Colima
Colima
Colima
Abelardo Ahumada
Cronista Municipal de Colima
Introducción.
1
A primera vista más de algún lector podría señalar que los hechos de la historia no
pueden ser cimentados en “acuerdos” asumidos por historiadores, pero se podría argüir en
descargo de ello que cuando no hay datos ni documentos precisos que prueben, como es el
caso, la exactitud de una o más fechas, es válido exponer y cruzar información entre los
estudiosos para llegar lo más cerca que se pueda a la verdad histórica, sabedores de que la
Historia no es una ciencia exacta, aunque procure serlo.
Ahora bien, si se observa con cuidado el párrafo anterior, el lector verá que lo único
que realmente se está exponiendo en él son las más fechas probables de la / o las
fundaciones de la Villa de Colima. Y todo ello no fue bordado en el aire, sino cimentado en
los datos que hasta entonces (y hasta la fecha, agrego yo) se habían conocido. De tal
manera que las expresiones “a mediados de”, y “a más tardar en”, son válidas en la medida
que justifican dicha aproximación a la verdad histórica.
Pese a todo, sin embargo, algo le falló a esa junta de notables de la historia regional,
y fue el haber omitido que el original Colima fue indígena y no español. Siendo esta la tesis
que pretendemos demostrar.
Antes, sin embargo, de seguir adelante quiero dejar muy claro que las tesis
expuestas por los referidos historiadores participantes del Primer Congreso de Historia
Regional que mencionamos al principio me parecen razonables y creo que fueron
sustentadas tan sólidamente como se pudo sustentar, dada la mencionada carencia de
documentación fehaciente. Por eso, de entrada preciso que no intentaré rebatirlas sino
resumirlas, actualizarlas y complementarlas con mis propias indagaciones, para que con un
mayor número de datos unidos podamos tener una visión más amplia de los hechos que se
analizan y, en su caso, llegar a la conclusión de que las dos villas de Colima pobladas por
los españoles no fueron fundaciones sino re-fundaciones asentadas sobre las ruinas y los
cimientos de dos pueblos prehispánicos.
2
mismos e indeterminados días. Y el tercero, que cuando Cortés fue informado de ello, tanto
él como Sandoval se hallaban en la provincia de Pánuco, pacificándola.
Datos con los que dichos historiadores pudieron concluir que no fue ese primer
intento de conquistar Coliman en 1522, como durante mucho tiempo se había creído, sino
en 1523, porque para fortuna nuestra sí hay otros documentos que prueban que las acciones
de Pánuco se realizaron aproximadamente a principios del mes de marzo de 1523.
Por mi parte, analizando el texto de la Relación de Michoacán y otros de los que no
dispusieron en su momento los participantes del Primer Congreso de Historia Regional, he
podido deducir que, dadas las distancias y los tiempos de traslado que se requerían en
aquella época, la incursión de Rodríguez de Villafuerte a Coliman sólo pudo haber ocurrido
antes del marzo que ellos mencionan, es decir, entre enero y febrero de ese mismo año, o
cuando muy atrás en diciembre del anterior.3
Afortunadamente Cortés escribió además que cuando venía de regreso (finales de
marzo) desde Pánuco a México, fue cuando recibió la noticia de que tanto la provincia de
Tututepeque [Oaxaca], como la región de Impilcingo [Acapulco] se habían rebelado
también, y que los naturales de aquellas provincias les estaban provocando mucho daño a
los españoles que él tenía residiendo en ellas. Más adelante, abundando sobre ese punto,
explicó en su carta del 15 de Octubre de 1524 al rey, que, en cuanto llegó de Pánuco a
México, aunque la gente que iba con él “no estaba muy descansada, porque hay de una mar
a otra doscientas leguas por aquel camino”,4 reunió inmediatamente veinticinco hombres de
a caballo y setenta y ocho de a pie, junto con un capitán, del que más tarde se sabría que fue
Gonzalo de Sandoval, para mandarlos primero hacia Acapulco, con la intención llamar a
los impilcingas o impilcingos al orden, o pacificarlos a fuerzas; y después a Zacatula para
que, ya allí:
... con la gente que llevaba, y con la que más de allí pudiese sacar, fuese a
la provincia de Colima, donde en los capítulos pasados dije que habían
desbaratado a aquel capitán y la gente que iba de Mechoacan.5
Con estas bases por delante, sigue siendo posible deducir también que las fuerzas de
Sandoval sólo habrían podido salir de la capital de la Nueva España en los últimos días de
marzo o en los primeros de abril, y que, dadas igualmente las distancias que hay entre
México y el territorio Impicilingo, y entre éste y Zacatula y Tecoman; más los hechos
realizados y los tiempos gastados en cada parte, sólo habrían podido entrar a Colima
también hacia finales de mayo, o tal vez a principios de junio de ese año.
Considerando además, que Sandoval envió a Cortés desde algún punto de las tierras
conquistadas (probablemente desde Tecoman o Caxitlan o incluso desde el puerto de
Tzalagua), una relación de los hechos, y que en respuesta Cortés le re-envió a Sandoval la
instrucción para buscar “un asiento que fuese bueno” para fundar una villa que llevase el
3
nombre de Coliman,6 puede muy bien aceptarse que haya sido hacia finales de julio cuando
Sandoval dio cumplimiento a dicha instrucción; dado que lo que se tardaba un correo en ir
de Colima a México y regresar, no eran menos de 40 días, según hay otros documentos
posteriores que lo explicitan.
