ANEXO - Historia y Ficción en Del Amor y Otros Demonios

Descargar como pdf o txt
Descargar como pdf o txt
Está en la página 1de 14

Taller de Letras N° 60: 39-52, 2017

issn 0716-0798

HISTORIA Y FICCIÓN EN DEL AMOR Y OTROS


DEMONIOS1
History and Fiction in Del amor y otros demonios

Edwin Carvajal Córdoba


edwin.carvajal@udea.edu.co
Universidad de Antioquia

María Eugenia Osorio


mara_osorio@yahoo.se
Universidad de Antioquia

Narrar la historia sería entonces la función


de organizar estas nuevas lecturas del
pasado.

Marta Morello-Frosch

Este texto presenta un estudio de las relaciones discursivas entre la historia y la fic-
ción representadas en la novela colombiana Del amor y otros demonios (1994) del
escritor Gabriel García Márquez. Se basa en algunos conceptos de la teoría literaria, y
de la propia historia, y presta especial interés a aspectos propios de la nueva novela
histórica latinoamericana, aspectos que ayudan a comprender la dimensión de ambos
lenguajes –literario e histórico– en la propuesta estética de este importante escritor
colombiano, y la manera cómo se imbrican para captar el tema que se recrea de un
momento histórico tan importante en Colombia como lo fue la Colonia.
Palabras clave: Historia y ficción. Novela histórica. Del amor y otros demonios.
Gabriel García Márquez. Literatura colombiana.

The aim of this paper is to analyse the discursive relations between the history and
the fiction like there are represented in the novel Del amor y otros demonios (1994)
written by Gabriel García Márquez. The article is based on some concepts of liter-
ary theory, and history. It puts special attention to specific aspects taken from the
new latin american historical novel. The same aspects helps to understand that both
languages –literary and historical– are importants in the aesthetic proposal of the
Colombian writer.
Keywords: History and Fiction. Historical Novel. Del amor y otros demonios.
Gabriel García Márquez. Colombian Literature.

Recibido: 12/01/2016
Aceptado: 12/06/2017

1  Este artículo es resultado final de la investigación “Edición crítica de la saga narrativa del
universo literario de Balandú”, financiada por el CODI, y contó con el apoyo del programa
de Estrategia para la Sostenibilidad del Grupo de Investigación GEL 2014-2015, otorgado
por la Vicerrectoría de Investigación de la Universidad de Antioquia.

39
Taller de Letras N° 60: 39-52, 2017

Introducción

El objetivo de este texto es presentar una aproximación crítica a la novela


colombiana Del amor y otros demonios (1994) de Gabriel García Márquez,
la cual veintidós años después de su publicación sigue fascinando por su
lúcida narración, brevedad accional y evocación poética sobre el amor y los
demonios propios de lo humano, ambientados en la Cartagena colonial y
condenados por la Inquisición. Pero no serán estos los motivos principales de
este estudio, puesto que dichos temas ya han sido abordados por críticos de
distintas tradiciones a lo largo de estas dos décadas; nos interesa, en cambio,
centrar la lectura en la tensión constante entre la historia y la ficción a partir
del hecho histórico que alimenta el texto, esto es, el juicio y la condena de
Lorenza de Acereto quien fue acusada de “hechicera” por el Tribunal de la
Inquisición española en 1613. Se trata entonces de estudiar la forma como
interactúan la historia y la ficción literaria con el objetivo de proponer una
nueva lectura o un nuevo imaginario del acontecimiento reelaborado a partir
de la experiencia estética de García Márquez.

Como exponente de la que se ha dado en llamar Nueva Novela Histórica


(NNH), bien sabemos que García Márquez ha vuelto su mirada a episodios
y personajes de la historia de Colombia para reelaborarlos y convertirlos
en literatura: Simón Bolívar, la Guerra de los Mil Días, la masacre de las
bananeras, el naufragio de la fragata ARC Caldas son, entre otros, algunos
de los ejemplos. De igual forma, en Del amor y otros demonios asistimos a
un texto cuya historia se alimenta de un juicio inquisitorial, que ha quedado
registrado en los archivos históricos en la Cartagena Colonial del siglo XVII.
Nuestro propósito es analizar de qué manera y en qué puntos el Premio Nobel
colombiano introduce cambios a la historia oficial del juicio de Lorenza de
Acereto. En otras palabras, nos interesa ver la presencia de ciertos rasgos
que coinciden con lo que la crítica define como característicos de la Nueva
Novela Histórica Latinoamericana.

1. Los vínculos entre historia y ficción

La historia es una versión parcial de un hecho que depende de quien la


relate y del contexto al que pertenece; en este sentido, se tienen entonces
historias “oficiales”, que son las enseñadas a la mayoría de la población, y
otra serie de versiones que aparecen como disidentes. Así, la ficción narra-
tiva suele tomar la historia oficial como punto de partida, pero el novelista
construye su propia interpretación. De lo anterior se desprende una dife-
rencia entre la novela histórica clásica y la NNH, ya que mientras la primera
describe de manera poética lo ocurrido en un pasado o, como escribe Lucáks
(1976, p. 34), demuestra con medios poéticos la existencia, “el “ser así” de
las circunstancias históricas y sus personajes” (1976, p. 34), la segunda,
cuenta lo que la historia oficial calla. En relación con lo anterior escribe Luis
Britto (2008) lo siguiente:

La Historia Oficial, en fin, concluye imponiendo su puñado


de leyendas simplificadoras al espacio de la ficción na-
rrativa. Donde la Historia Oficial calla, la novela histórica

40
Edwin Carvajal Córdoba y María Eugenia Osorio Historia y ficción en del amor…

tradicional tiende a hacer silencio. Donde la Historia Oficial


destaca, el relato imaginario tradicional exalta. Sólo en las
tres últimas décadas la llamada Nueva Novela Histórica se
atreve a transgredir algunas de estas convenciones (p. 2).

