si se le quita el aire y se la obliga a perma-
necer bajo el agua contra su voluntad, se asfixia y muere. ;,Por
que? Porque no tuvo tiempo para preparar su experiencia sub-
acuatica, Los cocodrilos, que tambien poseen la facultad de vivir
en ambos elementos, vegetan sin respirar durante ciertos meses
de vitalidad disminuida. La ciencia no explica muy bien c6mo
pueden vivir esos· seres sin oxigeno. Hay ciertas clases de mur-
cielagcs que se pasan el invierno suspendidos, sin respirar.
"La clave de esos hechos incomprensibles es que esos animales
entran en un estado de catalepsia especial. Y si los animales son
eapaces de hacerlo, ;,por que no podran hacerlo los seres huma-
nos, que, despues de todo, tienen cuerpo de animal? Aplicando esa
126 PA.UL BRUNTON
clave, tamhien los seres humanos pueden obtener los mismos re•
sultados, Eso lo hemos comprobado nosotros los Iaquires. Si yo
no hubiese estado en trance cataleptico cuando fui sepultado vivo,
me habria asfixiado en el termino de diez minutos. Sin duda al-
guna, hay ci:rcunstancias en las cuales podemos vivir sin respirar,"
* * *
Lo observe mientras despedia el humo gris de su fragante ci-
garrillo, y luego le pregunte; .
-Si, como usted dice, durante el lapso en que permanece ente-
z
rrado el alma se separa del cuerpo, entra en el mas alla? l Y que
nos puede decir de sus experiencias en esa esfera?
-Desgraciadamente, no puedo decirle casi nada. No quiero pa-
sar como un hombre que conoce los secretos del mas alla. Aunque
hemos despertado los maravillosos poderes del inconsciente hasta
cierto punto, quedan todavia misteriosas profundidades que no
hemos podido penetrar. Lo malo es que cuando nosotros, los fa.
quires, escapamos del cuerpo, pasamos a una condici6n similar
a la de los sonambuloe, es decir, que aunque existamos no tenemos
conciencia de nuestra existencia; y cuando regresamos a la vida
corp6rea no podemos recordar nada de nuestra aventura aparen-
temente sobrenatural. Es posible que hayamos explorado el mun-
do de los espiritus, pero como no recordamos nuestras experien-
cias no podemos decir nada de esas regiones. Nuestro sopor es
tan profundo que se parece al estado vegetativo de esos animales
de que le hable, cuando invernan.
Era realmente lamentable. Que un hombre que habia "muerto"
no una sino muchas veces, como Tara bey, no pudiera traernos
una informaci6n mas concreta, era decididamente decepcionante.
El que despues de la tumba solo hubiere urt vacio completo, una
inconsciencia total, era, aunque parezca paradoja, una viva des-
ilusi6n. Le comunique el desencanto que me producia ese resultado
negativo.
El faquir se encogi6 de hombros.
=-Teaemos que respetar los hechos tal como se presentan -res-
pondiO--. Sin embargo, yo creo que volvi a reunir mi alma, como
en la muerte verdadera, con el alma universal, con la fuerza des-
conocida. En este sentido, creo que somos inmortales.
No me pareci6 poslble que la fuerza universal -o Dios, si se pre-
fiere-- fuera un estado infinito de completa inconsciencia, porque
no podia concebir que la mente de un ser consciente -el hombre-
EL EGIPTO SECRETO 127
proviniese de un ser inconsciente -Dios- Pero no suscite la
cuestion porque me llevaria a una discusicn teologica, y alli esta-
hamos tratando de hechos cientificos. De todas maneras, respete
la franca explicacion del doctor Tara, seguro como estaha de que
hahia descrito sus experiencias exactamente tal como liabian ocu-
rrido,
Me conto un extrafio caso de entierro. En 1899 fue enterrado
vivo un conocido faquir, en Tanta, la ciudad natal de Tara bey.
El faquir hahia establecido que despertaria el li de mayo de 1925.
A la fecha sefialada Iue desenterrado ; estaba vivo; la carne estaba
en perfectas condiciones y tenia todos los organos sanos; pero
habia perdido el habla. Seis meses mas tarde Iallecio.
Pregunte al doctor Tara bey por que habia muerto tan pronto
aquel hombre.
-Por el desgaste que sufrio el cuerpo estando enterrado -me
contesto->, Los entierros prolongados acortan la vida de los fa.
quires. En cambio, los entierros breves, de uno a tres dias, por
ejemplo, producen un maravilloso efecto vigorizador y curativo.
Esto fue descubierto hace siglos por los derviches egipcios. En
aquel entonces los derviches estaban encargados de aplicar el casti-
go a cierta clase de criminales que, en lugar de ser condenados
a muerte, eran sentenciados a sufrir largos periodos de entierro,
despues de haber sido preparados adecuadamente sus cuerpos por
los mencionados sacerdotes. El tiempo que debian permanecer se-
pultados variaba con la naturaleza del crimen cometido. Descubrie-
se que aunque el castigo acortaba la vida a los reos, por otra parte
mientras yacian enterrados en la arena caliente se curaban mara-
villosamente de sus enfermedades de cualquier clase. En mi opi-
nion, los periodos breves de entierro proporcionan todos los be-
neficios del reposo prolongado y de los ayunos. La cura por el
ayuno, tan popular en los tiempos presentes, permite que entre a
actuar la naturaleza y sane al cuerpo de sus males. Un entierro
de un par de dias equivale a igual plazo de ayuno, con el bene-
ficio complementario del reposo absoluto de que gozan todas las
funciones corporales, reposo que aprecian muy bien nuestros
organos fatigados. El profundo letargo de un entierro de corta du-
racion pone en funciones potentes fuerzas curativas, probando de
ese modo el dominio del alma sobre la materia y la impresionante
inteligencia que reside en nuestro inconsciente.
-lPero no ofrece peligro el ser sepultado vivo?
128 PAUL BRUNTON

Tara bey hizo con las manos un ademan afirmativo.


-Por supuesto que si, pero con las debidas precauciones el
peligro puede ser evitado. Es preciso proceder con sumo cuidado,
porque es cuestion de vida o muerte. Hubo un joven faquir Ila-
mado Said que encontro la muerte de esa forma. Era un joven
que prometia; tenia dieciocho afios y habia resuelto dedicarse por
entero a la profeaion de faquir. Fue instruido en el proceso de la
autocatalepsia que usted me ha visto ejecutar. Un dia decidio rea-
lizar la valerosa hazafia de permanecer enterrado vivo por un ter-
mino no menor de seis afios. Asi lo hizo, depositandosesu cuerpo
en una tumba especial. Para fiscalizar Ia hazafia y prestarle ayuda
en caso necesario, unos musulmanesdevotes abrian la tumba una
vez por afio, durante la sagrada fiesta de Ramadan; examinahan
el cuerpo y rezaban. Los dos primeros afios hallaron el cuerpo en
perfecto estado de conservacion, pero cuando lo abrieron la ter-
cera vez descubrieron, con la consiguiente consternacion, que ha·
bian entrado gusanos en el ataud y destruido una parte del cuerpo.
- ;, Como explica eso, doctor?
El faquir desvie los ojos hacia la ventana. Segui su mirada y
vi que la habia fijado en el Nilo, el maravilloso rio que habia ali-
mentado y mantenido millones de personas durante miles de afios,
el rio que habia acogido al Egipto en sus amahles hrazos pater·
nales. Tara hey volvio de nuevo la caheza.
-Tengo dos teorias. La primera es que las preparaciones pre·
vias al entierro no hahian sido adecuadas. El faquir que se va a
someter a una inhumacion tan prolongada debe hacerse cubrir
completamenteel cuerpo con cera, como si fuesen a tomarle un
molde de cera de todo el cuerpo. Luego tiene que ser colocado en
un feretro cerrado del que se haya extraido toda particula de pol-
vo, como si huhiese sido limpiado con un aspirador electrico, El
pohre Said no tome estas precauciones.En mi opinion, el agujero
del eajen fue hecho por una· serpiente, de una especie de serpientes
pequefias pero fuertes que existe en Egipto; luego se introdujo
en el interior del feretro, subie al cuerpo y entrando por las
fosas nasales llego hasta el cerebro. La herida producida de ese
modo en el cuerpo de Said perrnitio la entrada de oxigeno. Yo
atrihuyo una parte de la eficacia del estado cataleptico al hecho
de que priva al cuerpo de oxigeno. Mientras no llegue oxigeno
al cuerpo en trance, no podran tocarlo ni microhios ni gusanos. Al
entrar el oxigeno en el cuerpo de Said, este perdio, hasta cierto
EL EGIPTO SECRETO 129

punto, la defensa de la catalepsia contra los gusanos, que Inva-


dieron el cajon y se instalaron en el cuerpo, y en primer termino
en los organos · internos, viviendo de la Carne.
El doctor Tara habia pintado un pavoroso cuadro de los -peli-
gros que esperan al faquir que no concluye satisfactoriarnente su ·\
voluntaria inhumacion. Yo comenzaba a comprender por que Ios
antiguos egipcios, queriendo preservar a los reyes, aristocratas y
sacerdotes muertos, no solo embalsamaban y momificaban los ca·
daveres, sino que ademes los encerraban en gruesos sarc6fagos de
piedra, de granito, casi indestructibles e imposibles de atravesar. \
-Con esto comprendera usted por que es preciso calificar de
. tonterias a las criticas que afirman que, cuando realizo la hazaiia
de hacerme enterrar, recibo el aire por tuhos secretos. Una vez,
siendo algo mas joven, me hice enterrar por una hora en un jardin
ahierto, y el piihlico hailo sobre mi tumha. Sin embargo, mi ob·
jeto no es pasmar a la gente, como hacen los ilusionistas teatrales,
sino hacer · ver las grandes fuerzas, poco conocidas y menos aun
comprendidas, que tenemos dentro de nosotros.
"A veces fracase en algunas de mis demostraciones, pero siem-
pre he tenido la franqueza suficiente de reconocerlo. Pero, gracias
a mi extensa preparacion y mi larga experiencia, esos fracasos son
raros.
• • •
-iSeria posible, doctor, practicarle una operacion interna, sin
anestesia, mientras usted se encuentra en el coma catalepticoj'
-pregunte.
-Yo creo que es perfectamente posihle, pero nunca lo he com·
probado. Una vez me sugirio un medico que las heridas producidas
por las dagas y los pinchos debian de ser superficiales, y me pre-
gunto si podria soportar una operacion sin dolor. Le respondi que
asi lo creia, y que estaba dispuesto a someterme a la prueha, slem-
pee que no se tratara de una operacion peligrosa. Pero no pudi-
mos llevar a caho nuestro proposito porque el medico manifesto
que las leyes del pais prohihian las intervenciones quinirgicas que
no fuesen necesarias por razones de enfermedad, y yo no estaha
enfermo.
Habiamos abarcado todo Io relativo a sus experiencias especia-
les; a continuacin quise tocar el tema de su actitud general hacia
todo aquello. Sus puntos de vista independientes lo distinguian
130 PAUL BRUNTO,V

