Rosario 100 Requien

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ALMAS DEL PURGATORIO
ROSARIO DE LOS CIEN RÉQUIEM

Se empieza rezando un Padrenuestro y


después una decena de Réquiem en esta
forma:

Dadles, Señor, el eterno descanso y


haced lucir sobre ellas vuestra eterna
luz.

En cada cuenta grande se dirá la


jaculatoria y ofrenda siguientes:

JACULATORIA

Almas santas, almas purgantes, rogad a


Dios por nosotros, que nosotros
rogaremos por vosotros para que El os
dé la gloria del paraíso.

OFRENDA

Padre eterno, os ofrecemos la sangre,


pasión y muerte de Jesucristo, los
dolores de la Santísima Virgen y los de
San José, por la remisión de nuestros
pecados, la libertad de las almas del
Purgatorio Especialmente del alma de
HMV y la conversión de los pecadores.

En seguida se rezan la segunda y demás


decenas de Réquiem sobre las cuentas
pequeñas, repitiendo la jaculatoria y la
ofrenda sobre cada cuenta grande.
Acabadas las diez decenas, o sea la
centena de Réquiem, se rezará la
ORACION FINAL DE LOS REQUIEN
Desde el profundo abismo de mis penas

a Ti clamo, Señor, de noche y día;


oye, mi Dios, los incesantes ruegos
de un corazón contrito que se humilla.

Estén gratos y atentos tus oídos


a mi voz lamentable y dolorida:
a Ti mis ayes y gemidos lleguen
pues a escucharlos tu piedad se inclina.

¿Si siempre airado tus divinos ojos


sobre las culpas de los hombres fijas,
quién estará confiado en tu presencia,
confundiéndonos sólo ante tu vista?

Más la eterna palabra de tu seno


que aplaque espero tus terribles iras;
porque son inefables tus promesas
y con tus gracias pecador invitas.

Así aunque mi alma acongojada gime


contemplando el rigor de tu justicia,
por tu palabra la indulgencia espera,
de que la hacen culpas tan indigna.

¡Oh pueblo electo! De mañana y noche,


en todos tus peligros y fatigas,
acógete al Señor con la confianza
que en su ley soberana nos intima.

Porque es inagotable su clemencia;


se muestra con los flacos compasiva;
de todas sus miserias los redime,
y siempre que le claman los auxilia.

Este Dios abrevie el tiempo


en que logre Israel su eterna dicha
cuando de tus pecados la liberte,
que con tanto rigor la tiranizan.
Encomendémonos ahora a las almas del
Purgatorio y digamos:

¡Almas benditas! nosotros hemos


rogado por vosotros que sois tan
amadas de Dios y estáis seguras de no
poderlo más perder: rogadle por
nosotros miserables que estamos en
peligro de condenarnos para siempre.

¡Dulce Jesús, dad descanso eterno a las


benditas almas del Purgatorio!
Especialmente al alma de HMV

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