Ubicamos, en consecuencia, Del amor y otros demonios en el punto de


transgresión que se indica en la cita, pues partimos de la idea que Gabriel
García Márquez recrea una parte de la historia oficial de Cartagena de Indias,
esto es, el episodio relacionado con el juicio y condena de Lorenza de Acereto.
Mediante su reescritura pone en duda la versión oficial de la historia, en
tanto que presenta otra versión de los conflictos sociales y culturales de la
sociedad civil y religiosa cartagenera de la Colonia, cuestionando, a su vez,
las estructuras de poder y sus mecanismos legitimadores. En vista de lo an-
terior, nos interesa abordar la lectura de Del amor y otros demonios desde
la perspectiva de la Nueva Novela Histórica, dado que ello nos permite otra
compresión de la historia, en el sentido que deja en evidencia lo relativo y
lo subjetivo que nutre el discurso historiográfico (Silva, 2008, p. 14).

En cuanto al desarrollo de la NNH en la literatura latinoamericana, podría


pensarse que su auge se explica en la historia misma del continente, en
tanto que su peculiaridad la constituye una fuente inagotable de argumentos
que encontramos en los primeros cronistas. Así, los traumáticos procesos
de conquista y colonia, y la relación entre europeos y nativos; la difusa
identidad racial y cultural a causa del mestizaje; la lucha por la libertad y la
independencia de las naciones son, entre otros, algunos procesos de la his-
toria continental que han nutrido numerosas ficciones en la América Hispana.
Sin embargo, vale la pena aclarar las diferencias –sobre todo de intención–
entre la que se ha llamado novela histórica “clásica” y la contemporánea. La
primera se remite a la historia para rescatar y deleitarse con los hechos del
pasado, es una experiencia más estética. La segunda se propone resucitar,
desde la actualidad, los protagonistas de una época, ya sea ensalzándolos,
redimiéndolos o poniéndolos en tela de juicio.

Según lo anterior, la NNH implica una actividad vinculada a la respon-


sabilidad social del intelectual, en tanto que éste se ve abocado a mirar al
pasado para encontrar respuestas a los fenómenos actuales y es a partir de
estos que hace literatura. En consonancia, la relación entre la historia y la
ficción literaria ha sido objeto de estudio y reflexión por parte de escritores de
todos los tiempos; sin embargo, para el caso concreto de nuestro continente
americano, Araújo (2010) sostiene que no siempre ha sido fácil entender
dónde termina la una y empieza la otra:

Parece un lugar común hablar de los vínculos entra la historia


y la literatura en un continente cuyo imaginario inauguran
el Diario del Almirante y las crónicas del Descubrimiento y
la Conquista. Los hilos de una y otra disciplina se confun-
den, una y otra vez, en un tejido híbrido que no permite
discernir dónde comienza la una y donde termina la otra.
De hecho, la novela latinoamericana ha encontrado en
la historia el caldo propicio para asegurarse una voz in-
conforme, no degradada. Una suerte de contra-discurso

41
Taller de Letras N° 60: 39-52, 2017

histórico para el conocimiento y la interpretación de una


realidad sui generis (Araújo, 2010, p. 70).

A propósito, los escritores hispanoamericanos también han dado su opinión


y García Márquez, por ejemplo, propone la novela histórica como elemento
para desautomatizar2 la historia oficial. En este sentido, su posición es similar
a la asumida por otro de sus contemporáneos, Mario Vargas Llosa (1990),
cuando plantea que:

[...] la recomposición del pasado que opera en la literatura


es casi siempre falaz. La verdad literaria es una y otra la
verdad histórica. Pero aunque esté repleta de mentiras –o
más bien, por ello mismo– la literatura cuenta la historia
que la historia que escriben los historiadores no sabe ni
puede contar. Porque los fraudes, embaucos y exageraciones
de la literatura narrativa sirven para expresar verdades
profundas e inquietantes que solo de esta manera sesgada
ven la luz (1990, p. 24).

Como se puede observar, el tópico de la historia ha estado presente


desde siglos atrás en la literatura latinoamericana, y en la colombiana en
particular, basta recordar las novelas románticas y realistas del siglo XIX, o
las obras de grandes escritores del siglo XX como García Márquez, Germán
Espinosa, Pedro Gómez Valderrama, Fernando Cruz Kronfly y Manuel Zapata
Olivella. Estos y otros escritores acudieron a la historia para explorar temas,
conflictos y personajes de nuestra sociedad, al tiempo que para subvertir
discursos propios de la oficialidad. En todos los casos, el género elegido, es
decir, la novela histórica, posibilitó una prolífera creación novelística, pues
como sustenta el escritor y académico Pablo Montoya, la novela histórica es
un “artefacto narrativo que permite al autor y lector visitar una época pasada,
no importa cuán lejana o cercana sea, con los personajes que existieron
o pudieron existir, con los espacios y tiempos que se convierten todos en
fenómenos literarios que ayudan a los hombres de hoy a conocerse mejor”
(Montoya, 2009: 13)3.

De esta manera, en el proceso creativo las estrategias ficcionales permitirán


subsanar todos los vacíos problemáticos que plantea el género, al no poder
tener acceso por la distancia temporal al conocimiento directo del personaje
mismo y a sus circunstancias particulares. Frente a este aspecto, Fernando
Cruz Kronfly realiza unas precisiones acertadas que permiten definir mejor
la ficción y su relación con la novela histórica:

El texto de ficción, en el caso de la novela histórica, no


falsea la verdad en el sentido de sustituir los hechos

2  El término “desautomatización” fue acuñado por el teórico de la literatura Viktor Slovsky
para referirse al modo en que opera el arte presentando los objetos desde otra óptica
diferente a su percepción automatizada y cotidiana (Abrams, 1999, p. 42).
3  Para un estudio completo y profundo de la nueva novela histórica en Colombia se recomienda

el libro de este importante escritor colombiano: Novela histórica en Colombia, 1988-2008:


entre la pompa y el fracaso, editado por la Editorial Universidad de Antioquia en 2009.

42
Edwin Carvajal Córdoba y María Eugenia Osorio Historia y ficción en del amor…

verdaderos por otros que nieguen o contradigan los pri-


meros. La ficción propia de la novela histórica no consiste
en reemplazar los hechos históricos auténticos por otros, a
modo de corrección. Lo que la novela histórica hace, para
independizarse positivamente de la historia y permitir al
lector otro tipo de reflexión metahistórica, es apropiarse
de los hechos históricos y los personajes apenas como
medios para ir más allá, hacia la puesta en escena de los
universales (Cruz Kronfly, 1994, p. 70).

Se plantea así la libertad de la ficción para recrear la parte de la historia


que se desconoce documentalmente, saliéndose de los parámetros tradi-
cionales del texto histórico como son su subordinación a la fidelidad de los
acontecimientos y la objetividad con la cual se quiere asumir la descripción
de los hechos. García Márquez en su novela va más allá de los referentes
históricos concretos como la presentación de una sociedad y sus circunstancias
particulares, además de los conflictos armados, sociales y económicos que
rodean a los personajes, para presentar una recreación propia del mundo a
través de la imaginación y, como lo refuerza Cruz Kronfly, esto solo se logra
mediante la recurrencia a “la metáfora, al símbolo o a cualquier otro instru-
mento literario en función de explorar los denominados dramas universales
del hombre” (1994: 71).

En síntesis, teniendo en cuenta lo que hasta aquí se ha dicho, intentaremos


dar cuenta de los vínculos constantes que hay entre ficción e historia en Del
amor y otros demonios. Veremos que al ser ambientada en la Cartagena de
Indias del siglo XVII, se redime en parte la historia de una mujer condenada
de hechicera por la Inquisición y, de igual forma, se pone en tela de juicio las
acciones del Santo Oficio, que en su afán por sostener su dogma espiritual
cometió atropellos e injusticias durante toda la Colonia en América Latina.

2. La historia hecha ficción

En su composición formal, debemos decir que Del amor y otros demonios


narra la historia de amor entre Sierva María de Todos los Ángeles y el padre
Cayetano Alcino del Espíritu Santo Delaura y Escudero, y que alrededor de este
amor se configuran otros relatos de igual importancia para comprender los
antecedentes y las consecuencias de este motivo literario. Entre las muchas
historias que adquieren autonomía literaria, por el despliegue narrativo que
conllevan, sobresalen: la extraordinaria vida de Bernarda Cabrera, madre
de Sierva; la prehistoria del Marqués de Casalduero: Ygnacio de Alfaro y
Dueñas, padre de Sierva; el relato del médico judío portugués: Abrenuncio
de Sa Pereira Cao; la vida de Dominga de Adviento, la negra esclava quien
era la nana de Sierva; el relato de Martina Laborde, monja reclusa compañera
de Sierva en la cárcel; la historia de mal de rabia que sacudió a Cartagena
de Indias; la de Dulce Olivia, quien perdió la razón por dedicarse al arte
de hacer sillas de montar; las prehistorias de la disputa entre las monjas
Clarisas y el episcopado local; la del Obispo Toribio de Cáceres y Virtudes;
la del Virrey y la Virreina; y la del padre Tomás de Aquino de Narváez, rem-
plazo del cura Cayetano, quien finalmente muere sin ninguna explicación.

43
Taller de Letras N° 60: 39-52, 2017

Para los objetivos de este estudio la historia que servirá de pretexto será la
de Sierva María de Todos los Ángeles, como víctima del Tribunal del Santo
Oficio de la Inquisición.