de tal manera entre los faquires del oriente, que trate de aclararlos
mas completamente. Cuando me oyo plantear el punto, sonrio y
sin dejarme terminar la frase, replies, haciendo un ligero ademan
con la mano:
-Me gustaria ver todo esto establecido sobre bases cientificas,
desprovisto de todas las falsas sugestiones y autosugestiones,en su
mayor parte religiosas o supersticiosas, con las que ban estado
siempre inextricablemente entrelazadas. He visto el daiio que le
hicieron a la causa de la verdad. Yo me aparte enteramente de las
tradiciones de los faquires. Nuestra ciencia es una cosa, la religion
otra: hay que separarlas. No es que yo no crea en la religion; le·
jos de ello. La miro con respeto y como algo necesario para la
vida del hombre, porque le da fuerza moral. Pero, como usted
h.abra notado en la India, la tendencia del hombre a atribuir a
Dios o a los espiritus o los angeles lo que procede exclusivamente
de sus propios poderes animicos, del inconsciente, es tan fuerte
que considero necesario una ruptura completa con esa inclinacion
para depurar nuestras doctrinas de la supersticion y explicarlas
cientificamente. Muchos Iaquires son victimas de sus propias auto·
sugestiones, y otros de las sugestiones que les aportan sus tradi-
ciones. Podran producir hazaiias autenticas, pero falsas explica-
ciones teoricas. Ahi tiene los derviches bailarines; giran vertigino-
samente hasta entrar en estado hipnotico y luego se cortan con
dagas y cuchillos sin sentir dolor. Prolongan la hazaiia con com·
plicadas ceremonias rituales y numerosas oraciones, en mi opinion
completamente innecesarias y que constituyen simplemente una
forma de crear autosugestion para llegar a un estado al que yo
puedo arribar rapidamente y sin rezos, con solo interpretar las le-
yes naturales correspondientes. Estoy convencido de que los Iaqui-
res han usado a menudo sus maravillosas proezas para impresio-
oar a la gente, y despues imponerles sus creencias religiosas. Para
impresionar con mas fuerza, adoptaban una actitud de misterio,
Todo eso es imitil actualmente, gracias a los grandes progresos al-
canzados por la ciencia y la educacion. Esos traficantes de misterios
harian mejor en estudiar la ciencia y explicar sus proezas cienti-
ficamente.
El doctor Tara bey tenia rason. La era del abracadabra pasd
a la historia. Los misterios y la mistificacion pertenecen a otras
epocas mas sombrias que la nuestra. En estos tiempos ilustrados
es menester decir la verdad directamente y no con los metodos
EL EGIPTO SECRETO 131

tortuosos y fraudulentos de la fabula y la ficcion, el simbolo y el


simil, la insinuacion disimulada y los susurros aterrorizadores.
-Pero, l y los faquires que pretenden haber entrado en extesis
religioso?
-Quiza hayan pasado por esas experiencias, no lo niego, pero
pertenecen a la esfera de Ia religion, que esta fuera de mis inves-
tigaciones experimentales. Yo tengo bastante con trabajar en el
campo que he elegido. Ya es mucho poder demostrar que el incons-
ciente, el .alma, sobrevive y retorna despues que el cuerpo ha
pasado por un estado equivalente a la muerte. Eso solo es sufi-
cientemente instructivo. l Quien puede poner en duda la realidad
.Iel alma despues de esa experiencia? Me basta con poder de-
.oostrar los maravillosos poderes del alma, la que sostiene mi
cuerpo cuando me destrozan encima una gran piedra sin pro-
ducirme el menor rasgufio, Un amigo mio, un atleta, creyo que
podia imitar mi proeza: sali» de la prueba con el espinazo roto.
Mi amigo habia desarrollado el cuerpo pero habia olvidado des-
arrollar los poderes del inconsciente. La esperanza que ofrece a la
humanidad el fomento de esos poderes es tan sublime, que a veces
pienso en la posibilidad de que originen una nueva edad <le oro.
La ciencia no puede seguir considerando las maravillas del in-
consciente como producto de una imaginacion enfermiza; tiene
que estudiarlas seria y sinceramente, rindiendo de ese modo trihuto
a la fuerza desconocida que, siendo increada, ha creado sin embar-
go al universo.
La eterna esfinge de la mente humana incita nuestras pesquisas
y estimula nuestras investigaciones. No temar-ios, El hombre, que
se eleva del protoplasma al paraiso, es un viejo enigma destinado
a ser resuelto por las indagaciones modernas. El siglo xx verifi-
cara ampliamente esta prediccion,
CAPfTULO VIII

1EN NOMBRE DE ALA, EL COMPASIVO,


EL MISERICORDIOSO!
Cai de rodillas frente a un noble pilar de la mezquita y deje
que las alas de mi corazon alzaran vuelo silenciosamente en reve-
rente devoclen al poder supremo que los demas hombres del tem-
plo llamaban Ala, poder al que nunca le pude asignar un nombre,
pero que habia acordado llamar Ala, como ellos, durante mi estada
en Egipto. Yo sabia que todos nos referiamos a lo mismo, al ser
supremo que nos mantiene a todos en la palma de sos manoa
invisibles, y podia por lo tanto aceptarlo con cualquier nombre
tanto como c~n ninguno.
Nose cuanto tiempo pas6 antes de que alguien empezara a leer,
salmodiando con voz apenas audible, una antigua y austera pa-
gina del Coran, el libro sagrado de Ala. Y mientras se desgrana-
ba el amable murmullo ar&bigo levante la cabeza y observe a
los que, obedeciendo la orden del prof eta, se · habian reunido
al caer la tarde para recordar durante breves instantes el ori-
gen divino al que debemos la vida y el ser. Junto a mi estaba
un viejo vestido con una larga tUnica de seda blanca con rayas
azules. Su cutis de color nogal palido daba un fondo excelent.e
a una fila de esplendidos dientes blancos. Mientras susurraba las
oraciones se inclinaba hasta tocar con la frente la suave alfom-
bra roja, y volvia a enderezarse, repitiendo de nuevo y constan-
tement.e, la misma operaci6n. Luego coloco la palma de las ma-
nos sobre los muslos, continue) sus murmullos, y poco deepues
volvio a tocar el suelo con la frente.
Vi entrar a otro viejo que invoc6 la milericordia de Ala y que
EL EGIPTO SECRETO 183
no tardo en elevar sus preces con Ios acostumbrados movimiento11
de vaiven, Parecia sumamente pohre; llevaha una runica andra-
j osa color gris oscuro, que hahia sido blanca en un tiempo, y que
amenazaba caerse convertida en un monton de trapos.
El rostro, lleno de arrugas y cicatrices, revelaba el cansancio
de Ia lucha que la vida y Ala le habian impuesto; pero alli, en
aquel venerable edificio dedicado a la tranquila devocion que ol-
vida al mundo, atenta la mente a las oraciones del atardecer, des-
aparecieron algunas de sus arrugas, extendiendose lentamente sobre
su rostro una suave paz. Era facil leer en su expresien sus senti-
mientos. Parecia decir:
"iOh, Ala, el victorioso, el perdonador! Tu has ordenado, en
verdad, que la vida de tu siervo sea dura, pero sin duda tu sahes
lo que mejor le conviene. Celebro volver a prosternarme ante ti
y elevar a ti mis preces. Ya lo dijo tu profeta, que la paz sea con
el: "No temais, ni peneis ni os acongojeis; regocijaos en camhio
con la esperanza del paraiso que os ha sido prometido". [Loado
sea Ala, por lo tanto, el rey todopoderoso, el que es la verdad!"
Aquel era un hombre que tenia el valor de confiar la vida, cie-
gamente si se quiere, a las manos todopoderosas de Ala; y, evi-
dentemente, no lo lamentaba. Aceptaha todo lo que venia, lo bueno
junto con Io malo, con la venerable frase: "ilnsala!" ("jSi Dio11
lo quiere., .. !").
Mire hacia otro lado y divise a un piadoso musulman, que parecia
un comerciante recien Ilegado de su puesto de la feria. Se coloc6
en la actitud prescrita, con el rostro vuelto hacia el este, las pier-
nas ligeramente separadas y las manos a Ios costados de Ia cara,
tocandole las orejas, y con voz sonora pronunci6 el saludo:
-jDios es muy grande!
En seguida dejo caer las manos hasta la cintura y susurro un
instante el capitulo inicial del Coran. Luego deslizo las manos has-
ta las rodillas, inclinando un poco el cuerpo y separando los dedos,
y dijo:
-jQue Dios oiga al que lo alaha!
Y asi continue, acompaiiando sus rezos con movimientos de
cabeza, dejandose caer de tanto en tanto al suelo en las postures
prescritas hace mil trescientos aiios para los musulmanes ortodoxos.
Al final, mir6 hacia atras por encima del homhro derecho, y dijo,
como si se dirigiera al resto de la congregaciont
-La paz sea con vosotros, y la misericordia de Dios.
134 PA.UL BRUNTON

