07 - Oraciones de Fe

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11/4/2020 Oraciones de fe

Oraciones de fe
Por el presidente Henry B. Eyring
Segundo Consejero de la Primera Presidencia

Al orar con fe, somos una parte fundamental de la obra del Señor conforme Él
prepara el mundo para Su segunda venida.

La oración del élder Maynes al comienzo de la primera sesión de la conferencia


general está siendo contestada. Hemos recibido inspiración a través de maravillosos
mensajes y música hermosa. Ya empieza a cumplirse la promesa del presidente
Russell M. Nelson de que esta conferencia sería memorable.

El presidente Nelson designó este año como “la época del bicentenario, que
conmemora los doscientos años desde que Dios el Padre y Su Hijo Amado,
Jesucristo, se aparecieron a José Smith en una visión”. El presidente Nelson nos
invitó a elaborar un plan individual para prepararnos para esta histórica
conferencia, una conmemoración de la cual dijo que sería “un momento crucial en
la historia de la Iglesia y la parte que ustedes desempeñan es fundamental” 1.

Al igual que yo, quizás ustedes escucharon su mensaje y se preguntaron: “¿En qué
maneras es fundamental mi parte?”. Quizás leyeron y oraron acerca de los eventos
de la Restauración. Quizás, más que nunca, leyeron los relatos de aquellas pocas
ocasiones en las que Dios el Padre presentó a Su Hijo Amado. Quizás leyeron
acerca de las ocasiones en las que el Salvador habló a los hijos de nuestro Padre
Celestial. Sé que yo sí he hecho todo eso y mucho más.

Encontré en mi lectura referencias al sacerdocio de Dios y el inicio de las


dispensaciones. Me sentí humilde al darme cuenta de que mi preparación para esta
conferencia era un momento crucial en mi historia personal. Sentí cambios en el
corazón; sentí una nueva gratitud; me sentí lleno de gozo ante la posibilidad de ser
invitado a participar en esta celebración de la Restauración continua.

Supongo que otros, debido a una preparación minuciosa, se están sintiendo más
gozosos, más optimistas y más decididos a servir en cualquier función que el Señor
requiera.

Los acontecimientos transcendentales que conmemoramos aquí dieron comienzo a


la última dispensación profetizada, en la que el Señor está preparando a Su Iglesia
y a Su pueblo, a aquellos que llevan Su nombre, para recibirlo a Él. Como parte de
nuestra preparación para Su venida, Él nos elevará a cada uno de nosotros para
que podamos estar a la altura de unos desafíos y oportunidades espirituales nunca
vistos en la historia del mundo.

En septiembre de 1840, el profeta José Smith y sus consejeros de la Primera


Presidencia hicieron esta declaración: “La obra del Señor en estos últimos días es
de enorme magnitud y está casi más allá de la comprensión de los seres mortales.
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Sus glorias son indescriptibles y su grandiosidad insuperable. Es el tema que ha


alentado el pecho de los profetas y de los hombres justos desde la creación del
mundo y a través de todas las generaciones subsecuentes hasta el tiempo presente;
y es ciertamente la dispensación del cumplimiento de los tiempos, cuando todas las
cosas que son en Cristo Jesús, ya sea en el cielo o en la tierra, serán reunidas en Él,
y cuando todas las cosas serán restauradas, tal como lo han hablado todos los
santos profetas desde el principio del mundo; porque en ella tendrá lugar el
cumplimiento glorioso de las promesas hechas a los padres, mientras que las
manifestaciones del poder del Altísimo serán grandiosas, gloriosas y sublimes”.

Luego añadieron: “Nos sentimos dispuestos a seguir adelante y unir nuestras


energías para la edi cación del reino y el establecimiento del sacerdocio en su
plenitud y gloria. La obra que se tiene que llevar a cabo en los últimos días es de
enorme importancia, y exigirá que se ponga en acción la energía, la habilidad, el
talento y la capacidad de los santos a n de poder avanzar con esa gloria y
majestad que describió el profeta [Daniel] [véase Daniel 2:34–35, 44–45]; y, en
consecuencia, se requerirá la concentración de los santos para realizar obras de tal
magnitud y grandiosidad” 2.

