Clase 1 Antropologia

Descargar como docx, pdf o txt
Descargar como docx, pdf o txt
Está en la página 1de 9

Clase 1

El surgimiento de la antropología: campo disciplinar, objeto y métodos de estudio

¿Qué es la antropología?, ¿cuá ndo surgió ?, ¿cuá les son sus principales intereses? Esta clase
nos ayudará a entrar en clima con la materia y a despejar los primeros interrogantes,
relacionados, en este caso, con la disciplina que nos dará un marco teó rico para enfocar
distintos aspectos y problemá ticas relacionados con la cultura.

1.1 La ciencia de la cultura

La antropología es una de las disciplinas má s importantes dentro del campo de las


Ciencias Sociales, a veces también llamadas Humanidades. Histó ricamente, los
antropó logos han sido prolíficos productores de teorías y conceptos fundamentales para
comprender el fenó meno humano, así como los inventores de uno de los métodos de
investigació n má s difundidos y provechosos en las ciencias sociales: la etnografía o
trabajo de campo. Pero comencemos por el principio ¿Có mo y cuá ndo empezó a
desarrollarse esta rama de la ciencia?

Las ciencias sociales se fueron consolidando como disciplinas académicas independientes,


aunque interconectadas, durante la Modernidad. La ciencia política nació en el siglo XVI
para brindar herramientas de gobierno a los caudillos italianos. Luego, durante el XVII, la
economía vino a organizar y perfeccionar el sistema capitalista. La historia surgió en la
misma época, cuando los nuevos estados nacionales creados a partir de reinos e imperios
derrumbados necesitaron crear un pasado y una identidad propios. Y la sociología vio la
luz a comienzos del siglo XIX, cuando Europa necesitó reorganizarse luego del impacto
producido por la Revolució n Industrial y la Revolució n Francesa. Bien, la antropología
apareció algo má s tarde, a fines del siglo XIX. En ese momento, varias potencias europeas
se estaban repartiendo enormes porciones del mundo ubicadas en Á frica, Asia y Oceanía.
Es la época conocida con el nombre de colonialismo, cuyo signo má s distintivo fue la
usurpació n de territorios y el sojuzgamiento de personas a fin de ganar en recursos y
mercados para competir en el juego de la supremacía dentro del mundo occidental. Por
ejemplo, este es el mapa de Á frica en 1913, luego de que las potencias europeas se
repartieran el continente:
Y éste es el mapa de Oceanía en la misma época:

Algo muy similar ocurrió en Asia, donde, como se recordará , grandes civilizaciones con
una larga historia, como China, India y el mundo á rabe fueron también conquistados y
repartidos por potencias europeas. En todos esos territorios y archipiélagos que se ven
pintados de colores en Á frica y Oceanía, colores que hacen referencia a los países
conquistadores, no só lo había materias primas, sino también personas.
Quizá s esas personas no habían logrado formar grandes civilizaciones, como había
sucedido en Asia y en Occidente, pero estaban organizadas y agrupadas en distintas
sociedades segú n sus diferentes estilos de vida, y eran poseedoras de innumerables bienes,
tales como idiomas, religiones y cosmovisiones. Esas sociedades también estaban
habituadas a muchas formas diferentes de cazar, pescar, cultivar, navegar, formar familias,
practicar rituales, contar leyendas, inventar mitos, hacer bromas, ejercer el poder,
interpretar el mundo a través del arte, comerciar... En una palabra, las potencias
occidentales encontraron en ambos continentes muchas sociedades con distintas culturas.

Y ese "descubrimiento", que podía recordar al gran descubrimiento de comienzos de la


Modernidad (América), resultaba ideal para plantear y para, de ser posible, responder
ciertas preguntas cruciales acerca de la condició n humana, utilizando una herramienta
novedosa: la ciencia. En efecto, las preguntas que vino a responder la antropología allá por
el siglo XIX no eran nuevas. Los filó sofos estaban habituados a ellas desde, al menos, la
Grecia clá sica. Y es posible que todas las sociedades se las hayan hecho en algú n momento.
Pero, en general, la forma de responder estas preguntas era especulativa. Ahora, la
novedad era que los occidentales ya estaban habituados a utilizar un método muy eficiente
para conocer la realidad recurriendo a la realizació n de observaciones sistemá ticas y a la
formulació n de teorías deductivas. En consecuencia, a fines del siglo XIX vio la luz una
nueva disciplina científica cuyo objeto de estudio sería la cultura, es decir, esas distintas
formas que adoptan las sociedades humanas para vivir, en un sentido amplio.