En aras de hallar ese primer vínculo entre lo histórico y lo ficticio es im-


portante resaltar el prólogo de la novela como paratexto histórico que nos
instala en la época y el espacio preciso en el que el reportero Gabriel García
Márquez halla el origen de su ficción novelesca. Y es que el reportero, como
testigo vivencial del vaciamiento de las criptas del antiguo convento de
Santa Clara en la ciudad amurallada de Cartagena de Indias el 26 de octu-
bre de 1949, se vale de este acontecimiento en su carrera como reportero
del periódico El Universal de Cartagena para retroceder más de doscientos
años en la historia de esta ciudad caribeña y recrear una historia recuperada
por el recuerdo presente de algunos de los personajes que identificó en las
criptas funerarias, de manera especial la historia de Sierva María de Todos
los Ángeles y su larga cabellera de veintidós metros con once centímetros.
Dice el narrador reportero:

Allí estaban, entre muchos otros, un virrey del Perú y su


amante secreta; don Toribio de Cáceres y Virtudes, obispo
de esta diócesis; varias abadesas del convento, entre ellas
la madre Josefa Miranda… había una cripta cerrada con la
lápida del segundo marqués de Casalduero, don Ygnacio
de Alfaro y Dueñas (García Márquez, 1994, p. 10)4.

Describe como reportero, con la autoridad propia de quien está presente


en la escena de la noticia, varios acontecimientos sucedidos tras el vacia-
miento de las criptas, algunos de los cuales parecen estar distorsionados
por el ingenio y la imaginación sorprendente de dicho reportero. Para Isabel
Rodríguez-Vergara (1997), estudiosa de la misma temática en la obra de
García Márquez, la destacada posición del narrador como reportero testigo
pone en tela de juicio la autoría de la novela (p. 124), fundamentalmente
por la confusión generada entre las figuras de narrador y autor. Asimismo,
añade:

El evento de presenciar la “noticia”, le confiere autoridad


al narrador, a la vez que el discurso le identifica con el
grupo de escritor-historiador y arqueólogo, todos ellos
rescatando temas (cuerpos), clasificando información
(huesos) e identificando los objetos (palabras) (Rodríguez-
Vergara, 1997, p. 125)5.

4  Todas las citas de la novela se harán con base en la edición príncipe de la Editorial Norma
de 1994.
5  También se debe precisar que para Rodríguez-Vergara el narrador de la novela podría tener

una función literaria distinta, en sus palabras, “funciona como una especie de intérprete,
estableciendo comunicación entre los variados sectores de poder (el estado, la iglesia, los
textos); la lealtad de García Márquez aquí no parece inclinarse hacia el discurso del poder
colonial ya que no busca para el personaje central una posición ‘cultural aceptable’, sino
más bien, una aceptación equitativa de la cultura del ‘otro’ (el colonizado)” (1997, p. 129).

44
Edwin Carvajal Córdoba y María Eugenia Osorio Historia y ficción en del amor…

Ante esta situación narrativa, consideramos que la presencia del narrador-


autor funciona como un paratexto, que en términos de Genette adelanta
significado al contenido textual de la obra (1977, p. 225), cuya función es
la de emparentar la ficción con la historia, no sólo por la voz narrativa del
reportero García Márquez sino porque pone en escena personajes históricos
de la Cartagena del siglo XVII, y los relaciona con la leyenda que su abuela
le contaba cuando niño sobre:

[...] una marquesita de doce años cuya cabellera le arras-


traba como una cola de novia, que había muerto de mal
de rabia por el mordisco de un perro, y era venerada en
los pueblos del Caribe por sus muchos milagros (García
Márquez, 1994, p. 11).

En este sentido, entenderíamos este paratexto como el elemento que


posibilita leer el discurso narrativo en clave de discurso histórico, o mejor,
permite contar la historia de otra forma, de manera que atienda a la objeti-
vidad de los hechos pero también, como ya decíamos antes, a lo relativo y
subjetivo que emerge en la representación del pasado.

En síntesis, el paratexto inicial de la novela penetra en los terrenos de


la historia, y de esta forma inicia el recorrido narrativo siempre presto a los
guiños históricos que representará, ya no el reportero sino el narrador no-
velesco, con el objetivo de actualizar su significado en este nuevo contexto
histórico. De esta forma, la novela se construye desde sus inicios con claras
alusiones al discurso de la historia, y el lector tendrá la tarea de identifi-
carlo y hacer las elaboraciones e interpretaciones requeridas para la mejor
comprensión del mismo.

Por otro lado, como se mencionó más arriba, la historia de Sierva María
de Todos los Ángeles es la central de la novela y de este texto, pero no por
constituirse en el eje articulador de las múltiples historias y prehistorias
aludidas con anterioridad, sino porque es este personaje el que vincula, al
tiempo que desvincula, con la historia oficial de aquel acontecimiento histó-
rico en Cartagena de Indias. En efecto, Sirva María, el personaje novelesco,
representa algunas de las conductas o naturaleza del personaje Lorenza de
Acereto, y decimos algunas porque en la recreación que presenta el narrador
algunos elementos se matizan, mientras otros se transforman o desaparecen
de la escena narrativa de la ficción. En esta línea, Rodríguez-Vergara (1997)
sustenta en su estudio que

El texto de la historia ‘oficial’ y el ficticio se debaten


creando fricciones, coincidencias y contradicciones, y en
última instancia, la ficción toma, como en la pintura de
Botero, giros ideológicos previsibles para los conocedores
de la obra previa del escritor colombiano (1997, p. 128).