Ahora bien, como la población de Caxitlan se caracterizó durante todo el siglo XVI
por tener numerosas huertas de españoles plantadas allá, como la parroquia de allí mismo
estuvo dedicada al Apóstol Santiago, como mucho se manejó en ese tiempo la existencia de
una “Villa Vieja”,7 y como los conquistadores españoles solían dar a las poblaciones
fundadas o re-fundadas por ellos, el nombre del santo cuya festividad se celebraba en la
fecha de su llegada, dichos historiadores decidieron, a falta de más precisos datos,
adoptar el 25 de julio, fecha de la fiesta de Santo Santiago, como la más probable en
que la primitiva Villa de Colima pudo haber sido fundada. Y con eso se quedaron, pero
enseguida tendría que dilucidarse el lugar.
4
viven fuera de esta Villa y provincia; y solamente han quedado de los
españoles antiguos seis; [de] los [que] tres residen al presente en la dicha
Villa, y los otros tres son de los que han declarado que tienen pueblos
pero no han residido.8
Por otro lado, cincuenta años antes de que se celebrase este primer congreso del que
he venido hablando, el doctor Miguel Galindo, valiéndose de documentos nunca
nombrados, o interpretados tal vez muy a la ligera, en 1923 aventuró la idea de que cuando:
... la mayoría [de los conquistadores] optó volverse a Méjico (sic) con
Sandoval a recibir órdenes para nuevas expediciones... algunos, en vista
de la fertilidad del suelo y de la hermosura del paisaje, determinaron
quedarse y, concedido el permiso por Sandoval, escogieron el lugar en
donde deberían formar sus habitaciones, y la elección recayó en el sitio
que actualmente ocupa la capital del Estado, retirado un tanto de las
congregaciones indígenas, a quienes en los primeros momentos y con
toda justificación veían con desconfianza, y en las frondosa y pintorescas
márgenes del Río de Colima, en donde desde luego procedieron a formar
las primeras chozas de madera y zacate, a reserva de construir después
habitaciones de terrado.9
Un poco siguiendo al doctor Galindo y ateniéndose a una de las interpretaciones
toponímicas del término Coliman que alude a la idea de estar situada “en el recodo del río”,
el también doctor, pero en Historia, José Miguel Romero de Solís, maneja una versión
parecida, desacreditando la versión de Lebrón, y declarando a su vez que hubo una sola
fundación en el sitio preciso donde hoy se halla la ciudad de Colima: “En tanto no
aparezcan nuevos argumentos, en nuestra opinión, Colima se fundó originalmente
donde hoy la conocemos: en el recodo del río y al pie de los volcanes”.10
Inclinándose por su parte hacia el testimonio de Lebrón, el profesor Felipe Sevilla
del Río expresó:
Dominada la resistencia de los Colimecas, Sandoval; acatando las
órdenes de Cortés fundó la Villa de Coliman en términos de Tecomán,
muy probablemente el 25 de julio de 1523, escogiendo como asiento para
la nueva puebla un lugar a la ribera del río Grande de Caxitlán, hoy de
Armería, como a dos leguas de distancia de la Mar del Sur. 11
Coincidiendo con ello en lo de “en un recodo del río”, mas no en lo de “al pie de los
volcanes”, sino a una o dos “leguas del mar”. Complementariamente, siguiendo muy de
cerca las noticias que Hernán Cortés dejó escritas en sus Cartas de Relación, Sevilla añadió
que la nueva puebla inicialmente se había conformado “con 145 invasores europeos, de los
cuales 25 eran de a caballo”, y que “la traza y fundo se proyectó en las cercanías de
5
Caxitlán, uno de los principales poblados de la región, populoso, rodeado de tupida
vegetación y extensas tierras de humedad, muy apropiadas para el laboreo y el cultivo
de árboles frutales”.12
Aunque, de hecho, no se encuentren documentos que expresamente otorguen a
Caxitlan la categoría de capital del cacicazgo de Coliman; aunque el documento de Lebrón
sea tan impreciso respecto al nombre de la población fundada por los conquistadores y sólo
diga que dicha primera villa estuvo “a legua o legua y media de la mar del sur”; aunque
finalmente se deba reconocer “la absoluta falta de detalles sobre el traslado de la villa” y no
se tenga “alguna noticia siquiera mínima sobre la situación en que quedara la puebla recién
abandonada, a la que después designaron como la Villa Vieja”,13 no parece prudente ni
razonable descartar las referencias que dio el licenciado Lebrón de Quiñones, pues, aparte
de haber sido extremadamente puntilloso y legalista, contó, como se puede deducir de su
cita, con el testimonio de cuando menos tres de los viejos españoles que fundaron la villa
española de Colima. Mismos quienes, al revisar él las cédulas mediante las que ejercían su
propiedad sobre algunos pueblos de la región, tuvieron que haberle contado muchos
detalles acerca de lo acontecido. Y muy particularmente el dato de que en la primitiva villa
“estuvieron poblados dos años, poco más o menos”, como lo anotó. Ello sin dejar de
observar que en ese mismo envío de datos, el licenciado Lebrón estaba presentando al rey
de España todo un censo de la población castiza existente cuando él estuvo viviendo unos
días, o tal vez semanas, en la segunda Villa de Colima.
