Controladora!: ¡No Seas Una Mujer
Controladora!: ¡No Seas Una Mujer
Controladora!: ¡No Seas Una Mujer
CONTROLADORA!
Siete mujeres de la Biblia
te enseñan a rendir
el contr ol a Dios
SHANNON POPKIN
La misión de Editorial Portavoz consiste en proporcionar productos de
calidad —con integridad y excelencia—, desde una perspectiva bíblica y
confiable, que animen a las personas a conocer y servir a Jesucristo.
Título del original: Control Girl: Lessons on Surrendering Your Burden of Control
from Seven Women in the Bible, © 2017 por Shannon Popkin y publicado por
Kregel Publications, una división de Kregel Inc., 2450 Oak Industrial Dr. NE,
Grand Rapids, MI 49505, U.S.A. Todos los derechos reservados. Traducido
con permiso.
Edición en castellano: ¡No seas una mujer controladora! © 2019 por Editorial
Portavoz, filial de Kregel Inc., Grand Rapids, Michigan 49505. Todos los
derechos reservados.
Traducción: Rosa Pugliese
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El texto bíblico indicado con «NVI» ha sido tomado de La Santa Biblia,
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Las cursivas en los versículos bíblicos son énfasis de la autora.
EDITORIAL PORTAVOZ
2450 Oak Industrial Drive NE
Grand Rapids, Michigan 49505 USA
Visítenos en: www.portavoz.com
ISBN 978-0-8254-5878-1 (rústica)
ISBN 978-0-8254-6771-4 (Kindle)
ISBN 978-0-8254-7592-4 (epub)
1 2 3 4 5 edición / año 28 27 26 25 24 23 22 21 20 19
Impreso en los Estados Unidos de América
Printed in the United States of America
Para Ken…
quien me inspira a convertirme en una
mujer semejante a Cristo
Contenido
Reconocimientos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 9
Introducción: Mi final “feliz” . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 11
1 El camino de una mujer controladora • 17
Lección 1: Un camino trillado. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 18
Lección 2: Bajo la ira y la ansiedad . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 23
Lección 3: ¿Hacia dónde me lleva este camino?. . . . . . . . . . . . . . . . . 28
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10 ¡No seas una mujer controladora!
Dawn, Deb S., Marie, Missy, Jessica, Deb F., Cheryl, Stacy, Lori, Mara,
Nicole, Kristi, Beth, Brenda, Hilma, Sue, Wendi, Tabby, Brie, Lindsay,
Hannah, Sarah, Renell, Jackie S., Amy, Jocelyn, Michelle G., Ruth,
Carrie y Lisa, ¡gracias! Sus fieles oraciones y palabras de aliento hicie-
ron más que reforzar mi armadura.
Jeff Manion, Dan Wright y Marie Mossner: gracias por su minis-
terio en nuestra iglesia y por invertir tiempo en mí personalmente.
Gracias a mi agente, Karen Neumair, por ver el potencial y alentarme
en cada paso del sinuoso camino. Estoy muy agradecida por Credo y
por ti. Y me siento muy honrada de trabajar con la maravillosa gente
de Kregel Publications. Janyre: no solo tengo la bendición de que
hayas editado mi trabajo, sino de haber ganado una querida amiga
en el proceso. Sarah, Micah, Katherine y Noelle: estoy muy agradecida
por su profundo conocimiento y amable ayuda. Además, agradezco el
aporte y los consejos de mis amigas escritoras y conferenciantes, Paula
Marsteller, Erin Davis, Alice Daniels, Rachel Norton, Susie Finkbeiner
y Susan Tebos. Gracias a aquellos que me contaron sus historias y par-
ticiparon en mis foros. Ustedes saben quiénes son.
Y, sobre todo, gracias a Jesús, cuyo amor me ha lavado y cuyo Espí-
ritu lanza sus flechas y me impulsa a seguir adelante con alegría.
Mi esperanza es agradarte.
Introducción
Mi final “feliz”
11
12 ¡No seas una mujer controladora!
siestas, estaba demasiado cansada para quedarme hasta tarde con mis
amistades. De repente, empecé a perder el control, y no me gustó. Ken,
quien una vez me había llenado de alegría, ahora me llenaba de enojo.
Siempre le decía: “Era tan alegre y divertida antes de conocerte”.
Un viernes por la noche, en las primeras etapas de nuestro matri-
monio, una joven pareja del vecindario nos invitó a cenar. Estaba
ilusionada, segura de que iban a ser nuestros nuevos mejores amigos.