Luego repitio 111 misma bendicion hacia el lado izquierdo. Per-


maneci6 un instante en cuclillas y luego se levant6 y sali6 tran-
quilamente de la mezquita. Habia descargado el alma de su amor
a Ala, y ya podia ir a reunirse en paz con sus mercancias.
Habia varios otros, todos hombres, que ensimismadcs en sus
absorbentes oraciones, no parecian advertir nada de lo que pasaba
alrededor de ellos. Los ojos y los pensamientos deben estar fijos en
Ala, dijo Mahoma, el profeta, y su precepto era obedecido al pie
de la letra, con una loable escrupulosidad. Aquellos fieles habian
ido a la mezquita, no para examinar a sus correligionarios ni
para ser examinados; Ala era el (mico objetivo de su visita, y a
el se entregaban con un fervor inolvidable para el· extranjero
que los observaba con simpatia.
Egipcios de largas tunicas se colocaban, o se ind,inaban o se
prosternaban junto con comerciantes vestidos a la europea y cuhier-
tos con turbantes; los pobres rendian homenaje a Ala al lado de
los ricos; y los eruditos, llena la cabeza de la sabiduria de mil
vohimenes, no desdeiiaban situarse detras de los vagabundos anal-
fabetos. El profundo respeto de todos ellos, su total concentracion,
no podian menos que impresionar al espectador. Asi era la de-
mocracia que Mahoma habia establecido dentro de aquellos viej os
muros. rojos, blancos y dorados y bajo los puntiagudos arcos
sarracenos de la hermosa mezquita.
Porque las mezquitas de El Cairo encierran una emocionante be-
lleza que me afectaba irremediablemente cada vez que me dete-
nia en alguna de ellas. l Quien puede contemplar desde la base
hasta el capitel, las ciento y pico de exquisitas columnas de mar-
mol blanco que forman las arcadas del edificio y volver luego la
mirada hacia los nobles arcos de la cupula ornamentada en cas-
taiio y oro sin entregarse a una admiraci6n sin reservas? l Quien
puede fijar la vista en los geometricos arabescos que adornan las
piedras del arco principal sin experimentar un verdadero placer?
Me levante para irme, muy a mi pesar. Mis pies calzados con
zapatillas avanzaron con pasos lentos, mientras yo observaba de
nuevo la colorida escena. Alli estaban el estrado, alfombrado y
rodeado de una barandilla, desde donde un hombre de blanca bar·
ha nos habia cantado los versiculos del Coran; el sagrado nicho
oratorio, flanqueado por dos delgadas columnas; el pulpito de ma·
dera delicadamente tallada, cuya puerta de nogal con incrustacio-
nes de marfil llevaba una antigua inscripcion; todos ellos por-
EL EGIPTO SECRETO 135

tando el sello de ese arte con que los arabes enriquecieron al


mundo. Los frisos de las paredes reproducian, en relucientes le-
tras doradas, frascs del Coran, constituvendo otro elermnto deco·
rativo los elegantes caracteres arabes de ·las inscripciones. La parte
inferior de las paredes estaba revestida de marmoles multicolc-
res. Todo era espacioso, como si los constructores no hubiesen
escatimado terreno para la casa donde los hombres se reunirian
para rendir culto a Ala.
Cruce el piso embaldosado de mosaicos y llegue al vasto patio;
rectangulo de rnarmol de sesenta metros de ancho, sin techo, que
se ofrecia a los vientos del cielo. Lo rodeaban cuatro anchas r-olum-
natas, cerradas a su vez por altos muros almenados; quedaba de
ese modo aislado del mundo exterior tan efectivamente que aquel
podia haber sido uno de los patios paradisiacos del Coran, en
lugar de ser un patio emplazado en el turbulento El Cairo. Blandas
esteras aparecian extendidas de pilar a pilar y en ellas se
veian. recostados o en cuclillas, pequefios grupos de hombres de
rostro grave; piadosos hombres de estudio, tal vez, con sus tur-
bantes, o pobres ciudadanos con mucho tiempo y pocas cosas que
hacer. Algunos oraban, otros leian; algunos dormian y otros per-
manecian simplemente ociosos. lnquietos gorriones volaban gor-
jeando por entre las redondas columnas, y se llenahan de excita-
cion cuando los eruditos dejaban sus estudios y sacaban sus co·
midas.
En el centro del patio se alzaba una fuente de marmol, decors-
da, cubierta con un techo de forma de cupula que era sostenido
por columnas redondas con incrustaciones multicolores de esmal-
te; altas palmeras erguian sus copas formando alrededor de la
fuente un ahrigo circular. El inmenso rectangulo del patio forma-
ha un atrayente cuadro de simplicidad, belleza y tranquilidad. Alli
reinaba soberana la paz, tanto como Ala. Se oian, desde luego,
los trinos y los gorjeos de los pajarillos que anidaban bajo los te-
chos arqueados y entre los capiteles labrados de los pilares: pero
su continua rmisica sedante constituia un magnifico fondo del
mismo silencio. Cerca de la fuente habia una pequeiia tina con
agua fresca, en la que los alados cantores se posaban, se arregla-
ban las plumas y satisfacian la sed. Se lanzaban a la superficie
del agua chapoteando con las alas, hacian sus abluciones como
verdaderos creventes que eran. y alzahan el vuelo para reanudar
su hereditaria ocupacion de coristas.
136 PA.UL BRUNTON

El brillante sol de la maiiana proyectaha grandes somhras en el


patio abierto; los ociosos me miraron, con una interrogacien mo-
mentanea en los ojos, que prontamente desecharon como indigna
de un esfuerzo mental, y prosiguieron en su ocupacion de placida
holgazaneria. Aquella escena era la misma que debio de presenciar
algfui triunfante cruzado, de casco y armadura, cuando centenares
de aiios atras desmonto en su fogoso caballo para entrar en la
viej a mezquita. El Cairo cambia aceleradamente, pero sus nume-
rosas mezquitas contimian en pie, como tantas otras torres forti-
ficadas contra las cuales los soldados del modernismo se lanzan
en vano. Y quiza sea bueno que existan esos sitios actualmente,
para que la generacion presurosa y acosada de nuestros dias co·
nozca la tranquilidad de que se gozaba en otras epocas, cuando
los hombres no eran tan inteligentes como ahora. Debajo de .las
palmeras umhrias o de las cubiertas arcadas, podian rememorar
la proteccion de Dios o entregarse al deleite de los ensueiios; era
aquel, de todos modos, un agradable lugar para contemplar en
perspectiva las actividades de la ciudad y para hacer el inventario
de la vida en su justo valor. Guste sutilmente la antigua paz de
aquel sitio.
A la entrada del · espacioso claustro me quite las zapatillas; esta
prohibido pisar con los pies calzados con botas, o zapatos el sa-
grado suelo de una mezquita, dejandole encima la ingrata suciedad
de la calle. Entregue las zapatillas a un sirviente de la mezquita
que surgio de una habitacien oscura, descendi un tramo de esca-
lones de piedra desgastados por centenares de pies piadosos, y
me encontre una vez mas en la callejuela estrecha y llena de gente.
• • • •

Carnine unos pases y me volvi a observar la fachada y la ubi-


cacion de aquel viejo edificio consagrado al culto de Ala. Era una
lastima que una parte del extenso frente quedara oculta por una
fila de casas viejas, pero la vista se compensaba con los mina-
retes sobresalientes, la gran boveda, las eupulae relucientes, las
altas ventanas enrejadas y, finalmente, las enormes y complicadas
verj as de entrada.
Los minaretes. tenian no menos de ocho lados cada uno, y tres
balcones, y se elevaban por encima de las bases rectangulares de
la mezquita como se elevaban dentro del templo los pensamientoe
y las aspiraciones. Parecian largos dedos rosados seiialando e1
EL EGIPTO SECRETO JS7

firmamento. 'Las cupulas tenian las cimas planas, y, comparadu


con la inmensa boveda central coloreada, parecian gigantescos
turbantes blancos. Refulgian al sol con tanta intensidad que me
bicieron arder los ojos. Los remates almenados de los muros for-
maban un cuadrado perfecto. Las altas paredes de color amarillo y
rojo aislaban a la mezquita de nuestro mundo mercantil.
Baje la mirada. En la calle, a ambos lados de la entrada, los
vendedores. de confituras, de pastelillos turcos, exhibian sus ar-
ticulos en minusculas mesitas improvisadas, o en paiios tendidos
directamente en la acera. Los puesteros aguardaban paciente-
mente a los clientes ocasionales con una expresion de placida sa-
tisfaccion. ]unto a la escalera se veian varios mendigos, en cucli-
llas; dos o tres fieles, que entraban o salian de la mezquita, se
habian detenido a cambiar unas palabras. Un vendedor de limo·
nada, vestido con la chillona ninica carmesi, rayada, propia de
su oficio, y provisto de un enorme recipiente de bronce con una
fila de vasos, me dedic6 una mirada burlona y se alejo. Un viejo
pintoresco y patriarcal, con una desmesurada barba blanca, pas6
montado en un burrito gris. La multitud habitual de. las calles
transitaba de un lado para otro. El calor de la tarde estremecia el
aire, mientras el sol pendia en medio de una gloriosa b6veda azul.
En el sagrado recinto de la mezquita reinaba una paz centena-
ria; fuera de el, la agitacion de la muchedumbre bulliciosa y apre-
surada dedicada a sus negocios. Asi se desenvolvian los dos aa-
pectos de la vida, que Ala cobijaha bajo sus amplias alas .
• • •
Cruzaba una tarde, a la . hora de la puesta del sol, la plaza de Is-
mailia, cuando adverti que un cochero, dejando su coche vacio en
la parada, salt6 la verja de hierro, baja, pintada de verde, de un
pequeiio jardincito municipal. Una vez al otro lado, se prosterne,
de cara a la Meca, y rez6 durante unos seis o siete minutos, olvi-
dando completamente todo lo demas. No miraba ni a derecha ni
a izquierda, sumido en sus preces y dominado evidentemente por
sus sentimientos. Aquel hermoso acto me conmovi6 profundamente,
tanto por su efecto artistico como por la lealtad espiritual que reve-
laba. Un agente de policia, de servicio en la plaza, lo observo con
indiferencia y pas6 por alto la violacion del jardincillo reservado.
Otra noche, a eso de las veintidos, fui caminando con el objeto
de dar un tranquilo paseo, hasta una calle retirada que corria
l~B PAUL BRUNTON

paralela a la ribera del Nilo. Junto a un solitario farol del alum-


brado vi a un joven barrendero municipal que, con su escoba de
abedul, se hallaba recostado contra el poste de hierro, haciendo
evidentemente una breve pausa en su fatigosa tarea. El cielo noc-
turno parecia una cupola de Iapislazull y el joven cantaba alegre-
mente unas frases que, con ojos rniopes, leia en un ruinoso librito
a la luz del farol. Cantaba con tanto fervor y estaba tan .extasiado
en las palabras que no advirti6 mi llegada. Los ojos le relucian
con el fuego de su gozosa devoci6n a Ala. Me tome la libertad de
echarle un vistazo al libro: era un ejemplar del Coran, forrado
en papel. El muchacho tenia las ropas sucias y raidas, porque el
suyo era un trabajo muy mal pagado; pero en su rostro se dibu-
jaba la felicidad. No fue necesario que yo le augurara el saludo
habitual: "La paz sea contigo"; el ya la habia encontrado.
Otra noche cambie mi menu habitual cenando en un restaurante
de la Sharia Muhammed Ali al que no concurren los europeos.
Estaba en el coraz6n de la ciudad vieja y conservaba las antiguas
costumbres. Llegue a conocer y respetar al dueiio de la casa. un
hombre de cariicter delicado e innata cortesia que no le salia de)
holsillo sino del coraz6n. EI mozo que me atendio puso los plates
en la mesa e inmediatamente se retir6 a un rinc6n y tomo algo
que habia alli apoyado contra la pared. Lo trataba con tanta ter-
nura como si fuera SU mas preciado tesoro. Result6 ser nada mas
que una estera descolorida, que desenroll6 y extendi6 en el piso
en direcci6n al este, hacia la Meca; hecho esto, se dej6 caer
en su dura e inc6moda superficie. Durante los diez minutes !'i·
guientes cumpli6 todas las postraciones de los devotes. rezando
al mismo tiempo las oraciones en voz baja pero clara. Sus pensa-
mientos estaban en esos momentos saturados de Ala. Habia en el
restaurante otros siete u ocho parroquianos, y un solo mozo mas.
Era la hora en que podia esperarse una numerosa afluencia de
clientes de un momento a otro. Pero el anciano propietario apro-
b6 con el gesto la conducta de su empleado, y no solo con el 1Jesto
sino tambien con un vigoroso movimiento afirmativo de cabeza
que hizo bailar las borlas de su rojo tarbush. Nunca abandonaba
su pequeiia tarima cerrada, atalaya desde la cual vigilaba el pano-
rama dornestico como un sultan podria vigilar el interior de su
palacio. Nunca atendia personalmente las mesas ni aceptaba di
nero directamente .. Era un potentado oriental que daba ordene!
para que otros las cumplieran. En cuanto a los clientes, aceptahar
EL EGIPTO SECRETO 139

