86 70 PB
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Çédille, revista de estudios franceses es una publicación electrónica de libre acceso que
edita la Asociación de Francesistas de la Universidad Española con la colaboración de
la Universidad de La Laguna.
Çédille da la bienvenida a cualquier propuesta original –ya sea en forma de
monografía, artículo, entrevista o nota de lectura– relacionada con los distintos
ámbitos que abarcan los estudios franceses y francófonos (lengua y lingüística,
literaturas, traducción, estudios comparados, metodología y didáctica, cultura y
civilización, etc.). Las contribuciones recibidas serán sometidas al arbitraje científico
de al menos dos especialistas en la materia (double-blind peer-review) y su aceptación o
rechazo se comunicará oportunamente a los autores. El Consejo Editorial se reserva el
derecho de desestimar aquellos trabajos que no se ajusten al ámbito de la revista, que
no alcancen la calidad mínima requerida o que no hayan sido redactados conforme a
las normas de edición que se detallan en su web.
URL: https://www.ull.es/revistas/index.php/cedille
DOI: https://doi.org/10.25145/j.cedille
Contacto: revista.cedille@gmail.com || cedille@ull.es
Dirección postal:
José M. Oliver Frade
Facultad de Humanidades (sección de Filología)
Universidad de La Laguna
Apartado 456
C.P. 38200 San Cristóbal de La Laguna
Santa Cruz de Tenerife (España)
ISSN: 1699-4949
nº 17, primavera de 2020
ÍNDICE
SUMMARY
José M. Oliver
Presentación del nº 17 de Çédille 7
Presentation of Çédille, 17
In memoriam Juan Herrero Cecilia 17
MONOGRAFÍA 10
Montserrat López Díaz & Annabelle Seoane, éd.
Les euphémismes dans les médias : entre voilements, démasquages et
discours qui les traversent
Euphemisms in Mass Media: Masking, Unmasking and Criss-Crossing
Discourses
Montserrat López Díaz & Annabelle Seoane 19
Les euphémismes dans les médias : entre voilements, démasquages et
discours qui les traversent. Présentation
Euphemisms in Mass Media: Masking, Unmasking and Criss-Crossing
Discourses. Introduction
Marc Bonhomme 25
Polyphonie divergente et mise en cause des euphémismes dans la presse
écrite
Diverging Polyphony and the Questioning of Euphemisms in Written Press
https://doi.org/10.25145/j.cedille.2020.17.01 3
Çédille, revista de estudios franceses, 17 (2020)
Ruggero Druetta 79
Euphémisation, conflit nominatif et ethos dans les entretiens politiques
médiatiques
Euphemization, Name Conflict and Ethos in Political Mediatic
Interviews
Annabelle Seoane 101
Euphémiser, se poser, s’opposer, s’imposer. Quelques stratégies
d’atténuation autour de l’affaire Fillon
Euphemizing, Taking Position, Opposing, Imposing: Some Attenuating
Strategies on Fillon’s affaire
VARIA
Áurea Fernández Rodríguez 115
La metáfora orientacional en traducción económica (fr-es-fr)
Orientational Metaphors in Economics Translation (fr-es-fr)
Flavie Fouchard 141
Lumières sur la guerre : ambivalence des symboles dans quatre récits de la
Grande Guerre
Enlightening War: The Ambivalence of Symbols in Four Tales of the Great
War
M.ª Ángeles García Aranda 167
La enseñanza de la pronunciación francesa en el Real Colegio de Santa
Isabel de Manila (1882)
Teaching French Pronunciation at the Real Colegio de Santa Isabel de Manila
(1882)
Violeta Garrido 197
La teoría literaria marxista en Francia: una revisión de las propuestas de
Lucien Goldmann y Pierre Macherey
Marxist Literary Theory in France: A Review of Lucien Goldmann’s and Pierre
Macherey's Approaches
Javier de la Higuera Espín 227
Ontologie de la littérature et subjectivité chez Foucault
Ontology of Literature and Subjectivity in Foucault
Nieves Ibeas Vuelta 243
Conciencia feminista, discurso literario y legitimación auctorial: Le Livre
de la Cité des Dames de Christine de Pizan
Feminist Consciousness, Literary Discourse and Auctorial’s Legitimacy: Le Livre
de la Cité des Dames by Christine de Pisan
https://doi.org/10.25145/j.cedille.2020.17.01 4
Çédille, revista de estudios franceses, 17 (2020)
https://doi.org/10.25145/j.cedille.2020.17.01 5
Çédille, revista de estudios franceses, 17 (2020)
N OTAS DE LECTURA
Mª Elena Baynat Monreal 479
La gastronomía como punto de encuentro entre lenguas y culturas
Gastronomy as a Linkage between Languages and Cultures
José María Castellano Martínez 485
Reflexiones traductológicas en torno al concepto de error cultural en
extractos literarios comparados
Reflections on Translation: The Concept of Cultural Mistake in Contrastive
Literary Extracts
José María Fernández Cardo 491
A redropelo: cuerpo locuaz y lenguaje poético de la modernidad
Against Nature: Eloquence and Poetic Language of Modernity
Marina Pedrol-Aguilà 497
Anthologie évocatrice des études de littérature en langue française des
XIXe et XXe siècles
Suggestive Anthology of Literary Studies in French from the XIXth and XXth
Centuries
https://doi.org/10.25145/j.cedille.2020.17.01 6
Çédille, revista de estudios franceses, 17 (2020)
Presentación
En el volumen anterior, publicado el pasado otoño, anunciábamos una serie
de cambios, la mayoría de los cuales se plasman ya en este número que ve la luz en la
plataforma Open Journal System (OJS). Gracias, en buena parte, al Servicio de
Publicaciones de la Universidad de La Laguna alcanzamos un objetivo largamente
ansiado y que, por diversas razones, no ha podido materializarse de manera efectiva
hasta ahora. Se consolida, así, una nueva etapa de Çédille, que se caracteriza por la
actualización y modernización de su sistema de gestión y edición, por el incremento
del volumen de artículos que se publican, por la consolidación de su estructura
temática y, finalmente, por la renovación y ampliación de su Consejo Editorial.
Es de destacar que la publicación de Çédille en esta plataforma OJS no solo
conllevará su inclusión en el catálogo de publicaciones periódicas de la Universidad
de La Laguna, sino que permitirá que los contenidos de la revista se conserven
también en el repositorio de la institución académica 1 y que nos beneficiemos de su
asesoramiento técnico.
Estamos convencidos de que los servicios que nos proporciona este sistema
supondrán un notable avance no solo para la visibilidad y difusión de la revista, sino
también para la comunicación entre esta y sus lectores, así como con sus autores y sus
evaluadores. Confiamos, igualmente, en que la gestión del elevado número de
propuestas que recibimos se beneficie de los recursos que proporciona esta
herramienta.
Hemos aprovechado la ocasión para ofrecer en nuestro nuevo portal web una
amplia y detallada información sobre diversos aspectos que definen y caracterizan
Çédille: desde su orientación editorial, su estructura orgánica y de contenidos, su
sistema de evaluación, su procedimiento de envío de originales o su reconocimiento
en índices de calidad hasta su código ético, sus políticas de acceso abierto y derechos
de autor o de antiplagio. Asimismo, hemos procedido a actualizar, ampliar y clarificar
las normas de edición y redacción, al tiempo que se han rediseñado las hojas de estilo
correspondientes a los artículos y a las notas de lectura, todo ello tanto en la versión
española como en la francesa.
La revista seguirá publicando dos números al año: uno en primavera y otro en
otoño. En cada uno de ellos habrá una sección titulada «Monografía» (compuesta por
un mínimo de cinco artículos sobre un tema concreto) y otra con el nombre de
«Varia» (en la que se agruparán los trabajos de investigación sobre cualquier tema
relacionado con nuestra especialidad), además de las «Notas de lectura» (o reseñas),
pudiéndose incluir otros tipos de textos puntuales (entrevistas, obituarios, etc.).
Para emprender esta nueva etapa resulta imprescindible reasignar funciones y
tareas en el seno del Consejo Editorial, de modo que haya un reparto más equitativo
1
https://riull.ull.es/xmlui/handle/915/2160.
https://doi.org/10.25145/j.cedille.2020.17.01 7
Çédille, revista de estudios franceses, 17 (2020)
https://doi.org/10.25145/j.cedille.2020.17.01 8
Çédille, revista de estudios franceses, 17 (2020)
CONSEJO EDITORIAL
Director
José M. Oliver Frade (Universidad de La Laguna)
Consejo de Redacción
Esther Bautista Naranjo (Universidad de Castilla–La Mancha)
Maria Dolors Cañada Pujols (Universitat Pompeu Fabra)
Lourdes Carriedo López (Universidad Complutense de Madrid)
Tomás Gonzalo Santos (Universidad de Salamanca)
Adelaida Hermoso Mellado-Damas (Universidad de Sevilla)
María José Hernández Guerrero (Universidad de Málaga)
Juan Jiménez Salcedo (Universidad Pablo Olavide)
Mª Àngels Llorca Tonda (Universidad de Alicante)
Juan Manuel López Muñoz (Universidad de Cádiz)
Vicente E. Montes Nogales (Universidad de Oviedo)
Françoise Olmo Cazavielle (Universitat Politècnica de València)
Pedro Pardo Jiménez (Universidad de Cádiz)
Ignacio Ramos Gay (Universitat de València)
Ana Belén Soto Cano (Universidad Autónoma de Madrid)
Jorge Juan Vega y Vega (Universidad de Las Palmas de Gran Canaria)
Marc Viémon (Universidad de Sevilla)
Comité Científico Asesor
Maria Hermínia Amado Laurel (Universidade de Aveiro. PT)
Susana Artal (Universidad de Buenos Aires. ARG)
Dolores Bermúdez Medina (Universidad de Cádiz. ES)
Alma Bolón (Universidad de la República. UY)
Maria de Jesus Cabral (Universidade de Coimbra. PT)
Philippe Caron (Université de Poitiers. FR)
Bernard Cerquiglini (Université Paris VII-Diderot. FR)
J. Fidel Corcuera Manso (Universidad de Zaragoza. ES)
Inmaculada Díaz Narbona (Universidad de Cádiz. ES)
María Luisa Donaire Fernández (Universidad de Oviedo. ES)
Dominique Faria (Universidade dos Açores. PT)
José María Fernández Cardo (Universidad de Oviedo. ES)
https://doi.org/10.25145/j.cedille.2020.17.01 9
Çédille, revista de estudios franceses, 17 (2020)
https://doi.org/10.25145/j.cedille.2020.17.01 10
Çédille, revista de estudios franceses, 17 (2020)
1
findr
CAPES
2
En DIGIBUG, el repositorio institucional de la Universidad de Granada, pueden consultarse las
distintas ediciones de este estudio bajo el título de «Índice H de las revistas científicas españolas según
Google Scholar Metrics», que ofrecen hasta ahora los datos de los periodos 2007-2011, 2008-2012,
2009-2013, 2010-2014, 2011-2015, 2012-2016, 2013-2017, 2014-2018. El último muestreo está
disponible en: https://doi.org/10.13140/RG.2.2.36649.13923.
3
https://www.fecyt.es/sites/default/files/users/user378/2020_02_ranking_revistas_sello_fecyt_ok.pdf.
https://doi.org/10.25145/j.cedille.2020.17.01 11
Çédille, revista de estudios franceses, 17 (2020)
Carhus Plus+
CNKI Scholar
Copac
Crossref
Dialnet
DICE (CSIC)
Dulcinea
EBSCO
Google Académico
IBZ Online
https://doi.org/10.25145/j.cedille.2020.17.01 12
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Journal Finder
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Latindex
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MIAR
Mir@bel
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Regesta Imperii
RESH
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Çédille, revista de estudios franceses, 17 (2020)
ROAD
Science Gate
Scientific Commons
Scopus
Sherpa-Romeo
SOCOLAR
WorldCat
Zeitschriftendatenbank
Panel de evaluadores
Prosiguiendo con nuestra costumbre de hacer pública periódicamente la
identidad de los expertos que intervienen en el proceso de evaluación de los trabajos
que nos son propuestos, presentamos seguidamente el panel de especialistas que han
realizado esta labor entre el 1 de enero y el 31 de diciembre de 20194:
Adela Cortijo Talavera (Universitat de València. ESP), Adelaida Hermoso Mellado-
Damas (Universidad de Sevilla. ESP), Alfonso Saura Sánchez (Universidad de
Murcia. ESP), Alicia Alted Vigil (Universidad Nacional de Educación a Distancia.
4
Otros listados de evaluadores se han publicado en los números 4 (2008), 6 (2010), 8 (2012), 11
(2015), 13 (2017), 14 (2018) y 16 (2019).
https://doi.org/10.25145/j.cedille.2020.17.01 14
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https://doi.org/10.25145/j.cedille.2020.17.01 15
Çédille, revista de estudios franceses, 17 (2020)
https://doi.org/10.25145/j.cedille.2020.17.01 16
ISSN: 1699-4949
nº 17, primavera de 2020
In memoriam
Juan Herrero Cecilia (26/7/1945 – 3/1/2020)
Desde sus inicios estudiantiles en el
Colegio Público San Juan el Bautista de
Carbonero el Mayor (Segovia), Juan Herrero
demostró una predilección por los campos del
saber relacionados con las Letras y los Estudios
Humanísticos, en los que siempre destacó y
trabajó afanosamente. Marchó a Madrid para
matricularse en Filología Francesa y Filología
Hispánica, que estudiaba al mismo tiempo
siguiendo las clases de una y otra titulación
mañana y tarde. Su excelencia académica le
valió el Premio Extraordinario de Licenciatura
por la Universidad Complutense en 1974.
Realizó su tesis doctoral bajo la dirección del
Dr. Francisco J. Hernández Rodríguez en la
Universidad de Valladolid, bajo el título de La
modernidad artística en À Rebours de J-K
Huysmans en la literatura simbolista y
modernista, trabajo que fue calificado con Apto
cum laude.
Pasó después a ocupar diversos puestos docentes en la Universidad de
Valladolid y fue Catedrático de Bachillerato antes de llegar a la recién inaugurada
Facultad de Letras de Ciudad Real (Universidad de Castilla-La Mancha), en la que
desempeñaría la mayor parte de su actividad profesional, primero, como Profesor
Titular y, después, como Catedrático de Filología Francesa, hasta su jubilación en
2015. El profesor Herrero impartió a muchas generaciones de estudiantes asignaturas
de Pragmática textual y Análisis del discurso, así como de Análisis y crítica literaria,
materias que se convirtieron, además, en dos ejes principales de su extensa
producción científica.
Buena parte de sus investigaciones se orientaron también hacia la literatura
francesa de los siglos XIX y XX, en particular a la literatura fantástica y la mitocrítica,
así como hacia estudios de lingüística, por los que será muy recordado. De gran
utilidad y trascendencia son sus libros Estética y pragmática del relato fantástico: las
Çédille, revista de estudios franceses, 17 (2020)
https://doi.org/10.25145/j.cedille.2020.17.01 18
ISSN: 1699-4949
nº 17 (otoño de 2020)
Monografías 10
Les euphémismes dans les médias : entre voilements, démasquages et discours qui les traversent
Montserrat López Díaz & Annabelle Seoane, éditrices scientifiques
1
Les articles ont été partiellement réalisés dans le cadre des projets de recherche FFI2013-42249P et
FFI2017-85141P (FEDER, Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades, AEI).
2
Notre but n’est pas d’en faire une typologie. Pour des classements des euphémismes, on pourra se
reporter à Jamet (2010 : 35-39), Horak (2010), López Díaz (2014 : 50).
Çédille, revista de estudios franceses, 17 (2020), 19-24 M. López Díaz & A. Seoane
la presse et des médias en général offre de nombreux exemples de ces deux versants en
quelque sorte antagonistes.
Notre point de départ est que l’euphémisme s’ancre dans une « hétérogénéité
énonciative » qui est « constitutive » ou « montrée » (Authier-Revuz, 1984), du fait
qu’il est immanquablement traversé par des discours exogènes. Dans les discours
journalistiques, le locuteur (le journaliste, le sujet dont les propos sont reproduits ou
interprétés, ou bien un tiers) peut recourir à une énonciation euphémique socialisée
et allant de soi, qui relève de l’hétérogénéité constitutive, ou mettre en cause
l’utilisation même d’un euphémisme, au gré de l’hétérogénéité montrée.
L’euphémisme apparaît en effet tout autant comme du déjà-dit doxique, que comme
véhiculant des voix prises en charge à des degrés variables par le locuteur. C’est donc
une pluralité énonciative qui émerge des différents discours traversant les euphé-
mismes, qu’ils soient assumés ou critiqués.
Notre propos va de fait consister à appréhender cette hétérogénéité énoncia-
tive afin d’apporter un éclairage nouveau à l'euphémisme contextualisé en interro-
geant les rapports que celui-ci entretient avec le dialogisme et la polyphonie. Ces deux
concepts bakhtiniens ont été tantôt assimilés, tantôt dissociés, ou encore englobé l’un
dans l’autre. Des chercheurs comme Moirand, Jaubert ou les auteurs du courant
praxématique (Siblot, Bres, etc.) ont privilégié le concept de dialogisme, alors que
Ducrot, puis Anscombre, Nølke, Donaire, notamment, ont travaillé celui de poly-
phonie.
Dans ce dossier, nous nous plaçons dans le sillage d’Amossy (2005), de Vion
(2010) et surtout de Bonhomme (2012) en ce que nous prenons le dialogisme
comme un phénomène englobant et la polyphonie comme une manifestation locale,
sans qu’ils ne s’excluent nullement l’un l’autre. La polyphonie réside au niveau mi-
cro-textuel ou micro-énonciatif, dans la co-présence de voix concordantes (polypho-
nie convergente) ou discordantes (polyphonie divergente), les unes contribuant au
voilement de l’euphémisme et les autres à son démasquage. Le dialogisme en re-
vanche agit comme soubassement interactionnel qui s’établit au niveau global du
discours en ceci que les expressions euphémiques sont porteuses d’échos préalables
émanant d’autres discours où elles ont été employées et qu’elles sont également con-
çues en prévoyant l’éventuelle réaction du public à leur égard. À l’aune de textes de
presse et d’interviews politiques notre réflexion explore ainsi les enjeux sémantiques,
pragma-énonciatifs et communicationnels de l’euphémisme traversé par d’autres dis-
cours.
Les différentes contributions du dossier répondent toutes à ces prémisses et
dressent dans leur ensemble un éventail qui va des expressions euphémiques tenant
d’un avant-dire doxique et qui s’actualisent dans les productions linguistiques, jusqu’à
d’autres qui, elles, se créent au coup par coup dans et par le discours afin de dire en
principe moins que prévu.
https://doi.org/10.25145/j.cedille.2020.17.02 20
Çédille, revista de estudios franceses, 17 (2020), 19-24 M. López Díaz & A. Seoane
https://doi.org/10.25145/j.cedille.2020.17.02 21
Çédille, revista de estudios franceses, 17 (2020), 19-24 M. López Díaz & A. Seoane
https://doi.org/10.25145/j.cedille.2020.17.02 22
Çédille, revista de estudios franceses, 17 (2020), 19-24 M. López Díaz & A. Seoane
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Jacques Bres, Pierre P. Haillet, Sylvie Mellet, Henning Nølke & Laurence Rosier
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https://doi.org/10.25145/j.cedille.2020.17.02 23
Çédille, revista de estudios franceses, 17 (2020), 19-24 M. López Díaz & A. Seoane
https://doi.org/10.25145/j.cedille.2020.17.02 24
ISSN: 1699-4949
nº 17 (otoño de 2020)
Monografías 10
Les euphémismes dans les médias : entre voilements, démasquages et discours qui les traversent
Montserrat López Díaz & Annabelle Seoane, éditrices scientifiques
Marc BONHOMME
Universität Bern
marc.bonhomme@rom.unibe.ch
ORCID : 0000-0003-0494-5872
Resumen
Adoptando un enfoque pragmático, este estudio se centra en un caso particular de
asunción del eufemismo en la prensa francófona escrita: aquel en el cual, en lugar de adherir-
se a sus efectos atenuantes, el discurso periodístico manifiesta un posicionamiento crítico
contrario. Este es tratado en términos de “polifonía divergente”, definida como una confron-
tación de puntos de vista en desacuerdo. Después de haber situado la polifonía divergente en
relación con el funcionamiento general del dialogismo y de la polifonía, este artículo pone de
relieve cómo se ubica en el núcleo del cuestionamiento de los eufemismos en periódicos fran-
ceses y suizos francófonos recientes. Por una parte, analizamos sus principales modalidades
discursivas, ya sea las que se relacionan con su anclaje dialógico, su textualización o sus mar-
cas enunciativas. Por otra, examinamos las diferentes motivaciones (comunicativas, referen-
ciales o socio-discursivas) del rechazo polifónico de los eufemismos en los periódicos seleccio-
nados. Además, destacamos las estrategias argumentativas en las que se inscribe la polifonía
divergente con sus procedimientos para desenmascarar y estigmatizar los eufemismos perse-
guidos.
Palabras clave: Dialogismo. Eufemismo. Punto de vista, Polifonía divergente. Posiciona-
miento crítico. Estrategia argumentativa.
Résumé
Adoptant une approche pragmatique, la présente étude porte sur un cas particulier
de prise en charge des euphémismes dans la presse francophone écrite : celui où, au lieu
d’adhérer à leurs effets d’atténuation, le discours journalistique manifeste un positionnement
critique à leur encontre. Ce positionnement est envisagé en terme de « polyphonie diver-
gente », définie comme une confrontation de points de vue en désaccord. Après avoir situé la
polyphonie divergente par rapport au fonctionnement général du dialogisme et de la poly-
phonie, cet article montre comment elle est au cœur de la mise en cause des euphémismes
dans des journaux français et suisses romands récents. D’une part, nous analysons les princi-
pales modalités discursives de cette polyphonie divergente, qu’elles concernent son ancrage
dialogique, sa mise en texte ou ses marquages énonciatifs. D’autre part, nous examinons les
différentes motivations (communicationnelles, référentielles ou sociodiscursives) du rejet
polyphonique des euphémismes dans les journaux retenus. Par ailleurs, nous mettons en
évidence les stratégies argumentatives dans lesquelles s’inscrit la polyphonie divergente avec
ses procédures de démasquage et de stigmatisation des euphémismes pris pour cible.
Mots-clefs : Dialogisme. Euphémisme. Point de vue. Polyphonie divergente. Positionnement
critique. Stratégie argumentative.
Abstract
Adopting a pragmatic approach, this study focuses on a particular case of taking
charge of euphemisms in the French-speaking print press : the one where, instead of adhering
to their mitigation effects, the journalistic discourse displays a critical position against them.
This one is envisaged in terms of “divergent polyphony”, defined as a confrontation of points
of view in dissension. After having located the divergent polyphony in relation to the general
functioning of dialogism and polyphony, this paper shows how it is at the heart of the ques-
tioning of euphemisms in recent French and Swiss French-speaking newspapers. On the one
hand, we analyze its main discursive modalities, whether they concern its dialogical anchor-
age, its setting in text or its enunciative marks. On the other hand, we examine the different
motivations (communicational, referential or sociodiscursive) for the polyphonic rejection of
euphemisms in the selected newspapers. Furthermore, we highlight the argumentative strate-
gies in which the divergent polyphony fits with its unmasking and stigmatizing procedures
against the euphemisms targeted.
Keywords : Dialogism. Euphemism. Point of view. Divergent polyphony. Critical position-
ing. Argumentative strategy.
0. Introduction
Habituellement défini comme « un procédé d’atténuation consistant à éviter
d’énoncer des idées désagréables ou déplaisantes » (Pougeoise, 2001 : 127),
l’euphémisme est une figure rhétorique en vogue, à en juger par les nombreuses pu-
blications qui lui ont été dernièrement consacrées 1. Par ailleurs, il donne lieu à des
approches disparates, qu’elles soient sociolinguistiques (Courthéoux, 2005), séman-
tiques (Casas Gómez, 2005) ou stylistiques (Jaubert (2008). Cependant, depuis
quelques années l’étude de l’euphémisme bénéficie d’un renouveau théorique avec le
courant pragmatique, attentif à ses conditions d’utilisation en contexte et à ses effets
d’estompage suivant les situations de discours 2.
1
Voir entre autres Druetta & Paissa (2009), Jamet & Jobert (2010) ou López Díaz & Sablayrolles
(2016).
2
Voir à ce propos Bonhomme, de la Torre & Horak (2012).
https://doi.org/10.25145/j.cedille.2020.17.03 26
Çédille, revista de estudios franceses, 17 (2020), 25-43 Marc Bonhomme
3
Travail réalisé dans le cadre des projets de recherche FFI2013-42249P et FFI2017-85141P (FEDER,
Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades, AEI).
4
Ce corpus est composé de cinq journaux et magazines français (Le Canard enchaîné, Le Figaro, Paris
Match, Le Point, Le Progrès) et de sept journaux suisses romands (La Liberté, Le Matin, Le Matin Di-
manche, Le Quotidien jurassien, Le Temps, 20 minutes et 24 heures) parus entre 2000 et 2017.
5
La nature sociodiscursive de l’euphémisme explique qu’il soit très difficile d’en identifier la source
première. Si l’on prend la formulation euphémique « dommages collatéraux » (pour désigner les ratés
des bombardements aériens) apparue dans les années 1990 avec la guerre du Golfe, on peut sans doute
cibler quelques-uns de ses énonciateurs, mais il est pratiquement impossible de savoir qui a créé ce
néologisme diffusé par les autorités militaires et la presse.
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reprises dans des occurrences spécifiques 6. Tout ceci lui confère une dimension émi-
nemment dialogique, dans l’acception interactionnelle que donne Vion (1992) à ce
terme, à savoir une ouverture sur différents discours. Cette ouverture peut s’exercer
sur du dire antérieur, auquel cas on a affaire à du dialogisme « interdiscursif » (Détrie
et al., 2001 : 84). Mais l’euphémisme est aussi ouvert sur des interactions postérieures
toujours possibles, selon le processus du dialogisme « interlocutif » pareillement décrit
par Détrie et al. (ibid.). Si le dialogisme interdiscursif inhérent à l’euphémisme a été
mis en évidence, en particulier par Jaubert (2008), à travers ses recyclages de formula-
tions édulcorées produites dans l’énonciation partagée d’une communauté, son dialo-
gisme interlocutif pâtit encore d’un manque de considération, en dépit de quelques
études sur la réception euphémique (voir Krieg-Planque, 2004 ou Bonhomme,
2012).
Tout en ayant un fonctionnement dialogique global, l’euphémisme possède
une forte dimension polyphonique davantage localisée car elle opère au sein de son
noyau figural. En effet, si l’on se situe dans le cadre théorique élaboré par Ducrot
(1984) et Rabatel (2006), autant le dialogisme constitue un phénomène interaction-
nel, autant la polyphonie se présente comme un phénomène énonciatif, définissant la
coprésence de différents points de vue7 ou de plusieurs voix à l’intérieur d’un même
segment de discours 8. Cette imbrication de points de vue énonciatifs s’effectue selon
deux démarches.
D’un côté, il relève de la polyphonie convergente 9 lorsqu’un événement dis-
cursif, en l’occurrence un euphémisme, implique simultanément plusieurs points de
vue énonciatifs, certes hétérogènes, mais qui suivent une même orientation argumen-
tative, comme dans cet énoncé :
[1] Les CFF prennent mieux en compte la situation des personnes à
mobilité réduite (24 heures du 08/07/2015).
6
Sous cet angle, l’euphémisme apparaît comme un cas particulier de discours rapporté. Sa dimension
interdiscursive a été soulignée par Krieg-Planque (2003) lors de son enquête sur l’euphémisme « puri-
fication ethnique » et ses variantes dans les médias yougoslaves. De plus, par son interdiscursivité et par
sa relative stabilité à travers ses occurrences, l’euphémisme se rapproche de la notion de « formule »,
telle qu’elle a été théorisée par Krieg-Planque (2009).
7
La polyphonie combine ainsi les critères de la pluralité et de l’altérité énonciative.
8
Rappelons que les relations entre dialogisme et polyphonie sont confuses au regard de plusieurs lin-
guistes. En effet, les uns comme Perrin (2004) privilégient la polyphonie au détriment du dialogisme ;
les autres au contraire, tel Bres (2005), promeuvent celui-ci. Certains enfin, à l’exemple de Courlescu
(2014), ne différencient pas conceptuellement les deux termes. Notre hiérarchisation de ces derniers
d’après le double critère global/local et interactionnel/énonciatif rejoint la position adoptée par Amossy
(2005).
9
On trouve une première formulation de ce concept dont nous sommes l’instigateur dans Bonhomme
(2005).
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10
L’absence de guillemets constitue un indice de la prise en charge de cet euphémisme, mais elle n’en
est pas un marqueur inhérent, dans la mesure où un euphémisme non assumé peut lui aussi être dé-
pourvu de signe typographique (voir les exemples [17] ou [25]).
11
Dans ce cas, la divergence polyphonique provient d’un désaccord concernant l’échelle de l’intensité
(« systémique » s’inscrit sur un seuil plus bas que « panique ») et secondairement l’échelle des affects, la
convocation des « risques » étant psychiquement moins traumatisante que celle de la panique.
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12
Conformément à la conception de Moirand (2002 : 176) suivant laquelle le dialogisme interlocutif
définit les relations « que tout énoncé entretient avec les énoncés de compréhension-réponse des desti-
nataires réels ou virtuels, que l’on anticipe ».
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Constituant l’idéal de l’écriture journalistique (voir Agnès, 2002), la distinction entre faits et com-
mentaires doit être envisagée en terme de dominantes et non comme une opposition tranchée.
14
De plus, exprimant l’aspect non-accompli, la forme réfléchie utilisée (« s’appellera ») confère à la
formulation euphémique incriminée davantage de saillance que ne le ferait la forme passive (« sera
appelé »).
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Cette occurrence met bien en évidence les deux points de vue conflictuels en
jeu autour de l’euphémisme « erreurs », à savoir son évaluation papale non-criminelle
impliquée par une telle dénomination et son évaluation criminelle qui découle de sa
recatégorisation journalistique en « exactions ». Tantôt les points de vue antagonistes
révélés par l’emploi d’euphémismes sont plus ou moins implicites et ne peuvent être
restitués qu’à l’issue de calculs interprétatifs basés sur leur contexte et les compétences
des lecteurs. C’est le cas pour cet énoncé euphémique :
[10] La Chine n’a toujours pas renoncé au fond d’elle-même à la « li-
bération » de Taïwan (Le Temps du 07/02/2014).
15
Cet euphémisme joue essentiellement sur l’axe mélioratif, « hôtellerie » supposant un standing plus
élevé que « camping ». Par ailleurs, son insertion dans un cotexte directif (« qui demandent que l’on
dise ») est symptomatique des contraintes sociales qui président à l’instauration d’un euphémisme.
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16
Ici et dans les pages qui suivent, le terme public est pris dans un sens générique qui n’exclut pas que
le lectorat de la presse écrite soit diversifié.
17
Une interprétation polyphonique est clivante lorsqu’elle établit une simple prise de distance avec une
tournure euphémique jugée tendancieuse.
18
Comme le montre Bonhomme (sous presse), si l’îlot citationnel déborde la figure de l’euphémisme,
il présente l’avantage de conforter son statut de formule et ainsi d’exhiber sa nature conventionnelle.
19
Référant au discours institutionnel, cette formulation constitue un procédé typique de distanciation,
grâce auquel les médias évitent de prendre position.
20
Dans cet énoncé, la mention de nombreuses victimes et de la ville irlandaise de Newry nous incite à
voir derrière les « troubles » en question la guerre civile qui a longtemps frappé l’Irlande du Nord.
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lénifiant attaché aux euphémismes sur lesquels ils portent déstabilise inévitablement
ces derniers.
Les marqueurs de distanciation polyphonique prennent enfin la forme de lo-
cutions énonciatives plus étendues, à l’exemple de « comme on dit » qui reporte sur la
doxa la responsabilité de l’euphémisme concerné, indiquant sa non-prise en charge
par le discours journalistique :
[12] La guerre pour le Kosovo entre dans son troisième mois de
bombardements et de destructions. Le bilan de soixante jours de
« sorties », comme on dit à Bruxelles, est objectivement désastreux, et
les généraux ne parviennent plus à dissimuler leurs craintes (Le Temps
du 25/05/2000).
En outre, évalué à l’aune d’un point de vue référentiel, l’euphémisme est cou-
ramment réprouvé comme étant fallacieux et à la source d’une désinformation qui
contrecarre les principes de base de la déontologie journalistique. Entre autres, la dé-
21
Source de points de vue, l’énonciateur – au sens de Ducrot (1984) – se fait évaluateur dès qu’il porte
un jugement (axiologique, esthétique ou autre) sur une réalité donnée.
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22
Ces stratégies correspondent respectivement à la politesse négative et positive d’après Kerbrat-
Orecchioni (2005). Pour les rapports entre euphémisme et politesse négative, voir aussi Allan & Bur-
ridge (2006).
23
Bien qu’elle ne repose pas sur un substitut adoucissant, cette formulation est en effet euphémique
par le simple fait qu’elle occulte des lexèmes désignant des groupes discriminés.
24
Ce dispositif est lui-même ambigu, en ce qu’il émane d’un « on » qui peut inclure un nombre indé-
fini d’énonciateurs, dont le journaliste.
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éthiques, glissant vers la morale. C’est ainsi qu’un éditorialiste du Quotidien jurassien
de Delémont refuse de prendre en charge la vision rassurante offerte par ces euphé-
mismes militaires, la mettant sur le compte d’un positionnement hypocrite :
[18] Les mots font la guerre et la langue en crève. […] Pour masquer
l’horreur des combats, les bombardements ont des « frappes » aussi
anonymes que les avions « furtifs » qui en ont la charge. […]
L’hypocrisie est ici non plus l’hommage du vice à la vertu, mais le re-
fus de termes qui rappellent les horreurs du siècle (éditorial d’Albert
Zbinden, Le Quotidien jurassien du 27/04/2005).
25
Inséré dans la formulation euphémique « frappes chirurgicales », le marqueur « soi-disant » en im-
plique ici la fausseté.
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26
À propos de cette stratégie liée à l’euphémisme, voir Bonhomme (2012).
27
Un tel discrédit s’explique par les stéréotypes négatifs (dissimulation, tromperie, etc.) ordinairement
associés au terme « euphémisme », ce qui n’est pas le cas pour d’autres figures comme la métaphore ou
la litote.
28
Pour les affinités entre euphémisme et langue de bois, voir López Díaz (2014).
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La polyphonie divergente qui recouvre ces énoncés repose sur une stratégie
d’explication : le je-dis correctif des journalistes s’exerce en vertu d’une éthique de
l’adaptation du langage au monde. Cette éthique les conduit à déconstruire les effets
modérateurs des tournures euphémiques et à rétablir les dénominations convenant
aux situations exposées, en-deçà du dire jugé partial ou approximatif des énonciateurs
euphémisants. Ces reformulations métadiscursives sont davantage tranchées lorsqu’il
existe une grande distance entre l’euphémisme et les faits relatés, comme l’illustre
l’occurrence suivante rapportant les déclarations d’un militant tiers-mondiste alle-
mand à propos du drame des migrants en Méditerranée :
[23] « Il y en a qui parlent d’accidents en Méditerranée. Ce ne sont
absolument pas des accidents, mais des crimes […] qui se produisent
soi-disant en notre nom », a expliqué Philipp Ruch lors d’une confé-
rence de presse (Le Matin du 20/06/2015).
Les euphémismes qui font l’objet de ces énoncés cristallisent dans leur posé
un point de vue invariablement rehaussant sur la réalité qu’ils désignent, qu’elle soit
économique ou militaire : il y a une amélioration du marché du travail ; il y a une
29
On trouvera dans Biglari & Bonhomme (2018) une présentation détaillée de ces stratégies.
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guerre menée dans les règles en Tchétchénie. Toutefois, les verbes présuppositionnels qui
les régissent dans le discours journalistique laissent entendre un point de vue réfutatif
à travers lequel la vision positive qu’ils véhiculent est soit réévaluée comme suspecte,
cacher ayant comme présupposé dissimuler des faits, soit niée, prétendre présupposant
ne pas dire la vérité.
4.2. Stratégies de stigmatisation
Au degré fort, l’euphémisme se trouve non seulement démasqué, mais stigma-
tisé à l’issue d’un traitement polémique qui en fait ressortir la dimension manipula-
toire. La stigmatisation de l’euphémisme adopte parfois la stratégie de l’ironie, à
l’image de cet extrait dans lequel un journaliste du Temps fait semblant d’apprécier
l’euphémisme « nettoyer » employé pour référer aux velléités génocidaires de certains
responsables politiques russes à l’encontre des Tchétchènes :
[26] Autrefois, les autorités russes parlaient vrai quand elles disaient
que tous les Tchétchènes devaient être éliminés du Caucase. Au-
jourd’hui les politiciens le disent d’une plus jolie manière : « Nous
devons les nettoyer » (Le Temps du 02/10/2012).
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Dans cet extrait, l’euphémisme « migrant » se voit mis à mal par l’exhibition
de sa nature hétéroclite (« ce concept fourre-tout »), par sa recatégorisation au moyen
d’une métaphore tératologique (« monstre »), par des jugements véhéments (« tour-
nure folle ») et par des termes exacerbés (« terreur », « massacres »). Totalement dys-
phorique, ce discours affectif-conflictuel 30 met en scène une tension polyphonique
fondée sur une incompatibilité entre le point de vue indigné de l’éditorialiste et le
point de vue désensibilisé transmis par l’hyperonyme « migrant 31 ».
5. Conclusion
Si l’on évalue les résultats de notre étude réalisée à partir d’un corpus de
presse représentatif, on mesure la complexité de la polyphonie divergente liée à la
mise en cause des euphémismes dans le discours journalistique. Cette complexité
concerne ses relations fluctuantes avec le dialogisme interdiscursif et interlocutif, la
pluralité de ses modalités discursives et de ses marqueurs énonciatifs, ainsi que la di-
versité de ses motivations et des stratégies argumentatives qu’elle mobilise. Cepen-
dant, il est possible de dégager quelques constantes qui confèrent une homogénéité
d’ensemble au fonctionnement de la polyphonie divergente dans les euphémismes de
presse. D’un côté, on a relevé la forte conflictualité des points de vue énonciatifs
qu’elle confronte, essentiellement sur la tension et l’axiologie du discours. D’un autre
côté, on a constaté l’orientation immuable des procédures de cette polyphonie diver-
gente, puisqu’elles consistent toujours à déstabiliser le point de vue édulcorant des
euphémismes par un point de vue rectificatif, plus conforme à la pertinence de
30
Ce type de discours polémique a été décrit par Windisch (1987).
31
Pour la caractérisation hyperonymique de ce terme, on peut se reporter à la définition qu’en donne
Le Temps (31/08/2015) : « Migrant : Terme générique qui désigne celui qui quitte son pays, sans spé-
cifier pour quelle raison ».
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Communication présentée à la journée d’étude Quand les euphémismes s’affichent
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Çédille, revista de estudios franceses, 17 (2020), 25-43 Marc Bonhomme
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https://doi.org/10.25145/j.cedille.2020.17.03 43
ISSN: 1699-4949
nº 17 (otoño de 2020)
Monografías 10
Les euphémismes dans les médias : entre voilements, démasquages et discours qui les traversent
Montserrat López Díaz & Annabelle Seoane, éditrices scientifiques
Resumen
Desde la perspectiva socio-discursiva del dialogismo bakhtiniano, examinamos algu-
nos eufemismos que circulan en textos informativos de la prensa digital francófona actual.
Estos eufemismos forjan referencias difusas a lo que se dice según la doxa, al tiempo que con-
vocan opiniones y puntos de vista compartidos. En la designación de un objeto, las expresio-
nes eufemísticas resultan ser elementos con ecos externos que los hablantes usan a priori por
moderación de cara a los demás. Basándonos en un enfoque semántico y pragmático, vere-
mos cómo se elabora el significado y las palabras se minimizan. Así las cosas, el discurso oscila
entre decir lo que ya se ha dicho en otra parte y no decir realmente lo que está en juego en la
enunciación. Los eufemismos aparecen, además, desde el punto de vista formal, sin ninguna
marca gráfica particular que los aísle del resto del enunciado, tanto si pertenecen al periodista
como si se derivan de un discurso referido.
Palabras clave: Eufemismo. Dialogismo Texto periodístico. Doxa. Nominación.
Résumé
Dans l’optique socio-discursive du dialogisme bakhtinien, nous examinons quelques
euphémismes qui circulent dans des textes informatifs de la presse numérique francophone
actuelle. Ils tissent des renvois diffus au on-dit de la doxa tout en convoquant des opinions et
des vues partagées. Dans la désignation d’un objet, les expressions euphémiques s’avèrent des
éléments porteurs d’échos extérieurs que les locuteurs utilisent a priori pour des raisons de
retenue à l’égard d’autrui. En nous appuyant sur une démarche sémantique et pragmatique
nous verrons comment le sens s’élabore et le propos est minimisé. Le discours oscille de ce
fait entre dire ce qui a été dit ailleurs et ne pas vraiment dire ce qui est réellement en jeu dans
l’énonciation. En outre, les euphémismes apparaissent formellement sans un marquage gra-
phique particulier qui les isole du reste de l’énoncé, tant s’ils appartiennent au journaliste que
s’ils dérivent d’un discours rapporté.
Mots-clés : Euphémisme. Dialogisme. Texte de presse. Doxa. Nomination
Abstract
In the socio-discursive perspective of Bakhtinian dialogism, we examine some eu-
phemisms that circulate in informative texts of the current French-language digital press.
They build diffuse references to what is said in the doxa, summoning shared opinions and
views. In the designation of an object, the euphemistic expressions turn out to be elements
carrying external echoes that the speakers use a priori for reasons of self-control with respect
to others. By relying on a semantic and pragmatic approach, we will see how the meaning
evolves and the subject is minimized. Thus, the discourse oscillates between saying what has
been said elsewhere and not really saying what is really at stake in discourse. In addition, the
euphemisms appear formally without any distinctive graphic mark which isolates them from
the rest of the utterance, whether they belong to the journalist or they derive from a reported
speech.
Keywords: Euphemism. Dialogism. Press text. Doxa. Naming.
1. Introduction
L’euphémisme a été défini par la rhétorique comme une « figure de pensée
par laquelle on adoucit l’expression d’une idée jugée brutale ou trop amère » (Morier,
1998 : 480). Issu d’une difficulté à nommer quelque chose qui pourrait heurter, il
épargne « une désignation attendue tenue pour normale à l’égard du référent » (Dé-
trie, Siblot, Vérine, 2001 : 116) et va de ce fait véhiculer des éléments linguistiques
saillants qui pourront bien entendu, le cas échéant, attirer l’attention du destinataire
ou, au contraire, rester lettre morte si celui-ci ne les remarque pas.
En tant qu’énonciation adoucie, l’euphémisation mitige la représentation du
réel, la rendant moins accessible et actionnant la minimisation de l’éventuel effet né-
gatif de l’acte de parole. Aussi les réalités embarrassantes, avec leurs dénominations
propres et habituelles 1, peuvent-elles voir celles-ci remplacées, le moment venu, par
des circonlocutions neutres ou valorisantes qui orientent le discours vers une vision
plus positive de la réalité. Cela permet également de déceler certains aspects de
l’idéologie et de la mentalité d’une époque, de ses transformations sociales, laissant
leur empreinte sur la langue.
Dans la perspective socio-discursive bakhtinienne, le dialogisme est un prin-
cipe général qui imprègne toute la langue :
Le mot n’est pas une chose, c’est le milieu toujours dynamique,
toujours changeant, dans lequel s’effectue l’échange dialogique.
1
Ce sont en l’occurrence les mots tabous ou dysphémiques (Allan & Burridge, 1991 : 151) mis en
quarantaine grâce à l’euphémisme.
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l’euphémisation, il y a bien entendu une autre désignation que celle-ci vient rempla-
cer.
Selon Bakhtine, non seulement le discours entre en dialogue avec d’autres dis-
cours qui l’ont précédé et des discours à venir dont il pressent et prévient les réac-
tions, ce sont là les perspectives interdiscursive et interlocutive du dialogisme, mais il
faut encore tenir compte des commentaires du locuteur sur sa propre parole, qui
constituent la perspective intralocutive avancée par Bres (2005 : 52-53). Or, ce qui
nous intéresse surtout dans cette réflexion, c’est le dialogisme interdiscursif « qui ne se
montre pas » et qui « relève des mémoires collectives » (Moirand, 2010 : 6), et, éven-
tuellement, le dialogisme interlocutif, du fait que, calculant la portée de son dire, on
euphémise surtout « sous la pression d’autrui et à l’intention d’autrui » (Bonhomme,
2012 : 73). C’est la raison pour laquelle, lors de la production du discours, on peut
calculer la réaction possible du destinataire afin que le locuteur s’exprime de manière
conséquente. Le destinataire à son tour pourra réagir à l’euphémisme, si tant est qu’il
l’ait saisi.
Cette étude 2 se propose d’explorer le dialogisme 3 dans l’euphémisme à travers
l’analyse qualitative de quelques exemples de la presse numérique francophone ac-
tuelle en suivant une démarche sémantique et pragmatique. Les exemples sont issus
d’un corpus d’une centaine d’articles datés entre 2013 et 2018, dont certains de la
base de données Europresse. Du point de vue formel, les euphémismes apparaissent
dans des textes informatifs sans marquage graphique particulier apte à les signaler 4,
qu’ils relèvent du libre choix du journaliste ou que celui-ci reformule ou restitue les
propos d’autrui. Ils s’inscrivent par là même dans la trajectoire de la polyphonie con-
vergente au sens de Bonhomme (2012 et 2020), étant donné que les différentes voix
qui opèrent dans le discours journalistique euphémique s’avèrent consensuelles.
2
Travail réalisé dans le cadre des projets de recherche FFI2013-42249P et FFI2017-85141P (FEDER,
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3
Nous suivons la distinction élaborée par Amossy (2005 : 69) entre polyphonie et dialogisme : « Le
locuteur est à la fois constitué par la parole de l’autre qui le traverse à son insu (il ne peut dire ni se dire
en dehors de la doxa de son temps : c’est le dialogisme), et sujet intentionnel mobilisant les voix et
points de vue pour agir sur son allocutaire (c’est la polyphonie) ». À l’instar d’Amossy et puis de Bon-
homme (2012 et ici même), le dialogisme s’avère un phénomène global et la polyphonie un fait local.
Mais nous ne nous occuperons pas des multiples discussions concernant les rapports entre les deux
concepts. On peut se reporter à ce sujet, entre autres, aux travaux de Nowakowska (2005), Bres
(2005), Rabatel (2006) et Vion (2010), figurant tous dans la bibliographie.
4
Nous précisons toutefois que dans cet article les euphémismes étudiés ont été mis en italique par nos
soins afin de les rendre plus aisément repérables.
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5
Ce dictionnaire marque comme vieillie l’acception de réforme signifiant « diminution, restriction […]
des dépenses, du service, du train d'une maison », ainsi que la « réduction à un moindre nombre des
employés d'une administration ».
6
Aussi le même mot ne dit-il pas forcément la même chose pour les uns et pour les autres. Chaque
prise de position se fait l’écho d’une situation sociale et arbore une bataille, certes inégale, pour le
pouvoir, car déjà l’imposition de la façon de nommer est du ressort du plus fort (López Díaz, 2016).
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d’une autre plus valorisée et plus facilement acceptable. On imprime alors au discours
un profil communicatif aseptique, conformément à l’attitude de réserve du locuteur.
Par conséquent, l’emploi d’un euphémisme implique autour du mot en question un
discours a priori positif, en dépit du fait qu’il puisse se localiser à proximité du tabou
qui le dévoile, voire qu’euphémisme et tabou soient convoqués par le même locuteur
(López Díaz, 2018). Ainsi, dans [4], il est dit non seulement que la réforme agit essen-
tiellement en faveur des employeurs, mais aussi qu’elle consiste en une avalanche de
mesures pro-employeurs, ce qui démasque sans ambages sa valeur euphémique :
[4] C’est la réforme majeure de ce début de quinquennat. Et sans
doute la plus importante des (nombreuses) retouches du code du
travail réalisées ces dernières années. Les cinq ordonnances « pour
le renforcement du dialogue social », en cours d’adoption défini-
tive par le Parlement, viennent bouleverser en profondeur la légis-
lation française, pour l’essentiel en faveur des employeurs. Et vont
beaucoup plus loin que les propositions du candidat Macron
avancées pendant la campagne présidentielle.
Ligne conductrice de la réforme : « lever les freins à l’embauche »,
selon la formule régulièrement utilisée par ses promoteurs. Soit les
mesures qui, dans le droit français, dissuaderaient les entreprises,
non pas de procéder à des recrutements, mais à des licencie-
ments… Car dans l’esprit du gouvernement, la peur de recruter
est liée aux difficultés à se séparer d’un salarié. Pour y remédier, le
texte s’attache donc, dans une première partie, à simplifier le li-
cenciement (avec des mesures relatives au motif économique et à
la procédure), mais aussi à l’encadrer financièrement (en plafon-
nant les indemnités prud’homales dues en cas de séparation abu-
sive). […..] Face à cette avalanche de mesures pro-employeurs, la
hausse de 25 % des indemnités légales de licenciement (pour les
dix premières années d’ancienneté), brandie par le gouvernement
comme contrepartie en faveur des salariés, aura du mal à con-
vaincre les organisations syndicales de se ranger du côté de
l’exécutif (Libération, 18/01/2018).
En même temps qu’il informe des tenants et aboutissants de la réforme, le
journaliste montre comment celle-ci traduit encore – comme dans [1] – deux expé-
riences du monde : celle de ses promoteurs et du gouvernement et celle des syndicats
et des salariés. L’euphémisme réforme apporte pourtant une coloration méliorative au
discours, ne fût-ce qu’au niveau de la simple désignation de l’objet visé : l’expression
édulcorée doit évidemment renvoyer plus ou moins subrepticement à un réel pénible
et, au moins dans l’énoncé où elle apparaît, celui-ci doit pouvoir rester un peu moins
saisissable. L’usage du désignant euphémique a une incidence sur la perception du
réel, peu importe qu’elle soit passagère, puisque son style aseptique donne à voir
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7
L’isotopie rend compte de l’homogénéité du discours en ce qu’elle implique un ensemble récurrent
de traits sémantiques contribuant à la cohésion du texte et permettant son interprétation (cf. Greimas,
1966 ; Rastier, 1985).
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étant donné qu’on restructure ce qui était au préalable mal structuré. Or, dans les
textes de presse, les occurrences de plan de restructuration de l’entreprise peuvent ap-
paraître dans des contextes où elles évoquent des faits pénibles comme la suppression
d’emplois, ce qui a comme corollaire la menace pour les salariés, qui vivent dans la
crainte et l’incertitude :
[8] La direction de l’entreprise ottintoise CP Bourg menace de
supprimer 88 emplois ! [titre]
Annoncé vendredi aux employés et ouvriers de la société ottin-
toise, le plan de restructuration sera bien mis en action. On parle
d’au moins 80 emplois menacés. Une nouvelle qui était dans l’air
mais qui tombe comme un coup de massue pour les 225 per-
sonnes travaillant aux sièges de l’entreprise.
« À demain… peut-être », une phrase qui s’est répétée à plusieurs
reprises à la fin de la journée de travail. Derrière ce trait d’ironie,
on sentait une réelle crainte chez tous les travailleurs de CP Bourg,
cette entreprise spécialisée dans la fabrication de matériel
d’impression.
C’est depuis vendredi que toute cette firme vit dans l’incertitude,
suite à l’annonce d’un plan de restructuration de l’entreprise qui
pourrait mener à la perte de 88 emplois, au bas mot. Ce lundi,
une réunion entre la direction et les différents groupes syndicaux
s’est tenue afin d’y voir plus clair et défendre les intérêts de tous les
travailleurs (Sudinfo.be, 5/10/2017).
Par surcroît, les noms d’action sont polysémiques en ce qu’ils peuvent dénoter
un procès et un état simultanément, ce qui déclenche une ambiguïté, comme dans les
deux occurrences de modération salariale de l’exemple [7] dans les énoncés : « Des
salariés de Caterpillar Grenoble en grève contre la modération salariale » et « De nou-
velles dépenses pour le site de Grenoble qui se traduisent, de l’avis du syndicat, par
une modération salariale affectant le niveau de vie des salariés ». Ils contiennent une
ambiguïté en ce qu’on peut interpréter à chaque fois modération salariale comme ren-
voyant à un fait soit déjà réalisé soit en cours de réalisation. En revanche dans
l’exemple [8] le contexte fait seulement émerger l’idée de procès dans les deux occur-
rences de restructuration de l’entreprise : « Annoncé vendredi aux employés et ouvriers
de la société ottintoise, le plan de restructuration sera bien mis en action » et pareil-
lement dans « C’est depuis vendredi que toute cette firme vit dans l’incertitude, suite
à l’annonce d’un plan de restructuration de l’entreprise qui pourrait mener à la perte
de 88 emplois, au bas mot ».
Dans le même ordre d’idée, on relève en plus, dans ces nominalisations, une
indétermination entretenue par l’absence d’agent effectuant l’action, en accord le cas
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8
Sur ce sujet on peut consulter Benetti & Corminboeuf (2004) et Huyghe (2014).
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« Le préfixe fonctionne systématiquement comme marqueur de subsidiarité : il programme les dérivés
qu’il construit à référer à des entités constituant des répliques à/de ce que désignent les bases sur les-
quelles il opère, sans que les répliques en question aient nécessairement pour vocation d’annihiler ou
de neutraliser ce à quoi réfèrent les bases » (Dal, 2003). On peut consulter également Van Goethem
(2006).
10
Cf. à ce sujet l’analyse de Dal (2003).
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11
Il va sans dire que le sens compositionnel d’insuccès est loin de la polysémie de in- dans certains
adjectifs en -able, du fait qu’ils peuvent avoir une valeur compositionnelle ou bien superlative et hy-
perbolique, celle-ci prenant d’ailleurs le dessus : innommable veut dire ainsi « qu’on ne peut pas nom-
mer », mais surtout « indigne, dégoûtant », de même qu’inqualifiable signifie avant tout « odieux » et
incroyable « extraordinaire » (cf. Apothéloz, 2003 et 2005; Berlanga de Jesús, 2000).
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4. Conclusion
Dans son épaisseur dialogique, et en particulier sa dimension doxique,
l’euphémisme renvoie au déjà-dit, en le confrontant à d’autres emplois aussi divers
que les possibilités du mot, et au non-dit, car il est aussi opposé au tabou ou dysphé-
misme qu’il remplace. Comme il ressort des exemples examinés, sans marquage gra-
phique distinctif ni commentaire, l’euphémisme se fait simplement remarquer dans
un réseau de connexions interdiscursives par rapport à l’objet qu’il désigne et par rap-
port à d’autres désignations possibles que celui-ci pourrait accueillir, mais également
aux emplois préalables de l’expression en question. Ce sont des façons de dire parfois
relativement peu répandues car circonscrites à des milieux professionnels, parfois as-
sez communes puisque popularisées auprès d’un large public. Celui-ci peut éventuel-
lement les adopter peu ou prou par mimétisme, sans prendre nécessairement cons-
cience de leur portée discursive réelle.
Dans un milieu social et discursif déterminé, le locuteur élabore ainsi sa pa-
role à l’égard d’autrui en anticipant des réactions éventuelles selon le dialogisme inter-
locutif. Il fait des choix dénominatifs qui seraient a priori aptes à dire moins que pré-
vu. Dès lors, bien que le contexte indique la réalité négative, en tant qu’occurrence
linguistique ponctuelle, l’expression euphémique offre toujours la possibilité d’une
interprétation fluctuante ou diffuse. Elle favorise l’atténuation, même si d’autres élé-
ments linguistiques exercent leur influence pour la dévoiler nommant tel ou tel réfé-
rent tabou.
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https://doi.org/10.25145/j.cedille.2020.17.04 64
ISSN: 1699-4949
nº 17 (otoño de 2020)
Monografías 10
Les euphémismes dans les médias : entre voilements, démasquages et discours qui les traversent
Montserrat López Díaz & Annabelle Seoane, éditrices scientifiques
Alicja KACPRZAK
Uniwersytet Łódzki
alicjakacprzak@wp.pl
ORCID: 0000-0002-3113-8534
Resumen
El dictado de la delgadez, que hoy en día parece ser, sin duda, un elemento ineludi-
ble del mundo occidental, da lugar a una opinión común dominante sobre la obesidad, es-
trictamente desfavorable. El modo negativo de percibir la obesidad encuentra su confirma-
ción sobre todo en el léxico, reflejando la manera de percibir y juzgar la realidad de los orado-
res. Cabe señalar a este respecto que el empleo de los eufemismos para hablar de un hecho,
incluso más que de los disfemismos, constituye una prueba innegable de la forma negativa en
la que este hecho es percibido dentro de la comunidad. Este principio se refiere especialmente
al discurso de carácter oficial. Así, en francés en particular, una amplia gama de palabras y
expresiones relativas a la obesidad y el sobrepeso están marcadas con una más o menos fuerte
evaluación, negativa o positiva. El uso que se le da en el discurso periodístico expresa puntos
de vista diferentes, lo que da como resultado un discurso polifónico, con voces enunciativas
heterogéneas basadas en las decisiones léxicas de los oradores que emplean los eufemismos y/o
los disfemismos, según el caso. En este artículo nos preguntamos sobre el papel preciso de los
eufemismos y los disfemismos en el discurso relativo al tema del estereotipo exclusivamente
negativo. Una serie de ejemplos de la prensa francesa en los años 2014-2017 demuestra que,
además de los términos eufemísticos, también los términos disfemísticos pueden ser emplea-
dos en el contexto de la polifonía convergente. Por otra parte, tanto los eufemismos, como los
disfemismos pueden ser cuestionados en el marco del régimen de la polifonía divergente.
Palabras clave: Polifonía convergente. Polifonía divergente. Eufemismo. Disfemismo. Obesi-
dad.
Résumé
Le diktat de la minceur qui apparaît sans doute aujourd’hui comme l’un des incon-
tournables du monde occidental donne lieu à une opinion commune dominante sur l’obésité,
strictement défavorable. La façon négative dont est perçue l’obésité trouve sa confirmation
notamment dans le lexique reflétant la manière de percevoir et de juger la réalité par les locu-
teurs. Notons à ce propos que l’existence d’euphémismes pour parler d’un fait, encore plus
que de dysphémismes, constitue une preuve indéniable de la manière négative dont ce fait est
perçu au sein de la communauté, ce principe concernant surtout le discours ayant un carac-
tère officiel. Ainsi, en français notamment, un large éventail de mots et d’expressions concer-
nant l’obésité et l’obèse portent majoritairement une marque d’évaluation plus ou moins
forte, négative ou positive. L’usage qui en est fait dans le discours journalistique traduit diffé-
rents points de vue, ce dont résulte un discours polyphonique, comportant des voix énoncia-
tives hétérogènes, sous-tendues par les choix lexicaux des locuteurs qui euphémisent et/ ou
dysphémisent leur propos, selon le cas. Dans le présent article nous posons la question du
rôle précis des euphémismes et des dysphémismes dans le discours concernant un sujet dont
la stéréotypie n’est qu’exclusivement négative. Un nombre d’exemples provenant de la presse
française au cours de la période 2014-2017 montre qu’à côté des termes euphémisants,des
termes dysphémisants peuvent aussi être employés sous le régime de la polyphonie conver-
gente. D’autre part, aussi bien les euphémismes que les dysphémismes peuvent être mis en
cause sous le régime de la polyphonie divergente.
Mots-clés : Polyphonie convergente. Polyphonie divergente. Euphémisme. Dysphémisme.
Obésité.
Abstract
The diktat of thinness, which no doubt appears today as one of the essentials in the
Western world, seems to call for a dominant common opinion on obesity, which is strictly
unfavorable. The negative way in which obesity is perceived finds its confirmation notably in
the lexicon reflecting the way of perceiving and judging reality by the speakers. It should be
noted in this connection that the existence of euphemisms to speak of a fact, even more than
of dysphemisms, constitutes an undeniable proof of the negative way in which this fact is
perceived within the community. This principle concerns especially the speech having an
official character.Thus, in French in particular, a wide range of words and expressions con-
cerning obesity and obese mainly carry a more or less strong, negative or positive assessment
mark. The use made of it in the journalistic discourse expresses different points of view,
which results in a polyphonic discourse, with heterogeneous enunciative voices, underpinned
by the lexical choices of the speakers who euphemize and / or dysphemize their words, ac-
cording to the case. In this article we pose the question of the precise role of euphemisms and
dysphemisms in the discourse concerning a subject whose stereotype is only exclusively nega-
tive. A number of examples from the French press in the years 2014-2017 show that, in addi-
tion to the euphemising terms, dysphemistic terms can also be used in the context of conver-
gent polyphony. On the other hand, both euphemisms and dysphemisms can be questioned
under the regime of divergent polyphony.
Keywords: Convergent polyphony. Divergent polyphony. Euphemism. Dysphemism. Obesi-
ty.
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1. Introduction
Parmi différents éléments constitutifs du canon de beauté (surtout féminin)
valable dans le monde occidental à l’époque actuelle, le diktat de la minceur apparaît
sans doute comme l’un des plus incontournables. Or, il est bien connu que le modèle
de la beauté corporelle change à travers les époques et les lieux. Au XVIe siècle
notamment, le tsar russe Ivan le Terrible voulant épouser l’une des trois filles du roi
polonais Sigismond Ier le Vieux aurait demandé « celle qui est la plus grasse » ; dans
les contes orientaux des Mille et Une nuits, un beau visage de femme est comparé à la
pleine lune. Aujourd’hui, la valorisation exclusive des formes féminines élancées relève
sans doute de la mode, sous-tendue par son industrie qui préfère, pour présenter ses
modèles de vêtements, des mannequins minces, voire maigres. En outre, c’est aussi la
médecine contemporaine qui promeut la santé d’un corps svelte, en proscrivant en
même temps les méfaits d’un poids excessif. Il est bien connu d’ailleurs, et les
statistiques le confirment, que l’obésité, causée par différents facteurs, tels les
mauvaises habitudes alimentaires, la qualité médiocre de la nourriture, le manque
d’exercices physiques, etc., devient l’un des problèmes majeurs des sociétés
contemporaines.
Des opinions venant du milieu de la mode et du milieu médical qui se
complètent (malgré quelques différences), répandues dans l’interdiscours
socioculturel, appréhendé après Maingueneau (1998 : 9) comme résultant de la
circulation des discours au milieu desquels se situe l’individu, appellent une doxa
dominante sur l’obésité, strictement défavorable. On connaît entre autres cette
comparaison littéraire, aussi érudite que cruelle de Francis Jammes, dans le roman Les
Robinsons basques (1925) : « Mieux vaut avoir la minceur du peuplier que l’obésité de
l’outre, fût-elle emplie du meilleur vin de Catalogne ». Presque cent ans plus tard, les
paroles du président de l’association GROS (Groupe de réflexion sur l’obésité et le
surpoids) dans l’exemple [1] rappellent que l’obésité est vue non seulement comme
inesthétique, mais aussi comme méritée par la négligence des individus qui en sont
concernés :
[1] L’obésité est plus que jamais assimilée à la laideur et à une
carence de la volonté. Ceux qui sont gros le sont par leur faute
et deviennent de mauvais citoyens, des délinquants alimen-
taires et des laissés-pour-compte (Le Monde, 11/01/2012).
Les paroles hyperboliques (de mauvais citoyens, des délinquants, des laissés-pour-
compte) du représentant du milieu des personnes obèses exagèrent la réalité dans un
sens négatif. Au contraire, le discours public qui se rapporte à ce problème semble
rassembler des voix énonciatives hétérogènes se cristallisant dans un discours de type
polyphonique qui, au niveau langagier, trouve son expression particulière, parfois
neutre, parfois dysphémique, parfois euphémique. Comme le remarque à juste titre
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Montserrat López Díaz (2009 : 138), alors que l’euphémisme proscrit les thématiques
qui ne sont pas socialement acceptables, « le dysphémisme les réclame et les accentue
afin de dévaluer le référent ». Notons à ce propos que l’existence d’euphémismes pour
parler d’un fait, encore plus que les dysphémismes, constitue une preuve indéniable
de la manière négative dont ce fait est perçu au sein de la communauté. Ce principe
concerne essentiellement le discours ayant un caractère officiel, il est donc valable
pour les médias, l’administration et d’autres sphères de la vie publique.
Cependant, quant au lexique vu dans son ensemble, il est bien connu qu’il
constitue une sorte de dépôt dans lequel est emmagasinée la manière de percevoir et
de juger la réalité extralinguistique par les locuteurs d’une langue. Ainsi, la façon
négative dont est perçue l’obésité trouve sa confirmation en français, entre autres,
grâce à des syntagmes verbaux dans lesquels obésité apparaît en fonction de
complément d’objet. En effet, comme le montrent les résultats présentés par le
Dictionnaire de cooccurrences Termium Plus, à savoir : tourner à l’obésité, être atteint de
l’obésité, assumer son obésité, souffrir de l’obésité, cet état est non seulement vu comme
mauvais, mais en plus comme fatal (être atteint..., assumer...). Un seul syntagme lutter
contre l’obésité 1montre qu’une attitude active face à l’obésité est possible même si elle
est appréhendée en termes de lutte.
De nombreuses locutions figées apportent aussi une image uniquement
dépréciative de l’obèse, à commencer par des expressions comparatives, telles que gras
comme un cochon (un porc), grosse comme une vache, grosse comme une tour, gros comme
un (vrai) tonneau, sans oublier d’autres formules, par exemple un gros plein de soupe,
gras à lard, etc.
Pour ce qui est des appellations relatives à des personnes obèses, abstraction
faite du degré d’embonpoint, le Dictionnaire électronique des synonymes (DES) 2 en
énumère plusieurs : adipeux, bedonnant, bouffi, boulot, corpulent, empâté, gras,
grassouillet, gros, massif, mastodonte, pansu, paquet, poussah, rebondi, renflé, replet,
tonneau, ventripotent, ventru, personne en surcharge pondérale, personne en surpoids,
personne de vaste (de forte) corpulence. Remarquons que pour la plupart il est question
de dysphémismes évoquant l’obésité d’une manière directe et crue, comme dans le cas
de gros, gras, mastodonte, tonneau, paquet, etc. Les euphémismes sont moins
nombreux sur cette liste. Quelques-uns ont la forme de syntagmes relevant d’un style
administratif, construits autour du mot personne, comme personne en surcharge
pondérale, personne en surpoids, personne de vaste (de forte) corpulence. L’emploi de ce
mot pour former le noyau du terme composé est censé restituer une valeur humaine
au référent, déshumanisé par les dénominations dysphémiques. Dans quelques autres
1
http://www.btb.termiumplus.gc.ca.
2
http://www.crisco.unicaen.fr/des/synonymes.
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3
Notons qu’aucune relation entre la source et la fréquence de traitement du sujet en terme euphé-
miques / dysphémiques n’a été constatée.
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bénéficient sans doute aussi d’une atténuation liée à ce type de propos. Mises dans la
bouche des chercheurs médecins, reproduites par la presse générale et par conséquent
assimilées par le public, elles sont employées sous le régime de la polyphonie
convergente, par réaction à la doxa négative qui, en accord avec un consensus social
concernant les imperfections physiques, se doit d’être tue.
La formulation personne en surpoids dans l’exemple [5] est sémantiquement
proche des deux précédentes. Le journaliste du Figaro, qui rend compte d’un nouveau
type d’assurance améliorant des conditions de prêt pour une certaine catégorie de
clients, met en scène une voix d’assureur intéressé par la vente de son produit (par le
tour : analyse Maël Bernier), dont les paroles citées sont marquées par les guillemets :
[5] « Toutes les personnes dont la situation de santé s’est amé-
liorée bénéficieront aussi de cette nouvelle mesure», analyse en-
core Maël Bernier. Ainsi de la personne en surpoids qui a fait un
régime, ou du fumeur qui a arrêté depuis plus de deux ans. Re-
négocier son assurance en cours de prêt devrait représenter
pour elles une réelle économie (Le Figaro, 22/03/2017).
Le passage en discours indirect libre qui suit, contenant le terme (Ainsi de
la personne en surpoids qui a fait un régime,…) dont l’atténuation est exigée par un
style « commercial », relève du même énonciateur. L’usage de l’euphémisme converge
ainsi avec des voix d’autres énonciateurs positionnant leur propos contre la doxa
négative environnante, sous-entendu, mais toujours en vigueur. Remarquons que la
personne en surpoids est mise à l’égalité d’un fumeur, représentant un autre délit
portant atteinte à la santé. Par contre, la position prise par le locuteur journaliste
semble neutre, à l’instar d’un compte-rendu des faits objectivement existants.
Encore un exemple d’euphémisation inéluctable dans des textes ayant un caractère
officiel provient d’un texte publié dans Le Monde [6], dont l’auteur rapporte la voix
d’un policier, contenue dans un PV d’interpellation, qu’il avait rédigé.
[6] Selon le PV d’interpellation signé par les fonctionnaires, il
est 20 h 38 quand un homme ouvre la porte d’un local où est
stocké du cannabis, au rez-de-chaussée d’un immeuble. À
l’intérieur, des policiers sont en planque. Ils se lancent à la
poursuite de celui qu’ils identifient comme étant B. L’homme
tombe et, selon les policiers, « porte un coup de pied au niveau
du nez du gardien de la paix S. ». Il poursuit sa course, se re-
tourne et trébuche encore, «tête en arrière». Pendant ce temps-
là, «un groupe d’une dizaine d’individus hostiles [...] arrive en
courant» vers les policiers, hurlant en ces termes "on va vous fu-
mer, bande de bâtards !" ». Parmi eux,« un individude type afri-
cain de forte corpulencese saisi[t]d’une pierre et arme son bras dans
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pas peur », ce qui indique clairement sa position envers cette dénomination. Défini
dans le TLFi comme « dodu, potelé, rondelet », l’adjectif grassouillet apparaît comme
« autorisé » par le journaliste, tout au contraire de l’expression « en surpoids », qui la
conteste. C’est ainsi que son énoncé, et en particulier le terme « en surpoids »,
s’inscrit dans une polyphonie divergente, à côté d’autres voix antagonistes par rapport
à l’euphémisation d’office du discours sur l’obésité.
5. Conclusion
Dans le cas de l’obésité, que la doxa dominante actuellement considère
comme un état strictement négatif, les euphémismes et les dysphémismes, en tant que
figures dialogiques, donnent lieu au développement d’un discours polyphonique vif
soit sous le régime de la polyphonie convergente, soit sous celui de la polyphonie
divergente.
Les exemples de notre corpus de presse montrent que, pour parler de l’obésité
et de l’obèse, le plus souvent le recours est fait à des euphémismes, car les prises de
parole officielles exigent des formulations de contournement par rapport à des sujets
concernant les handicaps physiques. Les dysphémismes qui évoquent ces mêmes
sujets directement, voire crûment, sont de loin plus rares. Il appert aussi que, selon le
régime polyphonique, ces figures remplissent des rôles variés.
Ainsi, au sein de la polyphonie convergente, l’euphémisme marque la prise en
charge de la doxa négative et apparaît, par exigence du genre, dans des énoncés
attribués à des instances officielles (médecins, scientifiques, assureurs, fonctionnaires),
souvent sous forme du discours rapporté, raconté ou cité. En revanche, le
dysphémisme qui apparaît au sein de la polyphonie convergente relève plutôt d’un
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commentaire journalistique. Son auteur, dont la présence est de ce fait moins visible,
recourt à la péjoration comme par antiphrase, dans un contexte construit sur un ton
de raillerie qui fait perdre au dysphémisme sa valeur dépréciative.
Dans la polyphonie divergente, l’euphémisme sert de support à la distan-
ciation de l’énonciateur par rapport à l’atténuation qu’il entraîne et qui est jugée par
lui comme non appropriée. Le dysphémisme mis en cause au sein de la polyphonie
divergente peut être employé, par contre, pour dénoncer l’hypocrisie qui concerne
son référent.
En résumant, force est de souligner que l’euphémisation ne relève pas
uniquement de la polyphonie convergente, mais peut servir aussi d’appui contre
l’opportunisme du discours « politiquement correct ». De même, la disphémisation
ne signifie pas toujours une position dépréciative, mais au contraire peut provoquer
une réaction salutaire consistant à révéler de vrais problèmes cachés derrière
l’effacement euphémique4.
RÉFÉRENCES BIBLIOGRAPHIQUES
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4
Travail réalisé dans le cadre des projets de recherche FFI2013-42249P et FFI2017-85141P (FEDER,
Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades, AEI).
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ISSN: 1699-4949
nº 17 (otoño de 2020)
Monografías 10
Les euphémismes dans les médias : entre voilements, démasquages et discours qui les traversent
Montserrat López Díaz & Annabelle Seoane, éditrices scientifiques
Ruggero DRUETTA
Università degli Studi di Torino
ruggero.druetta@unito.it
ORCID: 0000-0002-6117-3437
Resumen
Este artículo analiza la eufemización que se da en las entrevistas políticas mediáticas
como resultado de un conflicto nominativo. Llamamos conflicto nominativo a una secuencia
interactiva estructurada en la cual un locutor cuestiona y sustituye un término utilizado por
otro, hasta llegar a un nombre consensuado. Resulta así un número considerable de nombres
alternativos, vinculados a puntos de vista opuestos, lo que permite observar el dialogismo
inherente al conflicto nominativo y a la producción de eufemismos destinados a establecer o
restablecer la conformidad del discurso con una norma discursiva que refleja los valores de
una comunidad. Esto trae un beneficio para el ethos del locutor, que se ve valorado. Los fe-
nómenos suprasegmentales y coverbales constituyen marcas auxiliares de este trabajo dialógi-
co e indicios auxiliares de relevancia.
Palabras clave: Eufemismo. Retórica. Ethos. Multimodalidad. Discurso político.
Résumé
Cet article analyse l’euphémisation apparaissant dans les interviews politiques média-
tisées comme aboutissement d’un conflit nominatif. Nous appelons conflit nominatif une
séquence interactive structurée dans laquelle un locuteur conteste et remplace un terme utilisé
par un autre, jusqu’à parvenir à une nomination consensuelle. Il en ressort un nombre im-
portant de nominations alternatives, rattachées à des points de vue concurrents, qui permet
d’observer le dialogisme inhérent au conflit nominatif et à la production d’euphémismes
visant à établir ou rétablir une conformité du discours à une norme discursive reflétant les
valeurs d’une communauté. Cela apporte un bénéfice éthotique au locuteur, qui s’en trouve
valorisé. Les phénomènes suprasegmentaux et coverbaux constituent des marques auxiliaires
de ce travail dialogique et des indices auxiliaires de saillance.
Mots clé : Euphémisme. Rhétorique. Ethos. Multimodalité. Discours politique.
Abstract
This paper analyses euphemisms found in political interviews in the media as an
issue of a nominative conflict. Nominative conflict is an interactive structured sequence
where a speaker questions a term proposed by a conversation partner and where she proposes
another term in turn, until s/he finds a consensual nomination. This structure intrinsically
brings out many alternative terms, which depend on competing points of view: this allows us
to notice the dialogism inherent in nominative conflict as well as in the production of eu-
phemisms. This production aims to establish or re-establish the discourse compliance with a
discursive norm reflecting the values of a community. That provides an ethotic benefit to the
speaker, whose image is enhanced. Suprasegmental and coverbal phenomena represent auxil-
iary evidence of the dialogic work and auxiliary marks of saliency.
Keywords: Euphemism. Rhetoric. Ethos. Multimodality. Political discourse.
0. Introduction
Au début des entretiens politiques, ou après chaque nouvelle question de la
part du journaliste, on peut souvent assister à une négociation interlocuteurs (dialo-
gisme externe) au sujet de la nomination 1 appropriée du référent discursif, le journa-
liste proposant généralement des nominations axiologiquement et/ou connotative-
ment plus marquées (manifestant une orientation dysphémique et, en tout cas « poli-
tiquement incorrectes »), alors que le politique reformule, lui, de manière plus eu-
phémique et « politiquement correcte », cette nomination renvoyant à une source
énonciative collective (celle du gouvernement, des décideurs, du parti politique…) à
laquelle il revendique son appartenance. Ces séquences de rectification manifestent
donc un dialogisme interdiscursif (par rapport aux discours antérieurs de la même
formation politique ou d’autres sources énonciatives) et intralocutif (les prises de pa-
role antérieures de l’homme politique), qui se greffent sur le dialogisme interlocutif
(dialogisme externe) que nous venons d’évoquer.
Dans cet article 2, nous essaierons d’analyser la négociation nominative en tant
que lieu discursif où s’affrontent polyphoniquement plusieurs points de vue antago-
nistes : après avoir introduit les notions de nomination et de conflit nominatif et
avoir montré le rapport entre nomination, euphémisme et polyphonie, via la notion
de point de vue, nous présenterons notre approche méthodologique, notamment en
ce qui concerne la multimodalité et la représentation des euphémismes. Nous mon-
trerons l’intérêt d’appréhender le fonctionnement de ces notions dans le domaine
politique, à travers l’analyse de quelques cas de conflit nominatif dans des interviews
politiques.
1
Nous expliquons infra, § 1.1. notre choix du terme nomination de préférence à dénomination.
2
Travail réalisé dans le cadre des projets de recherche FFI2013-42249P et FFI2017-85141P (FEDER,
Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades, AEI).
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4
Nous précisons que nous appliquons le terme nomination aussi bien aux noms qu’aux adjectifs,
verbes et adverbes.
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5
Interview de Manuel Valls par Jean-Jacques Bourdin, le 4 juillet 2017, BFM et RMC. Nous utilisons
une transcription orthographique, sans ponctuation et sans majuscules. En ce qui concerne les signes
additionnels, le « + » indique une pause, le tiret « - » les amorces de mot, les « : » l’allongement sylla-
bique. L’italique indique le chevauchement de parole entre deux locuteurs. Les initiales convention-
nelles J (journaliste) et P (politique) désignent les locuteurs.
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flit nominatif a occupé 20% de l’entretien. On remarque aussi que, pendant le con-
flit, le recours à des expressions métalinguistiques est fréquent (je réfute totalement ce
terme d’insincérité ; il faut pas dire n’importe quoi ; je n’accepte pas moi le terme
d’insincérité) : le locuteur doit en effet argumenter en faveur du changement nomina-
tif.
[1]
J il manque au moins + huit milliards d’euros dans les caisses
de l’état ++ c’est ce que dit + la Cour des Comptes budget
insincère ce budget c’est vous qui l’avez préparé ++
P je je je refuse je je refuse […] je réfute totalement ce terme
d’insincérité + qu’i- qu’il y ait des difficultés pour boucler le
budget c’est incontestable […] il y a un certain nombre de
difficultés mais il faut pas dire n’importe quoi + […] je
n’accepte pas moi le terme d’insincérité […] c’est de bonne
guerre […] mon expérience m’amène à penser que c’est
bien joué (BFM et RMC, 04/07/2017).
2.2. Enjeux éthotiques
Il n’est pas nécessaire de rappeler ici qu’à côté de l’argumentation rationnelle,
les dimensions du pathos et de l’éthos contribuent à asseoir la crédibilité de l’orateur
et entraînent l’adhésion à ses propos. La preuve éthique s’avère particulièrement im-
portante dans le cas des politiques, car le caractère public de leur engagement, ainsi
que leurs prises de parole et leurs passages à l’antenne fréquents, contribuent à créer
un ethos préalable stable, qui interagit avec l’ethos discursif et surdétermine la récep-
tion de leurs discours. Cet « hologramme expérientiel » (Auchlin, 2000) doit être
continuellement entretenu, au risque de se dissoudre, et l’euphémisme y contribue de
manière essentielle, dans la mesure où la capacité de rester calme face aux adversités,
de garder un vocabulaire et un discours de sagesse et de modération dans toutes les
occasions étaie tout particulièrement la dimension éthique de la phronésis, considérée
comme essentielle chez un représentant politique ayant des fonctions de gouverne-
ment ou pouvant y prétendre.
L’adoption du politiquement correct ou de tout autre « code » ou « registre »
(ou « répertoire ») langagier dans une situation publique implique par ailleurs une
polyphonie et un positionnement par rapport à la multiplicité des sources énoncia-
tives et des formations discursives agissant dans l’espace public, ainsi que des ethé qui
leur sont associés, par-delà même les attitudes concrètes des locuteurs in praesentia. À
cause du poids du conformisme social qui lui est attaché, le simple recours à
l’euphémisme et au politiquement correct (tels que codifiés et partagés, à un moment
donné, par une communauté de locuteurs) vaut donc ethos : le locuteur peut très
bien avoir un ethos performé assez agressif, mais incarner, par son comportement
verbal, l’ethos de modération du politiquement correct, qu’il pourra, à l’occasion,
revendiquer pour lui.
