Unidad 2 Fase 2 520009 - 7
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GRUPO: 520009_7
CODIGO: 1002860225
LICENCIATURA EN FILOSOFIA
ABRIL 2020
INTRUDUCION
No es que Kublai Kan crea en todo lo que dice Marco Polo cuando le describe las ciudades
que ha visitado en sus embajadas, pero es cierto que el emperador de los tártaros sigue
escuchando al joven veneciano con más curiosidad y atención que a ningún otro de sus
mensajeros o exploradores. En la vida de los emperadores hay un momento que sucede al
orgullo por la amplitud desmesurada de los territorios que hemos conquistado, a la
melancolía y al alivio de saber que pronto renunciaremos a conocerlos y a comprenderlos;
una sensación como de vacío que nos acomete una noche junto con el olor de los elefantes
después de la lluvia y de la ceniza de sándalo que se enfría en los braseros; un vértigo que
hace temblar los ríos y las montañas historiados en la leonada grupa de los planisferios,
enrolla uno sobre otro los despachos que anuncian el derrumbarse de los últimos ejércitos
enemigos de derrota en derrota y resquebraja el lacre de los sellos de reyes a quienes jamás
hemos oído nombrar, que imploran la protección de nuestras huestes triunfantes a cambio
de tributos anuales en metales preciosos, cueros curtidos y caparazones de tortuga.
Llegué en la primera juventud, una mañana, mucha gente iba rápida por las calles rumbo al
mercado, las mujeres tenían hermosos dientes y miraban directamente a los ojos, tres
soldados tocaban el clarín en una tarima, todo alrededor giraban ruedas y ondulaban
carteles de colores. Hasta entonces yo sólo había conocido el desierto y las rutas de las
caravanas. Aquella mañana en Dorotea sentí que no había bien que no pudiera esperar de la
vida.
La ciudad se te aparece como un todo en el que ningún deseo se pierde y del que tú formas
parte, y como ella goza de todo lo que tú no gozas, no te queda sino habitar ese deseo y
contentarte.
LAS CIUDADES Y LOS SIGNOS 1: Rara vez el ojo se detiene en una cosa, y es cuando
la ha reconocido como el signo de otra: una huella en la arena indica el paso del tigre, un
pantano anuncia una vena de agua, la flor del hibisco el fin del invierno. Todo el resto es
mudo e intercambiable; árboles y piedras son solamente lo que son. Finalmente el viaje
conduce a la ciudad de Tamara. Uno se adentra en ella por calles llenas de enseñas que
sobresalen de las paredes. El ojo no ve cosas sino figuras de cosas que significan otras
cosas.
LAS CIUDADES SUTILES: Dondequiera que los habitantes, excavando en la tierra largos
agujeros verticales, han conseguido sacar agua, hasta allí y no más lejos se ha extendido la
ciudad: su perímetro verdeante repite el de las orillas oscuras del lago sepulto, un paisaje
invisible condiciona el visible, todo lo que se mueve al sol es impelido por la ola que bate
encerrada bajo el cielo calcáreo de la roca. Por eso, dos clases de religiones se dan en
Isaura.
LAS CIUDADES Y LOS OJOS : De modo que al llegar el viajero ve dos ciudades: una
directa sobre el lago y una de reflejo, invertida. No existe o sucede nada en una Valdrada
que la otra Valdrada no repita, porque la ciudad fue construida de manera que cada uno de
sus puntos se reflejara en su espejo, y la Valdrada del agua, abajo, contiene no sólo todas
las canaladuras y relieves de las fachadas que se elevan sobre el lago, sino también el
interior de las habitaciones con sus techos y sus pavimentos, las pas perspectivas de sus
corredores, los espejos de sus armarios. Los habitantes de Valdrada saben que todos sus
actos son a la vez ese acto y su imagen especular, que posee la especial dignidad de las
imágenes, y esta conciencia les impide abandonarse ni un solo instante al azar y al olvido.
LAS CIUDADES Y LOS INTERCAMBIOS: Cuando los hilos son tantos que ya no se
puede pasar por en medio, los habitantes se marchan: las casas se desmontan; quedan sólo
los hilos y los soportes de los hilos. Desde la ladera de un monte, acampados con sus
enseres, los prófugos de Ersilia miran la maraña de los hilos tendidos y los palos que se
levantan en la llanura. Y aquello es todavía la ciudad de Ersilia, y ellos no son nada.
. 6. Los conceptos de coherencia y conexión: Una vez que Calvino logra desenmascarar
la estructura interna y exponerla a los lectores desconcertados ahonda en lo que considero
la veta más interesante del libro, las problemáticas que surgen de la descripción de las
ciudades.
8. El lenguaje Igualmente, puede interpretarse que se trata de una búsqueda del sentido de
la existencia. Existe asimismo una lectura posible bajo el prisma de la ecología urbana. O
de la relación entre utopía y realidad, casi desde un punto de vista platónico. Otra
interpretación, ofrecida por el propio Calvino, es la lectura como crítica a la ciudad y a la
sociedad moderna. Por tantos i el lector en cierta medida destruye y renueva reestructura el
significado de lo escrito, si, como afirma el propio Calvino, el lector tiene una participación
creativa activa en la obra escrita, podemos nosotros hacer una lectura arquitectónica de la
obra, lo que nos permite realizar una reflexión sobre la ciudad y sobre la arquitectura al hilo
del contenido de Las ciudades Invisibles.
10 Estructura interna del discurso El libro de Calvino tiene una estructura compleja.
Consta de nueve capítulos, de los cuales el primero y el último contienen la descripción de
diez ciudades, mientras el resto describe cinco cada uno, resultando un total de 55 ciudades.
A su vez, las ciudades se inscriben dentro de 11 categorías distintas las ciudades y la
memora, las ciudades y el deseo, las ciudades y los signos, las ciudades sutiles, las ciudades
y los intercambios, las ciudades y los ojos, las ciudades y el nombre, las ciudades y los
muertos, las ciudades y el cielo, las ciudades continuas, las ciudades escondidas
RERENCIA
https://leerlaciudadblog.files.wordpress.com/2016/05/calvino-las-ciudades-
invisibles.pdf
CONCLUCION
En conclusión podemos decir que dentro de las ciudades invisibles hay múltiples lecturas
y creaciones posibles de. Las ciudades invisibles, no hemos querido ceñirnos a un capítulo
o a una de las categorías que propone Calvino. .