Todavía no se han revelado muchos de los detalles de lo que haremos, y cuándo lo


haremos, en la Restauración que está llevándose a cabo. Pese a ello, la Primera
Presidencia, aun en aquellos primeros días, conocía algo de la amplitud y la
profundidad de la obra que el Señor nos ha presentado. Estos son algunos
ejemplos de lo que sí sabemos que tendrá lugar:

Por medio de Sus santos, el Señor ofrecerá el don de Su evangelio “a toda nación,
tribu, lengua y pueblo” 3. La tecnología y los milagros seguirán desempeñando una
función, al igual que lo harán los “pescadores de hombres” 4 individuales que
ministran con poder y una fe cada vez mayor.

Nosotros, como pueblo, estaremos más unidos en medio de los crecientes


con ictos. Nos congregaremos en la fortaleza espiritual de grupos y familias llenos
de la luz del Evangelio.

Hasta un mundo incrédulo reconocerá a La Iglesia de Jesucristo de los Santos de


los Últimos Días y descubrirá el poder de Dios que reside en ella. Los discípulos
eles y valientes tomarán sobre sí el nombre de Cristo de forma valiente, humilde y
clara en su vida cotidiana.

¿Cómo, entonces, podemos participar cada uno de nosotros en esta obra de tanta
magnitud y grandiosidad? El presidente Nelson nos ha enseñado cómo aumentar el
poder espiritual. Cuando consideramos que el arrepentimiento es una oportunidad
gozosa gracias a nuestra fe creciente en que Jesús es el Cristo, cuando entendemos
y creemos que el Padre Celestial escucha todas nuestras oraciones, cuando nos
esforzamos por obedecer y vivir los mandamientos, aumentamos nuestro poder
para recibir revelación continua. El Espíritu Santo puede ser nuestro compañero
constante. Conservaremos un sentimiento de luz aunque el mundo que nos rodea
se vuelva cada vez más sombrío.

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José Smith es un ejemplo de cómo se puede aumentar ese poder espiritual. Él nos
demostró que la oración de fe es la clave para la revelación de Dios. José oró con fe,
creyendo que Dios el Padre respondería a su oración. Oró con fe, creyendo que
únicamente por medio de Jesucristo podía ser liberado de la culpa que sentía por
sus pecados. Y oró con fe, creyendo que tenía que encontrar la verdadera Iglesia de
Jesucristo para obtener ese perdón.

A lo largo de su ministerio profético, José Smith usó oraciones de fe para obtener


revelación continua. Al afrontar los desafíos actuales y los que están por venir,
nosotros también tendremos que poner en práctica ese mismo modelo. En una
ocasión, el presidente Brigham Young dijo: “No conozco ninguna otra forma de
vivir para los Santos de los Últimos Días que cada aliento sea prácticamente una
oración a Dios para que Él guíe y dirija a Su pueblo” 5.

Por tanto, estas palabras de la oración sacramental deberían describir nuestra vida
cotidiana: “recordarle siempre”. Esas palabras se re eren a Jesucristo. Las palabras
siguientes, “y a guardar sus mandamientos”, sugieren lo que signi ca para nosotros
recordarle 6. Al recordar siempre a Jesucristo, quizás podríamos preguntarnos en
silenciosa oración: “¿Qué desea Él que yo haga?”.

Aquella oración, ofrecida con fe en Jesucristo, nos precedió en esta última


dispensación y constituirá la base de la función que cada uno de nosotros
desempeñaremos en su despliegue continuo. Al igual que ustedes, he descubierto
ejemplos maravillosos de una oración así.

El primer ejemplo es José Smith, quien preguntó, con una fe infantil, qué deseaba
el Señor que hiciera. Su respuesta cambió la historia del mundo.

En mi opinión, hay una lección importante en la respuesta de José al ataque de


Satanás cuando se arrodilló a orar.