Ken no estaba tan ilusionado. No solo era menos social que yo, sino
que además estaba agotado. Ken es un hombre dinámico y emprende-
dor, que se levanta a las cuatro y media de la mañana, y cuando llega
el viernes por la noche, no le queda tanta energía.
Después de una cena encantadora con nuestros vecinos, nos
invitaron a sentarnos en la sala de estar. Nuestra conversación se
desarrollaba muy bien hasta que noté que Ken no hablaba mucho.
Eché una mirada hacia el piso donde se había sentado para acariciar
al perro, y noté que su mano estaba inerte sobre el lomo del animal.
Su cabeza estaba inclinada en un ángulo curioso. Oh no —pensé—. ¡Se
quedó dormido!
Desde donde los vecinos estaban sentados, no podían ver la cara
de Ken, así que crucé los dedos con la esperanza de que pensaran que
estaba mirando a su perro de manera curiosa. Traté de hablar más
rápido y en un tono más animado para mantener su atención, pero
luego alguien hizo una pregunta a Ken.
Le di un ligero puntapié, y levantó la cabeza de manera intempes-
tiva. Hizo algunos comentarios incoherentes y poco claros. Me sentí
avergonzada.
Los vecinos se rieron de buena manera y dijeron: “Debes estar ago-
tado”. Así que aquella hermosa noche, con estas personas que ahora
no serían nuestros nuevos mejores amigos, se vio interrumpida brus-
camente. Nos acompañaron hasta la puerta, y luego caminamos por
la acera hacia nuestra casa.
En ese trayecto de aproximadamente cinco viviendas, saqué todo
lo que tenía dentro: “¡Increíble! ¡Me has humillado! ¡De ahora en ade-
lante, señor, te tomarás un café antes de ir a alguna parte! Proferí esas
palabras en la oscuridad moviendo mis brazos con indignación. Mi
esposo iba detrás, sin decir una palabra.
Mi final “feliz” 13
VC UANDO MI hija tenía seis años, nos mudamos a una nueva casa.
Ella insistió en ocupar la pequeña habitación con vista al camino de
entrada, en lugar de la más grande que daba al bonito patio trasero
lleno de árboles. Cuando le pregunté por qué, me respondió que quería
ver los camiones recolectores de desechos cuando vinieran a recoger la
basura. Años más tarde, preguntó por qué su hermano tenía la “bonita
habitación” frente al patio trasero. Me reí y le dije: “¿No te acuerdas,
cariño? ¡Querías ver los camiones de la basura!”.
En la vida tomamos muchas decisiones y elegimos cosas en fun-
ción de lo que estamos esperando. Seguimos un camino y no otro
según el objetivo que tenemos en mente. Sin embargo, a menudo
somos como una niña de seis años entusiasmada por los camiones
de la basura. Nuestra perspectiva está sesgada y nuestros objetivos
son poco claros.
¿Qué pasaría si hubiera una Persona que pudiera ver el futuro y
supiera de antemano lo que, a la larga, nos hará felices? ¿Y si esa per-
sona pudiera indicarnos qué camino tomar y mostrarnos a dónde nos
llevará?
En realidad, hay una Persona. Su nombre es Dios.
Si ignoramos a Dios y tomamos nuestro propio camino, inevi-
tablemente terminaremos en una pila de basura que ha perdido su
atractivo. No obstante, si seguimos a Dios y confiamos en su perspec-
tiva eterna, Él nos guiará, finalmente, a una habitación con la vista más
fabulosa de la que nuestra mente de seis años podría imaginar.
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18 ¡No seas una mujer controladora!
UN SURCO EN MI CORAZÓN
Una mañana, di a mi hijo un curso intensivo de normas de com-
portamiento para el baño. Hacía poco había empezado a ducharse en
el baño de visitas, y no quería que los invitados se tropezaran con toa-
llas húmedas y pantalones de jean del día anterior. El entrenamiento
fue minucioso. Después de darle algunas instrucciones claras, también
20 ¡No seas una mujer controladora!
a veces las manos de Dios parecen estar muy lejos. Su trono parece estar
muy arriba de donde yo estoy reinando sobre el pequeño montón de
ropa sucia en el piso. ¿Realmente puedo confiar que Dios se ocupará
de mi final feliz? ¿Acaso le importan las cosas que a mí me preocupan?
Desde luego que le importan. De hecho, es porque a Dios le importa
que se inclina a mostrarme el cable de mi pequeño control que cuelga
desconectado.
En su bondad, Dios me hace ver que no tengo el control y me invita
personalmente a confiar en Él frente a la toalla tirada en el piso, el final
de la historia y todo lo que ocurra en el medio.
Proverbios 3:5-6 indica: