Este documento presenta una oración conocida como el Rosario de los Cien Réquiem, dirigida a las almas del Purgatorio. Consiste en rezar un Padrenuestro, seguido de diez decenas de Réquiem, repitiendo una jaculatoria y ofrenda en cada cuenta grande. Finaliza con una oración de petición por las almas del Purgatorio y la liberación de sus penas.
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Este documento presenta una oración conocida como el Rosario de los Cien Réquiem, dirigida a las almas del Purgatorio. Consiste en rezar un Padrenuestro, seguido de diez decenas de Réquiem, repitiendo una jaculatoria y ofrenda en cada cuenta grande. Finaliza con una oración de petición por las almas del Purgatorio y la liberación de sus penas.
Este documento presenta una oración conocida como el Rosario de los Cien Réquiem, dirigida a las almas del Purgatorio. Consiste en rezar un Padrenuestro, seguido de diez decenas de Réquiem, repitiendo una jaculatoria y ofrenda en cada cuenta grande. Finaliza con una oración de petición por las almas del Purgatorio y la liberación de sus penas.
Este documento presenta una oración conocida como el Rosario de los Cien Réquiem, dirigida a las almas del Purgatorio. Consiste en rezar un Padrenuestro, seguido de diez decenas de Réquiem, repitiendo una jaculatoria y ofrenda en cada cuenta grande. Finaliza con una oración de petición por las almas del Purgatorio y la liberación de sus penas.
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] ALMAS DEL PURGATORIO ROSARIO DE LOS CIEN RÉQUIEM
Se empieza rezando un Padrenuestro y
después una decena de Réquiem en esta forma:
Dadles, Señor, el eterno descanso y
haced lucir sobre ellas vuestra eterna luz.
En cada cuenta grande se dirá la
jaculatoria y ofrenda siguientes:
JACULATORIA
Almas santas, almas purgantes, rogad a
Dios por nosotros, que nosotros rogaremos por vosotros para que El os dé la gloria del paraíso.
OFRENDA
Padre eterno, os ofrecemos la sangre,
pasión y muerte de Jesucristo, los dolores de la Santísima Virgen y los de San José, por la remisión de nuestros pecados, la libertad de las almas del Purgatorio Especialmente del alma de HMV y la conversión de los pecadores.
En seguida se rezan la segunda y demás
decenas de Réquiem sobre las cuentas pequeñas, repitiendo la jaculatoria y la ofrenda sobre cada cuenta grande. Acabadas las diez decenas, o sea la centena de Réquiem, se rezará la ORACION FINAL DE LOS REQUIEN Desde el profundo abismo de mis penas
a Ti clamo, Señor, de noche y día;
oye, mi Dios, los incesantes ruegos de un corazón contrito que se humilla.
Estén gratos y atentos tus oídos
a mi voz lamentable y dolorida: a Ti mis ayes y gemidos lleguen pues a escucharlos tu piedad se inclina.
¿Si siempre airado tus divinos ojos
sobre las culpas de los hombres fijas, quién estará confiado en tu presencia, confundiéndonos sólo ante tu vista?
Más la eterna palabra de tu seno
que aplaque espero tus terribles iras; porque son inefables tus promesas y con tus gracias pecador invitas.
Así aunque mi alma acongojada gime
contemplando el rigor de tu justicia, por tu palabra la indulgencia espera, de que la hacen culpas tan indigna.
¡Oh pueblo electo! De mañana y noche,
en todos tus peligros y fatigas, acógete al Señor con la confianza que en su ley soberana nos intima.
Porque es inagotable su clemencia;
se muestra con los flacos compasiva; de todas sus miserias los redime, y siempre que le claman los auxilia.
Este Dios abrevie el tiempo
en que logre Israel su eterna dicha cuando de tus pecados la liberte, que con tanto rigor la tiranizan. Encomendémonos ahora a las almas del Purgatorio y digamos:
¡Almas benditas! nosotros hemos
rogado por vosotros que sois tan amadas de Dios y estáis seguras de no poderlo más perder: rogadle por nosotros miserables que estamos en peligro de condenarnos para siempre.
¡Dulce Jesús, dad descanso eterno a las
benditas almas del Purgatorio! Especialmente al alma de HMV