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3. Corpus et méthodologie
Pour notre analyse, nous utilisons des interviews diffusées à la télévision ou à
la radio, et dont la vidéo est disponible au téléchargement, de manière à pouvoir dis-
poser d’un enregistrement de bonne qualité. Étant donné notre volonté d’analyser la
composante coverbale, nous privilégions les interviews comportant peu de change-
ments de caméras. De ce point de vue, les plans fixes des interviews radio s’avèrent
être les meilleurs, car il n’y a jamais d’interruption dans l’enregistrement des gestes.
Nous n’avons pas constitué de corpus au sens strict, mais nous avons recueilli une
quarantaine d’interviews de mars à juillet 2017 et nous en avons extrait des séquences
significatives de conflit nominatif. Pour des raisons de place, nous n’en présentons
que deux.
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pour les oreilles chastes, etc., ainsi que de phénomènes prosodiques et gestuels con-
nexes.
C’est pourquoi, dans notre analyse, nous allons signaler et regrouper systéma-
tiquement les éléments pouvant être rattachés aux entassements paradigmatiques et
aux marqueurs de reformulation, afin de déterminer les saillances segmentales et su-
prasegmentales de la figuralité, ainsi que la concordance ou discordance éventuelles
entre celles-ci.
3.2. Analyse multimodale
Nous considérons la production langagière comme une activité complexe,
s’appuyant à la fois sur des aspects neurologiques et cognitifs, d’une part, physiolo-
giques et corporels, d’autre part : l’activité cérébrale consciente, bien sûr, mais aussi
les organes phonatoires, le schéma corporel et la gesticulation, la proximité avec
l’interlocuteur, le regard, etc. Nous pouvons regrouper ces différentes composantes en
trois strates interconnectées mais répondant chacune à des contraintes et à des lo-
giques propres (principe de « Souveraineté-Association », cf. Martin, 2011) : la strate
verbale segmentale, la strate prosodique suprasegmentale et la strate mimogestuelle
coverbale.
Afin d’annoter les différentes composantes multimodales, nous nous sommes
servi du logiciel d’analyse prosodique PRAAT 6, ainsi que du script Prosogram 7, dans
lesquels nous avons aligné la transcription des séquences analysées au tracé proso-
dique de la fréquence fondamentale et de l’intensité (ou du spectrogramme, en fonc-
tion des cas). Nous avons ajouté dans cette transcription une annotation manuelle de
la gestualité coverbale, en utilisant autant de « tires » (lignes de transcription dans
PRAAT) que nous avons distingué de segments corporels, alignées elles aussi à la pa-
role transcrite, ce qui nous a permis de relever la cooccurrence ou le déphasage de
plusieurs marques de saillance. Nous avons ainsi identifié cinq segments corporels :
tête, yeux, bouche, mains, buste.
Concernant l’annotation de la gestualité, il nous semble bon de préciser que
notre approche de la gestualité coverbale se veut résolument distincte de la « synergo-
logie » (p. ex. Turchet, 2009), car nous ne nous aventurons pas dans une lecture à
visée psychologique des mouvements du locuteur se déployant de façon totalement
autonome et inconsciente par rapport au contenu de son vouloir-dire. Nous considé-
rons la gestualité produite simultanément à la parole et, en particulier, dans la proxi-
mité immédiate du surgissement des figures, comme l’ombre portée par le discours
sur le cinétisme de l’orateur, que ce soit de façon volontaire ou involontaire. Nous
nous y intéressons donc dans la mesure où celle-ci participe de l’action de communi-
cation, comme le font, p. ex. des chercheurs comme Bouvet & Morel (2002) ou
6
http://www.fon.hum.uva.nl/praat.
7
https://sites.google.com/site/prosogram/home.
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4. Analyse d’exemples
Une fois les balises théoriques posées et après avoir défini les outils de
l’analyse, nous pouvons maintenant nous consacrer à l’étude multimodale de
quelques exemples concrets (Gérard Larcher, § 4.1. ; Christophe Castaner, § 4.2.),
afin de vérifier nos hypothèses et de montrer de quelle manière le conflit nominatif
peut être mis au service de l’euphémisation.
8
L’hyperbole constitue même une forme d’inversion de l’euphémisme, car l’atténuation d’un sème ou
d’une connotation négative cède le pas à l’amplification d’une caractéristique positive : si le dysphé-
misme fou peut être euphémisé par original, le superlatif génial peut constituer l’aboutissement de la
ligne de mélioration sur laquelle se trouve original aussi.
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Le conflit nominatif implique les verbes dire, poser la question, interpeller, in-
terroger, l’adjectif légitime et les noms interrogation, affirmations, jugement. La figure 2
montre comment se distribuent ces unités sur notre diagramme : la couleur rouge
indique les dysphémismes et les mouvements de dysphémie, tandis que le vert in-
dique les euphémismes ainsi que les mouvements d’euphémisation. On remarquera
que l’euphémisation se limite ici à réduire la tension : tous les éléments du conflit
nominatif se distribuent en effet dans le seul cadran dé-tensif, alors que le cinétisme
mélioratif n’intervient pas dans ce cas. Par ailleurs, il y a une répartition stricte entre
les locuteurs pour ce qui est de la production des euphémismes et des dysphémismes,
ceux-ci étant l’apanage des journalistes, alors que le politique a celui des euphé-
mismes.
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9
Dans ce tracé prosodique, nous n’avons pas inséré le spectrogramme pour des raisons de lisibilité et
parce que dans cet énoncé il n’y a pas de phénomène significatif à ce niveau.
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5. Conclusion
À travers l’analyse de quelques exemples d’euphémisation, nous avons montré
que le conflit nominatif est un site interactionnel privilégié d’observation de la poly-
phonie énonciative : en effet, celui-ci concentre et révèle, en les faisant contraster, les
différents PDV en jeu, disponibles et actifs à un moment donné et par rapport à un
sujet et à des énonciateurs donnés. Dans l’interview politique, cela constitue même
une stratégie de questionnement que le journaliste utilise à bon escient pour mettre à
l’épreuve le politique : celui-ci peut en effet réagir de façon colérique ou s’engager
dans la négociation d’une nomination euphémique consensuelle, à travers une argu-
mentation qui peut l’amener à faire des révélations malgré lui. Dans les exemples que
nous avons analysés, c’est toujours la négociation qui se met en place : ses enjeux
éthotiques sont en effet très importants pour le politique, qui ne doit pas s’emporter
(eunoia), ni se dérober (aretê), mais au contraire faire preuve de sérénité et de bon
sens (phronésis). Lorsque le politique parvient à « gagner » le conflit, à imposer sa
propre nomination, cela met en valeur sa personne, le PDV dont il est porteur, ainsi
que ses qualités de négociateur.
Par ailleurs, le suprasegmental et le coverbal apparaissent comme des com-
pléments essentiels du conflit nominatif, à valeur diagnostique et fonctionnelle, dans
la mesure où ils constituent, pour l’orateur, des moyens de saillance additionnelle de
la figuralité (Actio oratoire : dimension fonctionnelle), alors que leur valeur diagnos-
tique permet au chercheur de se baser sur ces éléments en tant que symptômes d’un
travail dialogique lors de la recherche lexicale et de l’évaluation des PDV respectifs
(perturbation du phrasé, lenteur du débit, déconnexion du contact visuel avec
l’interlocuteur), tandis que d’autres symptômes (coup de glotte, retour à un débit
normal, sourire, rétablissement du contact visuel, etc.) indiquent l’issue positive du
conflit. Le dialogisme apparaît ainsi comme une interaction dynamique et évolutive
de points de vue au sein de l’interaction orale, et pas simplement comme un rapport
de places statiques.
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ISSN: 1699-4949
nº 17 (otoño de 2020)
Monografías 10
Les euphémismes dans les médias : entre voilements, démasquages et discours qui les traversent
Montserrat López Díaz & Annabelle Seoane, éditrices scientifiques
Annabelle SEOANE
Université de Lorraine
annabelle.seoane@univ-loraine.fr
ORCID : 0000-0002-2114-7402
Resumen
El “caso Fillon” constituye un interdiscurso mediático disfemístico en el que cada in-
tervención permite preguntarse, oponerse o imponerse, mediante el uso de dispositivos eu-
femizadores. Nos centraremos en mostrar cómo funciona la eufemización en el discurso en la
medida en que esboza un movimiento interdiscursivo e interlocutivo de interpretación o
reapropiación, en que se convierte en un factor de decir sin decir y en el lugar de cristali-
zación de bazas político-mediáticas.
Palabras clave: Eufemismo. Eufemización. Dialogismo. Interdiscurso. Prensa. Intencionali-
dad.
Résumé
L’« affaire Fillon » a constitué un interdiscours médiatique dysphémique dans lequel
chaque prise de parole permet de se poser, s’opposer ou s’imposer, par le recours à des dispo-
sitifs euphémisants. On s’attachera à montrer comment l’euphémisation fonctionne en dis-
cours dans la mesure où elle esquisse un mouvement interdiscursif et interlocutif
d’interprétation ou de réappropriation, elle devient facteur d’un dire sans dire et le lieu de
cristallisation d’enjeux politico-médiatiques.
Mots-clés : Euphémisme. Euphémisation. Dialogisme. Interdiscours. Presse. Intentionnalité.
Abstract
The Fillon affair constituted a dysphemic media discourse in which each speaking
price allows one to ask oneself, to oppose or to impose oneself, by the use of euphemistic
devices. We will endeavor to show how euphemization works in discourse insofar as it ou-
tlines an interdiscursive and interlocutive movement of interpretation or re-appropriation, it
becomes a factor of saying without saying and the place of crystallization of political and
media issues.
1. Introduction
La campagne des élections présidentielles françaises de 2017 a été marquée
par une série de scandales médiatiques qui a rapidement été appelée l’« affaire Fillon »
ou « les affaires Fillon ». François Fillon, candidat du parti Les Républicains, a en
effet été mis en cause par différents journaux quant à des emplois fictifs de son
épouse, Penelope Fillon (le « Penelopegate »), puis de conflits d’intérêts car il avait
accepté plusieurs costumes de luxe de la part de Robert Bourgi (« l’affaire des cos-
tumes »). Aux discours d’indignation et de condamnation circulant dans les médias,
les défenseurs de F. Fillon ont déployé des prises de parole souvent riches de procédés
d’atténuation. Les discours journalistiques ont d’ailleurs également relayé ou bien
pointé ces actes d’euphémisation. Il s’agira ici de s’appuyer sur l’analyse du discours
de tradition française pour mettre en évidence la manière dont certains d’entre eux
fonctionnent. Ce fonctionnement s’opère en discours et tâche de prendre en compte
la diversité des locuteurs présents dans la presse à ce moment-là.
Le procédé figural enclenché par l’acte d’euphémiser met en œuvre discursi-
vement une non-concordance entre la formulation utilisée et son référent. Cette non-
concordance constitue un acte d’atténuation. Cet acte peut être produit en réponse à
une difficulté, une mal-aisance à désigner le référent ou comme le produit d’une in-
tentionnalité plus ou moins forte d’adoucissement (López Díaz, 2013). Pour atténuer
l’effet négatif que pourrait produire le référent, le propos peut s’infléchir vers une
appréhension plus valorisante, moins dévalorisante ou même simplement plus neutre
de la réalité (Bonhomme, Horak, 2009). Il s’agit alors d’une bémolisation du propos.
Dans cette perspective pragma-énonciative, le discours est envisagé dans une
contextualité interdiscursive et interlocutive qui lui donne toute son épaisseur et qui
constitue ainsi un terreau fertile pour l’euphémisme. Le fonctionnement et les effets
pragmatiques d’un discours réalisé et/ou interprété comme en-deçà reposent sur
l’ouverture d’un espace dialogique bakhtinien vers des discours déjà tenus par d’autres
énonciateurs – avec une orientation interdiscursive vers l’amont – ou vers des dis-
cours potentiellement tenables par l’énonciataire -orientation interlocutive vers l’aval-
(Brès, 2017). Cette dialogisation vise à reprendre la main, à apaiser la tension ou à
développer un ethos de modération de la part du locuteur, journaliste ou « pro-
Fillon ». Si les euphémismes sont ainsi fonction de la prise en charge de la source
énonciative, nous partons du postulat que, dans ce corpus spécifique du moins, ils
sous-tendent une dimension potentiellement idéologisante dans la mesure où ils ap-
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1
C’est-à-dire des situations potentiellement polémiques touchant à des thèmes sensibles de l’actualité
sociopolitique.
2
Travail réalisé dans le cadre des projets de recherche FFI2013-42249P et FFI2017-85141P (FEDER,
Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades, AEI).
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3
Simone Bonnafous (1999) : « La médiatisation de la question immigrée : état des recherches », Études
de communication, 22, « La médiatisation des problèmes publics », pp. 59-72, citée par Areas (2016).
4
« dialogisme de la nomination » de Paul Siblot (2001 : 204-205).
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avec le scandale Watergate de 1972 à 1974. Europresse recense 7237 documents pour
« Penelopegate » alors que seulement 1376 pour « affaire Penelope Fillon » et 2206
pour « affaire Penelope » : « Penelopegate » frappe les esprits et circule aisément.
Ce processus de mise en interdiscours se matérialise également dans d’autres
tournures lexicales. Ces tournures émaillent les discours des défenseurs de François
Fillon, qui soutiennent des positions antagonistes par rapport au discours de presse
ambiant : les « erreurs » (Le Figaro, 05/03, Libération, 25/03), les « contre-vérités »
(Marianne, 30/01, Le Nouvel Observateur, 06/02) et autres « faits alternatifs » (Le
Parisien, 06/03) relèvent de tournures euphémiques, neutralisantes, si le lecteur averti
leur attribue une charge euphémique, eu égard à ce qu’il connaît de l’interdiscours
médiatique environnant, et de son propre positionnement idéologique. Ces désigna-
tions sont alors interprétées comme étant des euphémismes pour éviter de mention-
ner le mensonge (par opposition à un titre comme : « Fillon s’empêtre dans ses bo-
bards », Libération, 07/02).
Un autre exemple circulant est celui du « plan B », désignation par laquelle la
mention d’une éviction et d’un remplacement du candidat à la présidentielle est ex-
plicitement esquivée: « Affaire Fillon : Les Républicains ont-ils un plan B ? » (Eu-
rope1.fr, 01/02/2017), « Affaire Fillon. Un plan B comme François Baroin ? » (Ouest
France, 06/03/2017), « Présidentielle : comment Fillon a fait taire les partisans du
"plan B" » (L’Express, 07/03/2017). Il s’agit là d’une « stratégie d’atténuation dans la
référence à certaines réalités (plan tensionnel) » (Bonhomme et Horak, 2009 : 52)
dans la mesure où cette stratégie peut se combiner dans ce corpus avec « une stratégie
de mélioration de ces mêmes réalités (plan axiologique) » (Bonhomme et Horak,
2009 : 52).
Ainsi, l’emploi d’un substantif comme « résilience » (L’Opinion, 13/02/2017,
Libération, 05/03, France Soir, 07/03) en lieu et place de « détermination » (Rtl.fr,
16/03, Le Figaro, 05/03), d’« entêtement » (francetvinfo.fr, 08/05, Marianne, 02/03,
Le Point, 12/03) ou même pour « jusqu’auboutisme » (L’Opinion, 01/03, Rtl.fr,
02/03, Le Monde 23/04), place l’énonciateur et son lecteur face à un paradigme axio-
logique qui ne peut se déployer hors du discours ambiant. Le terme de « résilience »
implique ici une connaissance interdiscursive des déboires politiques et médiatiques
du candidat à la présidentielle mais il engage également une prise de position modale
de la part de l’énonciateur. Il n’est alors pas rare que le journaliste réoriente l’effet
d’atténuation que cette utilisation peut produire soit en mettant à distance polypho-
nique le terme par l’utilisation de guillemets, soit en mettant en balancement cette
« résilience » avec d’autres traits psychologiques ou émotionnels comme le « déni »
(« François Fillon entre déni et résilience », Libération, 05/04) ou l’« exaspération »
(« François Fillon tient bon, avec une résilience surprenante, voire pour certains exas-
pérante », Europe1.fr, 06/03).
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5
Nous mettons en petites majuscules les segments qui font l’objet d’un commentaire dans l’analyse de
cette citation et les suivantes.
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6
Remarquons du reste que le choix euphémisant de « une poignée de » et le pluriel « viennent », là où
l’euphémisation serait sans doute plus importante avec un singulier (« une poignée de … vient »).
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7
Le fonctionnement polyphonique de « il est vrai que » est à rapprocher de l’adverbe « certes » qui
« transforme l’énoncé sur lequel il porte en point de vue, en le présentant comme une certitude parta-
gée (ou partageable) par l’énonciataire. Ce point de vue est opposable à d’autres points de vue : il peut
alors créer en discours un espace de dialogue. Cette altérité en langue rend possible la construction
d’effets dialogiques » (Garnier & Sitri, 2009 : §65).
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des reniements »), l’adverbe associé à la négation (« pas nécessairement ») produit une
atténuation qui s’appuie sur un déjà-là, c’est-à-dire un point de vue d’un autre qui est
posé puis qui est nié 8. Cette lecture euphémisante est cependant pondérée par la res-
triction « sauf que » en tête de phrase et de paragraphe. Comme le montre cette ana-
lyse, l’euphémisme, comme lieu de dialogisation du discours, s’appuie par conséquent
sans cesse sur une cotextualisation et une contextualisation interdiscursive pour deve-
nir opérant.
5. Conclusion
Un contexte extrêmement négatif pour le candidat Fillon s’est constitué rapi-
dement par l’accumulation d’articles de presse, d’interviews, de reportages qui reve-
naient sans cesse sur les affaires des soupçons d’emplois fictifs de son épouse, puis de
ses enfants quand ils étaient étudiants en droit et enfin les soupçons de collusion avec
un homme d’affaire qui lui a offert des costumes de luxe. Cette multiplicité de dis-
cours médiatiques a ainsi peu à peu formé une sorte d’hyperdiscours à charge contre
le candidat à la présidentielle, sous l’effet d’un « feuilletonnage » pour reprendre
l’expression de certains journalistes. À ce discours dysphémique environnant, les par-
tisans de F. Fillon se sont lancés dans des contre-discours de mitigation afin de dé-
tourner la tension en se focalisant sur des éléments périphériques ou de dédramatiser
les enjeux en banalisant les faits. Ce contre-discours (polyphonie divergente) s’avère
volontiers euphémisfère, autrement dit, propice à des actes euphémisants. En effet, en
réponse à un interdiscours médiatique jugé tensif et disqualifiant, les défenseurs du
candidat, qu’ils soient personnalités politiques ou journalistes, ont recours à des prises
de parole qui abondent en euphémismes pour contrebalancer le discours de condam-
nation rapidement devenu circulant dans la presse. Comme outil de désamor-
çage d’une conflictualité latente mais également comme outil de déconstruction d’un
interdiscours médiatique majoritairement disqualifiant, la visée argumentative de
déminage du terrain politique pour un candidat à l’élection présidentielle s’installe
sur un « constat de décalage » (Krieg-Planque, 2004) propice à l’acte
d’euphémisation.
Ce processus d’euphémisation entre dans un mouvement interdiscursif et in-
terlocutif d’interprétation ou de réappropriation. Il devient facteur d’un dire sans dire
et le lieu de cristallisation d’enjeux politico-médiatiques. Loin de se confiner à un
adoucissement du discours, ces euphémisations sont le lieu où se mettent en scène des
prises en charge axiologisées, parfois idéologisées. Leur dimension processuelle, cons-
truite en et par le discours, se fonde sur le rôle potentiellement polarisant du cotexte
ainsi que sur une dynamique interdiscursive de circulation qui induit des effets de
sens particuliers et devient source de clivages. Cotexte, dynamique intradiscursive de
8
La négation est un marqueur canonique de dialogisme en ce sens qu’il véhicule plusieurs points de
vue ou un point de vue sous-jacent peut être réfuté par le locuteur (Fløttum, 2005 : 334).
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ISSN: 1699-4949
nº 17 (primavera de 2020)
Varia
Resumen
En el marco de un estudio contrastivo, en este trabajo tratamos de analizar algunas
estructuras metafóricas que se repiten con relativa frecuencia en un corpus de prensa española
y francesa para transmitir el movimiento ascendente o bajista de los mercados financieros o
de fenómenos económicos. Además de reseñar, caracterizar, agrupar y clasificar las expresio-
nes metafóricas denominadas orientacionales (Lakoff y Johnson, 1980, 1991), se pretende
desarrollar, desde la perspectiva pedagógica, la competencia terminológica y la competencia
traductora de los aprendices traductores y traductoras
Palabras clave: Economía. Finanzas. Metáfora. Clasificación. Traducción.
Résumé
Dans le cadre d’une étude comparative entre l’espagnol et le français, notre travail
vise à explorer les métaphores dites d’orientation (Lakoff et Johnson, 1980, 1991) qui se
répètent avec une relative fréquence pour transmettre le mouvement à la hausse ou à la baisse
des marchés financiers ou des phénomènes économiques. Notre but : le repérage, et la classi-
fication des dites expressions métaphoriques dans un corpus comparable de textes tirés de
quotidiens à caractère économique publiés en espagnol et en français. Il s’agit aussi, du point
de vue pédagogique, de développer la compétence terminologique et la compétence traduc-
trice des apprenti(e)s traducteurs et traductrices.
Mots clé : Économie. Finances. Métaphore. Classification. Traduction.
Abstract
In this paper, we try to analyze from a contrastive perspective some metaphorical
structures that are repeated with relative frequency in a Spanish and French press corpus to
convey the upward or downward movements of financial markets or economic phenomena.
We propose to review, characterize, group and classify the so-called orientational metaphori-
cal expressions (Lakoff and Johnson, 1980, 1991). From a pedagogical perspective, the aim is
also to develop the terminological competence and translation competence of translation
trainees.
Keywords: Economy. Finance. Metaphor. Classification. Translation.
0. Introducción
En un ámbito en el que las cifras y los valores de los índices macroeconómicos
o de los distintos productos financieros desempeñan un papel esencial para represen-
tar y transmitir la información sobre el estado de la economía, la terminología plantea
problemas con frecuencia difíciles de resolver. Entre algunos de los problemas más
complejos con los que tienen que enfrentarse los traductores y las traductoras se en-
cuentran las expresiones metafóricas. En el año 2017 el Laboratoire Babel de la Uni-
versidad de Toulon (Francia) en colaboración con el grupo de investigación Biomet-
tico de la Universidad de Montreal (Canadá) celebró en Toulon un congreso interna-
cional titulado La métaphore et la traduction con el propósito de explorar las diferentes
formas de trasvasar la metáfora de una lengua a otra o de un sistema semiótico a
otro 1. Además de este congreso coorganizado por Richard Trim y Sylvie Vandaele, se
han publicado trabajos de investigación sobre la presencia, la función (e incluso algu-
nos sobre la traducción) de las expresiones metafóricas en el discurso económico y
financiero en general y la crisis en particular basados en corpus monolingües (Verlin-
de, 1997; Jean-Yves Archer, 2012; Augusto Soares da Silva, 2013; Arrese, 2015; Bar-
celó y Delgado, 2015; Gallego, 2016; etc.), en corpus comparables bilingües (Gila-
rranz, 2010; García, 2010; Gallego, 2012; Boulanger, 2016; Fernández, 2016, etc.) y,
aunque menos frecuentes, también se pueden leer análisis de algunos corpus multi-
lingües (Bielena-Grajewska, 2009 o Fernández y Galanes, 2015). Sin embargo, des-
conocemos la existencia de trabajos exclusivamente dedicados a la traducción de me-
táforas lingüísticas orientacionales en la combinación fr-es-fr. Pues ni Verlinde
(1997), que estudia el vocabulario de fluctuaciones en el discurso económico francés
y belga, ni Gallego (2016), que analiza los verbos de fluctuación en las noticias sobre
los mercados de valores en español, comparan dos lenguas. Por este motivo, centra-
mos nuestro estudio en las expresiones lingüísticas metafóricas que se usan en un cor-
pus de prensa española y francesa de carácter económico y financiero para representar
y transmitir el valor en términos de la orientación espacial (en adelante EMO): la
relación centro-periferia, dentro-fuera, profundo-superficial, cerca-lejos y, sobre todo,
el movimiento ascendente o bajista de los mercados financieros o de fenómenos eco-
nómicos.
La mayoría de las investigaciones anteriormente citadas trabajan con corpus
monolingües y no contrastan el léxico que expresan los movimientos en diferentes
lenguas; otras comparan pero lo hacen trabajando con corpus de traducciones y no
con corpus generados a partir de textos originales. Además, el idioma predominante
en la combinación lingüística, como es lógico, es el inglés porque como lingua franca
o lengua hipercentral, es la que genera la mayoría de los textos traducidos a las demás
lenguas. Por otra parte, estos trabajos dan preferencia al análisis de las denominadas
metáforas estructurales, siguiendo la tendencia cognitivista de Lakoff y Johnson
1
Cf. http://sites.univ-tln.fr/metrad/fr/presentation-du-colloque.
https://doi.org/10.25145/j.cedille.2020.17.08 116
Çédille, revista de estudios franceses, 17 (2020), 115-139 Áurea Fernández Rodríguez
(1980, 1991)2. Finalmente, observamos que los corpus en los que se basan estas in-
vestigaciones contemplan periodos relativamente cortos y limitan la reflexión a un
tema concreto. Arrese (2015), por ejemplo, se centra en acontecimientos noticiosos
publicados en la prensa española entre 2010 y 2012, en el contexto de la crisis del
euro y/o de la deuda soberana en Europa, coincidiendo con la etapa de mayor dificul-
tad para la economía de España. Desde una perspectiva ontológico-estructural esta-
blece una categorización de seis tipos de metáforas: 1) salud, 2) natural, 3) mecánica;
4) guerra, 5) juego y entretenimiento y 6) organismo. Quedan, por lo tanto, excluidas
de su estudio empírico (Arrese, 2015: 24-25) las metáforas que Lakoff y Johnson
(1991: 50-62)denominan de orientación.
Así mismo, la mayoría de estos estudios llegan a la conclusión de que las dife-
rentes culturas comparten las mismas expresiones y que la diferencia radica simple-
mente en la frecuencia de empleo de unas u otras (Arrese, 2015: 25). Gallego parte de
un corpus paralelo de informes anuales emitidos en 2008, 2009 y 2010 de sociedades
internacionales francesas y su traducción en español para clasificar las colocaciones
formadas a partir de la palabra “crise” y constatar “una tendencia a traducir literal-
mente las colocaciones analizadas” (Gallego, 2012: 161). Si buena parte de las inves-
tigaciones concluyen que la estrategia de traducción más habitual es la traducción
literal y que las metáforas son universales, podemos deducir que esta es la forma más
adecuada. Sin embargo, ya existen manifestaciones que dudan del grado de universa-
lidad que defienden los seguidores de la lingüística cognitiva. Entre las voces que re-
conocen la existencia de casos de conceptualizaciones metafóricas particulares pode-
mos recordar la reflexión de Kövecses (2008: 182): la conceptualización metafórica es
un proceso en el que el hablante se encuentra bajo dos presiones que compiten, la
presión de una cierta encarnación expresiva universal (universal embodiment) y la de
factores de contexto local. A este respecto cabe señalar también el trabajo contrastivo
español-inglés de Rojo y Llopis. Mediante el análisis de expresiones metafóricas recu-
peradas en cuatro corpus (dos vaciados de El Economista y dos, de The Economist), las
autoras concluyen que “not only linguistic constructions are different between lan-
guages, but also the same economic reality may be very differently conceptualized at
different points of time, on account of very different socio-political, historical factors”
(Rojo y Llopis, 2010: 3311).
Por todo ello, creemos que nuestro análisis es necesario en el sentido de que
trabajamos no solo con un corpus comparable de textos originales que abarca una
década, sino que examinamos detalladamente algunas de las metáforas menos atendi-
2
Lakoff y Johnson (1980) establecen una tipología de las metáforas en tres sistemas metafóricos clara-
mente definidos: a) las metáforas orientacionales; b) las metáforas ontológicas, que incluyen las metá-
foras de entidades y de substancia, y las metáforas de continente; y finalmente c) las metáforas estruc-
turales. Seguimos la edición original en inglés (1980) y la versión española de Carmen González Marín
(1991). También cabe mencionar que existe traducción al francés de M. de Fornel (1985).
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das en traducción, al menos en la combinación fr-es-fr, como son las expresiones me-
tafóricas orientacionales (EMO). Por otra parte, al analizar textos originales podemos
ver cómo funcionan las expresiones metafóricas en contexto y, al tiempo, creamos a
través del contraste una herramienta útil para la traducción de textos económicos. Los
aprendices adquieren competencias temáticas, aprenden a reflexionar sobre el dina-
mismo de la equivalencia y los problemas de traducción que ofrecen las variantes de-
nominativas.
Nuestro estudio se apoya en un proyecto dirigido por la doctora Iolanda Ga-
lanes Santos en el que colaboramos y cuyo objetivo final es la elaboración del Diccio-
nario de la Crisis Económica Mundial (DiCEM) a partir de unidades terminológicas
extraídas de un corpus de textos periodísticos. Esta herramienta está compuesta por
textos publicados todos los viernes entre 2007 y 2018 en tres de los periódicos espa-
ñoles más importantes y de mayor difusión: Expansión.com como medio semiespecia-
lizado y, como medios de carácter generalista, El País.com y El Mundo.com. Para po-
der trabajar con un corpus comparable bilingüe y contrastar los datos extraídos he-
mos creado, además, un subcorpus de textos publicados durante el mismo periodo, es
decir, entre agosto de 2007 y febrero de 2018 por otros tres periódicos franceses: Les
Échos.fr., Le Figaro.fr y Le Monde.fr sobre acontecimientos noticiosos similares.
1. Metodología
Para localizar y recuperar las expresiones metafóricas orientacionales en los
subcorpus, hemos realizado un vaciado semiautomático con la ayuda del programa de
generación de concordancias WordSmith Tools 7.0, teniendo en cuenta las distintas
variantes denominativas. Las gráficas que presentamos más abajo recogen una mues-
tra de unidades recuperadas de las concordancias en español y en francés. Las concor-
dancias en español se generaron, en primer lugar, desde las formas verbales “sal-ir”,
“sub-ir” y “baj-ar”, para incluir variantes como “sale” o “salió”, “sube(n)” o “subió” y
“baja” o bajó”. En francés, se parte de los substantivos “*sortie”, “entrée”, “introduc-
tion”, “hausse”, “baisse” y “chute” para extraer las variantes que van surgiendo en el
proceso de búsqueda. En segundo lugar, partimos de los principales indicadores para
comprobar cuáles son las expresiones que se refieren a cada uno de ellos. En cuanto a
las demás expresiones como delante-detrás, dentro-fuera, profundo-superficial, cen-
tro-periferia, etc., una vez clasificadas según su relación con el espacio, nos han per-
mitido generar nuevas concordancias.
A continuación, localizamos los párrafos en los textos con el propósito de ana-
lizar los contextos y comprobar que se trata de una EMO, como en los ejemplos si-
guientes de Les echos.fr y Le figaro.fr que etiquetamos con el nombre del diario, la
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2. Objetivos e hipótesis
Nuestros objetivos giran alrededor de los siguientes puntos: a) identificar y
dar a conocer cuáles son las expresiones metafóricas más frecuentes de carácter orien-
3
Todos los textos del corpus han sido enmarcados siguiendo el formato siguiente:
Inicio de texto: (<LF_16/11/2012_IND_ROUSSEAU_Hervé>
Fin de texto: </LF_16/11/2012_IND_ROUSSEAU_Hervé>).
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tacional que se usan en cada cultura que nos ocupa, a saber, español de España y
francés de Francia; b) caracterizar dichas formas atendiendo a su función, a su signifi-
cado, (al discurso, a la situación de comunicación, etc.); c) comparar su uso en los
medios elegidos en las dos culturas mencionadas; en este sentido, se desea comparar
de manera especial cuál es el significado/connotación que vehiculan esas expresiones,
cómo se percibe o se interpreta el concepto que vehiculan (valor positivo o negativo,
misma percepción del movimiento, expresividad, etc.) y, por último, d) al observar el
funcionamiento de estas unidades, se aprende también a desarrollar las competencias
metodológicas, a detectar problemas puntuales de traducción y a buscar eventuales
equivalencias entre las diferentes opciones que ofrece cada lengua.
Si partimos de la hipótesis de que las metáforas son universales, admitimos
que todas las culturas comparten las mismas formas para representar los mismos con-
ceptos, por lo que sería necesario traducir cada metáfora por otra idéntica en forma y
en contenido, es decir, utilizar la técnica de la traducción literal. En nuestro trabajo
queremos comprobar si esta hipótesis es válida a la hora de traducir todas las expre-
siones metafóricas que nos ocupan tanto en la combinación lingüística del español al
francés como del francés al español o si, por el contrario, hay que refutar esta hipóte-
sis y buscar aquella forma metafórica más próxima al sentido y/o a la intención que se
desea transmitir en un contexto determinado.
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indicador que generan problemas a la hora de encontrar una forma equivalente usada
por los especialistas de otra lengua. En los enunciados “la inflación china baja y la
caída de los precios de los alimentos” (EFE, 9/12/2017), la naturaleza figurada viene
dada por el hecho de que la cantidad se concibe en términos de verticalidad, es decir,
se trata de metáforas orientacionales que dan una orientación espacial a un concepto.
Ni la inflación como entidad abstracta se puede desplazar hacia abajo ni los precios
pueden caer en un sentido literal sino en el figurado. La metáfora espacial o de orien-
tación no estructura un concepto en términos de otro, sino que organiza un sistema
global de conceptos con relación a otro:
So far we have examined what we will call structural metaphors,
cases where one concept is metaphorically structured in terms
of another. But there is another kind of metaphorical concept,
one that does not structure one concept in terms of another
but instead organizes a whole system of concepts with respect
to one another. We will call these orientational metaphors, since
most of them have to do with spatial orientation: up-down, in-
out, frontback, on-off, deep-shallow, central-peripheral (Lakoff
y Johnson, 1980: 14).
Un 75 % de los movimientos de Bolsa, la subida y bajada de los precios, por-
centajes, índices macroeconómicos, tipos de interés o tasa de desempleo se expresan
con unidades metafóricas referidas a ‘arriba’ y ‘abajo’ tanto en español como en fran-
cés:
SUBIR BAJAR
V. aumentar (3966), N. caída (5215),
V. subir (3685), N. subida (3308), N. descenso (3557),
V. crecer (3229), N. crecimiento V. perder (3130),
N. aumento (3090), V. bajar (2701),
V. elevar (2216), N. pérdidas (2656),
V. avanzar (1447), V. caer (2103),
V. incrementar (1335), N. a la baja (1060),
V. ascender (984), N. bajada (901),
V. repuntar (504), N. retroceso (713)- V. retroceder (511),
N. corrección (373)- V. corregir (415),
N. desplome (611)-V. desplomar (395)
Tabla 1: Frecuencia de EMO (ES), núcleo verbal y nominal
HAUSSE BAISSE
N. baisse (1674)- V. baisser (333) N. croissance (2242)- croître (73)- accroître-
V. reculer (394)- N. recul (363) s’accroître (72) ;
N. chute (370)- V. chuter (156) N. hausse (1920) ;
N. dégradation (164) V. augmenter (611)-N. augmentation (202) ;
N. retrait (84) V.progresser (421)-N. progression (259) ;
N. correction (59)-corriger (23) N. rebond (152)- V. rebondir (71) ;
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rior. Lo que sucede es que una escalera se sube o se baja pero no se escala positiva ni
negativamente. Lo que se pretende expresar es que la curva baja. Con frecuencia, los
políticos acuden a este eufemismo con la intención de evitar términos que influirían
negativamente en la opinión pública y en la confianza de los consumidores o de los
inversores como “disminución de la actividad económica”, “declive persistente de una
economía” o incluso la expresión más temida de “recesión económica” 4. Los periodis-
tas se apropian de esa terminología por mimetismo e incluso la explican convirtiendo
sus artículos en lecciones pedagógicas como lo manifiesta Jean-Pierre Robin en el
fragmento siguiente de Le Figaro.fr:
En France, Christine Lagarde est la première à avoir popularisé
cet assemblage de deux mots contradictoires. Elle était alors, en
2008-2009, ministre des Finances. «Croissance négative» per-
met d'éviter le mot rugueux de «récession», autrement dit un
recul de la production (Robin, 2012).
Con el empleo del término “crecimiento negativo”, se está manipulando la in-
formación porque en 2009, Europa vivía una recesión grave del 2,5%; Francia, del
3% y en España el PIB cerró el año 2009 con una caída del 3,6% según el Banco de
España. En España se va más lejos, porque se trataba de evitar no solo el término
“recesión”, sino también la expresión “crecimiento negativo”, decantándose por su
antónimo “crecimiento positivo” para dar mayor optimismo a la audiencia:
En su tercer informe anual sobre la situación económica, Zapa-
tero pronosticó la “inminente recuperación y la vuelta al creci-
miento positivo [intertrimestral], a tenor de los datos más re-
cientes”, como la ralentización que se está produciendo en el
crecimiento del paro desde marzo, aunque también es verdad
que otros indicadores restan credibilidad a los vaticinios del
presidente.
De todos modos, Zapatero sabe que no se puede decir que una
economía ha salido de la crisis hasta que empieza a crear em-
pleo y, por eso, añadió que “si hacemos lo que debemos, si
aplicamos con rigor todas las reformas en marcha, el tren del
crecimiento aumentará su velocidad hasta recuperar la creación
de empleo” (Valverde, 2009).
3.2. Países periféricos
Otra expresión no menos usada es la de “países periféricos”. La relación peri-
feria-centro se utiliza para representar la relación antinómica entre países que se en-
4
Según el diccionario de ElEconomista.es, la recesión es “una caída significativa de la actividad econó-
mica que acontece en el conjunto de la economía y para un número suficiente de meses, y que se resul-
ta visible en términos de producción, empleo, renta real, y otros indicadores. La recesión comienza
cuando la economía alcanza su máximo y termina cuando alcanza su mínimo. Entre el mínimo y el
máximo, la economía se halla en expansión”.
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cuentran en recesión o con deflación y los países con crecimiento económico incluso
en un contexto de inestabilidad económica como ha sucedido durante la crisis de la
deuda europea. El término “periférico” surgió en ese momento para calificar a los
países europeos con problemas financieros e inmersos en una grave recesión. Se opo-
nían así a los países centrales o “core” considerados en términos económicos más sol-
ventes. Esa misma relación figurada se establece con la denominación sur-norte, don-
de ni el “sur” ni el “norte” se refieren realmente a la posición geográfica de los países
sino a su desarrollo económico. La división se establece en este caso en función de los
factores económicos.
Para expresar ese concepto recogemos diferentes variantes en español: los paí-
ses periféricos (Adj.), los periféricos (N.), países del sur, el grupo de los llamados peri-
féricos (SN.), miembros periféricos de la eurozona, homólogos periféricos, PIGS-
PIIGS 5, etc. Además de los países periféricos, el adjetivo también se emplea para cali-
ficar otros sustantivos (agentes económicos, productos o instrumentos) añadiendo por
lo general un matiz negativo al mismo, como los “activos periféricos”, “los bonos
periféricos”, “bancos periféricos”, “mercados periféricos”, etc. En la prensa española
analizada recogemos más de 125 ocurrencias en los que se emplean otros ejemplos
con el mismo adjetivo “periférico” como antónimo de “central”: activos periféricos,
bancos periféricos como Monte dei Paschi, los bonos periféricos, préstamos a los ho-
mólogos periféricos de la zona euro, mercados periféricos, etc.
En los textos redactados en francés, el término también aparece como
antónimo de central y cuenta con variantes denominativas similares a las del español:
pays périphériques, États ‘‘périphériques’’, pays périphériques (Portugal, Italie, Irlande,
Grèce, Espagne), pays de la périphérie, Pays du Sud, PIGS-PIIGS, les pays fragiles (péri-
phériques), […] et les pays sains financièrement (core), comme l'Allemagne (Errard,
2010: en línea). A su vez, el adjetivo se usa para calificar los títulos de deuda: “Les
taux des obligations périphériques restent élevés malgré des levées de dette réussies”
(Couet, 2011: en línea) y cuando se refieren a los países indicados se emplean sinó-
nimos como “países frágiles”. Sin embargo, cuando Francia empieza a correr el riesgo
de bascular del centro hacia la periferia y se sitúa entre esos dos espacios junto con
otros países, que algunos medios de comunicación denominan los FABLES (Francia,
Austria, Bélgica, Luxemburgo, Estonia, Eslovenia-Slovenija), la expresión tiende a
adquirir el significado de falta de influencia. Si en los textos en español se asocia a las
medidas de austeridad y a la solvencia del país (al rescate, a la recesión económica), en
Francia se tiende a priorizar el matiz de fragilidad (para los países con dificultades
económicas) y sobre todo de falta de influencia, credibilidad y competitividad en el
marco europeo y/o internacional cuando se trata de su propio país.
5
La prensa anglosajona ha creado el acrónimo PIGS o PIIGS (Portugal, Italia, Irlanda, Grecia y Espa-
ña).
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6
Lakoff y Johnson (1991: 51) apuntan que el concepto de felicidad se interpreta como arriba (feliz es
arriba) tales como: “Me siento alto” o “Estás saltando de gozo”, “Eso me levantó el ánimo”.
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para el vendedor. De la misma manera, una expresión en la voz del acreedor o inver-
sor y del deudor puede llegar a manifestar un significado diferente.
3.4. Salir a bolsa/Introduction en bourse
Si comparamos las variantes que se usan en español y en francés, constatamos,
en primer lugar, y siempre según nuestro corpus, que en francés hay menos variantes
denomonativas para expresar este concepto que en castellano: “introduction en bour-
se”, “introductions en bourse”, “mise en bourse”, “entrée(s) en Bourse” (FR); en
cambio, en español, se da mayor variedad: “salida/salir al parqué”, “salida/salir a bol-
sa”, “salida/salir a los mercados”, “debutar en los mercados”, “estrenarse en la bolsa,
saltar a bolsa, dar el salto al parqué, comenzar a cotizar”, etc. La rica variación deno-
minativa en el caso de “salir a bolsa” ya ha sido constatada y descrita por Gallego
(2013: 49), que señala:
En este caso, pudimos ver variación tanto en el núcleo termi-
nológico (salir al mercado o salir al parqué) como en el eventivo
(saltar a bolsa), además de otras variaciones formales referidas al
uso prepositivo, consecuencia del uso de tal o cual verbo (estre-
narse en bolsa, debutar en bolsa, pero salir a bolsa, saltar a bolsa),
así como otras modificaciones morfosintácticas (salir a la bolsa,
dar el salto a la bolsa) o la inserción de otros elementos frásticos
(salida precipitada a bolsa, salir finalmente a bolsa) e incluso
terminológicos (salir a cotizar a bolsa, comenzar a cotizar en bol-
sa, empezar a cotizar en bolsa).
Dado que lo que nos interesa aquí son las similitudes o diferencias que se pre-
sentan entre las dos culturas, cabe apuntar una diferencia de calado: la perspectiva (en
la conceptualización de la metáfora). Efectivamente, mientras en español se percibe
como el acto de “pasar de dentro hacia fuera”, en la cultura francesa se concibe como
“pasar de fuera hacia el interior”, de ahí la denominación “introduction en bourse”,
“entrée en bourse”.
Comparamos dos fragmentos, uno en español sacado de la versión digital de
Expansión.com:
En este contexto, los analistas coinciden en asegurar que esta-
mos en un mal momento para entrar en bolsa. “El peor desde
hace veinte años”, según aseguró ayer el presidente de Ibercaja,
Amado Franco. Los problemas de Grecia, que se suman a la
desconfianza sobre los avances en España, vuelven a meter al
país en el foco del huracán” (Garea, 2011).
Con el siguiente fragmento que se puede leer en Les Echos.fr:
Gartmore veut faire son entrée en Bourse. Le gérant Gartmore
veut faire son entrée à la Bourse de Londres le mois prochain.
Objectif ? Récolter près de 250 millions de livres sterling afin
d'alléger sa dette, qui reculerait ainsi de 400 à 150 millions de
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4. Conclusiones
Las dos lenguas, francés y español, comparten formas similares que se pueden
traducir literalmente. No obstante, hemos visto como “entrada en bolsa” y “entrée en
bourse” no comparten el mismo significado.
Además, estas orientaciones metafóricas no son arbitrarias. Lakoff y Johnson
(1991: 50) recuerdan que “tienen una base en nuestra experiencia física y cultural”. Si
en francés la cotización se percibe como el paso de fuera hacia dentro (entrée en bour-
se), el español lo concibe como el paso de dentro hacia fuera (salir a Bolsa). Ello de-
muestra que cada cultura tiene su forma particular de concebir la realidad.
Algunas EMO que forman colocaciones no se aplican a todos los valores,
porque las palabras no se combinan de forma aleatoria. Cada idioma tiene su sintaxis
y si el francés que es una lengua sintética prefiere formas nominales, el español necesi-
ta usar verbos para evitar ambigüedades. Los verbos apreciarse-depreciarse (divisas) son
7
La frecuencia en español es de 1174 para verbos y de 174 para los nombres. En cambio, en francés
hay ausencia total de verbos frente a 39 enunciados con sustantivo.
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ISSN: 1699-4949
nº 17 (primavera de 2020)
Varia
Flavie FOUCHARD
Universidad de Sevilla
flaviefouchard@us.es
ORCID: 0000-0002-9895-8203
Resumen
En este artículo procedemos a una lectura atenta de algunos fragmentos de Gaspard
de René Benjamin, Le Feu de Henri Barbusse, Les Croix de bois de Roland Dorgelès et Clavel
Soldat de Léon Werth para analizar la manera en que sus autores tratan el motivo de la luz.
Nos permite acercarnos a estas obras que nacen de la experiencia, centrándonos en las distin-
tas interpretaciones del conflicto que construyen, a partir de una estética que va más allá del
realismo y que utiliza el símbolo de la luz para cuestionar los símbolos y las representaciones
tradicionales de la guerra, pero que también nos permiten atribuir diversos sentidos, a veces
ambiguos, a una experiencia inédita de la guerra.
Palabras clave: Representación. Símbolo. Naturaleza. Primera guerra mundial.
Résumé
Dans cet article nous procédons à une lecture attentive des notations de lumière dans
certains fragments de Gaspard de René Benjamin, Le Feu de Henri Barbusse, Les Croix de bois
de Roland Dorgelès et Clavel Soldat de Léon Werth. Cette analyse nous permet d’aborder
sous l’angle de l’interprétation du conflit qu’elles proposent ces œuvres qui prennent pour
point de départ l’expérience mais ne se réduisent pas à l’écriture réaliste. En effet, la symbo-
lique de la lumière leur permet de remettre en question les représentations traditionnelles de
la guerre, mais aussi de donner leur propre interprétation, parfois ambiguë, de cette expé-
rience guerrière radicalement nouvelle.
Mots clé : Représentation. Symbole. Nature. Première Guerre Mondiale.
Abstract
In this paper, we conduct a close reading of some fragments of Gaspard from René
Benjamin, Le Feu from Henri Barbusse, Les Croix de bois from Roland Dorgelès and Clavel
Soldat from Léon Werth to study the motif of light in their self-experience-based narration.
We focus on light’s symbolism that these non-exclusively realistic texts use to both express
critics on war’s traditional representation and give an own interpretation, sometimes ambig-
uous, of a whole new war experience.
Keywords: Representation. Symbol. Nature. First World War.
0. Introduction
Pour de nombreux soldats de la Grande Guerre, dont les écrivains que nous
allons évoquer, la nature est le cadre principal de la guerre. La campagne du Nord ou
de l’Est de la France, dans les récits qui prennent pour ancrage le front sur le territoire
français, occupe donc une place primordiale et recouvre par là-même de nombreuses
significations au sein de textes dont les orientations sont, elles aussi, variées, comme
l’explique Pierre Schoentjes (2011 : 123) : « La guerre de 14-18, première guerre in-
dustrielle et où la mécanisation a joué un rôle fondamental, illustre des rapports
complexes dans la mesure où cette guerre “moderne” a eu pour cadre essentiel un
univers rural et champêtre ». Ce critique propose une « typologie générale » des des-
criptions de la nature dans ces textes qui vise à mieux comprendre les différents rap-
ports entre guerre et nature, et montre que ces relations ne se réduisent en aucun cas
à une opposition stricte entre les deux termes (Schoentjes, 2011 : 125). Il dégage ainsi
cinq types d’images de la nature qui s’inscrivent dans le prolongement d’une tradition
bien ancrée : « la nature d’Arcadie, la nature de robinsonnade, la nature champêtre, la
nature primitive et la nature apocalyptique » et oscillent entre deux pôles, celui de la
nature idyllique, rappelant l’âge d’or d’avant le conflit ou se constituant en décor
propice à un bref moment de répit pour le guerrier ; et celui de l’image du conflit
représenté comme un enfer sur terre.
À partir des perspectives ouvertes par cette étude générale, nous avons souhai-
té étudier un élément de détail de la description, qui l’anime et qui participe du pou-
voir symbolique de celle-ci : la lumière. Tout comme la relation de l’homme avec la
nature, la portée symbolique de la lumière se voit affectée par le bouleversement
qu’introduit la guerre dans les représentations traditionnelles de l’héroïsme et du
combat. Tout comme le paysage, elle symbolise un large spectre de valeurs, concepts
et réalités humaines : elle est traditionnellement associée, dans notre culture, à la
connaissance, la gloire, l’héroïsme, la victoire, le sens, la clarté, le progrès ou encore le
renouveau annoncé par l’aube. Elle participe alors des anciens stéréotypes sur la
guerre, véhiculés avant et pendant le conflit, et qui circulent dans nos œuvres. La
lumière contribue également à la création de nouvelles images qui fonctionnent, elles
aussi, comme des clichés, dans des textes qui, pour mieux tenter de la représenter
mettent au cœur de leur projet littéraire « l’expérience sensorielle de la guerre » et
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1
Dans la continuité de son travail dans Fictions de la Grande Guerre (2009), Pierre Schoentjes (2011 :
123) traite les images de la nature comme « lieu de cristallisation d’enjeux thématiques majeurs ».
2
La représentation des soldats en électeurs est fréquente dans Gaspard, comme pour mieux interroger
ce que la République attend de ses citoyens (Fouchard, 2017 : 146-147).
3
Nicolas Beaupré (2013 : 171) explique qu’au sein même de la guerre comme événement, il faut dis-
tinguer plusieurs périodes en ce qui concerne les récits qui en témoignent : « Les horizons d’attente de
1914 (où domine la croyance en une guerre courte, voire très courte) ne sont assurément pas les
mêmes qu’en 1916 pendant la bataille de Verdun ou qu’en 1917 après l’échec de l’offensive du Che-
min des Dames ».
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la guerre moderne ont constitué l’un des clichés constitutifs de sa représentation. Cela
nous permettra de revenir sur les difficultés que le choix d’une posture esthétique a
posées à tous les auteurs ayant voulu témoigner de « leur » guerre car, comme
l’explique de nouveau Pierre Schoentjes (2009 : 44), « faire le récit de la guerre ne va
pas sans problèmes ».
La lumière qui illumine le front lors, notamment, des bombardements, est
présente dans de nombreux poèmes, romans, récits et articles ayant pris pour sujet la
première guerre mondiale. Nous la trouvons dans un texte de Colette daté de dé-
cembre-janvier 1915, « À Verdun », dans lequel l’auteure commente son voyage in-
cognito vers Verdun, qui n’est pas encore synonyme d’hécatombe, pour retrouver son
mari, officier cantonné dans cette ville : « Heures longues ? peut-être, à cause de
l’impatience d’arriver, mais heures remplies, inquiètes, illuminées par la lueur boréale
d’une canonnade incessante, une lueur rose qui halète au ras de l’horizon, au nord-
est » (Colette, 1984 : 490). C’est une image précoce, elle se généralise rapidement et
devient même un stéréotype. Mais, elle possède toujours également pour objectif de
faire voir la réalité de la guerre aux lecteurs qui ne connaissent pas le front, ressource
largement utilisée par de nombreux auteurs, comme l’explique Laurence Campa
(2010 : 33) : « Esthétiser la guerre ou tout autre sujet, c’est la rendre sensible au lec-
teur, par tous les moyens, et plus précisément produire des sensations. La poétiser,
c’est en faire un matériau poétique ». Les descriptions de cette lumière, étonnement
belle en regard de la destruction qu’elle annonce, est au cœur d’un dilemme plus large
auquel ont été confrontés les écrivains qui voulaient témoigner littérairement de la
guerre. En effet, comme l’explique Michèle Touret, cela constituait un véritable
« [d]éfi à la littérature » car il s’agissait de choisir entre deux postures antagoniques,
qui avaient nécessairement, au-delà des parti-pris esthétiques, des implications mo-
rales et des conséquences sociales : « abandonner la voie créatrice, peut-être indécente
et impuissante, et témoigner en renonçant aux ressources habituelles de la littérature ;
ou ne pas y renoncer mais courir le risque d’une création qui trahira ses objectifs et
pourra rendre la guerre belle et aimable… » (Touret, 2001 : 218). Cette voie autorise
la création d’images qui associent les lueurs de la guerre à des comparants naturels
comme dans ce poème d’Apollinaire « Carte postale »4, cité et commenté par Lau-
rence Campa lors de son analyse de la réception des textes de guerre du poète :
Je t’écris de dessous la tente
Tandis que meurt ce jour d’été
Où floraison éblouissante
Dans le ciel à peine bleuté
Une canonnade éclatante
Se fane avant d’avoir été (Campa, 2001 : 297)
4
Tiré de « La tête étoilée » dans Calligrammes.
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Elle remarque que, pour appréhender une expérience aussi neuve, le poète
puise ici dans le répertoire traditionnel de la nature, « floraison, ciel à peine bleuté, se
fane », tout en le réinvestissant dans de nouvelles circonstances : « une canonnade
éclatante », ce qui confère au poème un mélange de proximité et d’étrangeté. Cette
technique rend également patent le scandale que peut représenter la comparaison
entre le cycle naturel, admiré par la tradition, synonyme de beauté grâce au terme
« floraison », avec les instruments de la guerre moderne. Seuls les termes « meurt » et
« se fane » semblent mettre à distance cette représentation « de carte postale », dont
nous ne pouvons éviter de penser qu’elle suggère une certaine ironie.
Dans certains récits, les auteurs se veulent parfois plus explicites quant aux
significations de ces lumières. Dans ce passage des Croix de bois c’est le paysage urbain
qui sert de comparant (« long boulevard de clarté » ; « enseignes lumineuses »), ainsi
que les célébrations de la fête nationale pendant les soirs d’été :
Dans un bourdonnement assourdi de voix étouffées, de clique-
tis et de pas fourbus, la compagnie entra dans le village noyé
d’ombre. Pas bien loin, les fusées barraient la nuit d’un long
boulevard de clarté, et, par instants, cela s’égayait de lueurs
rouges ou vertes, vite éteintes, pareilles à des enseignes lumi-
neuses.
Ce ciel de guerre fait penser à une nuit populaire de 14 Juillet.
Rien de tragique. Seul, le vaste silence (Dorgelès, 2013 : 34).
La comparaison avec le ciel de « nuit populaire de 14 Juillet » vise la vision
édulcorée et patriotique de l’événement, depuis l’extérieur5. Nous pouvons penser
qu’elle renvoie à un certain symbolisme attaché à l’événement, notamment au début
du conflit. Les deux phrases nominales suivantes contrastent toutefois fortement avec
cette imagerie, sans pour autant basculer vers le pôle du sensationnalisme (« Rien de
tragique »). À quoi attribuer ici « le silence » ? À une notation réaliste, au manque de
sens de l’événement, à l’indifférence qu’il provoque depuis la distance, à la sensation
des soldats au plus profond de la nuit ? Nous pouvons trouver une réponse dans la
perception de Demachy, qui vient d’arriver sur le front, assumée par le narrateur om-
niscient :
Les yeux tournés vers les premières lignes, il cherchait cepen-
dant à voir les fusées, entre deux murs. C’était pour lui une dé-
ception, cette première vision de la guerre. Il aurait voulu être
ému, éprouver quelque chose, et il regardait obstinément vers
les tranchées, pour se donner une émotion, pour frissonner un
5
Quelques pages plus loin, les camarades du narrateur regardent toutefois un bombardement avec « un
cri d’admiration » et « une clameur ravie de feu d’artifice » (Dorgelès, 2013 : 40). Dorgelès (2013 :
118) file la métaphore tout au long du texte. Ainsi, retrouvons-nous cette mention au feu d’artifice lors
de l’épisode du « mont Calvaire ».
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D’une part, elle a été contaminée par les nouveaux instruments de la guerre
moderne, plus guère absents des paysages, comme le montre ce passage des Croix de
bois, lorsque la compagnie du narrateur arrive dans la tranchée, à l’aube, pour la re-
lève :
Un joli soleil pâle de la Saint-Martin. Sur le ciel d’un bleu
tendre, les nuages étaient pareils à des flocons de shrapnells.
Un émouchet et un corbeau se poursuivaient à coups de bec,
sauvagement. On entendait une alouette, qui bougeait à peine.
C’était dimanche (Dorgelès, 2013 : 38).
La beauté de la matinée de ce dimanche de fête, faiblement ensoleillée, est ra-
pidement réinsérée dans le temps guerrier grâce au comparant associé aux nuages. La
brutalité envahit alors le paysage à travers la scène qui fait s’affronter, symbolique-
ment, un rapace et un charognard, ce dernier habitué des champs de bataille. Nous
voyons ici que les éléments de la guerre moderne envahissent logiquement les descrip-
tions de la nature et lui donnent, à cette occasion, une coloration inquiétante.
D’autant plus que la lumière solaire, éclatante, a traditionnellement symbolisé la vic-
toire et la gloire et a donc, à ce titre, fait l’objet d’un travail de mise à distance impor-
tant de la part de nos auteurs.
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6
Nous retrouvons cette description du temps estival par exemple chez Colette dans le texte court « La
nouvelle » inclus dans Les Heures longues : « Quatre heures, un beau jour voilé d’été marin, les remparts
dorés de la vieille ville debout devant une mer verte sur la plage, bleue à l’horizon » (Colette, 1984 :
478).
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sur une botte de paille, à côté d’un autre blessé, et attendre. L’éclairage de la lune les
surprend mais aucune transcendance ne se dégage, bien au contraire : « Il s’étendit de
l’autre côté, dans le clair de lune qui donnait sur le Christ et sur eux ; ils avaient l’air
des deux larrons ; et ils se mirent à parler et à se plaindre par-dessus la croix » (Ben-
jamin, 1998 : 132). Malgré le commentaire relativement long du narrateur, à la page
suivante, sur la portée de cette scène visant à évoquer « la misère humaine, qui inter-
roge et qui supplie », grâce à sa représentation à l’intérieur d’une église à moitié dé-
truite, la construction du stéréotype du martyr, fréquemment utilisé dans la représen-
tation du soldat 7, a du mal à fonctionner auprès du lecteur. En effet, la trivialité de
Gaspard, et l’apparition soudaine du jour – « La lune disparut. Le jour commença de
naître » (Benjamin, 1998 : 133) – coupent court à toute envolée lyrique et marquent
le retour définitif à la réalité : « C’était, dans la première clarté lugubre du jour, une
mêlée à décourager les meilleurs » (Benjamin, 1998 : 134). Le soleil et les engoue-
ments qu’il suscitait ont disparu avec l’expérience du front, la lueur de la lune ne
semble pas être à même de lui redonner son brio perdu.
Au fil du texte de Benjamin, qui suit les premiers moments du conflit, de la
guerre de mouvement jusqu’à l’établissement des tranchées, le narrateur opère de
manière assez schématique mais aussi parfois subtile, un changement d’éclairage qui
fait perdre de son éclat à la gloire et transforme les paysages guerriers. Quand, après
six mois de convalescence, Gaspard revient sur le front au « “bois de la Tuerie” », il
découvre les tranchées qu’il n’a pas connues lors de sa première campagne. Ce nou-
veau paysage ne possède plus qu’une lumière tamisée. Il est « brumeux » et se com-
pose de « pluie », de « brume », de « brouillard » et de « grisaille de brume » (Benja-
min, 1998 : 221-222). Dorgelès reprendra également ces notations pour amalgamer
aux notations réalistes sur la temporalité de l’action les sensations d’épuisement des
soldats. Il décrit par exemple « un brouillard de fatigue et de pluie » qui enveloppe les
soldats de sa compagnie sur le chemin du cantonnement (Dorgelès, 2013 : 51).
Barbusse, lui, tirera un maximum d’effet de cet éclairage dans Le Feu, no-
tamment dans les contrastes que cette nouvelle lumière permet de construire. Ainsi,
dans le chapitre « Le Chien », alors que les soldats de l’escouade à laquelle appartient
le narrateur sont en cantonnement dans un village, le poilu Fouillade se lave à
grandes eaux au milieu du village, par un « temps épouvantable » (Barbusse, 1965 :
177). Lorsqu’il se met enfin à l’abri, Fouillade est pris d’une rêverie qui l’entraîne sur
le chemin de son Hérault natal : « Il revoit. C’est un de ces moments où le pays dont
on est séparé prend, dans le lointain, des douceurs de créature » (Barbusse, 1965 :
184). Après avoir placé la scène du bain sous une lumière des plus tristes, « le paysage
de ce matin-là était jaune sale, le ciel tout noir – couvert d’ardoises », le narrateur
7
Sur cette figure, lire le point « Le Martyre » dans Écrire en guerre, écrire la guerre France, Allemagne
1914-1920 (Beaupré, 2006).
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insiste sur la beauté du paysage de l’enfance de Fouillade. Entre mer et montagne et,
surtout, baigné par un soleil éblouissant qui donne ses couleurs aux repas de famille,
« la lumineuse odeur d’ail de sa table lointaine » (Barbusse, 1965 : 186), et au souve-
nir de la rencontre avec sa femme : « La première fois, elle passait, luxueuse de soleil »
(Barbusse, 1965 : 185). Bien sûr, le contraste appartient ici au répertoire des repré-
sentations stéréotypées de la nature qui oppose l’abondance et la joie se dégageant
d’un paysage solaire, antérieur à la guerre, et la misère du soldat sous la pluie, loin de
sa terre natale et en proie au bourdon. Mais l’intérêt de ce retour aux souvenirs lumi-
neux de l’enfance ne réside pas seulement dans l’effet de pathétique que Barbusse
peut en tirer.
À l’occasion de cette évocation, il revient sur cette époque où l’âge d’or de
l’enfance coïncidait avec une conception erronée de la guerre, auréolée d’une gloire
lumineuse :
Il jouait, sur la terre dorée et rousse, et même il jouait au sol-
dat. L’ardeur de manier un sabre de bois animait ses joues
rondes qui sont maintenant ravinées et comme cicatrisées… Il
ouvre les yeux, regarde autour de lui, hoche la tête, et s’adonne
au regret du temps où il avait un sentiment pur, exalté, enso-
leillé de la guerre et de la gloire (Barbusse, 1965 : 184).
Le lexique de la lumière (« dorée ») et de la vitalité (« ardeur, animait »), ac-
compagnent la caractérisation du sentiment nostalgique et permettent le retour à
l’idéalisation passée de la guerre et de la gloire. La pureté de la vision de l’enfance
ancrée dans le jeu (« sabre de bois »), fait place à la réalité présente (« ravinées et
comme cicatrisées »). L’intense lumière du soleil sert donc à Barbusse à signaler deux
brèches ouvertes par le conflit, qui ne cessent de s’agrandir au fil du récit : celle qui
existe entre le temps de la guerre et celui du passé, présenté ici comme heureux ; mais
aussi entre la conception passée de la guerre et l’expérience réelle de celle-ci.
8
À ce sujet, Pierre Schoentjes (2011 : 134) signale que « malgré un titre qui promet “le feu”, l’ouvrage
de Barbusse créé un univers apocalyptique qui est d’abord fait d’eau. L’idée de déluge est constamment
reprise dans ce roman qui multiplie les paysages sous la pluie, l’évocation des fondrières et des torrents
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de boue ». Pour une étude du symbolisme de l’Apocalypse et du Déluge dans Le Feu, voir l’article de
Sylvain Ledda « Requiem ou symphonie funèbre ? Notes sur la mort dans Le Feu » (2015).
9
Pour Clavel Soldat, Jean Kaempfer parle de « déréliction anecdotique » (1998 : 262).
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Il est question des « nuits dans la boue » que doivent endurer les soldats dans le chapitre « Notre-
10
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nier chapitre du Feu dans lequel Barbusse fait parler le narrateur à la place de Paradis
dans une sorte de traduction de sa parole elliptique « “C’est ça, la guerre” » : « Il veut
dire, et je comprends avec lui : “[…] C’est cela, cette monotonie infinie de misères,
interrompue par des drames aigus, c’est cela, et non pas la baïonnette qui étincelle
comme de l’argent, ni le chant de coq du clairon au soleil !” » (Barbusse, 1965 : 413).
L’insistance à retravailler les images guerrières en utilisant la lumière solaire de la part
des auteurs pourrait signaler la puissance symbolique de cet élément auprès des
troupes et des populations. Ainsi, dans Gaspard, quand le narrateur analyse ce qui
pousse incidemment les hommes à oublier leur individualité pour se fondre dans la
masse sans pensée du régiment, utilise-t-il l’image de l’éclat lumineux :
Ce qui fait l’étrange beauté d’un régiment qui part, c’est
d’abord l’uniforme, cette première discipline qui éclate aux
yeux. Mais sous des képis pareils, la pensée elle aussi s’égalise,
et il semble à chacun que c’est le pas de la Fatalité qu’il em-
boîte, dès qu’on commande : « En avant… marche ! » […]
Que deviennent les amours, les intérêts, les peurs, dans cette
mise en route générale, où la cadence du corps emporte les
idées ? (Benjamin, 1998 : 40).
Or, c’est toute cette mise en scène qu’interrogent les récits qui nous intéres-
sent. Dans ceux-ci, la portée symbolique des discours établis ne fonctionne plus pour
les soldats dès lors qu’ils entrent en contact direct avec la bataille. Il s’agit alors, pour
certains écrivains, comme Barbusse, de créer une nouvelle symbolique à partir
d’éléments qui agissent de manière puissante sur notre imaginaire.
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naire », « tentante dans le soleil » (Barbusse, 1965 : 118) aux yeux de Lamuse. De
plus, il renforce l’aveuglement du soldat qui s’est totalement mépris sur les raisons de
la présence d’Eudoxie au cantonnement. Incapable de contrôler ses désirs, il s’obstine,
malgré la répugnance évidente qu’il inspire à la jeune femme : « Il mourrait pour la
toucher avec sa bouche » (Barbusse, 1965 : 118). Elle arrive toutefois à se dégager
rendant inutile l’intervention – tardive – du narrateur, car Lamuse revient, avec ce
geste, à la raison.
Le déroulement de la scène conduit à une représentation pathétique de La-
muse – non exempte d’une victimisation certaine du personnage masculin de la part
du narrateur, qui rend la lecture de cette scène difficile aujourd’hui11. La violence
qu’il exerce sur la jeune fille est fortement atténuée par celle exercée par le printemps
et les désirs qu’il fait naître chez cet homme, dans un contexte où les femmes sont
absentes de la vie quotidienne des soldats. Il nous semble alors que le rapprochement
de la guerre et des cycles naturels, à travers la notation de la « clarté impitoyable » de
la saison et de la comparaison de ce moment avec le « commencement des âges »
(Barbusse, 1965 : 119), sert ici à esquisser l’image du soldat en martyr que Barbusse
élabore tout au long de son récit. Comme pour mieux assimiler l’indifférence de la
nature et de la guerre et rendre de nouveau possible un discours d’espoir. Si l’homme
ne capitule pas face au cycle des saisons et aux retours périodiques des cataclysmes,
pourquoi ne pas adopter la même attitude face à la guerre ?
Pour accentuer ce rapprochement entre deux forces aveugles, deux person-
nages sont emblématiquement placés sous le signe de la vitalité et de la lumière pour
« mieux » être anéantis par la guerre. Le premier personnage est Eudoxie elle-même :
la jeune femme était apparue pour la première fois aux soldats à l’orée d’un bois dans
un rayon de soleil telle une biche (Barbusse, 1965 : 89). Dans l’épisode avec Lamuse,
ses cheveux « d’une intense blondeur » ressemblaient à des « flammes » (Barbusse,
1965 : 118) et elle dégageait « la force lumineuse d’une enfant ». Ce sont ces cheveux
que Lamuse reconnaît – de manière encore bien symbolique – quand il découvre son
cadavre en creusant une sape (Barbusse, 1965 : 256-257). La mort de celle qui repré-
sente une incursion de l’amour et de la sensualité sur le front, permet à Barbusse
d’utiliser une nouvelle fois l’image de l’anéantissement aveugle des forces vitales par la
guerre.
Dans nombre de récits prenant pour sujet la Grande Guerre, les comparants
naturels servent aux auteurs à assimiler les déchaînements du front à un cataclysme
naturel. Rapidement considérée comme moderne, la guerre des machines rappelle
11
Nicolas Beaupré (2003 : 87) montre que, pendant le conflit, les institutions de la censure ont ren-
forcé l’image de victimisation des soldats véhiculée par les récits de témoignages : les passages évoquant
l’animalisation, la brutalisation des soldats, les moments de violence guerrière assumés étaient, eux,
plus susceptibles d’être supprimés. Il remarque le même mécanisme de gommage des « moments les
plus atroces de la violence infligée » dans les récits littéraires des années 20.
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roses, ses yeux bleus si clairs et ses sourcils jaune d’or avaient
l’air peints de frais (Barbusse, 1965 : 214-215).
Poterloo est transfiguré, il incarne ici une figure christique grâce au « reflet de
résurrection » qui colore son visage. Son espoir, né du renouveau du jour, s’est propa-
gé chez tous les soldats, y compris le narrateur, qui ont ressenti le même effet du « so-
leil » sur les tranchées :
Nous avons eu de mauvais jours, des nuits tragiques, dans le
froid, dans l’eau et la boue. Maintenant, bien que ce soit en-
core l’hiver, une première belle matinée nous apprend et nous
convainc qu’il va y avoir bientôt, encore une fois, le printemps.
[…] Oh ! La guerre va finir, on va revoir à jamais les siens […]
et on leur sourit dans cet éclat jeune qui, déjà, nous réunit
(Barbusse, 1965 : 215-216).
Après ce passage plein d’espoir, la progression des deux soldats dans leurs
lignes, côte à côte, se poursuit. Mais le temps change soudainement. Le narrateur et
Poterloo arrivent à leur tranchée juste à temps pour constater qu’il va pleuvoir pour la
relève, qui les éloignera une fois de plus du front et de la menace de la mort. Ils se
mettent en route sous une pluie battante, Poterloo « avec sa puissante carrure », son
« dos fort, solide comme une colonne d’arbre, comme la santé et l’espoir » (Barbusse,
1965 : 220) ; et le narrateur, convaincu que ce revirement météorologique n’affectera
pas son camarade, revenu des ruines de son foyer avec une force décuplée : « Ce n’est
pas une averse qui lui ôtera le contentement qu’il emporte dans son cœur ferme et
solide, et ce n’est pas une maussade soirée qui éteindra le soleil que j’ai vu, il y a
quelques heures, entrer dans sa pensée » (Barbusse, 1965 : 217). Comme pour éloi-
gner ce qui pourrait paraître un mauvais présage, le narrateur ne cesse de commenter
la transformation de Poterloo, une transformation que les aléas du temps ne pour-
raient amoindrir. Toutefois, juste avant la fin du trajet, Barbusse achève de construire
son contraste en faisant atteindre au chapitre le summum du pathétique, dans sa der-
nière phrase.
En effet, un obus fait voler Poterloo dans un « éclair de tonnerre » et le narra-
teur, encore sous le coup de l’étourdissement de l’explosion, de témoigner : « j’ai vu
son corps monter, debout, noir, les deux bras étendus de toute leur envergure, et une
flamme à la place de la tête » (Barbusse, 1965 : 220). Le parallèle christique s’achève
logiquement sur la mort du personnage, dont l’aspect spectaculaire dépasse claire-
ment la notation réaliste pour atteindre au symbole : grâce à l’ascension du corps et à
l’évocation des bras qu’on devine dessiner la posture du Christ sur la Croix12.
12
Au sujet de cette mort et de l’écriture de Barbusse, Jean Norton Cru écrit : « Barbusse se souvient
plutôt de la Bible illustrée que des faits réels du front » (Témoins. Essais d’analyse et de critique des sou-
venirs de combattants édités en France de 1915 à 1928, Presses Universitaires de Nancy, 1993 [réédition
de l’édition de 1929], p. 559). Cité par Esther Pinon (2015 : 859).
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6. Ombres au tableau
Dans les deux textes publiés à la fin du conflit, en 1919, Les Croix de bois et
Clavel soldat, les auteurs portent un regard plus désabusé sur la guerre et ses consé-
quences. Contrairement à Barbusse, Dorgelès, utilise la symbolique de l’obscurité
pour clore son texte. Pour Werth, les effets de lumières permettent de mettre à dis-
tance très rapidement l’acte de représentation de la guerre et de relativiser ses signifi-
cations.
Dans le dernier chapitre des Croix de bois, le narrateur dresse un bilan rétros-
pectif de son expérience, à la lueur retrouvée de « la lampe tranquille » du foyer (Dor-
gelès, 2013 : 244), tout en tentant de regarder vers l’avenir : selon lui, l’oubli est iné-
vitable et il ensevelira une deuxième fois les soldats morts aux combats. Une seconde
mort, symbolisée par la « nuit éternelle », va s’étendre sur eux et prolonger leur mar-
tyre (Dorgelès, 2013 : 245). Pour lui, les morts seront exclus de la renaissance car elle
ne les verra pas revenir et participer du mouvement général de reconstruction. D’un
moment de la guerre à l’autre, les écrivains opposent à l’éclat d’une gloire promise sur
le champ d’honneur une aube qui transfigurerait le sacrifice des uns pour éclairer le
recommencement des autres ; ou une « nuit éternelle » qui anéantira définitivement
les promesses de survie des sacrifiés au-delà du conflit.
Léon Werth qui a écrit son texte entre 1916 et 1917 mais ne peut le publier
qu’en 1919, va plus loin encore et ouvre directement Clavel Soldat par une réflexion
sur ce qu’évoque le paysage chez le personnage principal dont on ne sait encore rien :
C’est un contraste de chromo, une petite rêverie bien sage sur
la guerre, qui va commencer : des vaches montent la route au
crépuscule, d’une marche dodelinante. […] Elles vont à
l’abreuvoir en contrebas, sous les arbres, sous de vieux arbres, à
l’abreuvoir de vieilles pierres. Le soir et l’ombre semblent une
image pacifique. André Clavel n’a pas vu cette image pour elle-
même. Elle s’oppose à d’autres images, qui sont en lui, très
vagues, et très fermement attachés : les images de la guerre, le
tumulte des batailles (Werth, 2006 : 7).
La notation de l’orage, pour signifier le début de la guerre de Benjamin et de
Barbusse se mue en réflexion ironique. Dans ce premier paragraphe du texte, le lec-
teur est d’emblée placé devant le fait que le paysage et sa lumière fournissent un sup-
port idéal au symbolisme : grâce aux contrastes qu’ils autorisent, à leur pouvoir
d’expression mais aussi à leur caractère stéréotypé, qui en facilite la circulation
(« chromo »). Cette image, que Clavel « ne voit pas pour elle-même » mais parce
qu’elle « s’oppose à d’autres images », nous montre que l’écrivain introduit son lecteur
dans un texte qui met à distance ses effets. Dès le seuil, Werth met en perspective
l’acte de figuration et d’interprétation des images de la guerre, notamment en insis-
tant sur les effets de lumières qui constituent, pour les personnages et, par extension,
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pour les lecteurs, des indices ou des signes qui rappellent d’autres images et entrent en
résonnance avec elles.
À la fin du texte, comme en réponse à la fin proposée par Barbusse à son récit,
la présence d’un rayon de soleil ne fait pas espérer Clavel. Alors qu’il s’éloigne des
premières lignes, pour porter un message, et qu’il pourrait ainsi bénéficier de
l’éloignement du front dont nous avons parlé dans le récit de Barbusse, Clavel re-
garde la campagne environnante :
Entre les nuages passe un peu de soleil. […] Si ce n’était la
guerre, comme il accueillerait ce paysage ! Il tente de retrouver
cette bienveillance à la nature du citadin à la campagne. Il y au-
rait là la maison du paysan louée pour l’été. La fille de quinze
ans conduirait ses vaches. Il poserait ses yeux sur les champs et
la plaine, comme s’ils allaient être lavés d’une longue fatigue.
Malgré ce triste ciel lorrain, malgré ce ciel dévot, il sentirait
alors que la vie peut être neuve. Mais la campagne même se lie
pour lui à la guerre, est teintée de guerre (Werth, 2006 : 359).
Contrairement à la vision inaugurale, tout contraste entre la nature paisible,
« pacifique », et la guerre est aboli. Le conditionnel marque l’impossibilité pour le
personnage d’oublier la guerre. Il ne peut renouer avec son ancienne vision de la na-
ture, tout aussi artificielle – comme on le voit avec l’emploi du terme appartenant au
domaine de la peinture « paysage » et avec l’aveu de l’idéalisation de la campagne par
le citadin –, que les visions de la guerre qui lui sont venues à l’esprit dans l’incipit.
Contrairement au texte de Barbusse, le lien entre nature et guerre ne provoque au-
cune image de renouveau. Il implique seulement que certains se représentent ces deux
réalités sur un même plan pour mieux espérer, alors que d’autres n’en sont plus ca-
pables.
Dans ce récit, le lexique de la lumière est alors associé à plusieurs reprises à ce-
lui de la représentation (« chromo, image ») par le biais, notamment, de celui de la
peinture (« paysage, teintée »), car ce qui est en jeu pour Clavel, c’est le constant be-
soin de se représenter la guerre sous un jour ou un autre :
La réalité profonde de cette guerre n’est pas la tranchée, n’est
pas l’attaque. Elle est dans la façon dont chacun colore son idée
de la guerre selon la tranchée, selon l’attaque, l’embuscade dans
le régiment ou à l’arrière, le grade. (Werth, 2006 : 353-354).
Depuis la perspective de Clavel, la lumière qui « colore » la guerre s’assombrit
tout au long du texte :
Le petit jour aux tons cadavériques fait un paysage de réveil en
chemin de fer.
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7. Conclusions
Le travail de ces quatre écrivains sur les représentations de la guerre, dans
toutes les tensions qu’il fait affleurer sur le sens individuel et collectif d’une telle expé-
rience, nous semble particulièrement visible dans l’utilisation du paysage, hautement
signifiant dans notre tradition littéraire, et de la lumière qui lui est liée. Dans ces deux
versants, artificiel et naturel, l’éclairage sert à signifier l’impression d’extrême étrange-
té. Il jette des lueurs fantastiques sur le texte, arrivant parfois, par une sorte d’excès de
réalisme, à la fantaisie la plus étrange, pour mieux figurer la difficulté à représenter un
espace du front totalement étranger au monde passé et au monde de l’arrière.
D’autre part, parmi les éclairages choisis par les écrivains, la lumière symbolise
tour à tour le faux éclat de gloire des discours officiels sur la guerre ; le regard réaliste
porté sur le conflit ; l’ennui attaché à l’expérience et le manque de perspectives,
d’horizon d’attente, quand elle est tamisée par les brumes ; quand elle éclaire de nou-
veau le champ de bataille, l’horreur répétée ; et parfois les fluctuations du sentiment
d’espoir chez les soldats. La communauté d’expérience s’instaure alors sur le partage
d’un même sentiment, ressenti lors des mêmes aubes tristes et désolées, comme le
suggère le narrateur de « Sur la Somme » de Duhamel :
Le matin vint. Ceux qui auront vu les aubes de la guerre, après
les nuits employées à combattre ou consumées dans la san-
glante besogne des ambulances, ceux-là connaîtront une des
plus grandes laideurs et une des plus grandes tristesses du
monde.
Pour ma part, je n’oublierai jamais cette lumière avare et verte,
cet aspect découragé des lampes et des visages, cette odeur suf-
focante des hommes envahis par la pourriture, ce frisson du
froid matinal, pareil au dernier souffle glacé de la nuit dans les
frondaisons engourdies de grands arbres (Duhamel, 1967 : 32).
