T-296-18 Conciliacion Judicial y Prejudicial
T-296-18 Conciliacion Judicial y Prejudicial
T-296-18 Conciliacion Judicial y Prejudicial
Magistrada sustanciadora:
GLORIA STELLA ORTIZ DELGADO
SENTENCIA
I. ANTECEDENTES
Jhonatan Andrés Riátiga Rueda y otros pretenden que sean amparados sus
derechos fundamentales de acceso a la administración de justicia, a la
reparación integral y al debido proceso; que consideran vulnerados por las
providencias mencionadas, mediante las cuales el juez se negó a aprobar el
acuerdo conciliatorio celebrado entre ellos y la Nación – Ministerio de
Defensa – Ejército Nacional.
A. Hechos y pretensiones
1 Se trata de los señores Mariela, Pablo Antonio, Leonor, Timoleón, Inés y María Graciela Riátiga Carvajal, y
Ana Mercedes Riátiga de Rico.
2 Integrada por los Magistrados Gloria Stella Ortiz Delgado y Alejandro Linares Cantillo.
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Los accionantes no hicieron parte del trámite que dio origen a la sentencia
dictada por la Corte IDH, en la que sólo se reconoció como víctima por la
desaparición del señor Arturo Riátiga Carvajal a la señora Luz Marina (o
María) Arias Ortega, quien se identificó como su compañera permanente.
(iv) No existe prohibición legal para transigir sobre este tipo de derechos
económicos, pues son disponibles de las partes.
Así pues, toda vez que los convocantes no hicieron parte del trámite
internacional, el juez consideró necesario “emitir una decisión de fondo frente
a ellos”. Por lo tanto, la juez indicó que la desaparición y muerte violenta del
señor Riátiga Carvajal se ocasionó como consecuencia del actuar omisivo del
Ejército. En ese orden de ideas, consideró que el daño antijurídico ocasionado
a la víctima directa y a sus familiares era atribuible fáctica y jurídicamente a la
convocada a título de falla en el servicio.
En efecto, indicó que, a pesar de que no se podía afirmar que hubiera cosa
juzgada, porque los convocantes no habían sido reconocidos como víctimas en
el proceso internacional, “en virtud del principio de complementariedad
aplicable a la jurisdicción interamericana” no era posible reconocer la
indemnización a favor de las demás víctimas. Lo anterior, porque la decisión
de la Corte IDH se pronunció sobre la totalidad de perjuicios causados por la
desaparición del señor Riátiga Carvajal, de manera que el acuerdo
conciliatorio suponía una doble indemnización por los daños causados, lesiva
para el patrimonio público.
Primero, indicaron que las víctimas tenían derecho a ser indemnizadas con
ocasión de la desaparición forzada del señor Riátiga Carvajal. En
consecuencia, el auto recurrido resultaba lesivo para el patrimonio público,
pues al abstenerse de avalar el acuerdo conciliatorio, los convocantes
demandarían al Estado en ejercicio del medio de control de reparación directa
y en ese trámite se triplicarían los estándares de reparación por tratarse de una
grave violación a los derechos humanos.
Tercero, alegaron que en el auto impugnado la juez no tuvo en cuenta que los
convocantes son víctimas de graves violaciones de derechos humanos y, por
consiguiente, interpretó de manera restrictiva las normas, al punto de
desconocer el derecho a la reparación de las víctimas.
10. El apoderado de los accionantes afirma que las decisiones adoptadas por el
Juzgado 62 Administrativo de Bogotá, vulneran los derechos fundamentales
de sus representados al debido proceso, de acceso a la administración de
justicia y a la reparación integral.
(i) Defecto fáctico: por cuanto el único motivo para improbar el acuerdo
fue considerar que se configuraba una doble indemnización, pese a que los
convocantes jamás fueron indemnizados por el fallecimiento del señor Riátiga
Carvajal porque no hicieron parte del litigio internacional. A juicio de la parte
actora el hecho de que la Corte IDH hubiera reconocido reparaciones a los
familiares de forma equitativa, debió llevar al juzgado a aplicar el principio de
igualdad y no a dar un trato discriminatorio que comporta la denegación de
justicia. En ese orden de ideas, estima que la autoridad judicial accionada
desconoció la sentencia de la Corte IDH.
Así pues, indica que las providencias impiden que el Estado colombiano
compense a las víctimas por el daño antijurídico padecido y nunca reparado
3 Consejo de Estado. Sección Tercera. Sentencia del 21 de septiembre de 2016. C.P. Guillermo Sánchez
Luque. Radicado No. 25000-23-26-000-2008-00306-01.
