Borzone, Signorini - Aprendizaje Inicial de La Lectura
Borzone, Signorini - Aprendizaje Inicial de La Lectura
Borzone, Signorini - Aprendizaje Inicial de La Lectura
Introducción
información del texto entre sí y con sus conocimientos, esto es, forme una
representación mental del significado del texto. Se trata de una serie de procesos
complejos interrelacionados que forman parte del segundo componente general de la
lectura: la comprensión (para una revisión más amplia de ambos componentes ver
Signorini y Borzone de Manrique,1992).
Tanto el acceso léxico como la comprensión implican operar mentalmente con
estructuras lingüísticas, procesos que se inician con un estímulo visual: el texto escrito.
De ahí que se insista en considerar a la lectura como un fenómeno psicolingüístico en el
que se conjugan procesos cognitivos y lingüísticos- las operaciones o manipulaciones
mentales y las estructuras del lenguaje que son objeto de esas operaciones.
Diversos estudios se ocuparon de la relación entre el reconocimiento de palabras y
la comprensión. Con respecto a los procesos de comprensión, en los estudios se
exploran estos procesos en niños que ya han cumplido el primer ciclo y parte del
segundo (de 5º o 6º año hacia delante). A fines de la década de los ‘80 se comienza a
considerar también las estrategias de comprensión en niños más pequeños. Asimismo,
alrededor de esos años, se va ampliando el campo de indagación al irse incorporando
otras lenguas al análisis del aprendizaje inicial de la lectura.
Los estudios comparativos entre el desempeño de niños que aprenden a leer en
lenguas que difieren en cuanto a su estructura fonológica y consistencia de la ortografía
muestran que no son totalmente generalizables a otras lenguas los resultados obtenidos
con niños que aprenden en inglés. Se observa, en efecto, que ambas variables- la
estructura fonológica y la consistencia de la ortografía – inciden en el ritmo del
aprendizaje, en el tipo de dificultades que manifiestan los niños y en el predominio de
determinados estrategias según el curso del desarrollo. Cobra también especial
relevancia en las investigaciones recientes el interjuego entre estas variables y el método
de enseñanza, que muestra ser un factor ineludible a la hora de comprender los procesos
de lectura cualquiera sea la lengua en que se aprende.
En el presente trabajo nos centraremos en el proceso que tiene lugar cuando se
aprende a reconocer palabras escritas, sin por ello desconocer la importancia de la
comprensión. Por limitaciones de espacio, no es posible abordar ambos procesos. El
objetivo de este trabajo es presentar una revisión de las investigaciones más relevantes
sobre las variables que inciden el aprendizaje de la lectura, atendiendo especialmente a
las implicancias que estas tienen para su enseñanza en español.
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palabra, es decir, se reconoce la palabra. Por otra parte, se piensa también que, al
procesarse las letras, como la forma ortográfica está asociada al significado, dicha forma
activa directamente el significado de la palabras.
Estas explicaciones corresponden a un modelo de reconocimiento de palabras
conocido como el modelo de doble ruta (para una revisión actualizada, ver Signorini,
(1998). Este modelo surgió de estudios realizados en inglés, lengua en la que existen
muchas palabras que no pueden pronunciarse aplicando reglas de correspondencia letra-
sonido porque no responden a reglas generales (por ej., ONE, WOMEN). Se trata de
palabras irregulares cuya pronunciación requiere de conocimiento léxico específico. De
ahí que se plantea una ruta léxica, o camino directo de la forma escrita al significado (y
a la estructura fonológica) para leer palabras irregulares. Asimismo, como los lectores
expertos pueden leer pseudopalabras, esto es, palabras que se parecen a palabras reales
de la lengua pero que no lo son, por ejemplo MENGO, el modelo plantea también una
ruta indirecta o fonológica que conduce a la forma fonológica a través de la aplicación
de reglas de correspondencia letra-sonido. No hay para las pseudopalabras
representaciones mentales en el léxico mental porque no son palabras, por lo que la
forma ortográfica no puede activar una forma fonológica que permita pronunciar esa
pseudopalabra.