Les aubes qu’ont connu les combattants deviennent une nouvelle image con-
sacrée, qui tente d’atteindre des lecteurs qui ne les ont pas forcément connues ; et
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témoigne d’une expérience individuelle et surtout collective. Cette image met égale-
ment en doute la faculté des humains à se souvenir de tels événements : qu’en restera-
t-il après la mort des derniers survivants qui, eux, ne pourront l’oublier ? Leur expres-
sion littéraire, à n’en pas douter.
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WERTH, Léon (2006 [1919]) : Clavel Soldat. Paris, Viviane Hamy.
https://doi.org/10.25145/j.cedille.2020.17.09 166
ISSN: 1699-4949
nº 17 (primavera de 2020)
*
Varia
Resumen
En 1882 el Establecimiento Tipográfico de Ramírez y Giraudier publica el Manual
de ortología francesa dispuesto para las señoritas educandas del Real Colegio de Santa Isabel de
Manila compuesto por el pianista, musicólogo, crítico musical y profesor de francés Óscar
Camps y Soler. Con él pretende proporcionar a sus alumnas una forma fácil y sencilla de
adquirir la pronunciación francesa. Las siguientes páginas presentan el tratamiento que recibe
la enseñanza de los sonidos del francés a españoles con el objetivo de contribuir a la historio-
grafía de la fonética, pues se aproxima, en un país y en una etapa todavía poco explorados, a
descripciones articulatorias y a metodologías comparativas que constituyen un capítulo de la
historia lingüística.
Palabras clave: Pronunciación. Ortología. Manila. Francés. Óscar Camps y Soler.
Résumé
En 1882, l'établissement typographique Ramírez y Giraudier a publié le Manual de
ortología francesa dispuesto para las señoritas educandas del Real Colegio de Santa Isabel de Ma-
nila, composé par le pianiste, musicologue, critique musical et professeur de français Óscar
Camps y Soler. Grace à ce manuel, il entend fournir à ses étudiants un moyen facile et simple
d'acquérir la prononciation française. Les pages suivantes présentent le traitement que l'en-
seignement des sons du français aux Espagnols reçoit afin de contribuer à l'historiographie de
la phonétique, à son approche, dans un pays et à un stade encore peu exploré, des descrip-
tions articulatoires et des méthodologies comparatives qui constituent un chapitre de l'his-
toire linguistique.
Mots-clé: Prononciation. Orthologie. Manille. Français. Óscar Camps y Soler.
Abstract
In 1882, the Ramírez y Giraudier Typographic Establishment published the Manual
de ortología francesa dispuesto para las señoritas educandas del Real Colegio de Santa Isabel de
Manila composed of the pianist, musicologist, music critic and French professor Óscar
Camps y Soler. With him, he intends to provide his students an easy and simple way to ac-
quire French pronunciation. The following pages present the treatment that the teaching of
the sounds of French to Spanish receives in order to contribute to the historiography of pho-
netics, as it approaches, in a country and at a stage still little explored, articulatory descrip-
tions and comparative methodologies which constitute a chapter of Linguistic History.
Key words: Pronunciation. Orthology. Manila. French. Óscar Camps y Soler.
0. Introducción
La llegada de los Borbones al trono español, la Ilustración y otras circunstan-
cias políticas, económicas y sociales no menos importantes motivaron que, especial-
mente desde el siglo XVIII, la influencia del francés se hiciera cada vez más patente en
todos los ámbitos de la vida cotidiana española (lengua, costumbres, moda, corte,
artes, conocimientos científicos…), tanto que la lengua del país vecino llegó, gracias a
la Ley de Instrucción Pública de 1857 o Ley Moyano, a entrar en los planes de estu-
dio como materia obligatoria en la enseñanza secundaria 1. Este contexto tuvo impor-
tantes consecuencias sobre la enseñanza de lenguas y, aunque continuó la publicación
de gramáticas, diccionarios y ortografías tanto bilingües como monolingües iniciada
en los siglos precedentes, lo hizo con nuevos métodos y desde diferentes perspectivas.
En muchos casos estas obras lingüísticas se preocuparon también por la pro-
nunciación y, como había ocurrido en las centurias anteriores, incluyeron descripcio-
nes articulatorias de los sonidos de las dos lenguas e intentos varios por reproducir en
el texto escrito cómo habían de posicionarse los órganos articulatorios para reproducir
la interdental española, las vocales francesas o las palatales de las dos lenguas.
La investigación de la enseñanza de la pronunciación francesa en España
cuenta desde hace algunas décadas con una serie de valiosas aportaciones que permi-
ten conocer con detalle cómo se han enseñado los sonidos del francés a los españoles
gracias al análisis del contenido fonético a partir del correlato o de la relación entre
grafías y sonidos o de las pronunciaciones figuradas en gramáticas y diccionarios de
todos los tiempos (Liaño, Sotomayor, Billet, Jaron, Chantreau, Rueda y León, Gal-
mace, Cormon, Alarcón, Mariné, Gattel, Piferrer, Domínguez, Salvá, Gildo, Fernán-
dez Cuesta, Saint-Hilaire o el método Robertson) 2. Ahora bien, mientras que la ma-
1
Según la Ley Moyano las lenguas vivas se impartirían en el quinto y sexto año de los Estudios Gene-
rales de la Segunda Enseñanza; según el Real Decreto aprobando el ajunto programa general de estudios de
segunda enseñanza de 31 de agosto de 1858 el francés formaría parte de los Estudios Generales y el
resto de lenguas vivas (inglés, alemán o italiano) se enseñarían en los estudios de agricultura, artes,
industria y comercio.
2
Cf. Banegas Saorin (2012), Bruña Cuevas (1998, 2000a, 2000b, 2001, 2002, 2003a, 2003b, 2004,
2005), Espinosa Sansano (2001-2002), Fernández Fraile (2002), Fisher (1997), García Bascuñana
(2010), Gaspar Galán y Vicente Pérez (2016), Jiménez Domingo (2004, 2006, 2010a, 2010b), Luec y
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yoría de trabajos han abordado este estudio en suelo europeo, poco se ha mirado to-
davía a las colonias españolas, en este caso a Filipinas, en donde también se estudiaba
francés.
En 1863 se aprueba un Real Decreto que, apoyado en la Ley Moyano, esta-
blecía, por un lado, la organización y funcionamiento de una Escuela Normal de
Maestros en Manila y, por otro, el reglamento para las escuelas de instrucción prima-
ria del archipiélago filipino, con el fin de asegurarse la escolarización, la alfabetización
y la castellanización de las islas. Aunque en estas escuelas se formaba a los niños en
doctrina cristiana, lectura y escritura, gramática y ortografía castellanas, aritmética,
geografía e historia de España (solo para niños), agricultura práctica (solo para niños),
reglas de urbanidad, música vocal y cosido y bordado (solo para niñas), podían conti-
nuar sus estudios en otras instituciones en las que también podían aprender francés.
Para uno de estos colegios, el de Santa Isabel de Manila, elabora Óscar Camps
y Soler un Manual de ortología francesa que se publica en el Establecimiento Tipográ-
fico de Ramírez y Giraudier3 en 1882 con el fin de proporcionar a sus alumnas “todas
las reglas posibles de explicar que conciernen a la pronunciación francesa, pero dis-
puestas de un modo sintético, metodizado, posiblemente lógico, y bajo una forma
que me parece nueva” (Camps y Soler, 1882: 3).
Las siguientes páginas están dedicadas, tras revisar el contexto en que fue
compuesta la obra, al análisis de la enseñanza de los sonidos del francés a españoles 4
con el objetivo de contribuir a la historiografía de la fonética, pues se aproxima, en un
país y en una etapa todavía poco conocidos, a descripciones articulatorias y a metodo-
logías comparativas que constituyen un capítulo de la historia lingüística.
Solanich (2004), Martinet (1984), Sánchez Regueira (1979, Suso López (2002), Tomé Díez (1996) y
Viémon (2013, 2014a, 2014b, 2016).
3
De las prensas de esta imprenta salieron también el Vocabulario de la lengua tagala de Juan Noceda y
Pedro de San Lúcar (1860), el Vocabulario de la lengua pampanga en romance de Diego Bergaño
(1860), el Diccionario español-chamorro y la Gramática chamorra de Aniceto Ibáñez del Carmen
(1865), el Diccionario español-iabanag (1867), el Diccionario humorístico filipino de E. Rikr (1871), el
Método del Dr. Ollendorff para aprender a leer, hablar y escribir un idioma cualquiera adaptado al bisaya
de Ramón Zueco de San Joaquín (1871), el Diccionario ilocano-castellano de Gabriel Vivó y Juderías
(1873), el Vade-mecum filipino o Manual de la conversación familiar español-tagálog de Venancio María
de Abella (1874) o los Proverbios populares tagalo-español de John Browring (1876).
4
Las ortologías, como han mostrado para el español Satorre Grau y Viejo Sánchez (2013), resultan
unas fuentes muy interesantes para el conocimiento de la enseñanza de la pronunciación.
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dres virtuosas” (Real Apolo 2002: 226). Con el paso del tiempo y debido a diversas
circunstancias, Santa Isabel se fusionó con el Colegio de Santa Potenciana (“primer
centro de prestigio que conoce Manila dispuesto para la educación femenina”, Real
Apolo, 2002: 228), acogió también a niñas filipinas, consiguió el título “Real” en
1733 por decreto de Felipe V, cambió su ubicación original intramuros y pasó a de-
pender de las Hijas de la Caridad de San Vicente de Paúl. Todo lo cual debió reper-
cutir en la formación de las mujeres manilenses, pues los testimonios conservados
detallan que a mediados del siglo XIX “concurría a las aulas 903 niñas solo en Mani-
la”, niñas que “saben leer, escribir, música, canto, danza y tareas domésticas” (Real
Apolo, 2002: 226).
Según el reglamento aprobado en 1880 por una reorganización de la Junta de
administradores del Real Colegio de Santa Isabel que se llevó a cabo, esta institución
estuvo destinada a enseñar la primera enseñanza elemental y superior a “niñas españo-
las y españolas filipinas [pensionistas, medio pensionistas, supernumerarias y colegia-
las de beca]” que cumplieran los siguientes requisitos: que tuvieran entre cinco y die-
ciséis años, “que no cuenten con pensión alguna, ni con recursos propios para su sub-
sistencia”, que “sean hijas, legítimas o naturales, de padres españoles o, al menos, de
padre o madre” y que “acrediten ser de buena conducta, estar vacunada y no padecer
enfermedad alguna contagiosa” (Reglamento, 1880: 17 y 18, artículo IX y artículo
XV).
En el centro se podía cursar enseñanza preparatoria, elemental y superior, esto
es, clases de lectoescritura, doctrina cristiana, historia y geografía, música y labores
fundamentalmente 5, y para las “colegialas más adelantadas habrá una escuela especial
de italiano o francés, cortes de trages y artes de cocina y repostería” (Reglamento,
1880: 22, artículo XXVI). Para impartir esas clases de francés fue contratado Óscar
Camps, quien, ante la ausencia de un texto satisfactorio para la enseñanza de la buena
pronunciación francesa, decide componer un pequeño manual que precise las defini-
ciones “generalmente emitidas en las gramáticas francesas conocidas” y que las reduz-
ca a “unas reglas generales que facilitasen su estudio, despojándolas de aquella cierta
vaguedad que se nota, de cierta falta de plan que creo observar en las gramáticas fran-
cesas hasta aquí publicadas en España” (Camps, 1882: 4).
5
La enseñanza preparatoria es la misma que se imparte en las escuelas de párvulos (Reglamento, 1880:
21, artículo XIV). Según el artículo XV (Reglamento, 1880: 22), “la elemental comprenderá las si-
guientes materias: lectura, escritura a la española y a la inglesa; doctrina cristiana, gramática castellana,
principios de solfeo; historia del antiguo y nuevo testamento y las costuras y labores más usuales” y,
según el artículo XVI (Reglamento, 1880: 22), “a la clase superior corresponderán las asignaturas si-
guientes: Religión y moral; historia sagrada, compendio de historia universal y particular de España y
de Filipinas; nociones de geometría plana, geografía astronómica, física y política; principios de histo-
ria natural, aritmética, dibujo de figura y paisaje, pintura, higiene y economía doméstica; música para
canto y piano; hacer flores artificiales. Y todas las labores propias del sexo, desde redecilla, zurcir y
remendar, hasta las más difíciles labores de bordado en piña, oro y tapicería”.
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6
Datos extraídos de la biografía elaborada por Fernando Rodríguez de la Torre para el Diccionario
biográfico electrónico de la Real Academia de la Historia (http://dbe.rah.es/biografias/55689/oscar-
camps-y-soler), de Saldoni (1880: 320-322) y de Casares (1993: 1003-1004).
7
Utilizo el ejemplar que se encuentra en la Biblioteca Nacional de España con signatura HA/15113.
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No cuenta con más preliminares que el proemio, y no tenemos noticia de que se hicieran más edicio-
nes de la obra.
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que no, ni más matizadas, ni más ricas en sonidos”. A continuación, y como es habi-
tual, destaca las virtudes de su “modesto opúsculo” (sintético, metódico y lógico),
que, según su autor, es una obra nueva en el panorama de manuales de enseñanza de
francés como segunda lengua, pues tal y como él la concibe no se ha publicado “en
España un libro que trate exclusivamente de la materia de que este trata, aplicable á
todos los sistemas gramaticales” (Camps, 1882: 4), esto es, un manual de pronuncia-
ción u ortología del francés en español. Se habían publicado, y es lógico suponer que
Camps los conocía, tratados de ortología del francés y del español, pero sin aplicación
a otras lenguas.
Tras insistir en la utilidad y originalidad de su obra, Óscar Camps (1882: 5)
promete una segunda parte con ejercicios de lectura desde el silabeo hasta textos fran-
ceses en verso y en prosa para “practicar una a una todas las dificultades mecánicas
prosódicas que el alfabeto francés reúne para los españoles”, palabras que manifiestan
claramente que, para nuestro autor, la enseñanza ortológica está encaminada a la lec-
tura en voz alta, “por lo que los ejercicios de deletrear y silabear serán necesarios para
poder pronunciar (leer) las palabras de la lengua con exactitud de articulación y pro-
piedad de acento” (Satorre Viejo, 2013: 348).
2.2. Contenidos
Para conseguir una buena pronunciación (lectura) del francés, Óscar Camps
diseña un Manual estructurado en 60 reglas que, a su vez, se reparten, en los siguien-
tes capítulos:
1) el “alfabeto”, en donde se repasan comparativamente los sistemas ortográ-
ficos y los sonidos del francés y del español, para hacer ver a las destinata-
rias los parecidos y las diferencias entre las dos lenguas;
2) la “pronunciación”, en donde, con más detalle y apoyándose en numero-
sos ejemplos, se revisan las letras cuya pronunciación difiere siempre de la
castellana y las que solo difieren a veces;
3) “vocales compuestas y combinación de consonantes”, en donde se detiene,
dada en este punto la importante diferencia entre las dos lenguas, en la ar-
ticulación de los diptongos franceses, así como en la articulación de ph
como [f];
4) “signos ortográficos”, en donde se ocupa, especialmente, de los usos en
francés de la cedilla, del guion, del apóstrofo y de los acentos graves, agu-
do y circunflejo;
5) “particularidades ortológicas”, en donde se detallan algunas excepciones y
se insiste en los casos en los que no hay coincidencia entre grafía y pro-
nunciación;
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Francés a, b, c, d, e, f, g, h, i, j, k, l, m, n, o, p, q, r, s, t, u, v, (w), x, y, z
9
Con estas palabras, Camps iguala el sonido de w y de v, afirmación que está avalada por otras fuentes
lingüísticas, como la Real Academia (“con este carácter [w], que, por no ser necesario, no se incluye
entre las letras de nuestro alfabeto, se han escrito y se escriben en castellano algunos nombres propios y
otras palabras, que pronunciamos como la v doble fuera sencilla”, DRAE-1869: 803) o el lexicógrafo y
gramático Vicente Salvá (“esta letra inusitada hasta ahora en nuestro alfabeto empieza a usarse para las
voces extranjeras que la tienen en el idioma de donde se toman, y solo está comprendida en el alfabeto
de los pueblos del Norte. En alemán se la pronuncia como antiguamente se pronunciaba la v en nues-
tro idioma [como fricativa] y como actualmente se pronuncia en Francés”, Nuevo Diccionario de la
lengua castellana, 1879, 8ª ed., París, Garnier Hermanos, p. 325), referentes ambos para lingüistas,
filólogos y profesores de lenguas especialistas en la enseñanza del francés y del español.
10
El texto de Camps muestra para el español el momento de fijación ortográfica de la Real Academia
Española, institución que maestros y filólogos manejaron entre sus fuentes desde su fundación y a la
que mencionan con cierta frecuencia: en la Ortografía de 1754 los dígrafos ch y ll son considerados
como letras del alfabeto, y no como dígrafos, y entre 1815 y 1869 la k se excluyó del alfabeto. La w,
por su parte, no entró en la ortografía académica hasta 1969, cf. Real Academia Española y ASALE
(2010).
11
Aunque ll solo está incluida en la lista de segmentos que constituyen el alfabeto español, en su des-
cripción posterior se dice que es una letra que suena “delante de i muda” y la computa (Camps, 1882:
7).
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Ahora bien, si lo que se compara son los sonidos típicos o reales, esto es “los so-
nidos que resultan ser idénticos entre sí aunque sean representados por diferentes
signos” (Camps, 1882: 8), la suma total cambia: 33 para el alfabeto francés frente a
27 para el español, como se puede apreciar en esta tabla:
SONIDOS
SIGNOS SONIDOS TÍPICOS FRANCÉS-ESPAÑOL
FRANCÉS-ESPAÑOL
ch 0-1 1 (“resulta de la combinación de las consonantes c y h”) -1
j 1-1 0 (“el sonido es idéntico al de la g delante de e y de i”)-1
k 1-1 0-0 (“el sonido es idéntico al de la c delante de a, de o y de
u”)
ñ 0-1 1 (“resulta de la combinación de las consonantes gn”) -1
o 1-1 2 (“seguida de u suena u castellana”) -1
q 1-1 0-0 (“sonido idéntico al que produce la c delante de a, o, u”)
s 2-1 1 (en situación intervocálica, pues “suena como c delante de e
y de i”)-1
t 2-1 1 (“cuando se halla delante de las sílabas ie, ia, io su sonido es
idéntico a la c delante de e y de i”)-1
u 2-1 1(“cuando se halla delante de e y de i su sonido es idéntico al
de la i cuando se halla en el mismo caso”) -1
x 2-1 1 (“cuando es final es idéntico su sonido al que produce la s
entre vocales”)-1
y 2-2 1-1 (“cuando no va seguida de vocal es idéntico su sonido al
de la i”)
z 1-1 0-0 (“sonido idéntico al de la s entre vocales”-“sonido idénti-
co al de la c delante de e y de i”)
Signos que no a, b, c, d, e, f, g, h, i, l, ll, m, n, p, r, v (w)
cambian
Tabla 2. Relación de sonidos típicos o reales
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Los treinta y tres sonidos típicos del francés que resultan de la nueva suma pue-
den agruparse, por sus características articulatorias o, como dice Camps, “ortológica-
mente”, en sonidos guturales, nasales, labiales, sibilantes, labio-dentales, linguo-
paladiales, linguo-dentales, linguo-guturales y aspirado 12, si bien la descripción se
realiza en función de las grafías (por ejemplo, uno de los sonidos guturales es el de “c
delante de a, o, u”)13.
Finaliza su descripción del alfabeto con una comparación entre las dos lenguas
que será la base de su enseñanza posterior. En ella parece solo hacer referencia a las
letras y sonidos de manera aislada, lo que en las páginas siguientes le obligará a incluir
numerosas precisiones y matizaciones 14:
Letras con pronunciación diferente j, u, v(w), z
Letras con pronunciación a veces diferente c, e, g, h, i, s, t, x, y
Letras con pronunciación casi igual a, b, d, f, k, l, m, n, o, p, q, r
Tabla 3. Cotejo letras-pronunciación
12
Son las denominaciones habituales en la centuria en gramáticas y diccionarios para caracterizar letras
y sonidos.
13
Aunque Camps vuelve a servirse de secuencias gráficas para realizar esta tipología fonética, los soni-
dos a los que parece referir son:
guturales: [k], [g], [a], [ɛ], [e], [i + consonante no nasal]
nasales: [ɛ̃], [ã], [ŋ]
labiales: [b], [m], [p]
sibilantes: [s], [-ks-], [ʒ], [ʃ], [z]
labio-dentales: [f], [v]
linguo-paladiales: [l], [n], [r], [ɾ], [(il)l]
linguo-dentales: [t], [d], [vocal + j + vocal]
linguo-guturales: [ə], [ø], [y], [u], [o]
aspirado: [h].
14
Es evidente que no le interesan ni ch, ni ll, ni ñ.
15
Es lo que ocurre, entre otros, en el Arte de hablar bien francés o Gramática completa dividida en tres
partes de Pierre Nicolás Chantreau, reeditado y versionado en el siglo XIX abundantemente (unas
veces apareció como Chantreau, otras como Nuevo Chantreau, otras como Novísimo Chantreau y otras
como Chantreau reformado; unas veces con el nombre de los revisores y adaptadores) y otras sin ellos;
en la Gramática francesa para uso de los españoles de Francisco Tramarría (Madrid, Imprenta de Mo-
reno, 1829, 1ª ed.); en la Gramática para los españoles que desean aprender la lengua francesa de Vicente
Salvá (París, Vicente Salvá, 1847, 1ª ed.); en el método Ollendorff (adaptado por Eduardo Benot,
Cádiz, Revista Médica, 1851, 1ª ed., o por Luis Bordás, Barcelona, Imprenta y Librería Politécnica de
Tomás Gorchs, 1856, 1ª ed.) o en el método Ahn (adaptado por Luis Bordás, Imprenta y Librería
Politécnica de Tomás Gorchs, 1856, 1ª ed.).
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duda alguna, una buena forma, sistemática y simplificada, de presentar las relaciones
gráficas y fónicas entre el francés y el español, pero impide, en cambio, percibir de
forma conjunta las diferentes pronunciaciones que tiene una misma grafía en función
de su contexto (no son tratadas a la vez ni de la misma manera todas las vocales nasa-
les, ni las pronunciaciones de c, de g o de u, por poner solo unos ejemplos), lo que
obliga a incluir incisos y observaciones aclaratorios.
3.2. La pronunciación
3.2.1. Pronunciaciones diferentes
Para la descripción con fines didácticos de los sonidos diferentes en francés y
en español (como se ha dicho, j, u, v(w), z), Camps recurre metodológicamente a la
oralidad, a la comparación con otras lenguas y a un intento de propuesta articulatoria
a partir del sistema fónico del español. La necesidad de la lengua oral la justifica así:
“no es susceptible de ser esplicada ni comprendida sino de viva voz, oyéndolas articu-
lar á persona que sepa bien pronunciarlas” (Camps, 1882: 13), recurso habitual, por
otro lado, en la mayoría de textos de todos los tiempos dedicados a la enseñanza de la
fonética.
La comparación entre lenguas diferentes, tampoco desconocida en los manua-
les de enseñanza de segundas lenguas, es utilizada para igualar la j francesa a los gru-
pos ge y gi toscanos y florentinos y a la ch española, esto es, igualando lugares de arti-
culación como postalveolar-prepalatal-alveopalatal; en el caso del italiano, además,
como sonora. Y también se utiliza para equiparar la u francesa a la ü alemana, es de-
cir, como vocales, cerradas, anteriores y redondeadas o labializadas.
Finalmente, la descripción articulatoria está presente en la descripción de v
como un sonido que se articula con “los incisivos superiores con el labio inferior,
quedando el superior independiente” (Camps, 1882: 14), esto es, como una labio-
dental fricativa que, según nuestro autor, en francés debe diferenciarse perfectamente
de b, bilabial y oclusiva. Las palabras que acompañan esta descripción son indicadoras
de la estecha relación, y casi dependencia, pronunciación-ortografía en la enseñanza
de los sonidos, pues reprocha Camps (1882: 14) a los españoles que diferencien gráfi-
camente lo que no distinguen oralmente: “en cuando a la V, que a los españoles nos
da por no emplearla hablando, por más que figure (de respeto sin duda) en nuestro
alfabeto” 16.
16
En otros textos ortográficos y ortológicos del español, se presentan diferenciadas también en la pro-
nunciación b y v, una como bilabial y otra como labiodental, lo que permite diferenciar entre “pro-
nunciación común” (correcta) y “pronunciación ortológicamente correcta” (Sattore y Viejo, 2013:
350).
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17
En la nota 2 del Manual de ortología, Camps (1882: 15) lo deja claro: “todos los vocablos que como
éste denotan la manera de pronunciar los vocablos franceses [con pronunciación figurada], se entiende
que han de leerse y pronunciarse como si fueran vocablos castellanos”. En estas páginas, y siguiendo la
forma convencional de hacerlo, utilizaremos para las pronunciaciones figuradas no la letra cursiva,
como hace Camps, sino los corchetes.
18
Exceptúa de esta regla las voces aiguille, aiguillon y aiguiser, en donde la pronunciación, con una
semiconsonante anterior/palatal labializada [ɥ] sin equivalente español, exige “viva voz”. Sus propues-
tas para la pronunciación figurada son, respectivamente, [egüille], [egüillon] y [egüisé].
19
Camps (1882: 21) diferencia, como es habitual, la pronunciación de [z] y de [s], la primera en con-
texto intervocálico y la segunda en contexto no intervocálico, la primera sonora y la segunda sorda, e
insiste en que es “sumamente esencial” distinguirlas, por lo que recomienda “la necesidad de estudiar
este mecanismo que no es susceptible de ser explicado sino de viva voz”. En nota a pie de página, no
obstante, incluye un interesante comentario sobre las diferencias fonéticas entre la s castellana y la s de
las principales lenguas europeas.
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pues en algunos de estos casos no tiene con qué sonidos españoles igualarlos. En la
mayoría de ocasiones, y dados los problemas que surgen ante el desajuste entre las dos
lenguas, Camps se ve obligado o bien a realizar una igualación con sonidos del espa-
ñol, o bien a incluir una pseudodescripción articulatoria, o bien a recurrir a “viva
voz”, lo que era habitual en gramáticas de francés destinadas a españoles:
SECUENCIA GRÁFICA EN FRANCÉS SONIDO PRONUNCIACIÓN FIGURADA
cq muda acquerir [aquerir]
cce, cci [kse], [ksi] accès [acsé]
ge, gi “jota francesa”
“debe practicarse su estudio
oyendo la viva voz”
gea, geo, geu “jota francesa”
gt “no suena” vingt [ven] (nasal)
doigt [duá]
gge, ggi “g castellana delante de conso- suggèrer [suggerir] (viva voz)
nante”
gn ñ cagnard [cañar]
h- “se aspira ligeramente a veces” hennir [janir]
“con j castellana muy suave”
im, in “e nasal” cousin [cusen]
e, eu, ou, œ, ue + ig, eil, ein “i es muda” reine [rene]
bouillir [bullir]
seigneur [señeur] (viva voz)
infime [enfime]
cueillir [ceullir] (viva voz)
œil [œll] (viva voz)
um, un “e nasal” un [en]
une “viva voz”
u “de un modo que solo la viva
voz puede demostrar”
ou “como la u castellana”, esto es, pour [pur]
como [u] alta/cerrada, poste-
rior/velar
-x “como s entre vocales”, esto es,
relajada en posición de coda
final
vocal + y + vocal “dos ies” envoyer [anvuaié]
Tabla 4. Pronunciaciones diferentes en las dos lenguas
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puede resolverse en estos casos a partir de la articulación real de los segmentos fóni-
cos.
Ahora bien, seguramente la pronunciación que más dificultades le genera a
Camps, y a la que por tanto le dedica una descripción más extensa y pormenorizada,
es la de e. Para enseñar sus diversas pronunciaciones, siempre representadas gráfica-
mente por e, a sus alumnas, Camps repasa articulaciones, equivalencias castellanas y
contextos siempre en función de la grafía.
La grafía e sin acento alguno es llamada muda, pero, como unas veces se arti-
cula como abierta, otras como cerrada y otras no suena, Camps ha de recurrir a los
contextos gráficos en que aparece para intentar sistematizar su variación articulatoria:
DESCRIPCIÓN
CASTELLANO CONTEXTOS PRONUNCIACIÓN FIGURADA
DEL SONIDO
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20
Los fragmentos a los que se alude son: “el sonido de la e muda final de monosílabo corresponde al de
la o con dos puntos diacríticos de los alemanes, ö” (Camps, 1882: 16) y “el [sonido] de la e muda final
de polisílabo es muy débil y basta espresarlo de manera tal que se perciba muy distintamente la conso-
nante que la precede”, como petite que se articula [ptit] (frente a petit [pti])” (Camps, 1882: 16).
21
En las gramáticas anteriores y coetáneas, se dice que au y eau se articulan con o larga.
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22
Afirma al respecto Manuel Bruña (2003b: 51) que el siglo XIX, sobre todo la segunda mitad, y los
primeros decenios del XX constituyen una “période critique aussi bien pour le [ʎ] français que pour le
[ʎ] espagnol. La situation où [ʎ] français se trouvait alors devait être difficile à saisir par un observateur
hispanophone. D’une parte, celui-ci pouvait lire –ou remarquer directement– que [ʎ] français se per-
dait, mais, de l’autre, il pouvait lire aussi, dans ses ouvrages français, que [ʎ] était toujours un son de
cette langue, et peut-être pouvait-il même l’entendre encore. En outre, et en ce qui concerne
l’espagnol, la distinction entre ses deux palatales sonores orales –latérale et centrale– n’était plus prati-
quée par un nombre grandissant de locuteurs, mais ceux qui la conservaient étaient encore majoritaires
–du moins parmi ceux qui apprenaient une langue étrangère–. Le yeísmo ne faisait pas encore partie du
standard espagnol. L’identification de ce stade de l’évolution du phénomène en espagnol au stade,
différent, où se trouvait alors cette déphologisation en français a été un piège pas toujours évité”.
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PRONUNCIACIONES
GRAFÍA CONTEXTOS PRONUNCIACIÓN EXCEPCIONES
FIGURADAS
[ʝ] (palatal, fricati-
va/aproximante, sonora)
n monsieur Ø
p Posición implo- Ø
siva: baptême,
baptiser, exempt,
compter,
symptòme, sept,
sculpter
r notre, votre, maî- r débil o relajada (apro-
tre, autre 23 ximante): [ʁ]
s est, mesdames, Ø [è], [medame],
mesdemoiselles [medmuaselle]
u qu: équateur, [u]
équilibre, aquati-
que, in-quarto,
quaker, équitation
a an [ã]
o on [õ]
il il parle [il] [il parle] según los
“franceses puris-
tas” (1882: 31)
ils ils parlent [i] [i parle] según los
“franceses puris-
tas” (1882: 31)
Tabla 7. Particularidades ortológicas
Todo ello le sirve para concluir que para articular once sonidos del francés es
imprescindible la “viva voz” ([ʒ], [z], [v], [ø], [ə], [e], [ã], [ɛ], [ʃ], [ɛ̃], [y])24 y para
resumir los posibles homónimos o doce representaciones gráficas del sonido e, “más o
menos matizadas” (Camps, 1882: 33), esto es, e muda no final, e abierta, e cerrada,
et, es, est, ai, aie, aies, ait, aient y eh!, y de o, a saber, o, oh!, au, aux, eau.
3.3.7. Reglas ortológicas
El volumen de Camps finaliza con un apartado dedicado a diversas pautas
para mejorar la pronunciación francesa. Los primeros párrafos los dedica a revisar la
23
Advierte, no obstante, que esta relajación no debe ser tenida en cuenta por el alumno aprendiz y
practicarla solo cuando “domine el difícil y complicado mecanismo de la pronunciación francesa”
(Camps, 1882: 32).
24
Él, con el peso de la tradición ortográfica muy presente, habla de “j y ge, gi; s entre vocales; v; e mu-
da final de monosílabo, eu, oeu, oe, ue; e muda final de polisílabo; e muda no final, é cerrada; e muda
antes de n o m; e abierta; ch, sc, sch; i delante de n o m, u delante de n o m; u no nasal” (Camps, 1882:
32).
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25
En el caso de s advierte de que en sens suena la consonante final pero en sens commun no, de que en
tous solo se articula si funciona como sustantivo y de que en plus solo se pronuncia si está en posición
de final absoluto o seguido de que.
26
En esta ocasión, Camps (1882: 35) señala que suena “muy débil”, es decir, alude a su posición de
coda silábica o situación implosiva, y alecciona en el caso de sot que solo se pronuncia en singular,
nunca en plural. Además, enseña que en la terminación, verbal o no, -ent tampoco se articula; así,
aiment o souvent suenan [em] y [suvan], respectivamente.
27
En el caso de c las excepciones, esto es, los casos en que se articula, incluyen, entre otras, arc, busc,
parc, Marc y turc, en donde c va precedida de consonante.
28
Se pronuncia cuando es epíteto, es decir, sustantivo, pero no en chef d’œuvre.
29
Exceptúa amer (amargo), bélvéder, cuiller, enfer, cáncer e hiver.
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30
Parece referirse a ellos cuando dice que “la liga es lícita entre partes de la oración homogéneas entre
sí, v. g., entre artículo y sustantivo, entre adjetivo y nombre, entre pronombre y verbo; siempre que
entre las dos palabras ligables no se interponga signo alguno ortográfico [es decir, una pausa]” (Camps,
1882: 39.
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Finaliza el Manual con una alusión a la rótica gutural (uvular) francesa: lla-
mada gorge, descrita como una vibración al articular r “por medio de una posición
especial de la glotis” (Camps, 1882: 39) y no con vibración en la zona alveolar como
en español, característica de “especialmente los franceses de Lyon” y, para no caer en
ridículo y contribuir al estereotipo de la pronunciación francesa, articulada con “dul-
zura”.
31
Las palabras finales del Manual son precisamente esas: “Su tono, su cadencia y su eufonismo están
en el buen oído, en el mucho y bien hablar, en fin, en la posesión del habla, todo lo cual se adquiere
con la imitación de los buenos modelos, con el estudio y el talento” (Camps, 1882: 40).
32
Cf. Viémon (2016), en donde aborda L’apprentissage de la prononciation française par les espagnols aux
XVIe, XVIIe et XVIIIe siècles en las obras de, entre otros muchos, Berlaimont, Baltasar de Sotomayor,
Jacques de Liaño, Baltasar Pérez del Castillo, Gabriel Meurier, Antonio del Corro, Juan Ángel de
Sumarán, Fray Diego de la Encarnación, Antoine Fabre, Pierre-Paul Billet, Jean de Vayrac, Francisco
de la Torre y Ocón, José Núñez de Prado, Antoine Galmace, Sebastien Roca y María, Pierre Contaut,
Carlos Sarrió, Antonio González Cañaveras, Pierre-Nicolas Chantreau, Félix Martínez Saavedra…
Puede concluirse que Camps repite las descripciones, las metodologías y los ejemplos aparecidos en las
gramáticas anteriores y coetáneas.
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33
Según explica Bruña Cuevas (2000b: 168) para el diccionario de Cormon, “todos los términos fran-
ceses que empiezan por las letras j o z, así como la mayoría de los que las contienen, carecen de pro-
nunciación figurada en su diccionario, ya que, en efecto, esas letras siempre se leen en francés como [ʒ]
y [z] respectivamente, sonidos desconocidos en español”.
34
Las descripciones sobre los procesos de fonética sintácticas franceses (enlaces, liaison) tampoco son
nuevas en la historia de los manuales de enseñanza de francés a españoles, tal y como demuestra Vié-
mon (2014a, 2014b).
35
Así explica Bruña Cuevas (2001: 59-60) cómo se simplificaron las diferencias entre las dos s desde
Galmace, pese a que una de sus fuentes, José Núñez de Prado (en su Grammática de la lengua francesa
dispuesta para el uso del Real Monasterio de Nobles, Madrid, Alonso Balvás, 1728), las distinguió perfec-
tamente: “Núñez de Prado est, parmi les auteurs de grammaires françaises à l’usage des Espagnols, l’un
des rares auteurs à être conscient que le [s] français n’a pas le même point d’articulation que le [s]
espagnol tel qu’il était -et qu’il est- prononcé en Castille. Lorsqu’il doit décrire le son de s français,
Núñez de Prado déclare: ‘Al principio, y en medio de dicción tiene el mismo sonido que en Caste-
llano; bien que el Francès no la pronuncia con tanto silvo, sino con algo de ceceo, esto es, como un
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medio entre c y s’ (1728: 35). Galmace, qui devait prononcer le s sourd espagnol selon ses habitudes
articulatoires françaises, n’a certainement rien compris aux explications de Núñez de Prado, éliminant
de ce fait ces nuances dans ses propres explications sur le s français, qu’il a identifié puremente et sim-
plemeny au [s] espagnol”.
36
Según Camps (1882: 21), “fuera de este caso [entre vocales], la s francesa es de idéntica pronuncia-
ción que la castellana”.
37
Las diferencias no son solo articulatorias, pues, sino también acústicas: la s predorsal o laminar pre-
senta una “zona de fuerte concentración e intensidad muy elevada en la banda de frecuencias situada
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alrededor de los 5000 Hz” y la s apical distribuye su energía “de forma mucho más difusa” (RAE-
ASALE, 2011: 182).
38
Cormon, casi una centuria antes, había tenido problemas parecidos para enseñar en su Diccionario
los tipos de e en francés a los españoles. La [ɛ] se resolvía con la grafía è, la [e] con la grafía é, pero la e
muda, que inicialmente es descrita como carente de pronunciación y que puede no representarse en las
pronunciaciones figuradas, presenta inconvenientes en los casos en que se articula. Esto es, en estos
autores, “el calificativo de muda tiene una base puramente gráfica. El autor analiza correctamente la
realidad fonética del francés, pero las clases de e que establece presentan como criterio de discrimina-
ción el tipo de tilde que aparece sobre la letra e (para la cerrada y la abierta) o la ausencia de tilde (para
la muda). Es otra prueba de la servidumbre a la lengua escrita a que se halla sometido Cormon -como
la mayoría de sus contemporáneos- en sus concepciones de la lengua hablada” (Bruña Cuevas 2000b:
169).
39
El texto en el que Manuel Bruña Cuevas encuentra la primera referencia a la r uvular es el de Juan
Galicia Ayala, Gramática francesa (Valladolid, Hijos de Rodríguez, 1883), en donde se lee: “R. Esta
letra en principio de dicción tiene el mismo valor que en español, si bien la pronuncian los franceses
un poco más suave y algunos pretenden hacerla un poco gutural; en que se la dé toda la suavidad posi-
ble estoy conforme, pero el pronunciarla gutural es un defecto que se debe evitar” (p. 78). Considera-
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cripción del corpus textual de Bruña Cuevas, pues describen una articulación rótica
uvular aunque circunscrita a Lyon –un patois, pues el modelo lingüístico histórica-
mente se ha identificado con París 40– y desprestigiada si su pronunciación es erró-
nea 41.
Otra de las novedades del Manual de Camps se encuentra en los cuadros ini-
ciales sobre sonidos, letras/signos y sonidos típicos o reales en las dos lenguas. Lo más
frecuente en gramáticas y diccionarios bilingües es una presentación de los alfabetos
de las dos lenguas, seguida de una relación de parecidos y diferencias entre ellos.
Camps, a diferencia de otros autores pero coincidiendo con ellos en su dependencia
ortográfica, dedica varias páginas de su manualito a la atenta descripción de letras que
representan a un sonido en español y en francés, letras que representan a más de un
sonido en español y en francés y, utilizando de nuevo una metodología contrastiva
que plasma en varias columnas, al cotejo entre las dos lenguas. La anteposición de la
práctica didáctica a la teoría acarrea no pocos problemas que no siempre resuelve sa-
tisfactoriamente.
El Manual de ortología, finalmente, constituye una buena contribución a la
reflexión sobre las autoridades y sobre la norma seguida (corrección prescrita y varia-
ción) en las descripciones de la pronunciación francesa y, en menor medida, española.
A lo largo de las noventa páginas se determinan como modelos de la “buena” o “co-
rrecta” articulación francesa a las “personas que sepan bien pronunciarlas”, a los
“franceses puristas”, a los “buenos modelos” y a “los que poseen la lengua”, referen-
cias que parecen aludir a los hablantes cultos nativos que hablan con pureza el francés
y que constituyen la base del modelo lingüístico en este periodo, deudor por otro lado
ción normativa, esta última, que puede estar detrás de su no descripción en los manuales que preten-
den reflejar la pronunciación “correcta” del francés.
40
Rebourcet (2008: 111) en su trabajo sobre lengua estándar y norma del francés lo resume perfecta-
mente: “la capitale incarne le centre du prestige sociale, culturelle mais surtout de l’intellectualisme
français. Cette ville est le siège de l’élite sociale et intellectuelle et le foyer de la puissance de la France,
en particulier sur le plan historique. Paris est la ville de la monarchie dès le XVIe siècle, celle des gran-
des universités et surtout celle de l’État. Paris correspond au haut-lieu du savoir, du goût et de la ri-
chesse française. Or, c’est sur cette richesse, ce savoir et ce goût que s’opèrent les valeurs de l’identité
nationale du pays”.
41
Recordemos al respecto las palabras del trabajo clásico de Straka (1965: 572): “L’r latine était sans
acucun doute une r ‘roulée’, apicoalvéolaire. Cette articulation s’est longtemps conservée dans toute la
Romania et se conserve encotre de nos jours dans la pluplart des langues romanes. En fait, seul le fran-
çais parisien l’a perdue en lui substituant une r dorso-vélaire, dite ‘grasseyée’, qui est devenue par la
suite l’articulation habituelle de la langue générale, notamment dans les villes de la France septentrio-
nale; à l’époque contemporaine, l’r apicale ne cesse de reculer devant cette articulation non seulement
dans le français parlé à la campagne, même dans le Midi, mais aussi dans nos dialectes. Il est difficile
de préciser l’époque à laquelle l’r dorsovélaire est apparue. Il est toutefois probable qu’elle remonte non
pas au XVIIIe siècle comme on l’affirme parfois, mais jusqu’au XVIIe siècle”.
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bras: “le processus de standardisation du français connaît cependant, à notre avis, une particularité
frappante: la mise en cause, au XVIIe siècle, de la part des élites aristocratiques établies à Paris, de la
« norme spontanée » à suivre. La langue parlée ou écrite communément, héritée du processus de nor-
malisation (XIIe-XVIe siècles), est remise en question tout au long du XVIIe siècle, ce qui va produire
une indéfinition de la norme à suivre, puis une redéfinition de celle-ci. En conséquence, un deuxième
processus de normalisation se met en place, où le français prend la forme du «bon usage» ou de la
langue cultivée (XVIIe-XVIIIe siècles). Cette variété linguistique, limitée d’abord aux usages de la Cour
(communications, productions littéraires) devient le français « normalisé »: il étend son domaine
d’influence aux autres sphères de la vie publique (langue « haute » ou H : Parlement, Palais, Ville) et
acquiert le long du XVIIIe siècle le caractère de langue standardisée (et donc le statut de modèle à
suivre), de telle façon que le fossé entre cette langue H (le français cultivé) et la langue «basse» ou B (la
langue courante, celle du menu peuple) se creuse de plus en plus fortement. Toutes les histoires de la
langue française soulignent le rôle de Malherbe, de Vaugelas, des salons, de l’Académie française et des
écrivains classiques dans cette entreprise de « re-normalisation » du français, qui sera complétée par la
codification (et donc, par la grammatisation): il s’agit en fait d’une véritable contre-réforme linguis-
tique si on la compare aux idéaux sur lesquels s’appuyait le mouvement de « défense et illustration » de
la langue française prôné par La Pléiade un siècle plus tôt. La langue française est ainsi le résultat d’une
« institution »”.
43
Este trabajo se enmarca dentro del Proyecto de Investigación «Biblioteca Virtual de la Filología
Española. Fase III: nuevas bibliotecas y nuevos registros. Información bibliográfica. Difusión de resulta-
dos» (FFI2017-82437-P), financiado por el Ministerio de Economía y Competitividad.
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Çédille, revista de estudios franceses, 17 (2020), 167-195 Mª Ángeles García Aranda
https://doi.org/10.25145/j.cedille.2020.17.10 195
ISSN: 1699-4949
nº 17 (primavera de 2020)
Varia
Violeta GARRIDO
Universitat de Barcelona
violetagasan@gmail.com
ORCID: 0000-0002-8678-8390
Resumen
Este artículo se propone hacer un recorrido exhaustivo por los aportes realizados por
dos de los teóricos marxistas franceses más recientes y a la vez menos divulgados en el ámbito
académico hispano, Lucien Goldmann y Pierre Macherey. Al confrontar sus ideas originales
con las tesis principales de las estéticas marxistas más clásicas y consolidadas (la adorniana y la
luckásiana), se observa la considerable influencia que estas ejercieron en otras escuelas y, para-
lelamente, lo condicionadas que estaban por el estructuralismo y el posestructuralismo.
Palabras clave: Lukács. Adorno. Althusser. Ideología. Producción literaria. Estructuralismo.
Résumé
Cette article se propose de faire un parcours exhaustif par les contributions qui on
fait deux des théoriques marxistes français les plus récents et à la fois les moins divulgués dans
le domaine académique hispanique, Lucien Goldmann et Pierre Macherey. En confrontant
leurs idées originales avec les thèses principales des esthétiques marxistes les plus classiques et
consolidées (la adornienne et la luckásienne), on observe qu’ils on exercé une influence con-
sidérable dans autres écoles et, parallèlement, qu’ils on été conditionnés par le structuralisme
et le post-estructuralisme.
Mots clé : Lukács. Adorno. Althusser. Idéologie. Production littéraire. Structuralisme.
Abstract
This paper makes a comprehensive explanation of Lucien Goldmann and Pierre
Macherey’s contributions to the marxist literary theory, whose thought has circulated very
poorly on the hispanic academic field. By confronting their original ideas with the principal
thesis of the most classical and consolidated marxist aesthetics (the adornian and the lucka-
sian), we observe the significant influence that they exercised in others schools of thought
and, at the same time, how conditioned they were by the structuralism and poststructural-
ism.
Keywords: Lukacs. Adorno. Althusser. Ideology. Literary production. Structuralism.
0. Introducción
La teoría literaria de corte marxista en Francia, un campo al que por lo gene-
ral se le ha prestado poca atención a nivel académico en los países de habla hispana,
presenta un desarrollo fulgurante a partir de la segunda mitad del siglo XX. No hay
duda que, a tenor de las políticas culturales que se estaban implementando en la
Unión Soviética, el debate mantenido entre György Lukács y Theodor Adorno, Wal-
ter Benjamin y Bertolt Brecht, entre otros, a propósito del valor de la narrativa mo-
dernista en contraposición al realismo fue determinante para su desarrollo; prueba de
ello es la famosa «Querelle du Réalisme» de los años 30 en la que Fernand Léger y,
sobre todo, Louis Aragon expusieron la caracterización de la literatura como totali-
dad, como expresión consciente de la realidad social y parte integrante del combate
por modificar esa realidad (Aragon, 1987: 96), la obligación de preservar democráti-
camente el patrimonio cultural para las generaciones venideras y, por último, la nece-
sidad de fundar un «nouveau réalisme» que, reconociéndose sin dogmatismos en la
tradición de todas aquellas corrientes artísticas previas que hicieron de la realidad su
«grande affaire» (una cuestión de actitud ante los hechos más que de forma), efectuase
un «retour à la réalité» tras los experimentos surrealistas y dadaístas, del cual a su jui-
cio también forma parte el trabajo de escritores como Kafka o Maiakovski. Sin em-
bargo, a partir de los años 60 tiene lugar un despliegue teórico muy original influido
por el estructuralismo, la narratología y otras corrientes de pensamiento contemporá-
neas que pretende explicar la manera sutil en la que opera una instancia como la ideo-
logía en el texto literario. El propósito de este artículo es presentar e interrelacionar
los aportes teóricos de Lucien Goldmann y Pierre Macherey, dos coetáneos cuyos
trabajos fueron fundamentales para desprenderse del encorsetado esquema normativo
heredado de Lukács, incorporar un nuevo vocabulario conceptual e incluir ámbitos
de estudio como el de la recepción.
El primer bloque de este artículo está dedicado a las investigaciones llevadas a
cabo por Lucien Goldmann. En él rastreamos la presencia de la totalidad lukácsiana
en el sofisticado concepto goldmanniano de visión del mundo, que refiere un tipo de
conciencia colectiva coherente y estructurada presente en algunas obras literarias y
que, por medio de la ficción, formula los valores y esclarece la acción de ciertos gru-
pos sociales. El influjo de Lukács en Goldmann, de cuya obra era perfectamente co-
nocedor, se hace patente además en el estricto criterio normativo que maneja este
último: solamente gozan de visión del mundo y forman parte de la verdadera literatu-
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ra (la única que es susceptible de estudiarse) las obras que exhiben una coherencia
fuertemente significativa. Después de hacer notar que para Goldmann la noción lu-
kácsiana de reificación es central en su consideración de que la estructura del género
novelesco y la del intercambio económico se vuelven análogas, repasamos la conver-
gencia con Adorno en lo concerniente a la pertinencia y a la fidelidad histórica de la
narrativa modernista, de la que Goldmann es un acérrimo defensor por cuanto consi-
dera que retrata con exactitud la deshumanización de la vida social en el capitalismo
tardío. Todo ello le lleva a teorizar que los escritores modernistas intentan deshacerse
del yugo del valor de cambio por medio de una escritura vanguardista «de la ausen-
cia» que no encarna ningún tipo de valor productivo o propositivo y que, debido a
este nihilismo, carece de la coherencia suficiente para articular una visión del mundo.
En el segundo bloque abordamos la trayectoria de Pierre Macherey, quien re-
flexiona sobre la singular presencia de la ideología en las obras literarias e intenta in-
tegrar las perspectivas brechtianas y benjaminianas sobre la literatura como produc-
ción –sin olvidar las aproximaciones narratológicas y estructuralistas propias de la
época– a una teoría pretendidamente holista de la literatura que quiere ser, a la vez,
marcadamente materialista. Lo primero que destacamos son las distintas críticas que
dirige hacia Garaudy, Sartre y Goldmann, que no han sabido incorporar eficazmente
a sus hipótesis la idea de que la literatura se caracteriza por ser el resultado de un pro-
ceso de producción en constante circulación, puesto que, entre otras cosas, sus tesis
han contribuido a sacralizar la figura del autor y de su creación. El hecho de que las
obras, en lugar de ser concebidas una vez y para siempre, se reproduzcan continua-
mente como discursos modificados y sean objeto de pactos subjetivos entre los auto-
res y los lectores explicaría por qué la literatura es capaz de pervivir y de seguir con-
moviendo más allá de su contexto histórico de surgimiento. Por otro lado, Macherey,
de formación althusseriana, sostiene que las obras literarias son formas ideológicas a
través de las cuales se demuestran, muchas veces inconscientemente y sin el conoci-
miento expreso del autor, y gracias sobre todo a las operaciones efectuadas sobre la
forma, las incongruencias y las inconsistencias del sistema de representaciones sociales
que llamamos ideología.
1
El mismo Goldmann (1964: 338) definía su método como un estructuralismo porque parte de la
hipótesis de que «tout comportement humain est un essai de donner une réponse significative à une
situation particulière» y porque «les réalités humaines se présentent-elles comme des processus à double
face: destructuration des structurations anciennes et structuration de totalités nouvelles aptes à créer des
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vistas de Lukács, Adorno y otros –aunque se apoye en ellos en otros aspectos, como se
verá más adelante– al poner en marcha un aparato argumentativo de finalidad proba-
toria (Sasso, 1979: 7) que, en lugar de perseguir el establecimiento de relaciones entre
los contenidos presentes en las obras literarias y aquellos albergados en la conciencia
colectiva (como pretendían en aquel tiempo la mayoría de escuelas de sociología lite-
raria 2), se consagra más bien a la comprensión honda tanto de las estructuras signifi-
cativas que conforman la conciencia de los grupos sociales existentes como de la ex-
presión práctica de dicha conciencia. De este modo, la obra literaria sería el producto
cultural que alcanza en el plano imaginario «une cohérence jamais ou rarement at-
teinte dans la réalité» (Goldmann, 1977: 29)3. El matiz, aunque pueda no parecerlo a
primera vista, es muy relevante: la obra literaria es uno de los elementos constitutivos
de la conciencia colectiva, y en absoluto su simple reflejo, puesto que faculta que los
miembros del grupo social sobre el que opera la obra en cuestión, cuya conciencia
individual es por lo demás caótica y está poblada de tendencias diversas y contradicto-
rias, se aproximen a desentrañar la significación objetiva –que hasta entonces perma-
necía más o menos inconsciente u oculta para el individuo– de su pensamiento, su
afectividad y su comportamiento (Goldmann, 1977: 23-24).
Este carácter avanzado de la obra literaria respecto a la conciencia individual
viene dado por el hecho de que en ella se expresa lo que Goldmann llama una «vision
du monde» coherente y significativa. Podría definirse como un tipo de conciencia
colectiva que aprehende la totalidad de las relaciones humanas y de las relaciones en-
tre los seres humanos y el conjunto del universo (Goldmann, 1977: 23)4. Aunque la
équilibres qui sauraient satisfaire aux nouvelles exigences des groupes qui les élaborent». Incluso consi-
dera que ciertos pensadores anteriores a la emergencia de dicha corriente de pensamiento, como Freud,
Hegel, Marx, Piaget, Gramsci o Lukács son representantes ya sea de uno u otro plano del estructura-
lismo genético (Goldmann, 1966: 123).
2
Goldmann somete a crítica las corrientes de la sociología de la literatura que alientan dicho procedi-
miento –como las encabezadas por Robert Escarpit, Alphons Silbermann o Edoardo Sanguineti, entre
otros– porque la recuperación por parte del escritor de elementos de contenido de la conciencia colec-
tiva o simplemente del aspecto empírico de la sociedad que lo envuelve no es casi nunca ni sistemática
ni general y se encuentra solamente en ciertos puntos de la obra; sostener lo contrario soslaya deja
escapar la unidad misma de la obra, es decir, su carácter específicamente literario (Goldmann, 1964:
344-345).
3
En este sentido, la función que cumple la creación literaria y artística en general es, a nivel colectivo,
análoga a la que posee el mecanismo de sublimación para el psicoanálisis en el plano individual: «ap-
porter sur le plan imaginaire cette cohérence dont les hommes sont frustrés dans la vie réelle, exacte-
ment comme, sur le plan individuel, les rêves, les délires et l’imaginaire procurent l’objet ou le substi-
tut de l’objet que l’individu n’avait pas pu posséder réellement» (Goldmann, 1970: 114).
4
La conciencia colectiva entendida por Goldmann como una entidad orgánica formada por un gran
número de individuos con su psiquismo, sus conductas, sus aspiraciones, etc. y por el conjunto de
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teoría del reflejo no tiene cabida en el corpus teórico goldmanniano, la huella lu-
kácsiana es, en el sentido al que hemos aludido hace un momento, más que evidente:
en Goldmann la totalidad sigue revistiendo esa percepción histórica y dinámica de las
relaciones sociales que se encontraba originalmente en Lukács, con la salvedad de que
para el primero lo que la totalidad expresada en una determinada visión del mundo
acaba mostrando es la «conscience possible» del grupo social al que la obra literaria se
dirige o se refiere (Fabre, 2001: 21); es decir, las potencialidades de actuación trans-
formadora con las que cuenta, sin saberlo, dicho grupo. Así, la coherencia respecto al
mundo que una obra logra en el plano de la ficción (y que, como ya se ha señalado,
los miembros del grupo solo experimentan en su cotidianidad de manera lejana y
aproximada) no es de orden lógico o factual –afirmación que desafía claramente el
principio mimético tradicional–, sino en buena medida utópica o proyectiva. Las
nociones de «visión del mundo», «coherencia», «conciencia posible» o «estructura
significativa», tal y como las entiende Goldmann, llevan implícita la idea de que la
literatura encarna, representa o explora la posibilidad, y muy a menudo la presencia
efectiva, de un ideal de ser humano (Goldmann, 1977: 23).
Cabría puntualizar que el estructuralismo genético –método «monista» por
cuanto se niega a aceptar una separación radical «entre les lois fondamentales qui
régissent le comportement créateur dans le domaine de la culture et celles qui régis-
sent le comportement quotidien de tous les hommes dans la vie sociale et économi-
que» (Goldmann, 1977: 20)– presupone la incapacidad del individuo para elaborar
por sí mismo una «vision du monde». Como figura o imagen, si se quiere, filosófica
universal de la sociedad, la visión del mundo es confeccionada por una colectividad –
que Goldmann prefiere llamar «sujet transindividuel»– compuesta por «groupes so-
ciaux privilégiés» 5, pero es la «individualité exceptionnelle» del escritor (Goldmann,
reglas que son objeto de un consenso más o menos fuerte en la sociedad es, por cierto, una idea que se
hace eco de la postura durkheimiana de forma muy manifiesta: «L’ensemble des croyances et des sen-
timents communs à la moyenne des membres d’une même société forme un système déterminé qui a
sa vie propre; on peut l’appeler la conscience collective ou commune […]; elle [la conciencia colectiva]
est indépendante des conditions particulières où les individus se trouvent placés; ils passent et elle reste
[…]. Elle est le type psychique de la société» (Durkheim, 1967: 48).
5
Para Goldmann, el «privilegio» de un grupo social no lo es en un sentido material o jurídico. Basán-
dose tácitamente en la concepción lukácsiana, ya tradicional, de la ideología como falsa conciencia,
Goldmann (Goldmann, 1977: 23) establece una distinción sociológica entre la ideología (o conciencia
ideológica) y la visión del mundo. La conciencia ideológica de los grupos no privilegiados (familiares,
profesionales, etc.) los conmina a dirigirse colectivamente hacia la mejora de ciertas posiciones en el
interior de una estructura social dada. Por otro lado, los grupos privilegiados (que pueden identificarse
con la clase) poseen una visión del mundo porque se orientan hacia una reorganización global de las
relaciones humanas, o bien hacia una conservación global de la estructura social existente, por lo que
las preocupaciones de unidad y coherencia se vuelven muy importantes. Dada la complejidad de la
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1977: 23) la que finalmente la transforma en obra de arte capaz de recoger estética-
mente las aspiraciones y las tendencias no necesariamente declaradas de la conciencia
colectiva. Sin negar el sentido eminentemente social de la creación literaria, Gold-
mann (1963: 345) hace énfasis a su vez en que se trata de un producto que manifiesta
la idiosincrasia altamente individual del escritor:
le caractère collectif de la création littéraire provient du fait que
les structures de l’univers de l’œuvre sont homologues aux
structures mentales de certains groupes sociaux ou en relation
intelligible avec elles, alors que sur le plan des contenus, c’est-à-
dire de la création d’univers imaginaires régis par ces structures,
l’écrivain a une liberté totale.
Es en Le Dieu caché (1959) donde Goldmann asegura poder verificar estas hi-
pótesis, en parte inspirado por las consideraciones sobre la tragedia que hizo Lukács
en El alma y las formas (1911). En este estudio «matérialiste et dialectique» (Gold-
mann, 1959: 14) sobre la visión trágica proyectada en las tragedias de Racine y en las
Pensées (1669) de Pascal, la premisa principal –resumida y emancipada aquí de las
minuciosas observaciones historiográficas que son laterales al tema propiamente lite-
rario– es la siguiente: la «noblesse de robe» de la Francia del siglo XVII, excluida pro-
gresivamente del poder por la monarquía de Luis XIV y suplantada en sus funciones
por la nueva «bureaucratie des commissaires» centralizada, encuentra en la corriente
del jansenismo más radical de Port-Royal la cristalización ideológica de su situación
social; una cristalización que acaba desembocando en una «vision du monde» trágica
que propugna el aislamiento y la no participación en la vida pública. El postulado
jansenista de la existencia paradójica de un Dios siempre presente y siempre ausente,
mudo y riguroso, se halla latente en las obras de Pascal y de Racine, cuyas personali-
dades creativas consiguieron, con la expresión de la angustia trágica, depositar tam-
bién en sus creaciones la «conscience possible» de su clase, que para Goldmann impli-
ca
la compréhension rigoureuse et précise du monde nouveau créé
par l’individualisme rationaliste, avec tout ce qu’il contenait de
positif, de précieux et surtout de définitivement acquis pour la
pensée et la conscience humaines, mais en même temps par le
refus radical d’accepter ce monde comme seule chance et seule
perspective de l’homme (Goldmann, 1959: 43).
cuestión, solo puede existir un número limitado de visiones del mundo, que para Goldmann son el
racionalismo, el empirismo, la visión trágica y el pensamiento dialéctico (Fabre, 2001: 21).
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jidad formal no es más que un intento por estetizar la complejidad que vive a diario el
ser humano en una sociedad regida por los intereses tiránicos del valor de cambio 6.
De ello se deriva que la novela como género no puede ser la expresión de una
experiencia puramente individual, sino que, por el contrario, ha nacido y se ha desa-
rrollado solo en la medida en que un descontento no conceptualizado, una aspiración
afectiva proyectada hacia los valores cualitativos –aquellos que se asocian con el valor
de uso (individualidad, artesanía, originalidad, necesidad, etc.)–, ha emergido tam-
bién en el conjunto de la sociedad –o tal vez únicamente entre las capas medias, de
donde provienen la mayoría de los escritores (Goldmann, 1964: 48). La contradic-
ción entre estos dos axiomas que propone Goldmann de forma consecutiva –por una
parte: la dinámica reificadora del capitalismo, al estar anclada en la vida económica,
es totalizadora y totalizante; y, por otra: la obra de arte, en tanto que expresión de
malestar, supone una negación de la realidad cuantitativa impuesta y de sus media-
ciones– se resuelve parcialmente en la persona del artista: a pesar de estar constante-
mente amenazada por la reificación, cuya acción es general en el conjunto de la es-
tructura social, la creación cultural no cesa porque los escritores son «individus essen-
tiellement problématiques» (Goldmann, 1964: 47) que subsisten aferrados a los valo-
res cualitativos en el seno de la sociedad mercantil (aunque sin poder sustraerse por
completo a la degradante existencia cuantitativa).
Esta condición hasta cierto punto discordante del sujeto creador hace que su
creación, la novela, surja –al menos en lo que, siguiendo a Lukács, se considera su
primer periodo, previo al modernismo– como resultado de la contradicción entre el
individualismo como valor universal engendrado por la sociedad burguesa y las im-
portantes limitaciones que esa sociedad aporta en realidad a las posibilidades de desa-
rrollo de los individuos (Goldmann, 1964: 48). Fruto de la inadaptación a su contex-
to que sufre la personalidad del escritor, la resistencia de la novela moderna a sumer-
girse por entero en el proceso de reificación sería justamente la prueba flagrante de lo
que Goldmann denomina las «vertus transformationelles» de la literatura (Fabre,
2001: 25). Una de esas virtudes es la que consigue –mediante el ejercicio de la cohe-
rencia y gracias al acto creativo emanado de la individualidad excepcional del crea-
dor– que la conciencia colectiva se corresponda al máximo con la conciencia posible
de los individuos y grupos en una situación histórica dada. Otra es la responsable de
6
En este sentido, el alcance de la reificación es tal que, para Goldmann (1964: 44), la antigua teoría
marxista según la cual el proletariado era el único grupo social capacitado para constituir el fundamen-
to de una nueva cultura desde el momento en el que no estaba integrado en la sociedad reificada se ha
demostrado –en vista de la ausencia de una verdadera oposición revolucionaria al sistema– errónea.
Este hecho demostraría una vez más que la novela, más que una transposición imaginaria de las estruc-
turas conscientes de un grupo social, es una búsqueda de valores que la vida económica tiende a hacer
implícitos para todos los miembros de la sociedad.
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7
En efecto, Goldmann suscribe la tipología de la novela establecida por Lukács en sus primeros traba-
jos, a saber: la novela del «idealismo abstracto», representada por Don Quijote (1605) o Le Rouge et le
Noir (1830); la novela psicológica, cuyo exponente más claro sería L’Éducation sentimentale (1869); y
la novela educativa, como lo sería Wilhelm Meister (1795). Esta clasificación, por cuanto subraya la
preponderancia de los valores liberales, evidenciaría el origen burgués de la novela como forma y, en
concreto, la necesidad de expresión de la experiencia personal del héroe (Lukács, 2010).
8
En lo que concierne a la valoración de Balzac, Goldmann se adhiere a la línea clásica que va desde
Marx y Engels hasta el propio Lukács. También para él Balzac sería la gran expresión literaria del uni-
verso estructurado por los valores conscientes de la burguesía: individualismo, sed de poder, dinero,
erotismo que triunfa sobre los antiguos valores feudales del altruismo, la caridad y el amor, etc.
(Goldmann, 1964: 53).
9
Estas aseveraciones un tanto tajantes, que desde luego convendría contrastar, rebaten no solo la posi-
ción, ya conocida, de Lukács, sino también la de Henri Lefebvre, un pensador marxista coetáneo a
Goldmann y con quien el debate era habitual. Aunque considera que «l’art ne se réduit ni à une con-
naissance confuse, ni à une connaissance ou une idéologie appliquées», porque es una superestructura,
Lefebvre, más tradicional, mantiene que la novela es la forma de expresión adecuada de la sociedad
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burguesa y que incluso puede «rebondir comme forme d’expression des luttes prolétariennes, de la
construction du socialisme, de la vie socialiste» (Lefebvre, 2001: 85-86).
10
El propio Goldmann postulaba que «es la coherencia interna del texto lo que le permite sobrevivir»
(citado en Sasso, 1976: 19), es decir, lo que facilita su transmisión, ya que en cada uno de los textos se
lleva a cabo un acto de creación literaria. No en vano, existe un consenso académico en que «le struc-
turalisme génétique teste la cohérence interne d’un roman» (Fabre, 2001: 21).
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las formas «decadentes», además, deja de tener sentido una vez se ha refutado, como
hace Goldmann, la teoría del reflejo)11. El análisis efectuado en Pour une sociologie du
roman sobre la novela y los escritores del primer periodo se hace extensivo a la litera-
tura de vanguardia, que Goldmann bautiza como «les deux avant-gardes» por las ra-
zones que expondremos en seguida: siendo creadores preocupados por el valor de uso
del producto, los artistas de la vanguardia intentan escapar a la primacía del valor de
cambio propia del capitalismo (Goldmann, 1964: 25), pero sus intentos tropiezan
con la imposibilidad de expresar una conciencia colectiva, ya que su búsqueda de
valores no está defendida por ningún grupo social. La afirmación de que la búsqueda
de valores de la novela contemporánea del segundo periodo no representa la concien-
cia posible de ningún grupo social encaja con la idea, sostenida por Escarpit y Le-
febvre (1969: 22 y 122), de que la vanguardia nace para desesclerotizar una situación
estética determinada poniendo en tela de juicio los valores burgueses. Pero, al surgir
en y desde el seno mismo de la sociedad burguesa, sus mensajes de disconformidad
solo le llegan a una élite reducida, a diferencia de lo que sucede con la cultura de ma-
sas. Por eso la literatura modernista «n’aurait plus de valeur propre, positive, produc-
tive» (Fabre, 2001: 25), lo que para Goldmann (1964: 52) significa que dicha litera-
tura abandona todo intento de reemplazar al héroe problemático y a la biografía indi-
vidual –características iniciales de la novela– por otra realidad novedosa.
En otras palabras: los escritores vanguardistas se esfuerzan por escribir la no-
vela de la ausencia de sujeto, que es asimismo la de la inexistencia de una búsqueda
susceptible de progresar. Esta quietud ontológica de la novela modernista no puede
sino despertar la reminiscencia de esa literatura que según Adorno participaba apolíti-
camente de lo político 12. Goldmann precisa los términos: la vanguardia –desde Kafka,
11
En el ensayo-conferencia que pronunció en 1964 en el homenaje a Kierkegaard de la UNESCO,
Goldmann declara: «Aunque mi admiración por la obra de Lukács es muy grande, no me es posible
seguirle en su apreciación de la vanguardia del siglo XX; […] aunque fue uno de los primeros en per-
cibir la crisis de la sociedad europea occidental, nunca ha abandonado la esperanza de que los valores
positivos del humanismo clásico se realicen próximamente […], y no ha sido capaz de comprender los
aspectos positivos que […] han podido encerrar las actitudes negativas, las oposiciones y las críticas
radicales» (apud Martín, 1971: 177).
12
Pierre V. Zima, representante de la corriente sociocrítica y antiguo alumno de Goldmann, desarrolla
en Pour une sociologie du texte littéraire (1978) –título que a su vez recuerda al que eligió su maestro–
una interesante relectura de la teoría adorniana aderezada con las aportaciones de Jan Mukařovský,
integrante de la Escuela de Praga. Basándose en el doble carácter del texto (autónomo y fait social), el
crítico afirma: «Ce n’est pas la question: Que dit le texte? que devrait se poser le sociologue mais la
question: Comment dit le texte? (au niveau narratif, syntaxique, etc.). C’est sur le plan du comment de
l’écriture que se manifeste le sens social» (Zima, 2000: 56). Sorprende el nivel de similitud con un
comentario del Lukács temprano: «El defecto mayor de la crítica sociológica del arte consiste en que
busca y analiza los contenidos de las creaciones artísticas, queriendo establecer una relación directa
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13
Pero, aunque sea quizás la cuestión de la que menos se ocupa Goldmann en el conjunto de su obra,
la expresión literaria y la forma no carecen de importancia para él. Sus estudios sobre Pascal revelan,
por ejemplo, que la paradoja es el gran medio de expresión de su visión del mundo: «Il est évident que
l’équilibre et le balancement parfait des deux temps du Cogito ergo sum ou des deux temps du «Je pense
donc je suis», expriment à merveille l’optimisme et l’équilibre de la philosophie cartésienne, tandis que
la montée verticale du premier élément et la chute brusque de la fin dans “Le silence éternel des es-
paces infinis m’effraie”, concentrent et expriment l’essence même de la vision tragique» (Goldmann,
1970: 112-113). La visión trágica parte de la idea de que el ser humano es al mismo tiempo «grand et
petit», es decir, que el sujeto no puede definirse sino a través de dos atributos en apariencia contradic-
torios.
14
Pese a que Goldmann quiera hacer pasar su definición de los valores positivos de la vanguardia de la
presencia por una definición original o autónoma, ¿acaso no pueden reconocerse en ella plenamente las
aspiraciones humanistas de Lukács, quien depositaba en el realismo crítico y en el realismo socialista
justamente los mismos anhelos (combate de la alienación, progreso, racionalidad, cientificismo, etc.)?
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spécifiquement humaine», posición que a todas luces se ampara en las tesis de Marx15.
Para este pensador no existe la oposición de principio idealista según la cual el trabajo
estaría necesariamente sometido a las exigencias vitales serviles, mientras que la crea-
ción artística sería pura libertad y juego (la «finalidad sin fin» de Kant). Solamente en
la sociedad de clases, en la cual reina el trabajo alienado, tiene lugar esta escisión del
acto primitivamente único del trabajo, puesto que el trabajador no realiza sus fines
propios, sino aquellos que le son asignados por el propietario de los medios de pro-
ducción, quedando mutilada de este modo la dimensión propiamente humana del
trabajo (Perottino, 1974: 37-38). Se trata de una reflexión claramente influida por los
comentarios de Marx sobre la enajenación del trabajo en los Manuscritos de economía
y filosofía (1844) 16.
Así pues, para Garaudy el realismo no tiene por qué implicar el triunfo de lo
verosímil, sino que comporta, en un amplio sentido, una actitud: la de la toma de
conciencia de esa participación en la creación continuada del ser humano para sí
mismo, que es la forma más elevada de libertad. Se trata de una consideración que,
desde la imprecisión propia de la argumentación humanista, deja sin desarrollar la
idea que Macherey juzga fundamental: que la obra literaria es un proceso real de tra-
bajo que nace en y de unas condiciones materiales determinadas. El principal motivo
de divergencia se encuentra en la estructura «circulaire, tautologique (tout par
l’homme, tout pour l’homme), […] profondément réactionnaire» (Macherey, 1966:
70) de la ideología humanista esgrimida en última instancia por Garaudy: a pesar de
que ambos defienden la tesis, latente en la estética lukácsiana tardía, de que el arte no
es sino una forma de trabajo, la imagen del «homme-dieu» que se desprende la tesis
15
Concretamente, Marx defiende una concepción de trabajo que incorpora tres dimensiones: la acti-
vidad orientada a un fin (dimensión cognitivo-instrumental o teleológica), la interacción social y co-
municación (dimensión práctico-moral o social) y la autoexpresión práctica del ser humano (dimen-
sión estético-expresiva). Lejos de contener una simple glorificación del trabajo o una noción producti-
vista del mismo, la obra de Marx abandera la potencial «autorrealización activa» del ser humano a
través del trabajo (esto es, la sensación de autosuperación y desarrollo de las capacidades, que puede
significar esfuerzo pero también goce). El trabajo es la precondición material de la existencia humana,
pero se trata de una constatación empírica para Marx, y de ahí no se deriva que el trabajo sea fuente de
toda riqueza, de toda moral o de todo progreso. Su prioridad era el desarrollo humano, con el fin de
que el ser humano domine y controle la producción, en vez de verse controlado por ella: Marx solía
despreciar el goce de la acumulación para oponerlo a la acumulación de goces (Noguera, 2011: 171-173).
16
Esta perspectiva encuentra en general muchas similitudes con la sostenida por Fischer (1970: 99-
104), quien también caracteriza la actividad artística como un trabajo creador más libre que, al favore-
cer el desarrollo de la personalidad humana, sobrepasa el terreno de la producción material (necesidad)
y se instala más cerca del «reino de la libertad», lo cual vuelve a remitir al último Lukács.
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La aversión que muestra Macherey hacia el humanismo procede del que fuera su maestro, Louis
Althusser. El filósofo consideraba que existía una «inégalité théorique frappante» entre el concepto de
socialismo, y todo lo que este encarna, y el de humanismo. El primero es de naturaleza científica por-
que, con Marx, rechaza los clásicos debates sobre la esencia humana, que son reemplazados por una
teoría de los diferentes niveles específicos de la práctica humana (económica, política, ideológica, cien-
tífica) fundada sobre las articulaciones de la unidad de la sociedad humana. El segundo es de naturale-
za ideológica por cuanto reproduce los juicios de valor del individualismo burgués para el que todos los
seres humanos son, sin distinción, libres (Althusser, 1977: 229-249). Véase el capítulo «Marxisme et
humanisme» en Althusser (1977). Además, Althusser señala asimismo que expresarse en los términos
de «creación», «creador», etc. forma parte del lenguaje «espontáneo», es decir, ideológico (Althusser,
1968: 10).
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del prefacio de Histoire de la folie (1961), para quien el discurso es concebido ante
todo como un acontecimiento. De este modo, las obras no son simplemente «produ-
cidas» como tales de una vez y para siempre en un lugar y en un tiempo determina-
dos, sino que comienzan a existir a partir del momento en el que son «reproducidas»
en las múltiples lecturas que se hacen de ellas: «chaque lecture lui donne, pour un
instant, un corps impalpable et unique» (Foucault, 1972: 7), apareciendo así una
infinidad de posibilidades de variación del discurso. Esta posición se halla profunda-
mente influida por la lectura de las Ficciones (1944) de Borges, y particularmente por
lo manifestado en el popular relato «Pierre Menard, autor del Quijote», donde el te-
ma de la cita, la reescritura o la reproducción se constituye como un modelo de escri-
tura en sí mismo que revela la no identidad de lo repetido, o sea, la historicidad del
texto. Continuando el razonamiento, Foucault publicará algunos años después la
famosa conferencia «Qu’est-ce qu’un auteur ?» (1969), donde expone que la función
de autor es un efecto del discurso y, como tal, no universalizable; argumentos que,
junto con los de Barthes en «La mort de l’auteur» (1967), dibujan la famosa muerte
del autor.
En cuanto a Goldmann, Macherey desmonta buena parte del núcleo socioló-
gico de su proyecto teórico al criticar la idea misma de la existencia de un sentido
inmanente de la obra (o, lo que es lo mismo, la concepción de que la obra es el pro-
ducto de una intención unitaria, sea esta objetiva o subjetiva, consciente o inconscien-
te); crítica que, desde luego, bien podría inspirarse en la noción de «verdad no inten-
cional» desarrollada por Benjamin a partir de Husserl y secundada después por
Adorno. En su tesis El origen del drama barroco alemán (1928) es donde Benjamin
(1990: 18) sostiene que «la verdad es un estado no intencional del ser, configurado
por las ideas», queriendo significar con ello que los significados subjetivos atribuidos
por el sujeto a su propia obra no tienen por qué agotar ni coincidir con su contenido
esencial, ya que la actividad artística se despliega en un contexto histórico-social
abierto y heterogéneo que no depende exclusivamente del sujeto y está abierta a un
horizonte de significaciones y funciones sociales no previstas e incluso imprevisibles
(Mayorga, 1982: 121). Por necesario que sea destacar el influjo que sobre los escrito-
res ejercen los grupos sociales, los cuales contribuyen a fijar las grandes orientaciones
de las obras, la teoría de Goldmann adolece de una «certaine imprécision» (Macherey,
2013: 15) cuando se trata de hacer frente a la diversidad que está presente de forma
innegable en ellas, sobre todo teniendo en cuenta que «la Historia es un proceso sin
telos ni sujeto» (Althusser, 1974: 98), premisa que también hace suya Macherey y que
pone contra las cuerdas integralmente a Goldmann.
En efecto, es el autor literario quien decide sobre la obra, pero su decisión está
determinada por el hecho de que es, a su vez, su primer lector: la escritura es ya lectu-
ra y la decisión del escritor es, entonces, «l’illusion d’un choix», puesto que el movi-
miento del relato o de la narración depende de una causalidad propia –apreciación
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que remite, otra vez, a Adorno– que el propio escritor va descubriendo (y tal vez re-
formando o modificando) a medida que lee (Macherey, 1966: 54). Para Macherey, la
obra literaria no es la realización de una necesidad inmanente, sino, al contrario, un
producto más bien aleatorio de motivaciones contradictorias que es conveniente deli-
near (Sasso, 1979: 16). Además, con el empleo del término «coherencia», Goldmann
está defendiendo implícitamente el postulado de la unidad de la obra, el cual recono-
ce por lo general la existencia de un sentido definitorio de esa unidad. Pero, en opi-
nión de Macherey (1966: 80), «plutôt qu’une plénitude idéale et illusoire», lo que en
realidad se manifiesta en la obra son «plusieurs sens» que demostrarían que lo literario
se erige como un artefacto incompleto e informe, nunca autosuficiente 18. Asumiendo
que la obra nunca detenta, más que en apariencia, la cohesión de un todo unificado y
predeterminado –como mucho revela una suerte de «nécessité libre […] à la rencon-
tre de plusieurs lignes de nécessité»–, Macherey sugiere que los relatos o novelas de
aventuras, al estar llenos de imprevistos, son como una alegoría de la obra literaria en
general (Macherey, 1966: 48-49). Por tanto, la tarea de la crítica literaria no es la de
«achever le livre», sino la de instalarse en su incompletitud «pour en faire la théorie»
(Macherey, 1966: 84) –posición que revela la influencia que sobre Macherey ejercen
los planteamientos de Barthes en Essais critiques (1964) y Critique et vérité (1966), en
particular la idea de que a la crítica no le corresponde «descifrar el sentido de la obra
estudiada, sino reconstruir las reglas y las sujeciones de elaboración de este sentido»
(Barthes, 2002: 350). Para eso es necesario deshacerse de ciertas convenciones que
Goldmann, entre otros, estimula: el postulado de la belleza (la obra se compone con-
forme a un modelo), el postulado de la inocencia (la obra se basta a sí misma y, con la
institución misma de su discurso, suprime todo recuerdo de lo que no es ella) y el
postulado de la armonía o la totalidad (la obra es perfecta, acabada, completa) 19.
En el fondo, la crítica de Macherey a sus contemporáneos encubre una vez
más ciertas discrepancias surgidas en el debate concerniente a la autonomía formal la
literatura, hecho que todos de una forma u otra ya admitían e intentaban explicar de
acuerdo con sus propios parámetros. La apuesta de Macherey pasa, ciertamente, por
18
El combate de Macherey contra la ilusión de totalidad en la literatura recuerda a la apreciación
hecha por Adorno en Minima moralia (1951): «El todo es lo falso» (Adorno, 1998: 48).
19
Macherey se muestra especialmente descontento con la función adquirida por la crítica literaria, la
cual, mediante la utilización de un lenguaje nuevo, hace resonar una diferencia respecto a la obra tal y
como era concebida por el autor: «La critique prétend traiter l’œuvre comme un produit de consom-
mation: ainsi elle tombe aussitôt dans l’illusion empirique puisqu’elle se demande seulement comment
recevoir un objet donné. Cependant, cette illusion ne vient pas seule: elle se double aussitôt d’une
illusion normative. La critique se propose alors de modifier l’œuvre pour pouvoir mieux l’absorber»
(Macherey, 1966: 40). Para un acercamiento a esta «crítica de la crítica», por tomar la expresión que da
título a la obra de Todorov, véase Delaveau y Kerleroux (1970).