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Así pues, la juez adujo que la decisión no era irrazonable, puesto que se
fundamentó en que la ausencia de los familiares en el trámite seguido ante la
Corte IDH acreció la indemnización de la compañera permanente, quien fue
la única que compareció al proceso. Por consiguiente, los accionantes
perdieron el derecho a la indemnización reconocida en la sentencia dictada
por el Tribunal internacional, pues no fue parte en ese litigio.
Impugnación
En tercer lugar, ofició al abogado de la parte actora para que allegara los
poderes que demostraran que estuviese facultado para actuar en nombre de los
señores Mariela Riátiga Carvajal, Pablo Antonio Riátiga Carvajal, Leonor
Riátiga Carvajal, Timoleón Riátiga Carvajal, Inés Riátiga Carvajal, Ana
Mercedes Riátiga de Rico y María Graciela Riátiga Carvajal.
14 Consejo de Estado, Sección Tercera. Sentencia de Unificación del 28 de agosto de 2014, C.P. Ramiro
Pazos Guerrero. Expediente 32988.
15 En la que se pactan los perjuicios: (i) morales: para los hermanos 100 SMLMV para cada uno y para el
hijo 200 SMLMV; y (ii) materiales: para el hijo por la suma de $149.0299.657 de pesos.
16 Folios 77-91, Cuaderno revisión.
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Competencia
En este caso el juez que conoció del acuerdo conciliatorio concluyó que
respecto de la sentencia de fondo proferida por la Corte IDH en el caso “19
Comerciantes vs. Colombia” no había cosa juzgada, porque los convocantes
no fueron reconocidos como víctimas en el proceso internacional. Sin
embargo, improbó el acuerdo conciliatorio por considerar que éste suponía
una doble indemnización por los daños causados con ocasión de la
desaparición del señor Riátiga Carvajal.
En caso de ser procedente, será preciso analizar el fondo del asunto, el cual
plantea este problema jurídico: ¿incurren en defecto fáctico, desconocimiento
del precedente, decisión sin motivación y violación de la Constitución, los
autos mediante los cuales el juez que realizó el control de validez, improbó el
acuerdo conciliatorio celebrado entre los accionantes y el Ejército Nacional,
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en razón a que otra persona, distinta a los accionantes, fue reconocida como
víctima en una providencia proferida por la Corte Interamericana de Derechos
Humanos?
Así pues, la acción de tutela contra decisiones judiciales tiene como finalidad
efectuar un juicio de validez constitucional de una providencia judicial que
incurre en graves falencias, las cuales tornan la decisión incompatible con la
Carta Política.22
Defecto fáctico: se presenta cuando el juez carece del apoyo probatorio que
permita la aplicación del supuesto legal en el que se sustenta la decisión, o
cuando la valoración de la prueba fue absolutamente equivocada.
Así pues, está legitimado por activa quien promueva una acción de tutela,
siempre que se presenten las siguientes condiciones: (i) que la persona actúe a
nombre propio, a través de representante legal, por medio de apoderado
judicial o mediante agente oficioso; y (ii) procure la protección inmediata de
sus derechos constitucionales fundamentales.32
29 ARTICULO 10. LEGITIMIDAD E INTERÉS. La acción de tutela podrá ser ejercida, en todo momento y
lugar, por cualquiera persona vulnerada o amenazada en uno de sus derechos fundamentales, quien actuará
por sí misma o a través de representante. Los poderes se presumirán auténticos.
También se pueden agenciar derechos ajenos cuando el titular de los mismos no esté en condiciones de
promover su propia defensa. Cuando tal circunstancia ocurra, deberá manifestarse en la solicitud.
También podrá ejercerla el Defensor del Pueblo y los personeros municipales.
30 Sentencia T-531 de 2002; M.P. Eduardo Montealegre Lynett.
31 Sentencia T-086 de 2010; M.P. Jorge Ignacio Pretelt Caljub.
32 Sentencia T-435 de 2016; M.P. Gloria Stella Ortiz Delgado.
22
De este modo, la Sala constata que los ocho accionantes están legitimados
para actuar en defensa de sus derechos fundamentales, a través del abogado,
quien allegó los poderes que lo facultan para actuar en su representación.
Así pues, dado que la accionante contaba con un recurso judicial a su alcance
y no demostró que estuviera ante la inminencia de sufrir un perjuicio
irremediable, este Tribunal confirmó los fallos de instancia que declararon la
improcedencia de la acción.