Así, pues, sólo por repasar el dato, detengámonos un poco en la revisión del texto ya
comentado:
Habrá al presente [recuérdese que la Relación Sumaria está fechada el 10
de septiembre de 1554] hasta cuarenta y ocho vecinos casados y de éstos
no residen en esta Villa los diez [ni siquiera diez]; y de los vecinos
antiguos que poblaron al principio, todos han muerto y los otros viven
fuera de esta Villa y provincia; y solamente han quedado de los españoles
antiguos, seis; los tres residen al presente en la dicha Villa y los otros
tres, son de los declarados que tienen pueblos y no han residido... Todos
los demás españoles son advenedizos [aquí significa recién llegados], de
poco tiempo acá y los más mestizos y gente de poca suerte.14
A todos los que tenían tierras les revisó meticulosamente los documentos con que
acreditaban o pretendían acreditar la posesión legal de los diferentes pueblos y terrenos que
usufructuaban. Revisión de la que habla en un “Cuaderno de Cédulas y Derechos”15 anexo
a su Relación Sumaria. Donde se ve claramente que mencionó por igual tanto a quienes sí
tenían la documentación correspondiente, como a los que carecían de ella; tal y como se
puede observar en los siguientes ejemplos:
6
● Manuel de Cáceres, vecino que fue de la Villa de Colima, tuvo hasta que
falleció, seis pueblos de la provincia de Colima, y fallecido, quedaron a
Alfonso Cáceres, su hijo (...) Min de Monjaraz, tutor de dicho menor,
presentó un mandamiento de Alonso de Estrada, Gobernador que fue de
esta Nueva España y los pueblos que ha tenido y el mandamiento es este
que sigue: Maquilí, Tlatién...16
● Juan Alcalde, parece que se ha servido de los pueblos de Ostula,
Coxumatlan (...) Declara el dicho Juan Alcalde no tener cédula de
encomienda...17
● Jorge Carrillo, ha tenido los pueblos de que se hará mención; y presentó
una cédula de Hernán Cortés... Amatlan, Tecocitlan... 18
● Juan Fernández... presentó dos cédulas de Encomienda... [una para el
pueblo de Masmuglatla], dada a once de diciembre de mil quinientos y
veinte y tres años [por] Hernán Cortés... [Y otra para] el pueblo de
Ocotlan con otros sujetos de la provincia de Tepetitlan ... por mandato de
su Merced, Alfonso Lucas, Escribano de su Majestad... [el] ocho de
octubre de mil y quinientos y veinte y siete años.19
Cerca del final de su “Cuaderno de Cédulas y Derechos”, el Oidor explicó por su
propia mano la totalidad de los que pudieron acreditar sus posesiones, y lo mismo de los
que no:
Por manera que sacada por minuta la suma de los pueblos que han tenido
y poseído particulares, sin titulación ni recurso alguno... suman cuarenta
y [siete] pueblos, y de los que parece han [tienen] cédulas son veinte y
cuatro.
Dado lo cual, y para corregirlo, agrega más adelante:
Se suplica a V. A. por vuestro Bisorrey desta Nueva España, las mande
decir y proveer [las nuevas o segundas encomiendas], lo más [pronto y]
servido que sea y cesen [así las] muchas cautelas y pleitos [que por falta
de ellas se dan].20
Como se puede apreciar, Lebrón pudo haber sido extremadamente puntilloso y
legalista, pero no proclive a inventar cosas ni a mentir sobre lo que afirmaba. De ahí que,
insisto, si tuvo que interrogar a todos los vecinos de la Villa de Colima, incluyendo a los
tres que habían sido conquistadores de la región y todavía residían en ésta, muy difícil será
que encontremos mejores testimonios que los por él recabados en ese sentido. Por lo tanto,
no hay nada que nos impida inferir que no hubo dos villas. Habiendo sido la primera,
fundada por Sandoval, cerca de legua y media del mar, probablemente en julio de 1523, y
7
una segunda, trasladada entre 1525 y 1527 al lugar donde a la fecha se halla la ciudad de
Colima.
Pruebas accesorias.
Para documentar esto último cabe señalar que, como ya lo habíamos anticipado,
conforme avanzaba el siglo XVI, se siguió reconociendo la existencia de una población
abandonada en las llanuras costeras de Tecoman, tal y como se mira en “la merced de una
estancia para ganado mayor, otorgada por el virrey don Luís de Velasco el 3 de abril de
1591, a favor de Juan Monroy”, cuyas tierras se hallaban, precisamente:
... en la costa de la mar del Sur, al pie de un cerrillo, junto al Río Grande,
que van del valle de Caxitlan a unos edificios antiguos, en términos donde
solía ser el pueblo de Caxitlan, como salen de él para el pueblo de
Santiago [Santiago Tecoman], camino derecho.21
Misma población y camino que pudieran ser los que se mencionan en ese otro
documento más antiguo aún (con fecha del 26 de enero de 1545), en el que “Juan de la
Torre, escribano de sus Majestades” y escribano público de la villa de Colima da fe de la
compra de:
... un pedazo de tierra en el valle de Xucutlan, camino de la Villa Vieja, al
pie de la sierra de Colimote, de la una parte, e de la otra el río grande;
que ha [tiene] por linderos una parte de las sementeras de los indios de
Tecolapa.22
Población que muy bien pudiera ser también aquella que mencionaron la Reina de
España y su Escribano, en la Cédula Real, fechada el 26 de junio de 1530, donde otorgaban
“Armas” para Jerónimo López:
Los españoles tuvisteis un gran reencuentro de batalla con los naturales
que estaban retraídos e fortalecidos en la dicha población de Tucuman
(por Tecoman), en el cual dicho término se fundó una villa de españoles,
en la cual vos residisteis.23
Si, a diferencia de esta circunstancial precisión no hubo posteriormente acta o
noticia alguna que explicara el cómo, el cuándo y el porqué del traslado de esa villa de
españoles hacia el lugar que finalmente ocupó en el arranque de las faldas del volcán, ello
pudo deberse, simplemente, a que Cortés haya ordenado o autorizado, mediante un
documento perdido, el cambio de lugar, del mismo modo como lo hizo en su caso con el
pueblo de Segura de la Frontera, o porque aquella mudanza de un sitio a otro, no demasiado
lejos, por lo demás, se haya podido haber dado en forma espontánea y paulatina, y no por
8
acuerdo de cabildo y de una sola vez, sino respondiendo a la simple comodidad y a los
intereses de los vecinos, y no a una razón de conveniencia militar o de tipo político.
