Informe Cap 13-14 Bustelo

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Capítulo 13:

La contrarrevolución neoclásica (1978-1990)


La contrarrevolución neoclásica criticó con virulencia la intervención gubernamental
y las estrategias de industrialización por sustitución de importaciones y defendió
apasionadamente la liberalización interna (reducción del peso del Estado) y externa
(apertura comercial y financiera) de los países del Tercer Mundo.

Además, la CRN influyó claramente en las ideas de y los programas de los


principales organismos internacionales, con el llamado Consenso de Washington. Tal
planteamiento puede observarse en los informes anuales de Banco Mundial y su
incidencia se reflejó enseguida en los programas de ajuste estructural de esa institución.
La CRN revitalizó la monoeconomía, con los argumentos de que los agentes de los
países del Tercer Mundo muestran un comportamiento económico racional similar al
observado en los países ricos y de las políticas de desarrollo. Además, repuso al
crecimiento y al ajuste en el pedestal del que habían sido depuestos por el enfoque de
las necesidades básicas más interesantes en cuestiones sociales y de distribución.

El contenido teórico de la contrarrevolución neoclásica consistió fundamentalmente


en los dos aspectos siguientes:

- La insistencia en la eficacia del mercado como mecanismo de asignación de los


recursos, junto con la crítica consiguiente a las distorsiones provocadas por la
intervención del Estado en la actividad económica.
- El hincapié en las ventajas que ofrece una participación plena en el comercio
mundial, mediante un régimen comercial liberal y un sistema de incentivos
neutral.

Los antecedentes del resurgimiento neoclásico han de buscarse en dos importantes


grupos de estudios publicados en los anos sesenta y setenta: el análisis crítico de las
políticas de comercio exterior de los países del Tercer Mundo y la denuncia de las
contraproducentes prácticas de intervención estatal en sus economías.
Los estudios de Balassa o Little desarrollaron el concepto de protección efectiva, esto
es, de la protección dispensada únicamente al valor añadido. Concluyeron que los países
con mayor protección efectiva tendían a crecer menos que los que registraban menos
protección. La explicación teórica era que la protección del mercado interior en el
marco de las estrategias de la ISI suponía un fuerte sesgo en contra de las exportaciones.
Algunos autores, como Krueger, calcularon el coste en recursos internos de algunos
proyectos de ISI, con objeto de poner de manifiesto que su tasa de rendimiento podía
ser, en ocasiones, muy baja e incluso negativa.

Todos esos estudios perseguían mostrar teórica y empíricamente la necesidad de que


los países del Tercer Mundo iniciasen una liberalización comercial con miras a
promover una especialización acorde con la ventaja comparativa.

El segundo conjunto de estudios fue el del análisis crítico de algunas políticas


macroeconómicas en los países del Tercer Mundo. En términos mas generales, la
discusión sobre las distorsiones o imperfecciones de una economía distinguió dos
posiciones la de los partidarios del laissez-faire , para quienes no solo había que
eliminar las distorsiones exógenas sino que era también necesario no interferir en las
distorsiones endógenas, ya que la corrección era contraproducente; y la de los
economistas del bienestar, que admitían la necesidad de contrarrestar algunas
distorsiones endógenas mediante la intervención gubernamental.

Las razones que explican que la CRN se iniciase masivamente a finales de los años
setenta son, sin duda, numerosas y complejas. No obstante, es posible enumerar las
principales:

- El fuerte cambio de la correlación de fuerzas a nivel mundial.


- El creciente descredito del análisis keynesiano en los países desarrollados.
- La llegada de partidos conservadores al poder en el Reino Unido (Thatcher),
Estados Unidos (Reagan) y Alemania (Kohl).
- La crisis de la deuda externa.
- El fracaso manifiesto de las estrategias estatalistas de desarrollo en el Tercer
Mundo.
- La interpretación sesgada y arbitraria del éxito de los “dragones” asiáticos.