17. Por consiguiente, a pesar de que los jueces de tutela consideraron que la
tutela era improcedente para controvertir el auto que improbó el acuerdo
conciliatorio, porque los convocantes podían acudir al medio de control de
reparación directa para obtener sus pretensiones, la Sala advierte que en este
caso particular esa interpretación resulta desproporcionada, por las siguientes
razones:
17.2. Así pues, es claro que los ocho accionantes son víctimas indirectas de la
desaparición forzosa del señor Riátiga Carvajal, y como tal tienen derecho a
ser reparados por el hecho dañoso ocurrido hace treinta años. Entonces, ante la
certeza de los hechos y de la calidad de víctimas de los accionantes, resulta
excesivo exigirles que, además de haber presentado recurso de reposición
contra el auto que improbó el acuerdo, agoten el proceso ordinario ante la
jurisdicción contencioso administrativa para obtener sus pretensiones, pues la
responsabilidad del Estado ya estaba acreditada. Entonces, si dicha
responsabilidad no es objeto de debate porque así lo decidió el sistema
interamericano de protección de los derechos humanos y fue aceptada por el
Estado colombiano, no habría materia jurídica objeto de debate en una
subsiguiente acción de reparación directa.
Por las anteriores razones, en este caso específico la tutela es procedente para
controvertir los autos contra los cuales se presenta.
Así pues, los demandantes indicaron que las decisiones judiciales proferidas
en el trámite de conciliación prejudicial, vulneraron sus derechos al debido
proceso, de acceso a la administración de justicia y a la reparación, y tales
objeciones fueron alegadas en el proceso judicial cuando fue posible, esto es,
al presentar el recurso de reposición contra el auto que improbó la
conciliación.
21. Así las cosas, como la Sala encuentra acreditados los requisitos generales
de procedencia de la tutela contra sentencias, procede ahora a estudiar los
asuntos de fondo que plantea el caso sub iúdice.
38 Sentencias C-226 de 1993, M.P. Alejandro Martínez Caballero y C-893 de 2001, M.P. Clara Inés Vargas
Hernández.
39 Sentencia C-893 de 2001, M.P. Clara Inés Vargas Hernández.
40 Sentencia C-1195 de 2001, M.M.P.P. Manuel José Cepeda Espinosa y Marco Gerardo Monroy Cabra.
41 Sentencia C-163 de 1999, M.P. Alejandro Martínez Caballero.
28
42 Ibídem.
43 El artículo 25 de la Ley 640 de 2001 establece: “Pruebas en la conciliación extrajudicial. Durante la
celebración de la audiencia de conciliación extrajudicial en asuntos de lo contencioso administrativo los
interesados podrán aportar las pruebas que estimen pertinentes. Con todo, el conciliador podrá solicitar que
se alleguen nuevas pruebas o se complementen las presentadas por las partes con el fin de establecer los
presupuestos de hecho y de derecho para la conformación del acuerdo conciliatorio. Las pruebas tendrán
que aportarse dentro de los veinte (20) días calendario siguientes a su solicitud. Este trámite no dará lugar a
la ampliación del término de suspensión de la caducidad de la acción previsto en la ley. Si agotada la
oportunidad para aportar las pruebas según lo previsto en el inciso anterior, la parte requerida no ha
aportado las solicitadas, se entenderá que no se logró el acuerdo”.
44 El artículo 25, inciso final, de la Ley 640 de 2001 dice: “Si agotada la oportunidad para aportar las
pruebas según lo previsto en el inciso anterior, la parte requerida no ha aportado las solicitadas, se
entenderá que no se logró el acuerdo.”.
29
Por ejemplo, mediante auto del 1º de julio de 199949, la Sección Tercera del
Consejo de Estado se pronunció sobre la validez de la conciliación prejudicial
celebrada entre la Fábrica de Licores del Tolima (entidad descentralizada del
orden departamental) y una empresa privada con el fin de resolver los
conflictos derivados de la declaratoria de caducidad del contrato. Sin embargo,
las partes acordaron, entre otras cosas, prorrogar el contrato.
45 El artículo 74 de la Ley 446 de 1998, que modificó el artículo 64 de la Ley 23 de 1991, estipula:
“Artículo 64. La inasistencia injustificada de las partes o sus apoderados a la audiencia de conciliación o la
negativa, igualmente injustificada, a discutir las propuestas formuladas, se sancionará con multa hasta de
diez (10) salarios mínimos mensuales legales a favor del Consejo Superior de la Judicatura que será
impuesta, en la prejudicial, por el agente del Ministerio Público, y en la judicial, por el Juez, Sala, Sección o
Subsección respectiva”.
Por su parte, el artículo 14 del Decreto 2511 de 1998 dispone: “De las sanciones. La inasistencia
injustificada de los interesados o de sus apoderados a la audiencia de conciliación que se adelanta ante el
procurador judicial o la negativa, igualmente injustificada, a discutir las propuestas formuladas, se
sancionará con multa hasta de diez (10) salarios mínimos mensuales legales a favor del Consejo Superior de
la Judicatura, que será impuesta por el agente del ministerio mediante acto administrativo motivado
susceptible de recurso de reposición, el cual deberá interponerse de acuerdo con los artículos 50, 51 y 52 del
Código Contencioso Administrativo”.