la situacien como buenos musulmanes, perfectamente conformes


y dispuestos a adaptarse a las conveniencias del mozo. Cuando
este se bubo repetido, enfatica y fervorosamente -asegurandolo
de paso a la concurrencia-, que "no hay mas Dios que el unico
Dios" y que "la victoria es de Dios", volvio a entrar en contacto
con Ios presentes, recordo que despues de todo no era mas que
un mozo, enrollo la estera y la volvio a poner en su lugar. Miro
en torno, con una expresion de amable satisfaccion ; su mirada
encontro la mia, el hombre sonrio y se aproximo a recibir mi
pedido. Y cuando me fui del restaurante se despidio con un sen-
cillo: "que Dios lo protej a".
Se puede comprender la religion del islam · unicamente cuando
se manifiesta de esa _manera, en la accion y en la practica, Recuer-
do un viaje que realice en tren desde El Cairo hasta el puerto de
Suez; al llegar a una estacion saque la cabeza por la ventanilla
para averiguar donde estabamos y vi a un obrero humildemente
vestido, integrante de una cuadrilla que trabajaba en la linea, que
se apartaba del grupo con un salmo del Coran en los labios, y se
doblaba hasta tocar el suelo con la frente. Se puso a rezar sobre
la tierra arenosa a unos pocos centimetros de los rieles de ace-
ro. Su trabajo era importante porque le daba de comer; pero
no tan importante que le hiciera olvidar sus deberes para con Ala.
Estudie sus facciones; tenia el rostro de un hombre que vive ilu-
minado por la luz de la conciencia; de un hombre que, simple
obrero como era, habia logrado conquistar cierta paz interior,
Entre una vez a mediodia en uno de esos cafes que abundan en
El Cairo, a tomar te con pasteles egipcios. Mientras revolvia el
terron de aaiicar para ayudarlo a disolverse en la agradable infu-
sion parda, el dueiio del cafe se tiro al suelo y comenzo a rezar
las plegarias del mediodia. Era una oracion silenciosa, murmura-
da por el hombre para si mismo; o mejor dicho, para Ala. No
pude menos que admirar el fervor que demostraba, y no pude
menos que respetar la .sabidurfa del profeta Mahoma por la habi-
lidad con que supo enseiiar a sus partidarios a mezclar la vida de
la devocion religiosa con la vida de los negocios. No pude menos
que comparar el valor practico del islam con el valor menos apa-
rente de las religiones del lejano oriente que yo conocia muy bien
y que tratan a menudo de separar en divisiones herrneticas la vida
mundana de la espiritual.
Estes no son mas que cuatro cases de muchos; cuatro cases
140 PAUL BRUNTON
que me revelaron lo que signHica el islam para los pobres y los
humildes, para los analfabetos y los incultos, y para las clsses Ila-
madas ignorantes l Que signifies para las clases media y supe- .
rior? Por Io que yo pude advertir, observan Ia fe con menor fir-
meza, porque la embestida de la educacion cientifica occidental de-
bilito las bases de Ia religion aqui y alla como en todos los paises
orientales que toed, No critico, anoto simplemente el hecho como
un fenomeno inevitable, porque creo firmemente que la fe y Ia
ciencia son ambas necesarias en la vida. Los musulmanes de men-
talidad mas liberal estan Ilegando ahora a Ia misma conclusion.
Comprenden que tarde o temprano el islam debera sucumbir al
espiritu moderno del siglo xx, pero no creen que para · eso sea
necesario beber el veneno de un materialismo completamente ne-
gador del espiritu. Con todo, las clases superiores de Egipto: se
mantienen con mas firmeza en su religion que las clases superiores
de Europa y America. La voluntad de creer reside en los mismos
globulos sanguineos del oriental, y no puede librarse de ella por
mas que Io intente.
Pero voy a relatar Io que vi en la oficina de un amigo, como
ejemplo tipico de lo que he visto tanto en oficinas como en resi-
dencias particulares. Tuve ocasion de visitar a mi amigo, que era
un hombre muy ocupado, inspector general del gobierno, poet•
antes del mediodia, y tomamos el inevitable vaso de te persa mien-
tras el atendia SUS asuntos.
El despacho de su excelencia Kaled Hasanein bey era comple-
tamente moderno y, salvo un gran cuadro con un texto arabe del
Coran, no se diferenciaba mucho de cualquier oficina europea.
Su excelencia trabajaba en un escritorio con tapa de cristal, usa-
ba continuamente el telefono y guardaba los documentos en archi-
vos de cierre automatico.
Cerca de las doce Ilego otro visitante, uno de los inspectores clel
departamento, y pocos minutos mas tarde me pregunto SU exce-
lencia:
-,(I'iene inconveniente en que rece ahora mis oraciones?
Por supuesto, le asegure que no. Fueron desenrolladas unas al-
fombras, los dos hombres se descalzaron y se postraron en Ia
forma usual. Permanecieron rezando doce minutos, mientras los
empleados seguian trabajando; entraban mensajeros, dejaban al-
gtin papel y se retiraban completamenteindiferentes. Los dos hom-
bres oraban como si estuvieran completamentesolos, e ignorando
EL EGIPTO SECRETO 141

por completo mi presencia. Terminadas las plegarias, se levantaron,


volvieron al escritorio de tapa de cristal y prosiguieron diseutien-
do sus asuntos.
El hecho me impresion6 intensamente, porque nunca habia visto
nada semejante en ninguna oficina occidental. En ninguna parte
de Europa ni de America se podia ver nada igual. Alli, a medio-
dia, la gente saldria apresuradamente para ir a almorzar; en Egip-
to, aquellos dos hombres oraron primero y luego pensaron en
comer.
Si nosotros los occidentales somos realmente creyentes, pense,
deberiamos ver en este incidente un ejemplo para ser seguido y
un reproche para ser escuchado. lPero podemos nosotros ir tan
lejos en nuestra fe? Lo dudo.
Eso fue lo que tanto me· impresion6 en Egipto. Dios, Ala, era
para los musulmanes un ser real, y no una mera abstraccion filo-
s6fica. Mercaderes, sirvientes y obreros; nobles, hajaes y fun-
cionarios no vacilahan en interrumpir sus actividades y arrodi-
llarse ante Ala, en la oficina, en el comercio, en la calle o en el
hogar; aparte de la mezquita. Los hombres que ni en suefios deja-
rian de levantarse por la maiiana o acostarse por la noche sin
hacer una breve reverencia ante Ala, quiza no tengan nada mas
que ensefiarnos, pero ~ menos pueden ensefiar eso al mundo oc-
cidental, tan ocupado y preocupado en otras cosas. No me refiero
a las doctrinas islamicas, que explicare en su lugar correspondien-
te, sino al valor que tiene nuestra creencia en una potencia supe-
rior, llamemosla como la llamemos.
Imaginemonoa un hombre que en Londres o Nueva York se
arrodilla en la calle o cualquier otro lugar publico, para adorar
a Dios, porque sienta impulsos de hacerlo, porque sienta la neeesi-
dad de recordar la existencia de aquel que nos permite seguir
existiendo. Ese hombre seria ridiculizado, seria objeto de las risas
o quiza de la compasien de los ultramodemos; o, si no, seria de-
tenido por estorbar, por obstruir el transito de peatones y vehiculos,
El signo de la media luna seiiorea sobre el cercano, el medio
y el lejano oriente; y recientemente sus rayos llegaron con rapides
hasta_ las partes mas distantes de Africa. Sin embargo, la fuerza
de la religion del islam no debe medirse por el numero de sus
adherentes, sino por la ardiente devocion que cada uno de ellos
le entrega. Nosotros los occidentales solemos anteponer a la pala-
bra musulman el calificativo de "fanatico", lo cual, si no es ab.
142 PAUL BRUNTON