Por ser muy significativo para clarificar el caso, citaré la nota correspondiente al
cambio de sitio de Segura de la Frontera, donde se verán incluso frases de Cortés muy
similares a las que utilizó cuando le dio a Sandoval instrucciones para fundar la Villa de
Colima:
Porque en la relación que a vuestra cesárea majestad hice de cómo había
enviado a Pedro de Alvarado a la provincia de Tututepeque, que es [junto
a] la mar del sur, no hubo más que decir de cómo había llegado a ella y
tenía presos al señor y a un hijo suyo, y de cierto oro que le presentaron...
[sepa Usted] que, en respuesta de estas nuevas que me envió, le mandé
que luego en aquella provincia buscase un sitio conveniente y poblase en
él; y mandé también que los vecinos de la villa de Segura de la Frontera
[que hasta entonces pertenecía Tepeaca, en el actual estado de Puebla] se
pasasen a aquel pueblo, porque ya del que estaba hecho no había
necesidad, por estar cerca de aquí; y así se hizo, y se llamó [este nuevo]
pueblo Segura de la Frontera, como el que antes estaba hecho. 24
Así, pues, nada nos impide manejar la posibilidad de que si los colonos españoles
encontraron suficientes motivos para cambiar de sitio a su original Villa de Colima, lo
hayan hecho como los vecinos de esta Segura de la Frontera, tal y como el mismo Lebrón
lo explica: “Pasáronse a este sitio por estar más cerca de las minas de oro y ser mejor
que el primero y tener mejores tierras y ejidos”.25
Lo cual implica dos poderosas razones de utilidad y comodidad que, como
acabamos de ver, muy bien pudieron valer la erradicación del primer pueblo y su traslado a
otro sitio. Razones, asimismo, que permiten cerrar de una buena vez un capítulo de la
historia local que tantas distracciones ha dado a los historiadores, quitándoles tiempo y
ganas para ocuparse de otros asuntos más trascendentes.
Para quienes hayan aceptado la idea de las dos villas sucesivas de Colima, pero
sigan manteniendo su preocupación tocante a las fechas en que hayan podido ocurrir todos
estos acontecimientos, e insistan en indagar cuál haya podido ser la fecha definitiva de la
re-fundación de la Villa de Colima, yo le propondría tomar por buena la propuesta hecha
por los historiadores del Primer Congreso Regional de Historia de 1957, en el sentido de
pudo haber sido el 20 de enero de 1527, fiesta de San Sebastián y San Fabián, en honor
9
de los cuales había un altar en la capilla de Colima, y por considerar que, durante algunos
años, la dicha villa llevó, precisamente, el nombre de Villa de San Sebastián.26
Y para fortalecer el ánimo de los paisanos sobre esta hipótesis, mencionaré los tres
datos básicos que sirvieron para establecer ese 20 de enero como la fecha también más
probable de la segunda fundación de Colima.
En primer término se refiere la existencia de una cédula de encomienda del pueblo y
los indios de Comala, emitida para Bartolomé López, el 30 de diciembre de 1527, por el
Tesorero y Gobernador de la Nueva España, Alonso de Estrada. En la cual se menciona por
primera vez a Comala en toda esta documentación, y además muy cerca de la Villa de
Colima:
Por la presente deposito en vos, Bartolomé López (...) el pueblo de
Comala que es junto a la dicha villa (de Colima) para que os sirváis de él
en vuestras haciendas y granjerías conforme a las ordenanzas sobre este
caso hechas.27
Referencia de cercanía que no podría haberse dado si la Villa de Colima continuara
ubicada “en los términos de Tecoman”, como la ubicó la reina en el documento de
otorgación de armas para Jerónimo López.
Otros de los puntales que soportan esta tesis aparece en un testamento de quien
fuera, si no el primero, sí uno de los primerísimos curas que se hizo cargo de la parroquia
de Colima: el padre Francisco de Morales, fallecido en diciembre de 1536. El escrito, hecho
por Alonso de Arévalo como testador nombrado por el cura moribundo, en una de sus
cláusulas dice:
Mando [que] el cuerpo del dicho clérigo difunto sea enterrado vestido con
su amito, manípulo, estola y sobrepelliz e un cáliz e patena de cera; e que
sea sepultado junto al altar mayor de la iglesia mayor de esta dicha villa,
que se dice Señor Santiago.28
Mención que sirve para confirmar el 25 de julio, fecha en el santoral del Señor
Santiago, como la fecha fundacional primera. Por otro lado, referido al posterior nombre de
Villa de San Sebastián y la fecha probable del 20 de enero, el tercer dato aparece en un
documento fechado en mes de noviembre de 1569, en el que un vecino de nombre Luis de
Grijalba, hace saber a las autoridades de aquel tiempo que “el señor don Alonso Morales de
Molina, obispo de Mechuacan”, al cual pertenecía la parroquia de Colima, le hizo “merced”
[le dio permiso], para que fueran sepultados él y sus herederos:
... el altar que está en la dicha iglesia de esta villa, como entramos por la
puerta principal a mano izquierda, que ha de ser el de la advocación de
San Fabián y San Sebastián, que es el que está más cercano a el altar
mayor.29
10
Mismo que, correlacionado con el hecho de que inicialmente a la Villa de Colima se
le mencionaba también como Villa de San Sebastián de Colima, nos hace reivindicar la
fecha del 20 de enero como la más probable también de la refundación de la villa española
de Colima, en la medida de que la festividad de San Sebastián y San Fabián se
conmemoraba y se sigue conmemorando en esa fecha.