46 Ley 446 de 1998, artículo 73 y Ley 640 de 2001, artículo 24.
47 Consejo de Estado, Sección Tercera, auto del 7 de diciembre de 2000, C.P. María Elena Giraldo Gómez.
Expediente 19052.
48 Consejo de Estado. Sección Tercera, (i) Auto del 30 de marzo de 2006, C.P. Alier Hernández Enríquez.
Expediente 31385; y (ii) Auto del 21 de octubre de 2009, C.P. Mauricio Fajardo Gómez. Expediente 37243.
49 Consejo de Estado, Sección Tercera. Auto del 1º de julio de 1999. C.P. Ricardo Hoyos Duque.
Expediente: 15721.
30
(ii) Que el acuerdo verse sobre derechos económicos disponibles por las
partes (artículos 59 de la Ley 23 de 1991, 70 de la Ley 446 de 1998 y 2º del
Decreto 1818 de 1998).
El artículo 2º del Decreto 1716 de 2009, indica que son conciliables los
conflictos de carácter particular y contenido económico de los cuales pueda
conocer la jurisdicción de lo contencioso administrativo a través de las
acciones previstas en los artículos 85, 86 y 87 del anterior Código
Contencioso Administrativo, esto es, la acción de nulidad y restablecimiento
del derecho, la de reparación directa, y de asuntos contractuales. Además,
señala que no son susceptibles de conciliación los asuntos: a) que versan sobre
conflictos de carácter tributario; b) que deben tramitarse mediante el proceso
ejecutivo de que trata el artículo 75 de la Ley 80 de 1993; y c) en los cuales se
discute la validez de un acto administrativo general.
(iii) Que las partes estén debidamente representadas, tengan capacidad para
conciliar y acrediten su legitimación para actuar.
(iv) Que el acuerdo cuente con las pruebas necesarias, no sea violatorio de la
ley, ni resulte lesivo para el patrimonio público (artículo 65 de la Ley 23 de
1991 y artículo 73 de la Ley 446 de 1998).
50 Consejo de Estado, Sección Tercera (i) Auto del 6 de febrero de 2012, C.P. Stella Conto Díaz Del
Castillo. No. Radicado: 13001-23-31-000-2006-00343-01(38896); y (ii) Auto del 27 de junio de 2012, C.P.
Carlos Alberto Zambrano Barrera. No. Radicado 73001-23-31-000-2009-00525-01(40634).
31
Por último, según el artículo 63.1, cuando la Corte IDH decida que se violó un
derecho o libertad protegidos por la Convención, dispondrá que se garantice al
lesionado el goce de su derecho o libertad conculcados. Particularmente, en
caso de ser posible, ordenará se reparen las consecuencias de la medida o
51 Sobre el particular, se pueden consultar las sentencias C-228 de 2002, M.M.P.P. Manuel José Cepeda
Espinosa y Eduardo Montealegre Lynett, y C-370 de 2006, M.M.P.P. Manuel José Cepeda Espinosa, Jaime
Córdoba Triviño, Rodrigo Escobar Gil, Marco Gerardo Monroy Cabra, Álvaro Tafur Galvis y Clara Inés
Vargas Hernández.
52 De conformidad con el artículo 93 de la Constitución Política, este instrumento, que consagra derechos
humanos y que ha ratificado por Colombia mediante la Ley 16 de 1972, forma parte del bloque de
constitucionalidad. En la sentencia C-252 de 2001, la Corte Constitucional señaló que los derechos
fundamentales no son sólo los que se encuentran en la Constitución, sino también los consagrados en
instrumentos internacionales que vinculan al Estado colombiano, que conforman el bloque de
constitucionalidad y que por tanto, son parte inescindible de la Constitución en sentido material.
32
28. Así pues, a pesar de que la Carta Política de 1991 no consagró de forma
expresa el derecho de las víctimas de conductas punibles a obtener reparación
por el daño sufrido, la Corte Constitucional reconoció los derechos a la
verdad, a la justicia y a la reparación a partir de distintas cláusulas
constitucionales y del bloque de constitucionalidad, como derechos
innominados, intrínsecos al ser humano.53
Así pues, este Tribunal aclaró que, a pesar de que el reconocimiento de una
indemnización por los perjuicios derivados del delito es una de las medidas
posibles para lograr el restablecimiento de los derechos y bienes jurídicos
violentados, esta alternativa no protege plenamente el valor intrínseco de cada
ser humano. Por consiguiente, el derecho a acceder a la administración de
63 Consejo de Estado. Sección Tercera – Subsección C. Sentencia del 7 de septiembre de 2015. C.P. Jaime
Orlando Santofimio Gamboa. No. Radicación: 85001-23-31-000-2010-00178-01(47671).