solutamente exacto, no es tampoco completamente erroneo, Hay


musulmanes que se aferran a los principios de su religion con un
fervor que nosotros hemos perdido.
lPor que?
Comencemos por el principio, Un hombre se arrodillo un dia
dentro de una caverna rocosa, en la escabrosa cuesta del monte
Hira, en Arabia, y rogo al todopoderoso que volviera a ser cono-
cido por su pueblo, sumido en la mas grosera idolatria, en un ma·
terialismo supersticioso que confundia con la religion, la fe pura,
inmaculada de los primeros patriarcas.
Ese hombre era Mahoma.
Era de mediana estatura, de larga cabellera flotante, rostro pa·
lido con apenas un toque de color en las mejillas, Irente y boca
grandes y nariz ligeramente prominente. Sus ropas eran mas sen-
cillas de lo que correspondia a su posicicn social. Habia sido co-
merciante, creandose renombre en muchas ciudades por su per-
fecta integridad, su trato honesto y justo, y su absoluta honradez.
Habia transportado mercancias en caravanas de carnellos, llegando
hasta Siria. Aiio tras afio su larga linea de esforza<los camellos
atravesaba con mesurados pasos ondulantes dunas tostadas y des-
filaderos rocosos, llevando grandes cargas de mercancias que el
conductor de la caravana venderia en lejanos mercados. Por la
noche, cuando sus hombres dormian, Mahoma se alejaba solo del
campamento, y sentandose en el hlando suelo del desierto reflexio-
naba sobre los misterios de la vida y la naturaleza de Dios. Y las
misticas estrellas lanzaban sus rayos de plata sobre el rostro que
el solitario habia vuelto hacia ellas, haiiandolu en su misterio y
marcandolo Como criatura de SU destino.
Despues de su matrimonio con la viuda Kadya, Mahoma adopto
cada vez mas _la costumbre de meditar profundamenle sobre los
topicos mas arduos de la existencia humana. Fue asi que advirtio
con pena los defectos de la nistica religion de SU tiempo, incapaz
de satisfacer los instintos mas hondos de SUS compatriotas. Final-
mente retorno a su retiro favorito, una cueva del monte Hira,
proximo a la ciudad de La Meca, y alli paso toda una noche ele-
vando su corazon al infinito en piadosas plegarias; .no pedia que
lo iluminara solamente a el, sino a todo SU pueblo. Despues de
un tiempo paso de la oracion a la vision en trance, y de la vision
a la transformacion y de la transformacion a la comunion cons-
ciente con Dios. Los velos se fueron desgarrando uno por uno.
EL EGIPTO SECRETO 1"-'
Extraiia paradoja: debia tocarle encontrar la luminosa verdad
dentro de una cueva sombria.
Y oy6 una voz que le decia:
-j Tu eres el hombre! j Tu eres el profeta de Ala!
Mahoma el mercader acept6 la magistratura que le habian ofre-
cido, abandon6 sus fardos de mercancias y se convirti6• en el
nuevo predicador del verbo, ese verbo cuyo eco retumbaria entre
continentes en el termino de un · siglo.
Los oraculos sibilinos de Roma anunciaron la llegada de Cristo,
y despues callaron. Cristo lleg6 finalmente, dijo su palabra a los
que quisieron oirlo, y parti6 a una edad en que la mayoria de los
hombres no ha encontrado lion SU lugar en la vida material, cuan-
to menos en la espiritual. Menos de seiscientos afios despues de
aquel acontecimiento lleg6 este otro profeta del Dios desconocido.
* * *
Tuvo la suerte de hallar en su mujer a su primera discipula; por·
que una mujer puede contribuir con mucho al buen exito o al
fracaso en la vida de un hombre. El que escuch6 despues de ella
el relato del episodic de la caverna fue Waraquah, un viejo filo-
sofo, ciego y encorvado, quien le advirtio:
-Con toda seguridad que te empujaran al destierro, porque
nunca trajo un hombre un mensaje como el tuyo sin ser victima de
la mas enconada persecucion, j Ah!, si Dios dispone que se pro-
longue hasta ese momento mis dias, dedicare todas mis fuerzas
a ayudarte a veneer a tus enemigos.
Pero los prof etas inspirados siempre dehen cargar con la cruz
del aislamiento y la incomprensi6n; las compensaciones que reci-
ben son demasiado invisibles y demasiado intangibles para que
la masa las comprendan. ·
Todas las religiones nuevas deben estar preparadas para ser
apedreadas al comienzo por los est6lidos y los esnipidos,
Los parientes y amigos de Mahoma formaron su primer grupo
de convertidos. Se reunian y oraban en una tranquila casa en las
afueras de la ciudad.
En La Meca el pueblo seguia cumpliendo sus ritos de magia
primitiva, tratando de aplacar a los poderes invisibles del mundo
psiquico y adorando a una multitud de fetiches; en aquella casa
alejada, Mahoma y los suyos adoraban al Dios unico.
Por espacio de tres aiios el grupo, cada vez mas numeroso, hizo
144 rAUL BRUNTON
sus reuniones para rezar en el mayor secreto; porque la hora se-
fialada para la revelacion publics, la fecha fijada por el destino,
no habia llegado aun. Y entonces volvio a hablar la voz, y le dijo
al profeta:
-Haz conocer la orden que te fue impartida.
Con lo que Mahoma no vacilo en convocar a una gran asamblea
del pueblo para advertir que si no desechaba la ancestral cari-
catura de religion que practicaba y volvia al legitimo culto, la
ira de Ala caeria sobre el. Lo escucharon y, sin convertirse, se re-
tiraron disgustados.
Pero ya ardia el fuego dentro del profeta y fue de lugar en
lugar predicando el mensaje que le habian confiado. Se vestia con
ropss burdas y hacia comidas sencillas. Dio a los pobres casi todo
lo que poseia. Llego a presentarse en el sagrado templo de la
Caaba, donde, en medio de sus trescientos sesenta y seis idolos,
reprocho a los idolatras que se hallaban presentes, lo mismo que
Jesus habia penetrado valientemente en el templo para reprochar
a los cambistas. Fue atacado por la turba enfurecida, perdiendo
la vida uno de sus partidarios que trato de protegerlo.
La cruz del profeta solo puede ser llevada por aquel que cree
en todas SUS profecias, basta la ultima letra de la ultima palabra.
Las autoridades, viendo que no podian hacer callar a aquel hom-
bre que hablaba sin tapujos, trataron de sobornarlo ofreciendole
riquezas y altas posiciones. Por toda respuesta, Mahoma les advir-
tio con mas energia aun que estaban desencadenado la colera
de Ala.
Desde ese momento fue perseguido abiertamente; el profeta re-
comendo a varios de sus partidarios que buscaran refugio en Ahi-
sinia. Asi lo hicieron. La venganza de las autoridades de La Meca
los siguio hasta alli; pidieron al emperador negro que entrega-
ra a los fugitivos. En lugar de satisfacer el pedido, el emperador
de Abisinia llamo al jefe de los refugiados, un tal Jafar, y le pre-
gunto:
-;,Que religion es esa, que OS hizo alejaros de vuestro pueblo?
Jafar le contd que antes habian llevado una vida semisalvaje,
adorando idolos, comiendo carrofia y oprimiendo a los debiles,
Y que luego habia llegado Mahoma, como profeta de Ala, instan-
dolos a que fueran anteutieamente espirituales, devotos solamente
al (mico Dios, honestos, caritativos y decentes. Termino recitando
unos pasajes del Coran, ante cuya lectura exclamo el emperador:
EL EGIPTO SECRETO 145

-Realmente, estas palabras y las que traj o Moise& derivan de


la misma fuente luminosa. Ve, porque j por Dios ! no tolerare que
os prendan. Vete a tu casa y vive y adora a tu gusto, que nadie os
molestara.
Entretanto la persecuci6n de los musulmanes en Arabia se habia
agravado. Cuando los perseguidores pidieron a Mahoma que hi·
ciera un milagro para probar su apostolado, el profeta levanto los
ojos al cielo y respondio:
-Dios no me envio para hacer milagros. Me envi6 a vosotros
solamente para traeros un mensaje; no soy mas que portador
del mensaje de Ala a la humanidad.
Fue en aquel periodo penoso cuando Mahoma comunic6 un ex·
traordinario episodio que habia ocurrido una noche. El angel Ga-
briel lo habia sacado en espiritu del cuerpo, presentandole a loa
espiritus de los grandes profetas de la antigiiedad: Adan, Abraham,
Moises, Jesus y otros, en el mundo invisible de los angeles. Tam·
bien le hicieron ver que estaba escrito el destino del mundo.
A este episodio le siguio una rapida difusi6n de las doctrinas
mahometanas, Intensificandose la persecucien como consecuencia
inevitable. Y precisamente poco antes de que un grupo de hombres
confabulados hubiera decidido matar al prof eta, este fue inducido
a abandonar secretamente La Meca; cruzo el desierto y llego a la
ciudad de Medina, donde le hicieron un gran recibimiento y don·
de fund6 la primer .. mezquita. El dia de su entrada en Medina
fue luego el primer dia del primer aiio del nuevo calendario mu·
sulman, aunque era un dia del aiio 622 del calendario cristiano.
Fue lo que seiial6 el cambio decisive en la suerte del islam.
Los habitantes ·de La Meca declararon la guerra a los de Medina.
De esta Ultima ciudad salio una pequefia fuerza al mando de Ma·
homa, que enfrento al enemigo y lo derroto completamente. Loa
vencedores prosiguieron su avance y-libraron otra batalla, que
quedo indecisa. Hubo varias otras batallas que robustecieron la
posici6n de Mahoma. El profeta envio mensajes al rey de Grecia,
al emperador de Abisinia, al rey de Persia y al rey de Egipto, in·
formandoles de su mision e invitandolos a abrazar la religion del
islam.
Siete aiios despues de su huida de La Meca, Mahoma salio con.
su ejercito para volver a la ciudad. No queriendo derramar san ..
gre, orden6 que sus hombres dejaran las armas a doce kilometrou
de la ciudad y que entraran en ella como pacificos ciudade-
146 P1WL BRUNTON
nos. Les permitieron realizar la visita y retirarse sin ser molesta-
dos. Pero poco tiempo despues los miembros de cierta tribu ma-
sacraron con la ayuda de los habitantes de La Meca a los musul-
manes que habian buscado refugio en su templo, y Mahoma se
vio obligado a marchar nuevamente hacia el este, y lanzo su ejer-
cito sobre La Meca. Torno la ciudad, rompio las imagenes de pie-
dra, convirtio padficamente a sus · habitantes e instalo alli su
gobierno.
El islam se extendio luego por toda Arabia, obligando a las
tribus salvajes a rendirse a sus pies y a aprender una religion
mas elevada. Mahoma dirigi» SU ultimo discurso a SUS partidarios
desde el lomo de su camello, en la colina de Arafa.
-Os dejo este libro, el Coran -dijo, con su manera habitual,
lenta y circunspecta-; ateneos estrictamente a el, de lo contrario
OS desviareis de la buena senda. Porque esta sera probablemente
mi ultima peregrinacion, No retomeis vuestras costumbres preis-
Iamicas, Ianzandoos en cuanto yo me vaya los unos contra los
otros; porque algun dia debereis enfrentar a Ala, que os hara
responder por vuestros pecados.
Les recordo que el profeta era un hombre como ellos, aunque
era mensajero de Ala, y que no debian adorar meras sepulturas.
Una tarde, poco tiempo despues, retorno a la gran incognita
de la que habia venido. Fueron SUS ultimas palabras:
-Ahora no hay ningiin amigo tan grande como el.
Esto ocurrio el aiio 632 de nuestra era, sexagesimo primero
de la vida de Mahoma. De ese modo quedo refutado el refran que
dice: "nadie es profeta en su tierra". .
CAPITULO IX