Pero muy aparte de todos estos interesantes datos y referencias, si uno revisa bien la
secuencia de los acontecimientos, ha de caer en la cuenta de que, como lo expusimos al
principio, el asunto de la fecha de la fundación y /o la refundación de Colima por los
conquistadores no es ni siquiera muy relevante, máxime si admitimos también que el
verdadero origen de Colima es (o fue), neta y exclusivamente indígena. Siendo esto algo
que no se ha valorado aún y se ha perdido, hasta el momento, en la bruma espesa de los
tiempos. Dato, sin embargo, que quedó bastante explícito en la orden dada por Cortés a
Sandoval, en el sentido de que a la villa de españoles que él habría de fundar le tendría que
poner “Coliman, como la dicha provincia”30 se llamaba.
A propósito de esto último hay otro dato interesante que nos puede poner sobre la
pista del origen indígena de Colima, el cual aparece también en un párrafo del licenciado
Lorenzo Lebrón de Quiñones que ya habíamos comentado arriba:
"Aquella Villa de Colima se fundó hará treinta y dos años, poco más o menos… y
luego se despoblaron de este punto y se fueron al que actualmente tienen, que es el sitio
donde solía estar poblado el pueblo de Tuspa”.31
Si como dice aquí, la Villa de Colima en que Lebrón habitó (y en la que estuvo de
regreso en 1556), era la segunda y definitiva, ¿cuál es, o pudo haber sido el pueblo indígena
de Tuspa que él dice “solía estar” allí? Luego ¿existe alguna otra referencia que nos brinde
señal al respecto?
La referencia más antigua que parece existir sobre el Tuspa de nuestra región
(porque hay otros Tuspa o Tuxpan en Jalisco, Nayarit, Michoacán y Veracruz), la
mencionó, según parece, don Alfredo Chavero en 1884, citando unos Anales que describen
la “peregrinación tolteca y la genealogía de sus reyes”, donde dice que éstos “fundaron
Xalisco el año 10 tochtli ó 618”, y que, luego, siguiendo hacia el oriente, como se los había
ordenado “su sacerdote Huemac… fundaron Chimalhuacan Atenco el ce tochtli, 622… [y]
de allí pasaron á Tóchpan, que está al oriente de Colima, el 6 ácatl, 627, siendo su
descubridor Mazátzin”.32
11
En este párrafo, como se puede observar, no es la presunta fuente tolteca la que
indica que ese Tóchpan tolteca “está al oriente de Colima”, sino una acotación de don
Alfredo Chavero, un muy culto e inquieto personaje que veintitantos años antes de escribir
ese texto había visitado la región, publicando incluso en 1864 su reseña de un Viaje a
Colima y una descripción de El Manzanillo.33 Por lo que se puede pensar que Chavero
dedujo que el Tóchpan de los toltecas estuvo, desde un principio, allí en donde él vio el
Tuxpan de Jalisco que también nosotros conocemos. Sin que se haya puesto a reflexionar
en un posible cambio de radicación de ese Tuxpan visto por él.
Ahora bien, volviendo al texto de Visitador Real, la expresión “solía estar” indica
que ahí estuvo pero que ya no estaba. De ahí que si Tuspa ya no estaba cuando Lebrón
visitó la Villa de Colima, quiere decir que ese Tuspa había desaparecido, que su gente se
había mudado de lugar o que, simplemente, habían sido desplazados de allí por otras gentes
o por otras causas.
Datos posteriores de ese mismo siglo XVI nos indican que la Villa de Colima era
“de españoles”,34 por lo que podemos inferir que pudieron haber sido ellos quienes
despojaron a los tuspecos (o tuspanecos) de sus tierras, o que hubo algún otro motivo que
obligó a los naturales a retirarse de allí, dejando el campo libre a los españoles para fundar
su villa en ese pueblo abandonado. ¿Pero realmente habrá ocurrido alguno de estos dos
posibles eventos?
Romero de Solís no admite, para comenzar, la existencia del pueblo de Tuspa
donde, según Lebrón, se asentó la Villa de Colima, y sólo admite la existencia de otro
Tuspa que al parecer estaba “en las salinas”. Y funda su negativa sobre el que Lebrón
menciona en un comentario del padre Joseph Morales, autor de la Descripción de
Ixtlahuacán, fechada el 12 de septiembre 1778, y de quien cita expresamente lo siguiente:
Muchos pueblos me dicen que existieron, y aún se dejan ver vestigios
[como ciertos] muros arruinados [e] inmediatos al mar, con los cuales
presúmese se defenderían del enemigo cuando asaltaba, pues hay
tradición que por ese motivo desampararon los indios que le habitaban a
un pueblo llamándose Tuspan, transportándose a otro terreno, al que
llamaron con el mismo nombre y en donde hasta el día de hoy se
mantienen.35
Pero si observamos con detenimiento el texto completo del que Romero obtuvo esta
cita parcial, nos podremos dar cuenta, sin embargo, que estos párrafos se pueden
interpretar, en lo que toca a Tuspa, de una manera enteramente diferente, por no decir
exactamente al revés. Ello porque cuando el padre Morales estaba haciendo tal comentario,
no se estaba basando en algo por él conocido, sino, como bien precisa, en lo que le decían
sus informantes. Por otro lado, cuando hablaba de “muchos pueblos que existieron”, de los
12
cuales en 1778 había aún ciertos vestigios, como ciertos muros que él vio cerca del mar, no
estaba indicando tampoco que ésos hubiesen sido los vestigios concretos del Tuspa
mencionado por la tradición aludida, sino, nada más, una muestra ruinosa que probaba la
existencia anterior de un pueblo cualquiera, abandonado también, pero cuyo nombre no
mencionó, como podrá comprobarse en el siguiente párrafo:
… se dejan ver también algunos muros arruinados en algunos de esos pueblos,
como son en los inmediatos al mar, con los cuales presúmese se defenderían del
enemigo cuando asaltaba, pues hay tradición que por este motivo desampararon
los indios que le habitaban a un pueblo llamándose Tuspan, transportándose a
otro terreno, a que llamaron con el mismo nombre, y en donde hasta el día de hoy
se mantienen.36
Si nos fijamos bien, lo referido a Tuspa no forma parte de la idea básica que el
padre Morales estaba desarrollando, sino es, nada más, una idea complementaria o
subordinada que se mencionó como de paso. Por otro lado, sin descartar aún la hipótesis del
padre Morales acerca de que los muros arruinados que menciona lo hubiesen sido por los
enemigos de los habitantes de aquellos pueblos, bien puede considerarse que su ruina y
consecuente abandono también pudo deberse, si estaban realmente “inmediatos al mar”, a
las fuertes marejadas que de tanto en tanto aún hoy azotan el área. Tal como muchísima
gente de nuestra época puede constatarlo en Boca de Apiza, Boca de Pascuales, El Real y
otros pueblos playeros, en los que nos ha tocado ver cómo muchas construcciones
modernas se han ido destruyendo precisamente por los ciclones y las marejadas.