64 Consejo de Estado. Sección Tercera – Subsección C. Sentencia del 7 de septiembre de 2015. C.P. Jaime
Orlando Santofimio Gamboa. No. Radicación: 85001-23-31-000-2010-00178-01(47671).
37
37. En ese sentido, en sentencia del 27 de abril de 2016 65, esa Corporación
estableció que cuando se acrediten violaciones graves a derechos humanos que
impliquen la infracción flagrante y sistemática de normas ius cogens, (delitos
de lesa humanidad y crímenes de guerra), los jueces colombianos pueden y
deben llevar a cabo un análisis de convencionalidad sobre la conducta del
Estado. Así pues, en este tipo de casos los jueces tienen la posibilidad de
declarar -al igual que lo ha hecho la Corte Interamericana de Derechos
Humanos-, la configuración de “la responsabilidad internacional agravada”.
Así pues, en los casos que involucran delitos de lesa humanidad, se da mayor
valor a la prueba indirecta, particularmente cuando es evidente que la víctima
se encuentra en clara dificultad probatoria, como ocurre con las ejecuciones
65 Consejo de Estado. Sección Tercera - Subsección A. Sentencia del 27 de abril de 2016, C.P. Hernán
Andrade Rincón. No. Radicación: 25000-23-26-000-2011-00479-01(50231). Reiterada en Consejo de
Estado, Sección Tercera – Subsección A, sentencia del 14 de julio de 2016. C.P. Hernán Andrade
Rincón. No. Radicación: 73001-23-31-000-2005-02702-01(35029).
66 Consejo de Estado. Sección Tercera - Subsección B. Sentencia del 5 de abril de 2013. C.P. Stella Conto
Díaz Del Castillo. No. Radicación: 19001-23-31-000-1999-00217-01(24984). En la sentencia del 5 de abril de
2013, el Consejo de Estado declaró la responsabilidad del Estado con ocasión de la muerte de un joven
recolector de café, cuyo fallecimiento fue reportado por el Ejército Nacional como la muerte de un guerrillero
en combate. En ese caso, con fundamento en pruebas indirectas, la Sala encontró que se trataba de una
ejecución extrajudicial, atribuible a miembros de la Fuerza Pública a título de falla del servicio.
38
38.4. Cuarta regla, cuando los miembros del Ejército Nacional incurren en
grave violación de derechos humanos prevalidos de su condición de
funcionarios públicos, el Consejo de Estado reconoce la necesidad de efectuar
la tasación de perjuicios por encima de los estándares fijados por esa
Corporación.
67 Ibídem.
68 Consejo de Estado. Sección Tercera – Sala Plena. Sentencia del 25 de septiembre de 2013. C.P. Enrique
Gil Botero. No. Radicación: 05001-23-31-000-2001-00799-01(36460).
69 Por la cual se expide el Código Penal.
39
70 Consejo de Estado. Sección Tercera – Sala Plena. Sentencia del 28 de agosto de 2014. C.P. Ramiro de
Jesús Pazos Guerrero. No. Radicación: 05001-23-25-000-1999-01063-01(32988).
71 Consejo de Estado, Sección Tercera – Subsección A. Sentencia del 27 de abril de 2016. C.P. Hernán
Andrade Rincón. No. Radicación: 25000-23-26-000-2011-00479-01(50231).
40
Así pues, comoquiera que en ese caso se vulneraron de forma grave los
derechos a la vida, integridad personal, y libertad personal del señor Juan de la
Cruz Mora, por cuanto sufrió la desaparición forzada y posterior ejecución
extrajudicial, la Sala concluyó que sus hijas y compañera permanente estaban
legitimadas para obtener una indemnización por los perjuicios no
patrimoniales derivados de la afectación a bienes constitucionales que sufrió
su padre y compañero permanente, como consecuencia de la falla del servicio
imputable a la demandada. Específicamente, se decretó una indemnización a
favor de la sucesión de la víctima directa por 100 SMLMV.
72 El Artículo 7º de la Ley 589 de 2000, estipula: “El numeral 8 del artículo 136 del Código Contencioso
Administrativo tendrá un inciso segundo del siguiente tenor:
Sin embargo, el término de caducidad de la acción de reparación directa derivada del delito de desaparición
forzada, se contará a partir de la fecha en que aparezca la víctima o en su defecto desde la ejecutoria del
fallo definitivo adoptado en el proceso penal, sin perjuicio de que tal acción pueda intentarse desde el
momento en que ocurrieron los hechos que dieron lugar a la desaparición.”
73 El artículo 164 del CPACA señala: “OPORTUNIDAD PARA PRESENTAR LA DEMANDA. La demanda
deberá ser presentada: (…)
2. En los siguientes términos, so pena de que opere la caducidad (…)
i) Cuando se pretenda la reparación directa, la demanda deberá presentarse dentro del término de dos (2)
años, contados a partir del día siguiente al de la ocurrencia de la acción u omisión causante del daño, o de
cuando el demandante tuvo o debió tener conocimiento del mismo si fue en fecha posterior y siempre que
pruebe la imposibilidad de haberlo conocido en la fecha de su ocurrencia.
Sin embargo, el término para formular la pretensión de reparación directa derivada del delito de
desaparición forzada, se contará a partir de la fecha en que aparezca la víctima o en su defecto desde la
ejecutoria del fallo definitivo adoptado en el proceso penal, sin perjuicio de que la demanda con tal
pretensión pueda intentarse desde el momento en que ocurrieron los hechos que dieron lugar a la
desaparición (…)”
41
40. La cosa juzgada es una institución proveniente del derecho romano que
proclamaba “res iudicata pro veritate habetur” (la cosa juzgada se tiene por
verdad). Sin embargo, ha tenido importantes modulaciones a lo largo del
tiempo y en las diferentes ramas del derecho.
77 Sentencias C-387 de 2017 M.P. Gloria Stella Ortiz Delgado, C-007 de 2016 M.P. Alejandro Linares
Cantillo y C-228 de 2015 M.P. Gloria Stella Ortiz Delgado.
78 Ver la sentencia C-774 de 2001, M.P. Rodrigo Escobar Gil.
43
79 Consejo de Estado, Sección Tercera – Subsección B. Sentencia del 30 de marzo de 2017. C.P. Danilo
Rojas Berancourth. No Radicación: 68001-23-31-000-2005-00975-01(43367).
45
44. Por último, en la sentencia del 21 de septiembre de 201680, que según los
accionantes de esta tutela fue desconocida por los autos objeto de
controversia, el Consejo de Estado estudió la demanda de reparación directa
presentada por los familiares de la señora Gloria Anzola de Lanao que fue
desaparecida por miembros del Ejército y la Policía Nacional en la retoma del
Palacio de Justicia de Bogotá, en noviembre de 1985, en contra de la Nación
(Presidente de la República, Ministerio de Defensa Nacional, Departamento
Administrativo de la Presidencia y Ministerio del Interior y de Justicia), con el
fin de que se le endilgara responsabilidad por la desaparición forzada de la
señora Anzola de Lanao. Además, solicitaron el pago de indemnizaciones por
la ocurrencia de perjuicios morales, materiales, daño a la vida en relación,
extrapatrimoniales y sociales.
Por lo tanto, dicha Corporación concluyó que “[c]omo se configuran los tres
presupuestos para hablar de cosa juzgada, debe acatarse la resolución
judicial que le puso término al litigio. El juez interno debe, pues, respetar y
hacer cumplir la fuerza obligatoria de la sentencia internacional y de sus
efectos jurídicos”. Por consiguiente, con fundamento en el artículo 164 del
Código Contencioso Administrativo81, declaró de oficio la excepción de cosa
juzgada y modificó la sentencia recurrida. Además, revocó todas las órdenes
de primera instancia, pues el fallo internacional ya había ordenado las
reparaciones a las que había lugar, por lo que ordenó estarse a lo dispuesto en
la sentencia del 14 de noviembre de 2014 de la Corte IDH. Además, mantuvo
el reconocimiento por concepto de lucro cesante, que solamente había sido
reconocido por el juez de primera instancia y no por la Corte Interamericana,
el cual era indispensable mantener para garantizar la reparación integral de los
daños causados.
81 Que autorizaba al fallador a declarar cualquier hecho exceptivo que se encontrara probado, a pesar de no
haber sido propuesto, como lo es la cosa juzgada.
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47. En el caso objeto de análisis los accionantes afirman que los autos
controvertidos incurrieron en cuatro causales específicas de procedencia de la
tutela contra providencias judiciales: (i) desconocimiento del precedente, (ii)
violación directa de la Constitución, (iii) decisión sin motivación, y (iv)
defecto fáctico.
Por lo tanto, y en atención a que el juez de tutela tiene amplias facultades para
fallar más allá de los planteamientos de las partes si con ello se protegen
derechos fundamentales, a continuación se analizará si los autos
controvertidos incurren en las causales específicas de procedibilidad de
desconocimiento del precedente, violación directa de la Constitución, y
decisión sin motivación.
