1.cómo Hablar de Dios Al Hombre Posmoderno
1.cómo Hablar de Dios Al Hombre Posmoderno
1.cómo Hablar de Dios Al Hombre Posmoderno
DOI: 10.15332/s0120-8454.2019.0094.02
Resumen:En la época moderna la apuesta del hombre por la razón y su plena confianza en la
ciencia y el progreso dieron paso a la muerte de Dios y a la irreligiosidad, tras lo cual aparece el
vacío existencial. Decepcionado, el hombre posmoderno reconoce la necesidad de volver a
Dios, pero no a través de las grandes religiones institucionalizadas como la Iglesia católica, sino
por medio de formas epifenoménicas relativistas y reduccionistas que, lejos de llenar ese vacío
existencial, lo intensifican. Aunado a ello el lenguaje religioso ha dejado de ser significativo
para algunos creyentes, que lo consideran ajeno o distante, carente de sentido. Para abordar la
pregunta "¿Cuál es la mejor forma de hablar de Dios al hombre de hoy que busca un sentido de
vida?" conviene reflexionar sobre las caracterís ticas que distinguen al hombre actual, el papel
que juega la filosofía y algunos retos que enfrenta el cristianismo. Con base en ello se puede
identificar que el testimonio de la fe, la comunicación indirecta y la hermenéutica analógica son
opciones vigentes y viables para hablar de Dios.
Abstract:In modern times, the society embraced reason, fully relying on science and progress.
This gave way to the death of God and irreligiosity, plunging it into an existential vacuum.
Disappointed, the postmodern society recognizes the need to return to God, not through the
great institutionalized religions, such as the Catholic Church, but through relativistic and
reductionist epiphenomenal forms. However, far from filling that existential void, it is
intensified. In addi tion to this, the religious language is no longer significant for some
believers, considering it irrelevant or distant; meaningless. How can we speak of God to a
society seeking the meaning of life in this postmodern context? What is the best form or the
appropriate language? And what role does philosophy play in all this? From a religious and
philosophical approach, and with an exploratory scope, this work provides: 1) An outline on the
characteristics of postmodernity and the need to believe in God; 2) The theme of God from
philosophy; 3) The distortion of Christianity and the great paradox; and 4) How to talk about
God; an approach based on the testimony of faith, indirect communication, and analogical
hermeneutics.
Introducción
De acuerdo a Rivas (2016), el fenómeno religioso aparece con el hombre mis mo.
El homo religiosusha dejado huellas de su deseo de trascendencia desde la época
primitiva pues siempre ha buscado vincularse con algo que lo supera, con una idea de
Dios o con lo que representa. Esto es: "Sentido último de la vida, razón de ser, lugar en
el cosmos, fundamentación de la existencia y de la acción, comunidad en la que se
comparten creencias y certezas, entre otros" (p. 11). Al respecto, el hombre de hoy no es
la excepción. No obstante, citando a Arboleda (2008), el fenómeno de la globalización
económica y política, el libre mercado, las nuevas tecnologías de información y
comunicación, entre otros, han propiciado la imposición de un pensamiento único. "Se
está produciendo una nueva cultura universal cuyas pretensiones son la técnica y lo
lucrativo, dejando de lado aspectos sociales, humanos y de sentido" (p. 132). Esto es un
bosquejo de lo que caracteriza a la época posmoderna, que ha derivado, de acuerdo al
autor, en una cultura fragmentada, pragmática, esteticista e individualista. Una sociedad
que no reconoce una única verdad ni valores absolutos. Una época o modernidad
líquida, como la refiere Bauman (2004), porque está en constante fluir y nada persiste;
nada es sólido y duradero.