UNA ENTREVISTA CON EL JEFE ESPIRITUAL


DE LOS MAHOMETANOS
Yo tenia curiosidad por conocer una opinion autorizada sobre
una serie de cuestiones relativas al islam acerca de las cuales me
habia formado mis propias nociones, basadas en la experiencia
practice, pero de las que no sabia las reglas exactas que habian
dado el profeta y su libro. Fui' a ver a su eminencia el jeque El
Islam, el hombre que preside el consej o central de la religion en .
Egipto desde el edificio de redondos minaretes y muros almenados
de la mezquita y universidad de El Azar. El nombre personal del
jeque es Mustafa El Maragui y la institueion de la que es gran
rector tiene una venerable autoridad de mil aiios como centro ma·
hometano cuya palabra en asuntos relativos a la fe y al credo es
definitiva. El Maragui es un hombre que tiene poderes pontifica-
les. Es cierto que es en Arabia donde se encuentra la santa pie·
dra, la Caaba de La Meca, el lugar sagrado al que todos los mu-
sulmanes devotos desean ir algtin ilia en peregrinacion; pero es ·
en Egipto donde se halla la piedra viva, el cerebro y el centro
nervioso del islam. El gran rector no es solo el mas alto dignata-
rio del islam en Egipto; dado el caraeter intemacional de El Azar,
su autoridad abarca tambien otros paises. Es a El Azar, orgullo
de los musulmanes, adonde, desde los primeros dias del islamismo.,
fueron a aprender los aspectos - mas profundos de la religion los
que quisieron perfeccionarse en sus doctrinas, los que quisieron
comprender en todos sus detalles el mensaje de su reve]ador,
Mahoma. -
-El Coran, correetamente leido, estimula las investigacionea
148 P J4UL BRUNTON

cientificu del conocimiento de Dios y del universo -me dijo el


jeque El Maragui, durante la entrevista que consigno mas abajo-.
No hay ciencia que sea extraiia al creador y a su creacion, y no
hay nada en ninguna de ellas que pueda ser contrario a los pre-
ceptos del islam. Estamos enfrentados al problema de depurar
nuestra religion de supersticiones e interpretaciones fant8sticas.
Estos estudios nos ayudan a hacerlo. En este siglo en que la cien-
cia ha hecho tantos progresos es de interes para el islam poner
·a disposicion de sus estudiantes las mismas fuentes de aprendizaje.
La situacion es ahora algo mejor que hace un ·siglo, cuando
Edward Lane informo que "a los musulmanes les disgusta mucho
suministrar informaciones sobre temas relacionados con su reli-
gion a las personas de quienes sospechan que tienen sentimientoe
distintos a los de ellos"; pero todavia subsiste algo de la antigua
reserva.
No siendo mahometano, ·al menos en el sentido ortodoxo, no
me fue facil obtener la entrevista que deseaba; pero, despuee de
algunos tramites preliminares, los buenos oficios de amigos comu-
nes me allanaron el camino. 1
Mis pasos me llevaron a traves de un barrio populoso, el m8s
antiguo de El Cairo, por una ancha calle que dividia en dos la zona
del mercado y llegaba hasta la misma puerta del centro de estu-
dios musulmanes mas antiguo del mundo, la mezquita y universi-
dad de El Azar. Pasando. por debajo de arabescos entrelazados y
espaciosas arcadas, entre en un gran patio asoleado, como lo ha-
bian hecho antes que yo centenares de miles de estudiantes du-
rante muchos aiios; estudiantes · que luego salieron para JJevar la
palabra del profeta por todo el mundo oriental, para suministrar
autenticae interpretaciones del sagrado Coran y para conservar en-
cendida etemamente la llama de la cultura musulniana.
Me introdujeron en una sala de audiencias, donde fui recibido
por su eminencia el jefe musulman; despues de los saludos de
practice, tuve ocasion de estudiar a a9-uel hombre, de rostro grave
y mediana estatura, que goza de un prestigio Unico en el mundo
de los mahometanos.
El jeque El Maragui, ex gran cadi del Sudan, ejerce una in·
fluencia considerable no solamente en Ios circulos religiosos sino
tam.bien en un sector de prominentes hombres pUhlicos.
Debajo de un turbante blanco pude ver un par de ojos firmee,
de mirada serena y penetrante; una nariz recta, mediana; un pe-
EL EGIPTO SECRETO 149
queiio bigote gris, una boca firme y un mech6n de pelo blanco
en el menton.
La gran institucion que presidia su eminencia impartia Instruc-
cion gratuitamente a millares de estudiantes, futuros sostenedores
de la doctrina mahometana, y formaba sus fondos con dotaciones
y subsidios oficiales. Los alumnos mas pobres eran alimentados y
alojados gratuitamente, o recibian pensiones en dinero, Los anti-
guos edificios ya no podian albergarlos a todos, por lo que se ha·
bian construido varios anexos en distintos barrios, modificandose
al mismo tiempo la enseiianza. Fueron introducidas modemas dis-
ciplinas cientificas, se instalaron anfiteatros y laboratorios de fi·
sica y quimica bien equipados y se adoptaron los metodos peda-
gogicos mas recientes. Sin embargo esas reformas fueron Incor-
poradas mesuradamente, con tanta prudencia que se ha podido
conservar la antigua atmosfera y conciliar los viejos y los nuevos
metodos educativos. '
Dentro ya del edificio, que encierra toda una coleccion de co·
lumnatas, claustros, galenas y minaretes, pude ver individuos de
barba negra que leian afanosamente libros arabes, y oir las voces
de los estudiantes, que canturreaban las lecciones meciendo el
cuerpo ritmicamente; en cuclillas, sobre alfombras, formaban pe-
queiios grupos en el centro de los cuales se hallaba sentado el
profesor.
· 'tea es la forma tradicional de enseiiar que se conserva adecua-
damente en los edificios viejos. Pero en los grandee anexos moder·
nos su eminencia habia impuesto a la universidad religiosa una
n:ueva modalidad de vida adaptada a las condiciones modemas.
En estas medidas conto con el apoyo entusiasta de la generacien
musulmana joven, pero tuvo que luchar por un tiempo con te6·
logos recalcitrantes, incapaces de comprender que El Azar de-bia
renovarse para poder actuar en un mundo mutable. La batalla fue
larga pero la victoria de El Maragui fue completa.
Lo mismo que el sol, que se abre camino, poco a poco, por las
estrechas y miserables callejuelas del viejo Cairo; y que el sanea ..
miento, que esta ganando su vieja batalla contra los barrios anti ..
guos; y que el aire, que va disminuyendo la intensidad de los
olores centenarios; asi tambien va penetrando imperiosamente el.
pensamiento modemo en el animo del viejo oriental. La nueva
generacion que surge avanza presurosa hacia la inevitable union
de las ideas vieju con las nuevas.
150 PAUL BRUNTON

Los estudiantes proceden de todos los rincones del mundo mu-


sulman, desde Persia hasta Zanzibar, y llegan a El Atttr atraidos
como limaduras de acero por el magnetismo de su cultura. Lle-
van tarbushes rojos, turbantes blancos y tunicas de todos los co-
lores. Yo esperaba encontrar estudiantes chinos entre ellos, y los
vi, en efecto, pero me sorprendi6 descubrir tambien jovenes ja-
poneses.
El jeque El Maragui vestia una larga camisa de seda, a rayas
blancas y negras, sobre la cual llevaba una tunica de seda negra,
mas larga, de amplias mangas. Alrededor de la cintura tenia enro-
llada una faja blanca. Calzaba un par de zapatos de suave tafilete
amarillo, con las puntas vueltas hacia arriba. Todo su atuendo
d;ha una impresion de sencilla eficacia.
La grave serenidad de su semblante me agrado.
Comence preguntandole por el mensaje central del islam,
Su eminencia medit6 su respuesta con mucha circunspecci6n.
-El primer principio es que hay un solo Dios. Este fue el men-
saje principal de Mahoma. Es el mensaje que Dios habia dado a
los profetas (Moises y Cristo) antes de darselo tambien a Mahoma.
Mahoma repitio el mensaje a los judios y a los cristianos, llarnando
a sus sacerdotes a la union, porque los habia encontrado en desa-
venencia.
"La creencia en la unidad de un Dios creador que no tiene com-
paiiero; un Dios que es el unico a quien se debe glorificar y ado-
rar, y que no necesita mediadores entre el y el pueblo que creo.
Profetas y apostoles no son mas que intermediarios a quienes co-
munica SUS leyes y SUS ordenes, y que exhortan al pueblo a obe-
decerJo y adorarlo. El es el unico cuyo socorro se pide para el
alivio de las faltas, y a ningtin otro se debe acudir por clemencia
ni implorar en rnomentos de necesidad. Dijo el senor ( [exaltado
sea!):
"cNo invoques a nadie, fuera de Ala, que no podra beneficiarte ni daiiarte;
norque, si Jo haces, seras ciertamente uno de los pecadores.s Y dijo:
"cSi Ala te inflige la desventura, nadie mas que el podni Ievantartela; y
•i quiere hacerte UD hien, nadie podra impedir SU protecclen : el OtOrgara
~'U8 favores a aquellos de SUS siervos que le plazca, y el es el perdonador, el
miserleordioso.s ·

-,;.Que entiende vuestra eminencia por alma?


-El Coran no define el termino; por lo tanto, los jefes del islam
EL EGIPTO SECRETO 151
ban auspiciado en distintas epocas diversas opiniones al respecto.
Esas opiniones pueden ser estudiadas intelectualmente, pero no
deben ser aiiadidas al Coran, el libro inspirado. Pero nosotros
creemos, por supuesto, en el dia del juicio para todas las almas,
cuando los justos obtendran su recompensa y los malhechores re·
cibiran su castigo, estableciendose con eso lae hues del sentido
moral. Dijo asi Ala:
"cEl que haya hecho UD atomo de bien, sera recompensado por eeo; el
que hay• hecho un atomo de mal, sera castigado por eeo.>

-lEn que se diferencia Mahoma de los profetas enviados por


Dios?
-El profeta Mahoma no se diferencia en nada de los demas
profetas, puesto que todos ellos fueron elegidos por el Senor para
entregar su mensaje a la humanidad y todos recibieron su revels-
cion. A los musulmanes se Ies prescribe que deben creer en la
calidad profetica de todos ellos, sin distincion. Dijo el Senor:
"cDigan los creyentes: "Nosotros creemos en Ala y en lo que nos ha sido
enviado, yen lo que ha sido enviado a Abraham, Ismael, Isaac y Jacob y 11u11
descendientes y en lo que les fue dado a Moises y Jesus, y en lo que les
di6 el seiior a los profetas. No bacemos ninguna diferencia entre ellos y
a Ala estamos scmetidos.s"

Tambien aquella respuesta llegcS deepues de que su eminenda


la bubo pensado bien.
-l Ustedes creen que un hombre no puede ayudar a otro a en·
contrar a Dios? Lo digo porque llama la atencion que no haya
sacerdotes en su religion.
-No, en el islam no hay sacerdotes que medien entre el hombre
y Dios, pero sin embargo tenemos musulmanes instruidos que
pueden ensefiar a los otros el camino de Dios tal como lo prescri-
hen el Coran y las palabras y Ios hechos del profeta Mahoma.
"Son varios los principios ordenados por el islam, sin los eua-
les nadie es digno "de ser llamado musulman, y que no difieren de
los principios de todas las religiones que Ala nos envicS por medio
de sus apostoles. El islam no es la unica religion que prescribe la
creencia en la unidad de Dios, y que ordena· obedecer los manda-
mientos de Dios, y no fue enviada exclusivamente a Mahoma ( que
la paz sea con el); es la religion de Dios que nos envi6 por medio
de todos los profetas y todos los apostoles. Dijo Ala:
152 PA.UL BRUNTON
"cEn verdad la religion leal a Ala es el islam y ninguna otra es aceptable
para el; y aquellos a quienes les fueron dadas -las escrituras disintieron sin
relecien con ellas hasta que conocieron la verdad, a traves de enemistades
y rivalidades mutuas.a