Sé, por experiencia propia, que Satanás y sus siervos intentan hacernos sentir que
no debemos orar. Cuando José Smith, con todas sus fuerzas, invocó a Dios para
que lo librara del poder que trataba de atarlo, recibió una respuesta a su súplica de
alivio y se le aparecieron el Padre Celestial y Jesucristo.

El intento de Satanás de frustrar el comienzo de la Restauración fue tan intenso


porque la oración de José era muy importante. Ustedes y yo desempeñaremos
funciones más pequeñas en la Restauración continua. Pese a ello, el enemigo de la
Restauración intentará impedir que oremos. El ejemplo de la fe y la determinación
de José nos pueden fortalecer en nuestro propósito. Esta es una de las muchas
razones por las que en mis oraciones doy gracias al Padre Celestial por el profeta
José.

Enós, en el Libro de Mormón, es otro modelo de mi oración de fe conforme intento


desempeñar mi función en la Restauración continua. Sea cual sea su función,
también pueden considerarlo como un tutor personal.

Al igual que José, Enós oró con fe, y describió su experiencia de esta manera:

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“Y mi alma tuvo hambre; y me arrodillé ante mi Hacedor, y clamé a él con potente


oración y súplica por mi propia alma; y clamé a él todo el día; sí, y cuando
anocheció, aún elevaba mi voz en alto hasta que llegó a los cielos.

“Y vino a mí una voz, diciendo: Enós, tus pecados te son perdonados, y serás
bendecido.

“Y yo, Enós, sabía que Dios no podía mentir; por tanto, mi culpa fue expurgada.

“Y dije yo: Señor, ¿cómo se lleva esto a efecto?

“Y él me dijo: Por tu fe en Cristo, a quien nunca jamás has oído ni visto. Y pasarán
muchos años antes que él se mani este en la carne; por tanto, ve, tu fe te ha
salvado” 7.

La lección que me ha bendecido se encuentra en estas palabras: “… Por tu fe en


Cristo, a quien nunca jamás has oído ni visto”.

José tuvo fe en Cristo al dirigirse a la arboleda y también al orar para ser liberado
del poder de Satanás. Aún no había visto al Padre y al Hijo, pero oró con fe con
toda la fuerza de su corazón.

La experiencia de Enós me ha enseñado esa misma valiosa lección. Cuando oro con
fe, cuento con el Salvador como mi defensor ante el Padre y puedo sentir que mi
oración llega al cielo. Llegan las respuestas; se reciben bendiciones; hay paz y gozo
incluso en los momentos difíciles.

Cuando era el miembro más nuevo del Cuórum de los Doce Apóstoles, recuerdo
que me arrodillé a orar con el élder David B. Haight, quien tenía más o menos la
edad que yo tengo ahora, con las di cultades que ahora experimento yo. Recuerdo
su voz al orar; no abrí los ojos para mirar, pero me pareció como si estuviera
sonriendo. Hablaba con el Padre Celestial con alegría en la voz.

En mi mente, puedo oír su felicidad cuando dijo: “En el nombre de Jesucristo”. Me


pareció que el élder Haight sintió que, en aquel momento, el Salvador con rmaba
el mensaje que él había comunicado en oración al Padre. Y yo estaba seguro de que
sería recibido con una sonrisa.

Nuestra capacidad para realizar nuestra contribución fundamental a la maravillosa


Restauración continua aumentará a medida que crezca nuestra fe en Jesucristo
como nuestro Salvador, y en nuestro Padre Celestial como nuestro Padre amoroso.
Al orar con fe, somos una parte fundamental de la obra del Señor conforme Él
prepara el mundo para Su segunda venida. Ruego que todos podamos hallar gozo
al hacer la obra que Él nos invita a realizar a cada uno de nosotros.

Testi co que Jesucristo vive. Esta es Su Iglesia y Su reino sobre la tierra. José Smith
es el profeta de la Restauración. El presidente Russell M. Nelson es el profeta del
Señor sobre la tierra en la actualidad. Él posee todas las llaves del sacerdocio en La
Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días. En el nombre de Jesucristo.
Amén.

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