En el caso de las palabras regulares, a las que sí son aplicables reglas de
correspondencia, el significado y la forma fonológica pueden activarse tanto a través de
la ruta fonológica como a través de la ruta léxica. Mientras que la ruta visual conduce
directamente al léxico mental, al significado de la palabra, la ruta fonológica lo hace
indirectamente porque los lectores aplican primero reglas de correspondencia para
derivar la pronunciación de la palabra y, a través de esta, encontrar la palabra que tiene
esa pronunciación en el léxico mental. Se considera, en principio, que ambas rutas
operan en forma independiente, siendo la ruta visual más rápida que la fonológica. Esta
diferencia en velocidad se debería al hecho de que la recodificación de las palabras
involucra el procesamiento de todas las letras para acceder al significado desde la
pronunciación de la palabra que se obtiene de ese procesamiento, mientras que el acceso
visual implica procesar algunas pistas visuales que dan acceso al significado.
La ruta visual es posible por las asociaciones que se forman entre algunas letras, o
secuencias de letras que conforman patrones ortográficos, y el significado. En estas
asociaciones, según el modelo original de la doble ruta, no están involucrados los
sonidos ni las correspondencias. Estas asociaciones se aprenden de memoria, con la
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Existen distintos sistemas de escritura que se diferencian por la unidad del lenguaje
que los signos escritos representan. En el caso de un sistema ideográfico (o logográfico)
como el chino, en el que los caracteres representan palabras, la escritura codifica
significados. Un niño que aprende a leer y a escribir en este sistema debe aprender a
asociar una forma gráfica- el caracter chino- con un significado. Se trata de un
aprendizaje por asociación que requiere de mucha práctica y memoria. Los niños
aprenden entre 500 y 600 caracteres por año hasta dominar, tras varios años de esfuerzo
sostenido, un vocabulario de alrededor de 7000 caracteres.
El valor de un sistema de escritura que requiere de un número menor de
asociaciones se vuelve evidente si comparamos el sistema alfabético con el sistema
logográfico o ideográfico. En efecto, el sistema alfabético tiene la ventaja de que las
letras representan fonemas, unidades del lenguaje cuyo número es mucho más reducido
que el de las palabras (entre 20 y 40 fonemas según las lenguas). Por otra parte la
estructura fonológica de las palabras, esto es la secuencia de fonemas que las
componen, ya está asociada al significado de las palabras. De hecho tanto los niños
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(1983), se han publicado en inglés más de 1300 trabajos en los que se compara el
aprendizaje de un grupo entrenado en conciencia fonológica (grupo experimental) con
el desempeño en lectura y escritura de otro grupo no entrenado (grupo control). En
todos ellos se replican los resultados obtenidos por Bradley y Bryant: la conciencia
fonológica facilita el aprendizaje.
En una investigación reciente, Ehri y colaboradores (2001) toman 96 de esos
trabajos y realizan un meta-análisis con el objeto de evaluar el impacto de la instrucción
en conciencia fonológica considerando una serie de variables:
explicar: así por ejemplo queda abierta la cuestión sobre los factores que inciden en el
paso de una etapa o fase a otra.
Ehri (1992) elabora su modelo en base a los resultados de numerosas
investigaciones, entre otras las realizadas con Wilce (Ehri y Wilce, 1985; Wilce y Ehri,
1985, 1987). Considera Ehri que, en un principio, si a los niños les señalan carteles,
propagandas y otras inscripciones y les indican: “Ahí dice...”, aprenden a leer esas
palabras seleccionando algún rasgo visual y asociándolo al significado. Los rasgos
visuales o pistas que el niño utiliza para reconocer las palabras pueden ser parte de la
misma palabra escrita o acompañar la escritura, pero en ninguno de los dos casos la
pista visual se relaciona con la pronunciación. Así por ejemplo, observamos que los
niños argentinos aprendieron a reconocer la palabra XUXA, que aparecía en un
programa televisivo de amplia difusión, por la relevancia perceptiva de la <x>, por sus
rasgos tan distintos a las de las otras letras, pero no relacionaban esas letras con el
sonido correspondiente.