En el mismo sentido hemos de hacer notar que la tradición aludida por el padre
Morales es totalmente imprecisa en cuanto al lugar en donde dicha Tuspa original estaba,
pues ni siquiera se trató de ubicarlo. De ahí que podamos conjeturar que no necesariamente
tendría que haber sido un pueblo “en las salinas” o de la parroquia de Ixtlahuacán, sino, con
probabilidad, algún otro sitio relativamente cercano, como podría ser el Tuspa mencionado
por Lebrón. Lo más determinante, sin embargo, del testimonio del padre Morales, es la
frase que resaltamos con negritas en su cita, donde dice que se cambiaron de lugar, pero le
pusieron el mismo nombre, siendo éste el sitio “en donde hasta el día de hoy se
mantienen”. Ello porque mientras Romero afirmaba que “en un proceso de 1575 se
mencionan incidentes ocurridos en Tuspa (de Jalisco) y en otro Tuspa “que es en las
salinas”, donde el acusado confiesa que estaba “rescatando un poco sal”;37 el Tuspa al que
se refería el padre Morales todavía estaba habitado doscientos veintitrés años después y, por
tanto, no era el Tuspa “de las salinas”, del que no hay noticia alguna en el siglo XVIII, sino
el Tuspa de Jalisco, del que venimos hablando.
13
Más datos para apuntalar la tesis.
14
ayuntamiento de Colima pidió (al Rey de España) que se le asignara
Tuspa, y fue probablemente en ese momento cuando la villa (de
Colima) fue trasladada al emplazamiento original de Tuspa.41
Datos todos, pues, que corroboran una de dos posibilidades: la de que los tuspecos o
tuspanecos hayan decidido por sí solos emigrar desde su “emplazamiento original” a otro
sitio para no tener nada que ver con los españoles; o la de que, para fundar o re-fundar la
Villa de Colima, los españoles acordaron desplazar a los naturales de habla nahua que
vivían en donde “solía estar Tuspa”; mismos quienes, viéndose en cualquiera de dichas
circunstancias, al ser posteriormente convocados y / o reunificados por fray Juan de Padilla,
aceptaron participar con él, en la re-fundación del pueblo, siempre y cuando se le pusiese el
nombre de Tuspa, que con el tiempo se modificó por Tuxpan.
La mención, entonces, que don Alfredo Chavero hizo en el sentido de que los
toltecas fundaron el “Tóchpan que está al oriente de Colima”, resultaría evidentemente
equívoca. No en cuanto a quiénes ni a cuándo la fundaron, sino en dónde. Error que pudo
derivarse del simple hecho de que, si bien él conoció a Colima y Tuxpan a mediados del
siglo XIX, nunca supo lo que dijo Lebrón de ellas, y no conoció tampoco las fuentes que sí
conocieron el padre Ruvalcaba, José Lameiras y Peter Gerhard.
Contra lo expuesto en estos últimos párrafos se podría alegar que el Tuxpan de
Jalisco del que hablan las fuentes es más antiguo que lo que comenta el padre Ruvalcaba, y
que no sólo se le menciona en algunas relaciones del siglo XVI, sino que hasta tiene una
propia Relación que sin embargo no tiene Colima. En descargo de ese argumento se puede
decir en efecto que la antigüedad del sitio es anterior a la del convento y a la del pueblo
trazado por fray Juan de Padilla, pero no así en cuanto a su nombre actual y a su
conformación étnica, como lo indica el dato de que sus lenguas originales eran la cochin y
tiam, ya mencionadas, y no la mexicana, que se habló después. O sea, que ahí donde aún
hoy está Tuxpan, es muy probable que haya existido otro pueblo indígena, contra el cual
pelearon a veces los tarascos, pero que tuvo otro nombre y utilizó otra lengua. Pueblo, en su
caso, que al quedar desolado por las epidemias que se suscitaron durante los primeros años
de la conquista, o fue escogido para habitar por los nahuas que emigraron de Colima, o fue
escogido – como ya se adelantó– por fray Juan de Padilla para congregar en él a todos los
indígenas del rumbo que para esas fechas estaban dispersos en poblaciones insignificantes
“para doctrinarlos y educarlos cristianamente”, como dice el padre Ruvalcaba, y como lo
hicieron igual los frailes franciscanos en muchos lugares de la región (Almoloyan, por
ejemplo) y del resto de la Nueva España.