No obstante lo anterior, uno de los aspectos positivos que ha traído la posmo dernidad
respecto a la época anterior es la necesidad de volver a Dios. En la época moderna se
creía que Dios y la religión habían sucumbido ante la razón. Sin embargo, el hombre,
decepcionado de la racionalidad del modernismo, trae consigo el retorno a lo divino,
aunque no desandando el camino. Debido a la caída de los grandes relatos, incluido el
gran relato de la tradición judeocristiana (Vide, 2000, p. 18), se ha dado paso a un
relativismo en el que todas las ideas se consideran igualmente válidas y legítimas. En
este sentido, Vattimo y Caputo (2010) dirán que se ha optado por un cristianismo no
religioso. Así pues, si bien este retorno a Dios es favorable, se encuentra empero al
acecho del reduccionismo y la distorsión de la concepción de Dios y de la religión, que
queda de manifiesto en las grandes religiones institucionalizadas, "afectadas por la caída
de la práctica religiosa de sus fieles y por los ataques a unas doctrinas fijas e
inmutables" (Arboleda, 2008, p. 133).
Para dar respuesta a estas preguntas, a continuación se expone desde un enfo que
religioso y filosófico y con un alcance exploratorio: 1) un esbozo sobre las
características de la posmodernidad y la necesidad de creer en Dios, 2) el tema de Dios
desde la filosofía, 3) la distorsión del cristianismo y la gran paradoja y 4) cómo hablar
de Dios desde el testimonio de la fe, la comunicación indirecta y la hermenéutica
analógica.
Se verá que, si bien el posmodernismo ha traído como punto favorable la necesi dad
de volver a Dios, es importante sortear la problemática de la secularización, que
distorsiona y relativiza la idea de Dios y de la religión; promover la auténtica fe, la de la
praxis y el amor al prójimo, la que imita a Cristo, y, en una época marcada por la falta
de sentido y el individualismo, encontrar nuevas formas para hablar de Dios. Al
respecto, se expondrá que la convicción y el testimonio de la fe siguen siendo por
excelencia las estrategias más contundentes y legí timas para el anuncio del evangelio
hecho vida, y que es pertinente hablar de Dios valiéndose de la comunicación indirecta,
utilizando un lenguaje que dé significado y actualidad al mensaje religioso, a fin de que
haga eco en el interior de cada individuo y no sea solo un adoctrinamiento cultural vacío
de Dios. Aunado a lo anterior, la hermenéutica analógica se presenta como la opción
capaz de conciliar el lenguaje y los ecos de la modernidad y la posmodernidad.
Sin embargo, estas alternativas con las que se pretendía llenar el vacío existencial y el
vacío de Dios solo han logrado intensificarlo. Por ello, es necesario volver a la búsqueda
de un sentido auténtico, pero a través de otras formas o caminos como el arte, la estética
y por supuesto la religión (p. 47). En cuanto a esta última, algunos filósofos y teólogos
consideran que se está viviendo un renacimiento de lo sagrado, un replanteamiento o
repensamiento de la religión. Pero es preciso un planteamiento adecuado para lograr,
como sugiere Arboleda (2008), sintonía entre el mensaje divino, la fidelidad a la
experiencia espiritual, el contexto y los retos de nuestra sociedad y cultura actuales, y no
una distorsión relativizada (pp. 132, 137). El autor considera que
En esta línea, el papa Francisco apunta que la fe católica se enfrenta a esta proli
feración de nuevos movimientos religiosos fundamentalistas o cuya propuesta es una
espiritualidad sin Dios como resultado del materialismo, consumismo e individualismo
que impera en la sociedad posmoderna (santo padre Francisco, s. f., p. 53). Y respecto al
proceso de secularización considera que
Dios y la filosofía
La noción de Dios
En principio, es preciso contar con una noción del Dios que queremos comuni car. De
acuerdo a Rivas (2016), el teísmo de occidente (tradición judeocristiana) lo concibe
como
Tener una noción racional y unívoca de Dios ha inquietado a los hombres de distintas
épocas. Se ha abordado este problema por la vía teológica y filosófica para evitar
interpretaciones erróneas o imágenes ambiguas de Dios (pp. 27-29). En el cristianismo
se ha considerado a profundidad este tema con el afán de "formular una concepción de
Dios en la que sea posible articular el pensamien to racional (filosófico) y la fe
revelada" (p. 29). Y de la intención de justificar racionalmente la existencia de Dios se
han desprendido dos grandes líneas: la vía negativa (apofática) y la
positiva (katafática).