-,,Nosotros dividimos a nuestro pueblo en dos grupos: los que


han estudiado profundamente la sabiduria de nuestra religion y
los que no la han estudiado. Respetamosy obedecemosa los de la
primera clase; pero no los consideramos hombres inspirados sino
solamente intelectuales. Ningun musulman puede decide a otro
que tal o cual cosa le esta prohibida, porque Dios es el unico que
tiene autoridad para eso. En nuestra religion no hay intermediarios
entre Dios y sus fieles. Esta es una de. las piedras angulares del
islam. Pero distinguimos y respetamos a los que dedican la vida
a los estudios sagrados, y recurrimos a ellos para pedirles opi-
niones y consejos. Por eso un negro instruido en cuestiones mu·
sulmanas tiene derecho a que sus opiniones sean escuchadas con
respeto. Nuestra historia registra el caso de un califa reinante que
pidio consejo a un esclavo negro muy versado en las doctrinas
y las ensefianzas del profeta. Por supuesto, despues dejo de ser
esclavo.
-lPuedo preguntarle, eminencia, si las mezquitas son esencia-
les en la religion de ustedes?
-No, la gente las usa como lugares adecuados para rezar, y los
viernes van a escuchar un sermon, pero como en el islam no hay
sacerdotes ni ceremonias, las mezquitas no son esenciales para la
practica del culto. Los musulmanespueden orar en cualquier parte,
no tiene que ser forzosamenteen las mezquitas; cualquier pedazo
de tierra limpia sirve lo mismo. Nuestro objetivo, al levantar mez-
quitas, es el de promover la unidad mediante la sociabilidad en la
practica religiosa. Sin embargo, aunque no es esencial, es natu-
ralmente preferible que la devocion se efecnie en las mezquitas.
-zDe que naturaleza son sus oraciones?
-Cuando un musulman reza -respondiome con su voz queda
y contenida-, se entiende que repite una parte del Coran apren·
dida de memoria. Generalmente contiene aquellas frases que, se-
gun es tradicion, comprenden las cosas en que debe pensar un
hombre cuando reza. Debo decir y repetir que el objeto de nues-
tras plegarias no es solamente el de. cumplir con nuestro deber
hacia Dios, sino tambien el de educarnos espiritualmente mientras
las. pronunciamos. Repitiendo todos los dias las mismas palabras,
EL EGIFTO SECRETO 151
el musulman las tiene constantemente presentes en la memoria.
No puede haber nada mejor para orar que las palabras estable-
cidas al efecto por el Coran. "Te oramos a ti, y solamente a ti.
A nadie le pedimos ayuda salvo a ti." Estas son dos de las frases
que se usan a menudo. Ademas, las frases hechas ayudan a 1011
ignorantes.
"Nuestras plegarias son bien cortas. Comprenden el parrafo ini-
cial del Coran y otros siete pasajes. Pero los que quieren pueden
agregar otros a gusto de cada cual. Lo que no se puede es aiiadir
plegarias creadas por uno mismo.
"Los musulmanes deben rezar cinco veces por dia. Si por im-
perio de las circunstancias no pueden cumplir una oracion en el
momento indicado, deben hacerlo luego. Esta prohibido omitir
alguna de las cinco."

-lY los que estan gravemente enfermos?


-Si no pueden ponerse en pie o en cuclillas, en las posturas
prescriptas, deben pronunciar las oraciones acostados. Y si no pue-
den hablar, tienen que llevarse las dos manos a las sienes como
sefial de reverencia a Dios. No olvide que las posturas, al ohligarlo
a prosternarse, hacen que el hombre demuestre humildad ante Dios.
Es bueno que el hombre reconozca de ese modo la grandeza de
Dios.
-Cinco veces por dia, <,No es pedirles mucho a los hombres?
-No; esas oraciones son esenciales para que los hombres re-
cuerden frecuentemente a Dios, y tambien, como dije antes, para
educarlos espiritualmente. De ese modo, cuando se dirigen a Dios
llamandolo el misericordioso, aprenden que Dios aprueba la mi-
sericordia y se sienten inducidos a ser misericordiosos en sus vi·
das privadas. Y lo mismo sucede con las demas cualidades que
atribuimos a Dios.
Entro en ese momento un funcionario. Torno la mano que le
ofrecio el gran rector, se incline y la beso con fervor y luego la
toco con la frente. Cuando se hubo retirado, pregunte i
-<,Que objeto tiene el peregrinaje a La Meca?
-Lo mismo que las mezquitas acrecientan la solidaridad isla-
mica local, el peregrinaje a La Meca acrecienta la solidaridad isla-
mica· internacional. Todos los hombres son hermarios en el is-
lam, y tanto las mezquitas como el peregrinaje les facilitan au
154 PAUL BRUNTON
reunion fraternal. La igualdad es uno de los principios del islam.
El islarn es esencialmente democratico y destruye el odio de cla-
ses. El islam soluciono el problema del pauperismo prescribiendo
las limosnas estatuidas, tomandoles a los ricos un porcentaje de
su dinero para ser distribuido entre los necesitados. Si todos lo
hicieran, la buena voluntad, la paz y la cornpasion reinarian sobe-
ranas en la humanidad; se estableceria un saludable equilibrio en·
tre las clases. Todos los que creen en Ala tratan como a iguales
a los demas creyentes que encuentran en la mezquita o en la pe·
regrinacion. Un rey puede marchar junto a un mendigo, o rezar a
su lado. El islam exhorta a los hombres a deponer toda distinci6n
racial 0 de otra indole, y los reiine a todos con los lazos de la
unidad religiosa y de los principios humanos. El islam no le acre·
dita a nadie mas que SU rectitud y SUS huenas acciones, Porque
dijo Ala (exaltado sea):
"cjHombres! Nosotros os hemos creado de Adan y Eva, y os hemos forms-
do en pueblos y tribus para que podais conoceros los unos a los otros, En
verdad el mas digno de honores entre vosotros, a los ojos de Ala, es el mas
virtuoso; Ala es omnisciente y conoce vuestros mas Intimos pensamientos.s

-Se cree por lo cormin en el Occidente que los mahometanos


son fanaticos e intolerantes. l Es exacto? Y tambien que el islam
fue propagado unicamente con la espada. l Quisiera decirme algo
al respecto?
El Maragui sonrio.
-El islarn se ha r.onvertido en una creencia firme e inconmovi-
hie; los musulmanes adquirieron reputacion de sostenedores es·
trictos de su fe. Les criticos parciales lo han acusado falsamente,
por lo tanto, de fanatismo. En realidad, lo que sus enemigos ca-
lifican de fanatismo no es mas que firme conviccion, llamenlo
como lo llamen.
"Y en cnanto a la afirmacion de que el islam fue propagado
unicamente con la espada, basta con examinar los hechos histo-
ricos, analizando las verdaderas causas de las guerras en que se
vio envuelto el islam en sus comienzos. Este analisis nos hace
comprender que aquellas guerras no tenian nada que ver con la
difusion del islam. Fueron en su mayor parte acciones defensivas,
para proteger a los fieles de la persecucion y la tirania desatadas
contra ellos por los infieles que los expulsaron de sus hogares.
EL EGIPTO SECRETO 155

Por estas razones Dios permitio a su profeta que tomara las ar-
mas contra los ofensores. Dijo el Senor:
"cAla no os prohibe ser caritativos y tratar con [usticia a los que no os
hicieron la guerra a causa de vuestra religion y no os expulsaron de vues-
tros hogares; en verdad Ala ama a los equitativos. Ala os prohibe unica·
mente hacer amistad con aquellos que, a causa de vuestra religion, os han
hecho la guerra, os han expulsado de vuestros hogares y han ayudado a los
que os persiguleron.s

"Y dij o tambien:

"cSe acuerda permiso a los que han tornado las arrnas contra los infieles,
porque ellos han sufrido persecucion ; y en verdad Ala puede muy bien so·
correrlos. A aquellos que fueron injustamente expulsados de sus hogares,
solo porque dijeron: nuestro Dios es Ala.)

"Estas son, en resumen, algunas de las causas que obligaron al


profeta y a sus compa:fieros a tomar las armas. Al principio Ma-
homa sugirio a sus compaiieros que lo dej aran solo para exhortar
a los arabes a que adoptaran el islam. Pero fue objeto de injurias;
los arabes se negaron a aceptar la nueva religion, lo molestaron
y se empeiiaron en deformar su mensaje. El profeta no tuvo mas
remedio que defenderse y defender a sus partidarios de los ata-
ques de sus enemigos, para sostener la causa de Ala.
"Las guerras y conquistas que se Hevaron a cabo posteriormente
tenian por objeto, sin duda, proteger al islam. Los conquistadores
daban a Ios vencidos tres opciones: 1) adoptar el islam y ser sus
iguales; 2) pagar un tributo que mitigaria la pobreza de Ios ara-
bes, recibiendo en cambio la protecci6n de sus vidas y sus bienes;
.~) seguir luchando.
"Sin embargo, no hay duda de que esas guerras fueron promo-
vidas por razones en parte politicas, en parte sociales y en parte
economicas. La afirrnacion, no obstante, de que el islam fue pro-
pagado unicamente con la espada es falsa; el islam se difundio
luego sin recurrir a la guerra. ~No abrazaron el islam, convir-
tiendose en celosos puntales de la fe, los mogoles y los tartaros.
que habian arrasado el Asia y destruido la magnifica civilizaci6n
islamica y habian sido enconados enemigos de los musulmanes? Si
repasasemos imparcialmente la historia podriamos encontrar nu-
merosas pruebas para refutar Ia mencionada afirmacion.
=-Desde un punto de vista oriental, y con referencia a lo que ya
156 PAUL BRUNTON

ha podido conocer vuestra eminencia, l cu81 ei, su opinion perso-


nal sobre los pueblos y las instituciones de occidente? -pregunte
a continuaeion,
-En mi opinion personal, los pueblos occidentales alcanzaron
un nivel cultural muy alto, tanto en lo cientifico como en lo social,
pero observo que la civilizacien occidental carece de movile!I es-
pirituales. No podemos considerar perfecta a la civilizacion que no
abarque la naturaleza material tanto como la espiritual de los
hombres, puesto que ambas son complementarias y se equilibran
reciprocamente.
"En cuanto a las instituciones europeas, las admiramos y tra-
tamos de adoptar mochas de ellas, impulsados por el mismo texto
de nuestro libro santo:
"cAnuncia buenas nuevas a mis servidores que prestan oidos a las exhor-
taciones y siguen las que son mejores. :£:stos son los que Ala conduce a su
religion y estos son los hombres de entendimiento.s

"Nuestro prof eta sostiene lo mismo; dij o Mahoma:


"cl.a sabidurfa es el tesoro perdido del verdadero creyente, la toma don·
de la encuentra.>