En este sentido, cuando los informantes de La Relación de Tuchpan (que data del
año 1580) dicen que en su gentilidad [antes de hacerse cristianos] tributaban al “Cazonci,
rey de la provincia de Mechoacan”,42 y que tenían “guerras con los de Colima”, bien
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pudieron estar refiriendo datos ciertos pero remitidos al pueblo que estuvo allí antes de
Tuchpan. Pero del cual no mencionan el nombre, como tampoco supieron explicar por qué
se le decía Tuchpan, ni quién fundó (ni cuándo), el convento franciscano que ya en 1580
tenía casi medio siglo de existir. Como podrá verse en estos párrafos:
5.- En este pueblo hay ochocientos indios de cuenta, poco más o menos, y
solía haber más cantidad, (pero) no saben decir qué tantos hánse muerto
con pestilencia y enfermedades que han sucedido. Tienen dos lenguas
diferentes, que algunos de ellos no las entienden, y hablan todos en
general la lengua mexicana. Y, deste capítulo no saben otra cosa…
13.- Este pueblo se llama Tuchpan, y no saben decir la causa que hubo de
su nombre, porque es muy antiguo. Y sus lenguas naturales se llaman tiam
y, la otra cochin, y todos hablan, generalmente la lengua mexicana, como
está dicho…
36.- No saben decir cuándo se fundó el monasterio que hay en el
pueblo”.43
Si uno revisa todas las demás Relaciones Geográficas de Jalisco y Michoacán que
se conocen, en la inmensa mayoría se observa que los indios informantes sí sabían acerca
de lo que se les estaba preguntando. De ahí que sea muy raro encontrarnos con ése
constante no-saber manifiesto en los informantes de Tuxpan. Mismo que pudo deberse a
diferentes motivos: a que eran muy viejos y desmemoriados; a que no eran nativos de allí; a
que no tenían muy claro cómo y cuándo se había formado el pueblo; o a que, incluso,
siendo aquél producto de una congregación, no tenían todavía una memoria o una tradición
común.
Complementando todo lo anterior, y ratificando lo adelantado por Peter Gerhard y
José Lameiras, debe saberse que existe constancia documental para probar que durante el
mes de octubre de 1525, el segundo alcalde de Colima, capitán Francisco Cortés, se
trasladó a la ciudad de México en plan de Procurador de la Villa, para, entre otras cosas,
solicitar los terrenos del pueblo de Tuspa como propios de la Villa de Colima.
Dicha petición fue presentada ante las autoridades provisionales, sustitutas de
Hernán Cortés (quien se hallaba de viaje hacia el actual Honduras), el 10 de noviembre de
ese mismo año. Allí, en una junta, estando presentes Gonzalo de Salazar, Pedro Almíndez
Cherino y Leonel de Cervantes, quienes constituían el triunvirato gubernamental de la
Nueva España, fue hecha esa petición, pero no se atrevieron a resolverla. Y como había
otras que escapaban tal vez a su autoridad, ellos y los:
...procuradores de la ciudad de México, la Villa Rica [de la Veracruz], y
las villas de Medellín, Guazacoalco, Pánuco y Colima, otorgaron poder
cumplido a Francisco de Montejo, Bernardino Vázquez de Tapia y
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Antonio de Villaroel, para que en nombre de los vecinos de la Nueva
España...
comparecieran ante la reina y el rey, para solicitarles muy específicas concesiones,
mercedes y privilegios en “pro y utilidad del gobierno y los vecinos tanto de la ciudad de
México como de las provincias y villas que ellos representaban”.44 Entre las que, como ya
expuse, iba la solicitud de los terrenos de Tuspa para la Villa de Colima.
Los apoderados salieron después a España, y se sabe que presentaron sus solicitudes
en Sevilla el 5 de julio de 1526. Lamentablemente desconocemos si hubo alguna respuesta
a la petición hecha por el procurador Francisco Cortés. Carencia que no nos impide sin
embargo, reflexionar en el hecho de que la sola formulación de la solicitud de los terrenos
de Tuspa como propios de la Villa de Colima hacia finales de 1525 ya es indicadora de
cuando menos un par de posibilidades: la primera, que los españoles radicados en la villa
original, en Caxitlan, ya le tenían puestos sus ojos al pueblo de Tuspa para irse a vivir allí.
La segunda, que ya se habían trasladado allá y sólo querían formalizar el trámite, para
evitarse algunos problemas.
De cualquier manera que ello haya sucedido, la mudanza de los españoles desde
Caxitlan al Tuspa original tuvo que implicar el desplazamiento de los antiguos moradores
de ésta; ya sea porque, como lo expresamos renglones atrás, o se vieron forzados a cambiar
de lugar por la presión de los españoles; o abandonaron el sitio antes para no tener trato con
ellos.
Conclusión.
Con base en todo lo anterior, concluyo que la villa española de Colima sí se asentó,
como decía Lebrón, en el sitio en “donde solía estar Tuspa”, y que los tuspecos o
tuspanecos se fueron de la región y estuvieron provisionalmente asentados en algún punto
al norte de la barranca de Atenquique, desde donde fueron congregados posteriormente por
fray Juan de Padilla, para re-fundar también su pueblo en donde hoy se halla, con el nombre
modificado de Tuxpan, y en el estado de Jalisco.
Pese a lo expuesto arriba, sobre todo en estos últimos párrafos, no pretendo insinuar
siquiera que el Colliman original haya sido el Tóchpan o Tuspa fundado por los toltecas;
pero sí establecer la hipótesis de que si el Colima actual fue re-fundado por los españoles en
el sitio “donde solía estar Tuspa”, pueblo habitado por “nahuales”, la antigüedad de este
sitio prehispánico tendría que ubicarse hacia el año 6 ácatl del que hablaban los Anales de
Cuauhtitlan (o de la Peregrinación Tolteca) mencionados por Chavero; es decir, el año 627
de la era cristiana. Fecha que, de ser cierta o, incluso aproximada, nos pondría en el
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antecedente de que la o las fundaciones de Colima por los conquistadores españoles de
1523 y 1527, respectivamente, fueron casi 900 años posteriores a la fundación tolteca del
primitivo Tuspa, y actual Colima.45
Notas
1. Sevilla del Río, Felipe, en el Prefacio de su Breve Estudio de la Conquista y Fundación de Colima, impreso
por primera ocasión por el Consorcio Peña Colorada en 1973, y por segunda ocasión en 1986, por el Gobierno
del Estado. Siendo de ésta segunda edición de la cual yo tomé las citas que iré presentando.