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el reconocimiento de que el texto literario posee o contiene una verdad propia. Amén
de ostentar la cualidad de ser el producto de un trabajo particular, su especificidad es
precisamente su autonomía –la obra «est à elle-même sa propre règle, dans la mesure
où elle se donne ses limites en les construisant» (Macherey, 1966: 57)–, la cual radica,
como se detallará más tarde, en el uso inédito que hace en su propio seno del lenguaje
y de la ideología, «les arrachant d’une certaine façon à eux-mêmes pour leur donner
une nouvelle destination, les faisant servir à la réalisation d’un dessein qui leur appar-
tient en propre» (Macherey, 1966: 57). Con todo, esa estrecha relación con el lengua-
je desvela también paralelamente un estado de dependencia (que en ningún caso con-
tradice la proclama de autonomía): como todo producto, la literatura es una «réalité
seconde» que se subordina, por ejemplo, a los diferentes usos teóricos e ideológicos
del lenguaje, a la historia de las formaciones sociales, al propio estatuto del escritor
(así como a los problemas que le acarrea su existencia personal) y, en definitiva, al
resto de la historia de la producción literaria, que le transmite los instrumentos esen-
ciales de su trabajo (Macherey, 1966: 59).
2.2 Producción y reproducción literaria
La investigación de Macherey que suscita las enmiendas referidas en el apar-
tado anterior y que tiene por objeto el esclarecimiento del hecho literario comienza
con una pregunta: ¿cómo pueden las obras, producidas en un momento histórico
preciso y dependientes de un condicionamiento social e ideológico determinado, sus-
citar un interés transhistórico en apariencia independiente de esa situación tempo-
ral? 20 Es decir, dado que la obra literaria «n’est pas seulement l’expression d’une situa-
tion historique objective, qui l’attribuerait une fois pour toutes, avant même qu’elle
soit faite, à un public déterminé» (Macherey, 2014: 73), resulta absolutamente perti-
nente fundar una teoría de la lectura «qui permît de comprendre comment et pour-
quoi des œuvres de la littérature, en dépit du fait qu’elles sont élaborées dans et pour
leur temps, sont en mesure de vivre au-delà de lui, dans des conditions qui sont
celles, non de leur simple production, mais de leur reproduction, qui leur commu-
nique une dimension dynamique» (Macherey, 2013: 22). Así, aunque las condiciones
de producción de una obra generan sus propias formas de comunicación, esta no se
cierra sobre sí misma en los estrechos límites que traza alrededor de ella una lectura
inmediata: la pervivencia temporal de la literatura viene dada por el pacto o contrato
subjetivo que se produce entre el lector y el libro. Para consagrarse a la actividad de la
20
La reflexión que motiva dicho interrogante se encuentra, por cierto, en los ya mencionados
Grundrisse de Marx (1857: 62): «La dificultad no está en comprender que el arte griego y la epopeya
están ligadas a ciertas formas de desarrollo social. La dificultad reside en el hecho de que nos procuran
todavía placer estético y que tienen todavía para nosotros en ciertos aspectos el valor de normas y de
modelos inaccesibles».
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lectura, el lector –que «entre dans le livre comme dans un monde différent»– debe
admitir un cierto número de presupuestos implícitos o explícitos. En el horizonte de
tal compromiso todo estaría permitido, e incluso lo arbitrario sería verídico (Mache-
rey, 1966: 72-73). Como se ha podido ya intuir, la teoría de la producción de Ma-
cherey es también una teoría de la crítica y de la comunicación o recepción. El interés
demostrado por el papel activo del lector, quien recupera y se apropia en su lectura de
la vigencia del texto, está en sintonía con lo que sostenía Jauss también por aquellos
años en La historia de la literatura como provocación (1970): la conciencia histórica del
lector no existe como una posición inamovible, sino como un horizonte de expectati-
vas 21.
Una teoría como la de Macherey, cuyo afán reside en el esclarecimiento de la
«absence déterminée» constitutiva de las obras, se ampara asimismo en aquello que
Kristeva denominaba entonces intertextualidad, a partir de la cual la originalidad de
las obras se define siempre atendiendo a relaciones de influencia literaria: «On n’écrit
jamais, sinon en rêve, sur une page complètement blanche: la réalisation d’un texte
s’appuie nécessairement sur la reproduction de textes antérieurs, auxquels elle se réfè-
re implicitement ou explicitement» (Macherey, 2014: 55). En la noción de ausencia
determinada Macherey condensa la idea de que es la presencia alusiva de otros textos
lo que permite una lectura actualizada de las obras, puesto que, al construirse necesa-
riamente contra otros textos, los libros no se edifican sobre la prolongación de un
sentido, sino a partir de la incompatibilidad de muchos sentidos, hecho que favorece
una confrontación constantemente renovada con la realidad.
Al mismo tiempo, como discípulo y colaborador de Althusser, Macherey con-
sidera que lo que la literatura deja ver no son el mundo, el alma humana o la vida
social de una época como tales, sino el cuerpo de representaciones a través de los cua-
les esas «realidades» son inmediatamente percibidas, siempre parcialmente y de mane-
ra deformada, lo cual se debe al hecho de que esas representaciones están al servicio
de intereses particulares. La literatura no sería una representación más, sino una ma-
nera de poner en escena las representaciones ya impuestas por la historia. Su método
persigue, en fin, una especie de reconstrucción hipotética de los materiales –
contenido, paradigmas narrativos, prácticas estilísticas y lingüísticas– que tuvieron
que estar dados de antemano para que se produjera un texto particular en su especifi-
cidad única (Jameson, 1989: 47). En este sentido, uno de los motivos por los que en
la obra de Macherey apenas se encuentran referencias suficientemente desarrolladas a
las manifestaciones concretas de la literatura del siglo XX –a excepción de los comen-
21
Resultan igualmente interesantes, por la relación que mantienen con el propósito de este trabajo, los
comentarios que dedica Jauss en el cuarto capítulo de la obra mentada a las aporías de la estética mar-
xista. Véase Jauss (2013: 160-168).
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tarios recurrentes sobre Borges, lo que destacan son sus estudios en torno a Verne,
Tolstoi, Balzac y Robinson Crusoe (1719)– podría ser el hecho de que, más que intere-
sarse por el grado y el tipo de contenido ideológico expresado mediante la forma lite-
raria pre-modernista y modernista, Macherey se propone estudiar lo que, a través de
su trabajo propio, produce realmente la literatura: a saber, no un doble de la realidad,
como lo quiere la temática ordinaria de la superestructura, sino ciertas formas de in-
tervención en el mundo que contribuyen a su Veränderung revolucionaria –puesto
que dichas formas no se desarrollan en una suerte de mundo paralelo ocupado sola-
mente por imágenes (sean estas verosímiles o no). El rol de Macherey, totalmente
carente de juicios de valor respecto a las obras concretas, se orienta hacia la definición
de la literatura en tanto que fenómeno ideológico propio de la superestructura pero
mucho más material, complejo, escurridizo, contradictorio y vacilante que la caricatu-
ra que ha podido hacer de ella una cierta concepción mecanicista y simplificada de la
teoría del reflejo. Lo que destaca de su tentativa –que ha influido tremendamente en
Eagleton, Jameson y en la crítica anglosajona en general– es, justamente, esa voluntad
por mostrar, más que ningún otro anteriormente, que las relaciones entre texto, ideo-
logía e historia son profundamente enrevesadas y no se trata, como lo quieren Lukács
y Goldmann (con su alusión a las homologías), de que cada uno de estos niveles «re-
fleje» de alguna manera los otros.
La intervención en el mundo a la que se aludía hace un momento se inscribe
en la estética «saturada de experiencia» (Brecht, 2004: 173) de Brecht y de Benjamin,
forzosamente práctica por cuanto, en lugar de preguntarse qué vínculo guarda cierta
obra con las relaciones de producción propias de su época, se interesa por «cómo está
en ellas» (Benjamin, 2012: 92): en efecto, al concebir la práctica literaria como pro-
ducción, Macherey le atribuye a la literatura una función material que no es la de
añadir una capa suplementaria a la esfera de la superestructura o perpetuar su funcio-
namiento idéntico, sino la de poner a prueba ese sistema más o menos coherente de
representaciones que forma parte de la existencia colectiva, para «le faire éclater en ses
disjecta membra, quitte ensuite à ramasser les morceaux pour en effectuer à distance,
librement, la recomposition» (Macherey, 2013: 18). Lo que se busca son transforma-
ciones reales, de efectos prácticos en sí mismos, ya sea en el modo de producción de
los textos literarios y de las obras de arte o en el modo de su consumo social (Mache-
rey y Balibar, 1974: 30). Así, en un pronunciamiento que recuerda al combate brech-
tiano contra la inercia de la catarsis aristotélica, Macherey (2013: 16-17) se inclina
por «appréhender la littérature comme une activité et comme un travail, ce qui inci-
tait à se débarrasser de la métaphore du “miroir”, qui la confine dans un rôle con-
templatif, passif en dernière instance, ou du moins à en affiner l’usage».
La fórmula lukácsiana del reflejo es de este modo desechada. Un capítulo
concreto de Pour une théorie de la production littéraire («Lénine, critique de Tolstoï»)
está dedicado a la refutación de la teoría del reflejo (o, mejor dicho, a su afinamien-
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lar, que define el único horizonte respecto al cual estos pueden ser leídos. Es en el
entorno del libro donde adquieren su poder de sugestión y se vuelven representativos
(Macherey, 1966: 50 y 62). Es decir, que el acto del escritor constituye un discurso y,
en tanto que artificio del lenguaje, dicho discurso no puede estar referido a nada exte-
rior: toda su verdad o su validez se encuentra cristalizada en la superficie del discurso,
de forma que «la “réalité” indiquée par le livre n’est pas arbitraire mais convention-
nelle: ainsi elle est fixée par des lois» (Macherey, 1966: 76). La realidad evocada en la
obra es el resultado de una actividad de fabricación que se halla conforme a las exi-
gencias de la obra, no de la realidad externa. Por ende, la ficción creada por la litera-
tura no se puede definir simplemente como figuración (realista), como apariencia de
una realidad, sino que es, de manera muy compleja, producción de una cierta reali-
dad y de un efecto social; no es ficción sino «production de fictions» o, mejor aún,
«production d’effets de fiction» y de los medios materiales para producirlos (Mache-
rey y Balibar, 1974: 42). Son reflexiones sin duda muy próximas a las de Barthes so-
bre el «effet de réel» y el realismo como código de representación convencional. En
S/Z, Barthes afirmaba que «ce qu’on appelle “réel” (dans la théorie du texte réaliste)
n’est jamais qu’un code de représentation (de signification)». La cuestión de la repre-
sentación se convierte en la cuestión de la verosimilitud: la referencia no posee reali-
dad, lo real no es más que un código, una ilusión de discurso verdadero sobre el
mundo real que podría llamarse «ilusión referencial». A su vez la referencia evocada
por el texto es un producto de la intertextualidad, la «subtile immensité des écritures»
(Barthes, 1970: 87 y 129).
2.3 La obra literaria y el «langage de l’idéologie»
Tres de las afirmaciones más destacadas hasta el momento: (1) que las obras
literarias son transhistóricas (esto es, que no quedan confinadas a ser solamente la
expresión de una situación histórica objetiva); (2) que la producción literaria goza de
una esencia marcadamente material; y (3) que el objeto sobre el que opera la literatu-
ra es el conjunto diversificado de discursos y de representaciones que constituyen
espontáneamente, el «lenguaje de la vida social» –por tomar una fórmula de Marx
(1974: 25)– dimanan directamente de las consideraciones realizadas por Althusser a
propósito de la ideología. Para Althusser, efectivamente, la ideología representa, en su
deformación necesariamente imaginaria, no las existentes relaciones de producción (y
las otras relaciones que de ellas se derivan), sino, sobre todo, la relación imaginaria de
los individuos con sus condiciones reales de existencia (Althusser, 2014: 125). Su
definición tiene, pues, un sentido positivo que la distancia de la descripción pura-
mente negativa aportada en La ideología alemana (1845-1846) y continuada por Lu-
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kács –y por la Ideologiekritik de Adorno 22–: ahora la ideología puede ser productiva y
no solo una deformadora «cámara oscura» (Marx, 1974: 26); su condición «imagina-
ria» la convierte en una estructura representacional apta para la confección de fanta-
sías o relatos cotidianos que, interpelando a los individuos, justifiquen o den sentido
a las relaciones vividas por ellos en el seno de la estructura social establecida. De ella
dice Althusser que «no tiene historia» –o, en otras palabras, que es omnihistórica, en el
sentido de que, más allá de sus encarnaciones particulares (ideologías religiosas, mora-
les, jurídicas, políticas, etc.), su estructura y su funcionamiento están presentes en la
historia entera tal como la define clásicamente el materialismo histórico (la historia de
las sociedades de clases)– y se la sitúa en relación directa con la proposición de Freud
de que el inconsciente es eterno, entendiendo este atributo como «lo omnipresente, lo
transhistórico y por tanto inmutable en toda la extensión de la historia» (Althusser,
2014: 122-123).
A esta primera disensión respecto a la temprana idea lukácsiana de la falsa
conciencia, se le suma otra precisión de igual importancia: la ideología tiene una exis-
tencia material (perceptible en las prácticas de los aparatos ideológicos de Estado 23).
Como ya hemos sugerido en el apartado anterior, Macherey integra las enseñanzas
althusserianas al concebir la literatura como una forma ideológica cuya carga es ma-
yoritariamente inconsciente y contradictoria 24. Y no porque exprese, como los sueños
según Freud, las ambiciones soterradas de esa parte del psiquismo de su autor, sino
22
Tampoco en Adorno se percibe, en la crítica de la ideología contenida en su obra, un concepto
positivo de ideología. Se trata para él, como es ya tradicional, de un lugar ficticio donde se reconcilian
los intereses sociales antagónicos. En su traducción del conflicto político a términos espirituales, la
deformación que produce la ideología es doble: subjetiva como «falsa conciencia» y objetiva por cuanto
remite al fetichismo de la mercancía sistémico y constitutivo del modo de producción capitalista. En
resumen: «las ideologías propiamente dichas sólo se convierten en falsas a través de su relación con la
sociedad existente. Pueden ser verdaderas en sí tal como lo son las ideas de libertad, humanidad, justi-
cia, pero se comportan como si se hubieran realizado ya» (Adorno, 2004: 442).
23
A la clásica teoría marxista del Estado que lo concebía esencialmente como un aparato represivo,
Althusser –prolongando las reflexiones de Antonio Gramsci en los Cuadernos de la cárcel (1929-1935)
sobre la sociedad civil– agrega la presencia de otras instancias, los aparatos ideológicos de Estado (AIE),
pertenecientes la mayoría al ámbito privado. Algunos ejemplos serían: el AIE religioso (el sistema de
iglesias), el AIE escolar (las escuelas públicas y privadas), el AIE político (el sistema de partidos), el AIE
de información (los medios de comunicación) o el AIE cultural (literatura, arte, deportes, etc.), entre
otros. Véase Althusser (2014: 120 y ss.).
24
También para Althusser (1977: 239-240) la ideología es en sí misma «profondément inconsciente
[…], est bien un système de représentations: mais ces représentations n’ont la plupart du temps rien à
voir avec la «conscience»: elles sont la plupart du temps des images, parfois des concepts, mais c’est
avant tout comme structures qu’elles s’imposent à l’immense majorité des hommes, sans passer par leur
“conscience”».
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25
En The political unconscious. Narrative as a socially symbolic act (1981), Jameson sienta las bases de su
método interpretativo de cariz alegórico, el metacomentario, que integra algunos de los hallazgos
postestructuralistas más sonados y a partir del cual se puede emprender «el desenmascaramiento de los
artefactos culturales como actos socialmente simbólicos (Jameson, 1989: 18). El reconocimiento her-
menéutico del inconsciente político quiere decir que no existe documento que no sea extracto de la
vida cotidiana y de la experiencia fantaseadora individual y, paralelamente, de carácter profundamente
social e histórico.
26
En el contexto del Estado español, el profesor Juan Carlos Rodríguez, quien fuera también discípulo
de Althusser y recibiera las influencias de Macherey, consideraba que la Literatura, en tanto que expre-
sión y producción de la idea del sujeto libre, «no ha existido siempre»; se trataría, más bien, de un
fenómeno inequívocamente burgués surgido entre los siglos XIV y XVI que opera en lo simbólico
gracias a la acción del «inconsciente ideológico»: «La literatura es la elaboración del trauma o de las
pulsiones psíquicas a través de la configuración ideológica; la manera de decir “yo”, “yo soy”» (Rodrí-
guez, 2016: 166-167).
27
Una tesis similar sostiene Pierre Bourdieu en Ce que parler veut dire. L’économie des échanges linguis-
tiques (1982), donde repasa los efectos de la legitimación e imposición de una lengua oficial en el con-
texto del sistema escolar francés, cuyo resultado es la distribución desigual del capital lingüístico y el
refuerzo de la «dominación simbólica» (Bourdieu, 1982: 33 y ss.), y su impacto en la constitución del
mercado literario.
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3. Conclusiones
A lo largo de las páginas precedentes hemos constatado la superación del mo-
delo normativo de Lukács que basaba la aceptabilidad del canon estético en el grado
de fidelidad temático-formal de las obras con respecto a la realidad, lo cual encum-
braba forzosamente al realismo del XIX y denostaba las creaciones vanguardistas vo-
luntariamente subjetivistas y distorsionadoras. Juzgado demasiado rígido y excesiva-
mente clasicista, este modelo es criticado abiertamente por Goldmann y por Mache-
rey, principalmente en lo que concierne a su condena moral al arte de vanguardia:
ninguno comparte la idea de que la literatura de vanguardia sea decadente y connote
deformación, declive o debilitamiento. Nombres como los de Proust, Woolf, Kafka,
o Beckett –y, como el debate adquiere casi por obligación coordenadas nacionales,
también los de Sarraute o Robbe-Grillet– son repetidamente alabados. Goldmann,
un lukácsiano explícitamente acérrimo por cuanto asume la validez de la noción de
totalidad, considera asimismo que, más que desfigurarla, el modernismo deviene la
expresión artística de la realidad histórica contemporánea.
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ISSN: 1699-4949
nº 17 (primavera de 2020)
Varia
Resumen
El objetivo de este artículo es reflexionar sobre la conexión entre el primer y el últi-
mo Foucault y presentar algunos elementos de continuidad que ligan su reflexión sobre la
literatura en los años sesenta y su investigación ético-política de la última época. Se estudia la
genealogía literaria de las prácticas de sí partiendo de la hipótesis de que Foucault ha maneja-
do un presupuesto ontológico unitario sobre el cual construye tanto la idea de la literatura
como la de la subjetividad ética, encarnada en el caso límite de la parrêsia filosófica del cinis-
mo antiguo.
Palabras clave: Giro lingüístico. Esoterismo estructural. Ontología del lenguaje. Cinismo.
Blanchot.
Résumé
Le propos de cet article est de réfléchir sur la connexion entre le premier et le dernier
Foucault et de présenter quelques éléments de continuité qui lient sa réflexion sur la littéra-
ture à sa recherche éthique-politique de la dernière époque. On étudie la généalogie littéraire
des pratiques de soi partant de l’hypothèse selon laquelle l’élément de continuité de cette
généalogie serait le présupposé ontologique unitaire sur lequel Foucault construit, d’un côté
son idée de la littérature dans les années soixante, et de l’autre côté, son idée d’une subjectivi-
té éthique, incarnée dans le cas limite de la parrêsia philosophique cynique.
Mots clé : Tournant linguistique. Ésotérisme structural. Ontologie du langage. Cynisme.
Blanchot.
Abstract
The aim of this article is to reflect on the connection between the first and the last
Foucault and to present some elements of continuity that link his reflection on literature in
the 1960s and his ethical-political research of the last period. The literary genealogy of self-
practices is studied on the basis of the hypothesis that Foucault has handled a unitary onto-
logical presupposition on which he constructs both the idea of literature and that of ethical
subjectivity, embodied in the extreme case of the philosophical parrêsia of ancient cynicism.
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pouvoir ontologique du langage, qu’il n’a jamais abandonné, Foucault y fait référence
au « pouvoir absolu, originaire et créateur » du langage, crypté dans sa « loi
étonnante » :
Cette loi, je crois qu’on pourrait la formuler ainsi : le langage, il
n’est pas vrai qu’il s’applique aux choses pour les traduire; ce sont
les choses qui sont au contraire contenues et enveloppés dans le
langage comme un trésor noyé et silencieux dans le vacarme de la
mer (Foucault, 2013a : 55).
Un an plus tard, dans le « Débat sur le roman » organisé par Tel Quel,
Foucault (1994f : 380) affirme avec encore plus de force : « Pleynet considère, et un
certain nombre, je crois, d’entre nous, moi-même après tout, que la réalité n’existe
pas, qu’il n’existe que le langage et ce dont nous parlons c’est du langage, nous
parlons à l’intérieur du langage, etc. » 1. Il ne faut pas se surprendre de telles
déclarations puisqu’elles expriment peut-être le sens le plus authentique de ce
tournant linguistique – au-delà de son interprétation analytique –, qui représente
pour Foucault un vrai point de départ de toute sa pensée : la découverte du langage
comme fait transcendantal, dans sa réalité brute, comme unique principe ontologique
à la base de la réalité et, en même temps et pour cela, la négation de l’idée d’un
principe qui pourrait la fonder 2. Le langage comme seul arché, idée qui constitue « la
révolution copernicienne » héritée du nihilisme par la pensée contemporaine
(Agamben, 1985) et qui est aussi pour Foucault le point de départ de sa pensée.
L’expression « l’être du langage », fréquemment utilisée par Foucault pendant ces
années pour parler de ce caractère ontologique archique, fait référence au langage
étant le lieu de la genèse ontologique, langage dont l’être, réalité ou matérialité, se
trouve dans ce pouvoir de création ex nihilo. L’affirmation de l’être du langage est,
dans ce sens chez Foucault, l’affirmation d’une fictionnalité généralisée qui cependant
exige d’être pensée dans son propre être, exigeant en même temps une sorte
spécifique d’intervention pratique chez elle, différente de celle apportée jusqu’à
maintenant par la rationalité dialectique. Il ne doit pas étonner cette association de
l’ontologie et de la fiction maintenue par Foucault jusqu’à la fin : l’ontologie
historique – dira-t-il en 1983 – est une fiction qui est rapportée à un « principe de
liberté » (Foucault, 2008 : 285-6).
L’être du langage est la répétition, la seule loi de ce qui n’a pas d’être
(Foucault, 2013b : 114 ; 1994d : 252). Ou l’un des équivalents auxquels Foucault
conçoit l’être du langage, c’est à dire, l’être en tant qu’être : des équivalents de la
répétition, comme le double, le simulacre ou la fiction. À ce moment-là, Foucault
1
Un peu après, il déclare : « …je suis matérialiste, puisque je nie la réalité ».
2
Sur le langage comme factum de la critique, voir Naissance de la clinique (1963), « Préface ». Un
tournant linguistique qui, comme il y est clairement indiqué, doit davantage à la critique nihiliste qu’à
la critique positiviste.
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esquisse le projet de ce qu’il appelle une « ontologie du langage » chargée d’étudier ses
diverses formes possibles de répétition (Foucault, 2013b : 115). Selon la formule
exprimée dans la conférence de 1964 « Littérature et langage », sa tâche serait de
« laisser venir au langage l’espace de tout langage » (Foucault, 2013b : 141), c’est à
dire, de montrer la manière dont les choses deviennent présentes dans l’espace fictif
du langage, compris comme « rapport universel » (Foucault, 1994e : 276).
Dans son sens le plus authentique, l’ontologie du langage doit s’interpréter
comme une ontologie générale, mais en même temps, comme une critique de portée
politique orientée vers une intervention dans l’existence radicalement finie. L’intérêt
théorique de Foucault semble se diriger justement à concevoir l’inséparabilité de ces
deux aspects, l’unité de l’ontologie et de la critique, dont il fait allusion déjà dans le
texte de 1963 dédié à Bataille ; ce souci est maintenu chez le dernier Foucault dont la
dénomination « ontologie critique », comme il a nommé son projet dans les années
quatre-vingt, fait preuve 3. La substitution qu’il fait du lexique ontologique – « l’être
du langage » – pour le lexique historique – « l’événement du langage » –, déjà dans
L’archéologie du savoir (1969), n’implique pas un abandon de l’ontologie en faveur
d’une recherche à caractère empirique : on ne doit pas oublier que l’histoire de
Foucault est ontologique et l’ontologie est, depuis le début, une « ontologie
historique » ou « événementielle ». D’autre part, l’archéologie du savoir semble être la
concrétisation que Foucault a donnée dans les années 1960 à cette ontologie du
langage, développée dans différents domaines historiques en relation avec différentes
archéologies – psychiatrie, médecine clinique, sciences humaines – et thématisée d’un
point de vue méthodologique et général en 1969 dans L’archéologie du savoir.
Dans le contexte de ces années soixante, la littérature est interprétée comme
une institution historique : la « littérature moderne », non la littérature en général,
c’est à dire, une expérience historique concrète dans laquelle notre contemporanéité
nihiliste est réfléchie en tant que telle et prends la mesure de ses possibilités. La
littérature est alors comprise comme le lieu dans lequel devient visible cette « loi
étonnante » du langage, nécessairement occulte parce que la réalité de ce qu’on
appelle réel y est pour nous cryptée. Mais elle est aussi le lieu privilégié où
actuellement se fait l’expérience politique de rupture avec ce qui existe. Ce qui
explique donc le caractère subversif que Foucault donne dans ces années à la
littérature, c’est son interprétation ontologique sur des bases avant décrites. Et si
l’intérêt de Foucault pour la littérature de ces années-là répond à son interprétation
3
Dans « Préface à la transgression » (1963): « Le jeu instantané de la limite et de la transgression serait-
il de nos jours l’épreuve essentielle d’une pensée de l’’origine’ à laquelle Nietzsche nous a voués dès le
début de son œuvre – une pensée qui serait absolument et dans le même mouvement, une Critique et
une Ontologie, une pensée qui penserait la finitude et l’être ? » (Foucault, 1994c : 239). Voir aussi
« What is Enlightenment? » (Foucault, [1984] 1994j : 575).
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4
Voir « Littérature et langage » (2013b : 119-120). Le nom « analyse littéraire » se trouve, en plus de
cette conférence à Bruxelles en 1964, dans la conférence « Structuralisme et analyse littéraire » à Tunis
en 1967 (sa transcription a été initialement publiée dans les Cahiers de Tunisie, vol. 39, nº 149-150,
1989, pp. 21-41. Maintenant, on dispose déjà de l’édition définitive de cette conférence, établie par
H.-P. Fruchaud, D. Lorenzini et J. Revel, dans le recueil Folie, langage, littérature (Foucault, 2019 :
171-222). Dans cette dernière, l’analyse littéraire est liée à une discipline, la « déixologie », avec la-
quelle Foucault anticipe l’idée d’archéologie qui sera définie dans deux ans à L’archéologie du savoir.
5
Voir les extraits du rapport inclus dans Eribon (1994 : 224-229).
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6
Selon une idée de Blanchot que Bataille reconnaissait dans L’expérience intérieure qui lui avait donné
la clé : « Je posai la question devant quelques amis, laissant voir une partie de mon désarroi : l’un
d’eux*** [Blanchot] énonça simplement ce principe, que l’expérience elle-même est l’autorité » (Ba-
taille, 1954 : 19 ; voir aussi : 67).
7
« …il n’y a pas d’être de la littérature; il y a simplement un simulacre, un simulacre qui est tout l’être
de la littérature » (Foucault, 2013b : 92).
8
Sur ce sens de l’idée de métalangage, voir Foucault (2013b : 110-114) et Nancy (2015a : 79-80).
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verticalement l’épaisseur temporelle faisant que ce qui est le plus ancien arrive comme
étant le plus superficiel, « haut lieu du renversement » (Foucault, 1994e : 276)9.
Celui-ci sera aussi le sens que Foucault (1994k : 681) donnera au « rapport sagittal »
au présent dans la leçon de 1983, « Qu’est-ce que les Lumières ? », quoique dans un
contexte problématique très différent. En résumant, il paraît évident que le passage au
dehors dont on a parlé doit être interprété comme l’entrée du langage dans l’existence
réelle. Le dehors est l’espace germinal des événements où le réel surgit et peut se
transformer.
L’appel de Foucault dans les années soixante à « l’ésotérisme structural » de la
littérature doit être compris dans ce contexte d’idées et doit être considéré comme clé
au moment d’éclaircir le rapport entre le concept ontologique de littérature et la
praxis éthique-politique (cf. Foucault, 2013b : 112-113 ; 1994g : 416-417 ; 2016 :
978-980). Le trait essentiel de la littérature, partagé avec la folie, selon Foucault
(2016 : 979), se trouverait dans la « mise en danger radicale de la langue par la
parole »: la littérature est constituée par la possibilité ou le risque que la parole puisse
établir depuis elle-même le code qui la rend compréhensible, en se réservant le « droit
souverain » (Foucault, 2013b : 113) de suspendre le code linguistique conventionnel.
L’ésotérisme est structural en ce sens qu’il s’agit d’une espèce de péril assumée a priori
par la littérature: « …à partir du moment où la littérature commence (pour l’écrivain
et le lecteur), le péril est là » (Foucault, 2016 : 978) 10. Cet ésotérisme littéraire est
considéré par Foucault (2016 : 978) comme un cas de « transgression par auto-
implication » – comme il l’appelle lors de la conférence de ces mêmes années « La
littérature et la folie ». Son sens n’est pas l’enfermement du langage sur lui-même,
mais le passage du langage vers la parole, sa mise au dehors comme parole souveraine
capable de subvertir les codes établis ; la source d’où provient cette parole est une
« prodigieuse réserve de sens », quoiqu’une « réserve lacunaire » qui fonctionne plutôt
comme un lieu vide pouvant être rempli infiniment, comme faisait remarquer « La
folie, l’absence d’œuvre » (Foucault, 1994g : 418). Dans cet ésotérisme structural,
entre en jeu la possibilité que la littérature se réalise, devienne une réalité, mais ce
genre de réalité propre à l’œuvre, irréductible à toute réalité empirique donnée et à
tout produit, réalité qui la met en excès par rapport à elle-même, et qui lui introduit
une vie. L’œuvre se rend ainsi capable de donner une nouvelle intensité au monde.
Une infinitude et une infinition essentielles empêchent l’accomplissement de l’œuvre
et ouvrent celle-ci à la nouveauté sans précédent du monde : « l’œuvre toute ensemble
9
Sur la verticalité ou dimension sagittale on peut voir, en outre: Foucault (2013b : 85, 128; 1994d :
254).
10
« Littérature et langage » parlait de « le péril et la grandeur » (Foucault, 2013b : 113).
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11
Voir sur cette idée de l’œuvre : Nancy (2015b), qui cite expressément l’essai de Foucault « La folie,
l’absence d’œuvre » à la page 96.
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aussi la leçon de 1984 (Foucault, 2009 : 173): ce que nous trouvons en Vasari, c’est
l’idée que la vie des artistes n’est pas seulement une vie ordinaire, « sa vie n’est pas
tout à fait commensurable à celle des autres », elle n’est pas réductible à la vie
empirique parce qu’elle est touchée par une mission spéciale.
Avec cette perception de l’artiste, la Renaissance a introduit par rapport à son
identité épique un vide qui est celui de la subjectivité et de la représentation moderne
– « Le peintre est la première flexion subjective du héros » (Foucault, 1994b : 194) –,
une distance du héros à lui-même, propre à l’artiste, et que le héros ne pouvait pas
avoir, puisque son identité était complètement vidée dans ses actions. L’artiste est
désormais défini par un rapport de soi à soi qui met dans son œuvre un élément es-
sentiel d’altérité, une « maladie interne de prolifération » (Foucault, 1994d : 259).
Bien que Vasari « l’avait proclamée résolue », ce qui a été introduit depuis la Renais-
sance est donc « la possibilité de toutes les dissociations », c’est à dire la possibilité
d’une « extériorité » ou disjonction exclusive entre l’œuvre et « l’autre que l’œuvre »,
pourtant inscrite en elle comme sa vérité et son identité énigmatique, à laquelle
l’artiste s’identifie héroïquement. Incarné dans la figure exemplaire de Hölderlin dans
cet essai de 1962, ce qui serait enfermé dans cette identité est, selon Foucault, la réali-
sation concrète de la mort de Dieu sous la forme d’un langage souverain qui, soutenu
par ce vide – en parlant de lui et grâce à lui –, a le pouvoir de faire œuvre ou monde.
La littérature moderne se joue sur cette scène : un monde sans arché ni telos. Le « vide
ontologique » laissé par la mort de Dieu est donc essentiel. La mêmeté paradoxale de
l’œuvre et de l’autre que l’œuvre est l’énigme de la coïncidence du monde existant et
du monde sans raison. Si ce vide ontologique sur lequel repose le monde dessine un
extérieur, ceci est pensé par Foucault dans son opérativité immanente comme
l’externalité mutuelle de ce qui n’a aucune relation, insérée dans les choses, irrélation
ou absolu qui habiterait chaque chose et la mettrait en dehors d’elle-même.
La leçon sur les postérités du cynisme antique dans le cours de l’année 1984,
Le courage de la vérité, soulève des idées très proches ou convergentes de celles du
texte des années 1960 : l’apparition au XIXe siècle de « la vie artiste », quelque chose
qui est tout à fait nouvelle par rapport à Vasari, est un signe, selon Foucault, de la
réapparition ou de la survie de l’êthos ou manière d’être cynique à travers l’art mo-
derne. La « vie artiste », comme la vie du cynique, serait cette forme de vie qui est
conçue comme une manifestation corporelle de la vérité elle-même, à la fois comme
une vraie vie et comme une présence nue de la vérité. Mais, quelle vérité ? – nous
pouvons nous demander. Pas une vérité parmi d’autres, bien sûr, mais une vérité,
pour ainsi dire, d’ordre transcendantal : la vie de l’artiste serait « témoignage de ce
qu’est l’art en sa vérité », donc, manifestation ou présence matérielle de l’Idée de l’art,
de l’art comme absolu, maintenant pourtant identifié d’une manière scandaleuse à
une vie (Foucault, 2009 : 173). Mais le scandale de la vérité, qui est le noyau de
l’êthos cynique, est plus celui de la transgression de Bataille que celui de la négativité
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12
Sur cette différence, voir la leçon du 23 février 1983, deuxième heure (Foucault, 2008 : 265). Dans
d’autres passages du même cours, la parrêsia platonique et, en général, philosophique, est caractérisée
aussi en termes d’extériorité et d’irréductibilité en rapport à la politique, « une sorte d’extériorité rétive
et insistante à l’égard de la politique » (Foucault, 2008 : 323).
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dans la littérature dans les années soixante et dans la philosophie dans les années 1983
et 1984. La subjectivité résistante du cynique a plié le dehors et l’a fait valoir immé-
diatement dans le monde, comme monde, en l’ouvrant à sa propre transformation:
« est-ce que – se demande Deleuze (1986a) – les points de résistances ne témoi-
gnaient pas d’un dehors direct ? D’un dehors immédiat ? ».
Gilles Deleuze a montré la centralité que Blanchot a dans la découverte que le
dernier Foucault fait de cette troisième dimension ou axe de l’expérience qu’est le
sujet éthique, rappelant les présupposés ontologiques radicaux de ce dernier Foucault,
pas toujours remarqués par les interprètes. Il souligne l’importance de son idée d’une
expérience immédiate du dehors. Mais Foucault lui-même avait fait remarquer dans
l’essai de 1962, « Le ‘‘non’’ du père », où réside la singularité de Blanchot pour lui :
Blanchot aurait placé son discours précisément « dans la posture grammaticale de ce
‘‘et’’ de la folie et de l’œuvre, un discours qui interrogerait cet entre-deux dans son
insécable unité » (Foucault, 1994b : 201). Dans « l’énigme du même », de l’œuvre et
du désœuvrement, ce que Blanchot trouve c’est « l’absolu de la rupture » (Foucault,
1994b : 202), la non-relation comme relation et comme relation absolue, constitutive
de tout ce qui existe. Blanchot aurait clairement vu cette structure ontologique fon-
damentale qui définit l’œuvre littéraire de façon privilégiée et que nous voyons aussi
incarnée dans l’êthos cynique. Dans cette structure coïncident l’« élémentaire de
l’existence » et la possibilité de sa transformation critique, l’être et la radicale finitude,
ontologie et critique.
L’« hégélianisme sans réserve » que Foucault emprunte à Blanchot et à Bataille
dans les années 1960 lui permet d’articuler ces deux plans à travers une radicalisation
de la négativité dans un sens non dialectique et nihiliste. Et si cette négativité a été la
matrice théorique dans laquelle s’est forgée la question ontologique de la littérature,
elle a aussi été la clé, dans le dernier Foucault, pour débloquer l’analyse du pouvoir et
l’ouvrir à une possibilité qui n’est pas seulement stratégique ou reproductive13. Dans
« Préface à la transgression » (1963), Foucault avait établi précisément le sens de cette
négativité. La transgression chez Bataille est l’expérience de transformation critique
qui a lieu dans un monde sans Dieu, où le vide ontologique constitutif du monde
devient la possibilité d’une expérience sans précédent de liberté ontologique et poli-
tique. La transgression est une expérience de finitude radicale, non plus considérée
comme une négation de l’infini, mais comme dotée d’une infinitude ouverte elle-
13
C’est ce déblocage que Gilles Deleuze voit très clairement dans le dernier Foucault. Voir « Les plis-
sements ou le dedans de la pensée. Subjectivation » (Deleuze, 1986b : 101-130). Dans le cours de
1986 dédié à Foucault, se demande Deleuze (1986a) : « Et on a vu la difficulté que ça posait dans la
perspective même de Foucault. D’où venaient ces points de résistances ? Et que dans Volonté de savoir,
il s’accrochait encore au second axe, en disant : ces points de résistances ce sont le simple vis-à-vis des
rapports de forces, mais que ça posait pour nous beaucoup de problèmes, comment pouvait-on dire
que c’était de simples vis-à-vis, alors que le vis-à-vis de la force affectante c’est la force affectée. C’est
pas la résistance. D’où pouvaient venir ces résistances, sinon du dehors ? ».
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14
Cette idée de négativité non-dialectique semble avoir accompagné Foucault jusqu’au bout et façonné
son idée de critique. La preuve en est la façon dont il a présenté en 1983 – dans la conférence « What
is Enlightenment ? », de Berkeley – l’« attitude de modernité » par rapport à « Le peintre de la vie mo-
derne », de Baudelaire, comme « exercice où l’extrême attention au réel est confrontée à la pratique
d’une liberté qui tout à la fois respecte ce réel et le viole » (Foucault, 1994j : 570). Et nous pouvons
nous demander si la caractérisation dans cette conférence de l’attitude de modernité comme « êthos
philosophique » de « critique permanente de notre être historique » ne peut pas être comprise comme
une reformulation du principe de contestation auquel il identifiait la littérature dans les années 1960.
Bien que dans cette conférence la critique soit définie en termes de « franchissement possible » (Fou-
cault, 1994j : 574), ce franchissement est toujours compris en termes de la transgression des années 60.
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15
Je cite le passage essentiel: « La littérature est peut-être essentiellement (je ne dis pas uniquement ni
manifestement) pouvoir de contestation: contestation du pouvoir établi, contestation de ce qui est (et
du fait d’être), contestation du langage et des formes du langage littéraire, enfin contestation d’elle-
même comme pouvoir. Sans cesse, elle travaille contre les limites qu’elle contribue à fixer et quand ces
limites, indéfiniment reculées, disparaissent enfin dans le savoir et le bonheur d’une totalité réellement
ou idéalement accomplie, alors sa force de transgression se fait plus dénonciatrice, car c’est l’illimité
même, devenu pour elle la limite, qu’elle dénonce par l’affirmation qui parle en elle, parlant toujours
au-delà » (Blanchot, 1971a : 80).
16
Dans l’écrit politique de 1958, « Le refus », puis inclus dans L’amitié, le côté le plus catégorique de
cette attitude de déni est présenté: « il y a une apparence de sagesse qui nous fait horreur, il y a une
offre d’accord et de conciliation que nous n’entendrons pas. Une rupture s’est produite. Nous avons
été ramenés à cette franchise qui ne tolère plus la complicité » (Blanchot, 1971b : 131).
17
Este trabajo se ha desarrollado en el marco del proyecto de investigación, financiado por el Ministe-
rio de Economía y Competitividad, Procesos de subjetivación: biopolítica y política de la literatura. La
herencia del último Foucault (FFI2015-64217-P).
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https://doi.org/10.25145/j.cedille.2020.17.12 241
ISSN: 1699-4949
nº 17 (primavera de 2020)
*
Varia
Resumen
Cinco siglos después de la edición de sus obras, Christine de Pizan continúa interpe-
lando con su modernidad y transgresión. A esta autora, cuya cultura y saber fueron reconoci-
dos por sus contemporáneos, le debemos la entrada gloriosa de la conciencia femenina en la
escritura europea en un contexto condicionado por profunda tradición de hostilidades hacia
el sexo femenino. Para ello utilizó de una forma magistral una técnica basada, por una parte,
en la utilización de un sujeto enunciativo sexuado en femenino y por otra, en hábiles estrate-
gias discursivas que enlazaban todo un universo intertextual e intercultural, lo que contribuyó
específicamente a la legitimación de su escritura y a su entrada en la historia literaria.
Palabras clave: Análisis del discurso literario. Mujeres. Escritoras. Feminismo. Género. Se-
xualidad.
Résumé
Cinq siècles plus tard, Christine de Pizan continue de nous interpeller avec une
œuvre certes moderne et subversive par rapport à son temps. C'est à la lucidité de cette
femme de lettres, dont la culture et le savoir ont été reconnus par ses contemporains, que
nous devons l'entrée glorieuse de la conscience féminine dans la tradition littéraire en Europe
dans un contexte lourd du poids d'une longue tradition d'hostilités contre le sexe féminin. Le
choix d’une stratégie discursive fondée sur un sujet énonciateur sexué au féminin et sur des
scénographies réussies lui permettra d’entrer dans l’histoire littéraire à travers un jeu intertex-
tuel et interculturel qui renverse des valeurs traditionnelles qui concernent la place des
femmes dans le monde.
Mots clé: Analyse du discours littéraire. Femmes. Écrivaines. Féminisme. Genre. Sexualité.
Abstract
Five centuries later, Christine de Pizan continues to challenge us with a certainly
modern and subversive work compared to her time. It is thanks to the lucidity of this woman
of letters, whose culture and knowledge have been recognized by her contemporaries, that the
glorious entry of the female consciousness of women writers in Europe was possible, in a
context loaded with the weight of a long tradition of hostilities against the female sex. The
choice of a discursive strategy based on a female gendered enunciator and on successful sce-
nographies would allow her to enter the literary history, while reversing traditional values
that concern women's place in the world through an interesting intertextual and intercultural
work.
Key words: Analysis of literary discourse. Women. Women writers. Feminism. Gender.
Sexuality.
0. Introducción
Mujer y laica, Christine de Pizan fue capaz de adaptar su escritura a las con-
venciones de la tradición literaria occidental y, al mismo tiempo, mantener una posi-
ción intelectual contraria al discurso hegemónico medieval concerniente a los funda-
mentos de la historia literaria y, en particular, al espacio que en ella se reserva a las
producciones culturales de las mujeres.
En su Livre de la Cité des Dames, escrito entre 1404 y 1405, la autora reivin-
dica un espacio propio como «fille d’étude» y como escritora, que es tanto un espacio
físico como metafórico. Sin duda es un lugar para el desarrollo personal, pero va más
allá de lo individual e implica un sujeto discursivo plural, puesto que el sujeto enun-
ciativo oscila entre el je sexuado («suis née femme») y un nous que integra a numero-
sas mujeres que la narradora ha conocido y que le han confiado «leurs pensées secrètes
et intimes» (Cité: I, 36). Aun remitiendo esencialmente al conjunto de damas que, en
el ámbito de relación de la escritora, forman parte de la élite cultural y social de
inicios del siglo XV, nous moviliza un innegable sentimiento de sororidad con todas
las mujeres y una perspectiva que, salvando las distancias históricas que nos separan,
hoy denominaríamos de género.
En este sentido, desde el marco epistemológico reconfigurado por las corrien-
tes de la crítica discursiva feminista, la relectura del hecho normativo que santifica a
los escritores y sus obras ha permitido una mejor comprensión de las críticas dirigidas
1
Con el fin de simplificar las referencias a las obras de Christine de Pizan que hemos utilizado, vamos
a citarlas en el texto con una palabra clave de su título que remite a cada una de ellas. Así La Cité des
Dames aparecerá como Cité; Le livre de l’Advision Cristine, como Advision; Le livre des epistres du debat
sus le Rommant de la Rose como Epistres; Le livre du Chemin de Longue étude como Chemin; y Le débat
sur Le Roman de la Rose como Débat.
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por Christine de Pizan a las autoridades literarias que instauran y transmiten el dis-
curso sobre la inferioridad del sexo femenino, rebatido desde el inicio de la obra:
«l’excellence ou l’infériorité des gens ne réside pas dans leur corps selon le sexe» (Cité:
I, IX, 55).
La posición enunciativa adoptada en sus textos arroja luz sobre su discurso
comprometido y pone de relieve un estilo indisociable del deseo firme de escribirse a sí
misma e inscribirse doblemente, como mujer y como mujer de letras. La lectura de su
obra está condicionada desde el principio por la presencia del yo sexuado femenino
que convierte la obra en un texto sobre-marcado y que activa lo que Christine Planté
denomina «la sospecha del género» (1997: 81). Christine de Pizan propone dos solu-
ciones alternativas para que una mujer en su época pueda convertirse en escritora
(Cerquiglini-Toulet, 1994: 82-83): «transformarse en hombre», como sucede en el
Livre de la Mutation de Fortune, o «hacerse mujer de manera superlativa», que es la
opción elegida para la Cité des Dames. El presente trabajo se centra en el análisis de
esta segunda posibilidad, explora las estrategias utilizadas por una escritora para la que
experiencias y vivencias «sono parte integrante ed imprescindibile di tutta l’‘aventura’
nel campo delle lettere» (Soleti, 2015: 84), y tiene en cuenta el diálogo intertextual e
intercultural con textos y relatos anteriores (clásicos y religiosos) y con su propia pro-
ducción literaria anterior2, en la que hay una presencia privilegiada de lo femenino.
Desde este ángulo, el Livre de la Cité des Dames aborda la reevaluación de los textos
misóginos existentes (Ibeas Vuelta, 1990) y elabora un entramado discursivo de gran
complejidad en el que la construcción del relato, la edificación de la Ciudad de las
Damas, la fundamentación de su legitimidad como escritora y el paso a la posteridad
de su obra literaria representan un mismo objetivo.
2
Para la definición de los conceptos de genericidad y diálogo intertextual como principios de análisis
véase Ute Heidmann (2011) y su aplicación al análisis comparativo de los cuentos.
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escritora transgrede las leyes de la norma patriarcal que regulan el valor de las obras
literarias, puesto que con la palabra de Christine y la de las tres Damas elabora un
discurso crítico contra los juicios misóginos de algunos textos que gozan de gran re-
conocimiento en su época. A la visión del mundo que traslada la sociedad en la que se
inscribe, la autora contrapone otra, bien diferente, en la que las mujeres sí tienen ca-
bida con pleno reconocimiento de sus posibilidades y de su valía.
Tanto la escenografía que utiliza la Christine de Pizan, como su opción narra-
tiva o la extensa galería de retratos femeninos que transitan por La Cité resultan indi-
sociables de las condiciones de enunciación del texto (Maingueneau, 2004: 34-35).
La autora, que aspira al éxito de su obra y a su gloria como escritora, se destaca y se
posiciona como mujer culta y escritora, operando reajustes en su ethos de escritora.
Sale al paso así del imaginario sociodiscursivo medieval sobre las mujeres de letras y,
por tanto, de su ethos previo que, sin duda, condicionaba la lectura de sus obras. La
posición del locutor es determinante para cimentar el grado de autoridad que el pú-
blico está dispuesto a reconocerle (Amossy, 2010: 73), y Christine de Pizan aprovecha
las técnicas y los códigos culturales, literarios e históricos que comparte con otros
escritores coetáneos, religiosos o no, para activar toda una serie de «escenas literarias»
que son esenciales para su necesaria legitimación. La autora realiza un reajuste de su
ethos preconstruido de mujer de letras, lo orienta hacia la captación de la benevolentia
de su público, y construye una posición dialógica alternativa a la historia literaria y a
la cultural hostil a las mujeres, desde un anclaje social, intelectual y artístico propio.
Una obra anterior, la Epistre au Dieu d’Amour, avanzaba ya en este sentido toda una
declaración de principios:
Car, entre moy et ma dame Nature,
Ne souffrerons, tant corn le monde dure,
Que cheries et amees ne soient
Maugré touz ceulz qui blasmer les vouldroient,
Et qu'a pluseurs meismes qui plus les blasment
N'ostent les cuers, et ravissent et emblent (vv. 297-302).
En el marco de una tradición literaria fuertemente misógina, el análisis del ré-
gimen de la mediación (lugar de enraizamiento y de enunciación) utilizada por Christi-
ne de Pizan muestra la preeminencia de lo simbólico para nombrar la realidad sexual
en femenino (Rivera-Garretas, 1994: 197). La mediación constituye un eficaz recurso
a la autoridad también simbólica de escenas-texto culturales preexistentes que impor-
ta del imaginario intelectual (como es el caso del étude, espacio de recogimiento in-
vestido de autoridad patriarcal) y de relatos-textos del universo religioso (como la
Anunciación), y confiere el máximo protagonismo a personajes femeninos. Desde este
punto de vista, nos interesan especialmente los elementos que forman parte de la es-
cenografía de la obra, entendida como escena narrativa construida por el texto y que,
a su vez, tiene la virtud de legitimar el propio texto que la engendra, en un movi-
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Ou souvent je me delite
A regarder escriptures
De diverses aventures (vv.171-176).
En este sentido, el estudio de la Cité, centro neurálgico de la obra, se convierte
en un espacio básicamente femenino; no solo pertenece a una mujer, sino que solo las
mujeres lo visitan: Christine, heroína de la historia, su madre (metáfora de una pro-
funda conexión entre las mujeres), las tres Damas y una amplia congregación de mu-
jeres -históricas o ficticias- que construyen una red de filiaciones simbólicas dimanan-
tes, sobre todo, de la tradición cristiana y de la mitología greco-latina.
El imaginario de los escritos y de los libros ocupa un lugar importante en la
obra de Christine de Pizan5 y es crucial en la escenografía du Livre de la Cité. La cons-
trucción de la Ciudad comienza en el Campo de las Letras, ese «pays riche et fertile
[…] où l’on trouve tant de fruits et de douces rivières, là où la terre abonde en toutes
bonnes choses» (Cité: I, VIII, 48). En la escena inaugural, la autora se representa a sí
misma con un libro en la mano que actúa de «embrayeur narratif» en un juego inter-
textual (Cerquiglini, 1993: 77) enmarcado en un locus amoenus intelectual y literario
que enlaza con los temas tradicionales del diálogo consigo mismo (Delormas, 2015:
183) y la constante búsqueda «du vrai» de Christine, «qui [l’]a retirée du monde et
rendu ainsi solitaire» (Cité: I, III, 41-42). La actitud de la protagonista, la expresión
de su recogimiento, de su tristeza por los ataques contra las mujeres, de sus dudas
sobre la veracidad de tales opiniones, así como el ambiente de penumbra del estudio,
propician la luminosa visión-aparición de tres damas que la acompañarán hasta el
final del relato: Razón, Rectitud y Justicia. Con ellas entabla Christine la larga con-
versación que remite al nexo intertextual de la escena de la visita de Dama Filosofía a
Boecio en Consolatio philosophiae.
1.2. De la Anunciación de María a la Anunciación de Christine
La aparición de las tres figuras alegóricas (personificadas en tres Damas-
Virtudes: Razón, Rectitud y Justicia) en el espacio simbólico de conocimiento y con-
templación, en el instante en el que Christine se está lamentado ante Dios por haber
5
El panorama expuesto por los historiadores sobre las bibliotecas en la Edad Media y sobre la homo-
geneidad del conocimiento cultural durante este período, permite a Jacques Verger (1998: 86-89)
afirmar que «partout on retrouve les mêmes tendances et pratiquement les mêmes livres». Verger
(1998: 141) cita a Christine de Pizan, dado que forma parte del grupo de esos autores casi profesiona-
les a los que alude en su obra, «une de ces rares femmes assez averties au Moyen Âge des disciplines
savantes pour qu’on puisse l’associer au groupe des gens de savoir», pero no utiliza categorías de análi-
sis histórico que le hubieran permitido obtener resultados relativos a las circunstancias del acceso al
saber de las mujeres. Los trabajos históricos sobre los intelectuales o las gentes de saber en la Edad
Media suelen excluir a las mujeres. La ausencia del Livre de la Cité des Dames, o del Chemin de Long
Étude en el listado de títulos que conforman el índice de las obras clásicas y medievales realizado por
Jacques Paul (1998), que únicamente menciona el Livre des faits et bonnes moeurs du sage roi Charles
Quint, ilustra tal ocultación.
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lidad, también simbólica, que abre la puerta al discurso de defensa de las mujeres
mediante una palabra profética laica que viene autorizada por la encomienda divina
(Cité: I, III, 41). Como recuerda Bernard Ribémont (2014: 153-154), no es la prime-
ra vez que esta tríada aparece en escena; ya en el siglo XII está presente en el Policra-
ticus de Jean de Salisbury, pero en el caso de La Cité, la novedad consiste en la alego-
rización que utiliza la autora para mostrar agrupadas a estas tres figuras.
La misión que Christine-personaje recibe de boca de las Damas concuerda
con el proceder de Christine-escritora y mujer de letras, muy crítica con los detracto-
res de su sexo, tanto en su obra como en sus escritos personales. Los trabajos para
asentar los cimientos de la nueva Ciudad consisten en la formulación retórica de una
larga serie de preguntas de Christine, a las que volveremos más adelante, acerca de la
opinión generalizada de tantos varones sobre la supuesta «incapacidad intelectual» de
las mujeres, que les impide acceder a las ciencias más elevadas. Las palabras de Dama
Razón al personaje le hacen ver su ingenuidad y su error en la interpretación de los
hechos; le aportan seguridad en sí misma como mujer y como pensadora, al igual que
la lucidez necesaria para contemplar el mundo de otra manera («Reviens donc à toi,
reprend tes esprits et ne t’inquiète plus pour de telles billevesées», Cité: I, II, 40) y
para decirlo con ojos y palabras de mujer. La conversación con Dama Razón legitima
la palabra de Christine-personaje-autora gracias de nuevo al recurso a una mediación
de autoridad femenina incuestionable, pues la dama ha sido enviada por Dios. Chris-
tine acaba comprendiendo la falsedad de los agravios misóginos y compartiendo la
opinión de las Damas: «Car vous m’avez déjà fait comprendre qu’ils [les hommes qui
blament les moeurs des femmes] ont tort» (Cité: I, VIII, 48).
La estrategia de la primera persona narrativa favorece igualmente la asociación
del je-Christine con la figura de María y proporciona pilares sólidos para una esceno-
grafía que contiene las condiciones discursivas adecuadas al objetivo trazado: poner en
valor lo femenino y a su sexo. El decir es un elemento de primer orden en la constitu-
ción de la escenografía como escena de palabras: las de Christine-narradora, las de las
Damas y en particular las de Christine-personaje cuando asume el encargo encomen-
dado. En este último caso, Christine dice y se muestra siguiendo el modelo de María
durante el episodio de la Anunciación, en un relato que recurre a una mediación fe-
menina mixta, religiosa y profana. La presencia femenina laica, conformada por esas
tres figuras femeninas alegóricas, es incorporada a una escena religiosa, conocida y
reconocible en torno a la María de los textos bíblicos y evangélicos:
Dijo María: «He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según
su palabra». Y el ángel dejándola se fue (Lucas 1, v. 37-38).
6
En un pasaje de su Infierno, también Dante evoca a tres mujeres que le han ayudado (la Virgen Ma-
ría, Beatriz y Lucía), como recuerda Anne Slerca (1995: 221).
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7
El término ginecotopía fue introducido por Ursula K. Le Guin en la década de los años 80, y poste-
riormente utilizado por Mercè Otero i Vidal en la introducción de su traducción de La Cité des Dames
al catalán, en 1990, entre otras.
8
Christine de Pizan fue una escritora respetada en su tiempo, pero su reputación no fue más allá de un
siglo, como explican autoras como Jude Long (1999) y Susan Schibanoff (1983), recogiendo no solo la
excepcionalidad que representa tal reconocimiento, por ser mujer, sino también los agravios sufridos,
los «redescubrimientos» posteriores de que fue objeto o los obstáculos editoriales que impidieron una
impresión más temprana de sus textos escritos en primera persona.
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del siglo XV en Francia de una reputación de mujer erudita que Érick Hicks atribuye
a su obra lírica (edición de la La Cité, 1977: XLI) y que Margaret Wade Labarge ex-
tiende hasta Inglaterra (1986: 235). En su edición crítica del Livre de l’Advision Cris-
tine, Christine Reno y Liliane Dulac (2001: XII) hacen mención a la fama interna-
cional de Pizan cuando en 1405 comienza a escribir la obra y fundamentan esta afir-
mación en la cantidad de mecenas que se interesaban por sus trabajos tras la publica-
ción de Mutacion de Fortune (1403), la Cité des Dames (1405) et le Livre des trois Ver-
tus (1405). La colaboración conjunta con Jean Gerson incrementó el prestigio de
Christine de Pizan como escritora en los círculos académicos y varios contemporá-
neos suyos no dudaron en reconocerle en vida una autoridad que apreciaron incluso
aquellos intelectuales con los que mantuvo diferencias. Es el caso de Maître Gontier
Col, quien, en una de sus cartas recogidas en la edición de Andrea Valentini (2014),
se dirige de este modo a la «prudent, honnouree et sçavant damoiselle Cristine»:
Femme de hault et eslevé entendement, digne d'onneur et re-
commandacions grans, j'ay ouy parler par la bouche de plu-
sieurs et nottables clers que, entre tes autres estudes et oeuvres
vertueuses moult a louer (Espistres: [II], [6] et [7] p. 152).
Si el espacio y el entorno de la heroína de la Cité des Dames denotan un eleva-
do nivel cultural, la escritura de Christine de Pizan es la prueba clara de su profundo
conocimiento de diversas disciplinas, en particular de la producción de libros y la
compilación de obras (Bratu, 2019: 322). Su participación activa en la elaboración
material de los manuscritos y en su difusión la ha llevado a ser considerada como la
primera escritora profesional. En la introducción a su edición crítica del Chemin de
Long Estude, Andréa Tarnowski (2000: 11) subraya que los conocimientos de Chris-
tine de Pizan en el campo de la edición de libros fue acrecentándose paulatinamente.
Así lo demuestran sus transcripciones y anotaciones, al igual que el esmero con el que
se ocupó de las ilustraciones, que fue reuniendo en cuidadas recopilaciones para ga-
narse el favor de influyentes mecenas. En esta historia de compromiso personal y ar-
tístico, el amor por la lectura que ella confiesa una y otra vez en sus escritos epistola-
res - «[...] j'aimme biaux livres et subtilz, et biaux traitiés, et les quiers et les cerche et
les lis voulantiers si rudement comme les sache entendre» (Hicks, 1997: 147, v.
1047-1049)- lo traslada a las protagonistas de sus libros, como se muestra no solo en
La Cité des Dames, sino también en otras obras como Le Chemin de Long Estude:
Comme il racompte en son traictié
Ou je leu toute la seree;
Mais se j'eusse eu longue asseree,
L'i eusse, croy, voulu user,
Tant me plaisoit m'i amuser,
Car moult m'estoit belle matiere
Et de moy conforter matiere (104, vv. 284-290).
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Con gran habilidad, Christine de Pizan aprovecha su posición social para lle-
gar a un amplio público desde su experiencia personal como mujer. La atribución de
su propio nombre a la protagonista de su libro contribuye a nutrir el ethos que otorga
voz al discurso (Maingueneau, 2004: 55), permite a la autora ocupar una posición en
el campo literario y le confiere una postura que constituye su «identidad literaria»
(Soleti, 2015: 126; Meizoz, 2017: 18-19).
La Cité está concebida según claves culturales de su época que la hace posible y
legible, como puede apreciarse en la construcción de la narradora/personaje a través de
la cual Christine de Pizan forja una imagen irrefutable de sí misma, asociando su per-
sona con la figura mediadora de María y la Ciudad de Dios, jugando con la similitud
entre su nombre, Christine, y el de Cristo, presente ya en poemas anteriores:
Os vous ay dit de mes parens,
Lesquieulx sont assez apparens,
Os vous diray quel est mon nom,
Qui le vouldra savoir ou non,
Combien qu’il soit pou renommé,
Mais, quant pour estre a droit nommé
Le nom du plus parfait homme,
Qui oncques fu, le mien nomme,
I. N. E. faut avec mettre,
Plus n’y affiert autre lettre (Mutacion: vv. 369-378).
Las metarreflexiones sobre el propio proceso de la invención literaria son
constantes. También lo son a propósito de la construcción del yo y la técnica dialógi-
ca, expuesta fundamentalmente en tres niveles: en las conversaciones entre yo y mí
misma, yo y las damas; en la evocación de intercambios anteriores con otras mujeres; y
entre yo y el público de la obra, sus lectoras y lectores. El proceso de subjetivación
enunciativa y el juego epónimo que Christine de Pizan lleva a cabo en varias de sus
obras contribuyen a con-fundir la identidad de la instancia narrativa y discursiva para
hacerla converger en la figura de la autora: Le Chemin de Long Estude, Le Livre de la
Mutacion de Fortune y, muy especialmente, en Le Livre de l’Advision Cristine.
En un periodo histórico y cultural en el que la voz de las mujeres permanece
restringida, la libertad es la escritura, el hecho de escribir y hacerlo público, como
apunta Mercè Otero Vidal (2004: 197). El ejercicio de esta libertad para configurar
una ginecosociedad le permite a la autora desvelar y poner de relieve muchos de los
límites que reprimen las posibilidades de actuación de las mujeres. Frente a esos lími-
tes, Christine de Pizan utiliza la pluma para plantear en La Cité una alternativa ima-
ginaria que transgrede los discursos que los sustentan. A este respecto, su voluntad de
trasladar su propia experiencia, como mujer y como escritora, reposa de hecho en una
estrategia discursiva que configura un nuevo modelo hermenéutico que posee no solo
dimensiones literarias sino también filosóficas (Soletti, 2015: 84) y políticas.
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engrosar conscientemente el denominado archivo histórico del saber de las mujeres se-
gún Margaret Zimmermann (1999: 88). En la mayoría de los casos, sus críticas alcan-
zan a numerosos y prestigiosos autores latinos detractores de las mujeres, como es el
caso de Ovidio, a quien rechaza por los planteamientos misóginos de su Ars amandi o
de sus Remedia amoris, (Cité: I, IX, 52); a Cecco de Ascoli (Francesco Stabili), que
tenía a todas las mujeres «en abomination, haine et dégoût» (Cité I, IX, 53); a Cice-
rón, para quien «un homme ne doit jamais servir une femme, car ce serait s’avilir que
de se mettre au service de moins noble que soi» (Cité, I, IX, 55); o a Catón de Útica,
que opinaba que «si le monde avait été créé sans femme, nous fréquenterions les
dieux» (Cité: I, IX, 56).
Ahora bien, si hay una figura que Christine de Pizan pone en cuestión es la de
Jean de Meun, autor de la segunda parte del Roman de la Rose, que goza en aquel
entonces de una reputación similar a la de los autores latinos, como recoge la edición
de La Cité de Andrea Valentini (2014: 109). Christine valora el texto traído a cola-
ción por Dama Razón en los primeros momentos del diálogo (Cité: I, II, 39) y se
enfrenta a las reglas literarias, sociales y morales de la época, abriendo la primera dis-
cusión histórica sobre el valor estético y moral de un texto literario (Greene, 2007:
297). La escritora asume en primera persona el riesgo de ser acusada por los defenso-
res de los valores hegemónicos misóginos. Lo hace mediante un intercambio de escri-
tos personales y cartas con defensores de Jean de Meun que llegarán hasta nuestros
días, gracias a ella, y que conoceremos bajo la denominación de «Debate sobre el Ro-
man de la Rose».
Es cierto que en su edición del Livre des epistres du debat sus le Rommant de la
Rose, Andrea Valentini aclara las diferencias entre su edición y la anterior de Érick
Hicks (1977) y niega que en los manuscritos originales existiera un «debate» propia-
mente dicho, como sostiene Hicks (2014: 9) en la suya. Ahora bien, los textos, super-
visados por la propia Christine de Pizan, dan cuenta de una controversia que le pro-
porcionó defensores de su causa y el desprecio de no pocos adversarios, como Pierre
Col y Jean de Montreuil9, quienes le negaron incluso el derecho a intervenir directa-
mente en la polémica (por lo tanto, el derecho a la palabra) por el hecho de ser una
mujer. Sea como fuere, Christine de Pizan aprovechó La Cité para legitimar su posi-
ción como mujer de letras, consolidada como autora y como pensadora social gracias
a las palabras de Dama Rectitud: «Ma chère enfant, je ne sais plus quoi te répondre,
9
Atacada por las difamaciones de quienes no aceptan que una mujer pueda cuestionar a las autoridades
culturales y releer los textos legitimados, la escritora será comparada por Jean de Montreuil a «la cour-
tisane grecque Leuntion, qui, ainsi que nous la rappelle Cicéron, osa écrire contre le grand philosophe
Théophrastre», como señala Hicks (1977: 154, vv. 9-11, 43) en su edición del Débat. Montreuil nun-
ca llegó a reconocer públicamente la autoridad de Christine de Pizan y se negó a dirigirse directamente
a ella por el hecho de ser una mujer. En cualquier caso, a ella se debe el primer debate literario que
tiene lugar en Francia.
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car tu les as toi-même suffisament réfutées dans ton Épître au Dieu d’amour et tes
Épîtres sur le Roman de la Rose»10.
Tal y como recogen las ediciones de Éric Hicks (1977) y de Andrea Valentini (2014), fue la propia
10
Christine de Pizan quien se encargó de resumir el debate y de hacerlo público, convirtiéndolo de este
modo en una de sus obras literarias, bajo el título Epistres du debat sus le Rommant de la Rose.
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son auteur» (Cité: I, II, 39), ofrecen una información palmaria sobre la propia expe-
riencia («l’expérience de ton propre corps»; «les femmes peuvent savoir par expérience
que certaines choses dans ce livre [Du Secret des femmes] n’ont aucune réalité», Cité: I,
IX, 53). Además, ponen de manifiesto la conciencia sexuada y solidaria de Christine
de Pizan con el resto de las mujeres. Su «Ciudad nueva y eterna» de las Damas está
construida a imagen de la nueva Ciudad de Jerusalén. Pero contrariamente a lo que
sucede en la Jerusalén ideal, cuyas puertas permanecen siempre abiertas («Sus puertas
nunca serán cerradas de día, pues allí no habrá noche», Apocalipsis: 21, 25), la Ciudad
de las Damas es de naturaleza defensiva porque, según explica Dama Razón a la pro-
tagonista, se construye como una alegoría del cuerpo femenino, y, por lo tanto, debe
tener sólidas defensas para repeler los ataques:
Ainsi, ma chère enfant, c’est à toi entre toutes les femmes que
revient le privilège de faire et de bâtir la Cité des Dames. Et,
pour accomplir cette oeuvre, tu prendras et puiseras l’eau vive
en nous trois, comme en une source claire; nous te livrerons
des matériaux plus durs et plus résistants que n’est le marbre
massif avant d’être cimenté [...] afin que tu fasses de solides
fondations, que tu lèves tout autour les grands murs hauts et
épais avec leurs hautes tours larges et grandes, les bastions avec
leurs fossés. Les bastides artificielles et naturelles, ainsi qu’il
convient à une place bien défendue (Cité: I, IV, 43-44).
Según María Milagros Rivera Garreta (2003: 94), esta Ciudad, ideada a ima-
gen de la polis griega y en parámetros de la religión cristiana, es una comunidad polí-
tica original de doble inspiración, clásica y europea, espiritual y laica que, combinada
con la «originalidad intelectual» de Christine de Pizan, acrecienta la posibilidad de
libertad que se ofrece a las mujeres en la vida monástica cristiana. A la particular utili-
zación de tres figuras femeninas laicas para dirigir la construcción es innovadora, se
une, por tanto, esa idea de «comunidad política»; se une, igualmente, la puesta en
valor que realizan Colette T. Hall y Derk Visser (1997: 32) sobre el desarrollo de un
nuevo mito basado en la idea de una comunidad femenina capaz de cruzar los siglos,
«invencible y eterna», para «inspirar y sustentar las utopías de numerosas escritoras de
las últimas décadas, Monique Wittig, Marie Cardinal, Michèle Sarde o Charlotte
Perkins Gilman».
Christine de Pizan comparte con todo el sexo femenino la terrible carga de ser
objeto de acusaciones milenarias («je ne pouvais ni comprendre ni admettre le bien-
fondé de leur jugement sur la nature et la conduite des femmes», Cité: I, I, 36) y pro-
tagoniza el primer intento femenino de revisión de los mitos dañinos que confinaban
a las mujeres en una serie de estereotipos inquebrantables (Hall y Visser, 1997: 21),
cosificando sus cuerpos y desproveyéndolas de humanidad. La Cité recoge esta doxa y
la readapta «en un nuevo y poderoso contexto feminista» (Brownlee, 2018: 256).
Gracias al poder narrativo de las preguntas-pretexto que va formulando a las Damas,
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Christine de Pizan re-construye un sujeto femenino otro respecto del que produce el
discurso normativo. El relato de La Cité se convierte así en relato de legitimación de
la palabra/escritura de la autora y, por tanto, de la palabra/escritura de las mujeres.
Christine de Pizan sabe que el ingreso en el Olimpo de las letras es más exi-
gente con las escritoras que con los escritores. Ellos pueden extraer sus modelos de
entre el amplio repertorio de opciones consolidadas a lo largo de una «dilatada tradi-
ción patrilineal» (Østenstad, 2013: 115), pero su Christine se duele de la ausencia de
modelos sobre los que forjar su identidad como enunciadora del relato: «Philosophes,
poètes et moralistes –et la liste en serait bien longue-, tous semblent parler d’une
même voix pour conclure que la femme est foncièrement mauvaise et portée au vice»
(Cité: I, I, 36).
La autora reclama el derecho a la palabra desde una conciencia de la diferencia
sexual que separa a hombres y mujeres. Para llevar adelante este propósito, se ampara
una vez más en el obligado topos medieval de la humilitas de la protagonista, que se
refiere a sí misma como «simple, indigne de poser [des] questions aux Dames», dueña
de un cuerpo débil de mujer o pobre de espíritu, a quien «Dieu a accordé la parole
[…] pour mieux servir sa gloire» (Cité: I, X, 61). Son numerosas las expresiones que
hacen referencia a esta lectura negativa del cuerpo-experiencia para legitimar su escri-
tura, acatando así los principios retóricos obligados que están en el origen de las fór-
mulas de captatio benevolentiae para la transmisión de la palabra escrita. Sin embargo,
este tipo de alusiones a la naturaleza para excusar una supuesta imperfección del texto
y preparar un pacto de lectura que predisponga a una interpretación favorable del
público, son comunes a muchas escritoras a lo largo de siglos. De hecho, constituye
una práctica específicamente femenina que abunda sobre todo en prólogos, dedicato-
rias y demás elementos peritextuales autorales: el ser mujer forma parte del elenco de
razones irracionales por las que las escritoras necesitan excusarse para hacer pública su
palabra sabia y evaluadora.
Deseosa de la gloria que le es negada a las mujeres, en un siglo en el que tanto
el acceso al conocimiento como las posibilidades intelectuales y artísticas de las muje-
res son casi inexistentes, Christine de Pizan atribuye a su condición de mujer la causa
fundamental de los problemas que encuentra para que su palabra –literaria y no lite-
raria– siente autoridad (Cabré i Pairet, 1993: 42) y no duda en rebatir los discursos
patriarcales gracias a un argumento extraordinariamente moderno sobre las condicio-
nes de la educación de las niñas:
Si c’était la coutume d’envoyer les petites filles à l’école et de
leur enseigner méthodiquement les sciences, comme on le fait
pour les garçons, elles apprendraient et comprendraient les dif-
ficultés de tous les arts et de toutes les sciences aussi bien
qu’eux (Cité, I, XXVII, 91-92).
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4. Conclusiones
En La Cité des Dames, tanto la escritura en primera persona, que revela una
estrecha relación entre el lenguaje y el cuerpo, como la intervención de las tres damas
y el desfile de la galería de figuras femeninas, cobran su sentido pleno en una percep-
ción colectiva del «ser mujer» que es considerada por una parte importante de la críti-
ca feminista como una perspectiva de género primigenia. La escritura del yo sexuado
tiene la particularidad de presentar el texto atravesado por una subjetividad femenina
que desvela el proyecto de la autora de escribirse a sí misma. Por otra parte, el ethos
discursivo de Pizan como narradora-autora se convierte en una identidad colectiva
entre un yo, que se refiere al auctor, y un nosotras que acaba arrastrando a todas las
mujeres en un ejercicio de sororidad manifiesta.
Christine de Pizan mueve los hilos narrativos en torno a una narradora-
personaje que lleva su mismo nombre, se denomina a sí misma mujer y se sirve de
técnicas y estrategias literarias, claves culturales, históricas y retóricas, así como de un
régimen de mediación femenino para construir un nuevo orden social ideal: su gine-
cotopía. Se trata de una visión del mundo que parte de una experiencia sexuada en
femenino (otra, no hegemónica) en el conjunto de los textos medievales e instaura un
espacio para el debate sobre las condiciones de las mujeres en la Edad Media. Para
ello, Christine de Pizan construye su yo como «sujeto consciente» a través de una es-
critura autodiegética y reflexiva que la faculta para exponer muchas de las objeciones
sociales y culturales formuladas contra la autonomía de las mujeres como sujetos de
pensamiento y de acción, rebatiendo de este modo construcciones degradantes de lo
femenino.
Este universo simbólico que instituye Le Livre de la Cité des Dames es posible
gracias al juego intertextual e intercultural que asegura la legibilidad de la obra. Chris-
tine de Pizan desarrolla una escenografía específica sobre la que cimienta la auctoritas
de su escritura y de su relato; la construye valiéndose de la tradición clásica y del ám-
bito religioso, dos mediaciones incontestables en la época, pero siempre en femenino.
Dicha escenografía reposa sobre escenas enunciativas ya validadas, como la de la
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ISSN: 1699-4949
nº 17 (primavera de 2020)
Varia
Claire LAGUIAN
Université Gustave Eiffel
clairelaguian@yahoo.fr
ORCID: 0000-0002-6694-566X
Resumen
La traductología, además de una teoría, es una praxis, y en este artículo proponemos
una reflexión sobre las distintas dificultades que surgen al traducir del español al francés un
poema largo tal como “Patmos” de Andrés Sánchez Robayna (La sombra y la apariencia,
2010). La presencia central del trabajo sonoro y métrico en esta composición obliga al tra-
ductor a realizar una serie de compensaciones y de recreaciones en francés, sin olvidarse del
peso importante de la metafísica y de la intertextualidad, que ponen a prueba la práctica de la
traducción.
Palabras clave: Traducción poética español-francés. Poesía española contemporánea. Estrate-
gias de traducción. Intertextualidad. Hipotexto.
Résumé
Si la traductologie est une théorie, elle est également une praxis, et cet article vise à
tresser une réflexion sur les diverses problématiques que met à jour la traduction de l’espagnol
vers le français d’un poème long tel que « Patmos » d’Andrés Sánchez Robayna (La sombra y
la apariencia, 2010). La forte présence du travail sonore et métrique dans ce poème oblige le
traducteur à effectuer une série de compensations et de recréations en français, sans oublier le
poids important de la métaphysique et de l’intertextualité dans ce poème qui, toutes deux,
interrogent la pratique de la traduction.
Mots clé : Traduction poétique espagnol-français. Poésie espagnole contemporaine. Straté-
gies de traduction. Intertextualité. Hypotexte.
Abstract
If translatology is a theory, it is also a praxis, and this article aims to weave together a
reflection on the various issues involved in the translation from Spanish into French of a long
poem such as “Patmos” by Andrés Sánchez Robayna (La sombra y la apariencia, 2010). The
strong presence of sound and metric work in this poem obliges the translator to carry out a
series of compensations and recreations in French, without forgetting the important weight
of metaphysics and intertextuality in this poem, both of which question the practice of trans-
lation.
Keywords: Poetic translation Spanish-French. Contemporary Spanish poetry. Translation
strategies. Intertextuality. Hypotext.
1
Travail réalisé au sein du laboratoire de recherche « Littératures, Savoirs et Arts (LISAA, EA4120) »
de l’Université Gustave Eiffel.
2
Œuvre collective (Suzanne Boisvert : voix en français ; Danielle Boutet : piano et réalisation sonore ;
Marie Chastel : gravure sur pierre ; Jeanne Crépeau : montage et effets spéciaux ; Claire Laguian : idée
originale, traduction poétique vers le français, voix en espagnol ; Laurence Prat : images), intitulée
Patmos. Ainsi le commencement, et à visionner en ligne : https://vimeo.com/251545076. Texte réflexif
sur ce vidéopoème dans le numéro 29 de la revue électronique Tropelías: Revista de Teoría de la Litera-
tura y Literatura Comparada : https://papiro.unizar.es/ojs/index.php/tropelias/article/view/2564. Ce
vidéopoème a par ailleurs été sélectionné pour le numéro 6 de la revue Caja de resistencia, Revista de
poesía crítica, février 2019, en ligne : http://cajaderesistencia.cc/entre-cajas/caja3-numero6/laguian.
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en effet son érudition et sa praxis poétique, telle une synthèse entre la méditation
sensible et la sphère intellectuelle. La question phénoménologique de l’appréhension
de la réalité est centrale chez le poète, d’autant plus que ce poème « Patmos » est ins-
piré d’un séjour sur l’île grecque mythique du Dodécanèse. Si l’écriture se fonde sur
l’expérience physique et sensorielle dans la suspension de l’instant, l’héritage johan-
nique et hölderlinien est aussi fondateur dans « Patmos » puisque l’Apocalypse selon
saint Jean a été écrite à Patmos, et que Friedrich Hölderlin s’en est inspiré pour écrire
le célèbre hymne qui porte le nom de l’île. En tout cas, l’ensemble de ces caractéris-
tiques forme des piliers soutenant notre propre approche du texte poétique, dont la
traduction ne peut reposer que sur une connaissance fine de l’intégralité de l’œuvre
robaynienne, mais aussi sur une explication fouillée de ce poème précis dans lequel
l’aspect métadiscursif, comme modalité d’une possible resacralisation du langage, est
un axe dominant.
Tout comme Andrés Sánchez Robayna l’explique dans ses articles, ses entre-
tiens, ou à travers les choix de textes théoriques traductologiques qui ponctuent les 34
bulletins du Taller de Traducción Literaria de la Universidad de La Laguna (cf. Sán-
chez Robayna y Díaz Armas, 2011→) il nous semble que la traduction de la poésie
doit être une recréation, à la suite de ce qu’ont pu affirmer Roman Jakobson, Yves
Bonnefoy, Henri Meschonnic, Octavio Paz, ou encore André Lefevere, Claude
Esteban et Efim Etkind. Réécrire, recréer, cela suppose de prendre en compte les as-
pects sémantiques bien sûr, mais aussi phoniques, métriques, rythmiques, et de les
transposer à la langue cible en trouvant un équilibre toujours précaire, comme la poé-
sie, entre pertes et compensations. C’est dans cette optique que nous avons nous-
même tenté de traduire ce long poème, traduction que nous vous proposons ci-
dessous en regard de la version originale en langue espagnole, avant de la commenter
dans un second temps :
PATMOS
PATMOS
1 Al principio fue un nombre, su sordo resonar.
Au commencement, un nom, sa muette résonance.
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5 un color indistinto,
une couleur indistincte,
6 entre la aceptación y el abandono, como
entre l’acceptation et l’abandon, comme si
7 si se tratara de una luz final, brillando en los espinos,
dans l’aubépine brillait la lumière finissante,
8 y que nadie contempla. Empieza así.
que personne ne contemple. Ainsi le commencement.