Pero, ¿cuá les eran esas preguntas que la antropología se proponía responder? Como ya
dijimos, se trataba de interrogantes muy antiguos, quizá tan antiguos como el ser humano
mismo. Una de ellas es muy obvia: ¿có mo piensan los del país vecino, los de la tribu de al
lado, los que son diferentes a nosotros? Esto es: aquéllos que son culturalmente diferentes,
a quienes en antropología denominamos genéricamente el otro cultural.

Una segunda pregunta ya no tan obvia es: ¿es posible responder esa primera pregunta?, es
decir: ¿estamos facultados para salirnos de nuestros zapatos y mirar el mundo desde la
perspectiva del otro cultural? Es muy probable que, dado que hemos sido criados en una
ú nica cultura desde el momento mismo de nuestro nacimiento, adquiriendo una lengua,
unos valores morales y unos significados relativos a todas las cosas que son previos a
nuestra llegada al mundo, ya no seamos capaces de comprender fenó menos humanos tales
como el hecho de que una pareja inste a sus propios hijos a inmolarse por la patria o por la
religió n en un atentado terrorista ¿Podemos comprender que a millones de niñ as
indonesias les extirpen el clítoris para que, de adultas, sientan menos placer y se
transformen en sumisas esclavas sexuales de sus maridos, del mismo modo que
entendemos y aceptamos otros rituales, como la celebració n del añ o nuevo chino o el culto
a la Pachamama?

En otras palabras: ¿existe un basamento moral comú n a toda la humanidad?, ¿o incluso los
derechos universales del Hombre deberían ser abolidos para que cada cultura elija los
suyos propios?

1.2 ¿La ciencia del comportamiento?


Sin embargo, esas no son las ú nicas ni, quizá , las principales preguntas que han guiado las
investigaciones antropoló gicas a lo largo de su historia. Otro interrogante crucial se
relaciona con los determinantes de la conducta humana. Todos, alguna vez, nos hemos
preguntado acerca de si ciertos comportamientos está n relacionados con lo que hemos
aprendido a lo largo de nuestras vidas, es decir, con nuestras experiencias, o bien con los
instintos. Por ejemplo: ¿un niñ o adicto a videojuegos violentos, desarrollará una conducta
igualmente agresiva?, ¿los padres determinan el género de sus hijos al comprar ropa rosa
y muñ ecas a las nenas y ropa celeste y autitos a los varones? En otras palabras ¿un
cará cter violento o pacífico y un rol de género masculino o femenino, obedecen a nuestra
biología o a nuestra crianza? Los ejemplos abundan: ¿tenemos miedo a la oscuridad por
los cuentos de terror que oíamos de niñ os, que incluían a personajes como el hombre de la
bolsa y el lobo feroz, o porque poseemos ciertos genes heredados de antepasados nuestros
que lograron sobrevivir en un ambiente hostil gracias a, justamente, su temor a la
oscuridad?

Es importante resaltar que se trata de una pregunta crucial para el proyecto de la


Modernidad, ya que la idea de rediseñ ar el modo de organizarse social, econó mica y
políticamente de Europa en los ú ltimos quinientos añ os, necesariamente debía producir
conocimiento científico acerca de la naturaleza humana.

Cuando los pensadores modernos interesados en diseñ ar una nueva sociedad observaron
los resultados obtenidos por las ciencias naturales, inmediatamente se sintieron atraídos
por sus métodos, ya que intuyeron que lo primero que debían hacer para cambiar el orden
social cristiano-feudal era conocer la naturaleza humana. Recién una vez logrado ese
propó sito, podrían avanzar en el diseñ o. Es como si un arquitecto proyectara una casa sin
conocer có mo es la familia que la habitará . En consecuencia, la democracia, el
republicanismo, la ciudadanía igualitaria, los derechos del Hombre, el contrato social y las
demá s líneas directrices de la sociedad occidental en los ú ltimos doscientos añ os fueron el
producto de largas disquisiciones filosó ficas y científicas acerca de la condició n humana,
discusiones que continuaban vigentes a fines del siglo XIX, cuando los intelectuales
involucrados en ellas se encontraron con esa especie de "laboratorio a cielo abierto" para
investigar cuestiones culturales que les brindaba el colonialismo.

Digamos que, si los seres humanos fuésemos proclives por naturaleza al ejercicio de la
corrupció n, el racismo o la violencia, una sociedad que se proponga suprimir su existencia
se vería en serios problemas, a menos que recurra a la eugenesia, esto es, a la
manipulació n bioló gica de poblaciones humanas, lo que se considera moralmente
impropio. En cambio, si se trata de cuestiones aprendidas, producto del estilo de crianza
de niñ os y jó venes, alcanzaría con realizar ciertas modificaciones, como por ejemplo
revisar el currículum escolar y lanzar una campañ a en medios y redes sociales.

Una tercera pregunta que se han hecho los antropó logos se relaciona con la
extemporaneidad de las sociedades tribales, que parecían estar viviendo en una especie de
eterno pasado, como si por algú n motivo misterioso no hubieran avanzado o
evolucionado. Hay que tener presente que, en ese momento histó rico, en el que Europa se
encontraba en la cima de la vanguardia tecnoló gica, a los occidentales les llamaba la
atenció n encontrar que en una remota isla del pacífico vivían sociedades conformadas por
cazadores-recolectores sin escritura, sin lenguaje, sin agricultura, sin Estado. Y que eso
ocurría paralelamente a una existencia europea opulenta, con escritura, con Estado, con
industria, ferrocarriles, cá maras de fotos, electricidad y transatlá nticos.

Finalmente, un cuarto interrogante se relaciona con los intereses de la sociología, y apunta


a comprender có mo funcionan las instituciones de los aborígenes. Por ejemplo ¿existían
las leyes entre ellos, o simplemente primaba la ley del má s fuerte, como en las sociedades
de primates o en las de otros mamíferos? Era evidente que allí, en esas tierras remotas, no
había abogados, ni jueces, ni tribunales, ni cá rceles ni policías. Tampoco textos que fijaran
las leyes por escrito. También debía haber algú n tipo de organizació n política y econó mica,
aunque no hubiera Estado, mercado ni dinero. A los antropó logos y soció logos siempre les
ha interesado conocer có mo se organizan las sociedades en forma pacífica, esto es, có mo
logran resolver su grado variante de conflictividad interna sin ir a las armas. Por lo que, si
podían estudiar ese tipo de fenó menos en sociedades má s simples y pequeñ as, imaginaban
que luego podrían generalizar sus hipó tesis y, tal, vez, hasta descubrir las leyes
subyacentes al funcionamiento de la vida en sociedad ¡No era menor la recompensa!

1.3 El método etnográfico

Pero, está claro, no só lo de preguntas vive la ciencia. Y para dar respuestas a esos
interrogantes, es necesario tener un método. Cuando la antropología se configuró como
una disciplina independiente, ya existían algunos métodos para investigar en ciencias
sociales. Por ejemplo, para dilucidar qué y có mo sucedieron ciertos hechos y procesos en
el pasado, los historiadores interpretaban documentos escritos. Los soció logos, por su
parte, realizaban estadísticas para analizar la realidad social con cierto grado de
objetividad, respondiendo a preguntas tan bá sicas có mo ¿cuá l es el índice de pobreza o la
tasa de mortalidad infantil de determinada sociedad? Sin embargo, estos métodos eran
insuficientes para producir conocimiento sobre sociedades tribales, en las que no había ni
documentos escritos ni un Estado capaz de proporcionar o de realizar estadísticas.
Ademá s, la cultura es un fenó meno complejo, que involucra aspectos simbó licos, ya sea un
pequeñ o gesto, un conjunto de valores o sofisticados rituales, que requirieron la invenció n
de un nuevo método, al que los antropó logos denominaron etnografía. Una etnografía o
trabajo de campo consiste en observar las prá cticas culturales instalá ndose en el terreno
mismo en el que vive la comunidad. Obviamente, resulta clave aprender el idioma, como
sabe todo aquél que ha tratado de comprender una cultura ajena a la suya sin conocerlo.
Pensemos simplemente en cuá nto mejora la comprensió n de una sitcom norteamericana si
el espectador tiene una alta competencia en inglés. Evidentemente, un espectador que só lo
puede leer los subtítulos se "quedará fuera" de muchos de los guiñ os y gags de la serie, ya
que ademá s de desconocer el idioma original, tampoco conoce los referentes culturales
que le posibilitarían entender los chistes, como por ejemplo una alusió n a un personaje, a
un barrio de Nueva York o a un hecho importante del pasado.

