Hermanos Buenas Noches
Hermanos Buenas Noches
Hermanos Buenas Noches
en el
nombre del Padre del hijo y del espíritu santo, amén. Del el evangelio Marcos 12,35-37 y la
lectura 2 Timoteo 3,10-17 de hoy El papa Francisco nos dice La persecución es un poco como
'el aire' en el que vive el cristiano aún hoy, pues aún en nuestros días hay muchos, muchos
mártires, muchos perseguidos por su amor a Cristo. En muchos países los cristianos no tienen
derechos. Si exhibes una cruz, vas a la prisión y hoy en día hay gente en las cárceles; hay gente
condenada a morir por ser cristianos. Sigue habiendo muchas personas asesinadas y su número
es todavía mayor que el de los mártires de los primeros siglos. ¡Muchos más! Pero, estas no son
noticias 'relevantes'. Y por eso los noticieros televisivos y los periódicos no las publican. El
hecho es que los cristianos siguen siendo muy perseguidos. Entonces nos preguntamos ¿Cuál es
tu esperanza para el futuro del mundo en que vivimos? La fe en la Resurrección ¿influye en tu
manera de vivir la vida? El señor se manifiesta en las cosas muy sencillas entonces ¿escuchas
con atención la palabra de Dios o simplemente la oyes?. Después de respondernos estas
preguntas hacemos una oración de acción de gracias.
También vamos a pedir por el papa francisco y todos lo sacerdotes para que el señor lo guie e
ilumine es su misión ROQUEMOS AL SEÑOR
Por las familias que sufren a causa de las enfermedades, por las que no tienen el pan necesario
o viven lejos de sus hogares, para que el Señor sea su auxilio y su ayuda. Roguemos al Señor
Por todos los niños y jóvenes, que a causa de esta pandemia no podemos llegar, PARA QUE EL
SEÑOR se represente en las cosas muy sencillas y ellos sepan escuchar. R
Acordaos, ¡oh piadosísima Virgen María! que jamás se ha oído decir que ninguno de los que
han acudido a vuestra protección, implorado vuestra asistencia y reclamado vuestro socorro,
haya sido abandonado de Vos. Animado con esta confianza, a Vos también acudo, ¡oh Madre,
Virgen de las vírgenes! Y aunque gimiendo bajo el peso de mis pecados, me atrevo a
comparecer ante vuestra presencia soberana. No desechéis, ¡oh Madre de Dios!, mis humildes
súplicas, antes bien, inclinad a ellas vuestros oídos y dignaos atenderlas favorablemente.
Y terminamos