Las prescripciones de la CRN fueron fundamentalmente las dos siguientes:


 Liberalización interna, esto es, reducción del intervencionismo estatal,
considerado ineficaz, costos y contraproducente, con objeto de disminuir las
distorsiones exógenas de los precios de bienes y factores.
 Liberalización externa, esto es, reducción del grado de protección del mercado
interior, para que la apertura a la economía mundial suponga un incentivo de
eficiencia y competitividad y para cancelar el sesgo contrario a las exportaciones
inherente a la protección.

La intervención del Estado, especialmente cuando se produce mediante controles


administrativos o, más en general, planificación del desarrollo, tiene, a juicio de los
partidarios de la CRN, múltiples inconvenientes. Ante tales inconvenientes, la
recomendación obvia de la CRN es la de hacer más y mejor uso de mecanismos de los
precios, esto es, dejar que éste opere en el marco de mercados competitivos.

El defecto principal de la CRN fue que combinó aspectos positivos, con una lista no
menos larga de inconvenientes:

1. El énfasis en los problemas de la asignación de los recursos a corto plazo


suponía pasar por alto los aspectos dinámicos inherentes al propio desarrollo.
2. El análisis de equilibrio parcial o general, hacia imposibles percibir el desarrollo
como una secuencia de desequilibrios.
3. La insistencia en las ventajas del comercio internacional no permitía poner de
manifiesto los costes y los riesgos potenciales de la especialización acorde con la
ventaja comparativa.
4. Plantear que el fomento de las exportaciones excluye necesariamente la
protección y cualquier sesgo en el régimen de incentivos de comercio exterior es
una generalización abusiva.
5. La confianza extrema en el sistema de precios en condiciones de libre mercado,
como mecanismo para transmitir información y guia para asignación deficiente
de los recursos, suponía pasar por alto, fenómenos como: muchas empresas no
son “precios-aceptantes” sino “precio-creadoras”; ciertos cambios del nivel de
producción no se deben a modificaciones en los precios relativos en dirección de
igualar costes e ingresos marginales (para maximizar los beneficios) sino a
simples variaciones en las cantidades.
Capítulo 14:

El enfoque favorable al mercado (desde 1990)


A principios de los años noventa se produjo un nuevo giro en los estudios ortodoxos
sobre el desarrollo. Dos causas de esa reevaluación critica y de la aparición de una
nueva ortodoxia merecen ser destacadas.

En primer lugar, las políticas ortodoxas aplicadas a muchos países del Tercer Mundo
en los años ochenta arrojaron resultados mediocres, cuando no claramente negativos. El
crecimiento de la renta per cápita real no solo se redujo en 1980-1990, respecto con
1970-1980, para el conjunto del Tercer Mundo, sino que incluso cambió de signo,
haciéndose negativo, Medio Oriente y Norte de África, África subsahariana y América
Latina y el Caribe. Esas fueron precisamente las regiones en las que se aplicaron mas
nítidamente las recetas ortodoxas de deflación y desregulación. Por el contrario, Asia
oriental y Asia meridional, que recurrieron mucho menos a ese tipo de medidas, vieron
aumentar el incremento de sus ingresos por habitante.

En segundo lugar, las fuertes críticas dirigidas al enfoque neoclásico radical, que el
Banco Mundial había avalado fervientemente en algunos informes anuales, como los de
1981, 1983 y 1987, hicieron que se empezase a reconsiderar las razones de éxito de los
“dragones” asiáticos y a aceptar la idea de que la intervención del Estado podía ser un
factor de desarrollo.