Los niños estadounidenses, por su parte, aprenden a edad temprana a leer Mc
DONALD’S por el logo que acompaña la marca: los grandes arcos dorados detrás de la
palabra (Lomax y McGee, 1987). Se trata de un aprendizaje por asociación. Se
memoriza la relación entre algún rasgo, que puede ser el de alguna de las letras de la
palabra o el color de las letras y el fondo en que la palabra aparece y su significado. En
esta fase llamada logográfica los niños aprenden a leer algunas palabras formando
relaciones arbitrarias, no sistemáticas, entre la palabra escrita y el significado. Como la
relación es arbitraria, se olvida si no se practica y se cometen muchos errores que
consisten en leer una palabra por otra. Ante un paquete de galletitas, por ejemplo los
niños, señalan la marca, CRIOLLITAS y pueden decir “criollitas” o “galletitas”, o
“masitas”. Inclusive si se altera la palabra, por ejemplo se le presenta al niño XUXI por
XUXA, no percibirá el cambio. Por su parte, si se le presenta COCA-COLA escrita sin
las dos mayúsculas y fuera del logo, no podrá leer estas palabras porque no tienen las
pistas visuales que utilizan para reconocerlas.
Estas observaciones muestran que los lectores logográficos no perciben las letras
como miembros de categorías conceptuales que tienen una identidad específica- la letra
<c> de CASA tanto se escriba en tipo imprenta mayúscula o imprenta minúscula y que
representa en ese contexto al fonema /k/. Como las relaciones que establecen los niños
son arbitrarias sólo pueden aprender a leer pocas palabras utilizando una estrategia
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podían leer varias palabras. A los tres grupos de niños se les enseñó a leer dos tipos de
palabras: palabras simplificadas cuyas letras correspondían a sonidos de una
determinada palabra, por ejemplo JRF por GIRAFFE, y palabras cuyas letras no se
correspondían con los sonidos de la palabra con la que se la asociaba, por ejemplo uHe
por MASK. Estas palabras de escritura arbitraria tenían pistas visuales muy salientes
que podían ser usadas para aprender a leerlas. La enseñanza consistió en mostrarles
variar veces las palabras y decir a que palabra correspondía esa escritura. En el primer
caso los niños podían recurrir a su conocimiento de las correspondencias para asociar
alguna/s letras con algunos sonidos de las palabras mientras que en el segundo caso
podían asociar algún rasgo visual de alguna de las letras con la palabra. Es decir que el
desempeño en la primera lista demostraba el uso de una estrategia alfabética
rudimentaria, mientras que el de la segunda, una estrategia logográfica.
Tanto los lectores principiantes como los avanzados aprendieron a leer más
palabras de la primera lista que de la segunda porque ya estaban usando pistas visual-
fonéticas para leer palabras, mientras que los no lectores aprendieron más palabras de la
segunda lista porque aún recurrían a una estrategia logográfica, de asociaciones
arbitrarias. Cuando se les pidió que escribieran las palabras, los lectores principiantes y
los avanzados pudieron escribir más letras de la lista con correspondencias que de la
otra lista, generalmente la letra inicial, que era la que más recordaban. El hecho de
poder relacionar una letra con un sonido proporciona al niño una referencia estable para
la letra y una vía para conectarla a la palabra. Por el contrario, la inestabilidad de la
asociación entre algún rasgo de una letra, que además puede cambiar en sucesivas
demostraciones, con un significado, se evidencia en las dificultades para aprender a leer
palabras usando una estrategia logográfica y su limitado alcance como estrategia de
aprendizaje, según se infiere del desempeño del grupo de no-lectores.
Otro aspecto muy importante que muestran estos resultados es que en la fase
alfabética rudimentaria los niños no leen las palabras recodificándolas puesto que los
estímulos usados (LFT para ELEFANT, PNSL para PENCIL) no son recodificables
porque les faltan letras. Aunque los niños utilizan las correspondencias letra-sonido para
leer las palabras, no lo hacen a través de la aplicación sistemática de las
correspondencias siguiendo el orden de izquierda a derecha, característica de la
estrategia de recodificación secuencial. Leen atendiendo a alguna o algunas letras como
pista visual para acceder a la palabra en el léxico mental pero, a diferencia de la
estrategia logográfica, esa pista visual está asociada a un sonido.
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Los resultados de este estudio y del trabajo de Ehri y Wilce (1987) muestran
también que, tan pronto como los niños desarrollan algunas habilidades de conciencia
fonológica y aprenden algunas correspondencias, no intentan ya la lectura a través de
una estrategia logográfica sino que lo hacen a través de pistas visual-fonéticas. Las
habilidades y el conocimiento de las correspondencias muestran ser dos aspectos
fundamentales en el avance del aprendizaje ya que son el sustento de la lectura en la
fase alfabética y los factores que promueven el ingreso a esta fase. La fase alfabética
rudimentaria contrasta con la fase logográfica en varios aspectos. Mientras que las
conexiones en estas últimas son arbitrarias, en la primera son sistemáticas. En la fase
logográfica, el niño hace solo una conexión, en cambio en la alfabética realiza más de
una, según la cantidad de letras que proyecte sobre la estructura fonológica de la palabra
que tiene almacenada en su léxico mental. Tanto en una como en otra fase, se cometen
errores, pero hay una clara diferencia entre ellos: en la logográfica se lee una palabra
por otra, en la alfabética hay alguna coincidencia en cuanto a las letras entre la palabra
leída y la escrita. En la fase logográfica la conexión se produce entre algún rasgo visual
y el significado mientras que en la alfabética, la conexión tiene lugar entre las letras y la
pronunciación de la palabra. Es a través de la pronunciación que se accede al
significado. La lectura en la fase alfabética es algo más precisa que en la logográfica
porque las letras están conectadas a una palabra específica más que a un significado que
puede incluir varios sinónimos. Sin embargo se observan también errores e
inconsistencias porque el niño no puede aún procesar un número suficiente de letras
como para reconocer las palabras sin dificultad.
En la tercera fase, la fase alfabética avanzada, se incrementa el número de
conexiones entre las letras de una palabra y los sonidos de esa palabra tal como está
almacenada en el léxico mental. El lector ha desarrollado mayores habilidades de
recodificación y analiza rápidamente la palabra escrita recuperando, a través de la
aplicación cada vez más precisa de reglas de correspondencia, su pronunciación. En un
conjunto de trabajos (Jorm y Share, 1983; Share y Stanovich, 1985) se sostiene que el
mecanismo de recodificación fonológica cumple una función crucial en el
reconocimiento de palabras en los niños. Los autores consideran que se trata de un
mecanismo de autoaprendizaje por medio del cual los niños aprenden a reconocer
más palabras por la ruta léxica. Ello equivale a decir que la recodificación fonológica
promueve el conocimiento léxico-ortográfico necesario para el reconocimiento visual
directo de las palabras.
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la década del ´80 mostraron que debía atenderse también a otros factores, como las
habilidades, estrategias y las experiencias previas con las palabras que tenían los niños
al comenzar el aprendizaje (Ehri, 1987; Gough y Hillinger, 1980). Se observó que los
niños podían comenzar usando una ruta visual para leer palabras que habían visto
muchas veces y luego incorporar la ruta fonológica al adquirir habilidades de
recodificación. En la fase ortográfica se volvería a recurrir a la ruta léxica visual.