En segundo lugar, el antropó logo interesado en realizar una etnografía debe ganarse la
confianza de la comunidad con la que trabaja, a fin de que no le oculten o le distorsionen la
informació n, este punto es muy importante, por cuá nto los primeros antropó logos eran
oriundos de los países europeos que habían colonizado a las sociedades que luego se
transformaron en sus objetos de estudio. De hecho, en varias ocasiones, esos países se
valieron de la antropología para conocer mejor a los nativos a fin de ejercer un dominio
colonial má s eficaz. Incluso bastante má s tarde, la antropología siguió siendo funcional a
las políticas de los estados occidentales, como ocurrió por ejemplo durante la Segunda
Guerra Mundial, cuando los norteamericanos, que debían combatir con los japoneses en la
Guerra del Pacífico, se vieron sumamente desorientados al notar que, una vez que los
aviadores japoneses habían lanzado todas sus bombas, se auto-inmolaban estrellando el
avió n contra la flora americana. Ese fenó meno de los kamikazes llevó al gobierno de los
Estados Unidos a contratar a Ruth Benedict, una antropó loga, a quien le solicitaron un
informe urgente acerca de la cultura japonesa. Obviamente, Benedict no fue a Japó n en
plena guerra a pedir informació n, consciente de que, si lo hacía, ella misma se
transformaría en una kamikaze. Muy atinadamente, prefirió trabajar con los inmigrantes
japoneses que vivían en los Estados Unidos.

La etnografía no só lo consiste en observar las prá cticas culturales, sino también en


realizar entrevistas a los sujetos de la comunidad. Clifford Geertz, un importante
antropó logo norteamericano, decía que uno está en condiciones de realizar una buena
etnografía cuando puede sentarse a tener una charla de café con los nativos.

1.4 Corrientes en antropología

A lo largo de la historia de la disciplina antropoló gica hubo numerosas corrientes teó ricas.
Si bien éstas se fueron sucediendo a lo largo del tiempo en forma casi cronoló gica, también
existen superposiciones, de modo tal que un antropó logo actual podría suscribir a teorías
y conceptos originados por corrientes de otra época.