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34 Cercano,
Tout proche,
35 pero difícil de alcanzar, el dios.
mais difficile à atteindre, le dieu.
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53 Nada,
Rien,
54 el sol,
le soleil,
55 el inviolado sol es el testigo,
l’inviolable soleil est le seul témoin,
56 nada
rien
57 te será revelado.
ne te sera révélé.
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61 Memoria de palabras,
Mémoire de ces paroles,
62 como el agua que fluye.
comme de l’eau qui jaillit.
63 Al pie de montes inmutables,
Au pied des monts immuables,
64 pegadas
collées
65 al paladar, como salivas
au palais, comme des salives
66 de adhesión a los mundos,
d’adhérence aux mondes,
67 palabras que nos salvan,
des paroles qui nous sauvent,
68 pardos, carbonizados pastos,
et des pâturages bruns, carbonisés,
69 el cáliz calcinado
le calice calciné
70 del girasol altivo en la ebriedad.
du tournesol se dressant dans son ivresse.
71 Duros signos,
Des signes durs,
72 esos que ves entre las piedras,
ceux que tu aperçois là entre les pierres,
73 mientras caminas, y la sed aumenta,
quand tu marches, et quand la soif s’accentue,
74 y buscas el refugio de unas parras resecas.
tu cherches le refuge de treilles sèches.
75 Tendrá piedad su sombra,
Leur ombre aura pitié,
76 te dará, cuando menos, un espacio
elle te donnera, du moins, un espace
77 para cerrar los ojos, la cabeza apoyada
pour fermer les yeux, le visage appuyé
78 contra el muro. El blancor de la cal, alrededor,
contre le mur. Le blanc de la chaux, autour,
79 te envolverá lo mismo que aguas invisibles,
t’enveloppera comme des eaux invisibles,
80 oh Patmos de inocencia y de ignorancia.
oh Patmos d’innocence et d’ignorance.
81 Nada,
Rien,
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2. De l’intertextualité et la métrique
Andrés Sánchez Robayna structure en permanence son œuvre poétique au-
tour de la transtextualité et, par conséquent, pour un lecteur avisé, le titre du poème
s’inscrit à la suite des textes sacrés et poétiques qui chantent le lieu de l’écriture de
l’Apocalypse, que ce soit par saint Jean, Hölderlin, Rilke ou Gaspar. Le titre du
poème est un indice intertextuel, tout comme l’allusion directe faite à l’œuvre du
poète allemand, « como en la página de Hölderlin » (v. 26), ou les recréations chez le
poète canarien du célèbre hymne romantique allemand, « Cercano, / pero difícil de
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alcanzar, el dios » (v. 34-35), « danos agua inocente » (v. 38) et « Las montañas del
tiempo » (v. 90) qu’un lecteur de poésie sait reconnaitre. Par ailleurs, le premier hé-
mistiche heptasyllabique du premier vers, « Al principio fue un nombre » (v. 1) est
une très claire réécriture de l’Évangile selon saint Jean (En el principio era el Verbo).
Ainsi, face à une telle présence de l’intertextualité, se posait à nous une inter-
rogation traductologique primordiale : comment traduire en français les quatre frag-
ments d’Andrés Sánchez Robayna que nous citions ci-dessus ? S’agissait-il de citations
intertextuelles issues des hypotextes lus directement par Andrés Sánchez Robayna
dans leur version traduite en espagnol, potentiellement celle de Federico Gorbea issue
de la poésie complète publiée en version bilingue chez Ediciones 29 en 1977 ?
S’agissait-il au contraire d’une recréation à partir du poème en langue allemande,
voire d’une de ses traductions en langue française, une langue que le poète canarien
lit et traduit souvent ? Si la version en français et en espagnol de l’Évangile selon saint
Jean nous étaient bien sûr connues (Au commencement était le Verbe / En el principio
era el Verbo), dans un premier temps, il nous a semblé absolument indispensable de
consulter les traductions espagnole et française de l’hymne « Patmos » de Hölderlin,
ainsi que sa version originelle en allemand, afin de les comparer et de faire émerger les
choix de traduction qui avaient été réalisés à l’époque par les traducteurs du poète
allemand romantique. En effet, si le poète canarien s’inspire de l’hymne hölderlinien,
nous ne savons pas en quelle langue il a lu cette fameuse page qui apparait au vers 26
dans son propre « Patmos », d’autant plus que la langue allemande ne lui est pas si
familière. Et dans tous les cas, il s’agissait de nous inscrire dans une lecture intertex-
tuelle qui dialogue avec les connaissances des lecteurs francophones à qui serait diri-
gée notre propre traduction, d’où la nécessité de consulter les traductions françaises
de ce « Patmos » du début du XIXe siècle, afin de pouvoir créer un écho intertextuel
avec l’hypotexte hölderlinien en version française. Nous avons trouvé de nombreuses
traductions françaises du « Patmos » de Hölderlin, réalisées à diverses époques
(Maxime Alexandre, 1942 ; Henri Stierlin, 1950 ; Roger Dextre, 1984). Mais il nous
a semblé que la version la plus diffusée, reconnue et canonique était celle de Gustave
Roud de 1942 que reprend La Pléiade (dont la première édition est de 1967), et c’est
celle-là qui nous a donc servi de référence.
Quant à l’Apocalypse selon saint Jean écrite à Patmos, elle est bien sûr cen-
trale du fait de la convergence qu’elle met en place avec la thématique du Liber Mun-
di dans le poème d’Andrés Sánchez Robayna qui choisit le même lieu diégétique,
mais un autre élément a également attiré notre attention : l’importance du chiffre
sept. En effet, ce chiffre structure l’intégralité du texte apocalyptique avec ses sept
Églises, ses sept chandeliers d’or, ses sept étoiles, ses sept lampes ardentes, ses sept
tonnerres, ses sept sceaux, ses sept anges, ses sept trompettes, et les sept cornes et sept
yeux de l’Agneau. Quant au poème d’Andrés Sánchez Robayna, ce n’est pas le mot
« sept » qui apparait en tant que lexème, mais bien la mesure heptasyllabique puisque
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nous avons parfois tenté de conserver ce même format métrique, ce qui correspond à
l’alexandrin français.
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3
Au moment où nous écrivons cet article, et en consultant d’autres traductions de l’Évangile selon
saint Jean, nous découvrons que dans la traduction de La Bible. Nouvelle Traduction publiée chez
Bayard en 2001, et coordonnée par Frédéric Boyer d’après une perspective littéraire et poétique assu-
mée, les premiers vers par Alain Marchadour sont précisément « Au commencement, la parole »
(2376).
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qui, chez Andrés Sánchez Robayna, est le signe de la suspension dans l’apaisement de
l’instant de la méditation. Si nous introduisons une répétition entre ce vers 8 et ce
vers 9 qui n’existait pas originellement en espagnol, c’est dans l’optique de tenter de
compenser la perte de la saturation de l’espace poétique par les voyelles « a » et « o ».
Pour les deux vers suivants (v. 6-7), « entre la aceptación y el abandono, como
/ si se tratara de una luz final, brillando en los espinos », la question de
l’enjambement était bien sûr centrale car aller à la ligne après « comme » supposait de
renoncer au rythme doublement heptasyllabique de l’espagnol avec « entre
l’acceptation et l’abandon, comme ». C’est pourquoi le fait de réintroduire le « si »
dans le vers précédent permettait d’obtenir un hémistiche heptasyllabique (« et
l’abandon, comme si »), également possible dans le premier hémistiche en accomplis-
sant une diérèse au sein d’« acceptati/on ». Le problème suscité par la formule in-
cluant le « si » dans le vers 6, « entre l’acceptation et l’abandon, comme si », était que
la suite (« se tratara ») allait créer un retour à la ligne au milieu d’une forme contrac-
tée avec apostrophe (« comme s’ / il s’agissait »), ou séparant le sujet de son verbe
« comme s’il / s’agissait ». Pour sortir de l’impasse dans laquelle nous avait mis la
structure heptasyllabique, restait la possibilité d’inverser l’ordre et la fonction des
syntagmes dans le vers 7. C’est ainsi que nous avons choisi de traduire par « entre
l’acceptation et l’abandon, comme si / dans l’aubépine brillait la lumière finissante ».
Cette solution, qui singularise l’aubépine par rapport à la version espagnole et qui
choisit l’adjectif « finissante » au lieu de « finale », permet l’assonance en /ɑ̃/ et deux
hémistiches heptasyllabiques. Il est par ailleurs intéressant de constater que la réparti-
tion des « e » possiblement muets (comme l’indique Jacques Réda à propos de la pro-
priété pneumatique de la voyelle « e » en français) pouvait donner lieu à deux alexan-
drins français. Le lecteur reste donc suspendu en puissance entre un mètre de tétradé-
casyllabe ou d’alexandrin, ce qui permet de compenser les dodécasyllabes espagnols
que nous avons dû traduire par des tétradécasyllabes en français.
Dans le long vers ternaire, composé de trois fragments heptasyllabiques en es-
pagnol « hay la mañana en él, la tarde que se extingue, cernida por el tiempo, »
(v. 19), nos choix de traduction nous ont permis de former des unités de six syllabes,
et d’introduire des rimes en /ɛ̃/ et /ɑ̃/ : « il contient le matin, et le soir qui s’éteint,
tamisé par le temps, ». Nous aurions pu former des fragments heptasyllabiques, mais
comme nous avions traduit l’hendécasyllabe du vers 18 (« No digas, pues, que un
nombre es sólo un nombre ») par un alexandrin français formé à partir du schéma 6/6
(« Mais ne dis pas qu’un nom n’est rien d’autre qu’un nom, »), nous avons décidé de
prolonger le rythme hexasyllabique français par ce prolongement ternaire lui aussi
hexasyllabique, tel un déploiement de ce « nombre ». La traduction du participe passé
« cernida » pouvait s’orienter en français vers diverses possibilités qui risquaient de
trahir le sens premier. Si nous avions déjà écarté « observé » et « séparé » qui nous
semblaient peu convenir, « menacé » aurait pu être satisfaisant. Mais un échange avec
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le poète nous a permis de confirmer qu’il s’agissait bien d’une occurrence ayant le
sémantisme de « depurar » ou « cribar », qui correspond ainsi à la métaphore de la
fragmentation récurrente dans les poèmes robayniens : cela nous a donc permis de
traduire par « tamisé », ce qui reproduit par ailleurs les consonnes rappelant « Pat-
mos ».
Dans l’alejandrino du vers 20, « dos sílabas que arden en el fulgor de julio. »,
le champ lexical de l’incendie domine et nous avions remarqué que dans l’hypotexte
de l’Apocalypse en français, le verbe « s’embraser » était récurrent. Nous aurions pu
traduire « que arden » par « qui s’embrasent », mais le substantif « fulgor » nous sem-
blait pouvoir adopter le « brasier », ce qui nous a donc poussée à traduire le verbe
espagnol par « s’enflammer ». Le choix du participe présent « s’enflammant », au lieu
de la proposition relative espagnole, s’appuie sur cette possibilité particulièrement
idiomatique du français d’utiliser le participe présent, qui présente l’avantage dans
notre cas d’ajouter une rime interne en /ɑ̃/ à la fin du premier hémistiche heptasylla-
bique.
D’un point de vue sémantique, le substantif « rapto » (v. 28) se traduit com-
munément par « enlèvement », mais il nous semblait que la polysémie du terme, entre
enlèvement physique, sensible, intellectuel, mais aussi mystique, était mieux rendu
par le nom commun « ravissement » qui pouvait à la fois inclure la notion
d’enlèvement, d’élévation mystique, mais aussi celle d’émerveillement dans la con-
templation.
Dans le vers 46, autre alejandrino (« y crece así la sed, el deseo de la tierra, »),
l’inversion sujet-verbe particulièrement simple en espagnol est moins fluide en fran-
çais, c’est pourquoi nous avons choisi la structure emphatique « c’est…que » qui nous
permet de conserver le substantif « soif » en fin du premier hémistiche. Le son voca-
lique « oi » correspond aux pistes que nous avions choisi d’explorer, et pour obtenir
également des unités heptasyllabiques en français, nous avons décidé de traduire
« crece » par « croît » afin d’avoir une seule syllabe et d’introduire une assonance en
« oi », d’autant plus que ce verbe apparait dans la traduction du « Patmos » hölderli-
nien par Gustave Roud. Dans le deuxième hémistiche en espagnol, le substantif
« deseo » subit une synérèse afin d’atteindre sept syllabes, mais c’est le mouvement
inverse qui se produit en français car « le désir de la terre » ne forme que six syllabes.
Ainsi, nous avons introduit l’adjectif « grand » qui ajoute une syllabe, contient le
phonème nasal qui structure notre traduction française, et dialogue avec le verbe
« crecer » que nous avions renoncé à traduire par « grandir », ce qui nous donne
« C’est ainsi que croît la soif, le grand désir de la terre. »
Dans l’ennéasyllabe et l’heptasyllabe « al paladar, como salivas / de adhesión a
los mundos » (v. 65-66), le substantif « adhesión » a attiré notre attention puisque sa
position est mise en avant du fait du rejet en début de vers, ce qui par ailleurs crée
une tension avec son sémantisme lié à l’adhérence physique, contraire à l’enjambe-
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ment qui sépare. L’union physique et morale, et même mystique, est plutôt rendue
par « adhérence » en français plutôt qu’« adhésion », ce qui ne posait pas de problème
particulier puisque le nombre de syllabes est le même et les voyelles nasales présentes
dans les deux cas, ce qui nous a poussée à choisir « adhérence ».
À la fin du poème, les vers suivants (« Nada, / salvo ella misma, / la tierra si-
lenciosa, / te será dado, / el aire que desciende de los pinos, / el silencio que rompe,
súbitamente, un asno, / bronco, por los barrancos, / el roznido que rasga / y apaga la
pinocha. » (v. 81-89)) nous posaient un problème en termes de mètre puisque « la
terre silencieuse » ou « l’air qui descend des pins » formaient des hexasyllabes. Pour le
premier cas, le passage par le substantif (qui permet une rime finale en /ɑ̃/, amplifiée
par la préposition « en ») avec l’ajout de l’adverbe « tout » suscite l’obtention d’un
heptasyllabe en français : « la terre tout en silence ». Quant à l’occurrence « el aire que
desciende de los pinos », la longueur de la phrase et sa complexité nous suggéraient la
possibilité d’introduire une conjonction de coordination du type « et ». Cela permet-
tait en effet d’ajouter une syllabe et d’atteindre sept syllabes, mais ce « et » devait for-
cément être transformé en « ni » du fait du mot négatif « Nada » en tête de phrase.
L’énumération poursuivie de vers en vers supposait ainsi que nous reproduisions
l’emploi anaphorique du mot négatif « ni » de la sorte : « ni le silence que rompt,
subitement, un âne », ce qui permettait d’obtenir un premier hémistiche heptasylla-
bique. Afin de rééquilibrer le tout et d’avoir également un deuxième hémistiche hep-
tasyllabique, nous nous sommes appuyée sur l’allitération en « s » du vers, qui dia-
logue avec le « s » de « Patmos », et nous avons ajouté un « si » devant « subitement »
qui renforce l’assonance anaphorique en « i » en français. Afin de poursuivre
l’anaphore du « ni », il nous fallait inverser l’ordre des vers dans la traduction fran-
çaise entre les vers 87 et 89 en commençant par le « braiement » et en déplaçant sa
caractéristique « rauque » au vers suivant. Si l’espagnol a tendance à favoriser la forme
active, nous avons privilégié la forme passive en français pour les deux verbes « rasga »
et « apaga » qui nous permettait ainsi d’harmoniser la question métrique grâce à « dé-
chiré » et « effacé » (se substituant à un « éteint » qui ne comportait pas assez de syl-
labes). Enfin, puisqu’il y a une grande différence de nombre de syllabes entre « pino-
cha » et « par les aiguilles de pin » (différence aggravée par l’ajout de la préposition
« par » du fait de la voix passive), nous avons déplacé le participe passé « effacé » à la
fin du vers précédent (ce qui permet la rime avec « déchiré ») : « ni le braiement dé-
chiré, / rauque, à travers les ravins, et effacé / par les aiguilles du pin ».
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duite par Federico Gorbea, on constate que l’enjambement ne se fait pas au même
endroit (Cercano está el dios / y difícil es captarlo), au contraire de la version allemande
originale (Nah ist / Und schwer zu fassen der Gott.), et sa traduction française par Gus-
tave Roud (Tout proche / Et difficile à saisir, le dieu ! »). La proposition en français
nous intéresse particulièrement pour traduire le poète canarien car le monosyllabe
« Proche » serait problématique en raison de la trop grande différence de syllabes avec
l’espagnol. C’est pourquoi nous avons retenu la version de Gustave Roud
d’introduire l’adverbe « Tout », du fait de la question métrique, mais également pour
entretenir la démarche intertextuelle d’Andrés Sánchez Robayna afin que le lecteur
francophone qui connaitrait la version de La Pléiade puisse reconnaitre l’hymne alle-
mand.
L’intuition que nous avons que la page d’Hölderlin qu’a lue le poète canarien
n’était pas en langue espagnole se confirme avec le vers 90 situé à la fin du poème,
« Las montañas del tiempo », puisque Federico Gorbea utilisait quant à lui « Las
cumbres del tiempo » pour traduire Hölderlin (alors que Gustave Roud traduit bien
par « Les montagnes du temps »). Afin d’obtenir un heptasyllabe dans cette citation
intertextuelle, nous avons donc ajouté la conjonction de coordination « Et » en début
de vers pour donner plus d’emphase en cette fin de poème, et pour signaler la ferme-
ture et l’ouverture du cercle temporel du poème à travers ce « Et les montagnes du
temps. »
Ce qui a été pour nous un véritable renoncement face à notre tentative de
conserver la référence intertextuelle à Hölderlin en français à travers la traduction de
Gustave Roud, se situe au niveau du vers robaynien « danos agua inocente » (v. 38).
En effet, si la version espagnole de Gorbea semble bien proche de celle d’Hölderlin
(¡oh, dadnos tu agua inocente; / So gib unschuldig Wasser), la version de la Pléiade pro-
pose « Ouvre-nous l’étendue des eaux vierges, ». En consultant les autres versions
proposées par les traducteurs (« Prête-nous une eau innocente » par Maxime
Alexandre ; « Donne-nous une eau sans faute » par Roger Dextre ; « Donne-nous un
lac tranquille » par Henri Stierlin), les traductions nous semblaient trop éloignées
pour pouvoir être utilisées dans le cas de la traduction de la réécriture robaynienne.
Par conséquent, nous nous sommes contentée de traduire littéralement, sans convo-
quer l’intertextualité en français, mais en enlevant le partitif « de » en français qui
rompait l’heptasyllabe : « donne-nous l’eau innocente. »
5. Conclusion
La traduction d’un poème si complexe, du fait de son travail rigoureux de la
forme, de ses multiples références intertextuelles et philosophiques, est vertigineuse
quand l’on pense que le travail de réécriture de traduction que nous avons réalisé
venait en réalité redoubler la propre recréation d’Andrés Sánchez Robayna qui lit
vraisemblablement Hölderlin en allemand, et le retraduit lui-même. Cette mise en
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https://doi.org/10.25145/j.cedille.2020.17.14 284
ISSN: 1699-4949
nº 17 (primavera de 2020)
Varia
Resumen
El objetivo del presente artículo es restablecer las dinámicas que condujeron a la
constitución del imperio francés en el siglo XIX, este último entendido en cuanto espacio, así
como una historia, todo ello desde una perspectiva animal. Se trata de reconstruir los despla-
zamientos, acontecimientos, símbolos e instituciones en los que el animal se inscribió y que
lo hacen emerger como vector histórico. El trabajo analizará tres ejes principales, a saber, su
valor político-diplomático, simbólico y comercial. En última instancia, lo que se busca es
mostrar la participación activa y efectiva del animal en la edificación de la noción de imperio
y así restituir su papel de actante en la historia industrial, científica, teatral, sino en la Histo-
ria misma.
Palabras clave: Animal exótico. Historia animal. Imperio. Espectáculos zooescenográficos.
Résumé
L'objectif du présent article est de retracer les dynamiques au cœur de la construction
de l'empire français au XIXe siècle, celui-ci compris en tant qu'espace et histoire, à partir
d'une perspective animale. Il s'agit en outre de reconstruire les déplacements, événements,
symboles et institutions au sein desquels l'animal s'est inscrit, émergeant de ce fait en vecteur
historique. Le travail portera sur trois axes principaux, à savoir, sa valeur politique-
diplomatique, symbolique et commerciale. Le but ultime est donc de montrer la participa-
tion active et effective de l’animal dans la construction de la notion d'empire et ainsi restituer
son rôle d'actant dans l'histoire industrielle, scientifique, théâtrale, voire dans l'histoire tout
court.
Mots clé : Animal exotique. Histoire animale. Empire. Spectacles zooscénographiques.
Abstract
The objective of this article is to establish the dynamics that led to the constitution
of the French Empire in the nineteenth century, the latter understood as a space, as well as a
history, from an animal perspective. We will reconstruct the displacements, events, symbols
and institutions in which animals were registered and that make them emerge as a historical
vector The work will analyze three main axes, the political-diplomatic, symbolic and com-
mercial value of animals. Ultimately, what is sought is to show the active and effective partic-
ipation of animals in the construction of the notion of Empire and thus restore their role as
actors in industrial, scientific and theatrical history, as well as in History itself..
Keywords: Exotic animal. Animal History. Empire. Zooscenopgraphic spectacles.
L’intérêt porté sur l’animal est, à l’heure actuelle, dans son apogée. Tradition-
nellement abordé dès une perspective philosophique, biologique, puis ethnologique,
le domaine des sciences sociales et humaines s’est ouvert, de nos jours, à l’analyse du
rôle que les animaux ont occupé dans leurs respectifs espaces d’étude. Le droit,
l’histoire ou la littérature se penchent sur l’animal dans des travaux ayant pour objec-
tif de le restituer en tant qu’être agissant qui, avec ses innumérables déplacements, a
participé activement à la construction de l’histoire. Ainsi, l’omniprésence de l’animal
non-humain a été relevée par des auteurs comme Isabelle Martin (2007) qui souligne
la variété d’espaces et de formats que le XVIIIe siècle a développé pour le
(re)présenter. En ce sens, l’ouvrage résulte extrêmement intéressant dans la mesure où
il évoque la valeur spectaculaire de l’animal, puis les degrés de théâtralisation dont il
est objet, mais aussi parce qu’il met en évidence sa quotidienneté, puisque constam-
ment côtoyé par l’humain. Cette tendance est héritée du XIXe siècle où il est présent
dans les ménageries, les jardins zoologiques et aquariums, dans les spectacles zooscé-
nographiques, dans les premiers Muséums d’histoire naturelle, dans les livres de
voyage, de zoologie, dans les rapports de spécialistes et/ou de sociétés spécialisées,
voire dans la famille humaine elle-même. D’ailleurs, c’est l’assiduité de l’animal non-
humain qui conduit Scott Miltenberger (2013 : 263) à créer le concept de « ville an-
throzootique » avec lequel il entend définir « an urban environment, society, and
culture defined by the interactions between humans and animals, a city made by the
close interaction and interdependence of human and animals ». Cette notion permet
donc de mettre en lumière une réalité historique, à savoir, la cohabitation inte-
respèces. Bien qu’étant une constante tout au long des siècles, celle-ci s’intensifie no-
tablement pendant le XIXe siècle.
En effet, le XIXe siècle s’affirme comme une des périodes les plus intéressantes
pour l’étude du rôle de l’animal en tant qu’actant d’une histoire à la construction de
laquelle il participe. Comme le souligne Éric Baratay dans Le point de vue animal :
une autre version de l’histoire (2012), face à la profusion et profondeur des études vi-
sant à la compréhension de l’histoire considérée dès la perspective humaine, l’animal
a été durant un long temps relégué à l’ostracisme. Cependant, toujours avec Baratay
(2012 : 11), ce silence imposé ne correspond pas au rôle éminemment actif que les
animaux ont eu dans les échanges d’ordre géopolitique, culturel et symbolique entre-
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pris, dans le cas qui nous occupe, par la France du XIXe siècle. De son côté, Ulrich
Raulff dans son ouvrage Das letzte Jahrhundert der Pferde : Geschichte einer Trennung
(2016) 1 conçoit espace et histoire comme le résultat des dynamiques qui s’établissent
entre les différents éléments qui composent ces notions. L’histoire ne serait donc
autre chose que le produit du mouvement des animaux humains, mais aussi des ani-
maux non-humains et de la technique, qui agissent en agents modificateurs de
l’espace (Raulff, 2018). En conséquence, la construction de la France, cette dernière
comprise en tant qu’un territoire-espace fondé sur une histoire propre, exige
l’inclusion de la perspective animale tant de fois oubliée.
Immergée dans le projet colonial, le XIXe siècle français est marqué par la di-
versification des rapports entretenus avec les territoires extraeuropéens. Le processus
d’industrialisation promeut l’amélioration des conditions techniques, puis des
moyens de transport, et incite à la consolidation d’anciennes routes commerciales,
voire à la création d’autres nouvelles. Ceci permet de rapprocher des espaces géogra-
phiques inconnus et inexplorés d’une France qui, se constituant en empire, cherche à
les annexer. Dans le même temps, la période dix-neuviémiste reconfigure les para-
digmes en vigueur pendant les étapes précédentes, parmi lesquels le statut de l’animal.
Ce dernier, se heurte alors à une ambivalence ontologique qui permet sa caractérisa-
tion parallèle en tant qu’être doué de sensibilité, abandonnant progressivement le
concept cartésien d’animal machine, puis en tant qu’objet au sein du système indus-
triel, colonial et scientifique émergeant. De ce fait, il est possible d’affirmer que
l’animal, et plus particulièrement les animaux provenant de contrées lointaines,
émergent en marqueurs historiques en mesure de dévoiler les événements ayant con-
duit à la construction de l’empire français pendant le XIXe siècle.
L’objectif du présent article est donc de retracer la diversité des connexions
qui se sont développées au XIXe entre la France et autres pays, ceci au travers des dé-
placements dont les protagonistes ont été les animaux non-humains. Dans quelle
mesure la présence d’animaux sauvages dans la scène française, et plus largement leur
exhibition, permet de mettre en lumière des réseaux commerciaux ? Quelles sont les
connexions existantes entre la demande croissante d’animaux et la consolidation
d’une industrie réelle autour de l’animal exotique ? Pourrions-nous parler d’un usage
politique et/ou diplomatique de l’animal ? Ces réseaux favorisent-ils la création
d’espaces symboliques entre les territoires concernés ? Quelles réalités ont déterminé
les nouvelles significations que les animaux revêtent ? Ces questions sont autant
d’axes d’analyse sur lesquels se fonde cette étude. Pour ce faire, le travail abordera la
présence de l’animal à partir de trois points différents. Dans un premier temps, il
s’agira de reconstruire les réseaux politiques-diplomatiques mis en place par le biais
du recours à l’animal non-humain, ainsi que les connotations qui en dérivent.
1
La version consultée est la traduction à l’espagnol de Joaquín Chamorro Mielke : Adiós al caballo.
Historia de una separación, parue en 2018 aux éditions Taurus.
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L’étude se penchera alors sur les valeurs symboliques qu’il revêt au sein des spectacles,
ainsi qu’autres formes de (re)présentations, qui le situent en tant que vedette princi-
pale. Finalement, les réseaux commerciaux et industriels surgis autour de l’animal, et
notamment des espèces exogènes, seront abordés.
2
L’on retrouve déjà des exemples de ménageries dans l’Égypte ancien où les animaux étaient apprivoi-
sés dans des parcs, dans la Grèce antique qui développa les « parques paradis » dans lesquels les ani-
maux étaient gardés pour la chasse royale ou les défilés (Kalof, 2007 : 26) ou pendant l’époque ro-
maine. Les romains continuent d’entretenir des ménageries, celle d’Auguste se situant comme la plus
emblématique, bien que cette période soit principalement retenue par la popularisation des cirques,
avec lesquels la théâtralisation et mise en scène de l’animal est définitivement confirmée (Grant, Ra-
mos-Gay & Alonso, 2018 : 106).
3
Pour en savoir plus sur les ménageries au Moyen Âge, voir Buquet (2013).
4
La girafe est arrivée en Italie en 1486. Elle est envoyée par Al Ashraf Kait-Bey, sultan d’Égypte, à
Lorenzo le Magnifique.
5
Hanno retrouve la cour papale en 1514. Utilisé pour les grands défilés dans lesquels il apparaît recou-
vert d’or, l’éléphant meurt par étouffement, précisément comme conséquence de cette pratique, en
1516 (Baratay, 2003 : 21).
6
Le rhinocéros de Dürer fait généralement allusion à une gravure en bois d’Albretch Dürer représen-
tant un animal de cette espèce débarqué à Lisbonne en 1515 et qui aurait été un cadeau du sultan de
Cambay, Muzaffar Shah II, à Manuel I de Portugal. L’animal, qui fut postérieurement envoyé au pape
Léon X à Rome, meurt dans le voyage à cause d’un naufrage. Cependant, le rhinocéros acquiert une
grande popularité, étant le premier individu de cette espèce qui avait été vu en Europe dès l’époque
romaine. D’autres rhinocéros seront alors exhibés, parmi lesquels Clara qui, au XVIIIe siècle, sera
transportée à travers le continent européen, entreprenant son propre tour. Elle sera présentée en Alle-
magne, en Autriche ou en France. Ici elle se rend à la ménagerie de Versailles pour être montrée devant
la noblesse du pays, le roi Louis XV inclus, mais aussi, comme Glynis Ridley (2005) l’affirme, à la
populaire foire Saint-Germain où le Tout-Paris est attiré en foule.
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7
Comme le relève bien Éric Baratay (2006) dans « Ramenez-les vivants » : de la savane au zoo, les es-
pèces animales font partie des produits ramenés des territoires par les explorateurs de l’époque qui
profitent des routes maritimes alors ouvertes, en même temps que des expéditions princières sont
envoyées à ce propos. À cet égard, le spécialiste souligne le rôle capital du port d’Amsterdam, ainsi que
de la Compagnie hollandaise des Indes orientales, qui, au XVIIe siècle, installe des étables dans le port
pour y loger les animaux jusqu’à leur vente ultérieure.
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l’élargissement des significations associées aux bêtes sauvages 8. Ces dernières transpo-
sent et recréent les colonies favorisant leur connaissance de la part de la société fran-
çaise qui peut alors identifier ces territoires comme partie intégrante de l’empire, et
par conséquent, de son identité. Dans cette ligne s’inscrivent également les exposi-
tions universelles qui s’étendent jusqu’au XXe siècle et dans lesquelles la représenta-
tion des colonies s’avère une des principales attractions. Le pavillon de la section algé-
rienne correspondant à l’exposition universelle de 1878 montre à quel point la pré-
sence animale – ici sous forme de reconstruction taxidermique – résulte de liens his-
toriques, politiques, économiques et symboliques entre les deux pays. Ces espaces, qui
émergent en succédanés des voyages, offrent à la totalité de la société française
l’opportunité d’explorer, de découvrir puis de connaître les territoires, mais aussi la
faune, la flore et les populations, ces dernières notamment avec la popularisation des
exhibitions ethnographiques, qui composent la France de l’au-delà de l’hexagone.
Finalement, il est possible de relever une dernière valeur politique dans ces
institutions publiques qui, comme dans le cas du Jardin Zoologique d’acclimatation
parisien, sont nées autour de Sociétés spécialisées. Fondée en 1854 par Isidore Geof-
froy Saint-Hilaire, la Société Zoologique d’Acclimatation – à l’origine du parc zoolo-
gique de 1860 – a pour objectif ultime l’apprivoisement d’espèces exotiques, qui
adaptées au climat et à l’environnement français, contribueraient au développement
de l’agriculture et de l’industrie de la métropole. Le caractère pragmatique que revêt
la Société dès sa création se traduit dans un groupe hétéroclite d’adhérents : profes-
seurs, naturalistes, commerçants, diplomates, aristocrates ou politiques figurent parmi
ses membres. La volonté universaliste du projet, en écho avec le courant collectiviste
plus haut mentionné, et qui rejoint également l’idée de bénéfice collectif cultivé par
les milieux des élites bourgeoises, se laisse sentir dans la présence de membres étran-
gers qui, entre 1854 et 1860, représentent 17,4% du total (Aragon, 2005 : 174). Les
connexions entre Sociétés se développent, la Société française désignant des délégués
dans les principales villes européennes, parmi lesquelles Londres, Turin ou Madrid.
Ceci permet également l’échange de spécimens qui viennent élargir leurs collections,
tel le cas des espèces ibériques envoyées par la Sociedad española de aclimatación
(1855) à son équivalent français.
Plus largement, la Société met en place des rapports avec les colonies via les
membres qui y sont inscrits, des liens qui seront renforcés lors de sa dénomination
comme entité d’utilité publique. Prise sous la protection de l’empereur Napoléon III
8
À cet égard, il est intéressant de noter que la création de la ménagerie du Jardin des Plantes se produit
au milieu d’un débat politique et social autour de concepts comme ceux de domination et liberté, alors
situés au centre du nouveau régime postrévolutionnaire. En ce sens, certaines voix s’élèvent en faveur
d’une plus grande liberté pour les animaux détenus à la ménagerie royale, ces derniers étant identifiés à
la population française dont les sujets se caractérisent, comme les animaux eux-mêmes, par leur statut
d’opprimés.
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9
Parmi les plus remarquables peuvent être cités : les rois de l’Espagne Isabelle II de Bourbon et Don
Francisco de Assis (respectivement décorés par la Société en 1857 et 1858), le prince de Wurtemberg,
l’empereur du Brésil, l’archiduc Ferdinand Maximilien d’Autriche, le roi des Belges, le prince Albert
d’Angleterre ou les deux rois de Siam, tous s’ayant inscrits en 1857.
10
Les représentations zooscénographiques antérieures au XIXe siècle se déroulent principalement aux
foires situées aux alentours de la ville de Paris, parmi lesquelles les foires Saint-Germain, Saint-Laurent
et Saint-Ovide. De son côté, à la capitale, c’est le Pont Neuf qui émerge en tant qu’espace, évidement
public, privilégié pour l’exhibition et la spectacularisation de l’animal. Cependant, une des principales
différences réside dans le fait que, dans ces premiers temps, les espèces animales mobilisées étaient
généralement facilement accessibles. Chiens, chats, chèvres, chevaux ou oiseaux se situent parmi les
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en tant que « théâtre où l’on joue des pantomimes » (Lepec et al., 1839 : 286). Fondé
par Philip Astley en 1782, puis transféré à la famille Franconi lors de l’éclat révolu-
tionnaire, cet établissement devient très rapidement une des salles les plus fréquentées
par le public parisien, qui, au fil du siècle, sera élargi des spectateurs provenant de la
province. Le nombre croissant de spectacles, puis la variété d’acteurs quadrupèdes
engagés, prouvent le succès et du Cirque et des produits dramatiques qu’il propose à
un public avide de nouveautés. À cet égard, un des concepts clés autour duquel
s’articule la mise en scène de l’animal sauvage est, précisément, l’idée d’exotisme.
Cette dernière est à mettre en rapport, d’une part, avec un contexte colonialiste qui
découvre des réalités lointaines (dans le sens le plus ample du terme), puis avec une
esthétique romantique en quête d’originalité, d’un ailleurs permettant d’échapper à la
quotidienneté. Dans le même temps, les pantomimes zoologiques résultent de la
constitution du théâtre en une industrie à part entière qui, de plus en plus, tend vers
la prépondérance du visuel qui défie directement l’hégémonie du texte. En ce sens, les
animaux s’affirment comme signes récurrents et privilégiés par une dramaturgie qui
repose principalement sur la spectacularité et l’ocularité, le théâtre étant conçu
comme un art fait autant de texte que d’images.
Traditionnellement érigé en contraire absolu de l’humain, l’animal connote
per se les idées de rareté et d’inouï véhiculées par le concept d’exotisme. Ce dernier, en
accord avec Lionel Gauthier (2008), est marqué par une connaissance seulement par-
tielle de l’altérité qui permet de jouir de cette différence qu’elle représente. Les spec-
tacles zooscénographiques situent alors « le public dans un face à face avec la diffé-
rence morphologique, mais aussi psychologique des figures animales » (Lajoinie,
2019 : 301). Le recours à l’animal sauvage permet donc d’accroître cette sensation
d’étrangeté car, comme dans le cas des jardins zoologiques, il s’affirme en symbole
métonymique de l’espace géographique auquel il reste attaché. Ainsi, ce sont les lions,
tigres et panthères Antony, Buridan, Mudarrha et Richard d’Arlington (Revue de Pa-
ris, 1839 : VIII, 227) qui permettent d’ancrer dans l’Orient colonial des œuvres
comme La Fille de l’émir (1839) que Maillant et Jemma présentent au théâtre de la
Porte Saint-Martin. L’exotisme de la pièce est de ce fait redoublé de la présence de ces
fauves qui viennent apporter une touche exotique, non plus textuelle et/ou artificielle,
mais vivante.
Par ailleurs, la mise en scène de bêtes exogènes au continent contribue à la
consolidation et diffusion du projet colonial, et plus largement, de la pensée impéria-
liste. En ce sens, le recours aux mêmes valeurs définitoires, à savoir les idées de passé,
plus récurrents, bien que d’autres espèces comme les ours et les cerfs soient aussi requis. À cet effet,
l’exception semble être le singe qui, exogène au continent européen, introduit une vraie touche exo-
tique aux représentations foraines. En tant qu’exemples peuvent être cités : Fagotin, singe du montreur
de marionnettes Jean Brioché, et Turco, singe appartenant à Jean-Baptiste Nicolet, tous deux ayant
connu le succès au XVIIe et XVIIIe siècle respectivement.
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11
À cet égard, abordant les convergences existant entre le cirque et le music-hall, Patrick Désile (2011 :
17), affirme que la proximité entre les deux genres se traduit, entre autres, dans des tentatives de la part
du music-hall de présenter des animaux dans ses scènes. En ce sens, l’iconographie populaire que re-
présentent les affiches publicitaires, de plus en plus communes pendant la seconde moitié du siècle,
viennent confirmer l’affirmation de P. Désile. En témoignent les nombreuses affiches du populaire
établissement des Folies Bergère, inauguré en 1869 à Paris. En guise d’exemple seront citées diverses
affiches correspondant à de différents spectacles s’ayant produit aux Folies Bergère, tels documents
publicitaires datant tous de la période 1880-1890. Ainsi figurent Les Lions de Bostock (1880-1890), La
séance de magnétisme donné par Mr. de Torcy et Mlle. Lucia au milieu des Lions du dompteur Giacometti
(1880-1890) ou L’orchestre des éléphants de Sam Lockart (1890) dans lequel les pachydermes, débout
sur leurs pattes arrière, jouent diverses instruments. Toutes les affiches sont disponibles dans le site
web des Musées de la ville de Paris, qui situe ces documents dans l’institution du Musée de Carnavalet.
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Unis, Carl Hagenbeck est également considéré comme l’un des plus importants pro-
moteurs d’exhibitions ethnographiques qu’il inaugure, en 1874, avec des individus
samoans et samis. De même, il est à l’origine du premier parc zoologique sans bar-
reaux qui ouvre ses portes en 1907 à Stellingen. Cette conception s’imposera par ail-
leurs dans un grand nombre de parcs zoologiques actuels, dont celui de Paris ou celui
de Valencia (Espagne). Soulignons que la disparition des barreaux permet l’illusion de
voir l’animal dans un milieu qui leur est supposé naturel. Ceci est à son tour à con-
necter avec la conception de mise en scène ou d’exhibition de la nature qui devient
ainsi un tableau vivant. Comme il a été auparavant signalé, cette idée de tableau
évoque, autant l’espace du muséum et/ou du cabinet de curiosités, que le genre théâ-
tral lui-même qui, dès le XVIIIe siècle, inclut de la main de Diderot la notion de « ta-
bleau vivant », récurrente dans les spectacles zooscénographiques de la première moi-
tié du XIXe siècle.
Aux marchands d’animaux comme Hagenbeck, il faut aussi ajouter domp-
teurs (parmi lesquels le français Henri Martin), dresseurs et autres personnes chargées
de leur capture, transport, apprivoisement et maintien, ainsi que les vétérinaires qui,
avec la création en 1762 de l’École Vétérinaire de Claude Bourgelat, se substituent à
la figure de l’expert, la clinique vétérinaire atteignant alors le degré de science (Raulff,
2018). Par ailleurs, les jardins zoologiques profitent directement de l’exhibition
d’animaux, certains bien plus attrayants que d’autres, ce qui garantit l’assistance de
visiteurs ou, en termes économiques, assure leurs recettes. Ces jardins ne sont plus
(uniquement) des espaces scientifiques, mais bien des entreprises gérées en accord
avec l’idée de bénéfice monétaire. L’animal devient donc au XIXe siècle un vrai enjeu
économique articulant des échanges commerciaux multiples et multilatéraux entre la
France et les colonies. Il promeut, par ailleurs, le surgissement de professions direc-
tement connectées avec lui ; entrepreneurs, dompteurs ou vétérinaires subsistant
grâce à l’animal. Sur ce point, il est nécessaire de souligner que la prise en considéra-
tion des bêtes sauvages, et par extension de l’animal non-humain, en tant que bien ou
possession met en lumière la réification à laquelle il était souvent assujetti. Il cesse
ainsi d’être vu en tant qu’un être et devient un objet ou bien 12, rejoignant de ce fait,
tel que relevé par Fanny Dupas (2005 : 13), le statut juridique de non-sujet de droit
que les codes civil, pénal et rural lui accordent, au moins, durant toute la première
moitié du XIXe siècle 13.
12
Pour voir le processus d’objectification de l’animal sauvage dans les zoologiques, ainsi que la valeur
économique qu’il en revêt, voir Estebanez (2014).
13
La première loi de protection contre les mauvais traitements envers les animaux est approuvée en
1850, sous le nom de « loi Grammont ». Cependant, la répression de la violence publique infligée aux
animaux est encore conçue comme mesure préventive pour les humains, et plus particulièrement, pour
les classes populaires qui, exclues du savoir et de la culture que les élites possèdent, peuvent reproduire
ces comportements mais, cette fois, contre leurs propres congénères. L’animal ne sera reconnu explici-
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Plus largement, cette valeur monétaire de l’animal sauvage est aussi repérable
dans l’industrie manufacturière florissante autour des acteurs quadrupèdes exhibés
dans les représentations zooscénographiques plus haut évoquées, notamment celles du
boulevard du Temple. À cet égard, le caractère industriel s’étend au-delà de la figure
de l’animal vivant en soi-même, c’est-à-dire de l’animal sauvage compris comme pro-
duit de consommation, et atteint aussi la création de marchandises qui, dans un pre-
mier temps, dérivent de leur succès sur les planches. Notons à cet effet, en écho avec
Pierre-Henri Biger (2013), que la prolifération de produits, tels les éventails, émerge
en moyen de médiatisation littéraire ou, autrement dit, en stratégie de propagation
des œuvres théâtrales alors en vogue. Ceci montre que, non seulement l’animal était
en train de générer un réseau commercial grandissant autour de lui, mais que l’art
dramatique lui-même se trouvait au XIXe siècle en pleine conversion en une industrie
à part entière. Ainsi, ces produits sont un moyen de promouvoir et d’accroître la po-
pularité des pièces animalières et de leurs protagonistes, et par extension, celle des
établissements dans lesquels ils se produisent, voire des dompteurs, dresseurs et autres
propriétaires auxquels les acteurs quadrupèdes sont associés.
Les éventails, pipes, chapeaux et robes « à la Jocko 14 » s’inscrivent dans cette
ligne d’objets surgis à la lueur du succès des pièces théâtrales mettant en scène des
animaux. Il est également possible de souligner les dessins qui présentent des domp-
teurs comme Isaac Van Amburgh 15 ou le français Henri Martin, celui-ci apparaissant
généralement entouré de ses principaux fauves, parmi lesquels le lion Néron ou le
tigre Atyr. Le cas d’Henri Martin reste spécialement emblématique puisqu’il sera
immortalisé, non seulement sur un support papier, mais aussi dans des éventails ou
dans des figurines de porcelaine 16. Par ailleurs, suivant Jamie James (2016 : 77), son
lion Néron inspirera Raden Saleh dans la peinture Wounded Lion ou Lion blessé
(c.1838), actuellement exposée dans la National Gallery de Singapour. Fasciné par un
tement comme « être sensible » par la législation française qu’en 1976, puis en 2015 comme « être
vivant doué de sensibilité » dans le code civil.
14
Le nom vient du personnage principal du drame à grand spectacle Jocko ou le singe du Brésil (1825)
donné à la Porte Saint-Martin. Le protagoniste, un singe de l’espèce des orang-outans, est représenté
par l’acrobate Charles-François Mazurier, le spectacle étant un succès immédiat en France, mais aussi
en Grande Bretagne ou en Espagne où il sera traduit, puis mis en scène.
15
Le British Museum et le National Portrait Gallery, à Londres, possèdent, parmi leurs collections, des
gravures et lithographies présentant le portrait de Van Amburgh, ainsi que certains des numéros qu’il
exécutait dans les théâtres parisiens, et plus largement européens, où il se produisait. Quelques-uns de
ces dessins peuvent être consultés dans les sites webs desdites institutions.
16
Un éventail présentant trois scènes différentes a été vendu aux enchères à la maison Drouot. Divisé
en trois parties, l’éventail offre au centre une image d’Henri Martin allongé avec deux de ses fauves, le
lion Néron et le tigre du Bengale Atyr (ou Atir, la graphie variant en fonction de la source consultée).
Dans les parties gauche et droite sont reproduites des scènes de domptages d’une lionne et d’une hyène
respectivement.
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animal qu’il voyait pour la première fois, Saleh réalisera la peinture après avoir assisté
à la représentation du spectacle Les Lions de Mysore (1831) au théâtre du Cirque
Olympique. De plus, il convient ici de rappeler que le XIXe siècle, notamment à par-
tir de la seconde moitié, connaît l’essor de l’art animalier avec des peintres comme la
française Rosa Bonheur, cette dernière possédant une ménagerie privée qui lui permet
de côtoyer, voire de cohabiter avec les modèles qu’elle reproduit après dans ses ta-
bleaux. L’animal devient ainsi matière – dans le sens étymologique du terme – de
création artistique et manufacturière, étant en conséquence pleinement intégré dans
les mouvements et dynamiques d’ordre économique.
Finalement, les bêtes sauvages présentées sur les planches sont aussi l’objet
d’estampes et lithographies qui reprennent différentes scènes des pièces théâtrales
dans lesquelles elles apparaissent, comme dans le cas de Les Éléphants de la pagode
(1845) 17 ou L’Éléphant du roi de Siam (1829). Prenons l’exemple de ce dernier spec-
tacle qui connaît deux reprises : la première en 1829 et la seconde en 1861.
L’Éléphant du roi de Siam compte un recueil, composé d’un total de six estampes 18,
attribué aux lithographes Fauconnier et Jean Georges Frey puis édité par Osterwald
aîné, Rittner & Goupil et Hautecoeur-Martinet en 1829, donc l’année même du
début de la représentation. Lors de la reprise, c’est-à-dire en 1861, le spectacle, mais
surtout l’éléphant qui remplit un des rôles principaux et donne le titre à la pièce, est
de nouveau évoqué dans une lithographie reprenant une des scènes emblématiques de
l’œuvre : la mise à table de l’animal. L’estampe est cette fois réalisée par le graveur
Stock pour le journal Le courrier de Paris19. Cependant, parmi les dessins pouvant être
cités, le plus intéressant est certainement l’estampe publiée à l’occasion de la première
mise en scène de 1829 dans les Annales dramatiques (1829) et qui reprend explicite-
ment la figure de Mlle Djeck. Cette « éléphant femelle », tel que précisé dans
l’original, est qualifiée de « 1er sujet du théâtre du Cirque Olympique [dans] le rôle de
l’Éléphant du Roi de Siam » 20. Ce qui reste remarquable c’est que dans ce cas concret
le support artistique de l’image focalise d’avantage l’individualité de l’animal que
l’ouvrage dramatique. Il met ainsi en lumière que la publicité que les lithographies,
gravures, figurines, peintures ou éventails supposent au XIXe siècle s’intéresse égale-
ment à l’être, à l’animal per se. Dépassant l’effacement que la catégorie d’espèce voue
17
La pièce théâtrale est représentée pour la première fois en 1845 au Cirque Olympique. Une estampe,
dont l’auteur est le lithographe et dessinateur Alexandre Lacauchie, apparaît cette même année dans le
recueil Galerie dramatique évoquant le déjeuner des éléphants, scène qui correspond au deuxième acte
de l’œuvre. La lithographie est disponible sur : https://gallica.bnf.fr/ark:/12148/btv1b10541201t.
18
Le recueil se trouve actuellement disponible dans le site web de la Bibliothèque Nationale de France,
les estampes étant accessibles de manière individuelle et en noir et blanc. Elles sont également retrou-
vables dans le site du Musée de Carnavalet, où les lithographies en couleur peuvent être consultées, de
même que la une de l’ensemble et l’explication des différentes scènes représentées.
19
Pour voir ladite lithographie, consulter : https://gallica.bnf.fr/ark:/12148/btv1b8437441c.
20
Pour consulter l’estampe, voir: https://gallica.bnf.fr/ark:/12148/btv1b8437440z.
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aux animaux, tel dans le cas des jardins zoologiques où ils sont majoritairement vus à
l’intérieur du groupe, ces exemples prouvent que la singularité de chaque individu-
animal est aussi à prendre en compte. Ils deviennent ainsi « 1ers sujets », donc actants
de plein droit dans la construction de l’histoire théâtrale, et par extension, de
l’Histoire tout court.
4. En guise de conclusion
En accord avec ce qui vient d’être exposé, nous pouvons conclure que
l’animal trouve une place prépondérante dans la naissance, mise en place et évolution
de l’empire français, et plus largement de l’histoire de la France dix-neuviémiste. Par-
courir de nouveau les chemins avant transités par les animaux exotiques et, en termes
derridiens, suivre leur trace, permet de reconstruire les liens historiques, mais aussi
économiques, politiques et symboliques au cœur desquels se trouve une présence
animale à l’égard de laquelle l’histoire peut être relue. Ainsi, l’utilisation de l’animal
exotique comme cadeau entre les monarques et/ou empereurs montre la valeur poli-
tique de laquelle il était revêtu, usage que le XIXe siècle hérite de périodes précé-
dentes. Les bêtes sauvages, nous l’avons vu, apparaissent alors comme le moyen de
créer, de renforcer ou de restaurer des rapports entre monarchies, et par extension,
entre les territoires que ces gouverneurs représentent. Par ailleurs, cette approche à
l’animal dans son versant politique met en lumière les changements et bouleverse-
ments subis par la nation française, tout au long du XIXe siècle. Des institutions
comme les jardins zoologiques et aquariums que les administrations publiques, état et
municipalité principalement, prennent en charge, émergent en symbole des trans-
formations sociales alors en cours. La constitution de la France en un État-nation, se
soutenant sur une identité et une histoire nationales fortement marquées par des
principes hérités de la Révolution, promeut un courant collectiviste que les tarifs ré-
duits, voire la gratuité de certains zoologiques, exemplifient de manière embléma-
tique. La superposition de missions diplomatiques avec l’approvisionnement des jar-
dins ou de collections privées de nouveaux animaux exogènes prouvant à quel point
ces derniers se constituent en agents d’un empire qu’ils aident à créer, mais aussi à
(re)présenter pour l’ensemble de la société française. L’animal est ainsi un moyen de
rapprocher et d’appréhender un espace, une nature, voire une réalité impériale, aux
contours autrement éphémères et intangibles. En tant que signe sémiotique, l’animal
est aussi l’occasion de montrer, dans un premier temps, la puissance du roi, après
l’avènement de la modernité, celle de la nation puis de l’empire sur l’altérité, que ce
soit d’ordre géographique, ethnique ou d’espèce.
En ce sens, l’analyse de la symbolique associée aux bêtes sauvages dans le
cadre des représentations et spectacles zooscénographiques confirme qu’elles doivent
être considérées en signes porteurs de signification. Requis sur les planches ou dans la
piste de cirque, l’animal exogène s’avère être la métaphore vivante d’une notion
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https://doi.org/10.25145/j.cedille.2020.17.15 306
ISSN: 1699-4949
nº 17 (primavera de 2020)
Varia*
Resumen
La obra literaria de Yves Navarre es una de las máximas representantes del uso de la
materia epistolar en la literatura francesa de la posmodernidad. L’Espérance de beaux voyages
(1984) es su única obra propiamente epistolar, exclusivamente compuesta por misivas. El
presente artículo pretende analizar cómo el autor crea un roman épistolaire indécidable en el
que la carta materializa los diferentes elementos de la posmodernidad literaria
–renarrativización, discontinuidad e hipertextualidad– hasta alcanzar su saturación. Navare
genera así una experiencia límite del género epistolar donde el diversel posmoderno surge de
la transformación de la ficción y la autoficción en una auto/alter-ficción que permite explorar
la alteridad escritural.
Palabras clave: Carta. Literatura francesa. Posmodernidad. Novela epistolar. Autoficción.
Alteridad.
Résumé
L’œuvre littéraire d’Yves Navarre est l’une des plus grandes représentantes de
l’utilisation de la matière épistolaire dans la littérature française postmoderne. L’Espérance de
beaux voyages (1984) est son seul roman proprement épistolaire, composé exclusivement par
lettres. Le présent article se propose d’analyser comment l’auteur crée un roman épistolaire
indécidable dans lequel la lettre matérialise les différents éléments de la postmodernité litté-
raire – renarrativisation, discontinuité et hypertextualité – jusqu’à atteindre sa saturation.
Ainsi, Navarre genère une expérience limite du genre épistolaire où le diversel postmoderne
surgit de la transformation de la fiction et l’autofiction en une auto/alter-fiction qui permet
l’exploration de l’altérité scripturale.
Mots clé : Lettre. Littérature française. Postmodernité. Roman épistolaire. Autofiction. Alté-
rité.
Abstract
Yves Navarre’s oeuvre is one of the greatest representatives of the use of epistolary
material in French postmodern literature. L’Espérance de beaux voyages (1984) is his only
epistolary novel, exclusively composed of letters. The present article aims to analyse how the
author creates a roman épistolaire indécidable in which the letter materialises the different
elements of literary postmodernity –renarrativization, discontinuity and hypertextuality–
until reaching its saturation. Thus, Navarre generates an experience of the epistolary genre in
which the diversel postmoderne arises from the transformation of fiction and autofiction into
an auto/alter-fiction that allows to explore the writing alterity.
Keywords: Letter. French Literature. Postmodernity. Epistolary Novel. Autofiction. Alterity.
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tro de la narración epistolar? Algunos de los personajes que allí se dan cita: Bernard,
Betty, Lulu, Jacquline, Pipo, Esther, Jean, Tony, Antoine, Martin, Sandro, Jean-Paul,
Clara, Marcel o Elise ¿son los mismos remitentes y destinatarios de algunas de las
misivas de la obra?
Frente a los 326 nombres, iniciales, apelativos o apellidos (anexo 2) –de los
cuales el 60% solo se presentan fugazmente en una única carta–, 53 remitentes y 140
destinatarios permanecen no identificados para el lector. Si nos centramos en los in-
terlocutores identificados, su identidad se complica nuevamente. ¿Un personaje iden-
tificado con su inicial puede corresponderse con algunos de los nombres completos?
Es decir, L., personaje masculino que escribe tres misivas y recibe una, ¿podría identi-
ficarse con Laurent, Laszlo, Léo, Léon, Léonard, Léopold, Loïc, Louis, Luc, Lucien,
Luciano, Lucio, Ludo o Lulu? ¿Un nombre y su apelativo pueden corresponder al
mismo personaje?: Anne y Annette; Jean y Jeannot; Catherine, Cat y Catou; Louise y
Louisette; Luce y Lucette; Pierre y Pierrot; Sam y Samuel; Suzanne, Suzy y Suzie; etc.
Las posibilidades del lector de dar sentido y unidad al texto, de resolver este
potencial jeroglífico epistolar, disminuyen aún más al comprobar que ni tan siquiera
los nombres o iniciales pertenecen siempre a un mismo personaje. Tras la inicial C.
encontramos el género masculino en la M197 y el femenino en la M211. Lo mismo
ocurre con K. o B. Algunos nombres e iniciales, además, no se corresponden con un
único personaje sino con varios. X. es un joven en la M13, un escritor en la M32 y
un empleado del ayuntamiento en la M89. Bruno es un joven en las misivas 18, 19 y
20 y un adulto en la M188. Roger es policía en la 31 y profesor en la 179. Suzanne es
hija en la 62 y abuela en la 350. Y este desdoblamiento se produce de forma evidente
con al menos una octava parte de los interlocutores epistolares.
Junto a la improbable resolución intratextual de la obra epistolar, surge otra
posibilidad de interpretación, esta vez intertextual. Sévy Erravan –anagrama de Yves
Navarre, suerte de pseudónimo del autor, y personaje protagonista de Niagarak
(1983)– es el remitente de la M146, en la que envía un texto, Femme flattée, femme
perdue d’avance, a una revista. Por tanto, ¿podrían algunas de estas cartas pertenecer a
personajes de otras obras de Navarre? Otros nombres protagónicos de obras anterio-
res, que surgen de forma reiterada en el texto epistolar, crean esta nueva posibilidad
de sentido. El lector puede intentar descubrir si el Julien de las M218 y 273 se podría
identificar los protagonistas de Lady Black (1971) o de Portrait de Julien devant sa
fenêtre (1979); si el Luc de las M210 y 302 se corresponde con el personaje de Les
Loukoums (1973); los Pierre de las M116, 225, 275, 327 y 360, con los protagonistas
de Le cœur qui cogne (1974), Le Temps voulu (1979) o Kurwenal ou la Part des êtres
(1977); los Jacques de las M85, 174, 202, 235, 336 y 346 y las Clara de las M30, 67,
75, 122, 144 y 359, con los personajes de Le cœur qui cogne; si el Poupée (Paul) de
cuya muerte informa la M325 evoca e invoca al Poupée (Robert) de Killer (1975); si
los Henri, Suzanne y Suzie, Bertrand, Romain y Claire son los Prouillan de Le Jardin
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d’acclimatation (1980); si la Lola de Première pages (1983) recibe ahora tres cartas; si
los David de las M201, 204 y 265 se corresponden con los personajes de Evolène
(1972) o Kurwenal; si el Elie de las M183 y 272 es también aquel de Evolène.
Esta escritura epistolar fragmental va evolucionando a lo largo de su realiza-
ción. Como podemos observar en el apéndice 1, en el primer volumen (M1 a 181) las
diferentes identidades escriben varias cartas y también reciben otras, y el número de
remitentes y destinatarios no identificados es muy numeroso. Es decir, el lector tiene
una mayor percepción de una red epistolar por descubrir. Sin embargo, en el segundo
volumen (M182 a 366) la escritura epistolar se atomiza. Los remitentes y destinata-
rios aparecen en la mayoría de los casos en una única carta y el anonimato de los pri-
meros desaparece casi en su totalidad. La obra epistolar, por tanto, se va autodefi-
niendo paulatinamente como una de las máximas expresiones del récit indécidable
posmoderno que, en este caso, se genera a través de la saturación de la estructura epis-
tolar lograda mediante los elementos posmodernos analizados anteriormente: densa
renarrativización del contenido epistolar, discontinuidad –escritura fragmental e hi-
bridación con diferentes formas textuales– e hipertextualidad –la cita, el intertexto, y,
muy especialmente, el metadiscurso–. Se materializa así un roman épistolaire indécida-
ble que, como hemos señalado, destruye su propia naturaleza. El principio de incerti-
dumbre es definitorio entonces en la obra, ya que, pese a todo lo expuesto, el lector
continuará percibiendo diferentes resonancias que le incitarán a reanudar la investiga-
ción, a rastrear el texto en busca de la resolución parcial de la escritura epistolar. Así
ocurre con el personaje de Alexis, que, tras recibir una carta de Hélène sobre las ser-
pientes (M310), le responde sobre el mismo tema (M363). Aunque la destinataria
permanece anónima, el contenido de la misiva permite la identificación y la construc-
ción del relato.
En lo que concierne al contenido de las cartas, este jeroglífico epistolar está
constituido mayoritariamente por una correspondencia de carácter personal, aunque
también las encontramos de carácter profesional. Misivas entre familiares, amigos y
amantes que se alternan con cartas del ámbito literario (escritor-editor, lector-
escritor), laboral (empleado-empresario), educativo (padre-profesor), médico (pacien-
te-médico), vecinal o contractual (inquilino-propietario) hasta presentar incluso una
misiva de la cadena de la felicidad o un legado vital. Una prolijidad y densidad episto-
lar que abarcará, por tanto, desde las cuestiones más cotidianas y banales hasta las
expresiones más íntimas y los acontecimientos más trágicos, convirtiéndose en un
catálogo veraz de las formas epistolares posibles en el inicio de la posmodernidad, y,
por ende, en representación sociológica, donde el desarrollo temporal de su escritura a
lo largo de un año permite también incluir algunas de las cuestiones de la realidad de
la época. La discontinuidad se produce entonces gracias también a una suerte de co-
llage tonal, donde la emoción más intima de algunas cartas se juxtapone con la mera
cotidianidad de otras y también con la ironía posmoderna materializada mediante la
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Una tarea de creación literaria de la alteridad que se revela extenuante, debido a las
exigencias de su máxima densidad y prolijidad:
… chaque lettre je me sens accusé de ne pas fournir l’effort
normalement honoré, alors que chaque lettre coûte plus qu’un
premier chapitre, plus qu’un roman et c’est chaque jour com-
mencer, chaque jour dater, chaque jour donner la parole à
quelqu’un d’autre, et chaque fois une nouvelle situation, un
nouveau lieu de paroles, et toujours la même situation deman-
deresse, toujours la même parole (EA: 157).
Se trata, por tanto, de una escritura literaria epistolar del caos posmoderno
que solo se percibe como unitaria a través del concepto de lo efímero, de la aprensión
del instante furtivo. La carta de Yves definiría aquí la esencia de una literatura episto-
lar propiamente posmoderna, y la creación de una nueva auto/alter-ficción:
Seul le temps présent, le temps qui se déroule, éphéméride,
peut donner à l’ensemble une allure d’ensemble. Je me dis
qu’après, l’ensemble, dans sa fragile continuité, constituera un
ensemble, une fiction mêlant autant de voix que de prénoms et
de noms. Un passage. Dans le temps. Dans un temps précis.
Comme si. Comme si l’auteur à ne parler apparemment que
des autres ne parlait jamais de lui-même. Et vice versa. Le seul
fait d’écrire est un outrage. Ici, même, je n’ai pas le droit de me
présenter. De faire acte de présence. Comme si. Comme si un
autre que moi pouvait être lui ou elle. L’autre. Peut-être. Je
continue. A bientôt. Y. (EA: 157).
En la cuarta, Navarre se dirige a una anónima “chérie”, que si bien podríamos
identificar con Marie-Claude, ya que continúa con la temática metadiscursiva, se
dirige metafóricamente a la literatura, para expresar su concepción de la creación lite-
raria, exigente y extenuante, que rechaza la comodidad de los espacios conocidos y
que obliga a la constante exploración de los propios límites, del espacio de alter-
ficción:
… je suis l’auteur de cette lettre. Je suis l’auteur de toutes ces
lettres. Comment pourrai-je être l’autre ? Jamais nous ne le se-
rons. Je n’ai plus rien à t’écrire. Je t’ai tout dit. Tu as épuisé en
moi toutes les patiences. Toi, précisément. Que j’ai aimée
d’amour, puis d’amitié alors que tu n’aimais que toi. Ne
m’empêche pas de continuer à écrire cette lettre et ces lettres.
Pour d’autres, les autres, que je ne serai jamais, qui ont tout à
dire, alors. J’ai également tout à dire. L’important est de ne
plus rien attendre et d’essayer. De tenter (EA: 216).
La misiva concluye con una frase en la que se cifraría la necesidad de esta es-
critura, cuyo objetivo se opondría al de la novela epistolar canónica, para definir la
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meta de este roman épistolaire indécidable: “Quand les lettres n’ont plus de sens alors
le sens commence” (EA: 218). Una vez aceptada la imposibilidad de generar una na-
rración unitaria a través de la lectura epistolar, surge entonces una nueva experiencia
de este laberinto; la de la alteridad.
La quinta misiva se convierte en diario, ya que su enunciación no está dirigida
a un tú y tampoco está firmada. Sin embargo, su contenido identifica el texto como
perteneciente a Yves, ya que relata las novedades sobre la publicación del texto que
leemos. Una nueva reflexión metadiscursiva acerca del origen y naturaleza de la obra
y sobre el proceso creativo diario que esta impone:
Il y aura donc un an de lettres. Un fil de temps. Une suite de
romans à l’état naissant. Tant de paroles échangées ou deman-
dées, ne serait-ce que demandées, à leur commencement […]
L’important est de savoir qu’il y aura du courrier, au moins
une lettre, le lendemain. Et quatre saisons. Au moins cela. En-
core un peu cela (EA: 230-231).
En la novena, de nuevo anónima, reconocemos nuevamente a Yves por su
contenido. El destinatario se identifica con la alteridad en su más amplio sentido:
“Mon moi. Mon toi. Mon émoi. Ma tribu. Mon brut. Mon inconnu. Mon singulier.
Ma différence. Mon fatal. Ma passante, Mon inconnu. Toi, mon couple” (HP: 24).
A esta alteridad le expone la indécibilité de la obra en progreso: “Je ne peux pas expli-
quer toutes les lignes, de toutes les lettres, de tout ce que j’ai écrit pour toi, pour te
redonner le sourire et la parole. Je ne peux même pas t’expliquer pourquoi tout cela
est inexplicable” (HP: 24-25). La obra así concebida se configura como misión impo-
sible; una actividad literaria sin propósito y sin destinatario identificable: “Cette lettre
du milieu de la nuit était à toi, pour toi, sans nom, sans prénom. Qui es-tu ? Ce pro-
jet est de ne jamais nous rencontrer” (HP: 27).
En la décimo tercera, dirigida nuevamente a Marie-Claude, el autor confiesa
que la escritura de L’Espérance de beaux voyages es una fuga existencial frente a la
realidad posmoderna, también en la experiencia literaria:
J’ai fait une fugue. Je fais une fugue depuis des mois. Je ne sais
pas où je vais […] je ne fabrique pas, je ne compose pas, je ne
corrige pas […] Mes beaux voyages et leur espérance sont per-
dus d’avance […] Même cette lettre me rend coupable. Elle ne
serait donc pas vraiment nécessaire. Mais d’où vient cette idée
de nécessité ? Qui peut croire, sinon toi, tant de toi, que je me
suis égaré et que c’est peut-être là le sujet ? Peut-être. Si je me
retourne, je m’arrête pétrifié […] Je ne peux pas me retourner.
Je ne peux plus m’arrêter. C’est toujours la même solitude. Et
la même course de fond. Pour tout le monde (HP: 191-192).
En la última carta de Yves, dirigida a Co., a dos semanas de la conclusión de
la obra, el autor visualiza ya el vacío que esta provocará, solo asumible mediante la
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3. Metadiscursividad epistolar
Si analizamos la metadiscursividad a lo largo de la obra, encontramos múlti-
ples reflexiones sobre el hecho epistolar. Una suerte de caleidoscopio reflexivo del
diversel posmoderno.
Yves, en su sexta misiva (M156), se dirige a Catherine para ofrecerle un texto
nunca publicado, Le Bureau des enfants perdus, en torno a las cartas que el autor recibe
de sus lectores. Se genera así una lúcida reflexión sobre esta particular corresponden-
cia, donde la misiva del lector es también acto de creación literaria. Esta reflexión
evidencia la importancia que la escritura epistolar, en todas sus expresiones, tiene para
el autor:
[…] une lettre à l’auteur n’appelle pas de réponse parce qu’elle
est une réponse en soi. Et souvent, les auteurs des lettres le sen-
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Lucy. Et que le mon Lucy n’était que la contraction de noms de Luc et de Rasky. Je
ne le savais pas. L’auteur n’est qu’un et il est tous” (HP: 244). Otra cita de la misma
obra aparece en la M69: “L’enfer, on y entre de plain-pied sans le savoir” (EA: 126).
En su primera carta, Yves alude a Premières Pages para explicitar su dubitación sobre
la intelección de la presente obra: “… je doute donc si fort qu’il n’y aura même plus
dans […] ces lettres […] une Peggy et une Lola de Premières Pages pour donner à
l’ensemble une allure d’ensemble” (EA: 89). Esta misma duda es la que incita al lector
a esa búsqueda de unidad del relato, de interconexión de las cartas, de hacer el texto,
aunque sea parcialemente, décidable. En la quinta (M149), alude a Biographie para
explicar su estado anímico tras una pesadilla en en torno a la silla eléctrica: “A la fin
de Biographie, j’appelais cela la trajectoire du javelot” (EA: 231).
Si analizamos el conjunto epistolar, la hibridación se produce, en primer lu-
gar, al convertir la carta en continente necesario para el envío de otros textos: litera-
rios (profesionales: M3, 10, 146, y amateurs: M81 y 171); periodísticos (M36);
diarísticos (M275); poemas (M321); canciones (M171); u otras misivas (M69 y 247).
E incluso el envío de fotografías (M37, 78, 257, 259 y 343). En segundo lugar, la
hibridación se produce a través de las citas que los remitentes incluyen en sus textos
epistolares: citas literarias, periodísticas, musicales y cinematográficas.
En la M10, el texto La Gloire selon la voisine de parlier, escrito por Léon Du-
pont y rechazado por la revista, se constituye como una mise en abyme autoficcional.
El autor se convierte en personaje para narrar la escritura del texto que leemos, el
propuesto por la revista. La narración incluye una reflexión en torno al concepto de
alteridad sobre el que se construye: “La gloire, c’est les autres, comme l’enfer. Ce
qu’ils imaginent et s’imaginent, ce qu’ils vous prêtent pour pouvoir vous tenir” (EA:
25). El intertexto con Huis Clos (1944) reaparece en la M68, ahora en palabras de
Fabrice: “« Et bien, continuons » comme dit le rideau qui tombe sur Huis Clos” (EA:
123), y Sartre es de nuevo aludido en la M350 por Suzanne: “Et je cite Sarte dans Les
Mots : Nous avions la honte de nous accommoder de notre misère, des rutabagas
qu’on servait à table” (EA: 259). La teleraña de citaciones que se va tejiendo, como ya
ocurriera con Cingria, es otra posible herramienta de descifrado del jeroglífico episto-
lar que va a resultar nuevamente fallido.
La hibridación y la citación continúan. En la M71, S. le ofrece a Betsy el
inicio de una novela, escrito hace doce años, que una vez más se centra en un perso-
naje y su escritura. En la M181, su padrino le envía a Sylvain un cuento infantil co-
mo regalo navideño. En la M36, el texto Eh, bien, faites votre liste, de Antoine Sarpe,
responde a la invitación de una publicación en torno al silence des intellectuels prota-
gonista en el verano de 1983 en Francia. La crítica de Sarpe a esta concepción de la
falta de engagement, incluye nuevamente una cita, en esta ocasión de Lucien Leuwen
(1834) de Stendhal: “Adieu, ami lecteur : songez à ne pas passer votre vie à haïr et à
avoir peur” (EA: 76). Navarre crea así una respuesta ficcional a la demanda generada
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Barbarant, Lettres à des morts plus vivants que les vivants (1999) de René Pons o Lettre
d’été (2001) de Pascale Roze, entre otras. Además, se genera un roman lettre que vehi-
cla una suerte de testamento vital: Je marie Françoise (2001) de Paul Zu, Rien n’est
plus secret qu’une existence féminine (2001) de Jean-Pierre Lebrun o Lettre à D. Histoi-
re d’un amour (2006) de André Gorz. Finalmente, la misiva se instrumentalizará tam-
bién dentro de la autoficción –Lettres d’amour (1982) y Lettres en Égypte (1994) de
Hervé Guibert; La Correspondante (2000) de Eric Holder o Une Forme de vie (2010)
de Amélie Nothomb– y de los récits du réel –Viol. Six entretiens, quelques lettres et une
conversation final (1997) de Danièle Sallenave, L’Adversaire (2000) de Emmanuel
Carrère o Comment peut-on être français? (2006) de Chahdortt Djavann. Todas estas
obras evidencian la recuperación de las prácticas epistolares como elemento de la re-
narrativización posmoderna y como espacio de autorreflexión íntima de sus remiten-
tes.
9. Conclusión
L’Espérance de beaux voyages representa la experiencia límite del uso de la ma-
teria epistolar bajo los parámetros de la posmodernidad. Navarre crea una obra única
que se constituye como roman épistolaire indécidable mediante la saturación de los
procedimientos de la literatura posmoderna: una renarrativización convertida en pro-
lija densidad epistolar; una hipertextualidad cifrada en el constante uso del intertexto
y en la obsesiva reflexión metadiscursiva en torno a la obra en curso y a la naturaleza
de la escritura epistolar; una discontinuidad límite del fragmental posmoderno que
imposibilita la reconstrucción por parte del lector de un supuesto relato epistolar,
aunque numerosos elementos lo inciten a ello. De esta forma, la obra de Navarre
ejecuta la destrucción del género epistolar en su definición canónica a través de la
saturación del mismo, en una práctica literaria del diversel posmoderno del caos y la
incertidumbre en el que ficción y autoficción se transforman en una auto/alter-ficción
donde “l’auteur se doit autre” y en la que cada carta constituye así una nueva y diaria
experiencia de alteridad tal y como la posmodernidad la percibe y define.
El abundante metadiscurso en torno a la misiva permite extraer una suerte de
fenomenología posmoderna de la actividad epistolar. En primer lugar, se reivindica su
escritura como espacio de autorreflexión realizable y positivo –en oposición a lo que
ocurría en el Nouveau Roman– cuando la carta no tiene como objetivo el ser leída por
el destinatario. En este sentido, las misivas dirigidas a destinatarios desaparecidos evi-
dencian esa necesidad de diálogo interior. Por tanto, y en segundo lugar, es la recep-
ción y lectura de la misma por parte del destinatario la que conlleva el fracaso, con-
firmando así la enorme dificultad de la comunicación íntima con el otro, especial-
mente en el terreno amoroso y familiar: “Entre moi et l’Autre, le contact ne peut
s’établir. Autrui demeure celui dont je tente désespérément de m’approcher mais qui
reste toujours aussi lointain” (Lannegrand, 2000: 105). Si la carta no enviada supon-
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Çédille, revista de estudios franceses, 17 (2020), 307-345 Lourdes Monterrubio Ibáñez
87. E. (fem.) 92
88. Tony 249 92 p. 55
89. Pierre-Étienne 94, 238 p. 102
90. André 239 94 p. 98 / p. 222
91. Roberte 97
92. V. Quentin (masc.) 99
93. Yann 100 222
94. Tonia 194 100, 267
95. J.-L.W 102
96. Éric 216, 230 103 p. 188 / pp. 133,189, 190, 269
97. Stevan 104
98. Théo 105 228 p. 126
99. Jocelyne 106
100. V. (masc.) 111, 123
101. Cat (fem.) 111, 239 p. 268 / pp. 56, 188
102. Monsieur Pock 112
103. Josette 114 p. 56
104. Caro (fem.) 115
105. Man (fem.) 115
106. Marie 341 116 pp. 25, 102, 123, 150, 234, 237, 274 /
pp. 44, 49, 82, 272
107. Kathy 117 p. 121
108. Sam 119
109. R. Germain 121
(masc.)
110. Antonia 126, 221 p. 257
111. Jonathan 126
112. Étienne 127 pp. 100, 102, 159, 219 / pp. 49, 66, 155
113. Jean 243, 295 127 pp. 43, 44, 48, 117, 179, 224, 23 / pp. 49,
65
114. Alice 128 p. 193
115. Z. (masc.) 128
116. Pipo 234, 278 129, 262 pp. 54, 228
117. Nicky (fem.) 130
118. Marcel Pride 131 pp. 38, 56, 184 / pp. 77, 179, 194
119. R.C. (masc.) 133
120. Elsa 134 p. 71 / pp. 12, 108
121. Samuel 135 p. 61
122. Maurice 138 p. 227
123. Bob 140 197
124. Christine 140 pp. 26, 143
125. Nicolas 141, 195, 345 173, 321 p. 218
126. Viviane 141
127. J.S. (masc.) 143
128. Sévy Erravan 146
129. M. (fem.) 147
130. Sébastien 147 p. 224
131. Jean-Philippe 148, 187, 191 p. 31
132. René Perrac 148
133. Charles 150, 169, 357 198, 276 p. 28
134. Marie-Claire 151
135. Léopold 153
136. Jimmy 154
137. Raoul 155 p. 127 / p. 13
138. Marthe 312 155 p. 143
139. Catherine 184 156, 200, 351
140. Egmont 157
141. Lise 158 pp. 43, 71 / p. 209
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ISSN: 1699-4949
nº 17 (primavera de 2020)
*
Varia
Maryam SHARIF
Kharazmi University
maryam.sharif@khu.ac.ir
ORCID : 0000-0001-6395-0255
Resumen
Cuando una obra literaria no pretende mezclar realidad y ficción, sino escribir lo real
con las operaciones cognitivas que esto implica, la literatura se convierte en una herramienta
para explicar y comprender el mundo. Mes Soixante ans de Constance de Salm es un texto
literario que, a pesar del discurso que ejemplifica, se asemeja a una obra histórica. Tras anali-
zar la naturaleza híbrida de la obra con la ayuda de diferentes elementos del método histórico
–como la posición del “yo” del investigador, la movilización de referencias y evidencias, la
estructuración cronológica del documento– y del comparatismo, nos proponemos demostrar
la inteligibilidad científica del poema.
Palabras clave: Escritura del yo. Estudios interdisciplinares. Escritora francesa. Historia. Siglo
XIX.
Résumé
La littérature devient un outil d’explication-compréhension du monde lorsqu’une
œuvre littéraire ne vise pas à mélanger le factuel et la fiction mais à écrire le Réel avec les
opérations cognitives que cela suppose. Mes soixante ans de Constance de Salm est un texte
constitutivement littéraire qui pourtant, par le discours qu’il exemplifie, s’apparente à un
ouvrage historique. Après avoir analysé le caractère hybride de l’œuvre, à l’aide de divers élé-
ments de la méthodologie historique comme la position du « je » de chercheur, la mobilisa-
tion des sources et des preuves, la structuration chronologique du document ainsi que le
comparatisme, nous allons démontrer l’intelligibilité scientifique du poème.
Mot-clés: Écriture du moi. Études interdisciplinaires. Écrivaine française. Histoire. XIXe
siècle.
Abstract
When a work of literature doesn’t aim to mix fact with fiction but aims to write the
reality with the cognitive operations that it’s assumed, the literature becomes a tool of expla-
nation and comprehension of the world. Mes soixante ans is a literary text which can present
itself as a historical work by using the type of discourse that it illustrates. After analyzing the
hybrid character of the work, the position of the “I” of the method, the movement of the
sources and the evidence, the chronological structuring of the document as well as compara-
tism, are the various elements of the historical methodology; with the help of which the his-
torical intelligibility of the poem is then demonstrated.
Keywords: Narrating the Self. Interdisciplinary study. French women writer.. XIXth century.
0. Introduction
Si la production de connaissances est le propre d’une démarche scientifique,
un texte littéraire dont le sujet serait sociologique, anthropologique, psychanalytique
ou historique, peut être considéré comme une œuvre scientifique. C’est moins la visée
de l’énoncé que la méthodologie de l’énonciation qui oriente l’horizon d’attente du
chercheur en littérature et peut rendre un texte, dont la fonctionnalité principale est
esthétique, porteur de savoir. Si au premier regard le roman, par son désintéressement
relatif à l’égard du monde réel semble difficilement se livrer à une lecture objective et
scientifique, les textes comme l’autobiographie, les mémoires, le carnet de route, etc.
intéressent le lecteur non seulement par leur contenu, mais aussi par la connaissance
qu’ils engendrent dans le domaine des sciences dites sociales.
Qu’en est-il d’un récit de vie en vers ? D’une part, de quelque manière qu’on
définisse la forme poétique, « un poème, comme dit Gérard Genette (2004 : 7), est
toujours une œuvre littéraire, parce que les traits formels (variables) qui le marquent
comme poème sont, de manière non moins évidente, d’ordre esthétique ». D’autre
part, un récit de vie dans lequel la frontière entre l’objectivité, l’historicité et la fictio-
nalité n’est point étanche (Thion Soriano-Mollà et al., 2016 : 7), est censé produire
un contenu fondé essentiellement sur le réel ; or la fiction est le caractère thématique
par excellence de la littérarité.
