Dialogos de Platon
Dialogos de Platon
Dialogos de Platon
PRIMER DIALOGO.-
En este primer dialogo se habla principalmente de polis que fue la unidad social
última del antiguo mundo griego: y que a tal centro de población vinieron a
someterse a incorporarse después las aldeas circunvecinas. El vínculo original de
los que constituyeron la polis debió de ser tribal, de sangre o parentesco, referido
a un héroe ancestral, y efectivamente en todas partes quedaron instituciones y
usos conformados con ese origen. Pero, en Atenas y en otros sitios, al correr del
tiempo y sus azares, sintieron los ciudadanos la comunidad de habitación y de
vida como rasgo capital de su unión.
SEGUNDO DIALOGO.-
TERCER DIALOGO.-
Platón en este dialogo plantea sus teorías políticas las cuales no surge sólo de la
contemplación de las realidades de su tiempo y de la insatisfacción que le
inspiran, sino de su repugnancia contra las teorías políticas corrientes. Hechos y
doctrinas van siguiendo un proceso paralelo. El pensamiento griego se aplicó
primeramente a la contemplación de la naturaleza, al estudio de sus leyes, a las
conjeturas sobre la composición del mundo físico. El Estado queda incluido en el
universo natural y, por lo tanto, resulta tan irreformable como la naturaleza misma;
es indiferente que los conceptos de justicia y ley se transporten de lo físico a lo
humano o se siga el proceso inverso: todo permanece dentro de lo fatal e
inevitable. Podemos imaginamos a un supuesto labrador asiático que siente cómo
llega hasta él la acción despótica del Estado, bienhechora o nociva, ya para
defenderle, ya para cobrarle el tributo, pero en uno y otro caso la cree tan
ineludible como la lluvia que fecunda sus mieses o el granizo que las destruye.
CUARTO DIALOGO.-
QUINTO DIALOGO.-
Este quizás es uno de los diálogos más importantes ya que aquí platón demuestra
su constitución comunista, un Rasgo llamativo en todos los tiempos, sobre todo
por lo de la comunidad de mujeres; interesante antaño, porque se le comparaba
con prácticas y modos de la primitiva sociedad cristiana, e interesantísimo hoy,
cuando el comunismo, realizado en ciertos países, es tema capital y casi
absorbente en las preocupaciones de los demás. Tomás Moro y otros muchos
autores del Renacimiento creyeron que en la ciudad de Platón todo era común y,
entendido ello así, las opiniones se dividieron en favor y en contra de semejante
concepción; pero la discusión venía ya de Aristóteles, que en el libro II de su
Política impugnó al maestro con argumentos que se han repetido luego hasta la
saciedad. La verdad es, sin embargo, que la comunidad de propiedad y familia,
que Platón impone sólo a las clases rectoras, es, por su carácter, fin y extensión,
algo inconfundible y que en algún modo está en franca oposición con el
comunismo moderno. A diferencia de éste no alcanza a toda la sociedad, sino sólo
a una pequeña parte de ella; es medio y no fin; es sacrificio y no satisfacción.
SEXTO DIALOGO.-
SEPTIMO DIALOGO.-