Ehri (1992) señala la necesidad de reconceptualizar estos planteos, pues no
explican porqué es necesario que los niños tengan, al comienzo del aprendizaje,
conciencia fonológica y habilidades de recodificación, necesidad que ha sido
ampliamente demostrada en numerosas investigaciones. Tampoco explican las
diferencias entre una estrategia logográfica y una esrategia ortográfica, relacionadas
ambas con el acceso léxico-visual directo al significado. Considera que uno de los
errores del modelo de doble ruta radica en sostener que las palabras, en particular las
palabras excepcionales, se aprenden a leer visualmente, a través de la ruta visual,
mediante un mecanismo de repetición de memoria de la asociación entre la forma visual
y el significado: las pistas visual-espaciales en estas asociaciones pueden ser algunas
letras o secuencias de letras que forman patrones ortográficos frecuentes pero en estas
asociaciones no intervienen las reglas de correspondencias. De ahí que las asociaciones
se presenten como arbitrarias y deban aprenderse “de memoria”.
Este mecanismo opera sin duda en la fase logográfica en la que se asocia un
rasgo visual con un significado pero en la fase ortográfica o alfabética avanzada, como
la denomina en su último modelo, el lector ya ha aprendido a recodificar
fonológicamente aplicando reglas de correspondencia. Por una parte es fundamental
atender a ese conocimiento y, por otra, hay que considerar el hecho de que aún las
palabras irregulares contienen letras que responden a las reglas de correspondencia.
Precisamente Ehri reconceptualiza el modelo tradicional articulando ambos fenómenos
en una explicación alternativa que no elimina los procesos fonológicos pero omite la
recodificación fonológica. Como las correspondencias letra-sonido han sido usados para
reconocer las palabras, es posible pensar que este conocimiento se mantiene, no se
pierde al usarse la ruta visual directa en la última fase del aprendizaje. Se trataría de una
ruta visual-fonológica de acceso al significado que resulta de formar conexiones entre
las letras, los fonemas y el significado de las palabras. Una vez establecidas estas rutas,
los lectores verían las palabras e inmediatamente, sin recodificación pero a través de las
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grafemas <b> o <v> según las palabras y el grafema <g> puede corresponder al
fonema /g/ como en GATO o al fonema /x/ como en GENTE. Sin embargo el español
tiene también una ortografía transparente, mucho más simple que la del inglés. Se puede
pensar en un continuo, desde las ortografías más transparentes a las más opacas,
continuo en el que se ubicarían las diversas ortografías según la consistencia en las
correspondencias grafema-fonema y fonema-grafema.
Las características fonológicas de las lenguas de estructura más simple pueden
favorecer el desarrollo de la conciencia fonológica, porque deslindar la consonante de la
vocal en una sílaba CV (consonante-vocal) es más fácil que deslindar los fonemas en
una sílaba como CCVC (consonante-consonante-vocal-consonante, por ejemplo TRAN)
pues la consonante R y la N están, por su rasgos fonéticos y posición en la sílaba, muy
“pegadas” a la vocal. Por su parte si el número de vocales es reducido, hay menor
confusión perceptiva entre ellas y, si a este fenómeno se suma el hecho de que cada
vocal es representada por una sola letra, es más fácil separarla de otros sonidos puesto
que encuentra en la letra una referencia estable.
El interjuego entre la estructura fonológica y la consistencia de la ortografía
tiene sin duda una fuerte incidencia en el aprendizaje. Por lo que es posible pensar que
las diferencias entre las lenguas, en su fonología y ortografía, juegan algún papel en la
facilidad para desarrollar conciencia fonológica y, a través de ella, en las habilidades de
recodificación. Asimismo si la fonología o la ortografía o ambas variables inciden en la
adquisición de esas habilidades, el aprendizaje de la lectura presentará también
diferencias entre las lenguas en cuanto al ritmo de adquisición, las estrategias de lectura
y el efecto del método de enseñanza.
Los resultados de estudios recientes realizados con niños que aprenden a leer en
italiano, portugués, checo, turco, finlandés, galés, alemán y español, lenguas de
estructura fonológica más simple y ortografía más transparente que el inglés, muestran
precisamente los efectos esperados. La comparación entre niños italianos y
estadounidenses en cuanto a sus habilidades de conciencia fonológica (segmentación en
sílabas y en fonemas) señaló que ambos grupos incrementaban estas habilidades luego
de un año de instrucción en lectura (Cossu y col., 1988). Sin embargo los niños italianos
alcanzaron puntajes más altos que los norteamericanos en conciencia fonológica.