Néanmoins le réel, depuis le premier XIXe siècle, est un thème de la grande
littérature comme l’Histoire au sens latin de « connaissance acquise par l’enquête » est
une manière de penser. Ainsi, le rhématique d’un texte, comme le veut Genette
(2004 : 7), c’est-à-dire le type du discours qu’un texte exemplifie, pourrait en faire un
objet à fonction non esthétique mais scientifique : producteur de connaissance. Un
texte dont le contenu est la non-fiction et dont la forme est la poésie est-il de la litté-
rature ou de l’Histoire ? Par et dans le discours qu’il engendre, aide-t-il à mieux con-
naître le monde ?
La théorie du texte-dévoilement d’Ivan Jablonka (2014) semble pouvoir ré-
pondre à la question : dès lors qu’une méthodologie est perceptible dans l’élaboration
d’un texte constitutivement littéraire, on est en face d’une œuvre aussi scientifique
qu’esthétique :
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[La littérature du réel est] caractérisée avant tout par son rap-
port au monde. Elle n’est pas définie par son objet (les « faits »)
ni par son manque (la « non-fiction »), mais par son désir de
compréhension, sa potentialité explicative. En d’autre terme, si
littérature du réel il y a, elle est plus cognitive que réaliste.
Théorie d’une écriture-dévoilement : au lieu d’imiter le réel ou
d’inventer des histoires, la littérature peut tenter de dire vrai au
sujet du monde (Jablonka, 2014 : 312).
Ainsi, l’autobiographie, les mémoires ou les journaux intimes, en raison de leur ten-
tative d’explication-compréhension du monde, sont des textes qui se prêtent par excel-
lence à une lecture interdisciplinaire historico-littéraire. Car réfléchir sur le passé, fut-
il même récent, et établir le lien entre le présent de l’écriture et le passé exige une
méthode :
Écrire sous le signe de la mémoire, c’est aller du présent vers le
passé, du moins vers certains moments ou événements du pas-
sé, en les invoquant ou en les convoquant dans le présent. Ce
passé, on peut l’embrasser et le présentifier ou rencontrer
l’irrémédiable distance qui nous en sépare, ou faire les deux.
Pour mener cette opération, le recours à une démarche histo-
rienne a toute sa place comme technique d’enquête (Hartog,
2013 : 28).
Mes soixante ans, ou mes souvenirs politiques et littéraires (1833) de Constance
de Salm est l’exemple type d’un texte hybride où une intelligibilité historique se fait
voir à travers ses 1272 vers. Son étude démontrerait comment la réminiscence du
passé est imprégnée d’argumentation. Citons d’emblée l’article paru en Çédille, inti-
tulé « Mes soixante ans y sus referentes políticos y literarios: las memorias en verso de
Constance de Salm » (Romera Pintor, 2015b), lequel offre déjà l’analyse de ce texte et
en fait largement connaître les enjeux historiques et politiques afin de démêler
l’intelligibilité scientifique du poème. On vise, ici, le même objectif mais pour y at-
teindre, on entreprend une approche autre et une méthodologie différente.
Le triple « je » de recherche du sujet écrivant (de position, d’enquête,
d’émotion), l’usage des sources et des preuves ainsi que le comparatisme sont des mé-
thodes d’historien auxquelles l’écrivaine a fréquemment et inconsciemment recours
pour produire sa version de l’Histoire. Après avoir présenté le texte en vue de clarifier
son hybridité, nous y décèlerons la démarche d’historienne pour conclure sur non
seulement la viabilité mais également la nécessité des études interdisciplinaires appli-
quées aux textes littéraires pour en révéler les aspects objectifs et scientifiques.
Constance de Salm fait partie de ces nombreuses femmes écrivains du passé
qui, publiées et reconnues de leur vivant, ont laissé peu de traces dans l’histoire litté-
raire. Ce n’est depuis les années quatre-vingt, que ces dernières sont au cœur d’un
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Elle a aussi écrit deux pièces de théâtre : la première, en 1794, est Sapho, une
« tragédie mêlée de chants » et mise en musique par Martini (1741-1816), qui fut un
succès et eut environ cent représentations au théâtre des amis de la patrie (cf. Letzter,
1999; Adelson & Letzter, 2000; Sharif, 2015 ou Perazzolo, 2018). Sa seconde tenta-
tive était avec un drame appelé Amitié et Imprudence (1799) qui semble avoir suscité
des critiques et qui fut retiré après une seule représentation. Salm a écrit des éloges de
savants contemporains, parfois à leur propre demande (Joseph de Lalande, astronome
1732-1807), ce qui atteste encore de sa réputation dans les milieux savants. Elle a
aussi écrit et lu dans des séances de la société des savants ou du lycée des arts, des rap-
ports sur l’œuvre de ses contemporains 4. Elle a aussi publié les fragments d’un essai de
comparaison : Les Allemands comparés aux Français (cf. Berenguier, 2017 et 2018). La
correspondance de l’écrivaine rend aussi compte non seulement de la continuité de
ses réflexions littéraires et politiques mais également de ses échanges intellectuelles
avec ses contemporain.e.s des milieux de lettres et de sciences 5.
Elle a également publié un roman : Vingt-quatre heures d’une femme sensible
(1824) réédité, avec succès, en 2007 chez Phébus et en 2012 chez Flammarion dans
la collection « Étonnant Classique ». Sa traduction dans diverses langues ainsi que son
adaptation sur la scène ont fait connaitre l’auteure en dehors des milieux acadé-
from the Middle East to Present (de Domna C. Stanton, The Feminist Press at CUNY, 1986, 108-128)
ou Femmes poètes du XIXe siècle. Une Anthologie (dirigée par Christine Planté, Lyon, PUL, 2010
[1998], 51-65) et qui font aussi paraître des extraits de ses épîtres ou ses poésies diverses. Désormais il
semble difficile d’ignorer Salm, qui prend aussi place dans des anthologies non-exclusivement consa-
crés aux femmes poètes (Anthologie de la poésie française, t. II, éd. de Martine Bercot, Michel Collot et
Catriona Seth, Paris, Gallimard, « Bibliothèque de la Pléiade », 2000, 414-422).
4
Son Rapport sur un ouvrage du Cen Théremin, intitulé : De la condition des femmes dans une République
(Paris, impr. de Gillé, an VIII ) est largement commenté par Viennot (2016).
5
La correspondance de Salm a largement intéressé les chercheurs et les chercheuses. Les premières
recherches universitaires consacrées à Salm ont notamment abordé cette correspondance : Robert Bied,
« Le rôle d’un salon littéraire au début du XIXe siècle : les amis de Constance de Salm » (Revue de
l'Institut Napoléon, 133, 1977, 121-160 ; Robert Bied & Henri Coulet, « Une partie d’échecs de Cons-
tance de Théïs » (Le jeu au XVIIIe siècle, Aix-en-Provence, Édisud, 1976, 141-156). Les années quatre-
vingt-dix sont marquées par les travaux anglo-saxons : Elizabeth Colwill, « Law of nature / rights of
genius : the drame of Constance de Salm » (Going public : Women and publishing in early modern
France, Cornell University Press, 1995, 224-242) ; « Epistolary passions : friendship and the literary
public of Constance de Salm » (Journal of Women’s History, 12/3, 2000, 39-68). La monographie
d’Ellen McNiven Hine, Constance de Salm, her influence and her circle in the aftermath of the French
Revolution : a mind of no common order (New York, Peter Lang, 2012) se fonde aussi sur la corre-
spondence de Salm, laquelle est aussi étudiée dans le cadre de deux thèses : celle de Marie-Thérèse
Raguet, Correspondance de Constance de Salm (1795-1811). Édition critique (Université Aix-Marseille I,
2008) et celle de Eve-Marie Lampron, Entre cohésions et divisions : les relations entre femmes auteures en
France et en Italie (1770-1840) (Université de Montréal, 2012). Une base de données de l’abondante
correspondance de Salm est aussi mise en ligne par l’Institut Historique Allemand (disponible sur :
https://dhiha.hypotheses.org/1336) qui avait aussi organisé en 2011 un colloque autour de ce sujet.
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miques 6. Un recueil de pensées sur différents sujets dont une partie sera publiée à
titre posthume, clôt la carrière artistique d’une femme qui se vante elle-même d’être
restée toujours la même tout au long de sa vie : raisonneuse, analytique, attachée aux
idéaux des Lumières et aux principes littéraires classiques.
1.2. L’œuvre
Mes soixante ans, les souvenirs en vers de Salm, est un témoignage sur la vie
d’une écrivaine qui définit son entreprise littéraire en étroite relation avec l’Histoire.
L’œuvre se présente comme une chronologie de l’histoire politique de la France :
commençant par le moment glorieux de la Révolution, elle parcourt la Terreur,
l’Empire, la Restauration pour finir avec la Monarchie de Juillet. S’entremêlent avec
l’histoire politique les événements de la vie littéraire de l’écrivaine, c’est-à-dire les
moments où, en tant que femme auteur, elle présente une œuvre au public et voit
accepté et applaudi le fruit de son travail (cf. Crogiez Labarthe : 2010).
Le texte est accompagné d’un sommaire (Salm, 1842 : 266) qui affirme la
double appartenance de Mes soixante ans au privé et au public et expose les titres des
ses différentes séquences, résumant ainsi les sujets et les matières traités. Cette classifi-
cation respecte les grandes dates de l’histoire de la France à partir des années qui
s’écoulent depuis la Révolution de 1789. Elle adopte en effet une pratique devenue
courante parmi les mémorialistes de l’époque :
L’individu se découvre sujet historique ; il s’observe, déroule
son existence comme une durée intérieure et publique à la fois ;
ce faisant, il sort le temps public de son abstraction et lui
donne l’épaisseur d’un vécu. Rien ne signale mieux ces phéno-
mènes que la pratique de la datation comparée à laquelle les
mémorialistes ont fréquemment recours : depuis 1789, le mor-
cellement du devenir politique en périodes découpées stricte-
ment par la scansion de révolutions, coups d’État et revers mili-
taires fournit un calendrier commun qui impose à chacun de
réfléchir sur la matière dont est faite la durée propre de son
existence (Zanone, 2006 : 141).
L’exemple d’une telle datation se trouve à cette époque chez Madame la du-
chesse d’Abrantès qui intitule son ouvrage : les Mémoires de Madame la duchesse
d’Abrantès, Souvenirs historiques sur Napoléon : la Révolution, le Directoire, le Consulat,
l’Empire et la Restauration (1831). Constance de Salm n’agit pas différemment : Révo-
lution, Terreur, Empire, Guerres de 1813, 1814 et 1815, Restauration, séparation
des provinces de Rhin, Congrès de Vienne et Révolution de 1830 répartissent les
différentes séquences de Mes soixante ans et leur servent de titres. Trente-sept sé-
quences de longueurs différentes scandent ainsi le texte. Si on exclut l’introduction et
6
Salm romancière a également tirée l’attention de différents chercheurs, notons entre autres Paquin
(1998), Seth (2010b) ou Planté (2012).
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7
Son poème « Sur le romantique », paru en 1824, est un manifeste contre le romantisme (Salm, 1842,
II : 197).
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privée, c’est en raison de l’impact de ce changement sur sa vie de femme de lettres. Il s’agit de
son second mariage qui l’introduisit dans la noblesse d’Empire : elle pouvait désormais obser-
ver de près les événements politiques et le caractère de l’homme au pouvoir. Dans une pers-
pective d’autojustification, elle essaie alors d’opérer un raccord entre l’Histoire, son entreprise
littéraire et sa vie privée. En outre, Salm qualifie Mes soixante ans de « simple exposé » et
d’« aperçu rapide » : employant ainsi des adjectifs qui réduisent le texte à un résumé laco-
nique, elle tente de minimiser l’audace de prendre la parole à la première personne.
Par ailleurs, dans l’avertissement de son texte, tout en exposant son projet,
Salm écrit « Je n’ai jusqu’à présent parlé de moi dans aucun de mes ouvrages », phrase
qui engendre l’attente d’un récit autobiographique où elle donnerait des renseigne-
ments sur sa vie intime mais cette attente est vite déçue, puisqu’elle poursuit ainsi :
« J’ai éprouvé le besoin de me retracer ces temps si beaux et si extraordinaires que j’ai
traversés, de me rendre compte de l’influence presque continuelle qu’ils ont eu sur ma
longue carrière, […] ». Et elle continue :
Ces souvenirs, […] sont enfin un tableau fidèle de ce que j’ai
vu, de ce que j’ai pensé, de ce qui, pendant plus de quarante
ans, a occupé ou agité mes esprits. Celui qui les aura lus m’aura
vue vivre ; il aura parcouru avec moi cette longue série
d’événements qui rendent ce siècle si célèbre, et, si je ne me
trompe, il aura une idée juste de l’impression qu’ils produi-
saient sur nous, et de l’esprit qui nous animait dans ces temps
de grandeur et gloire, si différents de ceux que nous voyons au-
jourd’hui (Salm, 1842 : II).
L’accent est mis sur l’ordre du monde et sur le vécu historique de toute une
génération. Salm affirme sa double position comme objet et comme sujet et à ce titre
désire transmettre son expérience et ses jugements. Elle est d’abord en position
d’objet, puisque ce sont les événements extérieurs qui influencent son comporte-
ment ; et sa position de sujet ne dérive que de son rôle de témoin face à l’histoire.
Pourtant, existe-elle une opposition substantielle entre l’individu et la société ?
D’après Pierre Bourdieu (1982 : 38) le social est inscrit dans l’individuel :
[Le Principe de l’action historique] ne réside ni dans la conscience
ni dans les choses, mais dans la relation entre deux états du social,
c’est-à-dire entre l’histoire objective dans les choses, sous forme
d’institutions, et l’histoire incarnée dans les corps, sous la forme de
ces dispositions durables que j’appelle habitus.
L’habitus qui résulte de la socialisation de l’auteur permettrait non seulement
une meilleure compréhension de l’œuvre mais également celle du processus de la
production littéraire. Ce processus ressemble à une quête artistique lorsque les diffé-
rentes opérations cognitives, conscientes ou inconscientes, s’accumulent pour retracer
les expériences que les corps séparés ont partagées.
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Parfois les trois angles d’auteur, de narrateur et de personnage sont dans une
relation d’égalité : ils constituent donc une autobiographie ; parfois, l’auteur et le
narrateur sont le même mais le personnage n’est ni auteur ni narrateur mais un
« nous » ou un « on » qui s’apparente à « je » ; dans ce cas, le texte est un récit histo-
rique.
Si c’est la proportion entre l’intime et le social qui permet de décider du genre
littéraire de cette œuvre, Mes soixante ans relève des mémoires, et d’ailleurs c’est bien
ainsi que l’appelle Constance de Salm elle-même qui dit : « mes mémoires moraux, ».
C’est l’histoire vécue et sentie par elle ou comme dit Gusdorf (1991 : 252) « la chro-
nique personnelle du devenir historique »8.
Récit de vie ou récit du monde, l’utilisation du « je » est tabou mais c’est ce
qui « fait passer du mode objectif au mode réflexif, du vérisme hyalin au récit
d’enquête, de l’impersonnalité académique au carnet de recherche, à l’autobiographie
critique » (Jablonka, 2014 : 290). Et c’est à partir de ce constat qu’on va étudier Mes
soixante ans, en tant que témoignage personnel du fait historique.
8
Le genre de cet ouvrage est également étudié par Ángela Magdalena Romera Pintor (2015).
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9
Toutes les références sont données à la dernière édition du texte publiée du vivant de l’écrivaine en
1842, qui se trouve numérisée sur le site de Gallica : https://gallica.bnf.fr/ark:/12148/-
bpt6k204684m.r=Constance%20de%20salm%20oeuvres%20compl%C3%A8tes?rk=21459;2.
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rappellent aussi la lutte de Constance de Salm pour faire reconnaître son statut de
femme poète inspirée et pour contester les canons qui n’acceptent les femmes dans le
domaine de la poésie que comme inspiratrices10.
La double identité de l’écrivaine est aussi révélée dans les premiers vers du
texte, lorsque pour justifier l’audace de parler de soi, Salm n’avance ni l’argument du
témoignage historique ni celui de servir « la cause de l’humanité » comme disait
Germaine de Staël. Angoissée par les atteintes de l’âge, elle écrit le récit de sa vie pour
se rassurer sur la vivacité de sa capacité créatrice. Elle fouille donc sa mémoire et in-
terroge sa source d’inspiration :
Le voilà donc ce triste hiver de l’âge
Que, jeune, je croyais le moment du repos,
De ce repos forcé que doit subir le sage ;
[…]
Ne me trompé-je point pourtant?
Quand aussi sur mon front j’aperçois son ravage,
Mon esprit se sent-il de vains troubles exempt ?
Au mot de gloire, de patrie,
Un généreux, un noble sentiment
En moi s’élève-t-il encore subitement ?
[…]
L’espoir d’orner mon nom des lauriers du talent,
Est-il toujours l’orgueil, le besoin de ma vie,
Son ivresse de chaque instant ?
[…]
Oui, je 1e sens, je me sens inspirée … (Salm, 1842 : 267-68).
Si la notion de gloire englobe son désir de renommée dans le présent et de
survie dans la postérité, la mention de la patrie peut suggérer son envie de servir une
cause commune par son écriture. En effet, le mot, depuis la Révolution, est chargé
d’un sens aussi politique et idéologique qu’affectif ; il incarne à lui seul les idéaux de
liberté et de bonheur ainsi que le peuple révolutionnaire cherchant dans sa terre na-
tale un facteur d’unification en face des monarques de l’Europe entière (Tulard,
1998 : 1023).
Par ailleurs, du côté des para-textes aussi, l’avertissement et les notes ajoutées
aux différentes éditions du texte montrent la volonté de l’auteure de définir sa posi-
tion dans un contexte politiquement tendu, lequel a d’ailleurs causé la publication
différée de l’œuvre. En fait, née en 1767, Constance de Salm a soixante-six ans lors-
qu’elle publie en 1833, Mes soixante ans. Quoique ce nombre rond paraisse plus
La querelle sur les femmes poètes en 1797, déclenchée par Écouchard-Lebrun dans les pages de la
10
Décade philosophique, pendant laquelle l’écrivaine défend le droit des femmes à l’instruction et à la
participation dans la sphère publique, reste le moment le plus important de la carrière littéraire de
Constance de Salm.
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11
La deuxième édition du texte est parue dans le second tome des Ouvrages en prose suivi de Mes
soixante ans, 207-278.
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1827. Plutôt que de pratiquer une autocensure massive de ses pensées et de ses senti-
ments, l’écrivaine préfère abandonner – provisoirement du moins – son projet.
Dans tous les cas, autant dans le texte que dans les para-textes, Salm procède à
une opération de contextualisation de soi. Notons d’ailleurs qu’un tel souci
d’exactitude révélerait également l’attitude du chercheur qui définit sa position face à
son objet, qui se met dans le contexte pour mieux montrer l’orientation de sa pensée
ainsi que sa méthode.
2.2. Le « je » d’enquête
« N’avancer rien sans preuve » (Bayle, 1720 :1077) est le cœur de la méthode
historique. L’intelligibilité et la fiabilité d’un récit sur l’Histoire sont avant tout fon-
dées sur les sources dont le chercheur se sert ainsi que sur les preuves qu’il accumule.
En ce qui concerne la source, la réminiscence du passé à la lumière du savoir présent
est la principale source de Mes soixante ans. Femme, écrivaine, héritière des Lumières,
salonnière, princesse d’Empire, obligée de vivre en Rhénanie allemande, elle a, de la
sorte, parcouru une période mouvementée de l’Histoire et possède donc une sorte de
profonde connaissance préalable de la matière qu’elle traite, ou comme dit Alain
Corbin, elle dispose de ses « archives intérieures » (Corbin, 2006 : 6).
L’utilisation fréquente du « je » (presque 150 fois) suivi des verbes de percep-
tion, d’argumentation et d’évaluation témoigne de ses tentatives pour donner une
image aussi claire que juste de l’Histoire. Elle revit et fait revivre ce qu’elle-même et
les autres, morts ou vivants, ont vécu. Le « je » cède fréquemment la place au « on » et
au « nous » (au total environ 90 fois, corrélés tantôt au peuple français tantôt aux
Françaises seules). Il s’agit donc de présenter et d’expliquer un certain nombre
d’expériences, de sentiments et de souvenirs communs. Le texte comme d’autres mé-
moires vise « explicitement à construire une représentation des événements passés sur
laquelle puissent s’accorder les lecteurs contemporains et leurs successeurs et à ce titre,
il offre un véritable cadre de remémoration partagée » (Jannelle, 2012 : 3). La capaci-
té de co-sentir étant « un maillon essentiel de connaissance [selon] Ricœur, Corbin,
Monod [historien français], Dilthey [historien allemand] » (Jablonka, 2014 : 168), le
recours aux souvenirs collectifs pour corroborer les faits et les jugements serait donc
fiable.
Par ailleurs la preuve n’est pas préétablie et restrictive ; « il n’y a pas de source
en soi, il y a seulement des objets qu’on attire, qu’on transforme en preuve, par le
regard que l’on porte sur eux. Inversement, n’importe quel objet peut servir de
preuve, pourvu qu’on ait l’intention de démontrer quelque chose avec » (Jablonka,
2014 : 174). De ce fait, chaque fois que Salm évoque les institutions politiques et
juridiques ou qu’elle rappelle les idées philosophiques et les idéaux révolutionnaires,
elle avance méthodologiquement ce qu’Aristote (2007 : 76), dans sa Rhétorique, ap-
pelle des preuves extra-techniques :
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plume d’une femme qui attribue à la littérature le pouvoir d’influencer les esprits et
d’orienter les vœux du peuple :
Le grand vainqueur, osons le dire,
Redoutait de la vérité
La lumière, la force et la sévérité ;
Dans ses vastes desseins craignant de laisser lire,
Le droit de parler et d’écrire
Sur le présent, l’avenir, l’alarmait ;
Son esprit juste lui disait
Qu’un sage écrit dure plus qu’un empire ;
Il observait les lettres qu’il flattait ;
Par leur puissance en secret oppressée,
Son âme enfin s’en irritait,
Et ne pouvant étouffer la pensée,
Sa main de fer la comprimait (Salm, 1842 : 300).
Les Français ne sont plus de simples sujets des rois, ils sont des citoyens
« égaux et frères » (Salm, 1842 : 272). Si les mots évoquant la « citoyenneté » (ci-
toyen, civique) figurent fréquemment dans le poème, le mot de nation (souvent
« grande ») se répète aussi abondamment. La Nation incarne l’ensemble des liens
complexes entre les individus et fonde entre eux le sentiment d’une appartenance
commune. Ils s’y reconnaissent dans un corps unique avec la volonté durable de le
protéger et de protéger ses valeurs, ils y trouvent aussi l’emblème de leur pouvoir poli-
tique, comme le dit l’article trois de la Déclaration des droits de l’homme et du citoyen :
« Le principe de toute souveraineté réside essentiellement dans la Nation. Nul corps,
nul individu ne peut exercer d’autorité qui n’en émane expressément ». À l’occasion
des fêtes révolutionnaires, Salm (1842 : 278) écrit :
Quand je chantais enfin la grande nation,
La grande nation dans les siècles célèbre,
Oubliant ses malheurs pour soutenir ses droits ;
Que l’on venait de voir sous le crêpe funèbre,
En imposer encore aux despotes, aux rois ;
La grande nation de gloire environnée,
Alors sans alliés, sans appui, sans secours,
Bravant les factions, l’Europe déchaînée,
S’égarant quelquefois, mais s’illustrant toujours.
Si les objets matériels, les documents, les concepts philosophiques font ainsi
communiquer le poème – le texte esthétique – avec le hors-texte – le Réel – et ren-
dent par conséquent possible une lecture scientifique du texte, le comparatisme est un
autre pilier de la méthode historique auquel a recours l’écrivaine pour avancer son
argumentation. Pour être capable de raconter l’Histoire, il est essentiel de « s’ouvrir à
d’autres périodes, d’aller et venir entre passé et présent, de circuler à travers le
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12
Reste à mesurer la sincérité de Salm qui, sous l’Empire, s’est ralliée au régime napoléonien et a
même écrit une Épître à l’empereur Napoléon en le comparant avec Achile ! Cette question est aussi
abordée par Romera Pintor (2015).
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femmes, elle écrivit « L’homme injuste, jaloux de tout assujettir, / Sous la loi du plus
fort prétend nous asservir » (Salm, 1842 : 6), en 1833 elle réitère :
Tout à coup on vit le jaloux,
Du haut de sa grandeur factice,
Au saint nom du devoir s’élever contre nous.
Dans son orgueilleuse colère,
L’ingrat, il outrageait ce sexe qui naguère
A l’homme prodiguait de si tendres secours ;
Ce sexe si sublime et si grand dans ces jours
Où le sang inondait la terre (Salm, 1842 : 278).
La « colère », même si Virginia Woolf la juge nuisible à la qualité de
l’argumentation, motive l’écrivaine qui depuis 1794 (tragédie-lyrique de Sapho), dé-
nonce les différentes formes du patriarcat aussi bien dans la sphère publique que pri-
vée. L’argumentation politique n’exclut point l’émotion.
Poétesse inspirée elle ne dissimule ni sa sympathie ni son antipathie, pourtant
cela n’influence guère sa volonté de justesse et d’impartialité pour avancer ses juge-
ments (l’éthique de recherche). Le rappel des « discordes civiles » au premier moment
de la Révolution paraît d’abord contradictoire avec les vers qui viennent juste
d’insister sur l’unanimité et la fraternité des Français, mais il montre la volonté de
transmettre une image fidèle des événements qui ont marqué la France et l’esprit de
l’écrivaine. Le même souci d’objectivité se révèle dans l’épisode de la Terreur où mal-
gré l’attachement que l’écrivaine porte à la République, le régime de Robespierre est
décrit comme un « civisme en fureur. » Malgré toutes les allusions aux bienfaits de
l’Empire, il n’échappe pas à l’écrivaine qu’il s’agit d’un régime despotique : elle quali-
fie Napoléon de « déserteur de la liberté » et écrit en majuscules que « LA GRANDE
NATION, / TRIOMPHANTE PARTOUT, EST CHEZ ELLE VAINCUE »
(Salm, 1842 : 295). La majuscule parait aussi le signe graphique du cri d’alarme et de
détresse que Salm souhaite faire entendre.
3. Conclusion
Si le but de toute démarche scientifique est d’enrichir la connaissance hu-
maine, la littérature du Réel qui dévoile la vérité sur le monde et le moi, pourra se
doter du statut scientifique. Quand Salm (1842 : 288) écrit : « Qu’il m’est doux de
les peindre encore / Ces jours qui ne reviendront plus ; / […] / Ces jours qu’on mé-
connaît parce qu’on les ignore », elle affiche l’ambition de peindre l’inconnu,
d’élucider en détail le factuel non exploité et resté incompris ; cela montre bien son
désir d’ajouter aux connaissances du monde. Sa démarche est celle d’Annie Ernaux
qui, presque deux siècles après, l’explique en ces mots :
[…] ce que représente écrire pour moi [est] descendre dans la
réalité de ce que nous avons vécu d’une façon collective mais
au travers de ce que j’ai vécu personnellement. Il y a dans le vé-
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Çédille, revista de estudios franceses, 17 (2020), 347-370 Maryam Sharif
https://doi.org/10.25145/j.cedille.2020.17.17 370
ISSN: 1699-4949
nº 17 (primavera de 2020)
Varia
Resumen
En el marco estético de los Misterios del siglo XV –piezas cíclicas cuya finalidad es ma-
terializar sobre la escena los grandes acontecimientos bíblicos considerados como fundamen-
tos del orden moral y social de los espectadores–, Le Mystère du Siège d’Orléans (1456) contri-
buye a la elaboración del personaje de Juana de Arco. Compuesto a partir de documentos y
testimonios, a menudo contradictorios, que pertenecen a un período histórico contemporá-
neo de la obra, esta no ignora la materia sagrada, con cuya ayuda, y desde la concepción dra-
mática del Mystère, los acontecimientos históricos de los últimos años son orientados en la
construcción de la memoria de Francia.
Palabras clave : Mystère du Siège d’Orléans. Juana de Arco. Teatro medieval. Materia históri-
ca.
Résumé
Dans le cadre esthétique des Mystères du XVe siècle – des pièces cycliques dont el but
est de mettre en scène les grands épisodes bibliques, envisagés comme fondement des struc-
tures spirituelles, voire sociales, partagées par les spectateurs –, Le Mystère du Siège d’Orléans
(1456) contribue à l’élaboration du personnage de Jeanne d’Arc. Façonnée à partir de témoi-
gnages et de documents, souvent contradictoires, appartenant à une période historique con-
temporaine de la pièce, celle-ci n’ignore pas cependant la matière sacrée, à la lumière de la-
quelle, et à partir de la conception dramatique du Mystère, les événements historiques des
dernières années sont réorientés dans la construction de la mémoire de France.
Mots clé : Mystère du Siège d’Orléans. Jeanne d’Arc. Théâtre médiéval. Matière historique.
Abstract
In the aesthetic framework of the fifteenth-century mysteries –cyclical pieces whose
purpose is to materialize on the scene the great Biblical events considered as foundations of
the moral and social order shared by the spectators–, Le Mystère du Siège d’Orléans (1456)
contributes to the construction of the character of Joan of Arc. Composed from documents
and testimonies, often contradictory, which belong to a contemporary historical period of the
work, it does not ignore the sacred matter, with whose help, and since the dramatic concep-
tion of the Mystère, the historical events of recent years are oriented in the construction of the
memory of France.
Key words : Mystère du Siège d’Orléans. Jeanne of Arc. Medieval Theater. Historical matter.
0. Introduction
Les Mystères cycliques par personnages prennent corps au XVe siècle dans le
contexte de la civilisation urbaine : dans ces pièces la matière biblique – la « matière
de Jérusalem » 1 –, nommément la Passion du Christ, fournit le canevas pour la créa-
tion de scènes qui montrent l’intervention de Dieu dans l’histoire, de manière à rap-
peler les fondements spirituels et anthropologiques du public. En vue de façonner des
tableaux dramatiques en consonance avec la sensibilité de celui-ci, bon nombre des
œuvres enrichissent l’Écriture canonique avec des textes patristiques, des légendes
pieuses ou des passages de l’Écriture apocryphe, même si au Moyen Âge les frontières
entre canonique et apocryphe sont poreuses.
Et pourtant d’autres Mystères, d’une manière exceptionnelle, ont recours à
d’autres matières, dont la matière antique 2, mais aussi la matière de France : c’est le
cas du Mystère du Siège d’Orléans. Or, le composant biblique n’est nullement ab-
sent dans cette pièce-ci, bien au contraire il pourvoit des clés fondamentales pour sa
configuration, et celle de son personnage, Jeanne d’Arc.
1
À l’aube de la littérature en langue vernaculaire, au XIIe siècle, Jean Bodel avait identifié trois types de
matières dans les grands récits de l’époque: la matière de Rome, reprise par les premiers romans, ainsi
que la matière de Bretagne. Il parle également d’une « matière de France », qui concernait plutôt des
événements « historiques » recréés dans les textes épiques. Michèle Szkilnick, en allusion à la présence
croissante d’épisodes de l’Écriture – canonique et apocryphe – dans les romans appartenant au Cycle
du Graal, proposait le terme « matière de Jérusalem» (Szkilnick, 1991 : 35) Des études postérieures ont
abordé la problématique des différentes « matières » qui interviennent dans la construction des œuvres
littéraires, leur diversité et leur convergence, nommément au XVe siècle (Traschler, 2000 : 24 et sq.).
2
A part l’existence du Mystère de la destruction de Troie la grande, écrit entre 1450 et 1452 par Jean
Millet qui recrée le récit d’Homère, Jean Michel dans son Mystère de la Passion, joué en 1455, caracté-
rise Judas comme Œdipe afin d’avancer, ou de justifier, sa trahison comme une sorte de conséquence
du Fatum dont il ne peut pas s’affranchir.
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3
Telle serait la définition de l’objet de « l’Histoire du Temps Présent » (Rousso, 2012). Or, celle-ci est
une conception historiographique aux antipodes de celle qui régit la construction du discours histo-
rique pendant la seconde moitié du XVe siècle, où la pièce est composée et jouée.
4
Nous avons étudié le développement du personnage de Jeanne d’Arc aux XVe et XVIe siècles dans
différentes productions littéraires françaises (Suárez, 2016). Nous y reviendrons pour certaines ques-
tions concernant Le Mystère du Siège d’Orléans.
5
Pour approfondir au sujet de la configuration du Mystère voir les études de Vicki Hamblin (2002) et
Gérard Gros (2002).
6
C’est la confrontation franco-anglaise qui est plutôt mise en relief dans la pièce, passant sous silence
les luttes entre les différentes factions françaises. Nous ne pourrions cependant pas oublier que Jeanne
avait été condamnée au bûcher par un tribunal ecclésiastique français : capturée par les bourguignons,
elle a été jugée par un tribunal présidé par l’évêque de Beauvais, Pierre Cauchon, et dont la plupart des
membres étaient des partisans des Anglais. Les interventions des chanoines Jean d’Estivet, Nicolas
Loyseleur et Nicolas Midy, envoyé par l’Université de Paris, seraient parmi les plus virulentes. Le Pro-
cès de Jeanne fut un procès « d’inquisition en matière de foi » : l’accusation de porter des vêtements
d’homme tombait sous le coup d’une interdiction canonique. Ses visions étaient considérées comme
une imposture et une preuve de son refus de l’Église militante. Il s’ouvrit à Rouen le 9 janvier 1431.
Sans le soutien du roi, elle fait des protestations de sa foi en Dieu et de sa fidélité aux instructions de
ses « Voix ». Après une abjuration, dont elle se rétracte, elle subit un deuxième procès où elle est con-
damnée comme relapse. Le 30 mai elle est brûlée. Après sa mort trois enquêtes se sont succédé : le 15
février 1450, une deuxième en juin 1455. Le 11 juin le Pape Calixte III autorise la mère de Jeanne à
rouvrir la cause de sa fille et un nouveau procès en révision est instruit. Le 7 juillet 1456 les juges dé-
clarent Jeanne innocente. Pour ce qui est du personnage de Charles VII, la pièce focalise sa « conver-
sion » initiale.
7
Journal du siège d’Orléans, 1428-1429 : augmenté de plusieurs documents, notamment des comptes de
ville, 1429-1431. Éd. de Paul Charpentier et Charles Cuissard, éd. de 1896, réed. Hachette, 2014 ;
Chronique de la Pucelle. Éd. Vallet de Viriville, Caen, Paradigme 1992 (1859). Chronique du Siège
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pelle et célèbre la victoire des Français à Orléans à la lumière du drame du salut. C’est
ainsi que la pièce façonne l’icône de la Pucelle 8 à travers une argumentation qui met
en valeur sa condition messianique et son triomphe, sans pour autant ignorer les ac-
cusations de ses détracteurs, reprises et canalisées au profit du personnage : nous
pourrons en fait reconnaître dans l’élaboration de nombre de dialogues et scènes la
présence, explicite ou implicite de certains de ces arguments contenus dans les docu-
ments des Procès 9.
d’Orléans et de l’établissement de la fête du 8 mai 1429, Pub. André Salmon. Bibliothèque de l’École de
Chartres, vol. 8, nº 1, pp. 500-509.
8
Vicki L. Hamblin (2014 : 143 et sq) aborde cette question en détail.
9
Nos éditions de référence pour les citations concernant les procès sont : Procès de condamnation de
Jeanne d’Arc, éd. P. Tisset ; Y. Lanhers, Paris, Klincksieck, 1960-1971, et Procès en nullité de la con-
damnation de Jeanne d’Arc, Éd. Pierre Duparc, Paris, Klincksieck, 1977-1979, 2 vols. Pour ce qui est
de la conservation des documents, nous renvoyons au travail de Georges et André Duby (1995). En ce
qui concerne l’influence de ces documents dans la composition du Mystère, Déborah Fraioli (2012 :
227) considère que « si certains passages du Mystère permettent d’évoquer l’hypothèse d’un remanie-
ment du texte original vers1467, bien après la date des deux procès, on n’y note aucune allusion aux
actes d’accusation de Rouen ». De notre côté, et tel que nous venons de le signaler, nous essaierons
d’identifier dans la pièce la présence – explicite ou implicite – d’arguments contenus dans ces docu-
ments, ainsi que la manière dont ils sont exploités dans le cadre de ce projet discursif et dramatique.
10
Sermons de Saint Bernard sur l’avènement du Christ. Dans son commentaire du Psaume 85(84),
nommément des versets « Amour et Vérité se rencontrent, Justice et Paix s’embrassent ; la Vérité ger-
mera de la terre, et du ciel se penchera la Justice » (vv 11-12), l’auteur crée une scène où les quatre
Vertus (Vérité, Justice, Paix, Amour) discutent sur la chute et le salut d’Adam. Eustache Mercadé
recrée ce texte pour l’introduire dans son Mystère de la Passion, jouée à Arras entre 1420 et 1430, et à
Metz 1437. Le tableau est à son tour repris et amplifié par son « successeur » Arnoul Greban dans son
Mystère de la Passion (avant 1452), mais ce scénario aurait été mis au point par Guillaume de Digoulle-
ville (Le Boutelier, 2008 : 142).
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surprenant, car dépourvu de force – dont il prévoit se servir. La scène aboutit ainsi à
une nouvelle « annonciation » 11.
Dans tous les deux cas, il est question d’un projet fondé sur l’action média-
trice de la femme, exercée à partir de dynamiques affranchies aux présupposés qui
émanent de la logique naturelle ou sociale. Une tension soulignée par les questions
que Jeanne pose à l’ange Michel, qui ne sont pas sans rappeler celles de la Vierge-
Mère à Gabriel :
LA PUCELLE : En armes je ne me congnois (M.S.O., v.
7121)12.
MARIE : Comment se pourra cecy faire/ que je soye mere, au
parfaire, /quant homme ne congnois au monde ? (M.P.A.G., v.
3464-3466)13.
Jeanne reçoit deux invitations de la part de l’ange : dans la première, celui-ci
lui annonce sa mission ; dans la deuxième le messager lui rappelle qu’elle doit partir à
la rencontre de Robert de Baudry, se procurer des vêtements masculins et se faire
conduire auprès du roi. C’est à l’occasion de cette dernière annonce que l’ange Mi-
chel reprend d’une manière presque littérale la salutation que Gabriel avait faite à
Marie : « Dieu vous sault, Jeanne, douce amie » (M.S.O., v. 9073). La scène situe la
mission de Jeanne dans le domaine du sacré, et fournit des arguments solides, con-
traires aux imputations de ses détracteurs et ses juges : ses cheveux, sa tenue… sont
présentés dans le cadre de l’accomplissement d’une mission confiée par Dieu.
Comme nous l’avions avancé, nous reconnaissons dans la pièce des échos des
accusations portées contre Jeanne 14 : certaines scènes montrent ces attaques explici-
tement, nommément les différents moments de la confrontation entre Jeanne et les
Anglais. Or, ces jugements négatifs sont aussi le point de départ pour la construction
de tableaux dramatiques qui se donnent pour but d’exalter le personnage de la Pucelle
et de contredire les invectives à la base de sa condamnation à mort : même de façon
implicite, celles-ci sont reformulées et niées par la voie démonstrative à partir du
moment où Dieu lui-même apparaît comme le garant ultime des actions de Jeanne,
voire de ses décisions les plus discutées 15. La scène de l’annonciation « répond » en
11
Par rapport au scénario de l’annonciation faite à Marie, le messager Gabriel est remplacé par Michel,
l’ange qui terrasse le diable, et l’ange gardien de la France. La sienne est la seule voix que Jeanne écoute
dans la pièce, au détriment de celles des saintes Marguerite et Catherine évoquées dans le procès.
12
Notre édition de référence du Mystère du Siège d’Orléans est celle de Vicky L.Hamblin (2002).
13
Notre édition de référence du Mystère de la Passion d’Arnould Greban est celle d’Omer Jodogne
(Greban, 1983).
14
Soixante-dix articles lus le 27 et le 28 mars, reformulés en douze, lus à Jeanne le 5 avril.
15
En réponse aux questions posées par ses juges concernant sa mission et ses décisions les plus contro-
versées (quitter sa famille, se rendre auprès du roi, s’habiller en homme…) Jeanne déclarait suivre les
instructions de ses « voix ». Ses réponses figurent dans les documents du procès de condamnation, ainsi
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quelque sorte à certaines des questions posées par les juges lors du procès, concernant
la nature de sa mission :
Interroguee s’elle cuide pas que, en creant qu’elle soit envoyee
de par Dieu, qu’ilz aient bonne creance : Respond, s’ilz croient
qu’elle soit envoyee de par Dieu, ilz n’en sont point abusez
(Procès de Condamnation, Interrogatoire samedi, 3 mars, t. I, p.
99) 16.
Le tableau dramatique rapproche Jeanne de Marie la Vierge à partir de leur
condition commune de « pucelle » 17 : telle est d’ailleurs la rubrique sous laquelle est
toujours introduit son personnage dans la pièce, et c’est ce nom qu’elle affiche d’après
les documents du procès de condamnation 18 :
Interroguee se ses voix l’ont point appellee : fille de Dieu, fille
de l’Église, la fille au grand cueur : Respond que, au devant du
siege d’Orleans levé et depuis, tous les jours, quant ilz parlent a
elle, l’ont plusieurs fois appellee : Jehanne la Pucelle, fille de
Dieu. (Procès de Condamnation, Interrogatoire lundi, 12 mars,
t I, p. 126).
La pièce montre également le rapport entre l’intervention divine et la prière
que les réactions des juges, qui l’accusent de suivre les indications de l’Église Triomphante – ses
« Voix » –, au détriment de l’Église Militante – les autorités ecclésiastiques. « Cette réponse, et
d'autres, elle dit ne les avoir point faites en les prenant en sa tête ; mais elle fit et donna ces réponses du
commandement de ses voix et des révélations à elles faites, bien que les juges et autres personnes pré-
sentes eussent souvent exposé à cette femme cet article de la foi : Unam sanctam Ecclesiam catholicam,
en lui expliquant que tout fidèle pèlerin de la vie est tenu d'y obéir, de soumettre ses faits et dits à
l'Église militante, principalement en matière de foi, en ce qui concerne la doctrine sacrée et les sanc-
tions ecclésiastiques » (Procès de condamnation, 5 avril, article XII).
16
Comme nous venons de le signaler, l’une des accusations les plus graves, et récurrentes, portées
contre Jeanne c’est qu’elle «… se vante d’avoir eu et d’avoir plusieurs révélations et visions » (Procès de
condamnation, 27 mars, article IV, et 28 mars, articles XXXI, XLIII, XLIX et LI).
17
Lors du procès de réhabilitation, certains témoignages avaient rappelé une affirmation de Jeanne où
elle s’appréhendait elle-même à partir de l’archétype de la femme virginale opposée à une éventuelle
« Ève »: « N’a-t- il pas été dit que la France serait perdue par une femme, et qu’elle devait ensuite être
restaurée par une vierge ? » (Déposition de Durand Laxart pendant le procès de réhabilitation à partir
des paroles qu’il aurait entendu dire à Jeanne). Cette femme fatale pourrait être Isabeau de Bavière…
ou Catherine, la sœur de Charles VII, qui avait épousé Henri V : ce mariage justifiait les prétentions
de celui-ci au trône français.
18
Jeanne avait fait l’objet d’un examen de virginité à Poitiers. Elle subit un autre examen pendant sa
captivité. L’examen était destiné à vérifier que Jeanne n'avait pas eu « commerce » avec le diable et
n'‘était donc pas une sorcière. Se faisant appeler « Jeanne la Pucelle », elle aurait été immédiatement
discréditée si elle n'avait pas été vierge : sa virginité était par conséquent gage de sa sincérité.
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du roi, encouragée par les saints patrons d’Orléans 19. La force visuelle de cette scène,
fondée sur l’interaction des plans dramatiques 20, contredit l’accusation d’hérésie por-
tée non seulement contre Jeanne elle-même, mais contre le Roi, envisagé dans les
documents du procès comme une victime de la manipulation de la jeune fille, ciblée
de « séductrice de princes et de populaires, en permettant et consentant, au mépris et
dédain de Dieu » (Admonition préliminaire aux réquisitoires lues à Jeanne le 27
mars).
La scène du « Procès de paradis » et les actions qui s’ensuivent rendent expli-
cite une nouvelle intervention de Dieu dans l’histoire, dans un moment presque con-
temporain du public. Le temps de la ville s’enracine dans le temps mythique et met
en relief une série d’événements qui contribuent à la cohésion du groupe : la Pucelle
est façonnée selon la perspective du plan de Dieu, et ses actions, et ses éventuels écarts
par rapport aux normes, se voient désormais justifiés.
19
Dans la pièce il n’est pas question de Sainte Catherine et Sainte Marguerite, que Jeanne évoque
cependant dans son procès : il n’y a que l’ange Michel, celui-ci accompagné des patrons d’Orléans, de
manière à mettre en valeur la ville et ses valeurs.
20
Cette alternance n’est pas un exemple isolé : tel que des études précédentes n’ont pas manqué de
l’indiquer, l’action du Mystère du Siège d’Orléans se déroule, comme les autres pièces du genre, à partir
de l’interaction des plans du Transcendant et de l’Immanent. Nous reviendrons sur cette question
dans les scènes qui évoquent la bataille.
21
Les juges pressaient Jeanne de leur dire quel était le signe qu’elle avait donné au roi pour le con-
vaincre de sa condition messianique : Jeanne, qui avait dès le début refusé de leur répondre, déclare,
lors du troisième interrogatoire privé, avoir été le témoin d’une scène miraculeuse concernant le Roi (II
article de sa condamnation, 5 avril). Une telle « épiphanie » est absente du Mystère.
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22
Les questions et les réponses de l’examen seraient contenues dans le « livre de Poitiers » (en fait, dans
l’interrogatoire du 27 février Jeanne précise qu’elle voudrait bien que « son interrogateur eût copie de
ce livre qui est à Poitiers, pourvu que ce soit le plaisir de Dieu »). Or, le livre a été perdu, et seulement
les conclusions ont été conservées (Clin, 2003 : 34). On a pu aussi en connaître certaines des questions
posées à travers les dépositions que certains des enquêteurs, nommément Frère Séguin, doyen de la
Faculté de Théologie de l’Université de Poitiers, et maître Guillaume Aymeri, frère prêcheur et profes-
seur de théologie sacrée, ont faites à l’occasion du procès de réhabilitation. Il est également à rappeler
que pendant son interrogatoire, Jeanne renvoie ses juges à l’examen subi à Poitiers et à ses réponses.
D’autre part, parallèlement à cette enquête et, tel que nous l’avons signalé (voir note 18), Jeanne avait
été également soumise à un examen de virginité.
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23
Procès de Condamnation, Réquisitoire 17 mars, préambule aux 70 articles de l’accusation.
24
« Interrogée s’elle avaoit point veu ou fait faire aucuns ymaiges ou painctures d’elle et a sa sem-
blance : Respond qu’elle vit a Arras une paincture en la main d’un Escot ; et y avoit la semblance d’elle
toute armee, et presentoit unes lectres a son roy et estoit agenoullee d’un genoul. Et dit que oncques ne
vit ou fist faire autre ymaige ou paincture a la semblance d’elle » (Procès de Condamnation, 3 mars, T.
I, p. 99). Dans Les Vigiles de Charles VII, elle apparaît habillée en femme guerrière, la tête protégée par
un casque qui cacherait ses cheveux.
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25
Le 24 mai elle s’engage à quitter les habits masculins ; et pourtant elle se voit obligée à les reprendre
à cause de l’harcèlement dont elle fut l’objet de la part de ses geôliers. Le 27 mai elle est accusée de
relapse d’avoir porté des vêtements d’homme : c’est l’accusation définitive qui justifie sa condamnation
à mort.
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Le Mystère crée des scènes qui viennent renforcer cette question: l’un des
premiers tableaux montre Jeanne en train de demander à Robert de Baudricourt de la
conduire auprès du roi et de lui procurer des habits d’homme (Procès de Condamna-
tion, 5 avril, article VII)26:
JEANNE : En nom Dieu, sire, y vous convient… et convient
aussi, sans delay, / que m’abillez en abit d’omme, / bien en
point, ainsi que je voy / pour guerroyer en ceste forme
(M.S.O.,v. 7204-8).
Dans la didascalie qui rend compte de ce travestissement, l’écart par rapport
aux présupposés attribués à son statut de femme est atténué par l’adverbe « honnes-
tement » : « lors se abillera en abit d’omme et luy aydera on honnestement de tous les
abillemens a homme » (M.S.O.,int v. 9140-9141). Tel que l’indication scénique le
suggère, le changement devrait avoir lieu sur la scène, et à la vue du public, qui assis-
terait, plein d’onction et d’étonnement, à la métamorphose de la jeune fille en hé-
roïne.
D’autre part, ce changement de vêtements a lieu après la deuxième annoncia-
tion dont nous avions rendu compte plus haut, qui finissait sur ces mots, proférés par
l’ange : « Jehanne, avec vous Dieu sera,/et allez par tout seurement » (M.S. O., vv.
9095-9096).
3.2. La femme guerrière
La deuxième étape dans cette construction correspond au moment où Jeanne
apparaît pour la première fois parée de son armure 27, un objet dont la pesanteur est
signalée par le roi :
LE ROY : Vollez vous donques estre armee ?/vous sentez vous
assez agille/que vous n’en soyez point grevee ? (M.S.O., v.
10481-10483).
Pose. Lors sera vestue d’un hornoiz tout blanc devant le roy,
puis dit… (M.S.O., int. v. 11108-11109).
Avec l’armure blanche, une couleur qui évoquerait la pureté et la lumière, les
autres attributs guerriers sont introduits dans la scène par le roi à travers une deixis
récurrente, au fur et à mesure qu’il en revêt la Pucelle dans un rituel susceptible de
26
Les dépositions des procès, nommément de réhabilitation, permettront de constater la raison pour
laquelle elle avait décidé de porter des vêtements masculins. Ce n’est pas d’ailleurs Baudricourt qui les
lui procure, mais ses proches, dont Jean de Metz. (Procès de Réhabilitation, Déposition de Durand
Laxart).
27
Jeanne d'Arc n’aurait pas été la seule femme de son temps à prendre les armes pour faire triompher
une cause jugée juste. Une autre femme, Piéronne la Bretonne guerroya aux côtés des Armagnacs avec
une de ses amies. Toutes les deux furent prises par les Anglo-Bourguignons près de Corbeil et jugées à
Paris en 1430 (Vauchez, 1982 : 166).
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rappeler l’adoubement 28 :
LE ROY : Prenez harnoiz qui il vous plaise/ a vostre disposi-
tion/ et n’en prenez qui vous desplaise, mes selon vostre in-
tencïon (M.S.O., v. 11113-11116).
LE ROY : Voicy vostre espee abillee, vous estes elle bien faicte
ainsi et a vostre gré ordonnee ? (M.S.O., v. 11126-11128).
LE ROY : Voicy les esperons dorez (pareillement que je vous
baille, ainsi qu’a ung bon chevalier qui est ordonné en bataille »
(M.S.O., v. 11133-11136).
LE ROY : Apres, voyez vostre estandart (M.S.O., v. 11141).
L’énumération de ces éléments et leur présence scénique ouvre la porte à une
intégration progressive de l’élévation chevaleresque et de l’esthétique du flamboyant
avec l’image féminine. L’icône est d’autre part enrichi par la présence du sacré : l’épée
retrouvée dans un sanctuaire par inspiration divine, les cinq croix qui ornent son poi-
gnet, ainsi que sa bannière avec les mots « Ave Maria » et la Majesté flanquée de deux
anges, la fleur de lys et un soleil. Ils font tous l’objet d’une amplification dramatique
–la pièce montre comment l’épée est miraculeusement découverte (vv. 10573-
10620)-, tout en répondant, dans leur construction discursive et scénique, aux témoi-
gnages de l’époque :
Interroguee de quoy servaient ces cinq croix qui estoient en
l’espee qu’elle trouva à Saincte Katherine de Fierboys : respond
qu’elle n’en sçait rien. Interroguee qui la meust de faire paindre
angles, avecques bras, piés, jambes, vestemens : Respond : Vous
y estes respondus. Interrogue s’elle les a fait paindre tielz qu’ilz
viennent a elle : Respond que elle les a fait paindre tielz en la
manière qu’ilz sont pains es eglises […] Interroguee se ces deux
angles qui estoient pains en son estaindart, representaient Saint
Michiel et saint Gabriel : Respond qu’ilz n’y estoient fors seu-
lement pour l’onneur de nostre Seigneur qui estoit painct en
l’estaindart [… ] qui estoit figuré tenant le monde. (Procès de
Condamnation, Interrogatoire 17 mars, t. I, p. 183)29.
La scène se construit sur une démarche paradoxale justifiée par Dieu, dont la
voix, dans le « Procès du paradis », avait souligné la faiblesse efficace de sa messagère.
L’image de Jeanne investie des attributs guerriers prend alors d’autant plus de sens. Le
tableau se clôt sur son départ pour la bataille, pendant que le Roi prie agenouillé,
exauçant la requête de celle-ci de reconnaître l’intervention de Dieu en faveur de la
28
C’est une scène qui a fait l’objet de bon nombre d’études en raison de sa transcendance pour la
construction du personnage de la Pucelle. Voir Hamblin (2014) et Suárez (2016).
29
« Elle a connu par révélation, sans autre instruction, des gens quelle n’avait jamais vus; elle a révélé et
manifesté une épée cachée » (Procès de Condamnation, 25 avril, article V).
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France. Ce geste, avec la prière du monarque dans la scène initiale dont nous avions
fait mention plus haut, répondrait au dessein de façonner une image irrécusable de
Charles VII, de réhabiliter son image après son attitude passive à l’égard de la jeune
fille, et peut-être de contester des accusations portées contre lui par les juges pendant
le procès 30.
3.3. La bataille et la confrontation
La construction de l’icône de la Pucelle dans la salle du trône, investie des at-
tributs guerriers, précède sa présentation dans l’espace de la bataille, aussi bien verbale
que physique31, avec les Anglais. C’est dans ce cadre que le personnage s’accomplit
définitivement.
L’œuvre met en scène la force illocutionnaire de son discours qui adopte un
style tantôt sublime lorsqu’elle agit en messagère du Très Haut, tantôt bas, truffé de
déprécations quand elle s’adresse aux ennemis qu’elle enjoint à lever le siège. Le mode
exhortatif est d’abord montré lors de la lecture sur la scène d’une lettre dont les con-
tenus reproduisent ceux d’une missive que Jeanne avait, elle-même, fait écrire : « Roy
d’Engleterre, faictes raison au Roy du ciel, rendez les clefz a la Pucelle » (M .S. O., int.
v.11300-11301). Ce document, qui avait fait partie du procès, est reproduit littéra-
lement dans la pièce. Les termes « rendez les clés à la Pucelle », auraient été à la base
de l’accusation portée contre Jeanne de vouloir s’emparer du triomphe, au détriment
de la figure royale ; et même si elle n’avait pas manqué de contester la véracité de
cette phrase, la lettre montrée et lue dans le Mystère ne semble pas se faire l’écho de
ses protestations, peut-être dans le but de souligner le côté épique du personnage:
Interroguee quelles lectres elle envoya aux Engloys qui estoyent
devant Orleans, par lesquelles elle leur escrivoit q’il falloit que
ilz se partissent de la. Et dist que en ces lectres, ainsy qu’elle oy
dire, on a changé deux ou trys motz ; c’est assavoir : « Rendez a
la Pucelle » ; et il y doibt avoir : « Rendez au roy » ; ou il y a :
« corps pour corps » et « chef de guerre », cela n’estoit point es-
dictes lectres (Procès de Condamnation, Interrogatoire 22 fé-
vrier, t. I, p.57)32.
30
« O maison de France, tu n’as jamais eu jusqu’ici de monstre, mais maintenant, en adhérant à cette
femme sorcière, hérétique et superstitieuse, tu t’es diffamée » (Procès de Condamnation, 9 mai). Ce sont
des mots proférés par Guillaume Erard : il assiste à un seul interrogatoire, celui du 9 mai, et il participe
aux votes. Chargé de la prédication à Saint-Ouen, Jeanne le qualifie de « faux prêcheur » et l’accuse de
mensonge.
31
« Ladite Jeanne, usurpant l’office des anges, a dit et affirmé qu’elle a été et qu’elle est envoyée de par
Dieu, même pour les actes qui tendent entièrement à la voie de fait et à l’effusion du sang humain ».
(Procès de condamnation, 27 mars, art. XXV).
32
C’est un aspect du procès qui n’apparaît pas dans la pièce. Les déclarations de Jeanne, et de certains
de ses amis, soutiendraient que la lettre aurait fait l’objet d’une manipulation. La lettre a été considérée
comme authentique. La missive lui valut également l’accusation « d’abuser des noms sacrés, mis de
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part et d’autre du signe de la croix en donnant pour signe à certains des siens que, lorsque dans ses
lettres envoyées de sa part ils trouveraient ces motifs avec la croix, ils crussent le contraire de ce qu’elle
écrivait et fissent aussi le contraire » (Procès de Condamnation, 27 mars, article XXIV ; Procès de Con-
damnation, 5 avril, art. VI).
33
John Talbot (v. 1387-1453), 1er Comte de Shewsbury et de Waterford ; William Glasdale, égale-
ment connu sous le nom Glassidas (ou Glacidas) meurt dans la bataille du Siège d’Orléans.
34
Ce ne serait pas la première fois que Jeanne serait l’objet d’insultes. Il est à rappeler l’attitude de l’un
des juges français, Jean d’Estivet qui, d’après les documents, avait lancé des invectives contre Jeanne :
« Tu parles mal ! C'est toi, paillarde, qui as mangé harengs et autres choses qui te sont contraires! »
(Témoignage de Jean Tiphaine, médecin de Jeanne, lorsqu’il interrogea les gardiens de Jeanne sur ses
malaises). Jean d’Estivet a été le rédacteur des 70 articles du libelle qui lui furent lus les 27 et 28 mars
1431.
35
Les premières scènes de la pièce, dont la Pucelle est encore absente, montrent la défaite systématique
des français: des tableaux qui expriment la violence et le vacarme de manière à souligner la force écra-
sante des Anglais. Le public regarde leur violence arrogante, d’autant plus naïve, que cette attitude
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précède une défaite imminente. Certaines de leurs réactions, les attaques initialement portées contre
Jeanne, ainsi que leurs réactions après la défaite rappellent les diableries et les jurons de Satan et des
siens lorsqu’ils se découvrent vaincus par le Christ (Bordier, 1992 : 57). Nous pourrions d’ailleurs
reconnaître un certain élément charivarique dans ces scènes qui contribuent à rendre d’autant plus
visible le triomphe du Juste sur ses ennemis.
36
La pièce montre l’attitude morale des Anglais et présente leur défaite comme une conséquence de
leur péché –leur violence et leur arrogance. À travers la simultanéité des plans la pièce rend compte
d’une contraposition d’ordre plutôt moral que nationaliste. En fait la conscience nationaliste ne se
développe que le long du XVIe siècle, et cela se laissera sentir dans les constructions postérieures du
personnage.
37
Nombre de scènes qui évoquent la bataille (Hamblin, 2014 : 151) rehaussent sa condition de trait
d’union entre le ciel et la terre et mettent l’accent sur le double plan où la guerre a lieu. Comme nous
l’avions signalé dans des travaux précédents, cette superposition des espaces est d’ailleurs soulignée par
une superposition des temps où il y a l’identification entre la libération d’Orléans et l’épisode de l’ange
exterminateur de l’Exode, un aspect que nous reconnaissons dans le Ditié de Jeanne d’Arc de Christine
de Pisan (Suárez, 2016).
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changement dans l’orientation du vent que la pièce réélabore dans le cadre drama-
tique du mystère.
Aux scènes de bataille succèdent des scènes de victoire dont le but est de ma-
gnifier la mission de la Pucelle, une sorte de deposuit des « infidèles ». Si les Mystères
de la Passion montrent le triomphe du Christ sur Satan à travers sa mort, dans Le
Mystère du Siège d’Orléans c’est une jeune fille habillée en guerrier qui, par sa seule
obéissance à la volonté de Dieu, et sans tuer personne, rend possible la victoire de
Dieu sur ses ennemis 38. Ces tableaux dramatiques sanctionnent l’accomplissement du
plan annoncé dans les scènes du « Procès de Paradis » 39. D’autre part, en dépit de sa
victoire, Jeanne fait toujours preuve de pitié à l’égard des vaincus et des prisonniers :
la pièce semble ainsi contester certaines pratiques guerrières de l’époque40, mais sur-
tout l’image d’une Jeanne violente et « avide de sang » que ses détracteurs –et ses
juges-, avaient essayé de créer :
LA PUCELLE: Tous prisonniers vous recommande/que leur
soyez douz et traytis ;/et est vertu tres noble et grande/estre en-
vers cil qui est sommis,/quant il s’est rendu a mercis (M.S.O.,
vv. 20277-20281).
38
L’une des questions que les juges auraient posées à Jeanne était si Dieu haïssait les Anglais : « Item
que Dieu aime certains [princes] déterminés et nommés encore errants, et les aime plus qu’il n’aime
ladite femme. Elle le sait par révélation desdites saintes, qui lui parlent français et non anglais, n’étant
pas du parti de ces derniers » (Procès de Condamnation, 5 avril, article X). Nous avons signalé dès le
début, que le conflit posé par le Mystère est d’ordre exclusivement moral.
39
Bien que la victoire de Jeanne ne passe pas à ce moment-là par sa mort (sa mort serait postérieure
aux événements montrés par la pièce, et elle n’y est même pas évoquée), Le Mystère du Siège ne montre
pas moins la dynamique paradoxale envisagée par les premiers Mystères de la Passion de la victoire d’un
agent, dépourvu de « force », sur la force brute.
40
A la bataille d’Azincourt (1415) tous les prisonniers avaient été massacrés par les Anglais.
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41
Nous avions évoqué l’une des accusations principales : Jeanne n’obéit qu’aux instructions fournies
par ses « Voix », au détriment des préceptes de l’Église « militante » (voir notes 15 et 16).
42
La mort de la Pucelle, ses luttes intérieures, ne seront montrées sur la scène qu’à la fin du XVIe
siècle.
43
Le système de valeurs du Mystère du Siège d’Orléans anticipe en quelque sorte celui qui régit La Vie
de Monseigneur Saint Louis par personnages de Pierre Gringoire, où ce sont les bourgeois qui soutien-
nent le roi face à l’attitude révoltée de certains nobles.
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FRAIOLI, Deborah (2012) : « Images des deux procès de Rouen dans la littérature française
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tières. Actes de la deuxième rencontre sur l'ancien théâtre européen de 1997. Paris,
Champion, 165-178.
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ISSN: 1699-4949
nº 17 (primavera de 2020)
Varia
Resumen
El proceso traslativo cuenta con una serie de fases. La fase de comprensión es la pri-
mera de este proceso y si no se realiza eficientemente, el resto de las fases tampoco podrá
efectuarse adecuadamente, lo que dará lugar a errores graves de traducción como el falso sen-
tido. Además, la fase de comprensión y la documentación están estrechamente relacionadas,
pues, a veces, para comprender será necesario una documentación apropiada capaz de solven-
tar aquellas carencias que impiden seguir apropiadamente con el proceso traslativo. Creemos
que los alumnos que inician su formación en traducción descuidan estas etapas decisivas de la
actividad traductora y que estiman que este trabajo se reduce a una actividad meramente
lingüística de trasposición de una lengua a otra. Por ese motivo, para corroborar esta idea,
hemos llevado a cabo un análisis con los errores de traducción más frecuentes que han come-
tido, a causa de una falta de comprensión y documentación, los alumnos de primer año de
Langues Étrangères Appliquées (LEA), de la Univeristé de Lorraine (Nancy), en la asignatura
de Initation à la traduction, en la traducción de un texto hacia el francés cuya temática es la
natación artística. En el análisis se podrá ver el fragmento original que se ha de traducir, una
selección de propuestas de traducción del alumnado, la gráfica con los porcentajes de errores
más recurrentes, un apartado con comentarios acerca del origen u orígenes de los errores y los
pasos que se debería hacer para solventarlos y, finalmente, nuestra propuesta de traducción
final.
Palabras clave: Traducción. Comprensión. Documentación. Errores de traducción. Natación
artística.
Résumé
Le processus de traduction comporte une série de phases. La phase de compréhen-
sion est la première de ce processus et si elle n’est pas effectuée efficacement, la suite des
phases ne pourra pas être effectuée correctement non plus, ce qui entraînera de graves erreurs
de traduction telles que le faux sens. En outre, la phase de compréhension et la documenta-
tion sont étroitement liées, car pour pouvoir comprendre, une documentation appropriée
sera nécessaire pour résoudre les problèmes qui entravent le suivi du processus de traduction.
Nous pensons que les étudiants qui commencent leur formation en traduction négligent ces
étapes décisives du processus de traduction et ils croient que ce qui est essentiel c’est la simple
activité de transposition linguistique d’une langue vers une autre. Pour cette raison, pour
corroborer cette idée, nous avons effectué une analyse avec les erreurs de traduction les plus
fréquentes, en raison d’un manque de compréhension et de documentation, des étudiants de
première année de Langues Étrangères Appliquées (LEA), de l’Université de Lorraine (Nancy),
dans le cours d’Initation à la traduction, dans la traduction d’un texte en de l’espagnol vers le
français ayant pour sujet la natation artistique. Dans l’analyse, nous pourrons voir la phrase
d’origine à traduire, une sélection de propositions de traduction des étudiants, le graphique
avec les pourcentages d’erreur les plus récurrents, une section avec des commentaires sur
l’origine ou les origines des erreurs et les étapes à suivre et ce qui devrait être fait pour les
résoudre et, finalement, notre proposition de traduction finale.
Mots clé : Traduction. Compréhension. Documentation. Erreurs de traduction. Natation
artistique.
Abstract
The translational process has a series of phases. The comprehension phase is the first
of this process and if it is not carried out efficiently, the rest of the phases cannot be carried
out properly either, which will lead to serious errors of translation such as false sense. In addi-
tion, the comprehension phase and the documentation are closely related, since in order to
understand, an appropriate documentation will sometimes be necessary to solve those defi-
ciencies that prevent the proper follow-up of the translational process. We believe that stu-
dents who begin their translation training neglect these decisive stages of the translational
process and that they consider that what is essential is a purely linguistic activity of transposi-
tion from one language to another. For this reason, to corroborate this idea, we have carried
out an analysis with the most frequent translation errors that have been committed, due to a
lack of understanding and documentation, by the first-year students of Langues Étrangères
Appliquées (LEA), from the Université de Lorraine (Nancy), in the subject of Initation à la
traduction, in the translation of a text into French whose theme is artistic swimming. In the
analysis you can see the original fragment to be translated, a selection of student translation
proposals, the graph with the most recurring error percentages, a section with comments
about the origin or origins of the errors and the steps that it should be taken to solve them
and, finally, our final translation proposal.
Keywords: Translation. Understanding. Documentation. Translation errors. Artistic
Swimming.
0. Introducción
La traducción es un proceso complejo. Dicho proceso cuenta con un conjun-
to de fases. No obstante, ocurre a menudo (sobre todo en aquellas personas que se
inician en el ámbito de la traducción) que el traductor suele centrarse en traspasar,
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1
Esta fase es propuesta por la “teoría interpretativa” de la École Supérieure d’Interprètes et de Traduc-
teurs (en adelante ESIT) de la Université Sorbonne Nouvelle - Paris III y se explicará más adelante
junto al resto de fases propuestas por esta escuela.
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ce a las fases antes mencionadas y suelen catalogar la traducción más bien como un
acto puramente lingüístico.
Para alcanzar tales objetivos, se realizó un estudio en 2018 de los principales
errores de traducción que el alumnado ya citado había cometido en uno de los textos
trabajados en clase. Se trata de un alumnado con un nivel B1 en teoría (el nivel con el
que finalizan los estudios de terminal 2), aunque en la práctica encontramos gran dis-
paridad de niveles. En esta asignatura se habían matriculado unos doscientos alumnos
(la mayoría, franceses; aunque también había de otras nacionalidades como españoles,
colombianos o mexicanos) y los textos con los que se suelen trabajar son de carácter
más general. Por ese motivo, seleccionamos un texto divulgativo que no contuviese
demasiados tecnicismos y con una estructura simple. Además, el hecho de escoger
una noticia sobre la natación artística pretendía captar la atención de los alumnos, ya
que el ámbito deportivo es un tema que les suele interesar y, al mismo tiempo, dar a
conocer un deporte minoritario. El texto con el que hemos trabajado hablaba de la
contratación de una nueva seleccionadora, Mayuko Fujiki, para el equipo nacional
español (Synkrolovers, 2017), así como los objetivos que se pretende conseguir para
el nuevo ciclo olímpico que culmina en 2020.
Antes de proporcionarle el texto que debían traducir, los alumnos tuvieron
una clase introductoria sobre técnicas de documentación y sobre la temática en cues-
tión. Posteriormente, se les dio un plazo de 8 días para traducir el texto en casa antes
de realizar la corrección en clase. Luego, con las traducciones que habían entregado,
se hizo una primera selección manual con los diez errores más recurrentes que habían
cometido los alumnos a causa de los problemas en la comprensión y en la documen-
tación. Una vez extraída la primera lista, se realizó una segunda selección con los cin-
co pasajes que presentaban una mayor frecuencia de error de la primera lista, ya que,
por motivos de espacio, la totalidad de los errores seleccionados no hubiesen tenido
cabida en el presente artículo. Para seleccionar, finalmente, los cinco pasajes que iban
a ser objeto de este estudio nos basamos en la recurrencia del error. A continuación,
gracias al programa informático SPSS (Statistical Package for the Social Sciences)
para realizar estadísticas, comprobamos el porcentaje de los errores más frecuentes
que se habían producido en cada uno de los cinco pasajes y que serían, posteriormen-
te, objeto de un análisis que veremos a continuación. Dicho análisis cuenta, en pri-
mer lugar, con el fragmento original que se debía traducir; en segundo lugar, con una
selección (tres en concreto) de alguna de las traducciones propuestas por los alumnos;
en tercer lugar, con la gráfica porcentual de los errores que el alumnado ha cometido
en dicho pasaje; en cuarto lugar, comentarios que se realizan acerca del origen u orí-
genes de los errores, el porqué de la equivocación, así como los pasos que se debería
haber seguido para solventar las carencias de la comprensión o mejorar la documenta-
2
El equivalente a segundo de bachillerato en España.
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3. Errores en traducción
La noción del error3 en traducción está altamente ligada a la de problema,
pero presentan una serie de características que hacen de ambos conceptos algo dife-
rente. Si prestamos atención a la definición de problema de Nord 4 (1991), este sería
el problema objetivo que todo traductor tiene (independientemente de las competen-
cias técnicas con las que cuente) y que, evidentemente, ha de resolver. No obstante,
3
Muchos autores, como por ejemplo Gile (1992) o Delisle (1993) lo denominan falta o inadecuación.
4
Esta autora diferencia, igualmente, entre problema y dificultad. Para Nord, las dificultades son subje-
tivas y dependen de la figura del traductor, mientras que los problemas, por muy fáciles o difíciles que
sean de resolver, siempre serán problemas, independientemente de la dificultad que estos presenten
para el traductor.
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4. La natación artística
Desde julio de 2017 se denomina natación artística, pero antes de que la FI-
NA (Federación Internacional de Natación), a sugerencia del COI (Comité Olímpico
Internacional), aprobara este nombre, siempre se le ha conocido como natación sin-
cronizada. Se trata de un deporte multidisciplinar cuya historia se remonta a finales
del siglo XIX y principios del siglo XX en el que se combinan la natación, el ballet, la
expresión corporal, la educación musical, la flexibilidad y la musculación. Actualmen-
te, la natación artística es considerada como un deporte olímpico. En lo concerniente
a las diferentes pruebas, consideramos oportuno mencionar que existen cuatro: solo,
dúo, equipo (8 nadadoras generalmente), combo y highlight (diez nadadoras general-
mente). Todas estas pruebas, salvo el combo 5, se dividen en ejercicios técnicos y ejer-
cicios libres, por lo que cada prueba contará con dos ejercicios distintos. Los ejercicios
técnicos consisten en coreografías que la nadadora o nadadoras deben realizar, pero
incluyendo una serie de elementos obligatorios dictados por el reglamento de la FINA
en un orden establecido. Por su parte, los ejercicios libres, de manera general, son
coreografías en las que se tiene absoluta libertad para hacer durante el tiempo estable-
cido lo que se quiera. Asimismo, hemos de mencionar que es un deporte practicado
principalmente por mujeres y que hasta 2015 no se permitió a los hombres que parti-
ciparan en una competición de alto nivel e internacional. No obstante, la participa-
ción de estos aún no está permitida en los Juegos Olímpicos.
5
Esta prueba es un ejercicio exclusivamente libre, no técnico.
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COMENTARIOS
Dejando de lado los errores gramaticales y ortográficos y centrándonos en aquellos errores de
traducción, debemos comentar los siguientes aspectos. En primer lugar, tenemos que afirmar
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que casi la mitad del alumnado tradujo correctamente este fragmento. No obstante, no po-
demos pasar por alto que más de la mitad no consiguió traducirlo de manera apropiada, lo
cual es bastante significativo, pues se trata de una oración que, a priori, no supone gran difi-
cultad si se ha realizado una buena documentación para que la comprensión sea lo suficien-
temente buena. De entrada, llama la atención a la traducción que han dado a «otro cambio
de grandes dimensiones». Como vemos, han puesto d’autres changements, un grand change-
ment, etc., como propuesta de traducción. Podríamos decir, a simple vista, que el sentido
está, que traducir o no «otro» no es tan grave. No obstante, esta omisión es debida a un error
en el proceso de documentación. Si nos remontamos a los sucesos de 2012, después de los
Juegos Olímpicos de Londres, podemos descubrir que la entonces natación sincronizada
española vivió uno de sus momentos más amargos. La Federación despidió a la que había
llevado a este deporte en España a lo más alto, Anna Tarrés. Además, el mismo día en el que
se hizo público el nuevo equipo técnico que dirigiría a las nadadoras en el nuevo ciclo olímpi-
co, quince antiguas nadadoras hicieron pública una carta en la que anunciaban insultos y
vejaciones por parte de Anna Tarrés, lo que produjo un gran revuelo. En esa dinámica de
noticias, la entonces capitana del equipo, Andrea Fuentes anunció en enero de 2013 su reti-
rada, a seis meses de un mundial en Barcelona, debido al ambiente de negatividad que se
respiraba en aquellos momentos y que le hicieron perder su motivación. Lo que siguió en
aquel ciclo fue una pugna constante dentro del mundo de la sincro 6 entre quienes defendían
a Anna Tarrés y los que no. Además, la no clasificación del equipo en los Juegos Olímpicos
de Río 2016 produjo, igualmente un gran revuelo. Para la temporada 2017-2018, se decidió
prescindir de quien fue el relevo de Tarrés, Esther Jaumà. Ahora, la apuesta es la japonesa
Mayuko Fujiki (ya trabajó anteriormente con el equipo español y estuvo al mando de la se-
lección China, con la que logró grandes triunfos); un cambio y una apuesta para intentar a
acercarse a lo más alto y recuperar lo que se perdió. Por todos estos motivos, no podemos
pasar por alto y omitir autre, pues aquí es fundamental, ya que claramente hace referencia al
primer cambio de gran envergadura que vivió la natación sincronizada española en 2012.
Este error podría haberse solventado con hacer un breve recorrido en, por ejemplo, la prensa,
para ver cómo ha evolucionado este deporte en España y familiarizarse con todos los sucesos.
Comprobamos, pues, que la documentación te lleva a una buena comprensión y que una sola
palabra como autre puede llevar detrás un alto contenido extralingüístico que se ha de cono-
cer. Igualmente, algunos estudiantes, como vemos en el ejemplo, han optado por traducir
«seleccionadora» por entraîneuse. De entrada, en el mundo de la sincro en Francia, aunque
sea una mujer y la palabra entraîneuse sea correcta, se utiliza entraîneur. Y, asimismo, no po-
demos olvidar que «entrenadora» y «seleccionadora» no es lo mismo. Un seleccionador es un
entrenador, pero un entrenador no tiene por qué ser un seleccionador, así que decir que Ma-
yu ha sido contratada como entrenadora no es que sea del todo incierto, pero sí que es impre-
ciso, pues no ha sido contratada como una entrenadora más, sino como la cabeza del cuerpo
técnico del equipo nacional.
PROPUESTA DE TRADUCCIÓN FINAL
Depuis Synkrolovers (https://www.synkrolovers.com/que-es-synkrolovers-2/), nous vous informons
que, comme vous le savez déjà peut-être, l’Espagne est sur le point de vivre un autre changement de
6
Nombre con el que se le conoce familiarmente a la natación artística.
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grande envergure. Mayu va être la nouvelle sélectionneuse de l’équipe nationale de natation syn-
chronisée !
5.2. Unidad 2
FRAGMENTO ORIGINAL
Estuvo [Mayuko Fujiki 7] en nuestra época dorada en la que se consiguió la 1a medalla mun-
dial (Barcelona 03) hasta el año 2011 sin parar de estar en el pódium europeo, olímpico y
mundial.
TRADUCCIÓN PROPUESTA POR LOS ALUMNOS (SELECCIÓN)
1. Elle s’est trouvé dans une époque dorée où elle a obteu la médaille mondiale (Barcelone 2003)
jusqu’à l’année 2011 sans manquer d’être sur le podium européen, olympique et mondial.
2. C’était dans notre âge d’or dans lequel la 1ère médaille mondiale (Barcelone 2003) a été
réaliée jusqu’en 2011 sans s’arrêter pour être sur le podium européen, olympique mondial.
3. C’était pendant l’âge d’or qu’elle a obtenu la médaille mondiale (à Barcelone en 2003)
jusqu’à ne plus s’arrêter d’être sur le podium européen, olympique et mondial en 2011.
ERRORES DE TRADUCCIÓN MÁS FRECUENTES
COMENTARIOS
Es bastante llamativo en este caso la poca cantidad de respuestas correctas (13,04 %) y el alto
porcentaje de falso sentido (71,74 %). Esto se debe a una mala apreciación del sentido del
texto original. La gran mayoría del alumnado, a pesar de que en todo momento se haga refe-
rencia a Mayuko Fujiki como seleccionadora y entrenadora, no ha entendido cuál era su
papel en la etapa liderada por Anna Tarrés. En la etapa de Anna Tarrés, Mayuko Fujiki no
era nadadora, sino entrenadora. En ejemplo número 1 y 2, por ejemplo, no queda claro cuál
era su papel dentro del equipo. Es más, al traducir elle a obtenu la médaille mondiale da la
sensación de que la actual seleccionadora del equipo formaba parta de las nadadoras en aque-
lla «época dorada». Además, en el fragmento original se apunta que Fujiki estuvo en «nuestra
época dorada». El uso del pronombre posesivo no es arbitrario, pues la autora, Andrea Fuen-
7
Lo que aparece entre corchetes no figura en el texto original, pero el contexto daba a entender que
hablaban de Mayuko Fujiki. Aquí se ha decidido poner el nombre de la seleccionadora entre corchetes
para que el lector del presente artículo que no lea el texto original pueda saber quién es el referente en
esta oración.
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tes, fue nadadora en el equipo nacional. Esto es otro indicio de que se habla de Fujiki desde
otra perspectiva, no como nadadora, sino como entrenadora. No obstante, para salir de du-
das, solo basta con acceder a plataformas como YouTube y buscar vídeos del equipo nacional
de natación artística de España en el periodo dorado indicado (2003-2011) y comprobar que
en ninguno de los ejercicios realizados por el equipo español figura Fujiki como nadadora; en
efecto, siempre aparece al borde de la piscina junto al resto de entrenadoras. Igualmente, si
accedemos a la página oficial de la Real Federación Española de Natación, encontramos una
sección dedicada exclusivamente a la natación artística (https://rfen.es/section/noticias-
natacion-artistica). Ahí, podemos comprobar que existe un apartado denominado «convoca-
torias», donde aparecen las convocatorias desde 2010. Aunque no sean convocatorias desde
2003, sí que aparecen algunas que formaban parte de la denominada época dorada de la sin-
cro española y en dichas convocatorias nunca aparece Mayuko Fujiki como nadadora convo-
cada, sino como entrenadora. Todo esto nos lleva a pensar que nuestra actual seleccionadora,
efectivamente, formó parte del equipo en esa fecha, pero desde fuera de la piscina y, aunque
las medallas conseguidas también eran suyas, realmente quienes se las colgaban en el cuello
eran las nadadoras. Y, por último, en lo concerniente a la propuesta número 2, hemos de
remarcar el error principal: en esta propuesta ni siquiera queda constancia de Mayuko Fujiki.