"Lo unico que objetamos en las instituciones occidentales es la


excesiva libertad individual, porque provoca serios inconvenientes
que tienden a socavar la misma existencia de las instituciones.
"Admitimos que el principio de la libertad individual es un
derecho natural del hombre, pero no podemos decir que creemos
que este adecuadamente aplicado. En el islam se aplica el princi-
pio adecuadamente, pudiendo cada cual hacer todo lo que no daiie
ni perjudique a los semejantes.
* * *
-En los comienzos del islam, las autoridades acostumbraban
separar partes de las mezquitas para destinarlas a los estudios lai-
cos y religiosos. Las mezquitas mas grandes adquirieron un aspec-
to universitario, sobre todo cuando les fueron anexados hospeda-
jes para los estudiantes y habitaciones para los maestros. Se hi-
cieron legados para mantener esas instituciones. El Azar era una
de esas mezquitas. Cuando en el siglo vu de la fuga del profeta
Bagdad cayo en ruinas a los pies de los invasores tartaros y fue
derrocado el califa, el rey Alsahir Bibars tome hajo su proteccion
EL EGIPTO SECRETO 157
a uno de los hijos de los principes abasidas y lo hizo califa. El
rey Bibars reabri6 El Azar, donde habian sido suspendidas tem-
porariamente las clases, dispensandole abundantemente sus favo-
res. El Azar adquiri6 fama y atrajo muchos estudiantes que Ilega-
ban de todas partes, pr6ximas y remotas, en busca de instrucci6n.
Con el tiempo se transform6 en la universidad islamica mas grande
y mas importante del mundo. Se fue desarrollando gradualmente
hasta llegar a ser una instituci6n publioe para todos los musulma-
nes, Es, sin duda, una gran distinci6n, que no alcanzo ninguna
otra mezquita.
"Las reformas que estoy introduciendo en El Azar tienen por
objeto proporcionar a los estudiantes la oportunidad de ampliar
el horizonte mental y cultural incluyendo todas las ramas del co-
nocimiento.
"En su biisqueda de la verdad, el islam recomienda el razona-
miento logico; condena la imitaci6n ciega y censura a los que la
practican. Dijo el Senor:
"cY cuando se lee dijo: "Seguid al que Dies ha enviado", dijeron: "No,
seguimos las costumbres que tenian nuestros padres." Lo cual, aunque sus
padres no sabian nada y carecian de guia.>

-lPuede adaptarse el islam a las necesidades de la edad mo-


dema, que es educada en una creciente orientaci6n cientifica y
tiende a ser completamente practice?
­lComo no va a adaptarse el islam, que esta basado en las
exigencias de la naturaleza y la razon humanas, y que exige a
sus adherentes que aumenten sus conocimientos y cumplan sus
obligaciones? lComo va a ser incompatible una religion de esa
indole con las necesidades de nuestra era moderna de ciencia y
cultura? El islam insta al pueblo a instruirse. Dijo al respecto
el Senor:
"cOye: Considera todo lo que hay en el cielo y en la tierra.>

"Los verdaderos creyentes son descritos en el Coran como aque-


llos que "meditan sobre la creacion de los cielos y la tierra".
"Los primeros musulmanes dieron pruebas de que es posible
conciliar la religion con la vida practica y la ciencia sin descarri-
larse. Tomaron obras cientificas y £ilos6ficasde los griegos y los
romanos, las tradujeron, las criticaron y las perfeccionaron. Prac-
158 PAUL BRUNTON

ticaron todas las variedades de las actividades mundanas. inclu-


yendo la agricultura, el comercio y la industria. .
"La rapida e inmediata difusion del islam se debie, entre otras
cosas, a que es una religion practica y no teorica. Expone leyes
y ordenes que pueden ser obedecidas y principios que pueden ser
aplicados a la vida.
"El islam considero las necesidades mas destacadas de la natu-
raleza humana, y establecio principios que encaran las exigencias
del cuerpo como del alma, sin sacrificar a ninguno de los dos para
beneficiar al otro. Cuando el islam Iegitimo el goce de lo que tiene
de bueno la vida, sefialo limites a los apetitos del hombre, y le
prohibio hacer lo que pudiera daiiarlo y corromperlo. Tampoco
descuido la parte espiritual; el islam le acuerda al aspecto espiri-
tual todo lo que le corresponde."
-l,Por que llevan velo las mujeres? iNo se abandonara esta
costumbre? Se cree generalmente en el occidente que las mujeres
de los paises mahometanos son mantenidas en un nivel social bajo,
semiesclavizadas, y tratadas como seres completamente inferiores.
l Que me puede decir al respecto?
-En cuanto al velo de las mujeres -me respondiO-, el islam
ha determinado cierta formalidad para su uso, fundada en que
las mujeres no deben exhibir sus atractivos ante extraiios ni ata-
viarse ostensiblemente en publico. De ese modo las mujeres con-
servan su decoro y los hombres se libran de sucumbir a sus en-
cantos. Con esta disposicion el islam ha logrado, sin duda alguna,
establecer un principio sano para salvar al hombre y a la mujer
de la tentacion y el pecado.
"Sin embargo, el islam no exagera su aplicacion ; permite a las
mujeres descubrir el rostro y las manos cuando no temen a la
tentacion.
"La opinion occidental de que las mujeres musulmanas son man-
tenidas en un nivel social bajo, semiesclavizadas y tratadas como
seres totalmente inferiores, ni es exacta ni esta de acuerdo con
nuestras doctrinas religiosas, porque el islam otorgo todos los
derechos a las mujeres. Les permitio, dentro de limites razonables,
todo lo que puede satisfacerlas. Les acordo una forma conserva-
dora de libertad y las hizo dueiias y senoras de SUS dominios. No
les ha prohibido la educacion en ningun grado; por el contrario,
les recojnienda que se perfeccionen todo lo posible. Las autorizo
a poseer hienes propios, y les dio el derecho a disponer de ellos.
£L £(,':PTO SECRETO 159

Las mujeres pueden ser abogadas, tutoras, curadoras y jueces, sal-


vo en casos criminales. Huno mujeres musulmanas rouy instruidas,
unas se distinguieron por su probidad, otras se destacar... n en las
letras. El rumor de que las mujeres musulmanas viven semiescla-
vizadas se origino en el hecho de que ciertos ignorantes, con la
influencia de su medio ambiente, adquirieron la perversa costum-
bre de maltratar a sus mujeres. El islam, no hace falta decirlo, no
puede ser inculpado de esos abusos."
* * *
No se le puede echar en cara al europeo medio su ignorancia
de esta gran religion, pero los conceptos desacertados que se for.
mo ya hablan menos en su favor. Muchos de mis amigos de In-
glaterra saben solamente que un mahometano es un hombre cuya
religion le permite desposar cuatro mujeres. [Fuera de eso no
saben nada! Deben creer, con toda seguridad, que si el islam (para
darle a la religion el nombre con que la designan sus propios ad-
herentes y no el nombre artificial de mahometanismo que le he.
mos conferido), si el islam se extendio por todo el oriente, habra
sido en gran parte por la atraccion de esas cuatro esposas. Para
el hombre que piensa y percibe que cuatro mujeres son cuatro
responsabilidades, cuatro presupuestos, la atraccion de esas posi-
bles esposas es menos evidente. Por mi parte, conoci unicamente
dos mahometanos que tenian cuatro mujeres y eran maharajaes, ·
que poseian sus buenas fortunas. Conozco varios plebeyos que
tienen dos mujeres, pero no encontre ninguno con haren de cua-
tro. Cerca del noventa y siete por ciento de los mahometanos que
conoci no poseian mas que. una sola mujer. Lamento, pues, disipar
una ilusion a la que nosotros los occidentales le teniamos cierto
carifio, Desaparecida esa ilusion, no queda mucho de nuestro co-
nocimiento del islam.
La practica de la poligamia, de que se acusa muy a menudo al
islam, empleandose con frecuencia el argumento para confundir
sus realizaciones, no es un cargo al que deban temer los musulma-
nes. La poligamia en si misma no es necesariamente repugnante o
inmoral; desde el punto de vista psicologico y cientifico, puede a
veces hasta ser deseable. De todos modos, el porcentaje de matri-
monios poligamos en el oriente es en realidad sumamente bajo;
no es mayor que en el occidente, donde esas uniones existen sin
duda, solo que con caracter secreto, vergonzosas e ilegales. De to-
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das maneras, la opinion publica es ahora en Egipto generalmente


contraria a las uniones poligamas, y si le calculamos un cinco por
ciento a Egipto, habra probablemente un dos por ciento en Per·
sia y otro cinco por ciento entre los musulmanes de la India.
Recorde que la poligamia era una practica generalizada en los
pueblos de la antigiiedad; Mahoma la encontr6 en Arabia como
una instituci6n establecida. No la introdujo ni la difundi6 como
una doctrina nueva; acept6 simplemente la situaci6n imperante y
trato de regularizarla encauzandola dentro de normas eticas. Tam-
bien recorde que Mahoma encontr6 entre los arabes de aquellos
tiempos una situaci6n marital hasta cierto punto barbara, com·
parada con Ia que el instituy6 posteriormente. Un hijo, por ejem-
plo, podia heredar las esposas del padre. Existia la costumbre de
formar uni ones temporales; Mahoma las prohibi6. Divorciarse
era tan Iacil como sacar agua de un pozo. Aunque Mahoma no.
trato de hacerlo mas dificil, advirtio a SUS partidarios, sin embargo,
que "el divorcio era lo que mas detestaba Dios de todas las cosas
permitidas". y le impuso un c6digo mas justo para ambas partes.
Falta saber si no es preferible a la hipocresia legalizada del codigo
que nosotros empleamos para el divorcio.
La acusacion de que Mahoma permitio al hombre entregarse a
la satisfacci6n desordenada de las pasiones, es ridicula, lmpuso ayu-
nos a todos sus partidarios para ayudarlos a librarse de las pasio-
nes. Les prohibio las bebidas alcoh6licas para ayudarlos a domi-
narse.
Pero quise saber que habia establecido en realidad Mahoma
sobre la cuestion de los matrimonios multiples, y le pregunte a SU
eminencia:
-lCual es la doctrina relativa a la poligamia? lC6mo se prac-
tica actualmente?
Su respuesta fue la siguiente:
-El islamismo permite la poligamia siempre que el marido
pueda tratar a sus mujeres con equidad e imparcialidad, El santo
Coran prohibe la poligamia cuando es imposible la imparcialidad
por parte del marido. Dijo Ala, exaltado sea:
"c Y no estara en vuestro poder tratar a todas vuestras esposas igual, aun-
que de buena gana Jo hariais.s
"De todas maneras, el islam no fomenta la poligamia; nunca la
autoriza incondicionalmente. Trata unicamente de evitar que los

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