Este tipo de artificios narrativos son necesarios en el discurso literario de


esta novela, toda vez que la literatura de corte histórico tiene que ser vero-
símil, al tiempo que creativa, y esta dualidad la lleva a construir personajes
y situaciones narrativas que en ocasiones acercan o coinciden con referentes

45
Taller de Letras N° 60: 39-52, 2017

reales propios de la historia de la humanidad, pero que en otros momentos


se impone la necesidad de recrearlos para actualizarlos o incluso para tergi-
versarlos con fines poéticos. En suma, la estrategia narrativa seguida por el
narrador de Del amor y otros demonios confirma su apego a la historia pero
con alusiones constantes y permanentes a la invención poética que produce
toda ficción bien estructurada, baste por ejemplo el mismo título de la novela
para confirmarlo, en el cual se relaciona el enamoramiento con la condición
de lo demoníaco, algo muy propio del sistema colonial recreado.

Y para retomar este hecho histórico, debemos remitirnos a la fundación del


Tribunal del Santo Oficio de la Inquisición en Cartagena de Indias mediante
Cédula Real del 25 de febrero de 1610. Según Méndez (2005, p. 6), este
Tribunal se encargó de “cuidar que los cristianos bautizados y practicantes, y
los esclavos que pertenecían a estos no cometieran delitos contra la fe cató-
lica”. Entre los delitos que enumera Méndez en su investigación (2005, p. 5),
el de la superstición aparece en el primer plano de la ficción de la novela,
específicamente aquel relacionado con la brujería, el cual se sustentaba en el
ejercicio de un poder sobrenatural de origen diabólico, atribuido en la ficción
literaria a Sierva María por parte del Tribunal del Santo Oficio. Este señala-
miento contra Sierva María se produce muy pronto en la novela, a los pocos
días del desafortunado incidente en el mercado cuando Sierva es mordida
por un perro. Será el propio obispo de la ciudad quien le informe al padre
de Sierva del mal que aqueja a su hija: “Que entre las numerosas argucias
del demonio es muy frecuente adoptar la apariencia de una enfermedad
inmunda para introducirse en un cuerpo inocente”, dijo. “Y una vez dentro
no hay poder humano capaz de hacerlo salir” (García Márquez, 1994, p. 76).

Dicho poder sobrenatural es, en principio, la fiebre y el delirio que soporta


Sierva María como consecuencia de la mordedura del perro. Pero más ade-
lante, una vez es sometida ante el Santo Oficio, dicho poder será atribuido
al conocimiento profundo que adquiere Sierva María de las costumbres,
lenguas y los ritos de origen africano en su proceso de crianza al lado de la
esclava Dominga de Adviento, debido al abandono de sus propios padres
Bernarda Cabrera y el Marqués de Casalduero Ygnacio de Alfaro y Dueñas.
Al respecto el padre Cayetano Delaura expresas sus dudas al obispo Toribio
de Cáceres y Virtudes:

“Sin embargo”, dijo Delaura, “Creo que lo que nos parece


demoniaco son las costumbres de los negros, que la niña ha
aprendido por el abandono en que la tuvieron sus padres”.

“¡Cuidado!”, lo alertó el obispo. “El enemigo se vale mejor


de nuestra inteligencia que de nuestros yerros” (p. 124).

Este abandono que expresa el personaje permitió que Dominga de Adviento


asumiera una especie de adopción simbólica con Sierva María, adopción
imposible en un plano distinto de la ficción, llena de cuidados, enseñanzas
y aprendizajes que años posteriores se convertirán en una amenaza para
la sociedad cartagenera de aquella época. Son pues estos conocimientos
adquiridos al lado de Dominga de Adviento los que llevarán a Sierva María
ante el Tribunal del Santo Oficio, amenaza en términos de lo desconocido,

46
Edwin Carvajal Córdoba y María Eugenia Osorio Historia y ficción en del amor…

pues es precisamente la incapacidad de comprender la cultura otra, la negra


en este caso, por parte de la Iglesia católica, lo que a la postre ocasionará la
muerte de Sierva María y la de cientos de mujeres en el contexto histórico
colonial vivido en el continente americano en los siglos XVII y XVIII.

En el plano de la historia de Cartagena de Indias, el caso de superstición


atribuido a Lorenza de Acereto fue uno de los más sonados por supuestas
prácticas mágicas que motivaron un proceso de Inquisición en esta ciudad
caribeña. Según Méndez (20005, p. 11), este personaje histórico se casa a
los 12 años con el escribano público Andrés del Campo de 38 años, quien
la lleva a vivir a su casa con otras dos concubinas. La conducta libertina del
escribano precipitó que Lorenza tuviera relaciones de amistad muy estre-
chas con los esclavos a su servicio, quienes le inculcaron la afición por las
prácticas mágicas, las costumbres africanas, así como la preparación de
brebajes, pócimas y conjuros. Además, cuenta Méndez (2005, p. 12), que
Lorenza presionada por la sanción social de sus prácticas sociales y culturales
africanas, y con la Inquisición a sus espaldas, hizo un intento de fuga de la
ciudad en compañía de sus tres esclavas, pero fue aprehendida por el Santo
Oficio e ingresada al convento de las Carmelitas Descalzas, acusada de delitos
contra la fe católica, representados en prácticas de hechicería y brujería.
Finalmente, durante el proceso que duró varios meses, Lorenza de Acereto
estuvo recluida en cárceles secretas de la Inquisición, y fue condenada al
destierro de la ciudad y a una multa de 4000 ducados de Castilla para gastos
extraordinarios del Santo Oficio (Méndez, 2002, p. 13).