Asimismo niños italianos de 1° y 2° año leyeron y escribieron con mayor precisión, que
niños norteamericanos de igual nivel de escolaridad (Cossu, Gugliotta y Marshall,
1995). Estos resultados indican que los niños italianos adquieren en forma temprana
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Los resultados del estudio sobre conciencia fonológica y lectura realizado por
Signorini y Borzone de Manrique (2001) reflejaron el uso predominante de mecanismos
de recodificación fonológica para leer, no sólo palabras desconocidas y pseudopalabras
sino también palabras familiares. Sin embargo, fue posible identificar un grupo de
lectores logográficos: a fin de 1º año tres niños leían utilizando lo que podría describirse
como un mecanismo visual rudimentario, que les permitió reconocer unas pocas
palabras muy familiares (por ej., MAMÁ, OSO, NENE). Estos niños se rehusaron a leer
palabras desconocidas y pseudopalabras. Concluímos que para los niños hablantes de
español la estrategia de lectura logográfica es aparentemente de importancia limitada.
El estudio de Borzone de Manrique (1997) hecho con niños de 5 años muestra
que la lectura logográfica es un mecanismo usado por algunos niños en un momento
temprano del desarrollo. Sin embargo, este trabajo también revela que hay niños que
han desarrollado habilidades fonológicas y son capaces de utilizarlas para reconocer las
palabras escritas desde el comienzo mismo de la adquisición. En función de este
conjunto de resultados no parece posible justificar la naturalidad de la fase logográfica
en los lectores principiantes de español.
El uso de los distintos tipos de estrategia de lectura, además de reflejar
diferencias individuales entre los niños, podría estar relacionado con el tipo de
intervención pedagógica. Los niños que participaron del estudio de Borzone de
Manrique (1997) habían recibido entrenamiento en conciencia fonológica. Por su parte,
a los niños de la muestra estudiada por Signorini (1997), entre los que no se halló
ningún lector logográfico, se les enseñaron en forma explícita las correspondencias
grafema-fonema a partir del análisis de palabras escritas A diferencia de estos grupos,
los niños del estudio de Signorini y Borzone de Manrique (2001) no habían realizado
ninguna tarea de análisis de palabras en letras y sonidos. Este hecho sugiere una posible
interacción de los mecanismos usados por los niños y los métodos de intervención que
debiera considerarse, tanto en investigaciones futuras como en la práctica educativa.
En síntesis, los niños que aprenden a leer en español tienen, en general,
facilidad para desarrollar en forma temprana habilidades fonológicas que se manifiestan
en estrategias eficaces de lectura de palabras. Al parecer, cuando mediante la
intervención pedagógica se capitaliza la simplicidad de la estructura fonológica y la
transparencia de la ortografía, los niños descubren rápidamente el principio alfabético y
ello les permite recodificar fonológicamente las palabras escritas.
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Conclusiones
Los resultados de los trabajos que hemos revisado tienen fuertes implicancias
pedagógicas. En algunos de ellos se atribuye explícitamente un gran peso al método de
enseñanza fónico, en interrrelación con la incidencia de la estructura fonológica de la
lengua y/o la transparencia de la ortografía, sobre el aprendizaje de la lectura y la
escritura. Por su parte, todos los estudios coinciden en reconocer el papel fundamental
de la conciencia fonológica en dicho aprendizaje. Ahora bien, si atendemos, como
señala Adams (1990), al hecho de que las actividades con sonidos para desarrollar
conciencia fonológica pueden considerarse como una vía superadora de los
inconvenientes del método fónico, manteniendo sus ventajas, podemos concluir que
actualmente el debate metodológico ha sido superado.