2. Ibid., p. 4.
3. Los lectores que gusten abundar sobre el tema pueden consultar mi libro Mitos y realidades de la conquista
y fundación de Colima, Universidad de Colima, 2006.
4. Cortés, Hernán, Cartas de Relación, México, Porrúa, 1992, p. 183.
5. Ibid., p. 183.
6. Idem.
7. Sevilla cita un importante documento fechado el 26 de enero de 1545 años, en el que “Juan de la Torre,
escribano de sus Majestades” y escribano público de la villa de Colima da fe de la compra de “un pedazo de
tierra en el valle de Xucutlan, camino de la Villa Vieja, al pie de la sierra de Colimote, de la una parte, e de la
otra el río grande; que ha por linderos una parte de las sementeras de los indios de Tecolapa”. Op. cit., p. 210.
8. Lebrón de Quiñones, Lorenzo, Relación Breve y Sumaria de la visita que hizo en Nueva España el
Licenciado Lebrón de Quiñoñes, Paleografía y notas de Terríquez Zámano, Ernesto, México, Gobierno del
Estado de Colima (Biblioteca Básica de Colima), 1988, p. 76.
9. Galindo, Miguel, Apuntes para la Historia de Colima, Tomo I, Colima, Imprenta “El Dragón”, 1923, p.
140. El resaltado es mío.
10. Romero de Solís, José Miguel, El conquistador Francisco Cortés, la Reivindicación de un cobarde,
México, Archivo Histórico del Municipio de Colima (Col. Pretextos, Nó. 10), 1994, p. 46.
11. Sevilla, op. cit., p. 20.
12. Ibid., p. 20.
13. Ibid., p. 24.
14. Lebrón, op. cit. p. 76.
15. Ibid., p. 46 y ss.
16. Ibid., p. 53.
17. Ibid., p. 54.
18. Ibid., p. 55.
19. Ibid., p. 56.
20. Ibid., p. 73.
21. Sevilla, op. cit. p. 98.
22. Ibid., p. 210.
23. Tomada del Cedulario Heráldico de los Conquistadores..., de Villar Villamil, Cédula 14, citada por Urzúa
Orozco, Roberto en La Conquista del Reino de Colima, p. 18 y por Sevilla del Río en su Breve Estudio…, p.
42.
24. Cortés, op. cit., p. 104 como referencia a la cita de que Segura de la Frontera estaba inicialmente cerca de
Tepeaca, y p. 177 para el resto.
25. Lebrón, op. cit., p. 76.
26. Sevilla, op. cit., págs. 24-25.
18
27. Vázquez Lara Centeno, Florentino, Comala, México, Edición de autor, Litográfica Ingramex, 1984, p. 13.
28. Sevilla, op. cit., p. 34.
29. Idem.
30. Cortés, op. cit., p. 183.
31. Lebrón, op. cit., p. 76.
32. Chavero, Alfredo, México á Través de los Siglos, vigésima tercera edición, tomo I, México, Editorial
Cumbre, 1987, p. XXIII y pp. 257-359. Fue impresa por primera vez el año de 1884. Allí se mencionan Los
Anales de Cuahutitlan (p. XXIII), referidos al tema, y el Tuspa de que estamos hablando (p. 358). Las
cursivas de la cita son mías.
33. Ambos textos pueden ser leídos en Crónicas y Lecturas de Colima, recopilados por Guzmán Nava,
Ricardo, México, Impre-Jal, 1988.
34. Fray Antonio de Ciudad Real, Tratado Curioso y Docto de las Grandezas de la Nueva España, México,
UNAM, 1976, p. 143. Dicho fraile estuvo de paso en el convento de San Francisco Colima el 19 y 200 de
febrero de 1587.
35. Romero de Solís, op. cit., p. 44. Los resaltados son míos.
36. El texto completo puede verse en Crónicas y Lecturas Colimenses, bajo el subtítulo Antigüedades, op. cit.,
pp. 28-29.
37. Ibid., p. 44-45.
38. La Relación de Tuxpan, elaborada en 1580, aparece en Acuña, René, Relaciones Geográficas del Siglo
XVI: Michoacán, México, Universidad Autónoma de México, 1987, p. 386.
39. Lameiras, José, El Tuxpan de Jalisco, Guadalajara, México, El Colegio de Michoacán, Gráfica Nueva SA
de CV, 1991, p. 24.
40. Ruvalcaba, Melquíades, Datos Históricos de la Antigua, Venerable y Hermosa Imagen del Cristo del
Perdón y de la Ciudad de Tuxpan, Tuxpan, Jal., edición de autor en 1970, págs, 44-45.
41. Gerhard, Peter, Geografía Histórica de la Nueva España 1519-1821, México, UNAM, 1986, pp. 347-348.
42. Acuña, op. cit., p. 384.
43. Ibid., págs. 384-389.
44. Sevilla, Breve Estudio, op. cit., pp. 22-23 y 33.
45. La parte medular de este trabajo (con algunas modificaciones hechas recientemente) forma parte del libro
Mitos y realidades de la conquista y fundación de Colima, del mismo autor, editado por la Universidad de
Colima en el 2006.
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