El paralelismo entre la historia de Lorenza y Sierva María es claro: ambas


niñas de 12 años, pertenecientes a una clase social adinerada, y que conviven
en un ambiente cultural netamente africano, dados sus vínculos cercanos
con sus respectivos esclavos. Asimismo, ambas se vieron afectadas por
las determinaciones del Santo Oficio, bien sea por las prácticas libertarias
de la primera o por la enfermedad física de la segunda que fueron vistas
por la autoridad eclesiástica como trastornos espirituales, herejes, que se
debían corregir so pena de una propagación y contaminación sin límite en
la ciudad. En fin, ambas historias se conectan de forma intertextual con el
vigor literario que caracteriza la prosa del escritor colombiano, y, en ambas,
la representación de los dos personajes protagónicos alude a motivos que
la Inquisición censuró y castigó tales como la oposición a la ciencia, a las
ideas libertarias e incluso a la imaginación literaria, por ser considerados
motivos que ponen en peligro la integridad del ser y a la institucionalidad
religiosa.

Lo anterior constituye otro elemento de la NNH, recreado finamente por la


ficción literaria del premio nobel colombiano. Se trata de la construcción de
personajes a partir de referentes reales, es decir, valerse de los anales histó-
ricos en los que se registra la identidad de una mujer –Lorenza de Acereto–,
para luego nutrirla con elementos propios de la ficción; una larga cabellera
de veintidós metros con once centímetros, con lo cual se consigue construir
un nuevo personaje. Hay quizá un elemento más sutil en la construcción de
la historia del colombiano, en tanto que, como lo apunta Luis Carlos Restrepo
(2012), “Hablar de Lorençana de Acereto en el Tribunal de la Inquisición en
Cartagena de Indias es hablar de una mujer, y no de la mujer en particular,

47
Taller de Letras N° 60: 39-52, 2017

ya que ella simboliza, de alguna manera, la situación de las mujeres de su


época” (2012, p. 27).

Con la recreación del personaje se reactualiza entonces la historia de la


mujer en particular, pero se observa entonces la forma como el texto ficticio
y la historia “oficial” se debaten en la narración creando coincidencias y con-
tradicciones importantes para el conocimiento del personaje y de la época
recreados. En este sentido, continuando con el estudio de Isabel Rodríguez-
Vergara, plantea la crítica bogotana que ambas historias se cruzan en la novela
por sus semejanzas pero también por sus marcadas diferencias. Y añade que

Las incriminaciones a Sierva María, aunque similares a


las de su doble, aparecen poetizadas en el discurso de
la novela; sin embargo, García Márquez interfiere para
agregar las suyas, o exagerar las existentes contra los
colonos, llevando el discurso de la novela a sus límites.
Podríamos condensar esos ‘límites’ en dos rasgos sobresa-
lientes: primero, la relación de Sierva María, culturalmente
negra africana, con un sacerdote blanco; y segundo, su
enfermedad (inventada por los colonos). El fin de las dos
‘historias’ asimétricamente marca también la condena del
narrador de la novela, al sistema colonizador (Rodríguez-
Vergara, 1997, p. 130).

Debido al rigor investigativo que caracteriza al nobel colombiano en sus


proyectos literarios de carácter histórico, es dable suponer que conocía muy
bien la historia de Lorenza, y que desde el principio esta historia se consti-
tuyó en otro pretexto para recrear y denunciar con tono irónico las prácticas
inquisitoriales coloniales, las cuales fueron injustas y desprovistas de la
razón, pero que hoy pueden ser vistas como arcaicas o incluso fabulosas.
Por tanto, al reforzar el tinte histórico de este drama también se visibilizan
los conflictos culturales y religiosos que estremecieron un momento histó-
rico en la Cartagena Colonial, con un Tribual del Santo Oficio que censuró
y reprimió prácticas sociales que en nuestros días suelen ser consideradas
como conductas del sentir humano.

Para destacar esta postura de Gabriel García Márquez, es importante


volver al texto de Orlando Araújo dedicado al Caribe recreado en la obra del
nobel colombiano. Para Araújo,

[...] la eventual revisión de la modernidad imperante, que


propone García Márquez en su toma de posición, conduce,
indefectiblemente, al cuestionamiento del discurso histórico
institucional en América Latina (2010, p. 69).

Es decir, al cuestionamiento oficial representado en el poder, en este


caso religioso, para develar los silencios y los atropellos cometidos contra la
población civil, en este caso las mujeres, tal como se ha evidenciado en la
novela objeto de este estudio. Más adelante, el mismo Araújo concluye esta
lectura crítica del papel de la historia en la ficción garciamarquiana, afirmando
que “Una voz oficial que, puesta al servicio de la burguesía, ha servido más

48
Edwin Carvajal Córdoba y María Eugenia Osorio Historia y ficción en del amor…

para edificar silencios que para develar el rostro oculto de nuestra identidad”
(Araújo, 2010, p. 69).