82 Esta consideración reitera las reglas sobre el desconocimiento del precedente contenidas en la sentencia
SU-172 de 2015; M.P. Gloria Stella Ortiz Delgado.
48
83 Cfr., sobre la definición de precedente, las sentencias T-292 de 2006, M. P. Manuel José Cepeda
Espinosa, SU-047 de 1999 y C-104 de 1993, en ambas M. P. Alejandro Martínez Caballero.
84 C-634 de 2011, M. P. Luis Ernesto Vargas Silva.
85 Reiterada en muchas oportunidades. Cfr., T-794 de 2011, M. P. Jorge Iván Palacio Palacio, T-1033 de
2012, M. P. Mauricio González Cuervo y T-285 de 2013, M. P. Jorge Ignacio Pretelt Chaljub, entre otras.
49
Ahora bien, como se explicó líneas atrás, cuando el precedente emana de los
altos tribunales de justicia en el país (Corte Constitucional, Corte Suprema de
Justicia y Consejo de Estado), adquiere un carácter ordenador y unificador que
busca realizar los principios de primacía de la Constitución, igualdad,
confianza legítima y debido proceso. Adicionalmente, se considera
indispensable como técnica judicial para mantener la coherencia del sistema87.
86 Cfr., T-082 de 2011, M. P. Jorge Ignacio Pretelt Chaljub, T-794 de 2011, M. P. Jorge Iván Palacio Palacio
y C-634 de 2011, M. P. Luis Ernesto Vargas Silva. En esta última, dicho en otras palabras se explica: “La
Corte también refirió al grado de vinculación para las autoridades judiciales del precedente jurisprudencial
emitido por las altas cortes. Resulta válido que dichas autoridades, merced de la autonomía que les
reconoce la Carta Política, puedan en eventos concretos apartarse del precedente, pero en cualquier caso
esa opción argumentativa está sometida a estrictos requisitos, entre otros (i) hacer explícitas las razones por
las cuales se aparte de la jurisprudencia en vigor sobre la materia objeto de escrutinio judicial; y (ii)
demostrar suficientemente que la interpretación alternativa que se ofrece desarrolla de mejor manera los
derechos, principios y valores constitucionales. Esta opción, aceptada por la jurisprudencia de este
Tribunal, está sustentada en reconocer que el sistema jurídico colombiano responde a una tradición de
derecho legislado, la cual matiza, aunque no elimina, el carácter vinculante del precedente, lo que no sucede
con otros modelos propios del derecho consuetudinario, donde el precedente es obligatorio, basado en el
principio del stare decisis.”
87 Cfr. T-292 de 2006, M. P. Manuel José Cepeda Espinosa: “En este sentido, la vinculación de los jueces a
los precedentes constitucionales resulta especialmente relevante para la unidad y armonía del ordenamiento
como conjunto, precisamente porque al ser las normas de la Carta de textura abierta, acoger la
interpretación autorizada del Tribunal constituye una exigencia inevitable.”
88 Según lo establecen algunas corrientes doctrinales del derecho.
50
53. En este caso, los demandantes afirman que los autos controvertidos
incurren en la causal específica de procedencia de la tutela contra providencias
judiciales de desconocimiento del precedente, porque a pesar de haber
transcrito apartes de la sentencia del 21 de septiembre de 2016, proferida por
la Subsección C de la Sección Tercera del Consejo de Estado 90, no decidieron
este caso de la misma manera, ni tampoco expresaron las razones que los
llevasen a apartarse de ese precedente, conforme a la exigencia de carga
argumentativa anteriormente descrita.
54. Según los accionantes, el juez administrativo debió declarar que el asunto
objeto de litigio había sido resuelto por la Corte Interamericana de Derechos
Humanos y aprobar el acuerdo, tal y como lo hizo el Consejo de Estado en la
sentencia del 21 de septiembre de 2016. No obstante, la Sala advierte que tal
89 M. P. Mauricio González Cuervo. Cfr. 5.4.2. Fuerza vinculante de la jurisprudencia de los órganos
judiciales de cierre de las jurisdicciones -jurisprudencia constitucional-.
90 Consejo de Estado, Sección Tercera - Subsección C. Sentencia del 21 de septiembre de 2016. C.P.
Guillermo Sánchez Luque. No. Radicación: 25000-23-26-000-2008-00306-01(51743).
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56. Así, el defecto por violación directa de la Constitución “(…) es una causal
de tutela contra providencia judicial que se origina en la obligación que les
asiste a todas las autoridades judiciales de velar por el cumplimiento del
mandato consagrado en el artículo 4° de la Carta Política, según el cual ‘la
Constitución es norma de normas. En todo caso de incompatibilidad entre la
Constitución y la ley u otra norma jurídica, se aplicarán las disposiciones
constitucionales’”91.