Los partidarios de la vía negativa señalan que hay una desproporción entre las
capacidades cognoscitivas del hombre y la esencia divina, por lo que no podemos
conocer positivamente los atributos de Dios, y que la única forma de concebir su
naturaleza es negando la imperfección de sus criaturas finitas, temporales, mutables,
visibles, corruptibles, para ver en Él lo opuesto, lo infi nito, eterno, inmutable, lo
invisible e inmenso y lo incorruptible (p. 30). Para estos filósofos el único acceso
positivo a Dios es la experiencia mística, pero esta es intransferible e incomunicable, lo
que es un problema para llegar a una noción de Dios generalizada. En la misma línea,
para Dionisio, citado por Rivas (2016), la esencia de Dios no es accesible a través de los
sentidos ni la razón porque lo inmenso e inabarcable no puede expresarse con palabras
que resul tan insuficientes, inadecuadas y limitativas (p. 31). En el otro extremo, y desde
una óptica filosófica, teólogos cristianos apuntaron que era posible deducir de manera
positiva la existencia de Dios y sus atributos partiendo de las creaturas y de la
experiencia del mundo, una demostración que se entiende como prueba a
posteriori. Pero una segunda forma de inferir la existencia de Dios solamente a partir de
la razón se sustenta con las pruebas a priori(pp. 32-33). No es objeto de este trabajo
profundizar en toda esa discusión; no obstante, resulta impres cindible referir esas vías
positiva y negativa para enmarcar la diversidad y la problemática que conlleva para el
objeto del estudio: hablar de Dios.
Pero optar por Cristo no es una decisión de una sola ocasión, es una decisión y una
vivencia constantes en el amor. ¿Qué implica?, ¿qué representa esta vi vencia de la fe?:
"La fe no es un consuelo, sino una lucha constante, una tensión permanente que el
individuo vive en su propio interior entre la opción que ha hecho y la mundanidad de
una existencia vivida desde lo general" (Arenas 2010, p. 44). De acuerdo a lo anterior,
Kierkegaard sostiene que la fe transforma internamente al cristiano y esto se ve
reflejado en su vida. Pero la obediencia a Cristo, la confianza y el abandono en Él como
guía de sus acciones, trae consigo la disposición al sufrimiento pues quebranta la
inmediatez, el estadio mundano al que el danés llamó esteticismo (García, 1993)3. Sin
embargo, es importante aclarar que este sufrimiento, si bien pareciera disuadirnos de
vivir en el cris tianismo, no consiste en sufrir por sufrir, sino que se trata de un
sufrimiento que lleva al amor. En resumen, profesar la fe es imitar a Cristo, no asumir el
papel de espectador que admira su grandeza, e imitarlo supone sufrir como Él por
bondad, verdad y amor (Arenas, 2010, p. 49). Vivido así el amor en dona ción, como
Cristo, el sufrimiento cobra un nuevo sentido, el máximo sentido que nos acerca a lo
infinito y nos coloca en el estadio religioso. Por tanto, si la vivencia de la fe y de la
verdad, es la vivencia del amor imitando a Cristo, la predicación principal del
cristianismo debe ser el amor al prójimo, y "amar al prójimo significa esencialmente
querer existir por igual para cada ser humano incondicionalmente, permaneciendo en la
diversidad terrena propia que a uno le ha sido asignada" (Arenas, 2010, p. 54). En
cambio, si solamente se admira a Cristo, se es personalmente ajeno, no hay una
implicación, sino un escapismo ante el sufrimiento.
Pero esta comunicación de Dios con el hombre, que desde la teología podría estar
implícita a través de la oración, ha sido sin embargo motivo de discusión entre los
filósofos de diferentes épocas, como ya se ha delineado. ¿Por qué el absoluto, el infinito
y perfecto Dios querría entablar comunicación con el finito, imperfecto e impuro ser
humano? (Peperzak, 2006, p. 18). Este pensamiento, señala el autor, trae consigo el
encierro del hombre en sí mismo, una separa ción de Dios que lo conmina a encontrar
un refugio en la superstición y que acentúa el efecto secularizador e individualista antes
referido. Es por ello que para escuchar a Dios es necesario asumir una actitud
teocéntrica y de apertura, para sabernos escuchados, aceptar que podemos comunicarnos
y esperar una respuesta a nuestras plegarias.
Hasta aquí se ha reseñado que la época actual está permeada por una búsqueda de
sentido a raíz de un vacío existencial. Se ha expuesto que, en consecuencia, una
reacción favorable del posmodernismo ha sido plantear el retorno a la reli gión.
Adicionalmente, se han esbozado algunas dificultades sobre la concepción de Dios en la
filosofía y se ha expuesto brevemente, desde el pensamiento de Kierkegaard, la crítica
al cristianismo y en qué consiste la fe auténtica. Se ha llegado al punto crucial: es
preciso preguntarse cómo orientar a una persona en busca de sentido, pero que no está
convencida de la existencia de Dios. ¿Cómo hablar de Dios a una persona que ha
perdido el fervor emocional e intelectual en relación con su fe?
Peperzak (2006) sugiere que para hablar de Dios al hombre de hoy primero se debe
estar plenamente convencido, y que no hay nada mejor que el testimonio coherente de la
fe, que habla por sí mismo. Si bien un abordaje intelectual puede ser útil e interesante,
es un medio secundario:
Esta es una invitación a mantener la coherencia entre el mensaje que transmiti mos y
su vivencia pues nada es más avasallador que el ejemplo de la experiencia religiosa. Sin
embargo, Vide (2000) nos habla de una crisis en este binomio ya que el ateísmo del
hombre posmoderno rechaza el mensaje teológico no por considerarlo falso, sino porque
no percibe una relación entre el mensaje de la fe y su vivencia en quien lo transmite (p.
17). Dicho de otro modo, "el lenguaje es una forma de vida vinculada a la experiencia a
la que se refiere", y si lo característico del hombre posmoderno es el utilitarismo, la
dominación y la explotación, la distracción y la disipación en tantas ocupaciones,
difícilmente mostrará una apertura a la experiencia religiosa (p. 21).
Vide (2000) considera que la filosofía del lenguaje es muy útil para analizar la
manera en la que Dios se revela y habla al hombre: Dios habla actuando y actúa
hablando porque en Él coinciden Palabra y Vida (p. 24). Si se considera que Dios habla
de manera humana, se deben analizar por tanto "no solo los géneros lite rarios, sino
también las alabanzas, las acciones de gracias, las interrogaciones, los avisos, las
lamentaciones, formas de hablar que no son descriptivas, pero que tienen un sentido que
es preciso analizar" (p. 25). Asimismo, Vide señala que entre las características de los
lenguajes de la fe está su riqueza analógica (que permite hablar del infinito Dios aun
con lo limitado de nuestro lenguaje) y simbólica (que revela y oculta al mismo tiempo;
de hecho, el universo es la expresión de Dios que a la vez lo oculta y lo revela), y
enfatiza que el lenguaje bíblico más importante es el narrativo. Así, Jesús es narrado en
múltiples re latos que se interpretan y "exigen que el oyente se convierta en realizador
de la narración y que imite las actuaciones relatadas" (pp. 25-26). Es decir, se da paso a
la vivencia del evangelio y se crea un círculo virtuoso entre lenguaje y praxis que dota a