Las corrientes má s importantes fueron seis. La primera, que correspondió a los padres
fundadores de la disciplina, Lewis H. Morgan y Edward B. Tylor, se llamó evolucionismo, y
tuvo un gran impacto entre 1870 y 1920. Tomó su nombre de la teoría de Darwin y, como
veremos má s adelante, propuso que las culturas evolucionan a través del tiempo,
torná ndose cada vez má s sofisticadas. La segunda corriente fue el relativismo cultural, que
surgió a comienzos del siglo XX en los Estados Unidos, impulsada por Franz Boas. Para los
relativistas, el modelo de los evolucionistas adolecía de varios errores, por lo que
propusieron una teoría alternativa: no existe ninguna direccionalidad que nos permita
prever los cambios culturales. Má s adelante ahondaremos en esta teoría. Paralelamente,
en Gran Bretañ a, Bronislaw Malinowski y Alfred Reginald Radcliffe-Brown dieron forma al
funcionalismo, una corriente que, ademá s de criticar la teoría evolucionista, se interesó por
có mo la cultura resulta fundamental para el buen funcionamiento de las sociedades;
ademá s, dio vida al trabajo de campo o etnografía, el método de investigació n por
excelencia de la antropología. Ya en los añ os cuarenta, en Francia surgió un pensador
notable, Claude Lévi-Strauss, impulsor del estructuralismo. Segú n esta teoría, las
diferencias culturales son manifestaciones superficiales de una misma naturaleza humana.
Es decir que, má s allá de lo externo o aparente, todos compartimos una misma estructura
humana alojada en el diseñ o de la mente. Por ejemplo, si pensamos en las distintas formas
de familias que existen entre las culturas, podríamos pensar como los relativistas que no
existe una direccionalidad fija en el desarrollo cultural. Pero si pensamos que, má s allá de
las diferencias, todos los seres humanos nos organizamos en torno a la familia, notaremos
que esa realidad forma parte de la estructura de nuestra especie. Avanzaremos sobre esta
idea de los aspectos universales de la condició n humana cuando abordemos la polémica
naturaleza-cultura. Otra corriente muy influyente en antropología fue el interpretativismo,
nacida de la pluma de Clifford Geertz en los añ os setenta. Para Geertz, la antropología no
debe imitar a las ciencias naturales. Es decir que no debe buscar leyes que expliquen
nuestra conducta, ya que ésta es un fenó meno complejo e impredecible, que depende de
factores simbó licos muy aleatorios. Para él, lo importante era tratar de comprender a las
diferentes culturas, esto es, preguntarse cuá l es el sentido que tienen sus rituales, sus
valores y sus prá cticas culturales. Finalmente, en los añ os ochenta nació la antropología
posmoderna, de la mano de figuras como James Clifford y Hommi Bhabha, interesada en
fenó menos como la descolonizació n del tercer mundo y en darle voz a los nativos, es decir,
que se trató de una corriente que criticó el hecho de que a los pueblos originarios se los
aborde con una impronta occidental.

A su vez, la antropología tiene varias sub-especialidades, tales como la arqueología, cuyo


objeto de estudio son las culturas del pasado, y la antropología bioló gica, interesada en la
evolució n humana y en aspectos relacionados con la genética. También existen ramas
como la antropología lingü ística, econó mica y política. Incluso existe una subespecialidad
muy importante a la que nos dedicaremos en la segunda unidad que se relaciona con el
campo de la salud: la antropología médica.

Lewis Henry Morgan (1818 – 1881) fue un abogado, antropó logo, etnó logo y escritor
estadounidense. Es considerado uno de los fundadores de la antropología moderna.
Edward Burnett Tylor (1832 – 1917), fue un pionero en la antropología nacido en
Inglaterra. Definió a la cultura cono «el conjunto complejo que incluye conocimiento,
creencias, arte, moral, ley, costumbre, y otras capacidades y há bitos adquiridos por el
hombre como miembros de una sociedad».

Lecturas requeridas

 Lévi-Strauss, Claude (1988) “Las tres fuentes de la reflexió n etnoló gica”, en


Llobera, J. (ed.), La antropología como ciencia, Anagrama, Barcelona.

 Malinowski, Bronislaw (1983) "Introducció n", en Los argonautas del Pacífico


occidental. Planeta Agostini, Barcelona.

A modo de cierre, haremos un punteo de los principales temas abordados en esta clase:

 La antropología surgió a fines del siglo XIX, en el contexto del colonialismo


europeo, con la finalidad de responder interrogantes que resultaban clave a la hora
de pensar el diseñ o de la sociedad Moderna desde una ó ptica secular, es decir,
científica.

 Esas preguntas se relacionan con diversos temas, tales como la posibilidad


de comprender la realidad desde un punto de vista culturalmente diferente, la
necesidad de hallar los determinantes culturales o naturales de la conducta humana,
de dilucidad có mo es posible la coexistencia temporal de sociedades má s avanzadas
con otra má s atrasadas o primitivas y la de observar có mo se resuelven los
conflictos en forma pacífica o, en otras palabras, có mo funciona una sociedad.
 El objeto de estudio de los antropó logos es la cultura o, má s precisamente,
el otro cultural, y su método de investigació n predominante es la etnografía.

También podría gustarte