Por otro lado, conviene relacionar algunos fragmentos del relato narrativo
en clave de ficción con el caso inquisitorial relatado antes en clave de texto
histórico. Para Seymour Menton (1993), una de las características de la novela
histórica tiene que ver con “la distorsión consciente de la historia mediante
omisiones, exageraciones y anacronismos” (1993, p. 3). Característica que se
podría asociar en esta lectura crítica con el papel que cumplió en la Colonia
el Tribunal del Santo Oficio de la Inquisición en la ciudad de Cartagena de
Indias. En este sentido, es claro que la novela plantea una crítica a dicha
institución, a sus procedimientos y formas de castigo contra aquello que no
lograba una explicación desde los preceptos conservadores y dogmáticos
implantados por la Iglesia Católica. Y es por ello que el papel de este Tribunal
se pone entredicho con las disputas propias entre el obispo y las clarisas, se
ridiculiza con las menciones a la brujería que desde las mismas instituciones
religiosas se atribuyen mutuamente, en una especie de demonización de las
autoridades eclesiásticas, y se ironiza con la relación amorosa entre el padre
Cayetano, guía espiritual de la institucionalidad religiosa, y Sierva María,
víctima de la enfermedad de la rabia, que desde la institución se confunde
con la brujería.

Aquí el anacronismo principal radica en la representación ambivalente


de la propia Iglesia Católica, pues tanto monjas como sacerdotes se acusan
de ejercer prácticas que atentan contra la moral y que ponen en tela de
juicio su misión como ente protector de las buenas costumbres cristianas.
Ambivalencia que además de poética se representa con ironía, con el fin de
ridiculizar y poner en entre dicho la autoridad eclesiástica en el contexto
literario. Al respecto, el siguiente fragmento ejemplifica este anacronismo
vivenciado en las figuras del cura Cayetano, el obispo Toribio y la abadesa
Josefa Miranda:

“Si alguien está poseído por todos los demonios es Josefa


Miranda”, dijo Delaura. “Demonios de rencor, de intole-
rancia, de imbecilidad. ¡Es detestable!”.

“El obispo de admiró de su virulencia. Delaura lo notó, y


trató de explicarse en un tono tranquilo.

Quiero decir”, dijo, “que le atribuye tantos poderes a


las fuerzas del mal, que más bien parece devota del
demonio”.

“Mi investidura no me permite estar de acuerdo contigo”,


dijo el obispo. “Pero me gustaría estarlo” (García Márquez,
1994, p. 128).

Siguiendo con Menton, éste plantea que en la nueva novela histórica es


fundamental “la ficcionalización de personajes históricos” (3), lo cual sólo
corrobora el sentido de historicidad de los relatos aludidos, toda vez que
Sierva María de todos los Ángeles es un epígono incompleto de Lorenza

49
Taller de Letras N° 60: 39-52, 2017

de Acereto, es decir, su modelo de representación e identificación, pero


tejido con los artificios propios de la ficción con los que adquiere autonomía
total, de tal forma que pueda diferenciarse del modelo original. Es decir,
así como afirmamos que el escritor conoce la historia de Lorenza, y que
traslada algunas de sus características (edad, origen, época, gusto por la
cultura y costumbres africanas y principalmente la acusación que recae
sobre ella de brujería por parte del Tribunal del Santo Oficio); sostenemos
que la recrea, al tiempo que la trasforma gracias a la incorporación de
nuevos elementos que adoban a su personaje Sierva María: su larga ca-
bellera color cobre intenso, su relación amorosa con el padre Cayetano y
el motivo de su fatalidad: la mordedura de perro. En síntesis, el personaje
histórico de Lorenza se personifica en algunas de las conductas propias
de Sierva María, lo que permite relacionarlas, especialmente a partir del
elemento extraño o exótico, lo africano, que finalmente las lleva a afron-
tar los medios represivos del Santo Oficio por los supuestos delitos que
atentan la fe católica.

También se debe destacar en la anterior recreación del personaje his-


tórico estudiado el artificio del vínculo amoroso entre Cayetano y Sierva,
o mejor, entre la Iglesia Católica y lo demoníaco según los términos del
Santo Oficio. En este sentido, asistimos a una ironía por parte del narra-
dor, quien en la ficción emparenta dos entes que son irreconciliables en
la historia de Lorenza; ironía además porque en la ficción constituyen ese
potente artificio que posibilita el amor y la representación de los pasajes
más sublimes y eróticos de la novela vivenciados por Cayetano y Sierva
María, y en la historia son los elementos antagónicos del juicio, y jamás
podría establecerse vínculos distintos a los esbozados, es decir, de acu-
sador y acusada.

Seymour Menton (1993), siguiendo con las características de la nueva


novela histórica, plantea también que en esta existe un interés por el “cues-
tionamiento de la historia oficial por razones políticas, estéticas o filosóficas”
(1993, p. 4). En el trasfondo histórico de la novela es claro que se busca
una nueva mirada al papel que cumplió la Iglesia en el periodo Colonial,
no sólo en Cartagena de Indias, sino en todas las colonias españolas en
América. De esta forma se percibe un cuestionamiento a la institución como
tal, a sus prácticas ortodoxas para defender sus creencias, y a los atropellos
cometidos contra los ciudadanos, especialmente mujeres y negros. De esta
forma, la novela busca cambiar el imaginario de muchos lectores de creer
el papel de la Iglesia en el periodo de la Colonia en América como algo
sosegado y lleno de bondad, por una creencia más cercana a la realidad
vivida por los negros y las mujeres en particular, lejos de la versión oficial
llena de estereotipos e imaginarios apacibles.

