Este documento describe la histeria pseudopsicótica o disociativa, en la que el paciente simula síntomas de una enfermedad mental como las psicosis mediante seudoalucinaciones y un comportamiento infantil. A diferencia de la simulación, esto ocurre porque el sujeto se autoengaña para satisfacer su necesidad de atención. La estructura de personalidad de estos pacientes es más inmadura y sugestionable, identificándose con las fantasías que escenifican hasta vivirlas como reales. Sin embargo, la falsificación ocurre principalmente
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Este documento describe la histeria pseudopsicótica o disociativa, en la que el paciente simula síntomas de una enfermedad mental como las psicosis mediante seudoalucinaciones y un comportamiento infantil. A diferencia de la simulación, esto ocurre porque el sujeto se autoengaña para satisfacer su necesidad de atención. La estructura de personalidad de estos pacientes es más inmadura y sugestionable, identificándose con las fantasías que escenifican hasta vivirlas como reales. Sin embargo, la falsificación ocurre principalmente
Este documento describe la histeria pseudopsicótica o disociativa, en la que el paciente simula síntomas de una enfermedad mental como las psicosis mediante seudoalucinaciones y un comportamiento infantil. A diferencia de la simulación, esto ocurre porque el sujeto se autoengaña para satisfacer su necesidad de atención. La estructura de personalidad de estos pacientes es más inmadura y sugestionable, identificándose con las fantasías que escenifican hasta vivirlas como reales. Sin embargo, la falsificación ocurre principalmente
Este documento describe la histeria pseudopsicótica o disociativa, en la que el paciente simula síntomas de una enfermedad mental como las psicosis mediante seudoalucinaciones y un comportamiento infantil. A diferencia de la simulación, esto ocurre porque el sujeto se autoengaña para satisfacer su necesidad de atención. La estructura de personalidad de estos pacientes es más inmadura y sugestionable, identificándose con las fantasías que escenifican hasta vivirlas como reales. Sin embargo, la falsificación ocurre principalmente
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Histeria seudopsicótica o disociativa.
La elección del adjetivo
«seudopsicótica» para este tipo de histeria me viene sugerido por el hecho de que, así como en la histeria de conversión el paciente hace la analogía con el nivel de las actividades aconductales -síntomas seudoneurológi- cos-, aquí la analogía se lleva a cabo con actividades del mismo nivel conducta!, pero de carácter anómalo. Dicho de otra forma: si en la histeria de conversión el remedo es la enfermedad neurológica, en la disociativa el remedo es la enfermedad mental, la psicosis. También en esta forma hay una supeditación a patrones culturales e históricos. Las famosas descripciones de ]ANET de personalidad múltiple, de sonambulismo y de fugas amnésticas no tienen relevancia clínica actual, salvo en comarcas culturalmente confinadas. La forma actual más frecuente es la que adopta la analogía con la psicosis delirantealucinatoria aguda (ver 4.3.2.1): el paciente aparece ante nosotros con seudoalucinaciones, o refiere tenerlas: se trata de visiones que, según dice, presentan carácter terrorífico, como caras amenazadoras. No obstante, de aparecer netamente ante nosotros con la seudopsicosis, el paciente muestra unas actitudes pue- riles, con respuestas paralógicas, con un negativismo que tiene más de oposicionismo infantil, de negativismo teatral, escenificador. No se trata de una burda simulación sino de la necesidad incoercible del sujeto de autoengañarse. En ocasiones se dan los denominados estados crepusculares histéricos o psicógenos, en los que la dominante es la apariencia de seudoau- tomatismos durante un intervalo de tiempo, a veces de horas o días, segui- dos de supuesta amnesia. La estructura de la personalidad del histérico es más inmadura aún que la del histérico de conversión, por lo general. No es posible diferenciar los síndromes seudopsicóticos del hecho mismo de la organización de su self. Se trata de sujetos impresionables, sugestionables, pero no sólo frente a las reíaciones externas, sino frente a sus propias fantasías. La mitomanía del histérico comienza siendo la falsificación de una realidad con miras a la obtención de un beneficio secundario, que aquí tiene carácter inmediato (necesidad de estimación, filotimia); pero posteriormente tales falsificacio- nes componen una trama en la que indisolublemente se mezclan realidades e inexactitudes, y de éstas, las que parece no creer y las que parece creer. De esta forma, a través de la identificación con lo que escenifica -con su self escenificado- es como el histérico llega a vivir realmente la construc- ción fantástica. Pero, insisto, la falsificación es, ante todo, ante sí mismo.