las Escrituras de significación. Jesús mismo habló narrativa mente del Reino a través de
parábolas, "no tanto porque este lenguaje fuera más pedagógico, sino porque anuncia y
hace presente aquello que Él vive en primera persona como Hijo de Dios" (p. 33). Por
tanto, sugiere el autor, para evangelizar debería utilizarse principalmente el lenguaje
narrativo, conforme a la sugerencia de González Carvajal, a quien Vide cita:
No debemos consentir de ningún modo que el mensaje cristiano se solidifique
en unas fórmulas estereotipadas. Esas formulaciones tienen que ser analizadas,
reformuladas, reinventadas en todo momento y lugar, para seguir siendo
inteligibles. Como dijo Pablo VI, "Cristo se ha hecho contemporáneo de
algunos hombres y ha hablado su lenguaje. La fidelidad a Él requiere que
continúe su contemporaneidad". (2000, p. 33)
Para Kierkegaard la fe es esa verdad subjetiva por la que un ser humano puede optar
haciendo uso de su libertad y voluntad. Así pues, estamos ante un tipo de pensamiento
subjetivo y no objetivo, que requiere por tanto de una forma de co municación
particular. A continuación se presenta la propuesta de Kierkegaard sobre la
comunicación indirecta parafraseando el trabajo de García (1993).
Comunicación indirecta
En este sentido, Peperzak (2006, p. 35) invita a recordar que ni los profetas, ni Jesús
mismo, ni sus discípulos ni los místicos han hablado de Dios en términos filosóficos,
sino más bien a través de metáforas. No obstante, utilizar metáforas para transmitir el
mensaje de Dios conlleva interpretarlas en el contexto narrativo en el que aparecen o se
corre el riesgo de tergiversar su significado (interpre tación que corresponde a la
hermenéutica). Además, es preciso considerar a la comunidad de la fe y su historia, a
través de la cual se debe develar el sentido correcto de la metáfora bajo la guía del
Espíritu. En esta línea, Peperzak (2006), Vide (2000) y García (1993) coinciden en que
es importante hacer uso de la metá fora, pero no como mero recurso retórico desprovisto
de la dimensión vivencial.
La hermenéutica analógica
Por otra parte, Beuchot refiere que Vattimo habla de un Dios débil, Jesucristo, que no
es más el del Antiguo Testamento -un Dios cruel, castigador y vengati vo-, sino un Dios
que se seculariza, que se hace hombre. Un Dios humilde que no solamente vivió entre
nosotros, sino que murió por nosotros. Para Vattimo se trata de un Dios hermeneuta
porque ha enviado su Palabra -es decir, a su Hijo- para manifestar la buena nueva o el
evangelio. Este autor también se inclina por una teología negativa: un pensamiento débil
de Dios, que por tanto también supone un lenguaje débil que no pretende brindar una
descripción exacta de Dios, sino una aproximación (Beuchot, 2006, pp. 74-75).
Conclusiones
Como apunta Beuchot, la persona es sagrada y tenemos que respetar al otro por
medio del amor (que también es parte del conocimiento metafísico). Un camino que no
recorrió la modernidad (Sicilia, 1999, p. 49).
En general, el hombre de hoy necesita un discurso sobre Dios que encierre el amor y
el sentido del ser, para lo cual es necesario identificar nuevas estrategias para hablar de
Dios en el lenguaje adecuado. En este sentido, tanto el lenguaje de la fe como el de la
filosofía son útiles, y cabría señalar, necesarios y complemen tarios. Los caminos para
llegar al corazón y a la razón de los seres humanos son el autoconvencimiento de la
existencia de Dios en la praxis y, en consecuencia, el avasallador testimonio de la fe.
Asimismo, es necesaria la utilización de un lenguaje religioso cercano, acorde con la
época que al hombre le ha tocado vivir y dotado de significado para su existencia.
Referencias
Arboleda, C. (2008). Los alcances de la fe en la posmodernidad. Revista Lasallista
de Investigación, 5(2), 131-145. Recuperado
de http://www.redalyc.org/pdf/695/69550216.pdf.