En síntesis, asistimos entonces a la narración novelesca en la que una


parte del discurso oficial, en este caso discurso religioso, se pone entre-
dicho por su incapacidad para retratar un periodo revoltoso y enrarecido
de la historia de Cartagena de Indias. Y a cambio, favorece otra mirada
del fenómeno inquisitorial, no exento de una interpretación ideológica,
como opera casi siempre en todo discurso, y mucho más en este discurso
narrativo que se mueve entre lo histórico religioso y lo ficcional fabuloso.

50
Edwin Carvajal Córdoba y María Eugenia Osorio Historia y ficción en del amor…

A manera de conclusión

Es importante mencionar que con esta narración el escritor trata de ex-


plicar aspectos antropológicos del presente del país a partir de un discurso
que ficcionaliza un acontecimiento histórico del pasado, y de esta forma
expone otra mirada del conflicto socio-histórico vivido en la Cartagena
colonial de la época recreada; discurso que, por supuesto, buscará actua-
lizar el pasado y reconstruir su nueva significación en este nuevo contexto
social. Es por ello que el escritor parte de un discurso literario, un poco
disidente, que se contrapone al discurso institucionalizado, lo que supone
de entrada no sólo un cuestionamiento a las leyes inquisitoriales de la
colonia americana, sino, sobre todo, una transgresión al propio discurso
histórico hegemónico.

De esta forma, observamos entonces que narrar la historia, tal como se


vislumbra en el epígrafe de este texto, implica la organización y actualiza-
ción de episodios del pasado, como el que representa García Márquez en su
novela, de tal forma que se pueda crear una nueva situación en la que con-
viven ambas experiencias discursivas: la histórica con su tinte de injusticas
y la literaria con sus reelaboradas denuncias.

Para terminar, basta decir que la historia hecha ficción en Del amor y otros
demonios, como representante de la Nueva Novela Histórica en América Latina,
nos muestra entonces cómo mediante la recreación de un personaje histórico
del Caribe colombiano García Márquez plantea un proyecto narrativo para
cuestionar las estructuras de poder en la Cartagena colonial, representadas
en los mecanismos legitimadores, opresivos y autoritarios del Santo Oficio
para sostener una verdad espiritual que oprimía y esclavizaba; verdad que
distaba mucho del discurso evangelizador, pacifista y benefactor como en
muchos casos se quiere presentar el papel cumplido por la Iglesia Católica
en la Colonia Americana.

Obras citadas

Abrams, M.H. (1999). A glossary of literary terms. Boston: Heinle & Heinle.
Araújo Fontalvo, O. (2010). Gabriel García Márquez. El Caribe y los espejis-
mos de la modernidad. Barranquilla: Ediciones Uninorte.
Britto, L. (2008). Historia oficial y nueva novela histórica. Disponible en:
http://ffyl.uncu.edu.ar/IMG/pdf/3-LUIS_1.RTF.pdf [Recuperado el 13
de enero de 2016].
Cruz Kronfly, F. (1994). “Ficción y novela histórica”. En: Literatura colombiana
hoy. Kohut, Karl (editor). Frankfurt: Universidad de Eichstatt, p. 68-72.
García Márquez, G. (1994). Del amor y otros demonios. Bogotá: Norma.
Genette, G. (1977). Figures III. París: Editions du Seuil.
Lukács, G. (1977) La novela histórica. Disponible en http://www.scribd.com/
doc/14752667/Lukacs-Georg-La-Forma-Clasica-de-La-Novela-Historica
[Recuperado el 1 de enero de 2016].
Méndez, Carlos G. (2005). “La inquisición de Cartagena de Indias y su papel
como represor de algunas actividades denominadas como brujería
en el siglo XVII”. Disponible en: http://es.scribd.com/doc/44886845/

51
Taller de Letras N° 60: 39-52, 2017

La-Inquisicion-en-Cartagena-de-Indias [Recuperado el 10 de enero


de 2016].
Menton, S. (1993). La nueva novela histórica de la América Latina. México:
Fondo de Cultura Económica.
Morello-Frosch, M. (1986). “Ficción e historia en Respiración artificial de
Ricardo Piglia”. En: Discurso literario, Vol. 1, Nº 2.
Restrepo, L.C. (2012). El discurso de las condenadas; brujas y hechiceras
en la Inquisición de Cartagena de Indias siglo XVII (1610-1650). Libro
disponible en: http://es.scribd.com/doc/122790795/El-discurso-de-
brujas-y-hechiceras-en-la-Inquisicion-Cartagena-de-Indias [Recuperado
el 6 de enero de 2016].
Rodríguez-Vergara, I. (1997). “Del amor y otros demonios. Incinerando la
Colonia”. En: Kline, Carmenza y Cobo-Borda, Juan Gustavo (comp.).
Apuntes sobre literatura colombiana. Bogotá: Ceiba Editores, pp. 123-136.
Silva, M. (2008). Las novelas históricas de Germán Espinosa. Tesis doctoral.
Disponible en: http://www.tesisenxarxa.net/TESIS_UAB/AVAILABLE/
TDX-1120108-161332//mesr1de1.pdf [Recuperado el 8 de enero de
2016].
Vargas Llosa, M. (1990). La verdad de las mentiras: ensayos sobre literatura.
Barcelona: Seix Barral.

52

También podría gustarte