Es cierto, se dice que se ganaron medallas en esa época, pero no nos hace pensar en Fujiki en
ningún momento, lo cual sería un error gravísimo también, a nuestro modo de ver, fruto de
una inapropiada comprensión del texto original y una escasez en el proceso de documenta-
ción que se debía llevar a cabo.
PROPUESTA DE TRADUCCIÓN FINAL
Elle a fait partie de notre âge d’or durant laquelle nous avons remporté la médaille mondiale
(Barcelone 2003) jusqu’en 2011 sans cesser d’être sur le podium européen, olympique et mondial.
5.3. Unidad 3
FRAGMENTO ORIGINAL
China le [a Mayuko Fujiki] ofreció en 2014 ser su seleccionadora […]. Consiguió el objetivo
que le había marcado la federación: conseguir que China se desmarcara con estilo propio sin
perder e incluso mejorar su ejecución 8. Buenas coreografías, para asegurar que esta vez no
perderían la plata olímpica ante nadie, tal y como había pasado en Londres 2012 contra Es-
paña.
TRADUCCIÓN PROPUESTA POR LOS ALUMNOS (SELECCIÓN)
1. Ils ont donc développé une bonne chorégraphie afin de s’assurer de ne pas perdre l’argent aux
Jeux Olympiques contre n’importe qui comme cela s’était passé à Londres en 2012 contre
l’Espagne.
2. Des bonnes chorégraphies pour garantir que cette fois-ci ils ne perdraient pas la médaille
d’argent olympique devant qui ce soit, comme la dernière fois aux Jeux de Londres en 2012
contre l’Espagne.
3. Des belles chorégraphies pour s’assurer que cette fois ils ne perdraient pas la médaille d’argent
olympique avant personne, juste comme ça s’est passé à Londres en 2012 contre l’Espagne.
8
Esta primera parte del fragmento no es objeto de estudio en este trabajo. No obstante, lo mostramos
en la presente tabla para ayudar a contextualizar la oración que analizamos.
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COMENTARIOS
En este caso, es de destacar el alto porcentaje de falso sentido (63,04 %) frente al bajo (aun-
que algo mejor que la unidad anterior) porcentaje de respuestas correctas (32,61 %). Esto se
debe, en gran parte, a un error bastante común del alumnado: confusión del género del suje-
to. En la selección que hemos tomado para este artículo vemos que las tres propuestas han
optado por un sujeto masculino (ils). A priori, podríamos entender el porqué, pues, como ya
sabemos, mientras que en español el uso del sujeto es en la mayoría de los casos facultativo,
en francés es obligatorio. Esto crea en los alumnos franceses una confusión, lo que implica
que su comprensión no sea lo suficientemente adecuada. Por ese motivo, la documentación
aquí juega un papel fundamental. Para solventar esta carencia comprensiva, solo basta con
acceder a las convocatorias a los Juegos Olímpicos de las distintas federaciones. En las convo-
catorias españolas, por ejemplo, no hay ningún hombre convocado. Esto ya nos da muchas
pistas del género del sujeto cuando hablamos de la selección China. Además, si accedemos a
la página web del Comité International Olympique (https://www.olympic.org/fr) encontramos
todos los deportes olímpicos (con curiosidades, características, historia, etc.). En dicha página
web podemos conocer que, junto a la gimnasia rítmica, es el único deporte olímpico que es
exclusivamente femenino. Por todos estos motivos, damos por hecho que quienes pierden o
ganan la medalla, como se dice en el fragmento original, es un grupo integrado exclusivamen-
te por mujeres, por lo que el sujeto debería ser elles en lugar de ils. Asimismo, otro de los
errores frecuentes en el alumnado ha sido la traducción al singular de lo que en la oración
original se expresaba en plural: «buenas coreografías». De entrada, si volvemos a acceder en la
página web del Comité International Olympique vemos que hay dos modalidades en esta
competición: dúos y equipos. Esto desmonta cualquier idea de que solo pueda existir una
coreografía, ya que, con estos datos, mínimo se necesitan dos. Asimismo, la página web de la
Real Federación Española de Natación, en la sección de natación artística, ofrece un apartado
denominado «resultados». En dicho apartado podemos ver los resultados de los Juegos Olím-
picos. Al acceder, por ejemplo, en el documento de los Juegos Olímpicos de Londres 2012,
vemos que tanto dúos como equipos tienen dos rutinas cada uno: rutinas técnicas y rutinas
libres para las dos modalidades. Igualmente, aunque en este estudio nos centramos en los
errores de traducción ligados a la comprensión y documentación, no queremos pasar por alto
una falta gramatical que se ha reproducido con bastante frecuencia: des bonnes coréographies.
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La gramática francesa dice que cuando el adjetivo se posicione delante de un sustantivo plu-
ral, ya no se usa un artículo indefinido plural (des), sino la preposición de. Por lo tanto, aque-
llas opciones como des bonnes coréographies, des belles coréographies, etc., tienen un error gra-
matical que no se podría pasar por alto tampoco. Y, por último, otro error ligado a la docu-
mentación y la comprensión de este fragmento es la traducción de «buenas coreografías» por
de belles coréographies. ¿Podríamos intercambiar belles y bonnes manteniendo el mismo senti-
do? Para ello, nos basamos en lo que el Centre Nationale de Ressources Textuelles et Lexica-
les (en adelante, CNRTL) dice. El CNRTL define bon(ne) de la siguiente manera: «[…] bon,
bonne indique que l’être, l’obj. concr. ou abstr. désigné par le subst. répond positivement à ce qui
est attendu de lui, sous le rapport de sa nature, de sa fonction, de son efficacité, etc. (CNRTL,
2018)». Por su parte, beau/belle, lo define de la siguiente manera: «Qui cause une vive impres-
sion capable de susciter l’admiration en raison de ses qualités supérieures dépassant la norme ou la
moyenne (CNRTL, 2018)». Aunque en las dos definiciones se hace referencia a la buena cali-
dad de algo o alguien (aspecto que en unos Juegos Olímpicos ya se da por hecho), vemos que
la bon(ne) incide más en el aspecto de lo respuesta positiva de lo que se espera de algo o al-
guien, mientras que beau/belle incide más en la impresión que se percibe de algo o alguien. Es
un pequeño matiz, pero que nos deja entrever una diferencia. No obstante, para poder elegir
la traducción óptima sin ningún tipo de dudas, habría que conocer el sistema de puntuación
de las coreografías de natación artística. Si accedemos a la FINA, página web oficial de la
Federación Internacional de Natación, podemos obtener el reglamento que explica el sistema
de puntuaciones en natación artística. En él descubrimos lo siguiente:
– Ejercicios técnicos: ejecución (30 %), impresión artística (30 %), elementos (40 %).
– Ejercicios libres: ejecución (30 %), impresión artística (40 %), dificultad (30 %).
Vemos, por lo tanto, que aquello que hacía referencia a la impresión, aquello que sería beau o
belle, solo es una parte de las tres notas. Lo que se espera de los ejercicios no es que artística-
mente dé una buena impresión, sino que se tenga una ejecución correcta y unos elementos
(en el caso de los ejercicios técnicos) y una dificultad (en el caso de los ejercicios libres) ade-
cuados al nivel que se exige. La realización, mejor o peor, de todo este conjunto, marcará la
diferencia. Por estos motivos, consideramos que belle no contiene todos los matices necesarios
para lo que realmente se espera de una coreografía que artísticamente puede tener una calidad
brutal y dar una impresión magnífica, pero la dificultad, por ejemplo, no es la esperada para
poder estar en el medallero.
PROPUESTA DE TRADUCCIÓN FINAL
Elle a créé de bonnes chorégraphies pour s’assurer que, cette fois-ci, elles ne perdraient pas la mé-
daille olympique d’argent face à qui que ce soit, comme cela s’était passé en 2012 contre l’Espagne.
5.4. Unidad 4
FRAGMENTO ORIGINAL
Será una tarea ardua y difícil, Italia y Japón están arriba asentados y hay poco tiempo.
TRADUCCIÓN PROPUESTA POR LOS ALUMNOS (SELECCIÓN)
1. Ce sera une tache rude et difficile, l’Italie et le Japon se sont établis en tête du classement et il
reste peu de temps.
2. Ce fut une tâche ardue et difficile, l’Italie et le Japon se sont positionnés dans une meilleure
position il y a peu de temps.
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3. Ce sera une tâche lourde et difficile, l’Italie et le Japon sont en pleine ascension et il reste peu
de temps.
ERRORES DE TRADUCCIÓN MÁS FRECUENTES
COMENTARIOS
Uno de los principales errores por parte del alumnado que ha llevado al falso sentido es no
tener claro a la hora de traducir la posición que ocupa Italia y Japón a nivel internacional. La
propuesta número 1 afirma que la clasificación a escala internacional está encabezada por
Italia y Japón. La opción 3 afirma que están en plena ascensión, pero, a diferencia del texto
original, no queda claro si están o no por delante de España. Para salir de dudas, sería conve-
niente acceder, por ejemplo, a la página web de la Federación Internacional de Natación y ver
los resultados en las diferentes competiciones de natación artística. Tras esta búsqueda, saca-
mos las siguientes conclusiones:
– Desde el año 2000, Rusia ocupa la primera posición en prácticamente todas las discipli-
nas.
– España entró en el pódium mundial en 2003 y salió de él en 2015 (salvo en la disciplina
de solo).
– Japón salió del pódium en 2009 y volvió a colocarse en él en 2015.
– Japón y Ucrania pelean por el tercer puesto mundial desde 2015.
– Italia superó a España solo en la disciplina de equipos a partir de 2016, pero se encuentra
lejos de la cuarta plaza mundial y España, desde 2017, cada vez está más cerca de Italia.
Por todo ello, consideramos que las propuestas 1 y 3 no respetan lo que se manifiesta en el
texto original, pues ninguno de estos países encabeza el ranking mundial y aunque no es del
todo incierto que estén en plena ascensión, vemos que España pisa los talones de nuevo a
Italia. La traducción de la propuesta 2 nos resulta más cercana (no del todo correcta) al texto
original, aunque el empleo del passé simple rompe el sentido manifestado en la oración espa-
ñola, en donde se habla de una acción futura, mientras que la traducción propuesta se refiere
a una acción pasada.
PROPUESTA DE TRADUCCIÓN FINAL
Ce sera une tâche très difficile. L’Italie et le Japon sont placés devant et le temps est compté.
5.5. Unidad 5
FRAGMENTO ORIGINAL
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COMENTARIOS
Llama la atención el bajo porcentaje de respuestas correctas (4,35 %) frente a la elevada cifra
de errores por falso sentido (86,96 %). Esto se debe a un problema lingüístico que ocultaba
en sí un problema extralingüístico: la traducción de la palabra «técnica». El Diccionario de la
Lengua Española (en adelante, DLE) define técnico, en su tercera acepción, de la siguiente
manera: «Persona que posee los conocimientos especiales de una ciencia o arte» (DLE, 2018).
No obstante, la mayoría del alumnado ha comprendido la palabra «técnica» con el significado
que propone el DLE en su quinta acepción: «Conjunto de procedimientos y recursos de que
se sirve una ciencia o un arte» (DLE, 2018). En español, la dificultad que les supone a los
alumnos franceses es que se utiliza un mismo término para dos conceptos diferentes. No
obstante, en francés, se establece una diferencia y se denomina technicien a lo que el DLE
propone en su tercera acepción, mientras que technique es la palabra empleada para hacer
referencia a lo que el DLE define en su quinta acepción. Para saber exactamente a qué se hace
referencia aquí debemos tener en cuenta varios aspectos. En primer lugar, si pensamos que se
hace referencia a technique en el fragmento original, deberíamos suponer que la técnica tiene
un componente artístico. Sin embargo, al revisar el sistema de puntuaciones (explicados en la
unidad 3), vemos que lo técnico y lo artístico van por separados. Con lo cual, no existen téc-
nicas artísticas, ya que son dos aspectos diferentes en natación artística. Asimismo, vemos que
la técnica es evaluada a todos los equipos por igual. Es una misma técnica ejecutada por dis-
tintos países. La técnica de las japonesas puede ser mejor o peor que la de las españolas; esta
sería la diferencia, el nivel de cada país, pero en ningún momento se habla de una técnica
propia de Japón. Este sería otro de los motivos que nos llevan a deducir que no sería una
technique japonaise. Podemos preguntarnos por qué hablamos entonces de una «técnica» que
es «artística». La razón es que Mayuko Fujiki se caracteriza por su capacidad creativa a la hora
de montar coreografías. Prueba de ello es su trabajo realizado en China. China era un país
técnicamente muy potente, pero al que siempre se le achacaba su capacidad artística. Mayu-
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ko, si leemos la prensa hablando de su trabajo realizado en este país, consiguió que China
mantuviese el nivel técnico y, además, mejoró considerablemente el nivel artístico de sus
coreografías. Por este motivo, la mayoría de las propuestas de traducción del alumnado no
son correctas (como vemos en la selección de la presente unidad).
PROPUESTA DE TRADUCCIÓN FINAL
La technicienne japonaise la plus artistique.
6. Conclusiones
La realización del presente estudio nos ha llevado a las conclusiones que a
continuación se enumeran.
En primer lugar, confirmamos nuestra idea de partida sobre la errónea con-
cepción de los alumnos que se inician en el mundo de la traducción. Estos suelen
considerar que el proceso traslativo es una actividad meramente lingüística, tal y co-
mo hemos visto en nuestro análisis, lo que da a lugar a errores en la traducción como
el falso sentido o el sin sentido, entre otros. Esta falsa idea por parte de los alumnos
que comienzan a estudiar asignaturas de traducción no es más que un reflejo repre-
sentativo de la concepción general de nuestra sociedad. El alumnado en cuestión
nunca había tenido contacto, hasta su entrada en los estudios de LEA, con el mundo
de la traducción y esto nos hace ver que nuestra sociedad aún sigue creyendo que
traducir es sinónimo de hacer uso de un diccionario y que para ello solo basta con el
conocimiento de, al menos, dos idiomas. No obstante, como hemos podido compro-
bar, el mero uso del diccionario, sin respetar cada una de las fases traslativas (en espe-
cial la fase de comprensión) no consigue en absoluto que la traducción de un texto
sea de lo óptima posible.
En segundo lugar, cabe destacar que los alumnos de Initiation à la traduction
(español-francés) de primer año cuentan, antes de iniciarse en la traducción de textos,
con clases de documentación en la que se estudian diversos aspectos, como aprender a
utilizar diferentes fuentes documentales, técnicas de búsquedas documentales por
internet (por ejemplo, búsquedas booleanas), saber seleccionar aquellos documentos
de fiabilidad, etc. Además, antes de proporcionar el texto que se debe traducir, se
dedica una parte de la clase a la temática pertinente para que el proceso documental
sea más llevadero. No obstante, podemos percatarnos, gracias a los resultados obteni-
dos, que los alumnos no han llevado a cabo una documentación que les permitiese
solventar aquellas dudas relativas a la comprensión del texto meta. Por un lado, esto
nos lleva a pensar que, a pesar de incidir en la importancia de la documentación para
la comprensión de un texto que se ha de traducir, los alumnos han primado la mera
transposición lingüística y han descuidado los primeros pasos que se deben realizar en
el proceso traslativo. Por otro lado, los resultados nos hacen creer que, asimismo, hay
alumnos que han estimado equívocamente dar por hecho que comprenden elementos
del texto origen y que, por consiguiente, la tarea documental no era necesaria. Corro-
boramos por lo tanto que la traducción es un proceso complejo en el que, a nuestro
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modo de ver, la duda constante, salvo en aquellos casos en el que podemos afirmar
que conocemos un concepto a la perfección, puede convertirse en nuestra gran aliada.
Debemos estar seguros al 100 % de que comprendemos algo; de lo contrario, debe-
mos proceder a asegurarnos de la correcta comprensión del texto origen por vía de la
documentación.
Y, en tercer lugar, las razones antes evocadas nos llevan a considerar que de-
bemos seguir concienciando a los alumnos que se inician en una formación en tra-
ducción sobre la importancia de la comprensión y la documentación. A pesar de ha-
ber dedicado parte de la asignatura a poner de relieve estos aspectos, vemos que no ha
sido suficiente, por lo que creemos que deberíamos buscar otros mecanismos, además
de los ya trabajados, para conseguir nuestro objetivo deseado. Pensamos que, además
de la corrección de la traducción, una actividad interesante sería la realización de fi-
chas de análisis de sus propios errores una vez concluida las correcciones. El hecho de
que ellos mismos clasifiquen sus errores, establezcan el origen de estos y expliquen los
pasos que se deberían haber realizado podría ser de gran ayuda de cara a futuras tra-
ducciones y al respeto de cada una de las etapas fases que se han de seguir en el proce-
so traslativo.
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
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Ressources Textuelles et Lexicales (CNRTL). Consulta en línea: http://www.cnrtl.fr;
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https://doi.org/10.25145/j.cedille.2020.17.19 409
Çédille, revista de estudios franceses, 17 (2020), 391-410 Jorge Valdenebro Sánchez
https://doi.org/10.25145/j.cedille.2020.17.19 410
ISSN: 1699-4949
nº 17 (primavera de 2020)
Varia
Kateřina VALENTOVÁ
Universitat de Lleida
katerina.valentova@udl.cat
ORCID: 0000-0001-5252-9473
Resumen
Una parte esencial de la no verbalidad es la kinésica que abarca movimientos del
cuerpo humano y la gestualidad articulada en el rostro. En un acto comunicativo, los gestos
adquieren una importancia clave en la interpretación de mensajes emitidos, pudiendo llegar,
incluso, a contradecir lo dicho. En un texto literario, especialmente de índole realista, estos
gestos se corresponden con las actitudes de los personajes y aportan una imagen fidedigna de
su comportamiento y personalidad. La elección del aparato kinésico en una obra concreta
genera en el lector unas determinadas simulaciones perceptivas que, además, completan la
interpretación literaria cognitivamente. El presente artículo se dispone a examinar las mani-
festaciones kinésicas en la novela L’Assommoir de Émile Zola y a relacionar sus características
con la estética naturalista.
Palabras clave: Naturalismo. Kinésica. Bestia humana. Clase obrera.
Résumé
Une partie essentielle de la non-verbalité est la kinésie qui englobe les mouvements
du corps humain ainsi que les gestes articulés sur le visage. Dans un acte de communication,
les gestes acquièrent une importance capitale dans l'interprétation des messages émis, pou-
vant même aller à l’encontre de ce qui a été dit. Dans un texte littéraire, surtout de nature
réaliste, ces gestes correspondent aux attitudes des personnages et fournissent une image
fiable de leur comportement et de leur personnalité. Le choix de l'appareil kinésique dans un
travail spécifique génère chez le lecteur certaines simulations perceptuelles qui, en outre,
complètent l'interprétation littéraire cognitivement. Cet article est sur le point d'examiner les
manifestations kinésiques du roman L'Assommoir d'Émile Zola et de relier ses caractéristiques
à l'esthétique naturaliste.
Mots clé : Naturalisme. Kinésie. Bête humaine. Classe ouvrière.
Abstract
An essential part of nonverbal manifestations is the kinesics that encompasses
movements of the human body and the gestures articulated in the face. In a communicative
act, the gestures acquire a key importance in the interpretation of emitted messages, being
able even to contradict what has been said. In a literary text, especially those of a realistic
nature, these gestures correspond to the attitudes of the characters and provide a reliable
image of their behaviour and personality. The choice of the kinesic apparatus in a specific
work generates in the reader particular perceptual simulations that, in addition, complete the
literary interpretation cognitively. The present article aims at examining the kinetic manifes-
tations in the novel L'Assommoir by Émile Zola and to relate its characteristics to the aesthet-
ics of naturalism.
Keywords: Naturalism. Kinesics. Human Beast. Working Class.
0. Introduction
La citation en tête de cet article ressemble à une scène de chasse qui décrit
l’attaque d’une bête sauvage à un pauvre animal sans défense. En réalité, il s’agit d’un
épisode quotidien chez les Bijard où le père, soûl et enragé, bat sa propre fille. La
description des mouvements du corps humain, subtiles ou violents, fournit au narra-
teur l’un des moyens les plus efficaces pour nous de transmettre avec précision les
nuances de l’action et les sentiments des personnages, ce qui nous évite les malenten-
dus, l’incertitude ou la fatigue de devoir les imaginer par caprice ; en somme, la kiné-
sie dans un récit littéraire comprend « la réalité physique de la fiction » (Vanoosthuyse,
2010 : 158). La faculté de sémantiser mais surtout de comprendre les mouvements
corporels s’appelle, selon Ellen Spolsky, l’intelligence kinésique et dans la littérature,
elle occupe un lieu très pertinent, parce qu’elle fournit au texte une dimension multi-
sensorielle, notamment celle de la perception motrice (en Bolens, 2008). Cela ne veut
pas forcément dire que le prurit d’une exhaustivité minutieuse rende plus compré-
hensible la conduite et le caractère des personnages ; mais dans le cas de la littérature
naturaliste, en général, ces détails ne sont pas gratuits. Ces traits kinésiques font le
sujet de cet article.
L’étude de la kinésie dans le domaine de l'anthropologie remonte aux années
1950, où Ray Birdwhistell publie son œuvre Introduction to kinesics (1952), mais les
expressions faciales ont déjà été étudiées dans les années 1940 par le psychologue Da-
vid Efron dans Gesture and environment (1941). La personne qui approche le langage
nonverbal au récit littéraire est Fernando Poyatos dans le troisième volume de son
œuvre Nonverbal Communication (1994) dédié au théâtre et récit littéraire en prose.
Son apport aux études kinésiques a une longue tradition, mais il y a d’autres auteurs
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une certaine apparence animale par le contenu réduit du discours : les réponses aux
questions peuvent être brèves et concrètes, avec une réduction du discours spontané.
Dans L’Assommoir, la classe sociale qui est représentée est celle des ouvriers :
Au loin, des cloches d’usine sonnaient ; et les ouvriers ne se
pressaient pas, rallumaient des pipes ; puis, le dos arrondi,
après s’être appelés d’un marchand de vin à l’autre, ils se déci-
daient à reprendre le chemin de l’atelier, en traînant les pieds
(L’Assommoir : 409).
Ils agissent comme une masse, anonyme et muette. On pourrait dire qu’ils
ressemblent à des automates, absorbés dans leurs pensées obsédantes et des rêveries
diurnes, des rêves éveillés et involontaires. On est d’accord avec Fanny Audibert
(2018 : 163) qui affirme que « [l]a perte de la volonté signale un symptôme plus gé-
néral, qui est l’activité automatique de l’esprit (et du corps) » dont la manifestation la
plus éloquente est offerte par les ouvriers.
Selon Simone Bonnafous (1981 : 53), « Zola est le premier à faire entrer
l’ouvrier dans la littérature. Balzac n’en avait parlé qu’incidemment. La vision de
George Sand manquait de réalisme, et même Les misérables parus 15 ans avant
L’Assommoir, n’étaient pas une peinture de la classe ouvrière ». Cette masse des ou-
vriers est représentée comme une foule qui piétine et se coudoie :
Dans les cinq évocations de foule […] dont il n’est pas anodin
de remarquer que deux d’entre elles ouvrent et ferment le ro-
man, un premier fait nous frappe : l’abondance des substantifs
abstraits : envahissement, un continuel piétinement de foule,
un écrasement de foule, l’étranglement étroit des maisons, une
hâte de pas, un coudoiement sans fin, etc. (Bonnafous, 1981 :
53).
Le coudoiement, compris comme un mouvement habituel et fréquent des
ouvriers, correspond à la catégorie des alter-adaptateurs, car il s’agit d’un contact
entre deux ou plusieurs personnes. Il est significatif que les actions qui exigent le con-
cours de la multitude n’apportent rien qui élève les personnages au-dessus de
l’animalité pure, celle d’un animal domestique ; nous n’y trouvons pas une personna-
lité réelle, une intervention rationnelle de la volonté, mais le simple et mécanique
résultat des forces matérielles extérieures, « des forces supérieures, impersonnelles et
irrésistibles qui gouvernent les êtres » (Bonnafous, 1981 : 53-54); pas vraiment des
personnes, mais une masse agitée et bruyante 1 : « Sur les deux trottoirs, dans
l’étranglement étroit des maisons, c’était une hâte de pas, des bras ballants, un cou-
doiement sans fin » (L’Assommoir: 406).
1
En plus, pour Jacquet (1995 : 103), ce type de bruit symbolise une organisation d’une « colonne
sonore, la voulant, la créant cacophonique mais pas confuse, soulignant toute valeur collective » et
l’accéleration de rythme donne la sensation d’une forme de militarisation.
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Cette vision de la foule, dit Bonnafous, est plus qu’une description, une im-
pression pour les yeux ; on peut dire que c’est un héritage des amis impressionnistes
de Zola ; peindre de manière impressionniste, c’est représenter ce que l’on voit avec
les yeux, la réalité telle qu’elle apparaît devant le regard de l’artiste, comme le pro-
clame la doctrine naturaliste. En dépit du dessein positiviste ou naturaliste, il est dif-
ficile de nier le caractère métaphorique (fantomatique) de cette image de la multi-
tude :
Une lecture rapide nous pousserait peut-être à voir une menace
dans ce troupeau humain, du fait de la situation de ceux qui le
regardent ; c’est-à-dire de Gervaise, dans la plupart des cas.
Sauf à la fin, elle n’est jamais mêlée à la foule : elle la con-
temple de sa fenêtre (Bonnafous, 1981 : 54).
En effet, la maison de Gervaise est une sorte de forteresse qui la protège, mais
à la fin elle sera engloutie par la foule :
Et Gervaise laissait couler la cohue, indifférente aux chocs,
coudoyée à droite, coudoyée à gauche, roulée au milieu du
flot ; car les hommes n’ont pas le temps de se montrer galants,
quand ils sont cassés en deux de fatigue et galopés par la faim
(L’Assommoir : 766).
Les ouvriers qui intègrent cette masse uniforme déploient leur mobilité ani-
male, dont l’expression corporelle est exprimée moyennant des formules qui exhalent
un air atrabilaire : il faut souligner « les bras ballants », leur marche « en traînant les
pieds » et leurs corps « cassés en deux de fatigue », ainsi que « le dos arrondi » des
citations antérieures qui décrivent la fatigue à cause de leur dur travail, leur malheur
et la faim dont ils souffrent dans une société où ils ne sont que des esclaves qui les
exploite et les méprise.
Le ton ne change pas quand on passe de la foule à l’individu. Le personnage
secondaire du père Bru est un ouvrier en retraite, mais qui a travaillé « le demi-siècle
passé à peindre des portes et à blanchir des plafonds aux quatre coins de Paris ».
Maintenant il n’a rien à manger, parce que le gouvernement ne prend pas soin de ses
citoyens âgés. C’est donc Gervaise qui s’occupe de son voisin : « souvent […] le for-
çait à manger un morceau de pain avec du fromage ». Les traits physiques du père
Bru ne sont pas singuliers, mais propres d’un vieillard délabré : « le corps voûté, la
barbe blanche, la face ridée comme une vieille pomme, demeurait des heures sans rien
dire » (L’Assommoir : 552). Quand il entre chez Gervaise le jour de sa fête, Zola le
décrit « courbé, roidi, la face muette » (L’Assommoir : 572). Et les mouvements limités
de son faible corps caractérisent encore mieux sa décrépitude. Il ne parle jamais ; au
lieu de mots, il utilise le geste symbolique de hocher la tête si on lui demande quelque
chose : « –Asseyez-vous là, mon brave homme, dit la blanchisseuse. Vous voulez bien
manger avec nous, n’est-ce pas ? Il hocha simplement la tête. Il voulait bien, ça lui
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était égal » (L’Assommoir : 572). Courbé, roidi, hochant la tête : ce sont les indications
corporelles et kinésiques précises qui nous font bien sensible sa misérable condition
d’ouvrier en retraite, fatigué, dépouillé de toute espoir, ne voulant pas gaspiller ses
énergies à parler.
D’un autre côté, Gervaise est présentée au début comme une bonne ouvrière
qui s’occupe soigneusement de son linge ; la façon dont elle manipule les vêtements
nous révèle sa vigueur et sa propreté :
Gervaise le replongea dans le baquet, le reprit pièce par pièce
pour le frotter de savon une seconde fois et le brosser. D’une
main, elle fixait la pièce sur la batterie ; de l’autre main, qui te-
nait la courte brosse de chiendent, elle tirait du linge une
mousse salie, qui, par longues bavures, tombait (L’Assommoir :
388).
Sa gestualité souligne l’attention qu’elle donne aux détails, un signe indé-
niable de responsabilité et de satisfaction. Mais à la fin de l’histoire, quand elle suc-
combe aux tentations de son milieu et aux vices de son mari alcoolique, elle
s’abandonne à la paresse et à la saleté : « cette nouvelle assit Gervaise dans la mare
d’eau sale qui emplissait la boutique » (L’Assommoir : 733). Outre la victoire du dé-
terminisme sur l’individu, Kate Griffiths (2003 : 68) estime que Gervaise devient une
autre victime du mimétisme que Zola applique aux personnages féminins qui adop-
tent le comportement des figures masculines les plus proches. Cela se produit dans
l’exemple donné par l’auteur lorsque « Gervaise imite son mari, mais est incapable de
se distancier de tel mimétisme, elle adopte l’identité qu’elle imite et finalement ab-
sorbe la folie de Coupeau comme la sienne »2. De toute façon, dans le cas de
l’alcoolisme et l’abandon, Zola a voulu faire intervenir le milieu et les prédispositions
héritées de son père, selon les principes d’hérédité qu’il a lues et étudiées.
Lorsqu’au début Gervaise était bonne ouvrière, au lavoir, elle répondait à ma-
dame Boche hochant la tête, trop concentrée à laver les linges pour lui donner une
réponse verbale : « Gervaise, les reins en deux, les mains enfoncées et crispées dans le
linge, se contenta de hocher la tête ». Elle « s’essuya le front de sa main mouillée. Elle
tira de l’eau une autre pièce de linge, en hochant de nouveau la tête. Un instant,
toutes deux gardèrent le silence » (L’Assommoir : 390). Mais vers la fin du roman,
Gervaise ne fait que bavarder et rester assise, les bras croisés ou dans ses jupes, au lieu
de travailler. C’est bien une modification des habitudes kinésiques qui nous parle de
la décadence morale et physique. Pour Zola, la paresse est un vice qui ne peut pas
rester impuni. Aussi Coupeau reçoit son châtiment : après son accident, il « restait les
bras croisés en face des maisons en construction, avec des ricanements, des hoche-
ments de tête ; et il blaguait les ouvriers qui trimaient, il allongeait sa jambe, pour
leur montrer où ça menait de s’esquinter le tempérament » (L’Assommoir : 489) ; c’est
2
Citation traduite de l’anglais.
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3
On se souvient de cette scène racontée par Baudelaire (Mon cœur mis à nu, XLVI) : « Tous les imbé-
ciles de la bourgeoisie qui prononcent sans cesse les mots : ‘‘immoral, immoralité, moralité dans l’art’’
et autres bêtises me font penser à Louise Villedieu, putain à cinq francs, qui m’accompagnant une fois
au Louvre, où elle n’était jamais allée, se mit à rougir, à se couvrir le visage, et me tirant à chaque ins-
tant par la manche, me demandait, devant les statues et les tableaux immortels, comment on pouvait
étaler publiquement de pareilles indécences ».
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aussi à son surnom méprisant (qui encore une fois fait allusion à une caractéristique
kinésique, le balancement de la boiteuse) :
Madame Lorilleux s’oublia, se tourna d’un mouvement
brusque. –Ça, c’est plus fort ! Cria-t-elle. Tu vas coucher dans
la chambre à la Banban ! Gervaise devint toute pâle. Ce sur-
nom, qu’elle recevait à la face pour la première fois, la frappait
comme un soufflet (L’Assommoir : 461).
Aussi sensible qu’un mouvement ostensif est ce soudain blêmissement de
Gervaise en écoutant son outrageant surnom : une réaction thermique causée par une
émotion fortement négative et qui compte comme un vrai geste adaptateur, dont
l’évidence physiologique est rehaussée par la description métaphorique de l’offense
qui frappe sa face « comme un soufflet ».
En plus, ils agissent toujours d’une manière tout à fait irrespectueuse :
« [Mme Lorilleux] tourna le dos, elle se remit à tirer son fil d’or, en affectant
d’ignorer la présence de sa belle-sœur » (L’Assommoir : 522) ; puis, son mari fait le
même : « il reprit le bout de chaîne, tourna le dos à son tour » (L’Assommoir : 523).
Cette attitude littérale du ménage devient métaphorique au bout du roman, quand
Gervaise vient emprunter de l’argent et ils lui « tournent le dos » en refusant de
l’aider : « Alors, les Lorilleux pincèrent les lèvres et échangèrent un mince regard. La
Banban mendiait, à cette heure ! Eh bien ! Le plongeon était complet » (L’Assommoir :
755). Le geste très symptomatique, très révélateur, que le ménage fait de « pincer les
lèvres » ainsi que « l’échange d’un mince regard » correspondent à leur satisfaction de
voir Gervaise malheureuse. Sans rien dire, les deux se communiquent et se compren-
nent parfaitement 4.
Leur attitude constitue une sorte de vengeance contre le bonheur dont Ger-
vaise jouissait, comme dans la scène de la grande fête : « les Lorilleux ne pouvaient
pas se contenir. C’était plus fort qu’eux, ils louchaient, ils avaient le bec de travers »
(L’Assommoir : 569) ; et aussi : « Lorilleux et madame Lorilleux pinçaient le nez, suf-
foqués de voir une oie pareille sur la table de la Banban » (L’Assommoir : 576). Dans
cette scène, les gestes de « loucher » et d’avoir « le bec de travers » agissent d’une ma-
nière caricaturale mais aussi morale selon Zola, parce que la convoitise, comme un
des péchés capitaux, déforme leur visage. En vertu de sa propre nature irrationnelle,
cette rancœur –l’exact complément de la Schadenfreude qui finalement les Lorilleux
4
Cette intime et parfaite intelligence mutuelle parmi les époux est un fait presque naturel et bien
commun, pas seulement dans la malice, mais aussi dans la douceur. Dans Anna Karénine (4e partie,
chap. XIII), Tolstoï nous montre un exemple d’exacte compréhension sans paroles. Cet exemple ne
fait pas référence à la substitution des mots par des gestes, mais plutôt à des indications minimales (les
initiales) des mêmes mots ; pourtant, d’une perspective quelque peu plus large, il s’agit de la même
chose : il y a des signes, que ce soit conventionnels ou naturels, auditifs, visuels ou verbaux, qui sont
compris en vertu d’une intuition mutuelle, d’une intimité.
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savoureront– est exprimée par ces démonstrations physiologiques bien mieux qu’avec
des paroles.
Leur fausseté pendant les temps de bonheur de Gervaise est trahie par leur
comportement non verbal. Pendant la fête, ils mangent et ils boivent, mais la jalousie
et l’avarice leur rongent les entrailles : « Les Lorilleux, devant la prospérité du mé-
nage, étaient devenus très aimables, faisaient un éloge outré de Gervaise, en laissant
échapper de petits gestes restrictifs, des hochements de menton, des battements de
paupières, comme pour ajourner leur vrai jugement » (L’Assommoir : 469), qui arrive
alors avec la chute de Gervaise.
Le comportement des Lorilleux ne souffre aucune évolution, parce que dès le
début leurs attitudes non verbales sont suscitées par la pingrerie et la convoitise envers
Gervaise. Ils ne supportent pas qu’elle soit heureuse et ils se réjouissent finalement
quand elle souffre.
3. Le corps et la violence
La violence dans L’Assommoir est le leitmotiv qui traverse toute l’histoire de-
puis que Gervaise confronte Lantier son infidélité et lui se montre violent en lui
criant à la face et en la menaçant des poings : « Lantier leva les deux poings ; puis,
résistant au besoin de la battre, il lui saisit les bras, la secoua violemment, l’envoya
tomber sur le lit des enfants, qui se mirent de nouveau à crier » (L’Assommoir : 382) ;
jusqu’à la fin quand Gervaise se laisse entraîner dans le tourbillon de la cohue ou-
vrière qui la « coudoie et roule au milieu du flot » (L’Assommoir : 766).
De même, Lantier dans la première scène se montre violent quand elle se dis-
pose à ramasser ses vêtements sales pour les laver : « il ferma la malle brutalement,
s’assit dessus, lui cria : Non ! dans la figure » (L’Assommoir : 385). Encore une fois, ce
sont les attitudes corporelles qui portent toute la signification de la scène. L’action de
fermer la malle, sobrement et précisément caractérisée, intensifiée par l’adverbe « bru-
talement », ainsi que les cris d’une proximité menaçante, « dans la figure » de Ger-
vaise, montrent l’homme agissant de manière violente devant une femme qui ne peut
pas se protéger ; c’est la transformation soudaine de l’homme en bête, qui montre sa
supériorité virile – mais aussi sa faiblesse, son intempérance – moyennant la violence.
Coupeau après son accident devient pareil ou pire :
Elle voulut rire, le coucher, comme elle faisait les jours où il
avait le vin bon enfant. Mais il la bouscula, sans desserrer les
lèvres ; et, en passant, en gagnant de lui-même son lit, il leva le
poing sur elle. Il ressemblait à l’autre, au soûlard qui ronflait là-
haut, las d’avoir tapé (L’Assommoir : 557).
Les lèvres serrées, ainsi que l’action de la bousculer et de lever le poing sur elle
sont des gestes presque typifiés qui soulignent la colère. Il ne s’agit pas de faits occa-
sionnels et sans conséquences ; au contraire, ce sont des symptômes d’une course ir-
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rémédiable, voire naturelle, vers la brutalité ; ce manque de respect mutuel finit par
des agressions chaque fois plus violentes pendant les disputes du ménage : « Un vrai
bousin, leur chez eux, à cette heure. La journée entière, ils s’empoignaient. Pourtant,
ils ne se tapaient pas encore, à peine quelques claques parties toutes seules dans le fort
des disputes » (L’Assommoir : 685).
D’ailleurs, la bagarre entre Gervaise et Virginie au lavoir qui, par sa descrip-
tion explicite, approche le point maximal du réalisme, passe en égalité de conditions,
parce que les deux sont des femmes. La scène est longue, presque sept pages de coups,
claques, tapes, accompagnés d’insultes et de cris de rage et de douleur. Elle com-
mence avec Gervaise pleurant en voyant la clé de la chambre de l’hôtel Boncœur ap-
portée par ses fils et qui annonce l’abandon de Lantier. Virginie qui est présente au
lavoir, chuchote avec d’autres femmes sur l’infidélité de Lantier avec sa sœur Adèle, ce
qui met Gervaise en colère : « Les bras en avant, cherchant à terre, tournant sur elle-
même, dans un tremblement de tous ses membres, elle marcha quelques pas, rencon-
tra un seau plein, le saisit à deux mains, le vida à toute volée » (L’Assommoir : 395). La
bataille s’engage avec des insultes que se lancent les deux femmes mutuellement ;
alors, il s’agit, au début, d’une bataille plutôt verbale. Mais quand les mots enragent
davantage Gervaise, au lieu de mots, elles se lancent de l’eau l’une sur l’autre : « Elles
courent toutes deux le long de baquets, s’emparant des seaux pleins, revenant se les
jeter à la tête » (L’Assommoir : 397). Puis, quand le courroux monte, « Virginie venait
de sauter à la gorge de Gervaise. Elle le serrait au cou, tâchait de l’étrangler. Alors,
celle-ci, d’une violente secousse, se dégagea, se pendit à la queue de son chignon,
comme si elle avait voulu lui arracher la tête » (L’Assommoir : 398). Pendant la ba-
taille, les deux femmes se déchirent les robes et elles montrent leurs chairs : « son cor-
sage, craqué au cou, montra sa peau, tout un bout d’épaule ; tandis que la blonde,
déshabillée, une manche de sa camisole blanche ôtée sans qu’elle sût comment, avait
un accroc à sa chemise qui découvrait le pli de sa taille » (L’Assommoir : 398). La lutte
continue chaque fois plus brutale, moins féminine, les deux femmes ressemblant à
deux bêtes enragées :
Un moment, elles restèrent là, agenouillées, à se menacer. Les
cheveux dans la face, la poitrine soufflante, boueuses, tumé-
fiées, elles se guettaient, attendant, reprenant haleine. Gervaise
porta le premier coup ; son battoir glissa sur l’épaule de Virgi-
nie. […] Alors, mises en train, elles se tapèrent comme les la-
veuses tapent leur linge, rudement, en cadence (L’Assommoir :
399-400).
Finalement, Gervaise gagne en pliant Virginie et en lui arrachant le pantalon
sous les jupes : « les cuisses nues, les fesses nues […] elle se mit à battre » le derrière de
sa rivale. « À chaque tape, une bande rouge marbrait la peau blanche » (L’Assommoir :
400).
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Dans cette scène, Zola montre la violence atténuée des femmes, moins bru-
tale, plus sensuelle, qui laisse entrevoir les parties intimes cachées sous les vêtements.
L’agressivité passe des regards menaçants aux attaques verbales et, finalement, aux
attaques physiques. Les autres ouvrières ne se conduisent pas mieux :
Alors, la grande Clémence se rhabilla en bougonnant. En voilà
des giries ! Avec ça que les passants n’avaient jamais vu des né-
nais ! Et elle soulagea sa colère sur l’apprentie, ce louchon
d’Augustine, qui repassait à côté d’elle du linge plat, des bas et
des mouchoirs ; elle la bouscula, la poussa avec son coude.
Mais Augustine, hargneuse, d’une méchanceté sournoise de
monstre et de souffre-douleur, cracha par-derrière sur sa robe,
sans qu’on la vit, pour se venger (L’Assommoir : 505).
C’est la violence des femmes ordinaires, stupides, pas dans le sens d’un trait
de caractère individuel, mais comme la conduite propre des gens de cette classe so-
ciale, dans le monde zolien. Elles se poussent du coude, se crachent par derrière, mais
sans jamais arriver au degré de violence masculine, comme dans le cas qui suit, où un
ivrogne bat brutalement sa femme et sa fille. Gervaise écoute des cris et des bruits de
tapes, elle monte chez les Bijard et trouve la femme :
les jupes encore trempées par l’eau du lavoir et collées à ses
cuisses, les cheveux arrachés, saignante, râlait d’un souffle fort,
avec des oh ! oh ! prolongés, à chaque coup de talon de Bijard.
Il l’avait d’abord abattue de ses deux poings ; maintenant, il la
piétinait (L’Assommoir : 556).
Cette brutalité dont Bijard fait preuve en battant sa femme, soulignée par les
cheveux arrachés, le sang, les coups des poings et de talon, est le résultat de
l’alcoolisme qui transforme l’homme en une bête enragée ; après avoir tué sa femme,
il décharge sa colère sur sa petite fille Lalie, dont on a déjà parlé auparavant : « Non,
jamais on ne se douterait des idées de férocité qui peuvent pousser au fond d’une
cervelle de pochard » (L’Assommoir : 691), c’est l’amère commentaire de Zola à la fin
d’une de ces scènes terrifiantes.
La grande quantité de ces gestes brutaux, des coups, des tapes, des gifles, des
soufflets, des calottes, etc., ne fait que souligner l’énorme violence du milieu dont
Gervaise provient 5. Gervaise en a reçu lorsqu’elle était jeune, de son père : « le père
Macquart, pour un oui, pour un non, m’allongeait des coups de pied dans les reins »
(L’Assommoir : 388), raconte-elle ; mais la dureté et le venin semblent héréditaires, ou
mimiques selon Griffiths (2003), et c’est aussi elle qui en donne à sa fille : « Elle dis-
tribua des taloches, souffleta Nana sur les deux joues, flanqua un coup de pied à Pau-
line, cette grande dinde qui laissait prendre le sabot de sa mère » (L’Assommoir : 520).
5
Selon Jacquet (1995), le verbe « taper » répresente une sorte de bruit-obsession de Zola, ensemble
avec les autres verbes comme « frapper » et « battre » qui apportent, en plus, de la sonorité au roman.
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De nouveau, on observe la règle absolue des lois de l’hérédité génétique, qui oblige
Gervaise à reproduire ce qu’elle avait reçu. Coupeau traite son beau-fils de la même
mauvaise manière : « Trois jours après, il lançait des coups de pied au derrière du
petit, matin et soir, si bien que l’enfant, quand il l’entendait monter, se sauvait chez
les Goujet, où la vieille dentellière lui gardait un coin de la table pour faire ses devoirs
» (L’Assommoir : 489), et puis, sa propre fille Nana aussi : « Coupeau avait ramené
Nana à coups de pied au derrière » (L’Assommoir : 713). Il semble que dans le milieu
décrit par Zola, la maltraitance des enfants est bien habituelle.
4. Le corps et l’addiction
La violence extrême présente dans L’Assommoir transforme les personnages en
vraies bêtes humaines. Mais ce n’est pas la seule caractérisation de leur ressemblance
avec les animaux. Pendant la visite du Louvre, hors de leur milieu, ils sont décrits
comme « un troupeau débandé » par son comportement non verbal qui contraste
avec la sacrée solennité du lieu qu’ils sont en train de visiter. Ils n’ont pas l’éducation
nécessaire pour savoir comment se conduire, alors ils tapent leurs souliers fortement,
faisant sonner le parquet (geste kinésique auditif), comme des sauvages : « Et la noce,
déjà lasse, perdant de son respect, traînait ses souliers à clous, tapait ses talons sur les
parquets sonores, avec le piétinement d’un troupeau débandé, lâché au milieu de la
propreté nue et recueillie des salles » (L’Assommoir : 446).
Dans la scène où Bijard témoigne la mort de sa fille Lalie 6, son expression
corporelle montre un être incapable de gérer ses émotions, qui le laissent paralysé : «
Lui, abruti, repris par les fumées de l’ivresse, roulait la tête en la regardant passer de
ses yeux ronds. Ça remuait en lui toutes sortes de choses ; mais il ne trouvait plus
rien, et avait la couenne trop brûlée pour pleurer » (L’Assommoir : 758). Son état
d’ivresse le réduit à émettre le geste caractéristique et symptomatique de « rouler la
tête » sans pouvoir rien dire : « Bijard, stupide, les yeux sur ce cadavre qu’il avait fait,
roulait toujours la tête, du mouvement ralenti d’un animal qui a de l’embêtement »
(L’Assommoir : 760). Cette scène montre Bijard comme une bête humaine impuis-
sante, empêchée de parler, anéantie par les faits et limitée à l’expression gestuelle hé-
bétée, ce qui contraste avec son comportement quand il battait sa femme dans l’état
d’ivresse : « il se retournait, muet, une écume aux lèvres ; et, dans ses yeux pâles,
l’alcool flambait, allumait une flamme de meurtre » (L’Assommoir : 556-557), ou, de
6
La saga Les Rougon-Macquart, comme les études sur la mort du XIXe siècle, nous révèlent une pré-
dominance de la figure féminine autour de l’agonisant comme « le signe d’une réappropriation du
mort par la famille, dont les femmes garantissent l’unité. Cette effective féminisation dans l’œuvre de
Zola, si elle resulte de la transposition d’un fait social en fait littéraire, ne suffit pas à expliquer la per-
sistance du personnage féminin qui, lorsqu’il n’est pas spécifiquement la mère, en livre souvent
l’image » (Cnockaert, 2003 : 137). L’episode de Lalie est brutale, non seulement parce qu’elle n’est
qu’un enfant, mais aussi parce qu’elle incarne la maternité, malgré son jeune âge (« Lalie, la petite
mère »).
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même, quand il battait sa fille ; toutes les deux maintenant mortes : « une légère
écume lui venait aux lèvres, ses yeux jaunes sortaient de leurs trous noirs »
(L’Assommoir : 693).
L’alcool est donc la cause principale qui mène les personnages à se comporter
comme des animaux. Quand ils sont soûls, leur conduite se réduit aux instincts pri-
maires, et ceci se reflète surtout dans leur attitude kinésique. Gervaise est bien cons-
ciente des effets que l’alcool exerce sur les ouvriers et elle songe à ne jamais tomber
sous son influence. Zola exprime la peur que l’héroïne a de l’alcool en utilisant un
oxymoron puissant : « Alors, Gervaise, prise d’un frisson, recula ; et elle tâchait de
sourire, en murmurant : –C’est bête, ça me fait froid, cette machine… la boisson me
fait froid… » (L’Assommoir : 412). La réaction thermique que lui produit la machine
à distiller est toute contraire à celle que l’eau-de-vie produit normalement dans la
gorge. Cette aversion joue le rôle d’un présage selon lequel l’alcoolisme sera respon-
sable de sa chute :
Gervaise s’était prêtée à ce jeu ; et, quand elle lui lâcha le bras,
les camarades trouvèrent la blague si bonne, qu’ils se jetèrent
les uns sur les autres, braillant et se frottant les épaules comme
des ânes qu’on étrille. Le zingueur avait la bouche fendue par
un tel rire, qu’on lui voyait jusqu’au gosier (L’Assommoir :
703).
Zola compare leur comportement aux « ânes qu’on étrille », hébétés par
l’alcool, riant comme des brutes, comme dans la scène où ils observent Gervaise boire
pour la première fois : « Et lorsqu’on lui eut apporté un verre de vitriol, et que sa
mâchoire se contracta, à la première gorgée, le zingueur reprit, en se tapant sur les
cuisses : –Hein ! Ça te rabote le sifflet !… Avale d’une lampée » (L’Assommoir : 706).
Le geste de se taper sur les cuisses répond aussi à une gestualité de moquerie, de nou-
veau confirmant leur stupidité.
Ils agissent toujours en compagnie, comme un troupeau de bêtes : « ils se ri-
canaient dans la figure, le soir, après le dîner, les coudes posés au bord de la table ; ils
se frottaient l’un contre l’autre toute la journée, comme les chats qui cherchent et
cultivent leur plaisir » (L’Assommoir : 647). Pour ces individus, rien n’est sacré ; ce qui
prouve le geste blasphémateur de Coupeau en se croisant : « Justement, Coupeau se
leva pour faire le signe de croix des pochards. Sur la tête il prononça Montpernasse, à
l’épaule droite Menilmonte, à l’épaule gauche la Courtille, au milieu du ventre Ba-
gnolet, et dans le creux de l’estomac trois fois Lapin sauté » (L’Assommoir : 627).
Bientôt, Gervaise adoptera leur comportement lorsqu’elle se mettra à boire
aussi :
elle laissa tomber son menton sur ses mains, elle ne vit plus que
Coupeau et les camarades ; et elle demeura nez à nez avec eux,
tout près, les joues chauffées par leur haleine, regardant leurs
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barbes sales, comme si elle en avait compté les poils. Ils étaient
très soûls, à cette heure (L’Assommoir : 707).
En rentrant à la maison complètement soûle, elle est regardée par la petite La-
lie, qui est prise par une terrible peur de la ressemblance de Gervaise avec son père :
Mais, en face du visage hébété de la blanchisseuse, elle recula et
trembla. Elle connaissait ce souffle d’eau-de-vie, ces yeux pâles,
cette bouche convulsée. Alors, Gervaise passa en trébuchant,
sans dire un mot, pendant que la petite, debout sur le seuil de
sa porte, la suivait de son regard noir, muet et grave »
(L’Assommoir : 708).
Le visage de Gervaise lui rappelle celui de son père qui la bat brutalement
chaque fois qu’il revient de la taverne : « Et elle se tut, tremblante, écoutant un pas
lourd qui montait l’escalier. Brutalement, le père Bijard poussa la porte. Il avait son
coup de bouteille comme à l’ordinaire, les yeux flambant de la folie furieuse du vi-
triol » (L’Assommoir : 757). Un autre jour, la fille de Coupeau et de Gervaise trouve
ses parents dans un état déplorable : « Coupeau, tombé en travers du lit, ronflait.
Gervaise, tassée sur une chaise, roulait la tête avec des yeux vagues et inquiétants ou-
verts sur le vide » (L’Assommoir : 727).
L’alcool dénature le visage des gens, les yeux deviennent pâles, sans expres-
sion, la bouche fendue, toute la physionomie convulsée. Le contraste ne peut pas être
plus grand avec la description de la petite fille qui s’apparente à l’ange, pure et inno-
cente :
Non, jamais Lalie ne se révoltait. Elle pliait un peu le cou, pour
protéger son visage ; elle se retenait de crier, afin de ne pas ré-
volutionner la maison. Puis, quand le père était las de l’envoyer
promener à coups de soulier aux quatre coins de la pièce, elle
attendait d’avoir la force de se ramasser ; et elle se remettait au
travail, débarbouillait ses enfants, faisait la soupe, ne laissait pas
un grain de poussière sur les meubles. Ça rentrait dans sa tâche
de tous les jours d’être battue (L’Assommoir : 689-690).
Dans le cas de Coupeau, on peut aussi observer la marche parallèle de
l’évolution de son alcoolisme et son expression corporelle : « Coupeau traversait jus-
tement la rue. Il faillit enfoncer un carreau d’un coup d’épaule, en manquant la
porte. Il avait une ivresse blanche, les dents serrées, le nez pincé » (L’Assommoir :
557). Chaque jour davantage son attitude n’est expliquée que par cette seule cause.
Malgré son visage déformé par l’ivresse, il garde toujours des traits humains. Néan-
moins, il arrive un moment où il ressemble complètement à un monstre ; et voilà la
description qui en résulte :
Quand elle le regarda sous le nez, les bras lui tombèrent. Était-
ce Dieu possible qu’il eût une figure pareille, avec du sang dans
les yeux et des croûtes plein les lèvres ? Elle ne l’aurait bien sûr
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n’est pas exprimée ouvertement, mais presque métaphoriquement, avec une certaine
atténuation, au moyen de ce mouvement « d’embrasser le cou », qui contraste avec la
tension inspirée par le trope (hypallage) qui déplace l’adverbe « brusquement » de
l’action corporelle à l’éclosion des premières lueurs de l’aube.
Après le mariage et son accident, Coupeau se sent en possession de Gervaise,
alors un jour qu’il rentre ivre à la maison, il agit ainsi :
Non, il voulait l’embrasser, il avait besoin de ça, parce qu’il
l’aimait bien. Tout en balbutiant, il tournait le tas des jupons,
il butait dans le tas des chemises ; puis, comme il s’entêtait, ses
pieds s’accrochèrent, il s’étala, le nez au beau milieu des tor-
chons. Gervaise, prise d’un commencement d’impatience, le
bouscula, en criant qu’il allait tout mélanger. […] Il l’avait
empoignée, il ne la lâchait pas. Elle s’abandonnait, étourdie par
le léger vertige qui lui venait du tas de linge, sans dégoût pour
l’haleine vineuse de Coupeau. Et le gros baiser qu’ils échangè-
rent à pleine bouche, au milieu des saletés du métier, était
comme une première chute, dans le lent avachissement de leur
vie (L’Assommoir : 509).
Cette scène serait suffisante pour illustrer cette exagération méthodique que
nous avons remarquée à plusieurs reprises sur la manière naturaliste de démontrer
l’évolution absolument irrémédiable des événements. Zola profite de l’occasion pour
montrer comment l’ivrognerie prend le dessus, infestant toutes les manifestations et
moments de la vie des personnages, en particulier leurs relations amoureuses, en les
jetant dans l’ordure de leur destinée sans appel. On pourrait même dire que la scène
prend un sens métaphorique : Coupeau, soûl, avec mauvaise haleine, la baise au mi-
lieu du linge sale ; la saleté de l’endroit se mêlant à la saleté de l’homme, acquiert une
valeur morale et présage l’effondrement du couple.
Le deuxième homme qui tente de séduire Gervaise est Lantier, lorsqu’il réap-
paraît dans la vie de Gervaise dix ans après son abandon. D’abord, ses intentions sont
loin d’une préoccupation érotique ; il n’est pas motivé par le désir de la posséder,
mais de récupérer ce qu’un jour était sien et pour s’assurer un logement et la pitance.
Toutefois, le transport passionnel, l’instinct animal effréné va bientôt apparaître. En
négligeant le fait que Gervaise est mariée, il la poursuit avec son regard et un jour il
l’embrasse contre sa volonté : « Mais, un soir, se trouvant seul avec elle, il la poussa
devant lui sans dire une parole, l’accula tremblante contre le mur, au fond de la bou-
tique, et là voulut l’embrasser » (L’Assommoir : 613). C’est aussi de la saleté morale
qu’il s’agit, de la violence agressive, de l’abus de force ; comme les bêtes, soumises à
l’impulsion charnelle ; « Le besoin charnel de l’autre ouvre la voie à une animalité
dans laquelle la raison risque de s’abîmer » (Cnockaert, 2018 : 77). À ce point de
l’histoire, Gervaise se montre encore décidée à rester fidèle à son mari, mais le jour où
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Coupeau revient soûl, quelque chose dans son intérieur se casse, et Lantier n’hésite
pas à profiter de l’occasion :
Lantier, qui avait un petit rire en voyant bien qu’elle ne ferait
pas dodo sur son oreiller cette nuit-là, lui prit la main, en di-
sant d’une voix basse et ardente : –Gervaise… écoute, Ger-
vaise… […] –Auguste, laisse-moi, tu vas les réveiller, reprit-
elle, les mains jointes. Sois raisonnable. Un autre jour, ail-
leurs… Pas ici, pas devant ma fille… (L’Assommoir : 631-632).
Dans les premiers instants d’abord Gervaise résiste aux séductions de Lantier :
Elle luttait, elle disait non de la tête, énergiquement. Dans son
trouble, comme pour montrer qu’elle resterait là, elle se désha-
billait, jetait sa robe de soie sur une chaise, se mettait violem-
ment en chemise et en jupon, toute blanche, le cou et les bras
nus (L’Assommoir : 632)
mais finalement elle succombe à la pression insistante. Aussi, les états d’ivresse
de Coupeau la font perdre toute l’affection qu’elle avait éprouvée ; encore une fois,
c’est grâce aux modifications d’une attitude corporelle que Zola transmet l’évolution
des relations : « Il ne parlait plus, il restait souriant ; et, lentement, il la baisa sur
l’oreille, ainsi qu’il la baisait autrefois pour la taquiner et l’étourdir. Alors, elle fut sans
force, elle sentit un grand bourdonnement, un grand frisson descendre dans sa chair »
(L’Assommoir : 632). C’est le point de départ de ce ménage à trois qui éveillera des
rumeurs dans le quartier.
Le troisième homme dans la vie de Gervaise est Goujet. Il est le seul qui est
vraiment amoureux d’elle. La sympathie, le penchant tendre, sont mutuels : « Alors,
tous deux baissèrent la tête. Il y avait entre eux quelque chose de très doux qu’ils ne
disaient pas » (L’Assommoir : 491). À cause d’une tension sexuelle entre les deux, des
rougissements involontaires se produisent. Dans la scène où Goujet entre sans frapper
à la porte, « il la surprit à moitié nue, se lavant le cou ; et, de huit jours, il ne la regar-
da pas en face, si bien qu’il finissait par la faire rougir elle-même » (L’Assommoir :
474). L’émotion passe de l’un à l’autre, créant une situation à moitié incommode.
Ainsi, Gervaise rougit aussi, lorsqu’elle entend parler de Goujet : « Tout le monde
disait en riant à Gervaise que Goujet avait un béguin pour elle. Elle le savait bien, elle
rougissait comme une jeune fille, avec une fleur de pudeur qui lui mettait aux joues
des tons vifs de pomme d’api » (L’Assommoir : 518). C’est cette marque physiolo-
gique, le rougissement, ce qui nous indique qu’elle connaît bien les sentiments de
Goujet et aussi qu’elle sent la même chose, comme dans la scène où elle parle avec sa
mère :
Elle avait rougi légèrement, en balbutiant la fin de la phrase.
Elle craignait de laisser voir le plaisir qu’elle prenait à repasser
elle-même les chemises de Goujet. Bien sûr, elle n’avait pas de
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pensées sales ; mais elle n’en était pas moins un peu honteuse
(L’Assommoir : 539).
Ensuite, on trouve une expression nouvelle des sentiments à travers le corps :
le contact à travers des mains entre Gervaise et Goujet devient le signe de l’amour qui
ne pourra jamais fleurir. Les contacts physiques entre eux acquièrent une très grande
signification psychologique, affective ; les rapprochements minimes deviennent
l’expression parfaite d’une vraie délicatesse, les manifestations plus éloquentes de
l’intimité et la douceur de l’amour. Il y a peu d’occasions où l’efficacité communica-
tive des contacts physiques soit démontrée d’une manière plus convaincante, où l’on
montre comment la dialectique corporelle peut remplacer complètement les discours.
Quand Gervaise vient visiter Goujet dans son atelier et il vainc son collègue dans le
duel des marteaux : « Il lui prit la main comme s’il l’avait conquise » (L’Assommoir :
535). Mais le vrai contact de leurs mains plein d’affection apparait quand Gervaise et
Goujet restent seuls, après avoir témoigné le baiser violent de Lantier. C’est la scène
où Goujet finalement exprime ses sentiments pour Gervaise et lui propose d’échapper
avec lui : « Et elle avait, en parlant, une si belle figure, toute pleine de franchise, qu’il
lui prit la main et la fit rasseoir. Maintenant, il respirait à l’aise, il riait en dedans.
C’était la première fois qu’il lui tenait la main et qu’il la serrait dans la sienne »
(L’Assommoir : 615). Les expressions corporelles suivent exactement la marche des
sentiments et des pensées, jusqu’au point où l’on pourrait presque faire abstraction
des paroles. Ainsi, nous voyons changer soudainement cette tendresse quand Gervaise
mentionne l’argent emprunté :
Il lui secoua la main, à la briser. Il ne voulait pas qu’elle parlât
de l’argent. Puis, il hésita, il bégaya enfin : –Écoutez, il y a
longtemps que je songe à vous proposer une chose… Vous
n’êtes pas heureuse. Ma mère assure que la vie tourne mal pour
vous… (L’Assommoir : 616).
Après sa proposition, Goujet se montre sensible et extrêmement timide, ce
qui démontre une vraie impuissance, parce que son comportement réel contredit ses
intentions : « Il l’aurait prise contre lui pour l’embrasser, qu’elle aurait eu moins de
honte » (L’Assommoir : 616). Il souhaite gagner son cœur, mais en même temps il sait
que leur amour est impossible, ce qui le rend violent et le conduit finalement à se
comporter comme les autres hommes dont on a parlé :
Brusquement, dans le grand jour, il la prit entre ses bras, la ser-
ra à l’écraser, lui posa un baiser furieux sur le cou, comme s’il
avait voulu lui manger la peau. Puis, il la lâcha, sans demander
autre chose ; et il ne parla plus de leur amour. Elle se secouait,
elle ne se fâchait pas, comprenant que tous deux avaient bien
gagné ce petit plaisir (L’Assommoir : 617).
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Il vaut la peine que nous nous arrêtions pour examiner la scène de la dernière
rencontre entre Gervaise et Goujet, parce que cette troublante relation offre l’un des
motifs les plus intéressants pour montrer comment les paroles se font inutiles ou inef-
ficaces pour exprimer l’attroupement des émotions contrariées, et alors seulement les
allures, les mouvements nerveux, les regards, bref, le corps seul peut en rendre
compte. On sait déjà que Goujet était vraiment amoureux de Gervaise et qu’il était le
seul homme qui voulait toujours l’aider. Quand Gervaise se jette dans la prostitution,
c’est donc Goujet qui la sauve pour la dernière fois, apparaissant dans la rue où Ger-
vaise était prête à se prostituer. Quand elle voit Goujet, elle se jette à ses jambes,
blême et suppliante. Il la ramène chez lui, et lui donne à manger. Puis, « sans une
parole, pris d’une rage, il voulut la saisir et l’écraser entre ses bras » (L’Assommoir :
775), ce que Gervaise interprète comme une faveur de retour, et le contenu moral de
toute la scène est partagé entre les mots et les gestes, avec une prépondérance claire de
ces derniers :
Puis, croyant voir une flamme s’allumer dans ses yeux, elle por-
ta la main à sa camisole, elle ôta le premier bouton. Mais Gou-
jet s’était mis à genoux, il lui prenait les mains, en disant dou-
cement : —Je vous aime, madame Gervaise, oh ! Je vous aime
encore et malgré tout, je vous le jure ! (L’Assommoir : 777).
Sans doute, la poésie nous offre d’innombrables exemples où les mots seuls
donnent pleinement compte des nuances infinies de la tension émotionnelle dans des
cas similaires, mais on comprend bien que l’auteur d’un roman réaliste ne fasse pas
parler ses personnages avec cette rare inspiration verbale qui ont, disons, les Dido et
Énée, Hippolyte et Aricie, Roméo et Juliette… Toute rhétorique peut être parfaite-
ment remplacée par l’éloquence des gestes. Les sentiments de Goujet sont purs, il est
le seul qui aime Gervaise réellement et inconditionnellement, et ce penchant tendre
lui impose un comportement corporel très différent des autres amants, plus timide,
plus chaste ; lorsqu’il a la possibilité de la posséder, il se limite juste à lui donner une
bise sur le front, comme un geste de respect et de protection : « Il la baisa sur le front,
sur une mèche de ses cheveux gris. Il n’avait embrassé personne, depuis que sa mère
était morte. Sa bonne amie Gervaise seule lui restait dans l’existence » (L’Assommoir :
777). Gervaise, surprise par la pureté de ses sentiments, est aussi émue et ce sont éga-
lement ses gestes qui expriment ses sentiments : « Et elle se mettait à genoux, toute
secouée d’un désir qui la pâlissait. Jamais elle ne s’était ainsi roulée aux pieds d’un
homme » (L’Assommoir : 779).
Il convient de noter qu’en général Zola décrit les hommes comme des êtres
dépravés, qui ont un esprit sale. Charles, le garçon du lavoir, « jouissait des morceaux
de peau que les deux femmes montraient » (L’Assommoir : 399) pendant leur bagarre.
Les hommes au musée du Louvre cherchaient « les détails orduriers » (L’Assommoir :
446) dans le tableau de la Kermesse de Rubens et « chatouillaient » les femmes « leur
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pinçaient les jambes » (L’Assommoir : 448) pendant la noce de Gervaise. Même mon-
sieur Boche, un homme marié, ne cesse pas de flirter avec les femmes prenant leur
genou sous la table, comme avec madame Vigouroux pendant la fête de Gervaise ou
la taille de madame Lerat :
Madame Boche, à voix basse, accusa Boche de pincer les ge-
noux de madame Lerat […] Et le vacarme s’accrut d’un acte de
vigueur de madame Boche. Elle guettait toujours Boche, elle le
vit, dans un coin, pincer la taille de madame Lerat
(L’Assommoir : 454-459).
Mais les hommes ne possèdent pas le patrimoine exclusif du dévergondage.
Nana, la fille de Coupeau et Gervaise, est aussi incline à l’impudicité : « Elle avait de
grands yeux d’enfant vicieuse, allumés d’une curiosité sensuelle » (L’Assommoir : 632).
Ceci est révélé pendant la scène, témoignée par Nana, où Gervaise succombe à la
séduction de Lantier :
Le visage de Nana apparut à la porte vitrée du cabinet […] La
petite venait de se réveiller et de se lever doucement, en che-
mise, pâle de sommeil. Elle regarda son père roulé dans son
vomissement; puis, la figure collée contre la vitre, elle resta là, à
attendre que le jupon de sa mère eût disparu chez l’autre
homme, en face (L’Assommoir : 632-633).
Alors, elle apprend bien tôt ce dont les hommes ont besoin. En plus, à cause
de l’alcool, son père agit d’une manière équivoque avec elle, ce qui semble un haras-
sement sexuel :
Nana faisait la modeste, parce qu’elle trouvait ça gentil, ce
jour-là. Elle continuait à regarder les cadeaux sur la commode,
en affectant de baisser les yeux et de ne pas comprendre les vi-
lains propos de son père. Mais le zingueur était joliment ta-
quin, les soirs de ribote. Il lui parlait dans le cou (L’Assommoir :
678).
La loi du déterminisme impose la répétition de ce qu’elle voyait toujours dans
son milieu ; Nana commence à utiliser son corps pour séduire les hommes ; la géné-
tique présente sa meilleure démonstration dans l’inventaire des petits gestes, même
s’ils sont médités et préparés :
Ce qui la rendait surtout friande, c’était une vilaine habitude
qu’elle avait prise de sortir un petit bout de sa langue entre ses
quenottes blanches. Sans doute, en se regardant dans les glaces,
elle s’était trouvée gentille ainsi. Alors, tout le long de la jour-
née, pour faire la belle, elle tirait la langue (L’Assommoir : 709).
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Elle est jeune et son expression corporelle est orientée – tout comme nous
l’avons vu dans le cas des vêtements – vers le seul but d’attirer l’attention des
hommes. Lorsqu’elle se promène avec son amie Pauline,
elles balançaient les hanches, se pelotonnaient, se dégingan-
daient, histoire d’attrouper le monde et de faire craquer leur
corsage sous leurs formes naissantes […] les yeux vifs, coulant
de minces regards par le coin pincé des paupières, elles voyaient
tout, elles renversaient le cou pour rire, en montrant le gras du
menton (L’Assommoir : 711).
Outre la pulsion sexuelle – et, bien sûr, l’alcoolisme –, la gourmandise est
l’autre grand appétit corporel qui traverse la galerie d’attitudes grossières chez
L’Assommoir. Borie (1971 : 39) n’exagère pas quand il souligne l’impression de saleté
matérielle et morale que Zola nous transmet quand il décrit l’attitude des personnages
envers la nourriture :
Il n’y a pas que l’alcoolisme dans L’Assommoir: il y a aussi qua-
rante pages au milieu du roman où l’on mange. Les dîneurs à
table sont toujours très absorbés par leur assiette : ils nous
tournent le dos, et aussi à l’auteur. C’est alors que celui-ci peut
se retirer sur la pointe des pieds et que, seuls derrière les con-
vives, nous pouvons vraiment les voir : litière de porcs vautrés
dans le bonheur abominable de leur fange.
De nouveau, on revient au sujet de la bête. Les convives pendant la fête de
Gervaise réduisent ses actions au comportement non verbal. Ils ne parlent pas, ne
peuvent pas parler, soit parce que leur bouche est pleine, soit parce que leur attention
est focalisée sur les assiettes. Ils mangent comme des bêtes, comme s’ils devraient
remplir leurs ventres pour passer tout l’hiver sans manger. Dans ce cas-ci,
l’animalisation des personnages qui mangent de cette façon est « l’instrument d’une
satire, parce qu’elle sanctionne les ridicules d’une humanité au sang pauvre, dépossé-
dée des splendeurs solaires de sa nudité, et sclérosée par le labeur, la lâcheté ou
l’inintelligence » (Bonnefis, 1968 : 99) :
Les hommes déboutonnaient leur gilet, les dames s’essuyaient
la figure avec leur serviette. Le repas fut comme interrompu;
seuls, quelques convives, les mâchoires en branle, continuaient
à avaler de grosses bouchées de pain, sans même s’en apercevoir
(L’Assommoir : 575).
Et aussi :
Autour de la table grasse, dans l’air épaissi d’un souffle
d’indigestion, s’ouvraient des horizons d’or, passaient des cous
d’ivoire, des chevelures d’ébène, des baisers sous la lune aux
sons des guitares, des bayadères semant sous leurs pas une pluie
de perles et de pierreries ; et les hommes fumaient béatement
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Elle pâlit plus souvent à mesure que ses malheurs s’intensifient, et ses émo-
tions sont parfois accentuées par la réaction physiologique au milieu matériel, comme
le contraste thermique lorsqu’elle se promène dans les rues de Paris : « Elle s’arrêtait
toute pâle de désir, elle sentait monter du pavé de Paris une chaleur le long de ses
cuisses, un appétit féroce de mordre aux jouissances dont elle était bousculée, dans la
grande cohue des trottoirs » (L’Assommoir : 726).
Finalement, elle devient une autre bête, en s’unissant à la compagnie chez le
père Colombe : « Gervaise, empêtrée là-dedans, les bras cassés par cette addition, se
fâchait, donnait des coups de poing sur la table, ou bien finissait par pleurer comme
une bête » (L’Assommoir : 651). On se souvient ici de ce que Gervaise disait au début
du roman : « L’eau est joliment dure à Paris » (L’Assommoir : 388). En effet, la vie,
comme l’eau, s’écoule durement en misère et en froid, « un froid aigu et mortel
comme jamais elle n’en avait éprouvé. Bien sûr, les morts n’ont pas si froid dans la
terre. Elle souleva pesamment la tête, elle reçut au visage un cinglement glacial »
(L’Assommoir : 773). Bientôt, elle pourra faire son dodo éternel et finir, ainsi, sa mal-
chance d’être pauvre à l’époque du Second Empire.
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https://doi.org/10.25145/j.cedille.2020.17.20 437
ISSN: 1699-4949
nº 17 (primavera de 2020)
*
Varia
Resumen
La crisis de los «chalecos amarillos» en Francia ha causado un importante deterioro
de la imagen política de un presidente de la República, Emmanuel Macron, que, tres semanas
después del inicio de la movilización popular, pronuncia un discurso televisado con el fin de
presentar una serie de medidas destinadas a restablecer la paz social y a mejorar la situación
del país. Tomando como punto de partida la hipótesis de que uno de los objetivos funda-
mentales de dicho discurso es la reparación del ethos dañado del jefe del Estado y la creación
de un ethos favorable de líder ideal, nos proponemos en este artículo analizar las distintas
imágenes de sí mismo que el orador va ofreciendo a lo largo de su discurso y las diferentes
estrategias utilizadas para la creación de esos ethè favorables.
Palabras clave: Discurso del presidente de la República. Discurso político. Imagen pública.
Ethos discursivo. Reparación de la imagen.
Résumé
La crise des « gilets jaunes » en France a provoqué une détérioration importante de
l’image politique du président de la République, Emmanuel Macron, qui, trois semaines
après le début du mouvement de contestation, prononce une allocution télévisée destinée à
présenter des mesures visant le rétablissement de la paix sociale et l’amélioration de la situa-
tion du pays. Partant de l’hypothèse que l’un des buts fondamentaux de ce discours est de
réparer l’ethos endommagé du chef de l’État et de créer un éthos favorable de leader idéal, cet
article se propose d’analyser les différentes images que l’orateur offre de lui-même tout au
long de son allocution et les différentes stratégies utilisées pour la création de ces ethè favo-
rables à sa personne.
Mots clé : Allocution du président de la République. Discours politique. Image publique.
Ethos discursif. Réparation de l’image.
Abstract
The «yellow vest» crisis in France has caused an important damage in the political
image of the President of the Republic, Emmanuel Macron, who, three weeks after the popu-
lar mobilization started, makes a televised address in order to present a series of measures
destined to re-establish social peace and to improve the country’s situation. Starting from the
hypothesis that one of the main goals of the speech is repairing the Head of State’s damaged
ethos, as well as creating a favourable ethos that portrays him as the ideal leader, we mean, in
this article, to analyse the different images of himself that the orator offers along the speech
and the different strategies used to create those favourable ethè.
Key words: Address by the President of the Republic. Political speech. Public image. Discur-
sive ethos. Image repair.
1. Introduction
L’image publique constitue un bien précieux pour ceux qui occupent un
poste à responsabilité politique, surtout si leur continuité ou leur réélection dépen-
dent de l’opinion des citoyens. Une grande partie de leur activité et de leurs efforts
sont alors consacrés à s’identifier à une image idéale de dirigeant afin d’obtenir
l’opinion favorable et les voix des membres et des collectifs de la société.
Cette préoccupation augmente et les efforts se multiplient si l’image s’est vue
endommagée par un événement ou par une situation qui la séparent de cet idéal ca-
pable d’attirer l’adhésion des citoyens. On assiste dans ces cas à une opération de ré-
paration de l’image endommagée afin de récupérer la faveur de l’électorat.
Quelques situations adverses produisent non seulement la désaffection popu-
laire mais aussi un mouvement de refus, plus ou moins intense, capable de provoquer
des épisodes de violence qui peuvent saper la paix sociale et détruire l’image publique
du responsable publique et, en conséquence, sa carrière.
Dans ce type de circonstances, la prise de décisions visant le rétablissement de
l’harmonie collective doit être accompagnée de la mise en place d’une série d’actions
cherchant à réparer l’image endommagé. Ces actions impliquent un effort important
de la part de la personne concernée et de toute une équipe de conseillers dont le tra-
vail est destiné, pour une bonne part, à la création et à l’entretien d’une image en
accord avec les objectifs politiques de leur chef et de l’organisation à laquelle il appar-
tient.
L’une des activités qui mérite le plus d’attention est la communication pu-
blique, notamment la communication véhiculée à travers des médias capables
d’atteindre de larges couches de la société et de produire une influence décisive sur la
population. Cette attention et cet effort ont un reflet évident sur une mise en scène
dont les éléments principaux sont la présentation physique de la personne, la disposi-
tion du décor qui l’entoure et l’élaboration et énonciation d’un discours cherchant à
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aborder d’une façon adéquate les éléments essentiels de la situation et l’image pu-
blique du responsable politique qui comparaît devant les citoyens dans ces moments
difficiles de crise collective.
La récente crise des « gilets jaunes » en France constitue un bon exemple de ce
type de situations qui menacent la paix sociale, la cohabitation citoyenne et l’image
publique des autorités responsables d’assurer le bien-être de l’ensemble de la popula-
tion. Ce mouvement, né « officiellement » le 17 novembre 2018, a mis en difficulté le
gouvernement d’Emmanuel Macron. Les mobilisations, liées initialement à une
hausse de la taxe sur les carburants, ont continué après la suspension annoncée par le
Premier ministre le 4 décembre 2018 et l’annulation définitive avancée par l’Élysée le
5 décembre et confirmée par le Premier ministre le lendemain sur TF1, au JT de 20
heures.
Il devient évident que ces mesures n’allaient pas mettre fin à l’agitation so-
ciale, que les revendications ne se limitaient plus au prix du carburant et que les cri-
tiques contre le gouvernement et contre le chef de l’État ne faisaient qu’augmenter,
menaçant de ruiner l’image politique d’un président qui s’était présenté comme le
seul capable d’apporter à la France le renouveau nécessaire. Le 10 décembre, trois
semaines après le début des mobilisations, Macron prononce une allocution télévisée
afin d’apaiser la colère populaire et de rétablir une l’image présidentielle détériorée 1.
C’est à l’analyse de cette allocution que nous avons consacré la présente étude,
dans le but d’examiner comment le président de la République gère son image tout
au long d’un discours destiné à présenter les mesures que le gouvernement pense
adopter afin d’améliorer les conditions de vie des plus défavorisés, à essayer d’apaiser
le climat social et à offrir une image favorable de lui-même en tant que chef de l’État.
Pour mener à bien cette étude, nous allons nous baser sur les principes de
l’analyse du discours et tout spécialement sur les travaux de Patrick Charaudeau
(2001 ; 2014 ; 2019) ainsi que sur la notion d’éthos qui provient de la rhétorique
classique et qui a été reprise et retravaillée par des analystes du discours tels
qu’Amossy (2010), Charaudeau (2000 ; 2014), ou Maingueneau (2002). Nous pre-
nons aussi en compte des concepts de la théorie de la polyphonie énonciative, à partir
de travaux de Ducrot (1980 ; 1984), Anscombre (2005 ; 2010) et Donaire (2016)
principalement.
Tel que le rappelle Amossy (2010 : 25), la réflexion moderne récupère en
grande partie la tradition aristotélicienne qui considère l’ethos comme « l’image que
l’orateur construit de lui-même dans son discours afin de se rendre crédible ». Cette
image, destinée à « assurer l’efficacité de sa parole et sa capacité à emporter l’adhésion
1
La vidéo ainsi que la transcription du discours sont disponibles sur le site web de la Présidence de la
République française, à l’adresse : https://www.elysee.fr/emmanuel-macron/2018/12/10/adresse-du-
president-de-la-republique-du-lundi-10-decembre-2018.
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Charaudeau ne définit pas formellement la notion de figure d’ethos, mais quand il présente ces « ethos
d’identification » (2014: 105) il parle des « types d’images qui caractérisent » cet ethos. La lecture de ce
travail de Charaudeau permet de considérer les figures comme des images concrètes adoptées par
l’orateur, qui manifestent l’ethos qu’il prétend montrer et qui sont en rapport avec des représentations
sociales.
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goûts, ses sentiments ou même ses propres faiblesses. Évidemment l’énonciation élo-
cutive, centrée sur le locuteur et basée sur des énoncés à la première personne joue un
rôle de premier plan pour la création de cet ethos d’« humanité ». Cet ethos
d’humanité a une place importante dans cette allocution, qui veut montrer le Prési-
dent comme un dirigeant doté d’une grande sensibilité et même capable de recon-
naître des erreurs.