La reevaluación de la actitud radicalmente liberal de mediados de los años ochenta


desembocó en la defensa de un enfoque favorable al mercado o que armonizase con
este. En esa nueva concepción se admite explícitamente la intervención del Estado, pero
siempre que se encamine a sustentar o apoyar, y no a sustituir o suplantar, al mercado.
Tal enfoque descansa sobre las ideas siguientes:

- El Estado debe permitir al mercado funcionar cuando este ultimo este en


condiciones de hacerlo.
- Solo cuando el mercado este insuficientemente desarrollado, o si su libre
funcionamiento resulta inadecuado, es legitima la intervención estatal.
- La intervención del Estado debe hacerse con acierto y cautela, esto es, debe
armonizar con el mercado para evitar al máximo las distorsiones de precio, y
estar sujeta a una eliminación rápida si tiene efectos no deseados.

En particular, el nuevo enfoque de “estrategia favorable al mercado” admite la


necesidad de políticas deliberadas para:

En primer término, el mantenimiento de la estabilidad macroeconómica debe


consistir en conseguir un déficit público sostenible. Su aumento desmesurado puede
presionar al alza la inflación, reducir las oportunidades de inversión del sector privado y
afectar negativamente al ahorro y a la inversión.

En segundo lugar, asegurar un entorno competitivo para las empresas estriba, en


opinión del Banco Mundial, en establecer de entrada un marco jurídico y normativo
apropiado, es decir, en definir y proteger los derechos de propiedad y en crear sistemas
jurídicos, judiciales y normativos eficaces.

En tercer lugar, el Estado debe efectuar inversiones en capital humano,


infraestructuras y protección del medio ambiente. El Gobierno debe asegurarse de que
aumente la calidad o eficacia de esas inversiones, teniendo muy presentes las
prioridades.

En cuarto lugar, el Estado debe fomentar el desarrollo institucional, mejorando la


eficacia de la administración pública y promoviendo las libertades políticas y civiles.

En otros términos, la intervención del Estado en los países de Asia oriental habría
surgido de una firme voluntad de no negar, suprimir, sustituir o remplazar el mercado
sino complementarlo (en lo que hacia bien) y gobernarlo (en lo que hacia mal). Además,
esa intervención publica habría tenido muy en cuenta las señales del mercado, habría
adoptado métodos favorables al mismo y habría desembocado en un marco que no
reprimió las fuerzas del mercado, sino que sencillamente las sustentó.

El estudio del Banco Mundial sobre Asia oriental intenta aplicar el enfoque teórico
de su Informe de 1991. Según ese trabajo, los países asiáticos habría:

 Mantenido la estabilidad macroeconómica, al limitar el tamaño de los déficits


públicos a la capacidad de financiación.
 Creando un marco competitivo favorable a las empresas privadas.
 Efectuando inversiones en capital humano y físico.
 Condicionado el apoyo a empresas y sectores al cumplimiento por su parte de
unos objetivos claramente definidos y comprobables.

La intervención del Estado en Corea del Sur y Taiwán consistió, desde los años
sesentas, no en actuar de manera pasiva para remediar sencillamente las disfunciones
del mercado, sino en hacerlo activamente para fijar los precios incorrectamente, esto es,
para distorsionarlos deliberadamente con objeto de estimular la inversión y el comercio
exterior.

No se trató por tanto de una estrategia que armonizó con el mercado sino de una
intervención deliberada para alterar los precios relativos y modificar el funcionamiento
del mercado. En otros términos, el Estado no gobernó el mercado, sino que lo reprimió.
Además, esa represión condujo a un proceso de crecimiento rápido y sostenido, a una
profunda transformación estructural y a notables mejoras en el nivel y la calidad de vida
de la población.

En suma, a diferencia de la interpretación del Banco Mundial, esta tesis no solo niega
que hubiese un bajo grado de distorsión de precios, relativos, con objeto de conseguir
que se desviasen apreciablemente de sus niveles de mercado o de equilibrio, fue positiva
para el crecimiento.

Finalmente, las pretensiones del Banco Mundial de constituirse como el único


poseedor de la verdad en economía del desarrollo deben, por tanto, contemplarse con
suma precaución, pues representan sencillamente un intento de disfrazar lo que no son
más que opciones ideológicas determinadas con razonamientos científicos
presuntamente incontrovertibles.

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