Juan Pablo II (s. f.). Carta encíclica fides et ratio del sumo pontífice Juan Pablo II a
los obispos de la Iglesia católica sobre las relaciones entre fe y razón. Santa Sede:
Libreria Editrice Vaticana. Recuperado de https://goo.gl/NQ8zaf.
Notas
*
Artículo de reflexión. Investigación realizada como parte de los estudios de Doctorado
en Humanidades. Citar como Torres, F. (2019). ¿Cómo hablar de Dios al hombre
posmoderno? Una mirada desde el cristianismo. Análisis, 51(94), 37-55,
DOI: https://doi.org/10.15332/s0120-8454.2019.0094.02
*a
Reflection article. Research conducted as part of doctoral studies in humanities. Quote
as Torres, F. (2019). ¿Cómo hablar de Dios al hombre posmoderno? Una mirada desde
el cristianismo. Análisis, 51(94), 37-55, DOI: https://doi.org/10.15332/s0120-
8454.2019.0094.02
**a
Doctor of Education from the Universidad Anáhuac México. She is currently a
doctoral student in Humanities at the same institution, Planning Coordinator in the
Dirección de Efectividad y Servicios Institucionales (Desi) and Coordinator of Spiritual
Growth of the Desi. Mailing address: Av. Universidad Anáhuac 46, Col. Lomas
Anáhuac, Huixquilucan, Estado de México, C.P. 52786. E-mail:
fabiola.torresa@anahuac.mx. Orcid: https://orcid.org/0000-0002-2557-4401
*b
Article de réflexion faisant partie d'une recherche menée dans le cadre d'un Doctorat
en Humanités. Pour citation : Torres, F. (2019). ¿Cómo hablar de Dios al hombre
posmoderno? Una mirada desde el cristianismo. Análisis, 51(94), 37-55,
DOI: https://doi.org/10.15332/s0120-8454.2019.0094.02
**b
Docteur en Education de l'Université Anáhuac (Mexique). Elle fait actuellement un
Doctorat en Humanités à la même université, et travaille comme coordinatrice de
gestion de la Dirección de Efectividad y Servicios Institucionales (Desi) et
Coordinatrice de Développement Spirituel (Desi). Adresse postale: Av. Universidad
Anáhuac 46, Col. Lomas Anáhuac, Huixquilucan, Estado de México, C. P. 52786.
Adresse éléctronique: fabiola.torresa@anahuac.mx. Orcid: https://orcid.org/0000-0002-
2557-4401
1 Para ahondar en los factores de la crisis de la modernidad y tratar de recobrar aquello
que nos hace personas surge la corriente personalista. Para mayor referencia
consultar Asociación Española de Personalismo (2017).
2 La primera es producto de la "razón natural" sostenida por la evidencia empírica y la
segunda, fruto de la revelación de Dios a través de su Espíritu.
3 De acuerdo a Kierkegaard son tres los principales estadios existenciales del ser
humano: estético, ético y religioso. El estadio estético es universal, todos los hombres se
encuentran en él alguna vez. Quien se encuentra en este nivel, se caracteriza por
sustentar su vida en la razón, sin interiorización o reflexión. El esteta "más que vivir...
es arrastrado por la vida". Es el dominio de la superficialidad, la inmediatez, la
frivolidad, el placer y el hedonismo. Pasar de un deseo a otro sin más, de modo que
impera el cambio constante. Se trata de vivir el presente, el instante. En este estadio, el
hombre en algún momento y sin nada infinito a lo cual asirse terminará en la
desesperación. Para Kierkegaard únicamente el estadio religioso permite al hombre
vivir una existencia auténtica y plena.
4 Para Peperzak, al encontrarnos en un universo finito creamos metáforas para hablar de
Dios o hablar a Dios, como si Él también se encontrara en el espacio y tiempo que nos
enmarca, aunque no es así.