L’ethos de « solidarité » est destiné à montrer « la volonté d’être ensemble »
(Charaudeau, 2014 : 125), de faire corps avec les autres. Il se construit à partir de
comportements et d’actions effectives mais aussi à travers des déclarations. Dans ce
dernier cas, l’énonciation élocutive constitue un procédé linguistique fondamental
qui se traduit très souvent par l’emploi d’énoncés à la première personne du pluriel
qui mettent au premier plan l’emploi du pronom personnel nous. La construction de
cet ethos, qui vise à rapporcher l’orateur de son audience, constitue l’un des princi-
paux objectifs de l’adresse présidentielle.
Finalement, l’ethos de « chef », qui est encore plus que les autres « tourné vers
les citoyens » (Charaudeau, 2014 : 118), se sert de différents procédés énonciatifs
pour construire les figures à travers lesquelles il se manifeste. Ainsi, l’énonciation élo-
cutive, basée sur l’emploi de la première personne, permet d’exprimer la modalité
d’« engagement » aidant à composer la figure d’un « guide-suprême » grâce à l’emploi
de verbes comme « vouloir » ou « s’engager ». Ou encore la modalité de « rejet » qui,
au moyen de verbes d’opposition, manifeste le refus des propos de l’adversaire, pré-
sentant le locuteur comme un « souverain » qui protège son peuple contre le men-
songe.
De son côté, l’énonciation allocutive aide à créer, grâce à diverses modalités,
certaines figures de l’ethos de « chef ». Ainsi, la modalité d’« adresse », exprimée au
moyen de certaines formules rituelles d’adresse qui légitiment le discours de l’orateur,
permet à celui-ci d’adopter la figure d’un « chef-souverain ».
En ce qui concerne la figure de « commandeur », plus agressive que celles de
« guide » et de « souverain » et liée à l’image du chef de guerre, elle est construite à
partir de « déclarations guerrières contre des ennemis proches ou lointains, circons-
crits à un pays ou formant une coalition plus ou moins déterminée » (Charaudeau,
2014 : 122). À l’exception de cette figure de « commandeur », qui n’a pas de place
dans l’allocution, l’éthos de « chef » fait l’objet d’un intense travail de construction
tout au long du discours.
Nous n’allons donc pas trouver tous ces ethè dans le discours qui nous oc-
cupe, mais seulement ceux qui conviennent le mieux à la situation de crise et à la
réparation de l’image présidentielle. Grâce à cet appareil théorique, nous allons pro-
céder à repérer les ethè que l’allocution de Macron s’efforce de façonner de préfé-
rence. Il nous semble également nécessaire d’analyser le moyens linguistiques et dis-
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cursifs utilisés pour leur construction afin de déceler comment l’élaboration d’images
discursives différentes fait appel à des éléments et à des techniques de nature distincte.
Pour mener à bien cette analyse, nous allons partir des réflexions d’Amossy
qui, en se référant à l’aspect procédural de l’ethos (Amossy, 2010 : 24), rappelle que
la dimension morale, qui se rapporte à des qualités du caractère comme l’honnêteté
ou la bienveillance, ne suffit pas à la création d’un ethos performant, « ces qualités
générales doivent […] être complétées par des traits appropriés à l’entreprise de per-
suasion dans laquelle se lance l’orateur, et donc au genre institutionnel dont relève
son discours ». Amossy (2010 : 25) conclut que l’ethos efficace ne peut donc être
défini de façon absolue. En nous appuyant sur ces considérations, nous partons de
l’hypothèse que la création de l’ethos dépend d’une façon déterminante de certains
éléments de ce que l’analyse du discours appelle la situation de communication. La
construction de l’ethos dépendrait ainsi de la ré-création de certains facteurs fonda-
mentaux de ce que Charaudeau (2001) appelle la scène d’énonciation. L’éthos n’est
donc pas créé de façon absolue mais appelle la création parallèle d’autres images dis-
cursives. Il s’agit tout d’abord de l’image du destinataire, mais aussi d’autres compo-
santes essentielles de la situation de communication. Nous nous proposons
d’identifier quelles sont ces composantes dans le cas du discours de Macron et com-
ment l’ethos présidentiel s’appuie et s’articule sur la construction de ces images.
Depuis la rhétorique classique jusqu’aux conceptualisations contemporaines,
on considère que la persuasion ne dépend pas seulement de l’ethos. Le logos et le
pathos jouent aussi un rôle fondamental. C’est-à-dire que le pouvoir de conviction
d’un discours se fonde aussi sur le raisonnement et sur l’appel aux passions et aux
sentiments de l’auditoire. Il nous semble essentiel d’observer comment l’ethos
s’articule avec ces deux autres dimensions constitutives de l’activité discursive. Pour
ce faire, nous allons partir de l’hypothèse que certains types d’ethos se construisent de
préférence sur le logos, tandis que d’autres sont créés par le locuteur en s’appuyant
particulièrement sur le pathos, ces deux dimensions s’appuyant elles aussi sur la créa-
tion d’images de certains aspects de la situation de communication. Le discours tisse
ainsi tout un réseau de relations entre l’ethos, le logos, le pathos et un ensemble
d’images qui configurent une réalité discursive que le locuteur essaie d’identifier à la
réalité du monde extérieur.
Cette constellation de relations permet au locuteur de créer une image très
riche et complexe de lui-même, formée par tout un ensemble de facettes qui caracté-
risent le personnage discursif. Amossy (2010 : 25-33) reprend la notion de « présenta-
tion de soi », proposée par le sociologue américain Goffman (1973) dans le cadre de
son analyse de la construction de l’identité sociale. Amossy (2010 : 27) rappelle que
Goffman perçoit l’dentité comme « un processus dynamique qui se réalise en situa-
tion, plutôt que comme un ensemble fixe d’attributs caractérisant une personne en
soi ». Ainsi considérée, l’identité « est par définition changeante et multiple, formant
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Comme l’expliquent Gaspar et Ibeas (2015 : 34), ce manque de contact physique n’implique pas une
attitude passive de la part d’un auditoire qui va réinterpréter le message « a partir de sus propios códi-
gos, por lo que el resultado puede ser muy diferente del que pretendía el locutor ». C’est justement ce
résultat que les rédacteurs du discours ont essayé de prévoir, lorsqu’ils ont composé un texte « minu-
ciosamente construido de acuerdo con el público al que se dirige » (Gaspar et Ibeas (2015 : 34).
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qui est proposée aux observateurs ». Ainsi définie, la façade « n’est autre que
l’appareillage symbolique, utilisé habituellement par l’acteur, à dessein ou non, du-
rant sa représentation ». La façade est composée par deux types éléments : il y a
d’abord le « décor », « qui comprend le mobilier, la décoration, la disposition des
objets et d’autres éléments de second plan constituant la toile de fond et les acces-
soires des acte humains qui se déroulent à cet endroit » (Goffman, 1973 : 29). En-
suite la « façade personnelle » qui englobe l’« apparence » et la « manière ».
L’apparence désigne les éléments de la personne de l’acteur qui révèlent son statut
social. Elle inclut, entre autres, les signes distinctifs de la fonction ou du grade et le
vêtement. Les éléments qui font partie de l’apparence nous parlent du type de rite
auquel l’acteur participe : activité sociale officielle, activité liée au travail, aux loisirs,
etc.
Quant à la manière, elle comprend les éléments qui indiquent le rôle que
l’acteur veut jouer pendant la représentation. On pourrait y ranger, parmi d’autres
éléments, l’attitude, la façon de parler, les mimique et les comportements gestuels,
des éléments que nous allons aborder dans le paragraphe suivant.
1.2. Les aspects gestuels et para-verbaux de l’allocution
Comme Goffman (1973 : 30-31) l’explique clairement, si les éléments du dé-
cor et de l’apparence sont relativement fixes et stables, les manières peuvent se modi-
fier au cours de la représentation. Ainsi, l’acteur peut adopter des manières arrogantes
ou agressives pour donner l’impression qu’il a la volonté de prendre l’initiative. Il
peut aussi adopter des manières humbles pour faire savoir à ses partenaires qu’il est
disposé à s’effacer derrière eux. Pour notre part, nous considérons que décor et appa-
rence sont imposés, dans une large mesure, par le type de représentation et offrent des
possibilités très limitées, tandis que la manière laisse à l’acteur une liberté d’action
beaucoup plus grande. C’est cette partie de la façade personnelle, liée d’une façon
plus directe à la parole, qui peut à notre avis être reliée à la notion d’ethos discursif.
Même si Goffman n’utilise pas cette notion, étant donné qu’il « ne s’attache pas à la
parole » (Amossy, 2010 : 26), nous considérons que les éléments qui font partie de la
manière contribuent à la création et à la gestion de l’ethos de l’acteur, qui a la possibi-
lité d’adopter un type de comportement mimo-gestuel et des attitudes en accord avec
l’image qu’il veut transmettre à son auditoire.
Goffman (1973 : 31) met en relief le fait qu’« habituellement, l’apparence et
la manière sont congruentes ». Ainsi, l’attitude, le comportement, la gestualité, la
déclamation du discours, doivent normalement être cohérents avec l’aspect visuel que
l’acteur présente devant son auditoire. À leur tour, ces deux éléments, l’apparence et
les manières, sont habituellement congruents avec le décor, à tel point que « notre
attention est immédiatement attirée par le moindre désaccord entre les différents
éléments de la représentation » (Goffman, 1973 : 32).
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même, se distingue de son auditoire. Le cérémonial qui configure les deux images
instaure aussi une séparation grâce à laquelle elles acquièrent leur substance. Macron
veut combler le fossé qui le sépare de ces Françaises et de ces Français et commence
son vrai discours par un nous qui réunit les deux instances en un même ensemble :
« Nous voilà ensemble au rendez-vous de notre pays et de notre avenir ». L’orateur
configure ainsi une entité qui réunit le je qui le représente et le vous qui correspond à
son auditoire. L’adverbe ensemble et les substantifs pays et avenir déterminés par le
possessif notre renforcent cette impression de communion engendrée par le pronom
nous. Cette entité englobante est marquée non seulement par une patrie commune
(notre pays) mais aussi, et peut-être surtout, par une destinée commune (notre avenir).
Tel que l’énonce Amossy (2010 : 156) :
La relation du « je » au « nous » comporte des enjeux sociaux et
politiques importants. Elle marque la volonté du sujet parlant
de se voir et de se montrer en membre d’un groupe qui fonde
son identité propre. En retour, elle signifie aussi qu’il entend
représenter tous ceux que recouvre le pronom « nous », qu’il se
donne comme leur porte-parole officiel (le chef de l’État par-
lant au nom de la France) ou comme un représentant auto-
mandaté (un particulier déclarant « nous les Français »).
Le premier de ces deux cas correspond parfaitement au discours de Macron.
En effet, le locuteur de l’énoncé, identifié au chef de l’État, se présente comme
membre d’un groupe formé par tous les citoyens français avec lesquels il partage une
identité collective. C’est à partir de cette identification avec le groupe qu’il s’érige en
porte-parole de la collectivité et qu’il s’attribue la légitimité pour s’adresser à
l’ensemble de la Nation. Il est vrai que son rôle de Président de la République le légi-
time pour prononcer ce discours institutionnel, mais il est vrai aussi que les événe-
ments qui se sont produits au cours des trois semaines précédentes lui ont fait perdre
une partie de sa légitimité ou, du moins, de sa crédibilité vis à vis des citoyens. Cet
emploi du nous et la création de cet ensemble discursif qui réunit en une seule entité
le président et le peuple français vise sans doute à rétablir les liens brisés et à réparer,
du moins partiellement, l’image présidentielle endommagée par ces mêmes événe-
ments. En effet, tel que le rappelle Amossy (2010 : 158), l’ethos projeté par ce pas-
sage du je au nous, « est lié à la capacité de créer ou de renforcer un collectif » ; ce nous
correspondant à je + tu/vous n’est pas « une simple addition d’individus, mais […] un
élargissement du noyau initial que constitue le moi, […] une ouverture vers l’autre
que le pronom pluriel englobe dans la constitution d’une nouvelle entité » (Amossy,
2010 : 159). Cette entité collective ainsi créée dans et par le discours va se voir attri-
buer un ethos positif qui, comme on verra par la suite, aura un effet bénéfique sur
l’ethos du locuteur.
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Une fois ce lien étroit établi, Macron se réfère aux événements qui, sans
doute, ont provoqué son apparition publique. Évitant toute responsabilité, il évoque
ces faits au moyen de la modalité élocutive du « constat » : « Les événements de ces
dernières semaines dans l’Hexagone et Outre-mer ont profondément troublé la Na-
tion. Ils ont mêlé des revendications légitimes et un enchaînement de violences
inadmissibles ».
Comme l’explique Charaudeau (2019 : 599), au moyen de cette modalité du
constat, le locuteur « reconnaît un fait à propos duquel il dit qu’il ne peut qu’observer
son existence de la façon la plus extérieure et la plus objective possible ». En effet, le
fait d’exprimer un constat « est une manière de prendre acte de cette existence […]
mais c’est aussi une manière de signifier qu’il [le locuteur] refuse d’évaluer » (Charau-
deau, 2019 : 599). Grâce à ces énoncés, Macron adopte un ethos de « chef-
souverain » qui, prenant une position au-dessus de la mêlée, décrit les faits d’une fa-
çon objective. En fait, son constat se présente sous une configuration implicite, c’est à
dire sans un verbe de modalité du type je constate, qui a été omis, ce qui renforce le
désengagement du locuteur et de l’interlocuteur que cette modalité permet de mon-
trer4. Ce type de configuration implicite du constat rapproche cette façon de présen-
ter les choses de la modalité délocutive 5 de l’« évidence » (Charaudeau, 2019 : 620),
marquée linguistiquement au moyen d’adjectifs, comme évident, certain, vrai, em-
ployés dans des tournures impersonnelles (Il est évident que...), ou d’adverbes comme
évidemment, effectivement, certainenemt.
S’il est vrai que Macron utilise des termes axiologiques comme revendications
légitimes ou violences inadmissibles, il est vrai aussi qu’il présente cette description
comme comme faisant partie d’une réalité objective qu’il ne fait que constater. Cette
vision des choses n’apparaît pas comme un jugement de la part du locuteur, mais
comme un témoignage de la véritable nature des événements observés.
La réalité constatée est ainsi présentée sous un double aspect, ce qui va per-
mettre à l’orateur de déployer par la suite deux types d’ethos opposés mais tout à fait
complémentaires pour la création de l’image d’un leader idéal capable de faire face à
la situation de crise que subit la nation.
4
Comme Charaudeau (1019 : 599) l’explique, « tout énoncé à la forme affirmative, décrivant un fait
objectif, sans verbe de modalité est susceptible de correspondre à cette modalité de “constat” ».
5
L’énonciation délocutive « présente ce qui est dit comme si le propos tenu n’était sous la responsabili-
té d’aucun des interlocuteurs en présence et ne dépendait que du seul point de vue d’une voix tierce,
voix de la vérite » (Charaudeau, 2014 : 138). Dans ce type d’énonciation le propos existe en soi et
apparaît comme délié du locuteur et de l’interlocuteur, s’imposant aux interlocuteurs dans son mode
de dire (Charaudeau, 2019 : 619). L’énonciation délocutive ne se présente jamais sous une forme
implicite ; elle a toujours besoin d’une marque linguistique qui permette d’identifier l’intention du
locuteur. Les principales marques sont les tournures impersonnelles, les adverbes comme, probable-
ment, vraisemblablement, ou les phrases qui constituent des slogans.
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Les énonciateurs sont des êtres de discours responsables non pas de paroles précises mais de points de
vue.
7
Le locuteur est un autre être discursif à qui est imputable l’apparition de l’énoncé. C’est à lui que
réfèrent habituellement les marques de la première personne. Il ne s’agit pas de l’être réel qui a pro-
noncé effectivement cet énoncé, c’est-à-dire, le sujet parlant.
8
Comme on sait, Ducrot (1984 : 217) reconnaît l’existence de deux autres types de négation bien
moins fréquents : la « négation métalinguistique », destinée à contredire les « termes mêmes d’une
parole effective à laquelle elle s’oppose », et la « négation descriptive », destinée à « représenter un état
de choses, sans que son auteur présente sa parole comme s’opposant à un discours adverse » (Ducrot,
1984 : 216).
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faudrait être indulgent vis à vis de ces violences. Cette mise en scène et cette opposi-
tion permettent à l’orateur d’accentuer l’ethos de caractère capable de combattre ceux
qui commettent des actes violents et ceux qui les justifient.
Mais si Macron réalise un acte d’avertissement et s’oppose fermement aux
violents et à ses défenseurs, il le fait sans emportement, sans abandonner son attitude
modérée, son éthos de chef souverain capable de garder son sang-froid. Il durcit un
peu le geste et le ton et il ralentit légèrement le débit en prononçant l’énoncé, mais il
n’abandonne pas le « parler tranquille » lié à cet éthos de « chef souverain ». Grâce à
ces deux énoncés, très concis et qui forment une véritable unité, Macron peut confi-
gurer un ethos de chef résolu et combatif. Ainsi, ces secondes initiales de son allocu-
tion, depuis la formule initiale jusqu’à cet avertissement, préparent le terrain pour le
reste du discours. Les différents ethè adoptés par le Président s’appuient sur cette
partie initiale qui constitue ainsi le germe à partir duquel va se déployer une image
composite de l’orateur.
Immédiatement après cette affirmation-avertissement, il récupère aussitôt un
ton presque amical pour adopter à nouveau le nous qui lui permet de s’identifier à son
auditoire, de s’inclure dans cette entité dont il s’était séparé pour en devenir le porte-
parole. Ainsi, il recourt à la première personne du pluriel pour créer un effet de com-
plicité avec cet auditoire, un effet qui lui permet de justifier cette position ferme à
l’égard des instigateurs de ces violences. Si au début de l’allocution il avait évoqué
« les événements » à la troisième personne, sans se référer aux responsables de ces vio-
lences, maintenant il qualifie les responsables politiques de ces actes. Ce sont des op-
portunistes et des irresponsables : « Nous avons tous vu le jeu des opportunistes qui
ont essayé de profiter des colères sincères pour les dévoyer. Nous avons tous vu les
irresponsables politiques dont le seul projet était de bousculer la République, cher-
chant le désordre et l’anarchie ».
Un aspect remarquable de cette description des événements et de leurs res-
ponsables, c’est le fait qu’on la présente sous un aspect d’évidence. En effet, nous
avons deux énoncés introduits par le verbe voir, qui présuppose l’existence de la réali-
té constatée de visu par l’ensemble formé par l’orateur et son audience. Selon la des-
cription polyphonique de la présupposition (cf. Ducrot, 1984 : 231-233), le locuteur,
être de discours responsable de l’apparition d’un énoncé, met en scène deux énoncia-
teurs responsables de deux points de vue différents. Un énonciateur E2, assimilé au
locuteur, est le responsable du contenu posé. Dans le cas des deux énoncés qui nous
occupent, il s’agit du point de vue objet de l’affirmation selon laquelle « nous avons
tous vu… ». Un autre énonciateur E1 se voit attribuer la responsabilité du point de
vue objet du présupposé selon lequel il existe un « jeu des opportunistes qui ont es-
sayé de profiter des colères sincères pour les dévoyer » et il existe des « irresponsables
politiques dont le seul projet était de bousculer la République, cherchant le désordre
et l’anarchie ». L’énonciateur E1 responsable du point de vue présupposé est assimilé
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« à un certain ON, à une voix collective, à l’intérieur de laquelle le locuteur est lui-
même rangé » (Ducrot, 1984 : 231). Ces contenus présupposés apparaissent ainsi
comme quelque chose de tout à fait évident, comme un point de vue qui fait l’objet
d’un consensus préalable de la part d’une collectivité au sein de laquelle se rangent le
locuteur et ses allocutaires, qui ont pu être témoins de cette réalité. En mettant en
scène ces êtres discursifs, responsables de ces points de vue, l’orateur impose ce con-
sensus à son auditoire, lui fait assumer ces idées sur lesquelles il fonde son avertisse-
ment et d’autres affirmations qui viendront ensuite.
Il faut remarquer aussi que ces contenus présupposés contiennent des termes
comme opportunistes ou irresponsables politiques, qui constituent une dégradation de
l’image des adversaires et qui contribuent à créer un ethos tout à fait négatif de ceux-
ci. La mise en scène par le locuteur, assimilé à la personne de Macron, des points de
vue contenant ces termes constitue un acte de « vitupération » qui contribue à renfor-
cer l’ethos de caractère adopté par l’orateur (cf. Charaudeau, 2014 : 107).
Immédiatement après cette présentation présuppositionnelle des faits violents
comme le résultat de l’action des opportunistes et des irresponsables politiques qui
ont cherché à déstabiliser la France, l’orateur adopte un mode délocutif pour intro-
duire une série d’énoncés qui se présentent sous la forme de phrases génériques et qui
constituent des vérités générales. Il s’agit des énoncés « Aucune colère ne justifie
qu’on s’attaque à un policier, à un gendarme, qu’on dégrade un commerce ou des
bâtiments publics » ; « Notre liberté n’existe que parce que chacun peut exprimer ses
opinions, que d’autres peuvent ne pas les partager sans que personne n’ait à avoir
peur de ces désaccords » ; « Quand la violence se déchaîne, la liberté cesse ».
Comme Charaudeau (2014 : 138) l’explique, l’énonciation délocutive
« s’exprime à l’aide de phrases qui effacent toute trace des interlocuteurs, pour se pré-
senter sous une forme impersonnelle 9 ». Introduit sous une forme délocutive, le pro-
pos apparaît comme existant en tant que tel. Selon la description de Charaudeau
(2019 : 619), « les modalités délocutives sont déliées du locuteur et de l’interlocuteur.
Le propos émis existe en soi, et s’impose aux interlocuteurs ». En effet, ce procédé
permet à celui qui parle « de présenter ce qui est dit comme si personne n’était impli-
qué » (Charaudeau, 2014 : 134). Grâce à l’énonciation délocutive, ces faits sont pré-
sentés « comme si le propos tenu n’était sous la responsabilité d’aucun des interlocu-
9
Il ne faut pas confondre l’énonciation délocutive, marquée par l’emploi de tournures impersonnelles
ou, comme c’est le cas ici, par des phrases génériques qui constituent des énoncés de type slogan et qui
apparaissent comme des vérités générales communément admises, avec la modalité élocutive du « cons-
tat » marquée par la présence d’un verbe de constat (cf. Grossmann, 2018) et d’un pronom de pre-
mière personne qui indique la prise en charge par le locuteur du contenu objet de ce constat. Il est vrai
que, très souvent, cette modalité du constat se présente sous une forme implicite qui omet le verbe et
les marques de la première personne, mais il est vrai aussi que ces éléments pourraient être facilement
restituées, explicitant ainsi la position du locuteur, ce qui n’est pas le cas pour l’énonciation délocutive.
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teurs en présence et ne dépendait que du seul point de vue d’une voix tierce, voix de
la vérité » (Charaudeau, 2014 : 138). Les événements sont donc introduits comme
une vérité ne dépendant pas du locuteur mais ayant une valeur en soi, ce qui a
comme effet que « l’énonciaton délocutive fait entrer l’auditoire dans un monde
d’évidence » (Charaudeau, 2014 : 138).
Ce procédé énonciatif est très fréquent dans le discours politique où il
s’exprime souvent au moyen d’« énoncés slogans » et de « petites phrases » qui per-
mettent à l’orateur d’adopter « une figure de souverain parce que se mettant au-dessus
de la mêlée il se fait le porteur d’une vérité établie » (Charaudeau, 2014 : 138).
Dans ces conditions, il est raisonnable de se demander à qui est attribuable
cette assertion dont le contenu est présenté comme évident. Comme nous venons de
le voir, Charaudeau (2019 : 138) attribue le propos ainsi présenté à une « voix
tierce », à la « voix de la vérité ». À notre avis, cette notion peut être mise en rapport
avec la notion de ON-vérité proposée par Berrendonner (1981) dans son analyse de la
présupposition. Anscombre (2005 : 78) reformule dans les termes suivants la descrip-
tion de Berrendonner : « Pour une proposition p, /p est ON-vrai/ signifiera que ‘p est
généralement considéré comme vrai’, ou encore ‘l’opinion générale est que p est
vrai’ ». Pour Berrendonner (1981 : 51), ce ON réfère à
[…] un signifié susceptible de renvoyer déictiquement à
n’importe quel ensemble d’individus parlants, de manière par-
faitement indéterminée […] ON peut inclure, aussi bien que
ne pas inclure, le locuteur, et/ou le destinataire, et ceci reste af-
faire de conjecture : les contours de l’opinion publique sont
toujours moins nets que ceux des individus.
Et un peu plus loin Berrendonner (1981 : 59) se réfère à nouveau à ce ON
qu’il appelle, « faute de mieux “l’opinion publique”, parce que son rôle est le plus
souvent de dénoter une doxa anonyme ».
Ce ON, cette opinion publique, cette doxa anonyme peuvent être facilement
mis en rapport avec la voix tierce, la voix de la vérité dont parle Charaudeau dans le
cas des énoncés à la modalité délocutive.
À partir de cette notion de ON-vérité, Anscombre (2005), dans le cadre de la
théorie des stéréotypes, propose le concept de ON-locuteur pour désigner l’ensemble
d’individus présenté comme la source qui se trouve à l’origine du point de vue consi-
déré comme vrai. Cette source est identifiée à une communauté linguistique qui as-
sume la véracité de ce point de vue. Cette notion de ON-locuteur est liée, selon Ans-
combre (2010 : 34) à des phénomènes comme la présupposition, l’opposition
thème/rhème et des phénomènes doxatiques comme les parémies et autres formes
sentencieuses.
Donaire (2016) applique cette notion de ON-locuteur à l’analyse du discours
politique, qui privilégie certaines formes de polyphonie. Ce « ON désigne une com-
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permet de montrer à leur égard un ethos d’humanité et de solidarité qui se voit ac-
centué par un ton de la voix et par un geste du visage qui essaient de refléter la com-
passion que ces personnes provoquent chez l’orateur.
L’image correspond à celle du couple de mariés en difficulté économique, de
la mère de famille qui peine à élever toute seule ses enfants, des retraités modestes qui
aident leur famille avec le peu qu’ils ont, des personnes en situation de handicap dé-
laissées par la société. Le choix de ces figures prototypiques et du lexique de la dé-
tresse qui les accompagne constituent un appel aux émotions de l’auditoire. Si
jusqu’ici c’était surtout le logos qui avait été mis en jeu par le Président, c’est mainte-
nant le recours au pathos qui prend une place importante dans son discours. Mais ce
recours est subordonné à la création d’un ethos favorable à l’orateur. En effet, s’il
choisit ces images prototypiques de ce que Charaudeau (2000) appelle la « topique de
la douleur », c’est pour accentuer une image compatissante de lui-même. Le pathos
est ainsi mis au service de l’ethos. Ceci est spécialement perceptible quand, à propos
des mères de famille seules, il affirme : « Je les ai vues, ces femmes de courage pour la
première fois disant cette détresse sur tant de ronds-points ! » Au moyen de cet énon-
cé à la première personne, l’orateur mobilise une figure fondamentale de l’ethos de
solidarité : il s’agit de « l’écoute » (Charaudeau, 2014 : 127). En ayant recours à cette
figure, qui suppose que l’homme politique est capable de « se mettre à l’écoute de ses
administrés », Macron montre qu’il peut adopter « une attitude de prise en considéra-
tion des autres, de leurs problèmes, de leurs souffrances mais également de leurs de-
mandes » (Charaudeau, 2014 : 127). Mais non seulement il a écouté ces mères de
famille ; il les aussi a vues sur les ronds-points, ce qui implique que le chef de l’État
connaît la réalité de très près, qu’il parcourt les rues et les routes de France. L’image
présidentielle créée par cette affirmation est sans doute destinée à parer aux critiques
qui présentaient Macron comme un Président absent et à contribuer à la réparation
d’un ethos préalable endommagé par le manque de réponse à une crise plus
qu’évidente déjà. Le ton pitoyable adopté lors de l’énonciation de cette phrase est
sans doute destiné à accentuer les effets pathémiques, c’est à dire les effets émotion-
nels recherchés, en laissant transparaître les sentiments d’un orateur sensible à la souf-
france de ces mères.
Une fois établie cette liste des malheureux qui ressentent la colère admissible,
Macron introduit un constat fondamental à propos de l’origine de l’affliction qui
touche ces personnes : « leur détresse ne date pas d’hier ». Cet énoncé, qui éloigne la
responsabilité de la figure du Président, de son présent et, en conséquence, de l’action
du gouvernement actuel, ouvre quand même la voie à une figure fondamentale de
l’ethos d’humanité : il s’agit de « l’aveu » (cf. Charaudeau 2014 : 114-116). Mais
l’aveu que cet énoncé rend possible n’affecte pas seulement l’image du chef de l’État ;
en effet, cette reconnaissance d’une culpabilité n’est pas assumée par l’orateur à la
première personne : elle fait l’objet d’un énoncé dont le sujet est un nous qui englobe
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Il est certain qu’au moment de l’allocution cela fait déjà un an et demi que
Macron est au pouvoir et, s’il n’accepte pas la responsabilité des motifs qui ont pro-
duit le malaise, il effectue un nouvel aveu. Il s’agit cette fois-ci de ne pas avoir su « y
apporter une réponse suffisamment rapide et forte ». Mais cette constatation, intro-
duite et renforcée par le marqueur épistémique sans doute, qui modalise la prise en
charge de l’énoncé, n’est pas assumée par Macron à la première personne du singu-
lier ; c’est encore une fois un nous qui apparaît comme sujet de la phrase. Il s’agit ici,
de toute évidence, d’un nous englobant le je du locuteur et un ils qui inclurait d’autres
responsables politiques, probablement les membres du gouvernement dirigé par
Édouard Philippe. L’orateur dilue ainsi sa responsabilité politique dans un ensemble.
C’est à nouveau une assomption de culpabilité partielle, ce que confirme l’énoncé « je
prends ma part de responsabilité », appuyé par un rapprochement de la caméra qui
reprend le plan poitrine. Mais il y a une faute que le chef de l’État accepte en entier.
Et ce qui est frappant par rapport à cet aveu, c’est la référence explicite que l’orateur
fait à son propre ethos : « Il a pu m’arriver de vous donner le sentiment que ce n’était
pas mon souci, que j’avais d’autres priorités ». En effet, ce que Macron regrette, c’est
d’avoir transmis une mauvaise image de lui-même, l’image d’un leader qui aurait
délaissé les plus faibles pour se centrer sur d’autres priorités (probablement le main-
tien du pouvoir). Mais même cet aveu est présenté d’une façon particulière destinée à
protéger l’image présidentielle : la phrase est construite à la forme passive afin de pré-
senter le locuteur non pas comme l’agent de l’action mais comme l’objet qui la subit.
En plus, la forme impersonnelle choisie pour cette construction efface les traces de
l’agent, comme si l’action s’était produite d’elle-même, sans aucune intervention de
l’orateur. La marque de la première personne n’apparaît qu’à la place du complément
d’objet indirect, présentant le locuteur identifié à Macron comme le récepteur passif
d’une action dont il n’est aucunement responsable. Encore une fois, le Président ap-
paraît non comme coupable mais comme victime des événements
Si tout cela n’était pas assez pour éloigner de l’orateur la responsabilité du
comportement objet de cet aveu, la périphrase modale « il a pu m’arriver », qui mo-
dalise la certitude, confère à ce comportement un caractère incertain qui le fait appa-
raître comme une simple possibilité, ce qui atténue la prise en charge par le locuteur
de ses propos.
Face au caractère incertain de cette possibilité, l’énoncé suivant, construit à la
première personne, exprime l’assurance et la clarté de la parole du Président. En effet,
en prononçant « Je veux ce soir être clair avec vous », Macron réclame la crédibilité
nécessaire pour présenter l’ethos qu’il va confirmer comme authentique à continua-
tion. Par opposition au caractère douteux de l’ethos négatif objet de l’aveu, cet ethos
présenté comme authentique par l’orateur, apparaît comme évident et avéré grâce à sa
nature présuppositionnelle liée à l’emploi de la conjonction si suivie du passé compo-
sé. Grâce à ce présupposé, le locuteur met en place encore une fois une voix collective
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qui admet hors de tout doute raisonnable qu’il s’est « battu pour bousculer le système
politique en place, les habitudes, les hypocrisies ». Le courage nécessaire pour tenter
cette lutte confirme l’ethos de caractère adopté par un Président qui se manifeste
comme quelqu’un doté de la force d’esprit nécessaire pour réaliser un tel exploit.
L’attribution par l’opinion générale d’un tel comportement, fait apparaître Macron
comme une espèce de héros, ce qui annule absolument les conséquences que le com-
portement négatif avoué pourrait avoir sur l’image présidentielle. Nous assistons ainsi
à un travail de réparation de l’ethos préalable vraiment méthodique et consciencieux
destiné à compenser l’image négative générée au cours des semaines précédentes et à
créer l’ethos d’une personnalité capable de conduire la Nation à un état libre des dé-
fauts du système politique antérieur.
Macron justifie ce comportement presque héroïque en confirmant sa con-
fiance en la France et son amour pour « notre pays », renouant ainsi les liens qu’il
avait établi au début de son allocution avec le peuple français dans son ensemble et
basant la crédibilité qu’il réclame sur cet amour qu’il ressent pour la Nation.
Mais s’il est préoccupé par sa crédibilité, la légitimité constitue aussi pour le
Président un élément essentiel. En effet, il rappelle à son audience que c’est
l’ensemble de la Nation qui fonde cette légitimité. La forme négative de cette asser-
tion : « et ma légitimité, je ne la tire d’aucun titre, d’aucun parti, d’aucune coterie ; je
ne la tire que de vous, de nul autre », indique l’opposition du locuteur à une autre
voix qui affirmerait qu’il y a d’autres groupes de pouvoir, un parti, une coterie, qui
assureraient le pourvoir du chef de l’État, ce qui laisserait sous-entendre que Macron
sert des intérêts autres que ceux de la Nation française. L’orateur se montre ainsi tota-
lement solidaire de ses concitoyens, au service desquels il exercerait ses fonctions. Des
mouvements de tête et l’accentuation de certaines syllabes appuient la conviction de
l’orateur par rapport à sa loyauté envers ce vous qui le légitime. Ce vous reçoit préci-
sément un accent spécialement intense.
Si Macron étend dans le temps le malaise qui se trouve à l’origine de la colère
et donc de la crise actuelle, éloignant de sa personne, de son action politique et de son
image publique les causes de cette crise, il étend aussi dans l’espace cet état de diffi-
culté. L’orateur fait une longue pause et la caméra s’éloigne à nouveau. Constatant
que « nombre d’autres pays traversent ce mal vivre qui est le nôtre », il évite l’image
d’une France qui subirait une situation exceptionnelle et il évite aussi l’image d’un
dirigeant politique responsable de cette situation exceptionnellement négative dans
son pays. En effet, il ne peut pas être le responsable direct d’une crise qui affecte aussi
nombre d’autres pays. Cependant, le mais qui introduit l’énoncé suivant veut opposer
la France à ces pays et reconnaît pour elle une situation exceptionnelle en ce qui con-
cerne les possibilités de sortie de cette crise. Cet énoncé, exprimant la conviction sans
réserve, la certitude totale du locuteur assimilé à Macron, « je crois profondément que
nous pouvons trouver une voie pour en sortir tous ensemble », compose l’image d’un
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chef de l’État qui a une confiance absolue dans les possibilités de la Nation qu’il pré-
side. Cette confiance est appuyée par deux mouvements des mains qui renforcent la
prononciation des mots vous et ensemble.
Les chances de réussite qu’ouvre cette voie reposent donc sur une condition
essentielle : l’unité du peuple français. L’orateur veut ainsi insister sur le lien qu’il a
créé dès le début de son discours avec les membres de son auditoire, cherchant ainsi à
combler le fossé que la crise des « gilets jaunes » a creusé entre le Président et le
peuple et à offrir un ethos de solidarité totale envers ce peuple. Cet énoncé sert de
relais entre la première partie de l’allocution, destinée à offrir une vision de la situa-
tion et à créer une image bien définie des deux collectifs par rapport auxquels Macron
se positionne, les violents et les souffrants, et la suite du discours, consacrée fonda-
mentalement à présenter une batterie de mesures que le Président propose comme
solution à l’état actuel de la Nation.
Cette première partie de l’allocution construit des ethè de Macron qui le pré-
sentent comme un dirigeant capable de traiter convenablement ces deux collectifs :
ethos de caractère et de chef souverain d’un côté ; ethos d’humanité et de solidarité
de l’autre. La suite du discours devra permettre à l’orateur la construction d’ethè qui
lui permettent d’apparaître comme le leader capable d’amener la Nation à l’état de
bien-être qu’elle mérite.
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bleur, celui qui réunit le troupeau, l’accompagne et le précédant, éclaire sa route avec
une tranquille persévérance ». Il devient ainsi un « conducteur d’hommes ».
Le deuxième je le veux est justifié par une phrase sentencieuse qui marque le
passage de l’élocutif au délocutif. Cette affirmation, « un peuple qui se divise à ce
point, qui ne respecte plus ses lois et l’amitié qui doit l’unir est un peuple qui court à
sa perte », émerge dans le discours comme une vérité générale qui réclame l’unité et
dont le responsable est un locuteur collectif, un ON-locuteur qui inclut le locuteur
du je le veux et son audience et qui soutient de façon incontestable la volonté inébran-
lable du guide.
La justification du troisième je le veux, « c’est en pressentant cette crise que je
me suis présenté à votre suffrage pour réconcilier et entraîner et que je n’ai pas oublié
cet engagement et cette nécessité », introduit une triple vision hautement positive du
Président. En premier lieu, Macron adopte l’image d’un « guide-prophète », une
autre des figures de l’ethos de chef 10, qui, pressentant déjà la menace, s’est présenté
aux élections afin de pouvoir y remédier. Deuxièmement, sa volonté de « réconcilier
et entraîner » confirme l’éthos de « guide-berger ». Troisièmement, en affirmant « je
n’ai pas oublié cet engagement et cette nécessité », il renforce son ethos de solidarité
envers le peuple français dans son ensemble.
Muni de cette image composite qui fait de lui un modèle exemplaire de leader
capable de conduire la Nation à l’état de bonheur souhaité, le Président peut com-
mencer à énumérer les mesures qu’il compte mettre en place afin d’accomplir son
dessein. C’est ainsi que le guide-berger, le guide-prophète doté d’un caractère excep-
tionnel et solidaire de son peuple commence à faire connaître à celui-ci son plan sal-
vateur. Il commence par une mesure forte : « l’état d’urgence économique et sociale »
qui reflète la volonté ferme qu’il vient de montrer. Et cette volonté, ce caractère dé-
terminé apparaît aussi dans la présentation même de la mesure qui adopte la forme
volitive : « je veux décréter aujourd’hui ».
La caméra s’éloigne pour adopter le plan taille et le je laisse immédiatement la
place au nous qui le relie à son auditoire et qui reprend l’ethos de solidarité pour af-
firmer que « nous voulons bâtir une France du mérite, du travail, une France où nos
enfants vivront mieux que nous ». Il se fait le porte-parole de la Nation et proclame
ce désir général d’un futur meilleur. Se basant sur cette communauté, il passe à la
modalité délocutive pour attribuer à l’ensemble des citoyens la responsabilité d’un
énoncé qui affirme la possibilité de construite cette France et la nécessité d’une amé-
lioration du système éducatif pour y arriver : « Cela ne peut se faire que par une meil-
10
Selon Charaudeau (2014 : 119) le « guide-prophète » « ressemble au “guide-berger” dans son rôle de
rassembleur, mais le berger est d’avantage ancré dans l’ici-bas, alors que le prophète se trouve dans
l’au-delà ». C’est grâce à cette figure du « guide-prophète » qu’un leader politique peut apparaître
comme « un être “inspiré” », comme « un “visionnaire” ».
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leure école, des universités, de l’apprentissage et des formations qui apprennent aux
plus jeunes et aux moins jeunes ce qu’il faut pour vivre libre et travailler ». Par contre,
c’est le Président, à la première personne, qui « confirme » l’investissement précaire
dans l’école et dans la formation, constatant par là une urgente nécessité d’une action.
Si le premier domaine abordé a été l’éducation, Macron fait allusion ensuite à
la sphère du travail. L’ethos solidaire reprend le dessus grâce à la deuxième personne
et l’orateur exprime le désir général : « Nous voulons une France où l’on peut vivre
dignement de son travail ». Cette solidarité et cette affirmation de la communauté
deviennent une responsabilité collective quand il reconnaît, au nom de la collectivité
que « sur ce point, nous sommes allés trop lentement », justifiant ainsi le manque
d’efficacité dans ce domaine. Mais face à cette faute collective, le Président propose
l’action personnelle immédiate et décidée en affirmant à la première personne du
singulier « Je veux intervenir vite et concrètement sur ce sujet ». L’ethos de caractère
remplace ainsi celui de solidarité pour montrer, encore une fois, la volonté d’action
rapide du Président, ce que confirme le ton de l’élocution qui devient plus ferme,
plus décidé, quand il accompagne la présentation des mesures à adopter. C’est aussi-
tôt l’ethos de chef-souverain qui prend le devant de la scène quand Macron, recou-
rant à la modalité allocutive, sous la forme d’une requête, prononce l’énoncé « Je
demande au gouvernement et au Parlement de faire le nécessaire afin qu’on puisse
vivre mieux de son travail dès le début de l’année prochaine ». Ici le chef adopte des
manières humbles montrant ainsi sa volonté de laisser aussi une place de premier
ordre aux autres institutions fondamentales de la Nation que sont le gouvernement et
le Parlement et partageant avec elles le pouvoir qui lui correspond en tant que chef de
l’État. C’est précisément cet ethos de chef qui lui permet d’affirmer d’emblée, récupé-
rant sa position privilégiée de premier dirigeant du pays, que « le salaire d’un travail-
leur au SMIC augmentera de 100 euros par mois dès 2019 sans qu’il en coûte un
euro de plus pour l’employeur ». Sa capacité d’action politique et son engagement
apparaissent comme incontestables, renforçant ainsi l’image d’un leader affublé de
toutes les aptitudes nécessaires à l’exercice du pouvoir dans des temps vraiment diffi-
ciles.
Ces derniers énoncés nous permettent d’observer clairement comment les dif-
férents ethè se succèdent rapidement composant cette image qui se développe, se dé-
ploie et se complète sans arrêt devant les yeux des téléspectateurs.
C’est encore la forme volitive je veux que Macron utilise pour se référer en-
suite aux heures supplémentaires confirmant ainsi sa volonté ferme, cette fois-ci de
« renouer avec une idée juste : que le surcroît de travail accepté constitue un surcroît
de revenu ». Mais, encore une fois, cette volonté se voit accompagnée d’une volonté
assurée d’action, qui amène la promesse « les heures supplémentaires seront versées
sans impôts ni charges dès 2019 ». La volonté et l’action se combinent ainsi pour
configurer l’image d’un leader charismatique ; il ne s’agit pas cependant d’un leader
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autoritaire. En effet, s’il veut « qu’une vraie amélioration soit tout de suite percep-
tible », il demandera « à tous les employeurs qui le peuvent, de verser une prime de
fin d’année à leurs employés ». Cette prime, sollicitée à ces « employeurs qui le peu-
vent » et qui « n’aura à acquitter ni impôt ni charge » fait ainsi l’objet d’une requête
qui permet à l’orateur d’adopter des manières humbles et de montrer l’image d’un
chef qui, loin d’imposer des mesures à ses concitoyens, demande la collaboration de
différents secteurs de la société qui peuvent contribuer à une amélioration de la situa-
tion des moins favorisés.
Si le programme du Président contient des mesures visant à améliorer la for-
mation et la situation des travailleurs, son discours ne laisse pas non plus de côté les
personnes qui ne sont plus en âge de travailler et qui « constituent une partie pré-
cieuse de notre nation ». À leur égard, le Président annonce une mesure fiscale impor-
tante qui confirme son image de chef-souverain : « Pour ceux qui touchent moins de
2.000 euros par mois, nous annulerons en 2019 la hausse de CSG subie cette an-
née ». Un aveu, très important lui aussi, justifie l’adoption de cette mesure : « l’effort
qui leur a été demandé était trop important et il n’était pas juste ». Mais encore une
fois, cet aveu n’est pas assumé par l’orateur puisque le passif impersonnel efface les
traces d’un responsable identifiable. Par contre, le responsable de la mesure répara-
trice est parfaitement identifiable : il s’agit d’un nous référant à l’ensemble Président +
gouvernement. Macron tente ainsi d’annuler les effets négatifs que l’augmentation de
cet impôt aurait eu sur l’ethos des membres de cette collectivité politique.
Une fois ces mesures énumérées, l’orateur fait une pause, renforcée par un
nouvel éloignement de la caméra, et annonce que ces mesures seront présentées im-
médiatement, « dès demain », par le Premier ministre aux parlementaires, indiquant
par là que ce ne sont pas des projets à décider dans un futur plus ou moins lointain
mais qu’il s’agit d’un plan d’action immédiat, ce qui renforce ce caractère décidé et
résolu que l’orateur essaie de montrer tout au long du discours.
Une nouvelle pause et un nouveau rapprochement de la caméra marquent la
relance du discours. Toutes ces mesures touchant à la formation, aux travailleurs et
aux retraités ne semblent pas suffisantes au chef de l’État. Montrant un côté ambi-
tieux par rapport à l’amélioration de l’état de la Nation et appelant de façon solidaire
ses concitoyens, le Président affirme que « nous ne pouvons pas nous arrêter là ». Le
mais qui introduit cette affirmation, le haussement très marqué du buste et la forme
négative de la phrase, montrent l’opposition combative du locuteur face à ceux qui se
contenteraient d’une attitude moins ambitieuse concernant l’état de bien-être de la
France.
La première mesure de cette partie de l’allocution, marquée par une mobilité
corporelle un peu plus dynamique, concerne la collaboration des entreprises et des
plus fortunés, en définitive de ceux que l’imaginaire collective désigne souvent
comme les riches. Évitant un ethos autoritaire qui pourrait gêner ce collectif, Macron
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audience qui semble affirmer à l’unisson cette vérité générale qui n’est pas un caprice
personnel, au contraire « c’est la simple justice ».
Toutes ces mesures concernant la formation, les travailleurs, les retraités, les
entrepreneurs justifient un appel à l’auditoire, « vous le voyez », qui met en avant
l’évidence du caractère ferme et décidé des membres du gouvernement, de ce nous qui
relie cette fois-ci le Président et les autres membres du pouvoir exécutif et qui saura
répondre « à l’urgence économique et sociale par des mesures fortes, par des baisses
d’impôts plus rapides, par une meilleure maîtrise des dépenses plutôt que par des
reculs ».
C’est en tant que responsable suprême de ce collectif dirigeant que le Prési-
dent récupère le je qui le représente personnellement, pour montrer sa volonté « que
le gouvernement poursuive l’ambition des transformations de notre pays que le
peuple a choisie il y a maintenant 18 mois ». Cette ambition transformatrice apparaît
ainsi explicitement citée dans son discours, confirmant l’ethos de caractère attribué au
gouvernement, ainsi que son ethos de sérieux face aux responsabilités, étant donné
que cette ambition a été choisie par le peuple en votant pour Macron. Ces transfor-
mations apparaissent ainsi légitimées par le jeu de la démocratie qui donne au peuple
la capacité d’élire l’action politique qu’il désire.
C’est avec ce peuple que Macron renoue encore une fois les liens en recourant
à nouveau à ce nous qui apparaît comme sujet de l’annonce « nous avons devant nous
à conduire une réforme profonde de l’État, de l’indemnisation du chômage et des
retraites ». Et il apparaît comme le guide-berger qui va conduire ce peuple, à travers
ces réformes « indispensables », jusqu’à un état de bonheur et de justice où « ceux qui
travaillent » seront récompensés grâce à « des règles plus justes, plus simples ». Cet
état que « nous voulons » justifie ces profondes transformations et relie solidairement
le chef de l’État et le peuple français.
Mais l’ambition de Macron est encore plus profonde. Une nouvelle pause et
un nouveau mais d’opposition indiquent que ce qui vient d’être annoncé n’est pas
encore suffisant. La caméra renforce encore une fois ce nouvel élan discursif en
s’éloignant pour adopter le plan taille. Les mains du Président, maintenant visibles se
lèvent légèrement de la table et effectuent des mouvements verticaux. Des énoncés
délocutifs, marqués au moyen du verbe devoir, « aujourd’hui, c’est aussi avec notre
projet collectif que nous devons renouer. Pour la France et pour l’Europe. C’est
pourquoi le débat national annoncé doit être beaucoup plus large», introduisent une
nécessité présentée comme une vérité générale, comme la volonté d’une collectivité
englobant de façon encore une fois solidaire le locuteur et son auditoire. Et cette vo-
lonté collective a comme élément central « notre projet collectif » qu’il faut « re-
nouer ». L’allusion à l’Europe rappelle le rôle de leader international que le Président
avait attribué antérieurement à la France.
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2. Conclusion
L’analyse que nous venons de présenter nous a permis de constater que
l’allocution prononcée par le Président Macron le 10 décembre 2018 constitue un
excellent exemple de travail sur l’ethos de l’orateur, à travers un discours politique,
face à une situation de crise nationale qui suppose une menace à la fois pour la paix
collective et pour l’image publique du dirigeant.
Si cette menace à l’harmonie générale entraîne un traitement multiple par
l’orateur de la situation de difficulté que vit la Nation, depuis l’analyse des causes qui
l’ont provoquée jusqu’aux solutions proposées pour la résoudre, la menace à la face
publique du Président entraîne un travail complexe et minutieux afin de se rendre
crédible à son auditoire et de réparer l’image endommagée par les événements.
Une des finalités principales de ce discours, perceptible à travers l’analyse des
différentes parties qui le composent, est de construire une image multiple et compo-
site de Macron, qui le fasse apparaître aux yeux de ses concitoyens comme un souve-
rain paternel et comme un leader doté des atouts nécessaires pour diriger le pays : la
crédibilité, la détermination, l’esprit de solidarité, la volonté d’écoute et de compré-
hension, le capacité de commandement, l’aptitude à prévoir les problèmes.
En ce qui concerne les ethè de « crédibilité », Macron se centre surtout sur
l’ethos de « sérieux ». Et ce sont fondamentalement les aspects non verbaux qui favo-
risent la création de ce type d’image : le décor et les éléments de la façade personnelle
que sont le vêtement, la façon de parler, le comportement gestuel, le ton de la voix.
Certaines allusions de l’orateur sur son aptitude à tenir les engagements pris et les
promesses faites contribuent également à créer cet effet de sérieux, à produire l’image
d’un dirigeant en qui on peut avoir toute confiance.
Mais ce sont surtout les ethè d’identification que le discours s’évertue à cons-
truire. Deux types d’ethè symétriques et complémentaires d’identification apparais-
sent surtout grâce à cette entreprise discursive. D’un côté des ethè liés à la force, au
pouvoir, à la volonté et à la capacité d’action. Ce sont l’ethos de « chef » et l’ethos de
« caractère », qui présentent Macron comme un leader doté de la capacité et de
l’énergie indispensables pour conduire la Nation à l’état de bien-être souhaité. Ces
ethè sont liés d’abord à la présentation de la situation de crise sous un angle concret,
celui de la violence, et des responsables de cette violence comme des individus aux-
quels il faut s’affronter. La présentation des mesures visant à surmonter la crise con-
tribue aussi d’une façon déterminante à la figuration de ces ethè forts. C’est surtout le
recours au logos, à la raison, à l’analyse et à l’explication qui ont un rôle de premier
ordre. Des facteurs linguistiques comme l’anaphore rhétorique construite à partir du
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ANNEXE
Adresse du Président de la République Emmanuel Macron à la nation
Françaises, Français, nous voilà ensemble au rendez-vous de notre pays et de notre
avenir. Les événements de ces dernières semaines dans l’Hexagone et les Outre-mer ont pro-
fondément troublé la Nation. Ils ont mêlé des revendications légitimes et un enchaînement
de violences inadmissibles et je veux vous le dire d’emblée : ces violences ne bénéficieront
d’aucune indulgence.
Nous avons tous vu le jeu des opportunistes qui ont essayé de profiter des colères
sincères pour les dévoyer. Nous avons tous vu les irresponsables politiques dont le seul projet
était de bousculer la République, cherchant le désordre et l’anarchie. Aucune colère ne justifie
qu’on s’attaque à un policier, à un gendarme, qu’on dégrade un commerce ou des bâtiments
publics. Notre liberté n’existe que parce que chacun peut exprimer ses opinions, que d’autres
peuvent ne pas les partager sans que personne n’ait à avoir peur de ces désaccords.
Quand la violence se déchaîne, la liberté cesse. C’est donc désormais le calme et
l’ordre républicain qui doivent régner. Nous y mettrons tous les moyens car rien ne se cons-
truira de durable tant qu’on aura des craintes pour la paix civile. J’ai donné en ce sens au
gouvernement les instructions les plus rigoureuses.
Mais au début de tout cela, je n’oublie pas qu’il y a une colère, une indignation et
cette indignation, beaucoup d’entre nous, beaucoup de Français peuvent la partager et celle-
là, je ne veux pas la réduire aux comportements inacceptables que je viens de dénoncer.
Ce fut d’abord la colère contre une taxe et le Premier ministre a apporté une réponse
en annulant et en supprimant toutes les augmentations prévues pour le début d’année pro-
chaine mais cette colère est plus profonde, je la ressens comme juste à bien des égards. Elle
peut être notre chance.
C’est celle du couple de salariés qui ne finit pas le mois et se lève chaque jour tôt et
revient tard pour aller travailler loin.
C’est celle de la mère de famille célibataire, veuve ou divorcée, qui ne vit même plus,
qui n’a pas les moyens de faire garder les enfants et d’améliorer ses fins de mois et n’a plus
d’espoir. Je les ai vues, ces femmes de courage pour la première fois disant cette détresse sur
tant de ronds-points !
C’est celle des retraités modestes qui ont contribué toute leur vie et souvent aident à
la fois parents et enfants et ne s’en sortent pas.
C’est celle des plus fragiles, des personnes en situation de handicap dont la place
dans la société n’est pas encore assez reconnue. Leur détresse ne date pas d’hier mais nous
avions fini lâchement par nous y habituer et au fond, tout se passait comme s’ils étaient ou-
bliés, effacés.
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Ce sont quarante années de malaise qui ressurgissent : malaise des travailleurs qui ne
s’y retrouvent plus ; malaise des territoires, villages comme quartiers où on voit les services
publics se réduire et le cadre de vie disparaître ; malaise démocratique où se développe le
sentiment de ne pas être entendu ; malaise face aux changements de notre société, à une laïci-
té bousculée et devant des modes de vie qui créent des barrières, de la distance.
Cela vient de très loin mais c’est là maintenant.
Sans doute n’avons-nous pas su depuis un an et demi y apporter une réponse suffi-
samment rapide et forte. Je prends ma part de cette responsabilité. Il a pu m’arriver de vous
donner le sentiment que ce n’était pas mon souci, que j’avais d’autres priorités. Je sais aussi
qu’il m’est arrivé de blesser certains d’entre vous par mes propos. Je veux ce soir être très clair
avec vous. Si je me suis battu pour bousculer le système politique en place, les habitudes, les
hypocrisies, c’est précisément parce que je crois plus que tout dans notre pays et que je l’aime
et ma légitimité, je ne la tire d’aucun titre, d’aucun parti, d’aucune coterie ; je ne la tire que
de vous, de nul autre.
Nombre d’autres pays traversent ce mal vivre qui est le nôtre mais je crois profondé-
ment que nous pouvons trouver une voie pour en sortir tous ensemble. Je le veux pour la
France parce que c’est notre vocation au travers de l’Histoire d’ouvrir ainsi des chemins ja-
mais explorés pour nous-mêmes et pour le monde.
Je le veux pour nous tous Français parce qu’un peuple qui se divise à ce point, qui ne
respecte plus ses lois et l’amitié qui doit l’unir est un peuple qui court à sa perte.
Je le veux aussi parce que c’est en pressentant cette crise que je me suis présenté à
votre suffrage pour réconcilier et entraîner et que je n’ai pas oublié cet engagement et cette
nécessité.
C’est d’abord l’état d’urgence économique et sociale que je veux décréter au-
jourd’hui. Nous voulons bâtir une France du mérite, du travail, une France où nos enfants
vivront mieux que nous. Cela ne peut se faire que par une meilleure école, des universités, de
l’apprentissage et des formations qui apprennent aux plus jeunes et aux moins jeunes ce qu’il
faut pour vivre libre et travailler.
L’investissement dans la Nation, dans l’école et la formation est inédit et je le con-
firme.
Nous voulons une France où l’on peut vivre dignement de son travail ? Sur ce point,
nous sommes allés trop lentement. Je veux intervenir vite et concrètement sur ce sujet. Je
demande au gouvernement et au Parlement de faire le nécessaire afin qu’on puisse vivre
mieux de son travail dès le début de l’année prochaine. Le salaire d’un travailleur au SMIC
augmentera de 100 euros par mois dès 2019 sans qu’il en coûte un euros de plus pour
l’employeur.
Je veux renouer avec une idée juste : que le surcroît de travail accepté constitue un
surcroît de revenu ; les heures supplémentaires seront versées sans impôts ni charges dès
2019. Et je veux qu’une vraie amélioration soit tout de suite perceptible ; c’est pourquoi je
demanderai à tous les employeurs qui le peuvent, de verser une prime de fin d’année à leurs
employés et cette prime n’aura à acquitter ni impôt ni charge.
Les retraités constituent une partie précieuse de notre Nation. Pour ceux qui tou-
chent moins de 2.000 euros par mois, nous annulerons en 2019 la hausse de CSG subie cette
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année ; l’effort qui leur a été demandé, était trop important et il n’était pas juste. Dès de-
main, le Premier ministre présentera l’ensemble de ces décisions aux parlementaires.
Mais nous ne devons pas nous arrêter là. J’ai besoin que nos grandes entreprises, nos
concitoyens les plus fortunés, aident la Nation à réussir ; je les réunirai et prendrai des déci-
sions en ce sens dès cette semaine. Je sais que certains voudraient dans ce contexte que je
revienne sur la réforme de l’impôt sur la fortune mais pendant près de 40 ans, il a existé ;
vivions-nous mieux durant cette période ? Les plus riches partaient et notre pays
s’affaiblissait. Conformément aux engagements pris devant vous, cet impôt a été supprimé
pour ceux qui investissent dans notre économie et donc aident à créer des emplois ; et il a été
maintenu au contraire pour ceux qui ont une fortune immobilière.
Revenir en arrière nous affaiblirait alors même que nous sommes en train de recréer
des emplois dans tous les secteurs. Cependant, le gouvernement et le Parlement devront aller
plus loin pour mettre fin aux avantages indus et aux évasions fiscales. Le dirigeant d’une en-
treprise française doit payer ses impôts en France et les grandes entreprises qui y font des
profits doivent y payer l’impôt, c’est la simple justice.
Vous le voyez, nous répondrons à l’urgence économique et sociale par des mesures
fortes, par des baisses d’impôts plus rapides, par une meilleure maîtrise des dépenses plutôt
que par des reculs.
J’entends que le gouvernement poursuive l’ambition des transformations de notre
pays que le peuple a choisie il y a maintenant 18 mois ; nous avons devant nous à conduire
une réforme profonde de l’État, de l’indemnisation du chômage et des retraites. Elles sont
indispensables. Nous voulons des règles plus justes, plus simples, plus claires et qui récom-
pensent ceux qui travaillent.
Mais aujourd’hui, c’est aussi avec notre projet collectif que nous devons renouer.
Pour la France et pour l’Europe. C’est pourquoi le débat national annoncé doit être beau-
coup plus large. Pour cela, nous devons avant toute chose, assumer tous ensemble tous nos
devoirs. Le devoir de produire pour pouvoir redistribuer, le devoir d’apprendre pour être un
citoyen libre, le devoir de changer pour tenir compte de l’urgence de notre dette climatique
et budgétaire.
Pour réussir, nous devons nous rassembler et aborder ensemble toutes les questions
essentielles à la Nation. Je veux que soient posées les questions qui touchent à la représenta-
tion ; la possibilité de voir les courants d’opinion mieux entendus dans leur diversité, une loi
électorale plus juste, la prise en compte du vote blanc et même que soient admis à participer
au débat des citoyens n’appartenant pas à des partis. Je veux que soit posée la question de
l’équilibre de notre fiscalité pour qu’elle permette à la fois la justice et l’efficacité du pays. Je
veux que soit posée la question de notre quotidien pour faire face aux changements clima-
tiques : se loger, se déplacer, se chauffer. Et les bonnes solutions émergeront aussi du terrain.
Je veux que soit posée la question de l’organisation de l’État, de la manière dont il est
gouverné et administré depuis Paris, sans doute trop centralisé depuis des décennies. Et la
question du service public dans tous nos territoires.
Je veux aussi que nous mettions d’accord la Nation avec elle-même sur ce qu’est son
identité profonde, que nous abordions la question de l’immigration. Il nous faut l’affronter.
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Ces changements de fond qui demandent une réflexion profonde et partagée, impo-
sent un débat sans précédent. Il devra se dérouler au niveau national dans nos institutions,
chacun y aura sa part : gouvernement, assemblées, partenaires sociaux et associatifs ; vous y
aurez votre part. Je veux en assurer moi-même la coordination, en recevoir les avis, prendre
ainsi le pouls vivant de notre pays.
Mais un tel débat n’est pas seulement affaire de représentants institutionnels ; il doit
se dérouler aussi partout sur le terrain et il est des interlocuteurs naturels, des citoyens qui
doivent en recevoir les demandes et s’en faire les relais : ce sont les maires ; ils portent la Ré-
publique sur le terrain. C’est pourquoi je rencontrerai moi-même les maires de France, région
par région, pour bâtir le socle de notre nouveau contrat pour la Nation.
Nous ne reprendrons pas le cours normal de nos vies, comme trop souvent par le
passé dans des crises semblables, sans que rien n’ait été vraiment compris et sans que rien
n’ait changé. Nous sommes à un moment historique pour notre pays : par le dialogue, le
respect, l’engagement, nous réussirons.
Nous sommes à la tâche et je reviendrai m’exprimer devant vous pour vous rendre
compte.
Mon seul souci, c’est vous ; mon seul combat, c’est pour vous.
Notre seule bataille, c’est pour la France.
Vive la République, vive la France.
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ISSN: 1699-4949
nº 17 (primavera de 2020)
Nota de lectura
∗
A propósito de la obra editada por Alexandra Marti, Montserrat Planelles Iváñez y Elena Sandakova,
Langues, culture et gastronomie : communication interculturelle et contrastes / Lenguas, cultura y
gastronomía: comunicación intercultural y contrastes (Berlín, Peter Lang, col. “Studien zur romanischen
Sprachwissenschaft und interkulturellen Kommunikation”, 2018, 263 pp. ISBN: 978-84-6084-7984).
Çédille, revista de estudios franceses, 17 (2020), 479-484 Mª Elena Baynat Monreal
lenguas. Sin embargo, podríamos decir que el eje vertebrador del volumen, el vértice
principal en el que se apoyan los otros dos, es la gastronomía. Consideramos que es
un gran acierto, puesto que dicho campo semántico ofrece una riqueza léxica excep-
cional en todos los idiomas y, además, requiere de la dimensión sociocultural para su
total comprensión.
El primer bloque temático versa sobre aspectos teóricos e históricos de la co-
municación intercultural en relación con la alimentación y la restauración.
En primer lugar, Montserrat Planelles, en su contribución titulada “Cultura,
comunicación intercultural y gastronomía” realiza un recorrido histórico del signifi-
cado de cultura que le lleva a definir y analizar conceptos teóricos como la multicul-
turalidad, la interculturalidad y el diálogo intercultural, todo ello con el fin de anali-
zar la temática de la gastronomía como referente mundial, clave del conocimiento y la
comprensión entre los diferentes pueblos. Finaliza afirmando que la comida y la coci-
na propician la diferenciación de los pueblos, entendida como un aspecto positivo
enfocado hacia el descubrimiento del otro como disfrute y, en definitiva, el acerca-
miento a los demás a través de la comprensión y el diálogo.
Seguidamente, Pedro Nuño de la Rosa, en “Historia e interculturalidad en la
cocina mediterránea” trata el asunto de la alimentación en relación con la cultura,
explicando que sus orígenes están interrelacionados. Sin embargo, observa que no hay
escritos de cocineros de la antigüedad que den testimonio de ello. Afirma que hay que
esperar al siglo XIX para hallar indicios escritos de que se trate la cocina como cultura
y como ciencia. Destaca la inevitable diferenciación histórica entre ricos y pobres en
lo que se refiere a la gastronomía y el dominio e influencia culinaria de los pueblos
invasores o colonizadores sobre los invadidos o colonizados. Finalmente, se centra en
los conceptos de globalización e interculturalidad en el Mediterráneo.
En el siguiente capítulo, Natalia Khalina y Elena Sandakova nos presentan los
restaurantes de quesos franceses e italianos de Barnaoul (Rusia). Comienzan con una
introducción teórica sobre la filosofía de la comida, incidiendo también en el tema de
la globalización alimentaria actual. Posteriormente, dichas autoras presentan la tradi-
ción quesera rusa puesto que, como comentan, el queso de esta zona es considerado
un producto de lujo muy apreciado por la calidad de la leche utilizada para su elabo-
ración. Añaden que, gracias a esta circunstancia, se ha establecido un interesante diá-
logo e intercambio técnico con otras naciones productoras de este alimento que ha
culminado en la apertura en Siberia de varios restaurantes europeos de quesos de in-
fluencia francesa e italiana. Todo ello evidencia la importancia de la interacción entre
países en lo que se refiere a la gastronomía y del desarrollo las nuevas tendencias culi-
narias –la llamada cocina fusión– que conjugan tradiciones locales e influencias extran-
jeras.
El segundo bloque temático de este interesante y jugoso libro se centra en as-
pectos lingüísticos, semióticos e interculturales relacionados con la gastronomía.
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Çédille, revista de estudios franceses, 17 (2020), 479-484 Mª Elena Baynat Monreal
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Çédille, revista de estudios franceses, 17 (2020), 479-484 Mª Elena Baynat Monreal
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ISSN: 1699-4949
nº 17 (primavera de 2020)
Nota de lectura
∗
Acerca del libro de Stephanie Schwerter, Catherine Gravet y Thomas Barège (dir.), L’erreur culturelle
en traduction. Lectures littéraires (Villeneuve d’Ascq, Presses Universitaires du Septentrion, 2019, 265
pp. ISBN: 978-2-7574-2952-5).
Çédille, revista de estudios franceses, 17 (2020), 485-489 José María Castellano Martínez
https://doi.org/10.25145/j.cedille.2020.17.23 486
Çédille, revista de estudios franceses, 17 (2020), 485-489 José María Castellano Martínez
ducción literaria. Por este motivo hace referencias a las licencias artísticas de la tra-
ducción de este tipo de textos o al arte de interpretación de los mismos a través del
ideal de perfección. En definitiva, la asunción del error cultural representa el núcleo
de la traducción como creación.
El segundo bloque temático se titula Entre erreur et errance (cap. 6-10) y co-
mienza con el trabajo de Laurence Denooz (Université de Nantes), quien retoma el
tema literario árabe. El capítulo «Interlangues et discordantes interculturelles. Le cas
des littératures arabes» (pp. 95-108) esboza un marco teórico que parte de la diver-
gencia cultural hacia la intraducibilidad, apoyándose en extractos de diferentes auto-
res arabófonos y políglotas sobre esta cuestión (Barakat, Djebar, Tayyib, etc.). En
definitiva, la interferencia de dichas lenguas –habida cuenta de los vacíos conceptua-
les, ambigüedades o falsos sentidos que existen entre ellas– genera un espacio de enri-
quecimiento artístico y cultural, en la misma línea que Collombat.
A mi juicio, el capítulo «La construction de l’Orient. L’erreur culturelle dans
la traduction des ghazals de Hâfez par Henry Wilberforce Clarke» (pp. 109-1124)
condensa el propósito principal de este bloque e incluso del volumen en sí. Laurence
Chamlou (Université de Reims Champagne-Ardenne) establece un punto de partida
para el estudio de la cuestión que nos ocupa en la archiconocida Orientalism de Ed-
ward Said (1978), de la que retoma el sentido de otredad occidental a través del pasa-
do colonial. Los vínculos culturales entre la antigua Persia y el imperio colonial de
Gran Bretaña constituyen un marco de transferencia cultural de interés para el autor,
quien concluye que la poesía persa impregnó la británica a través de los orientalistas
cuyos trabajos renovaron a lo largo del siglo XIX los géneros literarios ingleses.
Por su parte, Marc Lacheny (Universitér de Lorraine) aborda el error de tra-
ducción en la obra de Raimund en su capítulo «De Der Verschwender au Prodigue.
Traduire Raimund, entre erreurs et licences du traducteur ?» (pp. 125-138). La po-
liedricidad del texto dramático de Raimund supone que el texto traducido reproduzca
cierta musicalidad, fraseología, ritmo e incluso un conocimiento de alemán culto por
parte del traductor. Asimismo, resulta de interés el análisis comparativo de la versión
alemana respecto de las traducciones de Sylvie Muller y de Heinz Schwarzinger, en
donde se aprecian divergencias de carácter cultural sobre las que reflexionar. Además
del universo dramático, en este bloque también se contempla la realidad del cómic
(BD) en «Traduction d’un jeu de mots dans la BD Docteur Schtroumpf : quelle dou-
leur !» (pp. 125-138). Cristina Castellani (Univ. de Franche-Comté) muestra en este
capítulo la complejidad de la traducción de aspectos culturales una vez se han consi-
derado las limitaciones de este género para su traducción: los bocadillos propios del
cómic –de los que ofrece una selección de ejemplos comparados en francés e italiano–
, la lengua Schtroumpt (en español: Pitufo) y las notas, como elementos paratextuales
inseparables del conjunto de la obra. El segundo bloque, quizás el más ecléctico de los
tres, concluye con «Comment Wang-Fô fut sauvé : l’erreur culturelle au cœur des
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ISSN: 1699-4949
nº 17 (primavera de 2020)
Nota de lectura
A redropelo:
cuerpo locuaz y lenguaje poético de la modernidad∗
∗
A propósito del libro de Amelia Gamoneda, Cuerpo locuaz. Poética, biología y cognición (Madrid,
Abada Editores, 2020, col. «Lecturas de Teoría Literaria», 252 pp. ISBN 978-84-17301-55-2).
Çédille, revista de estudios franceses, 17 (2020), 491-495 José María Fernández Cardo
moneda no trata solo de poesía francesa; siendo como es una gran conocedora de la
poesía española actual, no pierde la ocasión de convocar en las páginas de su libro la
obra de poetas contemporáneos españoles de referencia.
Los capítulos que lo componen inciden o retoman, pero desde una perspecti-
va bien distinta, algunos centros de interés que la crítica de inspiración estructuralista
del pasado siglo envolvió en el celofán de nociones tales como la connotación, la am-
bigüedad del lenguaje literario o el texto intransitivo. Estos y otros términos, por en-
tonces usuales en algunos medios, evocaban la dificultad de la lectura, el divorcio
aparente con la referencia y, en definitiva, el problema de la representación, lo que es
lo mismo que decir la mala relación del texto poético con la mímesis. La autora de
Cuerpo locuaz no ha perdido de vista la tradicional pareja antagónica de mime-
sis/poiesis, pero reformulando ahora el segundo término de la oposición como auto-
poiesis y trasladándolo desde el campo de la biología, con la intención de evocar una
concepción del lenguaje humano en el que se presenta el modo de conocimiento del
animal privado de logos, “el modo de conocimiento de los aloga. Un lenguaje humano
que precisamente por tentar la parte de su inexistencia puede experimentar su propio
surgimiento. Y que incluye en su seno la escena de su surgimiento: que es autopoiéti-
co tanto en sentido literario como en sentido biológico” (p. 22).
El seguidor de la trayectoria crítica de Amelia Gamoneda, porque de verdade-
ra trayectoria se puede hablar a poco que se consideren sus títulos anteriores, encon-
trará una relación gradual de serie entre este libro y el inmediatamente precedente:
Del animal poema. Olvido García-Valdés y la poética de lo vivo (2016), ensayo que se
nutre de los vínculos del lenguaje con la vida “biológica”, situándose en la débil fron-
tera que separa, a veces, y aproxima, otras, al hombre del animal. El cuerpo en ese
libro ocupaba ya un lugar de privilegio desde las primeras páginas, en las que la auto-
ra se detenía en el comentario de uno de los títulos de la obra de Olvido García-
Valdés, La poesía, ese cuerpo extraño, y sostenía que “la poesía es un cuerpo propio que
ha devenido un cuerpo extrañado y que recibe una herencia de esa entidad biológica
de la que proviene”.
En el comienzo de su trayectoria como crítica e investigadora Amelia Gamo-
neda se dedicó, y en ello fue pionera en España, al estudio de la narrativa de Margue-
rite Duras, sobre la que publicó un voluminoso libro titulado Marguerite Duras, la
textura del deseo (1995), y del que ahora conviene aquí traer a colación al menos los
títulos de tres de sus capítulos: “El cuerpo abierto”, “Trazado oscilante del deseo so-
bre el cuerpo” y “Texto: el cuerpo de la voz”. A la vista de las informaciones que pre-
ceden, el lector puede disponer ya de los elementos necesarios para saber que la pala-
bra del cuerpo y la locuacidad de éste no constituyen una imagen ocurrente de la au-
tora en los últimos tiempos, sino una constante en su búsqueda interpretativa de los
elementos de base del lenguaje poético (desde la década de los cincuenta del siglo
pasado en Francia, no hay evidencia de que, a partir de los denominados textos del
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Ángeles González Fuentes publicó en 2014 un poemario titulado Sales de plata, donde el texto poéti-
co y la imagen fotográfica mantienen una singular relación.
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lógico de la autora, en la medida en que la producción del sentido propia del lenguaje
referencial pierda la condición de la “biunivocidad”, porque durante el revelado “la
mano se dedica a meter el dedo en el ojo” (p. 240). En el proceso de la creatividad
literaria, y también fotográfica, a la luz de las enseñanzas de la moderna neurociencia,
lo que vendría a resultar es que la actividad combinatoria de las neuronas guarda si-
militudes estructurales con el funcionamiento metafórico y la fluctuación del sentido
que caracterizan el lenguaje de la poesía.
Estoy seguro de que la lectura atenta de este corpus textual le proporcionará al
lector todos los útiles necesarios para la escucha poética del cuerpo real. Esta investi-
gación de Amelia Gamoneda tiene todos los visos de convertirse en un libro impres-
cindible para la comprensión del lenguaje poético de la modernidad. ¡Para empezar
basta con ceñirse el “delantal” –palabra que da título al íncipit del libro– y adoptar la
disposición conveniente para el trabajo, en la cocina del sentido!
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
GAMONEDA, Amelia (1995): Marguerite Duras, la textura del deseo. Salamanca, Ediciones
Universidad de Salamanca.
GAMONEDA, Amelia (2016): Del animal poema. Olvido García-Valdés y la poética de lo vivo.
Oviedo, KRK Ediciones.
GAMONEDA, Antonio (2006): Libro de los venenos. Corrupción y fábula del Libro sexto de Pe-
dacio Dioscórides y Andrés Laguna, acerca de los venenos mortíferos y de las fieras que arro-
jan de sí ponzoña. Madrid, Ediciones Siruela.
GONZÁLEZ FUENTES, Ángeles (2014): Sales de plata. Oviedo, KRK Ediciones, col. «Octavo
mayor».
HAMBURGER, Käte (1957): Die Logik der Dichtung. Stuttgart, Ernst Klett. Trad. ingl. The
Logic of Literature, 1973.
RIFFATERRE, Michael (1979): La production du texte. París, Seuil.
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ISSN: 1699-4949
nº 17 (primavera de 2020)
Nota de lectura
Marina PEDROL-AGUILÀ
Universitat de Lleida
marina.pedrol@udl.cat
ORCID : 0000-0002-7225-3838
∗
À propos du livre de M. Carme Figuerola (éd.), Evocar la literatura francesa y francófona de la moder-
nidad. Homenaje a Àngels Santa (Ediciones de la Universitat de Lleida / Pagès Editors, collection « El
Fil d’Ariadna », série « Literatura », 2019, 550 pages. ISBN : 978-84-1303-097-5.
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contributions ont pour but l’analyse thématique d’œuvres écrites par des femmes.
Àngela Magdalena Romera Pintor met en avant le regard optimiste d’Andrée Chédid,
poétesse et romancière d’origine libanaise, qui, dans Face au présent, érige l’amour en
tant que solution du conflit existentiel du héros. Dans une étude parallèle, Claude
Benoit Morinière perçoit bien des échos du héros des Mémoires d’Hadrien de Mar-
guerite Yourcenar dans le personnage principal de BW de Lydie Salvayre. Brigitte
Leguen fait ressortir la plaidoirie féministe du dernier roman de Fred Vargas, Quand
sort la recluse, et souligne que dans l’ensemble de l’œuvre de cette auteure, on constate
un dépassement des stéréotypes de genre. Finalement, Montserrat Serrano Mañes se
penche sur deux pièces de théâtre de Yasmina Reza, Conversations après un enterre-
ment et La Traversée de l’hiver, où elle observe le lien qui se tisse entre les conflits in-
terpersonnels et identitaires.
Le cinquième chapitre porte pour titre « A favor de la literatura comprometi-
da » et, dans la mesure où la professeure Santa a souvent entrepris l’étude d’auteurs et
de genres littéraires délaissés par les critiques, l’on pourrait dire que, à sa manière,
elle-même a été une enseignante et une chercheuse engagée. Illustrent cette section
une réflexion de Pere Solà Solé autour des liens étroits entre la poésie d’Aragon ou de
Prévert et la chanson française dans les années 50, la période de son plus grand
rayonnement. Également, nous y trouvons une analyse, par Anne Mathieu, du té-
moignage journalistique qu’Edith Thomas fit de l’arrivée d’une vague de réfugiés en
France, lors de la Guerre civile espagnole. Enfin, José María Fernández Cardo pro-
pose une approche à la technique d’écriture et aux romans d’inspiration camusienne
de l’écrivain et journaliste engagé Kamel Daoud.
Vient ensuite le sixième chapitre, « Afán por la literatura », qui recueille dix
articles concernant les plus divers aspects de la littérature française et francophone du
Moyen Âge au XXIe siècle. Cette multiplicité thématique est, sans doute, un reflet de
la grande variété de sujets qui ont intéressé la professeure Santa. À propos
d’influences littéraires du Moyen Âge à l’époque contemporaine, Juan F. García Bas-
cuñana souligne l’image du prince-poète Charles d’Orléans dans les Ballades françaises
de Paul Fort, qui s’identifie avec ce personnage historique malgré les siècles qui les
séparent. Et Dulce M.ª González Doreste représente la survivance de la figure mytho-
logique de Médée dans la littérature française depuis le Roman de Troie (1134) de
Benoît de Sainte-Maure jusqu’à Médée endeuillée (2011) de Sylvain Grandhay. Puis,
autour du genre autobiographique, Lola Bermúdez Medina envisage le rapport étroit
entre littérature et vie chez Cendrars. Ensuite, María Dolores Picazo remarque le ca-
ractère culturel de l’érotisme chez Michel Leiris, ainsi qu’une symbiose entre image et
écriture dans son expression de l’intime. Ángeles Sirvent Ramos se centre sur l’espace
autobiographique méconnu et pourtant persistant dans l’écriture de Roland Barthes.
Quant à Javier del Prado Biezma, il trace une rétrospective personnelle, au-delà des
aspects théoriques, de ses recherches sur ce genre littéraire. Enfin, quatre autres ar-
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dont l’essence aussi bien érudite que sentimentale résume tout à fait l’esprit de
l’ouvrage qui nous occupe.
La dixième section, intitulée « Perspectivas », constitue une sorte d’ouverture
où José Manuel Losada passe en revue les diverses études érudites entreprises au long
du XXe siècle dans le champ de la mythocritique et signale les difficultés d’analyse de
l’héritage mythologique dans la littérature française dû à une réception et à une diffu-
sion toujours changeantes.
Le volume collectif présenté a été conçu comme un hommage sincère de la
part de ses collègues et de ses disciples à la professeure Santa, férue dix-neuviémiste.
Le résultat est un recueil qui contribue à élargir la recherche en littérature française et
francophone des XIXe et XXe siècles particulièrement et qui est spécialement consacré
à la littérature populaire et à la littérature écrite par des femmes, deux des principaux
domaines ayant retenu l’intérêt d’Àngels Santa au long de sa prolixe carrière, et qui se
décomposent à leur tour en bien des facettes telles que la littérature engagée, le récit
de voyage ou la traduction.
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