En particular, esta causal se configura cuando un juez toma una decisión que
va en contra de la Constitución porque deja de aplicar una disposición ius
fundamental a un caso concreto; o aplica la ley al margen de los dictados de la
Constitución92.
En ese orden de ideas, la juez improbó el acuerdo por considerar que, en caso
de que los convocantes fueran indemnizados con ocasión del hecho
victimizante, se produciría una doble indemnización porque la decisión de la
Corte IDH se pronunció sobre la totalidad de perjuicios causados por la
desaparición del señor Riátiga Carvajal.
Los accionantes manifiestan que los autos mediante los cuales se improbó el
acuerdo y se confirmó dicha decisión, desconocen el debido proceso, el
acceso a la administración de justicia, a la igualdad y a la reparación de las
víctimas. Lo anterior, por cuanto les fue negada la posibilidad de acceder a la
reparación originada en un daño antijurídico demostrado, pese a que existe
una sentencia internacional que establece la responsabilidad del Estado.
Así pues, indican que las providencias impiden que el Estado colombiano
compense a las víctimas por el daño antijurídico padecido y nunca reparado
individualmente en su favor.
95 Ver entre otras, las sentencias T-522 de 2001, Manuel José Cepeda Espinosa y T-685 de 2005, M. P. Clara
Inés Vargas Hernández.
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58. La Sala advierte que en este caso los autos censurados violan directamente
la Constitución. Como ya se dijo, los accionantes no hicieron parte del
proceso internacional y, en consecuencia, no podía concluirse que había
operado la cosa juzgada respecto de la sentencia de la Corte IDH, pues no hay
identidad de partes. Por esa razón, correspondía al juez administrativo evaluar
el asunto particular y, en caso de concluir que los convocantes son víctimas
ante la responsabilidad agravada del Estado por la comisión de un delito de
lesa humanidad, debía garantizar el derecho a la reparación integral.
59. Se debe recordar que en este caso la competencia del juez que hace el
control de validez del acuerdo no es absoluta. Su función está restringida a
verificar si lo pactado es manifiestamente ilegal, inconstitucional o dañino
para los intereses del Estado. Ahora bien, esa función no exime al juez de la
obligación de garantizar los derechos fundamentales de las víctimas, de
manera que, ante las distintas interpretaciones posibles de las órdenes
contenidas en la sentencia internacional, la juez debió optar por aquella que
garantizara su reparación.
62. Los accionantes afirman que el auto que negó el recurso de reposición
presentado contra la providencia que negó la homologación del acuerdo
conciliatorio, no resolvió ninguna de las objeciones propuestas en el escrito de
impugnación y se limitó a resumir el contenido de la providencia recurrida. En
ese sentido, alegan que esa providencia judicial carece de motivación y por
esa razón vulnera su derecho al debido proceso.
tuvo sobre el alcance de las órdenes dictadas por la Corte IDH en la sentencia
de fondo en el caso “19 comerciantes vs. Colombia”. En ese sentido, la
providencia judicial cuestionada tuvo un sustento jurídico y fáctico, y por
consiguiente el hecho de que no se haya estudiado, uno a uno los argumentos
esgrimidos por los convocantes en el recurso de reposición, no es suficiente
para concluir que se configuran las hipótesis específicas fijadas por la
jurisprudencia constitucional para que se verifique el defecto en mención.
Del análisis del caso planteado, es preciso concluir que la tutela es procedente
contra la decisión del 27 de noviembre de 2017, dictada por la Sección
Segunda -Subsección A- del Consejo de Estado, que confirmó la sentencia
proferida por la Sección Cuarta, Subsección A del Tribunal Administrativo de
Cundinamarca el 4 de octubre de 2017, que negó por improcedente el amparo.
Por las anteriores razones, la Sala concederá la tutela solicitada por los
señores Jhonatan Andrés Riátiga Rueda, Mariela, Pablo Antonio, Leonor,
Timoleón, Inés y María Graciela Riátiga Carvajal, y Ana Mercedes Riátiga de
Rico, y revocará la sentencia de segunda instancia, proferida por la Sección
Primera, Subsección B -Sala de Conjueces- del Tribunal Administrativo de
Cundinamarca. Por lo tanto, se dejará sin efecto el auto del 9 de agosto de
2017, dictado por el Juzgado 62 Administrativo de Bogotá y ordenará a esa
autoridad que profiera una nueva decisión en la que garantice los derechos de
acceso a la administración de justicia y a la reparación integral de las víctimas.
III. DECISIÓN
RESUELVE
Magistrada Ponente:
Gloria Stella Ortiz Delgado
Fecha ut supra,