En efecto, desde que se planteó el “gran debate”, como lo llamó Chall (1967),
las investigaciones realizadas a lo largo de estos años proporcionaron nueva evidencia
empírica que da apoyo a las conclusiones de Chall con respecto a la problemática
metodológica. En su famoso libro “Aprendiendo a leer: El gran debate”, Chall intenta
dar una respuesta fundamentada a la discusión sobre los métodos a través de una
cuidadosa revisión y confrontación de los resultados que por ese entonces se obtenían
en las escuelas donde se aplicaba el método fónico y en las que recurrían al método
global, atendiendo a los materiales que utilizaban, analizando los programas que se
implementaban y observando el desempeño de los maestros y la repuesta de los niños.
En base al extenso estudio realizado, Chall concluye que los programas que incorporan
como uno de sus componentes la instrucción fónica sistemática son más efectivos: su
incidencia sobre el aprendizaje es muy fuerte y más perdurable que la de programas sin
este tipo de instrucción.
Sin embargo las críticas al método fónico no cesaron. Por el contrario, en el
marco del planteo conocido como lenguaje integral se reavivó y continuó el debate con
tal intensidad, y prejuicio para la enseñanza, que a fines de la década de los ´80 el
gobierno de Estados Unidos solicita a una especialista en lectura, Marilyn Adams, una
nueva revisión del tema. A través de una extensa y esclarecedora investigación, Adams
(1990) arriba a un planteo conciliador: por un lado recupera el valor de una
aproximación análitica, como la que plantea el método fónico y por otro lado, articula
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esta perspectiva con una aproximación global que pone el énfasis en enseñar a través de
situaciones reales de lectura y escritura que tengan significado para el niño.
Adams observa que el desarrollo de la conciencia fonológica a través de juegos
con sonidos y, simultáneamente, el contacto con textos escritos, el ver y escribir
palabras, permiten al niño inferir las correspondencias letra-sonido. Por lo que se
reformula el método fónico, en tanto no se considera indispensable la enseñanza
sistemática y progresiva de las correspondencias, forma de enseñanza criticada porque
provocaba aburrimiento y, para aquellos niños que provenían de contextos socio-
culturales no alfabetizados, los ejercicios fónicos carecían de significado. Asimismo se
reconoce que, desde un principio, se puede atender a los procesos de comprensión y a su
enseñanza a través de la mediación del adulto en situaciones de lectura de textos
realizada por el maestro.
En el marco de esta articulación de una perspectiva analítica y una global hemos
elaborado un programa de alfabetización para la enseñanza inicial de la lectura y la
escritura cuyos fundamentos se encuentran en los estudios revisados en este trabajo
(Borzone de Manrique y Marro, 1990; Borzone de Manrique, 1994; Borzone de
Manrique y Rosemberg, 2001).El programa ha adoptado como marco de los procesos de
enseñanza y aprendizaje la teoría socio-histórica cultural de Vigotsky por lo que se
propone que las intervenciones docentes respondan a los conceptos de Zona de
Desarrollo Potencial, andamiaje y participación guiada que se derivan de dicha teoría.
En consecuencia con estos principios, los maestros cumplen un rol relevante y su
desempeño se analiza en función de las estrategias que ponen en juego en la interacción
verbal considerada como la matriz de todo aprendizaje. De esta manera el programa
refleja, en las acciones propuestas para el aula, la convergencia de las perspectivas e
investigaciones presentadas en los trabajos que integran este número de Lingüística en
el Aula. Por último cabe señalar que la implementación de este programa en grupos de
niños, tanto de sectores de nivel socioeconómico medio como bajo, mostró que la
articulación planteada es muy efectiva puesto que los niños lograron tener un buen
desempeño en lectura y escritura. Se proporciona así nueva evidencia empírica sobre el
impacto de la metodología empleada para enseñar a leer y a escribir.
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i
Las letras se transcriben entre < > y los fonemas, entre / /.
ii
Recordemos que los fonemas son unidades abstractas que representan los patrones de sonido de una lengua, y que los
fonos son la manifestación o realización física de los fonemas en la cadena de habla.
iii
Si bien <ch> y <rr> no son considerados grafemas por la Real Academia Española, se los enseña como unidades.